Descargar

La fiscalidad como espejo de la sociedad


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La fiscalidad como espejo de la sociedad
  3. La educación cívico-tributaria en los ciudadanos
  4. La cultura cívica por la responsabilidad fiscal
  5. Un poco de historia
  6. Carlos Roloff Mialofsky, mártir de la Administración Tributaria Cubana.
  7. Conceptos Generales sobre Administración Tributaria en Cuba
  8. La Oficina de Administración Tributaria (ONAT)
  9. Conclusiones
  10. Bibliografía

Introducción

Los constantes cambios que dentro del proceso de modernización enfrentan en la actualidad las Administraciones Tributarias conducen a una serie de planteamientos y acciones que exigen contar con una sociedad informada, preparada y calificada, cuyo nivel de conocimiento permita obtener resultados acordes a los objetivos trazados por los diferentes gobiernos.

Dada la complejidad de la función tributaria y su respectiva administración, se ha considerado, junto con la búsqueda de una mayor colaboración con distintas organizaciones y entidades, la necesidad de incentivar y estimular, de manera general para toda la ciudadanía, la posibilidad de la mayor comprensión y conocimiento acerca de la fiscalidad, y su importancia para el sostenimiento de la sociedad, fortaleciendo el programa de capacitación cuyo objetivo involucre el estudio, la reflexión y la consulta oportuna en temas tributarios.

El tema política fiscal como parte de las políticas macroeconómicas ha sido tratado como un complemento más para el desarrollo integral de un profesional o técnico de las ciencias económicas, no obstante se ha determinado la importancia que tiene para una sociedad el conocimiento fiscal, pues este debe contribuir al incremento sostenido de la eficiencia de la economía y de los ingresos al Presupuesto del Estado, con el propósito de respaldar el gasto público en los niveles que resulten necesarios, en interés de mantener el adecuado equilibrio financiero.

Por lo tanto el objetivo del presente trabajo es tratar la responsabilidad fiscal en los jóvenes, desarrollada a partir de la cultura cívica-tributaria.

Para ello se aborda los temas:

  • La fiscalidad como espejo de la sociedad.

  • La educaciónvico-tributaria en los ciudadanos.

  • La cultura cívica por la responsabilidad fiscal.

DESARROLLO

La fiscalidad como espejo de la sociedad

La conciencia cívica no es algo natural; es un producto social y, por tanto, resultado de la educación. Los valores morales de justicia, solidaridad, responsabilidad y cooperación, son producto de procesos sociales donde, por ensayo y error, se ha llegado al convencimiento de que es más útil y eficiente integrarlos en la conducta, en detrimento de aquellos otros que impulsan a la depredación. La conciencia cívico – fiscal se adquiere a través de diversos procesos educativos, cuya mayor o menor aceleración depende de la voluntad de quien desee impulsarlos.

Es necesario que los jóvenes conozcan que un sistema educativo general, obligatorio y gratuito, como el nuestro, no puede sostenerse o universalizarse sin una fiscalidad eficiente. Por eso uno de los objetivos del modelo económico cubano actual, se propone abordar la educación fiscal integrándola en la educación moral y cívica cuya finalidad no es tanto facilitar conocimientos académicos cuanto contenidos morales.

En el espacio fiscal, las técnicas jurídicas y económicas se ponen al servicio de las ideas socio – políticas. Por eso, la fiscalidad es un mero reflejo de la estructura social y de poder de una comunidad políticamente organizada, a cuyos fines e ideas colectivas sirve. De ahí que la fiscalidad no haya sido igual en los imperios de la antigüedad que en los Estados modernos, o que en los contemporáneos; como tampoco puede presentar los mismos rasgos en una sociedad agraria que en una industrializada, o en una sociedad de servicios; ni es igual en un modelo de Estado autoritario que en uno democrático.

El espejo fiscal es, por lo tanto, un espejo social en su sentido más amplio. No sólo refleja estructuras políticas y económicas. También refleja metas, fines, valores, actitudes y conductas que son, a la vez, causa y consecuencia de aquellas estructuras. La conducta fiscal, de los poderes públicos y de los individuos, constituye uno de los mejores indicadores del grado de vertebración social y de legitimidad de las instituciones de una colectividad.

Así, la conciencia fiscal no puede concebirse como algo segregado de la conciencia cívica general. No se puede pretender un grado de ética fiscal elevado en un ámbito donde la ética ciudadana es débil, por tanto se deberá fomentar la cultura tributaria y la responsabilidad social de la población y entidades del país en el cumplimiento cabal de las obligaciones tributarias, para desarrollar el valor cívico de contribuir al sostenimiento de los gastos sociales y altos niveles de disciplina fiscal.

