La Ciencia
Se considera que la ciencia es un modo de conocimiento que pretende encontrar las leyes objetivas por las que se rigen los diferentes fenómenos. Las ciencias naturales observan, experimentan y predicen con pretendido rigor determinista, mientras que las ciencias sociales lo hacen a través de leyes estadísticas, introduciendo el concepto de probabilidad, aunque la ciencia del micromundo también apela a la probabilidad como auxiliar del conocimiento. El grado de comprobación y de predicción depende también del método que se emplea en cada disciplina científica.
El instrumento fundamental del conocimiento científico es la Razón; sin embargo, la percepción que la Razón tiene del mundo objetivo es siempre fragmentaria y estática y, por lo tanto, considerablemente deformada y errónea. Es que la Razón, por su propia estructura, procede a través de observaciones de puntos focales de fragmentos aislados del mundo objetivo, del mundo objetivo que en la realidad está en perenne movimiento continuo. Al proceder de este modo, los conocimientos logrados semejan pequeños "flashes" de una realidad hecha artificialmente estática.
En verdad, los conocimientos que del mundo objetivo nos proporciona la Razón, semejan las lucesitas intermitentes que adornan los árbolitos de navidad: cada una brilla por sí, sin que exista una luz general y homogénea. En este sentido, el conocimiento racional del mundo objetivo es la contraparte del fenómeno que nos permite ver el movimiento en una exhibición cinematográfica. En efecto, como se sabe, la magia del cine se basa en una debilidad del ojo humano. Debido a esa deficiencia, un conjunto de figuritas estáticas parecen cobrar vida y movimiento al ser expuestas en una sucesión isocrónica. El fenómeno inverso sucede en el proceso cognoscitivo guiado por la Razón exclusivamente. Su incapacidad de abarcar la totalidad del fenómeno, la obliga a segmentar la realidad, a realizar una especie de autopsia de un cuerpo artificialmente muerto. De esta manera hace que la información aprehendida por ella, aparezca como una suma de fragmentos disecados que refleja un mundo hecho artificialmente estático. Así, la Razón convierte un mundo que está en eterno movimiento, en un conjunto de observaciones fragmentadas y estáticas con un valor cognoscitivo muy pequeño. En cambio la Intuición, es decir, la capacidad del conocimiento inmediato, directo, sin mediaciones de ninguna clase, aprehende la totalidad del fenómeno de un solo manotón. Lo aprehende en toda su continuidad, sin fragmentaciones, en su eterno movimiento y en el total de sus relaciones con los otros fenómenos.
Una prueba de que la Intuición es un método que complementa el conocimiento racional se nos presenta cada mañana, al despertarnos. Al abrir los ojos, el conocimiento de que existimos nos viene de un solo golpe. No necesitamos pruebas racionales, ni mucho menos la existencia previa de seres imaginarios, al estilo cartesiano, para saber que estamos vivos. Nuestra Intuición lo capta a cada minuto, a cada segundo, a cada fracción de segundo. Claro está que nuestra capacidad intuitiva, al no haber evolucionado como lo ha hecho la capacidad racional, no está aún suficientemente capacitada para darnos un conocimiento mucho más integral del mundo. Necesita del proceso evolutivo del cerebro, fenómeno biológico, para lograr esa capacidad de conformar con la Razón el dueto que constituye el instrumento cognoscitivo por excelencia. En otras palabras, la especie todavía no está lista, como tal, para un conocimiento así estructurado. Pero, en grados todavía pequeños, lo están algunos seres humanos, a quienes la naturaleza les ha dotado en mayor proporción que a los demás, de esa capacidad intuitiva. Entre ellos, están los filósofos, los artistas y, sobre todo, los poetas, quienes tienen la facultad de "ver el mundo" con la Intuición de una manera que no es muy comprensible para la filosofía y que es totalmente incomprensible para la ciencia.
La Filosofía
Desde mi punto de vista, la Filosofía quiso hacer con la Razón lo que hubiera podido hacer exitosamente con la Intuición: la hizo instrumento para conocer el cosmos. Esta afirmación incluye el convencimiento de que tanto la Razón como la Intuición son los instrumentos cognoscitivos por excelencia del ser humano, pero que la Razón evolucionó a un paso mucho más rápido que la Intuición. Este desarrollo asimétrico de la Razón con relación a la Intuición, se debió, como se dijo, a la necesidad de sobrevivir del Ser cuando devino enemigo de sí mismo por la aparición de la propiedad.
En el principio, el instinto animal se convirtió en Intuición en las primeras etapas de la evolución del antropoide en Ser; luego, por la aparición del sentido de propiedad, esa Intuición se divide, a su vez, en dos partes: la Intuición propiamente dicha y la Astucia. La Astucia es el Instinto convertido en instrumento de sobrevivencia, cuando el Ser se desarraiga del Todo y se vuelve contra sí mismo, a causa de la lucha por la propiedad. Del desarrollo posterior de la Astucia, nace la Razón, la misma que en un ambiente de lucha continua, evoluciona a un ritmo mucho más rápido que la Intuición. De este modo, el cerebro del Ser, desarraigado del Todo, evoluciona biológicamente privilegiando la Razón sobre la Intuición, bajo modalidades que le imprimen tanto el medio ambiente en el que le toca vivir como las condiciones históricas de desarrollo. Esta concepción implica que no sólo el medio ambiente, sino también las condiciones sociales delinean las condiciones biológicas del Ser desarraigado del Todo.
El Poeta
Supongamos que seres de una galaxia muy lejana llegan a nuestro planeta. Supongamos también que estos seres no sólo tienen cinco, sino diez sentidos. Al verlos actuar en plena posesión de sus diez sentidos, seguramente veremos en ellos algunas facultades que nuestra heredada tendencia a la superstición nos hará clasificarlas como sobrenaturales. Estos seres seguramente podrán apreciar el Cosmos desde la perspectiva de varias dimensiones adicionales a las conocidas por nuestro cerebro. Supongamos también que uno o dos de esos sentidos adicionales superen el tiempo-espacio para aprehender otras manifestaciones del cosmos vedadas a nuestros sentidos. Con toda seguridad que su conocimiento del universo será mucho más completo que el nuestro y su aprehensión de los fenómenos, mucho más integral. Ahora bien, algún día el cerebro humano se desarrollará de tal modo, que su capacidad Intuitiva aumentará asombrosamente. Esta capacidad será lograda sobre la base del desarrollo actual de la Razón, la misma que, en el proceso evolutivo de la especie, se convertirá en Intuición pura. Cuando ese punto llegue, el ser humano habrá vuelto a arraigarse completamente en el Ser Total y podrá conocer sus diferentes facetas no de un modo desperdigado, sino integral. Mientras tanto, el hombre racional seguirá conociendo el cosmos de un modo fragmentario y estático. Pero habrá algunas excepciones: las de los seres humanos a quienes la capacidad intuitiva se les habrá desarrollado a un ritmo mayor que el promedio. Entre esos hombres se contará el artista y, entre los artistas sobre todo, el Poeta.
El Poeta es el ser que teniendo aún una capacidad intuitiva incipiente la tiene sin embargo, en un grado mucho más desarrollado que el promedio de los demás hombres. Es por eso que el conocimiento que el Poeta tiene del Ser, es cualitativamente diferente del conocimiento que de él tiene el científico o el filósofo. Es por eso también que su uso del lenguaje debe ser discrecional, puesto que el lenguaje tal como lo conocemos ahora, es todavía un instrumento muy primitivo para mostrar las facetas del Ser, a las que sólo el Poeta tiene acceso. La filosofía será la indagación del porqué del por qué de las cosas y de los fenómenos y emergerá de los hallazgos que le han proporcionado la Intuición y la Razón combinadas. Por eso es que considero que en las condiciones presentes, el Poema es la expresión natural de los hallazgos de los filósofos.
Volviendo al ensayo sobre la posibilidad de que la mente haga abstracciones de abstracciones y logre conformar un concreto real sobre la base de la combinación de propiedades de diferentes concretos reales, sin que exista la ley que exprese la interconexión interna de estos elementos, debo decir que sí, que el hombre puede imaginar, idealmente, un concreto así concebido. Eso sucede en el arte; en todas las artes. El artista, entre ellos, el escritor y, sobre todo, el poeta, tiene la capacidad, entre otras, de elaborar cadenas de abstracciones con las que realiza su obra de arte. En una obra de arte están objetivadas toda clase de abstracciones cuyas interconexiones no obedecen a ninguna ley, puesto que son creaciones intuitivas de la mente, no racionales, sino creativas. Pero el poeta no sólo crea su obra con abstracciones de abstracciones, también tiene la facultad de develar lo que yo llamo Estados Puros del Ser, lo que los filósofos, a su vez, llamarían "esencia". En mi libro El Ser Poético, publicado en 1997, defino el arte y el poema en particular, como el encuentro intuitivo del poeta con un Momento Vital, es decir, con un Estado Puro del Ser al que lo describe en el Momento Poético, para lograr que la Emoción del lector se despierte en el Momento Compartido. Por otra parte, en mi obra en proceso La Acción Recíproca analizo con mayor detalle el fenómeno del arte como instrumento cognoscitivo.
