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La vida y felicidad del hombre y su relación con Dios (página 2)


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Es necesario que el hombre moderno deje de ser egoísta y se sienta como parte de la sociedad. En eso lo ayuda la Biblia. Es un alimento espiritual, que le enseña a no sumergirse en el poder, la altivez, la tiranía o la autoridad; no vivir con fe ciega, sino con inteligencia; buscar y realizar la unidad del pensamiento y de los hechos; buscar y encontrar la unidad entre el hombre y el mundo que lo rodea con Dios; vencer el temor al futuro y tener coraje para enfrentar los problemas y, ante todo, le enseña a apreciar al individuo en todo sentido.

Utilizar la Biblia significa llevarla a todos los ambientes y momentos de la vida humana y, con su influencia, transformar desde dentro al individuo y a la humanidad. La verdad es que no habrá humanidad nueva si no hay, en primer lugar, hombres nuevos, con conciencia personal y colectiva, comprometidos al servicio del otro durante su vida, en sus actividades y en el ambiente en que vive y actúa.

No es suficiente leer y conocer la Biblia, hay que alcanzar y transformar con su ayuda los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida del individuo y de la sociedad.

Conocer y hacer conocer la Biblia, no de una manera decorativa, sino de manera vital, en profundidad y hasta las mismas raíces de la cultura en un sentido rico y amplio, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con la sociedad que las rodea.

La Biblia no se identifica con ninguna cultura y es independiente, aunque se haya nutrido de muchas culturas. Aunque el hombre para quien habla está vinculado con una cultura, puede mantener su independencia, pues no es incompatible con la cultura de ninguna época, excepto si ésta fuera inhumana; y es capaz de impregnarla sin someterse a ninguna.

La ruptura entre la Biblia y las culturas es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo, como fue también ya en otras épocas. De ahí, con todos los esfuerzos hay que imponerla en la cultura de nuestra época.

Cuando le preguntaron a Benjamín Franklin: "¿Dónde está la felicidad prometida?", él contestó así: "Ustedes tienen que encontrarla; nosotros prometimos la posibilidad de buscarla".[18]

La Biblia no salva al Hombre de los sufrimientos, pero enseña a enfrentarlos y a encontrar la felicidad entre los pequeños acontecimientos de la vida. Y eso es mucho.

Familia y Sociedad.

"El hombre nace en sociedad y solo en ella puede realizarse como persona; cada ser humano necesita de los demás para subsistir y para crecer. Pero más que una necesidad, la convivencia es una experiencia placentera y gozosa, ella permite al hombre compartir y comunicar: expresar sus pensamientos, dar a conocer sus sentimientos y participar sus deseos, anhelos y esperanzas"[19].

El poder dar la mano al otro, el saber que no se está solo y que se tienen amigos, compañeros, colegas, hermanos y familiares con quienes se puede interrelacionarse en diferentes grados de cercanía, llena al hombre de mucho optimismo y esperanza para continuar por el camino de la vida.

El mundo está lleno de seres maravillosos, cuya presencia y cercanía colman el ambiente de concordia, entusiasmo y esperanza; seres que contagian su paz interior, seres de quienes se puede aprender verdades eternas.

"Por el contrario, no hay experiencia más dura para un ser humano que lo soledad, el tener que permanecer incomunicado por largo tiempo"[20].

"Una mano amiga, una actitud comprensiva, una frase optimista, una sonrisa cordial son el lenguaje de la convivencia y la mejor manera de comunicarse con los demás. La familia es la primera y vital de la sociedad por su origen y fundamento humano, es la célula primera donde nos desenvolvemos. De la familia nacen los ciudadanos y en la familia encuentran ellos la primera escuela de grandes virtudes sociales en el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad. Por su propia vocación no debería cerrarse para sí, sino siempre estar en función de los demás. Es la experiencia diaria vivida en comunión con los demás debe ser el primer aporte a la sociedad donde está inserta[21]

Las relaciones vividas entre los miembros de la familia surgen de la ley de la gratuidad, porque respeta la dignidad de la persona, lo valora y lo traduce en acogida cordial, encuentro, diálogo, disponibilidad, servicio generoso y solidaridad profunda. Así el hogar es el lugar natural y eficaz del humanismo y personalización de la sociedad porque colabora en la construcción del mundo humano y más justo porque transmite virtudes y valores que hacen plenamente felices, deja de lado lo que deshumaniza y se convierte en energías que perduran en la eternidad[22]

Diagnosticar, comparar la situación real de la familia dentro de la sociedad es propiamente dirigir la mirada a quienes les son negados una dignidad, unos derechos, sin los cuales la vida humana no puede ser ya considerada humana. Por ello algunos obispos, sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos han sabido y siguen gritando a favor del indígena, del pobre, del oprimido, del explotado, del instrumentalizado, del disminuido, en fin todo el hombre en su ser integral[23]

"Mirar al hombre dentro de una dimensión integral, como un proyecto que se está haciendo"[24].

"Dentro de todo espacio para recuperar la dignidad no solo en el universo que nos movemos, sino dentro del hogar. Exige a nivel personal y comunitario tomar conciencia crítica del lugar que se ocupa, un cambio de mentalidad para potenciar el proyecto personal que cada ser tiene, pero sobretodo llevando a la práctica en la realidad que se vive[25]

La familia que es concienciada por parte de sí misma y de quienes le rodean, tomará conciencia crítica, reflexionará y conquistará un mundo nuevo, o por lo menos vivido con dignidad dentro de la comunidad podrá transformarse a sí mismo y al conglomerado social[26]

Hoy en la actualidad la familia presenta aspectos positivos, y aspectos negativos, Juan Pablo II afirma: "en la calidad de relaciones interpersonales en el matrimonio, a promoción de la dignidad de la mujer, a la procreación responsable, la educación de los hijos, solo allí existirá conciencia de la necesidad de desarrolla relaciones entre las familias, en orden a una ayuda recíproca, espiritual y material, al conocimiento de la misión eclesial propia de la familia a su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa"[27]. Agrega: "La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos, de los parientes. Su primer cometido es vivir fielmente la realidad de la comunión con el empeño constante de desarrollar una auténtica comunidad de personas. El principio interior, la fuerza permanente y la meta última de tal cometido es el amor. (Exhortación apostólica Familiaris Consortio)"[28].

En base a estos fenómenos negativos, merece nuestra atención primordial una reflexión de especial importancia en los tiempos actuales. El hombre y la mujer están en búsqueda sincera y profunda de una respuesta a los problemas cotidianos y graves de su vida matrimonial y familiar. Ante esto la sociedad y la Iglesia, debería aunar esfuerzos que ayuden para una mejor supervivencia, como son: el alimento, el trabajo, la vivienda, las medicinas, etc. Aunque hoy la sociedad está envuelta en tantos espacios que desdicen de su fundamentación social, cultural, económica, política e ideológica cada vez más busca sus propios intereses y se olvida del otro que es también su hermano. Salomón nos da una lección de amor en pareja matrimonial y el respeto dentro de la familia, "… y vive alegre y contento con la esposa que tomaste en tu juventud", "Corona de su marido es la mujer hacendosa; así como es carcoma de sus huesos la de malas costumbres". (9)

La familia dentro de la sociedad intenta descubrir que está mal por diferentes causas que el paso del tiempo se ha vuelto cómplice de muchas anomalías que en lugar de superar forma parte del problema.

Concepto antropológico de Familia.

El varón y la mujer tienen su origen en Dios uno y trino (refiérase a la Santa Trinidad) (10), a través del bautismo participa de la vida trinitaria.

Casi todas las concepciones que se tiene del hombre se lo interpreta en una clave de humanismo, las respuestas que se han dado recae que el ser humano es reconocido como un ser relacional con los otros y se desarrolla dentro de una comunidad.

Para conceptualizar al varón y a la mujer es necesario un largo proceso, porque está en permanente crecimiento y desarrollo queriendo alcanzar su propia dignidad y se lo hace con libertad.

Al hablar del Hombre, se lo sitúa en los límites filosóficos pero no separados de un humanismo sentimental; como que se pretendiese partir del ser abstracto al histórico, puesto que aunque el mundo lo tome así, quienes participamos de la realidad de la comunidad, podemos comprobar que el hombre y la mujer siente, padece, dentro de una realidad lacerante que cada vez más quiere resurgir unido a su hogar, a su familia y a su comunidad[29]

Descubrir hoy los problemas que surge dentro del hogar, permite explicitar las determinaciones concretas en las que el hombre lo subsiste, luego será conveniente su procedimiento analítico encontrará su verdadero lugar y sentido el discurso ético y religioso.

La Misión de la Familia.

La familia cristiana tiene una forma muy peculiar en la misión de la Iglesia; su contribución debe hacerlo dentro de un ambiente comunitario, juntos, pues la pareja como cónyuges y los padres e hijos en cuanto familia, han de vivir en servicio a la Iglesia y al mundo.

