La traición de Judas. Mateo dice que el traidor fue movido por la codicia, que esa fue la causa de la traición de éste discípulo, que era el administrador y cajero del grupo. Las palabras de Mateo son: "Fue a los principales sacadotes, y les dijo: ¿Qué queréis dar, y yo os lo entregaré?" Marcos nos insinúa que fue por una especie de venganza, mezclada con codicia e influencia satánica. Todo parece indicar que Judas se molestó, se ofendió por la reprimenda pública de Jesús, cuando les reprochó lo que ellos llamaban despilfarro, en el incidente del frasco de perfume de nardo. Judas era un ladrón, y Jesús lo sabía. Judas se había colocado como el hombre de pecado, y poco a poco fue cediendo, hasta no encontrar el camino de regreso.
Encontramos que los sacerdotes se alegran al encontrar a éste colaborador, el cual se compromete a poner a en sus manos al Maestro. Éste promete hacerlo en forma disimulada; pero no era por la traición de Judas que Jesús iba a ser crucificado, no. Jesús iba a ser crucificado, para que se cumpliera toda justicia. Iba a ser crucificado, para que la Ley dada a Moisés, lo dicho por los profetas, y lo que fue cantado en forma quejumbrosa en los salmos, se cumpliera precisión milimétrica. La mano del Eterno, el que guía el hilo conductor de la Historia, así lo había determinado, y así tenia que cumplirse.
111. PREPARATIVOS PARA LA PASCUA.
Mateo: 26: 17-19. Marcos: 14: 12-16. Lucas: 22:7-13.
El jueves, antes de que el sol se pusiera para dar inicio al día de viernes, es que los Evangelistas llaman que se daba inicio a la fiesta de los panes sin levaduras, los panes azimos, el cual nos dice Lucas, era el día en que se sacrificaba el cordero pascual. Ese día corresponde al 14 de Nisan, víspera de la Pascua. Ese día 14 se comenzaba a limpiar la casa de toda levadura, ya que la levadura es un símbolo del pecado, por lo cual todo debe estar puro.
Lucas nos dice que Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndole: "Id, aparejadnos la Pascua." Es entonces cuando ellos les preguntan que dónde quiere Él que ellos dos vallan hacer los preparativos. Jesús les da unas indicaciones milagrosas y precisas de cómo ellos iban a encontrar al discípulo hospedador.
Tocante a este discípulo, Clarke, citando a Grocio, observa que los griegos usan esta forma de hablar: Id a la ciudad o a cierto hombre, cuando están hablando de una persona que les es conocida, pero que no les he necesario decir el nombre. El Doctor Juan Calvino Reid, en su obra Nosotros Conocimos a Jesús, pone en boca de éste hombre, que al igual que el joven rico, no conocemos su nombre, pero que sus fines fueron muy distintos: "Ésta noche soy tu huésped, pero muy pronto esto cambiara…será tu mi huésped. Preparaste lugar para mi, a mi ves, voy a preparar aposento mucho mas alto, para ti."
Para el Talmud, todos los que Vivian en Jerusalén, tenían la obligación de hospedar y socorrer gratuitamente al extranjero y peregrino, para que éste estuviera de un manera familiar en la Santa Celebración de la Pascua. Nosotros conjeturamos que es probable que los saduceos tuvieran unas especies de hoteles y moteles en Jerusalén, para cobrarle a los que venían a estas celebraciones. Esto lo decimos por el espíritu materialista de estos comerciantes espirituales, y por la cita que ya se ofreció del Doctor Barclay.
La tradición dice que la casa escogida, fue la casa de Juan Marcos. Al momento de escribir estas líneas, tengo ante mi una maqueta de la antigua ciudad de Jerusalén, en la cual, la Ciudad Alta, tiene un lugar señalado, como el lugar donde Jesús tomó la cena. Ésta casa está ubicada hacia el oeste, próxima a la Puerta del Valle, o de los Essenios, que da al Valle de los hijos de Hinnon. Siguiendo Pedro y Juan las indicaciones de Jesús, fueron a la ciudad, y encontraron al hombre que buscaban, se hicieron los preparativos.
112. LA COMIDA DE LA PASCUA. DISPUTA DE LOS DOCE.
Mateo: 26: 20. Marcos: 14: 17. Lucas: 22: 14-18 y del 24-30.
Debemos iniciar diciendo, que Jesús tomó la Cena Pascual, lo que para nosotros es el jueves en la noche, que para los judíos es el viernes 15 de Nisan, día de la conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto. Para un judío celebrar ésta solemne festividad, la más sagrada de todas, ya que era la conmemoración de su liberación, y un memorial del Mesías que los iba a redimir de todos sus pecados como individuos y como nación. Este Mesías venidero, iba a convertir a Israel en el centro de toda la tierra.
Los discípulos Juan y Pedro, es posible que ellos mismos hayan sacrificado el cordero, y que también se cercioraran de que nada faltara de los preparativos; y como algo muy importante, que nada con levadura estuviera en la habitación. Se había hecho la provisión de vino y de hierbas amargas, y hasta frutas machacadas con aquella salsa llamada Charoset. Es por eso que cuando llegó la hora convenida, con el Maestro al frente de la mesa, éste se sintió conmovido.
Jesús, solemnemente conmovido, compungido, manifiesta a los presentes, que desde hacia mucho tiempo tenia el deseo de comer ésta Pascua, ya que no la volvería a tomar de nuevo con ellos, hasta que no estén en el Reino de los Cielos. El Maestro les dijo muchas cosas. Cantaron los salmos 113 y 114. El salmo de Aleluya y el de la epopeya de la salida de los hijos de Israel de la casa del pueblo bárbaro, ante la presencia del cual, el mar huyó, y el mismo Jordán dio marcha atrás; los montes y collados no pudieron resistir la presencia del Dios de Jacob. El Dios de Jacob, fue capaz de convertir las peñas en estanque de agua.
Lucas dice que mientras ellos se encontraban en la mesa, se levantó una contienda, originada por el afán de poder, ya que ningún, según las conjeturas de del Doctor Lighfoot. Esta disputa vino entre los hijos de Zebedeo, que es probable que alegaran su parentesco con Jesús, y con Pedro, quizás porque era el de mayor edad del grupo, y que alegaría que por ello le correspondiera el puesto de mas honor en el Reino por venir. Jesús no les reconoció derechos adquiridos a ninguno, ni por vínculos sanguíneos, ni por antigüedad en el servicio. Todos ellos eran iguales, ya que todos estaban y Él, y habían perseverado.
Jesús les prometió, que todos ellos tendrían sus curules para juzgar, junto a Él, a las tribus de Israel. Era la ultima vez que ellos, juntos, iban a tomar esta Cena Pascual, por lo cual no fue un buen tiempo para el recogimiento, ya que ellos, los que le habían acompañado, no eran capaces de entender sus palabras, ni de seguir su ejemplo. Fue por esa razón, que si ellos no comprendían lo que estaba sucediendo, todos ellos que le veían como Cabeza, Príncipe y Mesías; pero que eran reacios a reconocerle a otros el derecho de preferencia, entonces el iba a dar ejemplo. Fue cuando instituyo, el rito de humildad.
113. EL RITO DE HUMILDAD.
Juan: 13: 1-20.
En el versículo primero de Juan 13, aparece la expresión: "Antes de la fiesta…"estamos de acuerdo con A. T. Robertson, en su obra Una Armonía de los Cuatro Evangelios, donde dice que con ésta expresión de antes de la fiesta: "No quiere decir que faltaba un día entero para que se celebrara la Pascua. En realidad las palabras "antes de la fiesta de la Pascua," lo que significa, mas bien, es un poco antes de que comenzara la Cena Pascual."
Las palabras de Juan son sumamente reveladoras: "Sabiendo Jesús que su hora había venido para que pasase de éste mundo al Padre…" Jesús sabía que desde mucho tiempo antes de la Pascua, pues tres veces se lo había anunciado a sus discípulos, que su hora había llegado, y que éste era su final. Por lo que se lee en el texto griego de Juan, la cena aun no había concluido, o estaba en proceso de preparación.
Por el verso segundo de éste capitulo, sabemos que estaban cenando, y que el diablo había tomado posesión del corazón de Judas, quien estaba buscando la forma de entregar a Jesús sin que se hiciera mucho alboroto en la ciudad. Es aquí que vemos a Jesús quitándose su ropa exterior y ceñida de una toalla. Luego procede a echar agua en su baño, librillo o palangana, se inclina, o mejor, se aplasta en cuclillas, y empieza, para asombro de todos, a lavar los pies de sus discípulos. ¡Que ejemplo de humildad!
La mayoría de comentaristas coinciden en que el acto de lavar los pies, era un trabajo de esclavo, o de un siervo. Él que era el mayor, iba a lavar los pies de los que se creían ser grandes. Quien está dando el ejemplo, es aquel que siendo igual a Dios, el que es uno con Dios, lava los pies de unos pescadores rústicos, de un cobrador de impuestos, los de un sicario, los pies de Judas, cuya alma es más putrefacta e inmunda que el mas asqueroso de los pies afectados por la lepra.
Me voy a tomar el derecho de insertar, a manera de disgregación, un relato que leí, siendo niño, en un libro de Gramática, de la escuela primaria. Según el autor, pasó en los días de la lucha de la Independencia de los Estados Unidos. Había un grupo de hombres, dirigidos por un Cabo, tratando de mover una viga, para colocarla en una fortificación. El Cabo daba ordenes a diestra y siniestra, tratando de animar a lo hombres sudorosos. En ese momento acertó a pasar por el lugar un oficial, que vestía de civil, y preguntó al Cabo: ¿Por qué no ayuda usted mismo?
– Señor-, contestó éste con todo el énfasis de un emperador- ¡Yo soy Cabo!
