Volviendo de nuevo a los escrito por Salvador Jorge Blanco, en lo tocante al Juicio de Jesús se puede y debe decir: "En resumen, eliminando la investigación oficiosa de Caifás y Anás, tenemos que el juicio contra Jesús recurrió a tres jurisdicciones: el Sanedrín, Poncio Pilato y Herodes Ántipas. Pero, en realidad, habría que agregar una cuarta que se escenifica cuando el proceso vuelve por segunda y última vez donde Poncio Pilato, por envió que le hiciera Herodes. El proceso se desenvolvió en dos fases distintas ante Pilato, sin ninguna otra continuación jurídica, salvo la brevedad del tiempo entre una y otra. Ante un juez se pueden suceder distintas audiencias que forman parte de una sola instancia. Pero, las dos veces que Jesús compareció ante Pilato no fueron dos audiencias de una misma instancia, sino audiencias independientes, como se produjeran ante el mismo hombre en función de juez. El Procurador romano le otorgó la ratificación o confirmación a la pena de muerte dictada por el Sanedrín contra Jesús. Esto sucedió en la ultima intervención jurisdiccional de Pilato en ese histórico juicio para toda la humanidad." (24)
El Proceso Judicial del Juicio contra Jesús ha llegado a su final, pero aun falta la ejecución de la sentencia, que es el corolario de todo ese turbulento procedimiento que va a concluir con la muerte del Hijo del Hombre. El proceso de la crucifixión, será presentado a manera de apéndice, ya que es parte del Proceso Judicial, pues toda sentencia de muerte, culmina con la muerte de aquel contra el cual se ha pronunciado; pero lo que tiene que ver con lo relativo al Juicio a Jesús, ya ha llegado a su fin. La vida del Hijo de Dios fue determinada en un Tribunal humano, pero su muerte injusta, fue la razón por la cual todos los seres humanos tienen absceso a la presencia de Dios el Padre, ya que Jesús creó una avenida por la cual todos podemos transitar. El Evangelista Juan nos recuerda, que una noche de luna, Jesús le dijo al Rabino Nicodemo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Fue gracia a la injusticia que se cometió contra el Hijo de Dios, que se pudo cumplir lo dicho por Elena White: <<Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que pudiésemos ser él merece. condenado por nuestros pecados, en los no había participado, justificados su justicia, la cual habíamos participado. sufrió muerte nuestra, recibir vida suya. "Por llaga fuimos curados." Isaías 53: 5. >> (Pág.16 y 17)
La crucifixión de Jesús
Mateo 27: 35-54. Marcos 15: 24-37. Lucas 23: 33- 46. Juan 19: 18-30.
Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le casaron para crucificarle. Y cargaron a uno que pasaba, Simón cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venia del campo, para que llevase su cruz. Y le llevaron al lugar de Gólgota, que declarado quiere decir: lugar de la calavera. Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas el no lo tomo. Y le seguían una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban. Mas Jesús, vuelto a ellas, les dice: hijas de Jerusalem, no me lloréis a mí, mas llorad por vuestros hijos. Porque he aquí vendrán días en que dirán: buenaventuras las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzaron a decir a los montes: caed sobre nosotros: y a los callaos: cubridnos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco que se hará? Y llevaban también con el otros dos, malhechores, a ser muertos. Y era la hora de las tres cuando le crucificaron. Y crucificaron con él dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda. Y se cumplió la escritura, que dice y con los inicuos fue contado. Y en el lugar de la calavera Jesús decía: padre, perdónalos, porque no saben lo que hace. Y escribió también pilado un titulo, que puso encima de la cruz, y el escrito era: este es Jesús de Nazareno, el rey de los judíos. y muchos de los judíos leyeron este titulo: porque el lugar donde estaba crucificado Jesús era cerca de la ciudad: y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Y decían a pilato los pontífices de los judíos: no escribas, rey de los judíos: sino, que el dijo: rey soy de los judíos. Respondió Pilato: lo que he escrito, he escrito. Y como los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes (para cada soldado una parte); y dijeron entre túnica; mas la túnica era sin costura, toda tejida desde arriba. Y dijeron entre ellos: no la partamos, sino echemos suerte sobre ella, de quien será; para que cumpliese la escritura que dice y partieron para si mis vestidos, y sobre mi vestidura echaron suertes, y los soldados hicieron esto. Y el pueblo estaba mirando; y los que pasaban, le decían injurias, meneando sus cabezas, y diciendo: tú, el que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo: si eres hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: a otros salvo, a si mismo no puede salvar: si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en el. Confió en Dios: líbrele ahora si le quiere: porque ha dicho: soy hijo de Dios. Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: si tu eres el cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas este ninguna mal hizo. Y dijo a Jesús: acuérdate de mi cuando vinieres a tu reino. Entonces Jesús le dijo: de cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, y María mujer de Cleofás, y María Magdalena. Y como vio Jesús a su madre, y al discípulo que el amaba, que estaba presente, dice a su madre mujer, he ahí tu hijo. Después dice al discípulo: he ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo. Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. Y el sol se obscureció y el velo del templo se rompió del medio. Y cerca de la hora, Jesús exclamo con grande voz, diciendo: eli, eli, ¿lama sabachtani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? Y mucho de los que estaban allí, oyéndolo, decían: a Elías llama este. Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que la escritura se cumpliese, dijo: sed tengo. Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y rodeada a un hisopo, se la llegaron a la boca. Y entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, dio el espíritu. |
La sentencia dada por Pilato, como una ratificación de la decisión tomada por el Sanedrín, fue la pena de muerte, a ser sufrida por medio de la crucifixión. Antes de ser crucificado, el reo era flagelado, con lo cual el cuerpo y su carne quedaran hecho trizas. Era un proceso de ablandamiento, de preparar ala condenado como una antesala de lo que iba a sufrir.
Todo crucificado era despojado de sus vestiduras, quedando completamente desnudo. Los Evangelios dicen que los soldados se repartieron la ropa de Jesús, por medio del los dados, ya que la túnica era de una sola costura. Ropa sencilla y humilde de un campesino. Al ser despojado de su vestidura, los órganos genitales quedaban a la vista de todos los curiosos, que como moscas se acercaban a ver a los condenados. En los cuadros que representan la crucifixión,, se puede ver a Jesús con una especie de pantaloncillos, algo así como un taparrabo, como el se muestra en las películas y las fotos de Gandhi, semejante a los pañales de los niños.
Con exactitud no se puede decir como fue Jesús crucificado, ya que la tortura se realizaba según fuera la mentalidad del oficial que dirigía la ejecución. El oficial de más ingenio, se aseguraba mayor tormento en su operativo. Un sádico multiplicaría los tomentos y alargaría la agonía.
Las cruces tenían por lo general un travesaño en el palo horizontal, que era llamado patibulum, el tramo transversal se denominaba antenna en el cual descansaba en parte el peso del cuerpo; quedando el condenado como si estuviera sentado, en la posición de caballo. El reo era fijado en la cruz, por medio de unos clavos, (que los latinos denominaban clavi trabales), que atravesaban sus manos por las palmas o por las muñecas. Sus manos también podían ser sostenidas por cuerdas o correas, para evitar que el cuerpo se desprendiera, o se desgarraran los miembros que eran atravesados por los clavos, debido al peso que sostenía; pero no siempre se usaban clavos.
El cuerpo no se disponía en posición vertical, como se nos pinta al Crucificado, sino que al tener las nalgas apoyadas en un trozo de madera, (llamado cornu o sedile), sus piernas eran encogidas, es decir subidas hasta acercase a las nalgas. En esa posición, o se procedía a clavar cada pie del patibulum, o se clavaban juntos ambos pies, haciendo penetrar el clavo por los calcañales. Al estar clavado de esa manera, y en la posición en que quedaban las piernas, el cuerpo sufría grandes calambres, provocados por la forma inmóvil y encogida del cuerpo. Séneca expresa que los soldados, para aumentar el placer de ver sufrir al condenado, llevaban a clavar en el patibulum los órganos sexuales, para aumentar el dolor.
Las personas que se han familiarizado con los Evangelios, han llegado a creer que la muerte en la cruz se padecía el mismo día; pero eso no es verdad, aunque si es cierto que Jesús murió a las seis horas de haber sido suspendido en ella. La tortura de la cruz podía tomar varios días, dependiendo de las condiciones físicas del condenado, pudiendo este soportar hasta una semana en su tormento. Los dos compañeros de Jesús en el Gólgota, no murieron por el tormento, sino que fueron muertos por los soldados. Recuérdese que Pilato se asombra de que Jesús muriera tan rápidamente.
A los tormentos previos a la cruz, como se ha dicho, que eran los azotes, se debe agregar lo dicho por Maurice Goguel: "… el crucificado…estaba reducido a la condición de un cadáver por la inamovilidad e incapacidad de hacer nada…Desnudo, incapaz aun de espantar las moscas atraídas por la sangre y la carne lacerada por los azotes, expuesto a los insultos y las maldiciones…" A esto se debe agregarse el sol que hería los miembros desnudos, la sed calcinante, el hambre y el dolor que provoca el tormento, unido al insomnio.[12]
Alfred Edersheim, cuando se refiere a la mezcla o brebaje de vino, que puede ser vinagre mezclado con mirra, y que Mateo denomina ajenjo, lo cuales no son mas estupefacientes, dice lo siguiente: "Era una práctica judaica el dar a aquellos que eran llevados a la ejecución un trago de vino fuerte mezclado con mirra, para amortiguar el estado de conciencia. Este acto de caridad era ejecutado- o por lo menos pagado- por una asociación de mujeres de Jerusalén. Este trago fue ofrecido a Jesús cuando legaron al Gólgota. Pero, habiendo probado, y conociendo su carácter y objeto, no quiso beberlo. Era como rehusar antes la compasión de las <<hijas de Jerusalén>>. Ningún hombre podía quitarle la vida; Él tenía poder para entregarla y para volverla a tomar. Y no aquí ceder a la debilidad ordinaria de nuestra humana naturaleza; ni sufrir y morir como si hubiera sido una necesidad, no una entrega propia voluntaria. Quería hacer frente a la muerte, incluso en su forma más temible y espantosa, y vencerla sometiéndose a ella plenamente. Una lección, ésta, también-aunque difícil- para el cristiano que sufre."
No se peca, si se dice que la crucifixión era el arte más depurado de tortura y de tormento en los que en días de Jesús se podía aplicar a una persona. En Grecia, este castigo no se le aplicaba a ningún ciudadano, y en Roma solo se les aplicaba a los criminales más viles. A la condición de vil, malhechor y ser repúgnate y antisocial, fue reducido Jesús con este tormento.
Por Jesús morir en una cruz, el cristianismo fue tendido como una locura, ya que no se encontraba en los anales de la Historia, que un hombre de valor hubiera muerte en ella. Tertuliano uso el caso del general romano Atilio Régulo, quien murió en una cruz, siendo inocente. Su muerte fue injusta y vejatoria.[13] Que era una muerte aplicada a ladrones y malhechores de la peor especie, eso lo confirma el Evangelio al decir: "Y crucificaron con el dos ladrones…"
Marcos dice: "Y era la hora de la tres cuando lo crucificaron." Aunque Adam Clarke, el Príncipe de los comentaristas, y un erudito que merece todo el respeto, dice que ésta hora equivale a poco después del medio día, y que el tiempo que nuestro Señor pasó en la cruz hasta su muerte fue unas tres horas, todo parece indicar que el albacea de Wesley no estaba en lo correcto. Es cierto que es grande el esfuerzo de críticos y comentaristas para que esta hora tercera de los judíos, que es nuestra nueve de la mañana, se ponga en armonía con la hora sexta de Juan: 19: 14, que es las doce o el medio día. No es que los escritores bíblicos no estaban preocupados por la hora, sino por el detalle; o lo que es pero todavía, no se puede decir que Juan estaba equivocado y marcos en lo correcto.
