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La vida y felicidad del hombre y su relación con Dios


Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Planteamiento del problema
  3. Desarrollo
  4. A modo de conclusión
  5. Citas bíblicas
  6. Bibliografía

Introducción

Aprender a pensar la vida como la empresa más valiosa del universo.

El hombre de todas las épocas y de manera muy especial hoy, se indaga sobre ¿Qué es la vida?; podría afirmar que toda actividad humana está orientada hacia el logro de resolver dicho interrogante. Sin embargo, tal vez nunca antes como ahora, se ha prestado tanto interés al tema. Conviene entonces que preguntemos, por qué los hombres aspiran siempre a vivir gozosos y para lograrlo deben aprender a administrar su propia vida.

En cuanto al contenido, el autor toma como objeto de investigación "la felicidad del Hombre y su relación con Dios".

Cabe añadir, y no menos importante, que el autor invita a la aventura de la investigación que es uno de los elementos del conocimiento de fronteras.

La reflexión sobre la vida es un tema de palpitante actualidad, todas las ciencias han abordado el tema, la vida misma sigue siendo un interrogante y una inquietud compleja, que el mismo hombre no ha podido descifrar en su más amplio sentido.

En los procesos de la construcción de un ser humano superior, es fundamental el desarrollo de principios y valores, todos ellos encaminados a darle a la vida el lugar y espacio de trascendencia.

Gerenciar con eficiencia nuestra vida, sólo es posible si primero creemos en nosotros mismos, si nos auto descubrimos, si reconocemos nuestras habilidades y sobre todo si tenemos una visión de grandeza. La gerencia implica planear, controlar, manejar recursos intelectuales, emocionales, espirituales, físicos y actitudinales. Es una tarea que exige interiorización; el autoconocimiento y el reconocimiento de nosotros mismos.

El presente escrito, tiene como propósito concienciar en la adopción de un riguroso plan de acción con metas programadas, propósitos definidos, visión, misión operativa y sobre todo la valoración de nuestra propia vida. Para tal fin hay que empezar por el conocimiento de nuestras "debilidades" y "fortalezas". Pero teniendo siempre presente que el amor propio es el ingrediente fundamental para el crecimiento espiritual y personal.

Se pretende rescatar el goce de aprender a valorar la vida, rescatar la capacidad de asombro ante sí mismo, como expresión del milagro de la vida. Porque, el mundo comienza en nuestra piel con nuestros sentimientos y emociones y termina en la más lejana de las galaxias y las quásares[1]dado que el mundo nos afecta he influye sobre todas nuestras acciones de vida.

Planteamiento del problema

"El deseo intenso crea no sólo sus propias oportunidades sino a demás sus propios talentos".

Eric Hoffer[2]

"No es breve la vida, nosotros la abreviamos -Los vicios, las ocupaciones inútiles- las ociosidades nos hurtan una parte del precioso tiempo".

Séneca[3]

En cada uno de los ensayos realizados para este trabajo de indagación se pretende demostrar que la Vida, "es la empresa más valiosa, que es lo bueno, lo bello y lo útil de la vida". También se discernirá sobre la vida frente al tiempo, los valores que adornan nuestra vida, las cualidades que evidencian que el ser humano tiene un toque de divinidad, la vida y su relación con otros valores como la tolerancia, la comprensión y el afecto. Se termina el ejercicio con ejemplos de administración de grandes vidas: Einstein, Gorbachov, la Madre Teresa de Calcuta, el Rey Pelé, son entre otros, ejemplos administrativos de vidas, los tres son el resultado del esfuerzo del cumplimiento de férreos principios como la consistencia, la generosidad, la tenacidad y la esperanza de lograr lo que se propusieron. (1)

Se realizará una indagación bibliográfica en referencia a grandes vidas y criterios de valoración del valor supremo. Y sobre todo se desarrollará una propuesta en torno a cómo ser "gerente, propietario de la vida como empresa más valiosa".

El lenguaje argumentativo será el utilizado en este trabajo. Se utilizara una estructura deductiva y se citará para facilitar la demostración de las tesis y la sustentación de la hipótesis mayor; es decir, una dialéctica fácil de entender. Pero el propósito central no es hacer de este trabajo, uno de naturaleza científica, sino sencillo, entendible por cualquier persona.

Se espera avanzar en el conocimiento, reconocimiento, la autoaceptación y la proyección que permita la valoración de la vida como una gran oportunidad de ser vivida, y la aplicación de estrategias para administrarla como lo más importante del universo.

Experiencia que fue extraordinaria y formadora, porque pude por primera vez acercarme a la "Filosofía de la espiritualidad" y la búsqueda de mi grandeza como ser superior.

