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Comentario al evangelio de nuestro señor Jesucristo (página 7)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

En este relato de los Evangelios nos encontramos en lo relativo a su ubicación, en franco desacuerdo con la mayoría de comentaristas y glosadores, a sabiendas que son en su mayoría verdadera autoridades, mejores comentaristas, sabios eruditos y muy doctos exegetas. Los pasajes de Lucas, Marcos y Mateo, son tenidos por pasajes paralelos; pero a nuestro entender, no se deben tener por tales, sino que en ellos se narran incidentes distintos.

Lucas narra la curación de un ciego antes de entrar a la ciudad de Jericó, Mateo narra la curación de dos ciegos; y en este caso, vamos a aventurar el concepto, de que pudo haber sucedido cuando se explicó lo de los endemoniados gadarenos, en el cual, uno de ellos, era el que tenia la voz cantante. Marcos narra la curación de un ciego, que al igual que el de Mateo, pero que ocurre cuando Jesús salía de la ciudad. En vista de que el ciego de Marcos era una persona muy conocida, pues es probable que el narrador del Evangelio le conociera, pues da su nombre y el de su padre. El nos dice que el ciego se llamaba Bartimeo o Bartolomé, y que su padre era de nombre Talmaus o Timeo.

También puede suceder, que el relato de Mateo y el de Marcos sea un solo relato. Nos vamos a inclinar por concluir, que Jesús curó dos ciegos, uno el de Lucas, en la entrada de la ciudad, y el otro, el de Mateo y Marcos, en la salida de la misma. Para los dos ciegos, Jesús es el Hijo de David, que era una forma de llamarle Mesías. Para los dos ciegos, Jesús podía curarlo, ya que una prueba del Mesías que esperaban los judíos, era que iba a tener poder para sanar. A los dos ciegos se les riñó duramente, para que no llamaran la atención del Jesús. Los dos ciegos fueron curados milagrosamente, como una acción de la fe publica en los poderes de Jesús. También los dos ciegos dieron gracias a Dios, y siguieron un trecho del camino al Divino Sanador.

Cuando leemos estos pasajes de Mateo y Marcos, con Lucas: 19: 1, el pasaje de Lucas llega a tener mejor y mayor comprensión en lo que hemos querido explicar. Por creerlo de interés, vamos a transcribir la nota que al pie del relato de Lucas, Mateo y Marcos, se encuentra en la obra Una Armonía de los Cuatro Evangelios, del doctor A. T. Robertson: "La contradicción aparente respecto a "saliendo ellos de Jericó", y "acercándose él a Jericó", se explica mejor cuando Jesús salía de la Vieja Jericó y se acercaba a la Nueva Jericó, la que Herodes el Grande había edificado a alguna de la Vieja. Una hipótesis mas antigua y también probable, es la que supone que los ciegos hicieron su suplica cuando Jesús se aproximaba a la ciudad, pero que entonces no fueron sanado, sino hasta la mañana siguiente cuando Jesús salía de la ciudad."

Con este párrafo, cerramos nuestra ubicación del texto, sin hacer ningún tipo de comentario sobre el espíritu y el texto de lo que el mismo dice.

Visita de Jesús a Zaqueo y la parábola de las diez minas

Lucas: 19: 2-28.

Este relato de Zaqueo, no lo hemos colocado en su lugar correspondientes, en cuanto al orden cronológico, pues el orden a seguir seria el primer ciego, que es el de Lucas, luego Zaqueo y a continuación el ciego de Mateo y el de Marcos, o mejor dicho, los ciegos de Mateo y Marcos. Es en entre estos ciegos, que se encuentra Bartimeo. Por motivos de simplicidad, fue que sin hacer ningún comentario introdujimos ambos relatos, de los ciegos, para luego entrar en esta figura diminuta, que es un gigante de la fe.

Juan recogió la entrevista de Jesús con Nicodemo, así como el de la mujer samaritana, donde el primero se mostró cauteloso y sumamente conservador, mientras que la mujer fue locuaz. El relato de Marcos, en el cual Jesús dialoga con el joven rico, relato que luego recogió Lucas, y que amplió Mateo, y que es muy revelador e importante, llegando a ser tenido por algunos como la envista más importante que Jesús tuviera con una persona. A nuestro entender, este relato de la conversación de Jesús con el encumbrado cobrador de impuesto es el mas fructífero, de todos cuantos registran los Evangelios. Si los juntamos los cuatro, podemos titular al conjunto de comentarios que hiciésemos como Encuentros.

Sobre Zaqueo es muy poco lo que sabemos de este extraño como exiguo personaje. Para trazar una semblanza de este hombre, tendría que decir, que por su nombre, Zaqueo, sus padres esperaban que fuera un hombre puro, pues eso significa su nombre. Su oficio era el de publicano, pero no un publicano cualquiera, pues era el oficial de mayor rango. Era uno de esos oficiales, a los que Cicerón tanto elogiara, pero que entre los judíos eran seres aborrecibles, y tenidos por paganos.

Era sumamente curioso y preocupado este Zaqueo por su salvación, ya que siendo un hombre rico, no le importó la burla de los demás. Se encaramó a un árbol para ver a Jesús cuando pasara. Este era hombre inquieto, de temperamento sanguíneo, inteligente, impuesto a mandar y a obedecer. Es muy probable que fuera un ladrón, y que su sagacidad le hiciera maquinar, premeditar lo que pronto iba a acontecer; y que esa fue la razón por la cual, al momento de nosotros conocer a este personaje, el cual conoció a Jesús, y que Lucas también conociera, estaba subido en un árbol, y encontrara la salvación como Natanael encontró la suya debajo de otro, y el padre Abrahán a la sombra de otro.

Jesús conoció la ansiedad y la incertidumbre de ese cerebro angustiado, y de ese corazón deseoso. Fue en medio de la caravana, cuando Jesús sale de una de las dos Jericó, ya que no se está claro con la casa, pues entre las ruinas de Jericó se enseña una casa que se dice que era de nuestro amigo, aunque mas fácil lo que se dice que era la casa de Zaqueo, haya sido un establecimiento militar de épocas posteriores. Lo que si sabemos, pues Lucas nos lo dice, cuando Jesús lo vio, el mismo se invita con estas palabras: "Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa."

Zaqueo no lo pensó dos veces. No procedió a hacer ningún tipo de preparativos. Lucas dice que: "El descendió a prisa, y lo recibió gozoso." Meditemos un momento en esta pregunta: ¿Si Cristo a tu casa llegara, que tu harías?" Cual no seria la angustia de muchos, la desesperación de otros, y el júbilo de los más. Es posible, que si se nos presentara la misma oportunidad que ha Zaqueo, pensaríamos varias veces en maldecir el momento en que se nos ocurrió subir a ese árbol, y llamar la atención del Maestro. Pero Jesús satisfizo la curiosidad de este hombre. Zaqueo había oído hablar de Jesús; pero no le conocía. Ahora tenia la oportunidad de tenerlo de cerca, estudiarlo, tocarlo, y ver si era verdad lo que de se extraño personaje se decía.

La murmuración corrió de una vez, pero para dar contesta alo que se decía en las afueras de la casa, Jesús les dijo a los que estaban dentro: "Hoy ha venido la salvación a esta casa, porque también es hijo de Abrahán." Y actuó como el padre Abrahán, el cual hospedó Ángeles, y como Lot, que a expensa de su seguridad les dio albergue a los mensajeros celestiales. La Visita de Jesús obró el arrepentimiento en el corazón de este hombre. Su arrepentimiento lo condujo a obrar según la Ley, pues devolvió cuadruplicado sus robos. Si a alguno de los presentes había sido perjudicado con sus actuaciones le fue devuelto con intereses, compensando los daños y los perjuicios sufridos. El Evangelio se anidó en su corazón; y es que de lo que había ganado honradamente, ofreció dar: "La mitad de sus bienes a los pobres."

Lucas nos da una reseña muy importante, y es que la multitud creía que Jesús estaba subiendo a Jerusalén para declararse rey, proclamarse Mesías. La multitud esperaba que pusiera fin a la dominación romana, así como al reino de los idumeos. Fue por eso que propuso la parábola de Las Minas. La parábola fue entendida, ya que si bien es cierto que el hombre de noble familia, el que hace la inversión era un hombre rudo, las propias palabras de quien lo reconoce, eran la que le iba a condenar.

LA ÚLTIMA SEMANA EN LA VIDA DE JESÚS

Jesús en Betania, seis días antes de la Pascua

Juan: 11: 55-57 y 12: 1, 12-11.

Ahora nos encontramos que Jesús está en Betania, el viernes en la tarde, seis antes de que se celebre la Fiesta de la Pascua judía. Era el tiempo de la purificación, por lo cual el ambiente preparado, no faltaba ningún preparativo por hacerse, y también la conjura sacerdotal estaba lista. En el pueblo se quería saber si Jesús ya estaba de en medio de ellos, pues el pueblo llano tenia el firme convicción de que Jesús se iba a proclamar como Rey de Israel, el Hijo de David, el Mesías esperado.

Ese viernes de noche, en la cena o comida fuerte de los judíos, se iba celebrar en la casa donde Jesús acostumbraba hospedarse cuando iba a la ciudad de Jerusalén, en la aldea de Betania, donde moraban Lázaro, Marta y María, y la cual distaba a unos tres kilómetros de la ciudad Santa. Esta cena, en una casa de familia, no se debe confundir con la cena en la casa de Simón el leproso, en ocasión de la cual Jesús fue ungido, ya que esto está ocurriendo a la hora de la puesta del sol, no a las seis de la tarde como algunos comentaristas dicen. Los judíos no reciben la llegada del día Santo a las seis, sino a la puesta del sol. En la cena en que Jesús fue ungido no fue viernes, sino martes.

Al saber que Jesús estaba presente, muchos judíos se presentaron; también habían venido para ver a Lázaro. Como los sacerdotes y príncipes del pueblo querían exterminar todo lo que pudiera reflejar el poder de Dios, estos no solamente querían matar al Maestro, sino que también querían terminar con Lázaro, ya que por su testimonio, muchos creían en Jesús. El que anda en oscuridad, no resiste la luz, ya que la luz denuncia sus obras malas.

LA ENTRADA EN LA CIUDAD DE JERUSALÉN.

Mateo: 21: 1-11 y 14-17. Marcos: 11: 1-11. Lucas: 19: 29-44. Juan: 12: 12-19.

Los Evangelios dicen que al siguiente día, esto es después de haber descansado el Sábado en Betania, por lo que podemos decir, el domingo, salieron de Betania, y tomaron el declive que está por el lado del Monte de los Olivos, y que denominan con el nombre de la Llanura de Bethphage. Es en ese lugar, donde Jesús envía a dos de sus discípulos para que hicieran los preparativos de su entrada triunfal en la ciudad de David. No es de extrañar, si decimos que Jesús esperara a los dos emisarios en el declive del Monte de los Olivos, porque era una creencia popular en los días de Jesús, que decía, que cuando el Mesías fuera a entrar a Jerusalén para purificarla, lo iba hacer saliendo de ese Monte. De la misma manera que el Eterno tenía preparado un gran pez, en el caso de Jonás, así estaba preparado este jumento, para que el Mesías lo hiciera cabalgando sobre este paciente animal de carga. Este animal bien podía haber sido consagrado, ya que ningún yugo se había puesto sobre sus hombros, y ninguna faena de campo o carga había realizado.

Cuando todo estuvo preparado, los mantos de los discípulos se pusieron sobre el lomo del animal, y sobre los mantos el Mesías. Luego con las ramas de los árboles, y las pencas de las palmeras como emblema de triunfo y de victoria, proclamaron la gloria de Dios y la bendición de aquel que venia a ellos en el Nombre del Señor, el Hijo de David. Sobre Jesús se cumplió la profecía de Zacarías, en la cual se invita a decir a las hijas de Sión, que su rey viene a ellas.

Es en medio del clamor popular, de un apoteósico recibimiento y un entusiasmo que desborda de alegría, que Jesús entra en la ciudad. El pueblo se atumultúa para proclamarlo como su rey, y por eso se identifica con su triunfo; pero los fariseos no estaban durmiendo. La envidia y el odio velan cuando la mentira y el engaño están tranquilos, esperando que la semilla del rencor germine en medio de esta aclamación unánime. Es por eso que quieren reprocharle al Maestro, y le exigen que calmara el ánimo de la masa que le aclamaba. A ellos Jesús le responde: "Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían."

Ya no había más que decir, solo quedaba lamentarse sobre la ciudad, porque su ruina era inminente, y consolarse por la perdida de las victimas. Esa ciudad que no supo, ni pudo comprender el tiempo de la Paz, se iba a encontrar cercada por sus enemigos, los cuales la iban a destruir hasta los cimientos. Es por eso que a los suyos vino, y ellos no le reconocieron, como una gran contradicción, como la mas grande de las paradojas que nos registra la Historia.

Era tan grande la gloria del Mesías, que las personas que estaban acostumbrada a verlo no lo reconocieron, por eso, al ver a la multitud que le seguía, los judíos, que de todos los lugares de debajo del sol habían venido a esta Pascua, se preguntaban el uno al otro: ¡¿Quién es éste?", para recibir como respuesta: "Éste es el profeta de Galilea." Porque solo uno de los profetas podía ser digno de tan alto honor entre el pueblo. Él era de quien habló Moisés, cuando dijo que el Eterno iba a levantar un profeta sobre el cual iba a descansar su palabra.

A Jesús fueron en esta ocasión los cojos y los ciegos. El le curó de sus dolencias, y el pueblo continuaba clamando. Los sacerdotes sintieron temor. Los fariseos estaban escandalizados; y simulando que tenían cuidado de las cosas sagradas, al ver como: "Los muchachos aclamaban en el templo y diciendo: ¡Hosanna al hijo de David! Se indignaron."

Ellos querían que Jesús negara que Él fuera el Hijo de David; que dijera que Él no era el Mesías. Ellos procuraban que Jesús prestara atención a lo que se estaba diciendo. Pera eran las profecías que estaban teniendo su verdadero cumplimiento, por lo cual les responde: "¿Nunca leísteis: de la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?"

Los que querían hacer a Jesús impopular. Los que querían poner fin a su Ministerio, y que aspiraban a atraerse ha sí mismo toda la gloria del mundo, no tuvieron más que reconocer: "¿Veis que nada aprovecha? He aquí, el mundo se va tras de Él." Pero ninguno de sus discípulos comprendió lo que estaba sucediendo. Ellos también están ciegos. El triunfo publicitario de ese día había embotado sus sentidos. Ellos pensaban en la gloria de este mundo; pero los planes del Salvador eran otros muy distintos. Y los discípulos no lo comprendieron hasta después de su resurrección.

LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO Y LA HIGUERA ESTERIL

Mateo: 21: 12 13 y 18 y 19. Marcos: 11: 12-19. Lucas: 19: 45-48 y 21: 37-38.

Seria el lunes, cuando Jesús salió de Betania, donde presumiblemente pasó la noche en la casa de Lázaro, y por lo temprano de la hora, después de haber camino unos tres kilómetros, tuvo hambre. El desayuno judío era una comida más que frugal. El aire fresco de la primavera le había abierto el apetito. En el camino, se pudieron haber encontrado con dúctiles, granadas e higueras.

En lo días de Jesús, la cosecha iba madurando en forma escalonada, y según su maduración, se hacia la recolección. En el sur maduraba primero, y en esa medida, iba ascendiendo hacia el norte. Los judíos conocían dos tipos de higueras. La boccore, que es un higo temprano, y del cual se cultivaban dos variedades, el negro y el blanco. Estos higos se cosechaban en el mes de junio.

El otro higo, era el kermouse, que era el higo de los judíos. De esta clase, había una variedad que se cosechaba en invierno. No era hasta el verano que se hacia la gran recolección, Jesús lo sabia; pero en el camino había una higuera, que por su frondosidad, decía tener higos, y a ella se encaminó Jesús. Buen sazón es el hambre.

Marcos dice que la higuera no tenía higos, y agrega que no era ese el tiempo. Jesús maldijo a esta por su engaño y presunción; aunque la maldición no fue porque no tenía frutos, o porque tuviera muchas hojas. La maldición viene como una enseñanza a sus discípulos, de que todo lo que se hace con fe, tiene una respuesta. Uno puede sentarse a ver los resultados, a menos que la fe no sea una invitación a obrar. Tan pronto Jesús maldijo al árbol engañoso, siguió su camino, en dirección a la ciudad que esa higuera representaba. Jerusalén, con todo lo que ella representaba era una higuera silvestre, era un acebuche.

Cuando el Maestro llega al atrio del Templo, el cuadro que ve es asqueante, sobrecogedor, tétrico. Vendedores de bueyes, ovejas y palomas, todos ofreciendo sus productos. Los cambistas de monedas extranjeras están ocupados, en el intercambio crematístico, de convertir en dinero del Templo, toda moneda que ostente una esfinge.

Este trabajo mundano, el de los cambistas, tiene como objetivo, el no permitir que ninguna moneda que tenga una figura humana entre al templo. Para uno hacer una ofrenda en metálica, debe recurrir a la antigua moneda judía, pero se cobra un importe por la operación. No era que en Israel no circularan las monedas extranjeras, era que no podían entrar al templo. Ernesto Renán, en su Vida de Jesús, relata un conato de revolución que surgió cuando se quiso hacer circular en Judea una moneda con esfinge. Es probable, que en el Templo circulara la moneda llamada Tiria, y no de otra clase.[3]

William Barclay, en su obra Introducción al Estudio de la Biblia, nos dice lo siguiente:

"En primer lugar, los cambistas. Cada varón judío y prosélito debía pagar de impuesto al Templo medio siclo anual, que sería el equivalente de $ 0.12 dólares / EUA. Las mujeres y los niños estaban exentos. Pero hay que tomar en cuenta que entonces el jornalero percibía diariamente el equivalente a $ 006 dólares/EUA aproximadamente El impuesto pues, significaba casi dos días de salario, lo que es bastante significativo. Por otra parte, el impuesto del Templo tenía que pagarse en siclos del santuario o siclos galileos. Esto se debía a que eran las únicas monedas que no tenían ninguna efigie real grabada en ellas, lo que para los judíos representaba una imagen idólatra, especialmente si se considera que entonces había tantos monarcas a quienes se rendía culto como a un dios. En Palestina circulaba ordinariamente toda clase de monedas provenientes de Grecia, Roma, Fenicia, Egipto, Siria, etc. El impuesto se pagaba durante la Fiesta de la Pascua que atraía a judíos de todo el mundo quienes venían a celebrar la Pascua y a pagar su impuesto. Los peregrinos traían consigo toda clase de monedas. Era una obligación pagar este impuesto, y en Palestina las autoridades del Templo podían embargar los bienes de quienes no lo hicieran. Así que los visitantes acudían a los banqueros o cambistas para convertir su dinero a siclos. Los cambistas cobraban un maah (equivalente a un centavo y medio estadounidense) pero si la moneda extranjera era por más de medio siclo, entonces le sobrecargaban un maah adicional por darle cambio. Recuérdese que el maah equivalía a la cuarta parte de un jornal de entonces. Así que el visitante tenía que invertir casi dos días de salario en el pago del impuesto al Templo, y casi otro medio día de sueldo porque le cambiaran sus monedas. Era un despojo colosal en que abiertamente se esquilmaba a los peregrinos. Anualmente producía ingresos equivalentes a $ 13,000 Y $ 15,000 dólares/EUA, que serían sumas millonarias en la actualidad. La riqueza de la tesorería del Templo era tal que cuando Craso, general romano, lo saqueó en el año 54 a.C., se llevó el equivalente a $4'100,000 dólares/EUA sin dejar exhausta esa riqueza. Tal cantidad tendría una capacidad de compra actual equivalente a cientos de millones de dólares. Los peregrinos, pues, eran víctimas de los cambistas."

Jesús no solo derribó la mesa de los cambistas, sino que impidió que se transportara cualquier objeto de venta por el recinto sagrado. La tradición judía impedía que en el Templo se transportara cualquier objeto, aunque este fuera un báculo, una caja, y hasta un monedero. Era tal la naturaleza de esta prohibición, que estaba prohibido tomar en atajo. Como decía la tradición, el Mesías purificó el Templo.

Las palabras de Jesús fueron fuertes, claras y enérgicas. No tenia que ocultar, por lo cual el poco tiempo que le quedaba, tenia que aprovecharlo, es por esa razón que dice: "¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cuerva de ladrones." Y en una cueva de ladrones había convertido la Casa de Dios, los que eran encargados del Templo, del culto y de la religión. Le estaban robando al pueblo.

Esta grabe denuncia fue una de las causas por la cual se cerró la fila de los fariseos y la de los saduceos, y que iba a tener como finalidad, darle muerte a Jesús. El Evangelio nos dice que Jesús se dedicaba en ésta última semana: que de día enseñaba a la multitud que estaba maravillada y de noche se retiraba al monte de los Olivos a Betania. Por eso, su fama era grande. Todo el mundo iba a oírlo al Templo.

Al igual que a Jesús, el que predica el Evangelio puro, el Evangelio que libera y da vida, las personas o les aman o les desprecian, pero nunca les son indiferentes. Uno se identifica en su pro o en su contra. La verdad ha de ser dicha; Jesús nunca ocultó la verdad.

Cuando ya estaba para ponerse el sol, este día, Jesús se retiró al monte de los Olivos, y fue esa la razón, que cuando pasaran al lado de la higuera no pudieron notar, que el árbol de hojas exuberantes, que estaba a la vera del camino, ya se había secado. Como si hubiera sido alcanzada por el rayo, todo en ella estaba seco como la ceniza. Una corriente eléctrica, despiadada e inclemente, había cercenado su corteza, quebrado su tronco y obstruido el paso de la savia por sus vasos leñosos. Ya no tenía vida.

LA HIGUERA ESTERIL SE MARCHITA.

Mateo: 21: 20-22. Marcos: 11: 20-26.

Fue en la mañana del martes, cuando Jesús subía al Templo, que los discípulos: "Vieron que la higuera se había secado desde las raíces." El Doctor Taylor, dice que Jesús maldijo la higuera el lunes, y como tal, fue al día siguiente que los discípulos notaron que se había secado. Pedro tomó la palabra sin reponerse de su asombro, y recordando que el día anterior, cuando pasaban por ese lugar, el Maestro había maldecido a la higuera estéril. El procedió a llamar la atención sobre el milagro que se había efectuado.

Jesús les recordó a todos, ya que no salían de su asombro, que era necesario tener fe, ya que por medio de ella, se le podía pedir a un monte que se desarraigara y que se plantara en el mar, y el monte iba a obedecer. Y es que la fe, ese fruto de Espíritu, es el agente potencializador de todas las obras que los hombres quieran realizar. La fe es poder, es avance, no es un yugo, o mucho menos un freno paralizador. La fe es la que nos impulsa a obrar, y es a la vez un colirio para la vista. Fue por fe, que Moisés se mantuvo viendo al invisible.

Para Mateo y Lucas, la higuera se secó inmediatamente, y asó lo consignan en sus Evangelios; pero el detalla minucioso de Marcos, nos permite pensar, que ellos no repararon en el incidente, y continuaron caminado hacia Jerusalén. Por eso este relato lo hemos puesto en dos secciones, aunque claro, el Señor que da vida y que sostiene el universo, también puede romper con las leyes de la física; pero el Señor no juega al azar.

Jesús nos insta a la oración y al perdón. La medida de nuestro perdón, es la misma que debemos reclamar para que se nos perdone. Es en la misma medida que nosotros perdonamos, que invitamos a Dios para que nos perdone a nosotros, y es el perdón, el que le da el olor grato a las oraciones que se levantan con dirección al trono del Altísimo.

98. SE PONE EN DUDA LA AUTORIDAD DE JESÚS. LA PARABOLA DE LOS DOS HIJOS.

Mateo: 21: 23-32. Marcos: 11: 27-33. Lucas: 20: 1-8.

En este momento encontramos a Jesús en el Temple, enseñando el Evangelio. Este es un día largo y agitado. Es un día de disputas, controversia, en el cual las oscuras fuerzas del mal se van presentando una, aunque no como caballeros, sino como malandrines, y que luego la veremos cerrando filas en un compacto escuadrón; pero todas fueron rechazadas por el Capitán Invicto de los Ejércitos Angélicos. En esta coalición diabólica, se encontraba el Sanedrín reunido en todo su conjunto.

En este conciliábulo satánico, se encuentran Anás y Caifás, los escribas y los fariseos, los saduceos y los ancianos, y por que no los partidarios de Herodes. Como en unas notas anteriores nos referimos a los escribas, a los fariseos, vamos a ver a grandes rasgos a estos ancianos del pueblo. Para el Doctor Rand, en su Diccionario de la Santa Biblia, estos ancianos formaban parte del tercer elemento del Consejo o Tribunal Judío. Cuando habla de los ancianos de Israel, dice que eran distintos del Sanedrín, pero que cooperaban con él. Luego en el artículo que Rand trata sobre el Consejo o Concilio, cita como parte del mismo a tres grupos, sin decir cuales son estos tres grupos, por lo cual deducimos que pueden estar los ancianos

El Doctor Raymond B. Brown, dice que estos tres elementos, sacerdotes, escribas y ancianos, son los que formaban el Consejo. Cuando habla de los componentes del Sanedrín que una noche juzgó a Jesús, nos dice lo siguiente: "El segundo grupo de personas que tenían asiento en el Sanedrín eran ancianos, laicos de las familias nobles de Jerusalén." Por lo que podemos colegir, que el Sanedrín estaba compuesto por sacerdotes, teólogos y laicos. Los laicos eran los miembros de la aristocracia, miembros de las familias encumbradas, que bien encajan entre los herodianos y los saduceos.

Fue una comisión integrada por personas de esta clase, que se acercó a Jesús, no con la intención que nos dice el Doctor Taylor, de saber con que autoridad el recibía los clamores del pueblos; sino con que autoridad el hacia las cosas que estaba haciendo, ya que se comportaba como el Mesías. Jesús no quería entrar en polémicas con los líderes religiosos. Sabemos que Jesús tampoco andaba contestando preguntas que se les formularan de manera directas. El de sobra conocía las debilidades de ellos, por lo cual podía contestarle. Es el Maestro que toma la palabra y de les dice: "Os preguntare yo también una palabra; respondedme: el bautizo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?"

Me medio de sus cavilaciones, estos engendros satánicos se puede comprender la malicia, la hipocresía y la falta de veracidad de estos hombres. No había que precipitarse. Ellos consultaron primero: si decimos que del cielo, la respuesta que Jesús le pedía dar, y Él tenia la autoridad del cielo, pero ellos iban a responder que Él era un farsante; pero si ellos decían que Juan bautizaba por mandato del cielo, cosa de lo cual ellos estaban seguro, sabia que su respuesta seria, ¿por qué no le creísteis? Porque Juan había hablado de Jesús, y había dicho que Él era el cordero de Dios, como también había dicho que Jesús iba a bautizar con fuego y el Espíritu Santo. Ellos no podían decir tampoco que el bautismo de Juan era de los hombres, pues todo el pueblo había creído en la predicación de Juan, como también muchos militares. Decir eso era exponerse a morir apedreado, ya que la aceptación de esa gran multitud era una prueba de que el cielo había aceptado ese bautismo como proveniente de Dios.

Lo que la lógica indicaba, y la prudencia era lo principal, de que se debía tomar una salida elegante, por lo cual se pusieron de acuerdo en decir: "No sabemos de donde sea." Con esa falsedad que chorreaba hipocresía, estaban diciendo, que no era que ellos no sabían; estaban diciendo que no querían decir que era de Dios, porque de lo contrario, tenían que admitir que lo que Juan había dicho de Él era cierto. Jesús desenmascara a sus contrincantes, y le contesta de la misma manera: "Ni yo os digo con que potestad hago estas cosas."

A renglón seguido propuso su parábola de los dos hijos. Un padre que tenía dos hijos, le invitó a que fueran a trabajar a su viña. Uno de ellos, el primero dijo abiertamente que no, el otro que si. El que dijo no, se arrepintió y fue, y el que dijo si, no fue. Jesús aplica su ejemplo diciéndole a los presentes, que los publícanos y las rameras iban delante de ellos en el camino al reino de Dios, ya que esas dos clases despreciables creyeron a la predicación de Juan.

99. PARABOLAS DE LOS LABRADORES MALVADOS Y DE LAS BODAS DEL HIJO DEL REY.

Mateo: 21: 33-46, y 22: 1-14. Marcos: 12: 1-12. Lucas: 20: 9-19.

Ya no había nada que ocultar, con estas dos parábolas, Jesús fue muy bien entendido por los dirigentes judíos, las mismas personas a las que estaban dirigidas; sobre todo la de los labradores malvados. Por la forma de hablar en esta ultimas parábolas, no se puede decir que es oscuro, pues estos relatos cortos y cortantes, llegan a sus oyentes, principalmente a sus destinatarios en forma comprensivas. Si ellos querían un motivo, pues ya lo tienen.

Jesús se identifica como el Hijo del Dueño de la viña, y como el Rey que tenia preparada la fiesta de bodas. Y de esa manera la entendieron sus rivales gratuitos. Estas parábolas fueron como un rayo que cortó en dos mitades a sus destinatarios, los cuales corrieron a tomar consejo y hacer maquinaciones.

100. LAS PREGUNTAS CAPCIOSAS DE LOS FARISEOS. EL TRIBUTO AL CÉSAR.

Mateo: 22: 13-17. Lucas: 20: 20-26.

Entonces los fariseos se retiraron para consultar su plan de batalla, para lo cual usan como estrategia el unir sus fuerzas con los interesados en mantener el poder romano en Israel, a los herodianos. Para tender lazos, procuran los servicios de hombres bajos, presumiblemente pagos. La división entre nacionalistas y entreguitas se echó a un lado; y de una manera hipócrita y capciosa se dirigieron a Jesús después de haber planeado como le iban a sorprender. Ellos habían estructurado de tal forma su plan, que no importa la respuesta que Jesús les diera, iba a quedar entrampado. Se dirigieron a Él con halagos, pues convenía que por la forma de hablar le creyera como sus amigos.

Los simuladores se acercaron a Jesús diciendo: "Maestro, sabemos que eres amador de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te curas de nadie, porque no tienes acepción de personas, sino que enseña con justicia." Todo esto era verdad, ellos estaban en lo correcto. Sus palabras son la verdadera imagen que de Jesús ellos tenían. Sabían que Él era de esa manera, y aunque les dolía, lo estaban diciendo y dando testimonio de ello. Con estas palabras esperaban que el bajara la guardia y sorprenderlo por medio de la astucia.

Después de la adulación, los hipócritas se quitan la mascara y proceden a declarar lo que ellos fueron a buscar de Jesús: "¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?" Cuanto no encerraba ésta pregunta. Vista así, no importa la respuesta que se de, la persona queda atrapada.

Por lo que se conoce de la Historia de Israel, la Constitución Judía no permitía que se pagara tributo a ningún poder extranjero, ya que el tribuno era un signo de dependencia y de su sumisión a otro gobierno. Los judíos, los romanos eran una raza despreciable, pues su religión y su raza era lo único puro; su culto era el único culto aceptable para el Eterno. Por eso no podían admitir el tributo al César. Los publicanos eran odiados y despreciados por ellos, porque eran los cobradores de ese impuesto. Renán, en su Vida de Jesús habla de la revolución que hubo en Judea, cuando en el año 6 de nuestra era, Judas, el galileo, dirigió una sublevación contra Roma, ya Roma imponía la esclavitud por medio de los impuestos. El impuesto era pagado en forma voluntaria por los herodianos, que al ser pagado a Herodes, ellos recibían los beneficios. Los fariseos pagaban el impuesto, aunque con cierto resabio; pero de todas formas, lo pagaban.

Si Jesús decía que Si, que era lícito, que se debía pagar el tributo, los fariseos iban a levantar al pueblo en su contra. Era una razón para acusarlo de entreguita, vende patria, antinacionalista, etc. Si decía que No, la situación podía ser peor. Los herodianos lo acusarían de rebeldía, desobediencia y hasta de conspiración contra la Metrópolis.

Si el pueblo se apresuraba a rechazar y repudiar a Jesús por estar de acuerdo con el tributo; los romanos se iban a apresurar más rápido para poner fin al conato de insurrección que el profeta de Nazaret predicaba. Como Jesús conocía sus intenciones, el hilo que les movía, la astucia y la maldad, procede a desenmascararlos con esta pregunta: "¿Por qué me tentáis, hipócritas?," e inmediatamente le dice: "Mostradme la moneda. ¿De quien tiene la imagen y la inscripción?"

Jesús conocía perfectamente lo que esa moneda decía, pero como ellos fueron a tentarle, era necesario que ellos mismos declararan lo que se iba hacer. Ellos procedieron a mostrar el denario romano, el cual tenía la imagen de Tiberio, el emperador de la época. La moneda de ese tiempo tenía esta inscripción: Tiberio César, el Divino Augusto, hijo de Augusto.

Cuando Jesús pregunta por la imagen y le inscripción, ellos respondieron que era de César. Es entonces cuando el Maestro procede a decirles que le den al César lo que es del César, pero que a Dios le den lo que le corresponde. Con una respuesta de esta índole, sus inquisidores no tuvieron más que callar, y maravillarse de la respuesta tan bien elaborada.

101. LA PREGUNTA DE LOS SADUCEOS.

Mateo: 22: 23-33. Marcos: 12: 18-27. Lucas: 20: 27-40.

Los fariseos y los herodianos fueron derrotados en su propio terreno, por lo cual tuvieron que huir. El escudo que ellos habían abandonado, fue prestamente recogido por los materialistas de Israel, los saduceos. Como consignan los Evangelios, ellos no creían en la resurrección. Para ellos, los únicos libros validos, eran los libros de Moisés, el Pentateuco, y a sus juicios, Moisés no escribió nada tocante a la resurrección de los muertos, pero si sobre el levirato.

El levirato era la institución por medio de la cual, si un hombre moría sin dejar descendencia, su hermano se debía acercar a su cuñada, o para ser mas preciso, la viuda al cuñado, porque la palabra latina levar, significa cuñado. El fruto de esa unión no se iba a contar entre la descendencia del padre natural, sino del hermano muerte; y de esa manera no se iba a perder su nombre en Israel. Como Moisés no había dicho nada, por la manera de ellos ver las cosas, fueron ante Jesús para presentar un problema de laboratorio.

Los saduceos no creían en la resurrección de los muertos, pero hipócritamente simularon interés, preocupación por el estado de un hombre, que había muerto, y había dejado seis hermanos, y que todos se unieron a su cuñada, pero que ninguno pudo levantar una simiente. Es por eso, que para poder dar respuesta a su problema, Jesús lo enfrenta en su propio terreno. Ellos solo tenia como inspirada a los libros de Moisés, entonces Jesús les dice que ellos estaban errados al no conocer sus propias escrituras. Estaban errados, porque sus apetitos sexuales querían trasplántalos al Reino venidero. Si ellos creían en Moisés, en el libro del Éxodo, en el pasaje de la Zarza, el Eterno se declara como Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, porque todo aquel que está en Dios no muere, vive eternamente…no muere nunca.

El mismo Abrahán, cuando fue a sacrificar a su hijo Isaac, lo hizo conciente de que el Eterno podía levantarlo de entre los muertos. Así es que ellos no conocían las Escrituras, y por no conocerla, no sabían que Dios tiene poder para levantar a los muertos. Y en cuanto a la vida futura, una cosa debía estar clara: "Los que fueran tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamientos."

El matrimonio, que fue instituido por Dios en el mismo Edén, y que tiene como meta la procreación, conservación y perpetuación de la raza humana, cuando el hombro no tenga más que morir, va a desaparecer. Cuando desaparezca la muerte, los humanos viviremos en un estado angélico; porque ese es el plan de Dios, que los a instituido de esa manera. Los saduceos, que entendieron lo que Jesús decía, tuvieron que retirarse derrotados, al no tener argumentos; también quedó demostrada la ignorancia de ellos.

El Doctor de la Ley y los dos grandes mandamientos

Mateo: 22: 24-34. Marcos: 12: 28-34.

Después que fueron despachados los que se presentaron a tentar al Maestro, los fariseos creyeron que era conveniente redoblar sus esfuerzos. Recordemos que un caso similar a éste ya fue estudiado, y que se encuentra en Lucas, material del cual tomaremos un poco para argumentar en este episodio. Hay comentaristas del Nuevo Testamento que consideran a este Doctor de la Ley como si fuera un casi-cristiano; pero a la verdad, lo que este hombre perseguía no era otra cosa que tentar a Jesús, poniéndolo a prueba. Por lo cual el mismo no era más que un enviado por las fuerzas de las tinieblas.

El problema de los Mandamientos era causa de división entre los maestros judíos. La pregunta que este Doctor le hace a Jesús, se la hace no el terreno de Jesús, sino en el terreno de los fariseos; por lo cual el quiere una respuesta farisea; era ellos los que se preocupaban por dividir en grados y calidad los mandamientos. Jesús se apresura a dividir los mandamientos, no por grados de importancia, sino según la el culto que el hombre debe rendir a Dios, y su amor al prójimo.

Jesús recurre al credo judío, al Shema. Este credo era recitado dos veces al día por todo varón judío devoto. Es por eso que Jesús le dice: ¡Oye Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor un es. Amarás pues al Señor tu Dios de todo corazón, con toda tu mente, y con toda tus fuerzas; este es el principal mandamiento." Esto significa que toda la constitución física y mental del hombre, sus actos y sus pensamientos deben estar reunidos en estas palabras; Todo debe estar dirigido en esta dirección.

El culto del hombre debe ser a Dios, no al hombre, o a ninguna hechura del hombre. Luego Jesús agrega al Doctor: "Y el segundo es semejante a él: Amarás a tú prójimo como a ti mismo." Lo dicho por Jesús es una continuación de la Regla de Oro. Como nos amamos, debemos amar a nuestro semejante.

Para Filón de Alejandría, los Mandamientos se resumían en dos enseñanzas, las cuales eran cardinales: El deber que se tenía para con Dios, lo cual se manifestaba por medio de la justicia con que se trataba a la humanidad. Parece que Filón no estaba lejos de las enseñanzas de Jesús.

Por lo que podemos entender, no existían otros mandamientos. En esto se encontraban reunidas todas las enseñanzas de las Escrituras. Al escuchar tales palabras, el Doctor se sintió tocado, y procedió a corroborar los dicho por el Maestro Galileo, a la vez que declaraba, que cumplir con estos dos requisitos, era mas importante que los holocaustos y los sacrificios. Y es cierto, ya que ante los ojos de Dios, estas palabras, fruto de un corazón que vino a tentar y encontró la verdad, sus palabras no fueron pasadas por alto; por eso Jesús declara ante todos los presentes: "No estás lejos del Reino de Dios."

Si bien es cierto que no estaba lejos del Reino de Dios, no tenía la entrada en el mismo. Solamente estaba camino al Reino, pero aun no podía entrar en él. Cuantos Doctores no hay que reconocen la verdad de las palabras del Evangelio, pero no se atreven a tocar. Cuantos no son los que escuchan el llamado del Señor, pero no les abren la puerta.

Cerrada la boca de este Doctor, el cual fue en representación de la clase ilustrada y versada en la Ley, ya nadie quiso preguntar nada más. Todos se declararon incompetentes para continuar en el ruedo, estaban desarmados. Los sabios habían sido sorprendidos en su sabiduría, y para mayor desaire, por un laico que ellos despreciaban.

103. EL CRISTO ES HIJO DE DAVID.

Mateo: 22: 41-46. Marcos: 12: 35-37. Lucas: 20: 41-44.

El enemigo se había retirado después de haber quemado al pie de su bandera el último de sus cartuchos. No había forma de resistir. Si atacando ellos, fueron rechazados, al primer empuje de Jesús iban a dar en tierra con todos sus parapetos, los cuales eran sostenidos por sus teorías y su hipocresía. Todos ellos iban a quedar de manifiesto, nada quedaría oculto. Es por que viendo el Divino Maestro que todos los que contra Él se había coaligado estaban reunidos en el Templo, marchó hacia ellos para expulsarlos de su último reducto. Ellos no les iban a cuestionar mas, entonces Él los cuestionaría a ellos de esta manera: "¿Qué os parece del Cristo? ¿De quien es Hijo?"

Ante esta pregunta, los peritos no se hicieron esperar: de David, fue la respuesta. Y era verdad. Las Escrituras lo decían, y ese era el sentir del pueblo. Por lo cual la respuesta es la correcta.

Hagamos un poco de historia. Cuando nació Jesús, en los días del rey Herodes, y se preguntó a los Doctores el lugar donde iba a nacer el Mesías, ellos respondieron que en Belén, por en ese lugar la casa de David. Todos los profetas que anunciaron al Mesías, anunciaban que del tronco de la familia de David, iba a salir un vástago. El titulo de Hijo de David, era un equivalente al de Mesías, al de Cristo; por lo cual, el que era de la descendencia de David, le pide a los encargados de mantener limpio y claro los registros de nacimientos, y que por ende sabían muy bien que cuando el Liberador de Israel se presentara, tenia necesariamente que proceder de tan ilustre familia.

Pero está respuesta originó una interrogante muy fuerte por la lógica que contenía: "¿Pues como David, en el libro de los Salmos, en el Espíritu le llama Señor diciendo: Dijo el Señor a mí Señor: Siéntate a mi diestra, entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies?"

La cita está tomada del Salmo 110, y ellos muy bien lo sabían, ya que este Salmo era cantado en el Templo; pero faltaba otra interrogante, y que se desprende de lo que el Rey Cantor le llama Mí Señor, entonces: "¿Cómo pues es su Hijo?" ellos no podían decir nada. Como es que pueda ser hijo de David. No podían entender que por ser hijo de David según la carne, en este sentido era su hijo; pero que en el Reino mesiánico, David era un súbdito sujeto a las Leyes de su Señor, el Mesías.

Con esta pregunta cesaron las disputas. Ya no quedaban preguntas por formularse. Los fariseos y los herodianos fueron derrotados en su propio terreno; el argumento de los saduceos fue vuelto contra ellos. Los Doctores de la Ley tuvieron que contemporizar y darle la razón. Cuando ellos fueron interrogados por Él, los fariseos se callaron.

104. JESÚS ADVIERTE CONTRA EL MAL EJEMPLO DE LOS ESCRIBAS Y DE LOS FARISEOS.

Mateo: 23: 1-12. Marcos: 12: 38-39. Lucas: 20: 45-46.

Ya no había nada que discutir. Ni ellos se atrevieron a preguntar, claro, no tenían calidad para nada. Cualquier cosa que dijeran, no era más que una manifestación de su hipocresía. El mismo que había elogiado la forma de reflexionar de un Doctor de la Ley, procede ahora advertir contra el mal ejemplo de los escribas y de los fariseos a las personas que se habían acercado a Él.

En este discurso a sus discípulos, Jesús reconoce la autoridad que tenían en cuanto a las Escrituras, estos celosos guardianes de la Ley escrita y oral. Todo lo ellos dijeran, debía ser guardado y debía hacerse. Se debía obedecer lo que estaba apegado a la Ley; pero se debía tener en cuenta que sus ritos y ceremonias hacían la vida imposible a sus seguidores, ordenando cosas que ellos no cumplían. El celo con que se obedece, debe ser según Dios lo ha establecido, no según los mandamientos de los hombres.

Jesús condena enérgicamente el exhibicionismo de los fariseos, al hacer ostentación de su religiosidad, la cual mostraban a través de sus filacterias. Eran sumamente ritualistas, supersticiosos y amante de la vanagloria. Ellos interpretaban pasajes como el de Éxodo: 13: 9 y 16 de una manera literal. Las filacterias, que son unas tiras de pergaminos, que todo varón, después de haber cumplido 13 años de edad debe llevar en su frente y atada al brazo derecho. Estas tiras están divididas en cuatro partes, en las cuales se escriben trozos de los libros de Moisés. La filacteria de la frente se denomina Frontal, y las del brazo se llaman Tephila de la Mano.

Para los judíos, las filacterias son como una especie de resguardos o de amuletos contra los demonios, ya que el significado del nombre filacteria es el de resguardo. Los textos que se encuentran en las filacterias son: los primeros diez versículos del capitulo 13 de Éxodo; luego están los versículos del 11 al 16 del mismo capitulo. En otra filacteria están los versículos del 4 al 9 del capitulo 6 de Deuteronomio. En una última filacteria están los versículos del 13 al 21 de Deuteronomio 11.

Como se puede ver, Jesús fue duro y enérgico contra la hipocresía de estos guardianes de la Ley, los cuales en su afán estaban cerrando las puertas del Reino de Dios a aquellos que querían entrar. Los grandes males necesitan grandes remedios. El Maestro levantó la voz para despertar a sus contrincantes, pero sus oídos estaban tapiados a cal y canto.

105. AYES SOBRE LOS ESCRIBAS Y FARISEOS. LAMENTO SOBRE JERUSALÉN.

Mateo: 23: 13-39. Marcos: 12: 40. Lucas: 20: 47.

Esta parte del discurso de Jesús es más enérgica, y esta dirigida al rostro de su destinatarios. Las acusaciones son serias y graves: impedir la entrada al Reino de Dios, mermar el derecho y el patrimonio de los desvalidos, sobreponer sus provechos personales sobre los del culto, no cumplir con el juicio, la fe y la misericordia, puntos cardinales de la verdadera religión. En su afán de parecer puros y ceremoniosos, se afanaban en no mezclarse con nada impuro; pero incurrían en las más graves contaminaciones. Los que eran pulcros en las apariencias, estaban por dentro llenos de suciedad y de inmundicias, ya que sus pensamientos estaban ocupados en hacer el mal, mientras aun se encontraban en la cama, antes de que el sol saliese, y durante el día, sus pies se encaminaban con afán a conseguirlo.

El Señor propone enviarle profetas que le muestren el camino de Dios, y también a maestros que le den el consejo que lleva a la salvación, a sabiendas de que muchos de ellos iban a ser reseguidos, azotados, crucificados y entregados a la muerte. De esa misma manera los padres de los destinatarios habían obrado contra los profetas de Dios, los hijos no iban a hacer menos. Pero la injusticia de estos perversos no se podía quedar impune, toda la sangre vertida por los mártires, iba a ser vengada, desde el primero hasta el ultimo, porque para ese entonces, la copa de la paciencia de Dios estaba colmada. Dios se iba a cobra con intereses la rebeldía y la contumacia de estos malhechores.

Luego Jesús vierte un juicio amargo, solemne y lastimoso, el cual ha de caer sobre la capital religiosa del que fuera el pueblo elegido por Dios. Esa ciudad era un centro de comercio, donde se había cometido los crímenes mas atroces, que un pueblo pueda cometer: "Que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados a ti." Pero como si todo eso fuera poco, ellos mismos estaban para convertirse en deicidas. No les importaba que el mismo Dios tuviera todos los cuidados más tiernos y amorosos que se pudiera tener. Acaso había un ejemplo mas hermoso que el de la gallina, la cual cobija sus hijos debajo de sus alas para librarlo del peligro y guarecerlos del frió.

Jesús les recuerda a los escribas y a los fariseos, a sus rabinos, que cuando logran hacer un prosélito, este nuevo judío estaba: "Bajo las alas de la Shekinak." Con esto estaban diciendo, que estaban bajo la gloria del Eterno. Pero a todos estos cuidados, ellos fueron renuentes, por esa causa, la destrucción de la Ciudad Santa, con su Templo y su culto iba a ser destruida, y no solo su ciudad, toda la nación iba a perecer, por no haber comprendido el tiempo en que Dios la visitó.

106. LA OFRENDA DE LA VIUDA.

Marcos: 12: 41-44. Lucas: 21: 1-4.

En este momento encontramos a Jesús en el Patio de las Mujeres, éste es en el lugar destinado para poner el arca en la cual se depositaba el dinero de las ofrendas. Jesús está sentado frente al Gazofilacio, y veía como los ricos iban y depositaban de sus recusas. Estas ofrendas eran hechas con ostentación, y el pueblo le veía como dignos, pues a mayor ofrenda, mayor bendición había recibido. Es muy probable que Jesús estuviera conversando con sus discípulos, al mismo tiempo que le servia de descanso, después de un día tan agitado que había llevado. No fue por azar, que sus ojos escrutadores se posaron sobre una pobre mujer viuda, que a hurtadillas se presentó en el área, y depositó dos blancas. A decir de Marcos, estas dos blancas, formaban un cuadrante. A Jesús le llamó la atención la ofrenda de esa mujer, y quiso que no pasara desapercibido por sus discípulos lo que ella había hecho: "De verdad os digo, que ésta pobre viuda echó mas que todos: porque todos estos, de lo que les sobra echaron para la ofrenda de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenia."

La viuda dio en ofrenda todo el dinero que tenia para su alimentación, pues esas dos Lepton, esas dos diminutas monedas, eran los días de Plutarco, cuando el escribió sus Vidas Paralelas, las monedas mas pequeñas que existían en Roma. El cuadrante romano, se dividía en cuatro, como su nombre lo indica, y cada una de las blancas, lepton o pequeñas, cada unas de las partes de un cuadrante. En los días de Jesús, en Israel existía una moneda mas pequeña de cobre, que la cuarta parte del cuadrante romano, se denominaba Prutah, y equivalía a la mita de la diminuta Lepton. Entre las disposiciones rabínicas, había una que establecía, que nadie podía contribuir para la sustentación del Templo con menos de una Blanca, esto es con dos Prutah o la mitad del cuadrante.

Esta pobre mujer quiso dar mas de lo que la Ley rabínica le ordenaba, y se desprendió de todo lo que tenia para una causa que ella creía que era digna de contribuir. No importaban que para ello, se desprendiera de todo lo que tenía para vivir, no importaba que fuera todo su alimento. Pero este noble gesto no fue pasado por alto, y el propio dueño del Templo lo elogio, con unas palabras, que demuestran la buena voluntad de ese corazón.

Los griegos quieren ver a Jesús

Juan: 12: 20-36.

Ya no Jesús no se encuentran en el Atrio de las Mujeres, del Tesoro, donde se desarrolló la escena anterior, sino que ahora se encuentra en el Atrio de los Gentiles. El nombre de Atrio de los Gentiles, porque hasta el era que podían penetrar los hombres de otras nacionalidades, de traspasarlo, estaban condenados a muerte. Ésta era un área grande, ya que rodeaba por completo al Templo y a todos los demás Atrios.

Es en este momento, cuando: "Ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta: Estos pues, se llegaron a Felipe, que era de Bethsaida de Galilea, y le rogáronle, diciendo: Señor, querríamos ver a Jesús." Es una extraña petición, pero por alguna razón se acercaron a alguien, para que los pusiera en comunicación con el relacionador público del grupo. Sobre estos griegos se ha conjeturado mucho, y la mayoría de comentaristas se deciden, porque eran prosélitos del judaísmo, que como es lógico, habían venido a adorar.

Estos occidentales, están en busca de lo mismo que buscaban los magos de Oriente, unas décadas atrás, cuando fueron a Jerusalén atraídos por la estrella. Los sabios vinieron al Oriente ha adorar al Mesías una cuna, en este caso un pesebre; estos griegos se presentan al final del Ministerio de aquel niño, con el fin de verlo, oírle y hablarle. Querían tener una idea clara de su obra. Felipe no se precipito, sino que buscó al relacionador público del equipo, por lo cual se dirige a Andrés.

Tenemos que conjeturar ahora, que es muy posible, que Jesús estuviera todavía sentado en el Atrio de las Mujeres, el cual estaba separado por un muro de unos tres codos de alto, pero que con una terrible inscripción de amenaza y advertencia en contra de las personas gentiles, que eran tenidos por inmundo. Decimos que Jesús no recibió a los griegos. El Evangelista dice que dos discípulos se presentaron con el pedido ante el Maestro, pero el no lo recibió.

Él no estaba para los gentiles. El tiempo de los gentiles aun no había llegado. Cuando el fuera glorificado, entonces todos los gentiles tendrían participación en Él, para que se cumpliera la promesa que Él le había hecho a Abrahán. Es necesario, primero, que el grano de trigo cayera en la tierra y muriera, para que llevara frutos, con el cual los gentiles se alimentarían. La glorificación estaba cerca, como el Padre lo había acordado, y que iba a continuar gloriándolo. Cuando el grano de trino diera frutos, a todos iba a atraer a el, para que todos puedan comer del Pan de Vida; pera que pudieran ver la Luz del mundo, en contraposición con las tinieblas.

Este no fue el último discurso de Jesús ante la nación incrédula y malvada. Sus milagros y manifestaciones divinas, las cuales fueron con el propósito de que la nación se convirtiera a Dios, y el Eterno la sanara de sus malestares y dolencias espirituales, no fueron de provecho para la mayoría. Ya no había nada que hacer, por lo cual el Maestro se retiró, si que fuera visto por los ilustres helenos, que desde la cuna de la Civilización Occidental habían venido a ver al Verdadero Maestro, la Fuente de la Sabiduría.

El Deseado de Todas las Gentes no fue visto por los sabios de este mundo. El que es el principio de la vida, y que fue honrado por unos sabios astrónomos, en su última estadía en la tierra, no quiso recibir el culto de los cultos prosélitos, llevados a la Ley de Moisés por los escribas y los fariseos. Cuando se cumpliera el tiempo, ellos, los gentiles, las naciones, los paganos, serian atraídos a la Luz Mayor. La hora en que el Hijo del Hombre seria su intercesor en las Cortes Celestiales aun no había llegado; pero estaba cerca.

108. SOBRE LA INCREDULIDAD.

Juan: 12: 37-50.

Estas palabras tomadas del Evangelio de Juan, son las impresiones del Discípulo Amado, a mas de cincuenta años después de haber sido pronunciadas. Jesús, que durante su Ministerio había operado una inmensidad de milagros y señales prodigiosas; Jesús, que había resucitado muertos, dado la vista a los ciegos, lanzado fuera demonios, limpiado leprosos, restablecido paralíticos, tullidos, cojos, mancos. Jesús que había hecho oír a los sordos, restablecidos hidrópicos, y dado de comer a las multitudes; todos estos milagros, en vez de abrirle las puertas de los dirigentes, habían hecho que aumentara su incredulidad. Ellos al ver estas señales, se las habían atribuido al príncipe de las tinieblas. Todo esto era para que se cumpliera los dicho por el profeta Isaías, quien profetizó el endurecimiento de los corazones de los dignatarios de la nación.

El mismo Juan, que conocía el funcionamiento interno de la primitiva iglesia, y que estaba bien relacionado, nos dice que muchos creyeron en el Señor; el mismo que registró la conversación secreta de Jesús con Nicodemo, al principio de su Ministerio, y que luego registro el acto compasivo de José de Arimatea, cuando este mostró piedad por el difunto Maestro, nos dice que en vida del Maestro, nos dice que por temor a los demás dirigentes, no se había manifestado a su favor en forma publica. José de Arimatea tenía temor a ser excomulgado. En todas las épocas, los hombres han amado más la gloria del mundo, que los sufrimientos de la cruz.

Juan recoge lo que puede ser un discurso condenatorio de Jesús, en el cual declara que las palabras que Él ha dicho, serán el marco de referencia para tomar en el cuenta en el juicio que ha de venir en los días postreros. Nadie puede alegar que no ha sido advertido. El que no haya tenido obseso a la Palabra de Dios, o a alguien que le dé un estudio bíblico, ha tenido al cielo estrellado, que da testimonio del Creador.

El sermón profético

Mateo: 24: 1-51. Marcos: 13: 1.37. Lucas: 21: 5-36.

Ahora nos encontramos ante el terrible discurso profético, el cual tuvo su inicio cuando Jesús y sus discípulos abandonaban el Templo. Cuando iban saliendo del recinto sagrado, los acompañantes de Jesús, se maravillaron de la estructura externa del hermoso Templo de Jerusalén. Recuérdese que en una ocasión anterior se habló de la ubicación del Templo, y ahora nos encontramos con los discípulos asombrados ante su belleza y majestuosidad.

Lo que más llamaba la atención del visitante, era la grandeza de las piedras. Josefo dice en sus Antigüedades Judías, que había piedras de unos 17 metros de largo, por 8 metros de ancho, y 5 metros de espesor. El computo de Josefo es: "cincuenta pies de largo por veinticinco de ancho y dieciséis de espesor"; esto nos da a nosotros, veinte mil pies cúbicos. El historio judío dice que esa mole era blanca, sin que falte quien agregue que tenia vetas verdes.

Parece que el Templo tenía adornos en sus piedras, pues Lucas dice que tenía dones, o votos. Rand dice que el Templo parecía una montaña de oro y de nieve, aunque no sabemos de donde le venia el esplendor dorado. Es ante tal maravilla, que Jesús predice la suerte que ese lugar iba a correr, junto con todo sus ornamentos, sus ceremonias, y lo que el Templo representaba.

Marcos nos dice: "Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Veis estos grandes edificios? No quedará piedra sobre piedra que no sea derribada." Después no dijo mas nada. Todo quedo en silencio. Solo la cavilación y el más profundo mutismo envolvieron al grupo. Abandonaron la ciudad por la puerta del Pescado, tomaron el camino del Getsemaní, y se detuvieron en el monte de los Olivos. Es en éste lugar que Pedro, Jacobo, Juan y Andrés, les formularon las preguntas siguientes: "Maestro, ¿Cuándo será esto? ¿y que señal habrá de tú venida, y del fin del mundo?"

Ellos no podían pensar, que ese soberbio edificio, construido con ese tipo de piedras, sobre un lugar inexpugnable, iba a ser destruido. Es en este ambiente, y motivado por esas interrogantes, que el Maestro inicia su sermón profético. Jesús tomando cada una de las preguntas, le va a ir dando respuesta, el cual no será más que el devenir de la historia del pueblo judío y de la humanidad.

Primero: la llegada de falsos cristos y la persecución de sus discípulos. Es sumamente asombroso el hecho de que estas palabras tuvieron un cumplimiento literal en la nación de Israel. Josefo cuenta de un supuesto profeta egipcio, el cual sedujo a una multitud que se estaba cansada del gobierno romano, y con cuatro mil hombres, salió del monte de los Olivos, pero que fue acosado por Félix, el gobernador romano, y lo produjo una baja de unos cuatrocientos hombres muertos, y doscientos prisionero. El resto emprendió la huida. Jamás se supo nada del presunto profeta.

Otro caso fue cuando Capius Fadus era el procurador romano de Judea, que se levantó Teudas. Este Teudas, le pidió a la multitud que le siguiera, que como prueba de su mesianismo, él iba a dividir el Jordán. A éste siguió una horda de profetas, todos anunciando la liberación del pueblo del yugo romano.

El Señor también habló de guerras y rumores de guerras, cosa que no es necesario mencionar. Basta con leer los titulares de los periódicos, donde el tema central es la guerra. Los países se arman hasta los dientes en el nombre de la paz. Lo mismo sucede con las noticias que nos hablan de terremotos.

Jesús dice que sus discípulos iban a ser perseguidos. Les dice a ellos, en franca referencia a Jerusalén, que cuando vea todo esto que está aconteciendo, no se desesperen, todavía no es el fin, simplemente es el principio de los dolores. Antes de que esto suceda, antes de que esto acabe de suceder, o mientras esto esta sucediendo, vendría una ola de persecuciones contra los que les son fieles. Sus seguidores iban a ser entregados a los concilios, se les iba a azotar, se les llevaría a las cárceles, teniendo que sufrir un doble juicio: civil y religioso.

Iban a ser sentenciados a pena de muerte. Esto era necesario, para que dieran testimonio de su fe ante los que le juzgaban y ante los que estaban presentes en el juicio. Estos juicios debían ser precedidos por la predicación del Mensaje de Salvación. Sus discípulos no tenían que premeditar lo que ellos iban a decir, el Espíritu de Sabiduría que les estaba prometido, iba a descansar sobre ellos. Ese Espíritu iba hablar por ellos. El mensaje de Jesús predice que sus discípulos iban a ser impopulares antes de que Jerusalén cayera. También iban a ser aborrecidos, pero en sus paciencias iba a estar el secreto de su salvación.

Jesús procede a indicar cuales serian las señales que iban a acontecer antes de la ruina de Jerusalén. Quiere indicar bien cual es el momento, para que cuando esto esté sucediendo, sus discípulos estén apercibidos. Es por so que les dice, que cuando vieren la abominación asoladora, la misma que fue dicha por el profeta Daniel, el que lea, que entienda.

La señal para conocer cual era dicha abominación, iba a estar determinada: "Cuando viereis a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado." Por lo que escribiera Josefo y Tácito, en los cuales encontramos el relato de la guerra y campaña en Palestina, vemos que esto está en concordancia con el Sermón del Monte de los Olivos. Ernesto Renán, en su obra El Anticristo, es el autor que a nuestro entender, conciliar los escritos Sagrados con lo dicho por los historiadores.

Cuando Judea era un barril de pólvora, se mando a sofocar la revolución judía a un delegado imperial, el cual fue completamente derrotado por los exaltados fanáticos. Ante este triunfo, los judíos se envalentonaron, y se prepararon para hacer una mayor resistencia. Fue entonces cuando comenzaron a emigrar de Jerusalén, la mayoría, por no decir todos los doctores de la Ley, y los fariseos, y se radicaron en Jaumia; los herodianos se fueron con los derrotados romanos.

Otros eran de opinión que tenían que someterse a los romanos, mientras otros, los cuales eran influyentes, se declararon independientes. Fue en este entonces, que el Prefecto de Galilea, quien luego seria el historiador Flavio Josefo, esto está sucediendo en el año 67 de nuestra era, que el ejército romano se puso en marcha, siendo dirigido por Vespasiano. El primer territorio en caer en manos romana, fue Galilea, donde se dio inicio a una carnicería. Luego cayeron Tiberias, Tariqueas, y Gamala. El lago de Galilea se cubrió de cadáveres al paso del ejército, que era en realidad la Desolación Asoladora.

Es en este año 67, muy probablemente, que los cristianos cruzaron el lago, en cumplimiento a lo dicho por Jesús. Esto lo decimos, porque antes del año 70, los cristianos habían dejado Jerusalén, y habían huido al otro lado del Jordán, a las ciudades de Escitópolis y de Pella, siendo esta última la más conveniente, por estar ubicada en Decápolis. Se dice que un ángel del Señor fue el que le reveló a los dirigentes de la iglesia el momento de la huida. Eusebio dice que los dirigentes cristianos tenían unas indicaciones más amplias, que las contenidas en el sermón del Señor, tocantes a la escapada.

Jesús, en este sermón, que una advertencia, les indica, que ellos deben apresurarse en su escapada, cuando vean las señales del final de la nación. El Señor les insta a que oren para que esto no acontezca en inverno, ni en el día de Sábado. Les dice que por ser tan grande la tribulación, era necesario que esos días sean acortados, ya que de lo contrario no lo iban a poder soportar. Y fue así. Durante el sitio a la ciudad de Jerusalén, se calcula que murieron cerca de un millo cien mil judíos. Tito hizo crucificar a quinientos judíos diarios, al extremo de que ya no había madera para las cruces, pero tampoco sitio para colocarlas.

La ciudad ya no contaba con alimento, y las madres llegaron a comerse a sus propios hijos. Las enfermedades azotaron con furor; la desesperación hizo su nido en la Ciudad Santa. Los que fueron vendidos como esclavos, fueron unos ciento noventa y siete mil. Era por esa razón que tenían que pedirle al Señor que acortara aquellos días, para que alguien pudiera vivir y contar lo sucedido. Este Sermón del Señor dice por adelantado, lo que la historia había de contar, pues los judíos, se predecía: "Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones.

Sobre la destrucción del Templo, Tácito dice que Tito mandó a que se incendiara; por otra parte, y contradiciendo al latino, Josefo cuenta que Tito le impidió a los soldados que lo incendiaran. Lo mas probable, es que el ejercito estuviera obrando cada cual a su manera, y que entraron a saquear la ciudad, o que el incendio se debiera a la casualidad; pero sea como sea, el Señor había predico su destrucción, por lo cual la hora de su fin había llegado. Lo que no es una casualidad, es lo que escribe Josefo en su Guerra de los Judíos, en el Libro V11, el capitulo primero: "César dio orden de que ahora se demoliera toda la ciudad y el Templo.". Las palabras del Señor tenían que cumplirse, y se cumplieron.

Jesús advierte que no se fijaran en los falsos profetas, ya que son engañadores, los cuales iban a profetizar que Cristo vendría a llevarse a los suyos de una manera parcial, o que iba a aparecer por los lugares, en forma local. Dice que su venida seria general, de la misma manera que el relámpago, cuando sale por el Oriente y se muerta por el Occidente, de esa misma manera iba a ser su venida. Tampoco iba a ser una venida secreta o espiritual. Su venida ha de ser visible y audible.

Josefo narra lo que sucedió antes de la destrucción de la ciudad de Jerusalén, justamente lo que fue predicho por Jesús. Jesús nos cuenta de usa serie de sucesos que acontecerán antes de su Segunda Venida en Gloria y Majestad. Una serie de señales, que se están viendo, y que marcan el principio del fin del mundo, pero que no sabemos hasta cuando se seguirán sucediendo una a la otra en una forma escalonada. Estas son las señales que nos corresponde a nosotros ver, los que estamos viviendo al final de los días.

Jesús predice el oscurecimiento del sol, que la luna se tornaría oscura, y que las estrellas caerían del cielo, como cuando una manta de higos es sacudida. Sobre estas señales, podemos decir que ya sucedieron, que ocurrieron hace cientos de años, pero que pueden volver a suceder como una manera de confirmación. Antes de la venida de Cristo, estas señales se pueden suceder en forma repetidas, para alertar a la humanidad, como un preludio de su llegada, acompañado de sus santas miríadas.

Estas señales, las de la Segunda Venida, las vamos a combinar con la de los terremotos, las inundaciones del mar. Para esto nos serviremos del tomo segundo de Las Profecías de Daniel y el Apocalipsis, de Urías Smith:

La Oscuridad del Sol: El día 19 de mayo de 1780, se conoce como el día oscuro. A eso de las 10 A.M., en Nueva Inglaterra, se los Estados Unidos, el sol se oscureció, y se extendió hasta la noche del día siguiente. Durante todo éste lapso de tiempo, no se podía leer un libro o el periódico con las letras del tamaño normales. Las aves de corral se retiraron a dormir, y los animales de granja se dirigieron al establo. La oscuridad duró unas catorce horas, sin que se pudiera explicar su causa.

La luna no dará su resplandor. En la noche del 19 de mayo de ese año de 1780, la noche fue tan espesa como el día. Smith cita a Samuel Tenny, su Collections Massachussets Historical for Year 1772, donde dice: "Las tinieblas de la noche siguiente fueron probablemente tan densas como las mas densas que se hayan observado desde que la orden del Todopoderoso hizo brotar la luz." No menos importante, es la cita que Smith toma de la Gazzaette de Boston, del día 29 de mayo de 1780: "Por la noche…no fue tal ves nunca mas obscura desde que los hijos de Israel salieron de casa de servidumbre. Ésta densas tinieblas se mantuvieron hasta mas o menos la una, aunque había sido plenilunio la noche anterior."

No se puede alegar que hubo un eclipse total o parcial de sol o de luna. Solo podemos decir que pudo ser una advertencia para que se pudiera leer las señales de los tiempos. El que tenga oído para oír, que oiga.

Jesús dice que las virtudes, las potencias de los cielos serán conmovidas. El 13 de noviembre de 1833, sucedió en los Estados Unidos, la mas sorprendente de todas las caídas de estrellas fugaces que se tenga memoria. Los anales de la humanidad no conocen otra igual. Se observó en parte del Este del país, como en el Norte. Por la parte Sur, se observó hasta México, en el grado 61 de longitud, al este de las costas americanas; por el oeste, se vio en e Océano Pacifico. El fenómeno se inició a eso de las nueve de la noche, y se extendió hasta la salida del sol del día siguiente.

De estos meteoros, se llegó a decir que algunos tenían el brillo del planeta Júpiter o el brillo de Venus. Smith no lo registra, pero un observador intentó contarlos, en el momento en que la caída había perdido su intensidad, y viendo una décima parte del cielo, durante unos quince minutos, contó 866, lo que equivale a 8,660, para todo el hemisferio visible, lo cual arroja una cantidad de 34, 640 por hora. La caída de estrellas duro unas siete horas.

Sobre los terremotos y el rugido de la mar. Hubo un terremoto, el primero de noviembre de 1755, conocido como el Terremoto de Lisboa. Este terremoto, que abarcó unos once millones de kilómetros cuadrados, se sintió en Europa, África y América. Su radio de influencia se sintió en Italia, como en Noruega, y hasta en las Antillas. Ese mismo día, el rugido del mar fue estremecedor, y el maremoto, como se decía en esos tiempos a lo que llamamos tsunami penetró a la capital de Portugal, y por eso el nombre de ese terremoto.

Dejemos constancia, de que esas señales, las que el Maestro menciona en su Sermón Profético, son las anunciadoras de su Segunda Venida. Esas señales, por las fechas aportadas, ya son pasadas; como es historia contada, la ruina de la ciudad de Jerusalén. Estas señales, anuncia desde hace mucho tiempo, estamos viviendo un tiempo de gracia, horas extras, para que acontezca el fin de este mundo. Fue por motivo de las señales de las caída de las estrellas, que el Jesús propuso la parábola de la higuera. Cuando las hojas de la higuera brotan, anuncian la llegada del verano.

Jesús también anuncia la semejanza de los días finales de la historia de la humanidad, con los días de Noé, con los días de Lot; pero advierte, que el día y la hora, nadie lo sabe. A nosotros no nos corresponde fijar la fecha de la venida de Jesús, nos corresponde estar apercibidos. De nosotros es esperar, aguardar.

Jesús formula una serie de parábolas, las cuales se tejen cual fina tela de seda de la China, la cual se entreteje con hilo de oro, para ceñir las caderas de una hermosa novia, que se atavía para recibir a su futuro esposo. El día y momento de las bodas ya ha llegado. La recepción se inició, solo falta la bendición final, que será el inicio de la luna de mil. La parábola del hombre que partió lejos, y encargó al portero que velara; la del padre de familia, así como la del ladrón en medio de la noche. La hermosa viñeta de las diez vírgenes, al igual que la de los talentos, para sellar con la del juicio final, en el cual se separaran las ovejas de los cabritos.

Los discípulos ya estaban apercibidos. Todo estaba dicho. La hora era avanzada, por lo cual era necesario hacer un último preparativo. El tiempo se les había venido encima.

Conspiración en contra de Jesús. La cena de Betania

Mateo: 26: 1-16. Marcos: 14: 1-11. Lucas: 22: 1.6. Juan: 12: 2-3.

Ahora nos encontramos a la parte final de este día, tal vez es mas largo de todos los días que nos narran los Evangelios. Como veremos, esta parte final se desarrolla en cuatro planos: 1. En el Monte de los Olivos. 2. En el patio del Pontífice Caifás. 3. La cena de Betania. 4. La traición de Judas.

1. En el Monte de los Olivos. Jesús quiere, ya después de terminado el Sermón Profético, que se hagan los preparativos para celebrar la Pascua. Es por eso que le dice a los discípulos: "Sabéis que dentro de dos días se hace la Pascua…", esto fue lo que Mateo oyó que Jesús dijo. Lucas, en el relato paralelo nos dice que los Azimos estaban cerca. Marcos dice cuando Jesús terminó de hablar: "…dos días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura."

Ya se explicó en otro punto lo que era la Pascua judía. Al día siguiente de la pascua, se iniciaba la fiesta de los Azimos o Pones sin Levadura, fiesta esta que duraba siete días. Jesús predice en éste mismo Monte de los Olivos, que el día de la Pascua, Él tenía que ser entregado; era necesario que Él fuera sacrificado al igual que el cordero, como un símbolo de la liberación de la esclavitud, cuando los hijos de Israel salieron de Egipto. Aquella salida era una sombra, de lo que Jesús representaban, que era la realidad. Para ésta Pascua, el cordero de Dios, es Jesús, el que nos ha de liberar, no de Egipto, sino del pecado que nos tiene esclavizado.

El cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es nuestra Pascua, la cual fue ofrecida por nosotros, para que Dios nos acepte. También éste cordero de Dios, es la razón por la cual el Eterno nos acepta, ya que fue sacrificado por nosotros, en nuestro lugar, como nuestro sustituto. La Ley exigía una ofrenda de sangre, y Dios mismo estaba proveyendo la ofrenda propicia. La demanda de la Ley se estaba cumpliendo.

En el patio de Caifás. Al tiempo que Jesús se encontraba en el Monte de los Olivos, un conciliábulo se reunía en la casa del diabólico Caifás, sumo sacerdote de aquel año. Por lo que se lee en los escritos de Josefo, Herodes Ántipas, precipitó la muerte de Juan el Bautista, por temor a la popularidad de éste, y que una revuelta popular pusiera a Juan en su lugar. Éste Caifás, temía a la popularidad de Jesús, por eso había anunciado su muerte, como un escape político.

Los miembros de Sanedrín están reunidos en el palacio de Caifás, para ver como, con engaño y traición, hacer caer a Jesús en una trampa. Claro está, que el pueblo no se entere de sus maquinaciones, y se fuera armar un alboroto, y las consecuencias sean peores. Por eso razonan, que las medidas que se tomen, no sean durante la Pascua. En la Pascua judía, los peregrinos llegaban por cientos de miles. De toda la tierra habitada por los judíos de la diáspora, venían peregrinos, llegando a calcularse que la ciudad recibía unos dos millones de hombres y mujeres para esta festividad.

Los reunidos en el palacio de Caifás no podían darse el lujo de que una multitud tan grande, fuera alimentada por pensamientos agitadores. Los preparativos para hacer caer a Jesús, se deben fraguar de tal manera, que tan pronto pasen las celebraciones, el plan ya este tejido hasta el más mínimo detalle. Era el tiempo de crear el plan, el momento de consumarlo llegaría cuando sea preciso.

En Betania, en la casa de Simón el leproso. Ignoramos porque razón, Jamieson, Fausset y Brown, en su Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia dicen que éste cena, está sucediendo seis días antes de la Pascua, cuando ellos ubican la conspiración sacerdotal el miércoles. Recordemos que un relato parecido, es narrado por Lucas, pero que sucedió en Galilea, en casa de un fariseo llamado Simón. En este relato, en el que nos ocupa en este momento, María, la hermana de Marta y de Lázaro, prepara el cuerpo del Señor, lo unge para la sepultura.

Como un honor, y en fidelidad al Redentor del mundo, ésta mujer, que posiblemente era una mujer insignificante, por el acto de bondad que demuestra para con el Salvador, salta a las paginas de la Historia, por las palabras que el Señor le dedica. Jesús la pone como ejemplo, a la vez que profetiza, que donde quiera que el Evangelio del Reino sea predicado, su acto a de ser puesto como un testimonio digno de emulación. Fue esta María, la única persona, que en su tiempo, pudo comprender los acontecimientos que estaban pasando en vida del Mesías, y que preparó su cuerpo para la sepultura.

A ella no le importó gastar todos sus ahorros, si era que tenía algunos, porque bien pudo tomar el dinero prestado, con lo cual estaba embargado su futuro; el caso es que reunió unos trescientos denarios, que era igual al salario de trescientos días de trabajo de un hombre, y compró el perfume. Con su compra, fue y lo derramó sobre la cabeza del Bendito Salvador. Ella no esperó su muerte, para hacerle las honras fúnebres. Ella hizo lo que podía hacer, cuando Jesús estaba con vida.

Éste acto de amor y de bondad, fue visto como un despilfarro. Claro que así tenia que ser visto por los corazones apegados a la tacañería, y a los ojos de un ladrón, que entendía, que parte de ese dinero, de haber caído en la bolsa común, iría a parar a sus manos. Ella fue criticada por un acto de bondad, porque creyó invertir para el futuro, porque vio con el corazón, porque alimentó el espíritu y no las cosas materiales. Sus críticos, dijeron hablar en el nombre de los pobres. Jesús entendió que ella había invertido para la eternidad.

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