Vamos a entrar en detalles, para que se tenga una idea del uso de las horas en los Evangelios, y se pueda comprobar que la hora que Juan usa es una hora correcta, cuando dice que la era la hora sexta; como también lo está Marcos al decir que la hora sexta. Ambos hablan de la misma hora del día, como también lo esta Mateo, al mencionar la hora sexta. Que no se olvide que los judíos contaban sus días, o parte clara del mismo, a partir de la salida del sol.
Entonces, ¿A qué hora sale el sol?
No se puede precisar, pues según la estación del año hay un cambio considerable en el cambio de las horas. Según la estación que fuera, el sistema de computar el tiempo era ajustado, y dividía la parte clara del día, en mañana, medio día y tarde; la noche se dividía en vigilias. Las tres partes del día, se dividían en lo que nosotros llamamos horas. Es por eso, que mientras se tenga en mente nuestro actual sistema de dividir el día, no entenderemos el modo judío de dividir sus días.
Recuérdese que los judíos oraban en la mañana, al medio día y en la tarde; por consiguiente, su primera oración era a las tres, que es para nosotros las nueve de la mañana; la segunda es a la hora sexta, que es nuestro medio día, y la tercera oración era a las hora nona, que es nuestra tres de la tarde. Esa hora corresponde a las horas en que Jesús fue crucificado, a la hora en que las tinieblas cubrieron la tierra, y a la del grito de dolor, agonía y muerte. Los críticos y comentaristas están de acuerdo con estas horas; pero lo escabroso se suscita con la hora de Juan, para lo cual hay que entrar en detalles.
Juan, quien indiscutiblemente escribió su Evangelio mucho tiempo después de la destrucción del Estado Judío; y que también es probable que lo escribiera estando en territorio griego, por lo que vamos a decir, usó la forma greco-romana de medir el tiempo. Los griegos y los romanos no contaban el tiempo del mismo modo que los judíos. Tanto los griegos como los romanos contaban el tiempo como nosotros lo hacemos hoy día, fue de ellos que heredamos ese sistema; en cambio que los judíos contaban sus horas claras a partir de la salida del sol y sus noches en vigilias. Griegos y romanos iniciaban sus días a partir de la media noche, o doce de la noche. Si Juan utilizó el sistema romano, su hora sexta es nuestra seis de la mañana, por lo cual no es aventurado el decir que Pilato falló temprano, si somos capaces de comprender que el Sanedrín llevó a Jesús tan pronto amaneció, ante el Tribunal del Gobernador.
Si eran las seis de la mañana cuando Pilato dio su veredicto, no es difícil entender que las burlas, los azotes, el largo tramite o papeleo, el camino al Gólgota, y el acto de la crucifixión se tomaría tres horas. Juan dice que fue a la hora duodécima que Pilato presentó a Jesús como el Rey de los judíos. Esto lo decimos, porque Juan en nuestro lenguaje dijo que Pilato salió con Jesús a las seis de la mañana, y Marcos que Jesús fue crucificado a las nueves. Por lo cual no hay ni manera correcta ni errada, sino dos formas distintas y correctas. No hay por lo cual contradicción en el lenguaje, y nos aventuramos a mas, había preocupación por que se supera todos los detalles posibles de este magno acontecimiento.
El doctor A. T. Robertson, supera todas las posibles dificultades, cuando en su Armonía de los Evangelios, incluye una serie de notas sobre puntos de interés. Cuando en Juan: 1: 39, dice en relación a los dos discípulos de Juan el Bautista, que esto les preguntaron a Jesús, que donde el moraba, el texto dice: "era como la hora de las diez", esto seria como las diez de la mañana. En el capitulo 4 versículos 6 del mismo Evangelio, se nota mejor lo que se quiere ilustrar: "Pues Jesús, cansado del camino, así se sentó a la fuente. Era como la hora sexta." Se ajusta más a la costumbre, el que sean las seis de la tarde, pues se iba a buscar agua por la mañana o por la tarde, pero nunca al medio día.
En Juan: 4: 52 encontramos que dice, refiriéndose a un milagro de curación efectuado por Jesús sobre la persona del hijo de un funcionario del rey Herodes: "Preguntó a que hora comenzó a estar mejor, y dijerónle: ayer a las sietes le dejó la fiebre." Esto se entendería mejor si fuera a las siete de la noche del día anterior. Todo parece indicar que Juan usó el modo romano de computar el tiempo, que era a partir de la media noche como se ha dicho. Dejando como superado el inconveniente del tiempo, ya se puede decir que eran las nueve de la mañana, minutos más o menos, cuando Jesús fue crucificado en medio de dos ladrones.
Los Evangelios dicen que en la cruz donde Jesús estaba crucificado tenia un rotulo en tres idiomas. La inscripción daba el nombre del acusado, lo que de él se diecia. La inscripción puede leerse de la siguiente manera: "Éste es Jesús Nazareno, el Rey de los Judíos." Como la arqueología atestigua que el nombre y los cargos eran escritos, en el caso de Jesús, la acusación era infundada, Jesús nunca se proclamó rey de los judíos, simplemente fue escrito por Pilato para fastidiar a los Príncipes de Israel.
Juan, que fue testigo ocular de los hechos, dice que el rotulo que pendía sobre la cabeza de Jesús estaba en tres idiomas, esto es las lenguas mas comunes de las personas que se encontraban en la capital, Jerusalem, para ese tiempo. Estos idiomas eran: hebreo, que bien pudo ser siro-caldeo, que era la lengua natural de los moradores; griego, la lengua internacional de época; y latín, la lengua de las autoridades, y del juez que dictó la sentencia. Es muy probable que todo el que viera al crucificado, si sabia leer, podía leer el rotulo que contenía el nombre, la nacionalidad y los cargos.
Es pendiente de la cruz, que Jesús dice las famosas Siete Palabras. Comenzando por implorar el perdón de los que le condenaban sin saber lo que estaban haciendo, se olvida de sus propios sufrimientos, para interceder ante el Padre por sus verdugos. La segunda palabra va dirigía a uno que comparte con Él el tormento, y que ha aceptado el perdón ofrecido. Jesús le da garantía de que estará con Él en el Paraíso. La tradición nos dice que se llamaba Dima, el afortunado buen ladrón. La tercera palabra esta dirigida a su madre, y al discípulo que amaba. El Maestro se preocupa por su madre, la cual ve en medio de un mundo hostil, por eso la encarga a un ser amado.
Es en medio de las tinieblas, cuando un velo cubre el rostro del Padre, que el Hijo, recurriendo a su lengua materna dice con dolor: "Eloi, Eloi, ¿lama sabacthani?" Se sentía en ese momento privado de la presencia del Padre. El lazo de unión que le tenia atado al Cielo se había rostro. Su dependencia del Padre no la estaba sintiendo, por eso su grito de angustia, su clamor lacerante, su impotencia. Pero los que estaban más próximos no entendían lo que Él decía.
Cuando Jesús exclama: "Sed tengo." En su deseo de cumplir la voluntad del Padre, Jesús había rehusado beber el brebaje que le ofrecieron como anestésico que consistía en hiel y mirra, por eso tiene sed, la sed que produce el calor del sol y por la perdida de sangre. Desea un poco de liquido que refresque su garganta, por eso uno de los presente le ofrece vinagre. Ese vinagre era una especie de refresco que usaban los soldados. Jesús tomo del vinagre, y al tomarlo dio un gran grito, dice Lucas.
Cuando Jesús exclama: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu," esta diciendo que ya no quedaba nada por hacer. Había hecho la obra para lo cual había venido a la tierra. Estaba poniendo su espíritu en las manos del Padre, para que éste lo guardara. Es por eso que al expirar con el: "Consumado es," tenía la entera satisfacción de haber hecho su tarea. Todo lo que se pedía por el pecado y el rescate del hombre ya estaba concluido, su trabajo estaba Consumado.
¿Qué día de la semana murió Jesús? ¿Cuál es el año de su muerte?
De entrada no se puede avanzar ninguna fecha como verdadera, ya que las que se dan, que son varias, tienen argumentos sólidos en su pro o en su contra. Todos los datos aportados para sostener esos argumentos, merecen el respeto que se le pueda tener a un dato. Lo que siempre se ha dicho es que Jesús tenia unos treinta y tres años cuando fue crucificado, por lo cual si lo entendemos así, ya que es común decir que la era cristiana se inicia con el año del nacimiento de Jesús, por lógica, Jesús fue crucificado en el año treinta y tres de nuestra era. Aunque resulte paradójico, es la opinión más socorrida que Jesús fue crucificado en el año 31, ya que su nacimiento se operó unos dos o tres años antes de la era cristiana.
No es prudente entrar en detalles sobre la obra tan mencionada y poco conocida de del monje Dionisio el Exiguo o el Pequeño, porque un enano, el cual es el padre de nuestro sistema de contar los años a partir del nacimiento de Jesús. Fijar la fecha del año 33 después de nuestra era, es hacer que la Pascua caiga el 3 de abril, lo cual no concuerda con los datos históricos, pues al aplicar las profecías de Daniel, con respecto a la reedificación de Jerusalem y el año del ungimiento del Mesías Príncipe. El año del Decreto de Artejerjes, fue en el año 457 antes de Cristo, por lo cual nos lleva al año 27 de nuestra Era. Por desatinada se desestima el año 33 por los cronistas.
Como la vida y ministerio de Jesús estaba sujeta a un plan, ya que no fue más que el desenvolvimiento de los pliegos proféticos, es por eso que se concluye que el año 33 no es correcto. Las profecías de Daniel capitulo 7 no señala a ese año. También se descarta la posibilidad de que Jesús muriera un año posterior a esa fecha, la del 33, porque seria alejarse más de años indicado por la profecía. Venido el cumplimiento del tiempo en el reloj del Cielo, la profecía se había de cumplir con precisión milimétrica, y así fue.
La fecha mas aceptada, es la del año 31; pero se debe reconocer que un es un argumento irrefutable, es el siguiente: la Pascua Judía del año 31 cayó el miércoles 35 de abril, y no el viernes 27, que fue el viernes posterior, o el viernes 20 que fue el viernes anterior. Esto es los días 16 y 23 de Nisán, ya que la Pascua debe ser el 14 de ese mes. Esto trae un problema, que se ha venido arrastrando desde los orígenes del Cristianismo, y tenido como un punto neurálgico, al extremo de que es punto de estudio en las universidades y seminarios de hoy día.
Por lo antes dicho, se llega a las siguientes objeciones:
Primero: Que Jesús no tomó la cena de la Pascua con sus discípulos el día que estaba establecido por la Ley; Segundo: que no murió en el año 31.
Quien esto escribe, cuando trabó conocimiento de éstas objeciones, era estudiante universitario, y en la biblioteca de la mismo tuvo conocimiento de las obras del francés Ernesto Renán, el conocía a través de las referencias que José Enrique Rodó. Ese tiempo mi fe, no en la Biblia, sino en la Teología Adventista se derrumbó; el cielo se mi vino al suelo, y debajo estaba yo. Sufrí una crisis espiritual y por ende existencial, penetro en mi alma, al extremo de sentirme perdido. Sin mas compañía que la traducción en romance castellano de una Biblia de tapas negra, que desde niño me hacia compañía, me encontraba en el mundo. Como antídoto a mis males, profundice en los escritos del erudito francés, y poco a poco fu comprendiendo que era un hombre frustrado, que se negó a creer lo que escribía, y que nunca en publico, se atrevió a exponer sus ideas. Renán escribía lo que no creía, y no hablaba de lo que escribía.