El oficial vestido de civil, se unió al grupo de hombres, y después de mucho luchar y bregar, colocaron la viga en su lugar. Terminado esto, le dijo al Cabo:- Señor Cabo, cuando usted tenga otra tarea como ésta y le falten hombres, mande a llamar a su General en Jefe, y yo vendré gustoso por segunda ves.
El autor dice que el Cabo quedo viendo visiones. El Oficial era Jorge Washington. En éste relato de Juan, Pedro se asombra, está atónito y maravillado, porque no, lleno de vergüenza. Jesús está realizando éste acto indigno. Por eso, lleno de sorpresa, le oímos decir: ¿Señor tú me lavas los pies?
Pero Pedro no podía entender lo que Jesús estaba haciendo. No era éste un rito de exceso. De los doce, once estaban limpios, aunque con sus problemas y sus dificultades. Todos tenían sus limitaciones; pero uno, por haber dado cabida al diablo no lo estaba, y lo peor era, que se negaba a estarlo. Todo esto estaba sucediendo para que se cumpliera la Escritura, que sobre el hijo de perdición estaba escrito.
114. JUDAS SE RETIRA DEL LUGAR DE LA CENA.
Mateo: 26: 21-25. Marcos: 14: 18- 21. Lucas: 22: 21-23. Juan: 13: 21-35.
Los discípulos habían entregado sus corazones al Maestro, el gesto humilde los tocó, y las cuerdas más íntimas de sus corazones vibro en dulces arpegios, con una música tan dulce, como la es entonada por los coros angélicos, en las Cortes Celestiales. El gesto humilde llegó al más hondo del ser de ellos, lo cual fue suficiente, para que sus deseos de grandezas se sometieran al influjo amoroso de aquel acto de sencillez. Solo Judas, el Iscariote fue reacio, y se resistió. Se sintió ofendido, por el Mesías estaba haciendo. Se estaba humillando de tal manera, que ocupaba el puesto de un siervo, de un vil esclavo.
Penetrar en la psicología de Judas, conocer sus proyectos, sus ambiciones, es algo que ha sido motivo de muchas controversias. Se debe confesar, que es un personaje difícil de penetrar. Pero eso no quita, que digamos, que si bien es un personaje que ha sido motivo de duras acrimonias, no es menos cierto que Jesús lo amó profundamente, y que trató de convertirlo, ha sabiendas de lo que ya estaba escrito.
Juan, que estaba en la mesa, reclinado junto a Jesús, y el cual, cuando estaba escribiendo su Evangelio, todavía tenia presente el rostro de Jesús, el cual estaba acongojado y triste, y lo que es mas, nos dice que Jesús: "Fue conmovido en el espíritu, y protestó; y dijo: de cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar." Estas palabras fueron causa de agitación entre ellos. No podían creer que uno de ellos fuera capaz de cometer semejante crimen, Villanía o bajeza.
Cada uno de los onces, dentro de su inocencia, comenzó a preguntarse si seria él. La fatídica persona que la profecía señalaba, estaba esa noche, recostada en el triclinio. Todos estaban tristes, aunque Judas estaba conciente de cual era su papel, sabia lo que estaba sucediendo.
El mismo Juan, nos dice que Pedro le hizo una señal a él, para que él le preguntara a Jesús quien era ese que le iba a traicionar. A la pregunta de Juan, Jesús le dijo que aquel ala cual Él le diera el pan mojado. Acto seguido, le dio un trozo de pan a Judas, el cual probó el pan, que le seria mas amargo que el ajenjo.
Mateo por su parte dice que entre las preguntas que se hacia, sobre cual seria en entre ellos, Judas, al preguntar al Maestro que si seria él, Jesús le dijo que si, que era él, cuando le responde: "Tú lo has dicho." Sobre lo que podría ser un posible discrepancia, los doctores Jamieson, Fausset y Brown, dicen que la respuesta de Jesús a Juan no fue audible. Por esa razón nosotros compartimos lo dicho por ellos, ya que Juan, estaba recostado sobre el pecho de Jesús, e en esa dirección. Los demás discípulos no tuvieron idea de que Judas era el traidor, ya que todas las maquinaciones de Judas, habían sido hechas en secreto, y sin dar motivo de sospecha, o que se dudara de su persona.
Lo que Juan dice, después del bocado de pan, permite suponer que los demás no comprendían lo que estaba sucediendo. Ellos entenderían, que Jesús, al realizar ese acto de honor hacia Judas, lo hacia para que agilizara las diligencias del cualquier preparativo que faltara para la Cena. Por lo que se ve, una armonía de los Evangelios, Judas salió del aposento alto después de haber comido la Cena Pascual con el Maestro, o mientras la comían; lo que no es cierto, es que Judas estuviera presente en la institución de la Cena Conmemorativa que el Salvador instituyó esa noche, y que es la Cena que ha llegado hasta nosotros, y que se celebra en las iglesias. Judas pudo haber comido el cordero, pero no la que anuncia la muerte del Señor, hasta que Él venga.
Con Judas fuera,, Jesús habla abiertamente. Era necesario que se cumpliera toda la Escritura. Era necesario que el Hijo del Hombre fuera glorificado, para que de esa manera, el Padre, también lo fuera. Cuando el Hijo fuera glorificado, los discípulos también iban a recibir su parte, aunque el momento de ellos aun no había llegado; pero Él le iba a preparar su recompensa, como tampoco comprendían lo que sucedía.
La Ley del amor se establece como un Mandamiento para los hijos del Reino. Jesús, que había amado a los suyos hasta el final, les establece un punto de comparación. El señala el Modelo, así como les da las medidas de ese nuevo Mandamiento: "Como os he amado, que también os améis los unos a los otros."
El cumplimiento de éste Mandamiento iba a ser una señal, su carta de presentación: "En esto conoceréis todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." Este amor tenía que reposar en la fe de Jesús, no hay necesidad de poner los recursos humanos, imperfectos y finitos. Sin Jesús, el discípulo no puede hacer nada. Y el amor es el cumplimiento de la Ley de Dios.
115. JESÚS PREDICE LA NEGACIÓN DE PEDRO Y EL ABANDONO DE LOS DEMÁS DISCÍPULOS.
Mateo: 26: 31-35. Marcos: 14: 27.31. Lucas: 22: 31-38. Juan: 13: 36-38.
Desde hace algunos párrafos, hemos venido diciendo que los discípulos no comprendían las cosas que Jesús decía y hacia, y esto es debido a que sus formas de ver eran distintas, ellos no compendian a Jesús. Eran tan distintos desde sus puntos de vistas, cuando Jesús era claro, ello se escandalizaban. Tenían temor, por lo cual no tenían amor. Su mira estaba puesta en otra dirección.
En el caso que nos ocupa, Pedro no comprende lo que el Maestro quiere enseñarle. Por eso este párrafo se inicia de ésta manera: "Dícele Simón Pedro: ¿Señor dónde vas?" la sola pregunta denota desconocimiento de lo que Jesús quiere que ellos sepan; pero no es solamente Pedro el que no comprende. Pedro está simplemente poniendo al descubierto la manera de pensar de los demás. Jesús sabe perfectamente que ellos no entiende, y a lo contrario de Pedro dice: "Dónde yo voy, no me pueden ahora seguir; mas me aseguran después."
En realidad, ni Pedro, ni ninguno de ellos podía venir tras Él. El camino que Jesús estaba trazando, no lo podía seguir en ese momento. La hora liba a llegar, cuando todos ellos estuvieran preparados, contando a Pedro, cuando pudieran tomar el camino de la cruz. Jesús no les estaba diciendo que ellos nunca podrían seguir, simplemente les dice que "ahora" no podían.
La respuesta de Pedro, es una pregunta que resulta extraña: "¿Por qué no te puedo seguir ahora?" Es que la confianza de éste hombre impetuoso está fija en su propia persona, en sus fuerzas; no sabe que el camino del Señor está lleno de problemas, de dificultades. Él no sabía que Jesús le hablaba de su próxima muerte. Pedro dice que está en disposición de entregar su vida, así como había dejado atrás su patrimonio por seguirlo. Pero Jesús lo conocía muy bien, y sabiendo que era cierto que Simón Pedro iba a dar su vida por Él, pero eso no era ahora, en ese momento. El momento de Pedro ofrecerse por su Maestro, iba a ser, cuando Pedro conociera en realidad al Jesús de la cruz, el de la muerte y el Señor de la Resurrección. Mientras Pedro y sus compañeros cuenten con sus propias fuerzas, y estén entregados a sus propios intereses mundanos, Satanás les iba a zarandear como al trigo.
Satanás, que había hecho grandes efectos en Judas, también quiere minar el ánimo de los demás. Quiere poner dudas y resentimientos, de la misma manera que quiere que todos se sientan ser el primero y el más grande. Sabe el diablo, que mientras sean sumisos y entregados al Maestro no puede nada contra ellos.
La angustia del corazón de Jesús era para que ellos no cayeran. Por esa razón procede a enfrentar a Pedro. No quiere perderlo. Quiere que éste desista de confiar en sí mismo; que se abandone en los brazos de Dios. Pero Pedro no podía creer que Jesús le dijera que él, Simón Pedro iba a tambalear en la fe. Es por eso que su corazón intrépido sale a relucir, y con voz fuerte y atronadora, da a demostrar que su yo es mas grande que sus limitaciones: "Señor, pronto estoy a ir contigo aun a la cárcel y a muerte."
Jesús comprendió que no había que discutir más. Es imposible entrar en razones con quien confía en sí mismo. Por eso declara que todos ellos iban a tener vergüenza de Él, y que el mismo Pedro, que tanto había dicho y prometido, esa misma noche, antes de que el gallo cantara dos veces, le iba a negar tres veces, que le conocía. Y lo peor de todo, no solamente Pedro, sino que todos se escandalizarían; pero todo era para que se cumpliera la profecía del profeta Zacarías que dice: "Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas."
