Los afrorisaraldenses: aportes a la historia contemporánea (página 3)
Enviado por Iv�n Alberto Vergara Sinisterra
Con todo esto el sacerdote desarrolló un aspecto constructivo en la comunidad lo que generó, paradójicamente, una dirigencia disciplinada que se puso al frente de la comunidad y que contribuyó significativamente a llevar lejos la defensa de los intereses de los afrocolombianos en todo el País y a contribuir en el desarrollo social, político, económico y cultural de la misma región Risaraldense. Hoy en día este sacerdote ha tenido grandes cambios y una mentalidad nueva hacia las comunidades negras cuya entrega hacia las mismas ya no está en el detrimento de sus intereses, sino, en la defensa de sus derechos étnicos, humanos e identidad cultural.
La historia contemporánea de Santa Cecilia cobró mayor fuerza a partir de la educación. La primera escuela se llamó San Pedro Claver, que se ubicó en lo que hoy pertenece al casco urbano del corregimiento; los primeros educadores de la Comunidad Negra fueron Don Camilo Mosquera, Padre del actual dirigente nacional del Movimiento Nacional Afrocolombiano Cimarrón y la madrina de muchos, doña Leandra Mosquera.
Pasados algunos años los niños que terminaban aquí su primaria no encontraban nada más que hacer, entonces se empezó a pensar en la creación de un colegio. Éste, en sus comienzos, contaba con un solo grado, luego se amplió hasta el grado cuarto de bachillerato. Los alumnos egresados del cuarto nivel eran ayudados por el sacerdote para ingresar en una normal en Pácora (Caldas) y así poder graduarse como maestros y vincularse a la planta oficial de maestros de la región.
Cuando comenzó a funcionar el colegio se le dio el nombre de Pío XII y más adelante cuando se conformó como Normal, la escuela pasó a constituirse como Anexa a la Normal Pío XII.
A medida que se fue poblando y ampliando la frontera territorial, se fueron conformando las diferentes veredas; cuando ya hubo personal suficiente como para fundar una escuela se empezaron a crear los primeros centros docentes en donde, en su gran mayoría, fue nombrado un maestro egresado de la Normal Pío XII.
Las primeras escuelas rurales fueron: Santa Rita, Agüita, La Unión, Mumburotó que por falta de alumnos, pasó a ser la escuela de Pital, Gitó, Cicuepa y El Silencio. Más adelante se fundaron las escuelas de Bachichí, El Volga y Remolinos.
Este despliegue de centros docentes también abarcó veredas de comunidades mestizas como La Liberia, Curumbará, Minita e Itaurí donde la mayoría de las veces han laborado docentes egresados del pío XII. Fue tanta la fama y la calidad de la educación que se impartía en la Comunidad Negra de Santa Cecilia, que personas de otros Municipios y departamentos cercanos llegaban hasta allí para educarse y beneficiarse de este potencial educativo.
Los estudiantes egresados del quinto nivel de los centros rurales podían desplazarse al corregimiento, alojarse en el internado regido por el sacerdote y recibir la formación pertinente.
Actualmente la comunidad cuenta con 10 escuelas en veredas en donde se asienta la Comunidad Negra y, como mínimo, laborando en ellas un docente de la misma, con dificultades estructurales, regular estado de la infraestructura física, escasez de logística y apoyos didácticos entre otros; también con tendencia a la deserción escolar de los niños; agudizado esto último, por el conflicto armado, similar situación afronta el Colegio.
La Normal Pío XII, a raíz de la nueva Ley General de Educación, Ley 115/94, sufrió cambios, drásticos que impactaron negativamente en la comunidad, ya que a través de ello, jóvenes normalistas accedían a la docencia, a la profesionalización y por ende al mejoramiento económico y social de sus familias, pues esa ley, llevó a desaparecer muchas normales en el País, como el caso de la Normal Pío XII de Santa Cecilia y a otras a transformar sus finalidades y estrategias educativas y pedagógicas. En la actualidad el colegio posee una nueva modalidad sobre la base de la participación y escogencia de la modalidad por parte de la comunidad, teniendo en cuenta el entorno ambiental y cultural de la zona. Así la institución posee una modalidad ambiental que, a paso de tortuga, trata de imponerse y desarrollarse a pesar de la crisis económica que atraviesa el Departamento y la inseguridad que reina en el medio a partir de la toma que hizo la insurgencia el 17 de Marzo de 2001, que a nombre del pueblo, que dice defender a impuesto una nueva forma de dominación colonial interna contemporánea; acciones que han motivado desplazamientos forzados hacia el resto del Departamento de la comunidad afrosantaceciliana e indígena exponiendo, a las que aún quedan en el corregimiento, en cualquier momento, a una incursión y masacre paramilitar.
Por otra parte los desarrollos en materia infraestructural, comunicación, salud, vivienda, agrícolas y culturales, entre otras, del corregimiento alcanzados hasta antes de la toma insurgente, fueron logros obtenidos sobre la base de un acuerdo político realizado con la comunidad y sus dirigentes con él antes cacique político liberal del Departamento Oscar Vélez Marulanda.
Con esta misma dinámica en el corregimiento de Santa Cecilia han hecho presencia muchas instituciones de carácter estatal, cuya permanencia es irregular en el tiempo. Muchas de ellas han llevado modelos importados de otras zonas, que como la andina no ha funcionado debido a las condiciones específicas de la región. También el accionar de las instituciones ha sido descoordinado y no planificado, llegando a veces a duplicar acciones o ignorando los avances de las otras, lo que ha traído como resultado la desconfianza en la comunidad.
Entre las instituciones que hicieron presencia en el corregimiento tenemos:
Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Obras Públicas, IMPES, SENA, Servicio Seccional de Salud, PAN, Plosan, INCORA, CHEC, DRI, Caja Agraria, PNR, Comité de Cafeteros, CBF. Actualmente existen: CARDER, Secretaría de Desarrollo Agropecuario, ICBF, CHEC, Telecom, Servicio Seccional de Salud, Red de Solidaridad.
En cuanto a organizaciones raizales, tradicionalmente en la comunidad se conforman las Mingas o Convites, para realizar trabajos de beneficio colectivo como son limpias de caminos, parcelas, cosechas de maíz, caña, etc., y también construcción de casetas, escuelas y obras de interés comunal.
A partir de la década del sesenta se empezaron a crear las Juntas de Acción Comunal; actualmente en todas y cada una de las veredas están conformadas por su junta directiva, tomando una nueva dinámica a partir de la Ley 70/93 cuando pasan a ser parte del reordenamiento colectivo del territorio, creando a la vez, el Consejo Comunitario que las reagrupa en pro del rescate y la defensa de la titulación colectiva de la tierra y del desarrollo social, político, cultural, económico y ambiental de la región.
A pesar de las enormes dificultades, entre ellas las económicas, las organizaciones que existen actualmente en las veredas son: Asociación de Padres de Familia, ASOCASAN, Comeragro, Asociación de Cacaoteros, Juntas de Acción Comunal, Asociación de Madres Comunitarias, Consejo Comunitario, y La Asociación de Mujeres Unidas LA HERMANDAD del Movimiento Nacional Cimarrón.
Ahora se describe estadísticamente la población afrorisantaceciliana, el territorio, la economía y los últimos sucesos contemporáneos en lo que respecta a las Comunidades Negras de la zona del San Juan.
LA POBLACIÓN AFRORISARALDENSE ANTES DE LA TOMA INSURGENTE
La gran mayoría de la población tradicional negra e indígena de la cuenca se encuentra asentada en la margen derecha del río, imprimiéndole a este sector unas condiciones muy particulares de territorialidad y uso de los recursos, que contrastan notoriamente con los usos predominantes en la otra margen. Se destacan en la cuenca dos grupos étnicos de amplia trayectoria en la región pacifica: los Emberá y los afrorisaraldenses. El grupo negro, un total de 2.386 personas, se encuentra asentado principalmente por grupos de parentelas con la siguiente distribución poblacional:
El territorio
La comunidad negra de Santa Cecilia habita principalmente en las riberas de los ríos San Juan y Agüita; se encuentran asentados en el territorio desde hace aproximadamente un siglo. Tradicionalmente han practicado una economía basada en la agricultura, la pesca, y la cacería en menor escala. La forma de explotación de los recursos esta íntimamente ligada a la manera como se expresa y conceptualiza el territorio. La unidad territorial básica la constituye la "finca", esta se ubica espacialmente desde el rio hasta el filo más próximo, constituyéndose de acuerdo a cuatro ámbitos de organización espacial y productiva de la finca: en "vega" o área aledaña al rio, sitio de viviendas o "plan", "monte", o área de cultivo y "respaldo" o zona de bosque.
El primer ámbito "vega" es un área de explotación múltiple, allí se realizan todas las actividades ligadas con el rio (oficios domésticos, minería artesanal, pesca), también es sitio para cultivos e algunas especies que fructifican mejor esas tierras. El segundo ámbito, "plan" o sitio de vivienda concentra las actividades domesticas, la cría de animales y la habitación humana. El tercer ámbito "monte" o área de cultivos corresponde a las laderas, allí pueden encontrarse policultivos enrastrojados y barbechos de diferentes tiempos de acuerdo con el sistema de descanso de las tierras. El cuarto ámbito, "respaldo" o zona de bosque, es un área importante de abastecimiento para maderas, plantas medicinales, frutos del bosque y animales de cacería.
