Descargar

Historia de Venezuela. El contacto con los europeos, conquista y colonización (página 2)


Partes: 1, 2

Las diferentes provincias que en 1777 habrían de centralizarse en la Capitanía General de Venezuela, se fueron creando en el siguiente orden:

  • Margarita: creada en 1525 por el rey Carlos V, comprendía los territorios de las islas de Margarita y Cubagua. Su capital fue La Asunción. Fue otorgada a Marcelo Villalobos.
  • Caracas o Venezuela: fue creada en 1528 en otorgamiento a los Welser. Su territorio abarcaba desde Maracapa (zona de Unare) hasta Cabo de la Vela, en la Península de La Guajira. Su capital fue Coro. Más tarde Caracas fue la capital definitiva.
  • Trinidad: creada como Provincia en 1529, fue otorgada a Antonio Sedeño, su capital fue San José de Oruña.
  • Nueva Andalucía o Cumaná: fue establecida en 1568. Comprendía los territorios que hoy ocupan los Estados Anzoátegui, Monagas y Sucre. El otorgamiento fue hecho por Felipe II a Diego Fernández de Serpa. Con el tiempo se le conoció como Provincia de Cumaná y su capital fue Cumaná.
  • Guayana: fue otorgada en 1568 por Felipe II a Gonzalo Jiménez de Quezada, llegó a comprender el territorio ubicado al sur del río Orinoco.
  • Maracaibo: se inició con el nombre de Provincia de Mérida de la Grita. Fue creada en 1622 y otorgada por Felipe II a Francisco de Cáceres. Comprendía los territorios que hoy ocupan los Estados Zulia, Trujillo, Mérida, Táchira, Barinas y Apure.

Por Real Cédula de Carlos III, del 8 de setiembre de 1777, se hace una unificación de estas Provincias con el nombre de Capitanía General de Venezuela, agregándolas en lo gubernativo y militar bajo la autoridad del Gobernador y Capitán General de la Provincia de Caracas.

La consolidación del territorio y su centralización en Caracas continúan con la creación, en 1786, de la Real Audiencia de Caracas, tribunal encargado del control permanente de funcionarios y de las instituciones, y en 1793, del Real Consulado, responsable de acrecentar y fomentar la economía regional.

En la esfera religiosa, la creación de los obispados de Mérida – Maracaibo en 1777 y el de Guayana en 1790, marca un paso importante, en la integración religiosa, que culmina con la elevación de la diócesis de Caracas a arzobispado en 1803.

El Capitán General fue la más alta autoridad colonial en Venezuela. Ejercía el gobierno como representante del rey, actuaba como juez de primera instancia en lo civil y criminal. Presidía el Cabildo y ejercía importantes funciones en la organización de la Iglesia y en la inspección del cobro de impuestos. Duraba siete años en sus funciones.

Cuando se creó la Audiencia, en 1786, el Capitán General pasó a ser Presidente de este alto tribunal, con lo cual compartía ciertas funciones de gobierno. Estaba controlado por dos instituciones coloniales características:

  • Las Visitas: eran practicadas en cualquier momento por funcionarios enviados por el Rey con el objeto de informarse de la marcha del gobierno
  • Los Juicios de Residencia: procesos judiciales a los cuales quedaban sometidos al concluir su gobierno, donde se ventilaban las quejas y abusos en que hubieren incurrido los funcionarios durante su gobierno.

A partir de 1777 la Capitanía General sufrió alteraciones en su división político – territorial. Se crearon nuevas Provincias y otras fueron ocupadas. Siete de ellas se sumaron al movimiento independentista y concurrieron al Primer Congreso en 1810. Para ese momento, el territorio que formaba la Capitanía General de Venezuela, pasó a ser el de la República de Venezuela en virtud del uti possidetis juris .

Todas las colonias experimentaron procesos básicamente idénticos difiriendo únicamente en el momento o el grado de transformación de cada una. Por lo tanto, puede considerarse que el colonialismo del Caribe y de otros lugares consta al menos de tres fases: implantación (o asentamiento), madurez y transición.

Implantación

El periodo de implantación comenzó con el primer viaje de Colón a América en 1492 y finalizó en algún momento a mediados del siglo XVII. Durante esta fase, los españoles exploraron la región, conquistaron los territorios que encontraban a su paso y sometieron a la población nativa americana existente. También comenzaron a extraer enormes cantidades de oro y plata en su mayoría de las minas de Sudamérica. Los ingleses, franceses y holandeses pronto siguieron a los españoles en esta región en un intento por evitar que los españoles acumularan demasiada riqueza con demasiada rapidez.

En esa época Europa funcionaba con una economía mercantil. Uno de los principales principios del mercantilismo era que el lingote (oro o plata en forma de barra) representaba la medida de la riqueza y que sólo existía una cantidad fija del mismo en el mundo. Si la monarquía española poseía la totalidad de los metales preciosos producidos en América, los demás estados europeos ya no podrían competir.

Los primeros intentos por evitar que España se apoderase del total de las existencias de lingotes procedentes de los indígenas y de sus minas condujo a los europeos del norte a establecer la piratería. Los piratas intentaban capturar la riqueza que los españoles enviaban de vuelta a Europa en una flota anual o convoy. Si los piratas podían utilizar las islas del Caribe como base para lanzar los ataques sobre la flota española que transportaba los tesoros, evitarían que la corona española acumulase una cantidad excesiva de metales preciosos. A finales del siglo XVI y principios del siglo XVII muchas de las islas se convirtieron en bases desde donde los piratas atacaban los navíos españoles que volvían a Europa.

Los indígenas americanos que habían sobrevivido a las enfermedades dieron la bienvenida a los ataques de los piratas contra los españoles que habían traído al hemisferio la enfermedad y la destrucción. Además, los ataques de los piratas estaban aprobados extraoficialmente por las monarquías rivales de España, ya que de lo que se apoderaban los piratas al menos no iba a manos de los españoles. Los gobernantes del norte de Europa pensaban que, en última instancia, los piratas actuarían como consumidores y gastarían su botín, el cual finalmente acabaría llegando a las arcas europeas en una u otra forma.

España protestaba a través de los canales diplomáticos europeos contra los constantes ataques de los piratas, pero sus quejas caían en saco roto. Las demás monarquías respondían que el Caribe se encontraba más allá de la línea, es decir, que las leyes y los tratados europeos no eran de aplicación en esta región.

Los propios piratas llevaban unas vidas peculiares y a veces mantenían unas prácticas sociales únicas. Algunos de ellos habían sido marineros al servicio de algún Estado europeo, mientras que otros simplemente pertenecían a las clases sociales y económicas más bajas y consideraban la piratería como una forma de mejorar sus condiciones materiales.

Los piratas a lo ancho del Atlántico, incluida la región caribeña, compartían su riqueza de forma casi equitativa entre los miembros de su tripulación. Lógicamente el capitán y el primer oficial siempre recibían una parte mayor del botín, pero el resto era dividido a partes iguales entre el resto de la tripulación. Además, los piratas a menudo se compensaban entre sí cuando uno de ellos perdía una pierna u otra parte del cuerpo. Una vida aventurera esquilmando los navíos españoles suponía una cierta libertad y una mayor movilidad económica.

A medida que España se fue comportando de forma más agresiva para combatir la piratería, los europeos del norte comenzaron a establecer bases más estables en las islas del Caribe. Grupos de hombres (en aquella época las mujeres europeas eran desconocidas en la mayor parte del hemisferio occidental) comenzaron a cultivar alimentos y productos agrícolas en cantidad suficiente como para aprovisionar los barcos que surcaban la región. A finales del siglo XVI se producía tabaco y algodón en cantidad suficiente como para enviar a Europa lo que no se consumía en América.