Pero los años que han seguido a esa caída no fueron en vano. Oración, estudio y reflexión, adjunto al choque de mis ideas con los demás, me ha hecho poner en pie, y dar testimonio sobre la Palabra de de Dios, creador y sustentador nuestro. Pero no está en mi ánimo contar las angustias y penas que viví, por no poder entender y explicarme un hecho histórico. Desde entonces, cuando un acontecimiento narrado en las Escrituras, no concuerda con un hecho de la Historia de la Humanidad, no cuestiono la Palabra de Dios, sino que busco la forma de conciliar los escritos de los hombres, para que estos no pequen de petulante ante su Creador.
Fue temprano en la Historia de la Iglesia, que grupos heréticos penetraron en la misma, y emperezaron a tergiversar los asuntos Divinos. Cada año, son mas los hombres eruditos, nuestros sabios, que dentro de la Iglesia, se apartan de la verdad; aunque de tiempo en tiempo se levantan modernos Juan Bautista, que invitan a hacer las cosas como Dios manda. También es verdad que estos son cada vez menos, y el ruido que hay en el mundo no permite que su voz se oída por muchos, si a esto se le agrega la contaminación ambiental, la ceguera espiritual, y los deseos de la carne, esas pequeñas antorchas casi no brillan, pero la luz de la verdad es tanta, que el humo del infierno no la puede apagar.
Fue cuando la ola antinomoníaca penetró a la Iglesia Cristiana que se desarrolló la creencia de que Jesús no tomó la Pascua el día fijado por la Ley, debido a que de haber hecho, estaba contemporizando con ella y el judaísmo, y estando de acuerdo con Moisés. Éste movimiento antinomoníaco alegaba que Jesús había clavado la Ley en la cruz, cuando fue sacrificado en el Gólgota, por lo cual los cristianos no tenían que observar dicha Fiesta de Pascua. Los Evangelios sinópticos dan pruebas más que abundantes para mostrar que Jesús comió la Pascua, aunque no falta quienes digan que, que fue crucificado un MIERCOLES, no el viernes, lo cual marca una contradicción con los Evangelios, o un desconocimiento de los mismos. Quienes sostienen que Jesús fue crucificado un miércoles y no un viernes, lógicamente establecen que Jesús resucitó un sábado, en vez del domingo, como dicen los que conocieron a Jesús, y que fueron testigos de las cosas que vieron.
A principio de 1983, un lector, de una revista denominación al, preguntó al editor, sobre una publicación que había recibido, en la cual se daba cuenta de que la crucifixión ocurrió un miércoles. La persona encartada de contestar, un teólogo y erudito muy capaz y comedido, acuso a los autores de la publicación en cuestión de un "grupo vocinglero". En principio creí que esa era una acusación muy áspera, pero al tener el denominado folleto y hacer su análisis, comprendido que lo de vocinglero fue poco, que el teólogo fue comedido y conservador.
El autor del mencionado folleto interpreta a Daniel 9: 27, donde dice: "…y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda", como: "En cierto sentido, esta es una profecía dual. Cristo murió a la mitad de la semana profética de siete años, después de tres años y medio de ministerio; y también murió a la mitad de la semana-¡el miércoles!" Aunque se sabe, o se debiera saber que las profecías son precisas, pero no que lo fueran tanto, al extremo de hacer a un lado las declaraciones evangélicas. El autor del folleto, usa un argumento, que quisiéramos ponerlo en su contra: "Pero la Biblia no es interpretada…por ningún comentario de hechura humana."
Dejando establecido como un hecho, que Jesús murió un viernes, vamos cual fue el año en que ocurrió este magno acontecimiento. Para esto nos vamos a servir del Evangelio de Lucas, el cual nos dice cuando inició Jesús su ministerio. En el capitulo tres, Lucas da una serie de hechos que son sorprendentemente reveladores. Es por eso que veremos los siguientes aspectos:
Primero: Lo primero a considerar es que Lucas dice que Juan empezó a predicar en el año 15 del reinado de Tiberio César. Por lo cual cabe la pregunta, ¿Cuándo empezó el reinado de Tiberio. La respuesta no es tan fácil como parece a simple vista. Una respuesta simple seria que Tiberio empezó su reinado a la muerte de Augusto, el cual murió el 29 de agosto del año 767 de la fundación de Roma, que es nuestro año 29 después de Cristo. Si se recurre a Tácito en sus Anales, y a Suetornio en su Roma Escandalosa de los Doce Cesares, ambos nos dicen que antes de morir Augusto, Tiberio fue regente, por lo cual tuvieron un reinado conjunto de dos años. Es así que Tiberio inicio su reinado en el año 12, por lo cual el inicio del Ministerio de Juan el Bautista se inicia en el año 27 de nuestra era común, por el mes de agosto, en el verano.
Si Jesús fue bautizado el mismo año en que Juan inició su Ministerio, en el caso de que el Ministerio de Jesús durara unos tres años y medio, la muerte de Jesús ocurrió en el año 31. Lo que no sabemos es que fecha utilizó Lucas para fechar lo que él está narrando. Es por eso que debemos recurrir a otras informaciones.
Segundo: La edad de Jesús, según Lucas nos dice: "Jesús comenzaba a ser como de treinta años." Aquí tenemos que acotar, primero: Juan era unos seis meses mayor que Jesús, y era una practica de que los rabinos se iniciaran a los treinta años, aunque Jesús no estaba sujeto, ni a los treinta años requeridos para el inicio del sacerdocio levítica, ni sujeto a las leyes rabínicas. Por eso Jesús no tenía que esperar los treinta años de edad para ser bautizado. Si Jesús tenia treinta años en el año quince de Tiberio, esto nos indicaría que Jesús nació por el año 751 de la fundación de Roma. A esto se debe agregar la mención del Censo de Augusto, el cual debe coincidir con el año del nacimiento de Jesús.
Augusto César había impuesto un censo de población en todos sus dominios que debía realizarse cada catorce años. Como hubo un censo en el año 726, el censo siguiente correspondía al año 740; pero este censo no se realizó esa año, sino que se postergó hasta el 746, y existe la posibilidad de que tardar años en llegar a Palestina. No vallamos a pensar que existiera un equipo preparado que iba a salir por tan dilatado Imperio, y en cuestiones de días, levantar un censo de población y bienes en cuestión de meses o talvez años.
Tercero: Se acostumbra a usar la fecha de la muerte de Herodes, pero Jesús no pudo haber nacido después de la muerte de Herodes, sino en los días, o años anteriores a su muerte. Para Josefo, en Antigüedades Judías XV111. 8. 1. Dice que Herodes murió en el año 37 de haber sido nombrado rey por los romanos. Josefo menciona un eclipse de luna entre el 12 y 13 de marzo del año 750, pero que también hubo eclipse el 17 de julio del 752, y otro el 24 de enero del 753, lo que no hubo fue un eclipse de luna en el año 751, por lo menos visible para Palestina.
Hasta ahora no podemos determinar el año de la muerte de Herodes, y si ha esto agregamos que el monje Dionisio fechó el nacimiento de Jesús en el año 754. Los modernos han llegado a determinar su nacimiento en el año 749. Por lo cual ya tenemos fechas suficientes para saber que no podemos determinar cual, de entre tantas fechas y hechos, como es la muerte de Herodes o el eclipse de que hubo el día de su muerte, para poder fechar con exactitud, para determinar cual es la fecha del nacimiento de Jesús.
Cuarto: La fecha de la construcción del Templo. En el Evangelio de Juan: 2: 20, los judíos les dicen a Jesús que la construcción del Templo había durado cuarenta y seis años. En el libro XV11. 8. 1. Josefo dice que Herodes el Grande empezó en el año décimo octavo; pero el mismo Josefo en su Guerra de los Judíos libro 1.21.1, dice que fue en el décimo quinto de su reinado que inicio la construcción del Templo. El mismo Josefo hace iniciar el reinado de Herodes, sea tanto desde que quiso asesinar a Antígono, como del año en que fue exaltado por los romanos.
Si se inicia a contar del año quince y le agregan los cuarenta y seis años que se dicen en Juan, esto nos llevaría del año 714 hasta el año 775. El año 775 de la fundación de Roma nos llevaría a la primera Pascua del Ministerio de Jesús, en la cual Él tenía unos treinta años. Si al año 775 le restamos los treinta años de Jesús da como resultado el año 745, lo cual dice que no es correcto, pues excede en unos cuatro años la edad que Jesús tenia. Con esto también sabemos que la construcción del Templo, no es tan fácil determinar el año en que Cristo padeció en el Calvario. Por lo cual, como no es fácil saber lo que nos dice Josefo, hay que declarar una fecha exacta, ya que Dionisio la fija en el 754 y los modernos en el 749 de Roma, como ya se ha apuntado.
Quinto: EL tiempo que duró el Ministerio de Jesús. En los círculos teológicos se tiene como una verdad que no necesita demostración, como un axioma, que el Ministerio de Jesús duró tres años y medio. Para que esa verdad sea irrefutable, es necesario que durante su Ministerio, Jesús hubiera celebrado unas cuatro Pascua; y eso es difícil de que sucediera. Por lo que Robertson nos aporta en sus ensayos, vamos a ver las Fiestas que se mencionan en los Evangelios:
Los que hacen un ministerio de tres años y medios, ven en Juan: 5: 1, donde se dice: "Una fiesta de los judíos…" como si fuera una Pascua. Es común determinar esta Fiesta como una Pascua, pero es difícil que sea la Magna Fiesta del pueblo de Israel. Aun los que dicen que no es una Pascual, están divididos, pues no han podido conciliar, el hecho de que un antiguo manuscrito hace referencia a que la Fiesta de los Tabernáculos, y otros se refiere a los Panes Azimos.
Para Crisóstomo, Cirilo, Erasmo y Calvino, ven en ella una Pascua. Kepler propuso que fuera la fiesta de la Dedicación; sin que falta quien vea en ella Pentecostés; en cambio Meyer ve en ella la Fiesta de Purín. Solo debemos decir que cada vez que era una Pascua, Juan la llama por este nombre, y el que ésta no se designe con ese nombre, se presta a que uno se incline por lo contrario. Vemos que por esta vía no es tan fácil determinar una forma de fechar, de calcular el tiempo.
Nos gustaría creer que esta Fiesta de Juan: 5: 1, es una Pascua, pero no porque muchas autoridades concuerden con ésta, no tiene que ser cierto. Un autor tan reservado como A. T. Robertson, se resiste a admitirla como tal. El mismo Robertson dice que Jesús en su Ministerio duro unos dos años mas o menos, pero nunca tres años. No es porque no se pueda determinar que tipo de Fiesta, es ésta de Juan, tiene que ser una Pascua. El mismo Juan en los capítulos 2: 13, en el 6: 4 y 12: 1.