El conjunto de "fincas" pertenecientes a la porción de espacio donde se ubican las diferentes familias son las que constituyen la "vereda", donde se ubican el conjunto de familias de ascendencia común, emparentadas entre sí por lazos consanguíneos reconocidos socialmente y que conforman el total de la territorialidad negra en la zona. Así se pueden encontrar territorios muy precisos reconocidos por la nominación por la familia extensa, siendo común escuchar sobre alguna vereda que es asiento de X o Y familia.
La finca comienza desde la orilla del río hasta la cordillera; distribuyéndose así:
En la parte baja de la vivienda está rodeada por la sementera con árbol del pan, pacó, guama y frutales, entre otros. Otra franja hacia arriba se utiliza para siembra de plátano primitivo, maíz, chontaduro, cacao, entre otros, y el resto se utiliza como reserva para la cacería, extracción de madera para la construcción y reparación de vivienda y también para la recolección de algunos productos del bosque.
TENENCIA DE LA TIERRA
La Constitución de 1886 en su artículo 22 establecía: "No habrá esclavo en Colombia. El que siendo esclavo pise territorio de la República quedará siendo libre': en su desarrollo dio origen a la Ley 2 de 1954 que declaró baldías las tierras ancestralmente ocupadas por las Comunidades Negras e indígenas.
Las labores culturales utilizadas por las Comunidades Negras en sus parcelas o chagras, son muy diferentes a las utilizadas por los mestizos, quienes aplican las prácticas de tala total, quema, desyerbe con azadón y empleo del monocultivo, mientras que la Comunidad Negra utiliza la entresaca y mezclado de cultivos y limpia con machete o rocería.
Políticamente esta región ha pertenecido a los Departamentos del Chocó, Caldas y actualmente a Risaralda; la creciente introducción del grupo mestizo, con sus formas diversas de apropiación y uso del territorio, han producido una acelerada pérdida de identidad en el grupo afrocolombiano.
Por lo general toda familia tiene su lote de tierra; tradicionalmente éstas han pasado de padres a hijos con la figura de herencia. Es propia de la cultura inculcar el respeto por los predios de los vecinos, aunque éste los tenga abandonados por años. Los límites de cada parcela son fijados por los colindantes por medio de señales tales como: zanjones, quebradas, árboles vistosos, estacas y piedras (límites naturales).
La titulación se ha convertido en factor necesario y exigencia de entidades y autoridades, por lo que la comunidad se ha visto obligada a solicitar al INCORA y la Caja Agraria (hoy Banco Agrario), la adjudicación de sus tierras y el estudio de la titulación colectiva de acuerdo a los postulados de la Ley 70 de 1993 sobre las comunidades Afrocolombianas.
Parte de la problemática de la Comunidad Negra se relaciona con la carencia de una clara delimitación de sus asentamientos frente al colono y a las comunidades y la falta absoluta de registros estadísticos confiables que permitan tomar decisiones acertadas cuando se trata de establecer programas de manejo que posibiliten un desarrollo humano sostenible.
Las instituciones encargadas del fomento de programas productivos introducen tecnologías que no respetan la dinámica cultural y va en contravía con la conservación de los recursos.
Según datos de distribución recogidos en el diagnóstico, el territorio de Comunidad Negra tiene 572 predios entre los 350 y 1000 metros sobre el nivel del mar. La información se resume en las siguientes tablas, que agrupan el número de predios por vereda, etnia del propietario y la situación legal del mismo:
SITUACIÓN LEGAL PREDIOS COMUNIDAD NEGRA
La economía
La economía en las comunidades negras del alto San Juan es un sistema que combina actividades como la agricultura, pesca y recolección con la venta de fuerza de trabajo y en menor escala la caza, la producción artesanal, el comercio y la actividad minera. Se pueden encontrar tres grandes áreas, donde las diferencias de tipo económico, cultural y social marcan distinciones notorias entre las comunidades de la región.
ZONA 1: Corresponde a las comunidades asentadas en las márgenes del Río Agüita y a las veredas de La Unión y El Silencio, además de una vereda intermedia llamada Piedras-Bachichi. Se caracterizan por conservar formas tradicionales de producción y participar en menor escala de la economía de mercado. Allí predomina el patrón de poblamiento tradicional y se conserva en gran parte el sistema 'finca" tradicional. Esta zona se caracteriza por tener la minería como uno de los renglones importantes de su economía. La vereda Piedras-Bachachi es una zona de transición donde se combinan las formas tradicionales de producción con una orientación al mercado, por combinar la producción tradicional con el jornaleo.
En veredas como La Unión los jóvenes jornalean casi todo el año, las mujeres se dedican al barequeo y los hombres adultos a la finca. Existe poca intervención estatal.
Existe ya una inserción en la economía de mercado con cierta orientación a la comercialización de sus productos. La permanencia de algunas áreas bajo bosques permite la presencia de fauna silvestre para cacería, pero el grado de intervención a que están siendo sometidos los bosques por la presión sobre las maderas, la ampliación de potreros y zonas para cultivos y métodos de cacería más eficaces, han influido directamente en la extinción de las especies. La cría de animales domésticos es una de las actividades introducidas por el mestizo que mejor ha sido acogida por los grupos étnicos, este sector de las comunidades negras tiene en los animales domésticos un importante renglón de su economía familiar. Básicamente se utilizan para consumo familiar y a veces para comercialización, cuando se necesita dinero para compra de otros productos. Se crían cerdos y gallinas principalmente sin ningún tipo de tecnificación ni de encierro.
ZONA 2: Corresponde a esta zona todo el núcleo urbano de la cabecera del corregimiento de Santa Cecilia. Se caracteriza por una desvinculación notoria con las actividades del campo, especialmente entre los jóvenes, quienes tan pronto culminan su educación escolar salen del territorio hacia las grandes ciudades. En esta área hay una tendencia creciente a la economía de mercado, dependiendo gran parte de la población jornalera o de actividades económicas propias del sector informal de la economía. Muchos poseen 'Finca" en los sitios mas cercanos al área urbana. Dependiendo de ella para la alimentación y del dinero para acceder a los demás productos. A pesar que la intervención estatal no es notoria en todo el territorio, esta zona se caracteriza por presentar una inclinación creciente y una voluntad expresa por insertarse definitivamente en el modelo hegemónico económico y social de la mayoría de la población colombiana. La pesca se realiza en menor grado que en las demás zonas, se utilizan herbicidas mezclados con arroz para practicarla, además de las técnicas tradicionales.
Dentro de este sector es muy importante la cría de animales domésticos, cerdos y gallinas principalmente. Básicamente para la comercialización, introduciendo cierto principio de tecnificación donde predomina el encierro de los animales.
Zona 3: Corresponde a los grupos asentados en la margen del río San Juan, a saber: veredas de Pital, Gito-Cicuepa y Guarato. Estas veredas se caracterizan por orientar su economía principalmente a la extracción de palma barrigona, estacón, chontaduro, borojó y al jornaleo. Hay un proceso notorio de desvinculación con las labores agrícolas y un proceso de segmentación de las tierras por venta a mestizos, que incide enormemente en la integridad territorial del grupo. Grandes extensiones de este sector se encuentran en poder de propietarios ausentistas que, en algunos casos, contratan a personas de la zona como agregados. Aunque muchos de sus habitantes conservan las técnicas agrícolas tradicionales, hay una tendencia creciente a la tecnificación y utilización de agroquímicos, de igual manera se ha tecnificado la piscicultura y existen ya entables comerciales. Esta zona se caracteriza por poseer una influencia marcada de la economía extractivista típica de algunas zonas del Chocó y está muy influenciada por los colonos mestizos, que se han introducido en el territorio. La intervención estatal es poca.
El manejo de ganado se hace en extensiones entre 10 Y 30 ha, y aproximadamente 5 cabezas /ha., para doble propósito con una producción cercana a un litro de leche por día por cabeza; debido a las condiciones de la zona, la capacidad de carga de las tierras es muy baja, 1 cabeza por 5ha, y con la explotación actual se está generando un proceso de degradación por compactación del suelo, erosión laminar severa y movimientos en masa continuos. De otro lado, las características edáficas no permiten un buen desarrollo del pasto y las malezas son difíciles de controlar manualmente, como suele hacerse. El manejo de cerdos y gallinas, regularmente practica por la Comunidad Negra, se hace cerca de la vivienda, manteniendo los animales libres para la consecución de su alimento y con una porción diaria de aguamasa para los primeros y en algunas ocasiones maíz a las segundas. La cacería y la pesca de sustento no son practicadas ya con tanta frecuencia, aunque la pesca es una actividad que no pierde vigencia a pesar de haber identificado la reducción de peces en el río. En esta zona es practicada la cacería deportiva por grupos foráneos, bajo la guía de miembros de la Comunidad Negra.
La producción
Actividades de transformación practicadas por la Comunidad Negra.
Dentro de las actividades de transformación se pueden catalogar la agricultura, la minería, la producción artesanal y los oficios domésticos.
