Intervención educativa en gerontes deprimidos de la Policlínica Centro de Guantánamo (página 2)
Enviado por Higinio Viel Reyes
Esta disminución sensoperceptiva provoca pérdida de la velocidad de reacción, transmisión, respuesta del sistema nervioso central y disminución de la capacidad neuromuscular; por lo tanto ante las actividades difíciles y fatigosas mostrarán cansancio y agotamiento. Bromley 1966 señala que esto sucede más en las actividades nuevas que con aquellas con las que ya están familiarizados E. Devesa, 1992(27).
En otras investigaciones realizadas al respecto se observa una alta incidencia de alteraciones sensoriales en los adultos mayores, siendo uno de los factores directamente implicados en la morbimortalidad de la población de la edad avanzada [Ibid]. Así es frecuente encontrar situaciones donde la evaluación integral y el abordaje diagnóstico se dificultan por una situación de déficit sensorial, visual y auditivo, lo cual acarrea cambios en el comportamiento porque se afecta la agudeza visual, disminuye la sensibilidad al contraste y la percepción de los colores.
Varios factores facilitan estas alteraciones, entre ellos la presbiopía, la pérdida de la velocidad del cristalino, y la degeneración del nervio óptico, la corteza visual y la mácula.
Se plantea además que el compromiso auditivo es sumamente frecuente, afecta a un tercio de los sexagenarios, dos tercios de los septuagenarios y tres cuartas partes de los mayores de 80 años. Son frecuentes las afirmaciones de adultos mayores que refieren que oyen sin comprender. El anciano con estas alteraciones tiene que hacer frente a problemas psicológicos que son consecuencia de la expresión de indiferencia progresiva hacia el medio exterior y los sonidos del lenguaje, por lo tanto, su participación se limita a temas conocidos según E. Vega, 1996(13).
Cuando se analiza el flujo de la memoria en los ancianos se aprecia que este proceso funciona como un indicador tradicional del envejecimiento, tanto normal como patológico. La literatura consultada [Craik y Wertheimer. Apud en F. Morales, 1991] divide la memoria para su estudio en memoria sensorial, primaria, secundaria y terciana.
Craik y Wertheimer denominan memoria sensorial a la que registra nuevas informaciones a través de sistemas visuales y auditivos, y conceptualiza la memoria primaria como la relacionada con los datos penetrados por los órganos de los sentidos, los procesos de registros y pérdidas de los almacenadores sensoriales y que operan de la misma manera en todas las edades.
La memoria secundaria es aquella donde la información es almacenada por el sujeto la cual utiliza posteriormente mediante el proceso de evocación o por reconocimientos. Los fallos en ella han provocado múltiples controversias acerca de si son producidos por dificultad en el aprendizaje de la información, o si se producen en la recuperación de la información aprendida. Este aspecto resulta ser el más afectado en cuanto a fallos de adquisición, pérdida del material almacenado y fallos en la recuperación; este último es el más común en el envejecimiento. La memoria terciaria está asociada a los recuerdos de hechos remotos, para los cuales los ancianos, conservan más la agudeza en su evocación y por tanto ella es la más conservada [Ibid].
La edad aporta diferencias mínimas en la memoria sensorial, primaria y terciaria, pero no ocurre así en la secundaria, en la que se observan declinaciones significativas con los recuerdos espontáneos o evocaciones. El reconocimiento es más efectivo que el recuerdo espontáneo, cuando se realiza con materiales familiarizados por el paciente; sin embargo en los dementes se hace deficitario, lo que sirve para diferenciar los procesos normales de los patológicos.
La pérdida de la memoria constituye el rasgo más común y fundamental de todas las demencias, incluidas las seniles, por ello su identificación correcta y precoz es fundamental para llegar a un diagnóstico previsor, e incluso a estadios preliminares.
Pero no todos los pacientes con déficit de memoria están diagnosticados como dementes, porque en muchos casos se trata de subjetividades bajo las que subyacen determinados trastornos comunes como depresión, ansiedad y stress.
La piedra angular para el tratamiento de las depresiones es lograr la participación de la familia en la vida del anciano, aprender a conocer sus necesidades e intereses y prestarle un cuidado integral para evitarle riesgos, atenderlo en sus actividades de la vida diaria, contribuyendo a su organización y adaptándolo a cada nuevo momento y circunstancia, en su medio habitual. En este sentido es significativa la atención al anciano en su comunidad, la que puede reportarle grandes beneficios.
A diario asisten a las consultas de psicogerontología pacientes ancianos acompañados por sus familiares quienes muestran preocupación por su situación psicológica, aunque en muchas ocasiones los propios ancianos solicitan ser evaluado por el Psicólogo o el Geriatra, pues se sienten afectados psicológicamente. Esto demuestra la gran influencia que tiene la mente en el bienestar físico, biológico y social de los individuos, así como los cambios que se operan en cada edad desde este punto de vista.
Por todo lo antedicho a todos los ancianos que acuden a la consulta se les aplica una evaluación integral: multidisciplinaria y multidimensional, basada en una evaluación que abarca lo biomédico, psicológico y social.
Principios de la evaluación psicológica
Para hacer una adecuada evaluación de la esfera psicológica del geronte es necesario tener en consideración varios principios esenciales:
1. Atender a los ancianos con sus problemáticas.
2. Aceptar la personalidad de cada paciente.
3. Demostrarles que se les escucha atentamente.
4. No criticarlos ni imponerles criterios.
5. Respetar sus puntos de vista y opiniones.
6. Tratar de ponerse en el lugar de ellos.
7. Reducir al mínimo las barreras comunicacionales resultantes del mal estado de sus canales de acceso a la información.
8. Satisfacer sus necesidades de comunicación racional y afectiva.
9. Estimular la expresión de sus ideas y emociones.
10. Establecer una correcta empatía con ellos.
11. Acompañarlos afectivamente en su problemática.
12. Pedirles su cooperación, pero nunca que pongan de su parte.
13. Respetar la privacidad y el secreto de la información.
14. Lograr que sientan que son para usted las personas más importantes del mundo.
I.3. La depresión es el trastorno más común en el anciano.
Unidas a las manifestaciones de la personalidad en los ancianos, se expresan sus vivencias afectivas, más difíciles de identificar, pero frecuentes en sus estados de ánimo, tales como la irritabilidad, la indiferencia, la inestabilidad emocional, el pesimismo y -en sentido general- la depresión.
Con respecto a la depresión, la Organización Mundial de Salud (OMS) anunció que el cuadro de mortalidad y de morbilidad sufrirá un cambio radical en las próximas dos décadas y, de un quinto lugar que ocupa en la actualidad, la depresión saltará a ocupar el segundo lugar, después de las enfermedades coronarias.
Enfermedades que hoy son líderes, como las infecciones respiratorias, perderán vigencia al ser dominadas por la ciencia y la tecnología; sin embargo el lugar lo ocuparán las enfermedades mentales o desórdenes neurológicos, que van desde la depresión hasta la enfermedad de Alzheimer, que hoy afligen a cuatrocientos millones de seres humanos en el mundo J. Vilarta, en 1998(37).
La depresión es definida como una alteración de las funciones afectivas que se caracteriza por un triste estado de ánimo, abatimiento e infelicidad y se advierte en la expresión facial, con un predominio de enlentecimiento mental y conductual, pérdida global de los intereses personales, con tendencia a su agravación matutina y frecuentes intentos suicidas según G. Wilkinson, P. Moore, 1999(38).
Las sistemáticas consultas de Geriatría han permitido comprobar que la depresión es una enfermedad con alta prevalencia en el ámbito de esta atención primaria del Policlínico Centro, con gran impacto social y sobre la funcionalidad física personal; en este sentido supera a otras enfermedades como la hipertensión y la diabetes mellitus, y se asocia a una elevada morbilidad y mortalidad, además de presentarse de forma crónica y recurrente.
Las personas que sufren experiencias traumáticas como el divorcio y la viudez, o que carecen de apoyo social son las más proclives a padecer esta enfermedad. Los antecedentes patológicos familiares de depresión constituyen un importante factor de riesgo para que la padezcan en el futuro los familiares directos, M. Álvarez Solar, M. A. Benítez y col., 2000(39).
Las depresiones son enfermedades infradiagnosticadas e intratadas adecuadamente, especialmente en la atención primaria, donde paradójicamente, de forma inicial y más frecuente, son atendidos los pacientes que la padecen, solo por la manifestación de sus efectos y no por las causas que los originan [Ibid].
Esto se debe -en parte- a que muchos ancianos deprimidos acuden al médico de atención primaria y le manifiestan síntomas somáticos tales como las alteraciones del sueño, cefaleas, molestias gastrointestinales, fatiga o pérdida de peso, en lugar de resumir estos síntomas como depresión. Esto es particularmente problemático porque existe una baja sospecha del padecimiento y la tendencia a pasarla por alto. Es más proclive identificarlas como situaciones normales o transitorias, por la complicación que presupone utilizar fármacos en este grupo etáreo, en cuanto a la dosificación y la posibilidad de interacciones adversas con otros medicamentos.