Cuando las ovejas fueran recogidas, la fe de todos seria confirmada, a verle a Él, el príncipe de la vida, levantarse de entre los muertos. A renglón seguido, les recuerda en cuantas ocasiones, Él le mandó en gira misionera y le faltó algo, a lo que ellos le contestaron que nunca. Es aquí cuando Lucas dice, que dos de los discípulos estaban armados de espadas, sin duda alguna, los dos simones. Jesús manda a que las espadas vuelvan a sus vainas; pero la de Pedro seria usada esa misma noche.
116. LA CENA CONMEMORATIVA.
Mateo: 26: 26-29. Marcos: 14: 22-25. Lucas: 22: 17-20.
Al llegar a éste relato, debemos acercarnos con reverencia, y dejar a un lado el espíritu de interpretación y los argumentos teológicos. Lo debemos hacer con sumisión, como lo haría un miembro de iglesia, ya que nos encontramos ante un misterio, un sacramento. Creemos que esto está sucediendo durante la Cena Pascual, pero como un aparte de la misma.
La Pascua era comida con un cordero, y en ésta Cena, encontramos que Jesús está utilizando pan azimos y vino. Este es el rito del Nuevo Pacto, el que hace envejecer al anterior y lo deroga. Los Evangelios nos dicen, que mientras los discípulos comían, tomó Jesús el pan y después de bendecirlo, lo pasó a ellos diciendo: "Tomad, comed, esto es mi cuerpo." Dicha éstas palabras, el Señor procede a proclamar de una manera solemne el derrumbamiento de la viaja economía levítica, y a comienza a germinar el sacerdocio según el orden de Melquisedec.
Ya no es el cordero que apunta desde los días de Abrahán, ahora es Jesús el que dice que el verdadero sacrificio es hecho por Él. Ese trozo de pan cortado con sus propias manos, triturado con una muela y sin mezcla exterior que sea capaz de fermentarlo, ese es su propio cuerpo. Ya no es necesaria la muerte del cordero de la Pascua, su cuerpo, el que muy pronto iba a ser sacrificado, se iba a sacrificar por el rescate del mundo.
Los incrédulos judíos, los cuales entendieron que era una blasfemia, el hecho de que Jesús dijera que su carne era verdadera comida, no entendían, que al comer la Pascua, ellos hacían una conmemoración de los padecimientos del Mesías. El mismo que dijo que tener vida, era comer el Pan Vivo, ya en sus últimas horas, se lo ofrece a sus discípulos para que ellos puedan tener vida, y vida en abundancia. Solo el que como la carne del Hijo, se nutre con su propio ser, y es participe de a vida de Dios. Somos lo que comemos, y Jesús nos ofrece que comamos de Él, para ser parte de Él.
Este tema ha sido objeto de acalorados debates. El que come la Cena del Señor, por la fe, está recibiendo el cuerpo de Cristo que fue sacrificado. Es la fe, la que nos hace ser participe del cuerpo del Señor, de la misma manera que la iglesia es el cuerpo de Cristo, cuerpo del cual, el Padre es la cabeza y el Espíritu Santa la sangre que le nutre los miembros.
Cuando todos hubieron comido, el Señor tomo el vaso, y después de bendecirlo dijo: "Bebed de él todos; porque esto es mi sangre del Nuevo Pacto, la cual es derramada por muchos, para remisión de los pecados." El fruto de la vid es un misterio de Dios. Es un símbolo, el cual representa la sangre del Pacto, que de una manera solemne, nos hace miembros de la Familia de Dios, habitante del Reino de los Cielos.
La misma palabra, que para los hebreos significa Pacto, un mutuo acuerdo, una condición que une a dos personas, es la palabra berit, que también la usaban para sacrificio, cuya sangre es derramada. Jesús nos dice que en la copa, la cual contenía vino, antes de ser bendecido, se convierte por la fe, en la sangre que el ha derramado como un sacrificio. En la cena conmemorativa, el vino, es un símbolo de la sangre del Nuevo Pacto, con la cual se está sellando una Nueva Alianza, un nuevo acuerdo, entre el Padre y los miembros de la humanidad caída en el pecado.
Es por medio de éste Nuevo Pacto, que los cristianos ahora participan de la carne y la sangre de Jesús. Por medio de esa sangre, tenemos la promesa fiel, de que de nuevo la tomaremos en el Reino de Dios. Dios no es hombre para faltar alegremente a su palabra, Él selló un pacto con su sangre, y su promesa es fiel. Ratificando este episodio, Elena G. White nos dice: "El pan que comemos ha sido comprado por su cuerpo quebrantado. El agua que bebemos ha sido comprada por su sangre derramada, nadie, santo o pecador, come su alimento diario sin ser nutrido por el cuerpo y la sangre de Cristo."
117. LA PROMESA DEL CONSULADOR Y LA SALIDA DEL APOSENTO ALTO.
Mateo: 26: 30. Marcos: 14: 26. Lucas: 22: 39. Juan: 14: 1-31.
No debemos olvidar, que nos encontramos en la sala donde Jesús celebró la Pascua con sus discípulos, y que en éste mismo lugar predijo la deserción de sus allegados. Fue en esta habitación que anunció y simbolizó su muerte. Este lugar, conocido como el Aposento Alto, es donde el Hijo de Dios promete que les va a enviar el Espíritu de Verdad, para que los confirme en la fe. Se debe repetir de nuevo, lo que antes dijimos, el Maestro pide, exige obediencia a sus discípulos.
La obediencia que Jesús reclama, para que puedan recibir lo prometido, es el estricto cumplimiento del Mandamiento del Amor. Ya que el sabia que iba a permanecer poco tiempo con ellos, les promete el Consolador, a otro miembro de la familia de Dios, para que los conforte en las pruebas, y les asista en todos los momentos. Jesús había hecho los preparativos para que sus seguidores no quedaran desamparados. El que había de venir, en vez de ser una compañía física, iba a ser una compañía espiritual, no iba a estar junto a ellos, sino dentro de ellos, confortándolos, guiándolos, dirigiéndolos en todos los momentos.
Con sobra razón, Elena White dice: "Él sabia que iban a ser asaltados por el enemigo, y que la astucia de Satanás tiene mas éxito contra los que están deprimidos por las dificultades, por lo tanto, quiso desviar su atención "de las cosas que se ven" a "las cosas que no se ven; apartó sus pensamientos de destierro terrenal al hogar celestial."
Al penetrar este capitulo 14 de del Evangelio de Juan, encontramos que está abierto de par en par, el corazón de aquel que está dispuesto a sacrificarlo todo. Quiere recordarles, que su lugar de encuentro no es de ellos, que es un lugar prestado por un discípulo hospedador, no. Ese lugar fue gracia a la largura de animo de una persona que quiso compartir de buen corazón lo que tenia, persona de la cual ignoramos su nombre, pero que si está registrado en los libros del Cielo.
Quiere Jesús que ellos tengan fe; pero que sea la fe que es capaz de mover montañas. Si ellos tienen esa fe, desde ya están seguros de que podrán habitar la casa del Padre. Les promete que el que es Fiel para cumplir lo que promete, no se lo hubiera prometido. Que cuando Él se halla ido, el va a preparar un lugar para ellos.
¡Qué hermoso! Vivir con aquel que la Vida, en un lugar donde no se conozca el sufrimiento ni el dolor. Donde cada hombre pueda comer el pan con el sudor de su frente, y no exista la explotación. En un lugar, donde las taras hereditarias no serán conocidas; y lo defectos físicos y mentales no existirán. En ese lugar, el niño de pechos, y el cachorro de león jugaran juntos; no se conocerá la contaminación ambiental, ni la contaminación emponzoñará el aire con su fétido hedor a miasma putrefacta. En ese lugar, que el Maestro promete no habrá lagrimas.
Al ver que Jesús promete adelantarse para hacer los preparativos de lugar en ese sitio encantador, Tomás no podía creer que existiera un lugar tan hermoso, en el cual morara la felicidad, es por eso, que alegando ignorancia, dice: "Señor, no sabemos a donde vas: ¿Cómo, pues, podemos saber el camino." La respuesta ya la conocemos. El que era uno con el Padre, en el cual habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; el que tabernáculo con los hombres, el que fue visto de los ángeles, le dice al incrédulo discípulo: "Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida."
Si eso no le bastaba a Felipe, el que le ha visto a Él, ha visto al Padre. Y para que no vaya a quedar la más mínima duda, Él que los había amado en todo tiempo, no quiere que ellos se queden huérfanos, le dice que mientras duré la ausencia, el Espíritu Santo iba a ser su compañía. Iban a estar en compañía de un Abogado, un Intercesor, un Andador.
La lectura detenida de éste discurso de sobremesa del Salvador, nos encontramos, que aquel que guarde su mandamiento, esto es, aquel que ame a su prójimo, ese le verá a Él. A ese que ame a los demás, Él se le manifestará, y estarán en intima comunión. Si la naturaleza de Dios es el amor, el que ama, participa de esa naturaleza, y es conocido por Dios.
Jesús se interrumpe por tercera vez; pero esta vez, es por Judas Tadeo, el hermano de Jacobo, el cual le dice: "Señor, ¿qué hay por qué te hayas de manifestar a nosotros, y no al mundo?" Judas no se explicaba como es que el Reino de Dios, el que iba a tener como capital a Jerusalén, y a todos los demás reinos sujetos, nadie, a excepción de ellos le podrían ver a Él, al Mesías.
Jesús no quiere que sus palabras sean mal interpretadas, quiere que sepan, que el que guarde las palabras que Él les dice, es visitado por el Padre, y Él Jesús, morará en el por toda la eternidad. Que esa persona será alentada por medio del fuego del Espíritu Santo, que es miembro de la familia de Dios. La fe nos hace ser participe de la naturaleza de Dios, nos convierte en hijos de la promesa, en hermanos de Cristo. Por medio de la fe podremos participar de la comunión permanente con el Padre, a través del lazo de unión con el Espíritu ha tendido, gracia a la provisión hecha por Jesús.
Todo aquel que cree en Jesús y en su palabra, es el que tiene fuerza para vencer el mundo. El que vence al mundo, fue que abrió su corazón, para que Jesús venga a él y cenen juntos, alimentándose de ese alimento espiritual que no tiene ningún tipo de impureza ni contaminación. Como Jesús venció al mundo, a Satanás y a la carne, el que tiene fue en Él es dotado de esa dinamita de Dios, que destruye el mal. La fe, es la potencia, el poder que da la victoria al cristiano, porque sus armas son espirituales, ya que la lucha no es contra carne ni sangre.
En el Aposento Alto, Jesús deja su paz, a sabiendas de que el príncipe de éste mundo les iba a declarar una guerra sin cuartel. Que por doquier iban a ser acechados y emboscados por las fuerzas alteras del mal. Era necesario estar apercibido, ser astuto como las serpientes, y sobre todo vigilar.
Por Juan sabemos que Jesús los invitó a que abandonaran el lugar; los sinópticos nos dicen, que cuando hubieron cantado el himno, salieron. Ya había dicho que habían cantado dos himnos, ahora entonaron los salmos que van del 115 al 118, que son los que contienen la pasión del Mesías, la Misericordia del Eterno y la alabanza de todas las naciones. Se da gracia al Ser Supremo por haber escuchado a su siervo en tiempo de angustia.
Lo que continua, no sucedió en el Aposento Alto, sino en las calles de Jerusalén. Las mismas leyes rabínicas que permitían comprar las provisiones de la Pascua en el día de sábado, prohibían salir de la ciudad para pasar la noche fuera de sus muros. Sabemos que Jesús ahora va con los once, caminando por la Ciudad Alta, para llegar a la Ciudad Baja, con dirección a la Puerta de Hulda, muy probablemente, tomando el camino de Betania, que conduce al Monte de los Olivos.
Discurso de Jesús en las calles de Jerusalén, y su oración en el huerto
Juan, los capítulos 15, 16, y 17.
Generalmente los comentaristas del Nuevo Testamento, se inclinan porque el capitulo 14 pertenece a este discurso, nosotros creemos que no forma parte del mismo. Creemos, que cuando hubieron cantado el himno, abandonaron el lugar. Todo cuanto sabemos, es gracia a Juan, el discípulo que Jesús amaba.
A. T. Robertson, dice que los capítulos del 14 hasta el 17 son el corazón de Cristo, porque en los capítulos 15 y 16 se muestra su alma de una manera translucida y completa. Si a esto agregamos la oración hecha para interceder por sus discípulos, debemos ver, que más que el pedido de un maestro, es la oración de un padre a favor de sus hijos. Jesús suplica, intercede, agoniza a favor de sus amados discípulos, para que el Padre los proteja, y el Espíritu de Verdad le guié por el camino de la salvación.
Nos parece plausible los razonamientos de Calmet, citado por Clarke, de que éste discurso fue pronunciado a la luz de la luna llena, lo que hace el cuadro mas hermoso, tierno y arrullador. Podemos ser transportados, y ver al Divino Maestro, caminando despacio, hablando con su voz calmada, como también podemos ver las sombras que tiemblan asustadas a la luz de la luna, como un pabilo que se extingue. Los discípulos van mudos, sobresaltados, porque no, compungido. Saben que algo está por pasar, pero no saben que.
Jesús le había enseñado en parábolas, por eso, usa la de la vid, para mostrar la relación de Él con el Padre, y la de ellos con Él. Él es la vid, su Padre e labrador, y nosotros somos los pámpanos. Cristo es el Cuerpo Místico, Él es la Iglesia, su Padre es el Propietario-cuidador de la Viña; a nosotros nos corresponde ser las ramas, las que deben llevar los frutos. Si la rama es fructífera, se poda, se cuida, se abona su tronco, de lo contrario, es cortada y arrojada al fuego por inútil.
Jesús establece, que en la vida cristiana, sus discípulos solo tienen una manera de para crecer y poder llevar frutos, y esa manera es en unión con Él. No es necesario pertenecer como miembro nominal del Cuerpo de Cristo, lo fundamental es llevar frutos, para que el Dueño de la Vid, no los tale. Todo el que está en Cristo, y se alimenta de su savia, lleva muchos frutos; el que no lleva frutos, es que no está unido al tronco.
Jesús no nos obliga a que una vez aceptada su palabra y tomada nuestra cruz, tengamos que permanecer para siempre con Él, no, se puede ser seguidor de Cristo y luego abandonar las filas del Gran Capitán. Se puede poner las manos sobre el arado y luego mirar atrás; pero si permanecemos en Él, es seguro que llevaremos muchos frutos, para que el Señor de la Viña se sienta feliz. Podemos parafrasear a Renán, y decir que el discipulado es un plebiscito cotidiano. Es necesario renovar nuestros votos con Cristo todas las mañana. Diariamente debemos presentarnos ante el altar de Dios, y entregarnos a Él.
A medida que van cruzando las calles de la ciudad que ya dormía, les dice a los discípulos, que el mayor amor que uno puede tener por un amigo, es poner su vida por él; y que Él, estaba en condiciones de poner su vida por ellos. Eso estaba Él haciendo, reconciliado al mundo con el Padre. Estaba por medio de su cuerpo, tendiendo un puente, para salvar el abismo que nuestras iniquidades y rebeliones habían creado, y que nos separaba de nuestro hacedor. El que da su vida, lo ha dado todo, porque no le queda mas nada que dar.
No fueron los discípulos los que eligieron a Jesús, fue Él quien los eligió a ellos. Él les ofreció su amistad. El les hizo sus amigos, fue de parte de Él que vino el llamado. Nosotros éramos enemigos del Padre, y Cristo mostró el camino de la reconciliación con el ejemplo de sacrificio que hizo. Pero no solamente llegamos a ser amigos de Dios, Cristo hizo que fuéramos hijos de Dios. Nuestra filiación vino, porque el Hijo dio su vida por los que éramos enemigos de Dios.
Para ilustrar el restablecimiento de nuestra relación con Dios, después de haber sido sus enemigos, he aquí una ilustración: Durante los días de la Guerra de Secesión, en los Estados Unidos, un joven de las líneas Confederadas fue hecho prisionero; entre sus pertenencias se encontraron unos documentos comprometedores, y se le condenó a morir en la horca. Cuando el joven Davis, pues ese era su apellido, se encontraba en el patíbulo, y el dogal sobre su cuello, llegó un emisario, el cual traía éste mensaje: Te devolvemos tus revólveres y pistolas, y te volvemos a las líneas confederadas, si nos dice quien te entregó los papeles. El relato nos dice que el joven dijo: "Si tuviera un millar de vidas, todas las sacrificaría aquí, antes que traicionar a mis amigos." Después de haber cantado el himno Nos veremos Junto al Río, el joven fue ejecutado, pero no delató a sus amigos.
Cristo dio su preciosa vida, para que nosotros pudiéramos tener el privilegio de pertenecer a la familia de Dios. Por ese sacrificio, el cristiano no pertenece al mundo, su filiación es celestial. Y aunque vive en el mundo, aun no se ha mostrado, lo que los hijos de Dios son, porque cuando Cristo se manifieste, todos seremos semejantes a Él, porque seremos igual a Él. Ese es el testimonio del cristiano, que es hermano de Cristo, heredero de la vida eterna.
El Maestro sabía que si sus discípulos se mantenían firmes en su doctrina, iban a ser perseguidos y excomulgados de sus iglesias. Y lo que era aun mas, todo el que persiguiera a los discípulos de Jesús, se le iba a tener por digno, por haber realizado una buena obra. Que mejor ejemplo que el de Saulo, quien no solo persiguió a los seguidores de Jesús en Jerusalén, sino que pidió cartas, para ir tras ellos en otras jurisdicciones. Desde el mismo inicio del Ministerio de Jesús, se había dado orden, de que todo el que se identificara con Él, debía ser expulsado de la congregación.
Clarke, quien en su monumental obra la salpica con pasajes rabinitos, cita un opúsculo del Talmud titulado Bammidbar, el cual dice: "El que derrama la sangre del impío es igual al que trae ofrenda a Dios." Recuérdese que los sicarios asesinaban a un hombre por cualquier motivo que ellos consideraran que había cometido una ofensa a Dios. También en nombre de las enseñanzas y el nombre de Jesús se han cometido los crímenes mas horrendos, y las mas terribles persecuciones. Pero lo más terrible, es que aquellos que han sufrido persecuciones, cuando logran sujetar las riendas del poder, persiguen como desbocados, y sin misericordia ni piedad, a aquellos por los cuales Cristo murió.
Ya los discípulos estaban parcialmente preparados; el Maestro tiene los pies en el lagar, y la sangre las uvas le están llegando hasta la cintura. En ese momento les dice a ellos: "Y ninguno de vosotros me pregunta ¿A dónde vas?". Ellos no podían preguntar, ya sabían, pues Pedro, luego los líderes religiosos, después Felipe, todos le habían hecho la misma pregunta. Los discípulos se aterrorizaban cuando el hablaba de su muerte. El tema de la muerte los entristecía. Pero era necesario que su muerte aconteciera, pues el grano de trino no muere, no puede llevar frutos; si el subía al Padre, no podría preparar las moradas que Él dijo que les iba a preparar.
Era necesario que Él muriera, para que pudiera mandar al Consolador. Era ese ayudador que iba convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio. El que iba a venir, seria para ellos un pedagogo, que les guiaría en el camino de la vida, hasta conducirlos a la verdad del Padre. Ellos están tristes, pero también están gozosos. Tienen el gozo de María, la cual pudo escoger la mejor parte.
Caminando por la ciudad adornada con palmas, y ramas de cedros; a estar siendo iluminados por los rayos de una luna plateada, y al sentir la fresca brisa de primavera mover sus mantos, se detienen un momento, cuando el Maestro les habla. Ellos escuchan. Prestan atención, y comprenden la misión del Mesías. Saben que sus creencias van a ser estremecidas, sacudidas como las barcas cuando son azotadas por el fuerte viento del lago. Era bueno que ellos comprendieran las aflicciones del mundo, las aflicciones que traen paz, la paz de Jesús promete. Esa paz con sufrimiento de la carne, para que el espíritu cobre fuerza.
Tenemos como modelo, a aquel que venció el mundo, a Jesús. Y ese Jesús está dispuesto a mostrar el camino que debemos seguir. El Espíritu de Verdad nos fortalecerá en el camino de regreso a la casa del Padre. Pero lo mas importante, si nos cansamos, se nos sentimos desfallecer, el Hijo nos toma en sus brazos y nos conforta.
En medio de la narración, el discípulo que Jesús amaba, abre un paréntesis, parece que quería tomar aliento. Es posible que en ese momento hallan salido de los muros de y la ciudad y que estuvieran atravesando el Torrente del Cedrón. Puede que estén en el Getsemaní. Jesús hace su oración, la cual podemos dividir de ésta manera.
Oración por Él mismo. En los versículos del 1 hasta el 5, se encuentran las palabras y los gestos de un alma flagelada. Sabiendo que su hora ya había llegado, quiere elevar su alma al Padre. Procede a repetir el credo de los judíos, el mismo que le había dicho al maestro de la Ley, y que había dicho que era el primer Mandamiento: "Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero." Sabe que éste conocimiento es la vida eterna. El reconocimiento de ésta verdad, es el máximo galardón.
En su agonía, pide al Padre que le vista con aquella gloria que tenía en el monte de la transfiguración. Con la gloria que tuvo cuando le vio Abrahán y se gozó. La misma gloria que tenía en el principio, cuando era uno con Dios, antes de que existiera el tiempo, y las cosas que hoy existen estaban en su pensamiento. La gloria que tenía cuando se reunía la Opera Intra, y que no puede ser entendida por el hombre, el hombre que ha hecho tantas cosas, pero que no puede tener control del tiempo.
Jesús no pide gloria de hombre. No tiene necesidad de alabanzas; como tampoco persigue los favores de los que elogian y adulan por prebendas. Pide del Padre, la gloria que vio Moisés en la cavidad de la roca, la cual hizo que proclamara todos los atributos divinos, los cuales el cerebro humano no puede comprender. La gloria del Horeb, del Hermón, de Moriab; la gloria que ha de tener cuando venga a rescatar a su pueblo, esa gloria le pide al Padre que le conceda.
Oración por sus discípulos. Está contenido en los versos del 6 hasta el 19. Es su intersección por los que habían estado con Él. Los que Él había elegido, y que eran los mismo que el Padre les había dado. Jesús ruega por ellos, los que habían sido un anticipo de la diferenciación de las ovejas de los cabritos, ruega por ellos. No está rogando por el mundo, no, ruega por los que son del Padre, y que les fueron entregado a Él, para que Él les enseñe y les instruya en el camino de la verdad y de la justicia. Por eso es que ruega, para que sean santificados, y se conviertan en la verdadera sal de la tierra, en la luz del mundo. Ruegan para que ellos sean el canal que conduzca a las grandes multitudes, así como al alma solitaria por el camino de la Verdad.
Oración por los que creerán en Jesús. Está contenida en los versos que van del 20 hasta el 26.
En su intersección, en el derramamiento de su alma ante el Padre, Jesús ve el futuro. Sus ojos se fijan en las multitudes que han de creer en Él, los que han de lavar sus ropas en la sangre del Cordero inmaculado, y que fue inmolado antes de la fundación del mundo. Contempla a los que han sido ganados por los apóstoles, maestros y escribas que laboran en su Viña. En ésta su oración, pide por la unidad de su iglesia, la cual tiene una sola fe y un solo bautismo.
El Maestro, que dio su gloria a ésta su iglesia, para que el mundo crea en Él, gime porque sus representantes viven en continuas disputas, los unos con los otros, en vez de pregonar al mundo el mensaje de salvación. Gime porque sus representantes, se representan a ellos mismos; porque todos quieren ser los primeros, y nadie quiere servir. El Salvador gime, porque al tiempo que muchos perecen por falta de conocimiento, los depositarios de la Verdad, se sientan cómodamente arrullados, sin importarle las almas que perecen.
Que hermosas las palabras de Hermann Olshausen: "El ha resumido en los últimos momentos que tiene para ésta conversación con los suyos, los sentimientos mas sublimes y gloriosos jamás pronunciados por labios mortales." Es en ésta oración, donde podemos comprender que aquel acto de amor de Dios por el mundo, no solamente se basa en dar a su Hijo, sino que el Hijo ama a todo aquel que quiere ser salvo. Su amor no tiene dimensión, ya que no podemos calcular su anchura, altura o prefundida. Al morir por los suyos dijo cual grande era su amor, y una vez resucitado, intercede por ellos a la diestra del Padre, en las Cortes Celestiales.
La agonía de Jesús
Mateo: 26: 36-46. Marcos: 14: 32-42. Lucas: 22: 40-46.
En una noche clara, pero con un pesar en el alma, la naturaleza Divina, ya retirada del Hijo de Dios, y sabiendo lo flaco y débil que es el animo del hombre, llego Jesús acompañado de los once al huerto de la agonía. Aunque parezca extraño, el nombre del Getsemaní, le fue puesto con anticipación a lo que iba a suceder en ese lugar. Getsemaní significa prensa de aceite, y Jesús llegó a este lugar, para ser exprimido, triturado, torturado, molido. Llegó allí, como llegan las uvas al lagar, para ser pisoteadas.
El espíritu del hombre tenía que hacer frente a todo el sufrimiento la humanidad; el Cordero de Dios llevaba sobre sus lomos el pecado del mundo. La flagelación y el castigo empezaban a pesar sobre los hombros del hombre. El sufrimiento y el temor se presentaron ante Él, cual si fueran gigantes para torturarlos. La presencia de Dios le fue ocultada, para que sus ojos no pudieran contemplar al Eterno. En ese momento de soledad, buscó consuelo en la oración.
En algún lugar del huerto, dejo a ocho de los discípulos, y tomo a Pedro, a Jacobo y a Juan, para que estos fueran testigos de su agonía, como lo habían sido de su gloria. Mateo dice que su angustia fue grande, que sintió temor, y que esa fue la razón por la que se apartara de los demás. Que oró de una manera desesperada. Lucas dice que apartándose de los escogidos, como a la distancia de un tiro de piedra, de rodillas oró: "Padre, si quieres, pasa este vaso de mi; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya."
El sacrificio ya estaba a la puerta. El paso que tenia que dar era demasiado grande para ser dado por un hombre. Solo la voluntad de Dios podía darle ayuda en medio de tan terrible sufrimiento. La copa del sacrificio tenia que ser apurada hasta la ultima gota. Las fuerzas de las tinieblas querían hacer desistir al Hijo del Hombre, del sacrificio que se debía hacer por el hombre, para reestablecer el vínculo de unión con la familia Divina.
Pero Él no estaba solo, un miembro de las Cortes Celestiales descendió a la tierra para darle la seguridad de que su sacrificio estaba siendo contemplado por el Padre. Jesús tuvo temor en la carne, su espíritu entristecido tenia que luchar; el sufrimiento de todos los hombres, desde Adán, hasta que nazca sobre la tierra, estaba sobre Él. El destino del planeta se estaba jugando en esa prensa de aceite, donde el Hijo del Hombre tenía sus responsabilidades. Fue en ese momento que Lucas dice: "Y fue su sudor como grandes gotas de sangre."
Por el uso que se hace de la palabra "como" en nuestra literatura, y que Lucas, que era medico la utiliza, no debemos entender que este como, el cual es un adverbio de modo, que se utiliza en sentido comparativo, nos quiere decir que sea una comparación. No es que el medico diga que parecían las gotas de su sudor a grandes gotas de sangre, creemos que en el lagar, en su sufrimiento, Jesús sudo gotas de sangre. Si podemos entender que en su agonía, la mente del Redentor está sobremanera atormentada, su sudor fue sangre, sangre de hombre vertida por causa de la agitación y la expectación del momento.
Jesús sufrió, y fue ese estado de sufrimiento y depresión emocional, que le condujo a cambiar el metabolismo interno de su naturaleza física. Si penetramos en el arcano, y presenciamos la agonía del Dios-Hombre, seria fallido nuestro esfuerzo, es en vano todo intento. La mente humana no puede entender los sufrimientos del Redentor por la raza caída.
En este momento del huerto, aquel que ofrecía su amistad, el que brindaba amor y ternura a manos llenas, siente temor. Jesús no era como lo quieren pintar sus detractores, un misántropo. No, Él va en busca de los suyos, de los que ama; pero cual grande fue su chasco: "Y vino los halló durmiendo." Estaban agotados, es verdad; pero los que un momento antes estaban en disposición de ofrecer sus vidas por Él, los que desenfundaron sus espadas, entre ellos Simón Pedro: "¿No has podido velar una hora?"
Rabindranth Tagore dijo en cierta ocasión: "Cuando el camino me cansa, amigo no te pido que me hables, sino que me dé tu mano." En éstos momentos, era necesario ocupar el ultimo segundo en los asuntos celestiales; por eso Jesús se retiró por segunda vez, y sus labios temblorosos, musitaron de nuevo la oración, de que si le era posible, no apurar la copa de dolor, que fuera echada a un lado, pero si no, que se cumpla la voluntad del Padre. Y era que la lucha se cerraba a cada momento. La batalla arreciaba más y más. Desesperado, se dirige a sus discípulos, y de nuevo los encuentra dormidos.
Lucas dice que el sueño de ellos era grande; su estado onírico podía más que sus deseos de vigilar. La carne se había impuesto con su poder, sobre los espíritus flacos. La naturaleza puede más que los deseos de velar, vigilar. Se ha perdido la noción de lo primordial.
Por tercera vez se presenta Jesús ante el Padre. Sus fuerzas de hombre están hasta el límite. Busca la compañía de los suyos; pero al verlos que duermen, no cree prudente despertarle. Todo estaba consumado. Su cuerpo y su alma continuaba en lucha, pero nuevas fuerzas habían venido a confortarlo, y sabia que la victoria estaba asegurada. Ahora estaba tranquilo, porque tenia la certeza, de que no era en vano la copa de había de apurar hasta las heces.
El Hijo del Hombre iba ser entregado, el traidor estaba a la puerta. Se podían escuchar los pasos de la plebe malagradecida e ingrata, que cual títere, responde al hilo que le mueve desde la sombra. La hora de las tinieblas había llegado.
120. JESÚS ES HECHO PRESO
Mateo: 26: 47-56. Marcos: 14: 43-52. Lucas: 22: 47-53. Juan: 18: 2-12.
Recordemos que Judas dejó el Aposento Alto donde se estaba celebrando la Pascua, teniendo ya sobre su frente la señal, el estigma de los estigmatizados. El traidor estaba dispuesto a traicionar a su Maestro, por lo cual tenía que buscar la forma más conveniente para cerrar su pacto con los Príncipes del pueblo. Lo que tenía que hacer, lo debía de hacer pronto.
Mientras Jesús estaba con los once en el Getsemaní, Judas fue a pedir que se le diera una compañía de soldados. Ésta compañía podía estar formada por unos seiscientos o trescientos hombres, un tribuno romano, y un delegado del Sanedrín con sus siervos o alguaciles. Los empleados del Templo iban armados de palos, espadas y linternas. Era responsabilidad de Judas poner a Jesús en manos de sus captores, no simplemente señalarlo desde lejos. No podía haber dudas, tenia que ser preciso cuando lo entregara.
La señal convenida con los representantes de los Ancianos, había sido: "Al que yo besare, aquel es: Prendedle y llevadle con seguridad." Por lo que vemos, Judas no solamente era traidor, sino que debemos agregar que sus bajos sentimientos lo hacían ser un hombre sin escrúpulos, desalmado, hipócrita. Es por eso que conduce a la compañía al lugar de retiro de su Maestro.
Jesús sabia todo lo que le esperaba; por lo cual no quería que ni una jota ni una tilde de la profecía fuera frustrada. Es por eso, que al ver a la multitud que viene hacia Él, llama la atención sobre su presencia, y dice a que viene a la cabeza: "¿A quien buscáis?" Estas palabras infundieron miedo, temor, espasmos en la multitud, que envalentonada venia a prenderle. Los que estaban al frente dijeron: "A Jesús Nazareno."
Los militares y levitas armados, que cual leones que salían a la arena, vieron emerger de entre los árboles, al que con voz poderosa decía: "Yo Soy." Era el mismo que había dicho a moisés: "Yo Soy el que Soy." Aquel cuya gloria no puede ser vista por los hombres y vivir, era el mismo Yo Soy del Antiguo Testamento, y que había hecho su entrada de Gloria por unos minutos en el Nuevo Pacto, para que los que iban a traspasarle pudieran contemplar algo de la gloria que vieron los antiguos santos y profetas. La misma gloria que verán los que les traspasaron cuando el se manifieste por segunda vez, rodeado de millares de ángeles.
Judas que estaba al frente del grupo, y que conocía al Maestro, al igual que los fieros legionarios, intentó huir, pero todos cayeron en tierra. Clarke dice: "Nuestro Señor quiso darle esta prueba de su infinito poder para que supieran que su fuerza no podía prevalecer en contra de él si eligiera ejercerla, al ver que hasta el mismo aliento de su boca los confundió, retrocedieron y cayeron en tierra."
Elena White, hace acopio de ser una fina interprete de las Escrituras, y recogiendo todos los elementos del relata dice: "Jesús respondió: "Yo soy" mientras estas palabras eran pronunciadas, el ángel que acababa de servir a Jesús, se puso entre él y la turba. Una luz divina iluminó el rostro del Salvador, y le hizo sombra una figura como de paloma. En presencia de esta gloria divina, la turba homicida no pudo resistir un momento. Retrocedió tambaleándose. Sacerdotes, ancianos, soldados, y aun Judas, cayeron como muerto al suelo."
Lo que dice la Señora White a continuación, nos dice lo resuelto que estaba Cristo a ser sacrificado: "Jesús tuvo oportunidad de escapar, pero permaneció sereno y dueño de sí." Meyer, según es citado por Jamieson y sus colegas: "Sucediendo esto antes de su rendición, demostraría su poder sobre sus enemigos, y así la libertad con la cual él se entrego." Y era que Jesús quería que los que fueron a buscarle estuvieran seguros del paso que Él estaba dando. No quería que los que le buscaban tuvieran dudas en cuanto a aquel que iban a entregar a la muerte.
Jesús ratificó por segunda vez que Él era el Nazareno a quien ellos buscaban, ya que Él lo había dicho; y en un gesto que solo el Mesías podía tener dijo: "Pues si a mi buscáis, dejad ir a estos." Estas palabras son imperativas, son un mandato, y tienen tanta autoridad en sí misma que es imposible discutirla. La orden fue inmediatamente ejecutada, sin que los ejecutores conocieran su alcance. Era como si el Gran Legislador, el de la voz de truenos y que anda entre las llamas de fuego, estaba ordenando que se dejaran libres a sus seguidores, y si los militares y alguaciles querían saber hasta cuando era necesario hacer la pregunta, debían esperar que los discípulos se perdieran en las sombras de la noche. Jesús el Mesías se estaba entregando voluntariamente; pero antes tenia que cumplirse la Escritura: "De los que me diste ninguno de ellos perdí."
Momentos antes, Jesús había declarado que solamente el Hijo de Perdición se había perdido; en este instante, el Hijo de Perdición estaba presente para ver la rendición del Hijo del Hombre. Judas se llena de valor, y avanzando intrépidamente, se dirige al Maestro y le da un beso, simulando aprecio, cariño, adhesión y lealtad. ¡Qué amargo reproche! Las palabras de Jesús al discípulo traidor, encierran una amarga reprensión: "Judas, amigo, ¿a qué vienes? ¿Con beso entregas al Hijo del Hombre?"
Nos inclinamos en pensar que estas palabras fueron la gran causa del remordimiento del descarriado discípulo. Esas palabras fueron las causas de su gran tormento, de lo condujo a su trágico final. Los hombres de la compañía se apresuraron a arrestar a Jesús, siendo éste el momento en que sus amigos entraban en actividad a costa de sus vidas.
Juan dice que Pedro, el extrovertido, de un golpe de mandoble, arrancó la oreja a un siervo del sumo sacerdote. Pero Jesús no quiere contienda, y voluntariamente se entrega, no sin antes restituir la oreja de Malco, el desorejado. Estaba escrito, todo el que sacara espada, por la misma espada iba a perecer. Los seguidores de Cristo tienen que vivir como Cristo vivió, de lo contrario, su final será distinto al de Jesús.
Jesús no necesitaba ninguna ayuda. El brazo del hombre no puede intervenir en los designios del Cielo. Está escrito que el Cristo debía padecer, ¿Por qué los hombres se lo iban a impedir? ¿No era Jesús libra para escapar? ¿No pendía el que abrió los ojos a los cielos, cegar a los pecadores que quieren poner fin a sus días?
Sus discípulos no debían preocuparse por Él; Él se entregaba voluntariamente. El que dejo su trono en los cielos, estaba enajenando su libertad. Los hombres pecadores solo eran instrumentos para que se cumplieran los planes de Dios. Era necesario que se cumpliera todo según se había establecido de antemano. El Cielo tiene su orden, y los hombres no iban a alterarlos.
Los Evangelios Sinópticos relatan como Jesús les dirigíos un duro reproche a los que se apresuraron en su captura: "¿Cómo a ladrón habéis salido con espadas y con palos a prenderme? Caca día me sentaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis." En el Templo, ellos le escuchaban, disputaban, le tentaban; pero no podían hacer nada. El que anda de día no tiene nada que ocultar, el que obra de noche teme que se hagan publicas sus obras. Ellos fueron de noche a Jesús, porque: "Esta es vuestra hora y la potestad de las tinieblas."
Es en este momento, cuando el pastor fue herido, que las ovejas se desparramaron; pero no detuvieron a ninguno de los suyos. La orden de dejarlos ir, fue obedecida. Junto con la huida de los discípulos, que Marcos narra la peripecias de un joven, que al ser sorprendido por la turba, dejó en manos de sus perseguidores la sabana que cubría su cuerpo, y huyó desnudo, solo cubierto por la oscurita.
No son pocos los que opinan que éste joven es el autor del Evangelio de Marcos. Aunque no existen bases escriturarias, la tradición siempre a conjeturado de esta manera, y ven a este mancebo como a nuestro Evangelista. Lo que si es cierto, es que con éste joven completamente desnudo, los discípulos abandonaron al Maestro en mano de la plebe, de los soldados y de los alguaciles del Templo.
Con Jesús prisionero, cierra esta parte del jueves, de la ultima semana de la vida de nuestro Redentor. Lo que se inicia, es el mas injusto de los juicios celebrado por los hombres, desde el mismo momento que estos se abrogaron el derecho de juzgar a sus semejantes. Sea como circo, parodia o drama, el juicio que ha de comenzar dentro de unos minutos, aquel que por sus atrocidades ha hecho posible que todos los hombres puedan presentarse ante Dios amparados por la sangre derramada por su Hijo Unigénito.
Proceso al juicio de Jesús
1. JUICION DE JESÚS ANTE EL SANEDRIN
1. 1. JUICIO EXTRAOFICIAL Y NOCTURNO A JESÚS ANTE ANÁS.
JUAN 18: 13-23.
Y lleváronle primeramente a anas; porque era suegro de caigas, el cual era pontífice de aquel año. Y era Caifás el que había dado el consejo a los judíos, que era necesario que un hombre muriese por el pueblo. Y seguía a Jesús Simón pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era conocido del pontífice, y entro con Jesús al atrio de del pontífice; mas Pedro estaba fuere a la puerta. Y salió aquel discípulo que era conocido del pontífice, y entro con Jesús al atrio de del pontífice; mas pedro estaba afuera a la puesta. Y habló aquel discípulo que era conocido del pontífice, y habló a la portera, y metió dentro a pedro. Entonces la criada portera dijo a pedro: ¿no eres tú también de los discípulos de este hombre? Dice el: no soy. Y estaban en pies los siervos y los ministros que habían allegado las ascuas; porque hacia frío, y calentábase: y estaba también con ellos pedro en pie, calentándose. Y saliendo el a la puerta le vio otra,, y dijo a los que estaban allí: también este estaba con Jesús Nazareno.. y negó otra vez con juramento. No conozco al hombre. Y como una hora pasada uno de los siervos del pontífice, pariente de aquel a quien pedro había cortado la oreja, le dice: ¿no te vi. Yo en el huerto con el? Verdaderamente también estaba con el, porque eres Galileo, y su habla le es manifiesta. Y Pedro dijo: hombre, no se que dices. Entonces comenzó hacer imprecaciones, y luego el gallo canto. Entonces, vuelto el señor, miro a pedro: y pedro se acordó de la palabra del señor como le había dicho: antes que el gallo cante, me negaras tres veces. Y saliendo fuera Pedro, lloro amargamente. |
En este momento, el que inicia con las palabras de Juan: "Llevárosle primeramente a Anas…" se inicia lo que jurídicamente, y en el campo de la Teología se llama el Juicio de Jesús. Sobre este juicio es mucho lo que se ha escrito, mucho lo que se ha dicho y discutido, pero hasta el presente no se ha presentado un trabajo, hecho por un teólogo que sea jurista, o por un jurista teólogo que ponga de manifiesto todas las implicaciones de este magno evento. Ya que el caso debe ser abordado desde los linderos de ambas ciencias del saber.
Hasta el presente, los teólogos, que son los que acostumbran a escribir sobre este tema, desconocen los aspectos jurídicos y sociopolíticos con este juicio entraña; y los juristas, cuando entran a explicar este mismo asunto, desconocen Las Escrituras, y las herramientas exegéticas, por no decir, que no hacen uso de una simple armonía de los Evangelios, con la que puedan guiarse, para que de esa manera puedan seguir el hilo conductor de los eventos. Es fundamental seguir los pasos, tal como se encuentran en los Evangelios, para no llegar a conclusiones equivocas. El Evangelio de Juan, es el primero de los cuatro, en darnos un los detalles de un Juicio Preliminar, o mejor dicho, un Juicio Oficioso y previo, que se le llevo a cavo al Bendito salvador, el cual se inició en el Palacio de Anás, el suegro de Caifás, el Sumo Sacerdote, y presidente del Sanedrín, o Concejo Supremo en asuntos religiosos.
¿Por qué antes Anás? Porque este oscuro personaje, que aunque no era el Sumo Sacerdote en esa época, lo había sido cuando Quirino, Procónsul de Siria lo nombre en ese cargo, por los años 7 u 8 de nuestra era. Más tarde fue destituido de su puesto; pero logró que su yerno José, que también es conocido con el nombre de Caifás fuera nombrado en ese puesto. A esa alta dignidad se llegaba por medio de maniobras políticas, y por las prebendas que se pudieran dar a los delegados imperiales de la provincia.
Alfred Edersheism (1989), en su monumental obra La Vida y los Tiempos de Jesús El Mesías, dice que por la puerta que Jesús salió, después de la Cena Pascual, es la que comunicaba a la Ciudad Alta con el valle de Tyropoeon, y donde se hallaba el palacio de Anás. Por lo cual no hubo que caminar mucho para conducir a Jesús amarado, del lugar de su detención, hasta el hogar del hombre fuerte de los Saduceos. El pontificado de esta figura execrable había durado unos seis o siete años, pero sus tentáculos se extendían tras bastidores, para mover los hilos del destino de la nación.
El poder de Anás fue tan grande, con su autoridad y poder pudo lograr que por menos, cinco de sus hijos, un nieto y el yerno, pudieran ocupar el puesto de Sumo Sacerdote. Es por eso que Jesús es conducido ante este ex-Sumo Sacerdote, porque era la cabeza oculta del partido Saduceo, partido que era el representante del poder religioso, y por ende del Sanedrín. Como el Sanedrín era el Tribunal religioso, a Jesús lo llevaron primeramente ante este Tribunal, porque su primera acusación fue por un supuesto delito religioso, y comparece ante Anás, porque también el representa lo que se proyectaba como un linaje sacerdotal. Este Anás era el que manejaba los asuntos relativos al Templo, su culto y todo lo que tuviera que ver con ese comercio sagrado.
La razón por la cual a Jesús se le conduce ante este personaje, es para que este inicie los preliminares, e instruyera el Expediente. Es en su presencia que se ha de hacer el interrogatorio, de esa manera extraer las conclusiones que se han de hacer valer ante el Sanedrín, donde Anás era Presidente o Sagan. Juan, que es el que escribe sobre esta fase de proceso, nos dice que ya todo estaba preparado de antemano en contra de Jesús; y aun más, dice que Caifás había declarado que Jesús tenía que morir.
El relato continua diciendo, que al llegar la multitud que conducía a Jesús prisionero al portal del palacio de Anás, dos hombres seguía a Jesús en la sombra; uno era Pedro, y el otro era "…aquel discípulo que era conocido del Pontífice…" Es debido a las relaciones palaciegas de este extraño personaje que Pedro logra penetrar al patio del palacio.
Nos cave ahora preguntarnos: ¿Quién era este discípulo conocido del pontífice? Es casi constante el que los comentaristas digan que era Juan, el autor del Evangelio. Predicadores e intérpretes de la estatura de Jerónimo y Crisóstomo, y Erasmo entre los clásicos hacen la misma afirmación. Elena White, quien escribe como si fuera testigo presenciar nos dice lo mismo, en corroboración de los ante citados, diciendo que Juan fue el que permitió franquear la puerta a Pedro. El Doctor W.H. Taylor, dice que Juan: "Quien con natural reticencia prefiere no mencionar su nombre en su evangelio", era el otro discípulo, a la vez que pone el negocio del discípulo amado en la ciudad del Templo, cuando dice: "Es probable que la venta de su pesca llegara hasta la ciudad Santa." Se ignora de donde saca el gran teólogo nazareno estas felices conclusiones.
Janieson, Fausset y Brown son aun mas enérgicos, cuando tratan de identificar a este desconocido: "Mas bien, "el otro discípulo"- sin duda nuestro evangelista mismo". Pero este "sin duda" nosotros lo dudamos, a menos que nos supongamos que existía entre Juan y Anás unos lazos de amistad. También hay que suponer que la portera del palacio era compueblana del discípulo amado, o que las visitas de Juan a la ciudad de Jerusalem eran tan frecuentes que tenia carta franca para penetrar al palacio.
Se ha llegado a decir, entre ellos Grotius, lo cual es corroborado por Clarke, que este discípulo, es el discípulo hospedador, el dueño de la casa en la cual Jesús había cenando esa misma noche. Todo esto es conjetura, no debe pasar de ahí. La mayoría concuerda en que Juan es ese discípulo, y este trabajo está encaminado a procesar el juicio, no a identificar a este personaje.
Lo que tenemos que decir, es que si fue Juan el que le franqueo la puerta a Pedro, no nos explicamos porque no escribió sobre su persona como lo había venido haciendo, y como iba a continuar escribiendo, y que era con las palabras "del discípulo que Jesús amaba", como encontramos en múltiples ocasiones. Juan 13: 23; 20: 2; 21: 2 y 21: 24. Es de suponerse que de haber sido Juan el otro discípulo, el hubiera hecho esta referencia; y de haber sido el dueño de la casa, el discípulo hospedador, también lo hubiese dicho Juan, ya que le conocía. El mismo Juan nos dice que la portera, porque era una practica usar mujeres para este servicio, reconoció a Pedro, desde que la puerta le fue abierta.
Es aquí, en la puerta, donde Pedro niega a Jesús por primera ves. Esta primera negación, es el pase de entrada. Una vez en el patio, ya que Pedro tenía interés en seguir los pormenores del juicio, no quería perderse los detalles, hasta el extremo de no recordar lo que su Maestro le había predicho esa misma noche. Pedro se calentaba, junto al fuego, porque el invierno no hacia mucho que había finalizado, y la primavera estaba en sus inicios, y estaba haciendo frío.
Anás, que esta llevando el proceso informal, quiere ver como consigue alguna información de parte de Jesús, y que le permita la condena. Juan nos dice que Anás: "Preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina".[4] No es tan fácil conocer lo que encierran las palabras de este raposo. Es por eso que quiere iniciar el proceso en contra de Jesús, reuniendo datos, informaciones y pruebas, que desde un principio fueran contundentes. Que condenaran al Maestro de Nazaret. Quiere saber cual es el manifiesto político de Jesús, cuales son sus principales parciales, en que fundaba su autoridad. Quiere indagar, cual era la base de su carisma. Era su interés saber si la nueva doctrina de reforma que Jesús predicaba era atentatoria en contra de los intereses que el encarnaba. Quería fundamentos para hacer sus recomendaciones ante el Sanedrín.
Anás quería que el mismo Jesús se condenara, que tratara temas políticos para de esa forma enemistarlo con el Gobernador romano. Todo argumento podía ser utilizado en su contra. Se las implicaciones eran religiosas, se podía incuar una acusación frente al Sanedrín, y luego ser llevada ante el Gobernador para que la ratificara. Si la acusación era por motivos políticos, se podía presentar una recomendación ante el Gobernador, el cual la acogería en seguida.
Elena White, con su originalidad de testigo presenciar nos dice: "Cristo leía el propósito del sacerdote como un libro abierto. Como si discerniese el mas intimo pensamiento de su interrogador, negó que hubiese entre él y sus seguidores vínculos secretos que los hubiese reunido furtivamente y en las tinieblas para ocultar sus propósitos o doctrinas".
Es por eso que Juan consigna que Jesús le dice a sus acusadores: "Yo manifiestamente he hablado al mundo: Yo siempre he enseñado en la sinagoga y el Templo, donde se juntan todos los judíos, y he hablado en oculto". Esta es la mayor prueba de que no era una logia lo que el tenia en unión con los suyos. Sus enseñanzas eran públicas, así como oralmente se dirigía a su auditorio, siendo a la vez contradictorias, ya que las polémicas sostenidas con Herodianos, Escribas, Fariseos y Saduceos de esa manera lo atestiguaban.
Por ser publicas, no tenia nada que ocultar nada a nadie, y esas misma instrucciones le había dada a los discípulos cuando los envió a predicar las Buenas Nuevas de salvación. No había doctrina secreta. Nada oculto tenían sus doctrinas, y mucho menos atentatorias contra el poder romano o el sistema de culto establecido y representado en el Templo. Cada vez que operaba un milagro, en el cual el o la beneficiaria tenia que purificarse según el Código Levítico, él lo enviaba al sacerdote, y que presentara la ofrenda que para cada caso Moisés había instituido.
En el discurso en el cual increpo a los Fariseos, le concedió la autoridad religiosa que como dirigente y depositarios de la verdad ellos representaban. Él por tres años y medio recorrió todo Israel, y las tierras vecinas, sin que se dijera que quería plantar un reino, aunque en una ocasión, un grupo de agradecidos quisieron coronarle rey. Su misión no era terrenal, aunque vino a la tierra a preparar a los humanos para el reino de los Cielos.
Ellos mismos, las Fariseos y Saduceos que estaban presente en el palacio de Anás, habían mandado mensajeros, y entre ellos se encontraban de esos emisarios que se infiltraron, con el propósito de tenderle lazos, y hacerle caer en sus trampas. Ellos habían vistos sus milagros y escuchado sus discursos. No es una exageración si se afirma que ellos habían enviado taquígrafo para que tomaran notas de los dichos de Jesús, ya que se sabe por Plutarco, que Cicerón, tenia a Tirón, su esclavo, el cual era taquígrafo en el Senado para que registraran todo lo que él decía. Posiblemente Jesús reconoció entre los presentes, a algunos de los que como sombras le seguían en su recorrido, por lo cual el Maestro dice: "¿Qué me pregunta a mí? Pregunta a los que han oído, que les haya yo hablado: he aquí esos saben lo que yo le dicho".
Esas palabras las pudo haber dicho al tiempo que señalaba a alguno de los presentes, al tiempo que su dedo índice señalaba a alguno de los presentes. La frase: "He aquí, esos saben lo que yo he dicho", es una implicación de que estaba señalando. Lo Jesús persigue es que si hay alguna acusación en su contra, que se le muestre. Es seguro que él como rabino conocía sus derechos, y quería que desde el principio, desde el inicio de la instrumentación de su caso se cumpliera con la Ley. Se tenía que cumplir con la exigencia de que dos o más testigos presentaran las pruebas condenatorias. Esto parece que ofendió a uno de los paniaguados del alto dirigente, el cual le propinó una bofetada, lo cual pudo haber sido un golpe con una vara. Esa actuación, el herir a un acusado, es una violación a un derecho elemental del hombre. En el Derecho Hebreo, no se contempla este tipo de actuación, vejatoria para el reo.
Este juicio, que se inicia de forma oficiosa, es una de las razones por la cual por casi dos mil años se ha dicho que el Juicio de Jesús violó los más mínimos principios del Derecho, y es cierto. Yitzhak David, en junio de 1973 interpuso un recurso por ante la Suprema Corte de Justicia de Israel, pidiendo que se revisara la sentencia que condenó a Jesús, bajo el alegato de que era injusta. Ese caso hizo que el Doctor Salvador Jorge Blanco (1982) publicará una serie de tres artículos en el periódico Listín Diario, y que luego aparecieran en su libro Justicia y Prensa.
Como una muestra de lo ilegal e injusto de ese proceso, es que cuando a Jesús se le lleva ante la presencia de Anás, no ha cometido ningún delito, por lo cual no se le quería hacer justicia. En el supuesto deque se le quisiera hacer justicia, el arresto de por sí era ilegal, y luego debemos agregar, que se hizo a un lado lo que el Talmud consigna, cuando dice: "El proceso criminal no puede comenzar ni terminar sino durante el curso del día".
Paul Winter, en su celebre obra El Juicio a Jesús (1995), en su empeño por hacer legal el Juicio, y darle carta de legalidad a todo el proceso, llega negar la existencia del Juicio oficioso ante Anás, y también la existencia de una reunión nocturna del Sanedrín. Llegando a hacer intervenir varias manos en la elaboración del Evangelio de Marcos, y a considerar superflua algunas de las declaraciones del segundo Evangelio, con estas palabras:
"Así pues, respecto a la afirmación de Elías Bickermann de que es imposible identificar las diferentes tradiciones que hay tras los relatos de la Pasión que se conservan, en este caso podemos afirmar con seguridad que la noticia de una sesión nocturna de Mc 14, 53b, 55-64, es un añadido a una tradición anterior. La repetición de la enumeración de los miembros que componían el Sanedrín (Mc 15, 1) demuestra indudablemente que lo que tenemos en el Segundo Evangelio no es todo de una pieza, y no fue obra de un solo autor. La enumeración de Mc 15, 1 está en su lugar correcto, salvo los términos redundantes ?a? d??? t? s???d????; sólo por la inserción de Mc 14, 53b, 55-64 pasa a parecemos superflua. 17 Mc 15, 1 se basa en una tradición, al parecer ya en forma escrita, que nada sabía de la noticia que se da en Mc 14, 53b, 55-64."
Con la respuesta de Jesús al alguacil que le hirió: "Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien, ¿Por qué me hiere? Termina examen preliminar efectuado ante la presencia del hombre fuerte del partido Saduceo, para entrar a la primera fase propiamente dicha. Lo que está para hincarse, es el inicio de un farsa, es un guiñol, una burla con el nombre de juicio, el cual culminó con la esperanza de salvación para todo aquel que entienda que el juzgado y condenado siendo inocente, estaba como sustito de la humanidad caída, y merecedora de la muerte.
1.2. EL PROCESO ANTES CAIFÁS Y EL SANEDRÍN. Mateo 26: 57-75. Marcos: 14: 53-72. Lucas: 22: 54-63. Juan: 18: 24-27.
Y el pontífice pregunto a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: yo manifiestamente he hablado al mundo: yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Qué me preguntas a mí? Pregunta a lo que han oído, que les haya yo hablado: he aquí, esos saben lo que yo he dicho. Y como el hubo dicho esto, uno de los criados que estaba allí, dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿así responde al pontífice? Respondíole Jesús: si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien, ¿Por qué me hieres? Y ana les había enviado atado a Caifás pontífice. Y los hombres que tenían a Jesús, se burlaban de el hiriéndole; y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: profetiza quien es el que te hiere. |
Esta parte del proceso se inicia con estas palabras de Juan: "Y Anás le había enviado atado a Caifás pontífice". Este proceso viene salpicado por implicaciones que son de orden político, civiles y religiosas. Renán (1968), el historiador humano de Jesús, el mas feliz de los autores de la búsqueda del Jesús Histórico, y el cual se llegó a ganar del papa Pío X1 el adjetivo calificativo de "el blasfemo europeo", nos dice en el capitulo XX1V de su Vida de Jesús los siguiente: "Hanan, aunque autor del asesinato jurídico que se iba a llevar a cabo, no tenia poder para pronunciar la sentencia de Jesús; le volvió a enviar a su yerno, Caifás, que ostentaba el titulo oficial. Este hombre, instrumento cielo de su suegro, debía, naturalmente, ratificarlo todo. El sanhedrín se encontraba reunido en su casa."
Cuando se trata de seguir en forma detallada y pormenorizada cada uno de los pasos seguidos en este juicio histórico, con repercusiones judiciales, se debe tomar muy en cuenta los detalles. Porque hay comentaristas bíblicos que llegan a desconocer lo que Juan dice, lo cual muestra una ignorancia supina. Se debe saber, que el juicio contra Jesús, en el aspecto religioso tuvo tres fases; siendo la primera, el juicio oficioso celebrado en el palacio de Anás, y este que se tratará a continuación ante el Sanedrín, el segundo, y que tiene lugar la misma noche. Los autores Jamieson, Fausset y Brown, no conocen este proceso que aquí se trata, y suponen que Jesús: "Estaba en manos de los oficiales enviados a tomarlo". Pensando de esa manera que los príncipes respetaban el no reunir el Consejo de noche. Pero eso no fue así, el Consejo se reunió de forma y manera ilegal.
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