El profesor Jorge Velasco refiriéndose al libro "El Origen de la Vida" del profesor Ruso Alexander Ivanovich Oparin[4]plantea: quizás la aparición de la vida -mucho antes que la del hombre- haya sido un milagro, pero los científicos se resisten a aceptar este punto de vista y más bien aceptan que la vida surgió como consecuencia de factores determinantes y su posterior evolución espontánea por medio de reacciones químicas producidas en la materia.

"Sólo está bien invertido el tiempo que se consagra a la sabiduría –la vida es breve, el arte es largo–. No es que tengamos poco sino que perdemos mucho".

Séneca[5]

Las primeras teorías sobre el problema del origen de la vida por su carácter metafísico van más allá del alcance de la investigación científica, que no es propósito del presente trabajo, como lo dijéramos en palabras iniciales; es otro, el de demostrar la felicidad del Hombre a lado de Dios. Están fundamentadas en manifestaciones de fe, en el poder de un ser inasequible a la comprensión humana.

Las segundas teorías sostienen que el origen de la vida responde a leyes de la física y la química y la explican a partir de la existencia de determinadas temperaturas, humedad, radiaciones, sustancias básicas, espacio y tiempo para que puedan tener lugar las combinaciones necesarias que determinaron los cambios y transformaciones que dieron origen al llamado "milagro de la vida"

Hasta el siglo XIX la materia del universo estaba clasificada de manera muy extraña. Se hablaba del Universo como un paquete con billones de estrellas, el planeta tierra con todas sus rocas, la atmósfera y los océanos. Por otro lado se hablada también de una cantidad infinita de materia que incluye la masa total de los seres vivos, se tenía la creencia que solo la vida la produce un ser vivo. Fue necesario que Louis Pasteur[6]demostrara que la generación espontánea es un mito, para que se negara la tesis que las moléculas de vida se originan a partir de la propia vida.

"Una buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia".

Bertrán Russell[7]

La misión de la universidad es fortalecer la memoria colectiva a través de avanzar en el conocimiento y el amor haciendo de la vida un continuo aprendizaje; es decir, servir a la sociedad en la producción de un nuevo conocimiento y formar para vivir mejor por tal motivo ella privilegia la vida por encima de toda forma de racionalidad instrumental.

El ser humano es la criatura más compleja que vive sobre la faz de la tierra. Pero no hay nada tan fácil como vivir. La vida surge evoluciona y declina en una incesante sucesión de maravillas. El hombre es una suma interminable de funciones biológicas destinadas a mantener el equilibrio, al igual que todas las criaturas vivientes, él es un ser de necesidades. El mismo hombre ha hecho insoportable la vida en su afán por dominarlo todo.

"vivimos un momento de la historia de la humanidad en que el crecimiento de la población humana constituye una amenaza no solo para la vida humana misma sino la de todo el planeta"

Humberto Maturana[8]

La definición común dice que la vida es una actividad propia y peculiar de seres organizados, caracterizado por la inmanencia de esta actividad. Para Aristóteles la vida es algo que gira entre el interior y el exterior, entre el alma y el cuerpo, y es a partir de Descartes que la vida deja de ser un simple fenómeno primario, para convertirse en un complejo proceso mecánico y psíquico; el ser viviente es considerado como una máquina y su organismo como una suma de instrumentos útiles.

Con Federico Nietzsche[9]la vida es colocada en el centro de todos los juicios de valor. Con él se origina la filosofía de la vida, que concibe a esta como el valor supremo, ella es superior al bien y al mal; la trascendencia de la vida debe arrastrar a todos los valores en una vida ascendente.

Es muy común encontrar que los jóvenes deseen disfrutar la vida sin haber hecho lo suficiente y son pocos los que se formulan el interrogante del ¿cómo administrar la vida? Sobre todo cuando no se tiene la conciencia de que ella representa la empresa más valiosa del universo.

Responder el interrogante no es sencillo, ni se puede lograr en poco tiempo. Para ello son necesarios: el autoconocimiento, el reconocimiento y fundamentalmente, el aprender a aceptarnos. Por tal motivo el propósito central de este trabajo mostrar las pautas para la gerencia de nuestras vidas como empresas valiosas.

Una gerencia afectiva de vida se logra con creatividad, talento, racionalidad y fundamentalmente amor por sí mismo; la autoestima es el motor, es el combustible fundamental para una excelente administración de vida.

Las estrategias fundamentales para la gerencia de la vida como empresa más importante del universo:

  • Tenga siempre una actitud de gozo.

  • Conviértase en el actor, el artista, el protagonista, el piloto, el escultor de su vida.

  • Sea un aprendiz permanente.

  • Eleve su autoestima con acciones que confirmen su grandeza.

  • Sienta dicha, en todo lo haga.

  • Tenga sobra confianza en usted mismo.