G. Morlita, 2001 y Menchón(40) plantean que en la etiología de la depresión participan factores biológicos que incluyen disfunción de los circuitos de noradrenalina, serotonina y dopamina del sistema nervioso central, junto a cambios profundos en el funcionamiento del tallo cerebral, el hipotálamo y las estructuras del sistema límbico.
Hasta el momento las causas de dicha disfunción sináptica no han sido reveladas en su totalidad, pero parecen existir factores genéticos y ambientales.
También se han encontrado datos biológicos en el anciano como disminución del 5 –hidroxiindolacético en el líquido cefalorraquídeo, propio de déficit serotoninérgicos y aumento de la unión de receptores alfa – 2 plaquetarios, propios de déficit adrenérgicos. Además influyen las pérdidas familiares y personales, tales como el bajo nivel de autoestima y autovaloración, y las pérdidas sociales, las cuales tienen gran repercusión en su esfera afectiva.
La depresión es el problema psicosocial más común en el anciano. En la literatura revisada con respecto a la epidemiología de la depresión, se plantea que su prevalencia varía en función del medio en que se estudie.
La depresión mayor en los ancianos es un trastorno grave que muestra una prevalencia del 3 % en la comunidad, del 10 al 16 %, en hospitales y del 15 al 25 %, en hogares de ancianos. Las llamadas depresiones menores son aún más prevalentes, con un 15 a 20 % en los ancianos de la comunidad, un 40 % en hospitales y de un 30 a 50 % en instituciones de salud [Programa Nacional del Adulto Mayor].
El diagnóstico de depresión mayor es menos frecuente en la vejez que en otras edades de la vida, probablemente por la mayor acumulación de resignación ante la vida. La prevalencia es todavía menor en las edades más avanzadas, frente al grupo global de los mayores de 65 años y en continua siendo más prevalente en las mujeres; pero en los varones aumenta proporcionalmente su prevalencia por una mayor y brusca pérdida de roles, de modo que a los 80 este indicador años puede sobrepasar la cifra referente a las mujeres según O. Iglesias Durán, 2001(41).
También es más frecuente en ancianos con bajos ingresos económicos, bajo nivel cultural, divorciados, separados y de población rural, lo que corrobora que la mejor calidad de vida contribuye a aminorar las influencias de la depresión.
Los síntomas de la depresión se manifiestan por igual en los ancianos que en las personas más jóvenes, pero pueden aparecer imbricados con otros rasgos característicos de la ancianidad, que hacen que el diagnóstico no sea sencillo; los síntomas depresivos pueden ir asociados al proceso de envejecimiento, y a sus pérdidas orgánicas y funcionales.
En la bibliografía consultada como Meyer y Alexopoulos, 1998(29) plantean que los ancianos informan síntomas somáticos referidos al aparato digestivo y al resto de los sistemas orgánicos, tales como alteraciones del apetito, la dispepsia, la astenia, el insomnio, y las conductas adictivas como el alcoholismo y el tabaquismo, los cuales llevan a múltiples tratamientos médicos, clínicos o quirúrgicos, aunque no son bien reconocidos; también refieren pérdida de peso, irritabilidad, verbalizan menos sentimientos de inutilidad o de culpa, y con frecuencia alexitimia o incapacidad de expresar experiencias afectivas.
Nápoles, 2001 – 2002(42) es del criterio que es frecuente el allanamiento afectivo en ancianos severamente deprimidos: falta de expresividad facial, disminución de los movimientos espontáneos, pobre contacto ocular y poca reactividad emocional, además de conductas regresivas que reflejan retorno al funcionamiento infantil: incontinencia doble, rechazo a la alimentación, rabietas para obtener atención; sobre todo en personalidades dependientes y con incapacidad física. Aunque una minoría presenta recurrencia de episodios depresivos previos, es más frecuente en los ancianos la depresión inicial en la edad tardía.
La clasificación más ampliamente expresada en Psiquiatría es el DSM – IV y en algunos pacientes hay síntomas de depresión no clasificables, según DSM – IV, conocidas como depresiones menores, subsindrómicas o leves.
Clasificación de los trastornos depresivos:
Trastorno depresivo mayor.
Trastorno adaptativo con estado de ánimo mixto.
Trastorno bipolar I.
Trastorno bipolar II.
Trastorno ciclotímico.
Trastorno del estado de ánimo por enfermedades médicas.
Trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias.
Los trastornos afectivos o emocionales se expresan principalmente por alteraciones del estado de ánimo, la conducta y el afecto. Los trastornos del ánimo se subdividen en: trastorno depresivo mayor, trastorno bipolar y depresión asociada con otras enfermedades y drogas [Ibid].
En el DSM-IV-R se presenta la siguiente clasificación de trastorno depresivo: 1) episodios maníacos, 2) episodio depresivo mayor, 3) melancolía, 4) trastorno bipolar, 5) ciclotimia, 6) distimia.
El trastorno depresivo mayor se define como un estado de ánimo depresivo diario, con un mínimo de duración de 2 semanas. Su incidencia aumenta con la edad y su prevalencia es el doble en mujeres que en hombres. La Organización Mundial de la Salud, clasifica este trastorno como la cuarta enfermedad con respecto a la carga global de incapacidad y desde el año 2002 está ubicado en el segundo lugar [Texto básico de Psiquiatría].
Sus características clínicas se expresan por profunda tristeza y desesperación, deseos de no seguir viviendo, abandono del aseo personal, sentimientos de culpa, autodevaluación, lentitud de las funciones mentales y conductuales, pérdida de la concentración, pesimismo y autodesprecio. Además manifiestan alteraciones somáticas y vegetativas como: anorexia, estreñimiento, anhedonia, disminución de la libido, retardo o agitación psicomotriz, problemas del sueño e insomnio [Ibid].
El trastorno bipolar se define como la fluctuación del estado de ánimo entre episodios de manía, o hipomanía y depresión. Su Incidencia es de 0,4 a 1,2 % de la población general cubana. El primer episodio ocurre entre los 20 y 40 años de edad, casi siempre de tipo maníaco.
Las características de la manía son: aumento de la actividad psicomotora, disminución de la necesidad de sueño, sensación de elación y de sentirse mejor que nunca, deterioro gradual del lenguaje, y los afectados pueden experimentar ideas delirantes de grandeza, megalomaníacas o paranoides. Los individuos con cuadros de manía tienen 80% de probabilidad de recurrencia [Ibid].
La depresión asociada con otras enfermedades y drogas. La depresión es un síndrome común entre las personas de edad avanzada, debido a las diferentes enfermedades y las tensiones psicosociales que las afligen.
Las enfermedades que inducen síntomas depresivos son múltiples y entre ellas están: las cardiopatías, de 20 a 30 %; el cáncer, de 40 a 50 %; la diabetes mellitus, de 8,5 a 7,3 % y otras como las cerebrovasculares, el Parkinson, la esclerosis múltiple, el hipertiroidismo e hipotiroidismo, y el traumatismo craneal.
Entre las drogas que inducen síntomas depresivos están: los antihipertensivos bloqueantes de canales de calcio y B-bloqueantes, los anticolesterolémicos y los antiarrítmicos [Ibid].
Etiología y fisiopatología. Por medio del estudio del metabolismo de la glucosa cerebral se ha determinado la disminución de la tasa metabólica a nivel del núcleo caudado y del lóbulo frontal, estableciéndolos como sitios primarios de déficit; con la tomografía con emisión de positrones (TEP) se ha demostrado la disminución de la captación de Tc99 a nivel parietal bilateral, temporal derecha y frontal superior izquierdo.
En cuanto a las anormalidades neuroendocrinas están: el aumento de la secreción de cortisol, el aumento del tamaño adrenal, la disminución de la respuesta inhibitoria de los glucocorticoides y la respuesta inapropiada de los niveles de TSH a la infusión de TRH.
Diversos estudios han revelado que la depresión mayor se acompaña de desórdenes en aminoácidos excitatorios como el glutamato y el aspartato, y de alteraciones de niveles séricos de aminoácidos como la serina, la glicina y la taurina. Existen evidencias de que durante la depresión hay disminución de la concentración de moduladores positivos del GABA como el 3 alfa, el 5 alfa THP y el 5 beta THP.
Los aspectos bioquímicos más relevantes en la fisiopatología de la depresión son los siguientes: deficiencia funcional de la noradrenalina, bajas cantidades en líquidos periféricos de ácido monovainílico (HVA), principal catabolito de la dopamina, disminución del precursor de la serotonina, menor frecuencia de las descargas de las neuronas de serotonina, descenso en la recaptación plaquetaria de serotonina y predominio del sistema colinérgico con aumento del número de sus receptores.
Existe una estrecha relación entre la depresión y las enfermedades médicas, pero se desconocen los recursos de esta asociación.
Causas orgánicas y reversibles de la depresión.
Fármacos: antihipertensivos, sedantes, hipnóticos, antiparkisonianos, estrógenos, corticoides, quimioterápicos, hipoglicemiantes, insulinas, digoxinas y diuréticos.