A medida que la demanda de estos productos iba creciendo, surgían modos más eficientes de producción, y a medida que los beneficios iban aumentando, llegaban más colonos europeos a la región con la idea, la mayoría de ellos, de hacer fortuna rápidamente y volver a Europa. Aunque los indígenas americanos hacía tiempo que se habían retirado a un par de enclaves remotos, los colonos europeos no conseguían encontrar esta región especialmente atractiva; tanto su clima cálido y húmedo como la exótica flora y fauna eran curiosidades que debían soportarse sólo el tiempo estrictamente necesario. Trabajar la tierra bajo el tórrido sol ya era suficientemente duro, y crear instituciones culturales semejantes a las europeas (colegios, teatros, periódicos, etc.) resultaba realmente impensable.

Es decir, los europeos del norte, al igual que sus predecesores españoles, no estaban dispuestos a trabajar cuando se establecían en las islas del Caribe, pero sí deseaban aumentar la productividad agrícola y, con ello, su rentabilidad. La solución incipiente empujó a los colonos a la siguiente fase de colonización. En el Caribe el colonialismo maduro descansaba prácticamente sobre las espaldas de los esclavos importados de África. Y en otras partes del mundo, después de la abolición de la esclavitud por parte de los europeos, las colonias maduras descansaban sobre una mano de obra formalmente libre pero en realidad casi siempre forzada, para la producción y extracción de los recursos para el mercado.

Madurez

El colonialismo maduro en el Caribe duró poco más de 100 años, desde mediados del siglo XVII hasta cerca de 1770. Las sociedades coloniales maduras operaban manteniendo su propio y amplio equilibrio. Durante este tiempo, las colonias crecieron de forma visible en cuanto a población, producción y comercio.

Los tratantes de esclavos y sus clientes obligaron a cerca de 12 millones de africanos a cruzar el Atlántico para trabajar como esclavos permanentes, de los cuales entre 10 y 11 millones lograron llegar a América y el resto falleció durante la travesía. La mayor parte de los esclavos que llegaron vivos después del viaje fueron vendidos para trabajar en una economía que primaba la producción de azúcar y excluía prácticamente el resto de las cosechas.

A medida que evolucionó la economía del azúcar, las colonias fueron aumentando el número de leyes y endureciendo su actitud frente a los africanos. También aumentó la población de raza mixta, lo que indica que los hombres europeos a menudo tenían hijos con mujeres africanas o nativas americanas.

Finalmente, se desarrollaron patrones permanentes de competencia mercantilista entre Europa y sus colonias americanas. La rivalidad comercial, los corsarios (piratería oficialmente aprobada por los gobiernos en tiempos de guerra) así como los combates esporádicos eran frecuentes en toda la región. Las instituciones políticas europeas arraigaron en la zona del Caribe. Casi todas las colonias de las islas tenían un gobierno compuesto por representantes designados por el gobernador o elegidos por los residentes que poseían suficientes tierras como para tener derecho a voto. Aunque el poder político y económico real seguían residiendo en Europa, los terratenientes blancos del Caribe comenzaron a tener cada vez más control sobre los asuntos de interés local. Estos mismos patrones económicos y sociales se repitieron más tarde en las colonias europeas de todo el mundo.

La colonia del periodo de madurez en el Caribe, ya fuera británica, francesa o española, se centraba principalmente en la producción de la caña de azúcar. El propio azúcar era, al menos inicialmente, relativamente raro en Europa y sólo los ciudadanos más ricos podían permitirse el lujo de importarlo de las regiones productoras de azúcar del Mediterráneo oriental. Los portugueses fueron los primeros en traer el azúcar al hemisferio occidental desde sus rentables plantaciones de sus colonias en Brasil. El azúcar fue introducido en muchas islas del Caribe por los holandeses, expulsados de Brasil en la década de 1650 tras competir durante un breve periodo de tiempo con los portugueses por el control de la colonia.

La producción de azúcar pudo haber sido una propuesta cara que requería gran cantidad de mano de obra para plantar, cortar, aplastar y hervir la caña. Al principio, los plantadores utilizaban mano de obra europea barata, generalmente personas que aceptaban trabajar por un periodo de tiempo determinado a cambio de obtener un pasaje a las Américas y alojamiento y manutención gratuitos. Sin embargo, pronto muchos trabajadores europeos se negaron a desplazarse a las Indias Occidentales (Antillas) porque las enfermedades tropicales estaban acabando con gran cantidad de colonos europeos y sólo eran pocos los que aceptaban cruzar el Atlántico para realizar el trabajo agotador del cultivo del azúcar.

Durante la segunda mitad del siglo XVII, las islas del Caribe desarrollaron una economía de plantaciones a gran escala en las que los esclavos africanos constituían la mayor parte de la mano de obra. Estos esclavos africanos, que procedían de países tropicales, eran inmunes a muchas de las enfermedades que afectaban a los trabajadores europeos. A diferencia de los trabajadores contratados por un periodo de tiempo fijo, los esclavos podían ser forzados a trabajar hasta que caían exhaustos. De esta forma fueron apareciendo en las islas del Caribe grandes poblaciones con mayoría africana. De hecho, durante el periodo colonial de madurez en lugares como Jamaica la relación entre negros y blancos era de diez contra uno.

Con el tiempo, el número de esclavos africanos que cruzaban el Atlántico fue aumentando, pasando de una media de 16.000 al año en el siglo XVII a una media de aproximadamente 70.000 al año en el siglo XVIII. El auge de la trata de esclavos a través del Atlántico tuvo lugar en el siglo XVIII, coincidiendo lógicamente con el auge de la producción de azúcar. La Norteamérica británica recibió solamente el 5% del total de esclavos que llegaban a América; el Caribe británico, por el contrario, recibió el 21% de llegadas, por detrás sólo del Brasil portugués, que alcanzó un 37 por ciento. Las zonas del Caribe español, francés y holandés también recibieron un número importante de esclavos importados del oeste de África. Los esclavos, capturados por tratantes de esclavos africanos, eran vendidos a tratantes europeos que intentaban ampliar su negocio al máximo entre los grupos de tratantes de esclavos africanos para garantizar así una disponibilidad de suministro de cautivos para la economía de plantaciones en desarrollo y evitar que un proveedor africano se hiciese con más poder que los demás.

Mientras que la producción del azúcar ocupaba la vida cotidiana de los esclavos, los beneficios de la producción de azúcar impulsaban la creciente economía atlántica. El azúcar era embarcado en el Caribe para ser vendido de forma rentable en Europa y Norteamérica. El consumo del azúcar aumentó rápidamente, siendo necesario aumentar el cultivo de tierras en el Caribe y, con ello, la mano de obra de esclavos africanos. El azúcar se estaba convirtiendo en un producto imprescindible en las dietas europeas y americanas. El crecimiento de las plantaciones hizo necesario recurrir asimismo a trabajadores y profesionales no africanos. Doctores, abogados, comerciantes, tenedores de libros, administradores de tierras y taberneros, todos ellos encontraron una oportunidad para mejorar su estatus socioeconómico trabajando en las islas del Caribe.

Durante la fase colonial madura, cambió el tipo de europeos que emigraban al Caribe: antes, la emigración había sido principalmente de hombres empobrecidos, pero ahora se trataba de individuos educados de clase media. Estos nuevos inmigrantes buscaban hacer fortuna en las plantaciones para adquirir una propiedad en el Caribe. Una vez alcanzada esta meta, su intención era volver a Europa, dejando el calor y la humedad tras de sí. Esta visión generalizada se mantuvo asimismo posteriormente en los asentamientos coloniales de Asia y África.

El aumento de esclavos produjo una diversidad ocupacional de los residentes europeos en la región. Muchos de ellos lograron aumentar sus beneficios, lo que les permitió volver a su país con una cierta fortuna. Otros, en cambio, a pesar de atender sus negocios con esmero no consiguieron obtener la recompensa buscada. La aspiración de muchos residentes blancos del Caribe era volver a Europa, lo que hizo que el desarrollo de las instituciones locales fuera bastante lento.

