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Historia Medieval de los Reinos Hispánicos (página 5)

Enviado por Carlos Barros


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El civil. Es el pan de cada día entre los nobles, patriciado urbano y obispos. Hay un patrimonio que conservar, que obliga a pasar por el notario o a establecer un contrato privado. Normalmente, son acordaros por las familias mediante un acto civil, que se podía romper en cualquier momento. Hay que decir que no existía el divorcio -ni siquiera como palabra -, pero si se practicaba, tanto de hecho como civiles. Primero se establecía un documento para ambas familias, con cláusulas sobre la dote y las arras. Era firmado por ambas partes, la firma de los esponsales. Luego venía el acto del desposorio, es decir, la entrega de la novia al novio, lo que nosotros entendemos como la boda civil, seguida, generalmente, de una fiesta de gran importancia. La mujer noble era menos libre que la campesina, ya que, aquí, el marido podía repudiarla en cualquier momento y tener oficialmente concubinas. Se han encontrado documentos de compromiso del hombre con una concubina. En casos de adulterio, solo era considerado delito para la mujer. Comentar también que, en el caso de estos matrimonios, el control de la natalidad no existía, mientras que si existía en el mundo campesino, con abortos o sistemas anticonceptivos.

El sacramental. Nace en siglo XIII. En los siglos XIV y XV regula los matrimonios en el ámbito de la alta nobleza y el patriciado urbano, no así entre el alto clero, que seguía siendo civil. Se trata de un matrimonio indisoluble y bendecido por la Iglesia, donde las ataduras entre ambos cónyuges alcanzan un grado máximo. En las "Partidas" hay unos títulos de cómo debía de ser el matrimonio sacramental. De este modo, hay que rebajar la afirmación de que no se aplica, por lo menos en el ámbito de la nobleza.

Vamos a ver, sucintamente, la situación de la mujer en distintos ámbitos.

Al tiempo que la situación, en el XIII, de la mujer en el seno nobiliario se endurece, las mujeres campesinas experimentan un proceso contrario. Aparecen pruebas evidentes de la igualdad judicial entre hombres y mujeres. Un ejemplo es la investigación de Reyna Pastor para los foros de Galicia. Está confirmado que igual que los hombres, las mujeres podían recibir foros, heredarlos y venderlos, es decir, ellas también tenían esos privilegios. Es una influencia del derecho romano, que está en alza después de Alfonso X. Esto no es así. En realidad, ni las "Partidas", ni los fueros confirman esos derechos. Es como consecuencia del peso que las mujeres tenían en las economías campesinas, y también porque es una supervivencia de los contratos agrarios bilaterales de tipo romano, que los señores firmaban con los campesinos libres. Juegan un papel muy importante en la economía de las granjas campesinas, con labores como el cuidado de los animales, la huerta, asegurarse de que haya agua y leña, el cuidado de la viña, tejer hilo, elaborar el pan y colaborar en los trabajos del campo. Esto sirve para el autoconsumo, así como pagar las rentas. En algunos casos, llevaban el peso de toda la actividad, como, por ejemplo, las viudas, o cuando se quedaban solas por motivos distintos, como las guerras. Incluso, cuando más adelante se feudaliza la sociedad y vuelve la servidumbre altomedieval, a la mujer le toca la peor parte.

La mujer no estará sola. El carácter comunitario de la vida de aldea generará una fuerte sociabilidad y solidaridad entre ellas, que supone un cordón sanitario frente al dominio masculino. Los espacios de interacción eran, fundamentalmente, las fuentes, los molinos, las iglesias y las fiestas. Era muy importante la transmisión de los saberes femeninos, como los anticonceptivos, el alargar la lactancia, las cuestiones de tipo sexual etcétera. Recordemos que se casaban sobre los 16 años, lo que también implicaba una boca menos que alimentar. También se transmiten saberes culinarios y curativos.

Mujeres artesanas. A partir del auge de las ciudades, encontramos un notariado que nos ofrece una información más social-económica. La mujer no tiene derecho a ser vecina, aunque sirvan para transmitir la ciudadanía a hijos e hombres. En documentos, la mujer puede actuar por delegación del hombre, sobre todo ante la falta de estos. No pueden participar del concejo, ni tampoco de ningún cargo que implique poder político. De iure no se hace ninguna concesión, otra cosa es como se realizase de facto. Tampoco podían ser testigos en juicios, salvo si se trataba de conflictos entre mujeres. Encontramos contradicciones entre la legislación y la práctica. Así, vemos que pueden disponer de sus bienes, legando bienes y participando en su compra-venta. También las encontramos formando parte de los gremios, incluso como maestras, pero de iure no podían. En todos los casos, se da la circunstancia de que entran, en ese mundo artesanal, a través de su padre o marido. Cuando son nombradas para esos cargos, lo hacen en delegación de esos varones y en espera a que su hijo mayor se haga cargo. Esto también se produce para el oficio de marino -mercante. El único trabajo puramente femenino y regulado era la prostitución y las mancebías. En muchos casos eran propiedad del rey o del obispo, del señor noble. Respecto a otros oficios de mayoría femenina, se han podido estudiar para la Baja Edad Media, concretamente para la ciudad de Córdoba. De una manera más o menos generalizada, esto es extrapolable. Los oficios mayoritarios eran los de hortelanas, alfayates, olleras, panaderas, fruteras, carniceras, pescaderas, zapateras, las que hacían textiles, las mesoneras, en el servicio doméstico, en los hospitales o incluso en los cobros de impuestos. Hay dos oficios puramente femeninos como las nodrizas y parteras, depositarias de un saber popular del que se beneficiaba la propia nobleza. Por tanto, en la práctica si había gremios femeninos, y de facto si jugaban un papel importante en la vida social, aunque no es así en la vida política. Con todo, si que participaron también en las revueltas sociales. Por ejemplo, en la revuelta de Compostela en 1116 narrada en la Historia Compostelana, aparece la reina Urraca apedreada por una mujer vieja.

Las mujeres nobles. Podemos conocerlas mejor, gracias a la mayor abundancia de documentación. También nos beneficiamos que el derecho escrito tiene una mayor aplicación. Los valores del modelo caballerescos son valores masculinos, un tanto machista, aunque en cualquier modelo, los caballeros, protegen a los débiles; niños, ancianos y mujeres. En cualquier caso, la mujer está también sometida al hombre. Los matrimonios eran acordados de ante mano, de manera que las mujeres tenían dos opciones, bien casarse con quien quisiera su familia, bien irse a un convento. Si se casaba con un plebeyo, esta perdía la condición noble, por lo menos por la ley. Los matrimonios son siempre civiles hasta que, en la Plena Edad Media, empiezan a ser sustituidos por los matrimonios sacramentales e indefinidos temporalmente.

La afectividad está más que ausente. En contraste encontramos el amor cortés, que se recoge, en el caso gallego, en las cantigas de influencia provenzal. Es una especie de divertimento feudal. La llegada de los trovadores implica una pequeña victoria, ya que en sus cantos y chanzas, la mujer figura como si fuese la auténtica señora, aunque solía ocultar ciertas intenciones por parte del trovador. A veces eran sexuales, ya que no siempre era amor platónico. Hay cierta inversión y cierta victoria femenina. De pronto, se da una imagen de subordinación. Con los trovadores aparecen, las señoras, siendo el señor feudal, y ellos el vasallo. En cualquier caso, en las cantigas, es vista como el sexo débil y pasivo. El modelo es la Virgen María, sufridora, y no tanto Eva o Magdalena

Hay que decir que los peores años eran aquellos donde tenían un hijo tras otro, siendo la mortalidad bastante frecuente. Para los linajes, un símbolo de poder conllevaba tener muchos hijos. Cuando dejan de estar en el período fértil, llegan a ser muy longevas. En general, la mujer vivía recluida en el castillo, en parte para evitar relaciones extramatrimoniales, que estaban legalizadas para los hombres. Los bastardos mencionados en las fuentes son casi siempre del señor. La sucesión era para los hijos legítimos. Cuando no había descendencia legítima, es cierto que heredaban el hijo bastardo, pero son del hombre, no de la señora. El adulterio estaba penado para esta parte de la población, pero especialmente para las nobles.

Las relaciones cotidianas se establecían con criadas y mujeres de su propio linaje, ya que, aquí, la familia extensa se mantiene. Era el medio social por donde se movía, además de su cordón sanitario. Salía del castillo, aunque allí recibía al clérigo de la capilla o al mayordomo, y poco más. Siempre estaba la duda del adulterio. La mujer participaba notablemente de todo el ocio caballeresco, como fiestas y torneos, donde lucían sus mejores galas. A veces, gracias a la investigación, encontramos a la mujer al frente de la administración feudal, algo que suele originarse por la falta del varón, pero que, en ocasiones, se hacen permanente, tanto por guerra, como por su marcha a las cortes. Se puede hacer permanente al controlar, el hombre, las relaciones políticas, y las mujeres las relaciones sociales y económicas. También está la educación de los hijos. Un ejemplo es el manual de educar a los hijos o " Liber manual " de Duoda, una noble catalana de la zona ultrapirenaica, del siglo IX. Sobre todo, es una educación religiosa, del bien y del mal, aunque de poco le sirvió, ya que, sus hijos, fueron decapitados en la lucha contra los francos, junto con su padre.