Si el Ministerio de Jesús no duró tres años y medio, como se presume, entonces encontramos que no podemos precisar el año de su muerte. A lo antes apuntado hay que agregar que según las profecías de Daniel, el Mesías iba a durar en su Ministerio tres años y medios, al final de los cuales se le iba a quitar la vida, lo que es el argumento mas poderoso, para hacer fina entre los que argumentan sobre este tiempo de Ministerio. Tradiciones antiguas, como los escritos de Eusebio de Cesarea, el cual dice: "Se registra en la Historia que todo el tiempo que nuestro Salvador estuvo enseñando y haciendo milagros fue tres años y medios, que es la mitad de una semana. Esto lo representa Juan el Evangelista a los que sepan prestar a su Evangelio la atención critica que merece."
Aurelio Casiodoro Senador, Cónsul romano, en el año 514 de nuestra Era, dijo que Jesús murió en el año V.C. 584, que es nuestro año 31, y agrega:"Nuestro Señor Jesús padeció, en la octava de la calenda de abril…" esto es el 25 de abril. Para que se tenga una idea de lo que son las calendas, se transcribe de Wikipedia lo siguiente: "Las Calendas eran el primer día de cada mes. Los días anteriores al día 1 hacían referencia a las Calendas de ese mes. Por lo tanto, en un año normal de 365 días: el 1 de marzo, era las Calendas de Marzo; el 28 de febrero era el día anterior a las Calendas de Marzo; el 27 de febrero era el 2º día antes de Calendas de Marzo (se contaba el día de partida y el de llegada en la cuenta); el 26 de febrero era el 3º día antes de las Calendas de Marzo; el 25 de febrero era el 4º día antes de las Calendas de Marzo; el 24 de febrero era el 5º día antes de las Calendas de Marzo; el 23 de febrero era el 6º día antes de las Calendas de Marzo. En los años bisiestos se agregaba un día después del 23, que era el bis-sexto antes de las Calendas de Marzo. Como nosotros ya no contamos las Calendas, nos resulta más cómodo considerar que el día agregado es en realidad el último del mes."
Cuando en el párrafo anterior se dice que Aurelio Casiodoro dijo que Nuestro Señor padeció en la octava de la calenda de abril, se esta diciendo que abril iniciaba en lo que en nuestro moderno calendario es el 17 de abril. Es por eso que a los ocho días de abril, en el 25. Aurelio esta escribiendo en los días del calendario Juliano, hoy estamos bajo el calendario Gregoriano. En el Concilio de Cesarea, que se celebro el año 196 o en el 198, se dijo que Jesús murió en la fecha que da el Cónsul romano.
A continuación, se extrae una lista de nombres de autoridades, los cuales fueron extraídos de la obra del Doctor Guillermo Hales, titulada A New Análisis of Chronology, y fue extractado por Urías Smith, y que se encuentran en su Comentario al Libro de Daniel. Sobre que Jesús murió en el año 31 están de acuerdo la Crónica de Alejandría, Máximo el Monje, Nicéforo Constantino, Cedrono, Eusebio, Epifani, Kepler y Bucher. Patino y Petavio concuerdan en el año, pero como día, son la décima y la decimotercera de las calendas de abril. Renán dice que Jesús murió el 3 de abril del año 33.
Son muchas las teorías que en torno al día, y al año de la muerte de Jesús se han suscitado, y en este trabajo no se ha pretendido agotarlas todas. Lo que sobre el respecto se ha escrito, es para mostrar que no es tan fácil el llegar a una conclusión satisfactoria. Una cosa es cierta, si el Eterno Dios, hubiese querido que se preservara la fecha de la muerte de su amado Hijo, los Evangelios claramente o hubiesen expresado, con el día de la semana, la fecha del día, mes y año, como se registra cuando los hijos de Israel salieron de Egipto. A nosotros nos ha sido vedado, no porque sea un misterio, sino porque a Dios no le pareció trascendente.
Una cosa si es cierta, y es que Jesús murió por todos nosotros, para que con su muerte, tengamos vida; para que con su sangre seamos lavados, y que por sus heridas encontremos el camino de regreso al Padre. Con su vida, la cual ofreció como sacrificio expiatorio, consumó la ofrenda que era necesaria para rescatar a todo el género humano. Por lo cual, es la muerte de Cristo, el don mas precioso que el Cielo nos ha podido dar, ya que su cruz, es la garantía de que el Padre nos ama, y al ser levantado de entre los muertes, nos da la seguridad de que viviremos con Él.
El suicidio de Judas
Mateo: 27: 3-10.
Este capitulo y el siguiente deben leerse después de la condena de Jesús ante Pilato, y antes de la crucifixión
El nombre de judas Iscariote, a pasado al lenguaje cristiano como un símbolo de la bajeza y de la traición. La infamia ha sido agregada a su nombre, como el INRI sobre la cabeza del Crucificado. Decir judas, es decir bajeza, traición, todo lo deleznable de una persona.
Judas, según leemos, era hijo de Simón Iscariote, y era natural de Cariot o Keriot. Sobre el origen de este nombre, nos parecen posibles las consideraciones de Lightfoot, quien expresa que el nombre de Iscariote se le empezó a aplicar después de su muerte, debido a que "iscara" significa estrangulación, y judas murió ahorcado. Esa es la razón por la que lleva este nombre, no porque fuera natural de este pueble de Judea, sino por su trágico final.
Donde quiera que aparecer su nombre en las Escrituras, la ignominia se una a él, sea tanto con el adjetivo de ladrón, o como el de traidor. Es probable que si Judas hubiera muerto antes de la Pascua, su nombre lo hubiésemos tenidos entre los héroes de la fe, y fuera una de los nombres que ha nuestro juicio, y el de los comentaristas y teólogos, estuviera escrito en una de las puertas de la Nueva Jerusalén. Su nombre aparecería como el de uno de los jueces que se sentarían en sus tronos para juzgar a las naciones, cuando venga el Señor a juzgar a los impíos.
No falta entre los modernos, quienes pinten a Judas como el más instruido de todos los discípulos. El Doctor A. Writht, llegó a considerar a Judas como el primero de los doce. Se ha llegado también a tenerlo como a un agitador de las masas, y el cabecilla de aquellos que quisieron proclamar a Jesús como rey. También se le pone como el que quería sembrar la duda entre los discípulos, cuando el desencanto se posesionó de ellos a raíz del discurso del Pan de Vida. También que Judas, en su afán de grandeza, llegó a reprocharle a Jesús, el que Jesús consintiera que se hiciera un desperdicio, como el derramamiento del perfume de nardo; pero no debemos olvidar que fue compañero de Jesús, y que este Divino Maestro recibió el Don del Espíritu Santo para predicar, sanar enfermos, y echar fuera demonios.
Judas era uno de los que jubiloso, exclamo, que ya los espíritus no le hacían resistencia, sino que huían delante de él. Judas había ganado el aprecio del grupo, y por esa razón le habían confiado el manejo de sus pocos bienes materiales. También estuvo presente durante el proceso publico de Jesús ante el Gobernador Pilato, ya que el relato de Mateo nos dice que cuando fue condenado Jesús a muerte, Judas comprendió el error que en que había incurrido: "Volviendo arrepentido las treinta piezas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos."
El mismo Judas había preguntado cuanto le querían dar para entregar a su Maestro, lo encontramos luego arrepentido de su negocio turbio, y de haber servido como instrumento de los enemigos del Reino de Dios. Es por eso que las palabras de Judas, ante los jueces de Israel son un grafico testimonio, creciendo en su valor, debido a que proceden de los labios de aquel que sirvió de puente para la traición: "Yo he pecado entregando la sangre inocente." Este testimonio procede de un hombre que había estado con Jesús durante todo su ministerio público, y que en sus momentos de retiro y de intimidad, también estuvo con Él.
Judas no proporcionó pruebas en contra de Jesús, el señaló el lugar y la persona que ellos querían que fuera identificada. Judas mismo se sentía con pena, sentía lastima de su suerte, por haber traicionado al hombre que quería transformarlo en un hombre de bien. Por eso, al ver que aquellos a quien él le había vendido a su Maestro mostraban desprecio por él, con aquellas palabras de: "¿Qué se nos da a nosotros? Vieráslo tú."
Aunque ellos tenían a Judas, por lo que le habían pagado para obtener su ayuda, eso no lo sacaba de juego. Ellos tenían mucho que ver en ese asunto. Ellos tenían a Jesús en sus manos, que era lo más importante. No necesitaban para nada del peón, que después de todo era traidor, y de la peor especie, por lo cual, a su entender, era mejor que Judas se retirara de la presencia de ellos, para que no le sucediera algo peor. Si por un acto de amor al dinero, tal vez guiado por su instinto de conservación, el cual pudo mas que el amor que le profesaba a su Maestro, y quería ser contado entre los amigos de los jefes en el momento de la persecución; y por que no, sentía dolor y rencor, por el regaño publico durante la Cena en Betania. Lo importante, es que Judas quiere en este momento dar un testimonio público de lo que él ha hecho, y decir que fue incorrecto, por lo cual busca la manera de reivindicar su conducta.
Mateo es lacónico, escueto. Nada de artificio. Ningún detalle: "Y arrojando las piezas de plata en el Templo, partíose, y fue y se ahorcó." Pero los jueces que eran capaces de calumniar a un hombre para acarrearle la muerte, y que por engaño y desprecio hacer perder a uno de sus colaboradores, era lo suficientemente escrupulosos para manchar sus manos con ese dinero. Por eso, tomando ese dinero, fueron y compraron el Campo de Sangre, para que se cumpliera lo que el profeta había dicho.
Lucas, que escribió Los Hechos de los Apóstoles, cierra de esta manera la biografía de aquel que pudo ser contado entre los Santos, pero que nunca dio su corazón al Redentor y Salvador del mundo: "…y colgándose, reventó por medio, y todas sus entrañas se derramaron." Que trágico fin. Es la historia de uno que pudo haber sido y no fue.
129. LA BURLA DE LOS GENTILES.
Mateo: 27: 27-30. Marcos: 15: 16-19.
Cuando tratábamos sobre el Juicio de Jesús, mencionamos una serie de anomalías que se cometieron durante el proceso, y prometimos una ultima violación. Según el Talmud: "…si uno es absuelto, pude ser liberado ese día, pero si la persona es condenada, no puede dictarse la sentencia hasta el día siguiente." Desde esta manera de ver las cosas, de prepararse la ejecución para ese mismo día, era una violación al Derecho. Para las personas que quieran argumental que en ese momento Judea era un Provincia romana, en el Derecho Romano, según lo que declara Stalker, en Roma existía una ley que exigía un Plazo de diez días entre la sentencia que ordenaba la muerte, y la ejecución de dicha sentencia. Una forma de probar que existía algo parecido, es el hecho de que los dos malhechores que fueron ajusticiado con Jesús, no fueron juzgado ese mismo día, sino que estaban en espera del cumplimiento del plazo para la ejecución de la pena.
Con esa aclaración por delante, podemos ver a Jesús rodeado de toda la cohorte, los cuales: "le vistieron de púrpura." Mateo nos dice que la humillación fue aun mas grande: "Y desnudóronle, le echaron encima un manto de grana." Herodes y sus gentes le vistieron con la vestidura de los reyes y de los magistrados judíos; los soldados romanos lo vistieron de escarlata, como un símbolo de los Emperadores. El saludo que le hacían era una mofa, los golpearon con desprecio, la vez que le empujaban y se hincaban de rodillas, y le saludaban diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!" Mateo y Marcos nos dicen que estos soldados le escupieron.
Recordemos que durante la Cena, Jesús estuvo muy angustiado, y su estado de ánimo había decaído considerablemente. La traición de Judas, el juicio que sufrió esa noche, las burlas a la que fue sometido, la serie de insultos; todo esto va a preparar al Maestro de Nazaret para un acontecimiento que pronto va acontecer. Los pintores representan a Jesús, en estos momentos, teniendo en su cabeza una corana de espinas, espinas que hacen sangrar su frente.
129. LAS SEÑALES DE LA MUERTE DE JESÚS.
Mateo: 27: 51-66. Marcos: 15: 38-41. Lucas: 23: 45-49.
La muerte de Jesús estuvo rodeada de una serie de Fenómenos o Señales sobrenaturales, que se iniciaron desde el mismo momento que los rayos del sol marcaron el medio día sobre la cruz. Sobre el oscurecimiento del sol, sobre el cual no se abundo en esa ocasión. Ese fue un fenómeno que no tiene explicación, no existían las condiciones naturales para que se efectuara un eclipse de sol, ya que la luna se encontraba en novilunio, siendo esa una causa que permite descarta la existencia de un eclipse total o parcial del astro rey.
Mateo, Marcos y Lucas, dicen que después que Jesús expiró: "Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de alto a bajo." Esto sucedió a la nona de los judíos, a nuestra tres de la tarde. Esa era la hora que por lo que nos dice Josefo, los sacerdotes, que eran los encargados del culto, iniciaban la oración, y la hora del sacrificio vespertino, y por ser viernes, a esa hora se iniciaba la Preparación, para el día de Sábado. Josefo lo confirma, en el libro XV11.6.2, de Antigüedades Judías.
Este Velo del Templo, que es el del Tabernáculo, y que impedía que se mirara a la parte interior del Lugar Santísimo, fue el que se rasgó, el que se rompió en dos mitades, dejando al descubierto todo lo que estaba en el ese lugar. Lo que se rompió en esta ocasión fue la cortina del velo, según lo que se lee en Éxodo: 26: 1-31, y que se denomina con el nombre de Parocheth, que significa rasgar. Como ese velo era una sombra de lo que había de venir, al Jesús expirar, ya no había mas necesidad de tener oculto ninguna parte del Templo, y por eso fue rota. La ruptura era una demostración de que ya no se necesitaba de ella.
Para poder comprender el significado el significado de este acto que ponía fin a la economía judía de los sacrificios, es necesario comprender la Teología del Santuario; pero con saber que Jesús puso fin al Templo y todo lo que en el se contenía, dando origen a una nueva ministración, que es la de la vida, es necesario. La sombra dio paso a la realidad.
Desde el momento de la muerte de Cristo en lo adelante, no es necesaria la sangre de los toros, corderos y machos cabrios. No hay necesidad de intercesores humanos; es la sangre del Segundo Adán, es la que está reivindicando a los hombres, y presecándolos delante del Padre Celestial. Es por su muerte en la cruz, que los hombres podemos ver el rostro de Dios, sin necesidad de que un velo nos cubra la presencia de Dios, teniendo de esa manera su amor y misericordia.
Elena White dice: "Todos era terror y confusión. El sacerdote estaba para matar la victima, pero el cuchillo cayó de su mano enervada y el cordero escapó." No debía morir el sustituto animal, el Hijo de Dios estaba siendo ofrecido.
Mateo dice: "Y las piedras se hendieron; y abrieróse los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormidos, se levantaron…" este terremoto pudo haber sido de una categoría igual al oscurecimiento del solo, y pudo haber sido un acontecimiento local, no necesariamente se tiene que referir a todo el territorio de Israel. Estos muertos no se levantaron de sus sepulturas, a las tres de las tardes, sino que fueron resucitados junto con Jesús, cuando este fue llamado de entre los muertos. Estos justos estaban siendo preservados para ese día. A ellos se refiere el Apóstol cuando dice: "Subiendo a lo alto, llevó cautivo a la cautividad…"
Fue en este momento que el centurión que precedía la ejecución fue estremecido de temor y exclamó: "Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios." Estas palabras del centurión, es puesta en sus labios, como si fuera dicha por un judío, o por un converso a la fe de Jesús. No es que estas palabras fueran dichas con el conocimiento de causa, no es que estuviera convencido de que Jesús era el verdadero Mesías, sino que le compara con un nuevo Hércules, Perseo, Teseo o Aquiles. El ve a Jesús como a un semidiós que muere en la tierra. En la los gentiles empezó a nacer el ver en Jesús la naturaleza sobrenatural que se escondía en su persona, ya que la carne habitaba la plenitud de la naturaleza Celestial. Luego veremos que los judíos que presenciaron el "…espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo el pecho." Todos estos acontecimientos fueron vistos por sus allegados, los cuales desde lejos contemplaban todo lo que estaban aconteciendo.
La sepultura de Jesús
Mateo: 27: 57-66. Marcos: 15: 42-47. Lucas: 23: 50-56. Juan: 19: 31-43.
Jesús murió a eso de las tres de la tarde, según registran los Evangelios. El día que se aproximaba era muy importante para los judíos. Era algo así como un Sábado doble, pues el Sábado semanal y el día de los panes sin levaduras, los panes Azimos, estaban en concordancia en ese momento.
En Israel, era un Mandamiento expreso y positivo, que durante el Sábado o cualquier fiesta Solemne, no podía permanecer en la horca o en un lugar publica, una persona ejecutada. Es por esa razón, que Juan nos dice, que los dignatarios se presentaron ante Pilato, para que se diera cumplimiento a lo que la Ley establecía. Por esa razón, el Senador por la Provincia de Arimatea, que se llamaba José. Marcos nos dice que se presentó "osadamente"; Mateo y Lucas dicen que fue resueltamente y "pidió el cuerpo de Jesús."
José le había informado a Pilato que Jesús estaba muerto, y de esto el Gobernador se maravilló, de que tan pronto este hombre, que unas horas antes el había intentado perdonar la vida, pero que no se atrevió por temor a los judíos, por miedo a un motín, no perdonó. La petición no la está presentando un hombre cualquiera. Hasta ese momento, ninguna persona de renombre se había declarado a favor de Jesús. Es ahora, cuando se ha declarado su muerte, que viene uno que es tenido por noble, que es tenido por un hombre justo y que pertenece al grupo de dignatarios; y que además es adinerado, el que viene en reclamación del cuerpo de Jesús.
Cuando el centurión llegó al lugar de la crucifixión, Longinus, como le llama la tradición, Jesús ya estaba muerto, y para cerciorarse: "Le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua." Cuando se leen estas palabras, es posible que se piense que es una lastima que Lucas no hubiera sido testigo presenciar de este hecho. Quien está presente, y que luego va a narrar lo ocurrido, es un tosco pescador del mar de Galilea, el cual ve con horror como un soldado hace penetrar su lanza en el sexto espacio intercostal de su amado Maestro. El que vio el incidente, no se puede explicar el fenómeno, por lo cual dice que vio agua y sangre brotando de la herida. ¡Cuantas conjeturas!
Desde los Padres Apostólicos, y luego los Padres Apologistas Griegos, junto con todos los predicadores y comentaristas bíblicos, todos se han empeñado a explicar lo que sucedió. Es por eso que Clarke dice "…debe entenderse que la lanza había pasado el pericardio y atravesado el corazón: que el agua procedía del primero, y la sangre del segundo." Esa es la explicación del comentarista clásico.
Por su parte, el joven Hegel dice en su Historia de Jesús: "Por otra parte, como los crucificados sólo morían lentamente y a menudo seguían vivos en el poste varios días, y el día siguiente era una gran fiesta para los judíos, le pidieron a Pilatos que mandara que rompieran las piernas a los ajusticiados y que los descolgaran para que al día siguiente los cuerpos no estuvieran en la cruz; esto fue lo que sucedió en el caso de los dos' malhechores que hablan sido ajusticiados con Jesús, porque vivían aún; pero en el caso de Jesús vieron que eso no era necesario; se limitaron a clavarle una espada en el costado, del que manó que es agua (linfa) mezclada con sangre."
Los antiguos no tuvieron la oportunidad de tener a su alcance la Enciclopedia Medica Moderna, del doctor M .A. Hammerly, quien en su estudio sobre la Anatomía y Fisiología de la Sangre nos dice que la sangre se compone de un liquido, agua o plasma, y un solidó, que son los glóbulos, los cuales entran en un sin numero de divisiones, entre los cuales están las plaquetas. Los componentes de la sangre, como el agua que Juan vio la linfa, la cual confunde por su color, o mejor dicho por su falta de color, y las plaquetas, con su color rubí, le da el nombre de sangre.
Los doctores Webster y Wilkinson, que son citados por Jamierson, Fausset y Brown, cuando esto escribieron su comentario en 1871, nos dicen lo siguiente: "Ahora se sabe bien que el efecto de una agonía intensa y de larga duración es frecuentemente el de producir una secreción de linfa incolora dentro del pericardio (la membrana que envuelve el corazón), la cual linfa en muchos casos llega a una cantidad considerable."
Samuel Vila, cuando tomó su pluma para salir en defensa del cristianismo a raíz del libro de Rogelio Ibarreta, titulado: La Religión al alcance de Todos, nos dice: "Cuando una persona muere de quebrantamiento del corazón (extravasación de la sangre, el paréntesis es mió H. M.), extiende los brazos profiriendo fuertes gritos. Jesús no los pudo extender porque estaba clavado en la cruz, pero dio el espíritu con un grito."
Elena White escribió lo siguiente: "Pero no fue el lanzazo, no fue el padecimiento de la cruz, lo que causó la muerte de Jesús. Ese clamor, pronunciado "con grande voz", en el momento de la muerte, el raudal de sangre y agua que fluyó de su costado, declaran que murió por quebrantamiento del corazón. Su corazón fue quebrantado por la angustia mental. Fue muerto por el pecado del mundo."
Toda la angustia y el sufrimiento del mundo por causa del pecado, vino sobre el Hijo de Dios. Jesús, el Cristo de Dios, estaba en la cruz como sustituto de la raza humana, y el dolor y el peso de esa carga fue la que quebrantó su corazón. Los cardiólogos modernos pueden llegar a las mismas conclusiones, que la angustia mental es capaz de romperle el corazón a una persona. Y fue cunado Longinus comprobó su muerte, el cuerpo de Jesús fue entregado para el sepulcro. Es en este momento que encontramos a Nicodemo: "Trayendo un compuesto de mirra y de óleo, como de cien libras."
Una vez que se hicieron todos los preparativos, según la forma de enterrar de los judíos, fue sepultado apresuradamente, en un sepulcro que no era para Él. El que había compartido con el Padre la Divinidad, y que había pronunciado las palabras de la creación, fue enterrado en un sepulcro ajeno. El mismo que siendo la riqueza, había nacido entre pajas, y que en vida no tuvo donde reposar su cabeza, no tuvo un lugar propio donde descansar. ¡Maravillas de la Divinidad!
A renglón seguida nos encontramos con aquellas santas mujeres, que desde el principio de su Ministerio le habían acompañado y que le servían en los menesteres de la casa, así como con sus bienes. Las que fueron solicitas con Él en vida, al momento de su muerte, quieren presentar su ultimo servicio a aquel que tanto amaron. Como Él, que habiendo amado a los suyos, los amó hasta el final, ellas fueron agradecidas con Él, hasta en su postrer adiós.
Los cuatro Evangelistas concuerdan mas o menos en que fue José de Arimatea, el que le puso en un sepulcro nuevo, que había labrado en la peña: y revuelta una grande piedra a la puerta del sepulcro, se fue."
En un extraño libro de oración, titulado La Santa Cruz de Caravaca, se encuentra éste extraño ejemplar que copiamos a continuación:
"Copia de la relación que fue hallada en el sepulcro de nuestro Señor Jesucristo, la cual copia tenia escrita en lamina de plata, en su oratorio el Rey Carlos Segundo, y dice:
"Habiendo Santa Isabel, reina de Hungría, hecho muchas y muy particulares oraciones a nuestro Señor Jesucristo, para que ele fuere revelado todo lo sucedido en su santísima Pasión, Jesucristo le dijo con su propia boca: "Querida hermana mía, sabrás que los soldados y ejecutores de la justicia que me prendieron en el huerto, fueron ciento cinco, los cuales me dieron en la cabeza treinta puñetazos; a mas dierónme ciento dos empellones, con los cuales caí setenta veces hasta llegar a la casa de Anás; a mas dierónme cinco puntapiés para hacerme levantar; me dieron ochenta golpes en las espaldas y me tiraron por la trigésima vez. Fui escupido en casa de Pilato treinta y tres veces; dierónme, estando maniatado en la columna, cinco mi treinta azotes; hiciéronme en el cuerpo ciento dos agujeros; a mas me dieron tres empujones, con los cuales caí otro vez en tierra; llevando la Cruz a cuesta dieron otros tres empujones mortales, y las gotas de sangre que derrame fueron treinta mil seiscientas setenta."
Como reseña periodística es bueno tomar en cuenta esta crónica, la cual fue tomada de los labios del mismo que lo padeció. La imaginación popular, y muchas veces no tan popular es capaz de crear imágenes, que con su repetición va tomando carta de ciudadanía. El que Jesús sufrió hasta lo indecible, eso es cierto; pero los detalles y la minuciosidad con que le santa reina de Hungría nos narra los hechos, es para filmar otra película de la Pasión de Cristo.
Siguiendo el relato de los Evangelios, nos encontramos a los sacerdotes preocupados, pues tienen un gran temor, ya que tenía testimonio, de que Jesús había prometido resucitar al tercer día. Esa es la razón, por lo cual reconocen el error de haber hecho asesinar, y que si cumple con su palabra, de levantarse de entre los muertos, la popularidad del Maestro iba a ser más grande. Es por eso que Pilato es condescendiente con ellos, al concederle algunos legionarios romanos, para que se apersonaran a la boca de la concavidad que servia de sepulcro.
Mateo dice que cuando los soldados llegaron al sepulcro: "Aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, con la guardia." Si con estas palabras cerraran los Evangelios su narración, entonces no merecería que se llamaran Evangelio. El hecho de que Jesús, cubierto por una roca, la cual tapaba la boca de la cueva, un grupo de soldados junto a la misma, con el Águila Imperial colocada sobre la piedra, no es el fin de la historia del personaje que duerme en el sepulcro. Ese extraño personaje, el autor de esa superstición, como le llama Suetornio al Cristianismo; el autor de la Epidemia, que en los tiempos de Plinio el Joven, hacia que los hombres fueran "atacado de la misma locura."
Con el Maestro de Galilea en la gruta, perfumado por el óleo y la mirra, se puede decir de Él, lo que decía Luciano en uno de sus Diálogos, cuando llamaba a Jesús "sofista crucificado." Tácito, no solo llama al cristianismo: "Aquella perniciosa superstición," sino que también lo denomina como "éste mal", llegando a tratar a los cristianos en sus Anales como: "Unos hombres aborrecibles del vulgo por sus excesos." Con esa tumba cerrada y sellada, el fundador del cristianismo no tiene ninguna diferencia con los fundadores de religiones, tales como: Zoroastro, Budas, Confucio, Lao-Set, Mahoma, y otros tantos.
Si se toma el cristianismo como una filosofía, no se diferencia en nada de los grandes Maestros de la Historia, los cuales, después de una vida más o menos exitosa, después de predicar sus doctrinas, murieron, siendo sus tumbas lugares de veneración para sus adeptos. Pero hubo un silencio de tres días, y cuando estaba para amanecer el primer día de la semana, el extraño personaje que descansaba, en Él volvió a renacer en su naturaleza la vida, y de esa vida, la vida de todo el mundo, ya que Él respiran los seres de la creación. La tumba no le pudo retener, y el que era uno con el Padre, y que había puesto su vida por rescate, como pago por el género caído por medio del pecado de Adán, recuperó su verdadero estatus, ya que tenia poder para volver a tomar lo que había dado.
La resurrección
Mateo: 28: 1-8. Marcos: 16: 1-8. Lucas: 24: 1-8. Juan: 20: 1.
Este acápite lo vamos a iniciar con las palabras del Doctor Hogge cuando dice en su Conference Papers: "La antorcha de la ciencia y la lámpara de la filosófica se extinguen ante la tumba." En los días anteriores a este relato de la resurrección, encontramos a los discípulos de Jesús desanimados, y a los líderes de Israel, más o menos con la conciencia tranquila. La profecía de Caifás se había cumplido, era preferible que pereciera un solo hombre, y no que toda la nación pereciera, viniendo los romanos y tomaran el lugar de culto.
Sobre la estadía de Jesús en la tumba, los teólogos conjeturan y van elucubrando, usando para ello todas las ciencias de las que se puedan auxiliar. Marcos nos dice: "Y como pasó el Sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo y Salomé…" hicieron todos los preparativos para darle a Jesús los cumplidos que por falta de tiempo no pudieron realizar. Lucas dice que esto sucedió el primer día de la semana; pero antes de que ellas se prepararan, el Eterno Dios también había hecho su parte, para que su cuerpo no quedara en el sepulcro: "Y e aquí, fue hecho un gran terremoto: Porque un ángel del Señor, descendió del cielo y llegando, había revuelto la piedra, y el esta sentado sobre ella. Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de su miedo de él los guardias se asombraron, y vuelto como muertos." Con estas palabras, se nos dice que los preparativos que los hombres podían hacer, se hicieron. Que la muerte y el sepulcro no podían retenerlo por más tiempo en su seno. Dios el Padre, comisionó a uno de sus mensajeros celestiales para que le anunciara a su Hijo, que el tiempo en que iban a reinar las tinieblas ya había llegado a su final, y que era necesaria que la Luz del mundo fuera manifestada de nuevo.
Jesús resucitó para anunciar al mundo que la muerte era vencida, y que todos los hombres podían venir de nuevo a Dios, por medio de su muerte. Jesús murió, porque así convenía que se hiciera. Él fue hecho carne, como un hijo de Adán, por lo cual debía morir, ya que todo lo que es de Adán debe experimentar la muerte; pero Jesús era el Segundo Adán, el que se levantaría de la tumba con aquel canto de entusiasmo: "Donde está muerte tu aguijón; donde esta oh sepulcro tu victoria." El que fue a la tumba como victima, se levantó de ella como vencedor. Esta es la esperanza de todos los creyentes. Todo el que descendió a la tumba, desde el mas remoto de nuestros antepasados, Adán, hasta el mas humilde siervo que halla muerto antes de la manifestación gloriosa del Hijo del Hombre, pera ellos se cuenta a su favor la resurrección del Maestro, el cual vino a morir por todos los pecadores.
La vida de Jesús es nuestra con tan solo desearla como nuestra. Jesús no nos consultó para saber si queríamos o no que Él diera su vida por nosotros; es por eso que la oferta de vida eterna está abierta, solo tenemos que pedirla, y Jesús nos la concede de gratis, de gracia, de balde, si que tengamos que pagar ningún precio. Solo es necesario que creamos que Él nos puede dar esa vida. Porque Jesús murió por todos, por eso su resurrección es para que todos vivamos la vida de Él y con Él. En Él vivimos y nos movemos, siendo aliento de su aliento, y sangre de su sangre.
132. HECHOS Y DICHOS DE JESÚS DESPUÉS DE SU RESURRECCIÓN.
Mateo: 28: 9-20. Marcos: 16: 9 20. Lucas: 24: 9-59. Juan: 20: 2- 31 y 21: 1-25. Hechos: 1: 1- 12. 1ra. Corintios: 15: 5 y 6.
Hemos llegado al final de nuestra impresión sobre los Cuatro Evangelios, que originalmente esta dirigido a ser de conformidad con Marcos. Es este trabajo, quisimos recoger nuestros pareceres sobre la Vida y obra del Dios-Hombre, iniciando con su nacimiento, en los días de Herodes el Grande, hasta su muerte, cuando Poncio Pilato era Gobernador de Judea. No hemos sido detallistas, pero no ha quedado un solo incidente que no se halla tocado, ya que todo lo que concierne al Maestro, es un rayo de luz capaz de sacar de las tinieblas, a toda alma que se encuentre a tientas en el mundo.
Lo que sucedió después de la resurrección, no lo hemos comentado, pues son unos cuarenta días, los cuales de una manera u otra, en forma de salto se encuentran registrados en el Libro Santo. Es por eso, que su resurrección y ascensión al Cielo, su Ministerio intercesor a la diestra del Padre en el Santuario Celestial, es semejante a la obra del Espíritu Santo en nosotros, obra que no podemos comprender por ahora, pero que nos será revelada mas tarde. Por lo cual no nos desesperemos, ahora vemos como por un espejo, somos como las sombras en la Caverna de Platón, pero muy pronto, el que ha de venir vendrá, y conoceremos la realidad de las cosas.
Que sean nuestras últimas palabras, aquellas que el Rey de Reyes y Señor de Señores dirá a un momento no muy lejanos a todos aquellos que edificaron sus casas sobre la Roca de la Eternidad:
"Venid, benditos de mi Padre,
Heredad el reino preparado para vosotros
Desde la fundación del mundo."
Autor:
Humberto R. Méndez B.
[1] Cuando iniciamos este trabajo, originalmente iba a ser un Comentario al Evangelio de Marcos. Mucho tiempo después descubrimos esta cita en la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea, en el libro Segundo donde se lee: XV 1. De este modo, pronto desapareció y fue exterminado el poder de Simón, y él mismo, porque la Palabra de Dios moraba entre aquellos hombres. Pero la luz de la religión de Pedro resplandeció de tal modo en la mente de sus oyentes, que no se contentaban con escucharle una sola vez, ni con la enseñanza oral de la predicación divina, sino que suplicaban de todas maneras posibles a Marcos (quien se cree que escribió el Evangelio y era compañero de Pedro), e insistían para que por escrito les dejara un recuerdo de la enseñanza que habían recibido de palabra, y no le dejaron tranquilo hasta que hubo terminado; por ello vinieron a ser los responsables del texto llamado «Evangelio según Marcos». 2. Se dice que también este apóstol, cuando por revelación del Espíritu tuvo consciencia de lo que había llevado a cabo, comprendió el ardor de ellos y estableció el texto para el uso en las iglesias. Clemente, en el libro VI de sus Hypotyposeis, refiere este hecho, y el obispo de Hierápolis, llamado Papías, lo confirma con su testimonio. Pedro menciona a Marcos en la primera Epístola, la cual dicen que fue escrita en Roma; y el mismo Pedro lo indica cuando la llama metafóricamente Babilonia, como sigue: «La iglesia que está en Babilonia, elegida juntamente con vosotros, y Marcos mi hijo, os saludan.»
[2] Sobre este incidente nos dice Papini: EL ESTIERCOL DEL DEMONIO Consideren bien, los hombres que han de nacer todavía: Jesús no quiso tocar nunca con sus manos una moneda. Las manos que amasaron el polvo de la tierra para dar vista al ciego; las manos que tocaron las carnes infectas de los leprosos y los muertos; las manos que abrazaron el cuerpo de Judas — mucho más infecto que el polvo, que la lepra y que la putrefacción — las manos blancas, puras, saludables, curadoras, que de nada podían contaminarse, jamás han soportado uno de esos discos de metal que ostentan en relieve el perfil de los amos del mundo. Jesús podía nombrar, en sus parábolas, las monedas; podía mirarlas en manos ajenas: pero tocarlas, no. Le repugnaban, con repugnancia cercana al horror. Todo su ser se rebelaba ante el pensamiento de un contacto con esos sucios símbolos de la riqueza. Cuando le piden el tributo para el Templo no quiere recurrir a la bolsa de los amigos, y ordena a Pedro que eche la red: en la boca del primer pez que saque habrá el doble del dinero que se le pide. Hay en tal milagro una sublime ironía que nadie ha visto. Yo no poseo monedas; pero las monedas son tan despreciables y sin valor, que el agua y la tierra las vomitarían a una palabra mía. El lago está lleno de ellas. Yo sé dónde están y en cantidad suficiente para comprar, con sólo las sueltas, a todos los sacerdotes del templo de Jerusalén y a todos los reyes de las naciones, pero no muevo un dedo para recogerlas. Un subalterno mío las tomará de la boca de un pez y se las dará al recaudador, porque los sacerdotes, a lo que parece, las necesitan para vivir. Los animales mudos pueden llevar monedas; yo soy rico hasta tal punto que ni verlas quiero. Yo no soy animal mudo, sino alma que habla, y las almas no tienen plata ni alforjas. No soy yo, pues, quien te da esas dracmas, sino el lago. Yo no tengo nada que comprar y regalo cuanto poseo. Mi patrimonio inacabable es la Verdad. Pero un día Jesús tuvo que considerar una moneda. Le preguntaron si era lícito al verdadero israelita pagar el censo. Y respondió al punto: "Mostradme la moneda del censo”. Y se la mostraron; mas no quiso tomarla en su mano. Era una moneda imperial, una moneda romana, que llevaba impresa la faz de Augusto. Pero él quería ignorar de quién era aquel rostro. Preguntó: "¿De quién es esta imagen y esta inscripción?". Le respondieron: "De César”. Entonces arrojó a la cara de los ladinos demandantes la palabra que les llenó de estupor: "Dad, pues, a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios". Muchos son los sentidos de estas pocas palabras: baste, por ahora, detenerse en la primera: dad. Dad lo que no es vuestro. Los dineros no nos pertenecen. Son hechos para los poderosos, para las necesidades del poder. Son propiedad de los reyes y del reino — del otro reino, del que no es nuestro. El rey representa la fuerza y es protector de la riqueza; pero nosotros nada tenemos que ver con la violencia y rehusamos la riqueza. Nuestro Reino no tiene poderosos ni ricos; el Rey que está en los Cielos no acuña moneda. La moneda es un medio para el cambio de bienes terrenales; pero nosotros no buscamos los bienes terrenales. Lo poco que necesitamos — un poco de sol, un poco de aire, un poco de agua, un pedazo de pan, un manto — nos es dado gratuitamente por Dios y por los amigos de Dios. Vosotros os afanáis toda la vida por juntar un gran montón de esos discos grabados. Nosotros no sabemos qué hacer con ellos. Para eso los restituimos; los restituimos a quienes los han hecho acuñar, a quien ha puesto en ellos su retrato, para que todo el mundo sepa que son suyos. Jesús nunca tuvo necesidad de restituir, porque nunca tuvo una moneda. Ordenó a sus discípulos que en sus viajes no llevasen sacos para los donativos. Hizo una sola excepción — que da espanto. Del inciso de un Evangelio se deduce que un Apóstol tenía en depósito la bolsa de la comunidad. Este discípulo era Judas. Con todo, también él devolverá el dinero de la traición antes de desaparecer en la muerte. Judas es la misteriosa víctima inmolada a la maldición de la moneda. La moneda lleva consigo, juntamente con la grasa de las manos que la han cogido y sobado, el contagio del crimen. De todas las cosas inmundas que el hombre ha fabricado para ensuciar la tierra y ensuciarse, la moneda es, acaso, la más inmunda. Esos pedazos de metal acuñado que pasan y vuelven a pasar todos los días por las manos, todavía sucias de sudor y de sangre; gastados por los dedos rapaces de los ladrones, de los comerciantes, de los banqueros, de los intermediarios, de los avaros; esos redondos y viscosos escupitajos de las casas de la moneda, que todo el mundo desea, busca, roba, envidia, ama más que el amor y aun que la vida; esos asquerosos pedacitos de materia historiada que el asesino da al sicario, el usurero al hambriento, el enemigo al traidor, el estafador al cohechador, el hereje al simoníaco, el lujurioso a la mujer vendida y comprada; esos sucios y hediondos vehículos del mal, que persuaden al hijo a matar a su padre, a la esposa a traicionar a su esposo, al hermano a defraudar a su hermano, al pobre malo a acuchillar al mal rico, al criado a engañar a su amo, al malandrín a despojar al viajero, al pueblo a asaltar a otro pueblo; esos dineros, esos emblemas materiales de la materia, son los objetos más espantosos de cuantos el hombre fabrica. La moneda, que ha hecho morir a tantos cuerpos, hace morir todos los días a miles de almas. Más contagiosa que los harapos de un apestado, que el pus de una pústula, que las inmundicias de una cloaca, entra en todas las casas, brilla en los mostradores de los cambistas, se amontona en las cajas, profana la almohada del sueño, se esconde en las tinieblas fétidas de los escondrijos, ensucia las manos inocentes de los niños, tienta a las vírgenes, paga el trabajo del verdugo, circula a la faz del mundo para encender el odio, para atizar la codicia, para acelerar la corrupción y la muerte. El pan, santo ya en la mesa familiar, se convierte en la mesa del altar en el cuerpo inmortal de Cristo. También la moneda es el signo visible de una transubstanciación. Es la hostia infame del Demonio. Los dineros son los excrementos corruptibles del Demonio. El que pone su corazón en el dinero y lo recibe con afán, comulga visiblemente con el Demonio. Quien toca el dinero con voluptuosidad, toca, sin saberlo, el estiércol del Demonio. El puro no puede tocarlo; el santo no puede soportarlo. Saben con indudable certeza cuál es su repugnante esencia. Y sienten hacia la moneda el mismo horror que el rico hacia la miseria.
[3] Paul Winter nos dice en su Proceso a Jesús: “Por otra parte, el derecho a vender palomas, etc., y a cambiar monedas extranjeras por la moneda local estaba reservado a los parientes de los sumos sacerdotes y a otros individuos de las familias de la aristocracia sacerdotal. De ahí que la interrupción violenta e ilegal de la actividad mercantil legítima de vendedores y banqueros autorizados, que posiblemente acarrease daños en sus propiedades, ultrajaría su sentido de la propiedad, y si propietarios indignados informaron del incidente a sus familias influyentes, el informe tuvo que contribuir sin duda a predisponer a las autoridades contra Jesús.”
[4] Edersheim, en la nota 6 del Cáp. 13, en el segundo tomo de su obra, dice que Westcott supone que el mismo apóstol Juan estaba presente en la cámara donde a Jesús se le juzgaba, y que estaba cerca de Cristo, pero que hay razones para por las que a él le parece imposible que Juan pudiera estar presente cuado Caifás inquirió sobre los discípulos y la doctrina de Jesús.
[5] A continuación, fragmentos del discurso de José de Aritmatea, según aparece en su obra La Pasión del Redentor (1877) "…veamos, pues, si en la primera parte del procedimiento criminal usado en nuestro pueblo, se ha faltado o no, veámos si se ha dado á los debates de la causa de jesús de nazareth, la publicidad exigida, por la ley, para prevenir todo efecto de alucinación o de injusticia en los jueces y para que el pueblo se convenza por sí mismo de que se conduce a un criminal y no se entrega a un inocente á la muerte afrentósa del patíbulo. ….". "…la ley ordena terminantementeque se entienda en todas las causas, particularmente en las criminales, a la luz del día, prohibe que se haga con las puertas cerradas, y dá por nulas las sentencias de muerte que no se dicten en el cónclave gazith, a la sombra del santuario y con las imponentes y terribles formalidades prescritas para el caso…". "…ahora bien; ¿necesitaré preguntaros si esto se ha hecho en todo o en parte en la causa de jesús de nazareth? ¿necesitaré deciros que esta casa no es el cónclave, donde solo puede reunirse el tribunal para sentenciar, que estamos lejos de la venerada sombra del santuario; que nos hallamos a plena noche; que para complemento de ilegalidades las puertas de esta casa se hallan cerradas, y que faltando la luz del día, la sala gazith, el santuario, el pueblo y todos los accesorios indispensables, no se puede dar a la sentencia el carácter exigido por la ley, no se puede promulgar con el terrible aparato que la ley ordena, no se pude dictar con las formalidades que de nosotros exige el altísimo?. …". "…si protestais de vuestro buen deseo, si me encareceis vuestro afán por hacer justicia, yo os contestaré que ante todo debeís procurar no parecer tan injustos y que si tanta es vuestra rectitud, si tan grande es vuestro amor a la justicia, debeís anular todo lo que se ha hecho, debeis a vuestras casas, presentaros al cónclave mañana y ahí empezar de nuevo la causa, si es que vuestra conciencia no os dice a gritos que jesús de nazareth es inocente, que jesús de nazareth debe ser, desde luego, puesto en libertad, después de darle una reparación igual a las ofensas que le habeis hecho. ….". "…el segundo punto que contribuye a formar parte del procedimiento en lo criminal entre los israelitas, consiste en la libertad absoluta y completa de defensa que se deba al acusado, veamos, pues si respecto a este punto habeis estado dentro de la ley más que el anterior en todo lo que concierne a la causa de jesús de nazareth. …". " … y os preguntaré desde luego, si la libertad absoluta y completa de defensa que la ley concede a los acusados, se ha dado a jesús de nazareth. A esa pregunta solo hay una constestación y la contestación que tiene no es, por cierto la que debería de tener; á esta pregunta únicamente puede contestarse diciendo que, lejos de permitir á jesús la mas absoluta libertad de defensa, háse procurado poner todos los obstáculos imaginables para impedir que un inocente, tenga ante el tribunal de israel quien tome su causa con el empeño con que se toman, por los defensores, las causas de los mas viles asesinos o ladrones. .." "…¿que significa, jueces de israel, que caifás, el gran pontífice haya conjurado por el santo nombre de dios a jesús de nazareth, para que contestara a una pregunta tan mal intencionada, tal ilegal como capciosa?, ¿no significa acaso el propósito firme y decidido de condenarle a muerte? ¿no significa que las deposiciones de los testigos acusadores han resultado del todo falsas y que con propósito deliberado, se busca el medio para el cual se le pudiera sentenciar á la última pena? ¿donde esta aquí, pues, la libertad de defensa, cuando el gran sacerdote se esfuerza en inutilizar las pruebas de la inocencia de jesús, que han resultado necesariamente de las interrogaciones de los testigos acusadores? Se establece así, contra jesús de nazareth una jurisprudencia particular, una jurisprudencia ilegal, una jurisprudencia que bien puede lamarse, jurisprudencia de la venganza…..". "…y eso no es todo aún, dejad que me haga cargo de otra ilegalidad de las que han acompañado el acto de caifás, ilegalidad, que si la vemos iniciada por el pontífice; no solo es del pontífice, sino que su responsabilidad cae también sobre vosotros en las mismas proporciones puesto que no solo lo habeis tolerado, sino que lo habeis prohijado, y haciendoos solidarios de ella con el regocijo del que no espera un buen resultado y lo obtiene impensadamente, lo habeis hecho servir de base para proferir el intempestivo, el ilegal, el injusto, ¡es reo de muerte!, sentencia precipitada, que descubriendo vuestros corazones, me autoriza a deciros que, ántes de empezar la causa, tenías ya dictada la sentencia, resultara lo que resultase de las indagaciones mentidas que abriérais para descubrir la verdad. …". "…como primera garantía ofrecida por la ley al acusado está la obligación de examinar a los acusadores delante del pueblo, y que las acusaciones y las defensas se den en público, a fin de que los jueces no osen postear la ley, y, al objeto deque juzgue el pueblo a los jueces, al acusado y a los testigos, …..¿donde está esta garantía contra las deposiciones falsas de los testigos, en la causa del justo, que tan audazmente ha sido calumniado aquí?….". "…termino ya… la inocencia de jesús se halla plenamente demostrada y las acusaciones que os he dirijido están evidentemente probadas; creo que he dado cumplimiento a la misión que he recibido en la tierra, y ya no me importa morir. ¡ojala que esto suceda antes que las manos de israel teñidas en la inocente sangre de su mesías!… ".