Los periódicos hicieron su aparición en las capitales, por lo general ciudades portuarias, pero no llegaron a otras zonas. Las iglesias con frecuencia tenían ministros por lo general ausentes y los teatros y cabarets surgieron antes que las escuelas. De hecho, los niños eran enviados a Europa para ser educados allí, aunque en algunos casos se contrataban tutores para que les impartiesen una formación particular. Sin embargo, a finales del periodo colonial maduro cada vez más residentes en las islas habían visto frustrarse sus planes de abandonar el Caribe y se resignaron a permanecer en el trópico. En este momento, comenzó a surgir una sociedad cada vez más similar a la europea.

En el Caribe, el estatus socioeconómico dependía en parte de la clasificación racial. Aunque eran los esclavos africanos quienes habían levantado la economía, desde el punto de vista social los de raza mixta se encontraban por lo general entre ellos y los blancos europeos. Entre los emigrantes a esta región había un número mucho mayor de hombres que de mujeres y, además, todas las islas tenían una mayoría de habitantes de raza negra, de forma que los europeos del Caribe reconocieron a sus hijos de raza mixta y les dieron un estatus social más elevado.

A finales de la fase colonial madura se había desarrollado una jerarquía socioeconómica bastante compleja basada, al menos en parte, en el color de la piel. Por el contrario, en Norteamérica, cualquier persona de origen negro era considerada, por lo general, como esclavo. Esto sugiere que las islas del Caribe estaban desarrollando una sociedad compleja cada vez más similar a la sociedad europea, es decir, más estratificada por clases, con categorías ocupacionales fijas de las cuales la gente raramente podía salirse.

También existía un pequeño grupo de plantadores muy ricos y un grupo muy amplio de esclavos—en otras palabras, un orden social que recordaba la relación entre los aristócratas y los campesinos en Europa. Lo que diferenciaba a la sociedad caribeña de la europea era que el sistema de clases caribeño estaba basado en la raza.

Transición

El periodo de transición comenzó en la década de 1770 y en la mayoría de los lugares duró hasta mediados del siglo XIX, al abolirse la esclavitud en el Caribe. Este periodo puede ser considerado como la génesis del Caribe actual. Durante las décadas de 1780 y 1790 aumentó en Europa la lucha contra la esclavitud. Gran Bretaña abolió la trata de esclavos en 1807 y a continuación presionó a otros estados europeos para que hicieran lo mismo. Los plantadores de las islas lucharon por mantener la esclavitud que les había permitido vivir desahogadamente, pero sin éxito.

El gobierno británico acordó compensar a los colonos por la pérdida de sus esclavos y abolió la esclavitud en 1834. Los franceses hicieron lo mismo en la década de 1840 (para entonces, la zona de dominación colonial francesa en la isla de La Española ya se había convertido en la nación independiente de Haití, de forma que la abolición francesa afectó principalmente a Martinica y Guadalupe). Los españoles mantuvieron la esclavitud en Cuba hasta la década de 1880. Cuando los esclavos (hombres y mujeres) se vieron libres, la mayoría decidió abandonar las plantaciones de azúcar. Además, el desarrollo de la remolacha azucarera en Europa había permitido producir azúcar en el propio continente.

El coste de la caña aumentó y la demanda continuó bajando. Los esclavos liberados se vieron incapaces de ganar suficiente dinero como para mejorar las condiciones materiales de sus vidas. Los niveles de vida bajaron incluso con el gobierno colonial. Además, los plantadores blancos consolidaron su influencia sobre el poder político y, por lo general, no permitían la participación en la política de personas de origen no europeo. Después de la abolición, no hubo un aumento apreciable en cuanto a igualdad racial.

A mediados del siglo XIX, los estados europeos tenían puesta casi toda su atención en Asia y África. En estos lugares repitieron el proceso desarrollado en el Caribe, aunque algo modificado. Habían aprendido que construir sociedades desde la base era difícil, por lo que muchas naciones europeas se situaron por encima de las estructuras locales existentes, dejando a los líderes locales en sus puestos aunque con una autoridad reducida. Al mismo tiempo, los colonizadores europeos intentaron extraer un beneficio máximo para su propio desarrollo económico, cada vez más global.

La antigua zona colonial del Caribe había producido grandes beneficios a algunos y había presenciado la creación de sociedades donde residían africanos, europeos y algunos indígenas americanos; sin embargo, ahora había dejado de ser el centro de las aventuras colonizadoras europeas. Los residentes del Caribe de todas las razas se vieron obligados a tratar con una economía dependiente de un producto que presentaba una demanda decreciente. Los beneficios disminuían y aquellos con menor poder adquisitivo eran los que más sufrían. Un proceso similar se produjo en África y Asia cuando en ambos continentes tuvo lugar la descolonización durante las tres décadas siguientes a 1945. La colonización europea del mundo llevó problemas y beneficios a las sociedades no europeas, pero no pudo garantizar un aumento constante del nivel de vida ni una vida política o económica más estable para estas sociedades.

Muy pronto, la actividad comercial generada requirió de puestos comerciales permanentes, lo que llevó a su vez a una ocupación colonial creciente. Los escasos lujos de los primeros exploradores se vieron pronto superados por la necesidad de un mayor número de productos que, para ser rentables, requerían una abundante mano de obra barata. Se trataba de productos como el azúcar, el algodón, el oro, la plata, los diamantes y las esmeraldas, que había que extraer de las minas; las perlas, que eran recolectadas por buceadores nativos; y, posteriormente, productos como el café, el cacao, el té y el tabaco.

De esta forma empezó la trágica historia de la esclavitud de la mano de la colonización europea. Primero se utilizó a los indígenas de América como mano de obra. Luego, debido a las enfermedades traídas por los conquistadores que causaron una merma importante en la población aborigen, se inició el inhumano tráfico de esclavos procedentes de África a través del Atlántico. Los exploradores jugaron un papel activo en estas actividades, quienes muchas veces olvidaban el propósito colonizador y se lanzaban a la búsqueda de oro, plata, pieles o esclavos.

En 1600 numerosos colonizadores españoles se habían establecido de forma definitiva en Sudamérica. El virreinato del Perú, creado en 1542, y las diversas audiencias, o divisiones territoriales, en que fue dividido el resto de la América española, tuvieron posibilidad de desarrollarse como poderosas y ricas colonias. Además de los yacimientos de minerales inmensamente productivos, sobre todo las minas de plata de Perú, había otros recursos naturales, como las maderas y tierras cultivables, que eran abundantes en las posesiones hispanas. La agricultura y la crianza de ganado fueron actividades florecientes, y la población indígena y los esclavos negros representaron una mano de obra disponible para los ricos colonizadores.

En la primera mitad del siglo XVI, impulsados por la búsqueda de nuevas tierras ricas, por la aventura o por el interés cristiano de propagar el evangelio entre los indígenas, decenas de miles de inmigrantes españoles y portugueses llegaron en masa a los dominios del continente americano. España y Portugal, las nuevas potencias, recibieron el apoyo de la Iglesia católica para consolidar sus respectivos imperios coloniales. El catolicismo fue la única religión admitida en las colonias, pero la política eclesiástica era determinada y controlada por la Corona. La Iglesia y varias de sus órdenes religiosas obtuvieron muchos privilegios y enormes extensiones de tierras en retribución por los servicios prestados en la cristianización, educación y pacificación de los indígenas.

A finales del siglo XVII, España y Portugal ejercían el dominio en toda Sudamérica, excepto la Guayana, que había sido invadida y dividida entre Gran Bretaña, Francia y Países Bajos. Sin embargo, las guerras que se habían producido en el curso del siglo habían debilitado seriamente la fuerza naval de las potencias ibéricas, y tanto sus posesiones costeras en el Nuevo Mundo como sus barcos mercantes sufrían los frecuentes ataques de los corsarios y piratas ingleses, franceses y holandeses.

