Intervención educativa en gerontes deprimidos de la Policlínica Centro de Guantánamo
Enviado por Higinio Viel Reyes
- Resumen
- Introducción
- Fundamentación teórica
- Diseño metodológico
- Análisis y discusión de los resultados
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Referencias Bibliográficas
- Anexo
… ya no se trata solo de un tipo de valor, del valor a los riesgos, sino el valor a la constancia, el valor a la consagración, eso es lo que nos acerca a ser verdaderos hombres, verdaderos revolucionarios…
Ché Resumen
Se realizó un estudio de intervención comunitaria en gerontes deprimidos pertenecientes a un círculo de abuelos de la Policlínica centro del Municipio de Guantánamo, con el propósito de promover estilos de vida y métodos saludables que permitan sacar a estos abuelos de su estado durante el período del 2007. Se encontró un predominio del grupo de edades 60 – 69 años el sexo femenino, los abuelos que no necesitan ayuda o son independientes, entre los factores de riesgo la viudez y pérdida de familiares. Antes de la intervención predominaron los pacientes con depresión leve y después la ausencia de depresión (Normal). La intervención permitió promover nuevos estilos de comportamiento con que afrontar la depresión, modificaron sus estados depresivos mediante la participación protagónica y consciente en un sistema de actividades diseñadas al efecto, se demostró que para mejorar los estados depresivos en el adulto mayor es necesario combinar la impartición de temas motivantes con técnicas y procedimientos participativos y actividades físicas – recreativas, además de proporcionar a familiares conocimiento actualizado sobre temas fundamentales relacionados con el adecuado tratamiento a los ancianos.
Sobre la sexualidad en la vejez se han generado una serie de creencias que pueden llegar a convertirse en verdaderos prejuicios en contra de los ancianos, que se expresan tanto en lo personal como en lo colectivo. (1)
La sexualidad en la vejez es un tema poco estudiado, y ausente en otros campos incluso de especialización de la sexualidad humana, tal vez porque el tema no se aborda tomando en cuenta los diferentes ángulos y por la falta de interés del mismo sector afectado. Porque ya no hay una "necesidad de información" como en el caso de los jóvenes y una demanda de que se les informe al respecto. Esta circunstancia incrementa el surgimiento de prejuicios.
Los prejuicios son un fenómeno intergrupal, con una orientación negativa hacia el objeto de éste, en el caso de la sexualidad en la vejez, se antojan injustos, pues se incurre en generalizaciones excesivas y constituyen actitudes, Huici, 1999(2) que están relacionadas con los sentimientos negativos que genera un determinado grupo poblacional y de los estereotipos que se refieren a las creencias erróneas o exageradas que la sociedad construye sobre las personas ancianas, Palmore, 1999(3), Calasanti 2005 (4).
En nuestra experiencia personal estos son algunos de los problemas que son causa de las depresiones en nuestros ancianos.
En la actualidad se ha alcanzado un alto nivel de desarrollo lo que ha permitido que en la mayoría de los países se eleve la expectativa de vida al nacer, por lo que los problemas relacionados con la senilidad se convierten en un importante rubro dentro de los sistemas de salud, y mantener el adecuado estado físico y mental de este grupo etáreo pasa a ser una necesidad prioritaria para los galenos.
Según H. Castro, 1987 (5), el alto nivel de sabiduría del adulto mayor se debe a la experiencia acumulada por los años y las consecuentes vivencias en diferentes momentos históricos y ambientes sociales, y por los deseos de mantener su propia independencia mientras les sea posible. Las personas van acumulando un caudal de conocimientos empíricos en dependencia de sus condiciones de salud y aptitudes generales. Por tales razones, el comportamiento y los niveles de funcionamiento humano son diferentes aun entre personas de la misma edad.
La gran mayoría de las personas de 60 ó más años de edad se mantienen activas y saludables, como resultado integral de la atención que reciben del sistema de salud cubano(6); pero hay algunas que están afectadas porque tienen condiciones emocionales tales como la depresión, los miedos intensos, la ansiedad, el coraje persistente, la frustración y la soledad; otras padecen problemas ocasionales que las agobian, como la pena y la depresión causadas por la muerte de sus seres queridos, y el padecimiento de limitaciones físicas o enfermedades. Estas circunstancias -o la combinación de ellas- afectan la independencia, la imagen propia, y el sentido de respeto y confianza en sí mismas Folstein, 1975 (7).
La población anciana es la que con mayor rapidez está creciendo a nivel mundial y Cuba no queda excluida de este comportamiento. El 15 % de los cubanos tienen 60 años o más; en el 2000 esta cifra llegaba a un 13,4 % y -según los más recientes pronósticos– puede llegar a 20,1 % en el año 2025 (8). Otras estimaciones proyectan una expectativa al nacer de 75 años, lo que denota un aumento en la expectativa de vida, un envejecimiento de la población y un incremento relativo de enfermedades asociadas a éste.