La misión de la familia es la misión misma de la iglesia "la familia debe ser un espacio donde el evangelio es transmitido y desde donde se irradia".

La familia dentro del designio de Dios descubre su identidad y misión al mismo tiempo lo que debe realizar su vocación es la llamada a desenvolverse en la historia mediante un desarrollo dinámico y existencial. Aquí todas las familias encuentran y descubren la llamada eficaz y definen su dignidad y responsabilidad. "La misión de la familia, quiere ser cada vez más una comunidad de vida y amor"[30].

Al igual que para toda realidad creada hallará su cumplimiento en el reino de Dios. Dentro de esta realidad se puede decir que la esencia y el cometido de la familia son definidos como la misión de la familia es: custodiar, revelar y comunicar el amor como el signo vivo de la participación real del amor de Dios hacia la Iglesia y el mundo entero.

La familia es la expresión y actuación concreta de la misión fundamental, porque su acción más importante es la de formar una comunidad de personas, para el servicio de la vida, participación en el desarrollo de la sociedad y por ende la participación activa en la vida y misión de la Iglesia.

Al referirnos a que la familia es formadora de comunidad de personas, se dice que es fundada y vivificada por el amor del hombre y de la mujer esposos y padres a la vez, hijos, parientes y por tal instancia están invitados a vivir la fidelidad dentro de una auténtica comunión de espíritus, su fuerza, su meta última es el amor, porque la familia sin amor no puede vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de vida. Porque el hombre no puede vivir sin amar se convierte en nada y vacío, no lo experimenta, no lo hace propio.

La comunidad primera es la que se instaura y se desarrolla entre los cónyuges; en virtud el pacto del amor conyugal, el hombre y la mujer no son ya dos, sino una sola carne y están llamados a crecer continuamente mediante la fidelidad continua y recíproca en una donación total. La comunión conyugal se caracteriza no solo por la unidad sino por su indisolubilidad, por lo que debe existir una donación mutua y a los hijos, en donde existe plena fidelidad de los cónyuges.

La Familia según la Biblia.

Podríamos decir y escribir mucho sobre la familia y la Biblia, e incluso me gustaría comenzar a partir de la situación actual de nuestras familias, o al menos de las latinoamericanas, pero en esta breve intervención me limitaré a presentar unas rápidas pinceladas de lo que significa la familia en la Biblia y para nuestra fe.

Por su puesto no podría comenzar sin hacer notar que lo que hemos descubierto sobre la familia en la Biblia, o lo que ella nos dice a las familias, en grandísima medida ha sido debido al gran impulso que la Dei Verbum, ha dado a los estudios bíblicos, y a la lectura de la Palabra en nuestros pueblos atentos al sufrimiento y a las esperanzas cotidianas.

La Biblia, Palabra de Dios nos habla de una historia de amor, la de Dios por su pueblo. Un amor continuamente roto por parte del pueblo, que a lo largo de su historia opta por otros amores, por otros estilos de fundamentar el sentido de su existencia y las relaciones entre sus miembros; pero también, continuamente recompuesto por la fidelidad de Dios, que de múltiples maneras le indica a Israel el verdadero camino del amor.

En la Biblia esta historia de amor continuamente se expresa con la imagen de la relación familiar. La familia es por un lado un fenómeno social concreto de Israel, pero al mismo tiempo un símbolo literario y teológico de la revelación que Dios hace de su propuesta de relaciones humanas, con Él y con el cosmos.

La familia, un proyecto de vida que Dios propone a la persona humana.

Entre las primeras afirmaciones que aparecen en la Biblia, específicamente en los relatos de la creación, están las referidas al matrimonio y a la familia. En Génesis se cita: "Cuando Dios creó al género humano, lo creó a su imagen; varón y mujer los creó, y les dio su bendición: tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo y gobiérnenlo" (11), después del relato antropomórfico de la creación del hombre y de la mujer, el texto afirma: "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona". (12)

El concepto de familia ha ostentado diferentes significados., la delimitación de su concepto es el objeto de una diversidad de disciplinas como la biología, antropología, historia, economía, política, La que más luz ha aportado a la explicación del concepto de familia, ha sido la antropología. Definición de Fernández de Riesgo: "Una estructura de papeles y relaciones basada en los lazos de sangre (consanguinidad) y de matrimonio (afinidad) que liga a los hombres, a las mujeres y a los niños dentro de una unidad organizada."[31]

La familia, símbolo e imagen de la Alianza.

El primer texto del Génesis, donde aparecen el varón y la mujer como cumbre y corona de la creación, acentúa la misión de la pareja humana (familia) como continuadora de la obra iniciada por Dios. No es Adán solo, sino Adán, Eva y su cimiente, es decir la familia la que recibe la misión de llenar la tierra y someterla; pero al mismo tiempo el ser familia, aún sin vinculación jurídica es un proyecto, es la manera concreta de cumplir el proyecto divino: "Dios los bendijo diciéndoles: Sean fecundos y multiplíquense". (13)

Generalmente vemos a Adán y Eva como la primera pareja humana, pero el autor en ella está viendo a Israel, por eso lo que hemos dicho de la primera familia, en cuanto a su sentido y misión se aplica a Israel y desde ya se anuncia su ser familia. Por esta razón en el Antiguo Testamento no existe el término "familia", sino más bien el de casa en un sentido más popular. Es el pueblo el llamado a ser familia.

Sin embargo, es el acontecimiento de la liberación de Egipto, el que ya marca la fe de Israel entendiéndose asimismo como hijo de Dios y a Dios como su Padre. Pero es la Ley, que no se limita al decálogo, la expresión de la filiación entre Dios y su hijo y a su vez expresión de la santidad de la filiación en la familia de Israel.

Antes de la última formulación del Pentateuco son los profetas los que utilizan el símbolo y la imagen de la familia para explicar la comunión entre Dios y su pueblo. (14) Ningún otro símbolo más expresivo y revelador que el propio matrimonio de Oseas puede proclamar el cariño de Dios por su pueblo.

Jeremías emplea también de manera constante el símbolo de la familia, haciendo hincapié en las relaciones apasionadas de los novios: "aún me acuerdo de la pasión de tu juventud, de tu cariño como de novia, cuando me seguías por el desierto". (15) "Así como una mujer traiciona a su amante, así me ha engañado Israel". (16)

Ezequiel (17), reproduce la historia de Israel con una ternura impresionante Jerusalén aparece como una niña recién nacida, desnuda y abandonada en pleno campo, cubierta por su propia sangre sin nadie que le lleve los cuidados y el cariño necesarios. Dios pasa junto a ella, la recoge, la guarda, la cuida y se enamora de ella: "Con juramento me uní en alianza contigo y fuiste mía". (18)

Pero la imagen de la familia en los profetas, no solo aparece en función de la Alianza entre Dios y su pueblo, sino también en función de su ruptura. La traición y la infidelidad entre los cónyuges, o al menos el abandono y la manipulación que desgraciadamente forma parte de la realidad familiar, ayer y hoy, sirve también como motivo para hablar de la ruptura de la alianza.

El amor de Dios libera y edifica a Israel como su esposa y marca las relaciones al interior del pueblo con una filiación divinamente amorosa. Sin embargo, la actitud de Israel se convierte en prostitución constante: "en los cruces de los caminos te construiste un lugar de pecado y deshonraste tu belleza ofreciéndote a cualquier transeúnte, multiplicando tus prostituciones". (19) Más la esperanza queda de nuevo abierta al arrepentimiento y a la aceptación de la permanente propuesta de reconstitución de la familia: "yo tendré presente la alianza que hice contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo una alianza eterna". (20)

Los cantos de Isaías reproducen las mismas ideas: "Yavé te llama como a la esposa abandona, que se encuentra afligida. ¿Se puede rechazar la esposa que uno toma siendo joven?. Así habla tu Dios: "Te había abandonado un momento, pero con inmensa piedad voy a reunir a tus hijos.". (21) "Yo no retiraré mi amor, ni se romperá mi alianza de paz contigo". (22) Los profetas, quizá sin buscarlo, nos han hecho una teología del matrimonio y de la familia, acentuando con fuerza extraordinaria el significado de la entrega conyugal.

Igualmente en los profetas, no es solo el culto pagano, signo de la ruptura de la unión conyugal entre Dios e Israel, también lo es el estilo de relaciones intrafamiliares, en Israel, por eso los profetas ven como idolatría la falta de justicia y derecho. La teología del matrimonio y de la familia en los Profetas no separa la alianza conyugal del estilo de relaciones entre los posibles miembros del pueblo, casa o familia.

Otro aspecto fundamental de la familia es el sexual el que también aparece ya en el Génesis acentuando su función procreadora, sin dejar de lado la sexualidad como posibilidad de realización personal e íntima en función de una comunidad de amor.

También los profetas nos presentan este aspecto, hablando de la alianza conyugal con un lenguaje casi erótico. Pero ha sido la literatura sapiencial la que más nos enseña la profunda dignidad de la entrega sexual, concretamente en la relación amorosa entre el varón y la mujer. La fecundidad no aparece como un bien absoluto, ni la esterilidad es considerada como maldición.

Con las abundantes citas sapienciales podía hacerse una espléndida descripción del significado de la reciprocidad entre varón y mujer en una comunidad entendida como armonía. Y todo esto no se ve empañado por el ambiente, dominado por los varones que achacan a la mujer los males de Israel.

La literatura sapiencial no deja de lado el aspecto de la procreación o de la fecundidad en la familia, lo toca poniendo énfasis en el estilo de relaciones de los miembros, dirigiéndose expresamente a la relación entre padres e hijos, entre jóvenes y ancianos, entre hombres y mujeres.

El Cantar de los Cantares, un genuino evangelio del amor de pareja, con sus cantos para una boda y diálogos eróticos entre novios, abre a la familia a un aspecto fundamental, al descubrimiento de la bondad del mundo, pues desde el amor, que en la unión sexual y en la alianza conyugal marca el corazón humano, nace una nueva manera de ver el mundo y de comprometerse con él, principalmente siendo testigo de la pasión, de la inocencia y de la ternura con que el varón y la mujer se relacionan. El Cantar descubre la divina dignidad del amor, lo abre a la familia, lo libera de las ataduras del puritanismo y de las licencias que lo prostituyen.

La Familia y Jesús.

Es difícil rastrear las motivaciones profundas de quienes consagraron la idea retributiva y jurídica de las relaciones filiales entre Israel y Yavé, las que a su vez se extendieron a las relaciones familiares y terminaron construyendo una familia y un pueblo signos de dicha pretendida juridicidad.

Jesús de Nazaret[32]retoma la imagen de la familia que presentaban los profetas, para recalcar la imagen de Dios, que a más de cónyuge amoroso, apasionado, liberador y misericordioso, es ahora Padre que ama sin restricciones. Así, Jesús refuerza la imagen de la familia como signo del amor de Dios por su pueblo y enfatiza el amor entre hermanos, hijos e hijas de un mismo Padre.

Los evangelios nos presentan a Jesús revelándose como el Mesías y revelando el amor de Dios, no en los lugares y ambientes sagrados, sino en los profanos y domésticos. Las casas se vuelven lugares de encuentro de Dios con su pueblo que se extiende a la familia lugar y ambiente pretendidamente profano, marginado de la posibilidad de ser lugar de encuentro y expresión del amor humano como signo del amor de Dios. En casas, Jesús realiza milagros, perdona y sana, reconstruye familias rotas por la muerte o la enfermedad, signos del pecado que separa a hombres de mujeres, hijos de padres y madres, hermanos de hermanos; Jesús reconstruye la familia y le devuelve su ser signo de la alianza.

Por todo esto Jesús supera la teología de la retribución que legisla las relaciones familiares, autoritarias y discriminatorias, devuelve a la mujer su protagonismo en la construcción de una nueva comunidad, signo de la alianza eterna y a los más pequeños o débiles en la familia, los presenta como privilegiados del amor de Dios, y con ello invitando a marcar las relaciones de la nueva familia por la opción preferencial hacia el pequeño aceptando en su pequeñez la presencia de Dios, Opción que solo puede ser fruto del auténtico amor; opción que denuncia e otros modelos de familia, sociedad y comunidad creyente.

Jesús supera la interpretación de la ley y se ubica más allá de cualquier plano jurídico o contractual devolviéndole a la familia su sentido primigenio, y relativizando el significado e importancia que la teología retributiva le daba. Ello no significa que Jesús elimine la familia sino que, al devolverle su sentido la convierte en propuesta de otro estilo de cohesión social y religiosa. Jesús funda una nueva familia (23), la familia de Dios que no elimina la familia humana sino que la asume, la dignifica completando su sentido y liberándola de las pesadas cargas de la ley que privilegien al varón sobre la mujer, al adulto sobre el niño, al joven sobre el anciano.

Las acciones y actitudes de Jesús son fruto de su íntima y profunda relación con Dios, la cual no sería extraño, afirmar, se daría en el seno de su propia familia. Es por esto que vemos en la sagrada familia el modelo de la familia cristiana, y es por esto que no podemos separar las opciones, las actitudes y las acciones de Jesús de Nazaret del lugar privilegiado donde las descubrió y aprendió, al descubrir y profundizar su comunión con el Padre.

La familia de Jesús, como Israel tuvo que soportar difíciles circunstancias; conformada por un varón justo (24), que a pesar de las Leyes condenatorias no rechaza a su esposa y permanece fiel a su primera opción de amor; y por la humilde esclava (25), que vive en total confianza, y acepta ser instrumento de los planes divinos, que quieren llevar a plenitud el proyecto de familia iniciado con Israel. (26) En medio de la marginación y la exclusión, la familia de Nazaret es ya la escuela de aquel que será el modelo del pobre de corazón, es el ambiente en el que Jesús se descubre profundamente unido al Padre.

Es la familia que respeta la personalidad y la dignidad propia de su hijo, aunque no lo entienda; la familia del hijo que vivió obedeciéndola, y de la que en su momento supo separarse porque entendía que el amor percibido en ella le impulsaba a una misión más grande.

Para Jesús la misión en la vida aunque parte del hogar no se centra en él, abandona su casa y su pueblo pero hace del mundo su casa y su pueblo; lo mismo exigirá a sus seguidores.

Jesús y sus discípulos forman una familia, consagrada en una misma fe y amistad, en una vinculación que no se debe a la ley ni a la sangre, sino a la misión de ser signo del Reino en el mundo. La Iglesia será pues familia donde todos se aman y donde su amor será la atracción de muchos para la obra del Reino.

Jesús proclama y vive una realidad nueva, la Iglesia, su continuadora lo hará igualmente, vive la novedad que radica en la propuesta de otra manera de ser comunidad creyente, siendo familia radical y universal, en la que todos seamos hijos del único padre y hermanos entre nosotros. Fundada no solo en relaciones de parentela sino en una vida en común de todos los que siguen a Jesús, y de ese seguimiento dependerá su cohesión. Esto explica por qué las primeras comunidades cristianas se consideraban a sí mismas como familia de familias siendo comunidades domésticas que se reúnen en torno a una mesa común.

El mensaje de Jesús y su propuesta de Iglesia como familia está claramente expresado por Pablo: "No se hace diferencia entre hombre y mujer. Pues todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús". (27) Por supuesto que esta expresión está en función de la comunidad eclesial en medio de un mundo marcado por las diferencias y ante la amenaza de un judaísmo que impulsa un modelo familiar basado en la autoridad del poderoso, desde esas circunstancias surge el primer sentido del texto, pero al leerlo desde la familia no debemos entender una igualdad que elimina las identidades de los miembros sino que las dignifica y las llama desde sus peculiaridades, a aportar en el plan de la Iglesia, la familia de Dios, donde nadie puede decir al otro: no te necesito, no eres importante, por tu pequeñez, o por la insignificancia de tu aporte.

San Pablo compara la unión matrimonial a la relación entre Cristo y la Iglesia (28); como buen fariseo está relacionado con la imagen de la comunión y alianza conyugal entre Yavé y su pueblo. Entre Cristo y la Iglesia, las relaciones son disimétricas, por la naturaleza de sus miembros, Cristo es Dios y la Iglesia está compuesta por hombres, sin embargo, la Iglesia está llamada a ser expresión de esas relaciones e instrumento de salvación. Aun así al pensar en la familia cristiana, imagen de la unión entre Cristo y la Iglesia no hay que pensar que las relaciones entre los miembros de la familia igualmente deben ser disimétricas. Debemos evitar esa interpretación para no reproducir un modelo de familia y de comunidad eclesial organizada en torno a quien detenta el poder, sino un modelo con una organización que entiende la autoridad como servicio.

La familia cristiana es tan importante y su papel tan fundamental en la construcción del Reino de Dios, que el Concilio la llamó "Iglesia Doméstica[33]En la familia la acogida, el perdón, la comprensión, la libertad, la escucha se constituyen en vivencia y anuncio real del Evangelio, por eso la familia puede llegar a ser verdaderamente, signo real y perceptible de la acción de Dios en el mundo.

De hecho hoy, la institución familiar está en crisis y paradójicamente es el valor más cotizado, porque sigue siendo el ambiente que forja a la persona o la destruye, que construye o reproduce estilos de relaciones humanas y modelos sociales. Por eso, es también el lugar desde donde se forja la liberación y la salvación de la persona y de las sociedades.

Sin embargo, es urgente la evangelización o la liberación de los diversos aspectos de la familia, pues los criterios, modelos y pautas de comportamiento familiar impuestos y globalizados en la opinión pública por los medios de comunicación, se lanzan desde los intereses de una sociedad fundada en el relativismo posmoderno o en la tiranía de la razón instrumental y autoritaria de la modernidad, que en muchos casos, o hacen imposible el ideal cristiano de familia o crean situaciones hostiles para las familias que intentan vivir dicho ideal.

En nuestra sociedad, lo general no es que las familias sean jardines de maravillas, existen problemas, crisis, limitaciones y vicios. Hay familias heridas, rotas, manchadas, familias cerradas o vacías, familias en las que en lugar de amor hay frío, en lugar de alegría hay angustia, familias en las que en lugar del diálogo se impone el grito, y en lugar del compartir el consumo, familias que educan en el conformismo porque ellas mismas han confundido su dignidad.

La misión de la familia es la misma de la Iglesia, la de ser comunidad de amor, donde los mayores evangelizan a los menores y se dejan evangelizar por ellos, solo así ante esa familia el mundo podría exclamar: ¡Miren como se aman!.

Es grande el conocimiento disponible que hay con relación a la familia. Tanto la psicología antigua como moderna han parido una muy buena cantidad de conceptos e ideas con relación al hogar.

Sin embargo, los principios de la Biblia no solo siguen siendo pertinentes al tiempo en que vivimos, sino que han demostrado ser altamente eficientes y competitivos en ese sentido.

La Escritura indica varias cosas importantes. Veamos:

  • 1. El hogar fue fundado por Dios. Fue su propia idea.

2. Debe ser una relación única. El Génesis establece que el hombre dejará padre y madre y se unirá a su mujer para ser una sola carne.

Muchos de los problemas en las relaciones matrimoniales son por la no desvinculación, relación e influencia de los padres en la nueva relación.

Mientras más lejos esté un joven matrimonio del tronco patriarcal, mejor será.

3. Debe mantener siempre la pureza. La intimidad sexual es solo cosa de dos personas debidamente casadas.

El adulterio y la fornicación, son dos pecados terribles que amenazan la integridad de una relación. La Biblia exhorta a que sea el matrimonio honroso y que el lecho sea sin mancilla.

Las jovencitas y los jóvenes deben llegar vírgenes a la unión.

Es triste ver la vulgaridad con la que esas reglas se violan hoy con las relaciones a destiempo y el desenfreno pasional.

4. Debe tener permanencia. La muerte es lo único que produce la separación.

Es cierto que hoy se esgrimen muchos elementos justificadores. Pero no hay nada que el perdón, el amor y la tolerancia no solucionen. En el Creador nunca ha estado la idea de la separación en lo que el mismo unió. Es que son terribles las consecuencias de los divorcios en una sociedad.

Algunas presiones importantes.

1. ¿Qué enseña la Iglesia sobre la familia?

La Iglesia enseña que la familia es uno de los bienes más preciosos de la humanidad.

  • 2. ¿Por qué es un bien tan precioso?

La familia es un don tan precioso porque forma parte del plan de Dios para que todas las personas puedan nacer y desarrollarse en una comunidad de amor, ser buenos hijos de Dios en este mundo y participar en la vida futura del Reino de los Cielos: Dios ha querido que los hombres, formando la familia, colaboren con Él en esa tarea.

3. ¿Dónde están revelados los planes de Dios sobre el matrimonio y la familia?

En la Sagrada Escritura -la Biblia-, se narra la creación del primer hombre y de la primera mujer: Dios los creó a su imagen y semejanza; los hizo varón y mujer, los bendijo y les mandó crecer y multiplicarse para poblar la tierra. (30) Y para que esto fuera posible de un modo verdaderamente humano, Dios mandó que el hombre y la mujer se unieran para formar la comunidad de vida y amor que es el matrimonio. (31)

4. ¿Qué beneficios trae formar una familia como Dios manda?

Cuando las familias se forman según la voluntad de Dos, son fuertes, sanase y felices; hacen posible la promoción humana y espiritual de sus miembros contribuyendo a la renovación de toda la sociedad y de la misma Iglesia.

5. ¿Cómo ayuda la Iglesia a los hombres para que conozcan el bien de la familia?

La Iglesia ofrece su ayuda a todos los hombres recordándoles cuál es el designio de Dios sobre la familia y el matrimonio. A los católicos corresponde de modo especial comprender y dar testimonio de las enseñanzas de Jesucristo en este campo.

6. ¿Cómo es posible realizar plenamente el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia?

Sólo con la ayuda de la grada de Dios, viviendo de verdad el Evangelio, es posible realizar plenamente el proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia.

7. ¿Por qué hay tantas familias rotas, o con dificultades? ¿Por qué a veces parece tan difícil de cumplir la voluntad de Dios sobre el matrimonio?

Adán y Eva pecaron desobedeciendo a Dios y desde entonces todos los hombres nacen con el pecado original. Este pecado y los que comete cada persona hacen difícil conocer y cumplir la voluntad de Dios sobre el matrimonio. Por eso Jesucristo quiso venir al mundo: para redimirnos del pecado y para que pudiéramos vivir como hijos de Dios en esta vida y alcanzar el Cielo. Hace falta la luz del Evangelio y la gracia de Cristo para devolverle al hombre, y también al matrimonio y a la familia, su bondad y belleza originales.

8. ¿Qué consecuencias tiene para toda la sociedad no cumplir el plan de Dios sobre la familia y el matrimonio?

Cuando la infidelidad, el egoísmo y la irresponsabilidad de los padres respecto a los hijos son las normas de conducta, toda la sociedad se ve afectada por la corrupción, por la deshonestidad de costumbres y por la violencia.

9. ¿Cuál es la situación de la familia en nuestra sociedad?

Los cambios culturales de las últimas décadas han influido fuertemente en el concepto tradicional de la familia. Sin embargo, la familia es una institución natural dotada de una extraordinaria vitalidad, con gran capacidad de reacción y defensa. No todos estos cambios han sido perjudiciales y por eso el panorama actual sobre la familia puede decirse que está compuesto de aspectos positivos y negativos.

10. ¿Qué aspectos positivos se notan en muchas familias?

El sentido cristiano de la vida ha influido para que en nuestra sociedad se promueva cada vez más: una conciencia más viva de la libertad y responsabilidad personales en el seno de las familias; el deseo de que las relaciones entre los esposos y de los padres con los hijos sean virtuosas; una gran preocupación por la dignidad de la mujer; una actitud más atenta a la paternidad y maternidad responsables; un mayor cuidado a la educación de los hijos; una mayor preocupación de las familias para relacionarse y ayudarse entre sí.

11. ¿Qué aspectos negativos encontramos en las familias de nuestro país?

Son muchos y todos ellos revelan las consecuencias que provoca el rechazo del amor de Dios por los hombres y mujeres de nuestra época. De modo resumido podemos señalar: una equivocada concepción de la independencia de los esposos; defectos en la autoridad y en la relación entre padres e hijos; dificultades para que la familia transmita los valores humanos y cristianos; creciente número de divorcios y de uniones no matrimoniales; el recurso fácil a la esterilización, al aborto y la extensión de una mentalidad antinatalista muy difundida entre los matrimonios; condiciones morales de miseria, inseguridad y materialismo; la emergencia silenciosa de gran número de niños de la calle fruto de la irresponsabilidad o de la incapacidad educativa de sus padres; gran cantidad de personas abandonadas por falta de familia estable y solidaria.

12. ¿Qué podemos hacer para que los signos negativos no prevalezcan?

La única solución verdaderamente eficaz es que cada hombre y cada mujer se esfuercen por vivir en sus familias las enseñanzas del Evangelio, con autenticidad. El sentido cristiano de la vida hará que siempre prevalezcan los signos positivos sobre los negativos, aunque éstos nunca falten.

13. ¿Jesucristo nos dio algún ejemplo especial sobre la familia?

Sí, porque Jesucristo nació en una familia ejemplar; Sus padres fueron José y María. Les obedeció en todo (32); y aprendió de ellos a crecer como verdadero hombre. Así pues, la familia de Cristo es ejemplo y modelo para toda familia.

14. ¿Esas enseñanzas son válidas para la familia de nuestros días?

Los ejemplos de la Sagrada Familia alcanzan a los hombres de todas las épocas y culturas, porque el único modo de conseguir la realización personal y la de los seres amados es crear un hogar en donde la ternura, el respeto, la fidelidad, el trabajo, el servicio desinteresado sean las normas de vida.

15. ¿Quiénes deben sentirse responsables de fortalecer la institución familiar?

Cada hombre es responsable de una manera u otra de la sociedad en que vive, y por tanto de la institución familiar, que es su fundamento. Los casados, deben responder que la familia que han formado sea según el designio de Dios; los que permanecen solteros, deben cuidar de aquella en que nacieron. Los jóvenes y adolescentes tienen una particular responsabilidad de prepararse para construir establemente su futura familia.

Matrimonio e Iglesia.

El matrimonio como institución humana se encuentra en casi todas la culturas. En el Antiguo Testamento se considera creación de Dios (33), visión reiterada por Jesús en el Nuevo. (34) La relación matrimonial entre marido y mujer se convirtió en una imagen de la alianza de Dios con su pueblo (35), alianza rota a menudo por el pueblo, aunque el amor de Dios, el esposo, permaneció fiel. (36) Esta imagen esponsal pasa al Nuevo Testamento, en el que los esposos han de ser reflejo de la relación de Cristo con su Iglesia. (37)

Jesús restableció las intenciones originales de Dios con respecto al matrimonio. (38) A pesar de su exaltación de la virginidad (39), el Nuevo Testamento muestra una idea elevada del matrimonio, el amor y la familia. (40) Los distintos "códigos domésticos" revelan valores nobles (41), pero algunos elementos están culturalmente condicionados y necesitan cuidadosa interpretación. El adulterio, incluso en el corazón (42), es condenado en varias ocasiones. (43) No hay una interpretación de que sea capaz de ganarse el consenso de todos los exegetas; el texto tiene implicaciones para el ministerio, especialmente para los diáconos casados[34](44)

A lo largo de su historia la Iglesia ha mostrado de muchos modos su interés por el matrimonio, interés expresado en la legislación y en la doctrina. Aunque en muchos de los Padres hay una neta preferencia de la virginidad frente al matrimonio, la Iglesia nunca se contaminó con ninguna de las sectas que, como los marcionitas[35]o los distintos tipos de encratitas[36]despreciaban o rechazaban el matrimonio. Hay que reconocer, no obstante, que algunos de los Padres, incluidas figuras capitales como San Agustín, parecen haber tenido reservas acerca de la bondad moral plena o integral del intercambio marital; pero los datos son escasos y requieren atenta valoración. Muchos de los Padres desaprobaban además el nuevo matrimonio cuando había muerto uno de los cónyuges (Viudas); y estaban absolutamente en contra de los matrimonios entre miembros de la Iglesia y no cristianos[37]

El reconocimiento de la sacramentalidad del matrimonio fue lento. San Agustín aprovechó la palabra "sacramentum" (latín), en español "Sacramentos" de Efesios (46); los griegos, que leían allí mystérion[38]pensaban más en el plan divino. Harían falta varios siglos hasta que el matrimonio tuviera un rito celebrado universalmente dentro de la Iglesia, aunque hay huellas de bendiciones nupciales ya en Tertuliano. Las Constituciones apostólicas, de finales del siglo IV, insisten mucho en la santidad del matrimonio y condenan severamente todo lo que se opone a ella. Está prohibido repudiar a la mujer excepto en caso de vida disoluta y de adulterio; una mujer repudiada no puede volver a casarse.

El primer concilio medieval que apoyó el matrimonio cristiano fue el de Letrán II, en el que Inocencio III introdujo el tema en la profesión de fe exigida a los valdenses[39](1208). Parece que la primera vez que se llamó sacramento al matrimonio en un documento magisterial fue en un concilio local celebrado en Verona (1184). A partir del concilio de Lyon II es contado dentro de los siete sacramentos, doctrina repetida en Florencia y en Trento. En la Edad media se disputó sobre qué era lo esencial en el matrimonio; fue bajo Alejandro III (1159-1181) cuando se decidió que era el consentimiento mutuo el que daba origen al verdadero matrimonio cristiano, derivándose la indisolubilidad de la posterior consumación en la relación sexual (ratum et consummatum[40]

Los reformadores rechazaron la compleja legislación canónica que se había ido formando durante la Edad media, pero tuvieron en gran estima el matrimonio, aunque situándolo más bien en el ámbito secular que en el sacramental. Trento desarrolló una considerable doctrina contra los que consideraba errores de los reformadores, al tiempo que establecía reformas, en relación principalmente con los matrimonios secretos o clandestinos, la necesidad de expresar el consentimiento delante del párroco, los impedimentos y los abusos

En el siglo XX ha habido diversas declaraciones acerca del matrimonio: la Casti connubii[41](1930) de Pío XI y numerosas referencias en las alocuciones de Pío XII. El Vaticano II presentó una rica teología y espiritualidad del matrimonio: pidió una revisión del rito; consideró el matrimonio como un ejercicio sacramental del sacerdocio común y calificó a la familia como una "Iglesia doméstica"; enseñó que el matrimonio era un importante ejercicio del oficio profético de los bautizados y habló de la llamada a la santidad dentro del sacramento. Consciente de las amenazas existentes contra el matrimonio, el concilio habló en la constitución pastoral del auténtico significado del matrimonio.

Después del concilio hubo importantes enseñanzas positivas acerca del matrimonio, a menudo pasadas por alto, en la encíclica sobre la regulación de la natalidad y en la exhortación apostólica postsinodal (referido al Post Sínodo de Obispos con el Papa, a la exhortación apostólica). La familia cristiana en el mundo moderno. Este último documento, junto con las enseñanzas del Vaticano, constituyó la base para la legislación sobre el matrimonio en el nuevo Código de Derecho canónico. El poder sobre el matrimonio cristiano en la Iglesia es amplio. Por los privilegios petrino y paulino[42]se pueden disolver matrimonios entre no cristianos y católicos. El único matrimonio considerado como absolutamente indisoluble en la Iglesia católica es el matrimonio entre cristianos ratum et consummatum; la anulación no es una disolución del matrimonio, sino simplemente una declaración oficial de que no hubo desde el primer momento un verdadero matrimonio. Los motivos para dicha declaración se han ampliado notablemente en el presente siglo. La Iglesia católica reclama el derecho a regular la celebración del matrimonio y a establecer impedimentos, algunos de los cuales son de derecho natural, mientras que otros tienen su origen en el derecho eclesiástico.

En la actualidad hay un problema muy serio en la Iglesia relacionado con el matrimonio. A pesar de la existencia de excelentes estudios pastorales y del desarrollo actual de la psicología, H. Vorgrimler[43]ha podido señalar dos crisis: "La incapacidad cada vez mayor de las parejas de lograr el éxito en su relación y el rápido declive de la autoridad de la Iglesia católica".

La respuesta de la Iglesia ha sido una insistencia firme, para algunas severas, en los principios morales acerca del matrimonio, combinada con un gran énfasis en la preparación catequética y el cuidado pastoral de las parejas antes del matrimonio. Se plantea un problema pastoral particular en relación con los que han entablado una segunda relación después de un divorcio civil o una separación: ¿hay que negarles los sacramentos?. En contra de una opinión errónea muy extendida, la Iglesia ortodoxa no permite en principio el divorcio y un nuevo matrimonio en virtud de una interpretación amplia de. (48) Invoca más bien la compasión y la economía para aquellos cuyo matrimonio ha fracasado. Según algunos autores, los católicos deberían estudiar más detenidamente el planteamiento pastoral de los ortodoxos. La actitud actual de la Iglesia católica es de atención pastoral pero de negativa a admitir a la eucaristía; sólo se acepta al sacramento de la penitencia a quienes están dispuestos a guardar una continencia completa.

Una de las aportaciones importantes del feminismo dentro de la Iglesia ha sido el promover una visión del matrimonio, y de las responsabilidades de los cónyuges, más integral. La institución del matrimonio ha de combinarse con una espiritualidad adecuada a cada cultura en particular.

La teología del matrimonio, sin embargo, no está todavía muy desarrollada; la dimensión eclesial del sacramento es muy importante. Una comprensión más profunda del matrimonio supondría a su vez una mayor profundización en el misterio de la Iglesia como esposa. El matrimonio constituye la Iglesia doméstica, expresión forjada por San Juan Crisóstomo. Poco antes del Vaticano II tal expresión fue divulgada a partir de un congreso sobre el matrimonio promovido por los Equipos de matrimonios de Nuestra Señora, en el que el teólogo ortodoxo P. Evdokimov[44]la propuso como modelo eclesiológico. La relación entre el matrimonio y la eucaristía es particularmente importante.

El hecho de que los ministros del sacramento sean los contrayentes y, por tanto, cada uno de ellos actúe in persona Christi y como instrumento de gracia para el otro, tiene importantes implicaciones para la teoría general de los sacramentos en la Iglesia y para la teología general del ministerio. La Iglesia católica se destaca, pero no está completamente sola, en su rigurosa defensa de la ética sexual y marital. De hecho se encuentra con enormes problemas de cara a la credibilidad de su magisterio y a la proclamación en el mundo de una negativa clara a los programas liberales en este campo. El sacramento del matrimonio tiene un complemento en la confirmación, que da a los cónyuges la fuerza necesaria para dar testimonio de la posibilidad de vivir el matrimonio cristiano, que puede ser hoy más difícil incluso que el celibato.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles, el autor presenta también algunos relatos que tienen que ver con algunas familias que adoran a Dios, que se abren al mensaje de Jesús y hacen de sus hogares las "iglesias domésticas": la familia de Cornelio es un ejemplo particular (49); igual dígase de las familias de Ticio y Crispo. (50) Las "iglesias domésticas" siguen siendo la propuesta de fermento evangelizador de nuestra sociedad.

  • LA RELACIÓN EN MATRIMONIO.

El matrimonio y la familia entran en el proyecto de Dios.

La familia y el matrimonio entra en el proyecto Dios, sobre la fecundidad y de bendición. Una pareja estéril es considerada como una pareja marcada por la desdicha. (51) Por el contrario, la presencia de hijos es expresión evidente de la bondad de Dios: "Los hijos que nos nacen son ricas bendiciones del Señor". (52) Por supuesto, sólo Dios es capaz de romper la maldición de la esterilidad y alegrar la comunidad humana con la presencia de los hijos (véanse los casos de Saray, de Rebeca, de Raquel, de la mamá de Sansón, de la mamá de Samuel, de Elizabeth, madre de Juan el Bautista. (53)

La Biblia recoge relatos que hablan de costumbres y normas, tomadas probablemente de otros pueblos pero interpretadas desde ámbito creyente, que permitían garantizar la conformación plena de la familia. Abram y Jacob, tuvieron, inicialmente, que hacer uso de la costumbre de dar descendencia a sus esposas estériles a través de las sirvientas. (54) Después, con la ley del levirato se quiere igualmente garantizar la presencia de una familia: "Si dos hermanos comparten el mismo techo y uno de ellos muere sin dejar ningún hijo, la viuda no podrá casarse con ningún hombre de otra familia. El hermano de su familia deberá tomarla por esposa, y así cumplir con ella su deber de cuñado". (55)

Ciertamente estas costumbres han cambiado entre las familias de nuestro tiempo, lo que indica que las familias se van construyendo progresivamente y responden a los cambios sociales y culturales que se dan en la historia humana. En todo caso, es en la historia de las familias humanas donde Dios va tejiendo su propuesta de vida y va ofreciendo su amor. La vida, con mayúscula, hizo su aparición en nuestro mundo, precisamente, en el contexto de una familia humana: "Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, que nació de na mujer, sometido a la ley de Moisés…". (56) Y este Hijo de Dios, reconocido como el carpintero y el hijo de María, y como el pariente de Jacobo, de José, de Judas, de Simón y de algunas mujeres conocidas (57), es que da la vida eterna. (58)

En el ámbito cristiano, principalmente católico, no puede faltar la referencia neotestamentaria a la familias de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret. (59) Isabel y Zacarías, María y José aparecen en los relatos bíblicos como personas profundamente creyentes y, por lo mismo, abiertas al discernimiento sobre la propuesta de Dios para ellas. Sobre todo la familia de Nazaret es presentada por el evangelista Lucas como la familia que cumple con sus obligaciones religiosas, que observa lo mandado en la ley de Moisés y que celebra la fiesta de Pascua con una gran peregrinación a Jerusalén. (60) El mismo evangelista traza un rasgo interesante sobre las relaciones entre María y José, por un lado, y el adolescente Jesús, por otro, cuando éste se queda en el templo generando grave preocupación para sus padres (61); al adolescente Jesús se le da espacios de autonomía y responsabilidad y su opción de quedarse en el tempo no implica desobediencia a sus padres, sino referencia a valores más trascendentales. Ciertamente la referencia a la familia de Jesús debe servirnos para ver cómo están nuestras propias familias.

Los evangelios nos traen algunos relatos sobre familias que entran, de alguna manera, en relación con Jesús. Algunas familias son beneficiarias del poder liberador de Jesús (p.e., la familia de Jairo; (62) la familia de Pedro; (63) la familia de Lázaro; (64) otras se convierten en anfitrionas de su visita (p.e., la familia del fariseo Simón, (65) la familia de Zaqueo. (66) Aunque en muchos relatos no se presenta a todos los miembros de una familia, sin embargo, la presencia, el mensaje y la acción de Jesús tienen un impacto sobre las familias y sobre la comunidad en general.

Para Jesús, la familia es muy importante, pero no tanto como el seguimiento de su propuesta. Frente a los valores absolutos del Reino de Dios la familia pasa a un segundo lugar; más aún, en caso de conflicto familiar, el criterio del seguimiento de Jesús es el único criterio válido: "Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo". (67)

Sin lugar a dudas, Dios bendice a la familia, a la pareja en matrimonio, así tenemos por ejemplo lo que nos citan quienes escribieron la Biblia: "Ama a tu esposa así como Cristo amó a la Iglesia(68); "Ama a tu esposa de la misma manera en que amas a tu cuerpo y tu vida" (69); "Sé considerado en cómo vives con ella, con respeto…" (70); "No seas cruel con tu esposa(71); "El cuerpo del esposo no le pertenece sólo a él sino también a su esposa(72); "Regocíjate en tu esposa toda tu vida. Deja que su cuerpo te satisfaga. Déjate seducir por ella" (73); "No te dejes seducir por otras mujeres(74); "Llama a tu esposa 'bendita' y elógiala(75); "Dile lo seducido que estás con su cuerpo(76); "Honra tu matrimonio; mantenlo puro siendo honesto en todas las formas(77); Jesús dice: "las miradas lujuriosas son adulterio" (78); "Sé agradecido por tu esposa y date cuenta del favor que has recibido de Dios(79); "Sé una sola carne con tu esposa en todos los sentidos". (80)

La bondad de Dios promueve el matrimonio.

  • A. Según Génesis, (81) ¿por qué creó Dios el matrimonio?. Partiendo de este hecho, podemos ver que para la gran mayoría de los hombres, la voluntad de Dios es casarse. Por eso, es muy importante saber lo que Dios dice acerca del matrimonio y como prepararnos para él.

  • B. En el Cantar de los Cantares, un poema de amor, la enamorada hace una advertencia tres veces: (82)

  • ¿Qué aconseja ella en cuanto a enamorarse?

  • ¿Por qué crees que la Biblia da este consejo?

Según Proverbios, (83) ¿cuál puede ser una razón para no entrar en un compromiso matrimonial precipitadamente?

  • C. Muchas veces la gente se apresura a tener novio o a casarse, no porque sea la voluntad de Dios, sino porque hay presiones, deseos o necesidades en este mundo. Esto no es bueno, porque así la persona no está creyendo que Dios tenga el mejor plan para su vida. ¿Qué dicen los siguientes versículos en cuanto a los planes de Dios para nosotros?. (84)

El mundo piensa que seguir a Dios es perder las cosas buenas de la vida. Pero, ¿qué afirma la Biblia sobre Dios como fuente de lo bueno?. (85)

D. Medita sobre los versículos que siguen, relacionando con la bondad de Dios (en cuanto al matrimonio) con nuestra responsabilidad de buscarlo a Él: (86); (87); (88); (89).

E. La necesidad de mantener a Dios como la prioridad más importante: (90); (91); (92).

La necesidad de casarse con un cristiano comprometido.

  • A. ¿Qué afirman Proverbios en cuanto a casarse equivocadamente?: (93) 2 Corintios tiene una enseñanza clara sobre no comprometer nuestro futuro con un no cristiano. ¿Por qué sería un "yugo desigual" casarte con una persona no comprometida a Cristo?: (94) En base a los siguientes versículos, ¿por qué prohíbe Dios casarnos con no cristianos?: (95)

  • B. Cuál es el error que cometió Salomón, siendo el hombre más sabio y rico en el mundo?. (96)

Qué constituye un matrimonio de acuerdo con la Biblia. El matrimonio y la familia en el plan de Dios.

Esta es una pregunta difícil de responder, porque la Biblia en ninguna parte establece explícitamente en qué punto Dios considera a una pareja como casados. Existen tres opiniones comunes. 1) Dios solo considera a una pareja como un matrimonio, cuando están legalmente casados. 2) Una pareja está casada a los ojos de Dios, cuando han cumplido con alguna clase de ceremonia formal de matrimonio. 3) Dios considera a una pareja como casados, al momento en que el matrimonio es consumado (relación sexual). Veamos cada uno de estos tres puntos de vista y consideremos la solidez e inconsistencia que tiene cada una de ellas.

  • 1) Dios solo considera a una pareja como un matrimonio, cuando están legalmente casados. El soporte escritural usualmente otorgado a esta opinión está en los versos que aconsejan sujeción al gobierno (97) El argumento es que si el gobierno requiere de que cierto "papeleo" sea realizado antes de que un matrimonio sea reconocido como tal; la pareja debe someterse al gobierno, en tanto los requerimientos sean razonables y no contradigan la Palabra de Dios. Romanos (98) nos expresa: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos". Aquí vemos que el someterse a las autoridades gubernamentales que requieren una licencia, es un mandato bíblico.

Hay alguna inconsistencia y problemas potenciales con esta opinión. Primero, hubo matrimonios antes que cualquier gobierno fuera organizado. Por miles de años, la gente se casó sin cosas tales como una licencia matrimonial. Segundo, aún hoy, hay algunos países que no tienen un reconocimiento gubernamental del matrimonio y/o requerimientos legales para el mismo. Tercero, hay algunos gobiernos que establecen requerimientos anti-bíblicos sobre el matrimonio, antes de que éste sea legalmente reconocido. Por ejemplo, hay países donde se requiere que una boda sea realizada en una Iglesia Católica, de acuerdo a las enseñanzas católicas, y celebrada por un sacerdote católico. Obviamente para aquellos que tienen serios desacuerdos con la Iglesia Católica, incluyendo la creencia sacramental católica del matrimonio, resultaría anti-bíblico someterse al casamiento en la Iglesia Católica; en el peor de los casos llegan al divorcio[45]

  • 2) Una pareja está casada a los ojos de Dios, cuando ha cumplido con cierta clase de ceremonia matrimonial. Similarmente a la manera en que en muchas culturas un padre da a su hija en matrimonio, algunos intérpretes lo entienden como si Dios trajera a Eva ante Adán (99) del mismo modo como Dios ofició la primera "ceremonia" matrimonial. En Juan capítulo 2 (100), vemos que Jesús asistió a una ceremonia matrimonial. Jesús no hubiera asistido a tal evento si Él no aprobara lo que en el ocurría. El hecho de que Jesús asistiera a una ceremonia nupcial, de ninguna manera indica que Dios requiera de una ceremonia matrimonial, sino que más bien indica que una ceremonia matrimonial es aceptable a los ojos de Dios. Casi todas las culturas en la historia de la humanidad han tenido alguna clase de ceremonia matrimonial formal. A través de la historia del mundo, y casi en todas las principales civilizaciones de la humanidad, algo tiene lugar, cosas tales como un evento, acción, pacto o proclamación, que es culturalmente reconocido para declarar que un hombre y una mujer están casados.

  • 3) Dios considera que una pareja está casada al momento en que el matrimonio es consumado (relación sexual). Algunos argumentan que si cualquier hombre y una mujer tienen sexo, Dios considera que los dos están casados. Tal opinión carece de bases bíblicas. Las bases para este argumento es el hecho de que la relación sexual entre esposo y esposa es el máximo cumplimiento del principio de "una sola carne". (101) En este sentido, la relación sexual es el "sello" final de un pacto matrimonial. Sin embargo, si una pareja está legal y ceremonialmente casada, pero por alguna razón es incapaz de comprometerse en una relación sexual, eso no significa que no se les considere como casados.

No es bíblico declarar que una pareja que ha tenido relaciones sexuales, pero que no ha observado ninguno de los otros aspectos del pacto matrimonial, esté casada. Escrituras tales como (102) 1 Corintios 7:2, indica que el sexo antes del matrimonio es inmoral. Si la relación sexual se tomara como el matrimonio de una pareja, ésta no podría ser considerada inmoral, puesto que la pareja estaría considerada como casada al momento en que se involucró en una relación sexual. No hay absolutamente ninguna base bíblica para que una pareja que tenga sexo sin estar casada, pueda declararse a sí misma como casada, y por lo tanto declarar que sus relaciones sexuales sean morales y honren a Dios.

Así que, ¿que constituye un matrimonio a los ojos de Dios? Parecería que los siguientes principios deberán seguirse. 1) En tanto que los requerimientos sean razonables y no sean contrarios a la Biblia, una pareja deberá buscar cualquiera que sea el reconocimiento gubernamental que esté en vigor. 2) Una pareja deberá seguir cualquiera de las prácticas culturales y familiares empleadas típicamente para reconocer a una pareja como "oficialmente casada" 3) Si es posible, una pareja deberá consumar el matrimonio, cumpliendo el aspecto físico del principio de "una sola carne".

¿Qué sucede si uno o más de estos principios no son cumplidos? ¿Se puede considerar aun así a una pareja como casada a los ojos de Dios? A última instancia, eso es entre la pareja y Dios. Dios conoce nuestros corazones. (103) 1 Jn. 3:20 Dios conoce la diferencia entre un verdadero pacto matrimonial y un intento de explicar, o justificar la inmoralidad sexual.

El Plan Divino Para El Matrimonio.

Hay dos instituciones que podemos llamar divinas, en las que el hombre no ha intervenido en su formación: La Iglesia y el Matrimonio.

Cuando el Señor Jesús habló acerca del matrimonio, invitó a sus oyentes a que recordaran las páginas del Antiguo Testamento. (104) Es lógico, entonces, que nosotros comencemos por el libro del Génesis.

VOLVIENDO AL COMIENZO.

Una Historia de amor.

Todas las parejas tienen una historia de amor; el hombre casi siempre olvida cómo empezó; pero la mujer guarda cualquier detalle para toda su vida.

Según la Biblia, la primera historia de amor entre un hombre y una mujer empezó en la misma alba del universo.

En medio de este mundo recién abierto, aparece Adán. El Génesis lo presenta desnudo, entre los árboles de los bosques, señor de los animales del campo y de las aves del cielo. Dios hace desfilar delante de él a la creación entera, para que a todo le ponga un "nombre". Dar un nombre a algo es la máxima expresión de autoridad, de poder y de responsabilidad. Las cosas parecen incompletas hasta que no les ponemos un nombre.

El Génesis nos describe, después de la creación de Adán, el desfile de flores y pájaros, de reptiles y peces, que pasan delante de él formando parejas; a cada cosa Adán le pone un nombre, como señor de todo cuanto existe en la tierra; pero al terminar el desfile, Adán volvió su mirada hacia su propio corazón y se encontró solo.

"Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos, y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él". (105)

Hoy sucede lo mismo en el corazón de todo hombre solitario; nunca podrá sentirse acompañado como persona por más libros, riquezas y animales que rodeen su existencia; necesita la presencia de alguien que, con su amor, le dé sentido a su vida, alguien con quien pueda compartir las noches de su soledad y los amaneceres de sus alegrías; los trabajos que realizamos, las penas y las alegrías que sentimos, parecen que no quedan "completos" y terminados hasta que no compartimos con alguien nuestros propios sentimientos; hasta que nuestros ojos no se encuentran con otros ojos que reflejan nuestras propias alegrías. Es precisamente la mujer, la Eva de todos los tiempos, quien mejor sabe despertar en el hombre el grito de plenitud que sintió Adán al verse reflejado en los ojos de otro ser humano: (106) "Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne[46]

Con una inmensa variedad de formas, el encuentro de Adán y de Eva es el preludio de todos los encuentros de enamorados que se han dado a lo largo de la historia del hombre.

Los labios de los enamorados han repetido mil veces las mismas frases que pronunció un día el esposo del Cantar de los Cantares, (107) "Toda tú eres hermosa, amada mía, y no hay defecto en ti… has cautivado mi corazón con una sola mirada de tus ojos".

Pero vayamos por partes:

"Y creo Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". (108)

Si hiciéramos una traducción de este versículo para que la entendiera todo el mundo, diríamos que "en el matrimonio se puede vivir divinamente".

Cuando Dios creó al hombre a su imagen no lo hizo para que fuera un ser solitario; se acentúa que eran varón y hembra. Varón y hembra forman el ser humano.

Los dos sexos están puestos para que se complementen y deben aprender a hacerlo. Varón y hembra de cualquier edad deben aprender a comprenderse, a respetarse, a ayudarse.

Dios lo quiso así, y ni el hombre en la sociedad puede desligarse de los sentimientos y la voluntad de la mujer, ni la mujer puede prescindir de la total presencia del hombre.

"Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer… Y salía de Edén un río para regar el huerto… Tomó pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrará y lo guardase". (109)

Vemos una descripción del jardín del Edén que estaba destinado a ser mansión y casa solariega de este gran señor, el palacio de este príncipe.

También les dio una cuantiosa herencia con abundantes provisiones: "Llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer". (110)

"No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él". (111)

Un autor se sonríe al mirar a Adán, y escribe con un poco de sorna: "¡Hasta Adán, que podía hablar con Dios en persona, pide al fin, un poco de compañía humana!"

Después de la creación Dios vio que (112) "todo era bueno en gran manera". Sin embargo, ahora, cuando considera a su creación el Hombre, Dios dice: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él (113)". Con esta finalidad hizo a la mujer e instituyó el matrimonio.

Por eso, si no podemos decir que nuestra mujer o marido son nuestro mejor amigo, algo va mal. ¿Dónde me encuentro más a gusto, con mi mujer o con mis amigos…?

El matrimonio tal como Dios lo ha dispuesto debe ser una relación de amistad íntima, donde marido y mujer puedan desarrollar su intimidad, no sólo en el sentido físico, sino en todos los órdenes. Y que en este ambiente se enriquezcan y realicen como personas y creyentes, aprendiendo a convivir y a aceptar al otro tal como es, soportando sus defectos y aprendiendo a desarrollar esta capacidad de amar que a Dios le interesa más que ninguna otra cosa en nuestras vidas.

La finalidad del matrimonio no es para justificar las relaciones sexuales, eso es rebajarlo. La finalidad es la complementariedad, la ayuda mutua. ¿Qué pensarían unos hijos que sólo ven en sus padres un deseo sexual sin más?. No olvidemos que la atracción física tiene sus etapas, y entonces ¿qué pasará?

Si unos novios llegan al matrimonio por una sobreestimulación erótica que ellos mismos han creado, ¿qué base es esta para un matrimonio?. ¿Qué van a ver en ellos sus hijos?.

Quien se queda soltero, aunque sea una decisión propia, tomada por amor al reino de Dios, tiene que pagar el precio de momentos de una soledad inevitable, que aun los mejores amigos no pueden solucionar.

"Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre". (114)

La Palabra dirige nuestra atención al hecho de que Dios no solamente instituyó el matrimonio sino que, a la vez, fue El quien unió al hombre y a la mujer para el cumplimiento de este ministerio.

Parece que del resto de las criaturas Dios hizo muchas parejas, pero no del hombre. Y de aquí sacó el Señor Jesucristo un argumento contra el divorcio (115): Nuestro primer padre, Adán, quedó confinado a una sola esposa; y si la hubiese repudiado, no había otra con quien casarse, lo cual insinuaba claramente que el vínculo del matrimonio no se podía disolver a placer.

¿Por qué no le trajo a otro hombre ya que lo que Adán necesitaba era ayuda?. Esto les vendría muy bien a los homosexuales. Pero Dios no lo hizo así porque esto no era lo mejor.

Por otro lado vemos que "hizo una mujer". ¿Por qué no hizo cinco o setecientas como tenía Salomón? En este momento el Señor no tenía precedentes y podía diseñar lo que quisiera, sin embargo creo a una sola mujer. Por eso, aunque Abraham, David, Salomón tuvieron varias mujeres, sin embargo, el Señor Jesucristo comentando sobre este tema, volvió a referirse al principio: "El que los hizo al principio varón y hembra los hizo (116)". Y esta es la clave hermenéutica que debemos aplicar, no las desviaciones posteriores.

¿Por qué hizo a una mujer y no otra cosa?. Porque era el diseño que se acoplaba perfectamente con el varón que había creado.

Procede de la costilla, de una parte íntima de Adán porque iba a ser una parte íntima de éste. Dios no creó a Eva de la cabeza de Adán para dominarle, ni de sus pies para ser su esclava, sino de su costado para ser igual a él y amada por él.

"Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne". (117)

Después de nombrar a los animales, Adán pronuncia sobre su mujer la primera palabra registrada en la Biblia; es el grito de un enamorado: "ella se llamará mujer".

Con esta exclamación, Adán expresa su asombro al ver la unidad y la diferencia que había entre él y la mujer, a la vez que declara su agradecimiento hacia Dios por el don del matrimonio y del amor.

Dios A Adán, primeramente le llamó "Ischa" (de "Isen", en árabe: "hombre"); "el otro yo", aunque luego lo cambió por "hayyah", en árabe, "la que vive" (la mujer), de quien dependía la vida del hombre.

"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". (118)

Cuando Jesús rechaza la permisión mosaica provisional de la carta de divorcio o de separación (119), añade la afirmación del libro de Génesis: "Al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre". (120)

Vemos que no es sobre una realidad jurídica (civil o eclesiástica) donde se apoya la esencia y la continuidad indisoluble del matrimonio, sino sobre una institución divina. Es sobre un hecho "misterioso" ("Grande es este misterio"). (121) El hecho de que Dios ha unido un hombre y una mujer, haciendo un nuevo ser, marido y mujer, una sola carne, una sola unidad existencial. Dios los coloca bajo la ley del amor conyugal, del cual El mismo es fiel guardián y garantía.

En este acoplamiento total de hombre y mujer se basa el triple principio que configura el matrimonio según el plan de Dios:

  • a) "Dejará el hombre a su padre y a su madre". El matrimonio implica el desgajamiento de una situación familiar previa, imprescindible para que pueda efectuarse adecuadamente, sin problemas, la unión matrimonial.

  • b) "Se unirá a su mujer". Se trata de un acto libre, determinado no por voluntades ajenas sino por propia decisión. El verbo en el original hebreo significa adherirse, pegarse fuertemente.

  • c) "Se hacen una sola carne". Esta realidad trasciende lo meramente físico. Incluye los sentimientos más intensos de ternura y devoción en un acto de mutua entrega sin reservas. Según el ideal bíblico, en el abrazo conyugal hay mucho más que el contacto de dos cuerpos; hay una fusión de dos personalidades en su totalidad.

"Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla…". (122)

Sexo y procreación no son sinónimos, aunque están muy relacionados. El sexo forma parte de las dos primeras finalidades del matrimonio; el compañerismo y la unión, y por supuesto no pueden circunscribirse a la función procreativa sin más. Si esto fuera así habría que limitar la relación sexual únicamente a aquellas ocasiones en las que deliberadamente se buscara tener un hijo.

El Matrimonio es un pacto.

"Serás librado de la mujer extraña, de la ajena que alaga con sus palabras, la cual abandona al compañero de su juventud, y se olvida del pacto de su Dios". (123)

Vemos que el matrimonio no es un mero contrato civil, sino "el pacto de tu Dios". No es como el contrato que hacemos para alquilar un piso y que rescindimos cuando éste ya no nos interesa. No es algo que se toma y se deja. El matrimonio tiene una entidad mucho mayor que el mero arrimarse o desarrimarse. La Biblia lo asimila "al pacto de tu Dios".

Los profetas del Antiguo Testamento empleaban a menudo, por orden de Dios, la imagen de sus propios matrimonios y de las experiencias que dentro de ellos vivieron para ejemplarizar el pacto de Dios con los hombres y su fidelidad a él. (Véase, por ejemplo en Oseas). (124) Dios quiere que el matrimonio refleje la unión de Dios con su pueblo. Esta figura requiere algo más que la unión física, ésta es el sello, la culminación.

Contrariamente a la doctrina católico-romana, Dios no tiene por inexistente, o sin valor, el compromiso mutuo concertado fuera de la iglesia. La Biblia enseña que el matrimonio es una institución divina de alcance universal dada a todos los seres humanos desde el momento mismo de la creación.

Las expresiones "hueso de mis huesos, carne de mi carne", "ser una sola carne", implicaba mucho más que un mero contrato civil.

El Matrimonio, figura de la relación de Dios con su pueblo.

Dios utiliza el matrimonio como una indicación de la relación íntima en la que él quiere entrar con su pueblo. Él quiere ser el esposo de su pueblo y que su esposa se junte a él íntimamente y vivan una relación maravillosa. Dios utiliza la figura del matrimonio como la más íntima de cuantas se emplean en la Biblia para indicar esta relación que quiere tener con los suyos.

De alguna forma estamos exteriorizando la relación que existe entre Dios y el hombre y por lo tanto, esto echa sobre nosotros una tremenda responsabilidad.

La caída y el Matrimonio.

Desgraciadamente, el "pecado"[47] (125) trastocó el orden de la creación, y el matrimonio, originalmente fuente de realización y plenitud humana, se ha convertido en infinidad de casos en causa de frustración y conflicto.

Desde el momento mismo de la primera transgresión, se inicia un cambio en la relación entre hombre y mujer.

Comienza una relación manchada por las quejas y acusaciones mutuas. (126)

La comunión de amor, origen de la sumisión de la esposa al esposo, se trueca en un castigo que hace del hombre señor de la mujer. (127)

La familia es invadida por un espíritu de violencia. (128)

La monogamia es sucedida por la bigamia. (129)

La belleza original del matrimonio desaparece para dar lugar a la fealdad de matrimonios mixtos en los que la concupiscencia de la carne era el único vínculo de unión. (130) Este embrutecimiento de la raza provoca el juicio del diluvio.

La historia posterior del mundo está plagada de fornicaciones, adulterios, incesto, poligamia, concubinato, homosexualidad. Al orden original de la creación ha sucedido el desorden introducido por el pecado.

Partes: 1, 2, 3
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