Una de las consecuencias de la pérdida de los tesoros reales españoles y portugueses fue la imposición de impuestos opresivos sobre las colonias. Las dos metrópolis, que habían monopolizado desde el principio el comercio en sus colonias, también imponían cada vez más severas restricciones sobre las economías coloniales, y esto agravó las dificultades y provocó el descontento de los habitantes de las colonias.

A lo largo del siglo XVIII, el malestar popular en las colonias españolas desembocó en numerosas ocasiones en revueltas, especialmente en Paraguay, de 1721 a 1735, en Perú, de 1780 a 1782, y en Nueva Granada, en 1781.

Las desigualdades sociales constituían otra causa de descontento entre la población de las colonias españolas y portuguesas. Los peninsulares nacidos en la metrópoli, cuando eran enviados a las colonias ocupaban los cargos públicos más altos. Normalmente pertenecían a la nobleza, mantenían una actitud despectiva con otros grupos sociales y su máximo interés era sólo acumular riqueza en las colonias y regresar a Europa. El grupo social que se situaba por debajo de los peninsulares era el compuesto por los criollos, hijos de españoles nacidos en América. Aunque a los criollos la ley les daba derecho a las mismas prerrogativas de las que gozaban los peninsulares, en la práctica estos derechos se incumplían, y la mayor parte de los criollos eran excluidos de los altos cargos civiles y eclesiásticos. El odio a los peninsulares hizo que los criollos se unieran a los mestizos y mulatos.

El Imperio colonial español comenzó a forjarse a finales del siglo XV, cuando Europa iniciaba su expansión en ultramar. España perdió gran parte de las zonas conquistadas como consecuencia del movimiento de emancipación que arraigó en Latinoamérica a principios del siglo XIX.

Al terminar el proceso de conquista y colonización, la mayor parte de los pobladores indígenas habían sido exterminados o asimilados a la cultura criolla. Las sociedades indígenas que sobrevivieron, habitaban las zonas periféricas y fronterizas del país o fueron desplazadas hacia ellas ante el empuje de la población criolla. Allí se encuentran en el presente conformando una población que oscila en los 350.000 habitantes.

El desarrollo y estabilidad de la conquista en el Nuevo Mundo se reglamenta en poco tiempo hasta descansar en distintas instituciones. El permanente crecimiento de la colonización impone el fortalecimiento y la legitimación de dichas instituciones. Su establecimiento copia fielmente la estructura organizativa de la metrópoli y contempla las materias más importantes del Imperio, a saber:

Institución

Funciones

Casa de Contratación de Sevilla (1503)

Actividades mercantiles de navegación

Patronato Eclesiástico (1508)

Asuntos religiosos

Consejo Supremo de Indias (1524)

Temas territoriales, justicia, inmigración y poblamiento

Universidad de Cargadores

Representante del gremio de mercaderes

Real Audiencia

Funciones judiciales, legislativas y ejecutivas

Gobernación y Capitanía General (1528)

Administración política y de justicia; conquista y defensa

Real Hacienda (1529)

Materias económicas y fiscales

Obispado (1531)

Unificar y ejecutar la política de la Iglesia

Cabildo Seglar (1529)

Reglamentación de la vida política, social y económica de los civiles

Cabildo Eclesiástico

Administración de la justicia eclesiástica

Cabildo de Indios (segunda década del s. XVII)

Instruir a los indígenas en las normas castellanas

Tenientazgos

Administrar justicia en los pueblos que carecían de cabildos

5.- Estructura Económica Colonial

La búsqueda de metales preciosos fue la razón primordial de la Conquista, en tal forma que la importancia de cada Colonia dependía de su capacidad para exportar oro y plata a la Metrópoli. El gobierno español estimuló la exploración del territorio en busca de estos metales y en algunos casos la impuso como obligación a los conquistadores.

Igualmente, los conquistadores se dedicaron a la explotación de perlas y a la explotación de algunas minas descubiertas al norte del país. Las perlas se agotaron muy pronto y las minas fueron abandonadas por su escaso rendimiento. En consecuencia, los colonizadores tuvieron que dedicarse cada vez más a la agricultura y a la cría, iniciando de este modo la formación de una economía agropecuaria que vino a ser la economía característica del período colonial a partir del siglo XVII.

Los factores que determinaron el desarrollo de la economía colonial fueron:

  • La Tierra: Las tierras fueron declaradas propiedad de los reyes. Con el tiempo, una parte de ellas pasaron a manos de los particulares, unas veces por donación y otras por venta. Las que estaban en poder de la Corona, se denominaron Tierras realengas (Reales); y las que pasaron a manos particulares constituyeron la Propiedad Territorial, la cual tuvo su origen en los Repartimientos, Mercedes, Ventas y Composiciones de Tierras.
  • El Trabajo Indígena: Los indios sometidos quedaron obligados a trabajar para los colonizadores, quienes los utilizaron primordialmente en Las Encomiendas y Las Misiones. Más tarde, la mano de obra negra fue incorporada al trabajo de la Colonia y se utilizó principalmente en las plantaciones de cacao.

Actividades Productivas

Agotadas las perlas y abandonadas las minas, la Venezuela Colonial se convierte en una Venezuela agrícola, con predominio de la economía de campo sobre la ciudad. El factor imperante para que fuera así lo constituye el indígena, que era agricultor; por otra parte las plantas alimenticias autóctonas de América, como el maíz, la papa, algunos granos, la yuca, dulce y la yuca amarga, etc., formaban parte de la dieta básica del indígena.

La producción agropecuaria en Venezuela es muy variada y alimenta dos circuitos bien diferenciados: el destinado a la exportación y el que abastece el consumo interno.

La agricultura colonial se desarrolló de dos maneras:

  • Agricultura de Subsistencia: la practicaron los indígenas y los negros, cultivando en sus conucos y en sus tierras comunales los productos indispensables para su alimentación diaria: maíz, yuca, ocumos, papas, piñas, batatas, apios, muchas especies de tubérculos y frutas.
  • Agricultura de Plantación: La que se impuso en forma definitiva, basada en la gran propiedad territorial, con mano de obra principalmente esclava, destinada a la exportación y al comercio interno: tabaco, cacao, añil, algodón, trigo, café, harina de trigo, cueros, etc.

El principal producto de exportación es el cacao, fruto americano y rubro en expansión desde 1670, base fundamental de la riqueza de los hacendados, llamados entonces "grandes cacaos". Desde el siglo XVII, el cacao suplanta al cultivo del tabaco como primer renglón de producción y comercio. El cacao se cultiva en toda la franja costera, desde Irapa, Soro y Yaguaraparo hasta Maracaibo. Sin embargo la mayor concentración de la producción se encuentra en la zona central, básicamente en Caracas y litoral central, Barlovento, valles de Aragua y del Tuy.

El tabaco, otro producto de origen americano, es también importante en diversos contextos regionales, sobre todo en Cumaná, y en las regiones del piedemonte andino llanero, especialmente en Barinas, cuya variedad es una de las más cotizadas.

Otros productos agrícolas como el algodón, beneficiado por los indígenas americanos mucho antes de la llegada de los españoles, tienen menor distribución espacial. Igual sucede con el añil, cultivado de preferencia en los valles de Aragua, en especial en Maracay, donde hay alrededor de 60 haciendas, y Yaracuy, que se incorpora a la economía colonial a partir de 1770.

El cultivo espacial del café experimenta un crecimiento considerable desde su introducción en 1730 en la región del Orinoco, para luego alcanzar casi todo el territorio, la cordillera de la Costa y los Andes en particular. Desde finales del siglo XVIII, la producción va en aumento hasta convertirse en el principal rubro de exportación a finales del siglo XIX, hasta 1926 cuando el petróleo toma su puesto.