Muchos nos asustamos ante ella pero la vejez no constituye una enfermedad, tiene sus características específicas al igual que la adolescencia y el climaterio. La sociedad se responsabiliza con ella desde el punto de vista preventivo, terapéutico y rehabilitatorio, y trata de romper con el estereotipo tradicional de considerar al anciano un ser desamparado e inútil. Para ello desarrolla una serie de acciones encaminadas a utilizar las capacidades y potencialidades de aquél, en el desempeño de una función activa en la sociedad.
La depresión ocupa un lugar preponderante entre las enfermedades mentales, tanto por su amplia extensión como por la problemática que conlleva al encontrarse frecuentemente asociada al suicidio, Castro 1987(5) casi siempre pasa inadvertida y cuando se reconoce es el peor síntoma simple tratado en la práctica médica Folstein (7).
La depresión es uno de los trastornos emocionales más observado en la clínica psiquiátrica, su marco teórico ha variado mucho a través de la historia y todavía no hay uniformidad de criterios. Kraepelin 2004(9) iniciaría una corriente en el fondo, saludable, pero en la práctica es difícil de lograr para tratar de establecer criterios adecuados al clasificar los diferentes tipos clínicos de depresión.
Se ha tratado de establecer contrastes entre depresión psicótica y neurótica, entre depresión reactiva y endógena, entre depresión funcional y orgánica, primaria o secundaria, y -por supuesto- modernamente unipolar y bipolar(5).
En el siglo XX, el énfasis ha girado hacia explicaciones teóricas de las causas fundamentales de la depresión, que por largos periodos ha estado denominado por las llamadas Escuelas de psiquiatría, y representada por uno de sus modelos más importantes: el psicoanálisis de Freud, que describe el estado melancólico como la manifestación externa de la agresión inconsciente dirigida hacia adentro (furia invertida) y como resultado de la introyección, también inconsciente, de un objeto a personas ambivalentes. El yo (ego) se identifica con el objeto perdido (o que nos abandonó), de ahí las auto acusaciones y sentimientos de culpabilidad. La depresión obliga al objeto introyectado a proporcionar protección, seguridad y amor Folstein(7).
Fue Kraepelin(9) quien distinguió los síntomas y signos referidos a los trastornos del humor, del resto de las patologías mentales e hizo una clasificación en tres tipos principales de depresión: la alteración maníaco – depresiva, la melancolía involutiva y la forma leve de depresión neurasténica; aunque posteriormente reconoció un cuarto tipo de depresión cuya causa se halla en sucesos tecnogénicos o ambientales, pero no la consideraba una enfermedad, puesto que no era resultado de cambios patológicos en el cerebro, citado también por Argüelles Ramírez P, 1996(10).
En los albores de la segunda mitad del siglo XX, el mundo fue testigo de un sorprendente crecimiento de la población mundial que, paralelamente con el descenso de la fecundidad en algunas regiones, el incremento absoluto de la población de 60 años y más se hizo evidente.
La Organización de Naciones Unidas plantea que este grupo poblacional asciende a 600 000 000 personas y aumentará hasta 1 100 000 000 en el año 2025. Paralelamente a esto, la esperanza de vida sigue aumentando con los desarrollos científico – tecnológicos, por lo que garantizarle una vida saludable a los ancianos es no solo un reto, sino un desafío para los servicios de salud Ortiz de Pinedo P, 1989(11).
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que la depresión afecta a cerca de 340 millones de personas en el mundo, principalmente adultos y personas de la tercera edad y para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en América Latina existen 25 millones de personas con depresión, de las cuales casi 4 millones logran ser identificados clínicamente y reciben tratamiento oportuno(12) [VII Carpeta metodológica del MINSAP, s/f].
Autores como Vega García, 1996(13), apoyado también con datos de la OMS plantean que en el año 2020 la depresión será la primera causa de retiro laboral prematuro en los países desarrollados y la segunda enfermedad más frecuente en el planeta, llamados por algunos la epidemia del siglo.
Boti RR, 2003(14), plantea que la frecuencia de los trastornos afectivos en los ancianos es alta. Se calcula que entre el 10 y el 45 % de las personas de más de 65 años tendrán en algún momento al menos un síntoma depresivo.
Otros como Iglesias, 2001(15) plantean que las cifras de prevalencia en el anciano son alrededor del 13 al 15 %, aumentan hasta dos o tres veces en el caso de enfermedad médica asociada e incluso mayor en pacientes hospitalizados hasta alcanzar un 26 %.
Valdés M, 2001(16) en su articulo encontró que en las unidades hospitalarias, hasta un 15 % de las personas con depresión presentan este trastorno a largo plazo, con síntomas residuales y alteraciones sociales de consideración; alrededor del 15 % de las personas con depresión grave, incluyendo todos los grupos de adultos y adolescentes, acaban suicidándose, aunque se afirma que en los ancianos no se abundan los trastornos depresivos graves.