Cuando admiramos las obras de Salvador Dalí (mi artista plástico favorito) nos damos cuenta de que estamos ante un ejemplo de cómo el artista crea sus obras como una combinación de abstracciones de diferentes elementos conocidos. En el caso del surrealismo de Dalí tendremos imágenes que son el reflejo más o menos adecuado de la realidad, combinado con formas hechas de abstracciones de abstracciones. Cuando admiramos a Picasso, su pretensión de "abarcar la cosa desde todos los ángulos posibles, al mismo tiempo" nos damos cuenta de que es otra muestra de la capacidad del artista para crear cosas nuevas sobre la base de la combinación de abstracciones de abstracciones. Algún día, cuando la mente del ser humano esté debidamente evolucionada y exista la armonía perfecta entre Razón e Intuición, todos nosotros seremos capaces de percibir más de cerca la "realidad" del mundo real; tendremos el privilegio de acercarnos, asintóticamente, al conocimiento de la "cosa en sí" kantiana.
Entiendo que este capítulo fue un tanto extenso en la estructura del presente artículo, a pesar de la enorme tarea de síntesis aplicada a su configuración, pero quería estar seguro de que contaríamos con los instrumentos cognoscitivos y epistemológicos que nos permitieran llegar a nuestro objetivo, el análisis de las teorías del valor, con las percepciones muy claras. Es en este análisis donde citaremos críticamente las concepciones axiomático-deductivas y las empíricas que hemos citado en los capítulos anteriores
LAS PRINCIPALES TEORÍAS DEL VALOR
J. Schumpeter History of Economic Analysis
Ingrid Hahne Rima: Desarrollo del Análisis Económico (21)
A continuación se resumirá las principales concepciones sobre la Teoría del Valor en la historia del pensamiento económico, tratando de citar, críticamente, las ideas más importantes en cada caso.
Los "Objetivistas" clásicos
Adam Smith
Al comparar el valor de cambio de un bien con su precio, Smith observó que el precio fluctuaba como una respuesta a los cambio monetarios, por lo que reemplaza el valor "nominal monetario" de cada bien con un precio real, en el mismo sentido que hoy le damos, v.g. al salario real a diferencia del salario nominal o monetario. Este "valor real" es expresado en términos relativos con la cantidad de trabajo que costó producirlo. De este modo, en vez de escoger una mercancía tal como el oro o la plata, Smith recurre más bien a otra mercancía denominada trabajo. Queda entonces determinado que el valor de un bien está determinado por la cantidad de trabajo que contiene, por lo que el trabajador sería el creador de valor. Sin embargo, aclara que el valor creado por el trabajador debe repartirse también entre el dueño del capital y el de la tierra. De este modo, el salario, el beneficio y la renta se convierten en componentes del costo de producción del bien.
Smith supone que la nueva medida de valor, el trabajo, es invariable, pues su costo de producción, la del trabajo, es el salario de subsistencia que el trabajador recibe por el valor creado, salario que por ser de subsistencia, hace que el trabajo sea el menos invariable de todos los medidores del valor. De esta manera, el precio se divide en tres componentes: los salarios, el interés y la renta. Cuando en el largo plazo el precio de mercado iguala la suma de estos tres retornos, tendremos el precio natural. En el corto plazo, el precio de mercado puede no igualar la suma de los tres componentes, debido a que en ese caso, el precio es determinado por las fuerzas de la oferta y la demanda. Smith declara que las tasas de beneficio se determinan por las condiciones generales imperantes en la sociedad, en un proceso que el fundador de la ciencia económica define como de progreso, estancamiento y decadencia. Finalmente, define el precio natural como aquél al que tienden los precios de todas las mercancías.
Aunque Adam Smith propone una solución adecuada a la teoría del valor en la época de los clásicos, el hecho de que el valor creado por el trabajo se divida en tres retornos: salario, beneficio y renta, convierte a su propuesta en una teoría del costo de producción, donde el precio "natural" no es sino el equivalente a ese costo de producción, disfrazado bajo una teoría del valor trabajo.
David Ricardo
Ricardo se apoya en la visión de Smith, pero va un paso más adelante, pues llega al concepto de "excedente" para definirlo como la diferencia entre la cantidad de trabajo requerida para producir los bienes de subsistencia del trabajador, es decir, los salarios, y la cantidad producida por esa fuerza de trabajo. Así, Ricardo explica el beneficio y la renta como productos derivados del excedente creado por el trabajador. Su teoría del valor trabajo deja de lado la contradicción del "costo de producción" de Smith, puesteo que esa contradicción hacía que el precio de un bien se midiera, en el fondo, "por el precio de ese bien" y postula que la única causa de una alteración del valor de cambio es el aumento o disminución de la cantidad de trabajo que contenga, agrega que una variación del salario tendrá un efecto inversamente proporcional al beneficio. Por otro lado, una variación del beneficio afectará a todos los sectores por igual y en el intercambio de bienes a través de sus precios relativos entre sí, el efecto de la variación del beneficio será nulo.
"El carácter determinante del tipo de beneficio agrícola sobre el tipo general de beneficio consiste en que dado que la competencia iguala a todos los tipos de beneficio, la tendencia a la disminución del tipo de beneficio agrícola debe transmitirse al tipo general de beneficio, el cual, por lo tanto, debe manifestar él mismo una tendencia a la caída progresiva". De este modo habrá una tasa de ganancia única congruente con los rendimientos decrecientes en la agricultura. Por otro lado, suponiendo que el trigo es un bien que todos los sectores utilizan como insumo, la dificultad de producción para esos sistemas debe ser igual a la dificultad de producción hallada en la producción de trigo, pues la tasa de ganancia es única. De aquí nace uno de los componentes de su teoría del excedente, según la cual "la dificultad o facilidad de la producción de la mercancía regulará en último término su valor en cambio".
Pero, lo que más nos interesa de la teoría ricardiana es la afirmación de que no sólo el trabajo presente sino el trabajo pasado incorporado en la maquinaria produce el valor de la mercancía. Como veremos después, éste fue un postulado que Marx criticó en "El Capital" y que yo considero que, por el contrario, esa afirmación se constituye en uno de los más grandes aportes que Ricardo hace a la teoría del valor.
John Stuart Mill
Postula que el valor es una función de los costos reales de producción. Lo que más o menos coincide con Smit; pero lo que asombra es su percepción de que los costos monetarios representan lo que llama los costos reales de las desutulidades del trabajo, por una parte, y de la abstinencia del consumo de los capitalistas, por la otra. Es por esta clase de afirmaciones, las que serían respaldadas más tarde por Weber, que Marx expresaría su admiración por lo que el denominó los "Clásicos", esto es, Adam Smity y David Ricardo, debido a su interés "verdaderamente" científico de encontrar las "leyes que rigen el proceso económico de las sociedades" en contraposición a todos los economistas que vendrían después de ellos, como es el caso de J. S. Mill, a quienes denominó "economistas vulgares" por su creencia de que deformaban la verdad al servicio de la clase burguesa. Particularmente yo guardo mucho respeto por la obra en general de J.S Mill, especialmente por sus contribuciones al "utilitarismo", pero su teoría de la "abstinencia" me parece realmente una muestra del gran peso ideológico en su percepción, por lo que no tendría ningún derecho a criticar la posición ideológica con que Marx plantea sus opiniones. Si la aplicáramos la visión de Mill al caso de las grandes corporaciones mundiales de la actualidad, por ejemplo, a la de Billy Gates, llegaríamos a la conclusión de que habría logrado una fortuna de cincuenta mil millones de dólares, ahorrándose en los almuerzos. Esto es sencillamente absurdo, y sin embargo, la "teoría de la abstinencia" tiene seguidores ilustres, como es el caso de Max Weber.
La Utilidad como principio del valor
Jeremy Betham
Fue, con J.S. Mil, uno de los principales fundadores del utilitarismo. Bajo este sistema, los seres humanos huyen del dolor y buscan el placer. Sus aportes al concepto de utilidad en la Economía se concretan en su intención de realizar una compasión entre dolor y placer que el individuo obtiene en su actividad cotidiana. Por estas razones, fue considerado un hedonista, pero, sobre todo, fue un "utilitarista objetivo" pues definía la utilidad como "la facultad de un bien para producir un beneficio o alegría, o suprimir un dolor o adversidad". El método utilizado para ello fue un apriorismo intuitivo, pero no logró una solución general para asignar un valor cardinal a las dimensiones de placer y dolor que se había planteado originalmente. Sin embargo, logró dar cierta consistencia a su teoría recurriendo al dinero como una guía para la medición de las satisfacciones, idea que fue retomada luego por Marshall.
Jean Baptist Say
Su principal objetivo fue el de liberar al concepto de utilidad de cualquier contenido material. Para él, el valor es algo eminentemente subjetivo y depende de la utilidad, que es su fundamento, por lo que es también fundamento de la riqueza. Pero encuentra dificultades en la medición del valor utilizando las apreciaciones variables y fluctuantes de los individuos, por lo que abandona este método y acude a los gastos de producción y de los movimientos de la demanda y oferta para cuantificar el valor.