De los productos de consumo interno, y que ocasionalmente son exportados, la caña de azúcar ocupa el primer lugar, es una de las plantas más importantes para las economías regionales. De ella se elabora tanto el azúcar, blanca o en forma de panela y papelón, como el aguardiente, producto de gran consumo interno, y auténtico dolor de cabeza de las autoridades civiles y religiosas quienes intentan eliminarlo, para proteger a productores peninsulares y canarios

La Ganadería Colonial

La introducción del ganado y el inicio de la ganadería en Venezuela, constituye uno de los más significativos aportes de los españoles al desarrollo de la economía colonial. En sus comienzos esta actividad estuvo ligada a la conquista y exploración del territorio, pues los primeros expedicionarios llevaban consigo ganado en pie destinado al mantenimiento, y mulas y caballos para el transporte y la guerra. Al fundarse las primeras ciudades, sus moradores se dedicaron a la cría como actividad de subsistencia, y en algunos casos pudieron disponer de ganado para la organización de nuevas expediciones y para el intercambio.

Los productos de la cría constituyeron un renglón importante de la economía colonial; por una parte suministraron alimentos: carne, leche, queso, mantequilla y materia prima para la producción de suelas, sogas, enjalmas y otros enseres caseros; por otra parte, suministraron bienes para la exportación, sobre todo mulas y cueros; además, animales de carga para el transporte de mercancías, labores agropecuarias y comunicaciones.

Desde el mismo siglo XVI se dio inicio a la introducción de ganado vacuno, caballar, lanar, y en menor grado, porcino. Las regiones por donde se hicieron las importaciones fueron Cumaná y, en gran escala, Coro.

De Coro, el ganado pasó a El Tocuyo, que llegó a constituir el principal centro ganadero de la Colonia. De allí se exportó a Nueva Granada y se continuó la extensión hacia Los Llanos. En Los Llanos se reprodujo el ganado con rapidez, pronto adquirieron gran importancia tanto en la zona llanera como en el centro occidente, los cueros y los cordobanes (cueros curtidos de macho cabrío), lo mismo que las suelas, como derivados de la ganadería. El comercio de cueros llegó a ocupar el tercer lugar en las exportaciones, después del tabaco y del cacao.

El Comercio Colonial en Venezuela

La vida económica venezolana en la Colonia, dependiendo de su producción agropecuaria y del intercambio con mercancías importadas, se mantuvo dentro de las limitaciones de una economía natural, con poco margen para el comercio, y sujeta, además, a prohibiciones y restricciones que determinaron un desarrollo lento y penoso de la economía.

Inicialmente el comercio fue de trueque: los españoles intercambiaban con los indios baratijas por muestras de oro. Luego fueron usadas las perlas como moneda. Después se utilizó la moneda – lienzo, que era una tela especial que se elaboraba bajo ciertas normas establecidas por las autoridades para que sirviera como dinero. En otras oportunidades fue también usado el lienzo – tocuyo, formado por una tela producida por los telares tocuyanos que hacía, igualmente, las veces de moneda: un número determinado de varas equivalía a un producto definido. A lo largo de la Colonia fueron usadas las diversas monedas provenientes de España, como el maravedí, el peso y el real.

Hasta finales del siglo XVIII las actividades comerciales estuvieron supeditadas a las normas del mercantilismo. España impedía el comercio de sus colonias con otras de otros imperios, e igualmente de esas colonias entre sí. Igualmente, el transporte de los productos, debía ser hecho en barcos españoles. No había comercio directo de una colonia con otra, sino a través de España, quien de esta manera ejercía el monopolio comercial, característico de los países mercantilistas. A cambio de estos productos se traían víveres, loza, vinos, sedas, plata y oro amonedado, esclavos y una gran variedad de artículos manufacturados.

El comercio entre la metrópoli y sus dominios se rigió siempre por el principio, universalmente admitido del monopolio, como medio de asegurar el beneficio de la potencia dominante; beneficio para su hacienda por los derechos de aduana percibidos y para los particulares que produjeran mercancías susceptibles de exportación. Con tal motivo se centralizó, desde 1503, el intercambio de hombres y mercancías en la Casa de Contratación de Sevilla

Desde un principio el monopolio funcionó mal, y su deterioro se fue agravando por una serie de razones que sería largo explicar: insuficiencia de la industria española para atender la demanda americana, imposibilidad de vigilar debidamente tan vastos espacios, corrupción administrativa, etc.

El comercio se realizaba por algunos puertos venezolanos habilitados para el tráfico, divididos al efecto en puertos mayores ( La guaira y Puerto Cabello), y puertos menores ( Maracaibo, Cumaná, Pampatar, Caraballeda, y Santo Tomé de Guayana ). En los primeros se pagaban todos los impuestos; en los puertos menores se rebajaban algunos derechos y a veces sólo se cobraban los impuestos municipales.

El comercio colonial debe verse desde diferentes ángulos de operación, en función de la importancia, las restricciones y las operaciones que se derivaban del mismo. Tenemos en consecuencia:

  • El Comercio con España
  • El Comercio con las Islas Canarias
  • El Comercio con México
  • El Comercio con otras Colonias Españolas
  • El Comercio con las Colonias Extranjeras
  • El Comercio Interno

El Comercio con España se desarrolló en tres grandes períodos:

  • Primer Período ( siglos XVI, XVII y comienzos del XVIII)

Se hacía mediante la flota de Tierra firme, que una vez al año cubría la ruta de Sevilla a Cartagena de Indias y Panamá. Al pasar cerca de las costas venezolanas, algunos barcos pequeños se separaban de la flota y tocaban Pampatar, Cumaná, La Guaira y Maracaibo.

  • Segundo Período ( 1730 – 1785)

Durante este período el comercio estuvo en manos de la Compañía Guipuzcoana, empresa que tuvo el monopolio del comercio de casi todas las provincias venezolanas. Despachaba sus barcos directamente de La Guaira y Puerto cabello, atendía el comercio de la provincia de Caracas, y, eventualmente, el de Cumaná, Margarita y Maracaibo.

  • Tercer período (1785 – 1810)

A raíz de la extinción de la Compañía Guipuzcoana, Venezuela fue incluida en el sistema de comercio libre, establecido para todas las colonias españolas en 1778. con este sistema, Sevilla perdió su carácter de puerto único, y en su lugar, el gobierno español habilitó otros nueve puertos de la península para el comercio con las Indias.

Se habilitaron varios puertos americanos; se abolieron algunos derechos y se rebajaron otros. Se permitió, en consecuencia, que los mercaderes peninsulares pudieran registrar libremente sus barcos y salir de cualquiera de esos puertos hacia América.

El comercio con las Islas Canarias, hacia 1764, se efectuaba por medio de un navío que llegaba anualmente a La Guaira, trayendo vinos, frutas secas, tafetanes, telas de seda, etc. Estos artículos se cambiaban por cacao y otros frutos del país.

El comercio con México se inició desde los primeros años de la Colonia y alcanzó mucha importancia. Desde el siglo XVIII a México se enviaban anualmente por La Guaira, 20.000 fanegas de cacao; en pago, se traía plata amonedada, cobre, loza, harina y diversos frutos de aquel país. Este comercio por La Guaira disminuyó sensiblemente a fines del siglo XVIII; pero al mismo tiempo aumentó por Maracaibo.

En cuanto al comercio con otras colonias españolas, las provincias mantuvieron un comercio regular con Cuba y Puerto Rico, a fines del siglo XVIII. A Cuba se enviaban, desde Barcelona, carne salada y seca, a cambio de azúcar, cera y plata. De Maracaibo, Cacao; de Coro, cueros y quesos; de Puerto cabello, mulas; de La Guaira, cacao y zarzaparrilla.

