Frustraciones en la relación amorosa y o genital con el otro sexo.
Reacción contra una deformadora relación con el padre del sexo contrario.
Identificación exagerada con el padre del mismo sexo.
Ausencia de personas del sexo opuesto.
Satiriasis
Es el deseo incontrolable o insaciable, en el hombre, de tener relaciones sexuales con cualquier mujer. Detrás de esta conducta hay una carencia de afecto femenino o un deseo de venganza por engaños y traiciones.
Ninfamanía
Equivale a la satiriasis en la mujer. Su característica es preocupación excesiva por todo lo genital, excitación permanente que puede llevar al orgasmo con sólo cruzar las piernas, tener pensamientos o ver espectáculos eróticos, etc. Sus causas pueden ser frustraciones afectivas, exceso de relaciones sexuales sin amor, hipertrofia del clítoris, etc.
Felación
Relación genital en la cual entran en contacto la boca de un individuo y el pene de otro. En el caso del clítoris o la vulva, se denomina cunnilinguo; el acto de besar o lamer el ano, annilinguo y las mamas manilinguo.
Fetichismo
El fetichismo consiste en dar un significado genital a un objeto o a una parte del cuerpo, cuyo contacto es indispensable para que el individuo pueda excitarse o llegar al orgasmo.
Exhibicionismo
Es la satisfacción del instinto genital que se consigue mediante el acto de poner al descubierto, frente a otras personas, los órganos genitales. Se da sobre todo en el hombre y puede ser la búsqueda de compensación a sentimientos de inferioridad.
Pedofilia
En el caso de la pedofilia son los niños los objetos sexuales, a quienes se seduce o se les muestra los genitales y se incitan a la masturbación.
Travestismo
Esta conducta consiste en la tendencia a vestir ropa sobre todo íntima, del otro sexo.
Voyeurismo
Es la tendencia de observar a otros cuando realizan actos eróticos, para lograr excitarse genitalmente.
Incesto
Consiste en mantener relaciones sexuales con personas del mismo núcleo familiar.
Necrofilia
Es el deseo irrespetuoso de obtener satisfacción erótica con un cadáver,
Zoofilia
Es el mantenimiento de relaciones genitales entre un ser humano y un animal.
Hacia la recuperación de nuestro cuerpo
El cuerpo es lo más valioso, hermoso y útil que tenemos. Por esto debemos comprometernos a recuperar su sentido y valor. Para recuperar nuestro cuerpo es necesario:
Mantener una adecuada higiene física: alimentación equilibrada, ejercicio físico, práctica de deportes, descanso, sueño suficiente, etc.
Tener una conveniente higiene mental.
Buscar percepciones serenas, no estridentes ni extremadamente excitantes.
Evitar fatiga intelectual o visual.
Hacer las cosas con el tiempo suficiente, sin andar apurados.
Evitar el uso de estimulantes como el alcohol, drogas, el cigarrillo, etc.
Aprender a crear con nuestras manos y con nuestro cuerpo. Las actividades artísticas y el desarrollo de habilidades y destrezas nos ayudan a ello. Hay que intentar antes de decir "yo no sirvo para eso, soy demasiado torpe…" pues siempre descubrimos en nuestro cuerpo más riqueza de la que creíamos tener, se trata de tener paciencia para ver nuestras capacidades.
Acrecentar el autodominio y el gozo de crear, dirigir y gustar de nuestras propias sensaciones.
Descubrir que todo nuestro cuerpo es llamado a transformarse y comunicar a otros valores que hay en su interior.
Es indispensable conocer, manejar y "amar" nuestro cuerpo para que se convierta en la plena expresión de lo mejor de nosotros.
Educación sexual integral. Fundamento ético y filosófico
El propósito de la sexualidad humana supone un análisis del método con el que el pensamiento ha procurado concentrar su significado. De esta manera, la sexualidad se fundamenta en dos principios:
La naturaleza humana, vista desde diversos tipos de conocimiento del hombre: el sentido de sexualidad va evolucionando según procesos diferentes de pérdida y aumento de algunos valores que el conocimiento va captando, seleccionando y proponiendo. La autocomprensión del hombre es un elemento esencial de su naturaleza y también es necesaria la comprensión de la sociedad a la que pertenece (Chiavici).
Dentro de los procesos dinámicos, es posible atribuir algún significado permanente a la sexualidad humana; esto es lo que procura hacer el entendimiento y pensamiento humano; el hombre está inmerso en una cultura sexual, al utilizar los resultados a los que han llegado diversas ciencias, como la biología, psicología, sociología, antropología, etc., la sexualidad debe dar libertad al hombre y hacer de él una persona culta e inteligente. Para comprender la sexología se debe diferenciar la naturaleza humana de la naturaleza animal.
La naturaleza animal es instintiva. La diferencia entre la naturaleza humana y su sexualidad con la del animal, es la responsabilidad y moralidad que nos hace concientes de nuestros actos sexuales. El hombre tiene un concepto de libertad que se manifiesta en el conocimiento, en la sabiduría y en la buena voluntad, que son cualidades específicamente humanas.
La sexualidad humana está guiada por principios morales. ¿Qué criterio es necesario tener en cuenta para valorar la autenticidad de un comportamiento sexual determinado? La sexualidad humana, en cuanto a fuerza de la persona, posee tres dinamismos o vertientes fundamentales: un primer dinamismo se orienta a lograr la madurez y la integración personal: la sexualidad es una fuerza para edificar el YO, ésta es una primera vertiente. El segundo dinamismo tiende a realizar la apertura de la persona al mundo del tú, la sexualidad es la que posibilita la relación interpersonal que culmina en la construcción de un proyecto de vida, en este sentido la sexualidad sirve para llevar a feliz resultado una situación o proyecto vital; matrimonio, celibato viudez. El tercer dinamismo es la apertura al nosotros, se trata del horizonte social de la sexualidad que sirve para construir dentro de un clima de relaciones interpersonales entrelazadas.
El comportamiento sexual, en cuanto quehacer moral, debe seguir esas tres orientaciones básicas. Lo positivo y lo negativo de la moral sexual concreta ha de verse dentro de este tipo de esquemas:
i. Deber moral de integración del yo.
ii. Deber moral de apertura del tú.
iii. Deber moral de construcción de un nosotros.
Estos son los tres quehaceres del hombre en cuanto a ser sexuado. Las fallas y los aciertos dentro de este campo, han de ser anotadas dentro de este esquema.
"… La sexualidad de cada individuo tiene sus aspectos propios e irrebatibles. Constituye una peculiaridad intransferible y genérico sobre el cual se constituyen todas las sexualidades individuales" (Kalodony, 1991).
La sexualidad humana está presente en toda la evolución personal. Existe un quehacer moral a fin de que el hombre pueda alcanzar una meta propuesta; hay gran interferencia entre la pedagogía sexual y la moral sexual. La sexualidad es algo que debe integrarse en la dinámica general de la persona. De aquí nace un principio básico general de la moral sexual: será bueno cuanto la prepare y la favorezca, y malo cuanto retrase, dificulte y mantenga a la sexualidad en un estado de falta de madurez.
Soy el resultado de…
Qué fácil es mentirme. La increíble fuerza del mal viene precisamente de esa capacidad que poseo para engañarme, para actuar mal y estar convencido de que actúo bien. Lo arreglo todo con bellos argumentos. El problema no es tanto que falle. Soy humano, frágil, tal vez caeré muchas veces. El problema es que no reconozca con seriedad que he fallado y, peor aún, que quiera convencer a todos de que lo que he hecho es digno de imitarse.
