- Causas indirectas
- Antecedentes mediatos
- Antecedentes inmediatos
- Causas directas
- Conclusión
- Bibliografía
La revolución de mayo no surgió como un impulso espontáneo de un grupo de patriotas decididos; quienes aprovechando momentos de circunstancias favorables resolvieron deponer a la autoridad real local para reemplazarla por un gobierno propio elegido por el pueblo.
En el presente trabajo se demostrará que dichos acontecimientos de 1810 fueron el resultante de la conjunción de causas profundas de orden político y filosófico, cuyas raíces deben rastrearse tanto en la misma España, como en los acontecimientos a nivel mundial-tanto europeos como americanos-los cuales unidos a la situación particular que se vivía en el Río de la Plata, tuvieron como resultado lo que llamamos la revolución de mayo de 1810.
Tomaremos como punto de partida los antecedentes revolucionarios en América, como los de Europa; resultando de la primera la independencia de los Estados Unidos de América y de la segunda un cambio radical en cuanto al sistema gubernamental francés. Todo ello sumado a las causas mediatas como la insurrección de Tupac Amarú en el Perú; la condición de las Indias, como dominio exclusivo del monarca español; la influencia del pensamiento escolástico predominante en la península ibérica y los pensamientos políticos y filosóficos, contarios al absolutismo y partidarios de la libertad de comercio. Pasando por la reacción inmediata del Río de la Plata en cuanto a la influencia y consecuencias directas de las invasiones inglesas, la invasión napoleónica a España y la caducidad de la autoridad española, de quien dependían directamente las colonias americanas. Para concluir con factores importantes que hacen al monopolio comercial, a la discriminación de los criollos en la administración pública y los anhelos de libertad e independencia del pueblo colonial.
Tomando las causas como fundamentos filosóficos, políticos y doctrinarios que han influido directa e indirectamente en los acontecimientos objeto del presente; a diferencia de los antecedentes; los cuales son considerados como circunstancias fácticas anteriores que sirvieron de ejemplo e influencia en los patriotas de mayo de 1810.
INFLUENCIAS DOCTRINARIAS
Durante el siglo XVI, surgieron nuevos desarrollos doctrinarios; en cuanto que, por un lado se le otorga al poder un contenido absoluto "summa potestas, suprema potestas" y por el otro se trata de determinar en quien reside la soberanía y cuales son sus límites.
Francisco de Vittoria (1486-1546); se ocupo de éstas cuestiones desarrollando la teoría política de Santo Tomás de Aquino. Sosteniendo que la potestad pública está constituida por derecho natural, y teniendo el derecho natural a Dios sólo por autor, deviene que el poder público proviene de Dios. La autoridad radica en la república, que constituye al gobernante para la administración de la comunidad; por ende cada república puede nombrarse su señor sin que para ello sea necesario el consentimiento de todos; sino que basta el de la mayor parte. Éstas teorías tuvieron su repercusión no solo en España sino también fuera de ella; estableciendo las bases del derecho internacional.
El último y más conocido escolástico fue Francisco Suárez (1548-1617) que continua y perfecciona la elaboración doctrinaria, aunque con matices distintos, sosteniendo que "la potestad civil, cuando se halla en un hombre o en un príncipe por derecho legítimo y ordinario procedió de la comunidad o próxima o permanente"1
Claro está que Suárez reconoce el origen divino de la autoridad, la que; por lo tanto, es de derecho natural. Las tendencias sociales del hombre la llevan a unirse mediante un acuerdo, que forma un cuerpo místico en el cual recae, por derecho natural, la potestad política. Y esta sociedad así formada, que necesita un dirección, transfiere esa potestad a los gobernantes por medio de otro acuerdo o por consentimiento tácito, es decir, por derecho humano o positivo que puede establecer la forma de gobierno y los límites del poder.
Lo característico de Suárez, consiste, en que esa entrega del poder da al gobernante la plenitud de la autoridad en los gobiernos monárquicos "porque trasladada la potestad al rey, por ella se hace éste superior aun al reino que se la dio, porque dándola se sometió y se privó de la primitiva libertad"2
1 y 2 Ricardo Zorraquin Becu, "Estudios de Historia del Derecho" Abeledo-Perrot 1992 pag. 44
Con ello Suárez se anticipó a las doctrinas absolutistas; es cierto que los gobernantes deben procurar la realización del bien común, porque el ejercicio del poder tiene esa finalidad específica y, en consecuencia, el príncipe queda obligado a respetar los derechos divino y natural; y aún sus propias leyes. Pero el pueblo nada puede hacer para obligarlo a cumplirlas; exceptuando el caso extremo de tiranía. No pudiendo el rey ser privado de esa potestad, porque adquirió dominio de ella, a no ser que se incline a la tiranía; causa por la cual el pueblo puede hacer guerra justa contra él.
Lo fundamental de esta posición escolástica española del siglo XVI consiste en que su filosofía política integra una visión del mundo en la cual la sociedad humana es parte del orden universal creado por Dios y regido por su ley eterna. De este sistema deriva la ley natural, a la que deben someterse los gobernantes. Frente al derecho divino de los reyes se afirmó que la autoridad no proviene de Dios directamente sino por intermedio del pueblo que la confiere; expresa o tácitamente y la recupera en caso de quedar vacante el cargo.
Pero también, frente a los que ya afirmaban que el poder es de institución puramente humana, los escolásticos vincularon a la autoridad política con el orden de la creación divina y con la naturaleza social del hombre, subordinándola así al derecho y por lo tanto a normas superiores de vigencia necesaria.
Paralelamente a esta doctrina española van surgiendo en otros países una doctrina que desvincula al poder de su origen divino, dándole en definitiva un carácter absoluto. Es indispensable tener en cuenta el término soberanía, de importante trascendencia en lo planteado; ya que lo que interesa destacar en este sentido es la diferencia radical que existe entre la idea de soberanía como poder supremo del Estado y la noción escolástica de un poder sometido a normas y a la conformidad del pueblo.
Porque, si el poder es supremo-soberano- carecerá de las limitaciones tradicionales que las ideas católicas habían impuesto a los príncipes. Contra esta concepción reaccionan los españoles del siglo XVII que no aceptan íntegramente éstas teorías, manteniendo sus posturas jusnaturalistas
Sobre el ambiente intelectual del Río de la Plata a principios del siglo XIX, pudieron ejercer influencias tres doctrinas filosóficas distintas; la primera sería el Despotismo Ilustrado, que desconocía los derechos de los súbditos frente al poder; la segunda, siguiendo a Locke y Rosseau, hacía residir permanentemente en el pueblo la soberanía y la tercera consideraba que, al someterse al gobernante, el pueblo pierde total o parcialmente la soberanía, pero ésta retorna al pueblo en caso de faltar el soberano. Ésta última, constituye a su vez la doctrina escolástica española de los siglos XVI y XVII descripta.
Las teorías del Despotismo Ilustrado alcanzaron difusión en el Río de la Plata; no cabe duda, por la dependencia en que se encontraban las colonias con España; sobre todo con respecto a la cultura transmitida por los funcionarios, el clero y las universidades. Haciendo que se conocieran los autores y las ideas que entonces predominaban oficialmente en la península. La doctrina del derecho divino de los reyes se convirtió en doctrina oficial de los reyes Borbones. Tanto en España como en América las ideas galicanas aparecen desde el siglo XVII para sustentar en ellas el absolutismo. Durante las últimas décadas del siglo XVIII hubo en toda América una activa propaganda de las ideas del mencionado Despotismo Ilustrado. Éstas doctrinas que trataban de penetrar en los ambientes intelectuales eran regalistas en lo eclesiástico y contrarias a los derechos del pueblo en lo político.
Aún cuando las teorías del derecho divino de los reyes no alcanzaran a suscitar adhesiones entusiastas, no dejaron de ser una de las varias posiciones que se defendieron antes de la revolución de mayo. Siendo ésta posición fomentada por los españoles desde la expulsión de los jesuitas; mediante disposiciones que hacían de control, por medio de censores, de lo que se enseñaba a las colonias, para impedir la difusión de doctrinas contrarias a la autoridad y regalías de la corona; o la de no enseñar doctrina relativa al tiranicidio.
La teoría absolutista continuó siendo defendida en España aún después de las abdicaciones de Carlos IV y de Fernando VII. Para explicar entonces las formaciones de las Juntas se recurrió a Jovellanos quien afirmaba que cuando el rey estaba impedido de ejercer sus funciones la ley o la voluntad nacional dirigida por la Junta, sin comunicar la soberanía puede determinar la o las personas que deben encargarse del ejercicio del poder.
Esa predica del absolutismo monárquico español, venia unida a la "filosofía de las luces de la razón" (Ilustración); el deseo de imponer ciertas reformas sociales y económicas condujo a los gobernantes españoles y americanos a acentuar el despotismo y la consiguiente centralización del poder y el imperio del Estado, a fin de alcanzar mas fácilmente la transformación. Configurando una paradoja histórica en cuanto que "por un lado los filósofos y políticos difundían el absolutismo monárquico, y por el otro sostenían un sistema racionalista contrario a las tradiciones, a los sentimiento religiosos y a las condiciones sociales imperantes"3
El enciclopedismo había penetrado en España y en América, aliado a las monarquías, para dar lugar al Despotismo Ilustrado, esta predica disolvente se cristalizó en Francia en las doctrinas que defendían la soberanía del pueblo, los derechos naturales del hombre, la libertad e igualdad de todos frente al poder, que conducirían a la revolución de 1789.
Sostenemos, siguiendo a Zorraquin Becu, que las influencias de los revolucionarios de 1810 y sus antecedentes deben buscarse en una combinación de todas las influencias que podían gravitar entonces en el pensamiento rioplatense con una acentuada inclinación moderna, fundada en el sistema jurídico racionalista. "los documentos conocidos acerca de ese pensamiento nos permiten, hasta ahora, extraer de ellos conclusiones, pero si se los compara con otras teorías.. no puede dejar de advertirse una semejanza característica que no es obra de la casualidad"4
3 Ricardo Zorraquin Becu. "Estudios de Historia del derecho" Abeledo-Perrot 1992 pag 59
4 Idem pag. 74
SITUACIÓN DE LAS INDIAS
Las autoridades españolas, desde un primer momento, decidieron que todos los productos que debieran ser consumidos en sus colonias, debían ser abastecidas exclusivamente por las fábricas, campo y talleres establecidos en la Península Ibérica y transportados, también exclusivamente, por flotas de bandera española. Para favorecer esta política, el rey, estableció un sistema mercantil llamado "el monopolio"; consideró así que los metales y las piedras preciosas que se producían en sus posesiones de América del sur, llegarían exclusivamente a sus arcas.
Por tanto las mercaderías viajaban desde España, a través del Atlántico hasta el istmo de Panamá, en donde eran desembarcadas, llevadas por tierra hasta el Océano Pacífico y ahí re-embarcadas rumbo a Lima, entonces capital del Virreinato del Perú. Siendo nuevamente despachadas por tierra, a lomo de mulas, hacia el Potosí, Tucumán, Córdoba, Buenos Aires, Asunción, Montevideo, y otros centros poblados de la región rioplatense.
Éste régimen, por demás ilógico, hacia que la mercadería llegara a su destino con altísimos recargos en sus precios originales. Por eso cuando, en 1569, Felipe II autorizó el repoblamiento de Buenos Aires, sus habitantes pensaron que a través del puerto podrían conseguir mercaderías a precios mas accesibles y, además, exportar sus excedentes de producción. Sin embargo en 1594 el mismo rey prohibió, la entrada y salida del puerto de Buenos Aires, de navíos hacia o desde Brasil; por lo tanto Buenos Aires se convirtió en un puerto cerrado.
En aquellas primeras épocas, en Buenos Aires, prácticamente toda la población era pobre, poco menos que miserables; que subsistían gracias a sus propio esfuerzo, peleando no sólo contra los elementos naturales sino también contra los indígenas. Por ello, Buenos Aires era considerada la ‘mas pobre ciudad de las Indias Occidentales’, que puesto que en ella no había oro ni plata."5
Poco tiempo después con la inmigración de colonos agricultores; se comenzó a producir trigo, legumbres, vinos, aguardientes, cueros crudos y curtidos, frazadas, mantas, ponchos, y muchos productos más que comenzaron a vender o intercambiar con otras poblaciones de las colonias, especialmente con Potosí de donde recibían la plata con la que pagaban las mercaderías provenientes de España y Brasil. Esta situación no favorecía a los comerciantes monopolistas del Río de la Plata ni a los españoles; por ello y mediando intervención real se destruyeron las producciones locales quedando así sin saldos exportables; dando lugar a un profundo resentimiento de los productores tanto españoles como criollos.
5.Oscar A. Jofré, "Antecedentes de la Revolución de Mayo". Serie Divulgaciones 2002. Pág 6
A pesar de haber insistido ante la Corona para que facilite la comercialización de los excedentes de producción, para a su vez poder adquirir productos y equipamientos necesarios, las autoridades de Madrid no pudieron o no quisieron modificar su política monopolista; lo que dio lugar a un comercio irregular, el contrabando. Por lo tanto, rápidamente las colonias y especialmente la rioplatense comenzaron a ser reabastecidas por comerciantes extranjeros especialmente los portugueses, quienes aprovecharon la frontera común. También se comerciaba con los ingleses, norteamericanos, todos ellos con sus propias flotas que entraban y salían del puerto de Buenos Aires.
El resultado final para la Corona fue que el oro y la plata que recibía de América del Sur dejo de enriquecer sus arcas y comenzó a desviarse hacia otras potencias navales, sobre todo Inglaterra y Portugal. Enterado Carlos III del auge del contrabando, con el consiguiente perjuicio hacia sus intereses económicos ordenó el desalojo de los portugueses de colonia del Sacramento. Acción que resultó en la expulsión de los portugueses no sólo de la colonia mencionada sino también de la región de Río Grande do Sul.
Este nuevo sistema trajo aparejado el rápido enriquecimiento de las familias rioplatenses, tanto españolas como criollas, comenzando las uniones entre ambas. Como consecuencia de ese enriquecimiento; éstas familias pudieron costear la educación de sus hijos en Europa o en otras instituciones americanas de prestigio; surgiendo así una pléyade de jóvenes con ideales basados en la revolución francesa y norteamericana; preconizando contra los antiguos ordenamientos feudales en los social, cultural y comercial.
LA REBELIÓN DE TUPAC AMARÚ
Las reformas borbónicas, implementadas por Carlos III a fines del S XVIII, con su afán centralizador y recaudador, significaron un aumento del trabajo y la opresión de los indígenas.
En el Perú en 1780, un descendiente de los incas, José Gabriel Condorkanki, tomó el nombre del último emperador de los Incas, Túpac Amaru, que había sido asesinado por el virrey Francisco de Toledo, y encabezó una rebelión de indígenas y mestizos contra el poder español. Querían poner fin a la brutal explotación a la que eran sometidos, desde hacia siglos, en minas, haciendas y obrajes, por los españoles. El movimiento tuvo una enorme adhesión y se extendió por una amplia zona que iba de Colombia a nuestro territorio. Miles de indígenas se integraron al ejército libertador de Túpac Amaru que pretendía el fin del dominio español y la devolución de la tierra americana a sus legítimos dueños
La rebelión obtiene sus primeros triunfos y Túpac comienza a aplicar un programa revolucionario: devolución a los campesinos de sus tierras usurpadas, anulación de la esclavitud y los servicios personales, como la Mita y el Yanaconazgo.
Asustados por la magnitud y el alcance de la rebelión de Túpac Amaru y su ejército libertador, la Iglesia, el estado, los criollos y los europeos cierran filas para enfrentar el peligro.
Tras heroicos combates en los que mueren unos 100.000 indígenas, el primer grito de libertad americano es acallado y su líder detenido. Ante la pregunta por los responsables Tupac le responde al Visitador español: "Nosotros dos somos los únicos conspiradores; Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía." (…) "Aquí estoy para que me castiguen solo, al fin de que otros queden con vida y yo solo en el castigo."
El 18 de mayo de 1781, tras asesinar a casi toda su familia, las autoridades españolas someten a Túpac Amaru al suplicio del descuartizamiento. Cuatro caballos tiraron de sus extremidades pero no pudieron con su fuerza. Indignados ordenaron suspender la "ceremonia" y que un verdugo completara la feroz tarea a hachazos.
Las partes de su cuerpo fueron colocadas en picas en las ciudades en las que había triunfado el intento revolucionario.
Túpac Amaru pensó que era factible una alianza con los criollos. Pero los propietarios nacidos en América no se diferenciaban demasiado de sus colegas europeos. Formaban parte de la estructura social vigente que basaba su riqueza en la explotación del trabajo indígena en las minas, haciendas y obrajes.
La independencia propuesta por Túpac no era sólo un cambio político, implicaba modificar el esquema social vigente en la América española.
REVOLUCION NORTEAMERICANA
A fines de 1773, tres buques británicos cargados con té de la India, producto que pagaba impuestos, anclaron en el puerto de Boston. Vestidos como pieles rojas, varios bostonianos subieron a los barcos y tiraron su carga al agua en señal de protesta; dando lugar a lo que se conoció como "motín del té". Los patriotas norteamericanos se negaban a pagar impuestos mientras no estuvieran representados en el parlamento inglés.
Gran Bretaña venía aplicando muchas restricciones al comercio con sus colonias de América del Norte en beneficio de los mercaderes ingleses. Sus productos podían ser exporatdos sólo a la Metrópoli. Pese a esto y gracias al desarrollo de la pesca, la agricultura, la industria y el contrabando, los colonos subsistían y su economía progresaba. Pero hacia 1770 la corona quiso obligar a los colonias a que pagasen parte de los gastos de las guerras europeas. El parlamento inglés votó la Ley del azúcar, que autorizaba a cobrar un impuesto por este producto y luego la Ley del Timbre, que obligaba a pagar a todos los documentos públicos un derecho a través de una estampilla.
La mayoría de los norteamericanos se opusieron a estas leyes. Decían que el Parlamento de Gran Bretaña no podía fijarles nuevos impuestos porque ellos no estaban representados en ese organismo. La Asamblea de la Colonia de Virginia declaró que los colonos sólo debían pagar los impuestos fijados por esa asamblea. Las demás colonias imitaron a Virginia, hasta que se decidió reunir un congreso en Filadelfia en 1774. Fue en ese congreso que el 4 de julio de 1776 las trece colonias norteamericanas acordaron poner fin a la dominación británica. Comenzando una larga guerra de independencia en la que los rebeldes contarían con el apoyo de Francia y España. En 1783 Inglaterra debió aceptar su derrota y reconocer la Independencia de los Estados Unidos de América La constitución norteamericana, promulgada en 1787, fue muy innovadora.
Declaraba que todos los hombres eran iguales ante la ley. Esto no incluía a una importante cantidad de habitantes de la nueva nación: los esclavos, que continuaron padeciendo una durísima situación. En cuanto al derecho de voto, sólo podían ejercerlo los hombres propietarios.
La defensa de los derechos de propiedad y libertad, quedaba garantizada por la nueva Constitución. Se proclamo el sistema republicano en el que quedaba muy clara la división de los poderes: un ejecutivo, ejercido por un presidente; un legislativo, compuesto por una Cámara de Representantes con diputados proporcionales a la población de cada Estado y un Senado integrado por dos senadores por Estado, y un Poder Judicial, ejercido por un Tribunal Supremo.
LAS INVASIONES INGLESAS
La política de Inglaterra, dueña de los mares, no se había quedado en las posesiones de los españoles en América; como se mencionó anteriormente ésta potencia marítima comercializaba de forma irregular con las colonias rioplatenses. Demostrando, sus estadistas la voluntad de aprovecharse de las desventajas comerciales que se sufrían en el Plata; aprovechando también la decadencia y depresión de España quiso sucederla en la posesión de sus colonias. Gran Bretaña, después de la pérdida de sus colonias en América del Norte, hecho que se concretó en 1783 con el reconocimiento de la independencia de Estados Unidos; comenzó a diagramar una política expansionista en las colonias españolas; para ello se apoderó de la colonia holandesa de Cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur del continente africano; asegurándose con éste hecho el dominio de la navegación en el Atlántico Sur y en el océano Indico. Ésta situación se acentuó después del triunfo en la batalla de Trafalgar.
"Con paciencia y prolijidad de araña, la diplomacia inglesa había dispuesto los hilos para capturar la presa codiciada; primero, la paulatina penetración comercial; luego, a favor de las doctrinas del siglo, la penetración ideológica, mediante la difusión de aquellos principios que, aunque repudiados en la propia Inglaterra pudieron servir como corrosivos de la inteligencia y la moral hispánicas"6
El marqués de Sobremonte, virrey que sucedió a del Pino en 1804, enterado de la guerra con Inglaterra, se le ordenó que por falta de ayuda por parte de la corona se dispusieran medidas con el fin de proteger la navegación de los buques mercantes e impedir el posible desembarco inglés al Río de la Plata. Ante la alarma de la aproximación de ocho buques ingleses el virrey se traslado a Montevideo como sitio más amenazado, pero la alarma resultó infundada puesto que la escuadra no se acercó. A raíz de esta falsa alarma se dispuso la creación de algunas medidas urgentes para hacer frente al posible ataque; tales como la formación de cuerpos volantes de 1100 hombres cada uno en Buenos Aires y Montevideo, reclutamiento de milicianos en el interior y fabricación de municiones.
En junio de 1806, desde Maldonado un vigía advirtió la presencia de una escuadra próxima a la costa y compuesta de ocho buques ingleses; la que había partido en abril de ese año del Cabo de la Buena Esperanza a las órdenes de Sir. Home Popham; con el propósito de conquistar la indefensa Buenos Aires. Traía 1.200 hombres de desembarco al mando del general William Carr Berersford. El gobernador de Montevideo, dio inmediato aviso al virrey Sobremonte de la situación; quien supuso que, por su tamaño, los buques no iban a poder desembarcar en el puerto de Buenos Aires; por lo que se apresuró a mandar las pocas tropas que tenía a su disposición hacia Montevideo y ordenó el acuartelamiento de las milicias.
6 Ernesto Palacio, Historia de la Argentina. Abeledo Perrot. 1981. Pág 136
El 25 de junio del mismo año, recibió la noticia que los ingleses habían desembarcado en Quilmes y se dirigían sobre la ciudad. La reacción fue enviar precipitadamente cuatrocientos milicianos y cien blandengues mal armados, que fueron dispersos por el excelente fuego de las baterías inglesas y de su disciplinada infantería. Despejado el camino el jefe inglés Beresford intimó la rendición de la ciudad; el jefe de mayor grado militar, Brigadier Hilarión de la Quintana, a cargo de la defensa, vio la inutilidad de resistir y entregó la ciudad y el fuerte. A todo esto el virrey Sobremonte se había retirado a Córdoba con los caudales del tesoro, a fin de organizar desde allí refuerzos.
Con la fácil conquista de la Ciudad de Buenos Aires, los ingleses creyeron que se habían apoderado del virreinato. El general Beresford tomo posesión del gobierno en nombre de su Majestad Jorge III, obligando a las reparticiones administrativas a prestarle juramento de fidelidad. Dio un proclama a la población en la que prometió respeto a la región católica y a la propiedad privada; autorizando el libre comercio con las colonias inglesas. Al mismo tiempo pedía refuerzos militares y mercaderías para comenzar un intercambio a gran escala.
Pasados los primeros días de estupor, empezó a conspirarse activamente contra los ocupantes; debiendo actuar antes que lleguen los refuerzos solicitados a Inglaterra por Beresford. Sobremonte y Ruiz Huidobro (gobernador de Montevideo) reunían tropas para acudir en rescate de la ciudad tomada, al mismo tiempo Juan Martín de Pueyrredon y otros hacían lo propio en Buenos Aires; necesitando jefes que coordinen la acción. A tal función se ofreció un francés al servicio del rey de España, don Santiago de Liniers y Brémond. Quien cruzó a Montevideo con sus tropas y atacando por cuatro puntos distintos, logrando que el invasor ceda, al momento de la retirada se les dio la batalla final exigiéndoles la rendición incondicional.
A la ausencia del virrey, el gobierno había recaído en manos de la Real Audiencia; pero el Cabildo abierto, bajo presión popular se pronunció contra el virrey y designó jefe militar a Liniers. Sobremonte, confirmó a regañadientes la situación que se le impuso, dejando el mando político al presidente de la Audiencia y se dirigió a la Banda Oriental para hacerse cargo de la defensa de Montevideo.
Liniers desplegó una extraordinaria actividad, dando muestras de sus grandes dotes de organizador. "El aristócrata ligero y un poco escéptico, dado al ocio y a los placeres, se engrandecía ante la responsabilidad, como es corriente en los ejemplares de raza." 7 En menos de un año convirtió a una ciudad de comerciantes en una republica militar; formando y agrupando distintos cuerpos de acuerdo a sus orígenes; organizó, también la caballería y un cuerpo de astilleros; preocupándose por la instrucción. Los cuerpos debieron elegirse por votación sus propios oficiales; siendo éste el origen de casi todos los grados de los casi toda la oficialidad de la Independencia. La mayor dificultad era el armamento, debiendo requisar todas las armas viejas en estado de servir y realizar verdaderos prodigios para abastecerse de pólvora y balas.
El enemigo fondeado en la boca del estuario había recibido refuerzos desde Inglaterra. En los comienzos de 1807 contaba ya con un ejercito armado y completo con casi 12.000 hombres al mando del general Whiteloke. Éste decidió ocupar primero la Banda Oriental y establecerse allí para su ulterior operación hacia la capital del virreinato; al llegar se encontró con el virrey Sobremonte; quién trató, sin éxito, de oponérsele, por lo que debió retirarse al interior. Al llegar esta noticia a Buenos Aires, la Junta de Guerra, lo destituyó por moción del entonces intendente Álzaga en el cabildo.
Buenos Aires debió hacer frente a una flota compuesta de veinte barcos de guerra y noventa transportes y a un ejercito de desembarco de 12.000 hombres. Hubieron tres meses de preparativos, tiempo en el que se agotaron todos los medios de persuasión pacífica. Finalmente el general inglés ordenó el desembarco el 28 de junio de 1807; las fuerzas de Liniers sufrieron un contraste inicial en los corrales de Miserere. La situación la salvó el intendente don Martín de Álzaga; quien decidió en el cabildo la confección de trincheras en las calles y colocó baterías de forma estratégica, convirtiendo las casas en fortalezas. Se ordenó una iluminación general de toda la ciudad durante la noche, en la mañana del 3 de julio del mismo año, estaban listos para
resistir el ataque; pero el invasor no atacó ese día. A la tarde del 3 llegó Liniers con sus tropas; quien retomó el mando en medio del júbilo popular. Completó con nuevas disposiciones los preparativos iniciados por el Cabildo, distribuyendo las tropas en los puestos de combate.
El 5 atacó el general Whitelocke, obtuviendo prima facie, victorias parciales con la toma de la plaza de toros, el parque de artillería y el convento de las Catalinas, situados en el suburbio. Pero al penetrar en las calles los abandonó la fortuna y fueron atacados por tres flancos distintos diezmando sus tropas. Liniers propuso negociaciones a las que el jefe británico debió ceder, luego de diversas alternativas. El 7 de julio se firmó en convenio de paz en el que los ingleses se comprometían a evacuar Montevideo y todos los puntos que ocupaban en el Río de la Plata; debiendo reembarcarse en el término de diez días y devolver aquella cuidad en dos meses con su artillería y en el estado en que se encontraba en el momento de su rendición.
El prestigio de Santiago de Liniers creció más todavía con esta acción de guerra, según lo atestigua la carta que envió el Cabildo de Buenos Aires a Carlos IV dándole cuenta de los sucesos; por ello recibió del rey de España el título de jefe de escuadra y virrey interino del Río de la Plata.
7. Ernesto Palacio, Historia dela Argentina. Abeledo-Perrot. 1981. Pág 141
IDEALES REVOLUCIONARIOS EN FRANCIA
El siglo XVIII europeo fue el de la Ilustración, la Enciclopedia y el encumbramiento de Inglaterra como gran potencia colonial, comercial y mundial. Este mundo nuevo produjo la caída del viejo. Por ello, el siglo XVIII fue también el del hundimiento del "Antiguo Régimen", de la sociedad estamental, de los gremios, y de una economía basada en la producción agrícola.
En 1789 una revolución puso fin a siglos de monarquía en Francia. El Rey Luis XVI y su esposa, María Antonieta fueron ejecutados con el invento del Dr. Guillotín, la guillotina, una máquina de cortar cabezas que se puso muy de moda en Francia por esos años. La revolución francesa significó el principio del fin del Absolutismo monárquico y el triunfo de los principios de soberanía popular y división de los poderes.
El pueblo de París formó una asamblea que asumió el poder y suprimió todos los privilegios de los nobles, entre ellos el de no pagar impuestos. La Asamblea redactó la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano". Sus tres principios eran "Liberté, Egalité y Fraternité"(libertad, igualdad y fraternidad). La declaración decía en uno de sus párrafos "Los hombres nacen y viven libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales (el hecho de ser ricos o pobres) sólo pueden estar fundadas en la utilidad común." También decía que "la soberanía reside en la nación ". Esto quería decir que el verdadero poder lo tenía ahora el pueblo de la nación y no ya el rey. Este es el principio de soberanía popular según el cual el pueblo le da el poder a los gobernantes y si estos no cumplen o se muestran incapaces, el poder debe volver al pueblo.
Muchos son los que vieron en la revolución el triunfo de las ideas de la burguesía, identificada con las ideas liberales, ideas basadas en la defensa de las libertades individuales; en el derecho de cada hombre a ejercer sus derechos esenciales: la libertad de expresión, de comercio, el derecho a la propiedad y a la seguridad. Por primera vez se proclamó la existencia de los derechos que todo hombre posee como hombre y como ciudadano, a partir de un principio hasta ese momento desconocido: la igualdad ante la ley.
De todas las revoluciones contemporáneas, la francesa fue el único gran movimiento de ideas que produjo un efecto real sobre todo el mundo. Junto con la revolución norteamericana, la revolución francesa impuso el constitucionalismo. Al imponer los principios de soberanía popular y abolir la monarquía Francia quedo enfrentada a toda la Europa monárquica.
Así comenzó una prolongada guerra que se extendería por más de veinte años. Para hacer frente a tan formidable enemigo fueron movilizados los sectores populares urbanos que, con los jacobinos, llegaron a tener presencia en el gobierno revolucionario. En 1794 desaparecido el peligro de una derrota, la alta burguesía, integrada por grandes comerciantes, financistas, banqueros y propietarios de industrias, se hizo cargo del Poder
BLOQUEO CONTINENTAL FRANCES
El bloqueo continental era la lógica consecuencia del deseo de Napoleón de aislar a Inglaterra para vencerla en el terreno económico, dada la práctica imposibilidad de conseguir su derrota por la fuerza de las armas ante un ejército que dominaba esencialmente en el mar. El bloqueo había sido utilizado ya por Francia y por la misma Inglaterra desde los primeros años del conflicto. Sin embargo, el bloqueo que practicaba Inglaterra tenia un sentido distinto al que pretendía aplicar Napoleón. Éste quería cortar absolutamente las importaciones de mercancías británicas para causar su ruina económica. Inglaterra nunca tenía el propósito de reducir por asfixia económica al país bloqueado, sino enriquecerse como país que practicaba el bloqueo. Así, había impuesto con frecuencia un bloqueo naval de los puertos europeos para interferir el comercio de los países del continente con sus colonias de América y beneficiarse con el incremento de sus propias exportaciones. La paz de Tilsit proporcionó a Napoleón el dominio de la Europa central y occidental y eso le llevó directamente al enfrentamiento con Inglaterra. Retomó la política que ya en este mismo sentido habían puesto en marcha la Convención y el Directorio mediante los decretos de Berlín (21 de noviembre de 1806), de Fontainebleau (13 de octubre de 1807) y Milán (23 de noviembre y 17 de diciembre de 1807). En su virtud, se prohibían en el continente todas las mercancías de procedencia inglesa y aquellas otras de procedencia neutral pero que estuviesen sometidas al control británico.
Es conveniente destacar, tres aspectos importantes del bloqueo continental impuesto por Napoleón a Inglaterra. En primer lugar, el bloqueo no era solamente una medida contra las importaciones británicas sino una forma de abrir los mercados continentales a los productos franceses en unos momentos en los que Francia había perdido su mercado colonial. En segundo lugar, el control del bloqueo exigió un amplio despliegue de fuerzas para vigilar unas líneas aduaneras tan extensas, y eso dio pie a abusos y a la modificación arbitraria por parte de Napoleón de algunas fronteras territoriales. Por último, si bien es cierto que el bloqueo continental era un lógico complemento de la ampliación del sistema imperial, también se convirtió en el propulsor de un control militar cada vez más acentuado.
Inglaterra acusó los efectos del bloqueo continental, especialmente en el Báltico, donde su comercio quedó prácticamente interrumpido en el año 1808. Por otra parte, en el Mediterráneo se redujo a la mínima expresión con España y con Italia, pero Gibraltar y la isla de Malta se convirtieron en importantes depósitos de redistribución de mercancías inglesas de contrabando por el sur de Europa. No obstante, de ningún modo llegaba a compensar este comercio de las importantes pérdidas que estaba sufriendo en el Norte. También la economía inglesa se vio afectada por la actitud de los Estados Unidos, que habían tomado medidas de represalia contra una disposición inglesa de 1807 que obligaba a todos los navíos neutrales a tocar en un puerto británico y a pagar fuertes derechos aduaneros. Esas medidas consistían en la prohibición de que los barcos mercantes americanos zarpasen con destino a puertos extranjeros si no era con un permiso especial del propio presidente. Creía el presidente de los Estados Unidos, Jefferson, que restringiendo las exportaciones de productos como el algodón, los cereales o la madera americanos, tanto Francia como Inglaterra se verían obligadas a cambiar su actitud con respecto a los neutrales. Pero más daño causó aún una medida que entró en vigor en 1808, mediante la cual quedaban prohibidas todas las exportaciones inglesas a los Estados Unidos. Sin el mercado europeo y de América del Norte, Gran Bretaña vio disminuidas sus exportaciones en 1808 en un 25 por 100.En cuanto a la Europa continental, el bloqueo planteaba la necesidad de sustituir los productos coloniales, cuyo tráfico quedó interrumpido por el control del océano por parte de Gran Bretaña y, de otro lado, reemplazar las importaciones de productos industriales ingleses. Para solucionar el primero de estos problemas, el gobierno francés trató de estimular la producción de determinados productos agrícolas que pudiesen servir de alternativa a los productos ultramarinos.
El bloqueo continental dispuesto por Napoleón contra Inglaterra no podía hacerse efectivo sin el apoyo de Portugal, aliado de esa potencia. Por el tratado de Fontainbleau, Francia y España decidieron declararle la guerra, ocuparla y dividirla en tres fracciones una de las cuales sería la ambicionada monarquía de Godoy (primer ministro español).
INVASIÓN NAPOLEÓNICA A ESPAÑA
El ejercito francés entró en España para marchar sobre Portugal; ante tal proximidad la Corte portuguesa se embarco y huyó a sus posesiones en Brasil. La política de sometimiento de Godoy a las exigencias francesas, así como la corrupción general de la corte hicieron que se formara una oposición al rey en torno a su hijo Fernando; mientras tanto con el pretexto de la invasión a Portugal seguían entrando en España tropas francesas.
El príncipe heredero inició una intriga ante Napoleón para desalojar a Godoy; mediante el ofrecimiento de casarse con una princesa de la familia imperial, intriga que fue descubierta y frustrada.
Los vejámenes producidos por los franceses de paso por la península y el incumplimiento de las condiciones del tratado colmaron la indignación popular, que al fin se descargó sobre el omnipotente primer ministro, el 18 de marzo de 1808, en el motín de Aranjuez, apoyado por los partidarios de Fernando, Godoy fue encarcelado; provocando la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo quien se convirtió en Fernando VII.
La popularidad circunstancial del nuevo monarca, fundada en una tendencia visiblemente contraria a Francia, no era grata del emperador Napoleón. Carlos IV manifestó al emperador que había sido arrancado, su reinado, por la fuerza. Razón por la cual fueron citados ante éste en Bayona, donde hizo que le delegaran la decisión del pleito; convirtiéndose en árbitro. Dispuso para ambos monarcas sendas residencias en Francia y estableció en el trono a su hermano José Bonaparte nombrándolo rey de España y de las Indias, solucionando así a su manera los conflictos en España y el paso a Portugal; mediante una constitución que hizo pergeñar rápidamente por una junta de notables españoles convocada al efecto.
Esto tuvo como consecuencia una insurrección en Madrid; que en poco tiempo se extendería a toda la nación; no toda España se alzó contra el usurpador. Una facción imbuida de intereses revolucionarios, consideró el cambio como una exigencia de los tiempos plegándose al nuevo régimen.
CRISIS DE LEGITIMIDAD DE LA MONARQUIA ESPAÑOLA
Por otra parte en Buenos Aires, el nombramiento de Liniers como virrey interino fue uno de los últimos decretos firmados por Carlos IV, aliado de Francia y su emperador. Cuando el 13 de mayo asumió el cargo el héroe de la reconquista no sabía que estaba representando a un rey cautivo y que la patria de su nacimiento se hallaba en guerra con su patria adoptiva. La primera complicación a la que tuvo que hacer frente fue a la instalación de la Corte portuguesa en Río de Janeiro; lo que implicaba una inminente defensa de la frontera con Brasil. Las noticias de la llamada farsa de Bayona descartaron ese peligro, si bien convertiría a dicha Corte en un foco de intrigas que mantuvieron a los pobladores de Buenos Aires en permanente inquietud.
"Era natural que la situación de España-de suyo confusa por la división que degeneraría en sangrienta lucha civil-comunicara esa confusión a sus colonias, creando un estado de zozobra jalonado de dudas, sospechas, alarmas y conflictos de todo orden."8
La dificultad de las comunicaciones agravaba la situación. La índole catastrófica de las novedades inclinaba al pesimismo sobre la ciudad, por lo que cobraban actualidad las ideas de la independencia, latentes de tiempo atrás. Habían tenido que defenderse solos contra el invasor inglés, lo que indicaba que estaban solos al futuro porvenir.
La primera noticia que llegó a Buenos Aires de los sucesos españoles fue la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII. Se estaban terminando los preparativos para la jura del nuevo monarca, en la forma indicada por el ceremonial, cuando apareció en Montevideo el marqués Sasseny, enviado por el emperador Napoleón, ante el virrey de Buenos Aires. Traía credenciales que lo acreditaban en su función diplomática y comunicaciones de los acontecimientos de Bayona y exigiendo el reconocimiento de José Bonaparte como soberano de España y de las Indias, el gobernador de la ciudad lo envió custodiado a la capital del virreinato.
8. Ernesto Palacio, Historia de la Argentina. Abeledo-Perrot. 1981 Pág. 145
A fin de no dar sospechas Liniers lo recibió en audiencia pública y acompañado de miembros del Cabildo y los oidores. Después de una discusión se resolvió por gran mayoría el rechazo a la propuesta y la expulsión inmediata del enviado, tomando precauciones para evitar el contacto con los habitantes de la ciudad.
La oposición al virrey Liniers se agravó con la publicación realizada el 15 de agosto, dando cuenta de los acontecimientos ocurridos en la península. El documento se hallaba escrito en tono mesurado y lleno de contemplaciones para el usurpador. Aconsejaba a la población que se mantuviera tranquila a la espera de los acontecimientos como lo habían hecho en 1700. Esta sugerencia del virrey fue una imprudencia, ya que significaba aceptar de antemano la posibilidad de un cambio de dinastía a favor de Bonaparte. Desde entonces y hasta su reemplazo, Liniers no tendría un instante de tranquilidad, no obstante sus esfuerzos por recuperar la confianza perdida. Como primera medida trató de apresurar la ceremonia de la jura de Fernando VII (realizada el 21 de agosto). Juramento de un rey sin corona, que le escribía esquelas adulatorias al amo de Europa mientras su pueblo se desangraba en la lucha por la libertad
A fines de 1808 España parecía perdida. La rebelión iniciada en Asturias se había propagado a toda la península, dirigida por la Junta de Sevilla, Suprema de España e Indias. Pero la suerte de las armas fue primero favorable a los franceses, pudiendo el rey José 1º entrar en Madrid el 20 de julio. Mientras tanto la resistencia se dividía en dos facciones. La de Floridablanca y la de Jovellanos; inclinada una al absolutismo y la otra a las reformas, en el sentido de las antiguas instituciones de Castilla. Luego de la capitulación de Bailén, el José Bonaparte abandonó la ciudad, seguido de su Corte, lo que duró poco; ya que el emperador en persona decidió encabezar una segunda campaña invadiendo la península, entrando a Barcelona y Madrid, lo que no duró mucho. En enero de 1809 se consolidó la alianza de la Junta con Inglaterra, lo que facilitó, a nivel económico, para la obtención y armado de la resistencia. "las tentativas de los franceses para obtener un acomodamiento con las Juntas fueron frustrados por la energía de Jovellanos: no habría cuartel. Las batallas campales y los sitios de ciudades , aunque aparentes, resultaban para los invasores tan costosas como si fueran derrotas."9
En estas costas de América reinaba el desconcierto en cuanto a los acontecimientos que se suscitaban en Europa, sabiendo que debían tomarse grandes decisiones, pero sin ponerse de acuerdo en la acción a realizar.
El rey legítimo, a quien el virrey representaba, se hallaba prisionero e impedido; mientras que un usurpador ocupaba el trono. La autoridad de Liniers se había convertido en una autoridad fantasmal, por la anulación del principio que se provenía y sólo podía mantenerse en la medida en que prevaleciera el espíritu de conservación de los habitantes o su confianza en la persona que la encarnaba. La actuación del virrey aparecía como eminentemente provisoria e insegura, como la de un simple tenedor de un mando que las circunstancias lo obligaban a abandonar.
Esta situación de intrigas no podía ser dejada de lado por la Corte de Portugal; de donde saldría la candidatura de la princesa Carlota para coronarse en el Plata, por su condición de esposa del regente portugués y hermana de Fernando VII, y dada la abolición de la ley Sálica le daba eventuales derechos sobre la corona española. Muchos hombres del plata vieron en esta candidatura la solución y así suplir la falta de autoridad legítima. La princesa Carlota, por falta de continuidad de sus propósitos y de fidelidad de sus compromisos, habría de desengañar pronto a sus patrocinantes de buena fe.
Linires estaba decidido a modificar la composición del Cabildo con la designación de candidatos favorables a su persona. Los partidos del alcalde Martín de Álzaga, movilizaron sus elementos para impedir la maniobra e intentar la deposición del virrey, la situación lo apremiaba ya que, España y Francia estaban en guerra y el virrey que representaba a un rey depuesto, era francés. El pueblo aglutinado en el cabildo aclamaba en contra del virrey; el motín fue disperso por don Cornelio Saavedra, quien enterado de los acontecimientos alineó sus tropas sobre la plaza para sofocar la revuelta.
Desde Europa llegó la noticia que la Junta de Sevilla, trasladada a Cádiz, había designado un reemplazante del virrey Liniers; don Baltasar Hidalgo de Cisneros; ante la nueva confusión con los distintos nombramientos realizados por las distintas Juntas desde España; dieron lugar a que el virrey saliente hiciera jurar a don Cisneros en Montevideo (donde estaba listo para asumir su cargo) y así hacerse cargo del virreinato del Río de la Plata.
9 Ernesto Palacio, Historia de la Argentina, Abeledo-Perrot. 1981. pág. 151
MOVIMIENTOS EMANCIPADORES EN EL ALTO PERU
Mientras tanto en el Alto Perú, estallaron las revoluciones de Chuquisaca y La Paz; la primera había estallado; provocada por conflictos entre el presidente Pizarro y el obispo de Andalucía. Éste había negado el reconocimiento al comisionado de la Junta de Sevilla, quien llevaba pliegos procedentes de Brasil en los que proponía la protección del príncipe regente y la princesa Carlota. Se difundió la versión que tanto el presidente como el obispo querían entregar el gobierno a los portugueses. La indignación pública provocó la renuncia de Pizarro y la Audiencia asumió el gobierno, nombrando comandante de las fuerzas al teniente coronel don Juan Antonio de Arenales. Los funcionarios depuestos escribieron al Virrey de Buenos Aires acusando a los oidores de tendencias independentistas.
En La Paz había un movimiento preparado para estallar en ocasión del levantamiento de Álzaga contra Liniers; pero el fracaso de éste, motivó la postergación. Los sucesores de Chuquisaca les ofrecieron una nueva oportunidad, el Cabildo acaudillado por don Domingo Murillo y don Juan Pedro Indaburu; luego de provocar la renuncia del gobernador y del obispo asumió el gobierno y formó una Junta Tuitiva. El movimiento en La Paz fue aplastado por fuerzas militares enviadas por el virrey del Perú. Para sofocar el levantamiento de Chuquisaca el virrey Cisneros envió fuerzas desde Buenos Aires; al tomar el gobierno, el mariscal Nieto, a todos los que habían aceptado cargos públicos los mandó a calabozos de Lima o los deportó a las fronteras.
SE CUESTIONA LA AUTORIDAD DEL VIRREY
Desde principios de 1810 llegaban noticias de los desastres en España; la autoridad del virrey ha cesado y el poder estaba vigente. En vano trató Cisneros de dilatar las soluciones prometiendo el 18 un manifiesto la convocatoria por los virreyes de América a un congreso para la formación de una Regencia Soberana. Los vecinos apoyados por los jefes militares solicitan al virrey un cabildo abierto; el que aceptó con la esperanza de encontrar apoyo a su favor y consolidar su poder; lo cual no sucedió. Después de una prolongada y ardua votación quedó resuelto que el virrey debía ser depuesto de su mando y que el Cabildo designaría una Junta para sucederlo de acuerdo con los deseos de los vecinos. Esta resolución era lisa y llanamente revolucionaria en el hecho y en las proyecciones, aunque ajustada a derecho. El no reconocimiento del Consejo de Regencia de Cádiz se fundaba en la incompetencia de esa ciudad para arrogarse la representatividad de un rey ausente; no habiendo expresa delegación del poder; teniendo cualquier otro lugar del imperio; la misma facultad de arrogarse el poder.
En Buenos Aires, la anarquía de opiniones y las vacilaciones del grupo que aparecía como renovador y díscolo envalentonaron al virrey y al Cabildo, quienes creyeron que podían intentar impunemente una maniobra que les asegurase la conservación del poder. El virrey había cesado y le correspondía al Cabildo establecer la Junta; nombrando al ex virrey Cisneros como presidente de la misma. Esto provocó indignación, los llamados "patriotas hicieron renunciar a los nombrados junto con Cisneros, debiendo el Cabildo ceder ante las exigencias de los vecinos apoyados por los militares. Estableciendo y proclamando como flamante la Junta Gubernativa presidida por Cornelio Saavedra, con Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Domingo Matéu, Juan Larrea, y Manuel Alberti como vocales; siendo los secretarios Mariano Moreno y Juan José Paso.
Tal como se expuso en la introducción del presente trabajo; fueron variados los antecedentes y causas que influyeron, directa o indirectamente, en los acontecimientos de mayo de 1810 en el Río de la Plata.
A modo de conclusión podemos inferir que en un primer lugar y desde la doctrina escolástica española de los siglos XVI y XVII se comienza a cuestionar la autoridad divina del monarca soberano. Comienza a ponerse en duda quien era el depositario del poder otorgado por Dios; en un primer momento era el monarca quien recibía de Dios ese poder y en consecuencia lo ejercía; con el tiempo, y en un segundo lugar se elaboraron teorías en las que se llega a la conclusión que esa soberanía no era otorgada directamente al rey sino que el depositario de la misma era el pueblo; quien luego la delegaba al monarca. Convirtiendo al poder en una institución puramente humana, vinculando (los escolásticos) a la autoridad política con la creación divina y con la naturaleza social del hombre, subordinándola al derecho y a normas superiores de vigencia necesaria. Junto con la escolástica española de los siglos XVI y XVII van surgiendo, en otros países, teorías que desvinculan al poder político de la creación divina; otorgándole así un carácter absoluto. Surge así el término de soberanía; diferenciando la soberanía como poder supremo del Estado y el poder sometido a las normas y a la conformidad del pueblo.
Todas éstas teorías fueron llegando a nuestras costas a través de la educación que las familias, enriquecidas con el contrabando, pudieron dar a sus hijos en universidades españolas o americanas. Nombramos al contrabando como factor importante en cuanto, la situación de las Indias, como dominio exclusivo del Rey de España; tenía un sistema de comercialización que no convenía a Buenos Aires; en un primer lugar sólo podía comerciarse con la madre patria; en un segundo lugar las mercaderías no llegaban directamente al puerto local sino que procedían desde el Alto Perú; lo que traía aparejado un incremento en los precios de las mercaderías; por lo tanto se comenzó a comerciar irregularmente con los portugueses (aprovechando las fronteras comunes) y con los ingleses que siempre tuvieron interés en éstas tierras.
Todo ello sumado al cambio que quiso establecer José Gabriel Condorkanki; más conocido como Tupac Amarú; en cuanto implicaba no sólo un cambio político; sino una modificación en el esquema social vigente en las colonias españolas en América.
El cambio radical producido por los franceses en 1789 en cuanto a su forma de gobierno, con los lemas de libertad, igualdad y fraternidad; destronando al rey y afirmando que todos los hombres nacen libres e iguales en derecho y pregonando que la soberanía reside en la nación y no en el monarca. La independencia de Estados Unidos; influyó en cuanto defendía los derechos de propiedad y libertad; proclamando un sistema republicano, con división de poderes; todo ello plasmado en una constitución de carácter liberal que terminó de conformar a Norteamérica como un estado independiente del imperio británico.
Por otro lado, y en forma más directa, las invasiones inglesas sirvieron de antecedente en cuanto el virreinato del Río de la Plata, se vio obligado a defenderse sólo ante el invasor ingles; formando unas escasas milicias con el apoyo de la banda oriental. surgiendo así importantes figuras locales en los enfrentamientos que organizaron el gobierno y las milicias locales.
Aún más directamente y como corolario de todo lo arriba expuesto, se suman la ineptitud del monarca de Carlos IV y su hijo Fernando VII, ante el emperador Napoleón Bonaparte; lo que terminó en la ocupación francesa del trono español. De esos acontecimientos, conocidos en la historia como las guerras napoleónicas, surgió el dilema de la representación del virrey en el Río de la Plata, en cuanto acá no se reconoció el poder de la Junta de Cádiz formada en nombre del rey; porque éste no había delegado en ella poder alguno. Lo que trajo como ultima consecuencia el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, en el cual se discutieron las medidas a tomar al respecto del gobierno local, sumado al anhelo de in dependencia se destituyó al virrey (ya falto de poder) y se creó un gobierno en el que se le dio lugar a la representación popular a falta de un gobierno legítimo.
- Jofré, Oscar A. "Antecedentes de la Revolución de Mayo" Serie Divulgación. 2002
- Zorraquín Becú, Ricardo. "Estudios de Historia del Derecho". Abeledo-Perrot. 1992
- Zorraquín Becú, Ricardo "Historia del Derecho Argentino. Tomo II". Abeledo-Perrot.1992
- Palacio, Ernesto. "Historia de la Argentina". Abeledo-Perrot. 1981
- Ortega, Ezequiel Oscar. "El Complot Colonial" Ed. Ayacucho 1947
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- Levene, Ricardo "Ensayo histórico sobre la revolución de mayo y Mariano Moreno" FDyCs.S. 1949
Esteban Barchi