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Hugo Chavez y la guerra de resistencia (página 3)


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La dificultad y la necesidad de establecer contacto con todas las partes

A fin de acceder a las víctimas de la guerra, el CICR debe negociar con las diferentes partes beligerantes. Aunque los Convenios de Ginebra confieren al CICR el derecho a realizar ciertas actividades durante los conflictos armados internacionales [49], como visitar prisioneros de guerra, en la práctica necesita obtener el consentimiento de la parte pertinente para hacerlo. Resulta relativamente fácil entrar en contacto con los órganos de Gobiernos establecidos, pero la situación cambia cuando se trata de alcanzar a entidades no gubernamentales. Algunos incluso encuentran sospechoso que, en esos casos, el CICR tenga que negociar con organizaciones prohibidas o "criminales".

Es posible que se impidan los contactos con los movimientos rebeldes, para negar a éstos toda forma de reconocimiento. Pero al impartir esa orden, la parte que lo hace, por lo general el Gobierno, deja de lado la oportunidad de comenzar a negociar o llegar a un acuerdo con los rebeldes, al menos sobre cuestiones humanitarias. A menudo, ese contacto debe realizarse por vías indirectas o a través de intermediarios, antes de poder establecer relaciones más estrechas en zonas de conflicto.

A medida que se acentúa la asimetría, la falta de licitud y legitimidad dificulta aún más los contactos [50]. Si los grupos o movimientos se clasifican directamente como criminales, sin derecho a empeñarse en un conflicto armado, como sucede en la "lucha contra el terrorismo", a menudo el contacto con ellos no sólo es ilícito sino que puede poner en peligro a la delegación del CICR. Sin embargo, los contactos con todos los beligerantes son fundamentales para que la Institución pueda llevar a cabo sin obstáculos sus actividades en esas zonas.

En el mejor de los casos, el CICR puede hacerse escuchar en forma indirecta, por conducto de las relaciones públicas o mediante cautelosos contactos con simpatizantes, ya que los posibles perpetradores de actos criminales tienden a moverse en las sombras. A menudo, la Institución tiene acceso a ellos sólo cuando han sido capturados, en otras palabras, cuando visita a prisioneros.

Así pues, en las situaciones asimétricas, el CICR frecuentemente se ve obligado a adivinar, a partir de contactos indirectos e información incompleta, si tiene el asenso de los beligerantes y si podrá acceder a las víctimas de las hostilidades en condiciones relativamente seguras. No puede desplegar acciones humanitarias sin ese nivel mínimo de garantías y de acceso a las víctimas [51]. Por su propia naturaleza, no puede forzarse a un beligerante, contra su voluntad, a aceptar ayuda humanitaria, sin que la misma organización que la presta se transforme en un elemento de la maquinaria bélica.

La acción humanitaria puede ser contraria a los fines de la guerra

Las organizaciones humanitarias pueden ofrecer ayuda y protección sólo si estas acciones son compatibles con los fines de las partes beligerantes o si, al menos, no entran en conflicto con ellos. Como ya se ha dicho, es preciso obtener el consentimiento de jure y de facto. En la mayoría de los casos, los beligerantes deniegan el consentimiento cuando una operación determinada no encaja en los fines declarados o reales de las partes. En el peor de los casos, el asesinato de un delegado o el saqueo de una delegación son un claro aviso de que el consentimiento no existe o que ha sido retirado por al menos una de las partes en el conflicto. El asesinato de seis colaboradores del CICR en el Congo oriental, en 2002, es un trágico ejemplo de esa situación.

En una guerra sin cuartel o en las "guerras identitarias" de índole étnica o religiosa, cuya finalidad es expulsar o exterminar al enemigo, hay pocas posibilidades de desplegar con éxito la acción humanitaria. La situación es incluso más peligrosa cuando los delegados abocados a las operaciones humanitarias son vistos como "objetivos blandos" y se convierten en blanco de ataques, como sucedió, por ejemplo, en Irak. En esos casos, hasta las organizaciones humanitarias son consideradas civiles enemigos.

El interés de los beligerantes en la acción humanitaria

A menudo, el hecho de que la parte con mayor fuerza militar acepte que el CICR despliegue actividades de protección no tiene que ver con la reciprocidad, ni depende necesariamente de ella. El público al que está destinada esa medida es el pueblo de esa parte y la comunidad internacional. El mensaje implícito es que ese consentimiento es de índole humanitaria y que se dará un trato humano incluso al enemigo, a veces con la esperanza de que el enemigo y sus simpatizantes finalmente se convenzan de que vale la pena respetar los principios humanitarios fundamentales.

En las guerras asimétricas, frecuentemente se permite al CICR actuar por razones puramente humanitarias, no jurídicas, para que no parezca que se está confiriendo licitud al adversario. Las partes más débiles en un conflicto normalmente acogen con satisfacción la ayuda humanitaria, siempre que no la perciban como un instrumento del adversario, que por lo general es el Gobierno. Sin embargo, la parte más débil también puede instrumentalizar la ayuda humanitaria, o ésta puede resultar esencial para su supervivencia. Por un lado, una operación de ayuda ofrece a la población civil necesitada la esperanza de que la comunidad internacional no es completamente indiferente a su suerte y que hay una luz al final del túnel; por el otro, los insurgentes intentan obtener un cierto grado de legitimidad mediante la presencia de los colaboradores extranjeros que integran los equipos de las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria. Por último, ni siquiera una supervisión estricta de la entrega de socorros puede garantizar que las partes beligerantes no se beneficien de ellos, por lo menos indirectamente.

El marco temporal de la acción humanitaria

En los conflictos asimétricos, la ayuda humanitaria está sujeta a las mismas leyes que en todos los demás conflictos; según los antecedentes, el propósito y el momento, la ayuda puede ser vista como algo deseable, indeseable o como un término medio entre esos extremos. La ayuda que no tiene en cuenta los intereses de las víctimas también puede ser contraproducente. Si se desea proporcionar asistencia eficaz durante una guerra, la protección de las víctimas debe estar estrechamente vinculada con las operaciones de ayuda.

En todos los conflictos, las actividades de ayuda humanitaria pueden ser incompatibles con las finalidades de la guerra táctica o con la seguridad del personal humanitario. Raras veces las hostilidades se suspenden total o parcialmente para permitir la acción humanitaria. Además, esos altos el fuego son muy diferentes de la situación que se encuentra en las guerras donde la asimetría es muy marcada. En gran medida, el arte de la guerra asimétrica reside en la diferente rapidez con la que las partes se hacen la guerra [52]. Normalmente, la asimetría que surge de la fuerza lleva a acelerar las hostilidades y aventajar al adversario. Las partes más débiles tienden a frenar y prolongar la guerra.

En consecuencia, el marco temporal de la acción humanitaria también puede variar. En la breve primera fase de la guerra, el despliegue masivo de armas y la rápida evolución de las necesidades hacen difícil proporcionar la ayuda, como sucedió, por ejemplo, en la fase inicial de la guerra de Irak. Aunque había gran necesidad de la acción del CICR, los intensos bombardeos limitaron la capacidad de la Institución, por razones de seguridad. En la segunda fase, que parece interminable, el conflicto abierto se ha transformado en una guerra encubierta y en una guerra de ocupación. Al mismo tiempo, ha comenzado la reconstrucción de la infraestructura del país, que sufrió graves daños. Al menos por ahora, la reconstrucción no parece coherente con los objetivos de la que es, hasta ahora, la parte más débil desde el punto de vista militar. Nuevamente, esto demuestra que los fines de la guerra van más allá de la acción militar y que la noción puramente militar de la guerra comienza a perder vigencia. Por esta razón, las operaciones de ayuda humanitaria a veces son incompatibles con los objetivos políticos de alguna de las partes, por lo cual resulta prácticamente imposible llevarlas a cabo [53].

En esta etapa, la tarea principal del CICR es la protección humanitaria, sobre todo las visitas a los prisioneros de guerra y a los internados. Naturalmente, esa tarea se centra en la parte más fuerte desde el punto de vista militar, que cuenta con las instalaciones necesarias. Es prácticamente imposible esperar una actitud de reciprocidad en las guerras asimétricas, ya que, por lo general, la parte débil no puede ni quiere tomar prisioneros.