Sentido del amor
Pero, en lo más profundo de mí, en mi soledad, reside el amor. De esto se deriva de que si no soy capaz de conocer mi soledad, mi vacío, nunca sabré lo que es el amor. Tendré relaciones sexuales, uno y otro noviazgo, pero nunca podré amar.
El amor no se logra en un día ni en un año; es una construcción de toda la vida, porque todos los días aprendemos a amar.
En el camino del amor surge la exigencia del dar y darme en un lugar que cuenta: mi familia. Porque es tan cercana a mí, me conocen muy bien, mis familiares saben acerca de mis dificultades, de mis fallas. Cuenta porque vivimos tan cercanos unos de otros que a veces damos por supuesto el amor y no consideramos necesario expresarlo. Porque quizá, con o sin culpa, nos hemos hecho daño y ahora hay soledad, resentimiento e indiferencia.
Muchas veces es más fácil amar a los de afuera y aislarme en mi propio hogar, hundirme en el silencio.
Pero, aunque cueste, mi familia es un lugar donde hay amor, donde me han enseñado a amar a pesar de todo. Ella está ahí; no la escogí yo. Sin embargo, ella me ha dado las imágenes de padre, madre, hermano. Además mi cariño, mi afecto, mi manera de confiar en los demás, mis gustos e ideales, mis dificultades y frustraciones son el reflejo de mi familia.
Todo lo que ha sucedido y sucede en mi familia, me afecta:
La relación de mis padres: su unión o su separación, su cariño mutuo o su distanciamiento, el respeto a las discusiones, el diálogo o la incomprensión o hasta la violencia.
La relación entre hermanos: el cariño o la envidia, la ayuda mutua o la rivalidad, la preocupación por el otro o la indiferencia.
El amor familiar: la sobre protección que no da confianza, independencia ni libertad, o la despreocupación, que demuestra falta de interés por el otro; el cariño tierno o las relaciones frías o calculadas.
Los valores familiares: solidaridad, ayuda, cariño, sencillez, diálogo, respeto, verdad, lealtad entre otros.
La historia familiar: los momentos agradables, los encuentros, los buenos recuerdos, la unión que ha existido; los momentos tristes, los enfrentamientos, aquello que pasó y nunca he podido olvidar, eso que tanto daño me hizo, la falta de alguien a quien extraño mucho, las preocupaciones de cada día, los buenos o malos momentos económicos, la posición social, el carácter de cada uno, la fe en Dios, la vivencia de la sexualidad.
Ante esta realidad puedo tomar actitudes diferentes:
Reconocer las dificultades y valores de mi familia y, sin embargo, preferir hacer mi vida fuera de ella; quedarme como espectador y huir de los problemas, asumir el hogar como un sitio donde duermo y como, pero donde no comprometo mi vida.
Vivir angustiado por las máscaras que me ha dejado mi vida familiar y así disculpar mi mediocridad, aludiendo siempre a mis dificultades familiares.
Descubrir cómo es mi familia y por tanto cómo soy yo; tener en cuanta que cuando la desunión, la falta de fe, la agresividad, la búsqueda de dinero o de placer la golpean, también me golpean a mí.
Amar a mi familia, pero tener coraje también para descubrir lo que no está bien en mi casa y ayudar a cambiarlo.
Saber que nada se logra en las discusiones o gritos, con violencia y enfrentamientos; que es mejor aguardar el momento para decir una palabra verdadera y que cuestione.
Mantener el ánimo, pues no hay situación familiar tan negativa que no tenga algo de positivo, aprender a ser realista, existen problemas que no tienen solución; pero no puedo angustiarme por ello.
Ver que siempre habrá en mi familia algo que mejorar; se podrán profundizar las relaciones y actuar con sencillez sabiendo que las pequeñas cosas, los detalles, obtienen resultados sorprendentes.
Conducta humana madura
La importancia de estudiar la conducta humana se hace cada vez mayor, dada la inmensa complejidad de los problemas de relación interpersonal de grupo. La problemática de las relaciones del hombre con su congénere es tan urgente y tan difícil que podríamos afirmar que la mayoría de los hombres no tienen una clara conciencia de ello. El hombre se ha preocupado a través de la historia por extender y cimentar los conocimientos que adquiere a cerca de la naturaleza para dominarla y beneficiarse de ella. Indudablemente, ha tenido un extraordinario éxito en este objetivo, como se deduce de los espectaculares avances de las ciencias exactas, como química, física, astronomía, etc. Sin embargo, la ciencia del comportamiento humano, a pesar de los aportes de la psicología tradicional, se encuentra en ciernes y los problemas de la relación del hombre con sus congéneres son tan agudos como lo fueron veinte y cinco años atrás. En los albores de la filosofía, Richard Lázarus dijo, para destacar la importancia de este estudio: "o el hombre a prende a conocer los móviles de la conducta de sí mismo y de los demás, sus motivaciones, sus aspiraciones, sus incentivos y sus frustraciones, o perece devorado por el hombre" (Rodríguez, 2005).
Panorama actual
Basta leer las noticias nacionales e internacionales, observar nuestro alrededor, para darnos cuenta de fenómenos multitudinarios de ansiedad y frustración que afectan a una apreciable parte de la humanidad, a juzgar por los actos de delincuencia, revolución, asesinato, violencia, guerras, inadaptación personal a estudio o al trabajo, fracaso en los negocios, crisis de la autoridad o de la fe en las instituciones políticas y religiosas, matrimonios frustrados, inestabilidad en todas las manifestaciones de la vida social.
La madurez
En otros términos, podemos situar el problema de la conducta humana dentro del marco de la madurez o inmadurez de los individuos de las sociedades.
La persona que ha alcanzado un apreciable grado de madurez emocional se encuentra centrada sobre sí misma, tiene estabilidad en su ritmo interior, es decir, tiene un ajuste a sus propios valores o a la sociedad en cuyo ámbito interactúa. Su conducta no puede menos de ser adaptable, productiva, estimulante y armónica. En cambio, la persona que no ha adquirido un cierto grado de madurez emocional pierde el autocontrol y choca inevitablemente con su medio, ya sea su familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo. En su desgraciado proceso involutivo, la personalidad se distorsiona, anarquiza y anula indefectiblemente. Los actos de la conducta frustrada, propios de la persona inmadura, suelen llamarse, con cierta simplicidad anticientífica, delito, trasgresión, deslealtad, traición, etc. Estos actos de inadaptación, inestabilidad, o violencia son fenómenos propios de la inmadurez emocional y psíquica de las personas que no han puesto de su parte para conseguir un alto grado de ajuste o que, por factores constantes, o variables, congénitos o aprendidos, han sido condicionadas para tener esta clase de conductas indeseables.
Sólo creando condiciones apropiadas en el ambiente familiar, escolar y de trabajo podemos mejorar la personalidad y, en consecuencia, prevenir las faltas a la conducta, garantizando el éxito de las relaciones humanas.
¿Qué es la madurez?
La madurez está condicionada por factores biológicos, trasmitidos por medio de la herencia y grabados profundamente en nuestro sistema genético. Pero las leyes de la herencia pueden ser alteradas, modificadas o superadas por sistemas educativos más racionales en los que tradicionalmente se desenvuelve la vida del hombre en la mayor parte de las culturas de la tierra. Como la personalidad es el resultado de una simbiosis maravillosa entre herencia y ambiente, resulta innecesario discutir cuál de los dos factores es el predominante.
Este ensayo está encaminado a influir en el mejoramiento de las condiciones ambientales a lo largo de los ciclos de vida humana, para que ésta, en su turno, determine cambios evolutivos en su medio. Sólo así se cumplirá el delicado proceso de la evolución de nuestra especie.
La madurez, según Richard Lazarus, famoso teórico de la personalidad, se manifiesta por medio de los siguientes aspectos: autosuficiencia, independencia, socialización y control emocional (Rodríguez, 2005).
Autosuficiencia
Es la capacidad que debe adquirir el hombre para resolver los problemas pertinentes a su vida individual. Esta actitud para bastarse a sí mismo se debe cultivar desde la primera y segunda infancia, haciendo que el niño se levante por sí mismo cuando se cae al suelo, que coma con sus propias manos, y más adelante lustre sus zapatos, arregle sus vestidos, ponga en orden su vivienda, haga sus tareas escolares. De esta forma su personalidad irá evolucionando con una gran confianza en su propia capacidad productiva, tendrá cierta elasticidad en los movimientos y demostrará una apreciable capacidad de adaptación a medios y circunstancias cada vez más difíciles y complejos. Es desaconsejable, en consecuencia, las conductas de las madres que restan a sus hijos oportunidades valiosas para cultivar la autosuficiencia, y les prestan ayuda innecesaria, lo que fomenta la conducta de niños débiles y consentidos. El niño que desde pequeño ha aprendido la autosuficiencia, más tarde no será un niño ni joven problema, sino un ser dotado de una extraordinaria capacidad de adaptación; será un hombre seguro de sí mismo, eficiente y valeroso. Las puertas del éxito en su vida estarán abiertas, en una sociedad que exige cada vez más alto grado de autosuficiencia (Rodríguez, 2005).
Independencia
Quien desde niño se acostumbró a bastarse a sí mismo, fácilmente se prepara para ejercer la independencia de carácter, virtud que lo salvará en su vida de relación. El hombre debe de asumir actitudes de independencia intelectual, o sea, tener un criterio propio para definir lo que le conviene o perjudica, sin supeditarse al conformismo de imposiciones no siempre acordes con la dignidad humana. Pero la independencia debe cultivarse desde la infancia para que el niño, determine, por sí solo, el color o estilo de sus ropas, el colegio que ha de frecuentar, cómo ha de distribuir sus horarios de esparcimiento y de trabajo, la selección de amistades, la clase de pasatiempos que sean de su predilección, el horario de sus comidas, etc. Imponer a un niño indefenso horarios sistemáticos para la alimentación, el sueño, el estudio y el sueño serían recortar sus posibilidades de iniciativa, anulando desde muy temprano el ímpetu creciente de su personalidad, sometiéndolo a una dependencia de sus padres o instructores que a la larga terminará en fracaso.
Las gentes adultas esclavizadas por los prejuicios sociales, religiosos, étnicos o políticos, son producto de los falsos sistemas educativos de la infancia en los cuales se les negó la libertad de acción o de criterio. Con frecuenta encontramos en el mundo individuos acomplejados, de todas las edades, incapaces de seleccionar un vestido en el almacén, un libro para su lectura, el candidato por el cual han de votar, escoger una carrera profesional o su estado civil. Estos individuos siempre están buscando asesoría y no hacen nada sin el consejo de los demás. Temen fracasar en todas las empresas y no son capaces de asumir riesgos; carecen de iniciativa y de determinación; viven una vida sin autenticidad, esclavizados a sus propios temores, anulando así todas sus posibilidades de desenvolverse. En cambio, las personas que han cultivado la independencia de carácter asumen ante la vida actitudes cada vez más afirmativas; son capaces de enfrentarse con éxito a situaciones difíciles, afirmando su propia personalidad, desinhibida y desenvuelta, enrumbada hacia un risueño porvenir (Rodríguez, 2005).
Socialización
Este valor tiene una gran trascendencia en la vida del hombre. Como es un ser social por naturaleza, la adaptación a cualquier tipo de sociedad, de familia, de sindicato, de partido político o de institución religiosa se cumple con base en el desprendimiento y renuncia constante a todo individualismo (Rodríguez, 2005).
A diferencia del niño, de que su Yo es egoísta, por instinto de conservación, a medida que el hombre avanza por las distintas etapas de su vida, va comprendiendo que sus intereses individuales no siempre han de coincidir con los del grupo al que pertenece. Debe aceptar la necesidad de una armonía y correlación entre la convivencia individual y los derechos de la sociedad. Entre más alto grado de socialización consiga el hombre, más útil será a la sociedad y adquirirá características de liderazgo. La persona socializada ve las cosas con un criterio amplio y generoso, consultará más bien los intereses de su cónyuge, de sus hijos, de sus superiores y subordinados, ampliará su perspectiva y sacrificará algunas veces determinadas conveniencias individuales; además a ciertos derechos legítimos, en bien de las personas respetadas o queridas. Todo ser egoísta acusa un alto grado de inmadurez; se convertirá luego en un obstáculo para el desenvolvimiento de la sociedad y será, por ende, rechazado por ella.
Durante la infancia la socialización debe cultivarse, más que con palabra, con el ejemplo vivificante y enaltecedor de los padres y maestros. Según las actitudes de las personas mayores, socializadas o egoístas serán las actitudes de los niños ante la vida.
Los hombres que han llegado a las más grandes alturas de la sociedad y han conquistado a través de la realización de apreciables valores de su personalidad un relativo grado de prestigio y de ventura, se han elevado precisamente en la medida que cultivaron la socialización.
Control emocional
Quizá el valor más difícil de asimilar, pero el que acusa un más alto grado de madurez es el control emocional. Consiste en mantener el equilibrio interior en medio de la adversidad o el éxito, sosteniéndose en una posición equidistante entre la exaltación histérica y la depresión morbosa. No hay que exaltarnos ni enorgullecernos por las ventajas que nos da la vida, ni deprimirnos por las situaciones dolorosas. El control emocional consiste también en aceptar filosóficamente las contingencias diarias, comprendiendo que vivimos en medio de una sociedad no muy evolucionada, en la cual priman todavía inhibiciones, prejuicios y frustraciones. La amplia comprensión de las limitaciones de la gente nos hace ecuánimes, tolerantes y pacíficos. Quien ejerza permanentemente control sobre sus emociones negativas será bien recibida en todas partes y ejercerá influencias benéficas y positivas en su ambiente. Muchas veces la autoridad de una persona depende de su serenidad, ecuanimidad, prudencia, discreción y autocontrol. Emerson lo ha dicho "Quien se controla a sí mismo, controlará al mundo" (Rodríguez, 2005).
Peligros de la inmadurez emocional
El fracaso de la vida no es un capricho del destino, sino consecuencia de la inmadurez emocional. Con frecuencia, las personas que no logran sus metas tratan de explicar sus aventuras atribuyendo la culpabilidad a terceros, muchas veces inocentes. No tienen la claridad suficiente para comprender que la inmadurez emocional es la única causa de sus errores y fracasos. El teórico Richar Lázaus, explica así los efectos de la inmadurez: Insuficiencia cognoscitiva, incomodidad psicológica, trastornos psicosomáticos y desviaciones de la conducta (Rodríguez, 2005).
Insuficiencia cognoscitiva
Los estados de gran tensión emocional anulan de forma gradual la capacidad para analizar y comprender los actos humanos. El individuo pierde el control de la realidad y se inhibe para asumir una actitud positiva y acertada ante la problemática que se le presenta en su existencia diaria. Racionaliza su conducta, se niega a aceptar su propia responsabilidad, transfiere sus deficiencias a terceros, tiene los ojos vendados para ver la luminosidad del día, se debate entre las sombras de la pasión, el prejuicio, los celos y la desconfianza.
Sería deseable que tanto los educadores como los padres de familia eviten que los niños, jóvenes y adolescentes, asuman una carga emocional innecesaria derivada de la expectativa de los exámenes y los liberen de su apariencia amenazante. Cuando se realizan las evaluaciones deben de estar desprovistas de este ambiente nocivo que inhibe la personalidad de los estudiantes y destruye su capacidad cognoscitiva. Con frecuencia se da el caso de que los chicos que más estudiaron para el examen, ante la mirada inquisitiva de los padres y profesores, pierden con mayor facilidad su capacidad de concentración y memoria en el momento de la prueba. En cambio, si en vísperas del examen se da a los educandos día de asueto, con salidas al campo, a piscina, y prácticas deportivas, se descargará la emotividad y la mente se despeja para contestar los cuestionarios, aún los más difíciles.
En el hogar debe rodearse a los niños de un ambiente de comprensión, cariño, alegría estimulante, música, maneras y actitudes amables. Así ellos tendrán un gran desenvolvimiento y capacidad para el estudio y trabajo intelectual.
Incomodidad psicológica
La inestabilidad emocional se caracteriza por la inmadurez. Hay personas que se sienten incomodas en todas partes, tienen una incapacidad para la adaptación; son aquellas que abandonan el empleo y dejan el estudio sin causa justificada, son inestables en el amor; al hombre inmaduro lo puede llevar al donjuanismo y a la mujer a relacionarse con varios hombres a la vez. No logra asumir una interacción en forma permanente. Es lo contrario del hombre y la mujer maduros, que son esencialmente monógamos y concentran su capacidad afectiva en una sola persona. La gente busca en la diversidad la realización de sus esperanzas, y viviendo siempre de necesidades insatisfechas. Desde luego, la felicidad que tan ansiosamente buscan brilla para ellos como una estrella cada vez más lejana.
La inestabilidad los hace fracasar en el ejercicio de las profesiones, en la organización y dirección de los negocios. Estos seres inmaduros serán también inestables en la amistad y desconocerán siempre la delicia de disfrutar un verdadero lazo.
Todos los hombres y mujeres que realizan una meritoria labor en su vida gozan de estabilidad, constancia en el esfuerzo y perseverancia en la búsqueda incesante de sus ideales.
Trastornos psicosomáticos
Constituye una interrogante para la ciencia la interrelación entre los fenómenos del cuerpo y de la mente: Henry Bergson lo dijo: "no sabemos donde termina el mundo de la materia y comienza el mundo del espíritu" (Rodríguez, 2005).
Lo cierto es que las emociones positivas o negativas como la alegría, el amor compartido, el calor de la verdadera amistad, la sensación del éxito o el dolor moral, la desesperanza, la soledad, la sensación de fracaso, los celos, la envidia y el odio, producen reacciones en el organismo humano que ocasionan enfermedades. De aquí que debamos preocuparnos por canalizar de forma adecuada nuestras emociones negativas, estimulando las positivas para gozar de una perfecta salud física y mental. Hay trastornos orgánicos como la úlcera péptica, las hemorroides, la taquicardia, la indigestión, etc., que tienen un componente emocional agudo, consecuencia de estados emocionales angustiosos. El envejecimiento y muerte prematuros son el precio que debemos pagar por no orientar a tiempo nuestras emociones negativas (Rodríguez, 2005).
En cambio, si se cuenta con seguridad, un ambiente de alegría, mística, compañerismo, si se conjugan satisfacciones espirituales, se produce un resultado maravilloso para recuperar estas enfermedades, conservar y prolongar la vida.
Desviaciones de conducta
Una persona inestable puede llegar a ser irascible y violento, lo que trae efectos negativos a los demás. El homicidio, el suicidio, las lesiones personales, las violaciones y trasgresiones de la ley, son consecuencias obvias de un crónico desajuste de la personalidad. Se supone, entonces, que para mejorar la conducta de las personas emocionalmente inestables, o la de aquellas a las que se les dificulta adecuarse a las demandas de la comunidad, primero es necesario establecer unas buenas condiciones en el hogar, el estudio y el trabajo. Si no se mejoran estos aspectos, mal podríamos esperar buenos resultados en las relaciones del hombre con su medio ambiente; de ahí que en el sistema carcelario o penitenciario y en algunos centros educativos, fallen los castigos y sanciones que se establecen para los actos antisociales y no aceptados, ya que la causa que incita al delito o comportamiento inadecuado no se trata directamente (Rodríguez, 2005).
Un gran error, con múltiples consecuencias para la vida de relación, es tomar las desviaciones de la conducta (en áreas de la vida personal como el estudio, el trabajo o cualquier ámbito social), como faltas, transgresiones de la ley o pecados, sin estudiar el proceso que conduce a tales desviaciones. En vez de eliminar el delito o la conducta no deseada cuando asumimos este criterio, lo único que conseguimos es la repetición sucesiva de faltas contra la moral o la seguridad ciudadana. Por ello, es razonable estudiar los actos de violencia como fenómenos propios de la frustración que padece la humanidad, en una civilización tecnológica avanzada y deslumbrante que, a la vez, genera mucha inseguridad en sus individuos.
Frustración
La frustración es un fenómeno que hace sus víctimas entre todos sus individuos, las familias, las razas, las generaciones y las clases sociales. ¿A qué obedece éste fenómeno? Tratemos de explicarlo.
Sabemos que el ser humano está llamado a cumplir un proceso evolutivo constante hasta lograr la realización de sus anhelos: es lo que Maritain denominó la "búsqueda del hombre integral". Pedro Laín Entralgo ha llamado a este objetivo "la empresa de ser hombre" (Rodríguez, 2005).
El ser humano necesita evolucionar en varios aspectos que comprenden el mejoramiento constante de su situación personal, relacional, económica y social; además cultivar una salud física que le permita aprovechar al máximo sus posibilidades energéticas; aprender las disciplinas intelectuales que den brillo a su personalidad, realizar de manera competente una profesión útil a la sociedad, alcanzar la dimensión psicológica que abarca sus facultades emocionales y estéticas, y culminar este proceso con la realización human más alta, en la cual se conjugan los valores superiores como el amor, la tolerancia, la serenidad, la nobleza la generosidad, etc. Quién cumple este proceso no podrá demostrar frustración y su vida se realizará plenamente.
La frustración se manifiesta, según Norman Meyer, a través de la agresión, y esta puede ser física o psicológica; contra sí mismo, contra las demás personas o la propiedad privada. Las guerras nacionales e internacionales, las revoluciones, los levantamientos populares, las guerrillas, son efecto de la frustración de masas que no han obtenido condiciones sociales apropiadas para su desenvolvimiento integral. Las medidas coercitivas y de represión, lejos de remediar los males sociales, agravan peligrosamente los problemas y ahondan el abismo entre gobernantes y gobernados o entre las partes en conflicto. Por ello, solamente la eliminación de los factores que la generan puede establecer un relativo orden y equilibrio (Rodríguez, 2005).
En cuanto a los actos agresivos que a diario afectan las relaciones en la industria, el hogar, los sitios de esparcimiento, etc., debemos considerar que estos hechos violentos denuncian un estado de frustración y, en consecuencia, no han de ser tomados como ofensa ni humillación sino, por el contrario, deben apreciarse como síntomas que deben tratarse, buscando la evolución de la personalidad. La persona que se comporta en forma violenta, en el fondo pide ayuda para sus problemas sociales y emocionales. Responder a la violencia con agresión, significaría que la persona o la institución ofendida, lejos de comprender el fenómeno estará a la misma altura del agresor, y dejará ver igual grado de deterioro en su personalidad.
Desajuste de la personalidad
La madurez se manifiesta a través de cierto grado de ajuste emocional. Esta teoría, esbozada magistralmente por Richar Lázarus, es la que mejor explica el éxito o el fracaso del hombre en las relaciones con su medio (Rodríguez, 2005).
Quien mayor ajuste emocional adquiere en su vida, se adaptará más fácilmente al estudio, al trabajo, al matrimonio y logrará también una posición destacada en la sociedad. A la inversa, el fracaso del hombre se mide por desajustes que determinan su conducta. La teoría del ajuste emocional, por estar más acorde con los principios de la psicología de la personalidad, es una poderosa ayuda para los psicólogos, juristas, hombres de estado, educadores, teólogos y todos aquellos que tengan que ver con al difícil ciencia del comportamiento humano.
Fallas de personalidad
Vamos a estudiar y conocer las fallas en la organización de la personalidad, origen de nuestra desavenencia con los demás personas y choque con nuestro medio laboral, familiar o social. Los desajustes más importantes son los siguientes:
Negación de la realidad
En este desajuste la persona se niega a aceptar las situaciones dolorosas o los compromisos que debe asumir, cuando dichas condiciones son inmodificables e irreversibles. Ejemplos: algunas señoras se niegan a aceptar su edad; hay individuos que se afectan por su estatura muy baja o muy alta, por estar obesos o delgados, otros tienen miedo a sus acreedores y se niegan a explicar valerosamente su estado financiero; quienes padecen enfermedades graves no quieren visitar al médico por temor al diagnóstico; la muerte de los seres queridos, que es un hecho irreversible, ha de aceptarse con serenidad, sin embargo, las personas inestables sufren ataques de angustia o prolongan un luto por mucho tiempo. Estas personas pasan por alto los hechos objetivos y se comportan según sus estados personales de angustia o ansiedad, por lo que pierden contacto con la realidad y toda posibilidad de éxito (Rodríguez, 2005).
La leyenda de Ateneo, Hijo de la tierra, podría enseñarnos que, así como el personaje mítico en lucha con el titánico Hércules tomaba fuerza y energía al ponerse en contacto con la tierra para continuar la batalla, lo mismo el hombre que actúa en estas realidades con un criterio objetivo puede superar sus dificultades y alcanzar la victoria.
Fantasía
Este desajuste se presenta como consecuencia del anterior; es propio de los individuos que al fracasar en su vida, se refugian en el mundo de la quimera y "viven" imaginando en su mundo personal experiencias fantásticas. Podemos ver a cinéfilos que lloran cuando ven en la pantalla escenas trágicas o padecen con las vivencias cinematográficas como si fueran una realidad cercana. Individuos que para resolver sus problemas económicos compran lotería e infantilmente apuestan imaginando salir de la pobreza. Es sabido que quien no trata de equilibrar su personalidad, mejorar sus condiciones de trabajo, organizar sus gastos, aumentar sus entradas y tener la audacia suficiente para tomar decisiones en momentos críticos, no podrá, por simple capricho del azar, mejorar sus condiciones vitales.
Introyección
Según Gustabo L. Bon, en su famosa obra la psicología de las multitudes, en ocasiones los individuos asumen las características del grupo ante la presión emocional de las masas o ante el prestigio dominante de un líder. En estos casos ocurre que la personalidad individual no se expresa como debe ser, y asume actitudes impuestas por la conciencia colectiva. La introyección, pues, consiste en una anulación o en una renuncia de los principios, normas y valores respetados por el individuo cuando se encuentra solo, pero que el mismo viola ante la presión absorbente de la masa. En los sitios donde actúan hombres con distintas tendencias políticas, religiosas, estéticas, etc., existirá siempre el peligro de que los débiles no se expresen y se impongan los fuertes, algunas veces de manera arbitraria. La historia de los regímenes totalitarios se caracteriza por este fenómeno monstruoso de la introyección de los pueblos. Hitler, Mussolini, Stalin y otros, impusieron su férrea autoridad, y violaron los derechos humanos sin que los pueblos protestaran, al ser condicionados y envilecidos por el temor (Rodríguez, 2005).
Este fenómeno se produce cuando algunas personas por temor, ofrecen otorgar un servicio cualquiera, a sabiendas de que no se puede cumplir la promesa. La señora Eleonor Roosevelt, lo dijo alguna vez: "mis padres me educaron con la palabra no, que hace fuerte a los hombres, cuando se dice con oportunidad y firmeza". Golda Mier decía no encontrar razón para discutir, en consejo de gobierno, las opiniones de todos los miembros menos las del general Moshe Dayan, según la señora Mier las opiniones del héroe también eran discutibles (Rodríguez, 2005).
Racionalización
Se incurre en este desajuste cuando una persona que ha cometido este error se niega a captar su responsabilidad y se declara inocente. El niño, por temor, racionaliza su conducta aún cuando haya pruebas indiscutibles contra él. Es raro encontrar un hombre suficientemente evolucionado que tenga el valor de reconocer sus propios errores, deficiencias o limitaciones. Según la narración de Moíses, Adán racionalizó su conducta diciendo: la mujer que me diste por compañera me tentó y yo comí".
Racionalizar la conducta ocasiona con frecuencia ofensas a la dignidad humana y destruye las buenas relaciones entre las gentes. Durante la Segunda Guerra Mundial, el general Eisenhower demostró un alto grado de ajuste ante la eminencia de la aviación aliada a Normandía. Frente al peligro de ser rechazados por los nazis en las costas de Francia, escribió una carta en la cual decía, más o menos, lo siguiente: "si esta empresa triunfa y logramos desalojar al enemigo de sus trincheras, la gloria corresponde a los generales del Estado Mayor Aliado. Que la historia premie en ese caso al general Montgomery, y a los generales Patton, Braddley, Simpson y Clark. Si fracasamos, que la historia me castigue a mí como único responsable" (Rodríguez, 2005).
Proyección
Es consecuencia del anterior; el desajuste es la proyección que nos puede llevar a grandes injusticias o a violar los derechos humanos. Cuando nos negamos a aceptar nuestras fallas o deficiencias personales, debemos explicarnos. El desajuste consiste en descargar el peso de nuestra propia responsabilidad sobre terceras personas muchas veces inocentes. Estas, al sentirse señaladas injustamente, reaccionaran contra nosotros quizás con violencia, pero siempre retirándonos su amistad y aprecio. Mucha personalidad y nobleza denota el hombre o mujer cuando, para aclarar su situación problemática, asume la plena responsabilidad y libera a los demás de culpas no cometidas.
Represión
Siguiendo los principios freudianos, podemos decir que, los sentimientos de naturaleza erótica son reprimidos con algunas personas, por considerarlos no éticos. Estos sentimientos represados pueden producir ansiedad y en ocasiones angustia. Pero no sólo los instintos eróticos son objeto de represión, sino también un sinnúmero de experiencias desagradables o vergonzosas.
Tratamos de olvidar estas experiencias en estado de vigilia, pero durante el sueño el subconsciente trabaja para liberarse mediante un fenómeno denominado por platón y Freud: catarsis o liberación, la cual, además del sueño, puede producirse mediante escapes como el llanto, el grito, la confesión, el canto, la risa, etc. Es aconsejable, con el fin de afianzar nuestras buenas relaciones con los demás, saber escuchar las preocupaciones, deseos y esperanzas de otras personas para producir en estas el fenómeno de la catarsis. No sólo debemos escuchar, sino también estimular a las personas que sufren de problemas emocionales a que, de manera libre, expresen las causas de sus problemas, desesperanza o ansiedad. Con esto conseguirá el equilibrio emocional y, de paso, mejoraremos la amistad. Ejemplo: cuentan que Luis XV de Francia prefirió a Madame de Maitenon, belleza otoñal, a la joven y deslumbrante Madame de Montespent, porque la primera practicaba el difícil arte de saber escuchar y responder con acierto en los momentos oportunos (Rodríguez, 2005).
Hipercompensación
Cuando una persona posee características que no acepta, u otras limitaciones que afectan su amor propio, adopta un comportamiento social que no deja alcanzar un estado armónico, adaptable o constructivo. El individuo se siente perseguido o despreciado. Alfred Adler llamó a esta deformación de la personalidad complejo de inferioridad. Para que el individuo asuma una actitud constructiva, sociable y armónica con su medio, se necesita hacer que se destaque en actividades benéficas o en dónde se sienta triunfador. De esa menara, distrae la atención del objetivo de sus complejo y se orienta a realizaciones meritorias. Es importante impulsar a la persona para que pueda sobresalir en otras habilidades según sus aptitudes (pintura, música, deporte, etc.) que le concedan cierta estabilidad y equilibrio; de otra manera su comportamiento puede tornarse neurótico. Esto se llama compensación.
A diferencia de la compensación lógica que acabamos de explicar, la hipercompensación, es el desproporcionado exceso de compensación.
Aislamiento
Este desajuste produce una distorsión de la personalidad. Quienes la padecen por la influencia de los fracasos y sufrimientos de la infancia, suponen que en todas partes serán despreciados. Antes de serlo, prefieren aislarse en busca de refugio emocional para ampararse de la presunta hostilidad del ambiente. Una queja muy común entre los que la sufren es la siguiente: "A mí nadie me comprende". Con esta actitud negativa y pesimista, quien se aísla pierde todas las oportunidades de éxito profesional y amoroso, hasta llegar a la anulación de su propia personalidad (Rodríguez, 2005).
El aislado emocional, si es vendedor, evita entrevistar a sus prospectos por temor al desprecio; si es enamorado, teme que no se atiendan sus exigencias, y se aleja de lo anhelado; renuncia a su búsqueda pues da por descontado su fracaso.
Transferencia
Es muy fácil que ciertas personas débiles o carentes de principios éticos claros, tiendan a traspasar sus emociones de amor o de odio a terceros en forma injustificada e inadecuada. Ejemplo: Un magistrado puede tener bajo su jurisdicción un asunto sobre un sindicato que se presume es inocente, pero que en otra ocasión le ofendió en forma personal. Aprovechando su autoridad sanciona al sindicato por una culpa ajena a la causa. Y a la inversa, a un juez le corresponde sentenciar a un acusado, a todas luces culpable; este, es pariente del juez y muy apreciado de él por sus lazos de amistad o de parentela, es absuelto, con lo que transgreden los principios de justicia.
Podemos transferir nuestra hostilidad, que nos inspira uno de sus miembros, a toda su comunidad; despreciar a un político porque milita en un partido político contrario al nuestro o elogiar a un mal orador que defiende nuestros propios principios doctrinarios.
Identificación
Hay personas que buscan realizarse asumiendo las características de otras personas; de manera irreal o fantástica asumen la personalidad de hombres ilustres, líderes políticos, personajes de la historia, héroes de las novelas, estrellas deportivas o de cine. Esta fantástica realización, ajena a toda realidad, es una forma de identificación. Los hospitales de salud mental están llenos de esta clase de enfermos, que suelen exclamar: yo soy napoleón, yo soy Simón Bolívar, etc.
Esto no significa que no podamos tomar como modelo de nuestras vidas a los grandes hombres denominados héroes y que tratemos de imitarlos en sus valores representativos. Ejemplo: imitar el sentido heroico de Bolívar. Al hacer la imitación no perdemos nuestra individualidad.
Intelectualización
La intelectualización no se puede calificar de desajuste. Antes bien, constituye un mecanismo de defensa. Ejemplo: un médico que en el ejercicio profesional recibe visitas de pacientes mujeres podría sentirse atraído sexualmente por ellas si no ejerce ningún control sobre sus propias emociones. Si lo hiciera así no sólo violaría las leyes de la ética profesional, sino que también se expondría a una serie de frustraciones que afectarían su estabilidad psíquica. Si el médico en cuestión es lo suficientemente objetivo, intelectualiza a sus pacientes mujeres y las ve sólo como eso: pacientes.
Sublimación
La energía sexual es una copia de la maravillosa energía del universo. Según la concepción freudiana, esta energía, denominada lívido, tiene tres alternativas: expresarse mediante una vida sexual ordenada y normal; la represión, a través de controles concientes pero de efectividad relativa, o la sublimación. Este mecanismo consiste en canalizar la energía sexual hacia otras formas de expresión como el arte, la investigación científica, la actividad deportiva o la vida religiosa consagrada a finalidades superiores. Es ejemplo de sublimación Santa Teresa de Jesús.
Causalidad de la conducta
Conocer la causalidad determinante del comportamiento humano es cuestión que trasciende nuestras posibilidades intelectuales y métodos tradicionales de investigación. Las causas que determinan la conducta humana son parcialmente conocidas, dado que sus raíces pueden estar en las profundidades del subconsciente. Conocemos la expresión de la conducta y tendemos a calificar o descalificar el comportamiento de una persona, tomando como base para la formación de nuestros juicios los hechos en sí, los cuales confundimos con la conducta misma. Ejemplo: a una señora le podríamos preguntar ¿por qué se casó usted con Thomas? Sus respuestas serían las siguientes: "Me case porque lo amo". Respuesta lógica por cierto. Si le objetamos que se casó con Thomas por sus fracasos matrimoniales con Pedro. ¿Aceptaría esta razón? Tal como se haya casado por una imposición familiar perfectamente compatible con la primera o segunda respuesta. Quizás porque deseaba realizarse como mujer a través del matrimonio en busca de seguridad social y económica. Le daríamos muchas razones aceptables para explicar su matrimonio, una vez analizadas con objetividad.
Conducta reflexiva
¿Qué es la reflexión?
Reflexión es: "Aquella actividad de la mente mediante la cual el hombre vuelve sobre sus propios actos, haciéndolos objeto de conocimiento. Por la reflexión así entendida el hombre puede llegar a conocerse a sí mismo, conocimiento que es punto de partida de la autoeducación" (Diccionario de pedagogía, Editorial labor) (Rodríguez, 2005).
Hay momentos en la vida en los que tomamos conciencia de nuestros propios actos. Por lo general, después de nuestros errores y fracasos, cuando llegan las lamentaciones y los arrepentimientos, reflexionamos sobre nuestras acciones y sus consecuencias. Sin negar el mérito que pueda tener esta toma de conciencia, el problema radica en que sólo es de manera esporádica. Se trata de lograr el hábito reflexivo y hacer de ella no un acto sino un proceso.
Cuando se habla de proceso se hace referencia a una serie de elementos que deban darse para lograr un objetivo determinado, en caso de faltar alguno de esos elementos el objetivo no se consigue.
Cuando hablamos de conducta reflexiva, nos referimos a un hábito, es decir, a largo, permanente, estable; y cuando hablamos de proceso aludimos a una serie de elementos que deben surgir de manera consiente y permanente.
Los elementos del proceso
Conocerme.
Conocer la realidad y a las personas.
Planear.
Actuar.
Evaluar.
Conocerme
Este proceso consiste en el conocimiento de la realidad personal. Es volver sobre nosotros mismos para descubrir:
Nuestros valores, pues en cada uno de nosotros se encuentra una riqueza insospechada. Todo cuanto hay de positivo en la realización de la persona podemos alcanzarlo, ya que Dios nos dio esas "semillas" de bien y bondad, de sabiduría y virtud.
No somos mejores porque desconocemos el potencial que poseemos y no hemos afianzado más nuestros valores ni descubierto su riqueza.
Nuestras limitaciones, pues aunque es grande la riqueza del hombre, su imperfección es también inmensa.
No hay alguien tan limitado como para no hallar dentro de sus ser alguna perfección; tampoco hay alguien tan perfecto que no se descubran sus errores, deficiencias, vicios, limitaciones.
El problema radica en que, de forma muy vaga y general, solemos decir en alardes de falsa humildad "reconozco que tengo muchos defectos" pero no hemos tomado el trabajo de analizar cuales son sus verdaderas dimensiones y alcances negativos.
El primer paso de la reflexión nos lleva a descubrir nuestros valores para consolidarnos así como nuestros defectos y limitaciones para tratar de superarlos.
Conocer la realidad y a las personas
El segundo paso del proceso es el doble conocimiento de la realidad y las personas.
Debo conocer la realidad para ser objetivo en mis planes y proyectos y dar una verdadera dimensión a mis posibilidades. Si bien es cierto que la ilusión hace menos dura a la vida, nos es menos evidente que "soñar despiertos" no hace sino falsear la realidad.
Debo conocer a las personas para que mi relación interpersonal sea cada vez más productiva y enriquecedora en beneficio de mi realización personal y comunitaria. Hay que anotar que, si no nos conocemos bien a nosotros mismos, menos podemos descubrir a fondo lo que son los otros. No se trata de eso; es una tarea menos que imposible. Se trata de "conocer" relativamente los otros para no ser tan "confiados" que no vivamos de decepción en decepción en nuestro trato con los demás, ni caigamos tampoco en el error de desconfiar del prójimo, pues esto nos impedirá vivir en comunidad y desarrollar coherentemente nuestros procesos de socialización.
Planear
El tercer paso para la reflexión es la planeación. El conocimiento es base de la organización concebida no como una empresa de producción que traza sus planes. La tarea de construirnos como personas nos exigirá que planeemos nuestra vida. No se trata de encasillarnos en "camisa de fuerza". Porqué la vida humana no puede automatizarse; se trata de darnos unos parámetros, de ser autodisciplinados.
Si sé con claridad y coherencia qué es lo que quiero y lo que busco, es más fácil poder lograrlo.
Actuar
Actuar es pasar de la reflexión a la acción. No sacamos nada en quedarnos con simples meditaciones, pues la experiencia siempre nos recuerda que más de una vez a lo largo de la vida hemos tenido muy buenos propósitos que no hemos realizado.
Debo actuar; pero para hacerlo con eficacia los planes deben ser objetivos, a corto plazo, mensurables, posibles de realizar con éxito. Pretender alcanzar nuestros objetivos o remediarlo todo de una sola vez, no lleva sino, a la frustración.
Evaluar
El último paso es la evaluación. La autoevaluación. "No se trata de medir aptitudes o destrezas, aspectos fragmentarios del hombre por complejos que sean, sino que se trata de aprender el fondo humano que impregna cada una de sus actividades de aquél, y las integra en el todo" (Diccionario de Pedagogía, editorial Labor; en Rodríguez, 2005).
Se trata de evaluar cada uno de los pasos anteriores del proceso para perfeccionar los logros, corregir las deficiencias, renovar planes y objetivos. La evolución no es el punto de llegada, sino reinicio para conocer la realidad y a las personas, plantear los planes y acciones. Este proceso cíclico es permanente. La reflexión no es un acto aislado, sino un eterno recomenzar, pues siempre tenemos la posibilidad de mejorar y adoptar una conducta reflexiva.
En el hogar, adultos y jóvenes estamos en capacidad de ayudar mutuamente a conquistar la reflexión.
Si asumimos esta tarea como algo cotidiano, estaremos avanzando en la conquista de la autenticidad, la coherencia en nuestras vidas; este esfuerzo es la mayor garantía de nuestra superación personal y comunitaria en el ámbito de la familia y la sociedad (Rodríguez, 2005).
Las dos curvas existenciales
Construir la vida, mi vida; éste es el compromiso fundamental, la decisión primordial. Hay tantas mujeres, tantos hombres que, de manera simple y llana han optado por destruir su vida.
En el sinsentido de una relación superficial, de un viaje de drogas, de vender el cuerpo en alguna fiesta, de destruir amistades por sospechas o chismes, muchos han preferido arruinar sus vidas.
Con todo, la vida es lo mejor que tenemos y vale la pena vivirla a plenitud. Podemos hacerlo de forma mediocre, como un "individuo". Si queremos, podemos vivirla de manera radical y auténtica, como una persona.
Al representar en una gráfica la forma como las personas construyen sus vidas se obtienen dos curvas diferentes que nos muestran el sentido diverso en que podemos encauzar nuestra vida (Rodríguez, 2005).
Curva biológica
El hombre nace, crece, se hace adulto, envejece y muere. Comienza su vida con enorme potencial dinámico que se desgasta a medida que va envejeciendo.
Esta es la curva biológica. Nace con una inmensa fuerza, pero poco a poco se va decreciendo hasta que termina en la muerte y después sólo queda un gran silencio.
Esta es la ley biológica y muchos se dejan arrastrar por ella.
Curva trascendental: el amor
¿Qué significa amar?
Es necesario adentrarnos en la existencia de la persona que ama. ¿Qué explica existencialmente el amor? La apertura al otro no es una necesidad, un instinto que yo satisfago; no es por motivos éticos o religiosos que amo.
No necesito a nadie, pero me mandan amar. Al pensar de esta manera el amor viene a ser algo externo a la persona, algo que se le añade; lo cual es una tontería falsa, puesto que una persona es un "yo abierto a un tú".
Un ejemplo: a la herradura no se puede decir que es un óvalo al que le falta un trozo, que el constituyente esencial de la herradura es estar abierta. Así es la persona. Si no me abro nunca a los otros no seré nunca persona. Cerrarse a alguien, sea quien sea, destruye la persona como tal.
La realidad es que yo, como mujer o como hombre, soy completo, sólo que la plenitud no se realiza sin la realización de los otros…, sin el amor. Quien renuncie a amar se destruye. El amor es un darse, un abrirse, es compartir; hace posible vivir de dos maneras:
Cuando comparto con otra persona una serie de cosas, pero sin que haya intimidad, no puedo decir que ella es mía, ni que yo soy de ella. Es el amor de amistad.
Cuando comparto mi tiempo, mis afanes, mis proyectos y mi intimidad, la persona es mía y yo soy de ella. Es el amor conyugal.
Son dos dimensiones del amor. No es uno más profundo que el otro, sólo que compromete en dos direcciones. El amor y la amistad no siempre se oponen. Son dos maneras de vivir el mismo AMOR.
El amor es lo que me hace llegar a al otro en sus singularidad, en su carácter único. A las personas a las que amo, las amo como a algo irremplazable, las siento en sus aspiraciones profundas. Por lo tanto, aquel que "monta" una relación superficial es incapaz de amar.
Cuando se depende de otra persona para estar alegre o triste se va CONTRA LA CORRIENTE de la realidad, pues la felicidad y la alegría están dentro de mí.
Sólo lo que yo consigo expresar dentro de esa realidad mía me puede hacer feliz; lo que viene desde fuera podrá estimularme más o menos, pero es incapaz de darme la felicidad.
El sentido del amor
El amor es la conciencia del otro en mi vida. No hay razones que expliquen el amor… hay razones que lo justifican.
Para que se de el compromiso total de una persona con la otra, es necesario que las dos hayan llegado a una madurez afectiva, lo cual no significa que no tengan traumas ni reacciones fuertes y falsas (Rodríguez, 2005).
La madurez afectiva consiste en que yo maneje mis frustraciones y las trabaje para que no destruyan mi relación singular con el otro.
El varón despierta primero a la sexualidad y luego a la singularidad del otro; en la mujer las dos cosas aparecen al mismo tiempo.
El amor es progresivo: es un don y una tarea, es decir, algo que se da a la persona, pero también es algo que hay que aprender.
Tengo que educarme para el amor. De ordinario creemos que el amor "surge"; yo quiero o no quiero a esa persona. El origen del amor es espontáneo, pero de ahí en adelante todo queda por hacer. Es nueva y, en consecuencia, la vida amorosa hay que conocerla a través de un descubrimiento progresivo.
El amor auténtico es gratuito; llega a la persona sin importar lo que ella tiene o hace; en este sentido el amor es desinteresado, es siempre un regalo.
Falto al amor si "quiero" a las personas sólo cuando se comportan como pienso que deberían hacerlo. En esto existe una falta de respeto al otro porque, en vez de gratitud, estoy imponiendo condiciones para querer; por lo tanto, mi amor no es auténtico.
El amor gratuito tiene dos consecuencias:
Lleva su propia recompensa sin necesidad de buscarla.
Permite descubrir lo que hay de especial y único en las personas; hace que estas no sean intercambiables.
Dimensiones del amor
El amor único se vive en dos dimensiones:
Dimensión de exclusividad: toda persona necesita de un centro para enfocar su fuerza afectiva y que a la vez sea fuente de toda relación; sin esta fuente, la relación se dispersa. Es una condición básica para llegar a la madurez afectiva; la persona madura en su afecto, es aquella capaz de jugarle toda su vida a algo o a alguien.
La exclusividad consiste en centrarse en alguien que le unifique la afectividad. Cuando no se da, la relación no tiene cauce y es como agua que se derrama, se desperdicia o hace daño.
Dimensión de la universalidad: el amor universal es el que llega a toda persona sin exclusividad. Sin embargo, en la práctica, sólo es posible a través de ella.
Yo no puedo decir que amo a uno pero a otros no. Este tipo de amor recorta a la persona. Entre el amor universal y el exclusivo no hay oposición. Un ejemplo: cuando un muchacho no tiene novia, puede acercarse a conversar con todas las chicas por igual. Cuando conversa más con alguna en particular, la gente comienza a decir: "seguramente ella es la novia". Si él la define como su novia de manera explicita, recobra de nuevo la libertad para relacionarse con todas las demás chicas, pero desde un plano diferente.
Proceso del amor entre la mujer y el hombre
El ambiente llama noviazgo y relación a cualquier relación superficial, sentimental, donde hay celos, dependencia enfermiza, utilización sexual del otro, es decir la relación artificial que se mantiene gracias al cumplimiento de unos gestos preestablecidos por el medio social (la llamada, la visita diaria, el beso, el "te quiero", el "yo quiero que seas mía", el "me muero por estar con tigo", etc.)
De hecho, a muchas relaciones las llamamos noviazgo y amor, pero no han pasado de ser un simple enamoramiento, o tal vez una relación egoísta en la que me he aprovechado de otra persona, o alguien se ha aprovechado de mí.
El amor entre una mujer y un hombre tiene un proceso y unas actitudes básicas:
La atracción
La atracción: casi siempre es un primer encuentro marcado por el atractivo físico o sentimental: "me gustas".
La persona se fija en una o algunas de las cualidades del otro (cuerpo bello, sensibilidad ante ciertas realidades, etc.). La atracción se repite con facilidad, cada vez que se hallan en alguien las cualidades que la despiertan, y puede significar compañía, encuentro de "ese alguien" que por momentos me saca de mi realidad (problemas familiares, dificultades escolares, estados depresivos, etc.), y me invita a conocer cosas nuevas.
El enamoramiento
El enamoramiento es el descubrimiento del otro como persona única; es sentir que yo la "necesito" y él me "necesita"; se acaba entonces la autosuficiencia y el enamoramiento vuelve "torpe" a la persona.
Tipos de enamoramiento:
Sensible: es el que responde a las aspiraciones sensibles o biológicas de la persona. En él se descubre una necesidad sensible del otro, se excita, se apasiona la persona muy fácilmente. Este tipo de enamoramiento es frecuente en paseos o encuentros de grupos que duran varios días.
Existencial: es el que responde a las aspiraciones más profundas y no a las sensibles.
Personal: responde las aspiraciones sensibles y profundas de la persona. Lleva al compromiso, ya que el otro responde a mis aspiraciones; esto crea un estado en donde no hay cabida para otra persona o cosa. Cuando se acaba el enamoramiento surge el amor, el odio o la indiferencia.
Cuando estas enamorado no te atreves a decir la verdad, por miedo a que el otro se desilusione, porque en el fondo sabes que es una etapa de ilusiones e imágenes idealizadas, y en ella descubres si con esta persona puedes vivir… para siempre.
Exigencias
Respeto: saber que el otro es una persona y no alguien para usar a mi antojo, por lo tanto, no puedo jugar con sus sentimientos e ilusiones; por el contrario, debo respetar su libertad, pues por más que nos estimemos, el otro no es propiedad mía.
Confianza y fidelidad: es creer en el otro más que en el "qué dirán" y en los celos. Es necesario mostrarle con claridad lo que siento, lo que me pasa, lo que soy, sin engaños.
Gestos: se necesitan gestos que expresen con honestidad lo que siento hacia la otra persona; gestos limpios que no utilicen al otro.
El enamoramiento no es el paso final; más allá, después de mucha sinceridad, de muchos perdones mutuos, de una larga lucha por aprender a aceptar a la pareja, vendrá el verdadero amor.
El amor
Cuando hay amor exclusivo hacia alguien, esto lleva a comprometer toda mi vida con esa persona. La sexualidad es un medio para expresar todo lo que siento por ella y aquí es donde cabe el acto sexual.
La sexualidad cubre el ámbito de todas mis expresiones y todos mis sentimientos; es una energía que cubre todo mi ser. La genitalidad, en cambio, está limitada a la parte específica de mi cuerpo (mis órganos genitales), tiende a la cópula, a la unidad genital y su objetivo inmediato es la búsqueda de placer.
Para el animal sólo existe la genitalidad; realiza la cópula con el fin de conservar la especie. Pero el ser humano es un ser sexual y esta capacidad de hacer de la relación genital un acto sexual, una expresión profunda de amor incondicional hacia alguien con quien se ha querido compartir la vida entera.
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