La responsabilidad de educar a los hijos es de la señora. Se produce una distinción entre los hijos y las hijas. Las hijas aprenden a leer y a realizar cuentas para ser buenas esposas, o leer y religión para entrar en los conventos. En el caso de lo hijos, eran instruidos en el arte de la caballería, guerra, caza, torneos. Es un grado de incultura mayor, el que se da en los hijos nobles. Es decir, el poder de la mujer es más de auctoritas que de potestas, autoridad que en un momento dado por delegación, por desaparición o muerte, hasta que el hijo adquiera la edad para ejercer el poder. Una excepción sería que muriese el cabeza de familia, sin hijos, y que la mujer herede, aunque debe casarse con un hombre de su condición para que se le reconozca esa condición. Un ejemplo es doña Urraca, que tuvo que casarse con Alfonso I (el Batallador) de Aragón para poder ser reina, al igual que la reina Isabel la Católica

Las mujeres religiosas. Decíamos que la única vía de emancipación para las mujeres era la entrada en el convento. En principio, el discurso del cristianismo propone una concepción igualitaria, tanto en los discursos de Jesús como en su relación con ellas. La Iglesia se jerarquiza y se burocratiza, es decir, se aparta a la mujer. La historiografía feminista viene a decir que, este cristianismo, volvió a la concepción del judaísmo patriarcal. Hay que tener en cuenta las herejías, caso de cátaros o priscilianistas, donde la mujer participaba. En la elaboración de la doctrina cristiana, la mujer estuvo ausente. Eran unos cánones eclesiásticos hechos por y para los hombres.

En la Alta Edad Media existen los monasterios familiares, donde surgen los monasterios dúplices que, en la Plena Edad Media, se separan con el benedictismo. Entrar en el convento significaba cumplir decisiones familiares o, en la medida de su poder de decisión, para escapar de un matrimonio indeseado y sus daños colaterales, como eran los partos. En la Baja Edad Media, con el auge urbano, encontramos que las mujeres llegan más lejos en los monasterios benedictinos característicos de la Alta Edad Media.

En el caso de las franciscanas, es cierto que dependían del prior de la orden, obispo o papa, pero podían organizarse. Santa Clara fue una de sus principales seguidora de Francisco de Asís, que le permitió establecer su propia orden franciscana femenina; las clarisas. Por otro lado, las beguinas eran mujeres laicas que formaron una orden muy independiente, aunque tenían que rendir pleitesía al poder eclesial regular. También había ortodoxas y heréticas. En general, fue una orden bastante condenada por parte del papado. Las mujeres vivían libres fuera de la ortodoxia y del sistema patriarcal. Ambas tuvieron implantación en Cataluña, pero las clarisas se expandieron por todos los reinos peninsulares.

La mayor intelectual de las monjas medievales en los reinos peninsulares, en su conciencia de género, fue la clarisa Teresa de Cartagena, en el siglo XV. Nos legó "La querella de las mujeres," un género literario sobre la superioridad o inferioridad de las mujeres. Al principio, sobre participaban hombres defendiendo ambas posturas, pero después se unieron las mujeres, sobre todo en Francia. Si se quiere, es una concepción de una literatura feminista de origen medieval, que suponía un contrapunto a la literatura misógina que reinaba. Podemos traer a colación la pregunta que recordaba Marc Bloch en "Introducción a la Historia." Le preguntó su hijo que; "¿Para qué sirve la Historia?" Pues, la Historia que nosotros hacemos sirve para vivir mejor.

TEMA 13.

Cultura e historiografía hispano-cristiana

Cuando nos referimos al término cultura, hay que decir que entendemos por ella ambos conceptos, es decir, la definición tradicional como cultura escrita, intelectual, de élite, pero también, la antropología y la filología, nos enseñó una cultura oral y popular. La cultura en la España medieval es plural, – de carácter etno – religioso – y cambiante, tanto en el tiempo como en sus diferentes manifestaciones geográficas. La cultura medieval es alternativamente tolerante entre las tres culturas (musulmana, cristiana y judía), pero también se práctica desde los reinos cristianos la cultura de Cruzada. Se establecen unas relaciones dialécticas. Cultura pacífica y violenta por los reinos de la llamada Reconquista.

La cultura oral y popular es la mayoritaria en la sociedad medieval peninsular, a pesar que son escasas las fuentes que nos han quedado para trabajar sobre ella. Quienes más han trabajado este tema, han sido los filólogos como Menéndez Pidal y Gómez Moreno. Hay que dejar claro que, en época medieval, existe una interrelación continua entre lo oral y lo escrito. La oralidad está presente en la cultura tradicional, escrita, y, a su vez, está presente la cultura savant, trufada de oralidad. Desde el punto de vista comunicativo predomina la oralidad. También hay que tener en cuenta la influencia que generó la adopción de las lenguas romances por parte de las élites. Desde que comparten una misma lengua, comparten, en gran medida, una misma cultura. Hasta el Estado Moderno no habrá diferencia entre lo popular y lo culto, teniendo un gran protagonismo la Inquisición, la cual, entre sus múltiples tareas, estaba la de perseguir la cultura popular.

Admitimos que la cultura sabia expresa e incide directamente en la sociedad, pero tenemos menor conciencia que, si acaso, la cultura popular incide más en la sociedad por ser ellos mismos el grueso de la sociedad. Pasa, la cultura popular, desapercibida ante la falta de estudios, caso de la historia oral, de mentalidades, de cultura popular etcétera. Para poder estudiarla, debemos recurrir a los restos que, de esa oralidad, quedaron en las fuentes escritas, como, por ejemplo, las incorporaciones de documentos de tipo oral en los documentos escritos. Esos restos de oralidad aparecen, incluso, entre la cultura escrita más adelantada de finales de la Edad Media, como las novelas y las crónicas.

Tenemos el ejemplo de los juglares, que antecedieron a los trovadores. Estos iban de mercado en mercado, y se manifestaban en ámbitos populares. También todo tipo de poesía, incluso la culta, al estar escrita para ser cantada, o los juegos de escarnio o diálogos bufos/regueifas que fueron prohibidos en los concilios de los siglos XIII, XIV y XV. La mayor fuente para conocer esta cultura son las cantigas gallego/portuguesas y también, en cierta medida, en Cantar del Mío

Cid.

En lo tocante a la cultura escrita es la mayoritaria en los ámbitos del poder. Son, estas fuentes, las que llegan a nuestro tiempo, aunque minoritarias con respecto al conjunto de la sociedad. Se posee una tendencia a seguir acríticamente las fuentes, aunque son producto y prolongación de las esferas de poder. Se produce, por parte de la Iglesia, un monopolio evidente hasta el XIII de esta cultura escrita, aunque si no fuese por esta, no habría tal cultura. Se cambia, cuando se pasa del latín a las lenguas romances, y se produce, con el paso de la P.E.M. a la B.E.M., una cultura plural y diversa. Encontramos, en la cultura escrita, una dicotomía entre cultura de cruzada y cultura pacífica, consecuencia del modo en que se implanta el feudalismo en la Península.

La cultura de cruzada la encontramos, para Castilla y Aragón, en las crónicas, mediante la ética el arte de las fortalezas. La cultura pacífica, está vinculada a los tres órdenes y al feudalismo como orden, producto del consenso, que en un primer momento se introdujo por el Camino de Santiago. Esto, se refleja en la convivencia pacífica entre cristianos, musulmanes y judíos, que ha sido estudiado por el profesor Carlos Barros para el ámbito del monasterio de Celanova, en los siglos X y XI. Luego, para el XII y XIII, encontramos el ejemplo de la denominada Escuela de Traductores de Toledo. También, para el caso de Aragón, en la zona de Mallorca, Ramón Llull, catalán, en "El libro del gentil y los tres sabios" hace la síntesis y promueve ese tipo de diálogo entre las culturas, a la manera de la dialéctica escolástica.

En la Alta Edad Media la característica peculiar de la cultura es que era en latín, además de llevarse a cabo en monasterios con bibliotecas, que eran el puente con el mundo antiguo, como, por ejemplo, con San Isidoro de Sevilla y sus "Etimologías", o autores como Virgilio. Para esta etapa, destaca San Toribio de Liébana en Asturias, en el VIII, como el beato de

Liébana y sus "Comentarios al Apocalipsis". También San Pedro de Montes en León, y, en Castilla, Silos y Cardeñas. Este saber, es un saber inmóvil, sin creatividad, ya que copiaban y repetían.

A partir del XII hay un saber móvil, con textos más originales y en lenguas romances. Los intelectuales no solo son religiosos, también hay laicos y seglares, además de diversificarse la temática. Se desarrollan las glosas, caso de las "Glosas emilianenses". No solo es la copia de manuscrito, sino que se junta con la opinión del autor.

