Luego de 44 años en 1580, los conquistadores vuelven a la carga, esta vez a las órdenes de don Juan de Garay, quien fundó un nuevo fuerte en el mismo lugar en donde lo había hecho don Pedro de Mendoza. Y fue en ese mismo momento cuando comenzó a repartir tierras entre sus acompañantes. Y un límite natural para la citada distribución de "suerte de estancias", lo constituía nuestro río, el cual a la llegada de Garay, ya era llamado con el nombre de Luján.
Recordamos entonces que , el río se llamaba Luján; a la zona se la denominó "Valle de la Muerte", "Valle de la Matanza", o "Valle de Corpus Christi"" (por la batalla de 1536) y a este lugar que hoy ocupamos como ciudad, se la llamó "El Árbol Solo", en función de un inmenso sauce solitario que sirvió de referencia territorial para el reparto de tierras.
La razón por la cual debieron transcurrir más de 50 años, desde el primer reparto de tierras, hasta que en el paraje llamado "El Árbol Solo" se estableciera el primer español, puede hallarse al comprender que ni la gran extensión de tierras asignadas, ni la riqueza natural que ellas ofrecían, ni la abundancia del ganado vacuno y caballar, resultaron elementos suficientes para que los conquistadores vieran sus sueños realizados. Porque la soledad de estas tierras, más el constante acecho de los malones, en la mayoría de los casos, hacía que los improvisados estancieros decidieran cambiar sus extensas tierras por un poco de tranquilidad, que encontraban en Buenos Aires.
Y por este motivo las tierras volvían a ser asignadas y nuevamente abandonadas.
No obstante, en cada nuevo intento, cada estancia se transformaba en un puesto de avanzada, en un puesto de frontera; y al organizar su propia defensa, se convertía virtualmente en un fortín.
La Basílica Nacional Nuestra Señora de Luján, se encuentra ubicada frente a la plaza Belgrano, en la manzana circundada por las calles San Martín (frente), Padre Salvaire (lateral derecho), Bartolomé Mitre (contrafrente) y 9 de julio (lateral izquierdo).
A continuación podemos ver la ubicación de la Basílica en el plano.
Calles circundantes
San Martín: es la calle principal de Luján, pasa por el frente de la Basílica. Hace referencia al Libertador de la Argentina, Chile y Perú.
Don José de San Martín nació el 25 de febrero de 1778 en el pueblo de Yapeyú, en la Provincia de Corrientes. En 1785 viajó con sus padres a España, allí estudio la carrera militar y llegó al grado de Coronel. Las informaciones de que la Revolución de Mayo de 1810 había dado lugar a la formación de un Gobierno Patrio, lo lleva a renunciar al Ejercito Español y regresar a su Patria.
Acompañado por otros Patriotas que también deseaban participar en la causa de la América libre, llega a Buenos Aires el 9 de marzo de 1812. En este mismo año contrae matrimonio con Remedios de Escalada, con quien tuvo su única hija, Mercedes.
Crea el Regimiento de Granaderos a Caballo y el 3 de febrero de 1813 vence a los realistas en el llamado Combate de San Lorenzo. En 1815 inicia la formación del Ejército de los Andes, asciende a General y prepara sus fuerzas para lograr la Libertad de América. El 12 de febrero de 1818 derrota a las fuerzas realistas, en lo que fue conocido como el Combate de Chacabuco. El 5 de abril de 1818 se produce otro enfrentamiento entre el ejercito de San Martín y las fuerzas realistas; el triunfo del Ejercito de los Andes hace que Chile sea libre. En la Batalla de Maipú es en la que se lleva a cabo el abrazo entre el General San Martín y O’Higgins. El 28 de julio de 1821 se juró la Independencia en Perú, después de terminar con las fuerzas realistas. En 1823 regresa a Buenos Aires, para atender a su hija Mercedes, ya que su esposa había fallecido. El Libertador, enfermo y sin recursos, se embarca junto a su hija rumbo a España. En 1832 su hija se casa con Mariano Balcarce. En 1848 se traslada al sur de Boulogne. Allí muere el 17 de agosto de 1850, a los 72 años de edad. Sus restos fueron repatriados en 1880 y descansan en el Mausoleo de la Catedral de Buenos Aires, donde los Granaderos le rinden custodia y homenaje permanentemente.
9 de Julio: Pasa por el lateral izquierdo de la Basílica. Hace referencia al día de la declaración de nuestra Independencia. En el año 1816, los realistas se preparaban para atacar desde distintos frentes, querían recuperar estas tierras.
Cuando se convoco al Congreso de Tucumán, las Provincias Unidas del Río de la Plata, era la única de las colonias españolas en América donde se mantenía el Gobierno surgido de la Revolución emancipadora de 1910. El congreso de Tucumán inició sus sesiones el 24 de marzo de 1816. El Congreso estaba integrado por diputados de todas las Provincias, menos los representantes de las Provincias que se hallaban en la Liga de Artigas. Luego de mucho disentir, y bajo la influencia de Belgrano y San Martín, se declaró la Independencia el 9 de julio de 1816, siendo Presidente del Congreso Francisco Laprida, el secretario Juan José Paso, quien preguntó a los diputados "si querían que las Provincias Unidas fuesen una Nación libre e independiente de los Reyes de España y su metrópoli".
La respuesta afirmativa fue unánime. Así fue como comenzamos a ser definitivamente un nuevo país.
Padre Salvaire: Esta calle recorre el lateral derecho. Hace mención al Sacerdote que propulsó la magnifica construcción de la Basílica Nacional de Luján.
(Más adelante detallaremos su vida y obra)
Bartolomé Mitre: Pasa por el contrafrente de la Basílica. En honor al Gobernador de Buenos Aires, Presidente de la República, fundador de la Unión Cívica Radical y General de los ejércitos de la Patria. Tras el triunfo de Nicolás Avellaneda en las elecciones presidenciales de 1874, se sublevó y fue tomado prisionero asignándole como cárcel el edificio del ex Cabildo de Luján.
Complejo Museográfico "Enrique Udaondo"
El Complejo Museográfico está dividido en cuatro áreas, donde encontraremos distintas expresiones del pasado de la Villa de Luján, de los aborígenes, gauchos y personalidades importantes de nuestro país. En todas las dependencias del complejo existen testimonios de las etapas fundamentales de nuestro pasado. En sus patios estuvieron detenidos el Capitán Carr Beresford y el Coronel Pack, ambos jefes británicos durante las Invasiones Inglesas. Como también, pero en los calabozos de la antigua cárcel del Cabildo, que podremos observar en su estado original, estuvieron detenidos Cornelio Saavedra, Bartolomé Mitre y el General Paz. También estuvieron detenidos los hermanos Reynafé y Santos Pérez, acusados del asesinato de Facundo Quiroga.
La arquitectura de cabildo es de estilo colonial, tiene cinco arcos en la parte inferior, que forman una galería, y cinco en la parte superior.
Cuenta la historia, que en el arco principal eran colgados los ladrones y asesinos, para que toda la población los viese y no imitasen sus actos delictivos.
Tiene una campana que servia para anuncios importantes o en caso de peligro.
La casa-cabildo y la cárcel comenzaron a construirse en 1770. En 1821, por decreto de Bernardino Rivadavia (quien había pasado parte se su infancia en Luján), los Cabildos cesaron sus funciones, desde esa época, el edificio paso a ser sede del juzgado de paz, de la comisaría y mas tarde de la administración municipal, hasta 1910.
A punto de ser demolido en 1917, el entonces comisionado municipal Domingo Fernández Beschtedt, logro qué el gobernador Cantilo destinara el edificio para crear allí el Museo Colonial Histórico.
Don Enrique Udaondo, fue su director "ad honorem"desde el 12 de octubre de 1923, año en el que el museo fue fundado, hasta su muerte en 1962.
Don Enrique Udaondo, fue autor de importantes libros, consagro su vida a los museos, bibliotecas populares y a difundir el valor de la historia.
Vendió una de sus estancias para construir un pabellón de este complejo y muchas de las "donaciones" que lograba, en realidad habían sido compradas con su propio dinero.
Investigar el pasado y conservar sus testimonios lo llevaron a ocupar los cargos mas altos. Fue pionero de la museologia Argentina.
Actualmente forma parte del complejo museográfico anteriormente mencionado. Fue construida en 1772 siendo una de las edificaciones mas antiguas de este territorio.
Recibe este nombre en el año 1806 cuando el Virrey Sobremonte se aloja en ella, cuando en su huida hacia Córdoba con los tesoros del Fuerte debido a las invasiones inglesas, debió detenerse en esta villa por el mal estado de los caminos.
Esta propiedad fue sede del Real Estanco de Tabacos, Oficina de Recaudación de Impuestos y mas tarde pulpería. Desde 1829 paso muchos años de su vida un gran sabio de la historia nacional, Don Francisco Javier Muñiz, docente, pionero de la medicina Argentina, Diputado, Senador y Soldado de la Patria. Fue conocido mundialmente ya que sus investigaciones ayudaron a descubrir la vacuna antivariólica.