  • Practique la búsqueda de la felicidad a partir de preocuparse por la felicidad y bienestar de los demás.

  • Mantenga siempre viva la llama por la vida.

  • Piense en grande y siempre en forma positiva y entusiasta.

  • Tenga planes, metas, propósitos, fines claros y visión de grandeza.

  • Aprenda a conocerse, reconocerse y aceptarse.

  • Tramita alegría, sonría, mejore la imagen de usted mismo.

  • Confíe en usted y en los demás.

  • Conserve elevada la moral de logro.

Los siguientes son secretos para la gerencia de la vida. Adam J Jackson[10]en su obra "Los 10 secretos de la abundante felicidad" señala los siguientes:

  • El poder de la actitud. La actitud es el pincel con el que la mente pinta nuestra vida. Y somos nosotros los que elegimos los colores.

  • El poder del cuerpo. El ejercicio no solo es necesario para la salud física sino también para el bienestar de la mente.

  • El poder del "aquí y el ahora" vivir siempre el momento presente.

  • El poder de nuestra propia imagen. Actúe como sí.

  • El poder de las metas. Las metas dan significado a nuestras vidas.

  • El poder del humor. Aprenda sobre sí mismo y a reírse de sus éxitos y fracasos.

  • El poder del perdón. Perdónese a sí mismo y a los demás.

  • El poder del dar. Ahí está la verdadera felicidad.

  • El poder de las relaciones. La calidad de mi vida depende de la calidad de mis relaciones.

  • El poder de la fe. Ella es la confianza que nos da la vida.

Pero pocos son los que se preocupan de escribir sobre la felicidad del Hombre en relación con Dios; que es lo más hermoso; en las Sagradas Escrituras, encontramos hermosos pasajes bíblicos, sobre historias, consejos, experiencias de vida; que leyéndolas estoy seguro que engrandecerá nuestro corazón y nuestro espíritu se llenará de regocijo.

Desarrollo

  • LA VIDA DEL HOMBRE EN SOCIEDAD[11]

El Hombre Moderno, desde el punto de vista de la Biblia.

Las personalidades de la Biblia, y especialmente Dios, han sido comprendidas y consideradas siempre por el prisma de la mente humana limitada, y por su capacidad interpretativa de la época en que vivían.

Nuestra era científica es una etapa en que la raza humana ha llegado a la madurez intelectual. Implica la pérdida de aquellas ilusiones confortantes que, en la niñez, nos protegían contra las rudas realidades del mundo en el cual nacimos. Tanto para un pueblo como para el individuo, el proceso de crecer es siempre penoso. Como Proverbios y Eclesiastés, el devastador pensador existencialista de los tiempos del Antiguo Testamento, donde Salomón lo veía tan claramente: "Entender los consejos prudentes, y recibir la buena doctrina, la justicia, la rectitud y la equidad"; "En la mucha sabiduría hay molestia; y quien añade ciencia, añade dolor". (2)

En el pequeño mundo de la Alta Edad Media, plácido y calurosamente envuelto en sus concéntricas esferas de cristal, el hombre no estaba lejos de aquel ámbito esplendoroso "más allá del Cielo", donde recibiría, después de haber llegado la hora, una recompensa perenne por las penas y las preocupaciones que había sufrido durante su breve peregrinaje aquí abajo, en la Tierra. El nacimiento de la ciencia moderna, si bien alivió en gran medida la condición terrenal del ser humano, lo despojó de su sensación tan agradable, de sentirse a sus anchas en el centro del universo; en lugar de las esferas de cristal y de los cielos brillantes encima de ellas, le reveló la infinitud sobrecogedora del desierto cósmico.

Asustado y solo en un vacío enorme y silencioso, el hombre en un lento desarrollo ha sido librado a su suerte con las leyendas de la ciencia-ficción, o distraía su atención de su condición perdida, comprometiendo todas sus energías en la febril tarea de derribar graneros a fin de construir otros más grandes. El advenimiento de la cosmovisión científica trajo consigo la conciencia de la futileza final de toda la vida y de la labor del hombre, y ha convertido al "niño" confiado y esperanzado de la era de la fe, en el adulto neurótico e inadaptado de la época moderna, desilusionada, triste e insegura[12]

Sin embargo, la destrucción de las ilusiones, aunque penosa, es necesaria y saludable. El desarrollo de las ciencias naturales destruyó la cosmología aristotélica, que los escolásticos medievales de la época anterior habían amalgamado con el contenido de la Biblia; pero de ninguna manera ha hecho caducar la verdad moral de la Biblia. Al contrario: azuzó las mentes religiosas dentro del nuevo movimiento científico, como el de Pascal, al adelantarse hacia una apreciación más clara de la naturaleza basada en la verdad bíblica. Era cada vez más evidente que lo que está revelado en la Biblia no es una cosmología, ni son verdades acerca de la naturaleza que las ciencias naturales pueden explorar.

