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Imperialismo, sus crisis y sus guerras

Enviado por mireya montpellier


Partes: 1, 2

  1. Las crisis y las guerras
  2. Fin del milenio y la Gran Depresión del Siglo XXI
  3. Nueva arremetida bélica y la Gran Depresión del S.XXI
  4. Conclusiones sugeridas
  5. Bibliografía

Si bien en toda la historia de la humanidad hubo imperios y guerras, las características de los mismos han sido diversas según las diferentes estructuras económicas. El imperialismo actual, como fase senil del capitalismo, tiene sus propias características, las que ya fueron señaladas por Marx y claramente analizadas por Lenin.

"El incremento enorme de la industria y el proceso notablemente rápido de concentración de la producción en empresas cada vez más grandes, constituyen una de las particularidades más características del capitalismo".[1] Esta es precisamente la característica propia del capitalismo que se desarrolla enormemente en su etapa madura y da forma propia al imperialismo: "La concentración, al llegar a un grado determinado de su desarrollo, puede decirse que conduce por si misma de lleno al monopolio"[2]. Ya en 1909, fecha en que se puede señalar de lleno la tendencia descendente de la curva de crecimiento del capitalismo hacia su etapa regresiva, cita Lenin que 3000 empresas gigantescas abrazaban ya 258 ramas industriales. "Una particularidad extremadamente importante del capitalismo llegado a su más alto grado de desarrollo es la llamada combinación, o sea, la reunión en una sola empresa de distintas ramas de la industria que o bien representan fases sucesivas de la elaboración de una materia prima, o bien son ramas de las que unas desempeñan un papel auxiliar con relación a otras" [3](Ejemplos: Una fundición, transformación del hierro colado a acero y producción de artículos de acero; o bien, utilización de los residuos de una industria como nuevos productos, producción de embalajes para ellos).

En la actualidad, esas empresas organizadas en trust y holding[4]conforman los que se denominan "grupos financieros", encabezados por su banco y controlando, con distintas proporciones de acciones en cada caso, a casi centenas de empresas múltiples en cada rama industrial, sin contar con las subsidiarias que se establecen en otros países las que comercializan o complementan una rama de producción determinada. Esta organización propia del capitalismo en su etapa final es la que caracteriza al capital financiero: concentración de la producción, monopolios, fusión de empresas y ensambladura de los bancos con la industria[5]Debemos tener en cuenta, además, que hoy no hablamos ya sólo de la producción industrial tradicional, sino que hoy el imperialismo esta sustentado, por sobre todo, por la industria cibernético-militar y financiera, en el sentido especulativo más que en el de una economía real.

Por otra parte, tal como lo definió Lenin, otro de sus rasgos característicos es el reparto del planeta, el que nunca es definitivo, puesto que no es imposible repartirlo de nuevo, lo que resulta inevitable en el transcurso de los enfrentamientos de poder entre los polos imperiales y lo cual resulta en las sucesivas guerras. Actualmente ese reparto implica innovaciones, guerras de rapiña por recursos naturales o posiciones estratégicas para el dominio y control de recursos. La tendencia a la anexión de territorios es señalada por Lenin como una de las características definitorias del imperialismo, puesto que la rivalidad de las grandes potencias en sus aspiraciones de hegemonía económica y/o política no las conduce sólo a apropiarse de territorios para sí, sino también con la intención de debilitar a su competente o a quebrar su hegemonía.

Este enfoque no resulta completo si no le agregamos otra de las características del imperialismo puntualizada por Lenin, su aspecto político, la tendencia a la violencia y a la reacción. Aspecto que hace posible el constante reparto del planeta y sus recursos según sus intereses. Si bien en los tiempos de Lenin, los primeros albores del Siglo XX, eran tres las regiones con capitalismo muy desarrollado (EEUU, Europa y Japón), que actuaban como tres polos de dominio y reparto de mercados, hoy, si bien son varios más los centros de alto desarrollo, resultan ser los Estados Unidos, por su mayor capacidad militar, los que planifican para sí el reparto a su conveniencia y sólo pueden frenarse sus designios con oposiciones militares equivalentes y/o presiones internacionales fuertes.

Otro aspecto que conduce a las conclusiones a que arribamos es que los monopolios, por la diversificación que los constituye, los miles de millones de dólares que manejan y los medios masivos de comunicación que controlan, penetran de un modo absolutamente inevitable en todos los aspectos de la vida social de la humanidad, independientemente de los regímenes políticos que haya. En Estados Unidos las oligarquías financieras ejercen, tanto por vías legales como ilegales, sus influencias en las instituciones claves del Estado a fin de lograr beneficios, para lo cual colocan a sus agentes, ya sea en la Reserva Federal, en el Pentágono o en el Ministerio de Defensa. Esta penetración en el Estado para presionar según sus intereses es determinante en la vida institucional de la "democracia americana".

Las crisis y las guerras

Cuando se habla de crisis, se entiende que refiere a quiebres, a rupturas, a desajustes graves o profundos de situaciones, en diversos ámbitos. Pero cuando el término crisis se aplica al desarrollo histórico del capitalismo ello adquiere un significado concreto: colapsos financieros, empeoramiento de las condiciones económicas y consecuentemente sociales, en un determinado trasfondo político concreto. En las sucesivas crisis ocurridas en el capitalismo en su etapa monopólica que se inicia aproximadamente en 1890, encontramos, con mayor o menor intensidad, fenómenos de quiebras bancarias, pánicos bursátiles, pérdidas violentas de capitales, deflaciones, recesiones agudas, cierres de empresas, destrucción de bienes o mercancías y por ende desocupación elevada y los consecuentes males sociales.

Aunque no es posible aún encontrar por su complejidad sistematizaciones teóricas sobre los ciclos e intensidades de las crisis financieras ocurridas, varios economistas identifican algunas modalidades características por sus periodización y su duración en el tiempo, las cortas, las largas y las profundas. Kitchin analiza ciclos cortos, de tres a cuatro años, que implican rápidos reacomodos de la economía, que se producen inclusive en períodos de crecimiento del capitalismo. Juglar, por su parte, habla de ciclos más largos que abarcan de 8 a 12 años aproximadamente denominados "ciclos económicos" y finalmente es Kondratiev quien analiza crisis de ciclos mucho más largos de crisis profunda que pueden durar entre 50 y 70 años.[6]

Entre los años 1860 – 90, el capitalismo llegó a su apogeo, con su núcleo central en Inglaterra, Francia y Alemania, con grandes inversiones en Latinoamérica, especialmente en sus polos de desarrollo que eran Argentina y Brasil, así como en otros continentes. Fue entonces la llamada "belle epoque" en Europa. Ya en 1890 se producen desequilibrios financieros especialmente en Buenos Aires y Montevideo, los que impactan en sus prestamistas de Londres, el Baring Brothers, el banco más prestigioso de Inglaterra, que cayó en una virtual quiebra sacudiendo a otros bancos de Europa. Esto produjo una corta pero intensa crisis financiera internacional que llegó a su punto más crítico en 1893 en los Estados Unidos, con fuertes corridas bancarias y bancarrotas en bancos de Chicago y del Oeste. Su consecuencia fue paralización de negocios, desaliento en el público y crecimiento de la pobreza.

A partir de 1900, casi todos los países capitalistas ingresaron a una espiral expansiva con gran aumento de la actividad industrial, la que produjo una enorme ampliación de servicios e infraestructura, telégrafos, empresas navieras de vapor, puertos, tendido de ferrocarriles, trenes urbanos y tranvías, iniciándose el uso del petróleo y generalizándose la electricidad. Fue la edad de oro del capitalismo global. Pero comenzaron los problemas financieros entre 1907 y 1914 por pánicos bancarios en Estados Unidos. Se produjeron quiebras bancarias y parálisis industrial en 1908. Ya actuaban en la Bolsa de Nueva York los magnates J.Rockefeller, J.P.Morgan y Mellon. Esta larga crisis tuvo ramificaciones internacionales importantes. En este proceso EEUU reformó su sistema bancario y en 1913 creó el Banco Federal de la Reserva (Banco Central).

En 1914 estalló la primera Guerra Mundial a raíz de conflictos políticos entre el Imperio Austrohúngaro, Rusia y Alemania, las que movilizaron tropas en gran parte de Europa. Ante el estallido de la guerra cerraron sus puertas las Bolsas de los países de Suramérica, la de Londres y Wall Street. Hubo emisiones de dinero en todos los países en conflicto para financiar los gastos de guerra y se abandonó el patrón oro para evitar una exportación desorbitada de oro de Nueva York a Europa. En 1915 Nueva York comenzaba a competir con Londres como centro de las finanzas internacionales.

Iniciada de la 1ra. Guerra Mundial, J.P.Morgan realizó en 1915 un gigantesco empréstito de guerra de 500 millones de dólares para Francia y Gran Bretaña[7]ningún otro país contaba con tantos recursos económicos como EEUU. Cuando terminó la Gran Guerra de 1914-18 la Alemania derrotada quedó obligada a pagar fuertes reparaciones de guerra a los victoriosos aliados, Francia e Inglaterra. Keynes, en 1919, auguró los grandes problemas financieros que se derivarían en la postguerra, y tal fue lo que condujo a la Gran Depresión que se inició a partir del derrumbe financiero de 1929. Esta fue la primera profunda crisis del capitalismo en el Siglo XX, desde 1929 hasta casi el fin de la segunda Guerra Mundial.

La enorme deuda de reparaciones de guerra a Francia y a Inglaterra, Alemania no pudo cubrir en dineros. Ello terminó costándole la entrega de los ricos territorios de la cuenca carbonífera y ferrosa del Rhur (Alsacia y Lorena), así como del derecho a la libre navegación del río Rin por los aliados. La seria consecuencia de ello fue que Francia e Inglaterra, al no poder cobrar la deuda de Alemania, no pudieron a su vez pagar sus empréstitos a Nueva York.

Los países europeos vivieron un fuerte proceso de empobrecimiento. La estructura bancaria más afectada resultó ser la de los vencidos, Austria-Alemania. En 1931 el Banco Creditanstalt de Viena quebró, era el gran banco de inversión de las mayores empresas industriales del país. La desconfianza se extendió a Alemania provocando allí pánicos bancarios con retiros de depósitos y fugas de capitales.

De 1929 a 1932, por todos estos factores se produjo una caída abrupta del comercio internacional, dado que las importaciones resultaban cada vez más caras. Entre el 30 y el 31 se produjeron enormes fugas de capital en todo el mundo, lo que obligó a abandonar el respaldo oro desde Argentina hasta Japón, sólo Estados Unidos, Francia y Bélgica siguieron aferrados al metal. En 1932 se iniciaron reuniones para discutir estrategia para enfrentar las consecuencias de lo que ya era una depresión económica mundial.

Las "deudas aliadas" sobrepasaron los 10 mil millones de dólares, de los cuales el 42% era adeudado a los Estados Unidos por Inglaterra, el 34% por Francia, el 16% por Italia y el 4% por Bélgica [8]En 1934 se produjo un congelamiento de pagos de reparaciones y en los Estados Unidos comenzó una fuerte propaganda antieuropea. Finalmente los deudores suspendieron los pagos por deudas de guerra.

"Lo peor de la Gran Depresión tuvo lugar entre 1929 y 1932. Esos cuatro años de crisis afectaron a todo el mundo, aunque no hay dudas de que las derivaciones mas intensas se sintieron en Estados Unidos y Alemania, los dos países con una maquinaria industrial mas avanzada. La caída de la producción industrial en los Estados Unidos entre 1929 y 1932 fue del 46% y, en el caso de Alemania, del 42%. Hacia 1932, en ambos países cerca de una cuarta parte de los trabajadores estaban desocupados"[9]. En Estados Unidos en todo el período de la primera postguerra, hasta 1928, se había producido un gran desarrollo industrial y crecimiento de los monopolios que producían a la vez de mercancías de paz y también una gran variedad de productos bélicos. Pero al producirse la ausencia de pagos de reposición de los empréstitos de guerra, comenzó una recesión económica que generó la disminución del consumo, empobrecimiento de las empresas que no podían pagar sus deudas y una disminución del crédito bancario. Como conclusión, una fuerte deflación, caída de la producción, quiebras y cierre de innumerables fábricas y enorme desempleo y miseria. Esta situación fue también para Suramérica que sufrió la baja de los precios de las materias primas como el estaño, el cobre, el petróleo, el café, el algodón, el azúcar, lanas y carnes.

En los Estados Unidos, recién en 1933 el presidente Roosvelt, por influjo de las ideas de Keynes, inició políticas para superar la debacle financiera, la recesión industrial y el desempleo. El reflote se produjo por el impulso de obras públicas, represas hidroeléctricas en las regiones más deprimidas y por la creación de nuevos puestos de trabajo públicos y privados, se aprobó una ley de las Relaciones de Trabajo que brindó seguridad a los trabajadores, así como un sistema de pensiones y un seguro social[10]Para evitar nuevas quiebras bancarias se creó una aseguradora de depósitos. Hacia 1936 se fue recuperando la estabilidad financiera y los grandes monopolios elevaron la producción, pero sobre todo privilegiando la industria armamentista.

Alemania también vivió por los años 30 una debacle económica y una profunda crisis política. Entre 1929 y 30, en la República de Weimar apenas se preocuparon por impedir la gran fuga de capitales, tomaron medidas proteccionistas de la industria nacional, pero ello no fue suficiente. La crisis política y económica impulsó a la victoria a la extrema derecha en las elecciones de 1932. Triunfó el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores con Adolfo Hitler a la cabeza. Comenzaba la dictadura que proponía levantar la nación impulsando el desarrollo capitalista con la consigna del "espacio vital". A partir de 1933, el gobierno nazi impulsó un acelerado programa de rearme y de realización de obras públicas, lo que en poco tiempo logro absorber buena parte de los desempleados y creó un servicio militar laboral que llevó a cabo la reparación de carreteras y edificios destruidos, trabajos agrícolas y forestales. Se construyeron autopistas y se creó la fábrica de automóviles populares, la Volkswagen. Disolvió los sindicatos, encarceló y asesinó a socialdemócratas y comunistas, iniciando también el exterminio de la población judía. Desde 1934 se avanzó hacia el nacional socialismo militarista más cruento de la historia, con una meta expansionista que condujo a una nueva conflagración mundial.

Si bien hacia 1938 se fue recuperando la economía mundial, fue Alemania la que logró el mayor crecimiento de casi el 50% en su producto industrial. Fue la gran burguesía alemana del carbón y del hierro, de la electrónica y químicos (la Krup, la Siemens, la Bayer, la A.G., etc.) que se adhirió al régimen, la que logró este enorme desarrollo industrial que puso las bases del armamentismo alemán y su afán expansionista en Europa.

También Japón, el futuro aliado del fascismo alemán, logró una rápida recuperación económica que lo condujo a ambiciosos planes de expansión imperial, que inició con la invasión a Manchuria en 1932 que le permitió adquirir minas e instalar nuevas fábricas, aumentando a la vez el gasto militar. Este es otro caso que nos permite ver cómo la crisis económica impulsa el armamentismo y las invasiones para retroalimentar su industria bélica y fortalecer su economía.

El proceso expansionista alemán originado en el centro de Europa no tardó en desatar las reacciones de los países vecinos, con lo que se inició la segunda Guerra Mundial que involucró a Francia, Inglaterra, Bélgica y Holanda por el lado occidental y a los países limítrofes del lado oriental hasta Rusia; la expansión pretendió prolongarse al Medio Oriente y hacia el sur por el norte de África.

Estados Unidos se incorporó en apoyo a los aliados en esta contienda, pero sin que afectase su propio territorio. Esta situación le permitió impulsar sus fuerzas armamentistas y además avanzar enormemente en el desarrollo de sus fuerzas productivas, particularmente en el desarrollo científico-tecnológico militar, lo que le dio sus frutos en la renovación de su aparato productivo con la automatización de procesos y a la vez la incorporación de la física atómica y la cibernética a su industria bélica, por lo que logró salir del la segunda Guerra Mundial con un poderío bélico superlativo que demostró al mundo acabando la guerra con la derrota del Japón nazi con la terrible conflagración atómica de Hiroshima y Nagasaki, que generó una ola de horror y miedo en el mundo entero.

En el plano económico, desde 1944 se habían iniciado reuniones de 44 países a fines de planificar una nueva arquitectura financiera internacional para enfrentar la post guerra y evitar una nueva Gran Depresión. Lo cierto es que desde 1946 hasta el año 70 no se produjeron crisis financieras de gran intensidad y resultó un período de gran crecimiento económico mundial, estimulado por la formación de dos bloques de poder en equilibrio, el polo socialista de la Unión Soviética y Europa del Este y el polo imperialista occidental liderizado por Estados Unidos. Este crecimiento de ambos bloques antagónicos si bien permitió un período de postguerra de bonanza económica mundial, también condujo al sobredimensionamiento armamentista de ambos bloques, incorporando ahora el avance de la tecnología nuclear en ambos, creando una nueva situación extremadamente peligrosa de "tensa paz" en el planeta.

Es en este contexto que surgen en el ámbito de los países aliados occidentales, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (que luego se transformó en el Banco Mundial) a fin de crear mecanismos que ayudasen a reconstruir las zonas europeas más desvastadas por el largo conflicto militar, evitando así consecuencias de crisis financieras. Desde 1947, las economías de los territorios afectados por la guerra iniciaron el repunte y lograron crecimiento tanto en Europa occidental como en Japón, tenían ahora que reconvertir sus industrias bélicas en industrias de paz y reconstruir sus territorios arrasados por la guerra.

El temor del gobierno de los Estados Unidos fue entonces el que la URSS aprovechara estas circunstancias para extender sus influencias en los países devastados. Esto llevó a su gobierno a ejecutar una planificación para la recuperación económica de Europa occidental y de Japón. Surgió entonces el Plan Marshall con donaciones y préstamos. Pero el imperio norteamericano "no dio puntada sin nudo"… dicho Plan fue amarrado a una alianza político-militar: La Organización del Atlántico Norte (OTAN), la que aún somete a los gobiernos europeos a los designios de los EEUU.

También se pensó en Japón. Estados Unidos no le pidió reparaciones de guerra a Japón, pero su condición fue la liquidación del imperio sobre Corea y China, la reducción de sus fuerzas armadas y el derecho a establecer bases militares y navales norteamericanas en el país y en la región. Así fue como EEUU instaló bases militares en Corea, Taiwán, Filipinas y luego en Vietnam del Sur, para controlar Asia Suroriental. Esta situación fue el prolegómeno de la invasión a Corea (1950-51), a partir de la cual expandió los mercados de sus grupos financieros.

El período 1950-73, resultó de fuerte desarrollo económico en todo el mundo, pero fue Estados Unidos que encabezó la vanguardia en la revolución tecnológica que impulsó su renovación industrial. En ambos bloques de poder político, en EEUU y la URSS, los avances científicos, electrónicos, atómicos y astronáuticos fueron a la par, compitiendo en sus logros. Todos esos adelantos fueron rápidamente asimilados por la industria bélica, impulsados precisamente por la competencia entre las dos potencias.

En los Estados Unidos se fortaleció en este período la estabilidad financiera, su modelo empresarial, consolidándose y expandiéndose las grandes corporaciones como General Motors, Chrysler, Ford, U.S.Steel, General Electric, Dupont, Lockheed y los grandes monopolios petroleros, como la Standard Oil y otros, todos ellos organizados como grupos monopólicos de empresas relacionadas a núcleos financieros. Su éxito económico fue proyectado al mundo a través de Hollywoods y los medios de comunicación de masas dependientes, estimulando así el consumo que ampliaba sus mercados.

Pero también los derrotados en la segunda Guerra Mundial, Alemania, Italia y Japón, pronto resultaron ser economías pujantes que entraron en competencia interimperialista desde el decenio 50-60. En 1945 el PIB per cápita de Francia, Alemania y Reino Unido era menor de la mitad del PIB p/c de EEUU; hacia 1971 se acercaban. La política económica de reconstrucción de Japón rápidamente rearticuló su industria pesada y reorganizó conglomerados de empresas antiguas como Mitsui, Sumitomo, Mitsubishi y Toyota, incorporando los avances de las ciencias, logrando un éxito extraordinario cuyo modelo fue imitado por Corea y otros países asiáticos.

También en América Latina se produjo crecimiento económico. Aparecieron economías fuertes como Brasil, Argentina y Méjico, las que aprovecharon las necesidades suscitadas por la guerra y la postguerra, exportando materias primas, especialmente minerales y alimentos. Pero paralelamente a la bonanza, el FMI amplió su influencia imponiendo sus medidas, según los intereses de los grupos financieros norteamericanos, inundando todos estos países con sus empréstitos.

Si bien se disiparon las agudas crisis entre 1950 y el 73, no se disiparon las guerras necesarias para abrir mercados al enorme crecimiento bélico de EEUU y de Europa: "La guerra fría fue de paz para Europa y Estados Unidos pero se complicó en otras regiones del planeta (…) se contabilizaron 165 guerras, con participación de 71 estados y un saldo de 25 millones de muertos"[11].

En los años 60 algo alteró la finanzas de los Estados Unidos. Estaba nuevamente vigente el patrón oro desde los acuerdos de Bretón Woods. Alemania y Japón aumentaron sus exportaciones lo cual generó un déficit comercial en los EEUU y una presión sobre el dólar. La Reserva Federal se vió obligada a desprenderse poco a poco del metal por sus déficits comerciales y sus gastos bélicos de las invasiones que había emprendido sobre Vietnam y Cuba. Por esta causa Nixon ordenó la emisión de dólares, lo cual incrementó la incertidumbre de la paridad del dólar frente a monedas fuertes como el marco, el yen, el franco, la libra, etc. En esta situación, fue Richard Nixon (68-74) quién reaccionó con todo su equipo de asesores económicos y resolvió en 1971 suspender el respaldo oro del dólar, con lo cual obligó a las otras monedas fuertes a devaluarse.[12]

Este hecho determinó el comienzo de una nueva época: La volatilidad financiera a escala mundial. Fue el inicio de las finanzas "virtuales" que condujeron a la "globalización" de los 73-90 y a la posterior Gran Depresión (1990-2008). EEUU se vió obligado a emitir cada vez más dólares sin respaldo para poder cubrir su balanza de pagos y sus déficits públicos (dólares con valor sólo de papel). "La fe en el valor del dinero como espíritu inmanente de las mercancías, la fe en el régimen de producción y en su orden predestinado, la fe en distintos agentes de producción como simples personificaciones del capital que se valoriza a sí mismo"[13]. " La credibilidad del dólar se basaba en el poder de los Estados Unidos para preservar y mantener el sistema capitalista mundial".[14]

En los prolegómenos del último desplome financiero, no podemos dejar de tomar en cuenta una nueva expansión bélica sustentada por los EEUU: La guerra de Yom Kippur. En 1973, Egipto cruzó el Canal de Suez a fin de recuperar el desierto de Sinaí ocupado por Israel, armada por EEUU, desde 1967. También Siria intentó recuperar los Altos del Golám ocupados por la expansión sionista. Con "refuerzos" norteamericanos Israel volvió al Sinaí. El Consejo de Seguridad de la ONU logró el cese del fuego, pero entonces comenzó la guerra económica de la coalición de naciones árabes productoras de petróleo que recuperaban el control de este recurso explotado por las grandes petroleras anglo norteamericanas.

Así fue como en 1973, seis países árabes productores de petróleo, anunciaron un plan de presión en el negocio petrolero y reclamaron un distanciamiento con Israel por parte de los importadores, duplicaron el precio del producto y luego establecieron el embargo de las exportaciones a Estados Unidos por su apoyo a Israel en la guerra. El siguiente decenio fue de larga recesión en las economías del mundo. Se debilitaron las industrias de los Estados Unidos, de Europa y también de la URSS y Europa del Este.

Pero resultó que la abundancia de dólares de los países árabes petroleros fue a parar a los mayores bancos de EEUU, Europa y Japón… "los petrodólares" que generaron un poderoso flujo de capitales como inversiones y ahorros entre 1973 y el 82. Y estos dólares fueron los abultaron las deudas soberanas de los países sobre todo de América Latina, en los que dictaduras, impulsadas por los Estados Unidos frente al avance de los movimientos de liberación que se generalizaban, los utilizaban para su armamentismo y para reforzar los ingresos de sus oligarquías, socias de las transnacionales.

Desde 1982 se vivieron los nefastos efectos de una nueva crisis por las deudas soberanas de los países latinoamericanos. Cayeron muchas dictaduras, pero las democracias emergentes entraron en fuertes recesiones y debieron suspender sus pagos de deudas externas. Las múltiples moratorias amenazaron a importantes sistemas bancarios internacionales, generando una prolongada crisis tan fuerte que puso las bases de la nueva Gran Depresión de los 90.

Pero hay otro factor importante para entender estos vaivenes que se dan entre crisis y guerras. La escalada del precio del petróleo desde el 73 por la guerra árabe – israelí, que beneficiaba a los monopolios armamentistas yanquis por varios lados, sirvió a los países árabes que utilizaron estos ingentes ingresos para armarse, comprando a EEUU y a la URSS, a Francia y a Gran Bretaña. Fue un período tremendamente lucrativo para las mayores corporaciones transnacionales vinculadas a la venta de material bélico, desde armas modernas, misiles, armas químicas hasta aviones ultra avanzados, superando con ello el momento que pasaban de recesión. Lucraron con el inminente incendio del Medio Oriente y con las jugosas "comisiones" escandalosamente corruptas. Las compañías estadounidenses de armas más destacadas, como la Lockheed y la Northrop , canalizaban buena parte de sus ventas a Arabia Saudita a través de las oficinas del Pentágono y de "amigos" en el Ministerio de Defensa.

El incremento en los precios de los energéticos impactó agudamente en las economías industriales, sobre todo de Europa y de Japón, pero también en las industrias "de paz" en los EEUU. El reciclaje de los petrodólares que venía generando una explosión de flujos financieros entre Medio Oriente y América Latina se realizaba a través de la banca estadounidense y europea, las que se convirtieron en bancas globales para el endeudamiento externo de los dictadores impuestos por el imperio en América Latina. En ese proceso de los 73 a los 82, se incrementaron numerosas sucursales en estos países de los mayores bancos de EEUU, como el Citicorp, el Chase Manhattan Bank (Rockefeller) y el Bank of America. También se extendieron en América Latina los bancos europeos, de Francia y de Alemania. Todos ellos fueron los primeros agentes de una temprana globalización financiera mundial. A su vez, por financiar la compra de armas a las dictaduras títeres de América Latina, Medio Oriente, Asia Oriental y África, fueron los más entusiastas socios de la carrera armamentista en todo el planeta.

Pero esta euforia de endeudamientos inducidos por los grandes financiadores, a partir de 1982 generó una crisis, la de las deudas imposibles de ser pagadas. "El valor de los papeles de deuda externa de los países en desarrollo que retenían los mayores bancos comerciales en sus portafolios era, en algunos casos, igual o superior al propio capital contable de estos bancos"[15]. O sea que si los gobiernos, ya democráticos, de la periferia suspendían los pagos estos bancos entrarían técnicamente en bancarrota.[16]

Aquí intervino, entonces, el G7 y el FMI con sus fórmulas, para impedir esta bancarrota: los acreedores obligaban a los países a negociar uno por uno con los financiadores. Con nuevos préstamos debían pagar sus deudas anteriores. Los recursos para cubrir los servicios de la deuda se obtuvieron a costas de una muy fuerte contracción económica, libre cambio, libre mercado, devaluaciones e inflación, todo lo que recayó sobre esos pueblos generando hambre y miseria. Entre 1984 y 85 la inflación promedio anual en América Latina era del 200% y entre el 88 y 89, en Argentina y Brasil llegó al 800%. Se redujeron los presupuestos de salud, educación y administración pública, bajaron los salarios. Fueron los eufemísticamente llamados "ajustes fiscales" como los que acosan actualmente a los países europeos que se debaten en la órbita neoliberal.

Fin del milenio y la Gran Depresión del Siglo XXI

El premio Nóbel de economía Paul Krugman publicó en 1999 su libro El retorno a la economía de la depresión, previendo un fenómeno que se desató pocos años mas tarde. En los Estados Unidos en esos años nadie parecía darse cuenta del peligro que acechaba a Wall Street y otros mercados financieros a causa de la acumulación de una serie de enormes burbujas financieras.

En Nueva York y Londres se había producido un auge bursátil entre 1992 y 2001. Habían surgido nuevas formas de reaseguros y especulación, tales como los "derivados", y con espectaculares ventas. Parecía una fiesta de especulación y ganancias financieras enormes. Por otra parte, en Nueva Cork y en Londres se aplicaron a las finanzas nuevas tecnologías de información que revolucionaron las transacciones financieras locales y mundiales. Esto condujo a que las operaciones cambiarias fueran un negocio gigante con transacciones instantáneas en todas partes del planeta. Estados Unidos e Inglaterra tenían la más avanzada tecnología electrónica y una gigantesca red de sucursales en todo el mundo. EEUU era quién contaba con el mayor mercado de capitales del mundo y de ahí que el derrumbe en Wall Street sacudió a todos los sistemas financieros de los otros países que tenían alguna relación.

El fin del milenio fue de auge especulativo en los Estados Unidos y una gran expansión de transacciones en el mercado inmobiliario: Fue una euforia financiera irracional la de los inversores y banqueros, a opinión del Premio Nóbel Stiglitz. Desde 1990 en adelante se contabilizan dos crisis regionales del tipo de Juglar, la crisis del peso mejicano y la del sudeste asiático. Procesos semejantes sufrieron Brasil (95-99) y Argentina (90-2002) por la devaluación del peso producida y el llamado "corralito" que congeló el dinero en los bancos. En el 2003, Argentina suspendió el pago de los servicios de la deuda durante el gobierno de Néstor Kishner.

En marzo del 2000, en Estados Unidos se produjo el "crac" bursátil de las empresas informáticas, lo que provocó la mayor caída de cotizaciones en las bolsas norteamericanas desde 1929. En septiembre del 2001, frente al "supuesto" ataque de Al Quaeda a las Torres Gemelas en Nueva York, el gobierno de Bush se enfrentaba a una posible recaída de los mercados financieros. ¿Cuál fue la respuesta a esta situación? Activar al aparato industrial bélico y sus nexos logísticos; dar salida al mercado armamentista a los gigantescos consorcios que sostienen básicamente la economía del imperio. Para ello: Declarar una guerra inmediata al "origen del mal", Irak, lo que a su vez permitía asegurar el control por los EEUU de las reservas petroleras de ese país. Pero esta salida no resultó suficiente para evitar la desaceleración de la economía norteamericana entre 2001 y 2008. El déficit público de los Estados Unidos aumentó enormemente por los gastos de guerra del estado, puesto que no sólo era Irak, también las tropas norteamericanas "buscaban" terroristas en Pakistan y Afganistán, bombardeando población civil.

Nueva arremetida bélica y la Gran Depresión del S.XXI

Ya Marx y Engels habían afirmado que la sociedad capitalista había hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio que se asemejaba a un mago que ya no era capaz de dominar los poderes infernales que había desencadenado con sus conjuros. Explicaron ya entonces, que las causas de las crisis de sobreproducción eran propias de la producción capitalista, y que las formas de vencerlas preparaban crisis más extensas y violentas. Y Lenin, desde 1916 afirmaba que en la "nueva fase" monopolista del capital la economía mercantil se hallaba quebrada y las principales ganancias van a parar a los "genios" de las maquinaciones financieras[17]

Lo cierto es que actualmente la arrogante imposición de sus intereses en Estados Unidos, principal núcleo del imperialismo, tiene como principal sustento las nuevas armas "inteligentes" dotadas por la industria cibernética, las que, hasta ahora, les dan ventajas sobre sus rivales globales. Las revoluciones de la fuerza productiva vemos que, antagónicamente, generan también revoluciones de las fuerzas bélicas que agraden a la humanidad.

La Gran Depresión del Siglo XXI viene gestándose desde los años 1990. Fue entonces cuando se generalizaron en el sistema financiero los "derivados", mecanismos financieros cuyo objetivo era prevenir los riesgos de las inversiones en acciones, hipotecas, precios de materias primas y otras transacciones. Estos se manejaban a través del sistema bancario "alternativo" con poca supervisión, puesto que no entraban en la regulación de los bancos centrales de Estados Unidos ni de Gran Bretaña. Fue la medida tomada por Nixon en 1971 de eliminar el respaldo oro del dólar la que impulsó años después al uso de los "derivados" como seguros de las transacciones en esa moneda, como protección contra riesgos futuros de cambios del valor de la moneda. Creció su uso. En 2007 se estimaba que existían contratos derivados por un valor superior a los 500 millones de millones de dólares.[18] Lo peligroso de estos derivados financieros es que los inversores tienen la capacidad de movilizar sumas muy superiores a sus propios recursos y pueden poner en riesgo las economías de los países más ricos.

"Como consecuencia, desde fines del milenio pasado aumentó con rapidez el peligro potencial de un colapso sistémico (…) debido al intenso proceso de globalización y concentración de capitales y en caso de una explosión se verían afectadas todas las principales plazas financieras del mundo"[19] Estados Unidos y Gran Bretaña constituían los dos mercados financieros de mayor importancia en el mundo, los que se conectaban con todos los demás mercados financieros grandes y medianos.

Es necesario tomar en cuenta que hacia fines del Siglo XX se produce una nueva arremetida bélica. Desde fines de 1990, George Bush había planteado su proyecto de "democratizar" al Medio Oriente y al Asia Central mediante la guerra, desde una perspectiva de post Guerra Fría, a partir de su doctrina del derecho a "la guerra preventiva nuclear". Posteriormente fue G.W.Bush quién proclamó el "derecho" de Washington a la guerra preventiva contra potencias nucleares o poseedoras de armas químicas o biológicas, lo que finalmente terminó siendo contra cualquier estado o "ente terrorista", no importa que armas tenga.

El ataque a las Torres Gemelas de Nueva Cork, que se produjo el 11 de septiembre de 2001, le hizo plantear a Condoleza Rice, Asesora del Consejo de Seguridad Nacional de los EEUU, una pregunta esclarecedora: "Cómo se capitalizan esas oportunidades para una potencia mundial? (…) cuando se está reacomodando la política internacional hay que aprovechar el momento para posicionar los intereses norteamericanos"[20]. El impacto del atentado había reducido la resistencia de la opinión pública estadounidense al empleo de las fuerzas armadas en el exterior y dado vía libre al gobierno, controlado por el complejo militar-industrial-financiero. G.W.Bush y Powell vieron este momento como "una oportunidad para reconfigurar las relaciones mundiales", ocultando su intensión con discursos de "democracia, paz y desarme". Hubo beneplácito entre los sionistas que esperaban una intervención en Irak y presión económica sobre Iran. Para Sharon y el Mossad cabía la esperanza de que la caída de Saddam Hussein tendría efectos sobre Teheran, Damasco y Ramallah, dándole mayores posibilidades de expansión a la política israelí en la zona.[21]

El 11 de septiembre de 2001 en realidad posibilitó el proyecto estratégico de reestructuración del mundo según los intereses del complejo militar-industrial tanto de los EEUU como de Israel, diseñado ya años antes de la invasión de Irak, en el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC) de 1997, que fue el centro de la política de Bush en base al desarrollo del complejo bélico industrial controlado por los mayores grupos financieros, a su base en los grupos fascistoides fundamentalista cristianos y al Partido Republicano, junto a la fracción sionista del Likud articulada a la economía imperialista. Desde entonces estos sectores presionaban para que se tomara una acción contra Irak para controlar los recursos petroleros del Golfo Pérsico y además facilitar la expansión de Israel.[22]

Ya antes del 2000 se esperaba un "evento catastrófico y catalizador" para imponer cambios en el Medio Oriente, el que se produjo con el atentado del 11 de septiembre, señalándose a Irak como blanco de la guerra contra el terrorismo, sin que haya estado clara la autoría del hecho y declarándole guerra devastadora de inmediato. Desde la anterior década era un objetivo de guerra el Medio Oriente para la política exterior de los EEUU, estando ya en la mira Siria e Irán, con fines de "luchar por la democracia". En febrero de 2003, G.Bush (Jr) dijo: "La amenaza a la paz proviene de aquellos que no hacen caso a las justas demandas del mundo civilizado. Si tenemos que actuar lo haremos para restringir a los violentos y defender la causa de la paz"…[23] Para la oligarquía estadounidense, en el Medio Oriente sólo en Turquía e Israel hay democracia y tanto Irak, como Siria y Libia patrocinan y apoyan el terrorismo.

Washington está en la misma lucha que Hitler, ofrece la paz mediante la guerra, la guerra contra el terrorismo para "extender la democracia hacia el mundo árabe y musulmán que amenazan la civilización"… La base social de masas del gran capital es el fundamentalismo cristiano, el racismo y la supremacía de los blancos y su base de poder es el complejo militar-.industrial.

En enero de 2004, el Secretario de Estado Colin Powell: Esta lucha no será confinada al Medio Oriente, sino que incluye la "liberación" de Cuba, el sostén de un gobierno resoluto en Colombia y el apoyo a "las jóvenes democracias que han nacido en América Latina, Europa, Asia y África".[24] La región de mayor importancia que pretende controlar Washington, es el Medio Oriente y Asia Central, porque contiene un extraordinario botín político-económico, consistente en tres de las cuatro reservas petrolíferas mas grandes del mundo (Arabia Saudita, Irak y Mar Caspio) y los mayores recursos hidrológicos y fluviales del área, en Mesopotamia".[25]

Partes: 1, 2
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