En el delicado y, casi siempre, muy difícil período de transición que sigue al final de un conflicto armado abierto, o al final efectivo u oficial de una ocupación, la situación de los miembros más vulnerables de la población suele deteriorarse; la necesidad de seguridad aumenta a causa de las amenazas que plantean los ex combatientes y la situación general, que sigue siendo precaria. Al intentar responder a las múltiples necesidades de la población después de un conflicto, se plantean diversas cuestiones a nivel de la política general [54]. La incertidumbre, o la ausencia de un acuerdo sobre un marco jurídico claro, no facilitan las actividades de protección, y menos aún si, al mismo tiempo, tiene lugar un cambio de régimen. La labor humanitaria se enfrenta con el permanente problema de la seguridad, las líneas entre la ayuda de corto y largo plazo se difuminan más aún, y la transición de la ayuda de urgencia a la ayuda para el desarrollo, de por sí difícil, se ve obstaculizada.

Hincapié en la independencia

Aunque el CICR ha de mantener un diálogo estrecho con la parte en el conflicto que es más poderosa en el plano militar, debe velar por permanecer visiblemente independiente. Esa independencia es esencial para asegurar que la acción humanitaria no sea utilizada por el adversario más fuerte como un instrumento para promover sus propios intereses [55]. La única obligación del CICR es la que tiene hacia las víctimas de las hostilidades, y el único propósito de su cooperación con todas las partes en el conflicto es proporcionar la ayuda humanitaria a las víctimas en una forma imparcial y no discriminatoria.

La creciente militarización de la actividad humanitaria y la amalgama entre la asistencia militar y la humanitaria representan graves problemas para las organizaciones de socorro, porque esas tendencias amenazan la independencia de su acción, o por lo menos, la percepción de su independencia [56]. Si las organizaciones humanitarias se asocian con las fuerzas militares, existe el grave riesgo de que ya no sean percibidas como imparciales e independientes del control político; si se difumina la línea divisoria entre la acción humanitaria y la militar, puede degradarse la idea misma de la acción humanitaria, de la ayuda imparcial a las víctimas.

Es allí donde reside, quizá, la principal preocupación de la Institución, ya que esta situación puede desvalorizar el concepto de la acción humanitaria a los ojos de los beligerantes, comprometer la independencia de sus actividades y amenazar la seguridad de los trabajadores humanitarios, si se los asocia con el enemigo [57]. Esta inquietud se debe menos a las limitaciones de la acción humanitaria militar per se que a las repercusiones "contagiosas" que puede tener en la acción humanitaria civil y en las víctimas de las confrontaciones armadas [58].

En principio, el CICR excluye, por ende, el recurso a la protección armada de sus operaciones humanitarias [59]. La Institución permite la protección armada únicamente en circunstancias muy excepcionales, cuando lo considera indispensable para defender a sus colaboradores o su infraestructura contra la delincuencia común. Pero no acepta la imposición de servicios humanitarios contra la voluntad de una de las partes en el conflicto. Además, el CICR siempre insiste en su absoluta independencia logística de todas las partes en el conflicto, con lo cual pone de manifiesto que posee una identidad distintiva propia.

La neutralidad como un instrumento operacional

En el derecho internacional, la neutralidad de los Estados significa no interferir en una guerra (principio de no intervención), no darle a un adversario una ventaja militar respecto de otro (principio de prevención), y tratar a todos los adversarios en forma igualitaria (principio de imparcialidad). Ya reducida por la Carta de las Naciones Unidas, la neutralidad ha seguido perdiendo importancia debido al creciente número de conflictos internos, aunque conserva su trascendencia en el derecho internacional humanitario clásico.

No obstante, la neutralidad de las organizaciones humanitarias es tan importante para el CICR como su independencia respecto de los protagonistas políticos. Para granjearse la confianza de las partes en el conflicto, este principio exige no sólo que el CICR no participe en las hostilidades, sino que tampoco intervenga en controversias de índole política, religiosa o ideológica [60]. Por lo tanto, la neutralidad no debe equipararse con la neutralidad de los Estados conforme al derecho internacional: para el CICR, no es un fin en sí mismo ni un principio filosófico, sino un medio operativo para llegar a las personas necesitadas. Las organizaciones humanitarias no están obligadas a ser neutrales, y la Corte Internacional de Justicia, en la sentencia del caso Nicaragua, ya mencionada, tampoco exigió que la asistencia humanitaria sea neutral en todas las circunstancias. Empero, con arreglo a los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja [61], el CICR está obligado a respetar el principio de la neutralidad tal como lo entiende el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Para el CICR y el derecho internacional humanitario, las cuestiones relativas a la licitud, y, en general, a la razón de una guerra, no influyen sobre la acción del CICR a favor de las personas afectadas por el conflicto y la aplicabilidad de la ley. El único objetivo es proteger y ayudar a las víctimas de la guerra, independientemente de las razones políticas, religiosas o ideológicas de la guerra o de que ésta haya sido permitida o no por una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Naturalmente, los delegados sobre el terreno deben analizar minuciosamente las razones de la guerra a fin de adaptar su acción humanitaria a las circunstancias locales, aunque sólo sea para velar por su propia seguridad evitando frustrar, a sabiendas o no, los objetivos y las intenciones de los beligerantes. En interés de las víctimas de la guerra, el CICR y sus delegados deben insistir en que debe establecerse una distinción conceptual clara entre la licitud de una guerra y el derecho que rige la conducción de las hostilidades.

En las guerras asimétricas, el CICR se esfuerza por que las partes acepten su neutralidad y su independencia [62]. En esos conflictos, hay una frecuente tendencia a proclamar una guerra justa (o santa) y a negar toda legitimidad al adversario. Esa situación dificulta al CICR la tarea de proporcionar ayuda humanitaria a todas las víctimas, independientemente de la parte a la que pertenezcan. Resulta difícil reconciliar la neutralidad con la exigencia que ambas partes suelen plantear en estas situaciones: que la Institución tome partido. Además, algunos consideran que la neutralidad es moralmente censurable porque no se adopta ninguna decisión con respecto a la licitud o la ilicitud de la guerra.

En situaciones marcadamente asimétricas, el concepto de la neutralidad suele ser despreciado, sobre todo cuando el adversario es tratado como un criminal. Por el contrario, el mero contacto con el enemigo se considera como una aprobación de sus objetivos y acciones, o incluso se estigmatiza como un acto de complicidad. La misma idea de que el CICR juegue un papel de intermediario neutral en el marco del derecho internacional humanitario, aunque sea sólo con respecto a cuestiones humanitarias, es más fácil de rechazar.

El hecho de criticar o denunciar los actos de las partes como violaciones del derecho internacional humanitario también se considera una violación de la neutralidad. Si el adversario más débil comete una infracción grave del derecho internacional e incluso recurre a actos de terrorismo, esa situación afectará fácilmente a toda crítica que se haga de los actos de la parte militarmente más fuerte. A la inversa, la parte más débil inmediatamente considerará que la crítica que se le dirige indica una postura favorable a la parte más fuerte. Como la parte más débil desde el punto de vista militar debe recurrir a medios prohibidos en el plano internacional para contrarrestar la asimetría militar, no tarda en sospechar que la crítica está destinada a despojarla de su última oportunidad de enfrentarse con su enemigo más poderoso.

Sin embargo, el CICR considera que, en interés de las víctimas, está obligado a entablar contacto con todas las partes, incluso si desaprueba los medios o los métodos de la guerra que utilizan, y debe poner en claro su posición acerca de ello. El propósito principal de la neutralidad es permitir al CICR ayudar a las víctimas de la guerra [63]. En las diferentes situaciones de conflicto, las acciones se han de planificar de modo tal que, en un contexto dado, sean tan neutrales como sea posible y se perciban como tales. Así pues, el CICR puede verse obligado a adoptar diferentes estrategias en diversos escenarios de conflicto y contextos culturales, sin perjudicar su identidad global.

Percepción de la neutralidad

 La neutralidad podría tener una connotación pasiva; su significado podría percibirse como "no hacer nada" o "mantenerse al margen". Como ya se ha mencionado, el elemento esencial, la confianza de los beligerantes, se obtiene en forma dinámica, no sólo a través de acciones sino también de percepciones. Una gran variedad de medidas, fenómenos y símbolos, así como los esfuerzos realizados por convencer y negociar con todas las partes en un conflicto son los medios utilizados para granjearse la confianza necesaria.

