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El género y la tercera edad: dos puntos paralelos necesariamente coincidentes en el tratamiento penitenciario (página 2)

Enviado por mirna


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1.2-. EL ADULTO MAYOR COMO GRUPO MÁS VULNERABLE.

"La vejez es un tema conflictivo, no sólo para el que la vive en sí mismo, sino también aquellos que sin ser viejos aún diariamente la enfrentan desde sus roles de profesionales de médico, psicológico, asistente social, enfermero, o como hijo, como colega, como socio, como vecino, o como un simple participante anónimo de las multitudes que circundan por nuestras grandes ciudades"- así nos ilustra uno de los autores de mayor aporte al trabajo en esta edad en Latinoamérica, el destacado psicogeriatra argentino Leopoldo Salvarezza.

Se ha llegado a considerar que los elementos conformadores de identidad de esta edad, es decir, que propician su mismidad o subjetividad como miembro de la tercera edad, son tomados generalmente de los perjuicios negativos que la cultura, ha reservado para la vejez. "Soy viejo porque ya me queda menos, soy inútil, incapaz, retirado, final".

Es necesario comprender a la edad como tal, y no propiciar su negación.

¿Por qué sostenemos tales planteamientos?.

El envejecimiento ha sido considerado al menos desde cuatro puntos de vista: cronológico, psico-biológico, psico-afectivo y social.

  • La edad cronológica.

La manera más simple de definir la vejez, y consiste en contar los años transcurridos desde el nacimiento. De forma general, las estadísticas sobre los ancianos fijan su comienzo, arbitrariamente en los 65 años.

Existe una relación contradictoria entre la edad cronológica y la serie constituida por los acontecimientos de la vida. Sin embargo, los umbrales arbitrarios establecidos conforme a la edad resultan a menudo engañosos, porque son frecuentes las diferencias individuales y los cambios sociales suelen ser graduales, produciéndose rara vez el mismo día del cumpleaños. Tanto el número de cumpleaños, parecen entrar en la concepción de la edad numerosas variables como la salud y los factores sociales y económicos. Puesto que se envejece de modo diferente desde el punto de vista físico, económico y social, la edad cronológica sirve, todo lo más, para marcar la edad objetiva.

Otros criterios que pueden servir para definir el envejecimiento son los cambios físicos y biológicos. Pero, a menos que se produzca un traumatismo excepcional, el envejecimiento físico se desarrolla gradualmente, de forma que resulta a menudo arbitrario precisar el momento en que una persona es físicamente vieja.

El envejecimiento físico modifica la imagen que tenemos de nosotros mismos, pero hace también otra cosa: Señala a los demás que conviene cambiar de comportamiento hacia nosotros.

La palabra envejecimiento evoca habitualmente cambios físicos, desagradables: pérdida de fuerza, disminución de la coordinación, y del dominio del cuerpo, alteración de la salud.

  • La edad psicológica y emotiva.

Sabemos que la madurez posee algo característico. Por ejemplo, una persona es considerada psicológicamente madura cuando puede asumir sus responsabilidades en la sociedad. ¿Pero cuáles son los aspectos psicológicos asociados al envejecimiento?. ¿Se siente uno interiormente distinto a los 70 años de lo que se sentía a los 40?.

Los cambios psicológicos pueden dividirse en dos grupos:

  1. Los cognitivos, es decir los que afectan a la manera de pensar así como a las capacidades, y;
  2. Los que conciernen a la afectividad y a la personalidad.

Estas modificaciones no sobrevienen solas. La personalidad y las funciones cognitivas se ven afectados por acontecimientos como la jubilación, la muerte del cónyuge, que se hallan ligados a experiencias complejas en el seno del medio social. Ahora se cree que la manera de reaccionar ante las experiencias sociales determina ciertos aspectos importantes del envejecimiento.

Decía L.S.Vygotski que la edad (psicológica) es una categoría objetiva y no convencional, es decir no elegida ficticia ni voluntariamente, sino que el inicio de una edad se determina por la reorganización del propio proceso de desarrollo, por su esencia interna lo cual puede no coincidir con su manifestación externa.