Alteraciones psiquiátricas: ansiedad y parafrenia.
Alteraciones endocrino-metabólicas: hipotiroidismo, hiperhipocalcemia, alteraciones del metabolismo ácido-base, hipoglicemias, encefalopatías hepáticas e hipoxemia.
Alteraciones nutricionales: anemia, alcohol, déficit en B-12 y F.
Enfermedades neurológicas: parkinson, alzheimer, hematoma subdural crónico, hemorragia subaracnoidea y epilepsia del lóbulo temporal.
Enfermedades cardiacas: ICC e infarto del miocardio.
Neoplasias: tumores intracraneales, carcinoma de cabeza de páncreas, carcinoma pulmonar y leucemias.
Infección: neuritis, meningitis, infección urinaria y el VIH.
Deprivación sensorial: hipoacusia y disminución de la agudeza visual.
Con respecto a la relación de la depresión frente a la demencia, es difícil realizar un diagnóstico diferencial entre ellas. De un 20 al 30 % de los pacientes con demencia pueden ser etiquetados con trastornos afectivos, como una reacción psicológica ante la pérdida de capacidades o como una coincidencia casual como en el infarto del lóbulo frontal izquierdo, o con dos entidades distintas. Los pacientes con demencia o que sufren síntomas depresivos presentan más trastornos de conducta y mayor incapacidad funcional J. Vilarta, 1998(37).
Por otro lado, en el curso de la depresión pueden manifestarse trastornos cognitivos, aunque menos de un 10 % de los ancianos deprimidos tienen un deterioro cognitivo que pueda ser confundido con una demencia [Ibid].
El déficit cognitivo suele ser un trastorno de la atención y de la concentración, y fallos en la memoria de fijación; mientras se conservan el resto de las funciones mentales. Esto se conoce como seudodemencia depresiva, pero es un término que no aparece en las clasificaciones clínicas más actuales. Cuando mejoran los síntomas depresivos, suelen hacerlo también las alteraciones cognitivas, pero recientemente se ha comprobado que la depresión con trastornos cognitivos es un preeditor de aparición de demencia irreversible, lo que aumenta la posibilidad de su desarrollo [Ibid].
En la depresión mayor del anciano se observan tasas elevadas de suicidios, en los Estados Unidos un 20 % ocurren en mayores de 65 años y la depresión es la enfermedad psiquiátrica más relacionada con ello, cifras que se asemejan a los estudios realizados en Cuba Meyer y Alexopoulos, 1998(29).
La tasa de suicidios en ancianos está infraestimada debido a la subestimación de conductas que pasan desapercibidas por ser pasivas y silenciosas, como la interrupción del consumo de medicamentos vitales y el rechazo a la ingesta de alimentos. La relación entre el intento y el suicidio consumado es mayor que en cualquier otro grupo etáreo de la población, en una relación de 4 a 1, quienes eligen frecuentemente los métodos violentos en este orden de frecuencia: ahorcamientos, envenenamientos, quemaduras y asfixias, entre otros.
Dentro de los factores de riesgo para el suicidio en el anciano deprimido aparecen: vivir sólo, ser del sexo masculino, tener bajo nivel económico, abusar del alcohol o de las drogas, padecer de otras enfermedades psiquiátricas, manifestar ideas suicidas, tener intentos autolíticos previos y una historia de conductas violentas [R. W. Guibert y G. O. Trujillo, 1993].
Con respecto a la edad, el subgrupo entre 60 y 70 años es el que acomete el mayor número de actos suicidas; la tasa de suicidios consumados es más alta en el sexo masculino que en el femenino y la diferencia es mayor en la medida en que se incrementa la edad de los ancianos; aunque estudios realizados en otros países arrojan una tasa de suicidio femenino más elevada en las edades más extremas y en las tentativas autolíticas, el predominio es para la mujer. De estos estudios epidemiológicos realizados en Cuba se desprende que los solteros, separados, divorciados y viudos son los que más riesgo autolítico presentan. El matrimonio parece ejercer un papel protector en la conducta suicida [Ibid].
Los factores ambientales, económicos y familiares pueden predisponer los riesgos suicidas. Henrikon, citado por Alonso, 1997(43) usando el método de autopsia psicológica ha estudiado la prevalencia y la comorbilidad de las alteraciones mentales según los criterios DSM-III, durante un año, en Finlandia, que se hicieron en el 93 % de las muestras suicidas, cuyos trastornos más frecuentes fueron la depresión, con predominio en las mujeres y la dependencia alcohólica, con predominio en el sexo masculino.
Las enfermedades que más aumentan los riesgos suicidas en el anciano son aquellas potencialmente más invalidantes, entre las que se citan: el cáncer, el dolor crónico o intenso, la demencia en fases tempranas, el mal de Parkinson, los procesos que transcurren con insuficiencias respiratorias y otras enfermedades que producen invalidez [Ibid].
El diagnóstico de la depresión continúa siendo clínico con los criterios de los tests psicológicos y el más utilizado es la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage, porque está diseñada para ancianos.
La evolución y el pronóstico de la depresión son similares a los que se realizan con pacientes jóvenes. En los estudios realizados más recientemente en Cuba, se plantea que un tercio se recupera completamente, otro tercio parcialmente o con recaídas, y el resto permanece continuamente enfermo. Otros estudios refieren que un 40 % continúa con síntomas depresivos a lo largo de su vida. Pero aunque la depresión sea tratada, el pronóstico es menos favorable que en los jóvenes, porque los ancianos tienen menos probabilidades de recuperación total después de un episodio depresivo mayor.
El tratamiento recomendado para esta alteración psicológica es aliviar los síntomas depresivos, disminuir el riesgo de recaídas y recurrencias, y mejorar la calidad de vida y el estado de salud, además de reducir los costos sanitarios y la mortalidad.
Entre las modalidades del tratamiento se destaca el farmacológico mediante antidepresivos, las psicoterapias y la terapia electroconvulsiva. Las técnicas psicoterapéuticas son efectivas en depresiones leves y moderadas, aunque no hay estudios realizados con los muy ancianos ni en las enfermedades médicas.
En el anciano es recomendable utilizar técnicas psicoterapéuticas específicas porque ayudan a enfrentar el pensamiento distorsionado y negativo que acompaña a la depresión, así como realizar dinámicas familiares para crear un clima afectivo, positivo y un nuevo estilo de enfrentamiento a la enfermedad.
I.4. Los factores de riesgo en la depresión durante la tercera edad.
Los factores de riesgo que se presenta en la depresión de los pacientes durante la tercera edad son los siguientes:
Factores predisponentes.
Estructura de la personalidad:
– Dependientes.
– Pasivos-agresivos.
– Obsesivos.
Aprendizaje de respuestas a situaciones de tensión.
Predisposiciones biológicas: genéticas, neurofisiológicas y neurobioquímicas.
Factores contribuyentes.
Socioeconómicos.
Dinámica familiar.
Grado de escolaridad, actividades laborales y recreativas.
Pertenencia a un grupo étnico específico.
Formas de violencia.
Jubilación.
Comorbilidad orgánica y mental.
Factores precipitantes.
Crisis propias de la edad.
Abandono.
Sentimientos de desesperanza.
Aislamiento.
Violencia.
Muertes de familiares y allegados.
Pérdidas económicas.
Agudización de los síntomas de enfermedades crónicas o cronificación de enfermedades.
Discapacidades y disfuncionabilidad.
Dependencia.
Desde un punto de vista etiopatogénico puede señalarse lo argumentado por Freud [Apud I. Zarragoitia Alonso, 2003] quien plantea la ruptura de la simbiosis con los objetos amados y que los procesos de separación-individualización no son realizados satisfactoriamente, sino con sentimientos de pérdida, inconformidad y tristeza.
Por su parte Jung [Ibid] plantea que el anciano deprimido no logra un nuevo significado en la vida porque tiene dificultades en los procesos de adaptación a las demandas que impone la reorientación del proyecto vital.
Erikson [Ibid] se basa en las fases del desarrollo y señala que en el octavo período existe la crisis de la integridad del Yo contra la desesperación, lo cual determina la aparición o no de la sicopatología. E. Bibring [Ibid] señala que la depresión en la tercera edad se produce porque el paciente no puede manejar las tensiones entre las aspiraciones, la seguridad y la realidad, lo que afecta la autoestima e integración del Yo. En la tercera edad el curso de la depresión tiende a ser más crónico que en adultos jóvenes.
Al agrupar algunos factores patogénicos, que de forma general puedan dar al traste con los síntomas depresivos en el senescente, se plantea la triada compuesta por las pérdidas, los fracasos y las frustraciones. De estos tres elementos se considera que la pérdida es el de mayor incidencia y cabe preguntarse el número de pérdidas que se producen en la tercera edad.
Parece probada la relación existente entre la depresión y una menor calidad de vida, un incremento de las enfermedades psíquicas y físicas, y una muerte prematura. En este sentido, la depresión en el anciano se ha asociado a un deterioro del bienestar y de los niveles de funcionamiento cotidiano. [Ibid].
