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El proceso de Integración entre la Familia y el Liceo en la actualidad (página 2)

Enviado por carlos


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Desde el punto de vista etimológico, la palabra participación proviene del latín parte "capere", que significa tomar parte o tomar una parte. Se define para Rivas (2003), como "acción y efecto de la participación; es decir tener parte en algo, conversación o discusión, gastos o ingresos, gestión etc." (p. 56), pedagógicamente, participar significa tomar parte activa y sentirse afectado por lo que sucede en la clase y en el medio escolar en general. Tomando como referencia estas definiciones, Bastidas (2004), define la participación "como un proceso social continuo y dinámico en virtud del cual los miembros de cualquier contexto social toman parte activa, bien individualmente o a través de sus organizaciones legítimas y representativas, en la búsqueda de un fin común". (p. 45). De este modo, se hace evidente que la participación de los padres y representantes es una necesidad para el proceso de aprendizaje del niño.

Por lo tanto, es necesario que los dos ambientes básicos para él, casa y escuela guarden una estrecha coordinación; ya que manteniendo una buena relación con la familia, existe más confianza entre padres y profesores: se comunican inquietudes, dudas, deseos sobre el comportamiento y evolución del hijo, así los docentes conocen mejor a cada estudiante y su desempeño escolar. Sin embargo, cuando la familia participa en el proceso de aprendizaje, estarían interactuando con el docente, con esto se podrá eliminar en la medida de lo posible discrepancias y antagonismos a favor de la unificación de criterios y apoyo mutuo, además la participación de éstos les permitirá estar informados del desarrollo y evolución académica del niño, también permite que éstos ayuden a resolver problemas dentro del ambiente escolar.

Otro punto importante de dicha participación, es que se estaría dando una relación funcional entre maestros y representantes, con respecto al trabajo provechoso de los educandos, incidiendo esto no solo en el logro de los objetivos propuestos por el docente dentro de su planificación de trabajo, sino la disposición del padre y representante de apoyar el trabajo del maestro a través de la colaboración y participación en las actividades escolares que se planifiquen, para lo cual es fundamental que exista entre ellos una comunicación efectiva. Se es consciente de que los primeros años de vida, junto a otras instancias socializadoras, la familia es lo principal, lo único, lo irreemplazable. Por este motivo, es fundamental la colaboración entre todos aquellos que intervienen en el desarrollo y formación del niño. Entre la escuela y la familia debe existir una estrecha comunicación para lograr una visión globalizada y completa del estudiante, eliminando en la medida de lo posible las discrepancias y antagonismos a favor de la unificación de criterios de actuación y apoyo mutuo, ya que por derecho y por deber tienen fuertes competencias educativas y necesariamente han de estar coordinados, y ser responsables de construir una intencionalidad educativa común.

Por ello, García (2003), considera que si un profesor quiere educar, no tiene más remedio que contar con los padres y colaborar con ellos, para que los esfuerzos que él realiza en las horas de clases tengan continuidad en el resto del día; el hecho de que los padres carezcan de preparación o se dediquen a plantear banalidades no cambia el punto de partida, como tampoco cambia su enseñanza el hecho de que los estudiantes a principio de curso carecen de preparación, no implica que se pueda olvidar que en el momento en que los profesores piensan que los únicos que necesitan ser educados en la escuela son los estudiantes, y por ello, no incluyen a los padres y a los mismos profesores. Según todo lo expuesto anteriormente, es muy importante que la familia y escuela se relacionen para orientar el proceso educativo Veci y Jorganes (1988), estiman que existe gran diversidad de motivos que lo justifican, uno de ellos es el siguiente:

Los padres tienen esa sensibilidad innata…para vivir con niños, para escuchar la mayor insignificancia…trato y cariño que los maestros, perdemos a veces, en aras de una excesiva profesionalización…el padre que participa puede cubrir mejor que los que no lo hacen su necesidad y su derecho a ser más conscientes de su papel de educador, de responsable último… Los maestros seremos los expertos que les ayuden, pero ellos han de preocuparse de lo que yo, maestro, haga con su hijo. (p.78).

Desde esta visión del autor, se entiende que, que el estudiante es un ser global, y de la misma manera percibe y vive la realidad que le rodea. Es necesario que los dos ambientes básicos para él, casa y escuela guarden una estrecha coordinación; ya que manteniendo una buena relación con la familia, existe más confianza entre padres y profesores: se comunican inquietudes, dudas, deseos sobre el comportamiento y evolución del hijo, y así los docentes conocen mejor a cada uno para ayudarle. Por ello desde hace algunos años, acercar las familias a la escuela es un tema de reflexión, y algunos modelos o teorías psicológicas o pedagógicas han destacado la importancia de la relación familia-escuela.

Por ejemplo el modelo ecológico propuesto por Bronfenbrenner (1979), destacaba la importancia que tiene el estudio de los efectos de la participación simultánea del sujeto en distintos contextos y de la relación existente entre ellos, ya que además de las influencias que cada uno de estos microsistemas pueda tener por separado sobre el desarrollo del individuo, hay que prestar atención a cómo pueden afectar a las relaciones que se establecen en el hogar, al comportamiento en la escuela y viceversa, o en qué medida las actividades realizadas en casa pueden favorecer o entorpecer su desempeño escolar. Para que la educación del niño se realice bien, esos contactos vienen a hacerse necesarios.

Es decir, familia y liceo son dos mundos que, desde ángulos distintos, ven a su manera al estudiante e influyen sobre él; ambos deben completarse mutuamente, tienen cosas que decirse y, deben estar muy interesados en hacerlo. Visto de este modo, la participación de los padres en el proceso educativo parece tener repercusiones tales como una mayor autoestima de los hijos, un mejor rendimiento escolar, mejores relaciones padres-hijos y actitudes más positivas de los padres hacia el liceo. Los efectos se repercuten incluso en los mismos profesores, ya que los padres consideran que los más competentes son aquellos que trabajan con la familia.

Beneficios de la Participación Socio-Educativa de la Familia

La familia, conjuntamente con las comunidades educativas constituyen una fuente inagotable de riqueza formativa, laboral y hasta económica; mediante ellas se obtiene apoyo en el proceso educativo, apoyo para la seguridad del plantel, apoyo laboral en caso de suplencias y hasta económico por medio de los artesanos y otros profesionales que pueden colaborar. Son excelentes órganos para lograr y constituir un poderoso eslabón cogestor entre el liceo, la familia y la comunidad. La participación facilita el contacto personal entre los padres y los docentes, canalizar las sugerencias e iniciativas de padres, docentes y estudiantes.

Para lograr buenos estudiantes, hay que tener buenos hijos y buenos padres, con familias armoniosas y funcionales. La interacción entre la familia y el liceo constituye el nudo central para la educación de los hijos que son los mismos estudiantes. Por consiguiente, para este beneficio en particular se nota la necesidad de formar a los padres, y la escuela de padres juega el rol principal para esta función como un eficaz proceso de integración y formación. La integración de los padres y representantes al liceo, puede ser una valiosa herramienta mediante la cual se pueden lograr objetivos que permitan la solución de conflictos educativos y pedagógicos, el reforzamiento mutuo del proceso de socialización, de aprendizajes, vivencias y valores.

Por lo tanto, todo centro educativo que busque la calidad y la excelencia educativa ha de priorizar como eje central de su gerencia social la integración entre escuela familia y comunidad. Lograr la excelencia y la tan anhelada calidad educativa será prácticamente imposible sin la integración. Además, la participación permite además, la identificación e involucración real del docente, del estudiante, de los padres y representantes y de todo el personal. Integración es identificación, es orgullo, es tradición, es cultura institucional. Tanto de los docentes como los estudiantes y los padres y/o representantes y hasta el personal administrativo y obrero, los proveedores, todas las personas involucradas con la institución han de sentirse orgullosas de decir que trabajan, estudian o se vinculan con "nuestra" institución. Igualmente, estudiantes, docentes, padres y/o representantes, obreros y administrativos han de sentirse orgullosos de lucir la franela con el emblema del liceo. Así como la participación permite el sueño más anhelado de toda institución educativa: aumentar el nivel de rendimiento y disminuir el nivel de indisciplina. Con la integración se logra la gerencia centrada en principios, participativa, valorativa, y humana del siglo XXI.

Tipos de Colaboración entre Familia y Educadores

Según Álvarez (2003), "la colaboración entre padres y docentes es un fenómeno muy rico que puede tener distintas manifestaciones". (p. 90), pero con independencia del tipo de colaboración que tenga lugar, un aspecto esencial de la relación entre familia y escuela debe ser el sentido bidireccional de la comunicación entre ambos contextos. Este modelo destaca la oportunidad que padres y docentes tienen de intercambiar información y aprender unos de otros y, define la relación entre familia y escuela como un fuerte compromiso a largo plazo que supone un respeto mutuo, una asunción conjunta de responsabilidades y, una amplia implicación de unos y otros en distintas actividades.

Otro aspecto igualmente importante, es el de la continuidad en la colaboración. Cabe señalar además, que la mayoría de los profesionales coinciden en señalar un fuerte descenso en la implicación de los padres conforme aumenta el nivel de escolarización, de forma que los primeros años de educación primaria o básica registran la mayor participación. En consecuencia, la participación de los padres en los órganos de gestión escolar: en muchas de las legislaciones se contempla el derecho fundamental de los padres de la participación a través de las Asambleas Generales de Padres y/o Representantes y la Junta de Padres y, entre sus funciones se pueden destacar la elección de los órganos unipersonales que dirigen al colegio, la aprobación del presupuesto, el reglamento interno, la programación anual, el proyecto educativo, supervisar la actividad general del colegio en los aspectos administrativos y académicos, resolver los conflictos y aplicar sanciones, o decidir sobre la admisión de los estudiantes. Con este tipo de participación, se logra una verdadera democratización de la educación y constituye el marco básico en el que tiene que encuadrarse la relación de los padres con el liceo.

No obstante, la colaboración entre familia y escuela no puede limitarse a una participación de los padres en los órganos de gestión del colegio. Apoyo en casa de las tareas escolares, los padres como maestros de sus hijos: Son muchas las cosas que pueden hacer los padres en este sentido, algunas de carácter general, como crear un ambiente familiar rico y estimulante a nivel lingüístico y cognitivo y, otras más específicas, como supervisar las tareas escolares, plantear al niño actividades concretas entre otras. A veces los padres no encuentran fácil realizar esta tarea, por lo que resulta conveniente que desde el colegio se le oriente en estas funciones.

Ello requiere reuniones y encuentros con bastante periocidad de tal manera que las orientaciones sean lo menos vagas y generales posibles, ajustándose a los contenidos, los métodos, estrategias y actitudes que en ese momento sean pertinentes. Algunos ejemplos son:

1. Los educadores pueden entregar a los padres al inicio del año escolar un documento en el que se incluya, con un lenguaje claro y sencillo, toda la información que el docente considere fundamental en la relación con el proyecto educativo del colegio, los proyectos pedagógicos de aula, entre otras.

2. También resultaría interesante realizar boletines trimestrales, mensuales o semanales, en los que se concreten las sugerencias anteriores y se ajusten a los aprendizajes que en ese momento se estén llevando a cabo en el liceo.

3. Realizar reuniones o talleres con grupos de padres, en los que se toquen en cierta profundidad temas de interés como pudieran ser el aprendizaje de la lectoescritura, la sexualidad en la adolescencia o las perspectivas de futuro profesional y académico.

Asimismo, la colaboración de padres como voluntarios: en la realización de determinadas actividades escolares o extraescolares presenta un gran interés para niños, niño, adolescentes, padres y docentes. Los estudiantes pueden beneficiarse de alguna actividad que de otra forma tal vez no pudiera llevarse a cabo, como un taller de artesanía o manualidades, una excursión o visita extraescolar, una escuela deportiva, entre otros. Mientras más cauces de participación e integración se abran entre la familia-escuela y la comunidad cabe esperar que mayor sea la satisfacción de todos y mejor sea el rendimiento del niño y su adaptación al colegio.

Una de las maneras en que se propicia una participación más activa y efectiva es comenzar a reconocer la deseabilidad de la participación de la familia y definir y establecer con ellos los niveles o formas adecuadas y efectivos. Es necesario incorporar espacios de diálogo continuo con los padres y ampliar las actividades en las que se pueda desarrollar dicha comunicación. Los maestros necesitan demostrar un interés sincero en la participación activa de los padres de manera que se sientan bienvenidos en esta relación escuela-padres. Ellos son miembros importantes de la comunidad escolar y su participación activa en la educación es el medio para asegurar el éxito de sus hijos. El liceo y los padres deben trabajar conjuntamente y en forma solidaria por el bienestar de los estudiantes. De esta relación, es necesario establecer compromisos de colaboración entre los padres y el liceo.

Acciones de Participación Social de los Docentes hacia la Familia en el Proceso de Orientación Educativa

La implicación de la familia influye positivamente en el rendimiento escolar, asistencia y disciplina, en otros términos es un factor decisivo en el éxito escolar, tal como lo señala Matos (2003):

1. Es el medio ideal de aproximación entre la cultura escolar y la cultura familiar. Si el docente desconoce la cultura del estudiante como puede aproximarse a este efectivamente.

2. Para formar el pensamiento crítico y cultivar valores es indispensable que ambos gestores de este proceso – padres- actúen en concordancia y ninguno desautorice al otro.

3. La participación de la familia es un catalizador para la aceptación del cambio.

4. Es una forma eficiente, dinámica, fluida y formadora de acercar el liceo a la sociedad, es un signo de libertada, madurez y democracia.

5. La invitación a participar. La manera como se invita a los padres, representantes y comunidad en general, es muy importante de ello puede depender la participación. Hay que ingeniar convocatorias llamativas, poner la creatividad a mil para lograr mantener motivada a toda la comunidad.

Es decir, un centro educativo que busque la calidad y la excelencia ha de invertir tiempo, trabajo y recursos en la elaboración de actividades que contribuyan al proceso integrativo; en cada actividad a realizarse siempre ha de considerar realizar:

1. Campaña permanente de motivación.

2. Objetivos o metas: Qué queremos lograr con esta actividad.

3. Planificación: A quien va dirigida, lugar, fecha, recursos humanos y materiales disponibles y responsable.

4. Invitación a participar a miembros de la comunidad.

5. Formación y renovación anual de comisiones.

6. Procurar que en las comisiones esté presente por lo menos un representante de cada uno de los componentes de la comunidad educativa y hasta de la parroquia o la localidad en la que esté ubicado el colegio.

Asimismo, cada escuela y cada salón de clases son diferentes, por lo tanto; tienen necesidades particulares, pero en lo que no son diferentes es en que todas las escuelas y todos los salones de clases pueden funcionar mucho mejor al contar con la participación activa de los padres. Las escuelas pueden ser:

1. Apoyar y fortalecer el rol de los padres como los primeros educadores de sus hijos.

2. Concienciar a los padres sobre sus deberes y responsabilidades para con la educación de sus hijos.

3. Crear un ambiente escolar abierto, útil y amigable.

4. Comunicarse clara y frecuentemente con todos los padres acerca de las normas de la institución educativa y sobre el progreso de sus hijos.

5. Evaluar las necesidades de los estudiantes.

6. Evaluar las necesidades de los padres.

7. Ofrecer talleres y reuniones a los padres donde se brinden los temas seleccionados por ellos.

8. Estimular a los padres para que participen de los talleres y reuniones.

9. Diseñar tareas que envuelvan a los padres.

10. Crear organizaciones de padres que apoyen el proceso enseñanza-aprendizaje.

11. Dar participación a los padres en el proceso de toma de decisiones en el liceo.

12. Hacer un estudio de necesidades de las distintas ocupaciones y/o profesiones de los padres para que estos a su vez sirvan de recurso al liceo.

13. Fomentar y atraer la participación de voluntarios, tanto padres como otros miembros de la comunidad.

14. Crear alianzas entre padres y maestros para desarrollar en los niños el proceso enseñanza-aprendizaje.

15. Compartir materiales de estímulo con los padres que podrán tener por un periodo de tiempo en sus hogares y en forma rotativa, facilitando el proceso enseñanza-aprendizaje.

16. Realizar visitas domiciliarias a aquellas familias donde se visualizan más dificultades.

17. Formación de redes con los padres para diferentes fines: ecológicos, de derechos, artísticos-culturales, literarios, deportivos, etc. Redes donde los docentes sólo sean apoyo, facilitadores del proceso pero no los líderes ni mucho menos los dueños de ello. Redes comunitarias o escolares enlazadas a una red local y esta enlazada a una zona que a la vez parte de una nacional y de otras que están a nivel internacional.

18. Facilitar foros, encuentros, concertaciones o encuestas de opinión donde su participación este desde la propuesta y planificación hasta la evaluación y difusión de los resultados obtenidos. Donde discutan sobre políticas, legislación, necesidades, problemas, metas y sueños.

Reto y Compromiso de la Familia en el Proceso Educativo

La familia, asume de acuerdo a Lara (2003), "fundamentalmente dos tipos de funciones: asegurar la supervivencia de sus miembros y forjar sus cualidades humanas" (p. 67). En ningún caso debe contentarse con satisfacer las necesidades biológicas, eso no basta para el completo desarrollo del individuo, que tiene necesidad de aportaciones intelectuales y afectivas. La verdadera fuente de enriquecimiento en este aspecto, se halla en la solidaridad que reina entre los miembros de la familia, solidaridad expresada ante todo en la unión madre-hijo y reflejada luego en las relaciones individuo-familia y familia-comunidad. Concretamente los deberes sociales que debe asumir la familia moderna son los siguientes:

1. Proveer subsistencia y cubrir todas las necesidades materiales que contribuyen a la supervivencia de sus miembros y protegerlos contra los peligros exteriores, tarea evidentemente más fácil de cumplir en un clima de unión social y cooperación.

2. Permitir la solidaridad social, que está en los orígenes de los vínculos afectivos en las relaciones familiares.

3. Desarrollar la identidad personal ligada a la identidad familiar, este lazo asegura la integridad psíquica y la energía que facilitarán el afrontamiento de nuevas experiencias.

4. Preparar para funciones sexuales, abriendo así el camino a la madurez y la satisfacción sexual.

5. Enseñar a cada uno el modo de integrarse en la sociedad y aceptar las responsabilidades correspondientes.

6. Educar y estimular la iniciativa individual y el espíritu creativo.

Resulta evidente, que la estructura familiar determina los diversos comportamientos que exigen los papeles de cada uno, a saber el esposo, la mujer, el padre, la madre o el hijo. Estos papeles solos adquieren significado propio en una estructura familiar específica. De este modo la familia moldea la personalidad de los individuos con arreglo a la misión que tienen que cumplir en su seno, y cada miembro trata de conciliar su condicionamiento inicial con las exigencias del papel que se le imparte.

En tal sentido, la familia, la escuela, y la sociedad en general, se encuentran en una nueva encrucijada de responsabilidad compartida respecto de la formación de los niños y jóvenes, que nos obliga a reformular el sentido y la orientación de la educación, hacia la enseñanza y la práctica de valores. La escuela no es el único espacio, como se afirmaba en otras épocas, donde se debe formar; aunque sí es el mejor lugar que la sociedad ha asignado y aceptado, porque es allí donde puede hacerlo de manera programada, planeada, correlacionada, tomando como base que la formación empieza en el hogar y sigue construyéndose en todos los ámbitos de la vida social; lo cual implica el papel fundamental de la familia y los profesores en la enseñanza. Visto de esta forma, la familia como célula de la sociedad, es la principal promotora de condiciones para aprender a construir sistemas de valores y junto con otras instituciones sociales, funcionan como agentes de aprendizaje que inciden sobre la infancia y la adolescencia a través de la reproducción y conservación de los valores construidos en cada generación; desempeñando la familia el papel tradicional de transmitir, acrecentar y practicar los valores necesarios para que los individuos puedan desempeñarse como seres humanos capaces de vivir en sociedad, con conciencia moral y con respeto a los derechos humanos. Desde esta perspectiva, la familia se constituye para Rivero (2003):

Como un factor influyente en la formación de valores, porque es en ella, donde los padres y madres de familia son los modelos a seguir, aprenden a convivir con los demás, a conocer que tienen derechos y obligaciones y además a aprender a respetar y asentir afecto por los demás (p. 23).

La escuela, al igual que la familia, es la otra institución fundamental para la formación de las personas, y se constituye en el espacio formal donde la familia delega la función socializadora. Las interacciones sociales entre sus propios compañeros, junto con la acción de los profesores, son los escenarios más naturales en la formación de la personalidad moral del niño y el adolescente; pero, para la construcción de dicha personalidad es necesario establecer un programa transversal de educación en valores que atienda aquellos aspectos del desarrollo y el aprendizaje en los ámbitos afectivos, de los sentimientos y las emociones y de aquellos relativos a la voluntad y al esfuerzo. Bajo estas premisas se entiende que, en primer lugar, es requisito indispensable entender que no puede separarse la vida del estudiante en la escuela y la del hijo en el hogar, que la colaboración escuela-familia es una respuesta necesaria, en la que escuela adquiere una dimensión de servicio a las necesidades del estudiante y sus familias, y éstas, aunque importantes, contribuyen al rendimiento de los niños sólo como "potenciales facilitadores". Mejorar la comunicación y reflexionar sobre los instrumentos de intercambio de información entre padres y profesores ha de ser un objetivo prioritario en el camino hacia unas relaciones caracterizadas por la "reciprocidad" (igualdad de estatus) y la "mutualidad" (tener asuntos en común).

En segundo lugar, asumir como procedimiento la diversidad de la vinculación conlleva un doble requerimiento: (a) incrementar el conocimiento sobre las principales dimensiones en las que las familias pueden variar (configuración, diversidad étnica y cultural, situaciones de estrés, miembros en situación de vulnerabilidad, recursos) como proponen Procidiano y Fisher (1992), la principales áreas de influencia de la familia en el logro de los estudiantes y las necesidades, las creencias, los valores y estrategias educativas de los padres (b) Aceptar que existen diversas formas de vincularse la familia a la escuela todas igualmente válidas, que los padres tienen diferentes necesidades y aportan diferentes recursos. La meta debería ser lograr un acuerdo entre lo que los padres y lo que las escuelas perciben como factible de realizar, entendiendo por factible aquellas formas que se consideran posibles y con las que se encuentran cómodos.

En tercer lugar, no se debería minusvalorar el impacto de los aspectos organizativos concretos que posibiliten la integración como elemento esencial en el proyecto educativo de centro, ni olvidar que la iniciativa debe partir de la escuela. Algunas prácticas que han resultado ser eficaces, según (Olmsteam, 1991):

  • 1. Discutir las actitudes del personal de la escuela hacia la integración.

  • 2. Incluir padres y profesorado en la dirección del programa.

  • 3. Escribir las propuestas, emplear una amplia variedad de medios para incrementar el intercambio de información y la asistencia de los padres a las reuniones, incentivar a las familias, recuperar los rituales, implementar algún componente en el programa en el que los padres sean vistos como educadores.

  • 4. Incorporar los agentes sociales y comunitarios.

  • 5. Favorecer la creación de redes de servicios (entre colegios, instituciones), adoptar procedimientos de evaluación y seguimiento.

Al respecto, especial atención merece la implicación de la dirección del centro escolar y el modo en que gestiona su situación intermedia entre padres y profesores, y los apoyos de la Administración. En cuarto lugar, no hay que perder el plano de lo particular y recordar que el nivel que más interesa a los padres es el que está directamente vinculado con su propio hijo, la educación de los hijos se incrementa cuando los padres creen que las prácticas escolares les ayudarán a incrementar su conocimiento sobre determinadas áreas críticas (p.e.), el aprendizaje de la lectura o hacer los deberes), y cuando los programas responden a las necesidades de los padres y no se centran en los problemas. En quinto lugar, es necesario que la formación del profesorado incorpore cuanto venimos diciendo, en especial el entrenamiento del profesorado en habilidades de comunicación y en actividades de colaboración con las familias.

Por lo tanto, las materias que abordan estas cuestiones son prácticamente testimoniales en los planes de formación inicial del profesorado. Se es consciente que estas recomendaciones no son las únicas posibles y que no son fáciles de incorporar a los modos de pensar y de actuar. Se trata de un apunte más en el marco de las políticas socioeducativas de atención a la infancia y a sus familias. La multidimensionalidad de la vinculación e integración de la familia a la escuela tiene la potencialidad de iniciar procesos de cambio. Se espera que la necesidad de la colaboración padres-profesores forme parte del rol educativo de ambos, que se incremente la percepción de eficacia, que nadie eduque sin querer, que no se privaticen los intereses colectivos, que se valla rompiendo el muro que unos y otros han levantado con cierta complacencia, que nadie dimita en esta tarea.

Principios de las Relaciones Personales dentro del Grupo Familiar

La autoestima, no es algo que se hereda, sino que por el contrario se aprende, ya que todos los seres humanos vienen al mundo sin ningún sentido del valor de sí mismo y es en el seno familiar donde se aprende de las personas que nos rodean y de sus experiencias. Este aprendizaje es importante para la adolescencia, porque aunque el joven se desenvuelve en otros medios, contextos e intereses, lo que aprende en la familia será el factor que determina su conducta, la manera de verse, de quererse, de relacionarse con el mundo, de sentir y de trabajar.

El factor autoestima, se aprende dentro del hogar y va a determinar su comportamiento en la escuela, si el joven posee una alta autoestima, sabrá rechazar cualquier agresión ajena, física o verbal, así como superar obstáculos, imponiéndose a si mismo metas claras y definidas hasta alcanzarlas, si por el contrario su autoestima es baja, se convertirá en una victima incapaz de sobrevivir en un mundo que el considera que no puede vencer, porque no tiene en sus manos las herramientas necesarias para hacerlo, lo que trae como consecuencia la deserción escolar, el bajo rendimiento académico, se deja manipular y entra en procesos conflictivos de adaptación y conducta.

Por consiguiente, Azanov (2000), plantea que los valores morales que los padres poseen, debido a su educación y a sus relaciones sociales, se reflejan en la vida familiar, se refuerzan y se reproducen en las actividades conjuntas de sus miembros, los hijos que inicialmente no tienen otra experiencia social, obtienen en las relaciones interpersonales y va a determinar la formación de su personalidad.

La Familia Moderna

Hoy día, la familia se ha convertido en una especie de hotel, donde sus integrantes van a satisfacer sus necesidades básicas y el resto de sus vidas la viven fuera, no siempre acompañados por las mejores personas, en la mayoría de los casos tanto el padre como la madre, deben salir a la calle para buscar el sustento familiar, de manera que existe poco tiempo de calidad para compartir y formar lazos de amor que los unan y los hagan sentir queridos a largo tiempo. En tal sentido, Sepúlveda (2006), afirma que la familia:

Es como un microcosmos, si se quiere mejorar el mundo necesitan rescatar los valores para tener un hogar donde se formen individuos más equilibrados, haciendo uso del ejemplo, los valores y las herramientas que les den en ella, podrán salir a la vida para encontrar el lugar que les corresponde (p. 28).

Con frecuencia, se suele decir que los niños son el futuro de un país, así que el lugar donde éstos se desarrollan y crecen es de vital importancia, los padres deben asumir la responsabilidad en ese proceso, mostrar el patrón de conducta a seguir, el mismo que copiarán durante sus primeros años de vida. Como padres hay que hacer ajustes en las actitudes a tomar sin sentir culpa alguna, acercarse a ellos y reafirmar los lazos de amor, respeto, confianza y aceptación que les permita estar a su lado y apoyarlos cada vez que sea necesario

Herramientas que Fortalecen las Relaciones Familiares

La familia, es un espacio a salvo, donde cada uno nace y es aceptado con sus diferencias, producto del amor que existe en ella, durante el tiempo que dure el crecimiento, desarrollo y aprendizaje y hasta que todo individuo esté preparado para afrontar la vida cuando sea adulto, las relaciones familiares a brindar a cada ser los valores, el conocimiento y las herramientas necesarias para ocupar el lugar que le corresponde en la sociedad y así llegar a convertirse en un instrumento positivo y participativo que comparte lo mejor de sí mismo con los demás; dentro de esta perspectiva, Sepúlveda (2006) señala algunas actitudes que los padres y representantes, facilitadores y comunidad en general deben tener con los estudiantes o adolescentes en formación:

Buen trato: el padre debe reconocer las cualidades del hijo y celebrar juntos los logros y los triunfos, no debe descalificarlo o humillarlo, especialmente en público e incluso si cometen errores, llamarle la atención sin condicionarle, ni hacer comparaciones, se debe estimularlo amorosamente para que aprenda a superar sus limitaciones.

Siembra respeto: es muy importante que los hijos sean tratados de la misma manera que los padres esperan ser tratados, el ejemplo del adulto formará el comportamiento y carácter del joven.

Momentos de calidad: es muy importante que la familia comparta y disfrute momentos de diversión, esto favorece la comunicación y el intercambio entre todos, convirtiéndose más adelante estos momentos en un apoyo para suavizar sus vidas.

Repartir responsabilidades: desde pequeños los niños pueden comenzar a compartir las tareas domésticas, de acuerdo a su edad y capacidad, esto les hará copartícipes de la dinámica familiar y creará en ellos un principio de responsabilidad y colaboración.

Cumplir responsabilidades: esto creará un clima de confianza que ayudará a fortalecer los lazos existentes.

Expresar amor: contacto físico a través de caricias y palabras amables y amorosas, les hará sentirse queridos e importantes. No debe maltratársele física o emocionalmente, pues la violencia no es amor, además, cuando se abre una herida tarda en sanar y los jóvenes crecen llenos de resentimiento.

La Educación Bolivariana

El sistema educativo, transita hacia un nuevo sistema adecuado al modelo de la nueva República, establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) y revierte la tendencia neoliberal que se caracterizó durante la década de los noventa (90); es por ello, que se retoma como una visión pensada y novedosa el estado docente; un estado social de derecho y de justicia humanista que garantice el acceso a los derechos esenciales de los más pobres, tal como lo sustenta el artículo 3° de la Constitución, cuyo sustento lo constituye el pensamiento Robinsoniano:

La educación es el vínculo principal de promoción del saber, que es necesario difundir y está vinculado a la formación de virtudes sociales, unos a la patria, que es el bien común y el amor al trabajo productivo, entendido como actividad liberadora (p. 19).

En tal sentido, se tiene que la educación es un derecho humano y un deber social gratuito y obligatorio que constituye la raíz esencial de la democracia; está orientada hacia el desarrollo pleno de la personalidad para el disfrute de una existencia digna, que transcurra con una valoración ética del trabajo y con una conciencia de participación ciudadana en la toma de decisiones. La educación bolivariana es la nueva relación Estado- Sociedad, desde la escuela como espacio de concreción de las acciones y como principal forma organizada del poder del estado y promueve la participación para lograr cambios institucionales y culturales necesarios para consolidar el modelo de desarrollo endógeno.

Políticas Educativas de la Educación Bolivariana (Liceo Bolivariano)

La población adolescente que ingresa a la educación media y/o diversificada, ha sido históricamente desatendida tanto con lo pedagógico como en su desarrollo como ser social, producto de la fragmentación administrativa, tanto en los niveles educativos, como curriculares; es por ello, que el ministerio de Educación Venezolano promueve un nuevo sistema educativo centrado en el joven como una prioridad del Estado, el cual promueve las siguientes políticas según el Currículo Nacional Bolivariano (2007):

1. Garantizar el acceso, la permanencia y prosecución de todos y todas en el sistema educativo. El Estado, conjuntamente con la familia y la sociedad, garantizarán el derecho a la educación como un derecho a la educación humano y un deber social. Por lo tanto, es necesario fortalecer el proceso de la universalización de la educación de adolescentes y jóvenes.

2. Los liceos bolivarianos constituyen los planteles del estado que atiende al ser en la edad más frágil: la adolescencia que ha estado desatendida durante décadas.

3. La educación debe considerarse un continuo humano localizado, que atiende los procesos de enseñanza-aprendizaje como unidad compleja de la naturaleza humana total e integral.

4. La concepción holística del ser humano en desarrollo exige la articulación y continuidad curricular y pedagógica entre cada nivel del sistema educativo, incluyendo todas las modalidades.

5. Se debe permitir el fortalecimiento de cada educando como persona; el conocimiento de sus propias capacidades y potencialidades.

6. El proceso educativo debe estar orientado hacia el fin de armonizar la educación con las actividades propias del desarrollo social local, regional y nacional a través de la formación de las niñas, niños adolescentes y jóvenes, por y para el trabajo creador y productivo con visión dignificadora de lo humano, que permita satisfacer las necesidades básicas y contribuir al desarrollo de la nación.

Evolución de la Construcción Curricular

El Sistema Educativo Bolivariano transita hacia la construcción del modelo de la nueva República, donde el Estado ejerce la acción rectora de la educación. En consecuencia, refundar la República significa construir ese nuevo modelo de sociedad, plasmada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; siendo la educación un pilar fundamental para lograr tal fin. De manera que, la educación es concebida como un proceso indisolublemente ligado a las fuerzas que impulsan el crecimiento cualitativo y el desarrollo del país. En este sentido, se identifica al SEB, como fuente de las principales respuestas relacionadas a la transformación que todos los venezolanos y todas las venezolanas aspiran para la búsqueda de fórmulas que contribuyan a la solución de los problemas.

El Sistema Educativo Bolivariano se encuentra en una etapa de profundización, enmarcada en la construcción de un diseño curricular que de respuesta y concretice los procesos de aprendizaje acorde con las necesidades e intereses de la nueva República. Este diseño curricular tiene su origen en la Constituyente Educativa de 1999, en la cual se valoró el impacto y alcance de la Educación Bolivariana, plasmada en el Proyecto Educativo Nacional (PEN: 1999), el cual postula:

que la educación debe formar en la cultura de la participación ciudadana y de la solidaridad social y propiciar el diálogo intercultural…y el reconocimiento a la diversidad étnica, que pone el acento en el proceso de aprendizaje y postula un aprendizaje globalizado e integral; concibiéndose la escuela como centro del quehacer comunitario y la resistencia cultural y de contra hegemonía, para enfrentar la penetración de valores y saberes ajenos y como espacio para la adecuación del currículo a la diversidad del contexto geográfico, étnico y social (p. 89).

Desde el año 2002, el Sistema Educativo Bolivariano ha estado signado por planes, políticas, programas y proyectos dirigidos a garantizar la inclusión, permanencia, prosecución, culminación y aumento de la cobertura de todos y todas en el sistema, lo cual ha implicado transitar hacia una educación emancipadora y dignificante en el marco de los principios constitucionales. En este contexto, surgen a nivel nacional los programas y proyectos bandera (Simoncito, Escuela Bolivariana, Liceo Bolivariano, Escuelas Técnicas Robinsonianas y Misiones), como medio para garantizar la protección y la inclusión de los grupos sociales que históricamente habían quedado excluidos de los beneficios educativos. En éste período, los logros más significativos en materia educativas son: La implementación de la Escuela Bolivariana, con una jornada integral de (08) horas en algunas instituciones.

En esa misma línea de ideas, también se encuentra la ejecución del programa de alimentación Escolar (PAE); la eliminación del pago de la matrícula escolar, la construcción y rehabilitación de planta física; la realización de los Seminarios de Desarrollo Endógeno en los Liceos Bolivarianos; el desarrollo de Proyectos de Aprendizaje (PA) en las Escuelas Bolivarianas, de Proyectos Productivos en las Escuelas Técnicas Robinsonianas y de Proyectos Educativos Integrales Comunitarios (PEIC) en todo el país.

En este mismo contexto, no puede dejar de mencionarse la implementación del Plan Nacional de Alfabetización (Misión Robinsón 1) y la Misiones Robinson 2, Ribas, Sucre y Vuelvan Caras, respectivamente; la garantía del acceso a las nuevas tecnologías de la información y la Comunicación (Tics) y su incorporación como herramienta educativa, a través de los Centros Bolivarianos de Informática y Telemática (CBIT). Además, se continuó la revisión y discusión curricular con un enfoque abierto, flexible y contextualizado; lográndose, a partir de la sistematización del Proyecto Simoncito, la oficialización del Currículo de Educación Inicial. Por otra parte, se realizaron discusiones curriculares en las que participaron docentes, especialistas, familias, instituciones y organizaciones locales y regionales de todo el país; discusiones que fueron sistematizadas y que arrojaron como resultado la existencia de importantes avances en cuanto a la fundamentación legal y filosófica del currículo del SEB, la cual constituyó la plataforma de la actual propuesta curricular.

Conceptualización de Orientación Educativa

Acerca del concepto de orientación educativa, son diversos los esfuerzos que se han ejecutado para dar una definición precisa de la misma. Se ha definido la orientación desde diferentes puntos de vista, y en función de la ayuda que se quiere dar al individuo. Es así, que encontramos el concepto tradicional que se manejaba al principio de este movimiento cuando se consideraba como un servicio destinado a prevenir errores en la selección de una ocupación y al cual se le denominó orientación profesional. Este significado luego fue ampliado y surgen conceptos sobre orientación vocacional, orientación educativa y orientación personal social, ya que se considera que en el comportamiento del individuo influyen una serie de factores intrínsecos y extrínsecos y sobre los cuales es necesario brindar ayuda en el momento oportuno

En la actualidad nos encontramos una amplia gama de autores que definen la orientación educativa y en todos ellos se puede apreciar como lo alude Senta (1979), como: "un proceso o conjunto de acciones para ayudar a otros en la solución de situaciones críticas y conflictivas o en la satisfacción de necesidades para el logro de un estado de bienestar" (p. 169). Orientar no es dar órdenes, la función de orientación es facilitar las cosas, la decisión deberá tomarla el mismo orientado. Este concepto, es muy completo ya que considera al individuo en su totalidad, en forma holística, interesándose por todas las áreas de su desarrollo. Además, se aprecia que es un proceso para todos y no solo para aquellos que presentan problemas o conflictos de cualquier índole, deja de ser meramente curativa o remedial (enfoque tradicional) y se trabaja en forma preventiva para alertar al individuo de la presencia de factores que puedan influir negativamente en su vida. También el concepto deja claro el hecho de ofrecer orientación al estudiante en todos los grados y niveles del sistema educativo y no sólo en determinados momentos de su vida escolar, por ejemplo, cuando están en 3° año de Educación Media o en 5to año o al ingresar a la universidad. Del examen de las definiciones citadas, se desprende que la diferencia fundamental entre orientación y asesoramiento se hace en términos de servicio. La orientación se define como un conjunto de servicios o funciones especiales: estudio del estudiante, información, colocación y seguimiento. Habitualmente, el asesoramiento se describe como un servicio más específico.

La orientación individual y/o en grupo, al cual se alude frecuentemente como corazón y médula, columna vertebral del programa de orientación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la calidad específica de este servicio encierra su carácter distintivo; es por ello, que la mayoría de los autores no hacen este tipo de diferenciación tan sutil y consideran la orientación individual y/o de grupo como un servicio o actividad más del programa de orientación. Las definiciones mencionadas anteriormente indican que la orientación educativa es según Monroy (Ob. Cit.):

1. Un proceso continuo.

2. Una relación dinámica, destinada a ayudar a las personas a hacer mejores elecciones y decisiones.

3. Un proceso de aprendizaje que conlleva a: (a) Mejor desenvolvimiento de la personalidad, (b) Mayor conocimiento de sí mismo, (c) Mayor conocimiento de las oportunidades que se abren ante el orientado, (d) Una mejor percepción del individuo como persona, (e) Una mejor percepción del rol y una conducta más efectiva en el mismo.

4. Parte importante del currículum.

5. Parte importante de la función del docente.

Principios que Rigen el Proceso de Orientación Educativa

En todo proceso de orientación educativa, debe prevalecer una concepción clara del hombre, del mundo y de la vida y una actitud de reflexión ante los diversos problemas que se le presenten al individuo. La orientación como lo expresa Rendón (1985): "descansa en los principios filosóficos que reconocen las potencialidades existentes en el ser humano, y en los principios psicosociales que condicionan la existencia del hombre en la vida" (p. 17). Los principios que sustentan el proceso de orientación no pueden reducirse a simples reglas o definiciones en virtud del fin mismo de la orientación, el cual consiste en ayudar a las personas en el proceso de su desarrollo. La tarea no es sencilla, debido a que el individuo y el medio que lo rodea son muy complejos. Sin embargo, la orientación ubicada en un contexto amplio tiene su basamento en principios de índole universal; como son:

  • 1. La dignidad humana.

  • 2. La autoestima.

  • 3. La unicidad.

  • 4. Las diferencias individuales.

  • 5. La autorrealización.

Estos son principios de carácter general, de los cuales emergen los específicos; es decir, los que son inherentes a las características de la comunidad y d los estudiantes a quienes se les prestan ayuda a través de la orientación. Así pues, la orientación se fundamenta en la naturaleza misma del educando como persona en proceso de formación que requiere de ayuda permanente para su adaptación y adecuada autorrealización. Vista la orientación desde esa perspectiva puede afirmarse que responde a una fundamentación mas humanista, que concibe al hombre como un ser psicosocial con intereses, necesidades, y deseos de superación. Tomando en consideración que la orientación se encuentra integrada al proceso educativo como principal conformador del individuo, su filosofía debe estar estrechamente vinculada a la filosofía educativa del país y de manera particular de la institución donde esta va a estar inserta. Los principios constituyen el norte en los cuales se fundamenta la orientación, deben ser considerados como verdades fundamentales o doctrinas básicas aplicables a todo programa que en realidad pretenda contribuir con el desarrollo integral del individuo, de ahí que sea necesario tomarlos en cuenta en el cumplimiento de toda actividad dirigida a brindar ayuda o asesoramiento a las personas. Al respecto, algunos de los principios o postulados generales sobre los cuales descansan los procesos de orientación son los siguientes:

1. Cada persona es un organismo único y debe ser visto con todo respeto y consideración a fin de que pueda conseguir una ajustada personalidad y adaptación al medio que lo rodea.

2. El individuo es considerado como un ser con capacidades y potencialidades que deben ser comprendidas.

3. Cada individuo tiene un concepto de sí mismo y por lo general tiende a conducirse de acuerdo a ese concepto que regula su conducta.

4. Todo individuo tiene la habilidad innata de aprender, pero el ritmo de aprendizaje no es igual para todos.

5. El individuo tiene la capacidad creativa para tomar decisiones, las cuales están en función de sus valores, intereses y necesidades.

6. Se basa en las necesidades y en los deseos del individuo, tomando en cuenta no solo su bienestar personal sino también el social.

7. El individuo es un ser capaz de realizarse ilimitadamente si encuentra situaciones que así se lo permitan.

8. La conducta humana es aprendida y está sujeta a modificaciones.

9. Toda conducta conduce a una meta y a un propósito. La conducta del estudiante debe predecirse en base a su estilo de vida.

10. La orientación debe darse a todos los estudiantes, basándose en el hecho de que todos los seres humanos tienen derecho a recibir la ayuda necesaria para alcanzar su ajuste personal-social.

11. En el proceso de orientación es necesario hacer énfasis en la prevención de los desajustes del individuo, en lugar de tener que tomar medidas terapéuticas remédiales.

12. La orientación ayudará al individuo para conocerse mejor a sí mismo y poder guiarse en la vida.

13. La orientación será un proceso continuo y no una acción esporádica.

14. La orientación debe basarse en la información exacta y oportuna de las posibilidades educativas, ocupacionales y sociales.

