INDICE DE DROGADICCION EN NUESTRO PAIS
(1998)
(2002)
Proporción que ha usado drogas alguna vez
en la vida, por región y a nivel nacional:
Región Norte: 12.35 % 2.73 %
Población que ha hecho uso Ilícito de drogas Comparativo a Nivel Nacional
Región Centro: 8.0 % 2.41 %
DROGAS MEDICAS DROGAS ILEGALES
Prevalecía total, anual y actual del uso de drogas ilegales ENA IV 2002
Fuente de Obtención de Drogas Ilegales Reportadas en la ENA IV de 2002
Numero de veces que han usado Drogas Ilegales, reportadas en la ENA IV de 2002 Nivel Nacional
LA LEY Y LAS DROGAS
De conformidad a las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, la comercialización de drogas prohibidas representa mundialmente 500 mil millones de dólares anuales, lo cual equivale al doble de la industria automotriz internacional y resulta mayor que el valor de la industria internacional del petróleo; asimismo las transacciones tendientes al lavado de dinero corresponden al 5% del Producto Interno Bruto global.
Es la Procuraduría General de la República la instancia encargada de la investigación y persecución de los delitos federales, entre ellos el narcotráfico, sin ser la única de las instituciones federales que intervienen en la lucha contra éste, ya que también están involucradas en esta lucha: la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, la Armada de México, la Policía Federal Preventiva, la Secretaría de Hacienda, la Secretaría de Relaciones Exteriores, pero a pesar de que se reconoce la necesidad de operaciones conjuntas esta coparticipación se mantiene en el ámbito federal.
Ampliamente se ha señalado que el mayor obstáculo en la persecución de los delitos contra la salud referidos al narcotráfico, así como la baja efectividad de las agencias nacionales en el combate a los cárteles, se funda en la debilidad de las instituciones persecutoras, la falta de recursos humanos y entrenamiento, sin dejar de lado la corrupción que impera en este campo.
El hecho de que las Procuradurías locales no cuenten con facultades para contribuir impide un mayor margen de acción y control, siendo que resulta imposible para el Ministerio Público Federal y su policía atender y reprimir los brotes constantes y sorpresivos del narcotráfico en todo el territorio nacional.
La magnitud del campo de acción del narcotráfico requiere de una estrategia que abarque conjuntamente todos aquellos puntos que han sido vulnerados por la producción y comercio de drogas, que promueva la corresponsabilidad de todas las autoridades nacionales, materializando la cooperación de los diversos ámbitos de competencia.
El objetivo es acotar todos los perímetros del narcotráfico con absoluta objetividad, partiendo de propuestas viables que beneficien de forma contundente y contengan una marcada ponderación de los aspectos sociales y económicos.
La dimensión del problema resulta muy superior al esfuerzo del Gobierno Federal, siendo necesario que se combinen los trabajos de los tres niveles de gobierno para la verdadera consecución del desmantelamiento de estas organizaciones delictivas, así como para impedir la comisión de otros delitos diferentes pero inherentes a la actividad de la producción y comercialización de drogas prohibidas.
Una prueba de lo afirmado es el hecho del amplio número de noticias sobre capturas, quemas de plantíos, decomisos y combate permanente, pero la preponderancia de la corrupción, violencia y destrucción derivada del narcotráfico no parece disminuida.
Es menester superar el debate sobre la culpabilidad del auge del narcotráfico o aquel que pretende determinar a quién le corresponde enfrentar en exclusiva su combate, debates que por mucho tiempo han dejado al margen elementos que pueden coadyuvar en las acciones para contrarrestarlo y han brindado impunidad a los principales cárteles de la droga.
En un altísimo número, los crímenes que surgen directamente del tráfico de drogas, como la vendetta; o aquellos que se encuentran relacionados con este ambiente como los femicidios de Ciudad Juárez se encuentran empantanados en sus investigaciones por no existir una óptima concurrencia, coordinación y cooperación entre las autoridades federales y las locales.
IDENTIFICACION DE UN DROGADICTO
Hay varios síntomas del abuso de drogas que pueden ser reconocidos como señales de peligro. Debemos aclarar, sin embargo, que la presencia de uno o dos de ellos solamente no siempre indica problemas de las drogas, puede revelar otras causas ya que no es fácil a simple vista reconocer a una persona que esta bajo los efectos de una droga porque se puede confundir con otros estados emocionales. Sin embargo, el listado de las siguientes situaciones puede ayudar:
Cambios repentinos de la personalidad y excesos de mal humor sin explicación de causa aparente.
Notable caída en el rendimiento escolar o abandono de los estudios.
Alejamiento de la compañía de otras personas.
Pérdida de interés en las actividades favoritas, tales como deportes y hobbies.
Aumentos de infracciones de transito.
Incorporación a un nuevo grupo de compañeros de la misma edad.
Recepción de llamadas telefónicas de personas desconocidas.
Aumento de conflictos y peleas en el seno de la familia.
Excesiva hostilidad para con los demás.
Ojos enrojecidos.
Presencia de instrumentos necesarios al consumos de drogas, sospechosa aparición de comprimidos frascos de colirio, jarabes y envases de medicamentos.
Acentuadas alteraciones en el apetito.
Falta de motivación, incapacidad para cumplir con las responsabilidades.
Distracción, risas excesivas.
Actividades antisociales tales como mentir, robar, faltar al colegio,
etc. Cambios en los hábitos de higiene y en la alteración de la apariencia personal.
Actitudes furtivas o impulsivas, uso de anteojos obscuros aunque no haya exceso de luz.
Uso de camisas de mangas largas incluso los días calurosos.
Reacción defensiva cuando se mencionan las drogas y el alcohol en la conversación.
Aumento de la fatiga e irritabilidad, sueño interrumpido.
Desaparición de objetos de valor.
Falta de expresión en el rostro; monotonía en la voz.
Uso de los equipos de sonido a todo volumen y cambio del día por la noche.
Afecciones bronquiales y otros problemas de salud.
Depresión emocional; frecuente mención del tema del suicidio.
Aliento alcohólico.
Confusión sobre el lugar, hora y día.
Crisis de miedo o temor exagerado.
Insomnio.
Tos crónica.
Apariencia de borrachera.
Dificultad para coordinar movimiento.
Aspecto somnoliento o atontado.
Congestión en nariz y garganta.
Habla mucho sin parar.
Temblores.
Excesiva calma o lentitud.
Crisis de risas inmotivadas.
Hablar traposo u en voz alta.
Nauseas.
Excesivo dolor de cabeza.
Lenguaje incoherente.
A veces oye, ve o siente cosas que no existen.
INTENTO DE LEGALIZACION DE LAS DROGAS EN MEXICO
Como en EE UU, en México la idea de legalizar las drogas se registra apenas cuando la sugieren miembros de la élite cultural y académica. En 1985 varias revistas publicaron el "Manifiesto Pacheco", una exigencia por la libertad individual de escoger si se fuma o no cannabis. En 1993 dos de los novelistas latinoamericanos más prominentes -el colombiano Gabriel García Márquez y el mexicano nacido en Panamá Carlos Fuentes produjeron un manifiesto firmado por numerosos escritores que denuncia la guerra contra las drogas y su impacto en la región.
Ese mismo año Gustavo de Greiff, quien como Procurador General de Colombia hiciera caer a Pablo Escobar, se pronunció públicamente contra la prohibición.
Ambos manifiestos hicieron algo de ruido en México, para pronto se olvido la esencia. Sin embargo a mediados de los noventas, cuando los traficantes mexicanos comenzaron a suplantar a los colombianos en el transporte de la cocaína, comenzó a surgir de nueva cuenta el término legalización. Varios académicos notables incluyendo el analista de narcotráfico Jorge Chabat se pronunciaron en favor de la legalización (o cuando menos de la despenalización de su uso). Generación es una popular revista cultural de la Ciudad de México, dedicó un número a la cultura y política de la marihuana en 1996.
Su editor Carlos Martínez se sorprendió con las expresiones de concordancia de la Diputada María del Carmen Bolado del Real, del PAN, ante el trabajo de la revista: dos años más tarde, ya como senadora federal, introdujo el primer proyecto de ley sobre legalización.
Luego vinieron las elecciones del 2000 que derrocaron al PRI tras más de 70 años en el poder, y el tema se discutió en forma más abierta que nunca. La revista mexicana Nexos preguntó a todos los partidos su opinión sobre la legalización de las drogas. El candidato priísta Francisco Labastida como era de esperar dijo que no, que la ley y el orden debían imperar. El candidato panista Vicente Fox fue más lejos al declarar que los consumidores menores no eran castigados con la severidad suficiente, y que debía conseguirse que temieran más al Estado.
El tercer candidato fuerte, Cuauhtémoc Cárdenas, no contestó directamente la interrogante de la revista. Pero la presidenta de su partido señaló que la legalización del consumo de drogas es un tema de importancia global que no puede decidirse por un solo país.
Partidos pequeños como el Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Democracia Social (PDS) hicieron sin tapujos un llamado a la legalización a nivel internacional. Los presidenciables de esos dos partidos para el 2000 actualmente ocupan cargos altos en la administración Fox: el elocuente Porfirio Muñoz Ledo (candidato por el PARM) es hoy embajador mexicano ante la Unión Europea.
Gilberto Rincón Gallardo del PDS encabeza la Oficina de la Equidad para la No Discriminación. De hecho es difícil encontrar un rincón del gobierno mexicano donde no haya partidarios de la legalización excepto en los encargados de reforzar la prohibición, e incluso ahí hay quienes han manifestado dudas.
En el sureste mexicano el tercer mayor periódico de la nación, el diario ¡Por Esto!, publicó el título editorial "LEGALICEMOS" y lanzó una oleada de discusión pública en la península de Yucatán. Diversos e importantes periodistas, defensores de los derechos humanos, artistas y líderes políticos subieron al estrado.
En diciembre de 2000 Fox juró como presidente y nombró Canciller al controvertido autor y operador político Jorge Castañeda. Esto inquietó a algunos. Castañeda es un crítico de la guerra contra las drogas, y el 6 de septiembre de 1999 escribió para su columna en Newsweek:
¿Qué sentido tiene invertir cientos de millones de dólares en la lucha contra las drogas, hundiendo a los países en la guerra civil, fortaleciendo a la guerrilla y desatando la violencia y la corrupción en sociedades enteras, si los líderes de EE UU pueden desprenderse tan a la ligera de cualquier cuestionamiento sobre uso de drogas entre sus juventudes?
También Patricio Martínez, entonces Gobernador de Chihuahua por el PRI, tras sobrevivir a un atentado de homicidio tal vez ligado al narcotráfico en su estado colindante con EE UU, emitió su propio llamado por la legalización.
En la primavera del 2001 a estas voces se sumaba la de Fox. Buena parte de los miembros de su administración, incluyendo el Secretario de Seguridad Pública Alejandro Gertz Manero y el líder de la policía Miguel Ángel de la Torre, ya se registraban como favorecedores, al menos desde su posición personal, de la legalización de las drogas como recurso para detener la violencia y la corrupción causadas por el narcotráfico. Cuando un periodista presionó a Fox para obtener su opinión sobre estos comentarios el presidente respondió con prontitud que México no podía retraerse de la guerra en forma unilateral, pero también que "algún día la humanidad la verá (a la legalización) como la mejor opción".
Es un delito contra la salud pública, consistente en la realización, normalmente con fines lucrativos, de actos que sirvan para promover, favorecer o facilitar el consumo ilegal de drogas naturales o sintéticas, ya sean estupefacientes, psicotrópicos o de cualquier otro tipo. Se trata de acciones que, aunque recogidas y definidas de forma muy diversa, están contempladas en las diferentes legislaciones como hechos ilícitos y son objeto de represión tanto en el ámbito interno como internacional. Todas ellas son englobadas habitualmente bajo la denominación de narcotráfico.
Concepción legal
Este es uno de los delitos de mayor aplicación práctica, por lo que la jurisprudencia sobre esta materia es muy extensa y pormenorizada. Nosotros dedicaremos en este tema de las drogas al estudio de aquellas materias más recurrentes. Como señala la doctrina legal, el delito contra la salud pública es un ilícito de riesgo abstracto y de consumación anticipada en el que el bien jurídico protegido es la salud pública, consumándose la infracción con la ejecución de alguna de las acciones incluidas en el precepto penal, resultando indiferente a los efectos de la calificación, la eventual lesión o perturbación física o psíquica de la persona que, finalmente, consume la droga objeto del tráfico ilícito, precisamente porque en esta figura delictiva el sujeto pasivo no es la persona concreta, receptora y consumidora de la sustancia prohibida, sino el colectivo social cuyo bienestar sanitario es el objeto de protección de la norma, por lo que los resultados dañosos que dicho consumo produzca en el consumidor del producto queda extramuros del marco del tipo penal.
En años recientes hemos comenzado ya a comprobar los resultados de algunos de nuestros éxitos colectivos. Todos los estados miembros de la OEA/CICAD han firmado, ratificado o ingresado en la Convención de Viena de 1988. Muchos han aprobado leyes básicas de control de narcóticos y legislación complementaria relacionada con el tráfico de drogas, incluso cláusulas sobre control de precursores químicos, lavado de dinero y confiscación de bienes.
Las reuniones y declaraciones de la Cumbre de las Américas resultaron en acuerdos tomados por cada país de aprobar en la región leyes nuevas, abarcadoras y sin precedentes contra el lavado de dinero. Todos reconocemos que el lavado de dinero no sólo sustenta la actividad criminal subyacente que genera ese dinero; con demasiada frecuencia el tráfico de drogas también socava y corrompe las instituciones financieras legítimas de las cuales dependen la fortaleza de nuestra economía y, en último término, nuestros gobiernos. Pero mucho queda por hacer; todos sabemos que no podemos permitirnos limitarnos a llegar a acuerdos o a aprobar leyes.
Debemos garantizar que nuestras autoridades de administración de justicia tengan los instrumentos, el adiestramiento y el personal para detectar e investigar el lavado de dinero a través de los informes de las instituciones financieras y el acceso legal a los registros bancarios cuando sea requerido. Debemos también garantizar que estas investigaciones antinarcóticos y otras relacionadas con ellas se llevan a juicio en sistemas de justicia penal que están equipados para asegurar encausamientos justos y efectivos, y que les impondremos penas apropiadas a aquellos que sean declarados culpables de cometer estos crímenes.
A despecho de los éxitos que ya hemos logrado, no seríamos realistas si no reconociéramos las realidades que despejan cualquier entusiasmo exagerado, del poder y alcance de las principales organizaciones del tráfico de drogas. Hay decisiones difíciles de tomar acerca de cómo aplicar con mayor efectividad un ataque coordinado, cohesivo contra estos criminales internacionales, y habrá desacuerdo entre nosotros, porque las mentes razonables pueden diferir y diferirán entre sí.
Frente a estos obstáculos inevitables, debemos seguir caminando con pasos firmes, mesurados, con el objetivo de alcanzar resultados tangibles nacidos de una cooperación compartida contra una amenaza compartida. La Estrategia Hemisférica maximizará la aplicación de nuestros recursos limitados y minimizará la duplicación de esfuerzos y el conflicto de prioridades.
Para el enfrentamiento al narcotráfico internacional y su incidencia en nuestro país, es imprescindible la cooperación con el resto de los países del mundo, la que se ha venido consolidando e incrementando, debido a que este flagelo se internacionaliza cada vez más, y a los esfuerzos, voluntad política y prioridad que nuestro Estado y gobierno le prestan a la lucha contra las drogas.
Operativamente la Dirección Nacional Antidrogas (DNA) mantiene intercambios informativos a tiempo real y contactos de trabajo con Servicios antidrogas de otras naciones con el propósito de fortalecer la cooperación operacional, lo que se materializa a través de las visitas al país de sus representantes y oficiales de enlaces, así como por medio de nuestra participación en eventos o reuniones internacionales.
A través de estos nexos de cooperación hemos realizado investigaciones conjuntas contra miembros de organizaciones criminales y narcotraficantes, algunos de los cuales han querido utilizar nuestro país para la organización de sus operaciones, realizar contactos con estos fines y explorar las condiciones para asentarse temporalmente con la fachada de comerciantes. También hemos capturado prófugos de la justicia de otros países y desarrollado cursos de capacitación para nuestras fuerzas, tanto en el país como el exterior.
Como resultado de la cooperación policial internacional, se han fortalecido los nexos de colaboración que se mantienen con la Secretaría General de INTERPOL y sus Oficinas Centrales Nacionales (OCN), vía que se utiliza para el intercambio de información de interés y el control de criminales circulados internacionalmente.
Entrevistador: ¿Como te llamas?
Me llamo Raúl pero me dicen Rieles, no soporto que me llamen por mi nombre así que dime rieles o riel si traes alguna vieja jajajaja.
Entrevistador: ¿Cuanto tiempo tienes en la calle?
Uhhhh tengo 27 años y tengo aquí como 20 jejejeje.
Entrevistador: ¿Tuviste alguna vez familia?
Mi familia son ellos, esos son mis hermanos. Yo me fui de la casa cuando tenia 7 años, mi pinche madre se volvió a casar con un pendejo que me golpeaba a todo momento. Un día le pegue con un palo en la cabeza cuando el estaba dormido y me fui de la casa. Mis hermanos (refiriéndose a los otros chavos de la calle) me jalaron pa la banda y aquí tengo todo.
Entrevistador: ¿Que haces para conseguir comida?
Trabajo jajajajajaja, saco unos varitos limpiando cristales a los carros y a veces que me voy al chedrawi a acomodar carros pero siempre me mandan a la chingada de ahí.
Entrevistador: ¿En donde duermes?
Eso no te lo puedo decir caon.
Entrevistador: ¿Consumes algún tipo de droga?
Por lo regular con la banda conseguimos resistol y cemento y cuando hay un poco de varo pos compramos mota pa ponernos al 100.
Entrevistador: ¿Por que lo haces?
A veces no hay pa la papa caon y pus con eso se me olvida el hambre y cuando hace un chingo de frió eso nos ayuda también caon, verdad panchita (dirigiéndose a un compañero de el).
Entrevistador: ¿Has estado en la cárcel?
Simón como 4 veces y de las 4 solo me lo merecía 1 vez jajajaj, es que cuando pasa algo cerca de ahí nos echan el pedo a nosotros y esas son mamadas, no mas por que no tenemos lana y la chingada ya piensan que estamos robando pero nosotros nos ganamos el varo caon.
Entrevistador: Bueno gracias por ayudarnos
Simón no hay pedo, no mas que cáete con el varo jajajaja.
PROPUESTA PARA COMBATIR LAS DROGAS POR GABRIEL GARCIA MARQUEZ
Creo que el primer paso para una solución realista del problema de las drogas en el mundo es reconocer el fracaso de los métodos con que se están combatiendo. Son esos métodos, más que la droga misma, los que han causado, complicado o agravado los males mayores que padecen tanto los países productores como los consumidores.
Ha habido tiempo de sobra para comprobarlo. En realidad esos métodos fueron impuestos por el presidente Ronald Reagan en 1982, cuando proclamó la cocaína como uno de los Satanes más útiles para su política de seguridad nacional, y le declaró la guerra armada. El presidente Bush había de continuarla, y de llevarla a sus extremos con las tentativas constantes de involucrar a Cuba en el tráfico de drogas y la invasión de Panamá para secuestrar al general Noriega.
Al cabo de 11 años hay razones de sobra para creer que ambos presidentes sólo pensaban en los intereses de sus gobiernos y que su guerra contra la droga no ha sido mucho más que un instrumento de intervención en América Latina, como tantas veces lo han sido ciertas ayudas económicas y humanitarias, o la defensa de los derechos humanos.
En Colombia la primera acción de esa guerra fue revitalizar un tratado de extradición que había sido firmado entre los dos países atrás para combatir el cultivo y tráfico de marihuana, y que nunca se había puesto en práctica. Al mismo tiempo, la embajada norteamericana en Bogotá empobreció la lengua castellana con un neologismo: narco-guerrilla.
Con esa divisa publicitaria, y a la sombra del tratado, Estados Unidos podían demostrar que narcotraficantes y guerrilleros eran la misma cosa, y por consiguiente podían mandar tropas a Colombia con el pretexto de combatir a los unos y apresar a los otros. Llegado el caso, cualquier colombiano podía ser extraditable.
La guerra contra la droga entró de inmediato en contradicción con la política de paz del nuevo presidente de entonces, Belisario Betancur, que inauguró su Gobierno con una propuesta de perdón y olvido a las guerrillas. Fue un soplo de esperanza para los anhelos de paz de una nación castigada por una guerra interna de más de 30 años.
Los traficantes de cocaína, contra quienes no había aún cargos graves, se apresuraron a responder sin ser llamados. Ofrecieron al nuevo Gobierno retirarse del negocio, desmantelar sus bases de procesamiento y comercialización de la cocaína, repatriar sus enormes capitales e invertirlos en el país con todas las de la ley. Ni siquiera aspiraban a la amnistía general propuesta por el Gobierno a las guerrillas. Sólo querían ser juzgados en Colombia sin que les fuera aplicada la extradición. El presidente Betancur, en privado, consideró que la propuesta era estudiable dentro de su política de paz.
Toda posibilidad de acuerdo fracasó en el embrión, por un sabotaje evidente que lo descalificó antes de tiempo e intimidó a la opinión pública con versiones alarmistas. Nadie puso en duda que detrás de aquel fracaso fulminante estaban los intereses de Estados Unidos, pero el Gobierno de Colombia se vio obligado a negar cualquier participación en el acuerdo. La única opción contra la droga, a partir de entonces, fue la guerra santa del presidente Ronald Reagan.
Los sucesivos gobiernos de Colombia impidieron el envío de tropas norteamericanas para luchar al mismo tiempo contra el tráfico y las guerrillas. Pero la intolerancia se impuso sobre cualquier otra alternativa. El resultado, al cabo de 11 años amargos, es la delincuencia a gran escala, el terrorismo ciego, la industria del secuestro, la corrupción generalizada, y todo ello dentro de una violencia sin precedentes. Una droga más perversa que las otras se introdujo en la cultura nacional: el dinero fácil, que ha fomentado la idea de que la ley es un obstáculo para la felicidad, que no vale la pena aprender a leer y a escribir, que se vive mejor y más seguro como sicario que como juez. En fin, el estado de perversión social propio de toda guerra.
Los países consumidores, por supuesto, sufren por igual las graves consecuencias de esa guerra. Pues la prohibición ha hecho más atractivo y fructífero el negocio de la droga, y también allí fomenta la criminalidad y la corrupción a todos los niveles.
Sin embargo, los Estados Unidos se comportan como si no lo supieran. Colombia, con sus escasos recursos y sus millares de muertos, ha exterminado numerosas bandas y sus cárceles están repletas de delincuentes de la droga. Por lo menos cuatro capos de los más grandes están presos y el más grande de todos se encuentra acorralado.
En Estados Unidos, en cambio, se abastecen a diario y sin problemas 20 millones de adictos, lo cual sólo es posible con redes de comercialización y distribución internas muchísimo más grandes y eficientes. Sin embargo, ni un policía de Estados Unidos está preso por tráfico de droga, ni un guardia de aduana ni un vendedor callejero, y ningún capo ha sido identificado.
Puestas así las cosas, la polémica sobre la droga no debería seguir atascada entre la guerra y la libertad, sino agarrar de una vez al toro por los cuernos y centrarse en los diversos modos posibles de administrar la legalización. Es decir, poner término a la guerra interesada, perniciosa e inútil que nos han impuesto los países consumidores y afrontar el problema de la droga en el mundo como un asunto primordial de naturaleza ética y de carácter político, que sólo puede definirse por un acuerdo universal con los Estados Unidos en primera línea.
Y, por supuesto, con compromisos serios de los países consumidores para con los países productores. Pues no sería justo, aunque sí muy probable, que quienes sufrimos las consecuencias terribles de la guerra nos quedemos después sin los beneficios de la paz. Es decir: que nos suceda lo que a Nicaragua, que en la guerra era la primera prioridad mundial y en la paz ha pasado a ser la última.
En "la guerra contra la droga", el delito consiste en calificar de ilegal una transacción entre una persona que consume y un intermediario que la vende. En términos puramente prácticos, parece lógico que existe y hay voluntad entre las dos partes en llevar a cabo un acto comercial. Entonces: ¿cuál es la razón para penalizarlo? Que existe en el acto de esa transacción un ilícito, un producto declarado prohibido. No obstante, y aceptando que así sea, ¿qué elemento es necesario para probar que se comete un delito?
La respuesta: es la figura del informante, porque al fin y al cabo la policía no es como Dios. No está en todas partes. Entonces, el uso de informantes genera inmensas sumas de dinero por parte de las autoridades, quienes con dinero del gobierno (al fin y al cabo es dinero de las personas) pagan y hacen transacciones que nunca quedan registradas, pero que casi siempre son hechas por funcionarios gubernamentales en conexión con otros altos.
Y aquí está algo que nunca se dice, que genera los mayores gastos y la gran corrupción; que genera precisamente, el acto de prohibición de la droga. Y eso acarrea la violación de la dignidad de las personas, sus derechos vulnerados y una profunda mancha social.
Las historias sobre las guerras contra las drogas han sido a lo largo del tiempo muy ruidosas y muy visibles. Creemos que el estado actual del prohibicionismo está llegando a una etapa de casi "tirar la toalla", aunque los gobiernos persistan en acomodar cifras y estadística. Sin embargo, para que muera el prohibicionismo debe venir otro. ¿Cuál sería?
Testimonio Real
"ES SOLO MARIHUANA"
De Beatriz Álvarez Carcamo,
Estudiante de Derecho, Universidad Austral de Chile.
22 años.
Cuando Beatriz Álvarez ingresó al Liceo Las Araucarias para hacer su enseñanza media, en 1994, el orientador del liceo vio en ella un gran potencial. En el primer semestre obtuvo excelentes calificaciones. Además de participar en muchas actividades extracurriculares, tomaba clases de piano y se deleitaba tocando música de Intillimani y Quilapayun, además de pertenecer al coro del liceo. En los primeros meses Beatriz, de 14 años, se hizo amiga de varios muchachos mayores que ella y su vida tomó un rumbo distinto.
Una tarde en que estaba con ellos en el parque al frente de su casa, un chico alto y bien parecido llamado José Manuel, de tercer medio, le ofreció un cigarrillo de marihuana.
– Dale una fumada – le dijo -. Te va a gustar. Al principio Beatriz se negó, pues siempre había desaprobado el uso de drogas. Pero José Manuel trató de convencerla.
– No es droga – aseguró -. Es sólo marihuana.
Entonces ella decidió probar.
– Está bien – repuso -. Pero sólo una. Siguiendo las indicaciones de sus amigos, aspiró el humo de olor dulzón y contuvo el aliento todo el tiempo que pudo.
Luego dio otras fumadas. Al soltar el humo que no quedó atrapado en sus pulmones, se sintió mareada… y eufórica.
– Dame otra fumada – le pidió a José Manuel, tirándolo del brazo.
Después de dar unas cuantas fumadas más al cigarrillo, Beatriz experimentó una euforia todavía más acentuada. El tiempo transcurría muy lentamente, y los colores y los sonidos le parecían mucho más intensos. ¡Vaya! exclamó para sus adentros. ¡Esto es increíble! La sensación le duró cuatro horas. Beatriz ardía en deseos de que la invitaran otra vez sus nuevos amigos. Haber tomado la importante decisión de fumar marihuana la hizo sentirse más ligada ellos. Y estaba segura de que alguno llevaría más hierba para todos.
No la decepcionaron. El siguiente fin de semana, cuando José Manuel le ofreció un cigarrillo, Beatriz aceptó gustosa. No entiendo por qué a los adultos les asusta tanto que fumemos un poco de marihuana, – se dijo -. Sólo sabía que cuanto más fumaba, más eufórica se sentía. Beatriz empezó a fumar marihuana más a menudo, y ya no sólo en compañía de sus amigos.
Cada mañana, fumaba uno de camino a la escuela En los recreos entre clases se metía al baño a fumar un cigarro de tabaco mezclado con un poco de marihuana para que el olor no fuera tan fuerte, e incluso en una ocasión llegó drogada a un recital del coro de alumnos. Y para conseguir marihuana tenía a sus amigos que se la dieron en un principio y luego se la vendían y para comprarla tuvo que robar dentro de su propia casa, a sus padres, y también vender una gran cantidad de cosas de ella.
Poco a poco fue necesitando mayores cantidades de marihuana para sentir el mismo efecto que al principio. Un día comenzó a usar una pipa para concentrar el humo y no desaprovechar ni una pizca del pito. "Lo único que se desperdicia eres tú", le dijo el vendedor de la pipa.
A Beatriz no le preocupaba necesitar cada vez más hierba; al contrario, le parecía una hazaña. "Vean cuánto puedo fumar y no me pasa nada y además la puedo dejar cuando yo quiera ", se jactaba ante sus amigos. Y tampoco le inquietaba hacerse adicta. La marihuana, le decían aquellos, no crea más necesidad que la leche. Estaba segura de que podía dejarla cuando quisiera.
Cuando sus padres le preguntaban cómo le iba en la escuela, Beatriz les sonreía y decía: "Muy bien". Como siempre había sido una buena hija, Carlos y Consuelo Álvarez no ponían en duda sus palabras. Sin embargo, ella se había convertido poco a poco en una mentirosa consumada.
– Después de clases voy a ir a casa de Pepa – le dijo una mañana a su madre, mirándola a los ojos.
Pero lo que hizo fue ir con sus amigos a un camino cerrado y allí fumaron marihuana hasta que fue la hora de regresar a casa a cenar.
Los viernes por la noche, Beatriz volvía a su casa a las 21, cenaba y luego fingía que se iba a acostar. Cuando veía que sus padres apagaban la luz, esperaba diez minutos y luego bajaba las escaleras muy calladas y se iba a una fiesta. Cuando sus amigos fumaban marihuana también bebían, ya fuera cerveza, vino, vodka o pisco. El alcohol la hacía sentirse relajada, además de eufórica, y se sorprendía de cuánto podía beber sin llegar a emborracharse. Beatriz empezó a faltar a clases muy a menudo y sus notas comenzaron a bajar; sin embargo, por un tiempo logró seguir engañando a sus padres.
Cuando el liceo llamaba a sus padres para darle un informe de su rendimiento, ella decía que sus padres no estaban o que ya les había avisado y que no podían ir porque estaban trabajando. Incluso, imitando la letra de uno de sus profesores para hacer, llegar comentarios positivos como: "Es un placer tener a Beatriz en el coro del liceo".
Hacia el final del primer año, su promedio de notas andaba por los suelos, y llevaba acumuladas 18 anotaciones negativas, casi todas por faltar o correrse de clases. Además, Beatriz había dejado muchas de sus actividades extracurriculares. Cuando sus padres le preguntaban el motivo, ella respondía que simplemente necesitaba un poco de "espacio". Carlos y Consuelo atribuyeron su actitud a los bajones propios de la adolescencia. Con excepción de la marihuana, a ella ya no le interesaba nada Su entusiasmo y motivación de antes cedieron el sitio a una total apatía. Se había vuelto esclava de la droga y no podía evitarlo.
Nos contaba que más de alguna vez pensó "La marihuana es un inmóvil mar de destrucción. Me estoy ahogando", pero ese ahogo le gustaba. La adicción también comenzó a minar su salud. Se sentía mal gran parte del tiempo y tenía las manos y los pies permanentemente fríos. Como en las mañanas despertaba tosiendo, hundía la cara en la almohada para que sus padres no la oyeran. Advirtió, además, que su menstruación se había vuelto irregular.
Carlos y Consuelo notaron cambios en su hija, y como ella respondía a sus preguntas con evasivas, empezaron a preocuparse. Cuanta más marihuana fumaba Beatriz, más necesitaba.
Animada por sus amigos, probó otras drogas mucho más fuertes que la marihuana como: LSD, pasta base, cocaína y anfetaminas. Con todo, la marihuana siguió siendo su "droga preferida". Era con la que había empezado y la última que querría dejar. Una noche, hacia el final de su segundo año medio, Beatriz asistió a una de las fiestas que ya se habían vuelto costumbre para ella. Los padres del dueño de casa no estaban y había gran cantidad de alcohol y drogas. Beatriz supuestamente no debía estar allí.
En reuniones con el orientador del liceo, Carlos y Consuelo se habían enterado de las malas notas de su hija y de sus frecuentes inasistencias. Esto los hizo sospechar que estaba consumiendo alcohol o drogas y la castigaron.
Pero como esa noche sus padres habían salido, Beatriz se escapó, pensando que podría regresar a casa antes de que ellos volvieran. A eso de las 2 de la mañana se acomodó en el asiento trasero de un auto, con cuatro amigos que iban a llevarla a casa. Ricardo, el conductor, estaba curado y drogado. Aceleró a fondo en una recta del camino y Beatriz vio la aguja del velocímetro pasar de 120 kilómetros. Segundos después, el auto chocó contra una valla de contención, rodó por una pendiente y cayó dado vueltas.
Milagrosamente, nadie murió. Ricardo quedó con el rostro pegado a la bocina, que sonaba con fuerza. Los demás tenían la cara ensangrentada y los brazos o las piernas rotos. Aturdida por el alcohol, la marihuana y la cocaína, Beatriz ayudó a sus amigos a salir de entre los restos del auto, sin percatarse de sus propias heridas.
Beatriz sufrió graves lesiones en la espalda y el cuello, que iba a requerir un año de kinesiología "No sabía que Ricardo había tomado", les dijo a sus padres. Ellos no deseaban otra cosa que creerle. Aliviados de que estuviera viva, le dijeron que por esa vez la perdonaban, pero le advirtieron que iban a vigilarla más de cerca.
Aun así, mientras se mejoraba Beatriz siguió fumando a escondidas. Beatriz había empezado a salir con un apuesto muchacho llamado Francisco Venegas que era popular con las chicas y también consumía marihuana y cocaína con frecuencia. Una noche, tres meses después del accidente, Francisco se presentó en casa de Beatriz con unos tres gramos de cocaína. Carlos y Consuelo habían salido a casa de unos amigos, así que un rato después Beatriz y Francisco estaban inhalando el polvo blanco con unas bombillas de bebidas.
Luego de varias inhalaciones, a Beatriz se le aceleró el pulso, lo que nunca le había ocurrido. Fumó varios pitos de marihuana para "calmarse", pero fue contraproducente: el corazón le latía con tanta fuerza que le movía hasta la blusa. Aterrada, le dijo a Francisco que pidiera ayuda. Francisco tomó el teléfono y marcó el número del hospital.
Pidió que enviaran a alguien sin demora, pero no esperó a que llegara. "Me voy a ir, porque de mas que van a llegar los pacos", dijo, y se fue por la puerta del patio. De camino al hospital, la frecuencia cardiaca de Beatriz se disparó a 196 latidos por minuto.
– No dejes de hablar – le decía el paramédico que iba con ella en la ambulancia -. No queremos que te mueras.
Al enterarse de que su hija estaba en urgencias del hospital por una sobre dosis de cocaína, Consuelo no pudo contener el llanto. Era la señal de alarma que Beatriz necesitaba desde mucho tiempo, y sus padres también.
– Has tocado fondo- le dijo Carlos más tarde -. Seguimos siendo tus mejores amigos, pero de hoy en adelante te vigilaremos sin descanso.
Cada mañana, Carlos no se iba al trabajo hasta pasar a dejar a Beatriz a la escuela, y cuando ella volvía a casa, Consuelo o él la estaba esperando. Ya no la dejaban subir a los coches de sus amigos ni ir a fiestas. En el verano sus padres la llevaron a una casa en la playa para alejarla de sus "amigos". Durante cuatro semanas Beatriz padeció los síntomas de la falta de droga: temblor, nerviosismo y sudoración excesiva. Le costaba tanto trabajo ceñirse a un horario, que no sabía cuando comer ni cuando dormir. Poco a poco su embotado cerebro volvió a funcionar. "Estuve a punto de dejar que mis sueños se perdieran en una nube de olor dulzón". A menudo recordaba su estancia en el hospital. "Casi me muero", se decía, y "ninguno de mis amigos que estaba conmigo vino a verme".
Los amigos que no llegaron al hospital fueron los que se drogaban con ella, pero los que si llegaron fueron los que ellas misma había dejado de lado por sus nuevos amigos
De regreso en casa, se propuso rehacer su vida con el mismo empeño con que se había dedicado a destruirla. Tuvo que hacer segundo medio de nuevo ya que lo había repetido por las notas y por la gran cantidad de inasistencia. Volvió a tomar sus clases de piano. En cuarto medio hizo el viaje de gira de estudio con sus compañeros.
Han pasado, 8 años desde que fume mi primer pito y no me siento orgullosa de eso. Pero han pasado 6 años desde que fui capaz de fumar mi ultimo pito, y de eso si que me siento orgullosa Se dijo ¡Qué distinta soy ahora!
Beatriz Álvarez llevará siempre las cicatrices de su danza con el diablo. – "Todavía hay gente que me dice tú eras drogadicta y te rehabilitaste, pero ¿nunca mas has fumado, segura?" "Para algunas personas voy a ser drogadicta toda la vida aunque demuestre lo contrario" -.
El dolor de la espalda causado por el accidente la sigue agobiando, y a veces ve imágenes "fantasmas" de objetos en movimiento. Con todo, las aspiraciones son tan grandes como antes. Ingresó a la universidad con la ilusión de estudiar leyes y esa ilusión se hizo realidad y este año en diciembre da su examen de grado y se gradúa de Abogado. "Me salvé de milagro, y creo que si hubiera sido por esos "buenos amigos" que tuve, hoy estaría muerta".
"No culpo a nadie de mi drogadicción, pero si falta mucha prevención en los colegios y sobre todo dentro de las familias, es un tema que todos saben que se debe tratar pero no lo hacen pensando que lo harán en el colegio", me cuenta Beatriz, sentada en la esquina de mi casa en unos viejos columpios, donde ella antiguamente fumaba sus pitos.
ANEXO 2
TIPOS DE ANGUSTIA SEGÚN FRASES Y PREGUNTAS ILUSTRATIVAS
http://www.monografias.com/trabajos11/drogsoc/drogsoc.shtml
http://www.unet.com.mx/ceca/estadst.htm
TOXICOMANIA Alonso Fernández, Francisco. Compendio de Psiquiatría.
Madrid: Editorial Oteo, 2ª ed., 1982.
Alcoholismo y Drogodependencias
Pedro Cuadrado Calleja. Médico Psiquiatra
Aneiros-Riba, et al. 1999
Víctor Manuel Ortiz Martínez
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