La vejez es un periodo crítico de la vida, donde el individuo debe hacer frente a una serie de circunstancias personales, laborales, familiares y culturales, que modifican la percepción de sí mismo y afectan la propia identidad, aunque no por esto se deben desestimar los recursos y las potencialidades que se encierran en esta etapa de la vida, que también puede convertirse en un tiempo propicio para el crecimiento.
Deben quedar vigentes los objetivos de la Organización Mundial de la Salud en lo referente a añadir vida a los años, salud a la vida y años a la vida. La tercera edad no debe -ni puede- ser la edad de tercera. Es indiscutible que con la vejez se producen limitaciones, pero no son dolencias ni pueden equipararse a una enfermedad [Ibid].
La presencia de diferentes factores asociados al envejecimiento pueden por ellos mismos dar síntomas depresivos o añadirse e interactuar con un trastorno depresivo primario, pero que es susceptible de aumentar por la variabilidad en la expresión del trastorno.
Hay otras características de la depresión en esta etapa de la vida [Ibid]:
Factores de riesgo en la depresión de la tercera edad.
– Sexo femenino, predominantemente entre los 60 y 80 años de edad.
– APOE-4 en las depresiones vasculares.
– Enfermedad cerebro vascular aguda; la prevalencia de depresión mayor y menor en pacientes con enfermedades cerebro-vasculares es de un 20 %. [Apud, R. E. Keith, 2001].
– Hipotensión.
– Enfermedad de Parkinson.
– Demencia.
– Acontecimientos biográficos: pérdida de un ser querido, dificultades con la relación conyugal, enfermedades médicas en general y EPOC en particular.
– Otros factores: trastornos del sueño, viudez, consumo de alcohol, incapacidad física, vivir solo y escaso soporte social.
Las depresiones geriátricas pueden clasificarse en:
– De inicio precoz: antes de los 60 años.
– De inicio tardío: después de los 60 años.
– Reactivas a un acontecimiento biográfico intenso.
– Depresiones vasculares.
Las de inicio tardío, propias de la ancianidad, se caracterizan por:
– Menor frecuencia de antecedentes familiares.
– Más antecedentes familiares de demencia.
– Mayor frecuencia de ideas delirantes.
– Mayor deterioro de las actividades de la vida diaria.
– Presencia de deterioro cognitivo concomitante a la sintomatología depresiva.
– Menos trastornos de la personalidad.
– Mayor número de síntomas residuales.
– Mayor gravedad de las manifestaciones vasculares subcorticales.
El alargamiento de los ventrículos laterales, la atrofia cortical, la disminución del volumen del núcleo caudado, y estas lesiones vasculares parecen estar en relación con el comienzo de la depresión tardía asociada con factores de riesgo vascular, como la Diabetes mellitus, hipertensión arterial y enfermedades coronarias, que constituyen elementos de vulnerabilidad para el desarrollo de estados depresivos [Ibid].
I.5. Jubilación laboral, retiro y depresión.
La sociedad cubana se encuentra enfrascada en una constante y tenaz lucha por mantener sus logros sociales, alcanzados a través de décadas de sacrificios y corresponde a una parte importante de la población, en este sentido se hace referencia a los mayores de 60 años, que pasan a la jubilación pero pueden mantener una participación activa en este fragor de desarrollo y avance comunitario.
Desde hace varios años se determinaron las características poblacionales que tendría Cuba para el año 2025, que corresponden a los mayores de 60 años el 20.1 % de la población total; o sea, más de la quinta parte de personas que tendrían que ser atendidas por la seguridad social.
Las revoluciones no terminan con los grupos generacionales que las promovieron, sino que perduran en el tiempo y para lograrlo, las transmisiones de experiencias generacionales son un elemento clave para este propósito. Si una persona, por la edad, tiene algunas limitaciones para desarrollar la labor que venía realizando, esta información y enseñanzas de experiencias se tornan de una utilidad extrema.
Existen muchos conocimientos que no aparecen en los libros de textos, pero sí en las vidas de las personas y constituyen manantial de sabiduría. Esto no se puede pasar por alto puesto que en gran medida la humanidad ha llegado a alcanzar el desarrollo actual por la continuidad de transmisión de conocimientos y experiencias de generación en generación, aportando cada una, un sello de relevancia. De no producirse esta interrelación, este ser de la tercera edad, arribaría a la peor de las metas, el retiro o distanciamiento absoluto de la sociedad.
CAPITULO II.
Características generales de la investigación.
Se realizó una intervención a los gerontes deprimidos pertenecientes a un círculo de abuelos del Policlínico Centro del Municipio de Guantánamo durante el periodo de enero a diciembre del 2007, para promover nuevos estilos de comportamiento para afrontar la depresión tan frecuente en esta etapa de la vida.
Esta tesis es continuación de otros trabajos anteriores, resultados de un proyecto sombrilla que se lleva a cabo como estrategia del Gabinete Gerontológico de la Policlínica Centro de Guantánamo
Para argumentar cómo se le dio solución al problema científico planteado, se exponen a continuación las características generales de esta investigación.
Se partió de las posiciones teóricas esbozadas en el capítulo anterior: intervención educativa, educación popular, medicina comunitaria y psicología de la ancianidad, para dar respuesta a las preguntas científicas declaradas.
La población total estuvo conformada por 380 gerontes pertenecientes a los circulos de abuelos del Policlínico Centro de Guantánamo, se seleccionó una muestra no probabilística a conveniencia constituida por 27 gerontes de un círculo de abuelos, los cuales fueron evaluados por la Escala de depresión de Yesavage, con el diagnóstico de depresión, no se tuvo en cuenta las prescripciones farmacológicas y cumplían con los siguientes criterios:
De inclusión:
60 años y más, con depresión anímica.
Motivación y voluntariedad para participar en el estudio.
– Criterios de salida:
Abandono de la intervención.
De exclusión:
Demencia diagnosticada.
Grave estado de salud.
Retraso mental.
Enfermedades en grado terminal e institucionalizado.
Severas alteraciones sensoperceptivas.
Sin depresión.
Dependencia funcional.
Los instrumentos fueron elaborados de acuerdo con las características de las variables de investigación. Al utilizar los criterios de exclusión, a la población restante se le aplicó una evaluación para determinar depresión mediante la utilización de la Escala de depresión geriátrica de Yesavage y a este grupo se le revisaron las historias clínicas y las psicosociales; otras técnicas e instrumentos fundamentales fueron la observación participante, las entrevistas a los miembros del grupo y la consulta a expertos.
De la aplicación de los instrumentos y el diseño estadístico concebido, ha podido inferirse que la organización y los resultados del cuasiexperimento dirigido a promover en los gerontes una mejor calidad de vida han dado respuesta a las preguntas científicas formuladas, teniendo en cuenta las variables de investigación, la precisión de la población y la muestra utilizada.
La intervención desarrollada posibilitó comprobar que aplicando los métodos de la educación popular en las condiciones específicas de un grupo de gerontes seleccionados, aumentaba su motivación y mejoraba la participación protagónica y consciente en su proceso de rehabilitación integral de salud.
Operacionalización de las variables.
Variables | Categorías | Clasificación | Características | |
Sexo | Femenino Masculino | Cualitativa Nominal Dicotómica | Se tuvo en cuenta el sexo biológico | |
Grupos de edades | 60 – 69 70 – 79 80 – 89 90 y más | Cualitativa Ordinal | Se tuvo en cuenta la edad en años y se agrupo en rangos con una amplitud de 10 años. | |
Clasificación por grado de funcionabilidad | Necesitados de ayuda. independientes | Cualitativa Nominal Dicotómica | Se tuvo en cuenta si se valen solos o necesitan ayuda siempre | |
Factores sociales de riesgo | – Viudez y pérdida de familiares. – Pérdida de roles – Soledad y desamparo familiar – Inadaptación a la vejez. – Deficientes condiciones socioeconómicas – Ausencia de confidentes – Institucionalización (hogar de ancianos) | Cualitativa Nominal Politómica no excluyente | Ver control semántico | |
Grado de depresión | – Normal – Ligera – Moderada o severa | Cualitativa Nominal Politómica excluyente | Se tuvo en cuenta según clasificación existente (ver Control semántico) |
Control semántico
El nivel de funcionabilidad, variable cualitativa ordinal en la que se aplicó la escala de capacidad funcional con el índice de Katz (IK) que evalúa las actividades del anciano en la vida diaria, tales como: bañarse, levantarse, ir al servicio, vestirse, comer, y continencia; y el índice de Lawton (IL) para las actividades instrumentadas y más complejas, relacionadas con el medio social. Estas actividades son: uso del teléfono, ir de compras, preparar alimentos, manejo de la casa, lavar, uso del transporte, uso de medicamentos y manejo de las finanzas [Anexo II].
La calificación de estas escalas se realiza por las siguientes categorías:
Independiente: las personas ancianas que no necesitan ayuda.
Necesitado de ayuda: las personas que no tienen alteración de sus necesidades básicas, pero al menos una de las instrumentadas está afectada.
Dependiente: los ancianos que necesitan ayuda para al menos una de sus actividades básicas.
Métodos y Técnicas Generales
Del nivel teórico
Histórico lógico: Con el describimos los antecedentes históricos que giran alrededor del tema y el problema planteado con una organización cronológica de los acontecimientos y como se han comportado en el mundo, en Cuba y en nuestra provincia.
Análisis y síntesis: Utilizamos este método a la hora de revisar e interpretar cuidadosamente los datos y la información obtenidas con los diferentes métodos y técnicas, sintetizando los elementos que se repitan innecesariamente y eliminando datos que su interés no este identificado con nuestros objetivos de trabajo en la investigación
Inducción y deducción: En el proceso de investigación se realizaran revisiones, entrevistas, entrevistas en profundidad y verificaciones que precisaran de estos métodos no solo para obtener la mayor cantidad de información induciendo preguntas cada vez más interesantes para garantizar nuestro objetivo sino poder deducir la veracidad de la información independientemente de quien la aporte o de la fuente donde se obtenga.
Del nivel empírico
Observación y observación participante: Al realizar una triangulación metodológica se hace necesario sumar ambos métodos en el proceso de obtención de la información, ya que la fuente de obtención de la información no solo serán datos de archivos u expedientes e historias clínicas sino trabajadores de diferentes rangos tanto en el área de trabajo como en el campo de investigación los cuales se verán directamente.
Entrevista, y entrevista en profundidad: Se obtendrá la información mediante el intercambio cara a cara, valiéndonos de otros métodos para dilucidar la veracidad de la información ofrecida por los interrogados en la entrevistas.
Particulares
Triangulación metodológica: Hablamos de esta cuando utilizamos los dos grandes paradigmas de la investigación en el mundo, la Metodología de la Investigación Cualitativa y la Metodología de la Investigación cuantitativa, que es nuestro caso.
Triangulación de informantes y sujetos: Se utilizaran como informantes claves, Especialistas, Docentes.
Validación de la técnica.
El índice de Katz ha demostrado clínicamente y de forma constante su validez, tanto en el ámbito nacional como internacional. El índice de Lawton ha confirmado y demostrado su validez en el contexto clínico e investigativo en diferentes países, incluyendo a Cuba. Las medidas de confiabilidad se han establecido y se consideran aceptables.
Por tratarse de un estudio cuyo objetivo general consistió en desarrollar una intervención comunitaria educativa en gerentes deprimidos pertenecientes al Policlínico Centro del Municipio Guantánamo, para promover nuevos estilos de comportamiento con que afrontar su depresión, se proyectaron tres etapas:
1. Diagnóstico.
2. Intervención propiamente dicha.
3. Evaluación.
Etapa diagnóstica.
Se conformaron tres subgrupos menores teniendo en cuenta la amplitud de la muestra, las normas para realizar trabajo grupal y algunas características determinantes de la personalidad de sus miembros para poder trabajar con mayor efectividad grupal.
Para darle cumplimiento al objetivo específico 1, consistente en la modelación de una intervención comunitaria educativa para aplicar a gerontes del Policlínico Centro afectados por la depresión, se tuvieron en cuenta las variables referidas anteriormente, recogidas en la historia clínica personal y también se revisó la historia psicosocial, para conocer las especificidades en cada caso.
Para dar salida al objetivo 2, promover en los gerontes afectados por la depresión nuevos estilos de comportamiento con que afrontarla, se aplicaron los temas proyectados en diez encuentros de frecuencia semanal; para facilitar el trabajo se conformaron tres subgrupos teniendo en cuenta la afinidad de sus miembros y otras características individuales, ya sea en la esfera biomédica, psicológica y social. De esta forma se evaluó de forma integral cada anciano, pesquisando su fragilidad y teniendo en cuenta los principales rasgos de su personalidad
La identificación de estos factores sociales de los ancianos se realizó mediante una encuesta elaborada a partir de los criterios que evalúan factores macro y microsociales [Anexo 3] cuantitativa y cualitativamente, según una Escala de Factores de Riesgo Psicosocial (EFRP) elaborada previamente, en la cual cada anciano marcó con una x los factores que se correspondían con su vida personal.
Se consideraron factores macrosociales:
Pérdidas: por desaparición física o espiritual del cónyuge, los hijos, amigos o familiares.
Aislamiento: si el anciano siente inconformidad por aislamiento y falta de comunicación con otros, y no puede o no lo ayudan a vencer tal estado.
Ausencia de confidentes: si carece de alguien con quien pueda comunicar sus ideas y sentimientos significativos e íntimos, lo que incide negativamente en la solución de los problemas que le rodean.
Inactividad: por la pasividad que contribuye a aumentar las valoraciones negativas del anciano sobre su entorno, porque pueden desarrollar sentimientos de frustración y dificultades en las relaciones interpersonales; una mejor adaptación a las situaciones vitales se logra en la 3ra edad, si el sujeto se mantiene activo y ocupado.
Inadaptación a la jubilación: por no prepararse mental y socialmente, lo que supone el paso brusco de una situación activa a otra pasiva e improductiva, que conlleva a que el individuo no tenga bienestar ni estimulación en otras actividades cotidianas, con la correspondiente auto percepción de inutilidad y vejez.
Insatisfacción con las actividades cotidianas: el anciano descontento con sus faenas diarias, casi siempre caseras, tiende a producir irritabilidad y tristeza, por lo que es más susceptible de enfermar por el síndrome de la vida rutinaria.
Pérdida de papeles sociales: no poder ejercer las actividades sociales que antes se realizaban significa la pérdida de funciones, se limita su radio de acción y espacio vital, lo que contribuye al desarrollo de sentimientos de inutilidad e inconformidad.
Institucionalización: el hogar es el medio físico, familiar y social donde ha desarrollado el anciano su vida; la institucionalización tiende a desvincularlo de su medio familiar y debe realizar significativos esfuerzos de adaptación al medio ambiente.
Condiciones materiales de vida: el no contar con suficientes recursos financieros o tener un estado deficiente de la vivienda son factores sociales que repercuten negativamente en su calidad de vida.
Desde el punto de vista microsocial deben tenerse en cuenta aquellos componentes básicos de las funciones familiares, que pueden ser disminuidas o nulas, y que inciden en la satisfacción del anciano, ellos son:
Apoyo: ayuda que recibe de su familia o de otra persona en caso de necesidad.
Aceptación: aceptan los deseos del individuo de iniciar nuevas actividades y realizar cambios en el estilo de vida.
Participación: forma en que la familia le brinda lugar en la discusión de cuestiones y solución de problemas de interés común.
Comprensión: modo en que los miembros de la familia son capaces de entender las conductas y puntos de vista esenciales del anciano.
Protección: manera en que la familia le brinda cuidados, en dependencia de las limitaciones funcionales que pueda presentar el individuo.
5. La evaluación del estado afectivo se realizó a través de la Escala de Depresión Geriátrica de Yesavage (EDG) para evaluar si el paciente se encontraba deprimido o no, y así dar salida al objetivo 3: Demostrar que mediante una intervención educativa adecuada pueden modificarse los estados depresivos de un grupo de gerontes afectados [Anexo 4].
Escala de depresión:
De 0 – 5 normal.
De 6 – 10 depresiones leve.
De 11 – 15 depresión severa.
La validez y confiabilidad de esta técnica se ha demostrado mediante la práctica y en investigaciones clínicas. Es un instrumento útil en la detección clínica y para facilitar la evaluación de la depresión en los adultos mayores, corroborado por su uso extensivo en la comunidad; los estudios realizados en los Estados Unidos han demostrado que la escala de depresión geriátrica de Yesavage tiene una sensibilidad del 92 % y una especificidad del 89 %, cuando se evalúa con criterios diagnósticos [Apuntes de la Maestría en Longevidad satisfactoria].
Etapa de intervención:
Para dar salida al objetivo general de la investigación se procedió con la intervención, para lo cual se tuvo en cuenta una serie de 10 temas, que se desarrollaron con los tres subgrupos de ancianos creados, en igual número de encuentros, aplicando diferentes técnicas y procedimientos de educación popular; además del médico y la enfermera se contó con el apoyo de psicólogos, defectólogos, promotores culturales, trabajadores sociales y los propios ancianos.
Se trabajó con cada subgrupo una vez por semana y se programaron temas educativos complementarios para los familiares de los ancianos objeto de estudio, con la incorporación de estos ancianos a la práctica de ejercicios físicos, especialmente al yoga, a través de la respiración controlada, profunda y lenta; y la propuesta de actividades recreativas a través de la opción participativa y dinámica, para reforzarles el sentimiento de placer y disfrute de la vida, de utilidad y autoestima personal.
Plan temático: (ver Anexo 5)
Características de la tercera edad.
Salud mental.
Hábitos tóxicos.
Indicadores de salud en el adulto mayor.
