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Enfoques alternativos de política económica y su aplicabilidad a cada etapa del ciclo económico

Enviado por maricris


Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. El problema
    3. Marco teórico
    4. Marco metodológico
    5. Aplicabilidad de los enfoques de política a cada etapa del ciclo económico caso Venezuela
    6. Conclusiones y recomendaciones
    7. Bibliografía
    8. Anexos. I Glosario. II Aprender dos o tres veces

    El Núcleo de la Ciencia Económica.

    Por ello, me centraré específicamente en el núcleo de la teoría económica, es decir, la macroeconomía y la microeconomía, que representan el nivel superior de la elaboración analítica de la disciplina. Cada ciencia, en efecto, tiene un núcleo y una periferia cercana o lejana, y se estará cada vez más lejos del núcleo cuanto menos se necesite de sus conocimientos para poder examinar un problema; así el primer nivel estaría en la microeconomía y la macroeconomía, el segundo nivel estaría en la teoría monetaria, en la teoría del comercio internacional; en la teoría aplicada a la política económica. El tercer nivel en la teoría del desarrollo, y el cuarto nivel es un amplio campo donde pudiera encontrarse por ejemplo la historia económica. Así nos vamos moviendo cada vez más hacia la periferia lejana en la medida en que necesitamos cada vez menos los elementos del núcleo para poder explicar un problema. Por lo demás, al hablar de los dominios de la ciencia económica me reduzco a la microeconomía y la macroeconomía por razones de método, no porque no interesen las otras áreas sino porque lo que está ocurriendo en la micro y en la macro es decisivo para configurar el conjunto de la ciencia económica.

    Texto tomado de Antonio Jesús Bejarano, 1999, p.2

    RESUMEN

    La situación problemática de este estudio gira en torno a definir qué enfoques de pensamiento económico están vigentes en la actualidad, dado el grado de fragmentación y confusión en esta área; cuáles son las recomendaciones de política de los enfoques vigentes para cada fase del ciclo económico. Por otro lado, la problemática también se refiere a en qué fase del ciclo económico se encuentra la actividad interna venezolana y por tanto, que enfoque orientaría mejor un conjunto de recomendaciones de política, dadas sus características. El objetivo general es examinar los enfoques alternativos de política económica y su aplicabilidad según cada etapa del ciclo económico, para el caso Venezuela. El marco teórico se conformó con el análisis de los enfoques de pensamiento económico desde el liberalismo hasta la nueva economía clásica y keynesiana, teoría de la política económica y teoría de los ciclos económicos. Desde el punto de vista metodológico, el diseño correspondió a una Investigación Monográfica Documental, según las Normas para la Realización de Trabajos de Ascenso del Personal Docente y de Investigación de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado. El trabajo se justifica en la importancia que tiene conocer cual es la fase del ciclo económico y cual es el enfoque de pensamiento cuyas recomendaciones son más adecuadas al país. La principal conclusión fue que los enfoques de pensamiento vigentes son la Nueva Economía Clásica y Keynesiana y que la recomendación para la economía venezolana sería en concordancia con la Nueva Economía Keynesiana, un ciclo económico causado por shocks externos y factores internos, tanto monetarios como reales, por lo que se deben aplicar políticas fiscales y monetarias que conjuren las causas de la crisis y logren encaminar al país hacia el logro del pleno empleo, la cual sería la principal recomendación del trabajo.

    Palabras clave: enfoques de pensamiento económico, teoría de la política económica, ciclos económicos, ciclo económico político, expectativas racionales.

    INTRODUCCIÓN

    Tras un largo periodo de estabilidad económica, que abarcó desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de los años setenta, en el que las economías occidentales disfrutaron de unas tasas de crecimiento sin precedentes, la primera crisis del petróleo supuso un reencuentro con tasas de inflación elevadas y altas tasas de desempleo, generando una situación difícilmente explicable con los modelos macroeconómicos que hasta entonces se venían utilizando.

    Andrés y Doménech (2004), señalan que a partir de ese momento, el debate macroeconómico se amplió considerablemente en su contenido, por lo que distintas teorías macroeconómicas han competido en la explicación del ciclo económico.

    Es así como las teorías del ciclo económico tienen por objeto explicar las fluctuaciones que se observan en la actividad económica a nivel agregado. Según los autores citados, los ciclos económicos consisten en expansiones, que ocurren en muchos sectores económicos al mismo tiempo, seguidas por recesiones generalizadas, que a su vez terminan con el inicio de la fase de expansión de un nuevo ciclo económico.

    Por lo tanto, la característica principal del ciclo económico, es la de un aumento del producto, seguido por una posterior reducción, de manera recurrente aunque de forma no periódica.

    El desarrollo del capitalismo industrial estuvo acompañado por una gran inestabilidad, y a los periodos de prosperidad y expansión de la producción, seguían períodos de depresión y desempleo.

    Se trataba de la recurrencia de los ciclos económicos que, hasta 1860, habían sido estudiados como accidentes aislados en el desarrollo del sistema. Gracias a los aportes de Juglar en 1860, de Kondratieff en 1926, y de Kitchin en 1929; quienes describieron las causas y la duración media de los ciclos, no existió la menor duda de que existía regularidad de expansión y depresión en las economías occidentales.

    La internacionalización creciente de las economías nacionales favoreció, por otra parte, la difusión de los efectos de estos ciclos, que afectaban no solo a los países industrializados, sino también a los que estaban situados en su periferia. Esos ciclos, que evidencian oscilaciones del Producto Interno Bruto real (Samuelson y Northaus, 1989), cobraron gran importancia cuando Wesley Clair Michell demostró que variables económicas claves, tales como producción y precios, tendían a cambiar sistemáticamente en el transcurso de un ciclo económico típico (Sachs y Larraín, 1994).

    Al entrar en depresión, los países industrializados disminuyeron su demanda de materias primas y productos alimentarios importados, lo que afectó severamente las economías de los países productores y exportadores de esos bienes.

    Ahora bien, tal y como sostiene Cartay (1996), existe una estrecha relación entre los ciclos económicos internacionales y la economía venezolana. Venezuela, dada su condición de país monoproductor, (en el siglo XIX, con los cultivos de café y cacao y en el siglo XX, con sus exportaciones petroleras); dependiente del comercio exterior, es muy vulnerable a las fluctuaciones de los precios de tales productos en el mercado internacional.

    En ese escenario, en que se registran periódicas crisis, por la recurrencia de los ciclos económicos, las consecuencias de tales crisis se reflejan en el desarrollo de la economía venezolana, agregándose a los enormes desajustes internos provocados por la constante inestabilidad política y las desacertadas políticas económicas.

    Cada vez que el sistema capitalista mundial se resiente, los coletazos de ese malestar repercuten directamente sobre Venezuela a través de las fluctuaciones de su comercio exterior, del cual ha sido tan dependiente, tanto en el siglo XIX como en el XX. Así, a través del comercio exterior y los movimientos internacionales de capital, las consecuencias de las crisis capitalistas se trasladan a Venezuela.

    A parte de estos factores de origen a la ocurrencia de la crisis, contribuyen también factores de orden interno, tales como las desacertadas políticas económicas y sociales y la inestabilidad política existente en Venezuela, o la aparente vigencia de la teoría del ciclo económico político en Venezuela, según la cual, las autoridades se verían tentadas a utilizar las políticas fiscales, monetarias y cambiarias, para mejorar el escenario económico antes de unas elecciones y tomar medidas de ajuste severas en los primeros años de gobierno.