Hoy declarado Monumento Histórico Nacional, tuvo varios dueños hasta fines del siglo XIX. Por aquellos años se creía que en las casas antiguas, que habitan habitado personas de fortuna, en iglesias o conventos, que se consideraban construcciones o sitios seguros, habría dinero u otros objetos de valor enterrados en lugares secretos, especialmente en tiempos de guerra o revoluciones. Por esta teoría se afirmaba que los dueños de grandes riquezas escondían sus pertenencias de valor en el piso o en los muros del edificio, por miedo a los posibles saqueos.
Basados en esta teoría muchos se enriquecieron encontrando verdaderos tesoros ocultos en antiguas construcciones, no siendo el caso de los que adquirieron, en 1889, "La Casa del Virrey" suponiendo que en ella hallarían enterrado el tesoro que el Virrey podría haber escondido en su huída a Córdoba.
En 1894 se convirtió en imprenta, que fue llamada "La Justicia", más tarde fue sede del Circulo Católico de Obreros, y finalmente pasó a formar parte del museo.
Esta se encuentra circundada por las calles San Martín, 9 de Julio, Lavalle y Lezica y Torrezuri. Ubicada frente a la Basílica Nacional, sitio de descanso para los peregrinos.
La tierra que ocupa actualmente la plaza, era propiedad de Doña Ana de Matos. Su primer nombre fue Plaza Real, por que antiguamente pasaba el Camino Real, por lo que hoy es la calle San Martín.
En esta plaza se realizaban corridas de toros y se jugaba al pato.
Mas tarde se la llamo Plaza de La Justicia, por que allí se azotaban a los delincuentes o se les dictaba la pena de muerte.
En 1856 tras sancionarse la primera Constitución, el antiguo Camino Real comienza a llamarse Constitución, como también lo que era hasta ese momento la Plaza de La Justicia. Fue en esta misma plaza donde dos años mas tarde se erigió el primer monumento al General Manuel Belgrano.
En la Plaza se encuentra el Hito Nro. 0 de la argentinidad. Este monumento fue inaugurado el 15 de agosto de 1974, en homenaje a los primeros hombres que defendieron la libertad.
Se encuentra también la Fuente de los Deseos, inaugurada el 23 de Marzo por los amigos de Plaza Belgrano, que actualmente se encuentra enrejada para evitar saqueos.
En frente de la Basílica se encuentra un mástil, donde todos los domingos a las diez de la mañana se iza la Bandera Argentina.
En el centro de la Plaza se encuentra la estatua ecuestre, realizada en bronce, la cual muestra al General Belgrano portando, con su brazo derecho en alto, la bandera de su creación. Posee un basamento de cuatro metros de altura, el que es un prisma de granito de Bélgica. Al frente presenta una alegoría tallada en piedras, en relieve, compuesta por el escudo, laureles, espadas cruzadas y la leyenda "Dios y Patria". Además se lee "Al General Belgrano el Pueblo de la Villa de Luján. MCMXXX".
Dos excelentes bajorrelieves hechos en fundiciones francesas, muestran en el lateral derecho, la muerte del creador de la bandera, y en el lateral izquierdo, al General conduciendo a su ejercito a la batalla.
El 25 de mayo de 1910 se había colocado la Piedra Fundamental del monumento. No obstante, mediante suscripción popular, el mismo se concretó un año mas tarde.
Al comenzar el año 1930, se prevé la inauguración para el día 7 de septiembre. La revolución del 6 de septiembre impidió la concretación del acto, que se llevó a cabo el 16 de noviembre de 1930, previa noche de gala en la municipalidad.
En la ocasión estuvo presente el nieto del prócer, Sr. Mario Belgrano.
En aquellos años, se contaba con dos caminos para dirigirse hacia las Provincias del Norte; uno era el antiguo, que seguía poco mas o menos el recorrido de la actual Ruta Nacional N° 8; y el otro era el nuevo que marcaba su recorrido de manera casi idéntica que nuestra actual Ruta Nacional N° 7. En 1663, el camino nuevo fue oficializado al mismo tiempo que se declaraba en desuso el antiguo camino, por el cual transitó la carreta del milagro con rumbo a la casa de un estanciero sumampeño, en donde comenzó a gestarse el prodigio que dio origen a nuestra ciudad de Luján.
Y es en un nombre, el de Antonio Farías de Sáa, hasta donde llega las raíces mas remotas de esta historia; llegan hasta el mismo momento cuando este caballero portugués decidió construir una capilla en su propiedad, para dedicarlo al culto de María.
Debió haber llegado a América en los albores de los años 1500, y por lo que después se verá, debemos suponer que Farías lo hizo arribando a las costas norteñas del Brasil.
Según pudo confirmarse, al poco tiempo se radicó en la ciudad de Córdoba, en donde sus progresos económicos le permitieron reunir la suma necesaria como para convertirse en propietario de una extensa fracción de tierras en Sumampa, jurisdicción de Córdoba de Tucumán, hoy provincia de Córdoba. Fue entonces, cuando el portugués, soñó con tener una capilla propia para dedicársela a la Imagen de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María.
En consecuencia, con tal propósito, es casi seguro que a mediados del mes de julio de 1629, encontrándose en el puerto de Buenos Aires, Farías le entregó una carta a un capitán de navío, persona de su amistad, para que éste la pusiera en manos de otro amigo suyo, un portugués del cual nunca se supo el nombre, pero que se da por seguro que residía en Pernambuco, en las costas norteñas del Brasil, zona en la cual, seguramente Farías habría vivido por algún tiempo.
En aquel legendario mensaje, el estanciero sumampeño le pedía a su amigo de Brasil, que le enviara una imagen de María, sabiendo que aquella zona de Brasil era famosa por la fabricación de las mejores imágenes religiosas construidas en terracota.
En virtud de dicho encargo, nunca se supo porque razón pero lo cierto fue que el paisano del Brasil, en lugar de una, le mandó dos imágenes a su amigo de Sumampa. Una, conforme lo había solicitado Farías, era la de la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen María, y la otra, era una réplica de la Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos, que fue la que realmente si llegó a destino, es decir, a Sumampa.
Y finalmente, llegó aquel 21 de marzo de 1630, día en que el navío "San Andrés" arribo al puerto de Buenos Aires, transportando a las dos Sagradas Imágenes cuidadosamente embaladas, cada una en su respectivo cajón, para que, no sufrieran rotura alguna en tan largo viaje. Pero los problemas no se hicieron esperar demasiado, ya que todas las mercancías del navío fueron decomisadas en la Aduana, y tanto Andrea Juan como todos sus acompañantes fueron detenidos, posiblemente por tratarse de un asunto de contrabando. Pero la oportuna intervención de Bernabé González Filiano, de gran poderío económico en aquellos tiempos, hizo posible que todos fueran liberados y que pudieran proseguir con el itinerario preestablecido. Y es probable que fuera en ese momento, cuando el africano de nombre Manuel que vino en aquella embarcación en condición de esclavo adquirido en el Brasil, se halla venido con Filiano a cumplir servicio en la estancia que éste poseía a orillas del río Luján.
Por lógica, debieron haber tomado por el camino nuevo, es decir, el que pasaba por donde hoy es nuestra ciudad, pero seguramente que, razones de amistad, o de tratos comerciales con Filiano, hicieron posible que las carretas se condujeran por el antiguo camino. Fue así que, al anochecer del primer día, la caravana se detuvo junto al río de las Conchas, en un lugar llamado años más tarde Paso Morales (hoy partido de Morón) y una vez reanudado el camino y vadeado el río, llegaron al atardecer del segundo día, a orillas del río Luján, haciendo noche en la propiedad que estaba a cargo de Bernabé González Filiano, pero que se conocía como la estancia de Rosendo, y cuya casa se hallaba un poco al norte de donde se encuentra la ciudad de Pilar, en un lugar hoy llamado Villa Rosa, y en donde actualmente se alza una ermita evocativa de aquel milagroso suceso.
Cuando las primeras luces del nuevo día comenzaron a asomar, inician los preparativos para continuar con el recorrido. El conductor de las Sagradas Imágenes, unció sus bueyes al yugo; y cuando atados ya al carretón intentaba seguir, es aquí que sucedió, que el vehículo se negaba completamente a seguir; el carrero atribuyó que los bueyes estarían cansados y que el camino estaba pesado. Y así dispuso que se atasen otras yuntas de bueyes que los ayudasen a arrancar el carretón del sitio en el que estaba detenido, aunque se puso todo el esfuerzo para excitar los animales todo fue en vano.
No comprendiendo todavía los circunstantes, aconsejaron al dueño descargar del carretón los bultos que llevaba. Y así se hizo, y al punto le movieron los bueyes con mayor facilidad. Admirados todos los testigos de tan singular novedad, le preguntaron al conductor, que era lo que llevaba allí que pudiese servir de impedimento a su viaje; y le respondió que iban dos Imágenes de la Santísima Virgen.
Le dijeron que embarcara nuevamente los dos cajoncitos en el carretón, para cerciorarse sí el estorbo venia de ellos. Los subieron a la carreta y luego trataron de hacer caminar los bueyes; pero volvieron a hallarse con el impedimento primero.
Ante tan inexplicable suceso, algún individuo de los presentes, le dijo al conductor que saque uno de los cajones de la carreta, así se hizo pero en vano; porque por más que tiraban los bueyes, y a pesar del menor peso y de no estar atascadas las ruedas, el carretón permaneció inmóvil. Entonces se procedió a trucar los cajones, y sin más estimulo tiraron los bueyes cómodamente y sin ninguna dificultad moviéndose el carretón.