La poesía lírica tiene sus orígenes en la lírica provenzal, que llega a través del Camino de Santiago. Las cantigas gallegoportuguesas se desarrollan en los siglos XII-XIV. Son de tres tipos; amor, amigo y de escarnio y maldizer. Esta última de fuerte impregnación popular, oral. Las dos primeras, se encuentran más allegados al mundo trovadoresco. También están las Cantigas de Santa María escritas en la corte del rey Alfonso X el Sabio, y además musicalizadas. La lírica, en castellano, se desenvuelve entre el XIII y XIV. Es lo que se ha denominado como el mester de clerecía. Se trata de alta cultura, representada por Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita.

Otro ejemplo se encuentra en la poesía épica, en Castilla, con el Cantar del Mío Cid, que desarrolla su vida en torno al siglo XI. Son tradiciones orales que serán pasadas a la escritura, para cual se necesitará alrededor de un siglo. Tenía como precedente la "Historia Ruderici" de 1188, aunque se corresponde más con una crónica. Son, ambas, transcripciones de la tradición oral. "El Cantar de Roldán", cantada por los normandos en Hastings (1066) e incluido en el ciclo carolingio, y, la "Materia de Bretaña," llegan a la Península a través del Camino de Santiago, son otros ejemplos

La poesía satírica y burlesca tiene amplias raíces populares. Se desenvuelven en castellano en los XIV y XV, mucho más tarde que las de escarnio e maldizer Nos encontramos, en ambos casos, con una crítica a los tres órdenes de la sociedad que, para el caso de la poesía satírica, tiene que ver con toda la cultura popular crítica y señorial. Los precursores son el Arcipreste de Hita y López de Ayala. La máxima expresión de este tipo es la poesía cantada, bien por ser de origen popular, bien por qué se escribe y después de transmite oralmente. Son, realizadas, sobre todo durante el XV, con las compilaciones de coplas particularmente irreverentes; "Ay panadera" , " Coplas de Mingo Rebulgo" , y las " Coplas Provincial" . Muestran un trasfondo de conflictividad

La educación en este momento está muy influenciada por la escolástica, tanto por la filosofía como por la pedagogía, estando sustentada por el Trivium y el Cuadrivium. Se produce en la fase de madurez del feudalismo. Es una educación elitista, dada en latín. Hasta el XI, las escuelas son monásticas, transmitiendo saberes bíblicos y de los Padres de la Iglesia. Además, educan a otros clérigos u otros jóvenes monjes. El paradigma puede ser San Millán de la Cogolla. En el XII se forman las escuelas catedralicias o escuelas urbanas, caso de la escuela de la catedral de Santiago de Compostela, donde se enseñaban el Trivium; gramática, retórica y dialéctica, y el Cuadrivium; aritmética, geometría, música y astronomía. También hay escuelas municipales, sobre todo en Aragón, centradas en la gramática y la aritmética, con sus cuatro reglas. Esto era una revolución, ya que la sociedad no sabía contar.

En el siglo XIII la gran novedad la constituyen las universidades, que suponen un avance con respecto a la secularización de la cultura, y que se ampliará en los siglos XIV y XV. La primera universidad es la de Salamanca, en 1255, cuando empieza a funcionar de verdad. El latín sigue siendo, para el ámbito educativo, la lengua franca/internacional de uso. Se organizaba, al estilo de la universidad de Bolonia, la más antigua, casi como si fuese un gremio, aunque también como una comunidad/ universitas. Estaba pensada, sobre todo para hijos de nobles e hidalgos y, también, de élites urbanos. Buena parte de los estudiantes eran clérigos pero no quedaban reflejados en la estadística, siendo, también, los profesores pertenecientes al clero o al cabildo, en su mayoría. Estas comunidades de maestros y estudiantes se gobernaban de forma cuasi democrática, y tenían bastante autonomía con respecto a sus patronos, fundamentalmente la Iglesia – aprobaba su fundación – y la monarquía, que la promovía por el desarrollo urbano. En la Corona de Aragón, los concejos también realizan una función de mecenazgo, aunque en la Baja Edad Media, se produce un declive de las universidades, que tiene como principal apogeo el siglo XIII.

Con respecto a la escolástica/dialéctica, se trata de un método de generar y enseñar conocimientos heredados de la cultura antigua a través de Aristóteles, y desarrollado, en esta época, por Santo Tomás de Aquino, figura más destacada del método y de la filosofía pleno medieval. Por una parte, es una técnica de conversación, de aprender mediante el debate. Desde el punto de vista del conocimiento se basa en la trilogía de; tesis, antítesis y síntesis. Además, lleva a realzar las contradicciones en el campo de la cultura, de pensamiento y de la sociedad. El hombre medieval estaba muy preparado para entender la contradicción en donde vivía; la contradicción entre lo real y lo imaginario. Esto llega hasta nosotros a través de Hegel y la dialéctica del mundo de las ideas, así como a través de Marx con la dialéctica del mundo de la sociedad. Estas contradicciones presentan un dinamismo en las Universidades y en la sociedad, con ese Renacimiento pleno medieval y el saber móvil. La escolástica siempre es libre, pero dentro de los cánones medievales. El hombre era libre, actuaba en función de la razón – de Santo Tomás -, siempre y cuando no traspasase los designios divinos. Todo era remitido a Dios

La Baja Edad Media se entiende como un momento de secularización de la sociedad y de la cultura. Esto es, avanza la cultura laica, mientras que, los clérigos, secularizan sus intervenciones. La pérdida del monopolio de la cultura por parte de la Iglesia no nos debe de engañar, ya que los clérigos seguían siendo los intelectuales más preparados. Todos los que practicaban ese pre-humanismo de los siglos XIII, XIV, XV eran clérigos. En estos años, entran en contacto los intentos por recuperar el modelo caballeresco con el modelo humanista. Hay que ter en cuenta que, el intelectual que hoy conocemos es producto del Siglo de las Luces, no de esta época

Con esto, se produce una dialéctica entre una cultura más conservadora y otra más renovadora. La primera está vinculada a la nobleza trastamarista, que había perdido poder durante la P.E.M. en favor de las ciudades y monarquía y que querían recuperar. Se da un intento de recuperar el modelo caballeresco por parte de la nobleza para recuperar el poder, junto, también, a la violencia. En estos años entran en contacto los intentos por recuperar el modelo caballeresco con el humanismo. En la B.E.M. no hay caballero, ya que el sistema de los tres órdenes entra en crisis. Cuando más se difunde, con sus novelas, es cuando menos incidencia tiene. Es una nostalgia con respecto a ese mundo. En la alta nobleza se dan figuras de señores cortesanos que, al mismo tiempo que cultivan la milicia (función militar), cultivan la política y las letras. Ponemos dos ejemplos, caso de Juan Manuel y Pedro López de Ayala, con sus libros, crónicas, novelas, tratados…

La cultura escrita, savant, se da también a través de la competencia por parte de las ciudades y de la monarquía. Entra en colisión y continua interacción la nobleza trastamarista con los autores pre -humanistas. Es un contexto de conflicto, revueltas y refeudalización, segundo el lugar. Algunos modelos, en esta época, se establecen como caballeros malhechores. El humanismo se movía contra esa refeudalización cultural, aunque no sería un humanismo completo. Si hablamos estrictamente de humanismo italiano, para el caso de la Península, esto se situaría con Antonio de Nebrija en 1492 y su "Gramática castellana"

Respecto a la historiografía y, en concreto, a las crónicas, hay que decir que se trata de una manifestación de la cultura escrita. Reflejan la conciencia histórica de una nobleza, incluyendo también a la monarquía. Esta nobleza situaba su acción en la Historia, siendo el Reino el sujeto político. Además, estos textos, generan este tipo de conciencia. Es un círculo vicioso. La orientación ideológica se basa en el goticismo y el providencialismo, es decir, encuadrarse en la Historia sagrada, la cual se inicia con el Génesis y termina con el Juicio Final. Se traduce en una santificación de los objetivos goticistas y, por lo tanto, santifica ese proyecto político de unidad y de expulsión musulmana. Convencer a los grupos dirigentes, pero sobre todo estos los beneficios de la guerra. Las clases populares podrían interesarse más o menos, según el momento. La crónica es una fuente histórica e historiográfica. Solían, las crónicas, acabar en el presente vivido por el autor. De forma mitológica se retrotraían pasando por diferentes Historias, pero la acaban transformando en Historia inmediata de aquel momento y de los pasados. Está muy presente el determinismo. La monarquía es partícipe en dicha difusión, tanto para su reinado como para los reinados anteriores. Se muestra la figura del historiador "profesional," a la manera medieval, muchas veces pagados por la monarquía o desempeñando otras funciones, como el historiador de los Reyes Católicos, que también era Secretario. Es una Historia parcial cronística

Las crónicas goticistas son, a partir de la P. E. M., castellanistas, que consideraban que el condado y después Corona de Castilla estaba llamada por la Historia y Dios para restaurar la unidad de la Hispania visigoda. Aparece, en el XIII, el término España referido a esa voluntad de hacer conjunta la historia de las dos Coronas.