    En resumen, el ingreso petrolero disminuye la necesidad o el interés del gobierno en conocer la etapa del ciclo económico para tomar decisiones de política, distorsiona la etapa del ciclo, que ya no se comporta como se le ha descrito en la teoría y observaciones empíricas. La falta de tipicidad en las fases del ciclo, dificulta las decisiones en materia de política económica; en consecuencia, los gobiernos aplican medidas de política tomando en cuenta criterios como la urgencia, la disponibilidad de ingresos petroleros, la imposición de modelos económicos foráneos, o de acuerdo a las necesidades políticas del gobierno de turno, en concordancia con la Teoría del Ciclo Económico Político.

    Es por tal motivo que el propósito general de la presente investigación es examinar los enfoques alternativos de política económica y su aplicabilidad en cada etapa del ciclo económico para el caso venezolano; el cual se encuentra justificado en el entendido que las medidas de política que se tomen consideren las condiciones de la economía doméstica de manera tal que la orientación de las decisiones en materia de política fiscal y monetaria, favorezcan realmente el crecimiento interno y permitan aprovechar los recursos provenientes del petróleo en el desarrollo del país.

    Para lograr los objetivos propuestos, el trabajo se ha estructurado en cinco capítulos, referencias bibliográficas y anexos. El Capítulo I, denominado "El Problema", se refiere al planteamiento del problema objeto de estudio el cual está representado por el examen a los enfoques de pensamiento vigentes en la actualidad y su incidencia en las recomendaciones de política a la luz de las fluctuaciones cíclicas, el objetivo general y los específicos, la justificación y el alcance de la investigación.

    El Capítulo II, "Marco Teórico", contiene las bases referenciales consultadas para fundamentar la propuesta, las cuales se refieren a los antecedentes de la investigación, los enfoques de pensamiento económico desde el liberalismo hasta la nueva economía, la teoría de la política económica y la teoría de los ciclos económicos.

    En el Capítulo III, se plantea la metodología seguida para lograr los objetivos de la investigación. Desde el punto de vista metodológico, el Trabajo de Ascenso se circunscribe en la modalidad de Investigación Monográfica Documental, por lo cual su estructura se adecua a la de este tipo de trabajos y a las Normas para la Realización de Trabajos de Ascenso del Personal Docente y de Investigación de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado de Benítez et al (1991).

    Se establece la modalidad, tipo de investigación, técnicas para la recolección de datos y análisis de los mismos. La investigación se realizó mediante referencias previamente elaboradas por diferentes especialistas en la materia, y se desarrolló por medio de la recopilación y estudio de libros o material impreso, con el objeto de recoger y considerar la información en ellos contenida, la cual, se organizó e interpretó de acuerdo con los procedimientos estudiados, con el fin de obtener las conclusiones del caso.

    En el Capítulo IV, denominado "Aplicabilidad de los Enfoques de Política a cada Etapa del Ciclo Económico para el Caso Venezuela", donde se presenta el desarrollo de los elementos necesarios determinar las recomendaciones específicas de política de cada enfoque de pensamiento en cuanto a las fluctuaciones cíclicas, la determinación del ciclo económico venezolano durante el período 1984-2003 y los eventos de política económica más resaltantes durante ese período de estudio.

    En el Capítulo V, se presentan las conclusiones y recomendaciones del trabajo. Por último, se ponen a disposición del lector las referencias bibliográficas que sirvieron de base para elaborar el presente trabajo, y los anexos que complementan la información referencial del mismo.

    CAPÍTULO I. EL PROBLEMA

    1. Se escucha decir con bastante frecuencia en los ámbitos financieros privados, empresariales, medios de comunicación especializados en materia económica y hasta académicos, así como de diversos profesionales de las Ciencias Económicas y Sociales, que en los actuales momentos, la economía venezolana enfrenta, entre muchos problemas, los de liquidación de inventarios, cierre de empresas y desempleo, de una manera recurrente, agravándose en una espiral descendente, que, si no fuera por la pérdida acelerada en el poder adquisitivo, tendría todas las características de la fase depresiva del ciclo económico.

      Identificada, así, una etapa del ciclo en la economía venezolana, como por ejemplo, la depresión o recesión, arriba acotada; se tiene el problema de que ésta no es la depresión típica descrita para las economías de los países capitalistas. En efecto, en Venezuela, las características típicas de la depresión no se cumplen, puesto que en lugar de tener deflación, hay inflación; consecuencia, entre otros determinantes, de los ingresos petroleros. En otras palabras, aunque todos las demás variables clave indicaran que la economía atraviesa una etapa de depresión, conviviría la inflación con el desempleo, lo cual dificulta de manera suma la toma de decisiones en materia de política económica.

      En lo que se refiere a medidas de política, a pesar de que la economía interna presenta algunas de las características más importantes de la depresión económica, las medidas de política fiscal y monetaria aplicadas, corresponden más bien con las recomendadas para etapas de auge económico o, sencillamente, no se corresponden con las políticas recomendadas para ninguna fase y por ninguna escuela.

      Concretamente, dadas las características acotadas, si se aplicaran las medidas recomendadas por la escuela keynesiana para ayudar a la economía a salir de la recesión, resumidas en una orientación expansiva en materia fiscal y monetaria; a través de la reducción de impuestos, aumento del gasto público de inversión, compra de títulos valores, reducción del encaje legal, etc.; los resultados podrían ser contrarios a lo deseado. La expansión monetaria podría agravar la inflación, mientras que la política fiscal expansiva, además de agravar las presiones inflacionarias por la vía del incremento del gasto, podría no obtener los resultados esperados en cuanto a empleo y producto, dadas las rigideces estructurales del mercado laboral, el sistema tributario y el sistema de seguridad social, que presenta la economía nacional.

      Al respecto, Spencer (1987), sostiene que hay consenso en afirmar que la teoría keynesiana se comporta bien cuando se aplica a la deflación y a la depresión, pues en ese caso, los gastos y el poder adquisitivo, pueden aumentarse para estimular la demanda agregada, promoviendo niveles más altos de empleo y producción. Sin embargo, el modelo keynesiano no parece adecuado para enfrentar la inflación, en especial, si se quiere mantener un alto nivel de empleo. Las medidas propuestas por la corriente de pensamiento clásico y liberal, tampoco funcionan, pues se fundamentan en la negativa a la intervención gubernamental la cual "sólo empeora las cosas" (Dornbusch y Fischer, 1985).

      Por el contrario, tal y como lo sostiene Ríos (1992), en la sociedad actual, absolutamente nadie se atrevería a afirmar que el Estado es un ente ajeno, abstracto, sin interés alguno en el acontecer cotidiano de la sociedad. Parece haber "un consenso unánime respecto a la responsabilidad del Estado como director, coordinador y promotor de las relaciones sociales y por hacer que éstas fluyan en un clima de armonía y progreso constante para un mayor bienestar colectivo". (p. 7)

      Si bien existe consenso en cuanto a la necesidad y vigencia de la intervención del gobierno en la actividad económica, existen matices y posiciones encontradas referentes a las formas, metodologías, objetivos y resultados de esta intervención.

      Dornbusch y Fischer (1985), sostienen que desde hace bastante tiempo existen dos tradiciones intelectuales en macroeconomía. La escuela monetarista, de tendencia liberal, sostiene que los mercados funcionan mejor si el gobierno no interviene; mientras que la escuela keynesiana opina que la intervención del gobierno puede mejorar notablemente el funcionamiento de la economía.