La agricultura: Para abrir en el sitio escogido, se convoca a una minga donde participan los vecinos y parientes; actualmente esta situación ha disminuido un poco. Las herramientas tradicionalmente usadas en las labores agrícolas son: machete para rozar, hacha para tumbar y cortar leña, recatón con pala para hacer huecos y sembrar, recatón puntudo para hacer palanca, gambia para desmatonar potreros y abrir brechas; para "voliar" maíz se utiliza un canasto de boca estrecha llamado cusumbo, y se usa también un canasto para cargar los colinos de plátano.
El sitio de cultivo se denomina sementera y se caracteriza por su gran diversidad. La roza se hace de una manera selectiva, respetando los frutales y palmas, no se utilizan abonos químicos ni se acostumbra hacer limpiezas en la mayoría de los cultivos.
En la actualidad los linderos y asentamientos de la finca siguen siendo desde el río hasta el filo. Se produce cacao, chontaduro, plátano, Borojó, maíz, pasto, yuca.
Básicamente son los hombres mayores los que laboran en el campo y los acompañan algunos de los hijos. La mujer no va ya al monte, se encarga de cultivos en azoteas y de las labores del hogar. En algunas veredas practican, mayoritariamente los hombres, el barequeo y la pesca con atarraya.
La agricultura ha dejado de ser una de las actividades económicas principales. El estudio de los jóvenes ha sido una de las causas de abandono de las fincas, debido a la modalidad normalista que los preparaba maestros, ocasionando migraciones, además de la necesidad de aumentar los ingresos económicos que los lleva a jornalear en otros sitios. De todas maneras aunque los jóvenes ya no participan del trabajo en la finca, la agricultura sigue siendo el principal medio para el sustento del grupo familiar.
Variedades de cultivo: La comunidad tiene un amplio conocimiento del comportamiento de las especies que se cultivan, en sus sementeras se manejan gran variedad genética. Este conocimiento es el resultado del legado de conocimiento recibido de los Emberá y de su constante experimentar en el territorio.
Entre los principales cultivos se destacan las siguientes especies:
Chontaduro, Primitivo, Plátano, Limón, Yuca, Fríjol, Guanábana, Borojó, Piña, Anón, Lulo, Naranja, Guayaba, Ñame, Café, Yuyo, Maíz, Caimito, Aguacate, Cacao, Banano, Pasto.
La minería: La minería se considera como una de las actividades más antiguas que ha practicado el grupo. En un comienzo esta era sólo un trabajo para las mujeres; mientras el hombre se ocupaba de otros como trabajo en la finca, jornaleo, etc.; para la extracción del mineral se utiliza la técnica del baharequeo. Para la realización de este oficio, se formaban grupos de mujeres que comenzaban haciendo el hueco, después de tener cierta profundidad, se extraía la tierra a la que llamaban cinta, que contenía el mineral.
Esta forma de mantener el sustento básico por la práctica de la minería, duró más o menos hasta los años 80s, cuando por primera vez comenzó a entrar hacia el río Agüita maquinaria y equipos especializados, como la draga, la motobomba y posteriormente, hacia los 90s, la retroexcavadora.
La producción artesanal: Esta actividad se practica cada vez en menor escala, se producen canastos e instrumentos musicales de percusión y artefactos como cucharas de madera y demás utensilios para el uso doméstico. La comunidad depende cada vez más de insumos traídos de fuera. No se puede ignorar la falta de interés de los jóvenes por aprender estas prácticas.
Los oficios domésticos: Las encargadas de estos oficios son las mujeres, madres de familia y las hijas que le ayudan; dentro de estas actividades se cuentan el cuidado de los niños, el aseo de la casa, la preparación de alimentos, el lavado y planchado de ropa y la cría de los animales.
Actividades de ocupación. Dentro de estas actividades se enmarcan la venta de la fuerza de trabajo, la pesca, la cacería, la recolección, el comercio y el cultivo de peces.
Venta de la fuerza de trabajo: En este aspecto, la Comunidad Negra realiza dos actividades básicas: el jornaleo, principalmente en las cosechas y el trabajo en casas de familia en los centros urbanos de Santa Cecilia y el Departamento.
El jornaleo lo realizan más que todo los hombres jóvenes entre 20 y 30 años. Se jornalea en épocas de cosecha de café, también se jornalea en construcción en Pereira y en la construcción de carreteras; se trabaja básicamente al contrato.
Las mujeres salen a trabajar en oficios domésticos, se ven de todas las edades, pero casi siempre son las mujeres cabezas de hogar que se les dificulta la manutención de la familia.
Anteriormente se podía jornalear en la región, trabajando, abriendo fincas para los mestizos; en la actualidad los finqueros abandonaron las fincas, saliendo de la zona por dos razones primordiales: la presión de la guerrilla y la baja productividad.
Cacería y pesca: Como se afirmó anteriormente, la cacería no es un renglón importante dentro de la economía de la Comunidad Negra. Se practica por hobby, convirtiéndola en casi una actividad deportiva, no se depende de ella para agregar la proteína animal en su dieta alimenticia.
Algunas personas de la comunidad sirven de guías para individuos de otras regiones del País que llegan a practicar la cacería con perros y armas. Según la comunidad, esta actividad fue muy común cuando se abrió la carretera, ahora las visitas de foráneos cazadores han disminuido considerablemente, como también las especies de caza.
La pesca es practicada por hombres, mujeres y niños; las técnicas utilizadas comúnmente son: atarraya, anzuelo y algunos herbicidas utilizados en la agricultura.
La recolección: A pesar de que la comunidad afirma no utilizar muchos productos del bosque, es posible diferenciar 152 especies de flora que se utilizan, clasificando su uso en alimenticios, artesanales, medicinales y comerciales.
Pese a todo esto, de los avances logrados por las Comunidades Afrosantacecilianas, existe aún la marcada marginalidad del Gobierno departamental frente a las mismas. Por ello en el marco de la Ley 70/93, la Comunidad Negra Afrosantaceciliana se movilizó no solamente por la titulación colectiva de sus territorios para asegurarla a sus futuras generaciones, que la obtendrá dentro de dos meses, expedida por el INCORA, sino que fue mucho más allá. Exigió un Plan Desarrollo para las Comunidades Negras de todo el Departamento de Risaralda, que en el gobierno de Carlos Arturo López Ángel fue insertado en el Plan de Desarrollo Departamental "Es tiempo de Sembrar", más no en el Plan de Inversiones. Igualmente se exigió para la actual administración que dirige la Doctora Elsa Gladis Cifuentes Aránzazu y el proceso está en marcha para hacerlo realidad sobre la base de la dinámica que le impongan las organizaciones afrorisaraldenses existentes.
No tranquilas las comunidades Afrosantacecilianas, encabezada por su dirigencia negra en el Departamento se unifica y hermana con la movilización indígena en Julio del año 2000, logrando acuerdos con el Gobierno Nacional para solucionar problemas importantes de las comunidades en la zona como la construcción y dotación de una casa cultural, la continuación en ejecución del proyecto "Transversalidad de la Cultura Afrorisaraldense en los Currículos de Las Instituciones Educativas de Todos Los Niveles en el Departamento de Risaralda"; la implementación de la modalidad del Colegio Pío XII, la culminación de su construcción y su respectiva dotación; la pavimentación de la carretera Mumbú-Santa Cecilia Apía; la reconstrucción y reparación de las viviendas afectadas por la toma insurgente el 17 de Marzo del año 2000, la reparación de las viviendas, la reconstrucción del polideportivo y el centro de salud y la ayuda humanitaria a las víctimas de la violencia; igualmente la contratación de personal médico y dotación del Centro de Salud de Santa Cecilia, como la ampliación de la cobertura del Régimen Subsidiado SISBEN; el apoyo financiero a proyectos productivos en la zona y la construcción del alcantarillado sanitario del Corregimiento.
Poco a poco con la presión y dinámica comunitaria bajo el liderazgo negro en todo el Departamento se vienen haciendo estas conquistas que el Gobierno Nacional y Departamental vienen cumpliendo. Otra es la historia contemporánea que sigue de aquí en adelante y el grado de compromiso de la dirigencia y de la Comunidad Negra del Departamento.
Los afrorlsaraldenses del Municipio de La Virginia
Al Occidente de la ciudad de Pereira, en pleno Valle del Risaralda, aproximadamente a 30 kilómetros, está localizado, sobre la margen izquierda del río Cauca, el Municipio de La Virginia. Su territorio es relativamente montañoso con algunas zonas planas, sin presentar alturas superiores a los 1.500 metros sobre el nivel del mar, por lo que sólo están presentes los pisos térmicos cálidos y medio. Las aguas de los ríos Cauca y Risaralda y las de algunas quebradas y comentes menores, componen la red hidrográfica de la jurisdicción.
El régimen pluviométrico está caracterizado por dos períodos de lluvias en el año; el primero comprende los meses de Marzo, Abril, Mayo y Junio con una precipitación promedio mensual de 132m.m, y el segundo los meses de Agosto, Septiembre y Octubre con una precipitación promedio mensual de 156 m.m.