Se platea que la depresión en los ancianos posee características típicas que la diferencian del resto de las edades; en ella predominan síntomas como la inhibición psicomotriz, la ambivalencia, la tristeza y el llanto, la angustia corporal, el aislamiento social, la desesperanza, la abulia; y en un estado de edad más avanzado: la sensación de vacío interno, la profunda pena y el dolor anímico, un negativismo extremo, la anorexia, los auto reproches, los sentimientos de inferioridad y culpa, las ideas o intentos de suicidio, los delirios hipocondríacos y de persecución, y las alucinaciones visuales y auditivas, planteados por Morlita G, 2001(17).
La asociación entre envejecimiento y depresión ha despertado gran interés en las pasadas décadas. En todo el mundo se han llevado a cabo estudios de prevalencía de tipo poblacional. Sin embargo, cuando se considera en función de la forma en que los investigadores han definido e interpretado operativamente la depresión, debido a la existencia de diferentes metodologías científicas, los resultados de estos estudios siguen siendo difíciles de interpretar.
Un trastorno predominante y de primer orden en cuanto a frecuencia y trascendencia dentro de las enfermedades que aquejan a los ancianos es la depresión, la existencia de tratamientos eficaces que pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen este trastorno, obliga a prestar especial atención a este problema, debe mantenerse un permanente estado de alarma que permita su detección a tiempo, para posteriormente abordarla con los tratamientos disponibles.
Para propiciar la salud, tanto a nivel social, mediante políticas saludables, como a nivel individual, mediante cambios de comportamiento y modificación de estilos de vida insanos, con eficiencia y equidad, son los múltiples y complejos problemas de salud que existen actualmente en el mundo los que hacen necesario buscar enfoques y procesos de trabajo más efectivos, que expliquen mejor la realidad para poder modificar las condiciones de las más diversas enfermedades. (18)
La medicina cubana a alcanzado un alto nivel de desarrollo y específicamente en el contexto de nuestra Provincia de Guantánamo, ha determinado que en la mayoría de los pacientes atendidos por nuestras áreas de salud, se hayan controlado los índice de suicidio y la morbilidad y prevalencia en los ancianos que son hoy una de nuestras preocupaciones se comporta de la siguiente manera:
Durante el año 2005, se produjeron tres suicidios, dos fueron de ancianos, en el 2006, no se reportó ningún caso, sin embargo en el 2007 ya se han reportado tres, ninguno de los casos, fue detectado previamente por el Equipo Multidisciplinario de Atención Gerontológica (EMAG), aunque dos del total referido pertenecían a consultorios del Médico de la Familia; estos problemas relacionados con la senilidad tienen gran importancia para el sistema de salud municipal y provincial, por lo que se impone perfeccionar los estilos de trabajo para mantener un adecuado estado físico y mental de este grupo, como una prioridad impostergable de la batalla en el club de los 120 años.
En Guantánamo la población anciana aumenta con rapidez, como ocurre en el resto del país, fundamentalmente en la parte central y en la capital, observándose también este problema a nivel mundial, SINDO una gran preocupación para las autoridades de salud.
En el 2006 el Policlínico Centro atendió a una población total de 42 939 pacientes, de todos los grupos de edades, de los cuales 8 525 eran ancianos, lo que representa el 19,8 %, predominando el sexo femenino. La consulta de Geriatría atendió 6 538 pacientes, lo que denota la sistemática atención que se les brinda según Diagnóstico de salud de Geriatría del 2006, citado por la Dra. Adria del Carmen Prieto(19).
Como las etapas de la niñez, la adolescencia y el climaterio, la vejez tiene sus rasgos específicos y recibe una atención primaria de salud en el policlínico Centro con enfoque preventivo, terapéutico y rehabilitatorio, para romper con el estereotipo del anciano desvalido; por lo que se desarrollan disímiles acciones dirigidas a elevar sus capacidades y potencialidades, en función de elevar su desempeño social activo.
La prevalencia en los ancianos de enfermedades psíquicas es un importante problema de salud comunitaria, si se toma en consideración que estudios demográficos revelan un envejecimiento progresivo en la población del territorio guantanamero.(12)
Las causas de esta situación hay que buscarlas, por una parte en el deterioro orgánico del cerebro, pero en muchas ocasiones, las alteraciones psíquicas y más concretamente las depresiones, se asocian al estrés que experimenta este grupo poblacional, a nivel económico, social y psicológico.