      Posteriormente, el debate sobre casi los mismos temas convirtió en protagonistas a un nuevo grupo –los nuevos macroeconomistas clásicos, quienes comparten con los monetaristas muchos puntos de vista sobre la política económica. Para la Nueva Economía Clásica, los individuos actúan racionalmente buscando su propio interés en mercados que se ajustan rápidamente a condiciones cambiantes. Esta escuela considera probable que la intervención del gobierno sólo consiga empeorar las cosas y, por tanto, constituye un reto para la escuela keynesiana, la cual sostiene que la intervención del gobierno es útil en una economía dominada por ajustes lentos, rigideces, falta de información y hábitos sociales que impiden el rápido equilibrio de los mercados.

      Así, pareciera que los conflictos entre las escuelas de pensamiento económico fueran insalvables; sin embargo, también hay espacio para el acuerdo, mediante la discusión y la investigación. Aún así, no parece sencillo determinar qué medidas de política tomar en condiciones de inflación y desempleo. Pareciera no haber una escuela con propuestas adecuadas las condiciones de la economía venezolana.

      Adicionalmente a la problemática planteada hasta este punto, se presenta el de la problemática teórica que enfrenta la ciencia económica. Según Bejarano (1999), la metodología positivista de la ciencia económica junto con el programa de equilibrio walrasiano, "terminaron por expulsar la política de la economía desde el punto de vista del núcleo y fue incapaz de tender un puente, desde el punto de vista práctico, al proceso político". (p. 5) Según este autor, desde comienzos de los años setenta, con la revolución del enfoque de las expectativas racionales, los supuestos básicos del núcleo teórico se vieron seriamente cuestionados, dado que este enfoque cuestiona la capacidad misma de la política económica para resolver los problemas de los desequilibrios macroeconómicos.

      Lo anterior no significa que los gobiernos de los países subdesarrollados, no tomen medidas de política económica. En Venezuela, los gobiernos actúan en política económica de acuerdo a la disponibilidad de los ingresos petroleros; o se comportan en la forma que describe la Teoría del Ciclo Económico Político.

      Según lo explican Larraín y Assael (1997), la teoría del Ciclo Político Económico (CPE) predice que los gobiernos de regímenes democráticos, utilizan la política monetaria, fiscal y cambiaria para mejorar las condiciones económicas en el período anterior a las elecciones, de modo de influenciar positivamente en el electorado con el propósito de obtener más votos.

      Esta observación de hechos de reciente data, no es sin embargo, algo que viene ocurriendo de poco tiempo a la actualidad. Todo lo contrario, en Venezuela, la aplicación de políticas económicas no se ha correspondido con lo recomendado por las escuelas de pensamiento económico más ortodoxas. Algunas veces, con razón de promover el cambio de un modelo importador a uno de sustitución de importaciones (década de 1950 a 1960), o al modelo reformista neoliberal de la década de los 1990, se han aplicado políticas fiscales y monetarias que no se correspondían con las etapas del ciclo económico que atravesaba la economía interna.

      En otras oportunidades de la historia económica contemporánea de Venezuela, se han aplicado las políticas económicas, simplemente tomando como indicador el nivel de ingresos petroleros: si éstos eran altos, el gasto público era alto, los impuestos bajos; si éstos eran bajos, bajaba el gasto público y se incrementaban los impuestos.

      En otras palabras, las políticas económicas que principalmente influencian la actividad económica interna, como son la fiscal y monetaria, no se toman considerando como afectarán a los sectores productivos internos, al empleo, el consumo o la inversión nacionales.

      Este hecho, trae innumerables consecuencias en materia económica, entre las cuales las más importantes para la autora del presente trabajo, es la incertidumbre que le imprimen a todas las decisiones de los agentes económicos con respecto al futuro y al rumbo económico que tomarán los gobernantes del país. Descartando los problemas políticos que pudieran ocasionar la inestabilidad económica, de manera sucinta se quiere describir una serie de consecuencias que sufre la economía interna al no ser tomada en cuenta a la hora de la aplicación de políticas económicas.

      El hecho de que las autoridades en materia económica del país no tomen en cuenta la fase del ciclo económico por la que atraviesa la economía interna, genera, en primer lugar, incertidumbre, la cual a su vez, tiene, por citar algunas, las siguientes consecuencias: alto riesgo país, altas tasas de interés, reducción de la inversión privada interna y foránea, lo que a su vez genera desempleo.

      A su vez, la no consideración de la economía interna para la toma de decisiones en materia de política, ha hecho que tradicionalmente, los sectores productivos se alineen con el gobierno de turno, como medio para reducir la incertidumbre en materia de política económica, pero esto a su vez, trae las siguientes consecuencias: la satisfacción de los intereses del partido gobernante, que por su propia naturaleza obedece a lineamientos partidistas propios; sólo ven una cara o una óptica de la realidad incapacitándolos para ver en su conjunto los males que impiden la consecución del bien común.

      Podría asegurarse, que una variable tradicionalmente coyuntural en la mayoría de los países, especialmente en los de alto desarrollo económico, como es el equipo gobernante; en Venezuela, se vuelve una variable estructural, necesaria para la toma de decisiones de los agentes en materia de producción e inversiones por parte del sector productivo nacional.

      En opinión de la autora del presente trabajo, la no consideración de las condiciones internas para la toma de decisiones se debe al efecto distorsionante de los ingresos petroleros. La industria petrolera se rige por determinantes de la economía internacional, sus precios se fijan en mercados bursátiles internacionales y por el cártel petrolero, formado por los países petroleros que así lo convinieron. Así, todas sus decisiones en materia de inversiones, producción, planes futuros, vienen determinadas por variables internacionales, no domésticas.

      De esta manera, cuando la economía interna se encuentra deprimida, pero los precios del petróleo están altos, entra una ingente cantidad de ingresos petroleros que distorsiona la fase depresiva de la economía interna, introduciendo la inflación en el cuadro y causando que el gobierno dirija el gasto hacia el consumo corriente y no hacia la inversión, debido a lo inestable de los niveles de precios petroleros, lo que acrecienta la inflación, el cierre de empresas, la liquidación de inventarios y el desempleo en la economía doméstica.

      De aquí que, las decisiones en materia de política económica, no toman en cuenta las verdaderas condiciones de la economía interna, puesto que están distorsionadas por los ingresos petroleros, los cuales introducen incertidumbre, falta de planificación y visión errada en cuanto a las necesidades de la economía interna, en un círculo vicioso que aleja a Venezuela, cada vez más de la ruta del crecimiento económico y del desarrollo.

      Lo anteriormente expresado lleva a la urgente necesidad de instrumentar las políticas del gobierno. Tal y como lo sostiene Ríos (1992), existe una importante vinculación entre las decisiones gubernamentales y la actividad económica, pero es una relación sumamente compleja. La no disposición de información oportuna y completa referida a las múltiples variables y problemas que deben enfrentar los gestores económicos, los lleva a tomar decisiones con información incompleta, en un contexto dinámico, cambiante, donde el comportamiento de una variable o política económica, individualmente considerada, es muchas veces contradictorio al de esa variable cuando se inserta en un conjunto global.

      Tal y como lo señala Ríos (1992), lo anterior obliga a aceptar que "las políticas del gobierno se deben instrumentar en función de metodologías que obedezcan a criterios razonables para la selección de objetivos, normas de medición de eficiencia y eficacia y el establecimiento de mecanismos de control de la acción pública". (p. 30)

      Esta instrumentación se puede lograr a través de la planificación, cuyo producto visible es el Plan de Desarrollo Nacional, proyectado al largo, mediano y corto plazo y por la vía del Presupuesto de Programas, aplicados con seriedad, sinceridad y según las normas técnicas en vigor.