La importancia del sueño.
Comunicación y socialización, prioridades de la gerocultura.
Relajación y estrés.
Importancia del ejercicio físico.
Autoestima personal y autoayuda.
Depresión como estado emocional negativo.
Objetivo
Fomentar los contactos interpersonales y la integración social a través de la distensión y el enfrentamiento activo a los estados depresivos que suelen presentarse en esta etapa de la vida, contribuyendo al mantenimiento del sentimiento de utilidad y autoestima personal y propiciando el bienestar y la satisfacción personal.
Estas actividades deben ser siempre agradables y tener un sentido social.
Etapa de evaluación:
Al culminar la intervención se evaluará nuevamente el estado depresivo del geronte a través del test de Yasevage, para determinar si existió o no modificación.
CONSIDERACIONES ÉTICAS
Para la realización de esta investigación se tuvieron en consideración los principios de la Bioética Médica: beneficencia, no maleficencia, respeto a las personas, justicia y autonomía.
Se solicitó el consentimiento informado de cada uno de los miembros y se les explicaron detalladamente los objetivos de la investigación, sus características y los beneficios que con ella se tendrían.
Se les dio a conocer a los ancianos que podían abandonar el estudio si lo consideraban oportuno o necesario, así como la confidencialidad de los datos, los cuales fueron utilizados por la autora, la tutora y el tutor, y la asesora, sólo con fines investigativos.
TÉCNICAS Y PROCEDIMIENTOS DE LA INFORMACIÓN
Técnicas de obtención de datos primarios.
En este se explica el procesamiento estadístico seguido en los análisis mediante la observación participante, las escalas de Yesavage y de funcionabilidad, y otros instrumentos de evaluación aplicados; y se realiza un análisis cuantitativo y cualitativo de los resultados.
Antes de la aplicación de las pruebas, se explicó el trabajo que se desarrollaba, destacando lo valioso y significativo de la cooperación grupal, además se exhortó a los ancianos a ser sinceros y objetivos en las informaciones que aportaban.
Además se contó con la colaboración del Grupo de orientación y recreación del Policlínico, que contribuyó con su persuasión y con la utilización de los mecanismos de autoayuda y ayuda mutua.
Las instrucciones para trabajar con los instrumentos de evaluación social fueron explicadas individualmente a cada paciente, así como las aclaraciones o dudas que surgieron por las características del segmento poblacional con que se trabajó.
La recolección de la información se realizó primeramente con la revisión de la historia clínica individual, donde se recogieron las siguientes variables: edad, sexo y nivel de funcionabilidad. Después de establecer el rapport se procedió a la aplicación de la prueba psicológica o test de Yesavage para evaluar la depresión.
En una segunda sesión se aplicó el formulario para determinar los factores de riesgo sociales, y el índice de Katz y Lawton para evaluar la capacidad funcional.
Los horarios de aplicación fueron escogidos de común acuerdo entre los pacientes y el equipo de trabajo del EMAG, y se previó que no interrumpiera las actividades de alimentación, sueño u otras significativas de los ancianos en la comunidad.
Técnica de análisis y elaboración de la información.
La información obtenida se procesó de forma computarizada, bajo orientación y guía de un personal calificado, para lo cual se creó una base de datos donde se le asignaron valores numéricos a variables cualitativas.
Los datos fueron procesados en una computadora Pentium IV, con la ayuda del paquete estadístico SSPS ver 10.0. Las medidas de resumen utilizadas fueron la frecuencia absoluta y el porcentaje.
Los resultados fueron representados a través de tablas de una y doble entrada, expresados en números y por cientos. El análisis y discusión se basó en los resultados obtenidos y mediante la justificación de los objetivos trazados, se compararon los resultados del presente estudio con los autores nacionales e internacionales de la bibliografía revisada, que fue acotada según las normas de la INTERNATIONAL STANDARIZATION ORGANIZATION: ISO 690-1987, ISO 690-2: 1997 y su equivalente UNE 50-104-94 para la elaboración de referencias bibliográficas, su regulación, y las convenciones para transcribir y presentar información científica.
Operacionalización de los objetivos
Para darle salida a los objetivos se utilizaron las tablas de distribución de frecuencia donde al objetivo 1 se le dio salida con las Tablas 1, 2, 3, 4 donde en la Tabla 1 mostramos la distribución de frecuencia de los gerontes estudiados según las variables grupos de edades y sexo, en la Tabla 2 mostramos la distribución de frecuencia de los gerontes estudiados según Clasificación por grado de funcionabilidad, en la Tabla 3 mostramos la distribución de frecuencia de los gerontes estudiados según factores sociales de riesgo y en la Tabla 4 mostramos la distribución de frecuencia de los gerontes estudiados según grados de depresión.
Se realizó una valoración cualitativa de los objetivos 2, 3, 4, donde en el objetivo 2, se modeló una intervención educativa y se aplicó a gerontes del policlínico Centro afectos por la depresión; al objetivo 3, se promovió en los gerontes afectados por la depresión nuevos estilos de comportamiento con que afrontarla y en el objetivo 4 se demostró que mediante una intervención educativa adecuada pueden modificarse los estados depresivos de un grupo de gerontes afectados por estos.
CAPITULO III.
Análisis y discusión de los resultados
III.1. Resultados
Al observar la Tabla 1 donde mostramos la distribución de frecuencia de la depresión en ancianos según grupos de edades y el sexo encontramos un predominio del grupo comprendido entre 60 – 69 años con 51,9% (14) de los ancianos, seguido por el grupo de 70 – 79, con un 40,7 % (11), con un predominio del sexo femenino con el 92,6% (25) y en ambos grupos respectivamente.
En nuestro estudio el predominio del sexo femenino está determinado también porque son las mujeres más dispuestas para la incorporación a estas actividades, no se cuenta con una amplia participación del sexo masculino para poder definir en esta variable la efectividad y utilidad que pueda tener esta en la repercusión y análisis de nuestros resultados.
En otro orden hay criterios en la comunidad según manifestaciones de muchos abuelos (hombres), y es que estos círculos son para viejos, mejor hago los ejercicios en casa, lo que puede estar influyendo también en la incorporación de los mismos a las actividades de los círculos.
En la investigación realizada por Reyes-Gómez, en el 2002 (44) planteó que los hombres en cambio, cuentan con mayor permiso social de establecer nuevas relaciones, aun cuando no siempre son aceptadas sus conductas y corren el riesgo de ser considerados "viejos rabo verde" o "viejos canijos". Esto en buena medida contribuye a que quieran mantenerse alejados de los otros para ser más presumidos.
García, J L en el 2005 (45) en su trabajo "La sexualidad y la afectividad en la vejez" un estudio realizado en Madrid encontró criterios similares sin embargo en nuestro país hay mayor disposición de las mujeres a emprender nuevas actividades sociales e incluso compromisos.
Tabla 1. Distribución de los ancianos deprimidos estudiados según grupos de edad y sexo. Área del Policlínico Centro. Guantánamo, 2008.
Fuente: Historias clínicas.
En la Tabla 2 donde mostramos la distribución de los ancianos deprimidos estudiados según la clasificación por su grado de funcionabilidad se refleja un predominio de los que no necesitan ayuda o independientes con el 96,3% (26), encontrándose solo en la clasificación de los Necesitados de ayuda el 3,7% (1).
En nuestra experiencia hemos comprobado que los más necesitados no siempre son los que acuden a los círculos de abuelo, de ahí que el predominio sea de los independientes, pues a veces también precisan de alguien que los lleve a las actividades y pude ser que no dispongan o no puedan disponer de este personal para ayudarse a su asistencia.
De ahí la importancia de que se intensifique el trabajo de los médicos y enfermeras de la familia en función de garantizar la incorporación de los gerontos a los círculos de abuelos.
Autores como Sarkisian, Hays, Berry & Mangione, en el 2002 citados por Nina Estrella, en el 2005 (46) son del criterio de la necesidad de ayuda en casi todos los momentos de los ancianos, sin embargo, coincidimos con los otros autores citados sobre la necesidad imperante de analizar las actitudes hacia la vejez y la sexualidad por sus implicaciones en la calidad de vida.
Sobre todo pensando en el acelerado crecimiento de la población anciana en las próximas dos décadas en las cuales seguiremos hablando de la calidad de vida en la vejez.
Tabla 2. Distribución de los ancianos deprimidos estudiados según la clasificación por su grado de funcionabilidad.
Fuente: Índice de Katz y Lawton.
La Tabla 3, refleja la distribución de frecuencia de los factores sociales de riesgo presentes en los ancianos deprimidos, encontramos un predominio de la viudez y pérdida de familiares con el 37% (10), seguidos por la pérdida de roles en el 22,2% (6), la soledad y el desamparo familiar en el 18,5% (5) y contribuyendo en igualdad de frecuencia como factores de riesgo de la depresión en los ancianos tenemos la inadaptación a la vejez, deficientes condiciones socioeconómicas y ausencia de confidentes con el 7,4% (2) respectivamente.