La conciencia cívica no es algo natural; es un producto social y, por tanto, resultado de la educación. Los valores éticos de justicia, solidaridad y cooperación son producto de procesos sociales donde, por ensayo y error, se ha llegado al convencimiento de que es más útil y eficiente integrarlos en la conducta, en detrimento de aquellos otros que impulsan a la depredación.

La educación cívico-tributaria en los ciudadanos

La educación cívico – tributaria se adquiere a través de diversos procesos educativos, cuya mayor o menor aceleración depende de la voluntad de quien desee impulsarlos.

Sucede que no se puede llevar a cabo la política tributaria verdaderamente eficaz sin contar con el elemento humano que la diseña, que la aplica y aquel a quien se dirige. Todo diseño de planificación y de legislación tributaria concebido en la mesa de despacho es estéril si no se presta la debida atención a las ideas, actitudes, modificaciones y formas de comportamiento de los ciudadanos, a su moral personal y colectiva, a su grado de cohesión y a sus ideas más o menos compartidas sobre el modo de organizar la convivencia cívica. Por eso, una de las líneas estratégicas de la política tributaria consiste en algo aparentemente tan alejado de su función jurídica y económica como es la educación en valores de responsabilidad de los ciudadanos.

Las estrategias educativas para la formación de valores a través de la educación cívico-tributaria, no es en absoluto novedosa. Ha sido ensayada en varios países entre los que se puede destacar Filipinas – enseñanza básica y bachillerato -, México – en centros educacionales comunitarios y en enseñanza de adultos – También en Perú, Francia y España – en el marco curricular de la Educación Cívica dentro de la enseñanza obligatoria.

En este sentido en nuestro país, como parte del programa de estudio en las escuelas primarias, secundarias, politécnicos de economía y la carrera de Licenciatura en Contabilidad y Finazas, se asumió desde el año 1999 aproximadamente, la impartición en las aulas de distintos aspectos del tema fiscal.

La posibilidad de presentar los resultados de esa experiencia en Pedagogía – 99, y de continuar desarrollando programas que pudieran insertarse luego en los planes de estudio de esas enseñanzas, fueron algunas de las perspectivas y estrategias que se valoraron en aquel período. Sin embargo la realidad ha sido otra.

En estos momentos al plantearse los lineamientos de la política económica de nuestro país, en el marco del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se hace necesario realizar una valoración sobre el estado de la economía y los diferentes problemas a resolver, teniendo en cuenta los principales acontecimientos y circunstancias de orden externo e interno.

La labor educativa de la Administración Tributaria en nuestro país centra su actuación en dos frentes:

  • el de los ciudadanos, denominados contribuyentes, informando a los adultos, jóvenes y niños acerca del sentido, alcance y finalidad que tiene el cumplimiento de las obligaciones tributarias.

  • El de los funcionarios de la Administración, informándoles de que su modo de conducirse ha ser un troquel de comportamientos; de que su prestigio e influencia reposarán en un modelo de actitudes y conductas al que se ajuste el resto de los profesionales públicos y privados del país.

Ciertamente, en la socialización de los individuos tiene una influencia decisiva el núcleo familiar. Pero, a medida que el individuo se va haciendo adulto, dicha influencia pasa a ser ejercida también, y de forma no menos poderosa, por otras instituciones entre las que cabe destacar el sistema educativo, el círculo de amistades, los grupos profesionales y los medios de comunicación.

En la actualidad, la conducta fiscal suele ser pauta que los individuos han de incorporar en su etapa adulta sin que se les haya socializado adecuadamente en este aspecto desde edades tempranas. Así, tiende a reducirse el complejo tema de la fiscalidad al pago material de los impuestos, cuando el mero pago es una parte importante pero que no agota el significado de todo lo que lleva consigo el cumplimiento de las obligaciones tributarias.

Esto sucede porque, prácticamente en la totalidad de los países contemporáneos – y el nuestro no queda exento de ello -, la formación de la cultura fiscal está actualmente en manos de la educación informal – núcleo familiar, grupo de amigos, grupos profesionales y medios de comunicación – y de la educación no formal – cursos impartidos por centros especializados e interesados en el tema -, quedando la educación formal – sistema educativo – relegada a desempeñar un papel algo marginal que suele circunscribirse a alguna asignatura en ciertas licenciaturas universitarias. Además, tanto la educación no formal como la formal, tienden a abordar la fiscalidad con una perspectiva meramente propedéutica o instrumental, siendo la educación informal la verdaderamente determinante en la configuración del núcleo más básico de las creencias, ideas y actitudes fiscales de los ciudadanos.

Los ciudadanos adultos ya han sido socializados de un modo determinado, de acuerdo con las condiciones propias del contexto económico, político y social donde viven. No obstante se debe informar a la ciudadanía, de manera clara y sencilla, acerca de cómo se elabora el presupuesto público: cuáles son las necesidades de gastos corrientes, básicos; cuáles son las fuentes de los ingresos públicos, cuáles son las decisiones de gasto que hay que afrontar de manera prioritaria para conseguir el desarrollo sostenible del país; qué problemas trae el recurso al endeudamiento si no se alcanzan los ingresos públicos, etc.