Pero no se percibieron todas las derivaciones de este reconocimiento hasta que llegó a su fin la Revolución Científica con la introducción del método científico en el siglo XIX. Todavía Newton[13]no lo percibió, y dedicó muchas horas de estudio a la tarea de reconciliar sus observaciones astronómicas con la supuesta cronología universal de la Biblia.

Sin embargo, a la luz de nuestra perspectiva histórica, vemos más claramente aquello que para él no era posible ver, es decir, que la Biblia no nos da una cronología ni una cosmología divinamente revelada. Hemos de buscar en la ciencia la información acerca de la estructura o de la edad del universo material, porque tal verdad no nos está dada en la Biblia. Tenemos que buscar en la ciencia de la historiografía la información acerca de la cronología de la Biblia, porque vemos ahora que ésta no es sino una de las muchas fuentes de nuestro conocimiento acerca del pueblo hebreo y de las vicisitudes de su existencia entre las naciones del mundo antiguo. Pero sí es la fuente más importante para brindar una base moral y ética para toda la humanidad.

Los libros que aparecen de tiempo en tiempo, con el propósito de demostrar a base de descubrimientos arqueológicos que "la Biblia tenía razón", han confirmado muchas narraciones bíblicas, pero no prestan un servicio muy bueno si sugieren que la Biblia fue escrita con la intención de proveernos una crónica histórica científicamente avalada. Es importante, en efecto, que la historia bíblica sea una historia real de hombres y mujeres reales y no una novela ficticia acerca de héroes y acontecimientos míticos. La Biblia no es ciencia y si no lo es, resulta inapropiado aplicarle parámetros científicos. La Biblia seguirá siendo un libro de historia real, y como tal, continuará siendo una fuente de supremo interés y valor para todos los historiadores del mundo antiguo. Pero no en su calidad de texto documental de historia antigua, como la valoran algunos; la comprobación a base de informaciones arqueológicas e históricas seguramente no va a influir jamás en la aceptación o no aceptación de su contenido moral.

Judíos y cristianos aprecian la Biblia como el testimonio de aquellos que estaban allí presentes cuando Dios reveló Su presencia y Su poder salvador en el curso real de la historia. He aquí el valor permanente de la Biblia. En virtud de este testimonio, la Biblia da esperanza y consuelo al hombre, también en la era de la ciencia, tal como lo ha hecho en todas las épocas anteriores. Es el Libro de los libros. Es el Libro más completo de la Historia. La Biblia vive. Los clásicos reposan en la paz de las bibliotecas, polvorienta, cansada, son materia para eruditos. La Biblia es sencilla, está escrita con menos artificios retóricos, pero como tal, es viviente y vivificadora.

El surgimiento del método científico, tanto en las ciencias naturales como en la historiografía, nos ha aclarado la naturaleza de la Biblia como testimonio de la Revelación de Dios en la historia, más que nunca en épocas pre científicas.

Muchos se preguntan, ¿Cómo sabemos que la Biblia es verídica, si su verdad no pertenece a aquellas que pueden corroborarse por investigaciones científicas?. La Biblia no nos da ninguna respuesta a preguntas científicas; sus autores no tenían acceso a fuentes de información sobrenaturales acerca de los problemas científicos, tales como la edad de la Tierra o los orígenes de los semitas; en efecto, es evidente que poco les interesaban los problemas científicos y tampoco estaban preparados para formularlos.

La Biblia no nos confiere un saber científico sino "existencial", es decir, una auténtica conciencia de nuestra existencia en relación con Dios, con nuestros semejantes y con nuestro mundo. Nos revela nuestra condición como criaturas hechas a la imagen de Dios, pero rebeldes contra Su voluntad amorosa; somos libres de elegir la verdad, pero vivimos en falsedad; tenemos deseos de eternidad, pero estamos conscientes de que moriremos.

De la observación empírica, podemos aprender y comprender que moriremos, porque ésta es la suerte común de todos los seres humanos. "De la "Cosmología Científica moderna" podemos aprender algo acerca de la aterradora nulidad y transitoriedad de nuestro ser en los vastos y vacíos espacios cósmicos del universo en expansión. Pero de la Revelación Bíblica aprendemos algo aún más aterrador: aprendemos no sólo que moriremos, sino que merecemos la muerte, que la sentencia de muerte que pesa sobre nosotros es justa; aprendemos no sólo que estamos solos en un vasto universo impersonal, indiferente a nuestras aspiraciones y temores, sino que nuestra soledad y nulidad son los resultados de nuestro deliberado enajenamiento de nuestro propio y verdadero ser, a donde no dejamos entrar a Dios, quien se manifestaría en nuestra vida como nuestra conciencia, que dirige y controla nuestras actividades."[14]

Enfrentándonos de una manera desoladora con la realidad de nuestra existencia, la Biblia es aún más destructiva para las ilusiones y mitologías reconfortantes del hombre que la cosmovisión austera de la ciencia. Así, resulta que la revelación bíblica es tan pertinente, tan verídica en la era de la ciencia, como siempre lo ha sido en la larga historia del género humano, pues nos habla de nuestra situación existencial, y no de nuestro status científicamente determinable en el mundo. La Revelación Bíblica no puede entrar en conflicto con la ciencia moderna, ni ser corroborada ni refutada por ella.

Pero la Biblia no nos da tan sólo un análisis desolador de nuestra condición humana; también nos da una Buena Nueva, una seguridad de que Dios ha previsto para nosotros un medio de superar el enajenamiento de nuestro ser a través de la reconciliación con nosotros mismos, con nuestra familia, con nuestros semejantes y con El. ¿Pero cómo sabemos que ese Evangelio no es también una mitología, una ilusión reconfortante de seguridad en medio de nuestra desolación?. ¿Cómo podemos estar seguros en ese ámbito existencial que se encuentra más allá de la posibilidad de verificarlo por métodos de la ciencia?

La respuesta se encuentra en la vivencia del encuentro salvador con Dios, en los eventos de la historia de Israel y de la Iglesia. Ese encuentro no es un mito, sino parte de la historia del mundo; la interpretación de los profetas de la historia vivida por ellos, es tanto parte de la historia como lo son los acontecimientos históricos, tales como la invasión de Judea por Nabucodonosor (3) y la destrucción de Jerusalén por los romanos. (4)

Cuando estudiamos la Biblia con todas las técnicas de crítica que el conocimiento moderno nos ofrece, sentimos cada vez más que su verdad está ratificada por toda trama humana, y que no es el libro de los hombres acerca de Dios, sino el Libro de Dios acerca de los hombres.

No hay posibilidad de comparar la Biblia y la Ciencia, porque ambas traen mensajes distintos respecto a diferentes facetas de la realidad. La Ciencia investiga y describe hechos y regularidades de hechos. La Biblia procura un significado, un destino, un "para qué" y da la respuesta: para hacer algo por el mejoramiento del mundo.

La Biblia es a menudo descrita como un libro que incluye muchas ideas que son científicamente inexactas. La verdad es que muchos Cristianos (y no Cristianos) han interpretado mal la Biblia de tal manera que la han hecho parecer estar en conflicto con la realidad de nuestro mundo. Por ejemplo, la Iglesia Católica Romana promovió el geocentrismo (la idea de que la tierra es el centro del universo) por largos años. Este concepto no es hallado en la Biblia, pero resulta de la idea de que los humanos son el centro de la atención de Dios, que el lugar donde viven debe ser el centro del universo de Dios. Ésta no es ni una inferencia lógica ni bíblica. De hecho, la Biblia manifiesta que los cielos "fijan sus ordenanzas sobre la tierra,…", demostrando que los cielos controlan la tierra y no al revés. Los primeros proponentes (Nicolás Copérnico, Johannes Kepler, Galileo Galilei) del heliocentrismo (la tierra gira alrededor del Sol) fueron todos Cristianos (Ver la página relacionada -Personas de fe- Científicos Famosos). De hecho, Isaac Newton, en su famosa obra  científica, "Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica", indica, "el más bello sistema del sol, los planetas, y los cometas, sólo podrían provenir del consejo y el dominio de un Ser inteligente y poderoso[15]

Hay que resaltar que Newton era profundamente religioso.

Por supuesto, la Biblia no fue escrita como una obra de ciencia ni fue su propósito describir los funcionamientos el mundo físico. Fue escrita para explicar principios espirituales – la naturaleza de la humanidad, la naturaleza de Dios, y cómo pueden las personas tener una relación personal con Dios. Sin embargo, cuando la Biblia describe al mundo físico, es precisa. El propósito de esta página es ilustrar algunos ejemplos de principios científicos descritos en la Biblia cientos o miles de años antes de que se probaran verdaderos por la ciencia.

Vivimos en una época muy complicada y confusa, que nos da muchas preocupaciones. La primera es aquella que podemos llamar el aumento de la incredulidad en el mundo moderno. Si se propone descubrir este mundo moderno, bajo este nombre genérico, cuántas son las corrientes de pensamientos, valores y contravalores, aspiraciones latentes o semillas de destrucción, convicciones antiguas que desaparecen, y cuántas las convicciones nuevas que se imponen, a veces sin tener largo futuro.

Desde el punto de vista espiritual, este mundo moderno parece debatirse en lo que un autor contemporáneo ha llamado "el drama del humanismo".

Por una parte, hay que hacer constar que en el mismo corazón de este mundo contemporáneo existe un fenómeno que impone su marca más característica: el secularismo. No hablamos de la secularización en el sentido de un esfuerzo en sí mismo justo y legítimo; incompatible con la fe y la religión, por querer descubrir en la creación, en cada cosa o en cada acontecimiento del universo, las leyes que los rigen, por una cierta autonomía, con la convicción interior de que el Creador ha puesto en ellos Sus leyes. Hablamos aquí del secularismo común: una concepción nueva del mundo según la cual éste se explica por sí mismo; por lo tanto, mencionar a Dios resultaría superfluo y hasta quizás un obstáculo. Dicho secularismo quiere resaltar el poder del hombre, quien acaba por sobrepasar a Dios a fin de ocupar su lugar en el Universo.

Nuevas formas del ateísmo, un ateísmo antropocéntrico, ya no abstracto y metafísico, sino pragmático y militante, parece desprenderse del concepto anterior. Esta unión entre el secularismo y el ateísmo nos propone todos los días, bajo las formas más distintas, una civilización de consumo, un hedonismo adorado, un deseo de poder y de dominio, y de prejuicios y discriminaciones de todo género; todo eso y mucho más constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas para este nuevo "humanismo secular".

Hay secularismo ateo entre los adultos y entre los jóvenes, en la élite y en la masa. No podemos ignorarlo y tenemos que buscar constantemente los medios y el lenguaje adecuados para intentar cambiarlo; en eso puede ayudarnos mucho la Biblia, si la usamos con serenidad y aceptamos la idea de que mucho depende de la relación personal del hombre moderno con la Biblia.

La influencia de la Biblia en la vida, en el pensamiento y en el carácter de los individuos ha sido muy profunda en todas las épocas y aún más fuerte es su efecto en la sociedad actual y en su historia. Se consideraba clásica, porque había inaugurado nuevas formas del pensamiento en las diferentes épocas del desarrollo de la humanidad. Y si ahora preguntamos ¿cuál es el secreto de la vitalidad de la Biblia, tan constante a través de épocas tan variadas: cómo ha ejercido un poder tan dinámico en tantas épocas y en tantos pueblos, incluso en regímenes y épocas de persecuciones? Tiene sentido también otra pregunta: ¿tiene la Biblia todavía algo importante que transmitir a los hombres y mujeres del siglo XX y XXI?

A las primeras dos preguntas contestamos con facilidad. La Biblia, al enseñar la existencia de un Dios invisible, amílico, universal y justiciero, proclamó la dignidad y la libertad del hombre común. Afirmó la unidad de la humanidad y el derecho de todos los hombres a un trato justo y compasivo, Vislumbró un mundo redimido de la tiranía y de la guerra, donde los hombres vivirían en armonía y hermandad bajo la Ley proclamada, siempre y cuando la aceptaran.

En respuesta a la última pregunta, consideramos que la Biblia tiene mucha validez también hoy día, e influye continuamente en nuestra cultura. Da inspiración a la literatura, a las artes, a la música, ayuda en el desarrollo de los conceptos democráticos y humanistas. Enseña el desafío a la tiranía y llama a luchar por la democracia, por la justicia y por la libertad para todos y en todo sentido.

Sobre este último tema tenemos que hablar más ampliamente, porque este concepto ha sido divulgado y es muy discutido en nuestro ambiente latinoamericano.

La divulgación de la Biblia no sería meritoria si no tomara en cuenta la interrelación recíproca que se estableció entre la Biblia y la vida, tanto personal como social, del hombre en el curso de los tiempos. Precisamente por esta razón, la divulgación de la Biblia lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado acerca de los derechos y deberes de toda persona humana; sobre la vida familiar, sin la cual apenas sería posible el progreso personal; sobre las formas de convivencia y la conducta en la sociedad; sobre la vida internacional, sobre la justicia, sobre el desarrollo y sobre la paz; y además, contiene un mensaje especialmente vigente en nuestros días sobre la liberación.

Muchos pueblos están empeñados con toda su energía en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambre, enfermedades crónicas, analfabetismo, ignorancia, empobrecimiento, injusticia en las relaciones internacionales y especialmente en el intercambio comercial, situaciones de neocolonialismo económico y cultural, a veces tan cruel como el político.

Entre la divulgación de la Biblia y la promoción humana -liberación y desarrollo- existen lazos muy fuertes. Son vínculos de orden antropológico, porque el hombre no es un ser abstracto, sino que está sujeto a los problemas sociales y económicos. Son lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la Creación del plan de la Redención, que llega hasta situaciones muy concretas de injusticia que hay que combatir, y de justicia que hay que restaurar. Son vínculos de orden bíblico, como es el de la caridad constructiva. En efecto, ¿cómo proclamar el Noveno Mandamiento sin promover el auténtico crecimiento del hombre mediante la justicia y la paz?. (5) Es imposible separar los problemas extremadamente graves de nuestros días, que atañen a la liberación, al desarrollo, a la justicia social y a la paz en el mundo, del conocimiento y aprecio de las leyes bíblicas.

Quisiéramos subrayar que la liberación de la que hablamos mucho y nos esforzamos en ponerla en práctica, no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión política, económica, social o cultural, sino debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones.

Debemos estar convencidos de que toda liberación temporal, toda liberación política o económica, lleva en sí el germen de su propia contradicción y niega el ideal que ella misma se propone, desde el momento en que sus motivaciones profundas no sean las de la hermandad y la justicia, y si la fuerza interior que la mueve no entraña una dimensión verdaderamente espiritual y humanista, siendo su objetivo final otra que no sea la felicidad de todos los seres humanos.

Consideramos ciertamente importante y urgente la construcción de estructuras más humanas, más justas, más respetuosas de los derechos de la persona en la sociedad. Tienen que ser convincentes y sin opresión, basadas en la igualdad; pero consideramos también que aun las mejores estructuras, los sistemas más idealizados, pueden convertirse pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no se corrigen, si no hay educación que lleve a una conversión del corazón y de la mente por parte de quienes rigen estas estructuras o viven en ellas.

Nosotros, que respetamos la Biblia y creemos en su poder transformador, no podemos aceptar la violencia, sobre todo la fuerza de las armas que se torna incontrolable cuando se desata. Tampoco se puede aceptar la muerte de quienquiera como camino hacia la liberación, porque sabemos que la violencia engendra inexorablemente nuevas formas de opresión y de injusticia, a veces más graves que aquellas de que pretenden liberar. La violencia es contraria a todos los mensajes de la Biblia y puede retardar, en vez de favorecer, el desarrollo social. Los cambios bruscos o violentos de las estructuras sociales son engañosos, ineficaces en sí mismos y ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo. Por intermedio del conocimiento del verdadero mensaje de la Biblia, debemos luchar para que haya cada vez más personas que se dediquen a su propia liberación y a la liberación de los demás. La Biblia les da una inspiración de esperanza, una motivación de amor fraternal, una doctrina social a la que no sólo debemos prestar atención sino, agregando nuestra prudencia y nuestra experiencia, traducirla concretamente en categorías de acción, de participación y de compromiso.

Este libro pone de relieve la variedad de los conceptos de la literatura bíblica. Sabemos bien que los escritos bíblicos no ofrecen un relato continuo y bien organizado, ni una filosofía sistemática. Los acontecimientos a los cuales se refieren los escritores bíblicos ocurrieron hace mucho tiempo y las circunstancias pueden ser muy diferentes de las de nuestra época. Sin embargo, toda su intensa preocupación por la suerte del hombre otorga a estos antiguos documentos una vitalidad y validez continuas y nos hace sentir que su mensaje está dirigido también a nuestra generación.

Así llegamos a la pregunta: ¿cuál es la importancia de la Biblia para el hombre moderno?. Ya hemos mencionado y podemos encontrar todavía más respuestas significativas, que tampoco constituyen totalmente la respuesta. Algunas de las respuestas pueden ser las siguientes: la Biblia es sumamente interesante; es una colección de obras maestras literarias; es indispensable para la comprensión de la cultura occidental; proporciona al hombre los medios para comprenderse mejor a la luz de su propio medio ambiente. Pero, por sobre todo, la Biblia es "el Libro del día", el libro que habla a cada generación y a todas las generaciones. Es un libro que exige respuesta de su lector, es un libro que reclama compromiso vital.

¿Qué puede decirnos la Biblia? Muchas cosas, de acuerdo con nuestras necesidades, nuestra situación, nuestra voluntad de aceptar y de absorber su mensaje.

Tiene poco para ofrecer a aquellos quienes no miran la vida con seriedad y sólo se preocupan por conservar una superficie bien pulida, a fin de ocultar la vaciedad o debilidad de su interior. Pero aquellos que consideran la vida como una invitación y una gran oportunidad para el progreso espiritual y moral, encuentran la Biblia como una lámpara a sus pies y una luz en su sendero. Como la Biblia no es un libro de dogmas estáticos o de contemplaciones eternas, señala un camino que conduce hacia adelante y hacia arriba. Es el impulso para asumir y cumplir una tarea. Para los escritores de la Biblia, la Edad de Oro no se situaba en el pasado, en el Jardín del Edén perdido, sino en un futuro aún por realizarse. El drama de la historia que había comenzado con la creación del hombre, alcanza su culminación sólo en la era mesiánica por venir. Cómo habrá de lograrse esta realización, es un misterio, igual que la vida misma.

Los escritores bíblicos no se sienten tan orgullosos de su bondad como para buscar y esperar la gracia divina. Aprecian la promesa de que "Dios nos quitará el corazón de piedra y nos dará un corazón de carne" (6), con el cual podremos promover nuestra perfección, lo que nos hará más merecedores de Su perdón y de Su amor compasivo.

Es evidente para ellos, que el hombre no puede aceptar complacientemente sus propias faltas y esperar, a brazos cruzados, el perdón de Dios. La lucha moral del hombre, su propio esfuerzo por alcanzar la justicia personal y edificar una sociedad justiciera es, en cierto modo, inherente e indispensable para la consumación final, para la venida de la época mesiánica aquí en la Tierra.

La Biblia es el "Libro de la Vida" (7), para el hombre en este mundo y en su centro de atención, está la preocupación por la justicia en todo sentido. La prosperidad y la estabilidad nacionales dependen del mantenimiento y de la observación de los valores morales y espirituales. Este es el firme mensaje de los profetas, efectivamente documentado por los historiadores desde Tucídides[16]hasta Toynbee[17]

La Biblia sostiene con frecuencia la tesis de que muchos de los seres humanos viven con el lema "sé bueno a fin de ser feliz". Pero las expresiones más elevadas de las Escrituras Sagradas ofrecen una moral todavía más alta: "Santos seréis que santo soy Yo, el Eterno vuestro Dios". (8) La vida es todo lo que tenemos. Y todo en ella es o puede ser santificado. Y esta santidad, que es buscar la rectitud y practicarla con amor, no requiere y no acepta el retiro del contacto con un mundo pecador. La evasión del pecado por medio de la separación de las realidades del trabajo cotidiano y del contacto social no entraba siquiera en consideración para los escritores de la Biblia. La vida, en el enfoque bíblico, no requiere ascetismo.

Según los autores de la Biblia, el pecado es un hecho ineludible y no se forjan ilusiones sobre la bondad humana; tampoco juzgan las malas acciones del hombre como simples pecadillos o desviaciones sicológicas. El pecado es la transgresión. No es un mal contra Dios, sino contra los hombres. Es un error, desviación, distorsión, traición. No hay pecado como una mácula imborrable. Siempre existe la oportunidad y la capacidad del hombre para retornar al camino correcto, que es el camino de la moral, y esta insistencia en el retorno es la raíz del optimismo bíblico.

La relativa simplicidad de la civilización bíblica nos permite comprender más fácilmente sus valores fundamentales. En nuestro mundo complejo e interdependiente, la determinación del bien y del mal en una situación concreta, puede entrañar la consideración de muchos factores en pugna y la correcta interpretación de datos altamente técnicos. En consecuencia, es tanto más necesario que mantengamos la conciencia de las distinciones básicas entre el bien y el mal, entre lo humano y lo inhumano, que nos proporciona la Biblia.

En la Biblia, el carácter personal y la justicia social se compenetran y se combinan para formar una sola exigencia ética. Nuestro mundo moderno ha perdido mucho por la distinción demasiado aguda entre estos elementos. El enfoque que trató de despertar la conciencia del individuo y elevar su carácter personal, fue ineficaz en lo relativo a las injusticias económicas y políticas sociales, que ninguna especie de nobleza personal podría rectificar. Un cierto número de individuos buenos no constituye necesariamente una buena sociedad. La Biblia, sin un análisis detallado, exige tanto la justicia personal como la del grupo. Debe existir una sociedad que ponga en práctica el régimen de vida recomendado por ella.

Reconoce la diferencia inherente entre el hombre y las otras criaturas. No lo disminuye cínicamente, ni lo idealiza sentimentalmente. Sus escritores despliegan una penetración casi total de las motivaciones y comportamiento humanos, y dan una instrucción respecto a la manera de hablar y actuar en sociedad.

El futuro nunca está cancelado, ni en los más oscuros momentos, y por doquier resplandece con esplendor mesiánico la seguridad en algo mejor por venir, que tiene una dimensión histórica, la del mesianismo celestial, aunque la principal preocupación de la Biblia, especialmente del Antiguo Testamento, se dirige hacia este mundo.

La Biblia anuncia la Redención, que significa la liberación de todo aquello que oprima al hombre. Pero se refiere sobre todo a la liberación del pecado y de lo maligno, que está en el hombre.

La salvación debe ser conquistada por la fuerza del hombre, con fatiga y sufrimiento, con un espíritu de esfuerzo por la humanidad. Pero ante todo, cada uno la consigue mediante un total cambio interior, con una transformación profunda de la mente y del corazón.

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