Las partes en los conflictos asimétricos suelen pertenecer a diferentes grupos políticos, religiosos o étnicos, y si piensan que el CICR toma partido, no sólo se obstaculiza o impide la acción humanitaria, sino que también se generan problemas de seguridad. En algunos contextos, el CICR también debe tener en cuenta la nacionalidad, la religión o el origen étnico de sus delegados cuando selecciona la zona a la que serán asignados, para reducir los riesgos de seguridad para su personal y asegurar que éste pueda llegar hasta las víctimas.

Los orígenes occidentales del CICR, su estructura financiera basada en contribuciones sustanciales aportadas por países desarrollados, incluido Estados Unidos, y sus recursos que, pese a ser esenciales, suelen parecer lujosos en comparación con las circunstancias locales, se suman para dar la impresión, incluso acentuada por el emblema de la Cruz Roja, de una organización occidental y cristiana. Aunque el CICR, al igual que otras organizaciones humanitarias, no permite que esos factores afecten su labor, muchos probablemente no pueden dejar de sospechar que, en ciertas situaciones, la Institución no es neutral. Es difícil luchar contra esas percepciones. El CICR debe procurar que se lo clasifique, globalmente, como una institución neutral en cuanto a las actividades que lleva adelante en todo el mundo. El logro de este objetivo requiere coherencia, paciencia, energía y mucho trabajo, sobre todo para convencer a las partes que rechazan al CICR. El objetivo es la aceptación de la Institución y, sobre todo, la aceptación de su ayuda humanitaria imparcial en estas nuevas situaciones de conflicto.

Conclusión

Las guerras asimétricas no encajan en el concepto de la guerra enunciado por Clausewitz ni en la noción tradicional del derecho internacional humanitario. La desigualdad entre las partes beligerantes no deja de acrecentarse y el principio de la igualdad de las armas deja de ser aplicable; sus objetivos son dispares y emplean medios y métodos disímiles para lograr sus objetivos. Los conflictos armados internacionales clásicos entre Estados de fuerzas militares aproximadamente iguales se están transformando en la excepción; por otro lado, las guerras internas se combaten, mayormente, entre adversarios que son desiguales desde muchos puntos de vista. En una guerra asimétrica, la parte más débil en el plano militar puede verse tentada a emplear métodos ilícitos para vencer la fuerza del adversario y explotar sus debilidades. El terrorismo internacional, que puede equipararse a una situación bélica, ya que trastorna las sociedades e incluso el orden mundial, es el epítome de ese tipo de guerra asimétrica.

 La asimetría presenta ramificaciones con respecto a la licitud de la guerra, la legitimidad de los beligerantes y los intereses en juego en la aplicación del derecho internacional humanitario. Nuevamente, va ganando terreno el concepto de la "guerra justa", los enemigos se criminalizan y a veces se califican de "terroristas" aunque ese calificativo no siempre esté justificado, y se les niega la igualdad incluso en el marco del derecho internacional humanitario. La expectativa de la reciprocidad, como un motivo fundamental para respetar la ley, queda a menudo defraudada y el comportamiento pérfido reemplaza a la lucha honorable. Las operaciones encubiertas están sustituyendo a las batallas abiertas.

El ámbito del derecho internacional humanitario no debe extenderse en demasía. No puede aplicarse a situaciones diferentes de las que está destinado a abarcar, porque puede conducir a orientaciones erróneas. Esto se aplica especialmente a la lucha contra el terrorismo internacional, que, a pesar de ofrecer muchos aspectos que le confieren el carácter de una guerra, no es necesariamente equivalente a un "conflicto armado" en el sentido que el derecho de la guerra atribuye actualmente a esa expresión.

Sin embargo, esto no significa que las confrontaciones más marcadamente asimétricas se desarrollen en un dominio internacional donde no impera la ley. Más allá de la posible aplicabilidad del derecho internacional de los derechos humanos y el derecho penal internacional, las "consideraciones elementales de humanidad", consagradas en el artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, siguen representando un criterio mínimo para todas las situaciones de violencia armada, dado que constituyen normas universalmente vinculantes para todas las partes en situaciones de violencia armada, incluso las desiguales y asimétricas.

Del mismo modo, las guerras asimétricas suelen plantear dificultades a la acción humanitaria. Los recientes ataques contra organizaciones humanitarias, incluido el CICR, tanto en Irak como en Afganistán, han demostrado que la ayuda humanitaria puede ser contraria a los intereses de las partes o, lo que es incluso peor, que los ataques contra los trabajadores humanitarios pueden promover la causa de los beligerantes. Una organización humanitaria como el CICR sólo puede esforzarse por respetar estrictamente sus principios de independencia con respecto a los protagonistas políticos y militares, así como su neutralidad respecto de la causa o los resultados del conflicto, y, lo que es igualmente importante, lograr que los demás perciban esa actitud. Debe concentrarse en un solo objetivo: proporcionar ayuda imparcial, sin discriminación alguna y basada únicamente en las necesidades de las víctimas de la violencia armada.

NOTAS: [1] Antiguo Testamento, La historia de David y Goliat, Samuel 1, capítulos 16-18. [2] V. Herfried Münkler, Die neuen Kriege, 6ª ed., Rowohlt Verlag, Reinbeck bei Hamburg, 2003, pp. 63 y ss. [3] V. Walter Laqueur, Krieg dem Westen. Terrorismus im 21. Jahrhundert. Propyläen-Verlag, Berlín, 2003. [4] En la Conferencia de Casablanca (realizada del 14 al 24 de enero de 1943), Winston Churchill y Teodoro Roosevelt decidieron continuar con las operaciones en el Mediterráneo una vez expulsados los alemanes y los italianos de África del Norte. Esta decisión coincidía con la preferencia de Churchill por un ataque a través del "vientre del Eje" en lugar de un avance más directo hacia Alemania a través del noroeste de Europa en 1943 (a menudo, esta frase se cita erróneamente como "el blando vientre del Eje"). [5] V. Steven Metz, "La guerre asymétrique et l’avenir de l’Occident", Politique Étrangère, 1/2003, pp. 26–40, p. 30. [6] Metz, ibíd., pp. 31–33. [7] V., en especial, una serie de artículos sobre la guerra asimétrica con respecto a la idea de una revolución en los asuntos militares (Revolution in Military Affairs – RMA) en el debate que tuvo lugar en Estados Unidos tras el fin de la guerra fría. Asymmetric Warfare (RMA Debate in Project on Defense Alternatives); en: http://www.comw.org/rma/fulltext/asymmetric.html (según consulta del 6 de julio de 2004). De la abundante literatura (estadounidense) sobre el tema, véase, en particular: Roger W. Barnett, Asymmetrical Warfare: Today’s Challenge to US Military Power, Brassey’s Inc., Virginia, 2003; Barthélemy Courmont y Darko Ribnikar, Les guerres asymétriques, Presse Universitaire de France, París, 2002; Jacques Baud, La Guerre asymétrique ou la défaite du vainqueur, Ed. du Rocher, París, 2003; Anthony H. Cordesman, Terrorism, Asymmetric Warfare, and Weapons of Mass Destruction; Defending the U.S. Homeland. Praeger, Westport, 2002; The Four Thrusts Meet Asymmetric Threat, Attack Database, Achieve Interoperability, Revitalize Work Force, Defense Intelligence Agency, Washington, 2001; en: http://www.dia.mil/This/Fourthrusts/index.html (según consulta del 6 de julio de 2004); The First War of the 21st Century: Asymmetric Hostilities and the Norms of Conduct, Strategic and Defence Studies Centre, Working Paper n.º 364, Australian National University, Canberra, 2001; Paul Rogers, Political Violence and Asymmetric Warfare, Brookings Institution, Washington, 2001; en: http://www.brook.edu/dybdocroot/fp/projects/europe/forumpapers/rogers.htm (según consulta del 6 de julio de 2004); Josef Schröfl y Thomas Pankratz (eds.), Asymmetrische Kriegführung — ein neues Phänomen der Internationalen Politik?, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden-Baden, 2003; Laurent Muraviec, La guerre au XXIe siècle, París, 2001; Pierre Conesa (ed.), "La sécurité internationale sans les Etats", Revue internationale et stratégique, n.º 51, otoño de 2003.

[8] Hasta los oficiales militares chinos intentan "proponer tácticas para países en desarrollo, en particular China, para compensar su inferioridad militar frente a Estados Unidos en una guerra de alta tecnología". Qiao/Liang/WangXiangsui, Unrestricted Warfare, Beijing, 1999 (citado en Herfried Münkler, op. cit. (nota 2), p. 276, en nota 21). Sobre el mismo tema, v. también Arthur Bruzzone, "Asymmetrical warfare cuts both ways", American Daily, 3 de enero de 2004; en: http://www.americandaily.com/article/1837 (según consulta del 6 de julio de 2004). [9] V. también "Asymmetric Warfare", The USS Cole, and the Intifada, The Estimate, vol. XII, n.º 22, 3 de noviembre de 2000; en:http://www.theestimate.com/public/110300.html (según consulta del 30 de enero de 2005).

[10] Ivan Safranchuk, Chechnya: Russia’s Experience of Asymmetrical Warfare; en: http://www.saag.org/papers7/paper619.html (según consulta del 6 de julio de 2004). [11] Paul Collier y Hanke Hoeffer (Greeds and Grievances in Civil War, 2001, publicado en Oxford Economic Papers, vol. 56, 2004, pp. 563–595), examinan la distinción entre la codicia y el agravio como los dos motivos principales de las guerras civiles. El aspecto del agravio (con inclusión de la desigualdad, la falta de derechos políticos y las divisiones étnicas o religiosas) es bien conocido y se aborda en numerosos estudios de ciencias políticas. En su investigación estadística de las guerras civiles desde 1960 hasta 1999, Collier y Hoeffler concluyen que los factores relacionados con la codicia (el acceso a las finanzas, incluida la posibilidad de la explotación de los recursos naturales, así como otros factores de oportunidad como la geografía), tienen mayor peso, como explicaciones, que los agravios; la viabilidad económica les parece la explicación sistemática predominante de la rebelión. [12] V., en particular, The 9-11 Commission Report. Final Report of the National Commission on Terrorist Attacks upon the United States, publicación oficial del Gobierno. En: http://www.gpoaccess.gov/911/ (según consulta del 27 de julio de 2004) (The 9-11 Commission Report), en especial el cap. 2 ("The foundations of new terrorism"), pp. 48–70. [13] En un informe anual sobre las amenazas contra Estados Unidos, Porter Goss, director de la Agencia Central de Inteligencia, dijo al comité de inteligencia del Senado: "Puede ser sólo una cuestión de tiempo hasta que Al Qaeda u otros grupos intenten utilizar armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares." International Herald Tribune, 17 de febrero de 2005. [14] V. la Resolución n.º 1373 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del 28 de septiembre de 2001, documento de la ONU S/RES/1373 (2001); Christopher Greenwood, War, Terrorism, and International Law, pp. 505–530, en: Current Legal Problems, 2003, vol. 56, febrero de 2004, donde manifiesta su acuerdo con la resolución (pp. 516–518). El argumento también puede formularse desde la perspectiva de los efectos ("gravedad", "escala significativa"), como lo hizo la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el caso Actividades militares y paramilitares en y contra Nicaragua (Nicaragua contra Estados Unidos de América), Méritos, 27 de junio de 1986, Informes de la CIJ 1986, párr. 195. Los ataques efectuados por beligerantes no estatales pueden dar origen al derecho a la defensa propia de conformidad con la Carta, pero no crean un estado de guerra en el sentido jurídico (v. Jordan J. Paust, "Use of armed force against terrorists in Afghanistan, Iraq and beyond", Cornell International Law Journal, vol. 35, n.º 3, 2002, secciones 534–539). [15] "El hecho de describir a esta lucha como una guerra refleja con precisión el uso de las fuerzas armadas estadounidenses y aliadas para encontrar y destruir a los grupos terroristas y a sus aliados en el terreno, sobre todo en Afganistán. El idioma de la guerra también (el subrayado es nuestro) evoca la movilización en pro de una acción nacional." (The 9-11 Commission Report (nota 12), p. 363). [16] El art. 1 (2) del Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra (aplicable a los conflictos armados no internacionales) establece que "(…) los actos esporádicos y aislados de violencia y otros actos análogos (…) no son conflictos armados". En muchas otras situaciones también se tropieza con dificultades para definir el umbral de la aplicabilidad del derecho humanitario. En los conflictos armados internacionales, las operaciones encubiertas son difíciles de atribuir a un Estado; en los conflictos armados que el art. 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra define como no internacionales, el nivel organizativo de las partes en el conflicto puede variar ampliamente con el correr del tiempo, y raras veces un único suceso indica el comienzo o el fin de las hostilidades. [17] The 9-11 Commission Report (nota 12), p. 67: "Casi todos en el grupo central juraron lealtad (o bayat) a bin Laden. Otros operadores estaban comprometidos con bin Laden o con sus objetivos, y aceptaban realizar misiones para él.". V. también p. 55 (sobre el reclutamiento de nuevos adherentes) y pp. 145 y ss. (sobre el carácter emprendedor de al-Qaeda). El Bundeskriminalamt de Alemania estimó que en los campamentos de Al Qaeda en Afganistán se entrenaron y educaron unos 70.000 combatientes (cf. caso contra Munir al-Motassadeq, cf. Reuters, 4 de enero de 2005). [18] P. ej., el jordano Abu Mussab al-Zarqawi, que lucha junto con el grupo Tawhid wal-Jihad en Irak, ha jurado lealtad a Osama bin Laden y a Al Qaeda (v. Reuters, Iraq-Phantom Zarqawi in marriage of infamy with bin Laden, 18 de octubre de 2004). [19] En abril de 2004, George Tenet, que encabezaba la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos, declaró que hay grupos jihadi militantes que operan en no menos de 68 países (en comparación con 40 en 2001). Sólo en Irak libran lo que ellos consideran una jihad; v. http://fpc.state.gov/fpc/31428.htm (según consulta del 15 de noviembre de 2004). Según The Economist (8 de julio de 2004, citando a Adnan Karim), operan en Irak unos 36 grupos sunnitas diferentes, con deberes de lealtad hacia los salafis, sufíes, Hermanos Musulmanes o jeques tribales, así como media docena de grupos rebeldes chiítas. [20] V. François Bugnion, "Guerra justa, guerra de agresión y derecho internacional humanitario", Selección de artículos 2002 de la Revista Internacional de la Cruz Roja, nº. 163, septiembre de 2002, pp. 187-208. También en: www.cicr.org. [21] V. CIJ, caso Nicaragua (Méritos), op. cit. (nota 14), párr. 73. [22] V., p. ej., Madeleine K. Albright, "United Nations", Foreign Policy, septiembre/octubre de 2003, pp. 16–24; Mats Berdal, "The UN Security Council: Ineffective but indispensable", Survival: The IISS Quarterly, vol. 45 n.º 2, verano de 2003, pp. 7–30; Michael Bothe, "Terrorism and the legality of pre-emptive force", European Journal of International Law, vol. 14, 2003, pp. 227–240; Terry D. Gill, "The eleventh of September and the right of self-defense", en: Wybo P. Here (ed.), Terrorism and the Military, International Legal Implications, TMC Asser Press, La Haya, 2003, pp. 23–37; Christopher Greenwood, "War, terrorism and international law", op. cit., pp. 515–523; Albrecht Randelzhofer, "Article 51", en: Bruno Simma (ed.), The Charter of the United Nations: A Commentary, 2ª ed., Oxford University Press, Oxford, 2002, p. 802; Abraham Sofaer, "On the necessity of pre-emption", European Journal of International Law, vol. 14, 2003, pp. 209–226; Philippe Sands, Lawless World: America and the Making and Breaking of Global Rules, Penguin 2005; Michael N. Schmitt, "Deconstructing October 7th: A case study in the lawfulness of counterterrorist military operations", en: Terrorism and International Law, Challenges and Responses, International Institute of Humanitarian Law, y George C. Marshall, European Center for Security Studies, 2003, pp. 39–49; Shashi Tharoor, "Why America still needs the United Nations", Foreign Affairs, septiembre/octubre de 2003. [23] V., p. ej., Michael Novak, Asymmetrical Warfare & Just War: A Moral Obligation, febrero de 2003; en http://nationalreview.com/novak/novak021003.asp (según consulta del 6 de julio de 2004). [24] V. el párr. 5 del preámbulo al Protocolo I de 1977 adicional a los Convenios de Ginebra de 1949. [25] Jean-Jacques Rousseau, El contrato social, Libro I, cap. IV, El Ateneo/LIBSA, Madrid, 2001 (edición original francesa: Du Contrat Social, 1762). [26] V. el último párrafo del art. 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949. [27] Con respecto al equilibrio entre la libertad y la seguridad, v. Michael Ignatieff, The Lesser Evil. Political Ethics in an age of Terror, Princeton University Press, 2004, y Philip B. Heymann y Juliette N. Kayyem, Long-Term Legal Strategy Project for Preserving Security and Democratic Freedoms in the War on Terrorism, National Memorial Institute for the Prevention of Terrorism (MIPT), diciembre de 2004, en: http://www.mipt.org/Long-Term-Legal-Strategy.asp (según consulta del 30 de enero de 2005). [28] Sin embargo, está prohibido invocar la reciprocidad como un argumento para desconocer las obligaciones del derecho internacional humanitario. [29] V. el art. 4.A.2 d) del III Convenio de Ginebra de 1949, y Toni Pfanner, "Military uniforms and the law of war", International Review of the Red Cross, n.º 853, marzo de 2004, p. 109; también en: www.cicr.org. [30] Hersch Lauterpacht, The Limits of Operation of the Laws of War, British Yearbook of International Law, vol. 30 (1953), p. 212. [31] Esta observación es válida sobre todo en el caso del denominado "derecho de La Haya"; v. W. Michael Reisman, "Aftershocks: Reflections on the implications of September 11", Yale Human Rights & Development Law Journal, vol. 6, 2003, p. 97: "La ética implícita en el derecho de La Haya es que el conflicto ha de ser simétrico y que un adversario que no observa ese principio no tiene derecho a la protección que confieren las leyes de la guerra". [32] V. "A letter from Osama bin Laden to the American people" (Carta de Osama bin Laden al pueblo estadounidense). La carta apareció primero en Internet, el 17 de noviembre de 2002, en árabe, y posteriormente se tradujo al inglés. En: http://observer.guardian.co.uk/worldview/story/0,11581,845725,00.html (según consulta del 6 de julio de 2004). [33] Corte Suprema de Estados Unidos, Hamdi v. Rumsfeld, 124 S. Ct. 2633 (28 de junio de 2004); en: http://a257.g.akamaitech.net/7/257/2422/28june20041215 /www.supremecourtus.gov/opinions/03pdf/03-6696.pdf (según consulta del 15 de noviembre de 2004), y Jenny S. Martinez, Hamdi v. Rumsfeld, American Journal of International Law, vol. 98, n.º 4, octubre de 2004, pp. 782–788. V. también la decisión de la Corte Suprema en el caso Rasul v. Bush, 124 S. Ct. 2686 (28 de junio de 2004) (cf. David L. Sloss, American Journal of International Law, vol. 98, n.º 4, octubre de 2004, pp. 788-798). [34] V. www.defenselink.mil/releases/2004/nr20040707-0992.html (según consulta del 15 de noviembre de 2004). [35] El juez federal dictaminó que las comisiones militares establecidas para juzgar a las personas detenidas en la base naval estadounidense de Guantánamo no guardan conformidad con los Convenios de Ginebra y que debe ponerse fin a su actividad "hasta que un tribunal competente determine que el peticionario no tiene derecho a las protecciones concedidas a los prisioneros de guerra conforme al artículo 4 del Convenio de Ginebra (…)"; v. Hamdan v. Rumsfeld, Acción Civil n.º 04-1519, Tribunal de Distrito de EE.UU., Distrito de Columbia, 8 de noviembre de 2004; en: http://www.dcd.uscourts.gov/04-1519.pdf (según consulta del 15 de noviembre de 2004). Según el Washington Post (9 de noviembre de 2004), a la luz de la sentencia, los oficiales militares suspendieron la actuación de las comisiones. El Gobierno anunció que solicitará a un tribunal superior una suspensión de urgencia y la anulación de esa decisión. [36] V., como ejemplos, los informes sobre las leyes de la guerra de David B. Rivkin Jr., Lee A. Casey y Darin R. Bartram, en: http://www.fed-soc.org/lawsofwar (según consulta del 15 de noviembre de 2004), y Alan Dershowitz, "The laws of war weren’t written for this war", Wall Street Journal, 12 de febrero de 2004. [37] P. ej., una nueva organización, denominada la Unidad de Apoyo Estratégico (Strategic Support Branch), destinada a operar sin detección y bajo el control directo del secretario de defensa, despliega pequeños grupos de oficiales de caso, lingüistas, interrogadores y especialistas técnicos, junto a fuerzas de operaciones especiales, recientemente habilitadas (cf. "The Secret Unit Expands Rumsfeld’s Domain", Washington Post, 23 de enero de 2005). La creación de una nueva unidad fue confirmada en una declaración formulada el 23 de enero de 2005 por el vocero del Pentágono, Lawrence DiRita (sobre actividades de inteligencia del Departamento de Defensa), en: http://www.defenselink.mil/releases/2005/nr20050123-2000.html (según consulta del 30 de enero de 2005). Sobre el contraterrorismo, v. también Jonathan Stevenson, Counter-terrorism: Containment and Beyond, Adelphi Paper 367, International Institute for Strategic Studies, 2004. [38] V., p.ej., Anthony Dworkin, Law and the campaign against terrorism: The view from the Pentagon, 16 de diciembre de 2002; en: http://www.crimesofwar.org/print/onnews/pentagon-print.html (según consulta del 6 de julio de 2004). [39] Art. 60.5 de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados. [40] V. CIJ, Nicaragua contra Estados Unidos, Méritos, op. cit. (nota 14), párr. 218: "El artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 define ciertas normas que se aplican en conflictos armados no internacionales. No cabe duda de que, en el caso de los conflictos armados internacionales, esas normas también constituyen un criterio mínimo, además de las normas más detalladas que también se aplican a los conflictos internacionales; y son reglas que, en opinión de la Corte, reflejan lo que, en 1949, la Corte denominó "consideraciones elementales de humanidad" (CIJ, Canal de Corfú, Méritos, Informes de la CIJ 1949, p. 22; párr. 215 arriba".). V. también la confirmación en CIJ, Las consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado, Opinión Consultiva del 9 de julio de 2004, párr. 157. [41] El Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia (TPIY) ha definido que existe un "conflicto armado" "siempre que se recurre a la fuerza armada entre Estados o a la violencia armada prolongada entre autoridades gubernamentales y grupos armados organizados o entre tales grupos dentro de un Estado." Prosecutor v. Tadic, n.º IT-94-1, Decision on the Defense, Motion for Interlocutory Appeal on Jurisdiction, 2 de octubre de 1995, párr. 70. [42] Leslie C. Green, The Contemporary Law of Armed Conflict, 2ª ed., Manchester University Press, Manchester, 1999, p. 70. V. también Kenneth Roth, "The law of war in the war on terror, Washington’s abuse of enemy combatants", Foreign Affairs, enero/febrero de 2004, p. 2; Gabor Rona, "Interesting times for international humanitarian law: Challenges from the ‘war on terror’", Fletcher Forum of World Affairs, vol. 27, 2003, p. 57. [43] Christopher Greenwood, op. cit. (nota 14), p. 529. [44] V. también Anthea Roberts, Righting Wrongs or Wronging Rights? The United States and Human Rights Post-September 11, European Journal of International Law, vol. 15, septiembre de 2004, pp. 742. [45] V. Marco Sassòli, Use and Abuse of the Laws of War in the "War on Terror", Law & Inequality: A Journal of Theory and Practice, vol. XXII n.º 2, verano de 2004, pp. 195–221, y Kenneth Watkin, "Controlling the use of force: A role for human rights norms in contemporary armed conflict", American Journal of International Law, vol. 98, n.º 1, enero de 2004, pp. 1–34. [46] Para tener una visión institucional del CICR acerca de las cuestiones conexas, v. el informe del CICR sobre "El derecho internacional humanitario y los retos de los conflictos armados contemporáneos", presentado a la XXVIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, CICR, Ginebra, 2003, publicado en la Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 853, marzo de 2004; en: www.cicr.org. [47] V. Toni Pfanner, Le rôle du CICR dans la mise en oeuvre du droit international humanitaire, Law in Humanitarian Crises, Official Publications of the European Communities, 1995, vol. I, pp. 177–248. [48] V. Jean-Luc Blondel, "La globalización: análisis del fenómeno y de sus incidencias para la acción humanitaria", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org.

[49] V., en particular, el art. 126 del III Convenio de Ginebra (visitas a prisioneros de guerra) y el art. 143 del IV Convenio de Ginebra de 1949 (visitas a internados civiles). [50] V. Kenneth Anderson, Humanitarian Inviolability in Crisis: The meaning of Impartiality and Neutrality for U.N. and Agencies Following the 2003-2004 Afghanistan and Iraq Conflicts, Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004), pp. 41–74, especialmente con respecto a los contactos con organizaciones clasificadas como terroristas. Esos contactos no son impuestos por la paz o el compromiso, sino por "la sabiduría práctica ganada con esfuerzo" (pp. 63–66). Helmuth Fallschellel describe una estrategia posible para negociar, o, al menos, tomar contacto con organizaciones como Al Qaeda, en Soll man mit al Quaida verhandeln? Anmerkungen zu einem Tabu; en: http://www.freitag.de/2003/07/03071601.php

(según consulta del 6 de julio de 2004); v. también Bruno S. Frei, Dealing with Terrorism — Stick or Carrot, Edward Elgar, Cheltenham (Reino Unido) y Northampton (Estados Unidos) 2004. [51] Pierre Krähenbühl, "La estrategia del CICR ante los desafíos contemporáneos en el ámbito de la seguridad: un futuro para la acción humanitaria neutral e independiente", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org..

[52] V. Herfried Münkler, "Las guerras del siglo XXI", Selección de artículos 2003 de la Revista Internacional de la Cruz Roja, nº. 849 de la versión original, marzo de 2003, pp. 11-26; también en: www.cicr.org..

[53] Kenneth Anderson, op. cit. (nota 50), acerca de la reconstrucción y la neutralidad (p. 58), también traza una distinción con respecto a la ayuda inmediata (p. 74). [54] V. Marion Harroff-Tavel, "¿Cuándo acaba una guerra? La acción del Comité Internacional de la Cruz Roja cuando las armas enmudecen", Selección de artículos 2003 de la Revista Internacional de la Cruz Roja, nº. 851 de la versión original, septiembre de 2003, pp. 161-187; también en: www.cicr.org..

[55] A diferencia de lo que sucede con la acción humanitaria gubernamental o las denominadas "ONG de tradición wilsoniana", estrechamente identificadas con las políticas del Gobierno respectivo; v. Abby Stoddard, Humanitarian NGO’s: challenges and trends, Humanitarian Policy Group Report, n.º 14, julio de 2003 (Joanna Macrae y Adele Harmer, eds.), pp. 25–35. [56] Beat Schweizer, "El humanitarismo enfrenta dilemas morales en la era de las intervenciones militares 'humanitarias'", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org.. Fiona Terry, Condemned to Repeat? The Paradox of Humanitarian Action, Cornell University Press, Ithaca NY, 2002, rechaza "el concepto tradicional de la neutralidad como moralmente repugnante por un lado, y por el otro, imposible de lograr en las complejas emergencias políticas del período posterior a la guerra fría" (pp. 20–23).

[57] V. Raj Rana, "Los desafíos contemporáneos en la relación entre civiles y militares: ¿complementariedad o incompatibilidad?", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org., y Meinrad Studer, "El CICR y las relaciones cívico-militares en los conflictos armados", Selección de artículos 2001 de la Revista Internacional de la Cruz Roja, nº. 158, junio de 2001, pp. 103-123; también en: www.cicr.org..

[58] Con respecto a la integración de la política y la acción humanitaria, v., en particular, Nicolas de Torrente, Humanitarian Action Under Attack: Reflections on the Iraq War, Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004), pp. 1–29 (advertencia sobre los peligros de que los Estados se apropien de la acción humanitaria) y Paul O’Brian, Politicized Humanitarianism: A Response to Nicolas de Torrente, Harvard Human Rights Journal, vol. 17 (2004), pp. 31–37, que duda del carácter apolítico de la acción humanitaria. [59] V. la Resolución 4 adoptada por la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, "Principios y acción en la asistencia internacional humanitaria y en las actividades de protección", en particular el párr. G.2 (c), publicada en: Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 133, enero/febrero de 1996, pp. 72-74; también en: www.cicr.org..

[60] V. Denise Plattner, "La neutralidad del CICR y la neutralidad de la asistencia humanitaria", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 134, marzo-abril de 1996, pp. 173-193; también en: www.cicr.org., y Larry Minear, "La teoría y la práctica de la neutralidad: algunas reflexiones sobre las tensiones", Selección de artículos 1999 – Primera Parte, de la Revista Internacional de la Cruz Roja, nº. 149, marzo de 1999, pp. 59–67; también en: www.cicr.org..

[61] V. el preámbulo y el artículo 1.2 de los Estatutos del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. [62] V. Chris Johnson, Afghanistan and the war on terror, Humanitarian Policy Group Report, n.º 14, julio de 2003 (Joanna Macrae y Adele Harmer, eds.), pp. 49–62; Larry Minear, The Humanitarian Enterprise, Kumarian, Bloomfield, CT, 2002, pp. 189 y ss. (sobre el terrorismo y la acción humanitaria). [63] Jakob Kellenberger señala que la prioridad máxima del CICR es el acceso a las víctimas. V. "Acción humanitaria: ¿hablar o callar?", Revista Internacional de la Cruz Roja, n.º 855, septiembre de 2004; en: www.cicr.org..

Lecciones y enseñanzas de la resistencia iraqui en la guerra asimetrica contra la invasión y agresión imperialista.

 

Lecciones de la guerra asimétrica en Irak.

Por: Horacio Benitez. Recientemente, la Fuerza Armada Nacional-FAN ha desarrollado varios ejercicios de guerra asimétrica como acción preventiva frente a los planes imperialistas para atacar y aplastar el proceso revolucionario bolivariano. Se trata de acciones de simulación que tienen como objetivo central la preparación de nuestro dispositivo armado nacional frente a eventuales agresiones militares de la potencia norteamericana, la cual desarrolla un agresivo plan bélico estratégico a escala global, para asegurarse el control de los recursos energéticos y la imposición de su modelo neoliberal de desarrollo económico.

Planes que algunos charlatanes pretenden minimizar con la peregrina tesis de que América Latina no es, en estos momentos, la prioridad para Mister Bush, quien considera, junto a la pandilla de halcones que le acompañan en sus aventuras terroristas por todo el mundo, que la poderosa emergencia de los pueblos latinoamericanos se sustenta en un obsoleto populismo y en desacreditadas ideologías del siglo XIX, lo que hace que sean brotes coyunturales, como si el soporte de su agresión en Irak, sus campos de concentración en Guantánamo, sus cárceles para torturas y el espionaje masivo a sus ciudadanos, no correspondiese a las más retrogradas concepciones medioevales y clericales que se refunden en la oscuridad de los siglos.

Lo único que explica su relativo repliegue frente a la gran movilización de los pueblos latinoamericanos, expresada en el apabullante triunfo electoral de los indígenas en Bolivia y en la multitudinaria campaña zapatista en México, es la creciente resistencia árabe en Irak contra la tropa invasora imperialista, empantanada en su brutal operativo de violencia contra el pueblo de esa nación.

Irak representa hoy ante los ojos del mundo el peor fiasco militar de los imperialistas norteamericanos. El señor Bush esta debilitado políticamente y corre cada vez más el riesgo de un juicio de destitución en la medida en que crecen las rivalidades en el bloque dominante de Washington. Rivalidades que se reflejan en los duros debates en las Cámaras legislativas por las consecuencias de la aventura en Irak.

La resistencia en Irak está demostrando a los pueblos del mundo y nuestra región, que la mayor maquinaria bélica del mundo moderno, dotada de la más sofisticada tecnología, si se puede derrotar con una guerra de guerrillas moderna en la que predomine la sorpresa, la organización, la concentración de tropas y el repliegue de los efectivos militares.

Una guerra de guerrillas para enfrentar al imperialismo yanqui en nuestra geografía debe aprender las enseñanzas de la poderosa resistencia iraquí. Varias son las lecciones que debemos asimilar de la resistencia guerrillera árabe y que debieran enriquecer la doctrina militar bolivariana Las sugiero para profundizar todos los preparativos orientados a la defensa de nuestro proceso de cambios y transformaciones que lidera el Presidente Chavez.

La primera tiene que ver con la condena categórica del terrorismo. La lucha revolucionaria del pueblo y su estrategia militar es completamente ajena a las matanzas realizadas por el imperialismo, por fuerzas fanáticas fundamentalistas religiosas y bandas criminales manipuladas por la CIA y demás servicios secretos, como el ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre del 2001, la masacre en los trenes de Madrid, en Londres y otras acciones similares que son crímenes de lesa humanidad. No comparte los asaltos y toma de rehenes en centros de enseñanza, locales privados o públicos y en cualquier otro lugar, los secuestros, la tortura, los degüellos, los ataques a mezquitas, sinagogas, iglesias o los denominados "templos" en general, los ataques a reuniones privadas o públicas de carácter religioso así como los ataques indiscriminados con coches bomba que lo único que ocasionan son odiosas masacres de la población civil.

La segunda sugiere la necesidad de diferenciar al enemigo principal de las fuerza colaboracionistas. El ataque indiscriminado a las colas de postulantes a las fuerzas policiales, es contraproducente. Cosa bien distinta es golpear selectivamente a los mandos de las fuerzas colaboracionistas, sean éstas civiles o militares. Debemos recordar que el ejército invasor usa a los colaboracionistas y vasallos como carne de cañón y le importa muy poco que se despedacen entre ellos, ya se ha visto al hacer el análisis de la guerra en Vietnam.

La tercera lección permite recordar que las expresiones aniquilar al enemigo, liquidar al enemigo y destruir al enemigo significan causar bajas al adversario entre muertos, heridos y prisioneros. La guerrilla y la resistencia no están en condiciones de hacer prisioneros y debe tenerse presente que para las operaciones en movimiento y ante persecuciones lo mejor es causar al enemigo la mayor cantidad posible de heridos, por la simple razón de que ello limita su capacidad de movimiento, dado que no deben dejarlos abandonados y atenderlos requiere una gran movilización de fuerzas de reserva y en el caso de Irak, la utilización de helicópteros de rescate que siempre tienen escolta, que puede y debe ser golpeada (evitando, claro está, golpear a las que cumplen el papel de "ambulancias").

La cuarta enseña es que hay que evitar a toda costa la guerra de posiciones, como en el caso de Fallujah, que era una batalla perdida desde antes de iniciarse. Fue grande la heroicidad de los combatientes pero fue un desperdicio de vidas. El vaciamiento de población civil en el área de combate no era ninguna novedad imprevisible para sus mandos; todo lo contrario, es sabido, a nivel mundial, que fue una práctica permanente en la guerra de Vietnam. El imperialismo yanqui ha sacado sus lecciones y las aplica con cuidado; así que no hay que olvidar la experiencia de ambos bandos en contienda. El ejército invasor no se detiene ante museos, lugares religiosos de valor histórico ni cualquier otra cosa parecida, simplemente no existe el denominado "bastión inexpugnable"; la política del agresor y la reacción es matar todo, quemar todo, arrasar todo. Que propongan dialogo, conversaciones, mediaciones u otros regateos parecidos no es más que para preparar a la opinión pública antes de la masacre.

La quinta lección es que es necesario golpear constantemente en la retaguardia y allí donde sean más débiles, en toda la línea de abastecimiento (alimentos, combustible, munición, tropas de reserva, etc.), en todos los sistemas de deposito y en los centros de comunicaciones. Ir arriba y golpear a los mandos centrales en sus guaridas. Darles con su propia táctica de descabezar.

La sexta es que el sabotaje a los oleoductos debe ser constante en toda la línea y sin ninguna clase de reserva. La séptima aconseja que es de tremenda importancia no ignorar el problema de la unidad nacional contra la ocupación. Se deben dejar a un lado las pugnas religiosas y las irracionales matanzas entre chiítas y sunitas. Se debe centralizar el mando y descentralizar las acciones. Unidad para la guerra de resistencia contra la ocupación. Guerra de guerrillas y resistencia nacional contra la ocupación. Derrotar a los imperialistas y a sus lacayos, a los colaboracionistas y reaccionarios iraquíes vendepatrias.

La octava recomienda estudiar con mayor detenimiento las costumbres y los desplazamiento de las tropas de ocupación y la de los colaboracionistas. Golpear tres veces: cuando están en movimiento, cuando vienen los refuerzos y cuando se retiran, a los de la cola. Y la guerrilla no da la cara.

Otras lecciones que se desprenden de la resistencia iraqui son las siguientes: Es prioritario, para nuestro caso, analizar todo el proceso de la guerra, tal como lo ha hecho Fidel en Cuba, por lo menos desde las operaciones en la ex Yugoslavia, pasando por las del Golfo, hasta la actual, y sacar lecciones en el aspecto militar, económico, ideológico y sobre todo en el aspecto político.

El imperialismo yanqui no es invencible. Los cambios que están haciendo dentro de la llamada guerra preventiva; la reestructuración de sus fuerzas armadas gestionada por Rumsfeld y de la inteligencia civil y militar; los cierres y desplazamientos de bases militares, ponen al descubierto varios puntos débiles que deben ser aprovechados al máximo para golpear y crear varios frentes de guerra. Las "metidas de pata" de los gringos y su camarilla gobernante en la política internacional, están mostrando sus debilidades y dejando al descubierto fisuras que nos permitirán avanzar en oleadas de lucha revolucionaria, y sin descartar ninguna forma de lucha política.

Los revolucionarios debemos tener muy en cuenta que los yanquis tienen hoy un grave problema: después de la invasión y ocupación de Irak, tienen serias dificultades en establecer el tipo de Estado y la forma de gobierno que requieren. Su "nationalbulding" ha sido un rotundo fracaso. Se están planteando poner sus propias fuerzas civiles de ocupación, que generaría un mayor rechazo popular. Al sistematizar estas lecciones y enseñanzas de la resistencia iraquí lo que queremos destacar es la necesidad de comprender el significado real y los alcances de la crisis provocada desde alli al imperialismo norteamericano. El análisis de la guerra de agresión contra Irak permite sacar lecciones que nos sean útiles en un futuro no muy lejano.

El otro elemento, desde el punto de vista militar, que debe ser analizado, tienen que ver con la Dirección de la guerra. El conocimiento de la situación, la determinación de las tareas, la disposición de las fuerzas, la instrucción militar y la educación política, el avituallamiento, el mantenimiento del equipo y la conquista del apoyo popular, forman parte del trabajo de los jefes guerrilleros, quienes deben considerar todo ello cuidadosamente, realizarlo a conciencia y verificar su ejecución. Sin esto, resulta imposible toda iniciativa, flexibilidad y ofensiva. Es cierto que las condiciones de la guerra de guerrillas no permiten un grado tan elevado de planificación como las de la guerra regular, y sería un error intentar elaborar un plan sumamente minucioso en la guerra de guerrillas. Sin embargo, es necesario planificar en la forma más minuciosa que permitan las condiciones objetivas, pues debemos comprender que luchar contra el enemigo imperialista no es ningún juego.

Los puntos antes mencionados sirven para explicar el primero de los principios estratégicos de la guerra de guerrillas: iniciativa, flexibilidad y planificación en la realización de operaciones ofensivas dentro de la guerra defensiva; operaciones de decisión rápida dentro de la guerra prolongada; y operaciones en líneas exteriores dentro de la guerra en líneas interiores.

Este es el problema clave en relación a los principios estratégicos de la guerra de guerrillas. Si se resuelve, la victoria de la guerra de guerrillas, por lo que respecta a su dirección militar, estará en gran medida garantizada.

La relación entre el todo y la parte se refiere no sólo a la relación entre la estrategia y la campaña militar, sino también a la relación que hay entre la campaña militar y la táctica. La relación entre las operaciones de una división y las de sus regimientos y batallones, y la relación entre las operaciones de una compañía y las de sus pelotones y escuadras, son ejemplos concretos. El jefe militar, a cualquier nivel, debe concentrar su atención en los problemas o acciones más importantes y decisivos para toda la situación que está bajo su dirección, y no en otros problemas o acciones. Para determinar qué es importante y decisivo, no hay que partir de condiciones generales o abstractas, sino de condiciones concretas.

En una operación militar, la dirección y el punto de asalto deben elegirse con arreglo a la situación real del enemigo, al terreno y a la fuerza de nuestras tropas en el momento dado. Donde el avituallamiento es abundante, hay que cuidar de que los soldados no coman demasiado; pero donde es insuficiente, hay que cuidar de que no pasen hambre. En las zonas enemigas, la filtración de una sola información puede ocasionar la derrota en un combate posterior, mientras que en las zonas conquistadas, tal filtración de ordinario no es lo más grave. Es necesario que los mandos superiores participen personalmente en ciertas campañas, pero en otras no.

Para una academia militar, lo más importante es elegir el director y los instructores y establecer la orientación de la enseñanza. Para un mitin de masas, lo principal es movilizar a éstas para que asistan, y plantear consignas apropiadas. Aún se podrían citar más ejemplos. En una palabra, el principio consiste en concentrar nuestra atención en los factores importantes de los que depende la situación en su conjunto. El estudio de las leyes de la dirección de una guerra en su conjunto, sólo es posible mediante una profunda reflexión. Porque lo que corresponde a una situación en su conjunto no es visible, y sólo se puede comprender mediante una reflexión profunda; no hay otro medio. Pero como el todo está compuesto por sus partes, quien tenga experiencia en las partes, experiencia en las campañas y la táctica, podrá comprender cosas de un orden superior, siempre que esté dispuesto a pensar seriamente.

Entre los problemas estratégicos figuran los siguientes: Tomar en consideración la relación entre el enemigo y nosotros. Tomar en consideración la relación entre las diversas campañas y entre las diversas etapas de operaciones. Tomar en consideración ciertas partes que son importantes (decisivas) para la situación en su conjunto. Tomar en consideración las características específicas de la situación general. Tomar en consideración la relación entre el frente y la retaguardia. Tomar en consideración la distinción así como la conexión entre las pérdidas y su reposición, entre el combate y el descanso, entre la concentración y la dispersión de las fuerzas, entre el ataque y la defensa, entre el avance y la retirada, entre cubrirse y exponerse, entre el ataque principal y los ataques secundarios, entre el asalto y la contención, entre la centralización y la descentralización del mando, entre la guerra prolongada y la guerra de decisión rápida, entre la guerra de posiciones y la guerra de movimientos, entre las fuerzas propias y las vecinas, entre una y otra arma del ejército, entre los mandos superiores y los inferiores, entre los cuadros y los soldados rasos, entre los veteranos y los bisoños, entre los cuadros superiores y los inferiores, entre los cuadros veteranos y los nuevos, entre las zonas enemigas y las propias, entre las zonas propias antiguas y las nuevas, entre la región central y las periféricas de una base de apoyo dada, entre el tiempo frío y el caluroso, entre la victoria y la derrota, entre las agrupaciones grandes y las pequeñas, entre el ejército regular y las fuerzas guerrilleras, entre el aniquilamiento del enemigo y el ganarse a las masas, entre el engrosamiento de las filas del Ejército Guerrillero y su consolidación, entre el trabajo militar y el político, entre las tareas del pasado y las presentes, entre las tareas actuales y las futuras, entre una y otra tarea en diferentes condiciones, entre frentes estables y frentes fluidos, entre la guerra civil y la guerra nacional, entre una etapa histórica y otra. Todos son puntos de referencia y de estudio científico en el fortalecimiento de nuestra capacidad militar para defender el proceso revolucionario en nuestra patria. Es la experiencia reciente de la lucha antiimperialista que debemos evaluar en toda su profundidad para no ser sorprendidos por los acontecimientos. —————

Charallave.- Las mujeres, algunas temblando, tomaban los fusiles que les entregaban y torpemente flexionaban sus cuerpos para emboscarse, apuntar y disparar al blanco a distancia.

 Esas mujeres de jeans y zapatos deportivos, amas de casa y estudiantes, son el sorprendente corazón de una milicia civil entrenada por disposición del presidente Hugo Chávez para preparar al país a lo que él llama una "guerra de resistencia" ante "amenazas" de invasión por parte de Estados Unidos.

 "Los que vienen aquí nunca han disparado un tiro en sus vidas", explicó este sábado el teniente coronel Rafael Angel Faría Villalobos, encargado del entrenamiento de unos 900 voluntarios de la Guardia Territorial en Charallave, al límite suroeste de la capital.

 Los voluntarios incluyen obreros de la construcción, trabajadores sociales y muchos desempleados. Según Faría, veinte sábados consecutivos de entrenamiento hasta junio los convertirán en luchadores de la resistencia, listos para defender a sus comunidades en caso de conflicto.

 El gobierno de Estados Unidos considera "ridículas" las ideas del líder populista sobre una posible invasión, pero Chávez insiste en que Venezuela debe estar preparada para cualquier cosa, citando su breve salida del poder en el 2002, diez años después de irrumpir en la arena política en un fallido intento de golpe de Estado.

 Faría destaca que, antes de entrenar por primera vez en el campo el sábado, los voluntarios completaron una formación en el aula. Según él, 3.000 personas han manifestado su deseo de tomar parte en su campamento de fin de semana, que se repite en 42 puntos del territorio venezolano.

 De diez en diez, los voluntarios se alineaban, mientras oficiales profesionales les enseñaban cómo disparar los fusiles belgas estando de pie, de rodillas y en otras posiciones frente a varios blancos en un campo abierto.

 "Fue emocionante. Demasiado bueno. Me emocionó bastante", dijo Yomaira Alas, ama de casa de 28 años, después de disparar por primera vez. Los comandantes destacan que la Guardia Territorial no usará armas, y sólo las dispondrán en situaciones de emergencia en vecindarios específicos.

 Cada voluntario recibe el equivalente a 7,45 dólares de viáticos por día de entrenamiento, pero la mayoría dice que eso apenas alcanza para el transporte y una comida.

 "Yo estoy por voluntad propia y porque adoro a mi presidente", comentó Marasierra Díaz, de 40 años, promotora de programas sociales en su vecindario.

 Los oficiales dicen que la fuerza será capaz de defender comunidades, proteger hospitales y escuelas, mantener el orden y prevenir saqueos. Algunos opositores a Chávez han expresado temor de que la Guardia Territorial pueda ser usada contra la disidencia interna, que lo acusa de haberse salido progresivamente de las líneas institucionales desde su llegada al poder en 1999.

 Pero el pasado sábado los soldados dejaron claro que las fuerzas estadounidenses eran el enemigo hipotético, mientras hombres y mujeres voluntarios trataban de salvar obstáculos de alambre de púas, neumáticos ardientes y fortificaciones de concreto.

 "Corre, corre! Mata ese gringo! Ese gringo se está llevando a tu mujer", gritaba un soldado mientras le entregaba un rifle a un hombre para atacar a un muñeco de paja vestido de militar. Una sirena sonaba insistente, mientras el aire se cargaba por el olor a humo.

 Además de la Guardia Territorial, Chávez intenta, optimista, integrar un ejército de un millón de reservistas, en su país de 26 millones de habitantes.

 También Chávez ha firmado una compra con Rusia para proveer a fuerzas tradicionales con nuevos helicópteros y 100.000 fusiles Kalashnikov.

 A pesar de la retórica de Chávez, muchos voluntarios creen que una invasión de Estados Unidos luce remota. Durante los entrenamientos hay momentos de relajación, para tomar fotos, sentarse a reír y comentar emocionados sobre las prácticas militares.

 "Si fuese obligatorio, la gente no vendría. Me siento bien, fina. Lo estoy pasando chévere", dijo Sujeidy Pereira. "Patria o muerte", agregó sonriente la joven de 25 años. (AP)

Las guerras del siglo XXI, como se verá al analizar la importancia estratégica de la desaceleración en la era de la aceleración, difícilmente serán una prolongación de las tendencias del siglo XX. La disponibilidad de más recursos materiales y un mayor desarrollo tecnológico no decidirán automáticamente la victoria.

La enorme superioridad de Estados Unidos en medios técnicos militares no es una garantía de que este país vaya a salir victorioso de todas las guerras que parece cada vez más dispuesto a librar. Sin embargo, las sociedades occidentales, con un alto grado de desarrollo económico y basadas en la primacía del ¨Derecho de Hecho ¨ Y la participación política en una mentalidad "posheroica" (es decir, para las cuales la "guerra heroica" y el sacrificio de la vida han dejado de ser un ideal), no tendrán más remedio que proseguir el desarrollo tecnológico de sus aparatos militares si desean preservar su capacidad de respuesta militar.

 

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