Para los ciudadanos de las más tempranas edades y los jóvenes, los cuales se hallan inmersos en pleno proceso de socialización y conformando su propia personalidad, es el momento idóneo para formar su conciencia fiscal desde la base; es decir, actuando sobre los valores cívicos.

El sistema educativo tiene como función formar e informar a los jóvenes; tarea doble de importancia decisiva para la comunidad, donde la vertiente formativa es tan importante como la informativa, por su impacto directo en la socialización secundaria de los jóvenes.

Debido a su doble función, el sistema educativo completa y, de alguna manera, sustituye a la familia en aquellas tareas que ésta por sí sola ya no puede abarcar en las sociedades complejas. Debido a su enorme autoridad normativa, el impacto de la educación formal en la formación de la conciencia ética es mayor que el de los demás agentes socializadores secundarios. Por eso, la Administración Educativa es un aliado imprescindible, cuya colaboración en la tarea de la formación de la cultura fiscal de los jóvenes debe asegurarse todo gobierno contemporáneo.

La fiscalidad supone un filón inagotable de oportunidades didácticas que, si el sistema educativo sabe utilizar, son sumamente útiles tanto para explicar conceptos – su vertiente informativa – como transmitir – en su vertiente formativa – normas, valores, actitudes y comportamientos.

La cultura cívica por la responsabilidad fiscal

En marzo del 2007 el Comité Central del Partido Comunista de Cuba circuló el Programa Director para el reforzamiento de los valores fundamentales en la sociedad cubana actual, así como un grupo de recomendaciones para su implementación.

Según este documento, el objetivo esencial del mismo "…es contribuir, mediante su aplicación práctica, a reforzar la formación de un grupo de valores, considerados fundamentales por todos los factores involucrados en ese propósito". (Partido Comunista de Cuba, 2007) Los valores que se deben priorizar son: dignidad, patriotismo, humanismo, solidaridad, responsabilidad, laboriosidad, honradez, honestidad y justicia.

La enseñanza técnica y profesional le concede importancia a lo plasmado en el referido documento cuyo cumplimiento considera impostergable y con mayor énfasis en el valor responsabilidad, cuyo comportamiento actual se caracteriza por desconocer la estructura interna del valor, muestra de ello es que se consideran responsables, pero no tienen todos los argumentos para demostrarlo.

Por otra parte desde el inicio del proceso de actualización del modelo económico cubano, el fomento de la cultura tributaria en la población se ha planteado como un objetivo indispensable para su éxito.

En aras de este propósito, la Oficina de Administración Tributaria (ONAT) ha diseñado una estrategia educativa de comunicación dirigida a fomentar la cultura cívica fiscal, la cual contempla no solo la educación de todos los involucrados en este trabajo, sino también de todos los ciudadanos. Por lo que a inicios del próximo año (2012), la estrategia educativa de comunicación de la ONAT sobre el Sistema Tributario en Cuba estará enfocada, principalmente, en el sector de la población constituido por niños, adolescentes y jóvenes. Para ello ya se iniciaron coordinaciones con el Ministerio de Educación (MINED).[1]

Con ese propósito, la ONAT potenciará el trabajo a través de círculos de interés sobre temas tributarios y la inserción de estos temas en los programas educativos, además, la salida al aire, en el 2012, de una serie de cursos de Universidad para Todos sobre materia fiscal.[2]

No hay que creer que por difícil que pueda parecer, una estrategia educativa para contribuir al valor responsabilidad, a través de la educación cívico-tributaria, es algo de poca importancia y menos aún ajena a los intereses y objetivos de la política tributaria del país. Especialmente en aquellos ámbitos donde otras instituciones más específicas o tradicionales fallan en su papel de dirección cognoscitiva y moral de la sociedad, la Administración Tributaria puede llenar tal vacío erigiéndose en un "poder espiritual"[3] que paulatinamente vaya transformando las condiciones culturales, sociales y económicas – y por tanto el orden social – de manera pacífica.

Para ello debe llevarse a cabo un proceso de socialización, el cual hace posible la vida en sociedad y permite la transmisión de pautas culturales de una generación a otra. Es a través de este proceso, que el individuo va adoptando interiormente los conceptos, normas, valores y actitudes propios del grupo social en el que está inserto, de manera que llegan a formar parte de su propia personalidad.