Insinúo entonces alguno de los asistentes, que este portento no podía significar otra cosa sino el adorable designio de la Divina Providencia, por el cual manifestaba su voluntad de que se quedase en aquel mismo paraje, la Imagen de la Santísima Virgen encerrada en aquel cajón.
Uno de los asistentes, no sin profunda emoción, sí, con muy legitimo estremecimiento procedió a la apertura del cajón; y todos fueron testigos de que el tesoro que contenía era bien en efecto, como lo había declarado el portugués conductor del carretón, un bello simulacro de bulto de la Purísima Concepción de la Virgen.
Estuvieron algún tiempo suspensos, llenos de alegría ante la Sagrada Imagen y resolvieron llevarla todos juntos y con el mayor respeto a la propia morada de Don Rosendo. Formaron, con este fin, todos los asistentes una procesión sencilla y acompañaron así formados a la Santa Imagen.
Llegados a la humilde morada de Don Rosendo, depositaron la imagen en el aposento más decente de ella, y habiéndola colocado en el rústico trono que, en medio de sus alcances, le improvisaron, de nuevo se postraron unánimes a rendirle homenaje.
Después prosiguieron camino hacia su destino, llevándose consigo aquella otra imagen destinada a la ermita de Sumampa.
Precisar el lugar exacto y el año en que se produjo el milagro no fue tarea para nada sencilla, sino todo lo contrario.
Y un dato que por mucho tiempo se manejó incorrectamente, fue el nombre de Rosendo de Oramas, el cual, en realidad, nunca existió, aunque haya algo de verdad en todo esto, ya que de esta historia tomaron parte dos personas: un tal Rosendo y un tal Oramas.
No caben dudas de que el milagro sucedió en la estancia de Rosendo, como siempre la llamó la gente, y que la misma estaba a unas cinco leguas de nuestra actual Basílica Nacional, pero no en la Cañada de la Cruz, en las inmediaciones del actual pueblo de Villa Ruiz, sino que estaba ubicada en un paraje hoy denominado Villa Rosa en el partido de Pilar. Y si bien siempre se la llamó la estancia de Rosendo, se debe de tener muy presente que la misma fue administrada por Filiano y más tarde por Oramas, porque aquí nació la tradición oral nos trajo un nombre inexistente: el del legendario Don Rosendo de Oramas.
Tomas Rosendo era natural de Valladolid de España e hijo también de padres Vallisoletanos. Llego Tomas a estas regiones del Plata en 1616, después de haber estado en Potosí y aquí se caso en 1617 con doña Francisca de Trigueros Enciso hija de Diego Trigueros y Caro.
Tomas Rosendo ejerció el cargo de regidor de nuestra Ciudad hasta el año 1621, en el que fallecía atacado por una terrible peste que atacó a Buenos Aires. Tuvo un único hijo: Diego Rosendo Trigueros.
Doña Francisca de Trigueros Enciso al enviudar, se caso por segunda vez con Bernabé González Filiano, de origen canario. Este hizo gran fortuna con el comercio de contrabando y sus bienes, unidos a los de su mujer, constituyeron la tercera fortuna de la Ciudad con 9 estancias y 24 esclavos. De este segundo matrimonio vinieron al mundo cuatro hijos: tres mujeres y un varón, llamados Juan, Isabel, Basilia, Magdalena. Esta ultima moriría infante.
Falleció Bernabé González en 1645 y su mujer lo siguió 4 años más tarde, extendiendo su poder testamentario en favor de su hijo Diego Rosendo.
Dicha estancia era un bien patrimonial y Diego Rosendo entro a ejercer las responsabilidades de propietario cuando llego a la mayoría de edad. Diego Rosendo fue licenciado en cánones y teología y lo ordeno de prebisterio el obispo Cristóbal de la Mancha en 1648. Estuvo varios años de cura en la Catedral de Buenos Aires y paso luego a Corrientes y Santa Fe, con el mismo cargo. Murió en esta ultima ciudad declarando por herederos a sus hermanos los Oramas.
Los tres restantes heredaron al morir Diego Rosendo su fortuna; pero desde muchos años antes de la muerte de Diego, acaecida en 1680, ya Juan de Oramas administraba los bienes de su hermanastro a voluntad y beneplácito, por un amplio poder que aquel le otorgara.
Juan de Oramas fue, como su hermanastro, cura de la Catedral de Buenos Aires por espacio de muchísimos años y en dicho puesto lo halla la muerte en 1706.
Diego Rosendo en su minoridad quedó al cuidado de su padrastro Bernabé González Filiano y fue este quien cuidó de su estancia de Luján y quien atendía en la fecha del milagro.
A partir del momento del milagro, los fieles comenzaron a llegarse hasta la casa de Filiano para visitar a la Sagrada Imagen e implorar ente ella el amparo de la Madre de Dios. Fue así que en consecuencia, el dueño de casa consideró necesario construir un oratorio a un costado de la casa, el cual no era más que un modesto ranchito de barro y paja, con una cruz en lo alto que lo distinguía en aquellos despoblados lugares.
La Santa imagen, estaba colocada en un nicho que descansaba sobre el rústico altarcito, y si bien estaba blanqueado el interior, la luz que penetraba era escasa y sólo brindaba una semipenumbra que predisponía para el recogimiento y la oración.
El Oratorio de Rosendo, como lo llamaba la gente, en 1663 comenzó a los peregrinos al tiempo que el nombre de la Virgen del Río de Luján, se divulgaba cada vez más.
El Primer Propagador del Culto
En aquel pequeño y humilde oratorio transcurrieron unos 40 años, durante los cuales, el primer y principal propagador del culto fue un esclavo africano de nombre Manuel, quien al momento del milagro de 1630, no tenía 8 años de edad como siempre se dijo, sino que era un muchacho de 26 años.
Desde el momento del milagro, el negro Manuel fue consagrado por completo al cuidado de la Santa Imagen, reconociéndose él mismo como el verdadero y exclusivo esclavo de la Virgen del Río de la Plata. Atender a los enfermos, enseñar el camino de Dios y consolar a los afligidos eran algunas de las tareas a las que se encontraba abocado.
En su venerable ancianidad, vestido de tosco sayal, con una larga barba blanca a manera de ermitaño, y con un profundo aspecto místico, supuestamente en 1686, a los 82 años de edad, y cuando el esclavo de la Virgen había alcanzado una gran influencia sobre todos los creyentes, llegando a ser amigo y consejero de todos ellos.
"En su muerte se le hallaron un depósito de 14 mil pesos de las limosnas que los devotos y peregrinos habían ofrecido para el culto de la Santa Imagen, y con esta plata se fundaron después las haciendas de ganados que hoy posee el Santuario". Esto indicaría que además de la administración que ejercían tanto el mayordomo como el capellán del Santuario, los peregrinos, por confianza o por tradición, ofrecían algunas limosnas a Manuel.
"Hallándose el negro Manuel en la última enfermedad dijo un día que su ama le había anunciado que moriría el viernes, y que el sábado siguiente lo llevaría a la gloria. Esto aconteció según lo expresado por la Virgen.
Es tradición que por sus insuperables méritos, su cuerpo haya sido sepultado detrás del altar mayor a los pies de su amada Madre, aunque toda búsqueda al respecto haya resultado infructuosa.
Alrededor de cuarenta años habían pasado ya desde aquel día en que se produjo el milagroso suceso a orillas del Río Luján, y el futuro de aquel culto a María, parecía orientarse hacia un panorama cada vez más sombrío. Todo parecía indicar que su extinción se avecinaba y que resultaba irremediable.
Mientras Diego Rosendo estuvo en Bs. As. La vida en la estancia y en capilla se desarrollaba normalmente, pero una vez que partió hacia Corrientes en 1666 hasta 1680 en el año en el cual muere, todo cambio en la estancia. Un virtual estado de abandono se apoderó entonces de aquel lugar, cuando Juan de Oramas, su hermanastro, y también clérigo, quedo a cargo de la Catedral Porteña, y además se convirtió en administrador de todos los bienes de Diego Rosendo.
La estancia y por lo tanto la capilla, estaban abandonadas por completo, no ofreciendo siquiera a los peregrinos un lugar en donde pasar la noche; el camino que por allí pasaba había sido definitivamente clausurado en 1663; el Negro Manuel, el único que mantenía en vida al culto, había sido reclamado por los Oramas para cumplir servicios en Bs. As., y seguramente, lo más importante: tanto Rosendo, como Oramas, en ningún momento se sintieron parte de la causa Mariana Lujanense, basándonos en que estos clérigos, jamás pugnaron por oficializar el culto que se desarrollaba en su estancia.
Todo parecía atentar contra aquel culto de María… Pero no era la voluntad de Dios que éste desapareciera… Porque allí quedó por espacio de 5 largos años, en aquella desolación tan doliente, el estoico Negro de la Virgen, que faltó de todo recurso material, con su sola inspiración Divina, supo mantener viva la llama de aquel perdido culto de María, en medio de la majestuosa nada de la pampa.