En resumen, todo proceso de orientación educativa tiene como propósito facilitar el desarrollo de la persona, tomando como base para ese desarrollo los fundamentos o principios que sustentan la presencia del individuo como un ser con potencialidades y limitaciones. Todo orientador del proceso educativo está llamado a familiarizarse con los principios de la orientación, a fin de adquirir y poner en práctica actividades que se enmarquen en el esquema propio de la orientación en el ámbito de la educación.

Necesidad de la Orientación Educativa

La orientación como proceso de ayuda al individuo como lo expresa Monrroy (Ob. Cit.), es parte integrante del currículo escolar, y por lo tanto tiene su importancia y razón de ser. Actualmente, la orientación en la escuela se justifica más que en el pasado, y con esto no quiere decir que anteriormente no se necesitaba de orientación, pero si se puede asegurara que en la sociedad actual este proceso de ayuda es más necesario. Debemos partir comprendiendo que en esta sociedad los desafíos son mayores que en el pasado, por lo que la orientación del niño, joven y muchas veces hasta en los adultos se presenta como un proceso indispensable. El papel que debe enfrentar la educación es muy amplio y en el mismo deben participar todos aquellos que de una u otra forma se ven involucrados en la formación del individuo, en este caso nos referimos a los padres y/o representantes, docentes y demás adultos significantes de la comunidad. Es necesario tener claro, que la necesidad de ayudar a las personas siempre ha existido. Desde el mismo inicio de la humanidad, las personas han requerido de alguien que los guíe y asesore en determinados momentos de su vida.

Esa necesidad se ha ido extendiendo con el transcurrir del tiempo, y a medida que la sociedad avanza se requiere de una mayor orientación; ya que son múltiples y variadas las razones que así lo exigen. Pueden mencionarse algunas de ellas que quizás sean las que mayor peso representan: La acelerada transformación social: esto ha producido cambios en el campo de los valores normativos de la vida social y particular, así mismo la complejidad creciente de la vida familiar, social y escolar; lo cual reclama mayor ayuda y atención para el educando que se encuentra confundido y desorientado.

Asimismo, la explosión de patrones de conductas contradictorios a los individuos y una mayor libertad del individuo, las exigencias crecientes en el campo profesional, que cada vez es más crítica y requiere de personas aptas para participar en el proceso del desarrollo económico y social del país; lo cual se hace evidente en la pérdida de valores morales, éticos y religiosos que a diario se observa en todos los ámbitos de la vida social de nuestro tiempo, caracterizada por disturbios, rebeliones, inseguridad, falta de respeto, rivalidad, miedo e incertidumbre. El sistema político y económico parece apreciar y dar prioridad a los logros materiales sobre los valores humanos. La responsabilidad social, los valores espirituales y el rescate de un verdadero proceso de bienestar son los temas discutidos verbalmente en diferentes eventos y por diferentes personalidades de nuestro entorno, pero en la práctica estos no son valorados, premiados ni recompensados. Se habla de igualdad mientras se observa mayor desigualdad en todos los niveles sociales. Estas razones y otras más, hacen del presente siglo una época particularmente generadora de ansiedad, inseguridad, confusión y por consiguiente de desorientación. Constantemente se observa que son los niños y jóvenes quienes presentan mayor dificultad para resolver con éxito los problemas de la vida, por lo tanto, ellos requieren de alguien que los ayude a comprenderse y tomar decisiones más acertadas a sus necesidades. El orientador especialista es el profesional que dentro de la institución debe plantearse como meta la creación de un ambiente adecuado para el desarrollo de las potencialidades humanas y las relaciones cálidas entre los miembros de esa comunidad.

En este mismo orden, el orientador debe utilizar su rol de terapeuta destinado a solucionar problemas pasa a ser la de asesor-consultor, no sólo de los estudiantes, sino de los adultos significantes (padres y/o representantes, docentes); en otras palabras, es él quien humanizará el proceso educativo para el logro eficaz de los objetivos educacionales. Sin embargo, existe la posibilidad que el docente cumpla funciones que hasta ahora han cumplido aisladamente los orientadores, por ser el docente quien pasa mayor tiempo con los estudiantes, es lógico que este obtenga mayor conocimiento de los mismos y pueda así ayudarlos en determinados momentos que requieran asesoramiento, además el docente es un punto de apoyo para los especialistas de orientación; quienes encontrarán en ellos la colaboración para desarrollar acciones con los estudiantes y sus representados.

El Docente como Orientador del Proceso Educativo

Según Monroy (Ob. Cit.), el docente es la figura central en el programa de orientación, ya que el puede identificar las necesidades de los estudiantes y posibilitar cambios y crecimiento personal. Es una figura imprescindible en el proceso enseñanza-aprendizaje, un modelo para los educandos, especialmente en los primeros grados de educación; por lo que sus formas de comportamiento, sus estilos y características personales se reflejan directamente en la conducta de los estudiantes. Los docentes en servicio, así como aquellos que se encuentran en proceso de formación se concientizarán acerca del papel que deben desempeñar y de la necesidad de obtener una formación adecuada que los capacite y ayude para cumplir esta delicada tarea que espera de ellos muchas responsabilidades.

Por lo tanto, el rol del orientador, es una condición que no representa una nueva función; ya que el docente siempre ha estado ligado a esta actividad, pero el normativo lo desglosa de una forma más técnica, donde el docente tendrá necesidad de capacitarse en algunas áreas específicas que le ayuden a reforzar y potenciar las cualidades propias que él posee y le sirven para cumplir este rol. Por ello, el docente orientador representa para el estudiante representa para el estudiante la persona más cercana, debido a su diario compartir dentro del aula, el los atiende y asesora en todas sus actividades, a la vez que orienta a los padres y/o representantes de esos estudiantes en la forma como brindarles apoyo en el hogar, y así ayudarlos en su formación integral.

Sin embargo, todo docente al momento de planificar el proceso enseñanza-aprendizaje tomará en cuenta los niveles cognoscitivos, motivaciones, intereses y necesidades de sus estudiantes; a fin de lograr la formación integral de los mismos. Enfocar las acciones diarias, no solo en el aspecto cognoscitivo o desarrollo de los contenidos programáticos, sino destinar parte del tiempo a la atención del estudiante como persona que tiene necesidades y características particulares. Sin duda alguna, el estudiante es el centro del proceso educativo, es un ser completo ha quien ha de tratarse como tal, por lo tanto, se necesitan educadores con una formación integral, que sepan relacionarse con las personas, que interpreten los sentimientos y aprovechen las emociones de los estudiantes para dar dinamismo al proceso educativo. Un educador que facilite información y ayude a los estudiantes a entender el significado de esa información, logre despertar en ellos el interés hacia el cambio de actitudes que se esperan lograr, y para el cual el estudiante necesita sentirse seguro y libre de amenazas, de ahí, que el docente debe actuar bajo un ambiente donde reine el respeto, la libertad, la creatividad, la comprensión, la aceptación y la autenticidad. En consecuencia, los buenos resultados que espera obtener de la relación entre el docente y los estudiantes depende más de lo que el educador es, como de lo que dice en su contacto diario con los mismos.