      En resumen, el ingreso petrolero disminuye la necesidad o el interés del gobierno en conocer la etapa del ciclo económico para tomar decisiones en materia de política, además distorsiona la etapa del ciclo, que ya no se comporta como se le ha descrito en la teoría y se observa en los países desarrollados. La falta de tipicidad en las fases del ciclo, dificulta las decisiones en materia de política económica; en consecuencia, los gobiernos aplican medidas de política tomando en cuenta criterios como la urgencia, la disponibilidad de ingresos petroleros, la imposición de modelos económicos foráneos, o de acuerdo a las necesidades políticas del gobierno de turno, en concordancia con la Teoría del Ciclo Económico Político.

      En suma, no existen recomendaciones de política a adoptar dadas las características de la economía venezolana y el efecto es agravar la situación desfavorable de la economía interna y alejar al país de la senda del crecimiento económico.

      Por lo anteriormente expuesto, el propósito general de la presente investigación es examinar los enfoques alternativos de política económica y su aplicabilidad a cada etapa del ciclo económico no petrolero venezolano, para orientar las decisiones en materia de política fiscal y monetaria, que realmente favorezcan el crecimiento interno y permitan aprovechar los recursos provenientes del petróleo en el desarrollo del país.

    2. Planteamiento del Problema.

      1. Examinar los enfoques alternativos de política económica y su aplicabilidad según cada etapa del ciclo económico para el caso Venezuela.

      2. Objetivo General
      3. Objetivos Específicos
    3. Objetivos
    • Caracterizar las recomendaciones de política según los enfoques de pensamiento económico vigentes.
    • Determinar las recomendaciones de política adecuadas a las características de la economía venezolana.
    • Determinar el ciclo económico que represente mejor las características de la actividad económica interna venezolana; durante el período 1984-2003.
    • Identificar la etapa del ciclo económico en la que se encuentra la economía interna venezolana.
    1. Conocer cuál es el ciclo económico del país en cada momento y la combinación de políticas correspondientes, favorece el crecimiento económico, estimula la inversión nacional y extranjera, reduce la incertidumbre, al brindar información a los agentes económicos sobre la orientación del gestor de políticas en funciones.

      La aplicación de políticas económicas acertadas en el momento correcto, brinda estabilidad a la gestión económica y política, y le otorga a los agentes económicos la información del entorno necesaria para la toma de decisiones en el corto, mediano y largo plazo. Específicamente, esta información es de vital importancia para empresarios y grandes inversionistas, quienes requieren instrumentos y material de apoyo que los guíe en la interpretación de las medidas de política gubernamental, pues las decisiones en materia de gasto público, impuestos y tasas de interés, entre otras, afectan el devenir de sus negocios futuros.

      El hecho de que, tanto los agentes económicos privados nacionales y extranjeros, como la academia, como el tren ejecutivo conozcan la combinación de políticas económicas a aplicar, disminuye sensiblemente la incertidumbre en esta materia y, en opinión de los autores del presente trabajo, proporciona una base cierta para la toma de decisiones en materia de producción, inversiones, etc.

      En cuanto a los aportes, el presente trabajo contiene un resumen de los enfoques de pensamiento económico con respecto a las causas de origen del ciclo y sus recomendaciones de política. Se aporta también un resumen de las medidas de política económica a las que se ha sometido la economía venezolana a la luz del ciclo económico construido para el período 1984-2003.

      Según Tijerina (2002), resumir las escuelas de pensamiento económico desde sus orígenes en el siglo XVIII hasta la actualidad, resulta de gran utilidad, "dadas las confusiones, la fragmentación del pensamiento económico contemporáneo y la escasez de estudios amplios y sintéticos que faciliten una comprensión mas integradora y eventualmente, un nuevo paradigma" (p. 2)

      Se espera que la presente investigación sirva de marco referencial a profesionales, estudiantes y a todo aquel que sienta interés por profundizar sus conocimientos en los diferentes enfoques en materia de política económica, la relación de la política fiscal y monetaria y la teoría de los ciclos económicos. También se espera que sea una contribución para la Universidad Centroccidental "Lisandro Alvarado", institución académica donde se presenta, y que sirva de referencia y guía a profesionales y estudiantes interesados en conocer el tema aquí desarrollado.

    2. Justificación.

      El presente Trabajo de Ascenso pretende ser un estudio teórico sobre los enfoques en materia de política y escuelas de pensamiento económico; sin embargo, no se estudia la corriente del Desarrollo Endógeno.

      En cuanto a la delimitación temporal, se determinó como plazo para el ciclo económico el período 1984-2003, en virtud de existir suficiente información para construirlo.

      El trabajo no pretende defender ninguna escuela de pensamiento económico particular, sino indagar las recomendaciones más idóneas para Venezuela, desde el punto de vista teórico, estableciendo qué escuelas de pensamiento permanecen vigentes en la actualidad, cuáles son sus postulados y si éstos podrían adoptarse en Venezuela, después de rigurosos estudios que escapan del alcance del presente trabajo.

      También escapa de los alcances del presente trabajo la concepción, diseño, simulación y formulación de una política económica para Venezuela.

      Tan solo se pretende aclarar cuales son los enfoques de política vigente y apenas esbozar cuál sería la etapa del ciclo económico en la que se encuentra la actividad interna, lo que en opinión de la autora, apenas constituyen elementos previos para el posterior diseño e implementación de políticas económicas.

      En este estudio no se pretende caracterizar la economía venezolana, sólo se representa el ciclo económico básico diseñado a través del producto en términos reales. Es importante aclarar que la caracterización de la economía venezolana requiere una serie de indicadores económicos que no se consideraron en el presente trabajo, por no consistir en su objeto de estudio.

      CAPÍTULO II. MARCO TEÓRICO.

    3. Alcances y Delimitación de la Investigación

      Con la finalidad de ofrecer soporte al tema objeto de la presente investigación, se exponen algunos antecedentes de estudios previos relacionados con enfoques de política y ciclos económicos.

      En este sentido, se cita a los autores Madrigal Badilla, Solera Ramírez, Villalobos Moreno, Villanueva Sánchez y Zúñiga Fallas, coordinador (1997), con su trabajo "Aspectos Teóricos para el Diseño de la Política Monetaria", documento de trabajo del Banco Central de Costa Rica, elaborado para contribuir a clarificar los principales conceptos que, desde una perspectiva teórica, deberían considerarse para diseñar la política monetaria.

      Reseñan los autores que este documento constituye una primera etapa y, aunque no es totalmente exhaustivo, en su opinión, aborda los principales temas que se discuten en la actualidad, por lo que representa un primer intento que podría ser de utilidad para empezar a cuestionar algunos de los enfoques que se siguen en Costa Rica a la hora de diseñar la política monetaria.

      Durante los últimos años, la mayor parte de las economías del mundo han experimentado profundas transformaciones que han influido en el desenvolvimiento de sus sistemas financieros. Como consecuencia, tal y como señala Zúñiga Fallas, coord. (1997), en muchos de ellos se ha presentado inestabilidad en la demanda de dinero y dificultades para controlar los agregados monetarios, lo que complica el diseño e implementación de la política monetaria, obligando a las autoridades monetarias a realizar un profundo análisis sobre su labor con el propósito de adoptar enfoques alternativos o complementarios.

      La economía costarricense no ha estado ajena al proceso de cambio descrito; de hecho, este país ha sufrido una serie de transformaciones que se han reflejado, entre otros, en desregulación del sistema financiero, surgimiento de innovaciones financieras, mayor participación de intermediarios no bancarios y en una mayor apertura de la cuenta de capitales. Estas transformaciones representan una clara señal de las dificultades que se experimentan al ejecutar una adecuada política monetaria. Por esta razón, los autores reseñados han considerado conveniente realizar un comprensivo estudio que contribuya a mejorar el diseño actual de la política monetaria.

      Las conclusiones del documento realizado con la coordinación de Zúñiga Fallas (1997), giraron en torno a temas indispensables de la política monetaria, tales como la definición teórica y empírica de dinero y su importancia en el diseño de política, condiciones necesarias para realizar una política monetaria activa, efectividad de la política monetaria, implicaciones con respecto al tipo de cambio (fijo o variable) y la política monetaria; en fin, estos y otros aspectos clave para la formulación de una política monetaria efectiva. Empero, a objeto del presente trabajo de investigación, la conclusión más pertinente es la que se refiere a la relación entre el ciclo y la política monetaria.

      Sostienen los autores citados lo siguiente: "2. La política monetaria se puede utilizar para estabilizar los ciclos de la actividad económica; su principal función, sin embargo, está íntimamente ligada a la estabilización del nivel de precios y de la inflación." (p. 28) En el presente Trabajo de Ascenso, se analiza el papel de la política monetaria al tratar de estabilizar los ciclos. De aquí, que los aportes del documento coordinado por Zúñiga Fallas (1997) al presente Trabajo de Ascenso se refieran a los fundamentos de la política monetaria y, especialmente, la vinculación entre ésta y los ciclos económicos.

      En segundo lugar, se consultó el estudio de González i Calvet (1998), denominado "Los ciclos: aspectos reales y financieros", en el cual el autor explica como el sistema económico capitalista, desde sus orígenes, "se ha caracterizado por tener una poderosa capacidad expansiva que ha dado lugar a un crecimiento económico sostenido a largo plazo mucho más rápido que en cualquier época o sistema económico anterior" (p. 1). Sin embargo, esta evolución expansiva no ha sido uniforme, sino que ha seguido una trayectoria de fluctuaciones persistentes e irregulares manifiestas en la actividad productiva (producto, inversión, empleo, renta) y en la actividad monetaria y financiera (precios, tipos de interés, endeudamiento, activos financieros).

      La conclusión fundamental de González i Calvet (1998) se refiere a las causas de la inestabilidad de la acumulación capitalista, que son la base de las teorías de los ciclos económicos; las cuales se pueden clasificar en perturbaciones exógenas y endógenas o aquéllas que el sistema genera por sí mismo.

      Las fuentes de inestabilidad endógena explican las diferentes teorías que se han formulado sobre las causas de los ciclos económicos; entre las cuales se encuentran la teoría de Marx, donde la explicación de los ciclos estaría en los problemas de demanda efectiva (realización de la plusvalía) asociados a la dinámica de la distribución de la renta (lucha de clases) de Marx; la teoría monetaria; según la cual los ciclos son causados por inestabilidad del sistema financiero; o la teoría de las causas reales, según la cual la inestabilidad sería causada por cambios en las variables reales y aparece cuando las autoridades monetarias actúan en un papel estabilizador.

      Por último, los cambios estructurales pueden introducir inestabilidad en el sistema. Esta teoría está específicamente referida a cambios en la estructura de los tipos de interés, sobre todo cuando el tipo de interés promedio tiene un importante componente endógeno. El autor proporciona evidencia empírica de que la actividad financiera es corresponsable u origina la aparición de fluctuaciones económicas, proporcionando base para los mecanismos de acción de las crisis financieras de Kindleberger (1991) o los mecanismos financieros a través de los cuales se propaga la inestabilidad de la acumulación tal como aboga Minsky (1996).

      Por último, se consultó el trabajo de Rosende (2002), denominado "La Nueva Síntesis Keynesiana: Análisis e Implicancias de Política Monetaria". El cual expone como, durante la última década, se han configurado algunos consensos entre los economistas. El primero de ellos se refiere a la administración de la política monetaria y el segundo, se refiere a la hipótesis de la inestabilidad de la demanda de dinero.

      Según el consenso referido a la forma en que debe administrarse la política monetaria; se requiere que ésta apunte al logro de ciertos objetivos de inflación; éste es el enfoque de "metas de inflación". Sin embargo, el supuesto de que existiría algún grado de inflexibilidad de precios en el corto plazo haría recomendable la utilización de esta política para acomodar el impacto real de shocks agregados imprevistos.

      El segundo consenso, relativo a la hipótesis de inestabilidad de la demanda por dinero, requiere enfocar el diseño de política monetaria en el movimiento de las tasas de interés de corto plazo.

      El propósito del estudio de Rosende (2002) fue realizar una revisión crítica del enfoque de "metas de inflación". Para el presente trabajo, el trabajo de Rosende (2002) aportó bases teóricas al enfoque de "metas de inflación", así como útiles comparaciones entre las escuelas de pensamiento económico en sus formas de aplicar política monetaria.

    4. Antecedentes Relacionados con la Investigación

      En esta sección, se analizan las diferentes escuelas de pensamiento económico haciendo énfasis en sus enfoques de política. Con este propósito, se inicia la sección con una breve historia del pensamiento económico, la cual abarca desde los griegos hasta los enfoques revisionistas de los enfoques neoclásico y keynesiano: la nueva economía clásica y la nueva economía keynesiana.

      Reseña el Glosario del Banco de la República, que los griegos fueron los primeros que trataron de tener un conocimiento sobre el funcionamiento de la economía. Los autores que se destacaron por buscar explicación a los fenómenos económicos que acontecían en su época, fueron Hesiodo, Jenofonte, Platón y Aristóteles.

      Durante los siglos VIII y XIII, la denominada era feudal, se empezaron a presentar dos fenómenos que, posteriormente, Douglas North llamaría las relaciones sociales y los derechos de propiedad.

      Los escolásticos, filosofía surgida a partir del año 1300, permitió el avance en el desarrollo de los temas económicos. Estos eran monjes que se dedicaban a escribir, entre otros temas, sobre los fundamentos de la economía feudal, reglamentándolos de tal forma que los resultados de sus escritos fueran coherentes con la doctrina religiosa cristiana. El principal exponente de la escuela escolástica fue santo Tomás de Aquino. Esta escuela existió en el periodo comprendido entre la caída de Roma y la escuela mercantilista, apareciendo esta última aproximadamente en el año 1600.

      Entre los años 1500 y 1750, surge la economía mercantilista, la cual marca una pauta importante en el desarrollo de la ciencia económica. Tuvo sus inicios en Inglaterra y Francia. Los mercantilistas consideraban que la riqueza en el mundo era fija, y estaba representada por la cantidad de metales preciosos y semipreciosos que se poseyeran. Esta idea los llevó a tomar medidas proteccionistas para evitar que la riqueza pudiera salir de un país. El comercio exterior, a través de una balanza comercial positiva (exportando más de lo que se importara), se convirtió en la clave para obtener poder y riqueza.

      La fisiocracia surge en la segunda mitad del siglo XVIII, como una reacción de tipo intelectual a la común concepción intervencionista del pensamiento mercantil. Para ahondar más las diferencias, los fisiocratas estudiaron las fuerzas reales que conducen al desarrollo; es decir, estudiaron la creación del valor físico, concluyendo que el origen de la riqueza era la agricultura, y que la manufactura era una actividad estéril. Este movimiento se desarrolló únicamente en Francia, a lo largo de treinta años, gracias a François Quesnay y a su obra Le Tableau Économique. En ella, Quesnay, gracias al análisis de los flujos de los ingresos monetarios en los tres sectores de la economía (agricultores, terratenientes y artesanos/sirvientes), muestra la creación y la circulación del producto neto (la ganancia).

      Los fisiócratas sientan las bases según las cuales los esfuerzos personales estaban de alguna manera conectados entre sí, gracias al sistema de precios de la economía. Esto obedecía también a un orden natural superior, que hacía que se concibiera el sistema económico como un mecanismo autorregulable. De aquí surge la idea central del laissez faire, lassez passer –dejar hacer, dejar pasar- o dejar las cosas a su libre albedrío de las personas, disminuyendo las funciones del gobierno, porque los obstáculos al crecimiento eran el resultado de las restricciones mercantilistas al comercio internacional y al mercado interno.

      El liberalismo surge a finales del siglo XVIII, debido a que las tesis fisiócratas ya no eran consideradas adecuadas para asumir un análisis profundo y consciente, dadas las nuevas realidades de la sociedad capitalista. El liberalismo se erige como una nueva doctrina que responde a las exigentes expectativas, fruto de la profunda transformación socioeconómica de la época.

      La doctrina liberal da lugar a la ciencia económica; cuyos representantes más renombrados son Adam Smith y David Ricardo; se preocupaban por las relaciones sociales, la intervención del Estado y las consecuencias de éstas en variables tales como el consumo, la producción y la distribución de la riqueza; por ello, trataron de encontrar respuestas a estas cuestiones en medio de la revolución industrial, especialmente en Gran Bretaña.

      La visión de Marx también giraba en torno a las relaciones sociales de la producción industrial. Es una visión contemporánea y radicalmente opuesta al liberalismo. Para Marx, la producción industrial generaba un excedente que no se redistribuía en el salario de los trabajadores, sino que era acumulado por el propietario del capital y de los medios de producción.

      Durante el último cuarto del siglo XIX, surgió en Europa y América un sistema de pensamiento económico conocido como la escuela neoclásica.

      El movimiento neoclásico perdurará hasta mediados del siglo XX, para defender fuertemente al liberalismo y al individualismo. March Poquet (2004), reseña como la escuela neoclásica mantuvo su hegemonía desde la revolución marginalista (1870) hasta el surgimiento del keynesianismo (1930). Uno de sus principales expositores es Marshall, con su teoría del equilibrio general.

      El enfoque de Keynes revolucionó la teoría económica. Cuando apareció su libro "Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero", en 1936, ya se había consolidado su prestigio. Marcado por la crisis de 1929, sobre todo por el espectáculo de los dos millones de desocupados que llegó a haber en Inglaterra en 1932 y 1933, Keynes se dedicó a indagar su génesis y el modo de que no se repitiera, o al menos a ver cómo se reducían sus efectos devastadores. El punto de partida de su análisis era preciso: no debía esperarse que los mecanismos automáticos del mercado en materia de salud social u ocupación plena. De ese modo justificaba una resuelta intervención del Estado. Haciéndose eco de la necesaria retribución del trabajo, Keynes se constituyó en personero del alza de los salarios, pues su investigación sobre la crisis de 1929 concluía que el aumento de los salarios era requisito ineludible para la elevación de la demanda efectiva, y por medio del progreso de ésta se excita a que haya mayores inversiones y por ende, ocupación total. La macroeconomía keynesiana fue prevaleciente durante los años 1950 y 1960.

      A mediados del siglo XX, surge una escuela de pensamiento económico, denominada la de los neo-neoclásicos (Banco de la República, 2004). Los neo-neoclásicos agrupan varias corrientes, entre las cuales destacan los monetaristas y los neoinstitucionalistas.

      Los monetaristas son conocidos gracias a Milton Friedman, quien afirmaba que las fallas en el mercado se debían, en buena parte, a la intervención del Estado. Los neoinstitucionalistas se centran en los fenómenos sociales y en la cooperación económica. Gran parte de sus ideas son una crítica al neoclásico Marshall, argumentando que, para que la distribución de la riqueza sea eficiente, son necesarias las instituciones.

      Según Tijerina (2002), del monetarismo se pasó a la economía de la oferta y la curva de Laffer, luego a las expectativas racionales, la nueva economía clásica y la nueva economía keynesiana. Una de sus tesis principales fue la de que las nuevas tecnologías habían eliminado las recesiones, sólo para ser desmentida categóricamente por la brutal caída del precio de las acciones de las nuevas empresas tecnológicas de mayo 2000 a mayo 2001. En la actualidad, hay un interés mundial por enfoques menos dogmáticos, que aboguen por una economía de mercado con responsabilidad social.

      Los enfoques más recientes se refieren a la macroeconomía "tradicional", la macroeconomía keynesiana del desequilibrio, la nueva macroeconomía clásica y la nueva macroecomía keynesiana. La denominada por Febrero Devesa (1998) "macroeconomía tradicional", fue dominante hasta la década de 1970 y utiliza como estrategia de modelaje de la economía el marco IS-LM-mercado de trabajo, que engloba como caso particular a los modelos monetaristas.

      Para Febrero Devesa (1998), entre las diversas estrategias de fundamentación microeconómica de la macroeconomía, se encuentran la macroeconomía keynesiana del desequilibrio, también denominada nueva macroeconomía clásica o macroeconomía del equilibrio y la nueva macroeconomía keynesiana.

      En resumen, las etapas que serán brevemente tratadas a continuación, destacando sus recomendaciones en materia de política económica, se refieren al liberalismo económico, a la escuela neoclásica, el keynesianismo, a la escuela monetarista, y a las denominadas "reconstrucciones macroeconómicas" (Bejarano, 1999) o Nueva Economía Clásica y la Nueva Economía Keynesiana. A continuación, se presenta un gráfico resumen de los enfoques que se abordan en este estudio.

      Gráfico 1. ESCUELAS DE PENSAMIENTO ECONÓMICO.

      CLÁSICOS

      NEOCLASICOS KEYNESIANOS

      SÍNTESIS NEOCLÁSICA POSTKEYNESIANISMO

      Nueva Economía Clásica Nueva Economía Keynesiana

       Fuente: March Poquet (2004), p. 1. Adaptado por la autora.

      1. La teoría económica clásica del ingreso y del empleo dominó en el mundo occidental desde finales del siglo XVIII hasta la revolución marginalista (1870). Sus creadores principales fueron Adam Smith (1723-1790), Jean Baptiste Say (1767-1832) y David Ricardo (1772-1823).

        Esta teoría ponía el acento en el interés propio de cada hombre y en el automatismo de las leyes económicas universales, que tienden a llevar la economía hacia el equilibrio del pleno empleo si el gobierno adopta la política del laissez-faire, es decir, de la no intervención.

        Según el punto de vista de los economistas clásicos, el capitalismo es un sistema económico autorregulable, el capitalismo se ajustará automáticamente al pleno empleo a través del libre juego del sistema de precios. Por ello, las funciones del gobierno, deberían limitarse a la defensa nacional, a la administración de la justicia, a la promoción del comercio y la realización de determinadas obras públicas, o lo que se vino a denominar "Estado Gendarme" (Estado Policía), en la concepción de Adam Smith. La adhesión a esta política, convertiría el laissez faire en la divisa del capitalismo, situando al gobierno en una actitud neutral, es decir, dejando a la economía que asigne sus recursos de modo óptimo como si estuviera guiada por una "mano invisible".

        La teoría clásica del ingreso y el empleo, sostiene que, en un sistema capitalista competitivo, toda oferta crea su propia demanda: la demanda agregada es igual al ingreso o producto agregado. Por tanto, la economía tiende automáticamente al pleno empleo a través del funcionamiento del sistema de mercado en el que los precios, salarios y tasas de interés, son libres para ajustarse a sus niveles de pleno empleo.

        Bases Filosóficas del Liberalismo. El liberalismo fue la doctrina política que logró expresar las relaciones del sistema capitalista con el Estado, con la opinión pública, con el hombre mismo como sujeto de derechos y con otros Estados. Este debía en primer término interpretar el hecho de que el nuevo sistema económico exigía una amplia apertura hacia el individualismo.

        Por esta razón, esta doctrina presentó la ofensiva intelectual contra dos instituciones fundamentales: las viejas formas de organización social y el papado. Las viejas formas de organización social colocaban al individuo dentro de una telaraña de reglamentaciones, le quitaba toda libertad de movimiento. Al papado, pues éste mediante las redes restrictivas del dogma o la inmovilización de inmensas propiedades, reducía el juego del espíritu creador y el ámbito en que se mueven las fuerzas productivas: es decir, el hombre que el liberalismo tenía por delante era un ser lleno de iniciativas y de atrevimiento. De ese modo, dice Laski (1939):

        Los fundamentos de una doctrina liberal, por decirlo así, se establecen en el siglo XVI. Existe una disciplina social cuyas sanciones son independientes del ideal religioso. Hay un Estado que se basta a sí mismo. Una disposición intelectual consciente, quizá un poco inquietamente consciente de que una limitación del derecho especulativo es también una merma al derecho del poder material. Tenemos un nuevo mundo físico, tanto en el sentido geográfico como en el ideológico. Puesto que el contenido de la experiencia es nuevo también, se requieren postulados nuevos para su interpretación. Su carácter se está definiendo en el campo de la teoría social no menos que en los de la ciencia y de la filosofía. Su contenido es material y de este mundo, en vez de serlo espiritual y del venidero. Es expansivo, utilitario, confiado en sí mismo. Pone adelante el ideal del dominio sobre la naturaleza por razón de la tranquilidad y comodidad que conferirá tal dominio. Es en su esencia el punto de vista de una nueva clase que, con la autoridad, está convencida de que puede remoldear los destinos del hombre en forma mejor que en el pasado. Ha apuntado la filosofía sobre la que se propone proceder. (p. 111)

        En forma abreviada, hacía falta una doctrina que legitimara tantas oportunidades de riqueza que había venido creando el proceso capitalista. El liberalismo es, por tanto, la justificación filosófica y política de las prácticas y expectativas creadas por el sistema capitalista.

        El liberalismo así basado en la evolución de la época vino al mundo con el vigor y con el peso que le daban antecedentes de cinco siglos. Respirando el aire de su tiempo, se fusionó desde sus orígenes con la noción de libertad, lo que le dio desde entonces la predisposición a enfrentarse a todas las modalidades del privilegio, y a las pretensiones de la autoridad de salirse de ciertos límites. Se esbozaba así el Estado constitucional y el catálogo de derechos sin los cuales no se concibe la acción del hombre en la sociedad.

        Sin embargo, el problema de concepción del liberalismo está, precisamente, en la definición de beneficiarios de la tabla de derechos y libertades que propugnaba. Según Molina (2000), naturalmente beneficiaba a los miembros de las clases poseedoras, circunstancia que en aquel momento no empañaba el lustre de la doctrina liberal, pero que le traería innumerables dificultades cuando en el seno de las clases trabajadoras comenzaran a brotar reclamaciones dictadas por el afán igualitario y por el sentimiento de la dignidad.

        El liberalismo, además de un conjunto doctrinario, es un modo de ser, una conducta: en ese sentido ha sido escéptico por naturaleza, tolerante y enemigo de todos los expedientes que conduzcan a la regimentación y al unanimismo. Molina (2000), define exactamente el pensamiento liberal frente a las libertades, con dos frases. En la Edad Media regía el principio de que "sólo puede hacerse lo que está permitido expresamente"; mientras que en el Liberalismo regía el siguiente: "Es permitido todo lo que no está prohibido expresamente".

        El vasto complejo de libertades y derechos defendidos por el liberalismo se formó por la confluencia de las tres corrientes enumeradas por Sombart (1916): Una corriente de derecho natural, o sea, la apelación a los inalienables derechos económicos del hombre; una corriente filosófica-metafísica, consistente en la creencia en una armonía preestablecida dentro de una comunidad formada por seres independientes unos de otros, y una corriente utilitaria constituida por los intereses del empresario capitalista, del comerciante y del artesano que ha logrado independizarse de su gremio.

        Para ser más concretos, esas libertades pueden reducirse a dos series: las de carácter económico, que en una u otra forma provienen de la propiedad privada. Las principales son:

        1) La libertad de industria, o lo que es lo mismo, la libertad de ejercer la actividad que uno quiera, como quiera y donde quiera; 2) La libertad de contratación, y 3) La libertad de apropiación, que se descompone en la libertad de utilización de bienes, en la de enajenación y en la de sucesión hereditaria, que es tanto como decir la libertad de extender el derecho de propiedad más allá de la muerte. Para Molina (2000), debido a que estas libertades conllevan a la explotación del hombre por el hombre, se enfrentaron con la doctrina socialista, según la cual es concebible una sociedad en la que este tipo de libertades desaparezca sin ningún deterioro para el hombre, antes con positivas ventajas para su desarrollo.

        En cambio, las libertades individuales y políticas, deben subsistir en el tiempo, aunque cambie el sistema económico. Las principales son:

        a) La libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión;

        b) El derecho a la vida y a la seguridad;

        c) La inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia;

        d) La libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión;

        e) El derecho a no ser condenado sin ser oído y vencido en juicio;

        f) el derecho a tener una nacionalidad, a salir de su país y a volver a él;

        g) La libertad de asociación y de organización;

        h) El derecho al sufragio y a las diversas formas de participación ciudadana, y

        i) El derecho a la existencia de las minorías y de la libertad de la oposición.

        Estos y otros derechos que los han enriquecido, forman hoy en día parte de las declaraciones de derechos del hombre, sean éstas de carácter universal, regional o nacional.

        El liberalismo y el Estado. Era la época de Locke, filósofo que hablaba de derechos naturales, de la vida, de la libertad y de la propiedad, tocando los predios del poder político. Esta época sólo podía sentirse bien con una filosofía que implicara el mínimo de intervencionismo estatal. El rechazo de las reglamentaciones excesivas de la época medieval debía contar mucho en ese modo de pensar.

        La monarquía constitucional realizaría el cambio hacia el nuevo orden, en alianza con los comerciantes y manufactureros. Para poder adelantar las obras que exigía la economía en expansión, los comerciantes y de manufactureros se aliaron con el poder público para liquidar las fuerzas sobrevivientes del feudalismo. Era una alianza en la cual la burguesía dictaba las condiciones: los impuestos serían votados por el Parlamento, la judicatura sería independiente del Ejecutivo, y el ejército estaría bajo la dependencia del órgano legislativo. Sería, pues, una monarquía limitada la que los mercaderes e industriales aceptaban, y por eso oportuna e inoportunamente le recordaban al rey la lección explosiva de Locke: hay derecho a la insurrección cuando quiera que el monarca viole las normas preestablecidas.

        Era la tesis del Estado Abstencionista, Estado Gendarme o Policía de Adam Smith. Si bien, no era una verdad absoluta. Puesto que el capitalismo incipiente que, por un lado le reclamaba al Estado su excesiva intervención, le pedía que interviniera para que la actividad del empresario pudiera realizarse.

        Ríos (1992), resume la concepción clásica del Estado respecto a las funciones que éste debía cumplir en la sociedad. Los principales expositores del papel del Estado en el Liberalismo fueron Adam Smith, Jean Baptiste Say y John Stuart Mill. Sus teorías respecto a la función del Estado pueden ser presentadas en forma resumida a continuación:

        En primer lugar, la vida económica, la producción y la riqueza de las naciones son el resultado del libre juego de la iniciativa privada dentro de las leyes del mercado de libre competencia, esto es, bajo el imperio de la ley o principio de equilibrio al conjugarse misteriosamente las funciones de la oferta y la demanda.

        En segundo lugar, dentro de esta sociedad, el Estado actúa como perturbador del crecimiento económico, pues, a través de los tributos que exige, distrae recursos útiles a la producción, constituyéndose en una carga social sobre el Ingreso Nacional al disminuir la capacidad de inversión de los particulares que ven menguadas sus ganancias.

        Por tal motivo, los efectos de esta carga social se manifiestan en perturbaciones económicas, pero sobre todo, en pobreza colectiva, al disminuir la producción por desaliento de los particulares a la inversión y reinversión, lo que en definitiva causan el terrible fantasma del desempleo de la población.

        Por tal razón, es absolutamente necesario, limitar las funciones del Estado a la mínima expresión posible, de forma tal que a menores funciones, se tenga que recurrir en menores gastos; y a menores gastos, se corresponderá con una menor necesidad de procurarse recursos, y así como los recursos el Estado se los procura con los tributos, definitivamente, la carga tributaria tan dañina para la sociedad, necesariamente deberá ser la menor. En resumen, las funciones que el Estado debe limitarse a cumplir son: Defensa Nacional, Seguridad Interna y Administración de Justicia.

      2. Liberalismo.

        Esta corriente del pensamiento fue, como se indicó en la breve reseña histórica, una corriente hegemónica vigente desde 1870 hasta la década de 1930. Se inicia con la revolución marginalista y culmina con los postulados keynesianos. Sus principales expositores fueron Marshall (equilibrio parcial) y Jevons (teoría marginalista).

        Uno de los más prestigiosos historiadores contemporáneos del pensamiento económico ha descrito recientemente al neoliberalismo "como un resurgimiento del liberalismo clásico, liberalismo combatido por Keynes" (Dostaler, 1998, p. 5).

        Por su parte, March Poquet (2004), explica las tres escuelas que componían este sistema de pensamiento: la escuela de Lausana, o de la Universidad de Lausana en Suiza, cuyos representantes son Walras y Pareto; la escuela inglesa, la más importante, a la cabeza con Marshall, Jevons, Edgeworth, Wicksteed; y por último, la austriaca o escuela de Viena, con sus representantes Menger, Von Wieser, Böhm-Bawerk, Von Mises, Hayek.

        Con respecto a al escuela inglesa, resalta uno de los dirigentes de la misma, el profesor británico Alfred Marshall, cuya obra fundamental "Principles of Economics" (1890), ("Principios de Economía"), será siempre considerada como una obra maestra. Su principal aporte es la teoría del equilibrio parcial.

        Esta escuela surgió en Europa y América, con el fin de defender fuertemente al liberalismo y al individualismo. Según Molina (2000), el liberalismo se percató de los cambios operados en la sociedad y en la economía de finales del siglo XIX y principios del XX.

        Estos cambios se referían al surgimiento de los sindicatos y las exigencias del proletariado convertido ahora en grupo de presión, por lo que procedió a renovar su ideología. Sin embargo, aunque enriqueció su pensamiento con algunas ideas socialistas, tales como la relación entre la plusvalía y la maximización de los beneficios; aunque renovó su vocabulario para darle un nuevo valor simbólico a ciertas palabras; en opinión de Molina (2000), se siguió moviendo en sus líneas básicas: defensa de la propiedad privada sobre los medios de producción, de la que apenas se admitía que debe tener una función social, respeto a la ganancia como elemento motriz de la actividad económica y consideración del Estado como entidad situada por encima de las clases.

        Tal y como lo sostienen Dornbusch y Fischer (1985), para la escuela neoclásica los mercados funcionan mejor si no se interviene en ellos; como lo creían sus antecesores los clásicos. Bejarano (1999), sostiene que el paradigma neoclásico es la justificación intelectual de un sistema que ve a la economía funcionando según las leyes del universo descritas por Newton, es decir, armoniosamente, regularmente, son contradicciones y sin conflictos.

        En cuanto a sus aportes, a esta escuela se le atribuye la denominada revolución marginalista (1870) y la teoría del Equilibrio Parcial de Marshall. En cuanto a la revolución marginalista, William Stanley Jevons, teórico de la utilidad marginal, sostenía:

        Repetidas reflexiones y pesquisas me han llevado hasta la opinión, en cierto modo nueva, de que el valor depende por completo de la utilidad. Las opiniones imperantes consideraban el trabajo, en lugar de la utilidad, como el origen del valor, y hay algunos que llegan a afirmar, de modo concluyente que el trabajo es la causa del valor. Por el contrario, yo demuestro que solamente necesitamos indagar cuidadosamente las leyes naturales de la variación de la utilidad, que depende de la cantidad que poseemos de un bien, para llegar a una teoría satisfactoria del intercambio de la cual las leyes ordinarias de oferta y demanda son la consecuencia necesaria. (Spencer, 1987, p. 407)

        Según Varo (1998), la irrupción de la denominada Revolución Marginalista en la década de 1870, ocurrió simultáneamente en las tres escuelas neoclásicas; esto es, en Inglaterra, Viena y Lausana. En opinión de este autor, el fenómeno estuvo determinado en parte por la generalizada insatisfacción teórica que había proporcionado los autores clásicos, incluidos John Stuart Mill y Carlos Marx.

        A continuación, algunas proposiciones claves de la teoría macroeconómica neoclásica. En el corto plazo, la corrección automática del desempleo o inflación, descansa en estas cuatro proposiciones claves: 1) la Ley de Say; 2) la flexibilidad de los tipos de interés; 3) la flexibilidad de precios y salarios y 4) la teoría cuantitativa del dinero.

        La revolución marginalista de la década de 1870 sembró la semilla de una economía política renovada en cuanto a la teoría del consumidor y de la empresa. Sin embargo, a pesar de los grandes aportes de la escuela neoclásica, se le puede hacer una crítica con respecto al papel del dinero.

        Si bien la escuela neoclásica prestó atención al comportamiento de los precios relativos, no así al análisis del dinero y del nivel de precios. Se intentó aplicar al dinero el mismo tipo de análisis de la utilidad microeconómica que se había utilizado para todos los bienes en general, pero estos intentos tuvieron por resultado el de subestimar el papel representado por el dinero en la economía, en lugar de ponerlo en primer plano. Esta estructura se parecía mucho más a una imaginaria economía de trueque que a la economía monetaria del mundo moderno.

        El dinero era considerado normalmente como "neutro" y no como un instrumento que afectara al nivel de producción y a la distribución de la renta.

      3. Escuela Neoclásica
    5. Escuelas de Pensamiento Económico.

    Partes: 1, 2
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