Las normas fiscales forman parte conjunto de normas sociales que debe cumplir un individuo adulto en una cultura democrática. Un ciudadano adecuadamente integrado en este modelo social tendería a cumplir correctamente los requerimientos que el sistema fiscal le exige sin esperar a que se ejerciera sobre él la presión coactiva de la Administración. Las responsabilidades fiscales formarían parte del conjunto de valores que un ciudadano debe respetar y defender; y el cumplimiento fiscal es un problema de ciudadanía.

Es necesario que los jóvenes conozcan que un sistema educativo general, obligatorio y gratuito, como el nuestro, no puede sostenerse o universalizarse sin una fiscalidad eficiente. Por eso se propuso abordar la educación fiscal integrándola en la educación moral y cívica cuya finalidad no es tanto facilitar conocimientos académicos cuanto contenidos morales.

Si el Sistema educativo conjuntamente con la Administración Tributaria asumen el compromiso de impulso y seguimiento de la idea inicial sobre la impartición en las aulas de distintos aspectos del tema fiscal con la finalidad de involucrar a la sociedad en la posibilidad de la mayor compresión y conocimiento acerca de fiscalidad, se compartirá protagonismo en la formación de la conciencia moral (valores de responsabilidad) y cívica de los ciudadanos más jóvenes, y es una magnífica ocasión para poner fin a una tendencia donde el Sistema educativo y el Sistema fiscal parecen ignorarse mutualmente aparte de los obligados contactos para la elaboración del Presupuesto Estatal.

Diferentes autores han tratado el tema relacionado con la educación en valores entre los que se encuentran: Esther Báxter (2001), Nancy L Chacón (1999) Justo A. Chávez (1990)), José R. Fabelo (2002), Fernando González Rey (1998), y Antonio Hernández (2007), quienes coinciden en la necesidad creciente de formar y educar valores en las nuevas generaciones.

Por tanto, toda acción ejecutada tiene que tener una marcada intencionalidad, partiendo de objetivos estratégicos viables.

En el libro "Labor educativa. Selección de lecturas", compilación realizada por la Lic. Miriam Egea Álvarez, (2007), recoge los diferentes objetivos que respaldan el modo de actuación asociados al valor, entre los que se destacan: la educación jurídica, la educación económica y la educación formal, y para lo cual se apoya en un conjunto de acciones dirigidas a la educación en valores determinadas para cada enseñanza.

A partir de un estudio realizado se determinó la necesidad de profundizar y fortalecer la educación en valores de responsabilidad, a través de la educación cívico-tributaria, por todos los factores socializadores, así como, los resultados obtenidos con los instrumentos aplicados, han permitido constatar que existen dificultades en el conocimiento sobre la fiscalidad, lo que influye en ello la carencia en cuanto al valor responsabilidad, sin embargo se considera como fortaleza que los ciudadanos jóvenes se hallan inmersos en pleno proceso de socialización, por tanto, es el momento idóneo para formar su conciencia fiscal desde la base; es decir, actuando sobre los valores cívicos.

A partir de esta situación problémica, surge la idea de que, mediante el trabajo con la educación cívico-tributaria, las relaciones interpersonales, la interacción colectiva, el trabajo en equipo, así como el máximo aprovechamiento de las actividades educativas y sociales, se puede desarrollar el valor responsabilidad partiendo de la educación cívico-tributaria, vista no sólo como una breve exposición del sentido y la finalidad de los impuestos, sino como objetivo primordial para transmitir valores y actitudes favorables a la responsabilidad fiscal y contrarios a las conductas defraudoras, además de un conocimiento integral de la sociedad.

Un poco de historia

Tributos en Cuba. ¿Llegaron con Colón?

Tal vez no los trajo el Gran Almirante en su primer viaje, pero los impuestos llegaron a Cuba tras el "descubrimiento", y sobre todo con la conquista y la colonización española.

El primer impuesto conocido en la isla se llamó tributo y debían pagarlo, en dinero o en especie, según los frutos de la tierra y para beneficio del Rey, los indios entre los 18 y los 50 años. Eso decían las leyes de 1542. Con el tiempo se impusieron otras obligaciones; el almozarifazgo, por todas las cosas que en "las indias" se importasen en Europa; la sisa, rebaja a favor del erario, que se hacía en los pesos y medidas al realizar transacciones mercantiles; la alcabala, a fines del siglo XVI; los impuestos eclesiásticos, como el diezmo; y los especiales, como la mesada y la media annata, a parte de otras contribuciones.