El comercio con las colonias extranjeras estuvo prohibido, pero el Rey Carlos III, a solicitud del intendente José Abalos, autorizó a los hacendados venezolanos para que compraran esclavos en las colonias extranjeras, pagando su importe con frutos del país, a excepción de cacao. También podían pagar con cueros, ganado en pie, carne salada y pescado.

El comercio interno tuvo muy poco desarrollo. Algunas rutas terrestres y fluviales ponían en contacto a las zonas de producción con ciudades y puertos de embarque. Por estas rutas se llevaban hasta el Nuevo Reino, ropas finas, sombreros, canela, vinos, pólvora y otros artículos que traía la Compañía Guipuzcoana. El monopolio impuesto por España fue causa del gran desarrollo del contrabando, lo que llevó al cierre de estas vías por temor a que fueran utilizadas por contrabandistas.

La Real Compañía Guipuzcoana fue una empresa comercial constituida el 25 de setiembre de 1728, con el objeto de monopolizar el comercio de la provincia de Caracas con España, y combatir el contrabando que se hacía en la zona del Caribe Operó en Venezuela desde 1730 hasta 1785 y tuvo gran influencia en el desarrollo económico, social y político de la Colonia. Fue una empresa a base de acciones, cubiertas por capitales vascos. El Rey tuvo una considerable participación en el negocio, pues recibió de los empresarios 200.000 pesos en acciones. Esto dio a la Compañía Guipuzcoana carácter oficial. De allí su denominación de Real Compañía.

El Rey garantizó a la Guipuzcoana que ninguna otra persona o empresa recibiría permiso para intervenir en este comercio. Se declaró la protección del rey a la empresa y se despacharon instrucciones a las autoridades coloniales para que se le dispensara toda clase de facilidades. El Gobernador de la provincia de Caracas, fue nombrado Juez Conservador de la Compañía Guipuzcoana; de tal manera, fue consagrado el carácter oficial de la empresa, en cuyas manos quedó el control económico de las provincias.

El establecimiento de la Guipuzcoana significó un cambio profundo en el sistema de comercio tradicional de las provincia venezolanas. Los cosecheros se vieron afectados por el monopolio que la compañía efectuaba. Los terratenientes criollos se vieron desplazados en el comercio con la metrópoli. Los precios dependían de la empresa, la cual los fijaba de acuerdo a sus conveniencias, en perjuicio de los consumidores y del productor local. El descontento general generó la oposición de ciertos sectores de la población, lo cual se vio materializado en varios movimientos subversivos, de los cuales, los más importantes fueron la rebelión de Andresote (un antiguo esclavo) , hecho éste que se produce entre 1732 y 1735) y la rebelión de Juan Francisco de León (isleño), producida entre 1749 y 1752).

Estas revueltas ponen en guardia a la Corona sobre los procederes de la Compañía Guipuzcoana. Comienza, en consecuencia, un período de dificultades para esta Institución: la Intendencia y Real Hacienda le entorpecen ciertos privilegios desde 1776; la guerra de España con Inglaterra en 1779 le impide cumplir con sus obligaciones; las dificultades crecientes del comercio exterior, que obligan a conceder franquicias a los mercaderes criollos para comerciar; y la presión sostenida del Cabildo de Caracas, socavan sus bases. La Compañía Guipuzcoana es eliminada definitivamente por Real Cédula el 10 de marzo de 1785, y sus bienes pasan a la Compañía de Filipinas, creada para fomentar el intercambio de las producciones asiáticas y americanas que sobrevive hasta 1834.

6.- Estructura étnico social colonial

Diversas estimaciones coinciden en señalar que la población venezolana entre finales del siglo XVIII y primera década del siglo XIX, no sobrepasaba el millón de habitantes. Esta población está concentrada en las regiones costeras y montañosas, y divididas en varios grupos étnicos, que sin ser totalmente excluyentes, se encuentran estratificados de manera muy marcada. Las autoridades civiles y la Iglesia, alimentan la segregación a través de numerosas leyes, decretos y normas del buen vivir cristiano.

Esta población fue el resultado de la mezcla de los aborígenes con los blancos y los negros. Como producto de esta unión surgió el mestizo, cuyo número e importancia ha venido en aumento en nuestros días.

La formación del mestizaje constituye un rasgo típico de la colonización española, cuyos orígenes podemos analizar de la manera siguiente:

  • El predominio de los elementos masculinos entre los conquistadores y colonizadores españoles. La mujer española vino tardíamente a América, y, además en número reducido. La unión de los españoles con las mujeres aborígenes, y posteriormente con las mujeres negras, fue una necesidad y el mestizaje surgió en forma inevitable.
  • La legislación española favoreció la unión entre blancos e indias. Por una parte ordenaba a las autoridades coloniales fomentar estas uniones, y por la otra, prohibía a las mujeres solteras españolas pasar a América; sólo podían hacerlo las casadas en compañía de sus maridos o cuando vinieran a las colonias a hacer vida marital con ellos.
  • Los españoles consideraban estas uniones como un hecho natural sin prejuicios o ideas religiosas que pudieran estorbarlas. Sin embargo, los prejuicios sociales si tuvieron que ver con el carácter de tales uniones, las cuales, salvo pocas excepciones, fueron uniones ilegales del blanco con las mujeres de los otros grupos.

A finales del siglo XVI – siglo de la Conquista y de la fundación de las primeras ciudades – la sociedad venezolana comprendía los siguientes grupos:

  • Los Blancos Españoles: formaban el grupo conquistador, igualados todos entre sí por las leyes dictadas en su favor como primeros pobladores.
  • Los Indios: grupo sometido, sujetos a la condición de mano de obra explotada por los blancos, a quienes se les había entregado en Encomiendas.
  • Los Negros: todavía poco numerosos, traídos de África como esclavos. Constituían el sector más oprimido de la población.

La evolución social de estos grupos trajo consigo la mezcla ya señalada, en la cual surgieron las siguientes distinciones denominadas castas:

  • Mestizos: de la unión de blanco e india
  • Zambos: de la unión de negro e india
  • Mulatos: de la unión de blanco y negra
  • Cuarterones: de la unión de blanco y mulata
  • Quinterones: de la unión de blanco y cuarterón

Los individuos de estos grupos mezclados se unían entre sí y al mismo tiempo con los blancos, constituyéndose en poco tiempo en el sector más numeroso de la población colonial, con lo cual fueron desapareciendo las diferencias entre ellos y la denominación de mestizos, zambos, mulatos, etc., fue sustituida por el nombre de pardos, cuya condición se definía por la mayor o menor cantidad de sangre negra que tuvieran los individuos.

El desarrollo económico y político acabó por introducir diferencia en cada uno de estos grupos sociales, en la forma siguiente:

  • Blancos Peninsulares: formaban la burocracia colonial, ejercían los cargos públicos de importancia. Estaban a sueldo de la Corona. No poseían grandes propiedades. Eran reclutados entre los nobles arruinados de España y los cortesanos. Su vida estaba sujeta a limitaciones y prohibiciones de la Corona.
  • Blancos Criollos: descendientes de los conquistadores y encomenderos, nacidos en el país. Grandes propietarios de la tierra y de los esclavos. Constituían la clase dirigente de la economía colonial. Era una clase noble, cuya nobleza se basaba en la riqueza. Discriminaban a los individuos de otros grupos, en especial a los de ascendencia negra. Ejercían los cargos menores en la organización político administrativa. Formaban una verdadera oligarquía municipal.
  • Blancos de Orilla: descendientes de criollos e indias; o de blancos establecidos en la Colonia posteriormente a los repartimientos y encomiendas. Ejercían cargos políticos subordinados. En general trabajaban como artesanos, pequeños comerciantes y peones.
  • Indios: (también llamados indios tributarios)sin ninguna actividad política. Sujetos al pago de tributos. Prestaban servicios personales gratuitos a los encomenderos y a los misioneros. Cerca de la mitad de ellos vivían en la selva constituyendo una población marginal.
  • Negros: sin derechos políticos, eran el sector más bajo de la sociedad, víctimas del desprecio de los blancos. Un sector trabajaba como esclavos en las haciendas de cacao y de caña de azúcar; otro lo constituían los manumisos .
  • Pardos: era el grupo más numeroso; pero sin derechos ni influencia política. Trabajaban como artesanos, obreros, comerciantes al detal, pulperos, quincalleros. En su mayoría eran descendientes de los negros. Personalmente libres, vivían en las ciudades. Aspiraban igualarse con los criollos en lo social y político; pero éstos los despreciaban por su ascendencia negra.