Pero la intervención oportuna de Doña Ana de Matos, vendría a revertir esta triste situación…
La compra de la Sagrada Imagen
Doña Ana de Matos se presentó entonces ante el rector de la Catedral de Bs. As. para adquirir los derechos sobre la Sagrada Imagen. Juan de Oramas, hombre absolutamente práctico como administrador, y que además atribuía a los peregrinos gran parte de desaparición del ganado de su estancia, no dudó en acceder al deseo de la dama mediante el pago de $200.
Una vez cumplimentada la correspondiente tramitación, la señora acudió presurosa a la desolada ermita, y se trajo consigo a la Santa Imagen, dejando allí al Negro Manuel.
Una vieja tradición afirma, a esa misma noche, la Sagrada Imagen volvió por sus propios medios (traslocación) a la Ermita de Rosendo, junto a su esclavo africano. Colmada de asombro, Ana de Matos dio la orden para que el traslado se efectuara nuevamente hacia su estancia, y volvió a colocar la Efigie en el mismo lugar del día anterior. Y para mayor seguridad dispuso de una guardia especial en torno a la habitación. Pero no obstante, a ello, sin que nadie pudiera explicarse cómo, la Sagrada Imagen volvió a desaparecer, siendo hallada al día sig., nuevamente junto a su devoto esclavo.
Entonces, ahora sí, seriamente afligida por la doble desaparición, Doña Ana de Matos comenzó a presentir que todo aquello que estaba ocurriendo era algo sobrenatural, algo de origen Divino, razón por la cual, no se atrevió a efectuar un tercer traslado, sin antes exponer debidamente es misterio ante el Obispo Fray Cristóbal de Mancha y Velazco, y ante el Gobernador don José Martínez de Salazar.
Luego de un exhaustivo y concienzudo examen de la singular situación, ambas autoridades coincidieron en la necesidad de tomar una imperiosa decisión: efectuar ellos mismos el traslado. Conformándose una gran comitiva integrada por lo más representativo de Bs. As. y una considerable cantidad de público que se unió a ella.
Una vez e la estancia de Rosendo, el Obispo procedió a informarse minuciosamente de todo lo sucedido, inspeccionando el lugar, examinado uno a uno a todos los testigos de las misteriosas desapariciones, y luego de esto reconoció ahora sí, la indivisible intervención de Dios, antes de autorizar la histórica traslación.
Fue así entonces que, la Sagrada Imagen fue levantada en andas y en procesión comenzó de a pié aquel traslado encabezado por un Obispo y un Gobernador, también iba entre el público, un esclavo, el preferido de la Virgen, el Negro Manuel.
Según el examen serio y detenido de extensa documentación, dicho traslado debió ocurrir a finales del año 1671, y quizás en una fecha muy cercana al 8 de Diciembre, como preparativo de una nueva fiesta de la Pura y Limpia Concepción.
Las cinco leguas (20 Km.) fueron cubiertas en dos jornadas sucesivas de peregrinar rezando a través del campo, hasta llegar a la casa-fortín de Ana de Matos, en donde por espacio de tres días se celebraron misas, se rezó el Santo Rosario se cantaron las letanías y los himnos a María Inmaculada. Finalmente, el Prelado dejó autorizado oficialmente el culto a la Pura y Limpia Concepción del Río de Luján, quedando así, luego de 40 años del Milagro, canonizada la devoción de un pueblo y proclamada por siempre, el nombre de Nuestra Señora de Luján.
Ahora sí, la Imagen de María se quedaría para siempre por estos lugares. Vendría el oratorio junto a la casa de Doña Ana, y más tarde las distintas capillas antecesoras de su octavo lugar de culto, el actual Santuario Nacional; pero todos ellos a pocos pasos del casco de la estancia, ubicado junto al río paterno, a la altura de la actual Av. Dr. Muñiz.
Antes de que Doña Ana donara las tierras para la construcción del primer gran templo en torno del cual comenzó a formarse el desordenado caserío que se convertiría luego en el Pago de Luján.
Doña Ana de Matos y Encinas, tal como era su nombre completo, era oriunda de la Ciudad de Córdoba, y sus padres fueron el Capitán Don Lázaro de Matos y Doña Francisca de Encinas. Hija mayor de ese matrimonio, sus tres hermanos se llamaron: María, Pedro y Diego.
En 1630, Doña Francisca de Encinas, gravemente enferma, ya viuda, y a punto de expirar, queriendo ver asegurado el porvenir de su hija, logró que en su presencia la Autoridad Eclesiástica bendijera el proyectado enlace conyugal entre su hija y el Sargento Mayor Don Marcos de Sequeyras, quien se convertiría en tutor de sus tres pequeños hijos, al quedar huérfanos de padre y madre.
Don Marcos, era mucho mas que su prometida, pero era uno de los vecinos más poderosos de la Ciudad de Bs. As. Había nacido en España, y luego recorrer toda América del Sur, llegó al Río de la Plata en 1626. Poco tiempo después ya encabezaba la lista de vecinos mas acaudalados, este requisito indispensable para aspirar a cargos de gobierno. Y fue en 1630 en que se convirtió alcalde del Cabildo porteño, en 1635 en alférez real de aquella ciudad, y dos años después, recibió grandes extensiones de tierras junto a los ríos Arrecifes y Luján, como retribución a los buenos servicios prestados a la corona española.
La muerte lo sorprendió en 1643, convirtiéndose su esposa, en heredera universal de todos sus bienes. Ana de Matos, muy joven, muy agraciada y de mucha fortuna, luego de algunos años de viudez, entre los años 1650 y 1660, dio a luz a tres hijos, con apellido materno, llevaron como nombres Bautista, Gregorio y María, siendo el padre de estos un poderoso estanciero de la zona llamado Don Tomás de Rojas y Acevedo.
Doña Ana de Matos, dejó de existir ya muy anciana, luego de transponer la barrera de los ochenta años de edad; y en la Ciudad de Trinidad, puerto de Bs. As., a los 25 días del mes de Enero de 1698, fue extendido el correspondiente certificado de defunción; y según su expresa voluntad obrante en su testamento, sus restos fueron enterrados junto a los de Sequeyras, en la Iglesia del Seráfico Patriarca San Francisco.
En 1670, los Oramas, desconociendo la condición de esclavo y sacristán de la Virgen, quisieron que el Negro Manuel se trasladara a Bs. As. a cumplir servicios en las propiedades que esta familia poseía en dicha ciudad portuaria. Manuel, decidió quedarse junto a la Sagrada Imagen en la Ermita de Rosendo, respondiendo que no tenía más amo que a la Virgen.
La suerte de Manuel parecía estar echada en su contra, si a esto le agregamos que cuando Doña Ana de Matos compró la Sagrada Imagen, no realizó tramite por la compra del esclavo, el que por su propia cuenta decidió venirse al Oratorio de Matos, considerándose esclavo de la Virgen, y no de los Orama, quienes decidieron entablar juicio sobre tal cuestión.
Asistió entonces el Negro a la Justicia, y con tenacidad se defendió diciendo: ´´Soy de la Virgen de Luján, de nadie más, he sido donado a Ella por el Capitán, mi amo, que Dios haya en su gloria; desde muchacho me he consagrado al servicio de la Virgen. Ni el heredero ni nadie puede demostrar lo contrario“.
Entre marchas y contramarchas el tiempo siguió pasando, y cuando el juicio ya se definía a favor de los Orama, en 1674 Doña Ana pagó $100 por los gastos del juicio, y el pueblo creyente, mediante una colecta pública organizada por el Sargento Juan Cebrian de Velazco, compró al negro en $250.
Las misteriosas desapariciones de la Imagen de la Virgen
Las misteriosa fugas nocturnas de la Sagrada Imagen en viaje de consuelo hasta el rancho de algún necesitado, para el africano que había presenciado el Milagro de 1630, estas traslocaciones no significaban algo demasiado sorprendente. Pero partiendo de la base de que todo milagro constituye una excepción a las reglas naturales, cada uno de ellos requiere de la comprobación fehaciente que dictamine si realmente se trata de un hecho divino, o de una simple argucia del intelecto humano.
En las traslocaciones de nuestra Santa Imagen, la aceptación histórica se ha basado en la tradición nacida en los relatos del Negro Manuel, único testigo presencial de aquellos sucesos, y figura central en la historia de la Virgen.
El nuevo oratorio de Nuestra Señora de Luján
En una habitación de la casa-fortín de Doña Ana de Matos, a orillas de nuestro río paterno a la altura de la actual Av. Dr. Muñiz, la Sagrada Imagen venía a hallar su tercer oratorio en el año 1671; ya que el primero, como ya sabemos, estuvo en la Casa de los Rosendo cuando corría el año 1630, y el segundo en 1635, en la pequeña Ermita de barro y paja construida a pocos pasos de la casa en donde se hallaba desde el histórico momento del Milagro.
La inmensa fe popular había desbordado al humilde oratorio de Doña Ana de Matos. Autorizada por la autoridad Eclesiástica la devoción popular a la ponderosa Imagen, la influencia de peregrinos seguía aumentando y eran frecuentes los actos de culto.
Se había hecho imprescindible levantarle un gran templo. Doña Ana de Matos cedió el sitio necesario para levantar la proyectada capilla y sus dependencias, a unas cinco cuadras de su casa. La obra estuvo a cargo de un religioso carmelita portugués llamado Fray Gabriel quien llevó adelante los trabajos lentamente. A siete años de comenzada, no se veían adelantos.
En 1667 llega a Buenos Aires un clérigo llamado Pedro de Montalvo, buscando orar ante la Virgen para que lo curara de sus ahogos asmáticos y de su afección cardiaca. El Negrito Manuel le untó en el pecho el cebo de una lámpara que estaba ante la Santa Imagen y le dio de beber una tisana de abrojos y cardillos. Manuel, mientras tanto le hablaba a Montalvo de que debía confiar en la Virgen porque esta lo quería como su primer Capellán. El clérigo prometió cuidar de la Imagen si se curaba.
Al recobrar su salud, Montalvo cumplió su promesa, ya que provisto de las licencias necesarias de su Prelado que le otorgó el título de "Capellán", vivió y murió en Luján hasta 1701, año de su muerte.
Pedro de Montalvo pertenecía a una familia pudiente y gozaba de vastas e influyentes relaciones. Enterado del proyecto de levantar la capilla, movió sus contactos y venció todo tipo de obstáculos, inaugurando el nuevo santuario en 1685 al que se trasladó la Imagen en una solemne procesión, con la celebración de la primer misa el 8 de diciembre en coincidencia con la fiesta de la inmaculada Concepción.
La capilla era una construcción de avanzada para la época. No se empleaban aún ni la cal ni las tejas, hacían sus veces el barro amasado con pajas y las totoras del Paraná.
Hubo entonces una innovación importante y fue en ella que se cosieron por primera vez en esos contornos los ladrillos necesarios para la fabricación del santuario. Y así tuvo su primer palacio la reina del plata y su primer custodio oficial en la persona de Don Pedro de Montalvo. Pero según un documento de 1731 de monseñor Presas(historiador de la Virgen), describe que "dicha capilla era medianamente capaz, fabricada de barro y ladrillos cocidos, su techo de tejas a dos aguas, revocada por fuera y por dentro y sus paredes interiores enlucidas de blanco". El pórtico de la capilla miraba al norte y a cierta altura a manera de torre se levantaba un paredón con tres ventanales donde estaban pendientes las campanas. La Imagen de la Virgen estaba escondida a los ojos del pueblo tras un velo de raso azul. Completaba el adorno además del altar, un púlpito de madera, dos confesionarios y tres escaños que servían de asiento. A este santo barón (Montalvo) sucedieron otros en el cargo por providencia de la Curia de Buenos Aires, hasta el 23 de octubre de 1730 Luján es erigida en Parroquia, siendo su primer titular el doctor don José de Andujar.
El templo de Juan Lezica y Torrezuri
Nació en Señorío de Vizcaya el 26 de junio de 1709. Desempeñó el cargo de alférez real, autoridad máxima del Cabildo, y el encargado de portar en los desfiles el Estandarte del Cabildo, que ostentaba en uno de sus lados las rey y en el otro la Imagen de nuestra de Señora.
La Capilla de Montalvo resultaba pequeña para recibir a la piadosa romería. Ante esa circunstancia, el obispo Juan de Arregui ordena construir una nueva que , por insalvables errores de cálculo, termina por derrumbarse. Cuando la desolación era extrema, llega por segunda vez al pago, enfermo de gravedad un caballero español.
Juan de Lezica y Torrezuri, nacido en Cortezubi, Señorío de Vizcaya( el 26 de junio de 1709), desde chico mostraba tener aficción por las matemáticas por lo que se presume que haya tenido estudios de ingeniería habida cuenta de los trabajos que le encomendara el reino de España.
Su llegada a este continente ocurrió en 1739, cuando fue comisionado por Fernando V para estudiar las fortificaciones del Callao, en el reino del Perú, se radicó en la zona del Alto Perú (hoy Bolivia), donde administró una hacienda de cocal. En el Alto Perú contrajo enlace con Doña Elena de Alquiza y Peñalba, se radicó luego en La Paz donde comenzó a comercializar con las mulas en todo el ámbito del territorio del Río de la Plata. En uno de sus viajes, llegó hasta Buenos Aires contrayendo una gran enfermedad.
Prácticamente desahuciado por los médicos fue traído hasta Luján en un carretón, recobrando nuevamente su salud ante Nuestra Señora.
Enormemente agradecido retorno a La Paz y después de 11 años de permanencia en el alto Perú, en 1748 decidió regresar a España. Con ese fin y acompañado de su familia tomo el rumbo a Buenos Aires, pero al llegar a Luján, enfermo nuevamente en forma grave hallando por segunda vez en nuestro pago el consuelo a la dolencia asmática. Al curarse con una mezcla de agua manantial y aceite de la lámpara de la virgen, guardando nuevamente en su interior una deuda de gratitud que, a 2 años de aquel milagro se haría finalmente realidad.
En 1750, Lezica pasa a formar parte del Cabildo de Buenos Aires.
Cuando en 1753, el obispo de Buenos Aires, decide construir un nuevo templo visto al fracaso del templo de Arregui, lo designa al frente de las obras por saberlo un buen administrador, encontrando así el vizcaíno la oportunidad de cumplir con sus promesas.
El lugar elegido fue el que hoy ocupa el Santuario. Esta ubicación se debió mediante un decreto del gobernador, los templos debían erigirse frente a la plaza publica.
Entonces el 24 de agosto de 1754 se abrieron los cimientos de la gran obra que, nueve años después (8 de diciembre de 1763) y estando siempre al frente Lezica, por entonces nombrado "Fundador, Bienhechor y Sindico del Santuario de Nuestra Señora de Luján", se inaugura oficialmente con la colaboración de la Virgen en su nuevo altar.
Descripción de la histórica imagen
La autentica imagen de Nuestra Señora de Luján, es, en comparación por su pequeñez y fragilidad material, todo lo contrario a la grandiosidad del Santuario Nacional que alberga, y también, al gigantesco movimiento de fe originado por Ella.
Despojada de sus vestiduras, sólo alcanza a 38 cm. su altura, y la terracota (arcilla cocida) en la que está construida, tiende a desgranarse con el tiempo, por lo que hace mas o menos unos 90 años, se la hizo recubrir con una coraza de plata para impedir su desintegración total, aunque se debe decir que antes de ser realizada esta operación, fueron sacadas varias fotografías, como así también los moldes que permitieron su reproducción autentica.
Tanto el molde como varias de sus copias primitivas se hallan en la ciudad de La Plata, y algunas otras, dispersas por diversos lugares.
Si bien en la hechura original de la Santa Imagen resaltan el rojo y el azul, cuando se la comenzó a cubrir con vestiduras superpuestas de acuerdo a la usanza de la época y según las posibilidades del momento, los colores que se destacaron fueron el celeste y el blanco, que en España llegaron a ser los que simbolizaban a la Pura y Limpia Concepción, indicando la pureza, claridad y belleza de su alma, expresiones que antes eran representadas con los colores rojo y azul.
Ya a partir de 1887 se la comenzó a dotar de una riquísima vestimenta, se la levantó sobre una peana de bronce dorado, se le adosó una hermosa rayera de estilo gótico, su famosa corona y otros aderezos.
La frente de la virgen es espaciosa; los ojos grandes, claros y azules; las cejas negras y arqueadas; la nariz algo aguileña, la boca pequeña y recogida, los labios iguales y encarnados, las mejillas sonrosadas y las demás facciones bien proporcionadas.
El color del rostro aunque muy agraciado es un tanto amorronado en lo cual se asemeja igualmente a muchos otros simulacros de los mas celebres de la Cristiandad, aunque no parece Nuestra Santa Imagen de Luján haber alcanzado este color sino con mucha antigüedad. Tiene sus delicadas manos asimismo bien formadas, juntas y arrimadas al pecho, en ademán o movimiento de quien humildemente ora.
Los pies de la Santa imagen descansan sobre unas nubes, desde las cuales emerge la media luna, que tradicionalmente se pone debajo de las plantas de la Virgen Inmaculada y luego entre aquellas nubes, descuellan cuatro graciosas cabecitas de querubes, con sus pequeñas alas desplegadas de color ígneo.
En un principio, y durante largos años, estuvo expuesta la Sagrada Imagen a la veneración y culto de los devotos con el solo traje que en la misma materia de que es fabricada, había elaborado la actividad del artífice. Pero con el tiempo la sobrepusieron vestidos que ocultaron el ropaje primitivo; lo que se determino sobre todo, para conceder a la piadosa devoción de muchos que atendidos por esta gran Señora en sus enfermedades y trabajos, quisieron manifestarle su agradecimiento, ofreciéndole vestidos de muy subido precio.
Siendo los colores propios del misterio de la Purísima Concepción el blanco y el celeste; las vestiduras que se ofrecían a la santísima Virgen eran generalmente de color celeste el manto, y blanca la túnica. Los inventarios del santuario de aquellos tiempos que los vestidos pertenecientes a la Santísima Virgen formaban una colección copiosa y preciosísima. Turnaban en una solemnidad; y su riqueza y brillantez estaban en armonía con la importancia de las fiestas, o con las circunstancias litúrgicas de las diferentes épocas del año. Desde temprano, se introdujo la piadosa costumbre de matizar los vestidos de la Virgen con alhajas, perlas y toda clase de pedrerías".
Construcción del Casco Basilical
Opiniones encontradas se expresaron cuando hubo que definir el lugar para su construcción.