También hay un tipo de historiográfica biográfica, que en realidad son crónicas de un señorío y un tiempo. Por ejemplo, los hechos y la vida de Diego Gelmírez en la "Historia Compostelana" del XII, – en latín – constituye uno de los ejemplos de mayor valor. Ya en el XV, con las lenguas romances, tenemos ejemplos de obras sobre la vida de nobles. De forma didáctica se exageran sus virtudes caballerescas, como la biografía de Álvaro de Luna o "Generaciones y Semblanzas," de Pérez de Guzmán

Volvemos a la tripartición que hicimos sobre las principales crónicas. En la A.E.M. son las crónicas asturianas: la Albeldense, la de Alfonso III (Rotense, Ovetense o Sebastianense y Profetense). Para el siglo XIII y mediados de XIV, está la "General Historia" de Alfonso X, seguida por Alfonso XI, que se retrotrae hasta el Génesis, la historia romana e, incluso, con elementos de la historia del Islam. Lo más importante es el titular su ciclo cronístico, además del concepto de Historia de España. Es una obra laica humanista y didáctica. Entre 1369 -1516 Crónicas de los reyes Trastámara, realizadas por Pedro de Ayala, con mucha evidencia oral, cubriendo de Pedro I a Juan I.

Ya en el siglo XV, Enrique del Castillo, cronista de Enrique IV, presume de qué trataba de escribir, en sus crónicas, lo que vieron sus ojos. Una visión del historiador como testigo, pero también buscando la interacción del historiador con su objeto. Esto contrasta con el objetivismo del positivismo, que el historiador tiene que desaparecer, ser un simple notario, mito de la imparcialidad.

Ponemos dos ejemplos de conceptos de Historia. Hernando del Pulgar; "La Historia es luz de la verdad, testigo del tiempo, maestra y ejemplo de la vida, mostradora de la Antigüedad." Pérez de Ayala; "Es el libre juego de la libre libertad individua" (con todas las limitaciones).

CULTURA ARTÍSTICA

Nos queda hablar, ahora, de cultura arquitectónica, en la cual destacan los castillos. Es el arte en piedra. Destacan, sobre todo por su función militar. Son los no-religiosos, simples fortaleza o murallas, con una evolución artística somera, ya que se consideran como estructuras sólidas, para resistir. Los religiosos también, pero funcionan como una especie de Iglesia -fortaleza, sobre todo las episcopales, aunque también sirve esto para las pequeñas y rurales. Por supuesto se encuentran, en ellas, las funciones religiosas y estéticas, relacionándose entre sí. Es una manifestación del poder ostentado para impresionar al creyente, al igual que con los castillos

Aquí destaca el arte mudéjar, que está especialmente presente en la Corona de Aragón, ya que, en esta zona, se quedaron más mudéjares, al ser menos violenta la Reconquista. Es un arte que emplea el ladrillo, la cerámica para decorar fachadas y torres, así como campanarios tipo torre alminar y una profusa decoración, que se mantiene en la techumbre. También se reproduce este estilo en Castilla.

Debemos empezar hablando de Asturias, donde se dan varios hechos significativos. Es el foco inicial de la resistencia contra los musulmanes, la redacción de las crónica por una corte mozárabe de Alfonso III, el pacto hispano godos y mundo indígena, y en Liébana, donde tiene lugar el Beato de Liébana, en el siglo VIII, con "Comentario al Apocalipsis". El arte asturiano es un arte prerrománico, que bebe de la Antigüedad y del arte visigodo. Quedan ejemplos, caso del palacio de Ramiro I, Santa María do Naranço o San Martín de Lillo, como iglesia. El palacio de Naranço es una mezcla de tradición tardorromana, visigoda, elementos mozárabes e, incluso, se puede hablar de un pre- románico de repoblación para San Miguel de Celanova, que se funda en el X, aunque antes existía una iglesia pre- románica, de influencia mozárabe.

Del prerrománico asturiano pasamos al románico, que se relaciona con el Camino de Santiago. La primera catedral románica (iglesias fortalezas) se construye en 1034/35, la catedral de Palencia, a iniciativa de Sancho III El Mayor, rey de Navarra. Cuarenta años después, se inicia la catedral de Compostela, tras la existencia de una iglesia pre-románico. Siendo el románico una influencia artística de origen francés, que viene a través del Camino de Santiago, no debe de extrañar que llegue antes a Navarra que al Reino de Galicia.

El arte románico, con su máxima expresión en el Pórtico da Gloria, trata de influenciar, en hacer ver, a través de la catedral, el poder temporal y religioso de la Iglesia. Se muestra una imagen de jerarquía, que impacta en las mentalidades, sobre el poder de Dios representado por la Iglesia. Aparece, en el pórtico, el Juicio Final, como destino de la humanidad. Tiene también una doble función; eclesial y militar, al servir, en ocasiones, como fortalezas. La religión escogida es apocalíptica, veterotestamentaria. Se trata de infundir el temor al más allá, que, si no fuese por la intersección de la Iglesia, sería un más allá infernal.

Estas obras románicas se financiaron con los medios que la Iglesia obtenía como parte del entramado feudal, es decir, de rentas que pagaban sus vasallos y, también, por servicios prestados. En Cataluña encontramos el románico lombardo, alrededor del año 1000, al ser una influencia del norte de Italia. A partir del XII encontramos las dos grandes órdenes benedictinas; Cluny y Císter, que ejercerán una labor de promoción de este arte.

En contraste, el gótico será promovido por las órdenes mendicantes en la fase final de la Plena Edad Media y en la Baja Edad Media. Es un estilo menos austero y fortificado. Se beneficia de la mayor paz que hay en la Península, a raíz del cercamiento de Al-Ándalus en el extremo sur peninsular. También es de origen francés, concretamente de la Île-de-France. Le Goff hablaba de que, el gótico, era el arte de la luz como manifestación de Dios. La mayor diferencia, desde el punto de vista estilístico y funcional, es que, en esa concepción artística, la luz entra a raudales. Como ejemplo visual, se encuentran las grandes vidrieras o los rosetones.

Las primeras catedrales góticas son Burgos, León y Toledo, en los siglos XIII y XIV. También incide el gótico en la escultura, como por ejemplo los grandes sepulcros de caballeros, donde la idea de fama juega un papel fundamental y, por supuesto, su forma monumental. Son copiados por obispos y arzobispos. En el XIII es la etapa del gótico clásico, mientras que, en el XIV y XV, es el llamado gótico tardío flamígero, donde se ve la influencia de flamenca. Un ejemplo es la catedral de Sevilla. Donde se desarrolla el gótico civil es en la Corona de Aragón, como consecuencia del papel que la burguesía catalana jugaba aquí. Nos referimos a palacios, ayuntamientos o lonjas comerciales.

Hay que hablar de un problema relacionado con los sujetos históricos, que deben ser estudiados desde el punto de vista de las mentalidades, además del punto de vista externo. El arte no se entiende sin el contexto mental de la época, pero no hay demasiados esfuerzos. Una excepción es el historiador del arte, Erwin Panofsky (1892-1968), que escribió un libro llamado ""Arquitectura gótica y pensamiento escolástico"". En él, trataba de relacionar filosofía y arte.

TEMA 14.

La crisis del feudalismo en los reinos hispánicos

El impacto de la crisis feudal dependerá de las condiciones de producción. Estas son distintas en la España tan diversa que tenemos, desde el punto de vista de las nacionalidades y regiones, aunque, por supuesto, hay rasgos comunes. En el sur peninsular, el feudalismo se implantó de forma más tardía y reciente, mediante los repartimientos. Las clases sociales, tanto en los grupos de poder como en los subalternos, cuando llega el feudalismo, están relativamente bien colocados, desde el punto de vista económico-social para resistir. Mucho más cuando se desarrolla un comercio de características señoriales, vinculado a la producción de vino, lana y aceite. Soportan muy bien la crisis del feudalismo, sino que, incluso, se fortalecen, en contraposición con la economía tradicional de señores y vasallos. En el norte, será mucho más duro

El argumento lineal, aunque hay muchas interacciones para explicar la crisis del feudalismo, así como sus causas y consecuencias, es el siguiente; primero hay una crisis demográfica, es decir, una falta de brazos para el campo. Le sigue una crisis agraria, con una regresión del excedente, con las que se pagaban las rentas y se mantenía una economía campesina de subsistencia. Esto acabará produciendo una crisis señorial, al caer sus rentas, con sus consecuentes guerras y revueltas. Tenemos, para la Baja Edad Media toda una serie de revueltas y acontecimientos bélicos, donde señores y vasallos aparecen enfrentados. La guerra será algo habitual, sobre todo tras la peste. En ese estado de guerra, el Estado árbitro, representado en las esperanzas de Alfonso X como un estado en que la cosa pública estuviese por encima del sistema, se diluye. Incluso se diluye en vida del propio monarca, aun existiendo el "Ordenamiento de Alcalá" en el 1348, realizado por Alfonso XI.