Es necesario señalar que estas variables o factores de riesgo no pueden verse aisladamente porque cada anciano puede presentar uno o más, o estar interrelacionados entre sí.
En una buena cantidad de los casos muchos ancianos al perder al conyugue caen en estados depresivos que lo llevan a la muerte, de ahí que se ha hecho cotidiano decir .. que siempre que existe la perdida de un viejito el otro va detrás .
Estudios realizados en países occidentales han demostrado que el ejercicio activo de la sexualidad en la vejez responde principalmente, a la necesidad afectiva que se mantiene en los seres humanos hasta el final de la vida Murillo & Rapso, 2005(47).
Por otra parte, se espera que las mujeres ancianas si son viudas permanezcan solas, las nuevas nupcias y las nuevas parejas no son aceptadas y las obliga a vivir en soledad y sin una fuente de apoyo emocional importante (Orozco-Mares y col, 2003)(48). Resultados que coinciden con los nuestros al ser un factor de riesgo predominante en el grupo estudiado la viudez y la pérdida de familiares.
Décadas atrás, culturalmente en los países en vías de desarrollo los roles aceptados para las mujeres han sido los que se alejan de la exhibición y práctica de su sexualidad, se privilegian aquellos que tienen relación con el cuidado de los otros. Hasta hace poco, los lugares y expresiones sociales para la vejez masculina y la femenina eran muy distintas. Para las mujeres era aceptado el vivir a través del "orgullo de ver crecer la familia" (Reyes- Gómez, 2002)
Tabla 3. Distribución de los ancianos deprimidos estudiados según Factores sociales de riesgo. N = 27
Fuente: Escala de riesgo social.
La evaluación afectiva del geronte antes y después de la intervención resultados que mostramos en la Tabla 4 refleja que antes de la intervención el 88,9% (24) de los pacientes presentaban depresión leve y después de la intervención 96,3% (26) de los pacientes, superó el estado emocional, con ausencia de depresión (Normal), solo en tres (3) de los pacientes la depresión fue moderada severa, para un 11,1 % antes de la intervención, luego de la intervención solo 1 caso para un 3,7% mantuvo la depresión en esta categoría.
La intervención realizada superó nuestras expectativas, desde todos los puntos de vistas, ya que cuando iniciamos el trabajo no contamos que la depresión en nuestra área de salud, estuviera en tan alto rango, pues a pesar de las experiencias de trabajo, no había existido un control tan preciso de las mismas, directamente por el colectivo que trabajó en la investigación apoyándonos, por lo que luego de la intervención, era no solo notable, sino evidente la necesidad de trabajar en función de eliminar mediante cambios dinámicos, el estilo de convivencia de los gerontes, para poder lograr y satisfacer nuestro objetivo "Disminuir la depresión o en su defecto erradicarle en los abuelos de este circulo" ..
Tabla 4. Evaluación afectiva del anciano antes y después de la intervención. Área del Policlínico Centro. Guantánamo, 2006.
III.2. Etapa II. Intervención, evaluación.
El momento más interesante de nuestro trabajo lo sentimos con la intervención propiamente dicha, y hasta divertido aplicar una intervención educativa a gerontes, por todo ese caudal de experiencias que hacen factible el intercambio y la clase se convierte más bien en un sistema de trabajo de grupo focal, donde todos quieren contar sus experiencias, sus expectativas y sus penas.
Cuando comenzamos hablando de las características de la tercera edad, comentándole lo lindo de ella y la importancia de haber llegado tan lejos, al principio siempre hablaron con un poco de nostalgia, tal vez en nuestro criterio por el brío y el vigor perdido, aquel que tal vez todos queremos mantener de la juventud, pero enseñar las cualidades y lo interesante de esta etapa de la vida, hizo que el grupo se fuera uniendo, y los juegos hacerse más intenso así como los debates, llegando a asimilar en el 100 % de los gerontes su estado actual.
El tema acerca de la salud mental se hace en sus expectativas algo triste, pues en la vida real muchos signos manifiestos como la pérdida de la memoria, o tal ves la aparición de signos de ateroesclerosis y que se comente en la familia como un gran problema en el anciano, entristece a cualquiera, sin embargo decirle que hasta los jóvenes a veces son tan olvidadizos como los ansíanoslos hizo exclamar a una vos "es verdad", pero saber conocer en buena medida su estado actual es algo que le enseñamos y esto los hizo tener otro criterio respecto a ellos mismos.
Terminada la clase ya ellos tenían otro criterio y su estado de ánimo manifiesto nos da a nosotros tranquilidad y seguridad para seguir con el trabajo y comprendemos a la vez que la intervención ya está dando sus primeros frutos.
Los hábitos tóxicos son un tema interesante en cualquier escenario, e invitan a la participación, pero también hablarles de los cuidados con el consumo de los medicamentos y hablarle desde sus estados de salud debido a las patologías que presentan lleva a otra reflexión, así como la automedicación, en comentarios muy personales muchos de nuestros abuelitos estudiados referían en muchas ocasiones automedicarse, algunas veces por sentirse mal y sentirse también mal atendidos y es aquí donde entonces centramos nuestro debate, pues es por esta vía que llega la depresión en ellos, la falta de atención de la familia o dedicación al cuidado. Fueron muchos los comentarios en la clase y su riqueza consistió en el convencimiento de todos los abuelitos de que deben siempre consultar a los médicos y contar con las personas a su cargo, el cuidado también con otros hábitos como el café, tabaco, alcohol que aunque no son muy marcados en este grupo estudiado, sobre todo el alcohol, son muy arraigados en nuestros abuelitos.
En el juego la reflexión pero el análisis de los indicadores de salud dio una entrada crucial en el mundo de las causas principales a su ver de los estados depresivos, hablar de autonomía, es llegar a un momento convulso, ya que muchos quisieran poder superar sus propias expectativa en la ayuda a la familia, cosa esta que ya no es tan fácil pues son en primer término manejado la dependencia económica, que crea muchas limitantes y en segundo término no poder servir a plenitud en otras tareas domesticas lo hacen a ellos mismos sentirse que están renegados a un segundo plano, la incapacidad de en buena medida en muchas actividades o tareas no valerse por si solo y la consecuencia lógica de la disminución en buena medida de su funcionabilidad lo ponen en las manos de la depresión y en esto coincidieron en la mayoría.
Otro tema muy debatido de los utilizados en nuestra intervención fue el de la importancia del sueño, la vida atareada de nuestros ancianos y el hecho de mantenerse tanto tiempo, madrugando y acostándose tarde en la noche le ha mantenido en vigía siempre su sistema nervioso, algunos consumen medicamentos para dormir y otros le gusta mantener la costumbre de deambular, pero lo que si llegó de la reflexión conjunta es la importancia del sueño en el mantenimiento del estado de salud, y además reconocen que a veces sus estados de insomnios molestan a alas personas que conviven con ellos, pues les da por encender la radio, las luces y comienzan otro ciclo de contradicciones en el seno familiar.
Hablar de palabras como gerocultura, es algo muy novedoso en la conversación, pero hablarles de la comunicación y la socialización les da algo más de alegría, ellos plantean que es difícil comunicarse con los jóvenes a veces en el sentido que los más jóvenes no consideran la experiencia que ellos trasmiten, casi siempre piensan que los están engañando con alguna anécdota o comentario por lo que tienden a desechar los consejos, sin embargo a ellos les gusta relacionarse con los más jóvenes, aunque refieren sentirse bien en el grupo de abuelos y en las actividades que realizan las cuales son de gran ayuda.
Los comentarios sobre relajación – estrés y su vinculación al ejercicio físico como una de las vías de mantenerse en buena forma física y psiquica los convoca y así encuentran las mejores palabras y frases para valorar los círculos de práctica del ejercicio físico ya que aún cuando vienen algo estresados de la casa alcanzan aquí un buen nivel de relajación y logran disminuir su estrés.
Todo esto en buena medida ayuda a levantar la autoestima, hecho este que comprobamos luego de terminadas tanto las sesiones de clases, de ejercicios o sencillamente los juegos que se practican como forma activa y didáctica de estos momentos que en nuestra opinión son más bien talleres de trabajo con los ancianos y son una forma más activa que los grupos focales. Por eso cuando abordamos el tema de la depresión que en cierta medida casi lo tocamos en cada clase por ser este el Talón de Aquiles de nuestro trabajo y ya no ser para los ancianos una palabra que asuste, doliente y pasar a ser casi una palabra del pasado, pues no vamos a ser categóricos dada tantas circunstancias que perduran en las viviendas y que tienen que ver más con la convivencia con estos ancianos, que tal vez sea ese otro momento del problema a resolver en un futuro inmediato.
Cuando hablamos de promover en los gerontes afectados por la depresión nuevos estilos de comportamiento con que afrontarla, estamos hablando precisamente de lo abordado anteriormente realizar una formación vocacional hacia los círculos de abuelos como una vía sana de emplear el tiempo libre, de convivencia social y de eliminar el estrés y la depresión de sus vidas y si no se elimina por lo menos atenuarlos por los que con nuestros resultados y lo detallado de nuestra observación en todos los sentidos durante nuestra intervención, demostramos que esta intervención educativa superamos nuestras expectativas ya que logramos modificar en buena medida los estados depresivos de un grupo de gerontes afectados y además los dotamos de instrumentos y herramientas para combatirla siempre.