  • La edad social.

La edad social designa los papeles que se puede, se debería, se pretende, se desea o han de desempeñarse en la sociedad. Determinados papeles sociales pueden entrar en conflicto con los jalones arbitrarios de la edad cronológica. Así cabe una persona de edad desee continuar desempeñando el papel se sostén de la familia, incluso después de su jubilación. El conflicto entre las edades social, psicológica y cronológica constituye una forma de disonancia.

En general, las edades constituyen formaciones globales y dinámicas, son las estructuras que determinan el papel y el peso específico de cada línea parcial de desarrollo. Son los períodos del desarrollo en que tiene lugar los cambios y aparecen las nuevas estructuras.

El envejecimiento es, en ciertos aspectos, un proceso evolutivo gradual. Por otro lado, el envejecimiento puede ser considerado como una serie de estadios que se organizan en torno a ciertas características de orden físico, psicológico, social y material. Las crisis o acontecimientos destacados pueden modificar radicalmente la vida y precipitar el paso de un estadio a otro.

No menos llamativo deja de ser la concepción holística del envejecimiento de Luis M. Gutiérrez Robledo, cuando esboza que es el conjunto de procesos que contribuyen a incrementar progresivamente la tasa de mortalidad específica para la edad. Se reconoce además que el envejecimiento no tiene una causalidad única y que no es ninguna enfermedad, ni un error evolutivo.

Una visión más practicable del envejecimiento la ofrece Kevin Kinsella, el cual refiere que el envejecimiento de la población se refiere al aumento cada vez mayor de la proporción de personas de edad dentro de la estructura de la población general. Este proceso se determina principalmente por las tasas de fecundidad (nacimiento) y en segundo lugar por las tasas de mortalidad (defunción), de modo que las poblaciones con fecundidad elevada tienden a tener proporciones bajas de personas mayores y viceversa.

Evolución Gradual.

Esquema # 1: "Modelo Hipotético del Envejecimiento".

Es por ello que se hace necesario en este acápite presentar las diferentes teorías del envejecimiento, con el fin de describir los cambios físicos que lo caracterizan, así como sus efectos sobre la vida cotidiana.

  • Las teorías del envejecimiento físico.

Fueron cuatro las teorías sobre las "causas del envejecimiento" presentadas y comparadas en el Congreso de la American Association for the Advancement of Science celebrado en 1974. Tales causas serían:

  1. El disfuncionamiento del sistema inmunológico.
  2. Unos mecanismos de envejecimiento inherentes a las células.
  3. Las alteraciones del sistema endocrino.
  4. Unos desencadenantes genéticos.
  5. La teoría del desgaste.
  6. La teoría de los desechos.

Lejos de ser exhaustiva, esta lista engloba, sin embargo, los principales modelos actuales de envejecimiento físico.

La teoría del debilitamiento del sistema inmunológico.

Según esta primera teoría, nuestro sistema inmunológico destruye ciertas partes sanas de nuestro cuerpo: "El sistema de defensa del cuerpo parece volverse contra sí mismo y atacar algunas de sus partes, como si fueran invasores extranjeros.

Puesto que es probable que con el tiempo aparezca en cierto material imperfecto y que sea tratado como una amenaza, aumenta en consecuencia el peligro para los tejidos normales.

Con el tiempo el sistema inmunológico se vuelve además menos eficaz en su lucha contra la enfermedad; las personas de edad, en las que disminuyen los mecanismos corporales de defensa, pueden, pues, sucumbir más fácilmente a las enfermedades. Por añadidura, cabe que el sistema de defensa ya no sepa distinguir entre ambas partes sanas del organismo y los invasores, y que se enfrente a las partes sanas como si fueran aquellos. Aunque este debilitamiento del sistema inmunológico puede explicar ciertas enfermedades fatales y algunas formas de degeneración, no cabe admitir que lo justifique todo. Esta teoría aporta pues sólo una respuesta parcial al proceso de envejecimiento.

La teoría del envejecimiento celular.