La depresión en los ancianos muestra características especiales y "en muchos casos" es muy difícil establecer el tipo de depresión que presentan, es habitual que estén más interesados por la evolución de sus frecuentes y cambiantes síntomas físicos, que por su tristeza o melancolía; además los pensamientos y sentimientos de culpabilidad, nihilismo y ruina, casi siempre acompañan su estado depresivo, aunque estas correctamente tratadas, evolucionan favorablemente, fundamentalmente en sus formas más simples, por el contrario, si el diagnóstico y tratamiento que se realiza no es el adecuado, puede complicarse con trastornos somáticos, especialmente los de tipo metabólico o cardiovascular, con el consiguiente riesgo de la vida para el paciente.
Por la consulta de Geriatría del Policlínico Centro pasan y son atendidos un gran número de pacientes con sus problemas biológicos compensados, los cuales han recibido los beneficios integrales del sistema de salud, donde se constata en la consulta realizada el predominio de problemas psicosociales que en buena medida tributan a síntomas depresivos diversos, esto ha facilitado el surgimiento de la idea de realizar una intervención comunitaria que genere una propuesta educativa dirigida a elevar la autoestima del adulto mayor en post de mejorar su calidad de vida.
Problema científico
¿Cómo podemos disminuir la elevada prevalencia de la depresión en los gerontes pertenecientes a un Círculo de abuelos de la consulta de Geriatría de la Policlínica Centro de Guantánamo?
Preguntas científicas:
1. ¿Cómo disminuir la prevalencia de los trastornos afectivos en los ancianos que acuden a la consulta de Geriatría del Policlínico Centro?
2. ¿Cómo perfeccionar la práctica asistencial que se aplica a los gerontes del Policlínico Centro afectados por la depresión?
3. ¿Son efectivos los instrumentos creados para el manejo de los trastornos afectivos en los gerontes?
Novedad Científica
Un estudio con una revisión bibliográfica exhaustiva que ha permitido obtener los fundamentos científicos de la investigación así como una nueva visión del comportamiento de la atención al adulto mayor y la solución al problema de la depresión en los mismos.
Aporte práctico
En primer término un grupo de conferencias y charlas, diseñadas en el orden didáctico y metodológico asequible a personas de cualquier nivel de instrucción escolar, las cuales con este trabajo son generalizadas revalidadas ya que fueron sometidas anteriormente a criterios de expertos y validación en una tesis anterior de maestría.
Una nueva visión de atención a los gerontes con signos y síntomas de de depresión o con trastornos afectivos.
Un diagrama sobre la visión de la autora de cómo se manifiesta el problema y su solución.
Hipótesis
Si se realiza una intervención mediante la cual ayude al entendimiento de los gerontes de la necesidad de comprender su estado de la vejez como normal y le ofrezca nuevos estilos de vida para la asimilación de su convivencia en el hogar y la sociedad entonces se podrá disminuir los estados depresivos en los mismos.
OBJETIVOS
GENERAL
Validar una intervención comunitaria en gerontes deprimidos pertenecientes a un Círculo de abuelos perteneciente al Policlínico Centro del Municipio Guantánamo durante el período del 2007.
ESPECÍFICOS
1. Dar a conocer a los gerontes estudiados según las variables sexo, grupos de edades, Clasificación por grado de funcionabilidad, factores sociales de riesgo y grados de depresión.
2. Aplicar una intervención educativa a gerontes del policlínico Centro afectos por la depresión.
3. Promover en los gerontes afectados por la depresión nuevos estilos y comportamiento con que afrontarla.
4. Demostrar que mediante una intervención educativa adecuada pueden modificarse los estados depresivos en el grupo de gerontes afectados de nuestro estudio.
CAPITULO I.
I.1. Epidemiología del envejecimiento.
En el análisis de los prejuicios sobre el proceso de envejecimiento, la sexualidad y la vejez, el estudio de actitudes es importante en tanto que captura las expresiones colectivas, su manifestación en la esfera personal y la significación de los individuos (García-Alandete & Pérez-Delgado, 2005)(20). Además, se reconoce que las actitudes positivas hacia el envejecimiento pueden ser un predictor para la buena o mala salud y el bienestar de los personas (Netz, Zach, Dennerstein & Guthrie, 2005)(21).
Las actitudes tienen un alcance colectivo, evalúan tanto sujetos como objetos, construcciones sociales, prejuicios y estereotipos sobre los diferentes grupos poblacionales, guían las conductas colectivas e individuales (Morales, 1999)(22).
La mayoría de los estudios sobre actitudes hacia la vejez, han encontrado que los propios adultos mayores se perciben a sí mismos en forma negativa y apenas en los últimos años es que ha existido una orientación a indagar sobre las cosas relacionadas con la salud más que con las pérdidas (Netz, Zach, Dennerstein & Guthrie, 2005)(21).
Cuba es un ejemplo de país notable por el progresivo envejecimiento de su población. El 13,9 % de los cubanos tiene 60 años o más, cifra que aumentará, según estimaciones, a casi el 25 % en el 2025, con una expectativa de vida de 77 años. Los actuales niveles de envejecimiento de la población en Cuba son comparables con los más altos del mundo.(12)
Algunos gerontólogos afirman que el proceso del envejecimiento tiene como punto de partida la fertilización del óvulo, pues toman en consideración los cambios que ocurren en el huevo fecundado y la placenta, así como la involución de las estructuras fetales; otros estiman que el envejecimiento del ser humano se inicia en la 2da y 3ra décadas de la vida; mientras que un 3er grupo, como Makinodan y sus seguidores, aseguran que sobreviene en etapas más tardías de la existencia humana(23). Lo que es evidente es que, si en el proceso de crecimiento y desarrollo predomina el anabolismo, en la senectud, impera el catabolismo.
Para definir el envejecimiento con fines prácticos, nada más acertado que lo expuesto por Robbins citados por Castro López(5):
el envejecimiento se considera como los cambios de estructuras y función que suelen ocurrir después de alcanzar la madurez reproductora, resultan en una disminución de la capacidad para adaptarse y, en consecuencia, para controlar insultos ambientales o internos que traen por consecuencia un aumento de probabilidades de muertes con el tiempo.
Para Robbins existen dos grandes problemas que deben considerarse:
Se envejece con rapidez muy diferente, pues mientras se encuentran individuos que a los 70 años o menos ya están depauperados física y mentalmente, existen otros que a los 80 años gozan de una excelente salud aparente, y diferencia entre los cambios que dependen sólo de la edad y los producidos por procesos morbosos.
Cada sujeto posee una carga genética y un modo de vida diferente a sus semejantes, por lo que debe individualizarse en cada caso; además, en el anciano la muerte sobreviene como consecuencia de una o más enfermedades y el fallecimiento por las alteraciones propias de la senectud es extraordinariamente raro, aunque el riesgo de morir aumenta tanto que el menor estrés puede provocar la muerte [Ibid].
La Organización Mundial de la Salud considera que la 3ra edad comienza a los 50 años, cuando está próximo el retiro; pero para otros autores, se inicia a los 65, sin embargo estas consideraciones son relativas.
En la bibliografía general consultada se ha podido apreciar que en las regiones desnutridas y antihigiénicas del tercer mundo la población ya está vieja a los 40 años, pero en los países desarrollados ese término se aplica a las personas mayores de 75, porque existen muchas motivaciones culturales diversas que compensan las carencias afectivas, emocionales y de salud.
El sistema de salud cubano considera como personas de la tercera edad a los mayores de 60 años; sin embargo el envejecimiento como proceso se establece desde mucho antes. Normalmente involucra determinados cambios fisiológicos que son mayoritariamente una declinación de las funciones integrales del organismo -como un todo- aunque todos los órganos no envejecen al mismo tiempo.
Junto con estos problemas biológicos referidos anteriormente existen los psicosociales: las tensiones crónicas y las preocupaciones pueden acelerar el proceso de envejecimiento, así como determinados hábitos nocivos tales como el sedentarismo, la obesidad y el tabaquismo, problemas médico – sociales y en gran medida, responsables de un envejecimiento prematuro.
Envejecer bien o mal es un dilema vital tan antiguo como la existencia de los seres humanos y es una realidad su condicionamiento por la intervención de múltiples factores dinámicos e interdependientes, entre los cuales se encuentran: la latitud donde se vive, la constitución biológica del individuo, el grupo social de pertenencia y su cultura.
La mayoría de los autores considera que la calidad del envejecimiento depende de la sociedad, pero otros estiman que la determina el propio individuo. En sentido general predomina la tendencia de que la sociedad y el individuo se integran como un sistema único, para envejecer mejor o peor.
El envejecimiento poblacional hay que verlo -en el caso concreto de Cuba- como un hecho causado por el desarrollo social alcanzado, en el cual las variables demográficas en proceso de interrelación muestran niveles comparables a los de los países más desarrollados del mundo, y ocurren por tanto, bajos crecimientos poblacionales y cambios en las estructuras de edades.
Para los teóricos, esto se asocia a la llamada postransición demográfica; sea o no correcta esta concepción, las cifras y su descripción señalan esta tendencia, y queda a los planificadores, especialistas en política de salud, educación, seguridad social, empleo y otros funcionarios, establecer programas en los que, en lugar de un problema, esta evolución del crecimiento y estructura de la población cubana sea un factor de desarrollo.
Los cambios observados en la manera de envejecer son, fundamentalmente, resultados de factores psicosociales y no exclusivamente de factores biológicos; esta realidad no es desconocida en Cuba, por lo que en los inicios de la década de los años ochenta se conformaron el Grupo Nacional y los Grupos Provinciales de Geronto-Geriatría, a partir del sexto período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrado en julio de 1984, cuando se aprobó el proyecto sobre la atención institucional al anciano Informe a la Asamblea](24).
El envejecimiento es un fenómeno que ha estado presente en todas las etapas del desarrollo social y es de interés para muchas ciencias, especialmente la Medicina. Durante las últimas décadas del siglo XX se observó que más y más personas sobrepasaron la barrera cronológica situada como etapa de vejez, y que convierte al envejecimiento poblacional en uno de los retos más importantes para las sociedades modernas.
Esto no sólo ocurre en los países desarrollados, sino también en diferentes países del mundo, a diferencia del tercer mundo, que se proyecta con una población relativamente joven. En los inicios del siglo XXI, más del 30 % del total de la población, en un gran número de países, está integrada por ancianos y ancianas que manifiestan una vitalidad plena. Esto es considerado como uno de los logros más importantes de la humanidad, pero se trasforma en un problema, si no se es capaz de brindar soluciones adecuadas a las consecuencias que puedan derivarse de estados depresivos transitorios.
Se ha definido el envejecimiento poblacional como el aumento progresivo de la proporción de personas de edad avanzada, en una población determinada.
Esta modificación poblacional es la consecuencia de varias causas, entre las que se destacan: la disminución de las tasas de mortalidad y natalidad, los avances en diagnósticos terapéuticos y la disminución de las enfermedades infectocontagiosas.
Según cálculo de las Naciones Unidas, en el 2004(25) había 590 millones de personas de 60 años y más, y para el 2025 pueden ser mil cien millones, lo que significa un aumento de 224 % con respecto al 2000. Según Brikmayer, 1986(26) en estudios anteriores, se prevé que las personas en edad avanzada constituirán el 15 % de la población mundial.
Devesa Colina, 1992(27) plantea que la repercusión de este fenómeno es muy amplia y a todos los niveles de la estructura social, y el crecimiento de la población anciana determina un aumento de los gastos estatales para el mantenimiento de esta fracción, improductiva económicamente, no sólo porque aumenta su número sino porque se prolongarán los años como consecuencia de la mejor calidad de vida.
Por el desarrollo poblacional se está produciéndo un incremento de las patologías relacionadas con esta edad. Por ejemplo, Jorm y cols(28), haciendo un promedio de 29 países, señalan que la población general crecería un 14,74 % hasta 2025, y aplicando la fórmula de proyección epidemiológica sobre la cifra de la ONU, la prevalencia de los cuadros demenciales se incrementará en un 87,92 %, datos que se relacionan con los estudios realizados en Cuba y publicados en Objetivos, propósitos y directrices para el año 2000, en 1992(6).
La Organización Mundial de la Salud, impulsada por el objetivo de sus países miembros para lograr salud para todos en el año 2000, citados por Jiménez Prieto en el 2007(19) definió en el llamado Principio de la igualdad de la declaración de Alma Ata, lo siguiente:
la grave desigualdad existente en el estado de salud de la población, en especial entre los países en desarrollo y los desarrollados, así como dentro de cada país, es política, social y económicamente inaceptable y por tanto, motivo de preocupación para todos los países.
Lo citado anteriormente demuestra la necesidad de que los países más desarrollados pongan sus instituciones de salud en virtud de garantizar la calidad de vida de toda la población del planeta.
En el estudio epidemiológico del anciano se ha comprobado que las personas mayores sufren proporcionalmente más enfermedades crónicas, y menos de las agudas y breves. Desde el punto de vista estadístico las infecciones han dejado de figurar entre las primeras causas de mortalidad en los países desarrollados y en vías de desarrollo.
Los grandes problemas médicos son las enfermedades crónicas y entre ellas las cardiopatías isquémicas, la mayor causa de muerte en los ancianos, tasa que se incrementa con la edad. La frecuencia de muerte por este motivo es mayor en los hombres que en las mujeres, especialmente en las edades menos avanzadas. Los accidentes como las caídas, asociadas a fallecimientos, son más frecuentes en zonas urbanas y en personas que viven solas, con problemas de salud asociados.
Con respecto al diagnóstico realizado por la consulta de geriatría del Policlínico Centro, se revela que en la mayoría de los estudios de prevalencia se confirma que las enfermedades cardiovasculares, la hipertensión arterial, la osteoartrosis y la diabetes mellitus, son las más frecuentes; además son causas importantes de discapacidad pero no las únicas, pero hay escasa correlación entre la existencia del diagnóstico y la capacidad de un individuo para afrontar la vida cotidiana.
El envejecimiento se caracteriza por ser:
Universal: es decir, propio de todos los seres vivos.
Irreversible: a diferencia de las enfermedades, no puede detenerse ni revertirse.
Heterogéneo e individual: porque cada ser tiene un ritmo propio de envejecimiento, la declinación funcional varía enormemente de sujeto a sujeto y de órgano a órgano en cada individuo.
Deletéreo: porque lleva a una progresiva pérdida de la función, se diferencia del proceso de crecimiento y desarrollo en que la finalidad de éste es alcanzar una madurez en la función.
Intrínseco: no debido a los factores ambientales modificables.
En los últimos tiempos se ha observado un aumento progresivo en la expectativa de vida de la población, pero el maximum life span se mantiene alrededor de los 120 años. Meyers y Alexopoulos, en 1998(29) plantean que a medida que se ha logrado prevenir y tratar las enfermedades y se han mejorado los factores ambientales, la curva de sobrevida se ha hecho más rectangular.
Se ha observado que una mayoría de la población mundial logra vivir hasta edades muy avanzadas con buena salud y muere alrededor de los 80 años.
El estudio del proceso de envejecimiento se considera desde los puntos de vista siguiente:
Cronológico: tiempo transcurrido desde el nacimiento y con una relación entre la cronología y el modelo social del envejecimiento, en particular con los acontecimientos de la vida.
Biológico: resume órganos y funciones, y es multiforme pues sucede a nivel molecular, celular, tisular y orgánico; la edad biológica se corresponde con la etapa del proceso de envejecimiento, o sea el individuo aparenta la edad que tiene.
Psíquico: involucra tanto la esfera cognitiva como la psicoafectiva y tiene mucha relación con la capacidad de adaptación a las pérdidas, sobre todo a la jubilación y al duelo.
Social: papel que desempeña el anciano en la sociedad, su relación social.
Funcional: es el resultado integral de los elementos biológicos, psicológicos y sociales.
El envejecimiento no es sinónimo de enfermedad, por tanto es necesario diferenciar el envejecimiento normal del patológico.
El envejecimiento se considera normal o satisfactorio cuando cumple con los parámetros de competencia esperados y aceptados, en función de la edad del individuo, lo que permite una buena adaptación física, psíquica y social; en este sentido se asume el modelo expuesto por Quintero G. en 1998(30) quien expresa que desde el punto de vista biológico aparece un sincronismo en el envejecimiento de los órganos, además de que los procesos morbosos pueden ser diagnosticados y compensados.
Desde el punto de vista psicológico existe una estabilidad y compensación de los procesos psíquicos para el buen afrontamiento al stress, una autovaloración positiva y un sentido optimista de la vida; en lo social aparece el apoyo familiar y comunitario, los contactos familiares y amistosos, las posibilidades de autonomía, y las discrepancias intergeneracionales no disruptivas Devesa, 1992(11).
Con relación al envejecimiento patológico, que es común en la etapa senil, se aprecia también un envejecimiento de los órganos, así como la descompensación crítica de algunas enfermedades, con crisis agudas y la consecuente hospitalización.
Desde el punto de vista psicológico, aparece la pérdida progresiva e irreversible de los procesos psíquicos, el mal afrontamiento al stress, una autovaloración negativa, el sentido pesimista de la vida y los sentimientos de soledad y abandono. En la esfera social aparecen la pérdida total de roles, sin posibilidades de sustitución, la dependencia involuntaria, la inactividad, el aislamiento, los conflictos intergeneracionales, y la ausencia de contactos familiares y amistosos(31).
Mucho se ha hecho y continúa haciéndose en el terreno experimental por dilucidar los procesos íntimos productores del envejecimiento, pero éstos aún pertenecen al terreno de las hipótesis; en este sentido se han formulado innumerables teorías, pero ninguna por sí sola puede explicar satisfactoriamente el asunto, aunque existe consenso en que el envejecimiento se debe a más de un proceso primario, sobre todo a dos grandes influencias: genéticas y medioambientales. Por esto las principales teorías del envejecimiento se dividen en dos grandes grupos: envejecimiento programado, controlado genéticamente, y no programado o estocástico.
I.2. La personalidad y el comportamiento psicológico en el anciano.
Entre los factores de adaptación al envejecimiento se encuentran la nacionalidad, la historia personal, la autoestima, las creencias religiosas, la educación, la capacidad de adaptación a los cambios, la situación económica, el medio ambiente y la personalidad.
En el estudio de los ancianos, la personalidad se ha orientado a la búsqueda de los rasgos más sobresalientes en esta etapa de la vida, pero es un elemento que abarca mucho más que descripción y resulta el eje central de la Psicología, por lo que los hallazgos obtenidos -hasta el momento- son insuficientes y controvertidos.
Se plantea por algunos autores que con el incremento de la edad surge una tendencia a la introversión, aspecto refutado por G. Quintero(30, 32), quién encontró en un estudio sobre mujeres cubanas de edades comprendidas entre 60 y 80 años, una alta tendencia a la extroversión, cuestión que podría relacionarse con la idiosincrasia del cubano a cualquier edad.
En otro sentido, sustenta Neugarten [1988](33) el criterio de que la personalidad es continua, o sea que un individuo a los 70 años no difiere mucho de lo que fue en su juventud y mediana edad, y señala además que los cambios de la personalidad se realizan más en lo interno que en lo externo.