En la ½ del XIV tenemos, antes de la peste, una serie de síntomas que nos hablan de estancamiento y recesión de la economía agraria y del comercio, especialmente en el norte. En esta zona se vivía más del propio sistema feudal. Hay que precisar, por tanto, que, cuando llega la peste, ya había una cierta crisis económica, ya que, en XIV, el Camino de Santiago es un pálido reflejo de lo que era en la Plena Edad Media. Hay un pre – crisis que afecta también a Europa.

En el siglo XIV se produce un empeoramiento del clima, que trae como consecuencia años de malas cosechas, como, por ejemplo, en los años 1301, 1303, 1333/34, 1343/47 para la Corona de Castilla. Consecuencia directa de las malas cosechas son las hambrunas, carestías alimentarias etcétera. Además, las malas cosechas tienen una particularidad en Castilla – se da más en el sur – que agrava la crisis, y, es que, desde 1270 retroceden las roturaciones, al ser menos rentables para los señores. En ese momento se estaba promoviendo un sistema extensivo, basado en la producción de lana, vino y aceite, en detrimento de los cereales. Influyó en la subida de los precios. La malnutrición dejó vulnerable a la población a las infecciones. En estos momentos se empiezan a detectar los primeros despoblados. Ya no queda el recurso a la Reconquista como vía de oportunidades para señores, campesinos y ciudadanos urbanos. Julio Valdeón dejó escrito, al igual que, en el resto de Europa, la peste negra supuso el "aldabonazo final." Fue una caída vertical de la población, una catástrofe demográfica que hizo mella en los cuerpos débiles de la mayor parte de la población.

La Peste Negra, de origen asiático, se transmitía a través de los ratones. En nuestro caso, el contagio procedió de los barcos de Italia, y, por eso, se encuentra, primero, el Mediterráneo. En febrero de 1348 la peste está en Mallorca, en mayo ocupa Valencia y, en octubre de ese mismo año, llega a Galicia. La enfermedad, la muerte, no hizo distinciones en cuanto a sus víctimas. Por ejemplo, el rey Alfonso XI muere por la peste y, en Barcelona, cuatro de cada cinco consellers de la Generalitat también mueren. Se habla de una pérdida de la población de entre el 25%-60%, según los lugares. Se producen continuos rebrotes entre 1361 y 1495, aunque los más fuertes se producen cada 5-10 años, si bien, en el siglo XV serán menos graves, porque se toman dos medidas que alivian la influencia de la peste; una mayor higiene en las ciudades y una búsqueda de aislamiento. Todavía no sabían cómo llegaba la peste a sus cuerpos, pero, empíricamente, se habían dado de cuenta que, donde había más higiene, había menos peste. Lo mismo pasaba con el aislamiento, con la cuarentena y cerramiento de las murallas de la ciudad.

La peor parte de la peste se la llevó Cataluña. Emilio Mitre dice que se cebó en Cataluña con especial crueldad, debido a que, la peste, se valió de la mayor vida urbana catalana para propagarse con mayor rapidez, aprovechándose, a la vez, de las lamentables condiciones de las ciudades de la época. Barcelona bajará casi en la mitad de su población, aunque hay porcentajes, como en el caso Vic, de hasta el 68%.

Sus efectos hacen irreversible la crisis del feudalismo, y, cuando este empieza a recuperarse, ya en el XV, no solo no se recupera el consenso feudal, sino que por el contrario, ese consenso todavía se destruye más. Todavía veremos, en el XV, un número elevado y continuo de guerras, conflictos y revueltas. Por tanto, las consecuencias fueron a largo plazo y tuvieron, en esos conflictos, su manifestación más clara. En las guerras y revueltas vemos su causa y su consecuencia, al impedir la recuperación definitiva. Esto se acompañara de la quiebra del sistema de los tres órdenes. Se producen divisiones en el sistema feudal entre caballeros y prelados, y, también, dentro de la propia nobleza laica, con un hiper-individualismo nobiliar. También quiebra la fidelidad y unión de señores y vasallos. De una mentalidad tripartita se pasa a otra bipartita.

Lo único que podría restablecer el consenso general era un rey justiciero, que se situara por encima de las diferencias internas dentro de la clase jurídica y de la lucha de clases, experiencia que no fue posible. Donde se mejor se expresa, además de en los documentos, es en la literatura. Ahora, el propio rey, era objeto de una crítica severa por parte de la poesía satírica y las coplas populares. La crisis, pues, llevó hasta el final todas las contradicciones internas del sistema feudal e impidió su reconstrucción,

Hay una cierta recuperación de la economía, tanto agraria como comercial, en el siglo XV. Fue desigual según las coronas y las nacionalidades, y muy fragmentada en la unificación. En la Corona de Castilla se da el crecimiento de la economía agraria y comercial en el XV; por el contrario, en Aragón, se agrava la crisis agraria y comercial, especialmente en Cataluña, que arrastra a todo Aragón. Con todo, Barcelona es sustituida por Valencia como motor económico, aunque no compensa la regresión económica, demográfica social de Cataluña (y Barcelona). A finales del XV, dentro de un siglo de recuperación europeo, Castilla tiene más territorio y una economía más potente que Aragón. Castilla constituye la hegemonía política en la P.I. Fue más allá de la desigualdad de género en la unificación de Isabel y Fernando, que era parte más débil del matrimonio en términos de política, ya que, el matrimonio, quedaba bajo la economía de Castilla. Se observa más la desigualdad política y económica. Castilla, en los siglos XII y XIII, posee un mayor territorio peninsular, pero se enfrentaba con la dimensión económica de Aragón. En los siglos XIV XV, también se invierte la situación en lo económico. Entre 1300 y 1480, la Corona de Castilla recupera los 4 millones de habitantes, que tenía anteriormente. Por el contrario, la población de Cataluña baja de 550.000 a 260.000 habitantes.

En Castilla, hay una redistribución distinta de la población tras su recuperación a partir el impacto de la peste. La ciudad tiene mayor peso. Con todo, el campo mejora desde el punto de vista de sus rendimientos. En el XV encontramos que, las nuevas roturaciones, son más rentables. Se produce un cambio en el eje comercial, beneficioso para los andaluces; es un eje horizontal frente al vertical. Aquí, Sevilla multiplica por dos su población en la Baja Edad Media, acercándose a su época califal. En el resto de la Corona de Castilla también hubo, como consecuencia de la apertura de mercados a través del mar, un auge de las ciudades costeras, tanto en la parte andaluza como gallego-cantábrica. Pero la basculación población rural-urbana tuvo, como ejemplo, fundamentalmente a Sevilla. Así, el siglo XV, para Castilla, es un siglo de reconstrucción agraria, donde el motor principal entre los siglos XIV y XV es la ganadería organizada por la Mesta, y controlada por los grandes señores.

En el XV se recupera la economía y algo el sistema feudal, aunque se debe matizar. Las guerras y las revueltas se intensifican, junto con la señorialización, ya que, con el aumento de la producción, conduce a que todos quieran más. La recuperación económica, en Castilla, favorece la desigualdad, incluso entre los propios señores, señores y vasallos y en las ciudades, entre las oligarquías y la mayoría de la población. Es una mejora económica, pero también en la desigualdad y la conflictividad, tanto horizontal como vertical.

El feudalismo no depende, directamente, de la economía, sino de las relaciones políticassociales, mediatizadas por las mentalidades colectivas. La señorialización alcanza su punto álgido. Este proceso se inicia con una nueva nobleza surgida tras la victoria de Enrique de Trastámara sobre su hermano, Pedro el Cruel (1366-69). Es una nobleza, la trastamarista, mucho más agresiva, que busca recuperar el poder perdido a lo largo de la Plena Edad Media. Mientras el sistema fue floreciente, no lo notaron, pero cuando entra en crisis, echan de menos, por ejemplo, que los campesinos se hubiesen liberado de la servidumbre, que las ciudades funcionen autónomamente, buscando el patrocinio real, y que la monarquía buscase su autonomía, apoyado por todo un cuerpo doctrinal Esta nobleza presume del modelo caballeresco, aunque presumen en contradicción con su existencia política-social. Hay dos medidas para recuperar el poder perdido.

La primera son las mercedes enriqueñas, en la primera mitad del XIV, Enrique II, Juan I y Enrique III crean nuevos linajes a partir de casas de segunda línea. Son aquellos nobles fieles a su dinastía, que van desplazando a los viejos linajes. Así, el propio rey privilegia a miembros de su familia, que ocupan un lugar importante en la vida política de la época. La segunda medida es la elevada participación política de la nobleza en el poder. Por ejemplo, en la Farsa de Ávila de 1465, un grupo de nobles deponen una estatua del rey legítimo, Enrique IV, y proclaman rey al infante Alfonso, medio hermano del rey). Es una rebelión de la nobleza con el fin de controlar a un rey.

Más allá de compensar la caída de rentas del siglo XIV, esta nobleza, cambia el tipo de feudalismo que venía funcionando desde la P.E.M. de una forma "equilibrada."Generan otro modo de producción feudal más violenta, no en consenso, tanto entre ellos como entre ellos y los vasallos, sino en la imposición. Es, por tanto, una nobleza nostálgica de los tiempos de la Reconquista, en el sentido en que, este momento, estaba casi finalizada y prácticamente parada. De esta forma, vuelcan la violencia contra sus vasallos. La violencia se vuelve contra los reinos. Pretenden limitar el poder del rey y poner la monarquía al servicio de la nobleza.

Los objetivos de la nobleza se podrían resumir en cuatro apartados. Limitar y, por lo tanto, desplazar el poder de otros linajes con el apoyo del rey. Limitar el poder del rey y la Iglesia en sus jurisdicciones. Incrementar la presión sobre los vasallos, en cuanto a impuestos y recuperación de otros, caso del derecho al maltrato y el de pernada. El control de las ciudades.

En este sentido, hay lugares de control directo de los concejos por parte de la nobleza. También el control del comercio, como, por ejemplo, el comercio de la Mesta.

Donde se fue más allá, en esta señorialización, fue en Galicia y Cataluña, con el proceso que denominamos refeudalización.

Cataluña es el lugar donde este proceso de refeudalización, de segunda servidumbre, se dio antes. Por su esquinamiento, en la Cataluña la Vieja, en el XIII, se recupera la remensa y los malos usos, como el derecho de pernada, y que no fueron abolidos hasta 1486.

En Galicia, este papel fue desempeñado por la nobleza trastamarista. Se sistematizan males y agravios, y una serie de delitos que responden, tanto a un interés económico como un interés de poder. Se incrementan los tributos feudales tradicionales, las llamadas nuevas imposiciones. Esto se da en toda la Península, pero no en el grado de crueldad y generalización de aquí. Se produce por la vía de usurpación o de encomienda, donde la nobleza laica empieza a ocupar monasterios y catedrales. Esta sustitución cambiaba el mando en estos señoríos eclesiásticos, imponiéndose nuevos tributos bajo la amenaza de violencia, o, simplemente, se recurre al robo y la extorsión. En Galicia, hay un incremento evidente de delitos cometidos por los señores y sus secuaces. Se desarrolla, entre la población gallega, una percepción muy crítica con respecto al papel de los señores y el aumento de la criminalidad en Galicia. Cuentan con el apoyo de la Iglesia, interesada por ser víctima, y, de la monarquía, muy perjudicada por esa violencia. Se desarrolla una mentalidad anti señorial y justiciera que eclosiona en 1467 en la revuelta Irmandiña, de manera que, a lo largo del XV, crece la impresión de que, en realidad, los caballeros eran los malhechores del reino, traducido a toda la clase social, no al caballero de forma individual. Los delitos y malos usos son parte muy considerable de las rentas de los señores. En este sentido, un sistema coactivo eficaz era el sistema de fortalezas

Por último, están las guerras feudales, las luchas entre señores por tierras y vasallos, que se incrementan durante la crisis. Es un período de anarquía nobiliar. Cuatro son las formas de las guerras de la Baja Edad Media, que se pueden dar de forma simultánea:

La lucha entre grandes casas, un todos contra todos. En Galicia se dan antes y después de la revuelta Irmandiña. También se dan en Castilla y Aragón. La lucha de bandos, como unos enfrentamientos entre clanes nobiliarios. Es algo hegemónico en el País Vasco. La lucha entre los señores laicos y eclesiásticos. Para Galicia fueron frecuentes, con la particularidad de la hegemonía de la Iglesia en Galicia. Para desalojarla utilizan la fuerza bruta. Hay diferencias notables entre estos señores, salvando al arzobispo de Santiago. En general, la nobleza laica tenía el monopolio de las armas y experiencia. Las guerras políticas, como la lucha por el control del poder público de la monarquía. En ocasiones parece una lucha entre los nobles y el rey, pero, en realidad, siempre lleva a las guerras civiles por la Corona, que, en ciertas ocasiones, tenían impactos internacionales.

Desde finales del XIII, las guerras entran como causa y consecuencia de las crisis. Hasta la ½ mita del XIV, los mayores conflictos militares sucedieron por minorías de edad o cuestiones sucesorias, que siguieron a los reinados de Alfonso X, Fernando IV y de Alfonso XI. En la segunda mitad del XIV hay tres guerras importantes, enlazadas con la Guerra de los Cien Años (1337 – 1453).

Guerra Trastámara (1366-1369); Enrique II de Trastámara derrota a Pedro I el Cruel. Lo mata en el fratricidio de Montiel (1369)

Guerra de los dos Pedros (1356-69); el enfrentamiento entre Pedro I el Cruel y Pedro IV de Aragón.

Guerra entre Castilla y Portugal (1383-85); los castellanos intentan absorber el reino de Portugal, pero son derrotados por los portugueses en Aljubarrota.

En el siglo XV seguimos con este tipo de guerras:

Guerra civil entre el rey Enrique IV, apoyado por las ciudades y la Galicia Irmandiña, y su medio hermano Alfonso, aupado por parte de la nobleza en su lucha por controlar la Corona (146569).

Guerra entre Juan II de Aragón y el patriciado catalán, que duró diez años (1462-1472). Refleja las tensiones internas del campo y del mundo urbano en Cataluña. Juan II, apoyado por artesanos y mercaderes de Barcelona y otras ciudades, así como por buena parte de los campesinos de remensa. Por el otro lado la Generalitat, el patriciado urbano…

Guerra de sucesión castellana (1475-79), entre Isabel y Juana la Beltraneja – hija de Enrique IV y sobrina de la primera -, casada con Alfonso V de Portugal. Isabel, apoyada por Aragón, vence a la facción favorable a Juana.

Si sumamos todos estos conflictos, concluimos que, la Península, está asolada por la guerra en los siglos XIV y XV. Se traduce en efectos terribles para la economía, sociedad cultura y la población. Las guerras continuas agravan las crisis, con la devastación de la economía agraria, el utillaje agrícola, la destrucción de viñedos etcétera. La costumbre de las razias, en la guerra entre señores, elimina a los vasallos, así como producen obstáculos para la economía comercial e industrial, ya que se necesitaban las vías de comunicación. La nobleza y las fortalezas son vistas como parásitos.

TEMA 15.

Conflictos, revueltas y modernidad en el XV

Hay que distinguir entre conflictos verticales y horizontales. Los primeros son manifestaciones de las contradicciones de clase, y expresan mejor el devenir histórico, tanto para el campesinado como para lo urbano. Aquí no trataremos conflictos entre señores ni entre las clases populares – conflictos horizontales -, sino aquellos entre vasallos y señores – conflictos verticales -.

También es menester diferenciar entre revuelta y conflicto. Entendemos revuelta como un conflicto, donde la violencia juega un papel central. Normalmente, la revuelta es armada. Ambos conflictos sociales, los cuales accedemos a través de la documentación judicial, pueden ser más o menos duraderos. Las revueltas pueden pasar del motín a una que se configure y sea duradera en el tiempo. En los conflictos pasa de igual forma. Por ejemplo, el conflicto en el obispado de Tui a causa de las luctuosas duros años. También diferenciamos los movimientos sociales instantáneos u otros de carácter más duradero. La revuelta es más significativa que los conflictos, de cara a ver los cambios históricos.

La historiografía de los años 70 ha sido pionera en el tema de la historiografía de los conflictos, pero con algunos límites. Por ejemplo, si la clave es estudiar los conflictos para entender la evolución de la sociedad, es importante contextualizarlos. Además, hay que ver como esa sociedad y esa economía influye en los conflictos, y viceversa, con la evolución social, política y económica. Si en su origen, pero, poco o nada en los efectos de esos conflictos y revueltas tenían sobre la evolución histórica. Esta noción es por la influencia del estructuralismo en la historiografía económico social de los 60 y 70. Es un estructuralismo de origen lingüístico y, sobre todo, por su influencia sobre la historia de origen antropológica que, en general, se caracteriza en minusvalorar o incluso negar el papel del sujeto humano, social y mental en la Historia.

También tiene relación con la mentalidad colectiva, muy unida a la historiografía de conflicto, ya que nos acerca a las motivaciones de los protagonistas. Por ejemplo, para el caso de las revueltas y las motivaciones de los participantes. Dato fundamental para comprenderlo desde una posición de presente y de élite académica. Lo que hace cambiar la Historia es esta conflictividad que algunos minusvaloran, tanto extensiva como intensiva.

También, hay que distinguir conflictos locales de los que abarcan el reino o la nacionalidad. En ese sentido, las coronas de Castilla y Aragón no son marcos de conflictos generales. Estamos en un período, el tardo medieval, en el cual, el marco de los conflictos, es local, rural, urbano, de nacionalidad o reino.

Es importante estudiar la conciencia y la mentalidad de clase. La conciencia es la parte racional, más intelectual de la mentalidad, siendo esta más importante en la Edad Media, ya que incluye los aspectos sentimentales, imaginarios, del inconsciente, así como la propia práctica en sí, fuente y expresión de esa mentalidad. Los estudios son casi inéditos. En este sentido, el sistema de los tres órdenes tiene un origen de clase, quedando para el estudio la mentalidad entre los subalternos y los grupos dirigentes, sin abandonar, aquí, la conciencia de los diferentes estamentos o gremios que articulan de manera legal este sistema

En la Península, las revueltas se generalizan a raíz de la crisis del siglo XIV, pero se multiplican a partir de finales del XIII. Cuando hablamos de conflictos y revueltas estamos hablando, sobre todo del XIV y el XV. En la Península, las mayores revueltas tienen lugar en el XV, y no en el XIV, como ocurre en el resto de Europa.

En general, para las coronas de Castilla y Aragón, tenemos un número elevado de conflictos de tipo local y puntual que para nada hay que subestimar, pero que no tuvieron el alcance de los conflictos de Galicia y Cataluña. Se dan en aquellos reinos donde las estructuras sociales son más profundos y definen una nacionalidad, caso de Galicia, Cataluña y País Vasco. Son sociedades más homogéneas, y, además, sujetas a una refeudalización. El motivo de que no fuesen a más es que, la clase señorial, se benefició de los efectos de la Reconquista, lo que tuvo un efecto amortiguador sobre las tensiones sociales provocadas por la crisis. La rápida recuperación castellana, tras la crisis, fue otro factor a tener en cuenta. De hecho, la grandes revueltas en Castilla y Aragón tienen lugar en el XVI, destacando, respectivamente, las Comunidades y las Germanías (1520/23), que tuvieron como enemigo principal a la monarquía de Carlos I. Son reprimidas por tropas reales, no por tropas señoriales. Vamos a dar ejemplos locales para Castilla y Aragón. Estas son todas de la segunda mitad del XV, importante para entender la transición de la Edad Media a la Moderna.

Vascongadas: se les concede a las tres provincias Hermandades para mantener el orden público. De fondo hay una unidad nacionalitaria. Navarra sigue una trayectoria diferente hasta el 1512, fecha en la cual es absorbida por Castilla. Las Hermandades sirven para mantener el orden, de una duración larga. Tienen como adversario principal a los grandes señores vascos. Tienen la bandera de la paz y de la justicia, Respondiendo a una alianza entre las villas, los hidalgos y el rey Enrique IV de Castilla.

Esta es una revuelta victoriosa. Se logra el destierro de los parientes mayores a la frontera de Granada, desarticulando los bandos nobiliarios y los ejércitos, además de derribar algunos castillos. Las Juntas de Hermandad provinciales que se crean, y sus ordenamientos, los fueros, consiguen desplazar a los parientes mayores del poder. A diferencia de lo acontecido con Galicia, van a sobrevivir al paso a la Edad Moderna. En todo caso, no llegó en ningún momento a unificarse la lucha de los hermandinos vascos, ni se transformó tampoco en un movimiento general. Fue un conflicto a nivel provincial

Castilla: conflicto de Fuenteovejuna, en 1476, recordado gracias a Lope de Vega y el lema de "Fuenteovejuna, todos a una". Cerca de Córdoba, se produce una revuelta que conocemos a través de fuentes indirectas, como las crónicas. Sabemos que se asesina al señor en un motín, como parte de las consecuencias del proceso de re-señorialización, que, en este caso, supone pasar a las manos de la Orden de Calatrava, y, en concreto, de su comendador Fernán Gómez, que es el asesinado al grito de ""¡Vivan los Reyes!"". Es un sentimiento de agravio, que desemboca en una mentalidad justiciera con ese grito. Apoyo en la monarquía en una eficaz pinza contra los señores más belicosos. Entre los diferentes agravios que se le imputaban, estaba el derecho de pernada, que había perdido su razón de ser ritual vinculado a los inicios del feudalismo. Con todo, el motivo principal era la negativa a ser vasallos de la Orden de Calatrava. La ciudad de Córdoba les dio su apoyo por interés propio. La revuelta resultó victoriosa abriéndose un doble proceso judicial; uno por el asesinato del comendador, y otro para determinar si tenía derecho la Orden al dominio de la dicha villa. Con el proceso judicial, llevado de forma lenta es una victoria, ya que no se produce una represión. Al final la villa pasa a formar parte del alfoz de Córdoba.

Hay obras de referencias publicadas en su momento, sobre todo en los años 70 e, incluso, los años 80 en la colección de Movimientos Sociales de la editorial Siglo XXI. Destacan; Julio Valdeón con " Conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV ", Reyna Pastor con

"Resistencias y Conflictos (corona de Castilla XI, XI, y XIII)", Carlos Barros con "Mentalidad justiciera de los Irmandiños", o Esteban Sarasa con "Conflictos Sociales en la Corona de Aragón; Siglo XIII al XV"

CORONA DE ARAGÓN

Conflicto de la Busca (astilla, algo pequeño) de la Biga[4]tuvo lugar entre 1450-53, en la ciudad de Barcelona. Fue la respuesta del patriciado urbano a la movilización social que se organizaba dentro del "sindicato" de los Tres Estamentos. El patriciado, aliado normalmente con la nobleza (Biga), poseía tierras y vasallos fuera de la ciudad, imitando además los modos de vida de la nobleza. Aquí, el rey, aparece apoyando a los menestrales -artesanos-, mercaderes (Busca), que pretendían entrar en el concejo de Barcelona. Entre 1453-62 triunfan y llegan a gobernar Barcelona. Ese año de 1462, se acaba el gobierno de los humildes y se inicia la guerra civil que durará diez años entre el rey Juan II y la nobleza y patriciado. En ese conflicto, naturalmente, los artesanos estarán con el rey contra la Biga y sus aliados nobles. Con el monarca Juan II también se alinearon los campesinos de remença. El éxito fue para las fuerzas reales. El triunfo de la monarquía moderna, con Fernando el Católico – antes de ser Católico -, lo es también de las reivindicaciones del pueblo menudo de la urbe catalana.

Revuelta Forana (1450-53): forans viene de foro. Fue un movimiento estrictamente campesino en la isla de Mallorca y, en menor medida, en Menorca. El gran enemigo era el patriciado urbano y el rey, lo que separa esta revuelta del resto de las que estamos estudiando. Producen simpatías en la gente menor de la ciudad. La causa del conflicto se debía a los impuestos, una cuestión que enfrentaba a la parte forana de la isla con la ciudad de Palma. También tenían el problema de acceder a la propiedad y volver a ser campesinos libres. Los forans intentaron tomar la ciudad en 1450 y en 1451, siendo, en ambos casos, derrotados por tropas reales enviadas por Alfonso V desde Nápoles. Ahí se ve la contradicción de la revuelta de Mallorca con respecto a las demás. Tampoco consiguieron mantener su unidad interna. Es un elemento común, donde la unidad no es tal, con unos campesinos acomodados y otros pobres. Tampoco consiguieron el apoyo de los artesanos de Palma. Si bien, algunos intentaron abrirles las puertas a los campesinos en 1451, pero fueron ejecutados. Tiempo, después, los propios artesanos de la ciudad de Palma sí que participarían de las Germanías.

El conflicto de los remença y la revuelta Irmandiña son las dos revueltas más importantes del siglo XV, y también con el tránsito a la Moderna. Son revueltas diferentes a las del XIV, caso de la Jacquerie, en 1358, o el levantamiento ingles de 1381. Son más duraderas, mejor organizadas y más exitosas. La historiografía europea no les da la misma importancia que a las primeras. Comparten tres rasgos, estas revueltas tardomedievales:

Tienen lugar en reinos que tienen nacionalidades históricas, constituyéndose en la Edad Media. Son insurrecciones armadas, generales y duraderas, en base a alianzas en un contexto político favorable a causa de un sistema de vacío de poder, derivadas de las guerras civiles que asolaban, tanto Castilla como Aragón en sus momentos. Poseen un final victorioso, en ese contexto de tránsito del XV al XVI. Se quiere dejar atrás el feudalismo descompuesto, en el final de la Edad Media.

EL CONFLICTO DE LOS REMENÇA

La obra de referencia es la de Jaume Vicens Vives ""Historia de los remença en el siglo XV"". Es una obra no superada hasta el día de hoy. Es un autor de los Annales, de perfil clásico, cronológico, y con mucho análisis político.

La remença hace referencia al pago que, los campesinos, sometidos a la servidumbre de la gleba debían pagar para abandonar las tierras de su señor. Está acostumbrada de los malos usos, y, en esa falta de libertad, afecta a, por ejemplo; si el hijo se quería casar, dependía del señor. Para el caso del derecho de pernada, según la "Sentencia de Guadalupe," se ejercía de forma simbólica, aunque, en la práctica, con el derecho consuetudinario dependería del señor local. Pernada significa colocar la pierna sobre el lecho conyugal, cuando se casaba unos vasallos, o que el hombre pasaba el cuerpo por encima de la vasalla, que se encontraba boca arriba en el lecho, resultando un gesto de poderío.

Desde el XIII tienen el apoyo de la Generalitat, la nobleza, la monarquía, aunque con vacilaciones en el apoyo, y, sobre todo de la Iglesia con su jerarquía. La crisis del siglo XIV con su secuela re-feudalizadora reavivó el problema de la remença en Cataluña. Vicens Vives nos dice que era una cuarta parte de la población rural. Aparece una noción de no avanzar si no se arreglaba el problema de los remença. Tienen lugar dos insurrecciones, en 1462 y en 1484.

La primera de ellas – 1462 – estuvo liderada por un pequeño noble, Verntallat, en el contexto de la guerra civil entre Juan II y el patriciado urbano, aunque se inicia algo antes que ésta. Formaron parte de las huestes de Juan II, junto con algunos señores y la Busca, frente a la nobleza y el patriciado urbano de Barcelona. Aunque Juan II apoya a la remença, la guerra civil recibe todas las atenciones. Hay una especie en paréntesis, ya que, hasta 1472, no se vuelve a la cuestión, pero Juan II no les presta demasiada ayuda para no importunar a los señores de su bando, intentando ganarse a los dirigentes con mercedes, sobre todo a Verntallat y a su lugarteniente Pere Joan Sala, con resultados diversos. El primero sí, pero el segundo no aceptará, y continuará en contacto para ser el líder de la segunda insurrección remença.

En 1484 tiene lugar, reinando ya Fernando II de Aragón, la segunda insurrección, de carácter mucho más radical, y que busca la liberalización total con respecto a los señores. El rey Fernando adopta una doble estrategia. En el 28 marzo de 1485 Sala es vencido, represiva. El año siguiente, el 21 de abril, Fernando firma la "Sentencia de Guadalupe", en la que se decreta la abolición de los malos usos de los remença, una vía beneficiosa. Se impone el principio de la autoridad real. Para el resto de campesinos, continuaban las relaciones de vasallaje habituales, en un proceso de revisión en toda la Península y Europa. Por la "Sentencia de Guadalupe" se permite el acceso de los campesinos a la propiedad, a través de un contrato de larguísima duración o perpetuo -los foros-, y a cambio de un pago. Ferrán Soldevila dijo que esta posibilidad de acceso permitiría a Cataluña atravesar más de cuatro siglos sin convulsiones de carácter social.

LA REVUELTA IRMANDIÑA (1467-69)

Es, para el profesor Carlos Barros, una revuelta social paradigmática, de cara a entender el tránsito a la modernidad en la P.I., como para el conjunto de Europa. La sociedad se libera de la vieja clase feudal, y, en el caso de Galicia, surge desde abajo, pasando a la modernidad en el 1467, con la destrucción de las fortalezas. Se da por sus propios medios, un mínimo de violencia social, espontánea pero consciente, y un fuerte protagonismo social. Los Reyes Católicos llegan en los años 80 y consolidan su poder sobre los señores. El trabajo duro ya estaba hecho. Aquí, tenía como problema para el poder la nobleza levantisca, derrotada por los Irmandiños, pero que intentaban de nuevo restaurar el orden social existente antes de la revuelta. A los restantes nobles les conceden el exilio dorado

La fuente directa es el "Preito Tabera- Fonseca", 204 declaraciones verbales de protagonistas y descendientes. Es la propia voz.

El origen de la revuelta está en el aumento de la presión por parte de los señores sobre sus vasallos. Aquí, los malos usos significan recurrir al secuestro, al robo, a la violencia pura y dura. En 1465, las ciudades de Galicia piden Hermandades al rey Enrique IV, que, a comienzos de 1467, concede la extensión de la Hermandad de Castilla y León, con el fin de mantener el orden público. Guardar esa orden, para ellos, era destruir las fortalezas y expulsar a los señores – malhechores. Esta tardanza se puede deber al miedo, transmitido por la alta nobleza, a que esas Hermandades fuesen movimientos de revuelta. Aquí, las alianzas entre campesinos, burgueses y nobles se dieron en el marco de la Hermandad. También participó la Iglesia, sobre todo, cabildos catedralicios, clérigos y el capitular, así como la baja y media nobleza y agraviados, caso de Alonso de Lanzós. El rey Enrique IV también apoyó este movimiento. Ruy Vázquez, clérigo irmandiño escribe en la "Crónica de Santa María de Iria" que "los señores quedaron desnudos como vinieron al mundo, sin tierras y sin vasallos"

En dos meses, entre que viene un corregidor de Enrique IV a Compostela a la Iglesia de Santa Susana y la destrucción de fortalezas, viene a confirmar la teoría de la nobleza, sobre todo del Conde de Lemos. También, Pardo de Cela le dijo al Conde de Lemos que "ynchiese los carballos con sus vasallos," aunque el Conde de Lemos habría de vivir de esos carballos. La existencia de las Hermandades daría lugar a un movimiento señorial. Fue una especie de comunidad de agraviados por parte de los señores de las fortalezas

Los Irmandiños detentaron el poder durante dos años, desde la primavera de 1467 a la primavera de 1469, en nombre del Rey, mediante la Junta General del Reino de Galicia. Vivieron dos años sin señores. En 1469, tres ejércitos señoriales penetran en Galicia al mando de Pedro Madruga (Portugal), del arzobispo de Santiago (Salamanca), y del Conde de Lemos (León), derrotando a los Irmandiños. Las ciudades aguantaron, por lo menos, dos o tres años el intento de recuperación por parte de los señores, llegándose a negociaciones. Hubo, por tanto, un intento de restauración, con, incluso la ejecución, mediante la horca, de varios alcaldes de la Hermandad en la tierra de los Andrade. Acuña y Chinchilla llegaron enviados por los Reyes Católicos para imponen la autoridad real, activando, de paso, a los irmandiños mediante milicias, para luchar con la nobleza levantisca. A través de la Audiencia de Galicia se inicia un proceso de regresión de las rentas jurisdiccionales.

todos los grupos que integraron la Revuelta Irmandiña acabaron por triunfar. Los campesinos se libran de lo más duro de la presión señorial, y acceden a la pequeña propiedad a través de los foros. La burguesía consigue el apoyo directo del Rey, a quien compensan con su apoyo durante la Guerra de las Comunidades. La Iglesia sustituye a la nobleza laica, una vez que esta es descabezada, primero por los Irmandiños y después por los Reyes Católicos. Al mismo tiempo la Iglesia gallega se ve cada vez más dependiente a la castellana, por lo que va dejando sus tierras en manos de la hidalguía, que será la clase dirigente a partir del XVI.

En conclusión, el tránsito a la Modernidad no es algo superestructural, sino que afecta al conjunto de la sociedad, además de ser un cambio en el modo de producción. El concepto de modernidad se aplica al Antiguo Régimen.

El Estado recupera, ahora, el control sobre el ejército, la hacienda y la administración de la justicia, imponiéndose a la nobleza, y con el apoyo de las clases populares y la burguesía. La nobleza pasa a ser una nobleza de servicio. Pesan más las rentas públicas que las jurisdiccionales. Otro cambio estructural importante es el papel que, el comercio y las ciudades, van a jugar en la Modernidad.

En el ámbito de las mentalidades, digamos que el primer motor importante es la nueva mentalidad sobre la justicia, la seguridad y la paz, algo que consiguen los Reyes Católicos, desde arriba. Los Irmandiños lo intentaron desde abajo. Se produce en el ámbito de la cultura y las mentalidades una convergencia entre el humanismo social y el humanismo letrado, así como el imperio de la ley, que pasa a ser un elemento indispensable con las "Partidas". Pasamos de la sociedad trifuncional a la sociedad estamental, bajo la soberanía de una monarquía católica que tenía, ya, el monopolio de la violencia.

Pero el acceso a la Modernidad tuvo un precio. En el ámbito religioso, homogenización forzada en torno al cristianismo (expulsión judíos en 1492 y de los moriscos en 1609, obligados antes con los RR.CC. a convertirse). Nace la Inquisición que margina la cultura popular.

Otro precio a pagar fueron las nacionalidades históricas surgidas en la Baja Edad Media, en Castilla éstas son desprovistas de sus instituciones propias; mientras que en Aragón fueron conservadas. Con el matrimonio entre Fernando e Isabel se impuso el centralismo castellano al pactismo aragonés. En el ámbito de las lenguas, no hubo un decreto que los prohibiese, sino simplemente un proceso administrativo de la imposición cotidiana. Ese proceso se da de una manera más clara en el siglo XVIII. Los caminos del progreso y la modernidad no son lineales, y es tarea del historiador explicarlos siempre con la idea de no entender la historia como un movimiento de élites, sino como una evolución de la que participa toda la sociedad.

 

 

Autor:

Carlos Barros

 

[1] A partir de ahora, P.I. equivale a Pen?nsula Ib?rica

[2] Los suevos, en su expansi?n, llegan hasta M?rida, pero no pueden controlar tal territorio.

[3] Forma jur?dica bajo imperial que se desarroll? en la ?poca visigoda y que seguir? en los siglos VIII, IX, X

[4] La Biga y La Busca eran los dos bloques pol?ticos principales en que estaba dividida la burgues?a catalana durante el siglo XV.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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