La mayor parte de las teorías celulares se interesan por la pérdida de información que sufren las células del cuerpo en el nivel de la molécula de ADN (Ácido desoxirribonucleico). Estas teorías pretenden que el envejecimiento es resultado de la muerte de un creciente número de células del cuerpo. Como el ADN es responsable de ciertos procesos del metabolismo y de la reproducción de células, toda pérdida de información o toda codificación deficiente de las células determinadas por un defecto de la molécula de ADN pueden provocar la muerte de las células.

Los programas de funcionamiento del ADN no son las únicas causas de la muerte celular. La acumulación de desechos en las células y la reducción de la tasa de oxidación celular provocan igualmente una pérdida de función y la muerte celular.

Cuanto más se acumulan éstos en la célula, más se acentúa el proceso de degradación. Por lo demás, tales cambios celulares son fácilmente apreciados a medida que se envejece. Sin embargo, no es seguro que estas modificaciones sean las causas determinantes del envejecimiento: podría suceder que sólo fueran el resultado de otros procesos físicos asociados con él.

Las teorías de las modificaciones del sistema endocrino.

Una de las transformaciones más evidentes y mejor documentadas que modifican el organismo que envejece consiste en el debilitamiento de los ovarios los cuales, tras la menopausia, dejan de producir estrógeno. Numerosos investigadores consideran esta transformación y las demás modificaciones del sistema endocrino como una de las principales causas que contribuyen al envejecimiento. Según esta teoría, el envejecimiento podría ser resultado de una modificación de la producción o de la liberación de los cuerpos químicos en el organismo.

Una vez más, resulta difícil precisar si las modificaciones endocrinas son la causa o el efecto del envejecimiento.

La teoría genética.

El lector habrá comprendido, sin duda, que todas estas teorías, son interdependientes. La teoría genética se basa en el hecho bien demostrado de que los animales procedentes de ciertos troncos genéticos viven más que otros. Se sabe también que, en los seres humanos, la edad a la que fallecieron los padres y los abuelos, sin considerar las muertes accidentales, constituyen un índice de esperanza de vida de los descendientes. Por estas razones, los teóricos de la genética creen que para comprender el envejecimiento es preciso entender el "código genético" que determina nuestra longevidad. Pero en los seres humanos resulta difícil, si no imposible, distinguir entre los factores genéticos y el estilo de vida o incluso los factores como el régimen o el entorno. En efecto, los padres y los hijos no sólo tienen genes semejantes sino que también presentan una misma tendencia a nutrirse de la misma manera, a vivir en ambientes comparables y a adoptar los mismos hábitos sanitarios.

La teoría del desgaste.

Frecuentemente asociada al nombre de Hans Selye, esta teoría señala que las partes del cuerpo acaban sencillamente por gastarse. Sin embargo, la actividad y los ejercicios físicos pueden influir en la salud y en la longevidad puesto que ejerce un efecto sobre la duración de las partes del cuerpo. Selye ha hablado de actividades negativas y positivas, pero el carácter positivo o negativo de una determinada actividad podría depender de la forma en que es percibida más que su propia naturaleza.

La teoría de los desechos.

La vida supone la producción de desechos y su eliminación por unos procesos normales. Algunos teóricos creen que la vejez viene acompañada de una disminución de la capacidad de eliminación, seguida de una acumulación de desechos que perjudican no sólo la actividad celular normal, sino el mismo proceso de purificación. Según esta teoría, el funcionamiento normal quedaría debilitado por la acumulación de subproductos inútiles emanados de nuestras propias funciones corporales.

Al envejecer, comprobamos y sentimos que en nosotros y en quienes nos rodean se producen ciertos cambios, aunque nadie envejezca exactamente de la misma manera y sean considerables las variaciones de un sujeto a otro. Envejecer no es lo mismo que enfermarse, en el camino hacia el envejecimiento se van produciendo cambios en los órganos y sistemas que tienen repercusión directa en la valoración semiológica y fisiopatológica, la actitud diagnóstica y las decisiones terapéuticas. Al respecto podemos enunciar:

  1. Pérdida total de determinadas funciones reproductoras de la mujer.
  2. Cambios funcionales secundarios a estructurales –función renal por pérdida de nefronas.
  3. Cambios funcionales por alteración estructural demostrable.
  4. Cambios secundarios por fracaso de los sistemas de control.
  5. Respuestas por exceso –secreción de ADH (hormona cerebral).
  6. Cambios en circunstancias no basales (presbicia).

Especialistas han demostrado que el envejecimiento produce alteraciones en diferentes sistemas del organismo, y que mencionaremos someramente a los fines de nuestra investigación:

  • Sistema Nervioso:
  1. Disminución del número de células nerviosas, mayor en algunas áreas como el hipocampo.
  2. Disminución del peso y tamaño del cerebro.
  3. Aumento de tamaño de los ventrículos.
  4. Reducción de las células nerviosas y el flujo sanguíneo cerebral.
  • Órganos de los sentidos.
  • Visión.
  1. La presbiopía es característica, y está dada por pérdida en la elasticidad del cristalino, cambios en el nervio óptico, corteza visual y mácula.

    • Audición.
    1. Hipoacusia en el 50 % causada por otosclerosis.
    2. Se deterioran los sonidos de alta frecuencia, fundamentalmente por degeneración coclear.
    • Sistema Cardiovascular.
    1. En la mayoría de los ancianos sanos la función cardiovascular global en reposo, es adecuada para satisfacer las necesidades del organismo en cuanto a presión y flujo.
    2. La frecuencia cardiaca en reposo se mantiene inalterada.
    3. La capacidad de trabajo físico disminuye al avanzar la edad, pero no está claro si puede atribuirse a una reducción de la reserva cardiaca.
    4. Algunos individuos presentan dilatación cardiaca.
    • Sistema Respiratorio.
    1. Apariencia mayor de los pulmones, por pérdida de la elasticidad y mayor rapidez.
    2. Reducción de la capacidad de inspiración máxima.
    3. Mayor rigidez en los músculos torácicos.
    4. Debilitamiento en los músculos respiratorios.
    • Sistema Músculo esquelético y locomotor.
    1. Aumento en la extensión de las articulaciones.
    2. Flaccidez muscular y disminución del peso muscular.
    3. Se pueden presentar temblores musculares.
    4. Los tendones se encogen y endurecen, y provocan la disminución de la elasticidad en las articulaciones.
    5. Limitación de los movimientos.
    6. La masa y el mineral óseo se reducen.

    Lamentablemente una de las funciones que con mayor frecuencia se deteriora en los ancianos, tanto por el envejecimiento como por el efecto de las enfermedades sobre el sistema nervioso es la memoria, o sea, la capacidad para retener y hacer uso posterior de una experiencia, condición necesaria para desarrollar una vida independiente y productiva.

    Estas enfermedades no solo producen un alto nivel de morbilidad y mortalidad en este segmento poblacional, sino que además provocan un altísimo nivel de discapacidad y sobrecarga social y familiar. Entre ellas, el síndrome demencial es la causa más común de trastornos cognitivos en el anciano.

    Definido clínicamente como un deterioro progresivo de la actividad cognitiva o intelectual, a partir de un nivel intelectual anterior normal, es observable por trastornos de la memoria y por al menos una alteración de la actividad nerviosa superior, como por ejemplo: trastornos en el lenguaje, la orientación, en la praxia, en el juicio y en la capacidad de aprender. Estos trastornos deben ser lo suficientemente importantes para producir un deterioro de la actividad social, laboral y de atenderse a si mismo.

    La prevalencia de demencia se incrementa con la edad y las tasas se duplican cada 5,1 años desde los 65 a 95 años.

    La mayoría de las personas al envejecer se quejan de una mayor frecuencia de olvidos cotidianos, pero estos llamados "olvidos cotidianos" no interfieren en la vida diaria de las personas. Este trastorno de la memoria relacionado con la edad es muy frecuente y no se considera patológico. No obstante, la perdida de memoria casi siempre es el primer síntoma de una demencia comenzante. Para que estos "olvidos" se consideren un síntoma, deben interferir en la vida de relación de las personas.

    El termino demencia, del latín "fuera de mente", fue introducido por Pirel en 1706, quien lo definió como "una debilidad peculiar del raciocinio y de los actos voluntarios".

    A más de 280 años, de la introducción de la primera definición, no se ha logrado todavía un concepto universalmente aceptado, lo cual se ha agudizado en los últimos decenios y aunque hay opiniones múltiples, se ha llegado a coincidir en algunos puntos:

    1. La demencia es un síndrome, es decir, un conjunto de síntomas y signos que deben inducir al medico a investigar las causas;
    2. Es de carácter crónico y habitualmente progresiva;
    3. Es adquirida;
    4. Produce incapacidad y llegado a un grado, desadaptación social;
    5. Puede ser reversible.

    Además de los trastornos psicomotrices anteriormente explicados podemos ver los siguientes:

    1.   Apraxias: Imposibilidad de resolver normalmente una actividad gestual, fuera de un ataque de demencia, en una persona cuyos aparatos de ejecución de la acción están intactos. No hay déficit intelectual importante, ni parálisis, ni problemas de coordinación, pero los movimientos no alcanzan su objetivo.

    Existen diversos tipos de apraxia dependiendo de la función sensitivo-motora que se encuentra alterada. Por ejemplo: La apraxia que causa alteración en el gesto se conoce con el nombre de apraxia ideo motriz y está localizada la lesión en el lóbulo parietal; mientras que la apraxia que altera el dibujo se conoce como apraxia de construcción y también está ubicada en el lóbulo parietal.

    2.   Afasias: Corresponden a un problema de la palabra (yendo hasta una pérdida) o una incomprensión del lenguaje. Las principales afasias son las de Broca (expresión del lenguaje oral) y se localiza la lesión en el lóbulo frontal izquierdo mientras que la de Wernicke (comprensión del lenguaje oral) se ubica en el lóbulo temporal izquierdo.

    3.   Agnosias: Incapacidad para identificar un objeto de un modo sensorial, cuando no existe ningún déficit sensorial, ningún deterioro global de las funciones superiores y ningún problema de la conciencia o de la atención. Son alteraciones del reconocimiento en un sujeto no demente.

    Entre los diferentes tipos de agnosias están:

    ·   Agnosia verbal: Incapacidad para reconocer sonidos verbales y su lesión está en el lóbulo temporal izquierdo.

    ·   Agnosia auditiva: Incapacidad de reconocer ruido. Su lesión está en el lóbulo temporal derecho.

    ·   Agnosia visual: Incapacidad para reconocer objetos y su lesión está centrada en el lóbulo occipital bilateral (ambos lados).

    ·   Agnosia digital: Incapacidad para reconocer los dedos y su lesión está en el lóbulo parietal izquierdo.

    Una concepción que resulta de utilidad mostrar en esta investigación, fundamentalmente en este epígrafe, son los aspectos sociales del envejecimiento, todo lo cual nos permitirá un enfoque sociológico del fenómeno, sin negar que envejecer es un fenómeno natural, inherente a la finitud biológica del organismo humano. Cabe subrayar, en primer lugar, que son las características de la sociedad las que condicionan tanto el promedio de años de sus habitantes, como su calidad de vida durante los años de la vejez. Así lo sugiere el profesor Thomae, para quien la vejez es un destino social, puesto que son las características de la sociedad las que condicionan la cantidad y calidad de vida.

    La concepción del envejecimiento como un proceso social admite, a su vez, diversos enfoques. Entre ellos se destaca el abordaje sociológico, cuya unidad de análisis es la sociedad y cuya atención se centra en el estudio de las características de la sociedad y en la forma en que éstas configuran similares oportunidades y condiciones de vida para la categoría de los adultos mayores. Otro enfoque de índole más psicológica, cuya unidad de análisis son los individuos que envejecen, hace hincapié en la manera en que estos enfrentan su proceso de envejecimiento. Una combinación de los dos anteriores es el enfoque psicosocial, que se interesa por la forma en que los individuos entendidos como miembros de una categoría social, encaran su envejecimiento dentro de un contexto social que los condiciona.

    De acuerdo con ella, el envejecimiento es un proceso individual de adaptación a condiciones cambiantes provenientes del propio organismo, del medio social o de ambos, cuyo carácter dependerá de cómo se encaren y resuelvan los problemas.

    Se considera que el adulto mayor tiene un buen nivel de bienestar cuando es capaz de enfrentar los cambios que ocurren en su organismo y en su medio social con un grado de adaptación adecuado, -vale decir, de aceptación y de respuesta- y de satisfacción personal.

    Envejecer no es solo una condición social, sino también un proceso individual. La persona que envejece debe enfrentar condiciones cambiantes, tanto de su propio organismo como del medio social en que vive. Cada individuo es artífice de su destino personal, puesto que elabora una forma peculiar de pensar, sentir y actuar su vejez dentro del marco definido por su sociedad.

    Es por ello que sostenemos que la vejez es más un proceso que un estado. El envejecimiento, como modificación de la condición de la existencia, es un proceso normal de la vida, que se caracteriza por modificaciones involutivas de orden anatómico, fisiológico, neurológico y psíquico.

    Queremos resaltar la audacia de espíritu verdaderamente notable, con que Thomae señala las bases de una teoría de la personalidad del sujeto adulto mayor. Tras comprobar que se sabe todavía muy poco sobre la psicología y la teoría de la personalidad del anciano y fiel a la posición de la escuela de psicología cognitiva, que trata de explicar la forma en que el individuo percibe el mundo que le rodea, estima que la conciencia es uno de los factores esenciales en la determinación del comportamiento y propone los siguientes postulados:

    Postulado I: La evolución del comportamiento se halla ligada a la percepción del cambio objetivo;

    Postulado II: Todo cambio en la situación del individuo es percibido y evaluado a la luz de las preocupaciones y de las expectativas del sujeto;

    Postulado III: La adaptación al envejecimiento se halla en función del equilibrio entre las estructuras cognitiva y motivacional del sujeto.

    La concepción de Thomae aparece resumida en la siguiente figura:

    • Modelo cognitivo de la personalidad adulta mayor, según Thomae, 1976.

    Todo acontecimiento puede figurar entre los cambios que sobreviven en el ambiente y que son considerados como cambios objetivos, desde el hecho de asumir el papel de abuelos, hasta el hecho de jubilarse. La motivación del sujeto, sus preocupaciones y sus expectativas del momento determinan su percepción y el cambio percibido, más que el cambio objetivo, es lo que explicará el comportamiento, manifiesto o implícito, que adoptará el sujeto.

    Siguiendo el anterior modelo debemos proyectar el trabajo que se desarrollará con el adulto mayor; toda vez que debemos ser capaces de motivar una conducta dirigida a mitigar los efectos de el inmovilismo físico, cerebral, afectivo y social, combatiéndolo con actividades de formación, participación y compromiso con su propia persona, o sea que mira hacia adelante y no sólo hacia atrás.

    Coincidentemente Julia Tavares de Álvarez ha sostenido que los ancianos deben convertirse en protagonistas en el escenario de la historia y no limitarse a un papel pasivo como parte del paisaje; a lo que debemos agregar que se debe tener en cuenta su condición de personas vulnerables en virtud de la disminución progresiva de su reserva funcional como ser humano.

    1.3-. CONCIENCIA DE GÉNERO Y VULNERABILIDAD DEL ADULTO MAYOR: DOS PILARES PARA UNA HUMANIZACIÓN DE LA CÁRCEL.

    El enfoque de género es una alternativa que implica abordar primero el análisis de las relaciones inherentes a esta categoría para basar en ella la toma de decisiones y acciones para el desarrollo. Es una forma de observar la realidad en base a las variables sexo y género y sus manifestaciones en un contexto determinado. Recordemos que somos del criterio que el género es una construcción social y cultural que se produce históricamente y por lo tanto es susceptible de ser transformada. Referirnos al mismo significa dejar de creer que los roles sociales y culturales asignados a hombres y mujeres son naturales, visión que tiene como fin inmediato y último la humanización de la visión del desarrollo, desde nuestro punto de vista, centrada en la equidad de género, tal y como proponemos.

    Como nos hemos planteado en nuestro discurso iusfilosófico de un trato humano reductor de la vulnerabilidad, perseguimos que en la prisión se implementen estrategias penitenciarias "aptas", y capaces de potenciar una relación humano – humano, donde el clima que reine sea la potenciación del saber y el mejoramiento de ser humano. Lo anterior, concebido desde una perspectiva de género que nos ha colocado, una vez más, en los senderos humanistas que caracterizan nuestro ordenamiento jurídico, ya que al defender los postulados que sustentan el principio de igualdad y paridad de los diferentes nos pronunciamos por la concepción que caracteriza nuestro sistema de ejecución de la pena privativa de libertad: el penado no es un ser eliminado de la sociedad, sino una persona que continúa formando parte de la misma, incluso como miembro activo, si bien sometido a un particular régimen jurídico, motivado por su comportamiento antisocial, y encaminado a preparar su vuelta a la vida libre en las mejores condiciones para ejercer su libertad socialmente.

    Concebir las normas penitenciarias cubanas con un enfoque de género, en aras de una humanización del castigo, nos ha conducido a crear un "know-how del género en el sistema penitenciario", entendiendo que el género -de la misma forma que la sexualidad-, no es una manifestación natural y espontánea del sexo o la expresión de unas características intrínsecas y específicas de los cuerpos sexuados en masculino y femenino, sino un constructo social, que se debe "aprovechar" en el ámbito penitenciario para que, tal y como se esculpe una obra artesanal, se esculpa al recluso (a), con los preceptos de un sistema armónico de influencias, dirigidas a la modificación de conductas, hábitos delictivos o antisociales presentes en éstos, con el conjunto de métodos, técnicas y vías de influencias que favorecen el reforzamiento de sus valores y cualidades positivas e inculcarles principios y normas de convivencia social que permitan su progresiva reincorporación a la sociedad.

    Tales proyectos nos hacen abogar por un nueva concepción de los fines de la individualización del castigo, ya que si toda ideología tiene la función de "constituir individuos concretos en cuanto sujetos", un tratamiento penitenciario con enfoque de género tiene la función de educar individuos transgresores de las normas socio-jurídicas, en cuanto hombres y mujeres, que deben reintegrarse a la sociedad.

    Ahora bien, este proceso de reintegración social no se realiza de la misma manera en hombres y mujeres, en virtud de su asimetría, toda vez que sostenemos que los programas penitenciarios se ajusten a las especiales características o situaciones de los diferentes sexos.

    Este proceso asimétrico se aspira a que se ejecute teniendo como modelo el trato humano reductor de la vulnerabilidad, el que se inicia con la concepción de que el recluso(a) es el objeto de dicho tratamiento y eslabón fundamental entre la pena y el tratamiento educativo penitenciario, estableciéndose un proceso de "socialización diferencial", en aras de un desarrollo integral de su persona, mediante la que se logra que los reclusos(as) adapten su comportamiento a una vida en sociedad.

    A lo anterior sumamos que una vez que un sujeto adulto mayor ingresa en un centro penitenciario se produce un cambio en su situación social de desarrollo, estableciéndose una relación peculiar, única y especial entre éste y el entorno donde está privado de libertad, que desde ese momento marcará su personalidad y su organismo como ser humano, tal y como hemos demostrado anteriormente.

    En virtud de lo antepuesto se debe propiciar en este grupo social vulnerable, a partir de la legislación penitenciaria, un conjunto de actividades que tiendan a ampliar las habilidades sociales, hábitos, valores de libertad, a través de la educación, capacitación, actividades deportivas y lúdicas, diseñándose dichos parámetros como plataforma de promoción social y un elemento de reconstrucción de la personalidad del recluso con estas características.

    Debemos recordar que uno de los factores que más negativamente influye en la salud y en la calidad de vida es el aislamiento y la soledad, particularmente en el adulto mayor, por sus características socio –médicas, que indudablemente entorpecerían el proceso de reintegración social del recluso.

    Una de las "recetas" para mejorar tales parámetros es la de atender sus necesidades, asociarse, compartir, todo lo que tributará en aras de un certero proceso de reintegración social que a rasgos generales deberá tributar a que los adultos mayores, aún en esas condiciones de privación de libertad, tengan proyectos de vida; miren hacia delante y no sólo hacia atrás; no sentirse peor que los otros de su edad; ser independientes desde el punto de vista funcional; emprender actividades; dar y recibir ayuda y no estar agobiado por los dolores, propios de su tiempo; se destruyan estereotipos sociales sobre la vejez que repercuten negativamente en su persona; retrasar la muerte y prepararse para ella serenamente.

    Consecuentemente con lo expuesto somos del criterio que un escalón superior de una humanización de la institución carcelaria, tal y como respetuosamente proponemos, se alcanzará cuando se fusionen estos dos elementos, ya que con la regulación del tratamiento penitenciario con enfoque de género los límites legítimos de la ejecución de la privativa de libertad, ha dado un nuevo relieve a su definición.

    Ahora ya no se trata solamente de privar de libertad a un recluso(a), y aislarlo de la sociedad por el ilícito cometido, sino que la legislación se articule con un enfoque de género, y que seamos capaces de implementar políticas de tratamiento educativo "aptas" para los adultos mayores que tengan que enfocarse desde este prisma, que indudablemente se coloca en estos momentos, desde nuestro punto de vista, en el tintero de aquellos que tienen la máxima responsabilidad de adecuar el sistema penitenciario cubano a las actuales concepciones de trabajo educativo penitenciario, que se potencia por parte del Estado Cubano; recordemos que hemos sido educados en la concepción de que en el socialismo ningún ser humano puede ser excluido ni olvidado.

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      • El Estado y políticas de género. Autor: Judith Astelarra.
    5. Revista Temas: Cultura, Ideología, Sociedad. No.37 –38; Abril –Septiembre de 2004; Nueva Época.
    6. Tabloide Especial # 4. Año 2004: "La Batalla de Ideas, el Trabajo Social y las Transformaciones en el sistema penitenciario"; Texto de la Mesa Redonda efectuada el 23 de Marzo de 2004. Editado por Juventud Rebelde.
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      • El papel de la geriatría en el sistema hospitalario. Autor: Ricardo Gómez Huelgas.
      • Una nueva etapa en la protección internacional de adultos. Autor: Alegría Borras.
      • El reconocimiento integral de los derechos de las personas mayores, por primera vez en una instancia internacional: la Unión Europea. Autores: Dr. Ángel Rodríguez, Dra. Mayte Echezarreta.
      • La depresión en el paciente anciano. Autor: José Antonio López Trigo.
      • Orientación familiar y adulto mayor. Autor: Rosalía Keller Kéller.
      • Comunicación y trato con los ancianos: sus necesidades y nuestras dificultades. Autor: Jacinto Batíz.
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    2. Reglamento Provisional del Sistema Penitenciario, de 1 de Octubre del 2004, Orden No.30 del Ministerio del Interior de la República de Cuba.
    3. Código Penal, Ley No. 62 de 1987. Editorial Félix Varela, Ciudad de la Habana, 2003.
    4. Reglas Mínimas de Tratamiento a los Reclusos de Naciones Unidas.
    5. Procedimientos de Trabajo de las Especialidades del Sistema Penitenciario.
    6. Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento de 1982, de la Organización de Naciones Unidas.
    7. Proclamación sobre el Envejecimiento de 16 de Octubre de 1992. Organización de Naciones Unidas.

     

     

    Autor:

    Msc. Mirna Méndez López

    Master en Criminología y Profesora Asistente de Derecho Penal y Proceso Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente. Cuba.

    Msc. Arlín Pérez Duharte

    Master en Criminología y Profesora Asistente de Derecho Penal y Proceso Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente. Cuba.

    Lic. Ramón Yordanis Alarcón Borges

    Profesor de Criminología y Derecho Procesal Penal.

    Facultad de Derecho. Universidad de Oriente. Cuba.

    Materia: Criminología.

    Fecha de realización del trabajo: Junio del 2005.

  2. Pupilas pequeñas por cambios involuntarios en el músculo del esfínter pupilar.
Partes: 1, 2
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