En realidad ni Betham ni Say alcanzan a dilucidar la esencia de la utilidad y, sobre todo, no pueden encontrar el medio para cuantificarla. Esa tarea sería cumplida con el advenimiento de los marginalistas.
H.H. Gossen
El nuevo concepto de utilidad marginal encuentra en Gossen un desarrollo decisivo, sobre todo por su visión de fundamentar el valor en la "utilidad del último átomo", la ley de saturación de necesidades y ley de compensación de las utilidades. Por otra parte, querrá explicar el proceso de cambio sobre la base de la teoría subjetiva del valor, postulando que el cambio es posible entre dos personas debido a que cada una recibe de la otra más de lo que da, algo similar a la visión de Condillac, que databa de muchas décadas atrás.
El aporte de Gossen, es sin embargo, identificable, pues propone que habrá cambio de equivalente cuando el último átomo del bien recibido por cada uno de los sujetos proporcione a cada uno una utilidad marginal igual, lo que equivale a decir, que cada uno recibe el máximo de valor posible; esto, es: el cambio de valores equivalentes que es el cambio de cantidades matemáticamente iguales, permite que los dos sujetos reciban más de lo que cada uno da, en otras palabaras, las cantidades matemáticamente iguales se convierten en cantidades matemáticamente desiguales, afirmación que es intuitivamente captada por cualquier persona que observe un proceso de cambio. Sus principales descubrimientos serían los mismos que encontrarían los marginalistas treinta años más tarde, esto es, la noción de que la utilidad es naturaleza subjetiva y está asociada a la relación de bienes y necesidades. También conforma su teoría las nociones de que la base del valor de los bienes no es la utilidad total, sino la que corresponde a la última unidad de un bien cualquiera, es decir, lo que después se conoció como utilidad marginal; la de que la utilidad marginal es medible y, por último, la de que el intercambio de productos es un intercambio de utilidades en el margen, que es el determinante de la equivalencia de los valores. Gossen declaró que él había hecho en la Economía lo que Copérnico en la dimensión del universo.
Los Marginalistas
Gossen no fue el único que realizaría una "revolución coperniqueana" en la Economía, pues los marginalistas le atribuyeron a Jevons y a Menger, la responsabilidad de una nueva revolución derivada de Copérnico. Definieron la utilidad como la relación entre el hombre y un bien por la cual este última satisface una necesidad. Para que esto se realice, debían tomarse en cuenta los siguientes aspectos: la propiedad de satisfacer una necesidad no es inherente al bien en cuestión, no está en la materialidad corpórea del bien; la utilidad, por ello, será de carácter subjetiva y, para que los bienes tengan valor, la utilidad de cada uno de ellos debe ser unida a la escasez. Al problema de la identificación de la utilidad y la escasez, se sumó la necesidad de cuantificar la utilidad de un bien; para ello, los representantes de la escuela subjetiva a principios de 1870, retomaron el concepto de utilidad marginal, para afirmar que ésa era la que medía el valor de un bien.
Karl Menger
Fue el que propuso por primera vez la nueva concepción, postulando que es el consumidor quien otorga valor a las mercancías, a las que recurre para satisfacer necesidades individuales. De este modo concibe su definción en los siguientes términos: "valor es la importancia que las mercancías concretas o determinadas cantidades de ellas adquieren para nosotros por el hecho de que sabemos que la satisfacción de nuestras necesidades dependen de que dispongamos de ellas."
Menger quería descubrir la ley que regía en la formación de los precios, para lo que basó su propuesta en las necesidades en relación con las mercancías, rechazando la percepción objetiva del valor. De este modo formulará el principio de la utilidad en la dimensión marginal. Para empezar, dijo que un consumidor racional buscará obtener la mayor satisfacción de los bienes que desea consumir, distribuyendo su dinero de modo tal que su última unidad monetaria gastada en un bien le brinde la misma satisfacción que la unidad monetaria gastada en cualquier otro. Esto se complementa con la afirmación de que el consumidor, en su afán de aumentar su satisfacción, trasladará algo del gasto del bien menos importante a otro que considere de mayor importancia. Este es el principio de "marginalidad" o marginal, principio bajo el cual el consumidor participa en la estructuración de la demanda de mercado. Pero aún quedaba por realizar la generalización de la solución al problema de la valoración, lo que se expresaría en su "teoría de la imputación".
Wiliam Stanley Jevons
Hace tres aportes de valía a la teoría de la utilidad: considera que la utilidad no debe ser tratada como una magnitud absoluta, a diferencia de Meger, sino bajo el concepto de "grado final de utilidad"; quiere recurrir a procedimientos técnicos para medir la utilidad y pone al valor de uso como base del valor de cambio, por lo que llega a la vinculación del bien con el individuo. En otras palabras, consolida la utilidad marginal en una tarea simultánea con Menger, Walras y Marshall, aunque todos ellos trabajan de modo independiente.
Los Neoclásicos
Alfred Marshall
El debate sobre el valor es relegado a segundo término por los economistas a partir del marginalismo, para ocuparse por la medición de la utilidad a través del consumidor y la estructura de su demanda. Alfred Marshall es el que sistematiza la nueva concepción y lo hace bajo los siguientes aspectos: la teoría del consumidor, el excedente del consumidor, la noción de elasticidad, las curvas de demanda y oferta parciales…..
La propuesta de Marshall sobre el punto que ahora nos interesa es que el valor de un bien se fija en el equilibrio de su oferta y su demanda. Con esto generalizó el concepto de la utilidad marginal dentro de la teoría de la demanda y tomó el dinero como una medida, no de los deseos, pero sí del móvil de la acción para satisfacerlos. De este modo, la determinación de los precios del mercado sustituye a análisis del valor como categoría de importancia en lo que ya no es Economía Política, sino, Teoría Económica. Con Marshall, se consolida también el estudio especializado, empírico y axiomático del consumidor, los precios y el mercado
La teoría moderna de la utilidad
La percepción académica de hoy enfoca sus energías hacia la teoría de la utilidad bajo incertidumbre, para lo que se aleja del principio estricto de la utilidad marginal decreciente. Las elecciones de los consumidores se desarrollan de tal manera que pueden mostrarse en una curva de utilidad total que, al principio aumenta a una tasa decreciente, debido a que la utilidad marginal decrece, para dar paso a un proceso inverso, en el que la utilidad total se eleva a una tasa creciente, con lo que aumenta la utilidad marginal, proceso en el que los demandantes maximizan la utilidad esperada más que la utilidad presente. Con esto revivió la posibilidad de obtener técnicas de medición a partir de comportamientos "racionales".
En este sentido se razona de la siguiente manera: establecidos U(X1) y U(X2) como niveles de utilidad combinadas que se le presentan a un consumidor, éste debe decidir la posesión alternativa de dos combinaciones de bienes específicos, X1 y X2 ; p es la probabilidad de que el consumidor posea X1 y (1 – p) es la probabilidad de poseer X2, ambos igualmente deseables, entonces:
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Esto es, la función de utilidad U(X1) sobre la función de utilidad U(X2) es proporcional a la probabilidad de X2 sobre la probabilidad de X1. En esta versión moderna sobre la utilidad, el consumidor demandaría bienes no por sí mismos sino por las características que cada uno tendría para satisfacer una necesidad determinada. Así, cuando se demanda de sal no será per se, sino por la propiedad que tiene de sazonar la comida, por lo que la utilidad de la sal estará objetivada en esa propiedad de sazonamiento. Esta afirmación nos mostraría que se estaría volviendo a una determinada variación de la teoría objetiva del valor, la que afirmaba que el valor de uso es una cualidad del bien, no una simple relación entre una mercancía y la necesidad humana.
Un resumen a modo de conclusión sobre la teoría subjetiva del valor
A diferencia de la corriente objetiva, el valor de un bien depende no del trabajo objetivado en él sino de la utilidad que brinda, con lo que el valor de uso cobra preeminencia sobre el valor de cambio; éste último es una expresión cuantitativa del cambio de valores de uso, a través de las respectivas utilidades marginales de los bienes intercambiados. De aquí se deduce que el valor de uso es la utilidad, que es una relación de alguna cualidad de algún bien para satisfacer una necesidad. La medida del valor está dada por la preferencia del consumidor hacia ese bien determinado, mientras que la demanda de un bien en el mercado se convierte en la concreción de las preferencias del consumidor desde el punto de vista de la utilidad marginal que encuentra en el bien en cuestión. Los precios desplazan al valor como categoría de análisis al estudiar las preferencias del consumidor por un bien, preferencias reveladas a través del conteo empírico del método positivista, lo que hace que la utilidad sea ahora considerada como una categoría que no es necesaria al análisis de los fenómenos económicos, cuando se los trata como fuerzas que tienden al equilibrio: la "preferencia revelada", objetivamente observada en el mercado, ha hecho que el valor y la utilidad, por igual, fueran anuladas del escenario económico neoclásico. El concepto "valor" ha pasado a ser una entidad "metafísica". Pero hay impulsos académicos que tienden a revivir el debate sobre la teoría del valor. Tomemos como ejemplo, a Denis Robertsosn en sus "Lecciones sobre los principios de la economía" que toma el valor como base del análisis de la demanda. En mi obra La Acción Recíproca en preparación, el debate sobre el valor es uno de los puntos principales de su estructura; lo es, bajo el principio de que los problemas no pueden ser ignorados. Tres cuartas partes del mundo se debaten en la miseria por un sistema capitalista radicalizado que en vez de solucionar los problemas teóricos de la economía, simplemente los ignora. Eso es algo que no puede continuar.