En casi 5 siglos, contados desde el desembarco de Colón, la historia de los regímenes tributarios en Cuba es tan larga como dispersa, aunque buscando entre viejos libros pueden encontrarse algunas referencias interesantes. Cuenta el erudito Rolan T. Ely en su libro La Economía Cubana entre las dos Isabeles, 1492- 1835, editado en 1960, que "no mucho después de la batalla de Waterloo, un crecido número de extranjeros comenzó a fijar su residencia en Cuba. La Real Orden de octubre de 1817, se encaminaba a promover la inmigración blanca (…) y garantizaba la exención de grandes impuestos durante los primeros 15 años de residencia y grandes reducciones de impuestos después de ese tiempo. Diez años más tardes un visitante de Nueva Inglaterra (hoy territorio de Estados Unidos) hacía notar que se deban todas las facilidades a la instrucción de capitales, negociantes y plantadores extranjeros. Las leyes a este respecto son muy liberales, y la práctica de gobierno lo es aún más". Dice más adelante el autor: "Un inglés por largo tiempo residente en las Indias Occidentales y en Cuba, refiriéndose a las haciendas azucareras y cafetales que pasaron a sus manos, describe así el curso de estos sucesos en esa época: …los pobladores americanos estaban exentos de muchos impuestos, de contribuciones personales y de otros tributos que aún los súbditos españoles tenían que pagar". Facilidades que evidenciaban el interés del estado español en atraer capitales para la economía de su colonia.

Consejos de "buen vecino"

Reclamados por la Secretaría de Hacienda llegan en 1939 a la isla los expertos norteamericanos en Finanzas Roswell y Carl Shoup, respondiendo a " una invitación que nos hizo el gobierno cubano en diciembre de 1938 para estudiar el sistema tributario de Cuba. Se nos pidió que recomendáramos cambios en las leyes y administración de impuestos que produjeran ingresos adicionales, de cinco a diez millones de pesos al año…". A ambos especialistas se debe el estudio El sistema tributario en Cuba (1939) radiografía del sistema fiscal cubano de la época. Magill y Choup señalaron la existencia de una deuda estatal pública de más de 55 millones de pesos, entre cuyas causas se incluían reclamaciones, bajo sentencias de tribunales ordinarios, por concepto de impuestos pagados en exceso por los contribuyentes y sueldos y pensiones no pagadas por instituciones del gobierno. Observaron que la mayoría de la recaudación de impuestos se concentraba en derechos de importación y sobre las ventas de mercancías de uso general, tendencia contraria a la de países como Estados Unidos e Inglaterra, donde el peso fundamental recaía sobre las rentas. "La carga tributaria"-precisaban pesa intensamente sobre los consumidores de artículos de primera necesidad, y en modo alguno, sobre la renta riqueza acumulada".

Ante ello, sugirieron invertir los términos lo antes posible, para mejorar el saldo recaudatorio, e igualmente propusieron simplificar el sistema impositivo, sustentado por una enmarañada y dispersa legislación que los especialistas no pudieron conocer del todo, pese a la ayuda de los funcionarios de hacienda.

Olor a trampa

Otros fragmento de estudio de ambos expertos llama la atención por lo que descubre: "Las dificultades con que tropieza el contribuyente para conocer su propia carga tributaria, y juzgar el sistema administrativo en su calidad de ciudadano y elector, crecen con el hecho de que las estadísticas oficiales compilan los impuestos similares bajo distintas, designaciones y no muestran en manera alguna los impuestos a fuentes de recaudación que ingresan en los llamados fondos especiales (…)".

Muchos de estos fondos-esclarecían son pequeños en sí, pero la recaudación total de ellos se aproxima, aparentemente a 10 millones de pesos al año; o (…) por lo menos tanto como un octavo del total de la recaudación del presupuesto de la nación. El contribuyente, por lo tanto, sabe que la Secretaría de Hacienda le ordena pagar gran número de impuestos y otras cargas, cuya recaudación no aparece en el presupuesto, cuya fiscalización es en parte o completamente de carácter privado; y que los gastos que con ellos se relacionan son oscuros. Tal situación conduce inevitablemente a la morosidad y evasión de los impuestos.

Hace imposible un conocimiento inteligente del impuesto que caracteriza una forma democrática de gobierno. Sugerían Magill y Shoup eliminar gradualmente, pero la manera rápida y continua, esta "forma de recaudación". Sobran comentarios.

Respecto al personal de Hacienda, incluyendo al encargado del régimen fiscal, expresaban los especialistas norteamericanos: "Por todas partes hemos sido informados de que en la Secretaría existe gran número de empleados incapacitados, designados por influencias, muchos de los cuales poseen poca o ninguna capacidad para el desempeño de sus cargos (…). en lo que respecta a la selección de personal para cubrir las plazas, se dice la Ley del Servicio Civil es virtualmente, en la práctica, letra muerta, pero sus disposiciones son utilizadas como palanca efectiva en contra de las destituciones de los incompetentes. Los nombramientos para cubrir plazas de mayor o menor categoría son hechos, regularmente sobre las bases de recomendaciones del Presidente, oficiales del ejército o miembros del Congreso".