Características de la Sociedad Colonial

El estudio de la sociedad colonial refleja dos características fundamentales:

  • Era una sociedad compleja: surgida de la mezcla de grupos étnicos diversos. Pudo mantener tales distinciones en los primeros tiempos; pero a medida que evolucionó, tales elementos se mezclaron, dando origen a una sociedad heterogénea, cuya complejidad fue en aumento a medida que se definían los intereses económicos, políticos y sociales de cada uno de sus grupos.
  • Fue una sociedad dinámica: en un período relativamente corto, pasó de un sistema de castas existentes en el siglo XVI, a un sistema de clases ya definidas a fines del siglo XVIII. En este proceso tuvo mucho que ver la condición étnica de cada elemento.

La clase económicamente poderosa surgió del grupo blanco; y las clases menos favorecidas se formaron con el mayor porcentaje de sangre negra. Las Leyes de Indias contribuyeron a favorecer este proceso, lo cual se explica por el interés de la Corona en mantener el predominio de los blancos conquistadores y de sus descendientes, como garantía de dominio en estas tierras.

Las leyes garantizaban a los blancos la propiedad de las tierras, de los esclavos, de las encomiendas; el ejercicio del gobierno municipal; el monopolio de la enseñanza; los títulos nobiliarios; loa privilegios sociales. Al mismo tiempo excluían de estas ventajas a los grupos de color. Esta situación tiende a modificarse en los años finales de la Colonia.

Luchas Sociales en la Colonia

Las luchas sociales de los criollos se orientaban en una doble dirección:

  • Antagonismo entre criollos y españoles

Los criollos se oponían a los españoles por ser éstos quienes ejercían los cargos importantes de la Colonia; y contra el gobierno metropolitano que los relegaba de la administración y frenaba sus aspiraciones políticas. En este sentido ese antagonismo tenía un carácter eminentemente político. El más genuino representanta de esta clase criolla fue Simón Bolívar.

Seguros de su poder económico, los criollos aspiraban a ser los dueños auténticos de su propia riqueza. Esto significaba romper el coloniaje que sometía el país a un soberano extranjero y a una metrópoli. Estas legítimas aspiraciones de los criollos le daba un carácter revolucionario a su lucha contra el régimen colonial.

  • Antagonismo entre criollos y pardos

En el orden interno, la lucha de los criollos contra los pardos, tenía un carácter conservador y oligárquico. Los criollos querían seguir siendo dueños de la riqueza, conservando intactos sus privilegios sociales. Esto chocaba con las aspiraciones de los pardos y demás grupos de color, que aspiraban a ascender en el plano de los derechos sociales y políticos para mejorara sus situación de inferioridad.

Las leyes prohibían a los pardos contraer matrimonio con los blancos. No podían ejercer cargos públicos, ni ser miembros de los Cabildos ni de los Tribunales Eclesiásticos; no podían ingresar a ningún centro de enseñanza. Se le prohibía el uso de pistolas, espadas y paraguas; y a sus mujeres les estaba vedado el uso de prendas de oro, seda y piedras preciosas. No podían usar alfombras para arrodillarse o sentarse en las iglesias. No podían asistir sino a ciertas iglesias y las partidas de bautismo de sus hijos se registraban en libros aparte.

Tales usos eran el distintivo exterior visible de la superioridad y distancia que separaba a los criollos de los pardos. Pero éstos a su vez se burlaban de ellos y ridiculizaban a los criollos, a quienes llamaban "Mantuanos", por el uso privativo de mantos de seda de las mujeres blancas y "Grandes cacaos", para indicar como la pretendida nobleza y los títulos de que presumían los criollos, no era de abolengo, sino el producto de sus haciendas y del trabajo de esclavos y peones, que les permitía disponer de dinero suficiente para comprar tales títulos.

A medida que crecía su número e importancia económica, los pardos fueron alcanzando posiciones dentro del orden social, a despecho de la oposición de los criollos. En 1795, el rey dispuso, por medio de la Real Cédula de Gracias Al Sacar, que los pardos podían tener el tratamiento de Don mediante el pago de mil reales; y asimismo podían ser tenidos como blancos, aptos para el ejercicio de los cargos municipales mediante el pago de quinientos reales.

A fines del período colonial, los pardos pidieron y lograron que sus hijos pudieran asistir a las escuelas, y que los preceptores de dichas escuelas fueran pardos. Estas conquistas encontraron la firme oposición de los criollos, quienes por medio del cabildo ofrecieron toda clase de obstáculos, pues consideraban que los pardos no debían mezclarse ni igualarse con los blancos y gentes principales, ni mucho menos formar parte del Cabildo sin que tales cambios causaran conmociones violentas en la sociedad colonial. La Corona mantuvo y reafirmó la Real Cédula, contribuyendo así a avivar el antagonismo entre estos dos grupos e imprimiéndole su sello a la Guerra de Independencia.

Conclusión

Así como Rodrigo de Triana gritó "Tierra", algún indígena debió haber gritado "Barco". A su manera el "descubrió" a los europeos. Lamentablemente los indígenas no dejaron testimonio escrito de ese encuentro con los primeros europeos, pero seguramente quedaron impresionados por el velamen, la forma y el tamaño de las tres naves, dada la pequeñez de sus canoas. Es también probable que quedaran sorprendidos ante la avidez manifiesta por conocer el lugar de procedencia del oro y las perlas que exhibían como adornos.

Es muy posible también que los indígenas se impresionaran por los pesados ropajes de los europeos, en contraste con su desnudez, la misma que también impresionó a los tripulantes de las carabelas y por el vaho fulminante que manaban los cuerpos de los exploradores.

De este "descubrimiento" mutuo, que no es otra cosa que conocer o encontrar lo que era desconocido, surgen muchas incomprensiones, intolerancias, violencias, pero también una de las claves del mestizaje cultural que nos caracteriza

América no fue descubierta, fue conquistada . Cuando la gente de Europa, en su expansión por la faz de la tierra, conquistó este continente palmo a palmo, los aguijones de la avaricia y de la aventura y el ansía de poder prevalecieron sobre los motivos mas elevados que pudieron haber conducido el descubrimiento de América.

América fue conquistada, antes que descubierta; la dominación precedió a la comprensión". En esa misma tónica se puede concluir que Venezuela siguió el mismo rumbo de América (y como no hacerlo, si Venezuela es parte integral de América), Venezuela junto con sus antiguos pobladores fue conquistada antes que descubierta, esclavizada antes que reconocida. Saqueada, esclavizada y ensangrentada por los aventureros europeos ansiosos de sangre y oro.

La invasión de América destruyó la mayoría de las culturas aborígenes y las etnias africanas esclavizadas, pero los americanos hicieron aportes a la civilización mundial que cambiaron el destino de la humanidad. Sus metales preciosos financiaron ejércitos europeos de un tamaño y un poderío hasta entonces desconocidos en el Viejo Mundo. Gracias a ellos se consolidó el Estado Moderno, Europa siguió siendo cristiana, se instalaron grandes redes comerciales y militares que cubrieron el mundo.

