Son tribunal supremo que transmite al porvenir lo mejor de lo presente, lo que embellece y dignifica su vida. Todo rango es transitorio sin su sanción inapelable. Su imperio es superior a la coacción y la violencia. Las temen los poderosos y hacen temblar a los tiranos. Su heraclia firmeza vence, más pronto que tarde a la injusticia, hidra generadora de la inmoralidad social actual.
El hombre que atesora esas fuerzas adquiere valor moral, recto sentimiento del deber que condiciona su dignidad. Piensa como debe pensar, dice como siente, obra como quiere. No persigue recompensas ni le arredran desventuras. Recibe con serenidad el contraste y con prudencia la victoria.
Acepta las responsabilidades de sus propios yerros y re usa su complicidad con los errores ajenos. Sólo el valor moral puede sostener a los que impenden la vida por su arte o por su doctrina, ascendiendo al heroísmo. Nada se le parece menos que la temeridad ocasional del matamoros, del pretoriano, del nazi, del fundamentalista o del totalitario, que afrontan riesgos estériles por vanidad o por mesada.
Una hora de bravura episódica no equivale al valor de Sócrates, de Spinoza, del Dr. Saveu H. Edatam, constante convergencia de pensamientos y de acción, pulcritud de conducta frente a las insanas supersticiones del pasado y a la avaricia del presente.
Las fuerzas morales, no son virtudes de catálogo, sino moralidad viva. El perfeccionamiento de la ética no consiste en reglosar categorías tradicionales. Nacen, viven y mueren, en función de las sociedades; difieren en el Rig-Veda y en la Ilíada, en la Biblia y en el Corán, en el Romancero y en las Enciclopedias. Las corrientes de los catecismos usuales, poseen el encanto de una abstracta vaguedad, que permite acomodarlas a los más opuestos intereses. Son viejas, multicelulares; están ya apergaminadas. Las cuatro virtudes cardinales: Prudencia, Templanza, Coraje y Justicia, eran ya para los socráticos, formas diversas de una misma virtud: la Sabiduría. Las conservó Platón, pero supo idealizar la virtud en un concepto de armonía universal. Aristóteles, en cambio, las descendió al ras de la tierra, definiendo la virtud como el hábito de atenerse al justo medio y de evitar en todo los extremos. De ésta visión no se apartó Tomás de Aquino, que a las cardinales del estagirita agregó los teologales, sin evitar que sus continuadores las complicáran. Estáticas, absolutas, invariables, son frías escorias dejadas por la fervorosa moralidad de culturas pretéritas, reglas antibiológicas que, de tiempo en tiempo, resucitan nuevos retóricos de añejas teologías. Poner la virtud en el justo medio fue negarle toda función en el desenvolvimiento moral de la humanidad; punto de equilibrio entre las fuerzas contrarias que se anulan, la virtud resultó, apenas, una prudente transacción entre las perfecciones y los vicios.
La concepción dinámica del universo relega a las vitrinas de un museo esas momias éticas, inútiles, ya para el devenir de la moralidad en la historia humana. Sólo merecen el nombre de virtudes las fuerzas que obran en tensión activa hacia la perfección, funcionales, generadoras.
En su vidente libro de juventud escribió Renán..: "El gran progreso de la reflexión moderna ha sido sustituir la categoría del devenir a la categoría del ser, la concepción de lo relativo a la concepción de lo absoluto, el movimiento a la inmovilidad". Pocas sentencias son más justas que las del sutil maestro del Idealismo.
Para una joven generación de principios del siglo XXI, en Chile, es esencial conocer las fuerzas morales en las sociedades contemporáneas y que en la actualidad se encuentran en estado latente, por el miedo existente en una sociedad desmembrada. Estas virtudes, aunque lo parezcan, no descansan bajo ninguna cúpula, ni siquiera la del terror. Más que enseñarlas o difundirlas, en la actualidad conviene despertarlas en la juventud que virtualmente las posee.
Si la catequesis favorece la perpetuación del pasado, la mayéutica, es propicia al florecimiento del porvenir.
Dichosas las nuevas generaciones de Oficiales Policiales, los chilenos y los pueblos de América Latina si los jóvenes de las nuevas generaciones, descubren en sí mismo, las fuerzas morales necesarias para la magna obra…: Desenvolver la justicia social en una nacionalidad continental.
"Jóvenes son todos los que no tienen complicidad con el pasado". Atenéa inspira su imaginación, da pujanza a sus brazos, pone fuego en sus corazones. La serena confianza en un Ideal convierte su palabra en sentencia y su deseo en imperio. Cuando saben querer, se allanan a su voluntad las cumbres más vetustas. Savia renovadora de los pueblos, ignoran la esclavitud de la rutina y no soportan la coyunda de la tradición ni de la traición. Sólo sus ojos pueden mirar hacia el amanecer, sin remordimiento. Es privilegio de sus manos, esparcir semillas fecundas en surcos vírgenes, como si la historia comenzara en el preciso momento en que forjan sus ensueños.
Cada vez que una generación envejece y reemplaza su ideario por bastardos apetitos, la vida pública se abisma en la inmoralidad y en la violencia.
En esa hora deben los jóvenes empuñar la antorcha y pronunciar el verbo; es su misión renovar el mundo moral y en ellos ponen su esperanza los pueblos que anhelan ensanchar los cimientos de la justicia. Libres de dogmatismo, pensando en una humanidad mejor, pueden aumentar la parte de felicidad común y disminuir el lote de comunes sufrimientos.
Es ventura sin par la de ser jóvenes en momentos que serán memorables en la historia de Chile. Las grandes crisis ofrecen oportunidades múltiples a la generación incontaminada, pues inician en la humanidad una fervorosa reforma ética, ideológica e institucional. Una nueva conciencia histórica deviene en la Patria y transmuta los valores tradicionales de la Justicia, el Derecho y la Cultura.
Intérpretes de ella, los que entrarán a la vida Institucional de Carabineros de Chile, sembrando fuerzas morales generadoras del porvenir, desafiando el recrudecer de las actuales resistencias inmorales que apuntalan el pasado.
Los jóvenes cuyos ideales expresan inteligentemente el devenir constituyen una nueva generación, de "buenistas" que es tal por su espíritu, no por su edad. Basta una sola actitud, pensadora y actuante, para dar a los Carabineros de Chile, personalidad en la nación. La justa previsión de un destino común permite unificar el esfuerzo e infundir en la vida social normas superiores de solidaridad, de las que actualmente carecemos.
El siglo XX se cansó de inválidos y de sombras, de enfermos y de viejos, de hipocondríacos, de obesos de paranoicos y de mentirosos. En el siglo XXI no se puede seguir creyendo en las virtudes de un pasado que hundió al mundo en la maldad y en la sangre. Todo se espera de una juventud entusiasta y viril. (donde viril
NO es tener mucho sexo).
La juventud es levadura moral de los pueblos y las Instituciones. Cada generación anuncia una aurora nueva, la arranca de la sombra, la enciende con su anhelar inquieto. Si mira alto y lejos, es fuerza creadora. Aunque no alcance a cosechar los frutos de su siembra, tiene segura recompensa en la sanción de la posteridad. La antorcha lucífera no se apaga nunca, cambia de manos.
Cada generación de oficiales abre las alas donde las ha cerrado la anterior, para volar más lejos.
Cuando una generación las cierra en el presente, no es juventud, sufre de senilidad precoz. Cuando vuela hacia el pasado, está agonizando; peor, ha nacido muerta.
Los hombres que no han tenido juventud piensan en el pasado y viven en el presente, persiguiendo las significaciones inmediatas que son el premio de la domesticidad y el servilismo. Débiles por pereza o miedosos por ignorancia, medran con paciencia y algunos medios de más, pero sin alegría. Tristes, resignados, escépticos, acatan como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden en su propio beneficio. De seres sin ideales ninguna grandeza esperan los subordinados, de esta desorganización ética, nada puede esperar un pueblo.
La juventud sana reúne el entusiasmo por el estudio y la energía para la acción, que se funden en el gozo de vivir. El joven que piensa y trabaja es optimista; acera su corazón a la vez que eleva el entendimiento. No conoce el odio ni le atormenta la envidia. Cosecha las flores de su jardín y admira las del ajeno. Se siente dichoso entre la dicha de los demás. Ríe, canta, juega, ama, sabiendo que el hado es siempre propicio a quien confía en sus propias virtudes generadoras.
La juventud es prometéana cuando asocia el ingenio y la voluntad, el saber y la potencia, la inspiración de Apolo y el heroísmo de Hércules. Un brazo vale cien brazos cuando lo mueve un cerebro ilustrado; un cerebro vale cien cerebros cuando lo sostiene un brazo firme. Descifrar los secretos de la naturaleza, en las cosas que la constituyen, equivale a multiplicarse para vivir entre ellas, gozando sus bellezas, comprendiendo sus armonías, dominando sus fuerzas. A la delincuencia no se le gana con la fuerza, no se le controla con los años de servicio. Se le vencerá sólo con el ingenio y la voluntad, con el saber aplicar la potencia, con la inspiración de Apolo y el heroísmo de Hércules, pero por sobre todo, se le vencerá con la única fuerza que vence, la Fuerza Moral.
Los hombres envejecidos no ven la magnitud de ambos problemas. Niegan la urgencia de asentar sobre más justas bases el equilibrio social; niegan la necesidad de solidarizar nuestro pueblo, como única garantía de su independencia futura. Es misión de los futuros Oficiales de Carabineros de Chile, o de las futuras policías preventivas tomar a estos ciegos de la mano y guiarlos hacia el porvenir. Arrastrándolos si dudan; abandonándolos si resisten.
Todo es posible, menos convencerlos.
A cierta altura de la vida la ceguera es un mal irreparable. Los futuros Oficiales perderán su tiempo cuando esperen el impulso de los viejos. Es más razonable obrar sin ellos, como hicieron otrora los próceres, cuando supieron hacerse independientes y sembrar veinte gérmenes de una gran civilización continental.
Entusiasta y osada ha de ser esta juventud. Sin entusiasmo no se sirven hermosos ideales, sin osadía no se acometen honrosas empresas. Un joven escéptico está muerto en vida, para sí mismo y para la sociedad. Un entusiasta, expuesto a varias equivocaciones, es preferible a un indeciso que no se equivoca nunca. El primero puede acertar; el segundo jamás.
El entusiasmo, era ya para los platónicos una exaltada inspiración divina que encendía en el ánimo el deseo de lo mejor. El entusiasmo es salud moral; embellece el cuerpo más que todas las piochas y condecoraciones, más que todos los diplomas; prepara una madurez optimista y feliz.
El joven entusiasta corta las amarras de la realidad y hace converger su mente hacia un ideal; sus energías son puestas en tensión por su voluntad y su adrenalina le enseña a perseguir la quimera soñada. Olvida las tentaciones egoístas del camino que empiezan en la prudencia y acaban en la cobardía; adquiere fuerzas desconocidas por los tibios y los timoratos.
El enamorado de un ideal, de cualquier ideal-pues sólo es triste el que no tiene ninguno, -es una chispa; contagia a cuanto le rodea el incendio de su ánimo apasionado. Los entusiastas despiertan los temperamentos afines, los conmueven, los afiebran, hasta atraerlos a su propio camino ;obran como si todo obedeciera a un gesto, como si hubiera fuerza de imán en sus deseos, en sus palabras.
La juventud termina cuando se apaga el entusiasmo ,no cuando han pasado muchos años, entonces, en la actualidad tenemos una policía vieja, porque los que supuestamente debieran pensar para dirigirla, no tienen el entusiasmo necesario para cumplir los objetivos fundacionales de Carabineros de Chile.
No hay mayor privilegio que conservar el entusiasmo hasta bien entrada la edad viril; es don de pocos y parece un milagro en quien lo atesora hasta la ancianidad. Como Sócrates a su demonio inspirador.
En ese único secreto reside la eficacia de los escritores fieles a su doctrina y que saben afirmarla, proclamarla, repetirla: en cien formas, como las del torbellino, apasionadas. Son los heraldos de su tiempo y encuentran eco en el corazón de la juventud, siempre esquiva al razonamiento frío, enemiga de los sofistas solapados y de los capciosos contemporizadores. Sólo cosechan simpatía los que siembran su propio entusiasmo.
La juventud escéptica y dócil es flor sin perfume. De jóvenes sin credo, que no significa falta de religión, se forman cortesanos que mendigan favores en las antesalas, retóricos que hilvanan palabras sin ideas, abúlicos que juzgan la vida sin vivirla: valores negativos que ponen piedras en todos los caminos para evitar que anden otros lo que ellos no pueden andar. La juventud obsesionada por las religiones o por la fe, sin ser su medio de vida, son incapaces de sentirse seguros materialmente. La fe no necesariamente puede centrarse en Dios o en algún tipo de creencia, los comportamientos sociales de los últimos se han encargado de demostrarlo.
El hombre que se ha marchitado es una juventud apática, por no haber vivido a tiempo, llega pronto a una vejez pesimista. Es esta otra razón filosófica de la incapacidad operacional de Carabineros, las actuales autoridades, perdieron más de 30 años, o sea, toda su madurez joven en actividades militares, no policiales, como dice el vulgo "gatos de chalet".
La belleza de vivir hay que descubrirla pronto, si no eres feliz en lo que haces como medio para ganarte la vida, te transformas en un "ganapán", que es la peor enfermedad, el cáncer de la burocracia y un schock en las policías. Si no lo descubres pronto o, peor si lo "encubres" por la incapacidad de desarrollarte en otro campo, nunca lo descubrirás.
Solo el que ha poblado de ideales su juventud y ha sabido servirlos con fe entusiasta, puede esperar una madurez serena y sonriente, bondadosa con los que no pueden y tolerante con los que no saben.
Los ideales dan confianza en las propias fuerzas. Concluimos que para ser entusiastas no basta ser joven de años, hay que formarse un ideal, sobreponiéndose a las imperfecciones de la realidad actual y concibiendo por la imaginación, por la creatividad individual sus perfecciones posibles. Para servirlo eficazmente, hay que entregarse a él, al ideal, sin reservas. Y debe ser fruto de las propias habilidades y experiencias si ha de embellecer su vida con los resultados generados con su accionar; el que se apasiona ciegamente, es un fanático al servicio de pasiones ajenas, pierde su independencia como persona. Sin estudio ni cuestionamiento positivista no se tiene ideales, sino fanatismos; el entusiasmo vidente de los hombres que piensan no es confundible con la exaltada ceguera de los ignorantes, que encubren su carencia en la fuerza de la manada en falsos honores o en diplomas.
El entusiasmo es incompatible con la superstición; el uno es fuego creador que enciende el porvenir, la otra es miedo paralizante que se refugia en el pasado. El entusiasmo acompaña a las creencias optimistas, la superstición a las pesimistas. Aquél es confianza en sí mismo, ésta es renunciamiento y temor a lo desconocido. Los entusiastas saltan cada amanecer el cerco de un jardín para aspirar el perfume de nuevas flores; los supersticiosos entran cada crepúsculo al mismo cementerio; El entusiasmo es ascua; la superstición es ceniza.
"La inercia frente a la vida es cobardía". Un hombre incapaz de acción es una sombra que se escurre en el anónimo de un pueblo. Para ser chispa que enciende, fuego que templa, arado que ara, debe llevarse el gesto hasta donde vuele la intención.
No basta en la vida pensar un ideal, hay que aplicar todo el esfuerzo en su realización. Cada ser humano es cómplice de su propio destino; miserable es el que mal precia su dignidad, esclavo el que se forja la cadena, ignorante el que desprecia la cultura, suicida el que vierte la estricnina en su propia copa
No debemos maldecir la fatalidad para justificar nuestra pereza; antes debiéramos preguntarnos en secreta intimidad; ¿volcamos en cuanto hicimos toda nuestra energía?, ¿pensamos bien nuestras acciones primero, y pusimos después en hacerlas la intensidad necesaria?.
La energía no es fuerza bruta; es pensamiento convertido en fuerza inteligente. El que se agita sin pensar lo que hace, no es un energeta, ni lo es el que reflexiona sin ejecutar lo que concibe. Deben ir juntos el pensamiento y la acción, como brújula que guía y hélice que empuja, para ser eficaces. "Ahonde más su arado el labriego para que la mies sea proficua"; "haga más hijos la madre para enjardinarse el hogar"; "ponga el poeta más ternura para invitar corazones".
La acción carece de eficacia cuando escasea la energía. Para adaptarse a la naturaleza y transformarla en beneficio propio, el hombre debe obtener el rendimiento máximo de su esfuerzo ordenado y continuo. En las grandes y en las pequeñas contingencias la acción debe ser la suficiente para alcanzar el resultado, sin que vacile en mitad del camino, sin que desmaye al llegar a la meta.
"El pensamiento vale por la acción que permite desarrollar". El hombre piensa para obrar con más eficacia y multiplicar el área en que desenvuelve su actividad. Corrompen el alma de la juventud los retardados filósofos que aun la entretienen con disputas palabristas, con demagogia, en vez de capacitarla para tratar los problemas que interesan al presente y al porvenir de la humanidad. Los jóvenes deben ser actores en la escena del mundo, midiendo sus fuerzas para realizar acciones posibles y evitando la perplejidad que nace del meditar sobre finalidades absurdas, abusivas o injustas.
El primer mandamiento de la Ley humana, o sea del derecho natural, por sobre todas las que se puedan creer, es aprender a pensar; el segundo es hacer todo lo que se ha pensado. Aprendiendo a pensar se evita el desperdicio de la propia energía; el fracaso en todas las acciones humanas. Individuales o institucionales son debido a simple ignorancia de las causas que lo determinan. Para hacer bien las cosas, para controlar la delincuencia, toda la delincuencia, hay que pensarlas certeramente. No las hacen bien los que las piensan mal, equivocándose en la evaluación de sus fuerzas; como el niño que, errando el cálculo de la distancia insiste en tirarle piedras al sol que se esconde en el horizonte.
Nunca se equivoca quien ha aprendido a medir las cosas a que aplica la energía, no se arredra jamás quien ha educado su eficacia mediante el esfuerzo coordinado y sistemático. La confianza en sí mismo, lo asegura el Dr. Saveu H. Edatam, los sicólogos y siquiatras, es una elevación de su propia temperatura moral; llegando al rojo vivo se convierte en fe, que hace desbordar la voluntad con pujanza de avalancha. Así ocurre a los genios: viven todo ideal que piensan, sin detenerse por la incomprensión de los demás, sin perder tiempo en discutirlo con los que no lo han pensado.
"La energía juvenil crea la grandeza moral de los pueblos". Cada generación de Oficiales debe llegar como ola vigorosa a romperse contra la mole del pasado para hermosear la historia con el iris de nuevos ideales; juventud que no embiste, es peso muerto para el progreso de su institución y de su pueblo, No podemos dejar de insistir, que la policía perdió al menos 25 años de progreso. Los que hoy mandan en Carabineros están estáticos al ver su derrota y buscan afanados mil argucias, incluso la pretenden justificar en la falta de medios, pero en verdad, como hemos dicho antes, no ha coincidido la capacidad de pensar con el entusiasmo por la acción, ya que esta ecuación perjudica el bienestar personal y el progreso económico de los Jefes, en perjuicio de la sociedad que se siente defraudada por tener una policía inoperante y que no hace mayores protestas de estas falencias inconstitucionales por el terror que esos mismos 25 años se ha aplicado sobre la gente.
La energía es virtud juvenil; quien no la adquiere precozmente, muere sin ella, incluyendo las Instituciones. Solo la juventud tiene la mente plástica para abarcar el panorama de la vida y el brazo elástico para vencer las resistencias ancestrales. ¿Cuántas veces hemos escuchado? "escoba nueva siempre barre bien". Lo mismo pensaron los Asesores del General Carlos Ibañez del Campo, cuando fundieron las policías, creando los Carabineros de Chile en abril de 1927. La verdadera historia Institucional, la sin falsos héroes, la con estadísticas reales, la que prefería el servicio en la población a los desfiles militares, la que solo tenía 5 generales y ellos estaban directamente ligados al servicio de seguridad, la que no necesitó de cofradía de alguaciles y falsos amigos que profitan de las facilidades otorgadas por las debilidades que da la inoperancia; la que los Oficiales gustaban de su "pega" y eran conocidos en todo el barrio por sus buenas acciones.
Todas estas razones sobre la distorsión del equilibrio entre el pensamiento y el accionar han impedido el desarrollo funcional de Carabineros y lo que es peor, ni siquiera ese escaso pensamiento y capacidad les permite aceptar críticas… so amenazas de penas del infierno.
Los hombres y mujeres sin energía no cooperan en cosa alguna de común provecho; dudan y temen equivocarse, porque no han sabido pensar. Y nunca adquieren la confianza en sí mismos y la fe en los resultados, indispensables para acometer empresas.
La eficacia personal finca en la cultura y en los ideales, pero no es más eficaz el que más cultura tiene como hemos dicho, sino el que la sabe aplicar; en Carabineros la cultura y la capacitación personal, solo se ha basado en el mejoramiento económico y el bienestar laboral, la Institución en términos generales no se nutre de esta cultura, es más, le resulta generador de envidias y apatías que finalmente disocian a los funcionarios, constituyendo esto otro factor de inoperancia funcional; la apatía del indolente y el fracaso de los agitados se incuban en la rutina y en la ignorancia. La incapacidad de prever y de soñar obstruye la expansión de la personalidad.
Entonces, tenemos que los que se dedican a estudiar para capacitarse, que supuestamente son los más habilidosos, no se dedican al control de los delincuentes dejándole esa función a los menos habilidosos o menos aptos, lo que es un ilógico para la función policial. Cuando los más aptos se han capacitado con todas las facilidades y mejores sueldos, la mayoría se acoge a retiro con todos los beneficios y los que no, quedan en lugares de oficina alejados de la parte funcional u operacional de la seguridad. Entonces, los menos habilidosos o menos capacitados, son los que están enfrentando a los delincuentes por menos sueldo. Es esta la clave, aunque nadie lo quiere reconocer del porqué las estadísticas de la inseguridad ciudadana tienen alarmados a los ciudadanos honestos.
Educando la energía, enseñando a admirarla, se plasmarán nuevos destinos de los pueblos, con más seguridad, con nuevas policías. Repitamos a la juventud chilena que ningún hermoso ideal fue servido por paralíticos y obstusos.
No pueden marchar lejos los tullidos mentales. Ni contemplar los ciegos un hermoso amanecer. Los jóvenes que no saben mirar hacia el porvenir y trabajar para él, son miserables lacayos del pasado y viven asfixiándose entre sus escombros.
"Después de pensar, querer". La decisión oportuna es el secreto de los grandes caracteres. Por el pensamiento medimos, en toda empresa, nuestra fuerza ante los obstáculos; equivocarse es una culpa. Una vez pronunciado el sí!- claro, recto como un rayo de luz – la voluntad debe ser inflexible. Vacilar en mitad del camino es traicionar el pensamiento, desfallecer es repudiarlo. Las experiencias y la historia ha demostrado que Carabineros de Chile, o mejor dicho que la Dirección General de Carabineros, a contar de 1970, distorsionó el pensamiento de las personas que fundaron la Institución, en esos momentos, traicionaron el objetivo básico…: "defender a la ciudadanía de los delincuentes".
Los sucesivos Directores Generales y sus asesores directos situados en el Consejo Asesor Superior, creado por el General Inspector Sr. Julio De La Fuente Duarte (mi tío) en l978, han perdido el rumbo prefiriendo el pago del servilismo y la mansedumbre con cómodos cargos y bien remunerados (SINECURAS), en perjuicio siempre de la sociedad toda. Ahora, en el año 2000 no hay mecánico que arregle el embrague de ese motor agotado, porque el dueño del vehículo tiene miedo de quien lo maneja y este conductor, no ha sabido aprovechar la potencia de la máquina ni llevarlo por un camino menos pedregoso y se ha enfrentado a la inseguridad ciudadana, por simple "tozudez" y por falta de seso, con la improductividad de sus policías, que resiente a la sociedad toda.
La voluntad sana jamás traiciona ni repudia; cuando falla el hombre, la Institución es una escoria y solo se sostiene en el miedo de los cobardes que no se atreven a innovar.
Por tanto, sin firmeza de conducta no hay moral, no puede haberla. Las buenas intenciones que no se logran cumplir son la caricatura de la virtud. Esto es en la actualidad Carabineros de Chile. Los hombres sin voluntad se proponen a volar y acaban arrastrándose, persiguen la excelencia y se enlodan en la ciénaga. Conciben poemas y ejecutan críticas, sueñan vivir intensamente y se agitan en perpetua agonía.
Nunca dicen "hago", que es la fórmula del hombre sano; prefieren decir "haré", que es el lema de la voluntad enferma. Miles de declaraciones que a diario vemos en los medios de comunicación lo aseguran y nadie se atreve a decirlo, porque en la actualidad la sociedad le teme a Carabineros, porque los hechos han demostrado que impera el espíritu de cuerpo sobre la lógica, sobre la justicia. La experiencia ha demostrado que Carabineros NO resiste una simple crítica, por todo lo que antes hemos expuesto.
Toda personalidad grande o pequeña, individual o colectiva, posee principios que orientan su acción, solo puede sentirse libre la que es capaz de seguirlos, sobreponiéndose a cuantas contingencias intenten desviarla.
La voluntad no es frágil juguete de un albedrío absurdo; su tensión es más grande cuanto más lógicamente responde a las premisas del carácter y su eficacia se multiplica al aplicarse a la realización de fines bien pensados.
Es una matemática muy simple, el que sabe querer, puede querer, el que no sabe solo debe justificar su incapacidad de querer, o sea su odio.
"La voluntad se prueba en la acción". Existen ciertamente empresas desatinadas y es de ignorantes el emprenderlas; pero es mayor el número de las que se miran como imposibles por falta de voluntad para ejecutarlas. ¿No le parece que esta es la explicación para el control delictual?. Todos estamos de acuerdo en que los holgazanes no emprenden nada y pretenden justificarse desacreditando las empresas ajenas o la falta de medios; si algo comienzan, obligados por las circunstancias, nunca llegan al término de su obra. Vacilan y dudan, tropiezan y caen y cuando no caen, es porque el sistema todo está totalmente corrupto e imperiosamente hay que partir de nuevo más temprano que tarde.
Tenemos harina porque el segador no duda ante la espiga madura; estatuas porque el dudar no paraliza la mano del artista; ciencia, porque no vacila el sabio al entrar al laboratorio; poemas, porque el poeta no se detiene a discutir la utilidad de su canto; amor prole, y moral, porque el corazón no duda en latir, ni el hijo al nacer, ni la virtud al obrar. Y todo ello es vida intensa, que solo la merecen vivir los hombres de rectilíneo querer.
En las voluntades enfermas se apaga la esperanza de la perfección. La conquista de la personalidad y el entusiasmo por un ideal tórnase imposibles cuando flaquea el esfuerzo que ponemos en perfeccionarnos. Ahora, una Institución está enferma cuando sus componentes, pretenden perfeccionarse a través de la comodidad personal y la adquisición de bienes materiales, entonces, hay que variar el concepto de perfección colectivilizándolo, porque en este caso y bajo el punto de vista de la casi totalidad de los dirigentes de Carabineros, se creen y sienten perfectos e inigualables y hasta puede que así sean algunos, pero la práctica ha demostrado que puede que ellos sean perfectos como personas, más en el conjunto, no son perfectos y están muy lejos de serlo en la parte laboral, ya que no han logrado su objetivo fundacional, el control de la delincuencia.
Los hombres maduros, sabemos que las más frecuentes infelicidades arraigan en nuestra propia pereza y si no lo sabemos es porque o no somos lo suficientemente hombres o no estamos maduros, por lo tanto, la sociedad primero debe detectar el problema, que todos sabemos es la inseguridad ciudadana, luego determinaremos quién se encargará de solucionar ese problema, si es capaz, dotarlo de medios, siempre que sea capaz de solucionarlos.
Como en este caso se trata de problemas delictuales o contravenciones legales, nuestros representantes deben contar además con el respaldo de las fuerzas morales, ya que todos también sabemos, que no "podemos dejar al perro cuidando la carnicería", aquí no basta afirmar que el diablo es un ángel rebelde y que por eso lo echaron del cielo. En las policías sanas lo que realmente vale es la actitud y la verdadera experiencia, nunca la jerarquía o el mando.
El respaldo moral, por ejemplo, se pierde cuando los Jefes de Carabineros a través de la "pomposamente" llamada Academia de Ciencias Políticas, dependiente del Instituto Superior se permite dar dos grados académicos de "MAGISTER", toma ya!, en criminología y seguridad pública y Educación Social preventiva a los operadores que son el mercado más cautivo de la economía nacional, con patrocinadores y todo… pero es que estos señores van perdiendo por goleada y no le han ganado a nadie, ni a los simples raterillos, porque no estamos hablando de delitos mayores, estamos hablando de simples delitos.
El respaldo moral se pierde cuando la Universidad Bernardo O"Higgins, se permite dar un post-grado en seguridad ciudadana con profesores como el General (r) de ejército Raúl Eduardo Iturriaga Neumann, procesado en varias oportunidades por violación de los derechos humanos, y muchos otros supuestos catedráticos, cuyo currículum es moralmente inaceptable.
Son militares y ni siquiera son ex Carabineros o de Investigaciones, todos presentan un currículum plagado de procesos en calidad de autores directos, cómplices o encubridores, también como ayudistas y responsables intelectuales. Es tan simple, como si un minero enseñe a pescar a un marinero o tan ridículo como cuando el Bafona, Ballet Folklórico Nacional, enseña cueca chilota en los pueblos de esa Isla.
Y otros ejemplos que resultan tan descarados e inmorales como los anteriores. Todos son MORALMENTE NULOS y hasta podrán ser justificados por sus autores, así mismo debiera suspenderse la acreditación ante los Ministerios de Educación, de Trabajo y de Defensa, de todos los Institutos y Universidades que los imparten y finalmente, no es moralmente posible para una sociedad sana, que criminales reconocidos estén enseñando la aplicación del derecho o como controlar a la delincuencia a quiénes en definitiva, son lo representantes de la sociedad toda para esa función. A la distancia y con el tiempo lo veremos como una película de "Fellini", increíble, pero cierto.
El barco, señores, no avanza si el marino soñoliento no abre sus velas a la hora propicia, se desvía de su derrotero si el piloto no da a tiempo el buen golpe de timón. Por eso, la voluntad debe ser siempre lista para actuar; un solo minuto de vacilación puede perder al hombre, si en ese minuto coincide la oportunidad.
En verdad, más del 30% de los casos resueltos por la policía, se debe al factor azar, o sea, a la suerte de que justo estaban ahí o pasaban simplemente y más del 50% restante se debe a la información voluntaria de terceras personas. Solo entre el 5 y el 10% del éxito, es una producción real y objetivamente, un logro de la aplicación de la voluntad. Con este rendimiento, cualquier empresa pública o privada, quebraría en menos de un año.
Solo los necios se consuelan confiando en la Providencia; es más seguro, y más digno confiar en las fuerzas propias.
Es mejor ayudarse que esperar ilusoria ayuda, entonces a qué se debe que las policías pidan ayuda a la ciudadanía para tener éxito en una actividad que es su obligación cumplir. ¿No es como pedirle al carnicero o al panadero que te ayude a mitigar el hambre? o que te ayuden a encontrar trabajo para poder pagarles por sus productos. ¿Es o no una cuestión de moral?.
Para hacer lo que se ha decidido, la ocasión suele sobrar al hombre; lo que le falta generalmente es la voluntad en el momento propicio.
La incapacidad de querer, engendra miedo de vivir. Tanto se apaga la vida como decrece la voluntad. La pereza y la inacción son los gérmenes de la miseria moral; el hábito de holgar suprime en los parásitos la aptitud para el trabajo. La abulia es el castigo final de los perezosos; no es en ellos una desgracia, sino una culpa. Se adquiere por obra del paciente mismo, como las enfermedades vergonzosas.
Carabineros de Chile en un estudio de rendimiento objetivo, produjo la curva de su máxima perfección entre el año 1930 y 1960, cuando empezó una curva descendente, hasta 1973, cuando cayó en una "picada" de la que no se ha podido recuperar en 27 años, porque desde 1973 hasta 1978 aproximadamente, simplemente las funciones policiales fueron escasas, casi nulas, considerando también que el conocimiento de los hechos históricos y los Tribunales han determinado, que la mayor criminalidad se produjo entre esas fechas y lo que es peor con participación directa de funcionarios activos de Carabineros. En conclusión ya no controlaron o evitaron los delitos, sino que los gestaron, lo que les quita todo respaldo moral y ético, imposible de borrar para una sociedad que se quiera sanar.
Los filósofos aseguran "La vida humana es gimnasia incesante de funciones armónicas", el Dr. Saveu H. Edatam, dice "Deber natural del hombre es ejercitar su brazo y su mente; quien viola ese deber comete una inmoralidad".
Este autor con respecto a Carabineros de Chile acuñó la siguiente frase; "Los órganos se amodorran y el espíritu se envilece". Pero en los hechos, la inercia, la inoperancia y la distracción en otras actividades opaca la vida de los holgazanes, tornándolos incapaces de hacer cosa alguna para sí mismos y para los demás. Cruzarse de brazos ante un mundo moral que incesantemente se renueva, es suicidarse, es morir de sed, junto, a la vera De La Fuente de la vida.
Quien haya atentado así contra su dignidad, debe adecuarse reeducando las funciones de su organismo y de su entendimiento. El que no reconoce que está enfermo, recorre el doble del camino para recuperarse, el que se quiere sanar solo, lo acompaña. Para aprender de nuevo a ejecutar lo que se piensa es necesario olvidar la palabra "mañana".
Ahora o nunca, "mañana" es una mentira piadosa con que se engañan las voluntades moribundas.
Son hombres los que harán su propio surco. Toda creación es fruto de la libre iniciativa y llega a su término sostenida por sentimientos de total independencia.
Cuando has aprendido a querer y sabes lo que quieres, no te detengas en buscar fuera de ti los medios para ejecutarlo.
Ahora hagamos el siguiente ejercicio:
Si Carabineros pretende saber lo que quiere, porque así lo aseguran sus autoridades, ¿porqué no lo hace? y justifica su inoperancia en la falta de medios o dotación.
Carabineros, bajo el punto de vista de este autor, carece de la fuerza moral, tanto de sus funcionarios en forma individual como colectivamente, caso contrario, resultaría que ese funcionario que se considere personalmente con la fuerza moral necesaria, tendría la "obligación moral" y el "deber legal" de denunciar, primero las incapacidades detectadas, o sea, reconocer que se es incapaz y segundo, denunciar los delitos cometidos por sus compañeros. Situaciones ambas que no han ocurrido desde hace bastante tiempo.
Y como este ejercicio de moralidad lo suponemos es un Ensayo serio, un solo ejemplo de los que tenemos muchísimos: Casi todos los días distintos medios de comunicación titulan sus primeras páginas con hechos policiales graves y entrevistan al ex coronel Pedro Valdivia, quien en la actualidad es el encargado de la seguridad ciudadana en una Municipalidad del barrio alto de Santiago, puede que sus consejos algunas veces sean acertados y la pregunta es ¿porqué no lo hizo cuando era Coronel de Carabineros? O la más grave ¿por qué no denunció con la misma fuerza y con publicidad a sus compañeros como el "negro Avila" o al "Blanco de la 6ta? Comisaría; a Julio Benimelli Ruz, a Carlos Millar Moretti a Manuel Díaz Vieyra a Carlos Villarroel Gamboa a Mackencie Miranda y a tantos otros próceres muertos y vivos, de doloroso recuerdo y que tienen entrampado el desarrollo nacional. Es este un ejemplo NETO de inmoralidad, ya no de doble estándar. Un sueldo de casi $2.000.000, es la justificante.
En la actualidad los Prefectos tienen en la seguridad privada un mercado nunca más cautivo, ya que ellos mismos prestan asesorías, cobrando por supuesto y en el más decente de los casos, presentan, o sea hacen de negociadores entre ex coroneles y las empresas privadas, actúan como verdaderos agentes comerciales, anegando el libre mercado.
Es por lo anterior, que a contar de septiembre de l973 la Institución Carabineros de Chile se descargó de aquellos funcionarios que atrevidamente osaron denunciar las incompatibilidades anteriormente descritas, con la función policial, recibiendo el triste resultado de una sanción social que perjudicó a cada una de esas familias
Entonces se da un contrasentido, entre lo moral y lo social, donde lo judicial ha resultado muy desesperadamente lento. Es así que los que actuaron moral y legalmente, en la actualidad son todos pobres, salvo los que han recibido algún tipo de ayuda familiar; y los ilegales e inmorales, tienen una buena situación económica formada, cuando no son ricos, muchos permanecen aún en la Institución y ejercen mando con resultados de casi nulo provecho para la sociedad.
Al respecto, no ha sido raro escuchar .."Si yo hubiera matado a un par de "huevones" no sería pobre" o "por decir la verdad, estoy en esta situación" o la mujer que majaderamente le dice a su marido… "tú, calla y obedece ¿qué te importa lo que pase?
Estas frases tienen todas un eco moral y solo en una sociedad gravemente enferma, el que defiende la moral y el derecho, sale perjudicado. Hay que rectificarlo a la brevedad
Ninguna escuela, ninguna secta, ninguna camarilla, podrá sentir como tú, intensamente, el ideal del arte, de verdad, de justicia que tú mismo has concebido y que solo tu puedes realizar. Poeta o filósofo, apóstol o artesano, ten confianza en ti mismo, no sigas rutas ajenas, no subordines tu voluntad a otras voluntades, no te ampares en las sombras que empañan ni persigas protecciones que atan. De los que saben más, aprende sin imitarlos; de los que ofrecen más, apártate, no pidas. Si eres capaz de realizar tu ideal no los necesitas, si te sientes impotente, nadie te capacitará para realizarlo.
Quiere, quiere con firmeza, con toda tu mente y con todo tu corazón, poniendo en el querer lo mejor de ti, la fe en tus fuerzas morales.
En Carabineros, es este el momento en que el individuo debe dejar de pertenecer a la manada, porque como hemos dicho antes, a lo mejor lograrás beneficios económicos, pero la experiencia nos ha demostrado, que a cambio se pierde la independencia, la felicidad, la tranquilidad en la vejez, la familia y todos esos valores morales que son importantísimos pero que son vitales a contar de los 50 años de edad. En resumen podrás tener bienes, pero no los disfrutarás, vivirás escondido bajo de esos bienes.
¿Porqué no aparecen ya jubilados en la vida pública, ni siquiera en la guía telefónica?; ¿qué esconden?; ¿de quién se esconden?.. ¿De un pasado poco honorable?.
El porvenir de los pueblos está en la libre iniciativa de los jóvenes. Que los pueblos se desarrollen en forma armónica es responsabilidad de las nuevas generaciones de Oficiales de una policía con fuerza moral, no con fuerza bruta.
Las nuevas generaciones de Oficiales de policía, se medirán por el inquieto afán de renovarse, por el deseo de emprender obras dignas y no hay obras dignas a la fuerza, se destacarán por la incesante floración de sueños capaces de embellecer la vida. Joven es quien siente dentro de sí la fuerza de su propio destino, quien sabe pensarlo contra la resistencia ajena, quien puede sostenerlo contra los intereses creados. Sin ideales no puede haber iniciativa, no hay iniciativa a la fuerza; a la fuerza, no hay creación.
A los delincuentes se les gana con imaginación; a los delincuentes se les gana por goleada antes de que empiecen el partido.
El gran defecto de Carabineros de Chile, es que impide la libre iniciativa por tratarse de una organización militarizada. La libre iniciativa, permite adelantarse a los demás y es este el gran defecto de Carabineros, falta prevención. El que se resigna a recorrer caminos consuetudinarios envejece prematuramente y se torna esclavo de la costumbre. El que no osa leer un nuevo libro, encenderse por un nuevo anhelo, acometer una nueva empresa, escuchar las críticas, simplemente ha renunciado a vivir. Es sombra de ajenas voluntades, hoja otoñal que arrastran todos los vientos, pieza mecánica de un engranaje cuyo resorte ignora.
La libre iniciativa es un renunciamiento a la complicidad de los demás y se revela en toda rebelión a la rutina: buscando una verdad, transmutando un valor estético, corrigiendo una injusticia, inventando en las artes o en las industrias, irrigando un campo, formando una biblioteca, plantando un rosal.
Todo progreso es variación e implica rebeldía, como dicen los Carabineros, presenta actitud "díscola"; "desobediente"; "indócil"; "insumiso"; "indisciplinado". Entonces nuevamente, tenemos la moral en contra del sistema militarizado.
En Carabineros de Chile, simplemente "todas las buenas ideas son del jefe" y las malas son falta de respeto e indisciplina.
Todo progreso es variación, así ha sido desde el Homus Erectus, es propio de la juventud, por tanto de las nuevas generaciones de Oficiales policiales plasmar los perfeccionamientos; es inherente a la vejez oponerse a toda innovación. Cuando se pierde la libre iniciativa desaparece el carácter; el hombre tórnase parásito de la sociedad, obra por impulso ajeno, se marchita, es por eso que está tan preocupado de la apariencia y de que brille el uniforme, de las piochas y galones, que en definitiva es su escondite, es la penumbra.
Deja de ser el mismo. No existe. Y no existiendo no sirve para el pueblo no contribuye al porvenir, hay que reemplazarlo, cuando menos hacerle profundas modificaciones.
Merece llamarse hombre libre el que tiene capacidad de iniciativa frente a la coerción ajena, la libertad moral es la aptitud para obrar en el sentido determinado por la propia experiencia, imprimiendo a la conducta el sello inequívoco de la personalidad.
Ahora, el general (r) de ejército Augusto Pinochet Ugarte, el afán de poder y servilismo del general Mendoza y la cobardía de la gran mayoría de los generales, coroneles y jefes, le impuso a Carabineros una determinada personalidad por medio de la fuerza, en complicidad con la ignorancia unánime y el miedo. Esa personalidad militarizante, es en la actualidad destructiva para una sociedad civilizada.
A Carabineros entonces, hay que cambiarle la personalidad individual colectivizada, porque dicha personalidad es opuesta a los intereses morales del pueblo de Chile.
Los encargados de cambiar esa personalidad, aplicando mayor pensamiento que fuerza, deben ser, por tanto personas, que no presenten el mismo círculo defectuoso, o sea, tengan los conocimientos necesarios, avalados más por la experiencia que por los honores, un respaldo moral incuestionable y NO ESTEN comercializados. Como los Carabineros presentarán un ostracismo defendido con fuerza, además de las características anteriores, el rectificador o modificador, también debe aportar un poquito de valentía expresada en la convicción de su NUEVA doctrina institucional.
La dependencia es incompatible con la dignidad. "Los mansos y los ignorantes", son "mensos y desafiantes", por falta de confianza en sus propias fuerzas, entregan su destino a la complicidad de los demás. Todo lo esperan de la beneficencia providencial del Estado: Profesan los "catecismos" de sus Escuelas; obedecen las órdenes de sus funcionarios, esperan la protección de sus leyes, imploran la merced de sus favores. Su vida está basada en un potencial SINECURA.
Es en definitiva la matriz de la corrupción, que es un tema que tomaremos más adelante.
Sueñan, insistimos, con una "SINECURA" en la burocracia, (Ni saben de qué se trata esta palabra, se los explico: es un cargo retributivo, designado a "dedo", muchas veces innecesario y como es lógico da muy poco que hacer. Esta actitud es la génesis misma de la corrupción y lo que la gente común piensa de los Partidos Políticos).
En resumen saben de memoria la Ley de las jubilaciones y sus beneficios.
Con tales hombres nada se progresa ni se renueva, sino con los que estudian, quieren y hacen. Ahora, ya lo hemos tocado anteriormente, los que estudian sirviéndose de la Institución para en nada compensarla, la degradan más que beneficiarla y de este actuar sale perjudicada la sociedad. El que se agranda a sí mismo obviamente sirve mejor a su pueblo, que solo es grande por converger en él la grandeza de quienes lo componen, pero el que se agranda para sí mismo, es destructivo para ese pueblo. Grandes naciones son aquellas cuyos habitantes tienen el hábito de la iniciativa libre, por eso hay que evitar los totalitarismos y las religiones absorbentes, ellos crean para los demás vida, cultura y riqueza, en vez de envilecerse en parasitismo social.
El hábito de confiar en la propia iniciativa es segura escuela de hombría y cuando digo hombría, también considero a las mujeres, porque uso la palabra sin determinación de género, despertando el sentimiento de responsabilidad. El hombre digno piensa, quiere y hace y si es inteligente le agrega su capacidad personal a este coctail para ser más asertivo. Si triunfa, no achica su ventura pensando que se debe a otros; si fracasa acepta serenamente el resultado de sus errores.
Y me pregunto- ¿Han escuchado ustedes a las autoridades de Carabineros reconocer los errores?, o solo han escuchado justificaciones y bajadas de perfil.
En filosofía pura y en todos los tratados de sicología moderna, es recomendable decirle al joven "haz lo que quieras" para enseñarle a responsabilizarse de sus propios actos. En Carabineros esto es totalmente imposible y es por eso que se aferran al estatuto militarizado, que es el que mantiene en pié esta Institución y el sistema inoperante y agregan "la recompensa y los contratiempos debes recibirlos como una consecuencia natural de tu conducta sumisa y servil.
Esta situación es inaceptable moralmente y la historia se encargará de demostrarlo.
Un joven libre puede convertirse en una fuerza viva, emprender cosas grandes o pequeñas, pero suyas, entonces la cuestión está, en juntar varios hombres con este tipo de fuerza y la inquietud por la seguridad de su pueblo. A este accionar, me refiero cuando menciono a las nuevas generaciones de Oficiales Policiales, con esta impronta, que den a la sociedad iniciativas, tanto como de ella recibe en educación y medios, que respete la justicia y practique la solidaridad.
El derecho a la vida de una persona normal, está condicionado por el deber del trabajo. Todo lo que es orgullo de la humanidad es fruto del trabajo. Lo que es bienestar y lo que es belleza, lo que intensifica y expande la vida, lo que es dignidad del hombre y decoro en los hogares y gloria de los pueblos, la espiga, y el canto, y el poema, todo ha surgido de las manos expertas y de la mente creadora.
El trabajo es vigor al músculo y ritmo al pensamiento, firmeza al pulso y gracia a las ideas, calor al corazón, temple al carácter. La perfección del hombre es obra suya y de sus antepasados. Solo por él consigue la libertad y depende de sí mismo, afirmando su señorío en la naturaleza.
El trabajo encumbra a la humanidad sobre la bestia. Despierta las mieses sobre las pampas, saca metal luciente de los más negros antros, convierte el barro en hogar, la cantera en estatua, la grasa en vela, el color en cuadro, la chispa en fragua, la palabra en libro, el rayo en luz, el río en fuerza, la hélice en ala y la sorpresa en risa.
Su esfuerzo secular creó el poder del hombre sobre las fuerzas naturales, dominándolas primero para utilizarlas después. Fueron obra suya la palanca, la cuña, el hacha, la rueda, la sierra, el motor y las turbinas. Nada dura en el mundo que no conserve el rastro de sus virtudes vencedoras en el tiempo, por reconocimiento ajeno, no por falsos méritos autoimpuestos por la prisión de la mansedumbre.
Todo el trabajo de la humanidad es trabajo acumulado, lo crearon las generaciones que han trabajado y son sus legítimos dueños las generaciones que trabajarán. En Carabineros existe una tendencia muy arraigada a contar de los 25 años de servicio que consiste en creerse propietario exclusivo y excluyente de los devenires institucionales, como si se tratara de una empresa privada, que se prolonga incluso en muchos casos más allá de la jubilación.
Este fenómeno tan recurrente sucede a aquellos individuos que no han logrado formar un entorno social con la civilidad, quienes se caracterizan por su limitada cultura y personalidad, aunque en el último tiempo, también ha incidido el hecho de tratarse de personas comprometidas en hechos delictuosos o corrupción, otra forma de socializarse constituye la formación forzada, o sea, no espontánea de cofradías, círculos que integran personas civiles, de las que llaman "rémoras" que se convierte en un real peligro para la sociedad, ya que realizan procedimientos policiales sin ninguna responsabilidad ni atribuciones legales, llegando en muchos casos, que han salido a la luz pública, a cometer delitos en estas circunstancias y, por otro lado, ingresan a estas sectas delincuentes reconocidos que utilizan este sistema como "caleta".
Los que detentan algo de ese capital común para malgastarlo, para convertirlo en instrumento de ocio o para negarlo a la sociedad, son enemigos de ella.
El trabajo es un deber social, realizar la función dispuesta por la sociedad, por la cual recibes voluntariamente beneficios económicos: no es un honor, es una obligación social. Los que viven sin trabajar los que no cumplen con su trabajo son parásitos malsanos, usurpando a otros hombres una parte de su labor común.
La más justa fórmula de la moral social ordena imperativamente: "el que no trabaja no come", "Quien nada aporta a la colmena, no tiene derecho a probar la miel".
Si lo aplicamos a la labor policial, las frases serían…: "Gato que sale, gato que caza; gato que caza, gato que come"; "Perro que ladra, perro que sirve".
El trabajo es emancipador de la persona, por lo tanto en Carabineros, muchos no están emancipados ya que prefieren puestos cómodos y no conflictivos y lo que es moralmente peor, es que estos cargos, son mejor pagados. Creando el hábito del esfuerzo inteligente, constituye la mejor disciplina de carácter. Entonces, al hábito militar hay que agregarle la inteligencia, el pensamiento.
La injusticia social ha conseguido que hasta hoy el trabajo sea odiado por una mayoría, convirtiéndolo en la antigua servidumbre, lo que también se da en Carabineros ya que no puede amarse lo que se impone precozmente, como una ignominia o un envilecimiento, bajo la esclavitud de yugos torpes, ejecutado por hambre… si, por hambre, porque no hay más "pegas", como un suplicio o en beneficio de otros ilegalmente.
La cesantía impuesta por los empresarios, es en la actualidad un método de presión política, al igual que en la década de los 70 los fue el desabastecimiento. Los gobiernos de la concertación, se han dedicado a solucionarle los problemas a los empresarios en perjuicio de la mayoría.
El trabajo será bello y amado cuando represente una aplicación natural de las vocaciones y de las aptitudes, cuando la espiga sea cosecha propia del sembrador y volvemos a la frase…: "todas las buenas ideas son del jefe, los defectos reciben como castigo la rigidez del Código Militar", qué situación más injusta e inmoral
El trabajo contiene fuerzas morales que dignificarán a la humanidad del porvenir; existen ya, pero es necesario reorganizarlas, aunque se opongan intereses creados por los que viven de la holganza. La ciencia permitirá "decuplicar", tampoco saben esta palabra significa, (multiplicar por diez una cantidad) el rendimiento del esfuerzo humano y disminuir a breves instantes el trabajo obligatorio para todos, que cada vez será menor a medida que el pensamiento se aplique a la tecnología.
Un caballo de vapor hace el trabajo de 20 hombres El ideal de los que trabajan consistirá en rescatar las fuerzas productivas, sustrayéndolas al monopolio de los que no las han creado, ni saben perfeccionarlas. Esto también es aplicable a Carabineros.
Un solo millón de trabajadores bastaría para manejar veinte millones de esclavos de acero creados para el trabajo mismo, decían los egipcios, hoy las ciencias económicas no han variado las proporciones, solo las cantidades, pero las multinacionales se siguen manejando con esa proporción de 20 es a uno, que es la proporción ideal para una pirámide orgánica institucional al servicio de la protección ciudadana.
En pocas palabras, esta pirámide estará formada por un director, dos subdirectores inspectores (gerente de producción y gerente de administración) bajo el gerente de producción habrá veinte subgerentes zonales o de área y bajo el gerente administrativo habrá otros veinte subgerentes administrativos zonales y bajo cada uno de estos 40, habrá otros 20 comisarios y así sucesivamente en el área de operaciones, pero en el área administrativa la pirámide se corta en el 4to. nivel y por tanto nunca pasarán el 5% de la dotación total.
Cuando todos estos adquieren la capacidad necesaria para trabajar y cuentan con las aptitudes y la predisposición para hacerlo, no hay nada más que hacer, se cierra el círculo y todo marcha bien, pero ¿quién determina estos valores? y ahí empieza nuevamente el conflicto de intereses. Ya que es la moral individual la que lucha contra la inmoralidad colectiva interna, que constituye las malas costumbres perversas.
Estamos claros, cada hombre debe hacer lo que mejor le conviene a su temperamento y a sus aptitudes, siempre que los resultados converjan a fines útiles y bellos de beneficio social para el caso de las empresas del Estado. La sociedad es el único Juez del trabajador individual; ella lo impone como un deber, no como un honor, ella lo somete a su sanción.
El que teje una fibra, inventa una máquina, poda un jardín, levanta una casa, escribe un libro, tornea un eje, siembra una semilla, vigila un engranaje, cura a un enfermo, educa un niño, modela una estatua, realiza una función benéfica para la sociedad, el que cuida que todas estas actividades se realicen sin interferencia en provecho de las mayorías sociales. Cumple el deber de producir y tiene el derecho a consumir, dando lo que puede su brazo y su ingenio, merece lo que necesita para su bienestar físico y moral.
"La organización del trabajo es el cimiento de la armonía social". La disciplina es indispensable para hacer eficaz toda obra común; pero debe ser libremente aceptada como resultado de la competencia, antes que impuesta como abuso del privilegio. Es necesario aumentar la cultura técnica de los hombres, capacitarlos para las funciones que deben desempeñar en la sociedad. La producción, fuente del bienestar común, será más fecunda cuando los productores mismos puedan organizarla multiplicando su rendimiento en beneficio colectivo. Conviene para ello educar hábitos de cooperación en los hombres, en los gremios, en las comunas, en los pueblos, en la humanidad, etc.
Extendiendo a todos un mínimo de trabajo indispensable, a ninguno le faltará tiempo para cultivar las actividades superfluas destinadas a embellecer y mejorar la vida en común, manifestándose en arte, en cultura, en delicadeza, que elevarán moralmente a la sociedad entera. Será posible también, asegurar a todos los que trabajan una existencia confortable y digna, suprimiendo el derroche injusto de una minoría que hace ostentación ofensiva y el consumismo degradante de necesidades ficticias. En resumen la cooperación de los útiles eliminará el parasitismo de los inservibles funcionarios.
Solo habrá paz, cuando impere la justicia. Los hombres realizarán con amor las funciones requeridas por la división del trabajo; la benéfica desigualdad de vocaciones y de aptitudes, podrá ser aprovechada en beneficio de todos, haciendo converger la heterogeneidad de los esfuerzos a la armonía de los resultados. Nadie será rueda ciega, sin eje, de una gran máquina,
El trabajo de los especialistas, esterilizado hoy por la falta de ideas generales, será inteligentemente comprendido por hombres que tengan una instrucción extensiva, que a cada uno dé conciencia de su función en el trabajo social emprendido, que la sabiduría no sirva para lucro y beneficio personal.
Realizados con cariño, los más sencillos menesteres podrán tener un contenido de ciencia o de arte. Lo que hoy es castigo, pudiera convertirse en deleite; bastaría saber que mientras uno trabaja para todos, están todos trabajando para uno.
La solidaridad en el esfuerzo, dará firmeza para realizarlo. Los más inteligentes e ilustrados comprenderán que son mayores sus deberes y sus responsabilidades; los menos dotados por la naturaleza amarán a los que contribuyen más generosamente a la grandeza común.
Quiero insistir en este concepto, las policías NO deben estar militarizadas, o mejor dicho debe haber una organización social al servicio de los ciudadanos que esté destinada a que se realice un desarrollo armónico, sin la intervención de los elementos que no acatan las normas sociales impuestas por esa misma sociedad. En primer lugar aplicando la justicia, o sea lo que es justo y una debida fuerza. Cuando la fuerza está primero, aunque sea en la aplicación de la justicia, se ha dejado de mano la inteligencia. Lo inteligente está determinado por la justa y oportuna aplicación de los conocimientos y aptitudes, situación que no se da por sí sola, con el correr de los años, sino que viene en un 50% en la carga genética y el resto con la socialización misma, entonces es, insistimos, un contra sentido a la lógica y de momento también a la moral, que mande el más "antiguo" al más capaz, esta situación, es la clave del triunfo de los delincuentes.
Es legal, pero es inservible en la actualidad, para una sociedad que pretende sanarse de imperfecciones.
"Simpatizar es comprender". La simpatía es un secreto ritmo que pone en comunión los sentimientos, sin causa perceptible, anticipándose a toda reflexión sobre la conveniencia de la intimidad. Es confianza de ser comprendido, es deseo de serlo. Simpatizar con alguien, implica entregársele en alguna medida, sin temor a la deslealtad o a la traición.
En todos los que trabajan, piensan o cantan, existe un fondo común de inclinaciones que pueden fácilmente vibrar al unísono y en todos hay, a la vez, diferencias personales inarmonizables, incompatibles. La capacidad de simpatía predomina en los que saben comprender las tendencias homogéneas, o sea, los que defienden la diversidad y el poliformismo, y las cultivan en sí mismos y las aman en los demás, gozando en su humano regocijo, sufriendo de su humano dolor.
Los incomprensivos y los fanáticos que viven escudriñando lo inconciliable de los caracteres, para mellar las propias aristas contra las ajenas, no pueden sentir simpatía ni despertarla, están condenados a sembrar la discordia y a sufrir de ella. Por lo demás, la discordia, es el escudo del estratega militar, ya que su frase prima es… "dividir para triunfar".
Es por ello el interés del doble Ministerio de dependencia.
Todo lo que es humano puede provocar una resonancia moral y en eso estamos, pero no todo merece la misma simpatía, ni ésta nace igual ante motivos diferentes. La más fácil es la simpatía física, la más firme es la que arraiga en la comunidad de ideales y aún más en la complicidad frente al mal. La simpatía debe ser espontánea y sin límites para que sea duradera; poner reserva a su natural expansión, es matarla.
No conoce barreras; la lengua y las costumbres pueden apresurarla, si son idénticas; pero no logran obstruirla por mucho que difieran. La afinidad de anhelos, de creencias, de esperanzas acerca los caracteres y los hace simpatizar, trasponiendo la distancia y el tiempo. Por eso se consideran hermanos todos los que sienten una misma ansiedad eudemónica, (ahora busquen en el diccionario qué significa), auscultando con idéntico fervor optimista el porvenir de la humanidad.
Saber encender la simpatía es un don natural, inexplicable y raro; saberla sentir, es un elemento decisivo de la felicidad. Los hombres que están inclinados a simpatizar con los demás son los mejores instrumentos de la armonía social. Aunque algunos aprenden a disimular su carácter antipático, repelente y despreciable, es más, en sicología militar es una técnica utilizada muy frecuentemente para intimidar y hacer obedecer ordenes ilógicas, inmorales o ilegales
La simpatía es bondad en acción. Obra bien todo lo que puede simpatizar, porque esta actitud "abuena" al hombre, apartándole del mal que conspira contra él mismo y contra los demás. La simpatía es generosa fuente de dicha y nos impulsa a sentirnos elevados por todo lo que eleva moralmente a nuestros semejantes.
ATENCION: La intolerancia y el odio, nacen de la incapacidad de simpatía, no se tolera al que no se comprende, no se ama al que no se sabe comprender. La pérdida de este sentimiento es el martirio de los pesimistas y los fracasados; sufren por la felicidad que envidian y a veces disfrazan de escepticismo su amargura, como los malos críticos que murmuran de cien autores, pero no consiguen igualar a uno solo.
Al respecto, este autor, acepta todo tipo de críticas, positivas, negativas y mal intencionadas, todas. Las que provengan de personas mencionadas, vinculadas directa o indirectamente con Carabineros y las FF.AA, en general, si son tan valientes y pretenden de alguna forma tener la razón, deberán previamente identificarse y mencionar que hacían y donde estaban entre el día 4 de septiembre de l970 y el 12 de marzo de 1976,fechas ambas de la elección del Presidente constitucional Salvador Allende Gossen y la fecha en que debió entregar legalmente el poder.
No se aceptan, por tanto, rabietas ni pataletas inmorales, si no tienen un respaldo o el apoyo de la fuerza bruta, es que no tienen el seso suficiente para reconocer los errores ni la capacidad para mejorar el futuro, su almohada y la capilla de la esquina son su testigo y verdugo.
La capacidad de simpatía mata la confianza en sí mismo y siembra la discordia en los demás. Los suspicaces son antisociales, porque su acíbar (disgusto, sinsabor) envenena a todos; donde entran, desatan los lazos más firmes del amor, son disociadores. En su desgracia llevan la fuente del propio sufrir. Tiemblan de todo ruido y en toda sombra sospechan una celada. A nada se atreven solos, suponiendo que los demás están contagiados de su propio mal. Cuando necesitan de cómplices, acaban por entregarse a los más viles, haciéndose manejar por seres sin conciencia y sin responsabilidad. Los que han vivido envenenados, suelen morir envenenados. Por eso la frase…: "Dios perdona, la hermandad, nunca".
Esta situación está muy bien relatada en "Los Diarios de Turner", que relata la opresión del Gobierno de los EEUU, inducida por antilíderes miliacianos civiles de ultra derecha, contra su propio pueblo, por el simple hecho de ser negros, judíos, latinos, católicos, etc. etc. y También está desarrollada científicamente por las "Teorías y Ecuaciones Probabilísticas" de Beyes, USA. que se basa en la teoría de las decisiones humanas.
La falta de comprensión y de confianza equivale al mal: es simple maldad en acción. Son escorias sociales los que viven de la hipocresía o esparcen la calumnia, los que fingen o mienten, los que ocultan una partícula de la verdad que saben para obtener prebenda o un beneficio, los que alientan la indignidad ajena o no se avergüenzan de la propia.
En la incapacidad de simpatía se incuban todas las degeneraciones del carácter. El engaño, la duplicidad, la artería, la traición, el crimen, son inconcebibles en un corazón capaz de simpatizar. Los criminales y torturadores son solitarios polimorfos que se "amanadan" para protegerse y para atacar.
No confundir con la risa y felicidad histérica transitoria.
"La comprensión es premisa de la justicia". Juzgar a los hombres sin comprender sus móviles, sus sentimientos o sus ideales, constituye una falta a la moralidad. Saber comprender a los mejores, es privilegio de pocos que pueden elevarse hasta su nivel, adiamantando la simpatía inicial en admiración firmísima.
Se asciende consecuentemente las etapas de la comprensión, no por años ni por edad, ni por sexo, ni por proveniencia social. En su aspecto más simple la simpatía es una tendencia instintiva que engendra la ternura: como si un reflejo de los sentimientos ajenos estremeciera nuestro corazón y lo obligara a latir por ello y digo corazón como una forma romántica de decirlo, ya que, en rigor a la verdad, es el actuar de la adrenalina el que agita o retarda nuestros impulsos, y lo obligará a latir con ellos, poniendo al unísono la vida sentimental, entera.
Más honda comprensión existe en la solidaridad, que es simpatía consciente y pertinaz; la resonancia afectiva se eleva a unidad de creencias o de ideas, de actividad o de esperanza. En la ternura la simpatía es íntima y encapullada, en la solidaridad es reflexiva y militante. Por eso la primera suele ser individual y preside a la comunión en el sufrimiento, mientras la segunda tiende a hacerse colectiva y es necesaria para la comunión en el esfuerzo.
El más alto ritmo de la simpatía es la admiración.
Por ello los uniformes militares deben ser brillantes, vistosos limpios y pulcros, es una forma de hacer una simpatía subliminal como aseguran los publicistas. Súmanse a ella los sentimientos y los conceptos superiores de la personalidad, los que convergen a la elaboración de los ideales humanos. Al admirar, reconocemos que lo admirado se acerca a nuestro ideal por eso el hombre sincero admira las obras ajenas en razón directa del goce que sentiría si las hubiera creado. Ningún sentimiento revela mayor espíritu de justicia; ninguno tiene el más alto valor educativo. ¿Cómo se combinan estos preceptos morales con la admiración de falsos ídolos?, ¿Cómo reconoce la persona al verdadero ídolo? La respuesta, con la fuerza moral individual, con el conocimiento con la independencia del auto conocimiento, la auto suficiencia. Con la resistencia de pertenecer a una manada que se beneficie directamente por ello.
"La justicia es el equilibrio entre la moral y el derecho". Tiene un valor superior al de la Ley, no hay Ley eterna, la justicia sí, no hay Ley Universal, la Justicia sí, No hay Ley que beneficie a todos, la justicia sí. Lo justo es siempre moral, las leyes pueden ser injustas y de hecho en Chile hay muchas leyes injustas. Acatar la Ley es un acto de disciplina, pero a veces implica una inmoralidad; respetar la justicia es el deber del hombre digno, aunque para ello tenga que elevarse sobre las imperfecciones de la Ley.
La perfectibilidad social se traduce en aumento de justicia en las relaciones entre los hombres. Esa creencia ha embellecido las inquietudes que en todo tiempo agitaron a los núcleos más morales de la humanidad.
Espero, que cada generación de Oficiales policiales aumente el sentimiento de la justicia, con creciente fervor en el porvenir.
El mayor obstáculo al progreso de los pueblos es la fosilización de sus leyes; si la realidad social varía, es necesario que ellas experimenten variaciones. La justicia no es inmanente ni absoluta, está en devenir incesante, en función de la moralidad social
Todos los ideales melioristas (perfeccionistas) tiene la justicia por común denominador y todos anhelan desterrar de la sociedad algún desequilibrio. La justicia tiende a orientar la estimación hacia la virtud, el bienestar hacia el trabajo, la honra hacia el mérito; y es por eso la cúspide imaginaria de la moralidad, que solo puede admirar esos fecundos valores sociales. Cuando por ellos se mida a los hombres; habrá justicia en los pueblos y no es varón justo el que no contribuye al advenimiento de esos valores en la medida de sus fuerzas.
"Los intereses creados obstruyen la justicia". Todo privilegio injusto implica una inmoral subversión de los valores sociales. En las sociedades carcomidas por las injusticias, los hombres pierden el sentimiento del deber y se apartan de la virtud, sean beneficiados o perjudicados por esas injusticias. Este es otro punto de la inoperancia policial.
El parasitismo (extoparásitos o rémoras sociales) deja de inspirar repulsión a quienes lo usufructúan y encenega a las víctimas en la domesticación (¿Ha visto recientemente esta situación sicosocial, por casualidad?). Los hombres viven esclavos de fantasmas vanos y la honra mayor recae en los sujetos de menores méritos. La justicia enmudece y se abisma.
Cuando en la conciencia social no vibra un fuerte anhelo de justicia nadie contempla su personalidad ni esmalta su carácter. Donde más medran los que más arrastran, las piernas no se usan para marchar erguidos. Acostumbrándose a ver separado el rango del mérito, los hombres renuncian a éste por conseguir aquél.
Prefieren una buena prebenda a una recta conducta si aquella sirve para inflar el rango y ésta apenas para acrecentar el mérito. Los hombres niéganse a trabajar y a estudiar a la vez que la sociedad cubre de privilegios a los holgazanes y a los ignorantes. Y es por esa falta de justicia que los Estados se convierten en confabulaciones de favoritos y charlatanes, dispuestos a lucrar de la patria, pero incapaces de honrarla con obras dignas.
"El Estado vacía sus riquezas, igual que la nona alimenta con leche en un mismo plato a todos los gatos, chicos, grandes, ordinarios o finos, sanos y enfermos, cacen o no cacen ratones"; y "todos los terneros, chupan de una misma ubre"
Loados sean los jóvenes que izan la bandera de justicia para aumentar en el mundo el equilibrio entre el bienestar y el trabajo. Sin ellos las sociedades se estancarían en la quietud que paraliza y mata; la cristalina corriente del progreso, que jamás se detiene, tornaríase mansa estabilidad de pantano que asfixia. Loados los nuevos Oficiales Policiales que concebirán más justicia y trabajarán por ella y lucharán por ella los que por ella mueren. Son plasmadores del porvenir y encarnarán ideales actualmente extraviados que realizarán a los hombres.
"El hombre inteligente, siempre es justo y el hombre justo rehuye complicidad en el mal". Niega homenaje a los falsos valores que ponen sus raíces en la improbidad colectiva. Los desprecia en los demás y se avergonzaría de usufructuarlos. Todo privilegio inmerecido le parece una inmoralidad.
"Toda concepción que tiene un hombre inteligente de otro, es la misma que tiene ese otro más sus secretos."; "La vida real es aquella en la que todos los hombres y mujeres regularmente intercambian sus subjetividades para encontrarse".
El hombre justo se inclina respetuoso ante los valores reales; los admira en los otros y aspira a poseerlos él mismo.
Ama a todos los virtuosos, a todos los que trabajan, a todos los que elevan su personalidad por el estudio, a todos los que aumentan con su esfuerzo el bienestar de sus semejantes.
El hombre justo necesita una inquebrantable firmeza. Los débiles pueden ser caritativos, pero no saben ser justos. La caridad es el reverso de la justicia. El acto caritativo, el favor, es una complicidad con el mal. Detrás de toda caridad existe una injusticia. La caridad siempre importa un rédito, que es la diferencia entre lo que se recibe para exculparse y lo que se entrega como bendición.
El hombre justo quiere que desaparezcan, por innecesarios, el favor y la caridad. La justicia no consiste en ocultar las lacras, sino en suprimirlas. Los remedios inútiles solo sirven para complicar las enfermedades.
El hombre justo no puede escuchar a los que predican la caridad para seguir aprovechando la injusticia. Pero su respuesta debe estar en su conducta, juzgando sus propios actos como si fueran ajenos, midiéndolos con la misma vara, severamente, inflexiblemente.
La complacencia con las propias debilidades constituye la más inmoral de las injusticias. El hombre justo es capaz de rehusar un favor a su familia y a sus amigos, sabiendo que la debilidad de su corazón encubriría una injusticia. El hombre justo es, por fuerza, estoico; debe serlo siempre y con todos, sabe decir NO! a sus allegados y a sí mismo, cuando le asalta una tentación injusta. La madre de Pausanías llevó la primera piedra para que lapidaran a su propio hijo.
"La solidaridad es armonía que emerge de la justicia". Es simpatía actuante y da fuerza a los que persiguen un mismo objetivo. Hay solidaridad en una comunión de hombres cuando la dicha del mejor enorgullece a todos y la miseria del más triste llena a todos de vergüenza. Sin esta fuerza, imposible es realizar grandes ensueños colectivos; la cohesión de un pueblo depende exclusivamente del unísono con que ritmen las esperanzas, los intereses y los ideales de todos.
Donde falta justicia no puede haber solidaridad; sembrando la una se cosecha la otra. Gobernar un pueblo no es igualar a sus componentes, ni sacrificar alguna parte en beneficio de otras: es propender hacia un equilibrio que favorece la unidad funcional, desenvolviendo la solidaridad entre las partes, que son heterogéneas. La heterogeneidad es natural, por las diferencias de aptitudes, de capacidades y tendencias humanas; y es provechosa, porque engendra las desigualdades necesarias para las múltiples funciones de la vida social. Siendo naturales las desigualdades, no puede suprimirse, ni convendría suprimirlas aunque se pudiese. La solidaridad consiste en equilibrarlas, creando la igualdad ante el derecho, para que todas las desigualdades puedan desenvolverse íntegramente en beneficio de la sociedad.
Cuando se obstruye a un solo hombre el camino de todas las posibilidades, hay injusticia en la nación. Todo privilegio en favor de una casta, partido, sexo, facción, religión o grupo, cohesionado en oposición a los demás, es un residuo de barbarie violatoria de la justicia.
Las naciones están civilizadas en cuanto oponen la solidaridad total a los privilegios particulares.
La solidaridad se desarrolla paralelamente a la justicia. En las sociedades tercermundistas e incivilizadas, la lucha por la vida depende del desequilibrio entre las partes; éstas se van equilibrando en las sociedades civilizadas y aparece la asociación en la lucha por el bienestar común. La justicia obra eliminando los privilegios no sustentándolos en el mérito, que se mide por la utilidad social de las funciones desempeñadas.
El desequilibrio social engendra la violencia. Cuando alguna parte de un todo se hipertrofia a expensas de las otras, la unidad funcional se altera y el juego de las recíprocas interacciones tórnase desatinado y funesto. Toda violencia es un efecto de causa; solo puede suprimirse reparando el desequilibrio que la engendra.
Oponer la violencia a la violencia puede ser un mal necesario; pero es transitoriamente una agravación del mismo mal; es cosa de ver la reciente historia de Chile; solo es un bien si de ella surge un nuevo estado de equilibrio fundado en una mayor justicia, suponemos que es el caso reciente de Perú y Venezuela.
Hay sin duda naciones pobres y ‚pocas de pobreza que nadie puede prevenir ni evitar, en mucho mitigar sus efectos, La miseria de una sola clase, en cambio, nace del desequilibrio interno en la economía de las naciones: es una desproporción entre las funciones ejercitadas y las recompensas recibidas. El hambre de algunos es injusto cuando otros ostentan la opulencia; pero lo es más si, como es frecuente en estos días, ella recae en los que trabajan para mantener en la ociosidad a los que no la sufren. La miseria, es más grave para la mente que para el cuerpo, disuelve en los hombres los sentimientos sociales y entibia los vínculos de solidaridad.
La fe en la justicia de los demás es necesaria para no vivir como entre enemigos; el egoísmo, la avidez, la avaricia, la usurpación, el robo, nacen de la falta de confianza y provocan la violencia que es un efecto de la injusticia, aunque a su vez sea injusta.
Es en este punto, cuando empieza la lucha contra la delincuencia. No en oponer la violencia con violencia, ni la ilegalidad con ilegalidad; sino la injusticia con justicia y solidaridad. No hay otra fórmula, para esto solo se requiere seso, o sea, capacidad de pensar e interés por desarrollar lo pensado, siempre que lo pensado se ajuste a la fórmula lógica.
"La injusticia, genera la ilegalidad, que NO se combate con la fuerza; sino por parte de agentes moralmente respaldados por fuerza moral individual y colectiva que apliquen fórmulas inteligentemente solidarias y extremadamente justas". Caso contrario, solo aplazaremos la enfermedad y en el mejor de los casos, haremos recuperaciones eventuales y transitorias.
Las acciones "rimbombantes", y direccionadas al efecto más que a las causas, son naturales en las sociedades bárbaras y tercermundistas, pero incompatibles en un estado democrático que pretenda un ideal de civilización.
Estos mismos "defensores de la seguridad" están preocupados de los "raterillos de poca monta", de lanzas y cuando más, de los que roban portando armas o haciendo uso de la fuerza. Pero, nada dicen de los evasores de IVA, que son los empresarios; ni de los financistas de la droga, que son acaudalados, por algo son financistas; de los que defraudan a Aduanas o a Codelco de los que defraudan mediante las AFP o las financieras brujas, ni contra los estafadores de las viviendas de nylon, ni de los grandes robos como la Oficina Nacional de Emergencia; Esval; Las Municipalidades y Ministerios, la Refinería de Con-Con, el Hospital Militar, el de Carabineros, etc. etc. Los noticiarios se nutren de estos malos ejemplos.
Y me pongo en el puesto de un ladrón… "¿con qué moral las cárceles están llenas de nosotros los raterillos, si hay cárceles con garzones que traen el alimento desde famosos restaurantes para los grandes ladrones y hay cárceles con internet, computadores y guardias que se les "cuadran" y le rinden honores guardándole respeto a los asesinos militares, los que están presos, porque la mayoría no lo está… ¿donde está la justicia…?; ¿dónde está la moral?.
Los fanáticos, las barras bravas y todas las agrupaciones de jóvenes que autoconvocándose como los trachers, puncks; raperos; graffiteros, con su actitud y presentación luchan contra la mansedumbre, la intolerancia de los credos religiosos y la corrupción de los viejos, que predican, pero no practican.
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