Desayuno y acuerdo

Un septuagenario pero aún muy lúcido colega, que en sus años mozos fue agente de ventas de una de las tres famosas cervezas cubanas, me comentó: "Trabajaba yo, más o menos por aquellos años, en un almacén de la firma en Florida, Camagüey. El encargado o agente era catalán. Siempre, al final del día, sellábamos el depósito de la mercancía y facturábamos las ventas de los carros. El agente no quería problemas con los inspectores del fisco".

"Un día vino uno que, con toda su calma, revisó los libros y preguntó cuanto quiso. Ustedes tienen todo en regla, las facturas etc., etc. Pero yo no trabajo en balde. Para que les haga el acta tienen que darme cien pesos, nos fijo. Y así tuvo que ser".

"A la segunda visita, le propuse al catalán: Déjamelo a mí. Me lo llevé a desayunar a un hotel, comimos, bebimos, y al final le dije, francamente: No hay nada que inspeccionar, porque yo no he registrado ninguna factura. Puso el grito en el cielo. Pero, lo calmé, con cierta oferta que fue a consultar con su jefe. Regresó a la hora del almuerzo que también le pagué y… definitivamente se transó por 500 pesos".

"Salimos en coche, porque no hubo más dificultades, y a partir de entonces, en lugar de los mil pesos que usualmente pagábamos como impuesto, comenzamos a pagar solo la mitad. Era la época".

El impuesto rebelde. Raíz de justicia.

Fragmentos del libro Segundo Frente Oriental "Frank País": Historia del Departamento de Finanzas.

Desde los primeros días de creado el Segundo Frente Oriental, el comandante Raúl Castro expresó: "…Hay otras cosas importantes que debemos hacer para haber cumplido realmente con nuestro deber en esta guerra. Nuestro objetivo único no es tumbar a Batista, sino hacer una revolución verdadera y las bases de esa revolución tenemos que sentarlas aquí, en pleno campo de batalla…"

Desde el punto de vista administrativo, el objetivo que se perseguía era lograr el abastecimiento del ejército revolucionario y establecer las bases organizativas de lo que sería más tarde un pequeño Estado revolucionario.

(…) Cada compañía de las que formaban el Segundo Frente tenía sus propios métodos de financiamiento. Los intendentes de cada una de ellas se encargaban del abastecimiento de la tropa, utilizando cinco fuentes fundamentales:

  • 1. Donaciones voluntarias enviadas por el Movimiento 26 de Julio de las ciudades cercanas.

  • 2. Donaciones voluntarias de la población de la zona.

  • 3. Donaciones de alimentos por parte de los campesinos.

  • 4. Efectivos que dejaban los terratenientes, comerciantes, etc., que huían de la zona.

  • 5. Compras realizadas en los comercios de los pueblos cercanos

  • 6. Requisas

El fortalecimiento y gradual crecimiento del ejército revolucionario llevaban implícita la creación de nuevas formas de organización administrativa que facilitaran el financiamiento del Frente(…)

Alrededor del mes de junio de 1958, se crearon las primeras delegaciones de Tesorería. Estas delegaciones tenían la misión de cobrar el 10 % sobre el valor de las mercancías que se destinaran a la venta, como un medio para financiar los gastos de la guerra. Esta medida se informó a los productores y comerciantes, explicándoles las razones por las cuales se cobraba este impuesto de guerra; se trataba de llevar a estos al convencimiento de por qué debían pagarlo, pero la medida también era de obligatorio cumplimiento. Era imprescindible la obtención de ingresos regulares y estables para el abastecimiento y los servicios a las tropas, que hasta ese momento había recaído en los vecinos simpatizantes y en las organizaciones del Movimiento 26 de Julio que enviaban sus aportes desde las ciudades y pueblos cercanos. Esto permitiría además construir caminos, brindar atención médica, crear escuelas y satisfacer las necesidades más apremiantes de la población de la zona.

La Orden Militar No. 39 del 14 de Julio de 1958, estableció oficialmente el cobro del 10% por concepto de impuestos sobre el valor de todas las mercancías destinadas a la venta y creó adscripto a la comandancia general del Segundo Frente Oriental "Frank País " , el Departamento de Tesorería (…).

La mencionada Orden Militar establecía un impuesto sobre el producto total de la producción agrícola, forestal, ganadera, minera y comercial del territorio libre ocupado por el Segundo Frente Oriental.

El impuesto sobre el producto agrícola recaería sobre el valor de la caña de azúcar, el cacao, el café el maíz, el arroz y los frutos menores producidos, exceptuando aquellos destinados únicamente al consumo del cultivador, sus familiares y empleados dentro de la unidad territorial o finca.

El impuesto sobre el producto forestal se aplicaría sobre el total de la madera extraída, calculada en pies, ya fuera en bruto o labrada.

El impuesto sobre el producto de la explotación ganadera se aplicaría sobre el valor total de las reses transportadas fuera del territorio del Segundo Frente o vendidas para su consumo dentro de dicho territorio.

Sobre el producto de la explotación minera, el impuesto se aplicaría sobre el valor del mineral extraído o separado de sus vetas, filones, yacimientos o depósitos naturales aún cuando quedaran en éste territorio.

En relación con el comercio se establecía una licencia con validez de un año. Todos los comerciantes debían pagar un impuesto del 5 % sobre las compras brutas que realizaran. El impuesto se cobraría directamente sobre el producto, en efectivo y en el acto de hacer la declaración. Los pagos deberían efectuarse mediante declaración jurada de los contribuyentes ante los funcionarios de la dependencia correspondiente, en el tiempo señalado, haciendo constar los productos, cantidad, calidad, pesos, valor, etc.

Las delegaciones y subdelegaciones, al efectuar el cobro del impuesto, debían llenar un modelo por triplicado, en el cual se anotaban el nombre del contribuyente, fecha, tipo de producto, valor estimado de mercancía e importe del impuesto. Se entregaba una copia al contribuyente, que lo autorizaba a trasladar la mercancía fuera del territorio del Segundo Frente, otra copia se enviaba a la Dirección de Tesorería y otra quedaba en la delegación.

La ayuda que brindaban las organizaciones del Movimiento 26 de Julio de las ciudades y pueblos cercanos se hizo más sistemática, ya que el Frente se encontraba en un periodo de consolidación, destacándose las de San Luis, Mayarí, Moa, Cueto, Guantánamo, Sagua, etcétera.

El desarrollo que iba alcanzando el Segundo Frente Oriental, su organización, las fuerzas productivas y riquezas naturales existentes, permitieron elevar las recaudaciones, lo que a su vez permitió sufragar los gastos de la guerra y garantizar la ayuda a la población civil de las zonas libradas.

Esta ayuda era muy necesaria, debido a la miseria en que vivían muchas familias campesinas y al cerco establecido por la tiranía, que dificultaba la entrada de abastecimientos al territorio liberado.

En casi todas las capitanías, cuando se sacrificaban reses, se suministraba carne a las tropas y a las familias más necesitadas; cuando se hacían requisas en almacenes de compañías norteamericanas o de algún magnate, se entregaba parte de las mercancías a las familias de la localidad, lo mismo ocurría cuando se ocupaban goletas con mercancías.

Carlos Roloff Mialofsky, mártir de la Administración Tributaria Cubana.

En 1901 el Mayor General del Ejército Libertador Carlos Roloff Mialofsky fue nombrado Tesorero de la Isla de Cuba.Y un año después, el 20 de mayo de 1902, este veterano guerrero de nuestras luchas independentistas, que también fuera dirigente del Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí, se convertiría en el Tesorero General de la República.

Carlos Roloff Mialofsky nació el 4 de Noviembre de 1842 en Varsovia, Polonia, en aquella época bajo la dominación zarista, y emigró cuando joven a los Estados Unidos, donde participó en la Guerra de Secesión. En 1865 llegó a la entonces colonizada Isla de Cuba, tierra que supo hacer suya a fuerza de entrega total e incondicional, probada más de una vez en los campos de batallas y en el duro bregar del exilio. Custodió los fondos del Tesoro de la Nación durante los primeros años de la República mediatizada, y la mayor prueba de su transparencia y austeridad como funcionario público, es que al morir su familia quedó en la penuria.

Este patriota ejemplar, a quien Martí se refirió en múltiples ocasiones con elogiosos epítetos y caracterizaciones profundas, tanto desde las páginas del periódico Patria como en su correspondencia particular, es hoy fuente de inspiración para los trabajadores de la Administración Tributaria Cubana, que buscan con el rescate de su figura, pensamiento y conducta, afianzar valores como la honestidad y la modestia.

El historiador Gerardo Castellanos lo recordaba "modesto sin aspiraciones. No le gustaba figurar. Su distracción favorita era el ajedrez. Vestía con suma sencillez. No usaba prendas. Excesivamente serio. Era muy preguntón, y por lo general, prefería oir que hablar".

Martí lo calificó como "el vehemente y fiel polaco, el cubano indomable y fidelísimo" y solía describirlo así: noble jinete que sabe acometer, alto de frente, inquieto y franco de ojos, reñido con las esperas e hijo fanático y errante de la libertad".

Casi nadie le llamaba Carlos, sino "el polaco Roloff" – y según Pablo Díaz de Villegas, en la Cuba decimonónica decir polaco era decir héroe -.

Abandonó Polonia en 1859 (otras fuentes aseguran que en 1862) y se estableció en Cincinatti. Combatió en la Guerra de Secesión de los EE.UU. en las filas del ejército de Lincoln hasta el fin de la contienda. No se ha esclarecido la fecha de su llegada a Cuba, ni el motivo. Solo contamos con el testimonio del general Pablo Díaz de Villegas: "Desempeñaba en una casa de Caibarién el puesto de tenedor de libros".

El propio Díaz de Villegas relataría cómo, al secundar la región central el Grito de La Demajagua, la Junta Revolucionaria Villareña "buscaba un militar que nos enseñara a pelear, cuando supo que en Caibarién existía un polaco que había servido como oficial en la guerra entre el Norte y el Sur (de los EE.UU.), mandó a Luis Fernández para que le hablase y el General a aceptó inmediatamente". Pronto Roloff fue nombrado, Mayor General y jefe del Estado Mayor de todas las fuerzas del territorio.

De su ejecutoria en la Guerra de los Diez Años, Martí escribió: Jaqueó y contuvo tantas veces al enemigo que no le pudo vencer la astucia ni el valor; que midió a palmos, con un caballo que no tropezaba, el territorio de las Villas". Y al referirse a la actitud de Roloff ante el Pacto del Zanjón, añadiría: "Al día siguiente de capitular, se palpó un informe y vio que tenía aún tela para otra campaña, y empezó a organizarla".

Expulsado de Cuba por las autoridades españolas, partió hacia EE.UU., donde fundó, junto a Calixto García, el Comité Revolucionario Cubano. Tras el fracaso de la Guerra Chiquita, se fue a Centroamérica; pero al llamado de Martí, en 1892, regresó a la lucha: fundador del Partido Revolucionario Cubano, presidente de su Consejo en Tampa, encabezó al lado de Serafín Sánchez el comunicado de apoyo de los generales del 68´ al Partido del Apóstol.

Solo una alevosa traición, que logró frustrar el Plan de la Fernandina, impidió la presencia del vehemente polaco en el inicio de la Guerra del 95´. No obstante, se incorporó a la manigua en julio de ese año al traer la primera gran expedición de la contienda. Se desempeñó en territorio villareño como jefe del Cuarto Cuerpo: Posteriormente fue designado Secretario de Guerra de la República de Cuba en Armas.

En este último cargo defendió un proyecto mambí de invasión a Puerto Rico para ayudar a los independentistas borinqueños. La falta de apoyo de Estrada Palma, quien como delegado del partido Revolucionario Cubano en esa época nunca facilitó los pertrechos necesarios para la misión internacionalista, y las vacilaciones del consejo de Gobierno constituido en La Yaya, impidieron la ejecución de dicho plan.

Al cesar la dominación española en Cuba, Roloff fue un acerbo crítico de la ocupación norteamericana. "Aplazamos nuestro regocijo- escribió en su Diario-, para el día en que flamee definitivamente en el Morro la bandera cubana". En la República neocolonial resaltó por su honradez y austeridad.

Murió pobre, el 17 de mayo de 1907. Como su viuda apenas disponía de medios económicos, lo enterraron el monumento erigido a Calixto García en la neocrópolis de Colón.

Conceptos Generales sobre Administración Tributaria en Cuba

  • Contribuyernte: Persona Natural o jurídica al que la ley impone la obligación de tributar.

  • Persona Natural: Persona física con capacidad para ser sujeto de derechos y obligaciones tributarias.

  • Personas Jurídicas: Las empresas estatales, cooperativas, organizaciones sociales, políticas y de masas sociedades civiles y mercantiles, asociaciones, organizaciones, fundaciones y demás entidades con capacidad para ser sujeto de derechos y obligaciones tributarias.

  • Tributo: La presentación que el Estado exige, por imperio de la ley, con el objetivo de obtener recursos para el cumplimiento de sus fines, Los tributos pueden consistir en impuestos, tasas y contribuciones.

  • Impuesto: el tributo exigido al obligado a su pago, sin contraprestación especifica con el fin de satisfacer necesidades sociales.

  • Tasa : Tributo por el cual el obligado a su pago recibe una contraprestación de servicio o actividad por parte del Estado.

  • Contribución: Tributo para su destino específico, determinado, que beneficia directa o indirectamente al obligado a su cargo.

  • Cuota Mensual: Pagos adelantados, por conceptos de Impuestos sobre Ingresos Personales.

  • Declaración Jurada: Documento oficial mediante el cual se hace la determinación de la deuda tributaria por el contribuyente, quien queda obligado con el contenido y exactitud de los datos consignados en ella y puede ser sancionado con forme a derecho si la presenta con inexactitud, incompleta o fraudulenta.

Carácter Social del Sistema Tributario Cubano

Al inicio de la década del 90 la situación económica de nuestro país se tornó muy difícil, compleja y dura. La población como se reducían considerablemente sus niveles de consumo y se afectaban las condiciones de vida. Nuestra sociedad dejaba de ser homogénea y pasaba a ser heterogénea.

Partes: 1, 2
Página siguiente