Las riquezas saqueadas impulsaron prodigiosamente el comercio, la producción industrial y la implantación del capitalismo. La papa libró a gran parte de la población europea de morir de hambre, y alimentó los grandes contingentes obreros de la revolución industrial. El maíz pasó a ser uno de los cereales más consumidos por el género humano.

Los conquistadores encontraron en América seres felices con civilizaciones admirables que nada debían a Europa. Su reacción fue considerarlos irracionales, oprimirlos y explotarlos, por ser "diferentes". Sin control ni dominio, la sangre de los nativos fue regada en torrentes, así fue formada la nueva tierra en la nueva tierra.

El "Descubrimiento de América" condujo al "Descubrimiento del Hombre", con consecuencias tan inconmensurables cuyos efectos todavía no cesan.

Fueron numerosos los motivos que llevaron a Europa a comenzar la colonización del continente americano. Entre ellos se encuentran la búsqueda de metales preciosos, la necesidad de encontrar nuevas tierras para la agricultura, la huida de persecuciones derivadas de motivos religiosos y el deseo de ganar a los pueblos indígenas para la causa de la cristiandad. En dicha colonización fue más habitual la creación de colonias que de factorías, aunque aquéllas, una vez establecidas, mantenían relaciones comerciales frecuentes y de carácter exclusivo con las respectivas metrópolis.

El Imperio español fue el principal poder metropolitano en el Nuevo Mundo y se extendió a través de gran parte de México, Centroamérica y Sudamérica. Los portugueses se establecieron principalmente en Brasil. Mientras que los españoles y los portugueses tuvieron tendencia a crear asentamientos mixtos que absorbieran a las poblaciones indígenas de sus territorios, los colonizadores británicos y franceses se inclinaron por la fundación de colonias puras, eliminando y desplazando a sus anteriores habitantes.

La colonización europea del mundo llevó problemas y beneficios a las sociedades no europeas, pero no pudo garantizar un aumento constante del nivel de vida ni una vida política o económica más estable para estas sociedades.

Los más antiguos imperios coloniales europeos habían entrado en declive a comienzos del siglo XVIII. La mayoría de las colonias españolas, portuguesas y francesas en América consiguieron la independencia durante las Guerras Napoleónicas o en el periodo inmediatamente posterior. Por otro lado, los holandeses perdieron una gran parte de su modesto imperio en el Nuevo Mundo y tuvieron que conformarse con comerciar ilícitamente con las colonias de otras potencias.

El móvil que guiaba la formación de esta amalgama de colonias es una cuestión que sigue debatiéndose. Algunos escritores lo atribuyen a la dinámica del capitalismo moderno, en la que se subraya la necesidad europea de encontrar materias primas y salidas comerciales para su excedente de capital. Otros autores han destacado como objetivo los intereses estratégicos e internacionales y han hecho notar la tendencia de los dirigentes europeos a utilizar las colonias como fichas en un tablero mundial de ajedrez. Con todo, algunos analistas aprecian una continuidad entre la primera y segunda época de expansión del siglo XIX y no admiten la necesidad de ninguna otra explicación. En cualquier caso, bajo todas estas opiniones subyace un concepto íntimamente relacionado con el colonialismo, el concepto de imperialismo.

Después de tres siglos de explotación económica e injusticia social y política, las colonias sudamericanas fueron convulsionadas por un poderoso movimiento revolucionario. Éste, que fue dirigido por los criollos y era básicamente de carácter liberal, se vio estimulado por el éxito que había logrado la rebelión de las colonias británicas en el norte del continente y por la Revolución Francesa.

El fin del equilibrio de poder en Europa y las guerras mundiales del siglo XX marcaron el ocaso del colonialismo moderno. El desarrollo de la conciencia nacional en las colonias, el declive de la influencia política y militar del viejo continente y el agotamiento de la justificación moral de los imperios contribuyeron a una rápida descolonización a partir de 1945. Los imperios coloniales, creados a lo largo de siglos, fueron desmantelados casi en su totalidad en tres décadas.

El mejor modo de describir los efectos del colonialismo es analizarlo tanto desde la perspectiva de los colonizadores como de los colonizados. Las colonias reportaron numerosos beneficios a las metrópolis, como pueden ser la adquisición de nuevos territorios para la emigración y recursos estratégicos, y la expansión del comercio y el aumento de las ganancias económicas. Pero también el precio fue alto para las naciones conquistadoras: tuvieron que proporcionar a aquéllas infraestructura administrativa, defensa y ayuda económica y se vieron implicadas con frecuencia en conflictos que hubieran preferido evitar.

La afirmación de que la colonización tuvo efectos negativos para las gentes colonizadas es incuestionable: se vio interrumpido el estilo de vida tradicional, se destruyeron valores culturales y pueblos enteros fueron subyugados o exterminados.

Cuando Cristóbal Colón llegó al mar Caribe en 1492, su viaje abrió las puertas a procesos de colonialismo que darían lugar a profundos cambios en la historia universal. Colón, que buscaba una ruta occidental desde Europa hacia el sur y el este de Asia, encontró en su lugar un mundo desconocido para los europeos. Sus cuatro viajes trasatlánticos entre 1492 y 1502 sufragados por la monarquía española acabaron de forma efectiva con el aislamiento geográfico de las Américas.

A los viajes de exploración de Colón hacia el hemisferio occidental le siguieron más tarde otras expediciones de conquistadores españoles, quienes, aún estando en clara minoría, lograron dominar imperios antaño poderosos. En una sola generación, gran número de indígenas americanos sucumbieron víctimas de las enfermedades llevadas a América por los europeos. La población autóctona americana no tenía una inmunidad natural frente a estas enfermedades, por lo que fue presa fácil de las mismas. Otros muchos de los que lograron sobrevivir cayeron en batallas, derrotados por la tecnología militar de los españoles, mucho más letal que la de los indígenas americanos del siglo XVI. Así comenzó el colonialismo atlántico, estableciéndose como precedente del colonialismo mundial.

Los habitantes originales de las islas (caribes, arawaks y lucayanos) casi desaparecieron. La llegada continua de inmigrantes europeos dio lugar a un asentamiento creciente en el Caribe que se realizó sin encontrar gran resistencia. Estos colonizadores europeos a menudo rechazaban el tipo de trabajo físico necesario para el desarrollo y el autoabastecimiento de las colonias.

Razones de salud y climáticas dificultaron asimismo la residencia de los europeos en los trópicos. Los colonos resolvieron su problema de mano de obra trayendo esclavos africanos, lo que dio lugar a la aparición de sociedades multirraciales. La agricultura de subsistencia, la caza y la pesca fueron perdiendo preponderancia en la economía regional a medida que aumentaba en importancia la producción de azúcar. De hecho, la región se concentró tan fuertemente en el cultivo del azúcar que los alimentos que se necesitaban de forma más inmediata para abastecer a la población tenían que ser regularmente importados primero de Europa y, más tarde, de Norteamérica.

Bibliografía

  • C. A. Editora El Nacional y Fundación Polar. Historia de Venezuela en imágenes. Caracas, 2000
  • Yépez C., Aureo y de Veracoechea Emilia. Historia de Venezuela. Caracas, 1989
  • Arias A., Alberto. Lecciones de Historia de Venezuela Caracas, 1981
  • Guillén G., Rafael. Historia de Venezuela. Caracas, 1981
  • Salcedo – Bastardo, J. L., Historia Fundamental de Venezuela. Caracas, 1992
  • Magallanes, Manuel Vicente, Historia Política de Venezuela. Caracas, 1990
  • Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2005
  • Salazar de M., Jiménez G. Y Miliani de M. Historia de Venezuela
  • Mudarra , Miguel A. Historia de Venezuela

 

Trabajo presentado por

Héctor Léger Mariño

Marzo de 2006

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente