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Teoría y clínica de las patologías generadas por el desamparo (página 2)

Enviado por jose cukier


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Las transformaciones de la escritura, devienen de conquistas lógicas del Yo, cada vez más complejas. Las investiduras tanto de objeto como narcisistas, van plasmándose en conquistas psíquicas y culturales, lo escrito conserva la atención hacia una producción permanente. Tiene valor identificatorio, y se puede transmitir a otros (la carta del español). La diferenciación y complejización anímica dejan restos de los estadíos anteriores, que tratan de ser reestablecidos.

El pensamiento mágico totémico, y su palabra, es superado en el pensamiento mítico. La palabra hablada no alcanza para expresar la sofisticación de pensamientos derivados de procesos pulsionales. Y es la palabra escrita la encargada.

Pero en la escritura (propia del pensamiento religioso -en nuestro caso el español-) recurre la aparición de la magia, expresada en la carta crítpica (para el aborigen). Este anhelo de algo presuntamente vivenciado, es el fundamento que proyectado al futuro, mantiene los interrogantes vivos. "[…] De la diferencia entre el placer de satisfacción y el exigido surge el factor impulsor […] como dijo el poeta 'Tiende indomado, siempre hacia adelante' (Fausto I) […] no queda otro remedio sino avanzar […]", Freud, (1920g).

El problema del iniciador. ¿Serían los españoles los iniciadores esperados, como producto de la complejización anímica necesaria del Inca? ¿Un fenómeno necesario y no contingente? ¿Traumático? -aunque no deba serlo necesariamente-. ¿La plasmación social de un proceso evolutivo de psiquismo? ¿El encuentro en el exterior, -ahí la desgracia- de un corruptor y no el maestro esperado?

Freud mencionó fragmentariamente el concepto de iniciador, (1905e, 1908e, 1910c, 1918a, 1928b,). Cada tipo de pensamiento más complejo, no disuelve el anterior, sino que entra en relaciones, lo incluye de diferente manera. En general puede comprobarse lo siguiente: el último tipo de pensar y el primero siguiente tienen como destino la destrucción. En la historia de Moisés, se relata la aniquilación del becerro y de las primeras Tablas de la Ley; además se condensan pensamiento totémico (el becerro), mítico (Moisés como héroe y líder) y religioso (Las Tablas). La ausencia de Moisés determinó la regresión desde la organización mítica a la totémica, y la vuelta desde el Sinaí impuso un paso a la producción de un ideal religioso. La destrucción de la última forma de un ideal y la primera del siguiente, parece una necesidad inherente al devenir psíquico y acompañado de violencia. La complejización creciente de los ideales, es una expresión de que la pulsión tiene una exigencia constante. El aparato mental necesita dar cabida a una realidad traumática; es imposible consumar totalmente un deseo, no hay vivencia que permita acceder a la felicidad absoluta. Este anhelo es colocado en el futuro. Con la complejización de los ideales, se generan intrapsíquicamente, funciones que se relacionan con un iniciador. Este es un operador que conduce al Yo, de un tipo de configuración simple a otra más elaborada. Anterior al vínculo interpersonal, se presenta como relación del Yo con las representaciones y solo luego, por proyección, busca plasmarse en el mundo. Es recibido de alguien en verdad esperado y que es traumatizante respecto del Yo. Las representaciones del iniciador son preconcientes. Es una transacción entre los deseos edípicos y narcisistas por un lado; y la imposición cultural de inscribirse en ámbitos extrafamiliares, amorosos y culturales diferentes, por el otro. Existen iniciadores laborales, del lenguaje comprensivo, de la sensualidad (masturbación, secretos del sexo o la actividad erótica), iniciadores de la actividad sexual, intelectuales. Debemos tomar en cuenta que en el pensamiento totémico, la desmentida es la regla (recordemos que es sencillo acceder al ideal, saldando la diferencia entre el Yo y el ideal con algún acto de magia), y en el pensamiento mítico, aunque posible, es más difícil. En el caso de nuestro relato, se ve el predominio de la desmentida y la desestimación. El Conquistador blanco, esperado, es tomado como ideal (desmentida mediante). No puede ser reconocido como un extranjero invasor, como sucedió por ejemplo con los mayas y los aztecas, (Inca Titu Cussi Yupanqui, Martín Pardo -1570-, Luis Millones -1985-, Victoria de la Jara, Iaccovlev, Larco Hoyle, BurnsGlynn -1981-).

Con el predominio de la desmentida, el proceso de iniciación queda interferido. En lugar del iniciador esperado, puede ponerse un salvador; y a veces el salvador puede sustituirse por un corruptor social (como sucedió en el caso que estudiamos).

En el pensamiento totémico, aún no se diferencia entre animal y humano (los españoles se referían al nativo como "bestia") y la falta de escritura los colocaba en el lugar de "bárbaros de segundo grado", según la expresión de Santo Tomás de Aquino.

La lógica necesaria, para que el pensamiento mítico supere al totémico es aquella en que el trabajo empieza a diferenciarse del juego y corresponde al de las operaciones concretas, Piaget, 1942. Ciertamente que en los ideales, se advierte la eficacia de la marca cultural y de las condiciones dominantes. Pero para que esto tenga eficacia, requiere de la disposición psíquica previa, que genera los ideales esperados en la exterioridad. El contenido del discurso ideologizante, es eficaz intrapsíquicamente si se entrama con las metas y los objetivos pulsionales. El valor social pasa a ser expresión, en el interior del Superyó, de la transacción entre la pulsión y la autoridad parental.

En el pasaje de un pensamiento a otro, suelen transcurrir situaciones de injusticia y explotación. Quién es portador de la letra y con la cual marca al iniciado; ostenta orgullosamente el poder, sin advertir que él también quedaría marcado. Y esa marca finalmente retorna.

Las contradicciones. En la narración que analizamos, los dos nativos son objeto de contradicciones por parte del español. Pero antes de estudiarlas en el texto, quiero referirme a las mismas; en particular las contradicciones lógicas, pragmáticas y orgánicas. Intentaré inferirlas a partir de los afectos que se observan en el aborigen, como defensa, ante los efectos sobre su preconciente. Nos dice el texto: "El capataz español advierte que no coman […]. El otro temeroso […] pone la carta detrás del paredón". Se nota un discurso persecutorio, paranoico ligado a la vergüenza y a la humillación, con fijación a un goce anal primario. Otro fragmento dice luego que descubrieron la falta de los melones: "Al ver que el amo les dijo lo que habían hecho a escondidas no supieron contradecirlo y salieron diciendo que con mucha razón llamaban a los españoles con el nombre de Viracochas […] pues alcanzaban grandes secretos…" Discurso con deseos cognitivos ligado a un goce oral primario con afectos del temor y pánico. (Me permitiré hacer una breve construcción: Imaginar que el aborigen cuando fue enviado podría sentirse humillado, avergonzado -sentimientos de la analidad primaria- y cuando descubrieron la "magia" de la carta que denunciaba sus actos, se sintieron aterrorizados-afectos de la oralidad primaria-). "Comido el primer melón […] comieron el segundo melón". Está ligado al universo de las adicciones, porque no puede substraerse a la tentación de comer el segundo melón.

Hay un argumento que se refiere al goce creciente de comer el melón, y una amenaza de depresión si no lo come. A su vez, el deseo de goce, está reforzado por la amenaza del amo si lo come, con lo cual se estimula la tentación. Hay refuerzo de la contradicción porque no puede ni fugar, ni dejar de entregar la carta (por sumisión al amo). El mandato tiene eficacia intrapsíquica. La contradicción orgánica implica oposición entre pulsión sexual (ganas de comer), y pulsión de autoconservación, D. Maldavsky, (1988). No discrimina si lo que le gusta es lo que le conviene. Esta contradicción es propia de las adicciones y las enfermedades psicosomáticas con la siguiente diferenciación: el adicto reúne la contradicción orgánica más la lógica, y el psicosomático la orgánica más la pragmática. Y finalmente para agregar algo más al problema de la adicción y el padecimiento psicosomático, señalaré las características de las fantasías primordiales. La seducción es presentada como ser objeto de un deseo especulativo despertado en otro (el español que obtiene provecho); la escena primordial es sufrir la estimulación gozosa de otro (en nuestro caso, comer el melón; formulado por su opuesto); y la castración como ser despojado de algo. Los aborígenes fueron despojados de su secreto, los melones comidos. La contradicción pragmática ha sido descrita en términos de vínculos interpersonales como mandato paradojal. Hay dos órdenes contradictorias, ambas presentes; una a veces bajo la forma de un supuesto o de una orden recordada anterior, o de una orden general común a toda una sociedad y la otra orden como específica. Se agrega además, una prohibición de alejarse del campo y de comentar la contradicción. La contradicción estriba en una prohibición de comer el melón, dicho de palabra y sin acto prohibitivo; y un supuesto de permiso de comer bajo la forma de tentación y exponiendo los melones al deseo. A la vez debe cumplir lo encomendado; no hay posibilidad de fuga. Cuando el aborigen cede a la tentación y come el primer melón, intenta rectificar, pero desde su lógica numérica. Esta es diferente a la del blanco. Para el nativo, no falta nada en tanto sea de a pares. "Comido el primer melón decidieron que era mejor emparejar las cargas y para ocultar su delito comieron un segundo melón". Desde la lógica de los pares, no puede comprender como el blanco nota la falta. La contradicción pragmática es propia de la paranoia. Y al surgir la contradicción el Yo se escinde, facilitado por un psiquismo de nivel totémico con predominio de la desmentida. El Yo real definitivo del aborigen, al no poder transformar lo sufrido pasivamente en activo, sufre un estado de indefensión. El efecto deriva en una regresión a la analidad primaria; con predominio motriz (el desplazamiento desde los Reyes al en-comendero) y de la mirada (proyectivamente ubicada en la carta que ponen detrás del paredón) con afectos de la gama de la humillación. Se observa asimismo la regresión oral secundaria con los reproches que formula el encomendero y la sanción por el incumplimiento, consistente en el sufrimiento de quién depositó la confianza. En nuestro caso el capataz que confió y fue defraudado en su anhelo. La contradicción lógica se presenta como la oposición entre una afirmación específica y otra más amplia. Ambos términos están presentes, es posible el contraste, pero una afirmación es genérica y la otra aparece bajo la forma de una presunta percepción; percepción ligada a un juicio de existencia que profiere el Yo de realidad definitivo. En algunos casos existe coincidencia marcada entre las relaciones interindividuales y la organización psíquica; en otros casos no. Importa la tramitación psíquica de cada cual. Cuando un Yo, es tomado como auxiliar para sostener la condición de ideal del otro (en nuestro caso el nativo es usado por el español para sostener su idealización), está particularmente indefenso. El efecto, no es necesariamente inmediato, sino a posteriori, cuando el Yo se va organizando con mayor complejidad. Las órdenes inscriptas como huellas mnémicas, son incompatibles entre sí; y esto hace imposible al Yo el cuestionamiento o la fuga. La paradoja se hace eficaz a medida que el preconciente se organiza.

En el fragmento de Garcilaso, puede observarse la contradicción lógica entre dos registros perceptuales. El registro auditivo en que le dicen al nativo (que la carta dice) que "fueron diez melones y habían comido dos" (en verdad deducción lógica del español), y el registro visual (en que las letras no son reconocidas). Registro visual que contradice la palabra del amo. Desde la lógica del nativo, la explicación pasa por la magia que atribuye al español. Magia de su pensamiento primitivo, anhelada y proyectada como esperanza en el pensamiento ajeno. La contradicción hiere a un Yo, que por su estadío es escindido, y refuerza la desmentida. La escisión, conspira contra la posibilidad de desarrollo hacia nuevas lógicas, que la cultura española le puede brindar. El Yo, escindido, se conecta con la realidad a través del Yo oficial, pero el Yo placer, se conecta con el ideal mágico. Y de ésta manera, no hay aprendizaje porque no hay vivencia. Solo hay seudoaprendizaje, repetición, memorización (¿seudoevangelización?). Los nuevos conceptos, las nuevas lógicas no son asimiladas al Yo. Solo son un barniz. El Yo escindido queda con su nivel profundo unido al pensamiento mágico, y su nivel oficial al pensamiento religioso o científico. Otro modo de resolver la contradicción es con la sublimación. La contradicción del consenso, en lugar de producir una pérdida de la realidad, impulsa un cuestionamiento que se resuelve pasando a un nivel superior y en la creación de un producto, por ejemplo literario, como es el caso del Inca Garcilaso. Y este pasaje permite una profundización en los orígenes, en que final y comienzo se puedan reunir. El Yo, más organizado, puede regresar hacia estructuras psíquicas y familiares que constituyen la contradicción, y de ahí emerger en una nueva lógica. La sublimación, trasciende la necesidad de transformar el trauma de pasivo en activo. La perturbación es mutada y la transgresión aceptada por el Yo y la cultura. El Yo ha logrado conciliar a sus tres amos, tal el caso de los adelantados a su tiempo, como el poeta.

Los tipos de pensamiento. Sintéticamente voy a describir el pensamiento totémico, el mítico y el religioso, porque importan al análisis que nos ocupa. La representación-grupo que tiene cada individuo varía según el tipo de ideal del Yo de cada cual, tanto en su forma como en su contenido. Freud sostuvo que sobre la representación-grupo recae la pulsión social. Esta, es una mezcla de libido homosexual de meta inhibida y pulsión de autoconservación, y la primera se apoya en la segunda. Esta pulsión social inviste grupos pequeños como los vínculos amistosos, luego a la comunidad, hasta convertirse en amor universal hacia la humanidad. Freud da por supuesta la existencia de representaciones grupo con un grado creciente de abarcatividad y complejidad.

El ideal del Yo da cuenta del origen de grupo, de aquello que los hermana y los identifica. Garantiza el destino exitoso de dicho grupo, la unión entre sus integrantes, ofrece amparo y sentido a la vida individual. Los juicios valorativos derivan de dos funciones del Superyó, la autobservación y la conciencia moral y se constituye como consecuencia de la labor de una función, la formación de ideales. Para que ocurra este proceso es necesario que sobrevenga en lo psíquico un aumento de la diferenciación que deriva, en gran medida, de la inclusión en el Yo de nuevas categorías lógicas preconcientes. Estas pueden transformar en contradictorias dos afirmaciones que anteriormente no lo parecían, pueden volver eficaces algunas contradicciones apenas insinuadas, de modo tal que lo anteriormente armónico se torna divergente. Freud, (1910c), sostuvo que la inteligencia, la pulsión intelectual, según la llamaba a veces, queda fortalecida como consecuencia del desarrollo psíquico. Ello parece derivar de la conquista de nuevas lógicas que permiten articular los procesos de pensamiento en el preconsciente. Freud, (1918b), distinguió dos orígenes para el pensar: uno, inconciente, es inherente a la especie, y el otro, preconciente, corresponde a una conquista cultural de la humanidad, y es alcanzado por cada Yo mediante el aprendizaje. En esta oportunidad, dado que nos referimos a procesos psíquicos acontecidos luego de concluido el tiempo primordial, edípico, nos centraremos en la consideración de este último tipo de lógica. Cabe distinguir, sin embargo, algo en común a todos estos procesos de complejización psíquica: cada nuevo pensar surge en los intersticios lógicos del pensar previo. Ello, es debido a las imposibilidades internas con las que éste se complica, y el nuevo pensar, es estimulado por la necesidad psíquica de expresión de los procesos pulsionales con un mayor grado de refinamiento. El pensar, a su vez, queda degradado a la categoría de un mero representar. ¿De qué manera se introduce el pensar cultural en el Yo?

Consideramos que el mismo se introduce como un imperativo categórico, esto es, bajo la forma de un orden constituyente del Superyó, Freud, (1923b), orden cuyas razones no son explicitadas porque el Yo aún no las entiende. El imperativo categórico es el tipo de estructura de la frase contenida en el Superyó. Luego, cuando el Yo logra conquistar la intelección de las razones por las cuales la frase fue dicha, el pensar correspondiente pasa a estructurar el preconciente. En principio los imperativos categóricos suelen provenir de padres o equivalentes. Luego son atribuidos a figuras cada vez más distantes, que van desde los educadores hasta los autores con quienes el contacto se reduce a lo escrito, a la palabra ausente. De manera tal que estudiar los tipos de pensar con que opera el preconciente (por la introducción de nuevas lógicas, conquistadas mediante el aprendizaje) no difiere excesivamente del análisis de la constitución de los tipos de Superyó. Desde el más primitivo, derivado de la desinvestidura pulsional correspondiente a la declinación del complejo de Edipo, hasta el punto final a veces no realizado, en que los valores e ideales son meras abstracciones, imposibles de alcanzar en una vivencia inmediata. Podemos discriminar diferentes tipos de Superyó, lógicamente sucesivos; Totémico, Mítico, Religioso, de las Cosmovisiones y Científico-ético. De allí derivan tipos distintos de preconsciente, que incluyen un modo particular de representaciones-grupo exteriores. Estos tipos de Superyó son lógicamente sucesivos, y existe un requisito interno en la secuencia, para que aparezca uno, el mítico, por ejemplo, es necesario que antes haya emergido el totémico. En la historia de la humanidad la constitución de cada uno de estos Superyó derivó de prácticas sociales y económicas específicas, que incluían grupos cada vez más amplios. La producción de un tipo más abstracto de Superyó fue el efecto de la tendencia a la unificación en la vida social. Los diferentes tipos de Superyó, con exclusión del científico-ético, tienen un origen mágico-animista, y derivan de la proyección de la omnipotencia del yo-placer. Son, también un modo de explicar el origen del grupo (como transformación de la afirmación acerca del origen en el padre), una garantía de su cohesión, del sentido de la vida cotidiana marcada por la decepcionante necesidad de trabajar. El pensar científico-ético, en cambio, es fragmentario, y los valores en juego son abstractos.

a) Pensamiento totémico: Apoyándome en Freud, (1912-13, 1921c, 1927c, 1930a), este ideal implica conservar una ilusión de unidad. De compresión totalizante, de superposición del Yo a la supuesta realidad, un mantenimiento del animismo.

El ideal del Yo de tipo totémico se corresponde a una representación-grupo de la amplitud de un conjunto de familias. Correspondería a los vínculos intrapsíquicos de amistad. La relación entre totem y el grupo se da en un espacio, y el ámbito de lo tabú se opone a lo cotidiano. El totem es visible por los miembros del grupo, pero con prohibición de contacto. La temporalidad es circular, como las estaciones del año.

La diferencia entre el ideal y el Yo de cada cual puede compensarse a través de actos mágicos (vestirse con una piel o plumas del animal totémico). La desmentida del juicio que distingue entre ideal y el Yo es la norma. En consecuencia se conserva una cierta convicción de la propia omnipotencia.

b) Pensamiento mítico: El ideal mítico implica una diferenciación entre animal y humano. Distingue dos tiempos: el de la gesta heroica, origen del grupo, y el de lo cotidiano. La oposición entre el ideal y el Yo no es ya sólo de tipo espacial, sino también temporal. El espacio mítico suele superponerse en apariencia al espacio del grupo que sostiene este tipo de creencia, pero tiene una distribución regida con otra lógica, en cuanto a las investiduras de objetos y lugares. Por ejemplo ciertos ámbitos en que irrumpe la producción de lo sagrado. El tiempo del mito no es el de un pasado, sino el de un presente. Este es honrado y sostenido por las generaciones posteriores del grupo supuestamente generado por el héroe. La oposición entre dos temporalidades deriva de la eficacia psíquica de ese tipo de lógica que Piaget, (1942), describe como inteligencia de las operaciones concretas. Esta, incluye la posibilidad de actividades intelectuales conjugadas de seriación y clasificación. De la seriación deriva la decepción del Yo con respecto al padre, y de la clasificación, un juicio previo que decreta la caída de la madre fálica. Esta inteligencia de las operaciones concretas es puesta primero como imperativo categórico (porque constituye el horizonte de posibilidad para el Yo), luego es conquistada por un aprendizaje en el Yo. El tiempo del mito se expresa como presente épico, éste implica un tipo de inmortalidad que se sostiene gracias al recuerdo constante exigido al grupo. Significa una menor dependencia de la percepción del objeto visual (vigente con respecto al totem) y su sustitución por una imagen. En cuanto a la diferencia entre percibir un objeto (aunque tenga un valor simbólico) y percibir una imagen, recordemos que Freud, (1926d), distingue la zoofobia de Juanito de la del Hombre de los lobos. Afirma que la segunda derivó de percibir una lámina del animal temido, y la primera surgió ante la percepción de la caída del caballo. El alma, como doble del cuerpo, surge como una forma de resolver la contradicción entre ausencia sensorial y la vívida presencia de un objeto anhelado. La ausencia del cuerpo se salda entonces con la presencia de su espíritu, de su imagen. La sustitución de un totem por una imagen, ofrece cierta autonomía al Yo con respecto a la percepción directa del objeto. El tiempo de la gesta se conjuga en el "presente épico", que alude a un acto que no cesa de ocurrir. Este acto al repetirse en las generaciones sucesivas produce el vínculo social de camaradería, que incluye el trabajo. La temporalidad es la de la inmortalidad, y es sostenida por la memoria (por el alma) del pueblo, originado gracias a la gesta del héroe.

La diferencia entre el ideal y el Yo es más difícil de superar. Los requisitos para acceder a la categoría de héroe, imponen un esfuerzo individual y un reconocimiento social cuyo logro es más difícil de alcanzar. En consecuencia, para cada cual, desmentir el juicio que diferencia entre el ideal y el Yo resulta más costoso.

El grupo supuesto del mito es más amplio que el constituido por el pensar totémico. La representación-grupo propia del pensar mítico posee un mayor grado de abarcatividad, reúne un conjunto de clanes, en un vínculo de camaradería. En el origen del grupo es puesto un líder con rasgos humanos separado del resto de la comunidad no en términos espaciales, sino temporales.

c) Pensamiento religioso: Aquí el ideal es la divinidad, posee un carácter altamente abstracto. El grupo que le corresponde es la comunidad, el tiempo es eterno y la espacialidad es lo infinito. El grupo reúne en su interior a los seres humanos, pero no abarca a ciertos grupos que no tienen el reconocimiento (por su piel, condición social u otros motivos). A estos, se les niega la carta de ciudadanía consistente en la identificación empática. Todos ellos tienen en común su falta de fidelidad, aunque algunos podrían ser salvados para la comunidad y otros quedan condenados como irredentos. Dentro del tiempo-espacio terreno, contrapuesto al divino, aparecen dos rasgos: el carácter mortal y la limitación espacial. El pensamiento religioso implica un pasaje de la inteligencia, de las operaciones concretas a las más abstractas y sobreviene durante la pubertad.

Una interpretación de la narración desde la perspectiva de las patologías psicosomáticas y adictivas. Nos encontramos ante dos tipos de producciones, dos lógicas. La del poderoso, que ostenta su certeza acerca de sus verdades, y la de quien padece el desamparo. Desamparo producido por la dependencia de la palabra del español, palabra oral contradictoria y palabra escrita imposible de comprender. Palabra del conquistador que no concuerda con las necesidades vivenciales; no le da un nombre, solo un número. Son dos indios, diez melones con lo cual que promueve la ignorancia. Contradicciones mediante, no le da espacio para la identificación, y el desarraigo queda marcado por el andar del Inca (de Pachacamac a los Reyes).

Hay un poderoso, el español (¿un loco para el nativo?), de cuya palabra se depende para ser. La palabra le da sentimiento de sí, júbilo o futilidad. El amo es inflexible en su función desconocedora, sólo le interesan los números, las ganancias. Suprime el significado que sus actos tienen en el ánimo del otro; y el Inca anhela un encuentro imposible con esas palabras. Palabras que vienen desde el ideal, pero que no llegan y sólo son desamparo y descrédito. El blanco dice que "mentían.", que "habían comido dos…"El ideal no cree, y no hay posibilidad de contradecirlo ni de rectificar. Sólo le cabe al Yo dejarse morir por falta de amor y de amparo ético o sumirse en la droga?

La droga puede ser el atajo que suprime el acto psíquico necesario (pero inútil) que reclama una identificación con el amo. El acto adictivo (el impulso irresistible de comer los melones) intenta sustituir la identificación que el blanco no le da. Este enmudece ante el reclamo, y el Yo del aborigen se siente víctima de la desestimación, en lo anímico de ese dios loco todopoderoso (Viracocha). El nativo mandado, es en su movimiento el carretel del juego del nieto de Freud, (1920g). Se ve espacialmente la expulsión de que es objeto de la memoria blanca. No queda en ésta marca alguna. El nombre del adicto es sólo un número, tachado no por represión, sino por expulsión del Yo del blanco. Queda el nativo en un estado de no muerte y no vida, en que su cuerpo se doblega ante el castigo; cuerpo que es sólo doble imperfecto de su espíritu indomable. Desafiante y hasta vindicatorio. Espíritu que simula aprender y doblegarse.

A esta agonía eterna accede con la droga, el alcohol, la promiscuidad, el hambre y los golpes. No hay proyecto identificatorio, no hay posibilidad de tener un nombre. ¿Qué posibilidades quedan? La libido narcisista no encuentra su objeto, y en vez de consumarse en un acto identificatorio, que le de el ser; se consume en actividad autoerótica (droga). La libido estancada, dispone a la enfermedad psicosomática. La única manera que le queda al nativo para sentirse con algún valor, para su ideal español, ya no es con su nombre que le da cualidad, sino como cantidad. Y esa cantidad termina por refrendar la agonía, reclamante, muda, desafiante, vengativa y triste hasta el infinito. El destino se vuelve implacable, y la nostalgia de la muerte una forma de vida. Nostalgia de la muerte como expresión del conocimiento de ser sólo una cifra insignificante, resto de un pasado y despojado de vigencia. El horizonte del nativo, sumido en la adicción, está poblado de poderosos y calculadores, que lo suprimieron de su memoria. Un olvidado que anhela una identificación, y en el que la adicción como recurso tóxico, contiene el resto del melón anhelado y a la vez, la supresión vengativa del deseo identificatorio. La vida del aborigen carece de encanto, porque deriva de la falta de significado anímico que le debe el blanco. Encanto y alegría de vivir se hace encarnadura con significatividad; ambos invisten el mundo exterior. Pero despojado de ambos, se vuelve caótico, no hay proyectos, sólo magnitud pulsional que amenaza con catástrofes, proyectadas en el porvenir. Se produce una secuencia de euforia narcisista tóxica por la droga, dolor orgánico que permite la conexión con el mundo sensible; aturdimiento tóxico y entrega a la muerte por falta de amor, se constituyen con estallidos de afecto. A la vez obstinación por morir y no morir, perpetuando el dolor como recurso para mantener el vínculo con el mundo sensible. Pero la esperanza de que alguien fije su mirada a este acto, se pierde en la indiferencia. No hay quien le de significatividad y lo inscriba en su memoria.

El llamado, no concluye en la introyección de una huella mnémica, sino en una supresión de todo recuerdo. La víctima queda paralizada ante la mirada más poderosa del amo que se aproxima no para percibirlo, sino para devorarlo. El hambre y la droga, a pesar de que lo matan, le producen dolor, y con ello la existencia del mundo sensible, y la posibilidad de ser recordado. Cuando esta alternativa queda suprimida, no queda esperanza, sólo la alucinación como milagro que le proporciona la tabla de salvación identificatoria. Medida extrema, y vana, para preservar la existencia.

Conclusiones, ideas y problemas de 1492. Aperturas e interrogantes para pensar en 2009.

a) El Inca, con su lógica entre totémica y mítica, sufre una regresión anal primaria ante el infortunio. Se evidencia por el desplazamiento motriz (es mandado de un lado a otro) y por la paranoia. El pensamiento totémico implica una identificación hombre-animal (eran vistos como bestias iletradas). El relato, muestra un hombre inculto, pero los líderes políticos e intelectuales fueron ejecutados. Y con ello, los iniciadores capaces de conducir la posibilidad de desarrollo.

b) El español, como iniciador esperado, aunque corrupto, incluye el concepto de "lo nuevo". Esto es, la capacidad psíquica de una intelección que antes no tenía. Está generada por el incesante pujar pulsional. La función anímica genera contradicciones y diferencias, y luego las proyecta y capta en el mundo sensible. La creación de "lo nuevo", frente a lo ya dado, genera cada vez que muestra su eficacia, un desgarrón, una catástrofe, a la manera que describe Freud, (1932a).Es que los dioses, que son los procesos pulsionales, quedan postergados porque sólo así puede accederse a una conquista anímica y cultural. Y luego regresan, como catástrofe anunciada. Los afectos pueden ser lo nuevo ante la pulsión, luego la sensorialidad lo es respecto de los afectos; las huellas mnémicas en relación a las percepciones y los pensamientos respecto a las representaciones. Finalmente, lo nuevo es proyectado y hecho venir desde la instancia paterna. Este pensar, es capital en el desarrollo de la cultura, y da tramitación anímica a los procesos pulsionales. Esto nuevo, puede sufrir los siguientes viscicitudes: 1. Ser aceptado, como una complejización inevitable que tiene que ver con el ser, y conquistado para asimilarse al Yo, como hizo el Inca Garcilaso. 2. Puede ser rechazado, desestimado. Pero no por ello lo nuevo deja de producirse. Queda fuera del Yo, exiliado, y no se accede a lógicas más complejas. El ser, entonces, tiene una falla en su identificación primaria y con ello queda fracturado; el narcicismo se desmorona ¿sucederá algo semejante en el ser nacional indígena, no integrado, que rechaza con violencia supresora al blanco, mensajero de lo nuevo? El aborigen desestima al blanco y éste al aborigen, cada uno con violencia expulsa al otro. La salida, sería aceptar al iniciador, al blanco con su pensamiento, dejarse fecundar por su marca que complejiza las propias estructuras.

c) En la narración, el Inca Garcilaso marca una oposición entre el número y la letra. Decía antes, que las letras confieren un nombre, y con él, la posibilidad de acceder mediante la identificación, a la condición de sujeto. El número interfiere esta posibilidad. Y el nativo es un número. El blanco es un especulador (piensa en números, saca ganancias y extrae diferencias a costa del aborigen), un aventurero que vino a "hacerse solo", una "posición", un desmentidor de su padre. Es su propio padre; Yo y padre se condensan. Pero, ¿no es el español también un número para sus semejantes cultos? ¿Un bárbaro iletrado despojado de su riqueza material e intelectual; y que encuentra en el aborigen a su doble? ¿Un desmentidor del juicio de autobservación, que afirma que ciertos actos le son nocivos pese a su carácter placentero? ¿Un adicto al dinero, un adicto al nativo que es su droga, porque lo calma? Nativo-droga que con su trabajo, aplaca la voracidad blanca.

Los melones del cuento, mestizos de simiente española y tierra americana ¿no representarían al gran mestizaje que se dio en América, dónde vienen y se transforman las adquisiciones culturales de la humanidad?

Pero el conquistador necesita desmentir su propia enfermedad, su propia adicción, para mantenerse en lugar de ideal, en un goce autoerótico. Está sostenido por el aborigen en posición de auxiliar; de doble (enfermo, drogadicto, un mero número). Doble que puede volver desde lo siniestro, como droga y enfermedad, como violencia y corrupción hacia los países "civilizados". Aquello que durante la conquista, fue sepultado como iletrado, vuelve. Vuelve como furia que unifica y marca. Hay una violencia que forma parte del cambio, que no se puede ahorrar,..no diría inevitable porque sería comulgar con los doctrinarios violentos que nos guiaron al fracaso…pero hay una violencia."La doctrina según la cual la mente humana es en un principio maleable y no estructurada […] se ha asociado a menudo a un pensamiento políticamente progresista e incluso revolucionario, mientras que las especulaciones relativas al instinto humano poseen a menudo un resabio conservador y pesimista.

Puede verse fácilmente porque los reformistas y los revolucionarios se convierten gustosamente en ambientalistas radicales […]. Sin embargo, un análisis más preciso muestra que el concepto de organismo vacío, maleable y no estructurado -al margen del hecho de ser erróneo- sirve también de soporte natural a las doctrinas sociales más reaccionarias. Si las personas son efectivamente plásticas y maleables, sin naturaleza psicológica propia ¿por qué no se las controla y se las somete a aquellos que se jactan de una autoridad, de un saber especializado y de una intuición irremplazable, necesarios para quienes carecen de dichas cualidades? […] (Chomsky)- Piatelli – Palmarini, (1979).

LA DESOCUPACIÓN– una endemia social-a) Los procesos de precarización de la vida cotidiana aparecen por las nuevas formas de pobreza, que difícilmente pueden ser contenidas por el tejido social o la estructura familiar. El individuo que se siente marginado del mundo del trabajo se halla extraño, distinto, discriminado, atrapado en un círculo vicioso de retracción: enfrentarse a la eventualidad de un rechazo que incrementa la frustración y que a su vez disminuye la autoestima. Estas personas frecuentemente ocultan su nueva condición, porque sienten vergüenza social. Esta realidad hace que la desocupación y la precarización se conviertan no sólo en fenómenos masivos, sino también en procesos que se instalan definitivamente, como las endemias .Tal como ocurre con ciertas enfermedades infecciosas, cuando la desocupación viene para quedarse genera la ruptura del vínculo social y los individuos que la padecen forman una verdadera "subespecie humana" estigmatizada y sin contención social, vulnerables, con alto riesgo de perder la salud. Al hablar de tejido social, se quiere expresar que es una trama dinámica y vital compuesta por elementos más simples y más reducidos: instituciones, familias, individuos. Como sucede en los tejidos biológicos, donde las células enfermas terminan afectando al órgano correspondiente y esto puede comprometer la salud del organismo, en la trama social se desencadena un proceso similar: el hombre que no responde a las exigencias del sistema económico globalizado, impedido de producir, se convierte en un desocupado, que no puede integrarse al nuevo tejido social, por lo que sucumbe, por carecer del nutriente social primario, que, en un país de excluidos, es el trabajo. Cuando el fenómeno de la desocupación excluye a grandes grupos de individuos, muchos de ellos se hallan sin vínculos y, como ocurre con los tejidos biológicos, cuando la exclusión abarca a más de la mitad de los individuos de un país esa sociedad enferma gravemente, con gran deterioro del sistema social: cambio de códigos de convivencia, desde la pérdida de valores éticos y morales de los que ejercen el poder económico, muchos de ellos convertidos en ladrones de guante blanco, hasta el drama de la mendicidad callejera y los que roban para comer, verdadero peaje de la pobreza.

Las dos pobrezas .Sólo por el hecho de haber nacido en el seno de una familia con pobreza estructural, los individuos crecen en una cultura de pobreza, caracterizada por la ausencia de niñez, hondos sentimientos de marginación, desvalimiento, inferioridad o dependencia, baja autoestima, sentido de resignación y fatalismo. Viven el presente en función de su ambiente inmediato y carecen del conocimiento que les permita tomar conciencia de sus problemas y de sus iguales en el conjunto social (no tienen conciencia de clase). Son enfermos sociales congénitos, y desde su primera infancia serán vulnerables al daño que producen las calamidades sociales (hambre, abandono, analfabetismo, violencia familiar, etcétera) que acechan a su alrededor. Este grupo nunca tendrá oportunidad de formar parte del tejido social productivo y muchos de ellos sufrirán de una muerte precoz, previsible y por lo tanto prevenible. En el país, el número de las personas que componen el lumpen de pobres estructurales, con necesidades básicas insatisfechas, aumentó geométricamente en los últimos dos años, con un 50 por ciento de ellos viviendo por debajo de la línea de pobreza. Según el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil, consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la desnutrición infantil total en la Argentina llegó al 20 por ciento en 2002. Asimismo, la tasa de mortalidad infantil alcanzó el 18,4 por mil, pero en algunas provincias pobres supera el 25 por mil. En cambio, aquellas personas, antes saludables, integrantes de la clase media, pero hoy desocupadas, acuden a los consultorios médicos demandando atención por "síntomas psicofísicos inespecíficos", acompañados por estrés, desesperanza y escepticismo, cuyo sustrato lo constituye una historia reciente de exclusión. Esta es la expresión psicosomática de la enfermedad social, que algunas veces, puede anunciar un deceso precoz. El "estrés colectivo" y el aumento de la desigualdad social, que genera nuevos pobres, reducen marcadamente la esperanza de vida. La importancia de los factores económicos y el estrés sobre la salud se destacan en el trabajo de investigación "Stress Responsivity and Socioeconomic Status", publicado en el Journal of the European Society of Cardiology , Vol. 23, N° 22, de noviembre de 2002, donde se constata la asociación entre los factores socioeconómicos con el estrés y el incremento de la morbimortalidad cardiovascular. Otro estudio de investigación, titulado "Long Live Community. Social Capital as Public Health", publicado en The Journal Of Public Health en diciembre de 1999, demostró que el pueblo de Roseto, en Pensilvania, es el lugar que tiene la mayor esperanza de vida de los Estados Unidos, con una tasa de accidentes coronarios 40 por ciento menor que el promedio general. Se relacionaron los datos con las características sociales de sus habitantes: plena ocupación, nivel adquisitivo adecuado, acceso a la educación y a la salud, y reducidas distancias entre las clases sociales. La desocupación llevó al hombre, único sostén económico de su grupo familiar, no sólo a padecer estrés, ansiedad o depresión, sino que éstos resultaron ser los disparadores que precipitaron el temido accidente cardiovascular, en muchos casos mortal. En ciertos países emergentes, la globalización produjo desocupación, la cual trajo de su mano pobreza, desigualdad y exclusión social.

Víctimas de la globalización La Argentina es una víctima más del proceso de globalización sin rostro social. Un país sumergido en una crisis social inédita, con una sociedad (competitiva, agresiva, individualista) donde se produjo un proceso de "dualización" legitimado y fortalecido por nuevos códigos, donde la competitividad salvaje, la insolidaridad y el triunfo de los más fuertes generan en el sistema social una división dramática: 1) los incluidos, grupo heterogéneo que abarca desde las elites (económicas, políticas y sociales) hasta los trabajadores con empleo estable y remunerado, y 2) los excluidos, grupo que forman los nuevos pobres (desocupados, subocupados, familias monoparentales femeninas, jóvenes que no pueden acceder al mercado laboral aun con estudios terciarios), y los pobres estructurales (los minusválidos físicos o psíquicos, los que carecen de calificación laboral y no pueden acceder al mundo del trabajo, los jubilados y pensionados con pobreza material y necesidades básicas insatisfechas, niños de la calle, mendigos, conglomerados de grupos urbanos marginales inmigrantes de zonas rurales, en fin, todos los individuos atrapados en el "círculo de la pobreza").

Decisiones políticas .Sólo el Estado por decisión política puede enfrentar esta crisis, actuando sobre los condicionantes sociales, y evitar de esa forma las consecuencias sobre la salud de los ciudadanos, a través de un programa de salud de emergencia nacional que demuestre que la salud de la población no es el resultado de una ecuación económica, sino un derecho que en las crisis tiene que ser otorgado a todos los ciudadanos con equidad, o sea, dando más a los más necesitados, desarrollando modelos de atención adecuados a la realidad, que tomen en cuenta tanto las diferencias de acceso a los servicios de salud como las diferencias epidemiológicas y socioculturales, especialmente en las áreas donde se concentran las mayores necesidades y perfiles de riesgo. En este contexto, la equidad entendida como la focalización de las acciones de salud hacia los menos protegidos implica la reorganización de los servicios, descentralizarlos y abrir los espacios a la partipación de la comunidad. La salud es uno de los derechos humanos que establece la Constitución Nacional; por lo tanto, su garantía es un deber del Estado. En consecuencia, para disminuir la enfermedad social de los pueblos se necesita que el Estado implemente políticas sociales capaces de distribuir los recursos con equidad, indispensables para elaborar políticas de salud que garanticen el derecho a la vida de las personas.

b) El desempleo como factor desencadenante de las enfermedades psicosomáticas-

Todos estamos enterados del problema de la recesión y de la desocupación no sólo en nuestro país, sino a nivel mundial. Estamos anoticiados de los conflictos étnicos y sociales, las guerras y el resurgimiento de los nacionalismos que el fenómeno desencadena. En ésta comunicación me ocuparé de las patologías psicosomáticas producidas por este medio convulsionado, y que de manera directa o indirecta nos afecta a todos. El tema tiene varias aristas de abordaje, por ejemplo el displacer de efectuar tareas con las cuales el sujeto no está a gusto. Que lo hace porque tiene necesidad de ganar dinero. Pero es un dinero carente de significado, sólo dinero. Y puede encontrase así a la persona que, teniendo todas las comodidades padece de tedio crónico, del cual procura emerger con estímulos espúreos como la drogadicción. O bien porque la falta de enlace entre lo que hace y lo que le gustaría hacer está fracturado, en consecuencia acumula tensión predisponiéndose al probable desenlace psicosomático.

-Consideraciones acerca del trabajo y el dinero. El trabajo posibilita desplazar componentes vitales y agresivos y tiene un valor fundamental para vivir en sociedad. Desvía la agresión, evita la violencia fraterna, posibilita la ligadura de la pulsión homosexual, fortalece los lazos sociales, es una bendición. Cuando claudica la inserción laboral, la transformación de violencia en trabajo se pierde y la falta de descarga vuelve sobre sí convirtiéndose en factor capital de envejecimiento prematuro. Brinda una satisfacción particular cuando ha sido elegido libremente acorde a las disposiciones y vocación de cada cual. Es fundamental para la tramitación socialmente adaptada de la violencia. El dinero es la relación entre distintos trabajos a través de un número que articula distintos valores, y el trabajo adquiere una dimensión significativa cuando además de producir un rédito es la expresión de una actividad valorada para el sujeto o la comunidad. Cuando el trabajo es resultado de un acto que no está en relación con la satisfacción, con el placer, produce un dinero que si bien satisface necesidades deja un remanente de disconfort. Esto es expresión de que algunos individuos no han logrado enlazar sus proyectos con los capilares institucionales. -Consecuencias psicosomáticas. Cuando hay proyectos individuales que no tienen a qué ligarse en lo social, o entran en colisión, el dinero, que es consecuencia del trabajo y adquiere valor en tanto es trabajo, pasa a ser sólo dinero, sin proyecto. Hay acumulación tensional y disposición para las enfermedades psicosomáticas (úlcera, asma, hipertensión, disminución del apetito sexual, gastritis, entre otros), insomnio, angustia, depresión, congoja, amenazas catastróficas de pobreza, retracción social, vergüenza, conflictos de pareja y familiares, desarticulación de los ritmos diarios. Los índices de enfermedades cardiovasculares, obesidad, musculoesqueléticas y el cáncer son mayores en los desocupados que en las personas activas. La caída de la capacidad adquisitiva, trae aparejado cambios en la relación familiar y social, el desocupado no es alguien deseable para asociarse.

-Consecuencias no deseadas, del tiempo libre forzado. El tiempo dedicado a los deportes al aire libre, conlleva por lo menos tres tipos de riesgos, cuando no se toman las medidas de protección adecuadas.1-La exagerada exposición a los rayos ultravioletas, con su secuela de incremento del cáncer de piel, cataratas, caída de las defensas inmunológicas, herpes.2-La respiración del aire polucionado, exacerbado por la actividad física, incrementa la profundidad de la inhalación, sobre todo la respiración por boca. Las partículas, irritan las vías respiratorias y las secreciones predisponiendo a las enfermedades pulmonares. Recordemos la caída de las defensas inmunitarias que acarrea la depresión desencadenada por el desempleo crónico. 3-Los espacios verdes donde se practican deportes, (acordes al status de cada quién) suelen estar cuidados con insecticidas y pesticidas químicos, que matan a los insectos interfiriendo su sistema nervioso y también el de los humanos. O bien infectados de detritus. No es extraño encontrase con personas que luego de realizar deportes en forma intensiva, se encuentren con síntomas como cefaleas, mareos, astenia, calambres y nauseas, estados gripales, producto de la inhalación involuntaria de estos productos.

ESTRÉS LABORAL."UN total de 50 trabajadores perdieron la vida en su puesto de trabajo MURCIA, 24 Abr. (EUROPA PRESS) – 

La secretaría de Salud Laboral de la Unión General de Trabajadores (UGT), María José Pellicer, y el secretario de Acción Sindical, Salud Laboral y Medio Ambiente de Comisiones Obreras (CCOO), Pepe Cánovas, informaron de que en la Región de Murcia 50 trabajadores perdieron la vida el pasado año en su puesto de trabajo o cuando se dirigía a él, un descenso "engañoso" de la siniestralidad del 16 por ciento.

Y es que, según explicó Cánovas ese descenso porcentual "no se debe tanto a una mejora de la seguridad laboral o de la formación en la prevención de riesgos laborales, sino que coincide, en los mismos términos, con el descenso de la población ocupada y con una menor actividad económica de sectores como la construcción".

De este modo, durante el pasado año, fallecieron un total de 37 personas en el centro de trabajo (las mismas que en 2007) y 13 cuando acudían o volvían del mismo. Asimismo, se produjeron un total de 26.335 accidentes laborales, de los que 227 fueron graves.

Por ello, CCOO y UGT realizarán el próximo martes, Día Internacional de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, una asamblea conjunta en el edificio de usos múltiples (MOPU) y, posteriormente, realizarán una marcha hasta la Plaza de Santo Domingo, donde rendirán un homenaje a los trabajadores fallecidos formando un corazón gigante con claveles y velas.

El lema elegido por los sindicatos para este año es 'Por la salud y la seguridad en el trabajo: tenemos motivos', porque, según explicó Pellicer, "seguimos teniendo los mismos motivos y las mismas reivindicaciones de siempre, ya que aunque se reduzca el número de fallecidos no se produce un aumento ni de la seguridad, ni la calidad laboral".

Pellicer se mostró preocupada por la actitud de la patronal "que obstaculiza el diálogo social e impide que se implante y se lleve a cabo la Estrategia Nacional de Seguridad Laboral", y añadió que la crisis económica, junto a esta actitud empresarial, "provocará un descenso de la inversión en seguridad y prevención laboral".

La secretaría de Salud Laboral de UGT recordó que la crisis no genera sólo la pérdida del empleo, sino también una mala calidad del mismo. "La ansiedad o el estrés que produce actualmente esta situación de riesgo psicosocial puede derivar en un futuro en enfermedades cardiovasculares", subrayó.

Asimismo, destacó que el mayor descenso de la siniestralidad laboral se registró en el sector de la construcción, aunque el número de accidentes mortales aumentó en tres respecto al 2007, situándose en 15. "Este descenso se debe más a una menor accidentalidad que a una mejora de las condiciones o medidas adoptadas", indicó Pellicer.

Por otro lado, Cánovas se mostró preocupado porque persiste, en el pasado año, el subregistro de Enfermedades Profesionales, produciéndose sólo la declaración de 288 casos con baja, lo que supone un descenso del diez por ciento respecto al 2007.

"Si se siguen ocultando las enfermedades, los gastos derivados de las mismas seguirán siendo acometidos por el Servicio Murciano de Salud", indicó, al tiempo que criticó que la Mutua derive el 99 por ciento de los casos de acoso y estrés laboral a la Seguridad Social.

Y es que, según explicó Cánovas, si se sigue sin considerar los riesgos psicosociales como factor de nuevas enfermedades "no se investigará y no se tomarán medidas para que no sigan produciéndose, algo que la Constitución Española obliga a la Patronal".

Por todo ello, las reivindicaciones de UGT y CCOO para este año serán conseguir que se añadan los riesgos psicosociales a la declaración de enfermedades laborales, para que dejen de producirse y se cumplan los convenios colectivos, ya que, "si no pueden producirse situaciones como las que tienen lugar en la construcción del nuevo hospital de Cartagena, donde varios trabajadores inmigrantes denunciaron que trabajan más horas de lo establecido y la empresa encargada de los trabajos se niega a pagarle las horas".

El terreno de la salud y el trabajo ha sido abonado desde diversas disciplinas, tales como la medicina laboral, la sociología industrial, la antropología, el derecho, la economía y la psicología, entre otras. Cada una de ellas ha ido identificando distintos factores presentes en el ámbito laboral (físicos, químicos, relacionales, culturales, organizacionales, etc.) que de un modo u otro inciden en la salud de los individuos.,.Según el espíritu científico de Freud, "no todo saber se traspone en poder terapéutico; pero aun la mera ganancia teórica no debe ser tenida en menos, y cabe aguardar con confianza su aplicación práctica" (1925, pág. 57). Así, creemos que los hallazgos que resulten de los esfuerzos teóricos podrán encontrar lugar en el mundo de las organizaciones.

La medicina laboral y su historia. Existe una larga historia en cuanto al desarrollo de la práctica médica y su aplicación al mundo del trabajo. Tal es así que la bibliografía especializada remite sus inicios al Código de Hammurabi (1800 a.C.) el cual, entre otras cosas, establecía normas para impedir que el fuerte oprimiera al débil y, además, detallaba indemnizaciones y la creación de tribunales de conciliación ante eventos dañosos. La medicina del trabajo, entonces, recorre un extenso trayecto y una compleja evolución. Hipócrates (460-375 a.C.), por ejemplo, describió enfermedades que aquejaban a los trabajadores de las minas de plomo. Así, se sucedieron Jenofonte, Catón, Diodoro de Sicilia, Plinio el Viejo, Galeno y Maimónides. En el siglo XV, a partir del descubrimiento de América, se identifica el denominado escorbuto de los navegantes e, incluso, en las leyes de los Reinos de Indias se establecía la protección de los trabajadores de las minas así como un horario de trabajo y un límite al peso que los indios podían cargar. Dentro de las obligaciones de los patrones, estos debían curar a los indios toda vez que se enfermasen o accidentasen a causa del trabajo. En el siglo XVI aparecen dos figuras relevantes., Por un lado, Paracelso (1494-1541) a quien se le atribuye la frase "no hay nada que no sea tóxico, solo la dosis diferencia un tóxico de un medicamento" y el apelativo de médico de los pobres. La primera monografía científica sobre enfermedades profesionales es de él y su valor residía en que el eje estaba puesto en el trabajador. Por otro lado, Agricola (1490-1555) prestó especial interés a la prevención de accidentes y, en general, consideraba responsable a la superioridad que no adoptaba las precauciones necesarias. En esta sucinta reseña histórica debemos mencionar a Bernardino Ramazzini (1633-1714) a quien se lo reconoce como el padre de la Medicina del Trabajo. Este médico aconsejaba a sus discípulos el estudio de las condiciones de los trabajadores en sus puestos de trabajo así como sobre la utilidad de dialogar con los enfermos, no solo acerca de sus dolencias sino de su vida cotidiana. A él se le atribuye la frase "la mejor escuela de aprendizaje es el taller o la casa del obrero". Esta cronología continúa extensamente, numerosos autores se han sucedido, y baste mencionar para tener una idea de ello que aun faltaría hablar, por ejemplo, de la Revolución Industrial. Pilar Nova Melle (1995), sintetiza las consecuencias de dicho período, entre las que menciona la descripción de la histeria proletaria, denominación que aludía a los campesinos que no lograban adaptarse a la forma de vida urbano-industrial y caían en el alcoholismo.

El estrés. Desde los trabajos pioneros de Selye (1956) en adelante se ha conceptualizado el estrés como una experiencia (o un conjunto de ellas) cuya exigencia es excesiva en relación con los recursos del individuo. Así, se han considerado el ambiente físico de trabajo, los contenidos del puesto, el desempeño de roles, las relaciones interpersonales, el desarrollo de carrera, las nuevas tecnologías, los nexos entre trabajo y familia, rutinas reiterativas y monótonas, el ritmo de trabajo determinado por las máquinas, la carga de trabajo o responsabilidad excesivas, las exigencias insuficientes en relación con la capacidad del trabajador, la insatisfacción profesional, el horario de trabajo, las condiciones, el contenido de la tarea, la falta de participación en las decisiones sobre las formas de realizar las tareas, la inseguridad en el empleo, aislamiento social, etc. Los signos e indicadores de estrés comprenden: irritación, preocupación, tensión, depresión, afecciones psicosomáticas, sensación general de insatisfacción ante la vida, baja autoestima, depresión, perturbaciones de la atención, la percepción, de las funciones cognoscitivas y motoras, aburrimiento, baja en el rendimiento, ausentismo, etc. Al mismo tiempo, las definiciones más específicas varían según se lo conceptualice como estímulo, respuesta, percepción o transacción, pero lo que de alguna manera está presente en todas las descripciones es la importancia de la relación del sujeto no solo con el trabajo (actividad) sino con la organización en la que este se desarrolla. Los diversos autores, en general, coinciden en que deben distinguirse tres etapas en el desarrollo del estrés laboral: la percepción de la amenaza, los intentos de afrontarla y el fracaso de estos. También se consideran la intensidad de la amenaza y/o la duración (continua o discontinua) de la misma. Al mismo tiempo, se han incluido como factores estresores no solo la carga de trabajo o responsabilidad excesivas sino también las exigencias insuficientes en relación con la capacidad del trabajador, con las consecuentes aspiraciones frustradas e insatisfacción (1).El modelo explicativo usado habitualmente, en última instancia, remite al esquema causa (agente, trabajo) – efecto (daño), aun cuando la literatura existente no deja de anunciar que "la relación entre los factores psicosociales presentes en el trabajo y la salud se complica por gran número de variables de carácter individual y subjetivo los individuos pero sí provocan trastornos en algunos otros. Las características de personalidad, para este autor, presentan diferencias interindividuales, por ejemplo, en cuanto a la propensión a sentirse dañado, amenazado o puesto a prueba, tres percepciones que pueden ser estresoras. Una de las variables de la personalidad es la pauta de compromisos característica del individuo. Los compromisos de una persona son la expresión de sus ideales y metas y de los caminos que se propone seguir para realizarlos. El grado de importancia de los compromisos influye en la vulnerabilidad al estrés pues es más probable que se evalúen como una amenaza o un daño las situaciones que ponen en peligro compromisos fuertes que las que ponen en peligro compromisos débiles. La manera como influyen los compromisos en la vulnerabilidad al estrés es compleja, ya que el compromiso no solo puede ser causa de vulnerabilidad sino también un recurso, en tanto protege contra el aburrimiento, la falta de sentido y la alienación.

Problemas relacionados. El síndrome de fatiga crónica cuyo diagnóstico supone un período de fatiga mayor a los 6 meses y un alto porcentaje de disminución del rendimiento (además de descartar otro tipo de enfermedades con efectos similares). Los estudios sobre esta patología ubican como precursores situaciones de excesiva exigencia, signos de agresividad e ideales desproporcionados. Dejours, a partir de sus estudios sobre las actividades monótonas, se pregunta cómo un trabajador podría soportarlas en tanto las rutinas reiterativas son opuestas a la dinámica biológica y psíquica. Dice: "¿Cómo es posible que un individuo normal tolere mentalmente un ciclo de operaciones que dura, como máximo, unos segundos y se repite durante horas, meses, años o toda una vida laboral?". Esta pregunta expresa con sencillez el drama cotidiano que también podemos apreciar en películas como Tiempos modernos o La clase obrera va al paraíso.

El autor entiende que la tarea realizada no guarda ninguna relación con los deseos o fantasías del sujeto a quien le resultaría imposible la investidura pulsional de su trabajo más allá de la "catexia lateral de su salario". La consecuencia de esta vida laboral, de la supresión de la actividad psíquica, para lo cual se requiere un excesivo gasto de energía, es la fatiga. Es interesante señalar que Dejours no pone el acento en la carga física sino en la monotonía o en las tareas carentes de interés, observación que lo lleva a concluir que no es el trabajo propiamente dicho lo que agota al sujeto sino la lucha contra la parte más vital de su economía psíquica .Al mismo tiempo destaca que la amputación de la vida psíquica no es fácilmente reversible e, incluso, resultaría tan difícil llegar a ese estado que luego, lejos de abandonarlo, se lo traslada al tiempo libre (a través de exigentes actividades durante los fines de semana o la permanencia pasiva frente al televisor durante largas horas).

En un apartado posterior podremos advertir algunas relaciones con la denominada adicción al trabajo pero cabe referir aquí el texto Las neurosis de los domingos de Ferenczi y el comentario de Abraham (1918) sobre el mismo. Este último, destaca las observaciones de Ferenczi sobre aquellos que recurren a la sobrecarga de trabajo para protegerse de las exigencias pulsionales y cita el caso de un militar que padecía síntomas neuróticos durante la inactividad de la trinchera y pedía su traslado al frente de combate. Finalmente concluye que "cuando tales personas se ven forzadas a la inactividad por una enfermedad o un accidente a menudo la consecuencia es la manifestación de neurosis o el recrudecimiento de la ya existente. En tales casos la tendencia general es relacionar, desde el punto de vista etiológico, la neurosis con la enfermedad, el accidente o lo que haya sucedido en primer término. Pero podemos afirmar que, en muchos casos, durante el período de inactividad forzada la libido se ha impuesto al control del paciente..Otro problema relacionado es el denominado mobbing u hostigamiento psicológico en el trabajo.

Uno de los ejemplos de mayor repercusión es el acoso sexual. Básicamente se trataría de un conflicto asimétrico pues la parte que hostiga posee más recursos u ocupa una posición superior a la víctima. En suma, la condición de aparición de estas conductas, en parte, estaría ligada con las formas de gestión de los conflictos por parte de los superiores. Para cerrar este apartado querría mencionar, en último término, los estudios sobre el burn out. Este término, si bien no tiene una expresión análoga precisa en español, suele traducirse como estar quemado o fundido. Su origen data de la década del ´70 cuando H. Freudenberger lo utilizó para describir la sintomatología detectada en aquellos trabajadores que están en relación con personas que sufren (enfermeras, por ejemplo). Kornblit (1996) cita distintos estudios en los cuales se pone de manifiesto que esta forma particular del estrés se encuentra ligada con aquellos profesionales que caracterizan su actividad como un apostolado, por la vocación de servicio y el sacrificio (médicos, docentes, asistentes sociales).

Estrés y psicoanálisis-El psicoanálisis plantea un conjunto de hipótesis a doble vía: por un lado, aquellas que refieren a los determinantes pulsionales y cómo lo anímico funda la exterioridad; por otro, cómo se inserta e incide lo social sobre la estructura psíquica. Maldavsky (1998) señala que "podemos figurarnos al sujeto compuesto por círculos de seguridad que preservan un núcleo estable, en el cual hallamos sobre todo a la economía pulsional y ciertas defensas de base. En sectores más superficiales hallamos identificaciones, representaciones-palabra (preconcientes) y defensas secundarias, derivadas de las centrales.". En este sentido podemos afirmar que, mayormente, la eficacia de lo social sobre lo anímico se da sobre aquella zona más superficial, no obstante en ocasiones las transformaciones pueden recaer sobre sectores más centrales (identificaciones constituyentes del carácter y, más aun, puede quedar perturbada la erogeneidad). Ello ha sido estudiado también desde el punto de vista del desarrollo evolutivo.

Para pensar en los fenómenos de estrés laboral, debemos distinguir cómo lo social influye de manera diversa ya sea que se trate de la niñez, la adolescencia y la adultez. Siendo esta última etapa la que nos incumbe en este momento. También es preciso señalar que dejamos de lado las circunstancias de condiciones extremas incluidas en las denominadas neurosis traumáticas. En la vida adulta, entonces, a diferencia de los momentos tempranos de constitución de la subjetividad, la social influye en la periferia de lo psíquico. En el caso del estrés se da un tipo de situación traumática que no deriva de un episodio único y de gran intensidad sino de la acumulación de sucesivas incitaciones de menor carácter, cuyos efectos podrían recaer sobre lo nuclear del aparato psíquico. De todos modos, hasta acá se trata de la influencia de lo social sobre el aparato psíquico y falta aun considerar la dimensión inversa y complementaria. A partir del estudio etiológico sobre los desenlaces clínicos, Freud se interroga sobre la importancia de las impresiones y vivencias accidentales (contingentes) en la determinación de una estructura psíquica. En el esquema de las series complementarias opone otra serie al vivenciar, la de los actos psíquicos puramente internos (necesarios), entre los que incluye los procesos del pensar inconciente y los sentimientos.

Ambos procesos se rigen por criterios internos del aparato psíquico por lo que, más allá de las influencias externas y contingentes, aquel no es una tabula rasa, sino que posee sus leyes propias de generación de lo nuevo. La serie de las vivencias aporta el material que pasa a constituir las huellas mnémicas inconcientes sobre las que opera la eficacia de los mencionados pensamientos inconcientes. Para Freud la exterioridad es producida por un movimiento psíquico específico, la proyección: "la espacialidad acaso sea la proyección del carácter extenso del aparato psíquico). Por lo tanto, aquello que captan nuestros órganos de los sentidos puede distinguirse por su contenido, constituido por las impresiones sensoria-les, y por la forma, creada por el proceso proyectivo. En este sentido, la supuesta exterioridad captada por la percepción y transformada en inscripciones psíquicas, no se corresponde con una realidad pretendidamente objetiva, sino con un producto psíquico creado proyectivamente. La vida pulsional, para Freud, funda la exterioridad, que se vuelve eficaz para lo psíquico en la medida en que su significatividad deriva de la investidura pulsional. Por lo tanto, para comprender la eficacia de los fenómenos de estrés laboral, no solo debemos considerar la sumación de incitaciones exógenas sino las leyes internas del aparto psíquico que imponen transformaciones a tales incitaciones (y las dotan de una significatividad específica).

Para Freud el trabajo permite procesar un conjunto de exigencias pulsionales (como las de tipo homosexual y la hostilidad fraterna) y puede constituirse en un escenario en el cual se plasman sentimientos de injusticia, celos y envidia. Ciertas condiciones laborales (amenaza de desempleo, ser marginado de ciertos círculos, exigencias contradictorias, etc.) poseen el valor de potenciar ciertas disposiciones a la adicción al trabajo como forma de procesar y desplegar los componentes antes mencionados. Es decir, que todo el sufrimiento ocasionado por las características del puesto, la tarea y el contexto laboral promoverían un aumento en la productividad. Los autores sostienen que el sistema aprovecha la propia fuerza del operador, su propio sufrimiento y agresión, de manera tan sutil que hasta termina por ser innecesaria la concreción de un castigo, pues resultan suficientes la incertidumbre, el estado de amenaza e inseguridad. Simultáneamente el trabajo produce sufrimiento y este produce más trabajo, acelera el ritmo. La actividad laboral se convierte entonces en una fuente de incitaciones traumáticas duraderas que poseen un valor semejante a un impacto único y catastrófico. Como resultado de ello se produce un drenaje pulsional, un estado de desvalimiento, que imposibilita la tramitación de las exigencias tanto pulsionales, como las del superyo y la realidad. En tales pacientes, por lo tanto, prevalecen los estados de apatía, estados de los cuales "salen" temporariamente si encuentran alguien que les dé "pila". El ideal del yo surge como resultado de las transformaciones acaecidas sobre la propia erogeneidad que se destila como valor. Las diferentes fijaciones pulsionales determinan la producción de rasgos específicos en cada contenido del ideal. El contenido del ideal deriva del procesamiento de la voluptuosidad. Las observaciones clínicas señalan la correspondencia de cada fijación pulsional con un valor que, a su vez, halla su expresión como lenguaje del erotismo y el modo particular de establecer vínculos interindividuales significativos.

La erogeneidad primordial, que inviste los propios órganos y procesos intrasomáticos es el punto de fijación de los pacientes psicosomáticos. Esta sensualidad se expresa en lo anímico en términos de ganancia, término que alude a una realidad utilitaria, numérica. El ideal de la ganancia, entonces, expresa la incidencia específica de la libido intrasomática y cuando predomina este ideal, y el yo se adhiere a él, deviene una estructura de carácter sobreadaptado y, cuando supone que es el otro el que obtiene una ganancia surge la manifestación psicosomática .Freud plantea, para las neurosis actuales, un estancamiento tóxico de libido objetal homosexual (precisamente la erogeneidad que sublimada es procesada en la actividad laboral). A ello Sami Ali le agrega un fragmento paranoico complementario. Este componente paranoico consiste en la generación de ciertos personajes persecutorios que el paciente coloca en el mundo, vía proyección patológica de un fragmento del superyo ("hay miradas acusadoras", "hay una lista negra…", "es una injusticia", "competencia desleal").Al referirme a los decretos del superyo sobre lo bueno o malo/ útil o perjudicial, y su enlace con la alteración en la autoconservación, señalé la desmezcla pulsional y las magnitudes hipertróficas de la pulsión de muerte que atentan contra la propia vida. Prosigamos, ahora un poco más: cuando la pulsión sexual entra en contradicción con la autoconservación -y se pone al servicio de la pulsión de muerte- deviene necesariamente una desmentida o desestimación del juicio acerca de lo nocivo del objeto. A su vez, el paciente psicosomático des-constituye la autoobservación; específicamente queda abolida la posibilidad de decidir sobre lo nocivo que afecta al yo.

Respecto del ideal, tales pacientes desmienten la distancia entre el yo y aquel. Este conjunto de fallidas estructuraciones conduce a una degradación del ideal (de la ganancia en este caso), una resexualización del superyo vuelto sádico y a la disolución de las identificaciones. El paciente concluye suponiéndose sólo una cifra en la mente de su interlocutor ("en un lugar donde hay 18.000 empleados sos un número", "me siento un cero"). El paciente es una cifra, víctima de los cálculos de un ser despótico (paranoico) cuya cuenta siempre termina con el mismo resultado, cero. En este punto, y cómo último tópico, deseo mencionar las hipótesis sobre las relaciones entre el grupo y el líder, tema que desarrollaré con mayor profudidad en el capítulo de liderazgos. Es interesante advertir que el término estrés, etimológicamente, deriva de la palabra latina stringere que significa "provocar tensión". Schvarstein (1998, 2000) distingue y reúne las nociones de contradicción y tensión a partir de lo cual desarrolla su forma de comprender y abordar el análisis organizacional. La teoría psicoanalítica sostiene la hipótesis de que las relaciones interindividuales tienen como fin privilegiado procesar las exigencias pulsionales y, secundariamente, las que pro vienen de la realidad y el superyo. En el caso de las instituciones, el triple vasallaje (que empuja a la complejización) proviene de las aspiraciones de grupos e individuos de la propia organización, de las tradiciones y de la realidad intra y extrainstitucional. El modo en que una organización específica (y en especial su líder) dé cabida a estas tres fuentes de incitaciones (amos) contiene la clave para la generación y continuidad de proyectos. Cada uno de estos amos posee sus propios representantes en el seno mismo de la institución, respecto de los cuales el líder debe hallar caminos para múltiples transacciones.

Los principales encargados de responder a esta triple exigencia son aquellos responsables de las decisiones principales (centralmente el líder).Tales exigencias (las provenientes de las aspiraciones comunitarias, las tradiciones y la realidad) reúnen dentro de sí fragmentos heterogéneos, por lo que se advierte la complejidad de conflictos posibles. Así, pueden desarrollarse, por ejemplo, enfrentamientos entre representantes de las aspiraciones internas con representantes de las tradiciones (es decir, entre los representantes de distintas exigencias) o bien, entre los representantes de un mismo amo entre sí (por ejemplo, pugnas entre grupos que atribuyen diferentes significados a una misma realidad).Por lo tanto, coexiste una diversidad de factores (ente los cuales se arman alianzas, rivalidades, desconocimiento, etc.) frente a lo que los decisores deben responder con una lógica cada vez más sofisticada. Los riesgos de fragmentación, entonces, también son numerosos. Al hablar del pensamiento apocalíptico, Maldavsky señala que este "condena todo proyecto, toda iniciativa comunitaria que abra el futuro a lo posible, a lo nuevo, y pesquisa y magnifica en cada producción sublimatoria los restos de una voluptuosidad irrestricta, por lo cual dicha producción queda anatematizada como introductora de la disolución en los lazos sociales" (1991, pág. 267). Cuando este tipo de pensamiento es encarnado por el líder se va plasmando un despotismo creciente -. El liderazgo se va envileciendo progresivamente ante la falta de respuestas adecuadas para hallar transacciones entre las tres fuentes de exigencias. En la organización dirigida por un líder apocalíptico se va desestructurando la pulsión social, uno de cuyos componentes –la autoconservación- se trastorna como en el caso de las personas que perpetran el suicidio. Tal puede ser la situación de aquellos conductores que arrastran su empresa consigo hasta la tumba. El liderazgo apocalíptico se torna cada vez menos representativo con los consiguientes efectos de supresión de la diversidad, la tendencia a una nivelación descomplejizante y la abolición de los nexos sociales de tipo solidario requeridos para el trabajo en común-

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LIDERAZGOS-Procesos tóxicos del cuerpo social-Psicosomática-La renuncia a la satisfacción directa de la pulsión, es condición para la adquisición de la cultura, y aquello de lo cual hay que apartarse queda representado por lo tabú. Esta conquista cultural, tiene sus consecuencias; la furia que desarrolla cada individuo por la renuncia del placer y que proyectada en el futuro, vuelve como castigo divino (Freud, 1932, "Sobre la Conquista del Fuego", 1939, "Moisés y la religión monoteísta"). La pulsión social, deriva de la pulsión homosexual apoyada sobre la pulsión de autoconservación y es efectiva en la producción de vínculos como amistad, sentido comunitario, amor por la humanidad (Freud, 1911, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia…", 1921, "Psicología de las masas y análisis del yo").

La sublimación del erotismo deviene en ideal, cuyo contenido es diferente, según el nivel de fijación de la evolución libidinal. La abstracción del ideal, tiene grados crecientes, en un esfuerzo del aparato para dar cabida al traumatismo que implica, la imposibilidad de satisfacer totalmente una vivencia. Siempre resta algo no consumado, no hay felicidad completa, y la complejización expresa la exigencia de la pulsión. De la diferencia entre el placer de satisfacción y el exigido surge el factor impulsor (…) como dijo el poeta "tiene indomado, siempre adelante (Fausto I) (…) no queda otro remedio sino avanzar (Freud, 1920, "Más allá del principio del placer"). El ideal, pasa a ser el espacio donde la satisfacción total es posible, y esta ilusión se proyecta en el líder que es resguardado por una prohibición. La formación de ideales, deja entonces en libertad la agresión, que vuelve sobre el yo, y la pulsión de muerte puede deshacer lo conquistado. Freud, citando a Heine, en "Malestar en la cultura", op. cit., p. 55 dice "Tengo la disposición más apacible que se pueda imaginar. Mis deseos son una modesta choza, un techo de paja (…) unas flores ante la ventana, algunos árboles (…) y si el buen Dios quiere hacerme completamente feliz, me concedería la alegría de ver colgados de esos árboles a unos seis o siete de mis enemigos (…) El placer imposible, puede tratar de satisfacerse en otro espacio, exterior, o dentro y en secreto. Primero la instancia superyoica tolera, luego se vuelve más sádica explicando las secuencias de corrupción con satisfacción desenfrenada que socavan la moral y el orden, seguidas de periódicas purgas contra el enemigo. El castigo es posible, en tanto se mantenga separado el espacio comunitario del tabú, donde está el líder.

Partes: 1, 2, 3, 4
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