Su extensión total es de 34 kilómetros cuadrados, el más pequeño de los Municipios del Departamento de Risaralda. Limita al Norte con el Departamento de Caldas a la altura del Municipio de Belalcázar, por el Oriente con Marsella, por el Occidente con Balboa y Santuario y por el Sur con el Municipio de Pereira.
Su territorio se encuentra en medio de dos fallas geológicas de gran extensión y cercanas al casco urbano: La falla Anserma Nuevo localizada al occidente del Municipio aproximadamente a 6 kilómetros y la falla Quebradanueva a 4 kilómetros al oriente.
Su hidrografía la conforman los ríos Cauca y Risaralda, y las Quebradas Mina Rica y El Guásimo. Estos componentes hidrográficos además de servir como límites con otros Municipios son importantes en el desarrollo económico de La Virginia ya que son incorporados y utilizados en la irrigación de las tierras aptas para la agricultura y la ganadería, en la industria extractiva de arena y en el aprovechamiento de los recursos turísticos. (Área Metropolitana Centro Occidente, pág. 2 Y 3)
Precisamente en este territorio habitaron, históricamente, Comunidades Indígenas de los Ansermas y Apías que desaparecieron bajo la incursión violenta de los invasores Españoles iniciado y encabezado por Jorge Robledo.
La presencia afrocolombiana en la descrita geografía fue recurrente durante toda la colonia esclavista como resultado del exterminio aborigen, la ampliación de la frontera minera, la opresión cultural y las guerrillas cimarronas a raíz de un levantamiento a fines del siglo XVIII en Cartago; se la opresión cultural y las guerrillas aceleró el incremento de población negra a principios del siglo XIX liderado por el afrodescendiente Salvador Rojas, quien se aventuró a edificar su primer "rancho" en las orillas del río Cauca y decidió poblarla atrayendo a sus compañeros en las nuevas tierras que se veían promisorias. A ello se unieron decenas de personas negras libertas, cimarrones y esclavizados encabezados por el albañil Agustín López, quienes se trasladaron a estas tierras prometidas y fundaron lo que después sería un gran Palenque Negro.
Según algunos historiadores como Alfredo Cardona Tobón, estos terrenos eran de propiedad de Hersilia Sánchez, quien los había heredado a través de algunos títulos coloniales. Pero el caso es que las Comunidades Negras lo hicieron legítimamente suyos a través de un enorme caserío que le dieron el nombre de "SOPINGA" y después el de "NIGRICIA", como nos lo comenta el libro "Relatos de Gil", de Gilberto Jaramillo Montoya en las páginas 200 y 201, quien dice:
A principios del siglo aparece una señora como dueña legítima de los dilatados terrenos en el Puerto de La Virginia, según lo atestiguan las viejas escrituras; se trataba de doña Hercilia Sánchez.
Fueron doña Hercilia Sánchez y doña Tomasa Osario las primeras vendedoras de lotes a los negros abajeños, antioqueños y algunos blancos, quienes irían a ser los primeros fundadores del poblado. Entre ellos estaban: Gregario Londoño, con su familia, Josué Castaño (peluquero), Misael Díaz. Calixto Torres (dueño de una pesebrera), Eliseo y Espíritu Santo Paniagua, Leandro Villa, Marcelino Torres, María Franco, José Velásquez, Evangelista Echavarría, Pedro Martínez (padre). (Jaramillo Montoya, p. 200 Y 201)
Afrodescendientes y afromestizos llegados del Cauca, Valle del Cauca, Antioquia, inclusive desde Anserma, Marmato por canoas a lo largo del trayecto del río Cauca conformaron el incipiente ranchería del puerto. Con su cosmovisión cultural y comunitaria y la natural rebeldía que les caracterizaba, los descendientes de los cimarrones poblaron durante mucho tiempo el territorio, convirtiéndose así en los fundadores legítimos sobreviviendo de la agricultura, la caza, la pesca, la ganadería entre otros.
El doctor Bernardo Arias Trujillo en su libro "RISARALDA", hace una descripción detallada de este proceso, bajo una mentalidad sumamente racista, impregnado por el contexto de la época, en la manera y la forma de describir a los personajes, protagonistas negros, de su novela, en la cotidianidad, las costumbres, la cultura, la corporeidad, la producción, etc. El hecho es que este escritor legitima, histórica y naturalmente, la fundación; del Municipio por los afrodescendientes que combatieron permanentemente la intromisión cultural y económica del blanco que al final se impuso desde el Departamento de Caldas y su capital Manizales en cabeza del señor Francisco Jaramillo Ochoa en 1905 bajo la acción y el discurso de la modernidad.
Ahora bien, desde la colina de Cruces y Tambores aparecía un caserío denominado EL REY (hoy Balboa) en donde ya existían cultivos de café cuyo producto era extraído en mulas a SOPINGA, que empezaba a abrir sus puertas al futuro caserío de La Virginia. El tráfico se hacía por la denominada trocha de LA GIRONDA.
El caserío de SOPINGA lo configuraban veinte chozas pajizas, una plaza, una fonda, cuatro caneyes en donde la comunidad se divertía y se jugaba a los gallos. El caserío estaba situado en la confluencia de los ríos Cauca y Risaralda. Ciento de embarcaciones de guadua y plátano enmarcaban el río y su cruce hacia una vida agradable, inquieta y calurosa. Cada cual reclamaba su jornal, otros demandaban trabajo y los más se dedicaban a la pesca sin que nadie inquietara sus vidas.
Los primeros cultivos fueron plátano, yuca y maíz, pero luego se emprendió la apertura de potreros que fueron surgiendo por encanto dada la fertilidad de las tierras, lo que constituyó el fomento ganadero de las haciendas del Valle del Risaralda.
Se dice que los primeros potreros recibieron su correspondiente bautizo tales como: EL TRILLO DE ESCALANTE, EL TRILLO DE PANIAGUA, EL TRILLO DE SANTAMARÍA, EL TRILLO DE PEDRO JUSTO, EL TRILLO DE PAEZ y PEDRO QUINTO, nombres que se conservaron y pronunciaron por muchísimo tiempo.
Empresas de envergaduras empezaron a surgir; El Globo de YARUMAL O; APRIA, encabezado por los EASTMAN. En el Rhin los Toros, en la SUIZA, los Arangos; en el PARNASO, los Ochoa; en la MANCHA, los Gómez; en la GIRONDA y CUBA, los Ángel; en LA MARÍA Y ZABALETAS, los Botero; En LA GALlAS, Alfonso Jaramillo y Germán Vélez; En VENGALA y PORTOBELO, los Jaramillo Ochoa. (Osario Restrepo, 1964, pág. 44)
En la confluencia del río Cañaveral y Cauca, había un pequeño caserío denominado "EL CARMEN". De Sopinga se viajaba a Anserma a lomo de mula por terrenos pantanosos; se gastaba un tiempo de 12 horas, siguiendo el curso de Risaralda. A Belalcázar siguiendo la loma PINA se gastaba medio día. A Pereira vía CERRITOS, se gastaba día y medio. A Cartago siguiendo el curso del Cauca se gastaba día y medio.
Se debe anotar que la fundación del Puerto de manera oficial se llevó a cabo con posterioridad a Pereira y Cartago hacia 1888.
Ya por este año comienza a tener piso de veracidad, lo que representa para la época del "COLONIAJE", la región que hoy constituye el Puerto de La Virginia y los nombres de los fundadores que fueron acreedores de la placa a partir de 1888. Estos son:
José Joaquín Hoyos, Juan Hoyos, José Ramírez, Nicolás torres y su esposa Juana Valderrama, Marcelino y Martín Torres Valderrama, José María Gutiérrez, Pío Quinto Franco, Filomena Vasco, Santiago Monroy y su esposa Josefa Cañarte, Neno Suárez, la LEGENDARIA MUJER NEGRA ANA FRANCISCA DURÁN (LA PACHA DURÁN), Cornelio Moreno y Juan Moreno.
La época del "coloniaje", puede decirse, constituye el punto de partida del desarrollo moderno de La Virginia bajo los preceptos del capitalismo moderno a partir de 1888, no su fundación que es a partir de la presencia de los SOPINGAS.
La vida comercial y administrativa se inicia por los años de 1904 y 1905, en que aparece Francisco Jaramillo Ochoa, por los mecanismos de la fuerza, establece aperturas de calles, el desmonte y la parcelación de la primera forma urbanística del caserío.
Reagrupa los colonos, les compra y abre nuevas tierras partiendo de la periferia hacia el centro, pero bajo el mismo esquema de dominación Centro-Periferia típico de los españoles. Se construyen así: el parque central, el templo, los bancos, los hoteles, etc.
El mismo Francisco Ochoa estableció la navegación por el río Cauca, entre Juanchito (Cali) y La Virginia en el año de 1908, navegación que fue iniciada con el barco denominado EL MERCEDES. También construyó en el puerto las primeras trilladoras de café; concibió la idea de conectar a Cartago con Medellín por medio del ferrocarril.
Con las trilladoras de café y la apertura internacional al mercado capitalista, se despertó el interés por el cultivo del grano. Desvió el río Risaralda que amenazaba el caserío, extendió la población urbana y acondicionó el terreno para la plaza de mercado, iglesia calles y escuelas. Unió por medio de una barca las riberas del río Cauca, embarcación que operó por mucho tiempo en el punto denominado EL DAGUA. Abrió numerosos frentes de cultivo de maíz, yuca, plátano, cacao, tabaco y diversos productos. La pesca era el mercado de mayor atractivo para los colonos; y el ganado obtuvo su mayor impulso por medio de abundantes pastos, siendo la mayor fuente de divisas para el Puerto. Estableció comercio con todas las poblaciones y regiones vecinas: Belalcázar, Santuario, San Joaquín (hoy Risaralda), Anserma, Riosucio, Quinchía, Arrayanal (hoy Mistrató), Belén de Umbría y otras. Ya para ese entonces aparece el Valle con diversos nombres: NIGRICIA, SOPINGA, BODEGA y posteriormente LA VIRGINIA. Pero el más común fue SOPINGA, que continuó su proceso ascendente de modernización con el tráfico de barcos en el río, la construcción de carreteras hacia otros puntos de comunicación intermunicipal y regional, la construcción de puentes, etc. Antes de terminar esta parte se hace necesario describir las dos más importantes mujeres (madre e hija) que determinaron inicialmente la fundación del Municipio de La Virginia tomando como referencia a SOPINGA y que fueron las protagonistas centrales de la novela "RISARALDA" de Bernardo Arias Trujillo.
En el caso de ANA FRANCISCA DURÁN (La PACHA DURÁN), nació en un barrio negro de Cartago – Valle. Dicen que en sus primeros años deambulaba desnuda por las calles y sitios arenosos del río. Su vida representa el amanecer y desarrollo de la región, ya que sobre ella recae la parte histórica inicial de la comarca.
Su madre fue esclavizada y como tal llevaba la marca distintiva de los esclavizados. Siguió a un aventurero pescador hacia las minas de Antioquia, pero, aburrida por el maltrato que le daba, lo abandonó e intempestivamente apareció en el Valle del Risaralda ya conocido con el nombre de SOPINGA.
Se casó legítimamente con José María Gutiérrez y de esta unión se conocen tres hijos a saber: Juan Crisóstomo, Evangelista y Eufrasia, estos Gutiérrez Durán.
Su vida apasionada, condenada por los historiadores racistas y machistas, de la región, por los militares la lleva a abandonar a su esposo y de este amor tuvo dos hijos naturales que fueron: Manuel y, TRÁNSITO DURÁN (conocida como LA CANCHELO). La Pacha Durán era una de esas mujeres negras alegres que hizo construir un tambo de grandes proporciones dándole a la región identidad y un profundo aire cultural afrolocal a donde venían músicos y artistas afros de Cañaveral y Cartago. Era una reconstrucción cultural afroregional construida desde abajo, de lo afropopular, que el blanco, la iglesia local de la época y los historiadores locales satanizaron como lascivo, prostituido, bullicioso y violento.
La Pacha Durán vivió en CALLE LARGA y según versiones populares murió de 114 años de un tumor cancerígeno.
De ella su hija MARÍA DEL TRÁNSITO DURÁN (La CANCHELO), se convirtió en la chica negra, más prominente de la región, por su trascendental belleza y la protagonista central de la novela "RISARALDA" de Bernardo Arias Trujillo, que junto a Silvio Villegas y Otto Morales Benítez le describen, profusamente uno más que otro, bajo el lenguaje literario más racista y procaz. Veamos un ejemplo con Bernardo Arias Trujillo:
Era la Canchelo un trozo de muchacha pintona, de carnes provocativas. Había una reminiscencia de mar en sus movimientos de calentana y, en la tarde luminosa de su cuerpo, ardían los tizones de los crepúsculos tropicales. Sus ojos de color de alba alegre, llameaban de sensualidad y de ensueño. Su adolescencia frutal abríase como un dulce mamey de ricas mieles. Sus pupilas de corzo estaban escoltadas por los guaduales apacibles de unas pestañas como el pecho de una golondrina. Tenía un lánguido cuerpo de guabina tolimense. Era ágil y triscadora, como una ternera recién parida. Cuando amagaba sonrisas encendía las farolas de sus dientes como bujías fulgurantes. (Arias Trujillo, pág. 20)
La Canchelo, según el libro de Arias Trujillo y algunos comentarios populares, convivió con Juan Manuel, joven blanco venido de Manizales y el que Francisco Jaramillo conquistó para el servicio de la ganadería en Portobelo. Se dice que fue el mejor encerrador de la comarca y el centro apasionado de ella. Se cree que de la relación entre ellos hubo dos hijos naturales que no sobrevivieron. El hombre murió violentamente por tratar de ensogar fuertemente un toro.
La Canchelo murió en Cali, se dice que al parecer de tuberculosis y había perdido un dedo de la mano.
Posteriormente La Virginia en 1906 fue convertida en corregimiento del Municipio de Belalcázar, antiguo Gran Caldas y ratificada en la misma con Decreto 82 de Febrero 5 de 1943 en su organización fiscal y económica. Convertida en Municipio en el año de 1959 por Ordenanza #57 de Noviembre 28 de 1959 por la Asamblea Departamental de Caldas. Más adelante pasaría a convertirse en Municipio del nuevo Departamento de Risaralda que con un fuerte movimiento político, se desprende política, económica, y administrativamente de lo que se llamó el Viejo Caldas el día 23 de Noviembre de 1966.
Así pues, la presencia de la Comunidad Negra junto con la fundación, creación y desarrollo, con todo lo que esto implica, del Municipio de La Virginia, ha sido permanente si se toman algunos ejemplos traídos del libro del Doctor Gilberto Jaramillo Montoya, "LOS RELATOS DE GIL":
Entre estas mujeres se destacaba la alta y estilizada María Franco y sus tres esbeltas jóvenes hijas que llegaron a Sopinga de Valparaiso Antioquia. Había una gran diferencia entre los negros antioqueños y los caucanos. Los primeros eran cordiales, leales, emprendedores y amigos de trabajar con los blancos. Les encantaba un buen patrón, se complementaban magníficamente y hacían en conjunto obras importantes. En cambio, los otros, cerreros y bozales, retrecheros y peligrosos, no estaban bien, sino independientes, perdidos en sus mejoras de cacao. Eliseo, Espíritu y María Franco y la mayoría de los negros de la vieja Sopinga, pertenecían a este primer grupo antioqueño.
María había sido largo tiempo servidora de la familia del general Rafael Uribe Uribe, y conocía a fondo los descendientes de don Tomás. (Jaramillo Montoya, 1997. pág. 154).
Elemento éste que se profundizó en las mezclas interétnicas de su población, las migraciones permanentes de afrodescendientes del Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Chocó, Santa Cecilia, Caldas, Antioquia, entre otros; la influencia económica y la atracción migracional que generó la creación del Ingenio Risaralda y en estos momentos el desplazamiento forzado por el conflicto armado en territorios de Comunidades Negras que se ha visto obligada a asentarse en los tradicionales barrios de predominancia, poblacional negra, Pío XII, Alfonso López Pumarejo, El Progreso, El Azufral y en Caimalito, frontera con el Municipio de Pereira.
Este capítulo se quiere terminar con una entrevista realizada a uno de los adalides políticos e históricos de la Comunidad Negra en La Virginia, Don José Wenceslao Castillo, que nos ubica bien en la realidad actual, contemporánea de la Comunidad Afrovirginiana. (Ver Anexo A)
Los afrorisaraldenses del Municipio de Pereira
El Municipio de Pereira, cuya cabecera municipal es conocida con los apelativos de "Ciudad sin Puertas", "Perla del atún", y la "Querendona, Trasnochadora y Morena", se encuentra localizada, a orillas del Río atún, aproximadamente a 344 kilómetros al Occidente de Bogotá y a distancia terrestre de Buenaventura con 372 Km, Cali 230 Km, Cartagena 1.011 Km, Medellín 306 Km, Popayán 372 Km y Quibdó a 545 Km. Con una extensión de 628.71 kilómetros cuadrados y a una altura sobre el nivel del mar de 1.411 metros. Ubicada a 4 grados 49 minutos de latitud norte y a 75 grados 42 minutos de latitud oeste.
Los territorios de la jurisdicción del Municipio de Pereira son en su gran mayoría montañosos, correspondiendo su relieve a la Vertiente Occidental de la Cordillera Central; entre los accidentes orográficos más destacados de estos territorios están los Nevados del Quindío y Santa Isabel, situados en los límites departamentales con Quindío y Tolima respectivamente. Dado lo accidentado de la topografía, el Municipio presenta los pisos térmicos cálidos, medio, frío y páramo.
La red hidrográfica Municipal está conformada por los ríos Barbas, Cauca, La Vieja y Otún y por gran cantidad de quebradas y corrientes menores.
Desde tiempos antiquísimos habitaron en la zona las Comunidades Indígenas Quimbayas, de la familia étnica Caribe, que ocuparon el territorio en donde se encuentra la capital del Departamento de Risaralda, Pereira. Esta familia llegó a ubicarse en los primeros escalones del desarrollo de la América Precolombina, especialmente en los ámbitos culturales de la orfebrería y la cerámica. Cuando llegaron a invadir los españoles estas regiones, la Comunidad Quimbaya al mando del Cacique Tacurrumbí y con él 60 caciques más, gobernaban 60.000 hombres, pertenecientes a pueblos diferentes. (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
El primero en llegar al territorio en mención fue el conquistador Álvaro de Mendoza. Al mismo tiempo, el capitán Jorge Robledo, auxiliar de Pizarro en el Perú, junto a los soldados de Vadillo y el cronista Cieza León, decidió ir a fundar a Anserma y se enteró que por esos territorios se encontraba una tribu rica en oro llamada los "Quimbayas". (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
A su encuentro salió el Cacique Tacurrumbí con su hija la princesa Yanuba; quienes le hicieron algunos presentes, entre ellos un enorme vaso de oro labrado que pesaba 300 castellanos, y podía contener tres azumbres de agua. (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
Robledo envió luego al capitán Melchor de Suer de Nava, quien entró a los dominios de la tribu en cuestión y subió a la altura del río Otún, en donde se encontró un vasto territorio frondoso hasta la saciedad. Decidió este señor, quedarse y fundar una población, para lo que se dispusieron él y sus soldados a demarcar las calles y plazas y nombró como alcalde a Martín de Arriaga.
Se fundó entonces la "Vieja Cartago". Ésta se encontraba donde está situada la Pereira actual. Tenía cuatro templos, entre ellos la iglesia mayor, San Antonio y Santa Lucía. Un cementerio, dos conventos de franciscanos, que tuvieron por primeros guardianes los reverendos Juan de Torre Blanca y Fernando Macías Escobar. (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
Por ese entonces, "La Vieja Cartago" debió tener no más de 5 mil habitantes. Entre sus pobladores estaban 12 familias enviadas por el Rey Felipe 111. La población existió circundada de tupidos guaduales los que al decir de Cieza de León, en ninguna parte de las Indias ni había oído dónde hubiese tanta multitud de cañas como en ella. (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
Contaba con los beneficios de los ríos Tacurrumbí (Chinchiná), el de la Cegue y el Otún, entre otros. Aseguraba un cronista que, en Febrero de 1690, Cartago fue el escenario de una cruenta batalla, pues, los Pijaos, unidos a los Quimbayas, y la tribu del Cacique Carambury, rodearon a la media noche la Ciudad y degollaron a sus habitantes, implantando así el terror entre sus vecinos. Con este acontecimiento se jugaba la carta decisoria para el traslado de la Ciudad. El 21 de Abril de 1691, fue señalado para mudarse al lugar que hoy ocupa la actual Cartago, sitio donde ya existían labranzas y un considerable número de personas, además de una capilla llamada San Antonio.
Años después, en 1863, se funda Pereira. A la cabeza de esta fundación se encontraba el señor José Francisco Pereira, quien desde la época de la Independencia, había comprado un globo de terreno de poco más de 10.000 hectáreas al Estado Soberano del Cauca.
Este hombre murió en Tocaima, el 20 de Agosto de ese mismo año. Por su sugerencia, partieron desde Cartago, el Presbítero Remigio Antonio Cañarte, Elías Recio, Jesús María Ormaza, Félix de la Abadía, Sebastián Montaño, Jorge Martínez y Francisco Pinilla quienes encabezaron el poblamiento de la futura Pereira, quienes desconocieron los aportes hechos para el evento de la fundación, incluso con antecedentes tempranos de fundación no formal, de la mujer de etnia negra Guadalupe Zapata presumiéndose quizás, una proclividad al prejuicio racial por parte del grupo fundador.
El 20 de de Enero de 1870, fue elevada a la categoría de Municipio, bajo la jurisdicción del Cantón de Cartago. Hasta 1903 Pereira fue Municipio del Quindío. En ese año se le declaró capital de la Provincia de Robledo, para ingresar en 1905 al Departamento de Caldas. (Pereira, Reseña histórica. La Perla del Otún. s.m.d.)
Hacia 1870 Pereira contaba tan sólo con 633 habitantes. Diez años después, con la llegada de colonos antioqueños y afroantioqueños, según los "Relatos de Gil" de Gilberto Jaramillo Montoya, la población se incrementó en unos 10.000 habitantes aproximadamente. Más adelante el Municipio de Pereira se constituyó en una punta de lanza de la colonización antioqueña que incursionaba hacia el Cauca. La bondad del clima, la fertilidad de las tierras, numerosos cuerpos de agua y las riquezas auríferas de las tumbas indígenas alentaron el asentamiento de numerosos antioqueños, afroantioqueños, como también afrodescendientes de los distintos Departamentos de la Costa Pacífica, especialmente a partir de los levantamientos cimarrones antiesclavistas; igualmente la apertura de la carretera hacia el Pacífico mantuvo permanentemente la migración de la comunidad negra en busca de mejores condiciones de vida al interior de estas tierras que a partir de la década del 20 se convirtieron en promisorias. Respecto a este pasaje de la Colonización Antioqueña, dice el Doctor Gilberto Jaramillo Montoya:
Aparecían por todas partes los grandes colonizadores antioqueños que se desbordaban ávidos de tierras después de dejar agotadas las ya erosionadas de Antioquia, para encontrar estas montañas de maravillas que los esperaban desde hacía más de trescientos años; llegaban Marulandas, Jaramillos, Mejías, Ángel, González, Vélez y, tantos otros de Sonsón, Andes, Jericó, Rionegro, Marinilla, Abejorrear, La Ceja, etc. Son los antioqueños de vieja data, los mismos a quienes cantara Gregorio Gutiérrez González y que describiera tan viva y fielmente don Tomás Carrasquilla. Eran hombres fuertes, unos blancos y otros mezclados, gracias al inquieto Cupido, que abusando de ese privilegio insensato de la juventud, empezó a mezclar las atractivas y espigadas hijas de los esclavos con hijos de colonizadores mineros españoles; africanos de segunda generación que se robaban las jóvenes indias de los tambos vecinos; los blancos criollos que seguían la tradición de sus abuelos y engendraban hijos indiscriminadamente fuera de su santo, digno y cristiano hogar. Esto ocurría sobre todo en Antioquia, donde eran un orgullo de estirpe las familias de diez o veinte hijos, todos legítimos y con preciado árbol genealógico sin mezclas de moros ni de judíos. Fue éste un devenir entusiasta de la natalidad incontrolada de todos los matices, de todas las mezclas imaginables: negros con indias, blancos con negras, indias con blancos; entonces zambos, mulatos y cuarterones se veían por todas; afortunadamente, había tierras para todos virgen y fértil, en los territorios Quimbayas, Quindío, Valle del Risaralda, y la región del Norte del Tolima.
En este gran crisol se fusionó el prototipo de hombre de esta región, en los mercados o reuniones públicas, esto se veía claramente. (Jaramillo Montoya. 1997, pág. 81, 82)
Seis décadas después de pertenecer a Caldas, existiendo en la categoría de segunda ciudad, se constituye en la capital del nuevo Departamento de Risaralda, cuando se creó por medio de la Ley 70 del primero de Diciembre de 1966, sancionada por el Presidente de la República, Carlos LIeras Restrepo, e iniciando su vida administrativa a partir del primero de Febrero de 1967.
Pero ¿cuál ha sido el papel histórico jugado por la Comunidad Negra en la fundación y desarrollo del Municipio de Pereira? Veamos entonces a continuación los presupuestos históricos:
Así como la existencia del Antiguo Caldas, la creación y desarrollo del Departamento de Risaralda, la comunidad negra no fue ajena con su presencia al proceso histórico, contemporáneo y de los desarrollos del Municipio de Pereira, capital del Departamento, ella no fue referenciada, no existían en absoluto para las élites dominantes blancas y los historiadores a sus servicios, menos una comunidad que acabada de librarse del oprobioso régimen de la esclavitud, librada a su suerte con un estigma racista de 350 años, en el marco de unos imaginarios y unas mentalidades, donde lo negro era y es aún, profundamente satanizado, y una pobreza que no tenía límites, ubicada en la base social más miserable de las poblaciones que iban conformando los Municipios como el caso de Pereira y donde aún no tenía posibilidades de ascenso social, sin organización, conciencia y poder para incidir radicalmente en la impronta de las historias locales y regionales.
Después del exhaustivo examen realizado a las historias del Municipio en las bibliotecas del mismo y del Departamento, se encuentra que son historias de sus fundadores y de las élites que invirtieron para el desarrollo industrial, agrícola, fabril, administrativo, religioso, político, servicios y cultural del capitalismo en ascenso en esos tiempos, no de los sectores populares, étnicos y laboriosos de la municipalidad. Pero a pesar de ello no lograron borrar los rastros de esa presencia, era tan fuerte desde abajo que les fue imposible eliminarlas totalmente que aquí damos fe de ello.
Ahora bien, y como lo referencia el doctor Víctor Zuluaga Gómez, sobre la base de otros datos de historiadores como Criando Fals Borda y datos de archivos en su libro "Crónicas de la Antigua Pereira" con respecto al Palenque de Cerritos, donde se presentó un levantamiento de esclavizados en Cartago que se dirigieron a esta ciudad y establecieron un palenque en el año de 1781 a orillas de la quebrada Egoyá, en el actual perímetro urbano de la Ciudad de Pereira, más concretamente en el sitio que hoy se denomina "Turín", ubicado en la salida para el Municipio de Marsella; donde este levantamiento incluso puso a prueba nuevamente la unidad histórica negro-indígena en confrontación a las formas de explotación y opresión del mundo colonial esclavista.
Fue la aventura de 27 esclavizados pertenecientes a hacendados Cartagueños liderado por Prudencio, un hombre de 28 años procedente de Cúcuta que a raíz de los levantamientos Cimarrones, los alzamientos indígenas dirigidos por Tupac Amarú en el Perú y los castigos severos se rebelan a partir del 18 de Agosto de 1781 y se fugan con el apoyo de una mujer indígena María Arcos y el Indígena Pedro Vara, quien los condujo hasta la cercanías del camino del Otún, y donde se encontraron con otros indígenas que no habían aceptado establecerse dentro del resguardo de Cerritos, llamados Cocamas.
El día 7 de septiembre del mismo año de 1781, ayudados por el Indígena Vara, principiaron los esclavos a ascender por la margen izquierda del río Otún, hasta encontrar la desembocadura de la quebrada Egoyá en dicho río. Como quiera que en este sitio existe una pendiente considerable y el ascenso por la misma era bien difícil, los esclavos decidieron subir la cuesta por la orilla de Egoyá hasta colocarse a la altura de la zona de Turín, sitio donde principiaron a levantar sus ranchos y a realizar algunas siembras, tal como se desprende del informe que posteriormente darían los expedicionarios que salieron de Cartago para capturar a los fugitivos:
Encontraron un rancho con su rocería de sembradura y en ella algunos frisolitos…y en su ámbito una rocería de monte derribado y otro pedacito socolado en el que estaban unas maticas de plátanos y prosiguiendo media legua más, hallaron otro rancho con culata a modo de casa y siguiendo otra legua más adelante fue donde encontraron los citados esclavos cimarrones haciendo otro rancho… (Zuluaga Gómez, 1998. pág. 16, 17).
Realizada la fuga, la policía esclavista de la época inició la cacería de los cimarrones, y el 1 de Octubre los miembros de la expedición les atacaron por sorpresa:
El enfrentamiento dejó como resultado"… varios esclavos heridos entre ellos Atanasio, esclavo de don Antonio Mazuera, herido en la cabeza, el hombro derecho, una de las tetillas y un dedo de la mano; el negro Andrés, herido en la cabeza lo mismo que la negra Manuela; el negro Juan Manuel golpeado fuertemente por quitársele una lanza que llevaba cuando salió del monte. Los otros negros se entregaron no de muy buena voluntad, pero acabaron respondiendo el requerimiento de los comisionados, como es el caso específico del negro Simón, esclavo de don Jacinto Usechi". (Zuluaga Gómez, 1998).
Finalmente las autoridades esclavistas de Cartago los acusaron de abierta rebeldía contra el gobierno español y pretender derrocar el régimen y como castigo a los dirigentes del levantamiento los condenaron a azotes, a trabajos forzados y a ración y sin sueldo.
Otro de los presupuestos históricos de la presencia de la Comunidad Negra en el acto fundacional del Municipio lo constituyó la Cimarrona GUADALUPE ZAPATA, de quien se había hecho alusión arriba. Esta mujer negra que nació en Cocorná Antioquia, descendiente directa de esclavizados africanos, que por cosas del destino llegó a estas tierras e hizo parte del grupo de fundadores de Pereira haciendo realidad el sueño de Francisco Pereira Martínez, de ver nacer un pueblo en el mismo sitio en que existió Cartago Viejo.
Este hombre le compró al Estado un globo baldío de tierra, de 10.000 hectáreas, enmarcado entre los ríos Consola y Otún, con el fin de ver, algún día, una floreciente ciudad.
Guadalupe Zapata ya estaba en estas tierras por el año de 1860 viviendo en una de las tantas chozas pajizas que habían por esa época en este territorio.
Por eso el 30 de Agosto de 1863, cuando el Padre Remigio Antonio Cañarte celebró la primera misa en esta región, acto que es el 'punto de partida de la fundación de Pereira, ella estaba allí, como una de las fundadoras de la ciudad.
Pero los cronistas empíricos de la época, sesgados quizás por prejuicio racial, tácito o manifiesto no la incluyen en la lista oficial, ya que de las 78 personas que figuran como fundadoras hay sólo una mujer, doña Petrona Pereira y a Guadalupe se le ignora, porque según comentarios a posteriori; Jesús María Ormaza, quien elaboró la lista, no le caía bien la cimarrona.
Guadalupe nació en 1830 y murió a la edad de 103 años en tierras cafeteras, en 1933; en la actualidad le sobreviven sus descendientes, de ellos sobreviven Carmen Emma y María Helena Zapata, tataranietas de la fundadora.
De ella habló con prestancia Hugo Ángel Jaramillo, en su libro "Pereira, Tomo I". Esta mujer negra manejó por muchos años una "asistencia" como se le llamaba antaño, o fonda, un término un poco más moderno, a la que bautizó "Las Lupes", nombre con el que se les cita hasta el fin de sus días.
"Para sembrarla en la posteridad, el exalcalde Mario Delgado Echeverry, estampó el nombre de la mujer negra lavadora de oro en el Parque de Cuba, en su honor, hecho que ya casi nadie recuerda y que en la actualidad nadie conoce. El parque es un sitio más de la ciudad" (Rivera, 1998)
De otra parte, siguiendo con las argumentaciones demostrativas, se encuentra que la presencia de la Comunidad Negra era normal en la naciente y desarrollada municipalidad pero en condiciones de marginalidad, racismo y ocupando los espacios más bajos de las clases sociales pereiranas y unos que otros espacios culturales y deportivos.
Veamos lo que registra el libro "Pereira 1875-1935" cuyo autor es Ricardo Sánchez, a raíz de un caso del que no se harán comentarios para explicar el fenómeno, sobre bases sociológicas y sicológicas del hecho en cuestión. Simplemente es para mostrar la existencia permanente de la comunidad en la ciudad y el tipo de condiciones y mentalidades en que se hallaba.
A mediados de 1904 ocurrió en Pereira otro acontecimiento que llenó de indignación a los habitantes por las salvajes características que revistió. Los datos que hemos logrado recoger sobre ese suceso son los siguientes:
En la calle de Zea -hoy calle 19-, entre carreras 5a y 6a, en la misma casa donde hoy vive don Vicente Jiménez, propiedad en esa época de don Jesús Antonio Arango, vivía don Manuel Toro, su esposa doña Elena Hoyos y sus hijos.
Figura 3 Guadalupe Zapata. La foto data de 1918.
Doña Elena tenía a su servicio una vieja llamada Soledad y con ésta, su hija, una negra llamada Cleotilde. Un día después de almuerzo Cleotilde como de costumbre se fue a lavar ropa al río Otún, y obtuvo de doña Elena permiso para que la niñita Celia, primorosa chicuela de ocho años, hija de doña Elena, fuera en su compañía. La niña Celia iba muy bien vestida y llevaba además unos lindos aritos puestos. Con un atado de ropa en la cabeza y llevando de la mano a la niñita, la negra Cleotilde se encaminó al "Charco de la Peña", famoso ya como excelente baño.
Serían las cuatro de la tarde cuando la negra llegó a la casa de don Manuel, muy asustada diciendo que la niñita se había ahogado arrastrada por una enorme creciente que había bajado. La consternación de la familia Toro Hoyos fue enorme. Don Manuel, como un loco, salió gritando por las calles solicitando auxilio para su hijita, y en pocos minutos la calle 19 se llenó de gente que, acompañada de la negra Cleotilde se dirigió al río en carrera abierta. La negra mostró el sitio preciso de la tragedia, pero por más que buscaron por todas partes no dieron con el cadáver de la niñita. Varias comisiones, por ambas orillas, recorrieron larguísimos trechos río abajo, sin resultado alguno. Algunas personas fueron hasta la desembocadura del río Otún en el Cauca, pero nada encontraron.
A la mañana siguiente alguien sugirió la idea de que apresaran a la negra Cleotilde, con la esperanza de que si algo sabía, al verse en la cárcel confesara. Se obtuvo inmediato resultado, porque la negra al verse sola en la "cárcel de mujeres", se llenó de miedo y mandó a llamar a su madre, la vieja Soledad para confesarle el crimen. Fue entonces cuando se conocieron los detalles del espantoso crimen cometido por la desalmada negra Cleotilde.
Por robar los zarcillos a la niñita Celia, la negra Cleotilde, persuadida de que nadie la veía y eso nunca se sabría, en momentos en que efectivamente bajaba una creciente, cogió la niñita y después de arrancarle a viva fuerza los finos zarcillos, la arrojó al río, en mitad de la corriente. Parece que la niñita logró salir un poco más abajo, pero la negra la tomó de nuevo y la arrojó otra vez, con tal fuerza, que entonces sí, desapareció para siempre el cuerpecito de la niña entre las aguas traidoras.
Cuando se conoció la noticia con todos sus detalles, las gentes indignadas, se amotinaron frente a la casa consistorial y gritaban a voz en cuello: "saquen esa maldita negra corrompida, pa quemarla." (Sánchez, 1937, pág. 82, 83).
Es más, la presencia normal de la comunidad negra haciendo historia en la ciudad de Pereira, se reflejaba en Ios elementos culturales como se observa en la foto de la banda municipal en el año 1918 donde se encuentran dos músicos negros conformando el destacado grupo. La foto está recogida en libro de fotografías de "Pereira. Imagen e Historia" del Banco de la República de Pereira, pagina 16, fotografía 35. Que ha continuación se presenta:
Figura 4. Banda Municipal 1918
Igualmente se ve la presencia afropereirana aportando al desarrollo del deporte en la región, especialmente el fútbol como lo demuestra la foto del Deportivo Pereira en 1945 de la página 610 del libro de Hugo Ángel Jaramillo "PEREIRA" Tomo II. Y en la foto del mismo libro "Pereira. Imagen e Historia" página 57, foto 161
FIGURA 5. Equipo de fútbol 1952.
Además se quiere enmarcar y demostrar qué tan fuerte era la presencia de la comunidad negra en el Municipio y sus desarrollos que incidió profundamente en el motejo que les dio los manizalitas a los pereiranos de "NEGROS LIBERALES" e incluso como arremetida verbal por su separación del antiguo Departamento de Caldas. Al respecto dice Hugo Ángel Jaramillo: Con Osorio Pinto se inicia la época de los "negros" en el Concejo Municipal; pues, Osorio no pertenecía a las clases dirigentes y llegaba únicamente con su bagaje de albañil. Su puesto en el Concejo hubo de dimitirlo porque se le tildaba de comunista. En su reemplazo llegó Camilo Mejía Duque, un negro oriundo de Salamina, residenciado en la ciudad y que por ese entonces era Secretario de otra organización obrera. Lo que aún se ignoraba de Duque, era su capacidad innata de IIegamiento hasta la masa. Décadas más tarde, sería el principal caudillo del liberalismo en esta plaza con un electorado soberbio. En su carrera política ocupó grandes cargos dentro del partido liberal a todas las escalas: municipal, departamental y nacional. Como también desempeñó el cargo de Gobernador del Departamento de Risaralda. Hombre discutido pero honesto; durante 25 años fue considerado como el cacique más importante regional. Hizo mucho por Pereira y la ciudad lo reconoce; no así sus detractores que con mente amnésica tratan de desconocer la historia negando las ejecutorias de los hombres. Defecto humano manifiesto con acendrados visos de egoísmo y reconocido fanatismo de luchas antropofágicas que tiene la política. (Ángel Jaramillo, 1983, pág. 525, 526).
Como queda claro, el viejo Camilo Mejía Duque, dirigente político popular negro fue estigmatizado hasta la saciedad, pero gobernó políticamente para todos, sin desarrollar una política étnica a favor de los afrorisaraldenses. Definitivamente no eran los tiempos proclives, aún, para la legitimación de los afrorisaraldenses.
La existencia de la Comunidad Negra en el Municipio de Pereira y en todo el Departamento de Risaralda se acrecienta significativamente con el componente educativo a raíz de la acertada política jalonada por el Doctor Diego Luis Córdoba, Chocoano, Senador Negro de la República y uno de los políticos más brillantes de su época en el país, quien creó el Departamento del Chocó y las escuelas normales para señoritas en ese afán de sacar a su pueblo de la ignorancia, la explotación y la estigmatización racial. Esta política dio sus resultados plasmándose en la formación de miles de docentes negros que se irrigaron a lo largo y a lo ancho de la Nación, del Departamento y el Municipio, coadyuvando a ello la creación de la Normal del Corregimiento de Santa Cecilia; hecho atribuido al sacerdote español Salvador Cruz Santana.
La no existencia de universidades públicas y privadas en los Municipios afrocolombianos, como en el caso del Departamento del Chocó y todos los Municipios costeros del Pacífico, produjo una fuerte inmigración de estudiantes negros hacia la capital Risaraldense con el fin de profesionalizarse. La Universidad Tecnológica de Pereira jugó un papel destacadísimo en este aspecto; desde la década del sesenta formó profesionales negros competentes en todos los programas que ofrecía y ofrece, incidiendo positivamente en los niveles y calidad de vida, como también en la formación educativa de las comunidades afrocolombianas. Similar labor, al respecto, han cumplido las Universidades Libre y Católica, aunque en menor medida por su condición elitista y carácter privado.
Miles retornaron a sus lugares de origen, cientos se quedaron en la Ciudad y el Departamento para seguir aportando a la construcción y desarrollo económico, social, político y cultural del Departamento, a pesar de continuar siendo víctimas del racismo y la discriminación racial institucional en el Municipio y el Departamento.
En esa línea es precisamente que los docentes de la Universidad Tecnológica de Pereira, articulada al pulso de la lucha obrera, étnica, estudiantil, comunitaria, popular y cultural, municipal, regional, nacional y mundial, especialmente la Facultad de Educación, han contribuido al entregar las armas educativas, pedagógicas, organizativas y políticas a los estudiantes y futuros profesionales afrocolombianos a partir de la formación impartida a estudiantes negros como Juan de Dios Mosquera Mosquera, Atilano Córdoba Maturana, Criando Córdoba, Isidoro Palacios, Humberto Celorio Benítez, Américo Portocarrero Castro, Edgar Ruíz Saa e Iván Alberto Vergara Sinisterra, entre tantos otros para darle inicio a la organización fuerte que se requiere para conquistar los derechos humanos e identidad étnica y cultural de los afrocolombianos. Es ahí en ese recinto en donde nació la organización más grande que tiene la Comunidad Negra, El Movimiento Nacional Afrocolombiano Cimarrón; fue ahí donde se elaboró y se desarrolló la ideología y la filosofía que han servido como base de los logros obtenidos, poco o muchos, en el largo trayecto de confrontación con las élites dominantes proclives al prejuicio racial y al euroblanquismo; que hizo ruptura y lo plasmó, en el marco de la unidad negra-indígena, en la nueva Constitución Política Nacional que se declara multiétnica y pluricultural; en la Ley 70 de 1993 que le reconoce derechos étnicos, territoriales, ambientales, culturales, sociales y políticos y en la Ley 115 de 1994 con la etnoeducación afrocolombiana entre otros, que no han transcendido aún el papel.
En el Municipio de Pereira, hoy las Comunidades Afropereiranas son una realidad social y territorial que jamás desaparecieron con el paso del tiempo desde la invasión europea a estos territorios y la llegada de éstos como esclavizados. Se articularon a su devenir como Municipio, permanecen con sus anhelos, sus aportes y sus luchas y están presentes en muchos ámbitos urbanos de la capital Pereirana pero mayormente concentradas en los barrios populares como: Caimalito, Azufral, Puerto Caldas, Cuba, El Plumón, Nacederos, San Nicolás, El Poblado, La Unidad, La Curva, entre otros como un reto a la discriminación racial abierta o solapada y a la invisibilización institucional y formal que las élites dominantes les han querido aplicar, pero que la realidad tozuda y dialéctica los debe reconocer en todos los quehaceres cotidianos y populares.
En el caso particular del Municipio de Pereira, sin dejar de lado la importancia de Dosquebradas que posee más de 2.000 personas negras, queremos corroborar con datos estadísticos esta afirmación sobre la base de 122 encuestas realizadas a 122 familias como muestra de ese universo poblacional afropereirano, distribuidas en todos los barrios populares mencionados. Dichas encuestas se aplicaron en el segundo semestre del año 2000: Como se decía, las 122 encuestas corresponden a un universo de 554 personas de todas las edades. 265 hombres negros, que conforman el 47.8 % y 289 mujeres negras que conforman el 52.2 %.
Tabla 4. Población encuestada.
Sexo | Número de personas | Porcentaje | – | |||||||||||
Femenino | 289 | 52.20% | ||||||||||||
Masculino | 265 | 47.8% | ||||||||||||
TOTAL | 554 | 100.00% |
FUENTE: Trabajo de campo.
De esta población afrocolombiana que se encuentra ubicada en Pereira la gran mayoría procede del Departamento de Risaralda, (Pueblo Rico, Santa Cecilia, La Virginia, Santa Rosa de Cabal y Belén de Umbría) como lo veremos enseguida. Otra porción menor proviene del Departamento del Chocó, especialmente de Municipios como: Quibdó, Itsmina, Condoto, Tadó, San José del Palmar, Nóvita, y desde hace 43 años, es decir, antes de la creación del Departamento de Risaralda, la generación actual de chocoanos son jóvenes en su mayoría y un número considerable de niños. Estos como el conjunto de la población afrorisaldense provienen por la atracción del reciente y creciente proceso de industrialización del Área Metropolitana; en las áreas de la construcción, vías carreteables, agroindustria, telecomunicaciones, transporte, comercio, servicios, entre otros, especialmente de Pereira; en busca de trabajo, mejores niveles de educación superior, mejores condiciones de vida; alejándose de la degradación económica y social de sus zonas de origen; paralelo al conflicto armado entre los paramilitares y la insurgencia que viene desarraigando y desplazando a grandes sectores de las comunidades negras hacia el interior del país. Acompañado eso sí, de los grandes niveles de tolerancia étnica proporcionados por la población Pereirana y Risaraldense a la comunidad negra.
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