Cuba, con una expectativa de vida de casi 80 años, realiza acciones en favor de la longevidad humana, y propicia entre especialistas e investigadores el intercambio, con el fin de aportar experiencias que redunden en el desarrollo de una larga vida, las cuales se traducen en salud, alimentación, actividad física, motivación, cultura, y medio ambiente. (AIN)
La tercera edad es una etapa de la vida caracterizada por una combinación de mitos y prejuicios en torno a la sexualidad, pautados por la sociedad, en vez de considerar este período como placentero y pleno, aseveró Vega destacó a la AIN el doctor Enrique Vega, jefe del programa nacional del Adulto Mayor, del Ministerio de Salud Pública
La vejez es un período crítico de la vida donde el individuo debe hacer frente a una serie de circunstancias personales, familiares y culturales que modifican la percepción de sí mismo y afectan la propia identidad, aunque no por esto deben desestimarse los recursos y las potencialidades que se encierran en ella, porque puede ser prevista y cultivada para convertirla en un tiempo propicio para el enriquecimiento humano.
Los resultados de este estudio coinciden con lo planteado por la mayoría los autores referidos en la bibliografía consultada, los cuales exponen que a partir de los 65 años existe un mayor por ciento de síntomas depresivos y que la frecuencia de depresión mayor es más baja en la última etapa de la vida que en otras épocas.
Esto está relacionado con que en las primeras etapas de la senectud ocurren una serie de eventos estresantes desde el punto de vista psicosocial, como la pérdida de personas amadas, de la independencia económica y de la autonomía personal -entre otras- que constituyen factores generadores de depresión. (sin comentar los que son del orden fisiológico y los generados por la ingestión de fármacos que llegaron con la aparición de determinadas enfermedades cuyas drogas son causantes de depresiones y malestares)
Otros autores también coinciden en afirmar que las mujeres son más sensibles ante los factores de riesgo para derivar en una depresión, entre ellos: divorcio, viudez, dependencia económica, enfermedades asociadas, invalidez, entre otros, que las hacen más susceptibles para enfermar y ser institucionalizadas por dicha causa.
La mayoría de los autores consultados coinciden, que existen varios factores que generalmente conllevan a secuelas invalidantes de alguna enfermedad biológica padecida durante el transcurso de su vida.
Los ancianos sufren en gran medida la soledad, pues muchos hijos no cuidan ni amparan a sus padres, sostienen conductas aislacionistas o de escape ante la carga familiar que éstos constituyen, se refugian en nuevas familias creadas por ellos y no dan cabida emocional a sus progenitores.
En esto también participan los nietos, que no interactúan con sus abuelos pues consideran que los ancianos, por su condición desvalida y poco aporte a la sociedad son inútiles.
En esta etapa de la vida es que ocurre con más frecuencia la pérdida de la persona amada, o de familiares cercanos y amigos contemporáneos.
La pérdida de roles es manifestada en las fuentes científicas estudiadas, que reconocen que al llegar a la vejez se sufre la influencia del rol social y familiar; los ancianos ya no trabajan fuera del hogar ni dan igual aporte financiero, y frecuentemente ni se cuenta con ellos al tomar decisiones familiares, en muchas ocasiones se les considera incapaces intelectualmente, con ideas retrógradas y poco renovadoras.
Los ancianos perciben la jubilación como una pérdida o ruptura del status social; no siempre es asumida con naturalidad, sino por el contrario, acarrea manifestaciones de desvalimiento físico y psicológico, van convirtiéndose paulatinamente en personas más frágiles y vulnerables socialmente.
El trabajo no ha sido solo una forma de ganar dinero, seguridad o prestigio social, sino que también ha originado satisfacciones internas y reconocimiento como resultado del aporte social.
La ausencia de confidentes por la pérdida gradual de los allegados ha sido reportada por casi todos los especialistas consultados, porque llegada la ancianidad, el enlentecimiento de las facultades psicomotoras y otras limitaciones funcionales conllevan a la fragilidad de todos los sistemas orgánicos, y al deterioro físico y psíquico, que provocan que el anciano se encierre en sí mismo. Diversos estudios han estimado que hasta un 30 % de los individuos mayores de 65 años padece alguna de las diversas formas de depresión.
El envejecimiento individual no es un fenómeno exclusivo de las sociedades modernas, ha estado presente en todas las etapas del desarrollo social y ha sido siempre de interés para la filosofía, el arte, la medicina y casi todas las disciplinas científicas. Sin embargo, durante el siglo XXI se observa que cada vez es más frecuente que más y más personas sobrepasen las barreras cronológicas que antaño establecían los límites de la vejez.
Actualmente el envejecimiento de la población es un reto para todas las sociedades modernas. Este es uno de los logros más importantes de la humanidad, tributario de grandes decisiones y soluciones adecuadas, con las consecuencias que puedan derivarse a nivel mundial.
La historia de la humanidad demuestra que la situación de los adultos mayores ha sido cambiante indeteniblemente. Los resultados obtenidos en esta investigación han propiciado el conocimiento de que cerca de una cuarta parte de los ancianos de la población guantanamera actual viven solos o en instituciones geriátricas y que además carecen de apoyo familiar.
Es evidente la influencia que el medio ambiente ejerce en el control y prevención de los estados depresivos de la ancianidad, y el efecto positivo o compensador de la integración familiar y social del adulto mayor. Sin embargo, se pone de manifiesto también la necesidad de un mejor control emocional y afectivo de los ancianos, incluso de nuevas medidas de atención personal y comunitaria, encaminadas al diagnóstico y tratamiento precoces de sus estados depresivos.
Se sabe [Cf. autores mencionados] que la depresión complica la evolución de las enfermedades médicas del anciano; interfiere en la rehabilitación de enfermedades incapacitantes como el ictus; induce a un mayor riesgo de suicidio y se traduce en una mayor mortalidad por cualquier causa en quien lo padece.
La tristeza por la muerte de un ser querido -o el cambio de casa- ya sea por ingresar a un hospital o institución geriátrica, o por tener que ir a vivir con algún familiar cercano para ser mejor atendido, pueden causar infelicidad o temores, y decaimiento.
La sordera o la pérdida de la visión producen aislamiento personal y contribuye a que los ancianos se sientan más solos y abandonados, y se refugien en sí mismos.
Muchas personas que viven solas son invadidas por la tristeza y se sienten incapaces de encontrar la menor satisfacción en la vida. Desajustes tales como la artritis o alguna enfermedad cardiaca pueden empeorar el estado situacional y dar como resultado un total aislamiento mental o físico.
Los ancianos se sienten cada vez más incapaces de valorarse por sí mismos y más solos. Incluso los que tienen familiares atentos y cariñosos tienen frecuentes sentimientos de que nadie se ocupa de ellos, gradualmente se apartan de la vida y en consecuencia su aislamiento se hace cada vez mayor.
La pérdida de salud que acontece con la edad condiciona el deterioro funcional, con tendencia a la dependencia física y pérdida de autonomía. La disminución de los roles en el seno de la familia condiciona en grado variable la depresión en este grupo de pacientes, que además se asocia a los cambios bruscos que ocurren con la llegada de la jubilación, que condiciona un desajuste en la actividad y relaciones sociales.
A esto se le añaden los factores biológicos presentes en esta etapa de la vida, que aunque son insuficientes para la depresión, provocan trastornos derivados de los cambios en la estructura cerebral, en la neurotransmisión y en los sistemas hormonales, que también pudieran ser un factor de vulnerabilidad, además de los posibles efectos de la depresión sobre el sistema inmunitario, y la pérdida de motivación para el autocuidado y el autocontrol.
Pero no siempre el envejecimiento es sinónimo de depresión. No debe confundirse el envejecimiento normal con la presencia de una enfermedad, por más que en ocasiones estén presentes una mayor introversión, reiteración y presencia del pasado en algunos ancianos. Es decir, ni todos los ancianos están deprimidos ni los síntomas de una depresión, cuando aparecen en un anciano, son normales para su edad.
En la medida en que se tome conciencia de que el mundo patológico del anciano no puede establecerse en base a una dicotomía orgánico-psíquica, sino -necesariamente- entendida como un todo, se estará contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los ancianos y, por extensión, la de toda la humanidad.
El bienestar físico acorde a su etapa de vida permite a los ancianos incrementar su bienestar psicológico y tener una premisa básica para que la personalidad conserve una postura activa ante la realidad. Es cierto, aun los grupos más viejos pueden incrementar sus factores protectores.
Las investigaciones más recientes en torno a esta problemática han demostrado repetidamente que el ejercicio físico regular proporciona beneficios mayores a edades mucho más tardías de lo que pudiera suponerse por el mero sentido común.
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