La satisfacción por la vida ha sido otra categoría estudiada, determinada por la actividad que despliega el anciano, así como por sus relaciones afectivas. Mientras más alta sean la actividad y las relaciones afectivas, más satisfacción sienten los ancianos por la vida porque se sienten apreciados y útiles.
El bienestar, tanto objetivo como subjetivo, se considera un indicador importante en la experiencia subjetiva del envejecimiento, al mismo tiempo que resulta también expresión de las circunstancias objetivas en que han vivido las personas.
Otro argumento que expresa la adaptación a la vejez es la teoría del desligamiento, que plantea que se envejece con mayor satisfacción cuando existe desligamiento recíproco entre la sociedad y el individuo; es decir, en la medida que la sociedad le va reduciendo participación al individuo, quitándole sus papeles de trabajador, padre de familia, etc., recíprocamente el individuo a su vez retira paulatinamente sus compromisos con la sociedad.
En contra de este argumento se esgrime la Teoría de la actividad, que explica el envejecimiento satisfactorio a través del mantenimiento activo en la sociedad, siempre que sea posible.
Ambas teorías se muestran simplistas, al ubicar solamente en dos polos todas las gamas de posibles respuestas que puede dar el ser humano para adaptarse a determinadas situaciones.
Reicharch [1973] citado por Keith R. Edwards(34) establece una tipología de la personalidad del anciano, basada en el modelo de psicología individual, con la que analiza diferentes variables que reflejan los procesos cognitivos y afectivos como atributos de la personalidad. Esta tipología se centra en los diferentes modos de afrontar la realidad en la edad avanzada, en dependencia de la actividad, la participación social y las relaciones humanas, como se expone a continuación [E. Devesa, 1992](27).
Personalidad bien adaptada:
Maduras: las mejor adaptadas, se caracterizan por ser constructivas en sus relaciones con otros, aceptan satisfactoriamente su pasado y presente, tienen buenas relaciones interpersonales y no existen rasgos neuróticos.
Caseras: se caracterizan por ser más pasivas que la anterior, consideran la vejez desprovista de toda responsabilidad y sus relaciones con los demás se caracterizan por la dependencia.
Blindadas: son bien adaptadas, pero rígidas y recurren constantemente a mecanismos de defensa, prosiguen una vida activa pero muy rígida, en este grupo se encuentra la mayor probabilidad de mala adaptación.
Personalidad mal adaptada:
Descontentas: expresan amargura, agresividad y depresión; son extrapunitivos, castigan a los demás y son hostiles.
Personalidad autofóbicas: se castigan a sí mismos, son autohostiles e intrapunitivos.
En un estudio de personalidad llevado a cabo por el psicólogo cubano Fernando González Rey [1982](35) se le conceptualiza como el conjunto estructurado de características biopsicosociales establecidas en la interrelación dialéctica sujeto-medio que se manifiesta en dicho proceso y que diferencia a unos hombres de otros.
Posteriormente este mismo autor [1984] considera la personalidad como una unidad indivisible, que es siempre única e individual, porque las condiciones internas de cada sujeto van a ser tan diversas como las externas. La combinación de estos rasgos y cualidades, de forma específica y relativamente estable, se encuentra determinada por las relaciones sociales existentes en el medio durante el período en que se forma y se desarrolla la personalidad. Por tanto la influencia de la sociedad está mediatizada por las condiciones internas del individuo, y se ha formado bajo estas influencias sociales y por la actividad humana desplegada.
Luego de comentar algunas tendencias del estudio de la personalidad pueden resumirse los aspectos a considerar en el trabajo clínico diario, que apuntan a la desintegración, más o menos rápida de la personalidad, que observados y tratados precozmente pudieran prevenir este proceso de consecuencias negativas.
Los cambios más frecuentes de la personalidad del anciano se manifiestan en:
Cambios en la actividad cognitiva, afectiva o conductual cotidianas.
Insatisfacción por la vida.
Pérdida de autonomía.
Insatisfacción y desajustes sexuales.
Pérdida de papeles familiares y sociales.
Rechazo e inadaptación a la vejez.
Inconformidad con su imagen corporal.
Proceso de aislamiento o disminución de las relaciones humanas.
Con respecto a las actividades cognoscitivas en el anciano, éstas han sido una de las funciones más investigadas. El estudio más completo con relación a la edad y el deterioro cognitivo se realizó en 1955, cuando se estandarizó la Escala de Inteligencia para Adultos Weschsler, observando disminución de la función cognoscitiva a causa del bajo nivel educacional y socioeconómico. Estas teorías fueron fuertemente criticadas por A. Santos, G. Bernal y J. Bonilla(36). Evidentemente las capacidades sensopersectivas del anciano sufren cierta disminución, lo que provoca dificultades para procesar los estímulos e informaciones que reciben del entorno, pero esto varía de un sujeto a otro.
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