Ana de Matos, al donar las tierras, expresó su voluntad de que nunca la Imagen fuera sacada de su lugar natural.
El Párroco de entonces, padre Emilio George, estimaba que el lugar ideal era donde actualmente se encuentra el Palacio Municipal.
El Padre Salvaire decía que Luján debía ser un lugar de peregrinación, más que un centro parroquial, afirmando que la Basílica debía estar donde ahora se levanta su monumental edificio.
Consultadas y puestas a consideración las respectivas opiniones, prevaleció la del Padre Salvaire.
El Padre George se inclinaba por el estilo romano-bizantino, exponiendo las ventajas, y muy en especial que ese estilo tenía una mano de obra barata.
Salvaire, por su parte, afirmaba que el estilo debía ser gótico-ojival, porque es el que corresponde al ideal de la iglesia cristiana, agregando: "Por los gastos no hay cuidado porque corren por cuenta de María, que bien sabrá hacerles frente. La cuestión es que nosotros no nos durmamos".
La piedra fundamental fue colocada el 15 de mayo de 1887. Se colocó donde se encuentra el altar mayor, a una profundidad de cuatro metros. La ceremonia comenzó con una gran procesión que recorrió las calles de la plaza Constitución (hoy plaza Belgrano).
Presidio la ceremonia el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor León Federico Aneiros.
Características de la piedra fundamental
Es de color blanco, originaria de Tandil. Mide 1,22 metros de lado. Conforma un cubo con un hueco en el centro, donde fueron depositados, el documento firmado por el arzobispo y otras autoridades, monedas de distintos metales, los retratos de los papas Pío IX y León XIII y del arzobispo de Buenos Aires; periódicos de Buenos Aires y Luján; piedras extraídas de la Gruta de Nazaret y del Monte Calvario, de las Catacumbas de Roma, de los santuarios de Loreto, del Pilar de Zaragoza, de Monserrat, de Lourdes, de la Salette y de la Basílica de Montmartre.
Iniciación de las obras
Aprobados los planos trazados por el arquitecto Ulrico Courtois y por el ingeniero Alfonso Flamand, monseñor León Federico Aneiros, acompañado por muchísima gente, se dirige en procesión al lugar elegido para abrir los cimientos. Con la delineación de los cimientos del ábside, se inician las obras el 6 de mayo de 1890.
Donantes
Como es de imaginar, hubo un largo período de colectas. Los donantes fueron divididos en tres categorías: bienhechores, los que dieran una limosna o un donativo cualquiera; cooperadores, los que ofrecieran una cantidad superior a los mil pesos o que se suscribieran con diez pesos mensuales; fundadores, los que costeasen una columna, una ventana o aportaran cinco mil pesos moneda nacional, en mensualidades, anualmente o de una sola vez.
No olvidemos que el país atravesaba por una crisis económica sin precedentes. No obstante ello, se llegó, al 31/10/1890, a $ 29.000 moneda nacional.
El Padre Salvaire decide instalar un horno de ladrillos. Tal determinación se tomó para disminuir los gastos por la enorme cantidad de ladrillos que se necesitaban para rellenar los cimientos. Los obreros que trabajaban en el horno de ladrillos se alojaban en galpones levantados a tal efecto. Los beneficios se notaron de inmediato, y en el primer semestre las cuentas daban superávit. Los hornos de ladrillos de la Basílica, como los conocían y llamaban los vecinos, estaban ubicados en la actual calle D. Fernández Beschtedt, frente al Barrio El Mirador.
En 1893, los hermanos Lozada, de Villa María, provincia de Córdoba, concretaron la donación de todo el mármol necesario. Con observar los interiores de la Basílica y ver la enorme cantidad de mármol empleado, nos damos cuenta de la importancia de la donación y del alivio extraordinario que trajo a las finanzas.
La cantera de Colón
La compra de esa cantera significó otro gran ahorro. Además, según la opinión de expertos, la piedra de ese lugar era del tipo ideal para la construcción de las paredes del templo.
El itinerario para transportar las piedras desde Colón a Luján fue el siguiente:
De Colón a Buenos Aires, por transporte fluvial (río Uruguay); de Buenos Aires a Luján, por ferrocarril. En Luján se presentaba el principal problema, la gran distancia entre la Estación del Ferrocarril y la Basílica. Se alivió muchísimo en 1900, con el ramal ferroviario Estación del Ferrocarril a Estación Basílica (hoy Plaza de los Peregrinos).
Las finanzas en el año 1895
Las colectas en el primer semestre de 1895 siguieron creciendo, llegando a la suma de $50.065,01 moneda nacional. En el segundo semestre la colecta alcanzó los $94.037,89.
Siguen las obras
En 1895 se continuó con la construcción de los pináculos y de las balaustradas que rodean las capillas del ábside. Se comenzó a instalar los rosetones y se terminó el muro del lado oeste y sur. En el interior, las columnas ya llegaban a los 11 metros de altura. En los talleres se estaba construyendo la escalera de mármol que lleva al camarín de la Virgen.
En 1896 se colocaron los primeros vitrales. Como la totalidad de ellos fueron traídos de Francia (Burdeos), fabricados por la casa Degrand, en ese año comenzó su colocación.
El 4 de febrero de 1899 muere el Padre Salvaire. Su sucesor, el Padre Antonio Brignardello, tuvo la responsabilidad de continuar las obras. La parroquia de Luján pasa a depender de la Diócesis de La Plata.
Este mismo año las torres de los cruceros ya habían llegado a los 30 metros de altura. El arquitecto Ulrico Courtois adquiere en Bélgica (Lieja) los chapones para la parte posterior del edificio.
En 1900, llega el altar de San Antonio de Padua. Fue el primero, donado por Margarita Morgan y realizado por el artista Luis Beltrán.
En 1901, es designado Párroco el Padre Vicente María Dávani. Sigue acelerando el ritmo de trabajo. Comenzó por el esqueleto del techo del Camarín, de los cruceros y de la mitad de la nave central. Se terminan siete capillas laterales.
En 1904, llegan las 14 estatuas de mármol de Carrara. Destinadas al altar mayor. Cada una de ellas mide 1,26 metros de alto.
Finalizadas las obras del ábside, sus capillas, el Camarín, el altar mayor y los dos cruceros, el 4 de diciembre de este mismo año Monseñor Terrero, obispo de La Plata, inaugura esas obras. En la oportunidad es trasladada la Imagen de Nuestra Señora de Luján desde el Santuario de Lezica, donde había permanecido desde 1763, a su nueva morada.
En 1905, es demolido el antiguo Santuario. Sus escombros se utilizaron en los cimientos de las torres de la Basílica.
Se completan los dos púlpitos de origen francés. Se instala el gran órgano Cavaillé-Coll de París, donación de Monseñor León Gallardo. También los candelabros del altar mayor, la cruz dorada con esmalte. Se colocan las 16 estatuas de los apóstoles y evangelistas.
De Milán llegan las 13 campanas, que pesa en total 14.915 kilogramos. También llegan las cinco campanas para el reloj.
En 1906, en los catorce años que llevaba la obra se habían gastado $1.970.670,43 moneda nacional y habían ingresado en el mismo periodo $2.277.000,20.
En 1910, precisamente el 4 de diciembre, en adhesión al Centenario de nuestra emancipación, presidido por el obispo de La Plata, Monseñor Juan Nepomuceno Terrero, y apadrinado por el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, General Inocencio Arias, y la presidenta de la Comisión Colectora Damas de Nuestra Señora de Luján, señora Carolina Lagos de Pellegrini, se realizó el acto de bendición del interior del edificio.
Entre 1922 y 1926 se levantan las dos torres completas. Dentro de ellas se colocan el campanario y el carillón con los relojes eléctricos.
El carillón tiene 19 campanas, 13 de las cuales se echan a vuelo.
La torre del este es revocada por dentro, donde lleva una escalera de cemento desde el piso del reloj hasta la base de la cruz. La torre del oeste lleva una escalera similar y tiene ya el piso para soportar los muros de la cruz
El 6 de diciembre de 1930, Monseñor Alberti procede a la consagración del templo.
El 15 de noviembre de 1930, el Santo Padre Pío XI le concede el título de Basílica.
En 1931 se concluyen las dos cruces, rematadas, la del este, por la imagen de la Santísima Virgen, y la del oeste, por el monograma de María. Se coloca la lámpara donada por el Teatro Ópera de Buenos Aires, con 246 tulipas. Al ingreso de la nave central también cuelga la lámpara votiva donada y fabricada por la Republica de Irlanda.
En 1935 se da por finalizada la obra de la Basílica. Se rinde homenaje al Padre Salvaire y se le erige una estatua en la parte externa de la Basílica.
El Padre Jorge María Salvaire, nació el 6 de enero de 1847 en Castres, Tarn (Francia), hijo de Félix Salvaire y María Vásquez.
El 18 de junio de 1866, pidió ser admitido en la legión sagrada de los hijos de San Vicente de Paul.
Formó parte de la comunidad Vicentina desde el 26 de julio de 1868. Tres años mas tarde, el 4 de junio de 1871 recibe las sagradas ordenes, y el 4 de julio de ese mismo año, celebra su primera misa en altar de San Vicente.
El 29 de septiembre de 1871 casi de inmediato de ordenarse sacerdote llega a Buenos Aires; el 25 de octubre de ese año llega a Luján. Teniente Cura es el cargo que ocupa en el santuario en 1872, cuando es nombrado párroco el Padre Fréret.
En 1874, debió trasladarse al oeste de la provincia de Buenos Aires, a Carhué, para misionar entre los indios. El recibimiento fue terrible, al llegar la comisión, fueron rodeados por los aborígenes que levantaban en alto sus lanzas y con ademanes demostraban la intención de dar muerte a los recién llegados. El Padre Salvaire es castigado, pero consigue escapar. Los aborígenes difunden por todas las tolderías cuentos fantásticos e inverosímiles del Padre Salvaire, agregando que no venía a rescatar cautivos, que eso era un pretexto para entrar en las tolderías. Avisaban que era un espía del Gobierno, que quería envenenar a Caciques y a su pueblo. Es un "brujo", decían, que también trae la viruela para propagarla entre los naturales. Concluían que era necesario que el Padre Salvaire fuera muerto y que sus cenizas fueran arrojadas al viento, para que así terminaran todos los maleficios.
Al estar avisadas todas las tolderías del peligro que significaba al presencia y la libertad de Salvaire, no pudo evitar la persecución.
El Padre Salvaire fue detenido, y ante la noticia fueron llegando representantes de todas la tolderías. Comienzan las deliberaciones, se producen largas discusiones, algunos se muestran mas exaltados que otros, beben la jícara del mate. Salvaire, en el centro de la rueda, observa. Cuando le toca el turno del mate a Bernardo, hermano de Numuncurá, se negó a beber. Salvaire escucha murmullos y otra vez la discusión subida de tono. Bernardo los acusa de canallas, infames, calumniadores, y como prueba de amistad y protección hecho sobre los hombros del acusado su propio poncho, jurando acabar con el primero que se acercase.
Una vez liberado, el Padre regresa a Luján, previa visita a Azul. Ya en Luján, comienza a cumplir con el primer voto, y comenzó a escribir la historia de la Milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Luján, entre los años 1875 y 1880.
En 1881 suspende su trabajo, porque debe acompañar a Monseñor Espinoza en la evangelización del desierto. Vuelve y reanuda sus investigaciones. Entre 1882 y 1883 las completa.
Después de muchos años de investigación, en 1884 redacta la historia de Nuestra Señora de Luján, de esa forma cumple con su primer voto.
Faltaba el segundo, la construcción del Gran Santuario de la Virgen.
En el año 1886, Salvaire viaja a Europa para la coronación de la Virgen, lleva los materiales preciosos, que por su infatigable trabajo de los fieles, pudo reunir. Su destino fue Paris, su misión: construir la Corona que circundará las sienes de la Virgen. La Coronación tuvo lugar el 8 de Mayo de 1887.
Monseñor Aneiros, Obispo de Bs. As., invita al Padre Salvaire a misionar juntos la campaña de la Provincia de Buenos Aires, Salvaire acepta gustoso, y en 1888 regresa al país.
De regreso a Luján, habiendo cumplido con su recorrido, Monseñor Aneiros, que estaba junto a Salvaire, recibe la noticia que el cura párroco de Luján, R. Padre Emilio George, había presentado su renuncia ante el Cabildo Eclesiástico. Monseñor Aneiros le pide al Padre Salvaire que se haga cargo del Curato de Nuestra Señora de Luján. El 25 de Mayo de 1889, Salvaire toma el titulo de Capellán del Santuario.
En los casi dos años que estuvo ausente, en las obras de la Basílica casi nada se ha hecho. Reunió a los profesionales de la obra y formalizaron los trabajos a realizar. El arquitecto Francés Ulrico Courtois fue el encargado de los planes de la Basílica.
A pesar de todo, Salvaire no quedo estático ni un minuto. Trabajó muchísimo, aunque sin desatender su obra misionaria.
Además de su obra misional y de sus varios escritos, el Padre Salvaire fue el iniciador del Hospital de Nuestra Señora de Luján y del Circulo de Obreros Católicos. Iniciador y realizador del descanso de peregrinos, fundador del Colegio de Nuestra Señora de Luján, creador de diversas asociaciones parroquiales. Hizo realidad la gran fiesta de la Coronación de la Virgen.
A mediados de 1898, un fuerte ataque al corazón, fue el primer aviso del Señor, de su próxima partida. Murió el 4 de Febrero de 1899. Sus restos descansan en la Basílica. Dentro del perímetro de la Basílica, sobre la calle San Martín, se levanta su monumento.
Fotografías de la Construcción
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La Basílica Nacional Nuestra Señora de Luján responde al estilo neogótico-ojival. El estilo gótico surgió en Europa Occidental (Inglaterra, Francia y Normandía) en el siglo XII y se desarrolló por evolución del románico. Se le dio este nombre porque en ese momento se lo consideraba, ante el románico, un arte bárbaro. A pesar de lo desacertado de esta denominación, ya que los godos no existían como pueblo para esos tiempos, ha prevalecido. Se le llama también estilo ojival porque se utilizó la ojiva como elemento arquitectónico. Se trataba de hacer iglesias más espaciosas, sirviéndose de la bóveda de medio punto. La crucería de ojivas en arco apuntado permite esta realización. El esqueleto de la bóveda está formado por nervaduras. Requería soportes para el edificio, desde afuera, entonces se utilizaron arbotantes.
Este estilo simboliza el acercamiento a Dios, al igual que las posición de las manos al orar.
Este templo se encuentra circundado por una reja de hierro forjado negra.
El frente es majestuoso e imponente: está flanqueado por dos elevadas torres puntiagudas, de las que a una regular altura, se destacan dieciséis estatuas de seis metros de alto, representando a los Apóstoles y Evangelistas. En la torre occidental están: San Pedro, San Andrés, Santo Tomás, Santiago el Mayor, siguiéndoles en el costado: San Matías, San Bernabé, San Judas Tadeo y San Simón; en la oriental: San Pablo, Santiago el Menor, San Felipe, San Bartolomé, y en el costado: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Entre ambas torres, a esa misma altura se expande un rosetón de 6 metros de diámetro, el cual visto desde el interior, presenta sus vitrales radiados y su virgencita de Luján en el medio. En los cuatro ángulos de cada torre se ven unas cariátides de estilo, especies de animales grotescos y fantásticos, que representan a los demonios ensañándose contra la santa Iglesia de Dios.
Finalmente al destacarse las torres, un poco mas arriba, hay una esbelta galería "a giorno", que las reúne hasta cierta altura, disimulando de ese modo las dos grandes vertientes del techo que están más atrás. A ambos lados de la galería, sobre las torres, se encuentran las ventanas del campanario. La de la derecha contiene dos campanas manuales que se utilizan para un responso; y la de la izquierda contiene 15 de las cuales 9 son de repuesto, eléctricas, utilizadas para funerales. Las campanas se construyeron con hierro fundido de cañones de guerras europeas. Sobre cada campanario observaremos un reloj de estilo inglés, traído de Rosario, que funcionan eléctricamente.
Las columnas culminan con agujas simétricas.
Las tres entradas principales, son verdaderamente imponentes: cada una de ellas esta acompañada de cada lado por un gracioso manojo de pequeños pináculos, y tiene su correspondiente piñón triangular agudo, horadado en su base, donde está la serie de columnitas y archivoltas concéntricas ( sucesión de arcos tallados que representan la región cuyana) de estilo que van disminuyendo de diámetro y que dan entrada a la iglesia. Las entradas principales son tres y dan al frente de la calle San Martín. Se llega a ellas trasponiendo una escalinata de quince peldaños de mármol de Carrara blanco. Las puertas son de bronce con relieve. La puerta principal tiene un frontón ojival, una Virgen de Luján entre ángeles y nubes, con la siguiente inscripción: Ave María, Félix coeli porta, (Dios te salve María, puerta feliz del cielo) y está advocada a la República Argentina, mientras que la de la derecha representa al Uruguay y la izquierda a Paraguay. En la escalinata de entrada del lado derecho, hay una placa que recuerda la visita de Juan Pablo II el 11 de junio de 1982.
La altura total de las torres en la actualidad es de 100,05 metros, esto se debe a la caída de una de las cruces y posterior retiro de la otra , que medían 6 metros y pesaban 1700 Kg. cada una de ellas (más adelante detallaremos información sobre las mismas). Tiene un ancho de 42 metros y un largo de 104 metros.
- Actualmente la fachada presenta una estructura metálica destinada a la restauración exterior del templo, cuyas obras están paralizadas momentáneamente por falta de presupuesto. También protege esta zona de posibles desprendimientos de la parte superior.
Aspecto Interior
La Basílica afecta en su planta la forma de una gran cruz latina; recordando con esto, que Jesucristo fundó su iglesia muriendo en la Cruz. Esa forma se conserva en los tres cuerpos superpuestos del edificio, significando así las tres partes integrantes de que se compone la Iglesia moral, sociedad de los fieles cristianos: la primera, triunfante en el cielo; la segunda, paciente en el Purgatorio; y la tercera, militante en la tierra.
La triunfante en el cielo, está representada por el cleristory o cuerpo superior del edificio, desde el triforio para arriba, donde todo es luz y claridad, donde siempre sube el incienso símbolo de la oración, y donde campean los santos y santas, refulgentes de gloria es sus vitrales policromos, que todo lo inundan de un resplandor misterioso.
La militante en la tierra, se ve en plan terreno o pavimento del templo, vasto teatro de nuestras idas y venidas, de nuestras luchas diarias con sus respectivas derrotas o victorias. Entre la Iglesia triunfante y la militante, se encuentra el Triforio, larga y estrecha galería, que nos recuerda lo largo y estrecho que es el camino al cielo.
La paciente en el purgatorio, la tenemos por fin en la cripta subterránea, tan lúgubre y oscura de suyo. Lastima grande es que sea además completamente húmeda e inservible, a causa de la proximidad del río y las capas de agua del subsuelo; pero esto mismo añade un rasgo mas a su místico significado, dándonos a entender que el Purgatorio es un lugar poco agradable y del cual es preciso salir lo mas pronto posible.
La Basílica tiene también en su planta la imagen de Jesús crucificado. El Altar mayor que esta en el centro y donde mas se ofrece el Santo Sacrificio de la Misa, es su dolorida cabeza. Un poco mas atrás, en el retablo, está María su Madre, como queriendo sostener en brazos a su divino hijo. Los varios altares menores que en el ábside circundan el mayor, le forman como una corona de espinas que destilan la sangre redentora. Los dos altares del crucero son sus manos extendidas y horadadas que chorrean también sangre divinal. Entre ambas manos, a la altura del corazón, está el comulgatorio, donde Jesús se da a los fieles en el Sacramento de su amor. Mas abajo, la nave principal enteramente horadada por los arcos laterales, es el cuerpo de Jesucristo todo llagado que envía sangre purificadora a los diversos confesionarios que están a los costados. Finalmente las fuentes bautismales junto a la puerta de entrada, son las sagradas llagas de sus pies, que borran el pecado original y habilitan para andar camino del cielo.
Revestido en roble, presenta características de estilo neogótico con una puerta central de dos hojas con decoraciones de vitreaux, con las imágenes de cuatro evangelistas:
- San Mateo: en la parte inferior, la cara de un hombre o ángel, que representa la inteligencia.
- San Lucas: con la figura de un buey, que representa la fuerza y la mansedumbre.
- San Juan: con la figura de un águila, que representa la velocidad y la altura.
- San Marcos: en la parte inferior la figura de un león representando el valor.
A ambos lados de la puerta central se observan dos puertas laterales de dos hojas también realizadas en madera por las que actualmente se accede al templo. Antiguamente el nártex se utilizaba para que los no bautizados pudieran presenciar la misa, como también para que no ingresara ruido desde el exterior.
Frente a la puerta lateral derecha del nártex, se encuentra la Inmaculada Concepción, una talla de madera policromada de cuerpo entero.
Por singular privilegio, al ser concebida, estuvo llena de gracia y rompió todo vínculo con la caída del primer hombre; y así, en virtud de los méritos de Jesucristo, se vio preservado de la manera del pecado original. Fue santificado desde el primer momento de su madre ya que de su carne inmaculada debía formarse el cuerpo del redentor del mundo.
Dogma católico romano que se mantiene desde el primer instante de su creación, por el cual el alma de la Virgen María estuvo libre de pecado original; esta doctrina no debe confundirse con el parto virginal de María, que mantiene que Jesucristo nació de una madre libre.
Bajo el título de Inmaculada Concepción se invoca a la Virgen María como patrona de Estados Unidos, Brasil, Portugal y Córcega. Se la conmemora el 8 de diciembre.
Nave Lateral Occidental
Primer Capilla:
– Bautisterio parroquial: Presenta una hermosa reja de hierro forjado de puro estilo gótico ojival, antecedida por dos ángeles lucernarios de metal policromado que descansan sobre un pie. La parte inferior de esta capilla está revestida de un hermoso artesonado de roble esloveno que le da un cálido aspecto. En el centro del Bautisterio se encuentra la pila bautismal, que presenta en su parte superior una tapa sobre la que reposa la imagen de Jesús crucificado.
En la parte superior del Bautisterio se encuentran dos vitrales separados por una pilastra y coronados con un arco ojival. En ellos se observa a San Juan bautizando a Jesús, y este dando al agua, por su divino contacto, la virtud de borrar el pecado original. En el trilóbulo superior, símbolo de la Santísima Trinidad, se ven representadas las tres divinas personas que intervienen en este bautismo ( Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Mirando ahora desde aquí lo que hay encima de la capilla oriental de enfrente, por no poder ver lo que hay encima de esta y viceversa, veremos allá en lo alto un gran ventanal cuadripartido que arroja en la iglesia raudales de luz; ese ventanal representa a los cuatro evangelistas que derraman la luz evangélica en el mundo: predican sobre todo los dos principales misterios de la Religión Cristiana: la Trinidad y la Redención, como se ve por los trilóbulos y el cuadrilóbulo en forma de cruz que llevan encima y que son los emblemas respectivos de esos dos misterios.
Por un delicado sentimiento de piedad filial, se ha puesto en la cruz alta de los catorce ventanales de la nave central, el escudo respectivo de las catorce Provincias Argentinas (formadas al momento de construirse el templo), como para que ellas reciban más directamente los efluvios de la redención, y sean como los preciosos florones de una gran corona que circunda el Santuario de María de Luján.
Finalmente un poco mas abajo empiezan los rosetones que muestran sucesivamente a los Doctores y Escritores Sagrados, que más han cantado las glorias de María. Aquí tenemos: En la cruz alta de enfrente: el escudo de La Rioja. Rosetón: San Hilario Dictaviense.
San Juan Bautista, hijo de Zacarías e Isabel. Antes de nacer siente la presencia de Jesús ‘saltando de alegría"en el seno materno. Cuando María va a visitar a Isabel es santificado antes de nacer por la gracia divina y ella responde: "he aquí que en tan pronto como tu saludo sonó en mis oídos, el infante saltó en mi seno". Fue el primer santo venerado en la iglesia universal, último profeta y primer apóstol.
Bautizó a los penitentes con agua como símbolo del bautismo del espíritu santo. Con el bautismo de Jesús vio cumplido su objetivo como precursor del Mesías, y terminó su ministerio poco después. La gente comenzó a llamarlo Bautista a partir de que Jesús se presentó en el Jordán para ser bautizado, reconociéndolo Juan por su divina revelación. Dio su vida por la misión y se lo venera como mártir el 29 de Agosto.
Segunda Capilla: Aquí se encuentra un confesionario de estilo gótico realizado en roble. En la parte superior dos vitrales: a la derecha el Emperador Carlomagno, tenido por santo en la diócesis de Colonia es coronado por el Papa León III, y a la izquierda el Emperador Constantino, tenido por santo en la Iglesia Griega; se le aparece en los aires una cruz luminosa, que adoptada por él en su lábaro o bandera, le da la victoria sobre Maxencio.
Carlomagno, emperador de los francos y de los pueblos germánicos. Tenía dos objetivos: formar de todos los pueblos germánicos una únicas nación, y dotar a esta de una organización completa. Dedicó la mayor parte de su reinado a la campaña contra los sajones que habitaban la desembocadura del río Elba. El apogeo de su poder llegó al comienzo del siglo IX.
El Emperador Constantino, hijo de Santa Elena, llevaba una vida desordenada atribuyéndoseles asesinatos y sacrilegios. Decide cambiar de vida e ingresa al monasterio irlandés de Rathan para limpiar sus pecados. Siete años más tarde se convierte en sacerdote regresando a Escocia para predicar el evangelio. En este periodo el país se convierte en cristiano. Constantino recibe el martirio y es asesinado por fanáticos de su fe.
En la cruz alta de enfrente: el escudo de Tucumán. Rosetón: San Juan Crisóstomo de Constantinopla ( luego Estambul), nacido en Antioquia en el 349, hijo de Santa Antusa. Al morir su madre se retira al desierto donde vive durante 6 meses. Al volver es nombrado diácono y más tarde se convierte en sacerdote. Fallece en el 407 a orillas del Mar Negro, donde se encontraba predicando. Se lo conmemora el 13 de septiembre.
Tercer Capilla: Puerta de comunicación con el claustro de la casa parroquial, de doble hoja realizada en roble. Posee también una pequeña capilla. En la parte superior un pequeño rosetón con el monograma del Ave María, rodeado de 5 lóbulos que recuerdan los 5 misterios gozosos del Santo Rosario:
-La anunciación de la llegada del Mesías a la Virgen.
-Visita de María a Santa Isabel 9madre de San Juan).
-El nacimiento de Jesús.
-La presentación de Jesús y la purificación de la Virgen María.
-Jesús encontrado por sus padres con los doctores del templo.
En la cruz alta de enfrente: el escudo de Buenos Aires. Rosetón: San Basilio de Cesarea, quien nació en Cesarea Mazaca ( actual Kayseri, Turquía).Tras conocer a un grupo de ermitaños famosos en Egipto y Siria, enunció a una carrera administrativa y se estableció como ermitaño en el río Iris, Asia. Escribió allí gran parte de su vida monástica. Los monjes ortodoxos y algunos católicos romanos guardan todavía la regla de San Basilio.
Fue proclamado por el obispo de Cesarea para defender la doctrina cristiana contra los ataques heréticos de los arréanos.
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