El análisis marxista del valor
Empezaremos esta sección con una de las preguntas más importantes que Marx hace en su análisis del sistema capitalista: ¿qué sucede cuando el producto no se consume de inmediato, cuando para llegar a ser consumido debe pasar por la etapa del cambio? En otras palabras, ¿qué sucede cuando el bien concreto, que es un valor de uso, se convierte en mercancía? En ese instante el producto del trabajo ha cambiado cualitativamente. Esta pregunta recurrió a un apoyo conceptual: toda mercancía es un valor de uso, pero no todo valor de uso es una mercancía. Por lo tanto, el sistema capitalista, al producir bienes concretos para ser intercambiados, produce mercancías, no simples valores de uso.
De inmediato hace la siguiente consideración: si el valor de las mercancías descansa en la utilidad subjetiva, si esto hace posible el cambio ¿cómo se mide las proporciones en que las mercancías se cambian? ¿cuál es la unidad de medida en este caso? Marx analiza esos conceptos en el primer tomo de "El Capital". En su visión, todas las mercancías tienen valor por que son producidos por el trabajo; esto es, la sustancia del valor es el trabajo, expresado en el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. Este indicador, el tiempo socialmente necesario de producción, no sólo mide cuantitativamente el valor de cada una sino que es lo que une a todas las mercancías a pesar de sus diferencias específicas que las singularizan unas a otras. Si las mercancías no tuvieran ese "algo" que las une, no podrían intercambiarse entre sí.
El análisis marxista incluye las subcategorías "valor de uso" y "valor de cambio", el primero, se denominará "trabajo concreto", mientras que el segundo se llamará "trabajo abstracto" (trabajo social en general). Con la ayuda de estas sub categorías, Marx definirá la mercancía como la unidad que contiene en sí el valor de uso y el valor, por eso es que se definirá una mercancía por la propiedad que tiene de ser útil y por que puede intercambiarse en el mercado con otros valores concretos, a través del "valor", esto es, la cantidad de trabajo abstracto que ambas contienen en sí. De este modo, la mercancía será un "valor de uso" como manifestación concreta y material de sí misma; será un "valor de cambio" como portador de tiempo de trabajo abstracto, es decir, como "Valor".
Marx afirma que el intercambio se lleva a cabo por que iguala las cantidades diferentes de valores de uso de las mercancías de que se trata; en este proceso, el valor de uso ya no entre en el análisis del intercambio, dado que ahora ya son los valores de cambio los que se intercambian, dado que en este proceso, las singularidades concretas de cada bien intercambiado se abstraen a favor de sus valores de cambio. Ahora bien, en el trueque directo, cada mercancía es el equivalente de la otra con la que se intercambia, pero con el advenimiento del dinero, éste se convierte en el equivalente general de valores para todas las mercancías, con lo que el análisis cualitativo del valor en valor de uso y de cambio, se transforma en el análisis cuantitativo, donde el dinero es el equivalente general.
A pesar de lo expuesto, los marxistas afirman que no hay una "teoría del valor" propiamente dicha en el marxismo, lo que existiría sería "un análisis de la génesis de la mercancía" en el que "el valor" no es la categoría que se analiza, pues lo que se estudia es la "mercancía" como síntesis del valor de uso y de cambio (valor) Con esta aclaración, Marx pretende refutar la acusación de que usa categorías "metafísicas" en su análisis y cuyos misterios deben ser develados por la Intuición intelectual o la Razón, identificando al valor como uno de esos misterios. Sobre este particular no olvidemos que en el fondo, la epistemología marxista está dentro de un racionalismo exacerbado y de un positivismo en el que la "práctica social" sería el verificador del "concreto ideal" al que nos referimos en el acápite respectivo de este artículo.
Sin embargo, esto no quita que Marx haya lanzado su famosa conclusión acerca de que el valor era creado por el trabajador, el mismo que producía no sólo el valor de su propia subsistencia, sino un excedente que era apropiado por el capitalista en la forma de plus valía, la misma que surgía del aumento de la explotación de que el obrero era víctima por parte del empresario. Así, en su afán de extraer más plus valía de cada uno de sus trabajadores, el empresario aumenta la jornada de trabajo para crear más plus valía "absoluta", por una parte; por la otra, aumenta la intensidad del trabajo para crear más plus valía "relativa". La plus valía extraída del trabajo no remunerado se repartirían entre el empresario, el capitalista, el banquero y el Estado. La proporción de plus valía que el empresario obtiene depende de la proporción que existe entre el "capital constante", esto es, la maquinaria y el equipo, por una parte, y el capital variable, que se destina a la contratación y la fuerza viva de trabajo. A esa proporción es que Marx llama la "composición orgánica del capital". Ahora bien, en virtud de que esta composición orgánica evoluciona de tal manera que fortalece la primacía del capital sobre la fuerza viva de trabajo, la tasa de ganancia, es decir, la plus valía, se va haciendo cada vez menor, lo que da lugar a la aparición y vigencia de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, pues el capitalista sólo puede vivir de la plus valía y ésta sólo puede ser extraída del trabajo vivo, actual, de los obreros.
Con esta afirmación, Marx participa, aunque desde un ángulo diferente, de las percepciones de Adam Smith y David Ricardo acerca de un capitalismo que crece, se estanca y luego decae.
UNA PROPUESTA EPISTEMOLÓGICA
El pequeño recorrido que hicimos en los capítulos anteriores nos muestra una verdad concluyente: todas las teorías están teñidas de ideología. Esto, que puede generalizarse a todo el conocimiento humano, se hace mucho más patente en la ciencia económica. En verdad, podemos afirmar que la ciencia económica es la más contradictoria de cuantas el ser humano conoce. Al respecto, recordemos lo que decía un comentarista: la Economía es la única ciencia que permite que dos académicos, v.g. Samuelson y Friedman, sean acreedores al Premio Nóbel por el hecho de que el segundo afirmara lo contrario de lo que motivó el premio que se le concedió al primero.
Esta observación no es casual. Recordemos a Nixon cuando durante su periodo presidencial, los EE.UU sintió por primera vez lo que los países subdesarrollados ya teníamos como algo crónico: la aparición y existencia simultánea de altos índices de inflación y desempleo. Con el objeto de encontrar una salida a este laberinto tan extraño, convocó a Paul Samuelson, Premio Nóbel de Economía en ese entonces y le preguntó que debía hacer al respecto. Samuelson, neokeynesiano por excelencia, le dijo que nos se preocupara, que dedicara toda su atención a resolver el problema del desempleo y que una vez resuelto, el de la inflación desaparecería automáticamente. Eso significaba ejecutar programas de creación de empleos, incremento de inversiones en infraestructura, reducción de impuestos, una política monetaria expansiva y los consiguientes incrementos del déficit fiscal. Nixon, que no se contentaba con una sola opinión, solicitó la presencia de Milton Friedman, líder de la corriente monetarista y, por ende, del sector más conservador del neoliberalismo, el mismo que algunos años más tarde recibiría también su respectivo Premio Nóbel ("por haber sostenido lo contrario de Samuelson") La respuesta que le dio al Presidente fue tan categórica como la de Samuelson. Era preciso orientar todas las energías para anular la inflación, una vez vencida, el desempleo desaparecería como por encanto. Para alcanzar esta dimensión era preciso reducir las inversiones, aumentar los impuestos, recurrir a una política monetaria restrictiva y, sobre todo, reducir el déficit fiscal. Esa y no otra era la manera de luchar contra la estanflación y el desempleo.
En cuanto al método que la actual Teoría Económica usa, el del famoso caeteris paribus, Harry Truman sintió en carne propia lo que eso significaba. Se dirigió a la Asociación de Economistas de los EE.UU para rogarles que por favor le mandaran un economista manco para cumplir con las tareas de asesor económico de la Casa Blanca. Lo quería manco, porque esta cansado, dijo, que cuando preguntaba algo a un economista, éste le decía: on one hand, podría suceder esto; pero, on the other hand, podría pasar lo contrario. Con el humor rústico que Truman tenía, vio que la mejor manera de solucionar el problema era tendiendo a su disposición, claro está, un economista manco. Por último, no olvidemos que un comentarista social definió al economista como aquél individuo que nos dice qué va a suceder mañana y luego nos explica con detalles impresionantes, las razones por las que no sucedió de ese modo.
Por lo tanto, debo aclarar que mi crítica sobre las percepciones anotadas también estará teñida de una ideología determinada, la mía, a la que he denominado El Socialismo de Complementos, cuyos principios generales están contemplados en mi obra que lleva el mismo título y que fue publicada en el mes de septiembre próximo pasado.
Los clásicos
Conservo el término que Marx acuñó para referirse a Adam Smith y David Ricardo, quienes dieron las pautas fundamentales de lo que llamarían Economía Política. El nombre nos dice ya la intención que tenían ambos teóricos al fundar y consolidar la nueva ciencia: serviría, sobre todo, para que los economistas concibieran recomendaciones que los políticos en función de gobierno debían observar, en el supuesto de que deseaban llevar adelante los asuntos económicos de la nación en forma sistemática y eficiente. El segundo término de la frase, "Política" prueba que estaban convencidos de que no era posible separar los procesos económicos de los políticos y sociales, algo que nos sirve de ejemplo para proponer nuevas alternativas teóricas en las que lo "económico" no aparezca huérfana de todas las influencias políticas, sociales y culturales que lo modifican en el mundo real.
Volviendo a Smith y Ricardo, recordemos también que eran representantes de la nueva clase que se erigía ya como la que dirigiría los destinos de las naciones de Occidente, esto es, la burguesía. El advenimiento de esta clase vino aparejada, claro está, con la de su contrario: la del proletariado, de tal manera que en la evolución histórica los intereses de una aparecieron como contrarios a los intereses de la otra. Así, cuando Smith llegó a la conclusión de que el valor era producido por el trabajo, también se enteró que tenía que resolver el problema del por qué el creador de valor, el trabajador, no recibía todo el producto por él creado. Su ideología no le permitía ir en contra de su clase y entonces se enredó presentando una teoría alternativa del coste de producción, donde el valor de la mercancía estaba compuesto por los retornos a los tres factores de producción que participaban en el proceso productivo: el beneficio, el salario y la renta.
Los marginalistas, por su parte, recurren al individuo aislado para convertirlo en la unidad de análisis de la Economía; para ello, estructuran un ser abstracto que obra sólo después de hacer un análisis de costo y beneficio privado, al que denominaron el Homo economicus. Este ente abstracto era la contraparte de la idea de "masas" que Marx había hecho germinar en el análisis de la evolución histórica del ser humano. La reacción de los marginalistas ante la percepción marxista fue la de presentar una alternativa opuesta: dejar de lado al ser social, dejar de lado el debate sobre el valor, convirtiéndolo en "utilidad" y quitar a la Economía Política el segundo término para convertirla en Teoría Económica. De este modo, la Economía Política quedó cercenada de uno de sus objetos de estudio: la distribución, la que originalmente había formado parte de la propia definición de lo que era la ciencia económica. Pero los marginalistas no estaban muy preocupados por la percepción de los clásicos; lo que realmente les quitaba el sueño, era la definición marxista de la Economía: la ciencia que estudia las leyes que rigen las relaciones de producción entre los grupos sociales, pues con esta definición el análisis de lo económico tenía que incluir, por fuerza, las dimensiones sociales y políticas, algo que los marginalistas, representantes de la percepción burguesa liberal, en contra de la socialista, no estaban dispuestos a poner en el tapete de los debates.
Aunque fue Menger, fundador de la Escuela Austriaca de la Economía, el primero en proponer la nueva percepción, la mutilación completa de la ciencia económica, se consolida con la participación de Jevons, Walras y consortes, quienes introducen en el análisis económico las matemáticas como un medio para formalizar las proposiciones axiomático-deductivas, algo que la Escuela Austriaca nunca apoyó formalmente. Con la introducción de las matemáticas en la Economía, se pretende hacer que una ciencia social sea cualitativamente semejante a cualquiera de las ciencias naturales y exactas, es decir, una ciencia con leyes que se cumplen en todo tiempo y espacio, a condición de que no se la tiña de "ideología", que es lo que ellos consideran que ocurre cuando se introduce las dimensiones política y social. Con la aparición de Marshall en el escenario de los grandes debates, se fortalece la escuela neoclásica, la que estructura la ciencia económica sobre una serie de axiomas, hipótesis y deducciones, tal como lo vimos en la primera parte de este trabajo, con el aditamento de que las matemáticas y le econometría se convierten en los avales teóricos y de verificación empírica, surgida de los "modelos" como reflejos sintéticos de la realidad.
Nadie se opone a la utilización de modelos, por supuesto; lo que sí preocupa es que los teóricos del neoclasicismo, al final, confunden el modelo con la realidad, a la que acusan de no adaptarse al modelo y de ser "irracional". Inmersos en espejismos delirantes, reducen el mundo objetivo a las relaciones que forman entre sí un conjunto de ecuaciones y creen que con eso están dando pasos gigantescos en el proceso de hacer de la Economía una ciencia exacta. En realidad, la Teoría Económica se convierte, poco a poco, en un pasatiempo elitista de algunos académicos que, junto con la realidad, han perdido toda noción de considerar a la ciencia como un medio para conocer la "verdad" en cada caso. La realidad no importa, todo lo que se necesita es que en el mundo del modelo, una fórmula tenga cabida y satisfaga las intenciones formales de su concepción.
La Economía ha perdido por completo su carácter de ciencia social, sobre todo después del anuncio que hizo Milton Frieman, refiriéndose a los problemas sociales que causan las medidas que él aconsejaba; para contestar a uno de los interlocutores que le habló sobre lo duro que es para los grupos de ingresos bajos la aplicación de tales medidas, dijo: "la economía no tiene sentimientos". Esta afirmación no sólo es terriblemente impregnada de ideología, es también increíblemente ingenua, pues es sabido que no sólo la economía, sino cualquier ciencia carece de sentimientos, debido a que no son seres, ni muchos menos, sensibles; son creaciones del hombre, el cual sistematiza como mejor puede los datos que le da la experiencia para formar representaciones sistemáticas que permiten el conocimiento organizado y necesario a la estructuración de las diferentes ciencias. Los que sí tenemos sentimientos y expresiones de apoyo con los otros seres de la especie y con la naturaleza toda, somos los hombres y mujeres reales que habitamos en el planeta. Pero la declaración de Friedman no es una expresión aislada, no; es más bien la percepción que los académicos neoliberales tienen de la sociedad humana: se han familiarizado tanto con sus creaciones ideales del individuo aislado, que ha desaparecido de ellos todo sentimiento de solidaridad, de identificación con los demás seres. Los inventores del individuo como unidad de análisis de la Economía se han convertido en verdaderos robots, carentes por completo de rasgos humanos y dedicados a la tarea de mejorar las formas por las que el empresario aumente sus ganancias. Friedman fue uno de ellos, tal vez el más brusco de todos.
Algunas observaciones sobre la epistemología de los clásicos
La declaración de Adam Smith de que el egoísmo individual es el que hace posible la felicidad de todos, la que se complementa con su postulado de que la suma de intereses individuales coincide con el interés general, es una deformación subjetiva que proviene de su modo de ser. Recordemos que antes de iniciarse como economista, fue un ético de primera cuando escribió su famosa obra "La Teoría de los Sentimientos Morales" En este punto, debemos decir que Smith confunde los preceptos éticos que postula en esta obra, con el comportamiento real de los individuos reales, especialmente en el mundo del capitalismo, donde la competencia convierte a los individuos en enemigos potenciales recíprocos, en el afán de "tener más que el otro", pues el éxito se identifica sólo y solo con la riqueza: quienes logran obtenerla son los "winners", los que no logran alcanzarla serán los "loosers". En la escala de valores del pueblo estadounidense, nada es peor que ser un "looser", es decir, un fracasado, porque no ha tenido la capacidad de acumular riqueza. Este "fracaso" demostraría su inferioridad como persona con relación a los demás. Por otra parte, si observamos el comportamiento cotidiano de los individuos reales de cualquier país, especialmente de los de Europa y EE.UU, llegaremos a la conclusión de que la diaria coexistencia entre ellos semeja una discoteca donde se ha producido un gran incendio y hay una sola vía de salida. En la necesidad de salvar la vida propia a cualquier precio, los que puedan pasarán por los cuerpos de los caídos, pisoteándolos para lograr salir. Es en actos como éste que aparece la verdadera naturaleza humana y la incongruencia de afirmar que la suma de los intereses individuales coincide con el interés general. El postulado de A. Smith es, a todas luces, una expresión ideológica con gran empatía con la clase poseedora de las fábricas y de los medios de producción, en su intención, muy clara, de eliminar las contradicciones de clase entre la burguesía y el proletariado de aquella época, como lo hacía cualquier otro buen liberal, influido, sobre todo, por Locke y Montesquieu.
En otro orden de cosas, la afirmación de J.S. Mill, en sentido de que la acumulación originaria del capital se habría logrado gracias a la austeridad de algunos seres y su capacidad de ahorro, es una de las muestras de que hay una gran diferencia entre escribir CON ideología y escribir PARA la Ideología. En este caso, J.S. Mill, tan probo y sereno en el análisis de otros temas, deja que sus afectos y desafectos le obliguen a escribir para la Ideología. La inmensa mayoría de los historiadores, sociólogos, estudiosos de las ciencias sociales en general, han coincidido en afirmar que la acumulación originaria del capital se logró sobre los adelantos que algunos comerciantes daban a los agricultores para comprarles sus cosechas a precios realmente ínfimos, comparados con los que ellos cobraban después. También coinciden en el uso de la misma estrategia con relación a los artesanos y los bienes terminados que éstos producían. Saben también que al final, las fábricas los reúne a todos ellos y se inicia la era de la industria fabril, que se diferencia de la época pre industrial en el hecho de que en esta última el capitalista le compraba al artesano el producto terminado, mientras que en la era de la fábrica el capitalista sólo alquila la fuerza de trabajo del obrero, aumentando así el grado de explotación a niveles nunca imaginados. Pretender olvidar estos hechos históricos, con el propósito de proclamar que el capitalista reúne su dinero ahorrándose en los almuerzos, es una muestra de que los afectos y desafectos personales deforman la percepción del teórico en niveles muy preocupantes.
El método axiomático-deductivo
No creo que haya alguien que se oponga a este método como uno de los que coadyuvan al conocimiento de las condiciones reales de existencia. El método, sistemáticamente utilizado por la Escuela Austriaca antes que cualquier otro, es válido y congruente con las características del Ser para aprehender la realidad. En realidad, el método axiomático-deductivo es una gran conquista del pensamiento en sus esfuerzos por conocer la realidad objetiva donde se desarrolla el destino de la humanidad.
A pesar de ello, tiene tres desventajas muy nítidas. La primera, pretende ser el único método para el conocimiento de la verdad, algo que es falso desde cualquier punto crítico que se lo observe. Al igual que los otros, el método axiomático es uno más en la tarea de llegar a conocer los procesos reales y las relaciones del Ser con todos los demás. La segunda, intenta convencernos de que las condiciones a priori son independientes de tiempo-espacio y, de que, por lo tanto, son válidas para todo lugar y toda fecha del calendario mundial. Esto se nota, especialmente en los postulados de von Mises referidos a la Acción Humana, obra en la que el ser humano tendría una naturaleza inmutable en todas las eras y en todos los puntos geográficos del mundo, desde su aparición como homo erectus hasta la desaparición de la especie misma. Generalizar de ese modo lo que es históricamente determinado y culturalmente modelado es un error que ahora pagan, con hambre creciente y miseria genocida, cientos de miles de grupos humanos desparramados en el mapa de la pobreza, por la audacia de pretender englobarlos a todos en un mismo costal, sin distinción de la evolución histórica y cultural de cada uno. La tercera, el individualismo metodológico que propician es un intento vano de conocer las relaciones verdaderas entre los seres humanos, debido a que se quiere analizarlo en el marco de un supuesto "libre albedrío". Éste, es, en mi opinión, un error por demás garrafal, debido a que el comportamiento del individuo está grandemente influido por el momento histórico en que vive y por la cultura donde se ha criado. Este razonamiento nos muestra que si bien a la ciencia económica no le es posible determinar el comportamiento de cada individuo, sí puede hacerlo a través de las tendencias de los grupos humanos.
Si se tiene un globo inflado con aire, la ley física dirá que si la capacidad del globo es rebasada por la introducción de aire más allá de esa capacidad, el globo reventará. Esa es una clase de ley que puede y debe ser transferida a la Economía, pues habla de cosas que sucederán para el conjunto de todas las moléculas alojadas en el globo, las que, debido a la explosión resultante, tendrán que ser expulsadas. Pero lo que el Individualismo Metodológico pretende es controlar la trayectoria individual de cada una de las moléculas de aire en el momento en que fueron expulsadas y analizar su comportamiento durante esa trayectoria hasta ver los resultados de cada uno de ellos, una vez que los efectos impulsores de la explosión cesan. Es para analizar estos supuestos movimientos de cada molécula que establecen, en la mayoría de los casos, los axiomas, las deducciones y las hipótesis, algo que repugna intrínsecamente. De ahí la falsedad de las predicciones y, por supuesto, la imposibilidad de verificar las premisas y, como vimos en muchos casos, los resultados de esas predicciones. En mi opinión, la ciencia económica debe preocuparse de conocer las leyes por las que el globo reventará y prever los resultados sociales, políticos, culturales y económicos de ese fenómeno. Para ello, no necesita averiguar la trayectoria de cada individuo, sino la del conjunto del grupo humano que se analiza en cada caso. Sólo entonces se puede establecer los axiomas necesarios y adelantar en la tarea del pronóstico.
Tomemos otro ejemplo. Supongamos que asistimos a una gran fiesta pública en la qua bailan miles de personas. Cada una bailará a su modo y hará los movimientos que le parezcan más expresivos, acorde con su personalidad. Sin embargo, una vista panorámica nos mostrará que los miles de bailarines se moverán al ritmo de la música que las orquestas tocan. Es posible que el sicólogo esté interesado en averiguar las razones para que un individuo determinado se mueve como se mueve, e incluso, del por qué no sigue el ritmo general, pero la Economía no puede detenerse en los comportamientos psicológicos de cada individuo; al contrario, tomará en cuenta las costumbres, tradiciones, valores que rigen para el grupo danzante.
Por último, debo afirmar que la selección de los axiomas no es un producto puro, extraído exclusivamente de la razón. Al contrario, surge de la experiencia pasada del grupo al que se analiza, experiencia que queda registrada en lo que Jung llamaría la Memoria Colectiva. Yo soy un partidario entusiasta de la Memoria Colectiva , entusiasmo que comparten conmigo muchos de los empresarios de las grandes corporaciones que han registrado sus respectivas Curvas de Aprendizaje para comparar los costos de un periodo a otro en la evolución de sus respectivas empresas. La descripción de los experimentos realizados van más allá de la extensión de este artículo, pero de ellos hablaremos en La Acción Recíproca. Lo que sí quiero dejar establecido es que los axiomas no son enteramente racionales; más bien son verdaderamente intuitivos, tal como las categorías sensibles de Kant. Esto me da pie para reiterar uno de los rasgos más específicos de mi teoría del conocimiento: por las razones anotadas en los primeros capítulos de este artículo, la Razón, por sí sola, es insuficiente para conocer el mundo objetivo, para aprehender la "esencia" de las cosas, por lo que debe contentarse con percibir el fenómeno, tal como lo postula Kant, algo que logra con cierto nivel de adecuación debido a que el acto cognoscitivo está siempre realizado por la dupla Razón-Intuición, aunque los "racionalistas" a ultranza nieguen la contaminación intuitiva en la percepción de la objetividad. En síntesis, escoger un axioma es apelar a la Razón-Intuición, la dupla que es el verdadero instrumento cognotivo.
Crítica al materialismo dialéctico
En el capítulo respectivo ya me referí al Materialismo Dialéctico, ofreciendo un ejemplo de mi percepción acerca de ese proceso. En esta ocasión voy referirme a su incongruencia lógica-dialéctica cuando rechaza de plano el método axiomático-deductivo.
El Materialismo Dialéctico insiste, doctrinalmente, que sólo y solo la práctica histórica es la autoridad para avalar la verdad de algo. Consecuentes con estas premisas, los marxistas desechan los métodos axiomático-deductivos, aunque también aclaran que saben distinguir entre una generalización empírica y la ley teórica, lo que queda claro en "La Ideología Alemana" (Marx y Engels) La primera declaración que debo hacer en este punto es que si la Razón-Intuición no tuviera la capacidad de establecer categorías a priori o axiomas "evidentes por sí mismos" el conocimiento de las condiciones del mundo sería siempre un conocimiento a posteriori, después de que todo ha sucedido, sin que el hombre haya tenido la facultad de prever lo que habrá de suceder en el futuro, dadas ciertas condiciones históricas, sociales, políticas y culturales. El ser humano no podría hacer ningún pronóstico sobre nada, puesto que no estaría avalado por "la práctica histórica". Así, la Revolución Francesa no podía haber sido prevista, por que no había "una práctica histórica" que la avalara en la realidad, antes de que sucediera. Lo mismo con la Revolución Rusa de Octubre. Nada podría ser previsto, debido a que nada podría avalarlo a priori, por lo tanto el ser humano tendría que contentarse con saber de dónde viene pero nunca a dónde va.
El "Che" Guevara, por ejemplo, habla del Hombre Nuevo en el socialismo cubano. Lo identifica como trabajador, honesto, de conciencia desarrollada, desinteresado, solidario, ajeno al consumismo,… es decir, tomando nuestro ejemplo sobre la abstracción que dimos al comienzo de este artículo, el Che reúne cualidades abstractas que están desparramadas en diferentes hombres y las reúne en una sola entidad: el Hombre Nuevo. Pero sucede que ese Hombre Nuevo no existía cuando el Che lo configuraba, como tampoco existe ahora y por lo tanto, no había la práctica histórica que avalara la realidad de su concepción. Pero esto no impidió que el Che, uno de los seguidores más consecuentes del Marxismo tradicional, modelara su Hombre Nuevo de acuerdo con las exigencias que él creía formaban parte del socialismo cubano.
En suma: la práctica histórica no puede ser el único verificador de la verdad de un concepto teórico. Necesariamente debe ir acompañada del método axiomático-deductivo.
Otro rasgo del proceso cognitivo que proclama el Materialismo Dialéctico y que convoca mi interés, es el papel casi inexistente que le da al individuo en los grandes procesos y cambios históricos. Bajo el principio de que "las masas hacen la historia", los marxistas olvidan los aportes individuales de los líderes de esos movimientos de masa. ¿Qué habría pasado si uno de los generales de Napoleón no se hubiera perdido en una operación de exterminio de una buena parte del ejército inglés y hubiera venido en auxilio de Corso para terminar con el ejército enemigo en Waterloo? ¿Sería el mundo de hoy el mismo que habría sido si Napoleón hubiera resultado triunfador en esa batalla? En el mismo rumbo de cosas ¿Qué sendas habría tomado la Revolución Francesa si Napoleón no hubiera restaurado la monarquía, coronándose emperador? ¿Qué habría pasado con la Revolución Industrial si Torricelli, Denis Papin, Thomas Newcomen y James Watts no hubieran descubierto la máquina a vapor en el momento en que la descubrieron? ¿Si George Stephenson no hubiese inventado el ferrocarril cuando lo inventó? ¿si Claude Francoise, John Finch y Robert Fulton no hubieran inventado el barco a vapor, cuando lo hcieron? ¿Y si Thomas Alva Edinson y Westinghose no hubieran inventado el control de la energía eléctrica y las maneras de producirlo, cuando lo hicieron?….. Todas estas preguntas apuntan a un solo fin: hacer notar la interrelación entre el individuo y el grupo social.
Por supuesto que apoyo la afirmación de que la sociedad es más que la suma de los individuos que la componen y que también es anterior y posterior a cualquiera de ellos y que el individuo aislado no existe; pero también es cierto que las masas no harían nada si no fuera por la acción de los líderes políticos, académicos, los hombres de teoría, los intelectuales en general.
La verdad es que hay mucho que decir sobre estos y otros temas, y los traigo a colación con el propósito de dar una muestra de que la ideología de contrarios nos lleva siempre a dicotomías forzadas, en las que cada uno de los elementos no puede, por si solo, lograr una representación más o menos adecuada de los fenómenos objetivos.
Un aporte epistemológico
De acuerdo con mi Filosofía propia: La Dialéctica de Complementos, hay muchas dicotomías en el campo de la epistemología, como en todos los demás relativos al conocimiento, que pueden ser mejor utilizados si en vez de rechazarse mutuamente, se complementan en un solo cuerpo cognitivo. Desde este punto de vista, postulo que la integración de lo axiomático-deductivo con el proceso de conocimiento que lleva de lo concreto sensible a lo concreto ideal a través de la abstracción, se habrá de constituir en una manera mucho más efectiva de lograr el conocimiento de los fenómenos y de las leyes que rigen su existencia y proceso evolutivo. Afirmo que el individuo aislado no es una unidad de análisis para conocer la interacción social de los seres, por lo que rechazo el Individualismo Metodológico y remplazo al individuo con el grupo social como esa unidad de análisis y que bajo el denominativo del Ser social, expresa la interacción entre los diferentes grupos y la interacción interna en cada grupo, de acuerdo a la relación parte-todo en vez de sujeto-objeto. Al observar la cotidianidad de los sujetos que viven en los países desarrollados, nos asalta la certeza de que el individualismo ha hecho de ellos seres que viven sólo con la idea de tener más que el otro; que la competencia empresarial se refleja ya en las relaciones humanas, en las que los individuos compiten para tener más y, al hacerlo, los ganadores adoptan niveles de consumo que traspasan los límites de las necesidades humanas, rasgo característico del fenómeno del consumismo, que en su afán de tener más y más, ha hecho que la sociedades de capitalismo maduro empiecen a devorarse el planeta, por que la tasa de explotación del medio ambiente está superando la tasa de reposición. En esta competencia por lograr más y más bienes materiales, el individuo occidental ha sido atrapado en una soledad existencial que no es comparable a ninguna otra en la historia misma de la humanidad y el miedo, un miedo también existencial lo obliga a asumir actitudes agresivas con las sociedades que no comparten sus puntos de vista. El progresivo incremento del armamentismo en esos países es una prueba de que el miedo colectivo se hace cada vez más agresivo, en un sistema en el que sólo puede estar cierto de su propia incertidumbre.
Sostengo que el individuo es importante, en cuanto se considera parte de un todo, con relación al grupo al que circunstancialmente pertenece. Extiendo este concepto a las relaciones intergrupales, en las que cada grupo es parte del Todo que conforman, es decir, del grupo mayor que los acoge en su seno.
Declaro que la Razón por sí sola no tiene la capacidad de conocer el fenómeno en su versión integral y que el verdadero instrumento cognitivo es la dupla Razón-Intuición, a la que, intuitivamente recurren los objetivistas, subjetivistas y materialistas por igual. Pero declaro también que por razones históricas, la Intuición aún no ha desarrollado al mismo paso que la Razón, lo que no permite al ser humano conocer ni siquiera la interacción de los elementos que conforman la estructura de un fenómeno. Es necesario aún que haya una evolución no solamente histórica, sino también biológica del cerebro del Ser para que éste pueda aprovechar de sus facultades racional-intuitivas con gran ventaja sobre el modo en que conoce ahora.
UNA PROPUESTA SOBRE LA TEORÍA DEL VALOR
Considero que la teoría del valor ha sido y es a lo largo de la historia una de las que está más impregnada de ideología, debido a las consecuencias teóricas que se extrae de los resultados a los que se arriben en cada caso. De esta manera, si aceptamos la teoría de la plusvalía, entonces debemos reconocer que todo el valor creado debe pertenecer a "su creador", esto es, al obrero. Si anulamos los debates sobre el valor, entonces estamos obviando uno de los puntos más importantes de la historia del pensamiento humano, reflejando en este caso, un sesgo ideológico a favor del empresario. Dado el carácter ideológico del debata, aclaro otra vez que yo vengo con mi ideología propia (El Socialismo de Complementos) para dar mi opinión.
Crítica a la teoría del valor del Materialismo Dialéctico
David Ricardo
Ricardo tomó la visión de A. Smith para apoyar la tesis de que el trabajo era el que creaba el valor calando que debía tomar en cuenta el trabajo presente y el pasado. El trabajo presente era el trabajo "vivo" que los trabajadores aplicaban en el proceso productivo, era el esfuerzo físico y mental que realizaban en ese proceso para producir bienes. El trabajo pasado era el que estaba "congelado" en las máquinas, los equipos y todo el capital producido por el hombre y que participaba en el proceso productivo. También hizo una diferencia entre los tipos de trabajo: los trabajos se diferenciaban entre sí por su calidad y el uso que se hacía de ellos en determinada rama productiva
Carlos Marx
Marx apoyó la idea en principio, pero expresó su desacuerdo en introducir el trabajo pasado en la creación de valor que se obtenía en el proceso de producción. Dijo que el trabajo de las máquinas no era sino trabajo "congelado" y que lo único que hacían era transmitir el valor que ya tenían al bien producido, pero que no creaban nuevo valor. Marx afirmaba que sólo la "fuerza de trabajo" del obrero vivo y en acción productiva era el único que creaba valor; el capital sólo transmitía un valor ya creado. El aporte de Marx al respecto se basa en el hecho de que, para obviar las diferentes calidades de trabajo que participaban en la producción era preciso reducirlos a un común denominador. Para eso, concibió una clase de trabajo simple de tal manera que podía servir para medir todos los bienes como unidad de cuenta. Cada bien tenía una cantidad de trabajo simple que resultaba más o menos del promedio de tiempo que existía para producir bienes similares en la industria al que ese bien pertenecía. A esto es que denominó: tiempo de trabajo socialmente necesario. De esta forma, si un bien tenía 8 horas de trabajo socialmente necesario y otro bien tenía 4 horas, una unidad del primero debía cambiarse por dos unidades del segundo. De acuerdo con esa teoría, una computadora que contiene 50 horas de trabajo vale 50 veces lo que vale un ábaco cuya producción requirió sólo una hora de trabajo. Por supuesto que esto implica que 50 ábacos equivaldrán a una computadora.
En síntesis: la idea de que sólo la fuerza de trabajo vivo del obrero en el proceso de producción y el tiempo de trabajo socialmente necesario, son los dos aportes de Marx sobre este punto
Mi percepción
Para exponer este punto, debo recurrir a un extracto de uno de los apéndices de mi libro "Introducción a la Microeconomía" (aún no publicado) Por supuesto que el texto que citaré no va en el cuerpo principal de la obra mencionada, sino como parte de un apéndice que se relaciona con otras percepciones sobre el particular.
Discrepo con Marx en ambos aspectos de su teoría. Primero, porque Marx, al afirmar que una máquina que contiene 500 horas de trabajo congelado sólo puede transmitir 500 horas sin crear valor nuevo, va en contra del principio de interacción de los fenómenos. En efecto, las 500 horas de trabajo reunidas en una sola máquina adquiere una calidad que la suma de las 500 horas, una tras otra, no logra. Por ejemplo, si tomamos un ciclotrón, una máquina para acelerar electrones y que, v.g equivale a diez mil horas de trabajo, esa máquina no podrá ser sustituida ni con una cantidad infinita de trabajo "vivo". La calidad que ha adquirido trasciende la simple suma de las horas de trabajo que se invirtieron para producirla y no tendrá otro sustituto para hacer la misma tarea. Lo mismo podemos decir de las computadoras con relación a los ábacos. Por lo tanto, la máquina, que tiene un valor de trabajo congelado no sólo transmite ese valor al bien que se produce, sino que transmite una cualidad que ha adquirido con la interacción de toda el trabajo acumulado en ellas, que la simple suma de horas no tiene. En este sentido, la máquina es la concreción de trabajo pasado, el que transmite nuevo valor aparte del que tiene como simple suma de horas de trabajo socialmente necesarias. Por ellos es que expreso mi acuerdo con la teoría ricardiana del trabajo presente y del actual como creadores de valor y rechazo la de Marx.
En este curso de acción, la pregunta surge de inmediato: si la maquinaria, el equipo…. que participan en el proceso productivo es sólo trabajo, ¿qué papel juega el capitalista en la economía? La respuesta es muy simple: el capitalista es dueño de los medios de producción, es decir, es dueño de trabajo pasado y alquila trabajo presente. Es con estas dos clases de trabajo, más la naturaleza que lleva adelante el proceso de realizar bienes y servicios. Pero, una vez que el capitalista desaparezca cuando el capitalismo haya llegado a su fin, tal como lo previeron Smith, Ricardo y Marx, los medios de producción que no son otra cosa que el trabajo pasado, ya no serán de propiedad privada. En ese entonces se verá con gran claridad que el proceso productivo deviene solamente de dos factores de producción: el trabajo (presente y pasado) y la naturaleza. Es decir: se verá que en la realidad es el dueto hombre-naturaleza, el que crea la riqueza, tal como fue al comienzo de la historia, cuando el ser humano apareció por primera vez en el mundo. Todo esto, por supuesto, en un nivel mucho más alto de bienestar, de conocimiento y del rescate de la empatía del Ser con la naturaleza: de la parte con el Todo. El trabajo pasado será el conjunto de las maquinarias, equipos, infraestructura, edificios… y el trabajo presente será fuerza de trabajo y conocimiento, y el Ser vivirá en un delicado equilibrio con la naturaleza, su principal aliada en la producción de bienes y servicios. El problema de la creación de valor no tendrá sentido, porque no habrá contradicción antagónica entre los factores de producción.
Otro punto de discrepancia entre mi percepción y la marxista: Marx dice que el valor es inherente sólo a las mercancías materiales creadas en el proceso productivo, los servicios quedan excluidos. Como podemos ver, este es un intento de forzar la realidad a la teoría de una manera que sólo la extrema fidelidad a la Ideología puede aceptar. Anular los servicios como no contenedores de valor, simplemente porque no son "materia concreta" es algo que, en nuestro tiempo, cuando los servicios adoptan una importancia progresiva en la vida diaria de los consumidores, es algo que no tiene sentido.
Crítica a la concepción de la utilidad como valor
Aunque no pretenderé demostrarlo aquí, considero que la anulación del valor y su sustitución por la utilidad es, al igual que la marxista, una percepción altamente influida por la ideología. No es una coincidencia que, por lo general, los trabajadores defiendan la teoría del valor del tipo marxista y los empresarios salgan por los fueros de la teoría del valor como utilidad.
Para empezar, debo decir que la afirmación de que la utilidad es una "relación" entre una necesidad individual y el bien escaso de que se trate, es una manera de proclamar que los bienes tienen capacidad de mantener relaciones con el hombre; es decir, es proponer una teoría animista del mundo. Esto es algo a lo que yo no me opongo, por principio. Al respecto, me gustaría citar una de las frases más célebres de Marx sobre el particular: "la naturaleza se conoce a sí misma a través del hombre". Traigo la cita a colación para mostrar que no es un místico ni un contemplador de lo "sobrenatural" el que hace esta afirmación, sino el principal fundador del Materialismo Científico en persona. Por mi parte, en mi filosofía La Dialéctica de Complementos, incluyo percepciones andinas y también de otros grupos humanos que no figuran en los registros de los académicos tradicionales. Entre las percepciones citadas se inscribe el principio de que hay un proceso de relaciones entre el hombre y la naturaleza, algo que los racionalistas académicos de la escuela subjetivista del valor, no aceptarían, pero sí aceptan que haya relaciones entre el hombre y una mercancía par explicar su versión de la utilidad. Esto es bastante extraño.
La declaración subjetivista dice también que lo que se intercambia en el mercado son utilidades, desde el punto de vista de la valoración que los sujetos dan a las utilidades marginales de lo que intercambian. Esta es una visión también extraña, especialmente en la actual época del capitalismo maduro. Concedamos que en la era del trueque directo, los sujetos intercambian utilidades marginales entre sí, al intercambiar directamentelos productos de sus trabajos. Pero, en la actualidad vemos que el consumidor individual se enfrenta con toda una red de inmensas corporaciones que producen bienes y servicios a nivel mundial, lo que nos previene contra la idea espúrea de que Un Billy Gates, por ejemplo, al vender los millones de unidades de los programas de software que crea, lo haría pensando que está cambiando utilidades marginales con el consumidor, algo que no es posible aceptar.
Yo declaro que la versión marxista del valor trabajo es incompleta, como también es incompleta la versión del valor como utilidad y, fiel a mi principio de complementariedad, postulo que el trabajo concreto que crea valores de uso, adquiere el rango de valor cuando es vendido en el mercado por que la demanda lo acepta, es decir, por que ese bien o servicio es útil y escaso. En síntesis: el trabajo concreto, la utilidad y la escasez, son los componentes del valor de un bien o servicio, mientras que la oferta y la demanda de ese bien en el mercado son los determinantes del mismo, cuando ese valor se convierte en Precio.
Finalmente, estoy consciente de que mis percepciones puedan ser tildadas de "eclécticas", en el peor sentido de la palabra, ignorando la síntesis interactiva con que pretendo lograr la complementariedad de los opuestos, pero creo que la gama de posibilidades que abren las percepciones deben ser enfocadas desde distintos ángulos aprehensión, a medida que el ser humano se beneficia con el pensamiento acumulado, como "trabajo intelectual", en el cosmos de la Conciencia y de la Memoria Colectivas.
BIBLIOGRAFÍA
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- (J. Schumpeter History of Economic Analysis) (New York, Oxford Universtiy Press) Ingrid Hahne Rima: Desarrollo del Análisis Económico
Autor
DATOS COMPLEMENTARIOS
Profesión
Master of Siences, Economics
(Washington University, The University of Oregon)
Estudios de Postmasterado
Desarrollo Económico y Social
Instituto de Estudios Internacionales Ginebra-Suiza
Nacionalidad
Boliviana, La Paz, 29 enero 1943
Últimos cargos desempeñados
Catedrático de Economía (Universidad Católica de Bolivia, 2005- )
Cónsul de Bolivia en Madrid (2004-2005)
Consejero para Asuntos Económicos y Comerciales de la Embajada de Bolivia en España (2003)
Director de Posgrado (Universidad Nuestra Señora de La Paz, 2000-2002)
Principales Obras publicadas
Introducción a la Microeconomía
(Texto para la Universidad Católica Boliviana)
Bases Teóricas del Socialismo de Complementos
(Ideología)
La Orquídea Negra
(Poemas Líricos)
La Puerta del Cerro (Épica de una Raza)
(Poemas épicos)
"Cuando el Illimani se fue"
(Relatos)
"Le Rompieron el Alma a la Palabra"
(Poemas)
"El Independiente"
(Relatos)
"Un Triángulo Expresionista"
(Ensayo)
"Interprosa"
(Poemas)
"Tarijeños También)
(Relatos)
"La Flor de los Cardos"
(Novela)
"El Ser Poético"
(Ensayo en Teoría Literaria)
Columnas de Opinión en periódicos bolivianos
Actual Columnista del Semanario "La Época"
Actual Columnista del periódico "El País"
Artículos culturales en "Presencia"
Ex Columnista de "La Prensa"
Libros terminados para publicar
"Diálogos en la Morgue"
Novela
"Épica del Ser Poético"
(Resumen de historia del arte en verso)
"El Cosmos de Borges"
Cinco Ensayos sobre la obra de Borges
Semblantes Literarios
(Tres Ensayos sobre Brecht, Vallejo y Bécquer)
Ensayos Literarios
(Crítica Literaria)
Libros en preparación
La Acción Recíproca
(Réplica a "La Acción Humana" de Ludwig von Mises
Introducción a la Lógica Formal
(Texto para la Universidad Católica Boliviana)
Mario Blacutt Mendoza
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