[6] Paul Winter, alega en este incidente lo siguiente: No podemos saber, con la información de que disponemos, en qué ocasiones que no fueran las del desempeño de sus deberes sacerdotales era obligado que el sumo sacerdote llevase las insignias de su cargo. Es probable que las llevase en actos oficiales, como la recepción de un príncipe extranjero o un legado romano, y también cuando presidía el Senado de los Judíos, el Sanedrín de setenta y un miembros. No existe la menor duda de que bajo administración procuratorial el Sanedrín gozaba de autonomía jurídica en un amplio sector de cuestiones internas, que, desde luego, incluían jurisdicción en el ámbito que abarcaba la ley religiosa del país. Dada la importante posición del Sanedrín, era razonable, desde el punto de vista romano, protegerse de la posibilidad de que éste utilizase sus poderes en perjuicio de los intereses romanos. La custodia de las insignias del sumo sacerdote aseguraba (si el sumo sacerdote necesitaba vestir alguna de ellas para presidir la asamblea senatorial), que el. gobernador tendría noticia previa de cuándo iba a reunirse el Sanedrín. No hay datos precisos que indiquen que la costumbre exigiese a los sumos sacerdotes judíos vestir sus insignias oficiales cuando presidían el Gran Consejo, pero es plausible que lo hicieran en los actos solemnes, sobre todo en un caso jurídico al que se atribuyese tanta importancia como para encomendar su resolución a la institución judicial suprema del país.
[7] El joven Hegel dice de ese encuentro entre Jesús y Herodes Ántipa: “A Herodes le causó alegría ver a Jesús, cosa que hada mucho tiempo que deseaba que pasase, porque había oído hablar mucho de Jesús y esperaba que obrara algún prodigio. Le hizo muchas preguntas y, además, los sumos sacerdotes y las gentes que les acompañaban repitieron' allí sus acusaciones; Jesús no respondió nada a todo ello y también mantuvo una actitud resignada cuando Herodes y sus cortesanos le hicieron objeto de sus burlas y, por último, le pusieron un manto que era un signo de la dignidad principesca. Como Herodes no sabía qué hacer con Jesús, y como pensaba que era objeto de burla y no de castigo, le devolvió a Pilatos; por otra parte, la atención de Pilatos para con Herodes al respetar su jurisdicción sobre Jesús en su calidad de galileo tuvo por resultado e! restablecer la amistad entre ambos, amistad que antes se había visto interrumpida.”
[8] He aquí lo que escribe Edersheim en su obra: “En aquel momento, el único sentimiento que movía al Tetrarca era la curiosidad más torpe: la esperanza de presenciar algún acto mágico. Pero fue en vano que hiciera una pegunta tras otra a Cristo. Él permaneció en silencio como antes a las virulentas acusaciones de los miembros del Sanedrín. Pero Cristo que no quería hacer señales, ni aun indignarse y hacer las mismas denuncias del Bautista, era para el realismo burdo de Antipa sólo una figura inerme, a la cual podía insultar y hacer burla, como hicieron, en realidad, él y sus soldados.”
[9] Esto dice Winter en una nota al pie de paigina, en el capitulo quinto de su obra: “El hecho mismo de que Jesús de Nazaret perviva en la historia como "CRISTOS", es decir, MESIAS, demuestra claramente que un importante grupo de seguidores suyos tenían objetivos políticos, y atribuían significado político al segundo advenimiento, pues un «mesías» es el caudillo político de Israel, un caudillo que realiza sus funciones dentro de la vida social de la nación. El vocablo indica un dirigente mundano, un hombre entre hombres, no un caudillo de seres celestiales. Los Evangelios afirman claramente el hecho de que algunos de sus discípulos hicieron una proclamación de «soberanía» en favor de Jesús y que éste fue juzgado y ejecutado por ese hecho.”
[10] El capitulo XXV, de la obra de Renán, y que esta dedicado a la crucificion de Jesús, dice“A UNQUE el motivo real de la muerte de Jesús fuese exclusivamente religioso, sus enemigos habían conseguido presentarle ante el pretorio como culpable de crimen de Estado; no hubiesen obtenido del escéptico Pilato una condena por motivos de heterodoxia. Consecuentes con esta idea, los sacerdotes hicieron que la multitud pidiera para Jesús el suplicio de la cruz. Este suplicio no era judío de origen; si la condena de Jesús hubiese sido puramente mosaica, se le hubiera lapidado. La cruz era un suplicio romano, reservado para los esclavos y para los casos en que se querría añadir a la muerte el agravio de la ignominia. Al aplicárselo a Jesús, se le trataba como a los ladrones de caminos, los salteadores, los bandidos, o como a los enemigos de poca categoría a quienes los romanos no concedían los honores de la muerte por la espada. No era al dogmático heterodoxo, sino al quimérico «rey de los judíos» al que se castigaba. A consecuencia de la misma idea, la ejecución tuvo que ser abandonaba en manos de los romanos.”
[11] Esto escribió Eusebio de Cesarea, en el libro Segundo de su Historia Eclesiástica, cuando la noticia de la muerte de Jesús llegó a Roma: “II 1. La noticia de la maravillosa resurrección de nuestro Salvador y de su ascensión a los cielos era conocida ya por la mayoría. Ahora bien, antiguamente los gobernadores de las naciones tenían la obligación de comunicar al rey todo cuanto ocurría fuera de lo común, a fin de que nada escapara a su conocimiento. Por esta razón Pilato notificó a Tiberio los rumores que corrían por toda Palestina acerca de la resurrección de entre los muertos de nuestro Salvador Jesús. 2. Señaló también otros prodigios suyos y que ya muchos creían: que el era Dios porque, una vez muerto, resucitó de los muertos. Se cuenta que Tiberio lo expuso al Senado, pero éste lo denegó, según parece, porque no había sido sometido a prueba primero (una ley antigua ordenaba que nadie fuese divinizado en Roma sin voto y decreto del Senado). Pero la verdad es que la enseñanza salvadora de la predicación de Dios no precisa confirmación ni aprobación humanas. 3. De este modo, el Senado romano rehusó la notificación presentada acerca de nuestro Salvador. Pero Tiberio mantuvo firmemente su primera intención y nada extraño ideó en contra de las enseñanzas de Cristo. 4. En su Apología por los cristianos, Tertuliano, que conocía con exactitud las leyes romanas, famoso por diversos hechos y muy notable en Roma, redacta estas cosas escribiendo en el idioma de Roma, pero traducido al griego. A continuación cito textualmente sus palabras: 5. «Pero a fin de poder discutir tomando como nuestra base el origen de estas leyes, había una antigua orden según la cual nadie debía ser consagrado como Dios por el rey antes de ser examinado por el Senado. De este modo procedió Marco Emilio con cierto ídolo llamado Alburno. Este hecho también corrobora nuestro mensaje: que entre vosotros se otorga la divinidad por decisión humana. Cuando un Dios es desagradable a los hombres, no llega a ser Dios. Según esto es preciso que el hombre sea fávorable a Dios. 6. Así pues, Tiberio, en tiempos del cual entró en el mundo el nombre de cristianos, en el momento en que le fue anunciada esta doctrina que venía de Palestina —pues allí empezó—, se la comunicó al Senado, mostrándoles que a él le agradaba esta doctrina. No obstante, el Senado la rehusó por no haberla aprobado antes. Pero Tiberio persistió en su decisión anterior y amenazó con la muerte a los acusadores de los cristianos». La providencia celestial, según su propio plan, puso esto en el pensamiento de Tiberio, para que la palabra del Evangelio, sin obstáculos, recorriera todos los rincones de la tierra.”
[12] Winter, en el capitulo siete, cuando trata sobre la crucifixión, hace esta cita de la obra de Albert Réville, titulada Jesús de Nazaret: «Era la cima del arte de la tortura: atroces sufrimientos físicos, prolongación del tormento, infamia, la multitud reunida presenciando la larga agonía del crucificado. No podía haber nada más horrible que la visión de aquel cuerpo vivo, respirando, viendo, oyendo, capaz aún de sentir, y reducido, empero, a la condición de un cadáver, por la forzada inmovilidad y el absoluto desamparo. Ni siquiera podemos decir que el crucificado se debatiese en su agonía, pues le resultaba imposible moverse. Privado de su ropa, incapaz incluso de espantarse las moscas que se amontonaban en su carne llagada, lacerada ya por la flagelación previa, expuesto a los insultos y ultrajes del populacho que siempre puede hallar cierto placer repugnante en la visión de la tortura ajena, sentimiento que aumenta y no disminuye ante la contemplación del dolor… la cruz representaba la humanidad afligida reducida al último grado de impotencia, sufrimiento y degradación. La pena de crucifixión incluía todo lo que podía desear el torturador más ardoroso: tortura, la picota, degradación y muerte cierta, destilada lentamente, gota a gota».
[13] Agustín de Hipona, en La Ciudad de Dios nos dice lo siguiente: “Los contrarios de nuestra religión tienen entre sus varones insignes un noble ejemplo de cómo debe sufrirse voluntariamente el cautiverio por causa de la religión. Marco Atilio Régulo, general del ejército romano, fue prisionero de los cartagineses, quienes teniendo por más interesante que los romanos les restituyesen los prisioneros, que ellos tenían que conservar los suyos, para tratar de este asunto enviaron a Roma a Régulo en compañía de sus embajadores, tomándole ante todas cosas juramento de qué si no se concluía favorablemente lo que pretendía la República, se volvería a Cartago. Vino a Roma Régulo, y en el Senado persuadió lo contrario, pareciéndole no convenía a los intereses de la República romana el trocar los prisioneros. Concluido este negocio, ninguno de los suyos le forzó a que volviese a poder de sus enemigos; pero no por eso dejó Régulo de cumplir su juramento. Llegado que fue a Cartago, y dada puntual razón de la resolución del Senado, resentidos los cartagineses, con exquisitos y horribles tormentos le quitaron la vida, porque metiéndole en un estrecho madero, donde por fuerza estuviese en pie, habiendo clavado en él por todas partes agudísimos puntas, de modo que no pudiese inclinarse a ningún lado sin que gravemente se lastimase, le mataron entre los demás tormentos con no dejarle morir naturalmente”.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |