China en la OMC. Sus consecuencias en Latinoamérica y el Caribe (página 3)
Enviado por Carol Monserrat Herrera
CAPITULO IV
ESTUDIO COMPARATIVO
ESTRATEGIAS DE COMERCIO Y DESARROLLO ENTRE CHINA Y AMERICA LATINA Y EL CARIBE
Entorno económico y el desempeño general de las economías de los países latinoamericanos con especial atención en el periodo de 1995-2003, su relación con el desenvolvimiento del Comercio exterior de China.
La crisis asiática se inició en julio de 1997, con la devaluación del baht en Tailandia y se expandió a las economías de la región, a excepción de China y Vietnam, las crisis influyó en el escenario mundial y en Latinoamérica desde el último trimestre de 1997, la región experimentó reducción de los flujos comerciales y las corrientes de inversión, originados por la disminución de las relaciones comerciales con los países asiáticos.
Brasil fue el primer afectado por el ataque especulativo provocado por la crisis económica internacional originada en Asia. El mandatario del Brasil Fernando Enrique Cardozo, implementó un programa trienal de saneamiento que preveía un ahorro de 84.000 millones de dólares en la totalidad del periodo empezando por 23.000 millones en 1999 para reducir el desequilibrio presupuestario del 8% del PIB al 4,5%. El programa concentraba esfuerzos en el aumento de los ingresos y no en la reducción de gastos, a diferencia de Argentina en Brasil no se dio el grado de dolarización por lo que no se incluyó en el Plan Real la convertibilidad de la moneda.
En Brasil los préstamos al sector privado disminuyeron desde finales de 1997, el monto de los créditos dudosos y morosos aumentó, en el sector bancario. La desconfianza de los inversionistas se incrementó con el hecho de que el presidente Cardozo se había comprometido con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a mantener la política monetaria con la finalidad de obtener apoyo de 41.500 millones de dólares. Después de la salida de 1.200 millones de dólares y la pérdida de las reservas internacionales de aproximadamente 30 millones de dólares, no pudo seguir cumpliendo con su compromiso. El gobierno de Brasil debió asumir una política de banda de flotación lo que produjo una devaluación inmediata del real.
El entorno económico de América Latina entró en crisis con Brasil, pero este no estuvo sólo, Argentina registró contracción económica hasta entrar en recesión, se incrementó el nivel de desempleo que produjo un descenso en la demanda agregada, además de estar seriamente afectada por la crisis de su vecino. En principio porque el gigante del sur se vio en la necesidad de minimizar sus relaciones comerciales con Argentina. La crisis de Brasil acorraló las exportaciones de Argentina debido a la crisis cambiaria, y le afectó drásticamente debido a la necesidad de Argentina de mantener un sistema de cambio uno por uno con relación al dólar estadounidense.
En medio de estas condiciones y con la crisis de Argentina, las bolsas más afectadas fueron México, Chile, Brasil y Venezuela. La contracción económica de Sudamérica, causó un descenso en las importaciones de origen asiático. Asia tuvo que disminuir las exportaciones y sus importaciones, en el caso del MERCOSUR las exportaciones hacia China disminuyeron 15,5%.
Luego de dos años, se evidenció crecimiento económico en Brasil, Venezuela, México y Chile, correlativo a ese aumento de la producción, también crecieron las exportaciones e importaciones de esas naciones.
A finales de 1998 la crisis asiática comenzó a revertirse entrando las economías en la fase de recuperación durante 1999, para ese año China creció 7,1 por ciento, dicho crecimiento le permitió superar la crisis y mantener la paridad de sus divisas el renminbi y dólar de Hong Kong, esto le permitió contribuir a la estabilidad económica en la región.
La República China cuenta con 9.561.000 kilómetros cuadrados, de los cuales sólo el 11 por ciento es superficie cultivable y el 36 por ciento son pastos y zonas forestales, es el tercer país más extenso del mundo y supone más del 6% por ciento de la superficie emergida mundial. China tiene abundantes recursos minerales, 149 tipos en total, 20 de los cuales están a la cabeza de la producción mundial, incluyendo carbón, tungsteno, titanio y metales raros. En la actualidad tiene 1.300 millones de habitantes.
En el año 2000 China, fue registrada por el Banco mundial como el séptimo exportador y el octavo importador del comercio de mercancías, con relación a los servicios comerciales fue el duodécimo exportador y el décimo exportador del mundo.
Según el Informe País del Ministerio de Economía del gobierno de China, después de crecer en un impresionante 9,1% en 2003, la economía china ha registrado un crecimiento del 9,7% en el primer trimestre de 2004. Además, la inversión en activos fijos, que aumentó el 27% en 2003, creció un explosivo 43% en el primer trimestre de 2004. El auge de China ha supuesto la cuarta parte del crecimiento económico mundial en los últimos años, por lo que las consecuencias sobre el resto de la economía mundial de una parada brusca podrían ser igualmente significativas.
La inversión en China ha hecho que el crecimiento del PIB haya superado el 9% en los últimos tres trimestres de 2003, alcanzado 9.5 en el 2004, es la tasa más alta de 1996. Hay que destacar el boom inmobiliario en las zonas costeras y muy especialmente en Shanghai y Pekín, iniciada al principio por inversores de Hong Kong y Taiwán. En 2003 las ventas de propiedad inmobiliaria supusieron nada menos que el 25% del PIB en Pekín y el 20% del PIB en Shangai. En 2003 China fue responsable del 40% del consumo mundial de cemento, del 31% del de carbón, del 30% del de hierro, del 27% del de acero, del 25% del de aluminio y del 7% del de petróleo. La incorporación de China a la OMC le abrió nuevos horizontes, China tenido que implementar reformas demostrando su propósito de convertirse en una economía basada en el mercado.
También ha contribuido el fuerte aumento de la inversión destinada a financiar unas exportaciones alimentadas por una moneda, el yuan ha mantenido un tipo de cambio fijo respecto al dólar de EE.UU.
Otro punto determinante en las inversiones es el aumento de la entrada de capital extranjero, que ha obligado a las autoridades chinas a vender masivamente yuanes, con objeto de contener las presiones sobre la moneda, debido a que China mantiene un tipo de cambio fijo con el dólar.
En 2003 las exportaciones chinas crecieron un impresionante 35%, hasta 438.400 millones de dólares, y llevaron la cuota del país en las exportaciones mundiales al 5,9%.
En la actualidad China ya supone el 4% del producto bruto mundial, medido a tipos de cambio corrientes, esto es, el doble que hace diez años. Según el Banco Mundial China cuarta parte del crecimiento económico mundial en los últimos seis años se ha debido a China, frente al 20% atribuible a EEUU y al 14% de la UE.
La economía china se ha convertido en un mercado importante en Asia Oriental:
"las restantes economías de Asia oriental también han aumentado en los últimos años su dependencia con respecto a China, que absorbe una parte creciente de sus exportaciones. Los países emergentes de Asia fueron responsables del 18% del crecimiento económico mundial en 1995-2002, cifra mayor que la correspondiente a la UE (14%)". (Bustelos, 2004,13).
Las políticas implementadas para atraer la inversión externa ha influido en el crecimiento de esta. Entre otros programas adoptados para estimular la inversión extranjera figura la reducción del impuesto sobre la renta empresarial.
Según cifras publicadas por el gobierno chino desde 1990 en ese país se ha incrementado la inversión extranjera directa, en ese año solo alcanzó 10.300 millones de dólares, en el año 2001 el impulso de la inversión externa fue notable con relación a la década pasada cuando logró 49.700 millones de dólares invertido. En el año 2002 China logró módicos 55.000 millones de dólares invertidos, esto coincide con su ingreso a la Organización Mundial del Comercio, además del esfuerzo realizado por el gobierno para atraer la inversión externa directa.
El énfasis del gobierno de la República China por atraer inversiones extranjeras ha promovido la construcción de obras de infraestructura, y la incorporación de programas de publicidad orientadas cautivar la inversión externa que ha favorecido la economía. Un aspecto relevante en la seducción de inversiones a China ha sido su incorporación a la OMC, acontecimiento que ha obligado al gobierno chino a implementar reformas en la legislación relacionada con el comercio exterior e inclusive con normas internas.
Cuarenta años atrás para los inversionistas del mundo era irrisorio percibir que China disfrutase de los requerimientos mínimos para realizar inversiones, en los últimos diez años la economía china se ha visto beneficiada por inversiones externas, para impulsar el crecimiento económico el gobierno de ese país ha implementado políticas que medianamente han generado un clima para atraer inversionistas. En el 2003 China alcanzó 55.000 millones de dólares por concepto de inversión extranjera directa, a los que se le suma el aumento de las reservas en divisas 117.000 millones de dólares, menos el superávit comercial alcanzó 25.400 millones de dólares, la inversión directa interna ascendió a unos 64.100.
Según el Banco Mundial un 17,5% del crecimiento de la económica de mundial en 2002 correspondió a China, para el 2003 esa economía ocupó el cuarto lugar en el mundo como exportador y tercero como importador, le antecede Japón como segunda potencia comercial.
América Latina y el Caribe tiene un escenario distinto a China en cuanto a inversiones. En exportaciones el aumento de las ventas hacia China creció en 8,3% según el informe presentado por CEPAL, contrario al incremento de la inversión externa directa experimentada por China en los últimos nueve años, Latinoamérica y el Caribe para el 2003 había disminuido por cuarto año consecutivo las inversiones.
Los inversionistas son seducidos por países que garanticen confianza, la cual es generada por beneficios ofrecidos a los empresarios, entre dichos beneficios figuran legislaciones e instituciones que garanticen seguridad jurídica, la reducción de los costos a las inversiones y la reducción de barreras arancelarias y no arancelarias, además destaca otro aspecto, la estabilidad política y social que proyecte el país.
La inversión externa en América Latina y el Caribe bajó a 78.143 millones en 2000 y a 69.534 millones en el 2002, precintándose a 36.466 millones en 2003, en comparación a los 88.000 millones de dólares de IED percibidos por América Latina en 1999, CEPAL atribuye en parte el trance de la inversión extranjera en América Latina y el Caribe a la crisis de 1999 en Brasil y Argentina en 2001-2002.
En el binomio 2003 y 2004 la región ha experimentado un proceso de recuperación, según CEPAL esto obedeció a la situación de la economía internacional, China y Estados Unidos han contribuido a la expansión de la actividad económica mundial, contribuyendo al aumento de los productos básicos favoreciendo a principalmente a los países de Sudamérica.
CAPITULO V
REPERCUSIONES DE LAS POLÍTICAS COMERCIALES ENTRE AMÉRICA LATINA Y CHINA EN EL MARCO DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DEL COMERCIO
Condiciones Fundamentales
Las repercusiones de las políticas y las actividades comerciales de China y América Latina, surgen con base en cuatro condiciones fundamentales.
En primer lugar, está el factor de la masa crítica China posee una mayor capacidad productiva, si no real al menos en perspectiva. El mercado chino es más del doble de toda Latinoamérica junta, 1,300 millones a 512 millones de habitantes. Esto atrae la capacidad de inversión, hace ver que la demanda efectiva interna puede ser un gran motor del desarrollo.
En segundo lugar la capacidad negociadora china descansa, entre otras condiciones, en su unificación al momento de presentar propuestas. En una sola negociación, se puede tener acceso a 1,300 millones de personas como potenciales consumidores. En Latinoamérica para acceder a 512 millones de habitantes es necesario negociar con 34 naciones, todo ello en medio de las capacidades limitadas de negociación y de los factores culturales que acompañan a una negociación con la región.
Esta segunda condicionante hace que las negociaciones privilegien a dos grupos de naciones. En primer lugar las economías grandes, Argentina, Brasil y México; estos países contienen el 75% de la producción total del área. Un segundo grupo de naciones importante es el de las llamadas economías medianas-grandes, Colombia, Chile, Perú y Venezuela. Este grupo de cuatro países, conjuntamente contiene el 15% de la producción total regional. De manera que al negociar con siete naciones se cubre el 90% del mercado latinoamericano.
Una tercera condicionante está relacionada con la estabilidad política que ofrece China. Los inversionistas a largo plazo, en especial, requieren que funcionen las instituciones y que existan condiciones de seguridad y estabilidad durante muchos años.
A medida que las inversiones crean empleo, tienen mayores efectos multiplicadores y se insertan efectivamente en las condiciones económicas de los países creando oportunidades laborales productivas, por lo general, requieren de muchos años para llegar al punto de equilibrio. Es decir sólo en el mediano o largo plazo llegarán a obtener utilidades totales, más allá de la cobertura de los costos variables. China ofrece esa mayor garantía, a pesar de las controversiales condiciones de producción internas.
Una cuarta condicionante fundamental se centra en la capacidad de aprovechamiento de las economías de escala en las inversiones. Este carácter esta relacionado con la masa crítica de la economía. Las mayores inversiones prefieren mercados grandes y estables. De allí por ejemplo, que aun en términos per capita, la inversión tienda a ser mayor en Brasil y México que en San Kitts y Nevis, o en Dominica. Existen excepciones desde luego, como podría ser el caso de Costa Rica.
Las repercusiones de las políticas comerciales de ambos bloques parecen encaminadas a fortalecer el carácter de la liberación comercial, pero en sentidos que son contrastantes. En China, la situación se ha caracterizado por la liberación comercial de las exportaciones, pero teniendo control sobre las importaciones. Esto ha redundado en que la cuenta corriente en general de la balanza de pagos, y la balanza comercial, en un sentido más específico, presenten resultados positivos para el gigante asiático.
Una situación contrastante se tiene en Latinoamérica. En esta región uno de los problemas más recurrentes, junto a la tendencia declinante de los términos de intercambio, es el conjunto de resultados deficitarios en la cuenta corriente y en la balanza comercial. Esto hace que se requieran fondos para financiar esos desbalances. Los fondos han surgido del endeudamiento, o bien del envío de remesas familiares, o de devaluaciones. Es un problema central en el entendimiento de los problemas del desarrollo de la región.
Lo que América Latina hizo, especialmente a raíz de la aplicación de los programas de ajuste estructural, fue liberalizar tanto las exportaciones como las importaciones. Esto ha hundido los números de las balanzas comerciales, salvo el caso casi permanente de Venezuela. En este país el ingreso de circulante en cantidades considerables, producto de la elevación de los precios del petróleo, permite tener recursos que bien administrados podrían estabilizar la economía de la nación.
Enfoque de las tendencias
Las repercusiones en las relaciones comerciales tienen varios enfoques de tendencia que hasta el momento parecen ser amenazantes para Latinoamérica.
Una primera tendencia es la de dejar a la región como productora acentuada de materias primas. Esto incluso se ve animado en las condiciones actuales. Mucho del crecimiento económico latinoamericano –el año 2004 el aumento de la producción fue de 5.6%, el mejor desde 1980- está asociado al alza del precio de las materias primas. ¿Cuál es la causa de este ascenso? Con mucho, ha sido la mayor demanda, el mayor crecimiento económico que se ha agregado por parte de China e India, a los centros de demanda y crecimiento tradicionales, representados por Estados Unidos-Canadá, Europa Occidental y Japón.
El gran "afán" petrolero de China, por ejemplo, unida a una reducida capacidad de refinación y los "golpes" que han sufrido importantes zonas de extracción –caso del huracán Katrina en el Golfo de México- han resultado alentando las exportaciones tradicionales. Aún el café se ha beneficiado de esta tendencia, lo que también ha sido similar en los casos de minerales, como el cobre. ¿Qué se puede esperar de las relaciones comerciales y financieras entre América Latina y el Caribe y China? El riesgo es continuar produciendo bienes que no tienen mayor valor agregado, y que por tanto tienen limitantes en poder ampliar la demanda agregada de los mercados internos de la región.
La segunda tendencia es a complicar más el panorama de la integración. Aquí surgiría con mayor dramatismo una disgregación. Mientras la subregión de México-Centroamérica y el Caribe se unifican más a la economía de Estados Unidos, el grupo andino se subdivide (Colombia, Perú y Ecuador se inclinan hacia la potencia del norte) mientras que Bolivia depende más del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Venezuela, entre tanto, tiende más por razones políticas, a integrarse también con MERCOSUR.
Las naciones de este último bloque tenderían a diversificarse, caso de Chile, o bien a acentuar sus nexos con Europa casos de Brasil y Argentina. Uruguay y Paraguay tienden a ser más interdependientes, también el caso de Bolivia, de circuitos de comercio intrarregionales.
Con base en las dos tendencias anteriores, Latinoamérica estaría exportando más materia prima a China, y perdiendo la posibilidad de mayor valor agregado, a la vez que debilita su integración en términos efectivos. El resultado sería una mayor dependencia comercial de la región y una posición más marginal en el contexto mundial, si continúan las tendencias decrecientes en los términos de intercambio.
Tómese en cuenta además, el dinamismo exportador chino. Mientras las exportaciones latinoamericanas han crecido casi un 5% en los pasados cinco años, las exportaciones chinas lo han hecho en casi 15%. Latinoamérica aportaba un 8% de las exportaciones mundiales en 1960, y un 5% en 2004. Para este último año, es de resaltar que un 50% de las exportaciones de la región lo realizaba México; es decir que sin este último país, Latinoamérica participa en el comercio mundial con 2% de las exportaciones.
Lo importante, en todo caso es reconocer que la competitividad de los países se basa en la generación y fortalecimiento de su capital macrosocial. Este consiste básicamente en seis variables interdependientes.
Una de ellas es la capacidad de infraestructura que se posea. Si lo que deseamos son las inversiones de largo plazo, las que se articulan a la economía y producen trabajos, oportunidades laborales estables y con ingresos decorosos, se requiere que existan condiciones que permitan la productividad. Este sería el caso de contar con un eficaz sistema de carreteras, puertos, e interconexiones.
Otra dimensión del capital macrosocial es la preparación de los recursos humanos. Esto es vital. No se trata sólo de que la mano de obra sea barata, sino esencialmente productiva. De allí que uno de los postulados fundamentales en la teoría económica del desarrollo, respecto a recursos humanos, sea la de aumentar sus capacidades –educación– y la de ampliar sus oportunidades en el sistema productivo –empleo.
Una dimensión que se encuentra muy relacionada con los recursos humanos es de contenido menos tangible, pero no por ello menos importante. Se establece en función de la cultura, lo que podría ser la cultura corporativa que se podría desarrollar en un país o región determinado. Por ejemplo, los trabajadores latinoamericanos que llegan a Estados Unidos pueden no tener la mejor preparación, pero presentan una actitud muy proclive a desarrollar bien el trabajo en términos generales. Buscan en la potencia del norte las oportunidades de subsistencia que no encuentran en sus países de origen.
Una cuarta dimensión está dada por el funcionamiento eficiente de la institucionalidad de un país. Esta variable ha llegado a ser tan valorada, que se ha conformado toda una corriente en el pensamiento económico en función del desarrollo, el llamado neo-institucionalismo. Esta fue la base para otorgar el Premio Nobel de Economía al Profesor Douglas North en 1993. Se trata de que las "agencias" cumplan con su función de intermediación, y de aseguramiento de las funciones en un sistema económico determinado.
Una quinta dimensión está dada por la estabilidad macroeconómica. En términos generales se tiene que una devaluación de la moneda, tiende a promover el mayor desarrollo de las exportaciones y a disminuir las importaciones, ya que estas últimas se encarecen. Al contrario, si la política es de sobrevaluación o bien de apreciación de la moneda, son las importaciones las que se abaratan y las exportaciones dejan de tener precios competitivos en el mercado exterior. En el primero de los casos señalados, la balanza comercial tiende a proporcionar resultados positivos. En el segundo a mostrar déficit.
Cuando se devalúa la moneda las mejores oportunidades de negocio se centran en los bienes transables, es decir de comercio exterior del país. Y son los bienes no transables o de comercio al interior del sistema, los que se ven alentado, con una política de apreciación. El hecho de mantener estable la política macroeconómica –que involucra además de la política cambiaria ya citada, la política fiscal y la monetaria- permite identificar normas más permanentes para la inversión y por tanto para la generación de empleo productivo.
Finalmente es importante que un país posea estabilidad política y el funcionamiento de estado de derecho para poder aumentar las posibilidades de sus ventajas competitivas. En todo este contexto de consideraciones, China en comparación con la percepción como región de Latinoamérica, ha mostrado contar con mejores condiciones para el desarrollo económico en general. Sigue siendo muy cuestionado el sistema de relaciones económicas que opera al interior –nivel subsistémico- de la sociedad china. En el ámbito de países latinoamericanos en particular, los que muestran mejores condiciones en cuanto a capital macrosocial son Costa Rica, Chile y hasta cierto punto México.
CAPITULO VI
Conclusiones
- En términos económicos internacionales, especialmente en cuanto a captación de inversiones, relaciones financieras y comerciales, China aparece como un notable competidor de las oportunidades que en general tiene Latinoamérica;
- No obstante, el fortalecimiento de China puede significar una mayor apertura de mercados, y hasta coyunturalmente, oportunidades de elevación de precios de materias primas;
- El riesgo es que Latinoamérica como región continúe con las exportaciones de productos poco elaborados y que con ello no se generen mayores valores agregados en la producción; esto a su vez sería causa de que no se puedan generalizar ni profundizar, los mecanismos de creación de empleos productivos con altos salarios;
- Si la región no puede promover en general un sistema notable de empleo con altos salarios, se frustra el mayor nexo entre crecimiento económico y desarrollo humano, y por tanto se disminuyen las posibilidades de ampliar la demanda efectiva en el mercado doméstico de las naciones latinoamericanas;
- La presencia de China en la Organización Mundial de Comercio puede llegar a favorecer alianzas de carácter coyuntural o más estratégicas entre los países del Sur; tómese en cuenta que ya para las reuniones del G-7, los siete países más industrializados del mundo–Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá- se ha invitado a cinco naciones del mundo en desarrollo (Brasil, China, México, Rusia, y Sudáfrica);
- Para Latinoamérica sigue siendo un desafío el poder establecer efectivos nexos de integración económica, a fin de: (i) aumentar la masa crítica en cuanto a la presencia económica en el mundo; (ii) incrementar el poder de negociación; (iii) disminuir las relaciones de dependencia a la vez que se propician las relaciones de interdependencia en las negociaciones económicas internacionales; y (iv) aumentar el aprovechamiento de las economías de escala.
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Autor:
Carol Monserrat Herrera
Caracas, Octubre de 2005
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