Todos los buenos profesores, orientan a sus estudiantes y cuanto mejor lo hacen más facilitan su propio trabajo, pues, el esfuerzo que se realiza a tiempo evita diversos problemas que pueda presentar el estudiante a causa de no recibir una adecuada y oportuna orientación. Los problemas que los estudiantes llevan del hogar a la escuela afectan su aptitud para aprovechar la experiencia escolar y obtener buen rendimiento. En consecuencia, el conocimiento de estos problemas por parte del docente y su actuación respecto a ellos influyen en la actitud que el estudiante va a demostrar en la solución del mismo. En ese diario actuar del docente, está presente el rol del orientador, en el sentido de ayudar al estudiante a comprender y manejar sus problemas y a elegir, con inteligencia la decisión más conveniente.

Es por ello, que la orientación es una actividad que siempre ha estado presente en las funciones del docente, cuando se realiza en forma negativa; el docente influye negativamente en los estudiantes, agravando las frustraciones, debilitando la autoconfianza y el crecimiento personal, cuando la orientación se realiza de forma positiva; puede ayudar a solucionar los más difíciles problemas, ya que estimula al estudiante, lo motiva, le brida confianza y por consiguiente eleva la autoestima para seguir adelante. Los estudios sobre crecimiento y desarrollo del niño que nos presenta la psicología, aportan datos significativos sobre las diversas características humanas, y sobre la amplia gama de diferencias que existen en el individuo. Estos estudios proveen al docente una buena base para determinar expectativas razonables de cada estudiante en particular, lo cual tiene consecuencias notables en el proceso de orientación. El docente motivará para que cada estudiante desarrolle la auto comprensión e incremente la habilidad para enfrentar con confianza problemas futuros que se le puedan presentar.

Es decir, la actividad de ayudar a los estudiantes para que ellos mismos logren establecerse metas, resolver problemas y tomar decisiones no puede verse separada de las funciones de aprendizaje, él como profesor, encuentra que la enseñanza se enriquece y se vitaliza cuando se adquieren nuevas comprensiones de sus estudiantes, y estos se sienten seguros cuando encuentran que su profesor los toma en cuenta y se preocupa por ellos. El docente tendrá presente que en la escuela hay otras personas que también pueden orientar con las cuales ha de mantener una relación cooperativa. Entre estas personas se encuentran los demás docentes, el personal directivo de la institución y los especialistas en áreas específicas.

El intercambio de información sobre los éxitos y fracasos de los estudiantes, la comunicación recíproca sobre las características de cada uno de ellos, las sugerencias sobre las posibles actividades, son cosas que es necesario compartir; ya que proporcionan claves útiles para ayudar a determinados estudiantes a vivir consigo mismo y con sus compañeros, a establecerse metas razonables por las cuales valga la pena trabajar y a verle sentido positivo a ala vida desde el punto de vista individual y social. Por lo tanto, conocer los recursos con los cuales cuenta la institución es importante para una efectiva labor de orientación, por cuanto esta no es una actividad aislada, sino la confluencia de muchos factores y esfuerzos. Nerecí (1976) refiriéndose a esta labor establece:

El apoyo y comprensión del personal directivo es quizás, el más valioso recurso del docente para ejecutar las funciones de orientación. Sin esa ayuda, todo programa será débil e ineficaz. El director debe guiar al docente en el desarrollo de sus habilidades y procurarle las condiciones y recursos indispensables para cumplir con las responsabilidades de la orientación, reconocer los esfuerzos del docente y brindarle ese apoyo que le de un sentimiento de seguridad (p. 46)

El director es esencial para el desarrollo del programa de asesoría por cuanto le compete proveer el liderazgo y el soporte personal y suministrar las facilidades necesarias para el desarrollo de un programa de este tipo, así como propiciar el clima para las relaciones humanas en el liceo. Más aún, él establece y facilita el contacto entre el orientador y el educador, sin su apoyo, participación y compenetración, la filosofía y el programa serían insignificantes. Para que el programa de asesoramiento sea exitoso, es necesario contar con el pleno apoyo del personal directivo y docente.

En consecuencia, es muy importante que el asesor-consultor ayude a la dirección a facilitar el surgimiento de una atmósfera que produzca el máximo crecimiento de todos los participantes en la función educativa. Además debe promover el pensamiento creador, la espontaneidad y los nuevos enfoques de la tarea educacional. Los docentes serán un gran recurso para el desarrollo de las actividades de orientación en la escuela, pero han de estar preparados y dispuestos a cumplir esa función; en tal sentido Johnston (1977), al tratar ese aspecto señala lo siguiente:

La eficacia de un programa de orientación depende de la existencia de docentes entusiastas y preparados, con una adaptación personal segura, preocupados por sus alumnos a fin de que estos reciban una formación integral, se capaciten para trabajar en armonía con los demás y aprendan a resolver sus propios problemas (p. 21).

El docente, es la figura central en el programa de orientación como asesoramiento, puesto que él debe identificar las necesidades y posibilitar cambios y crecimiento. Le interesa desarrollar experiencias significativas a través de la relación maestro-estudiante. También provee experiencias planificadas de orientación a través del proceso educativo. El docente ya no podrá ser el transmisor de conocimientos, dador de clases o expositor de hechos y teorías, sino que deberá desempeñarse como un facilitador de oportunidades que propicia experiencias de aprendizaje, un orientador, un promotor, un investigador. El orientador y el docente deben estar conscientes de que cada individuo desarrolla su creatividad en función de distintas iniciativas, optando cada cual por las actividades que más correspondan a su estado de crecimiento y a sus particularidades físicas y psicológicas.

La labor de la orientación, no es la de condenar ni limitar las iniciativas individuales, sino enfocadas hacia aquellas actividades que permitan cada persona desarrollar sus habilidades en un ambiente de compañerismo; cooperación y respeto por las diferencias individuales. En tal sentido, El Normativo de Educación Básica (1983), cuando hace referencia al perfil del docente establece:

En su rol de orientador, el docente proporciona al educando atención como persona, toma en cuenta sus características, necesidades e intereses, fomente el conocimiento de sí mismo, de los demás y del ambiente que lo rodea y le ayuda en la exploración y orientación vocacional (p. 29).

La orientación personal social que el docente da al estudiante, es una de las funciones más importantes de la escuela moderna es la adaptación de los estudiantes al medio social donde les toca actuar, y una manera de contribuir a esta función es asesorar a los estudiantes en su adaptación a las diferentes situaciones del triángulo hogar, escuela, comunidad. La orientación vocacional profesional es un largo proceso que se realiza de acuerdo con los niveles de maduración, o tareas del desarrollo del estudiante, en el cual se requiere que a éste se le suministre una adecuada información sobre sí mismo, sobre la realidad profesional y la participación activa del sujeto en la interpretación y asimilación de la información para así llegar a una toma de decisiones exitosa. De igual manera, señala las funciones a desarrollar para el logro de ese objetivo, por lo cual el docente centrará sus esfuerzos en:

1. Estimular en los individuos el espíritu de superación, fomentar en los educandos y demás miembros de la comunidad el cultivo de valores concernientes a la persona, la familia y la nación, por medio de tareas para detectar y corregir deficiencias, propiciando un clima adecuado que facilite la comunicación interpersonal e interinstitucional ayudando a los estudiantes a comprender y asimilar los rápidos cambios producto de la dinámica social, estimulando la crítica por medio de la reflexión y el análisis, relacionado con lo hábitos de trabajo, la toma de decisiones para incorporarlos a la vida laboral o en la continuación de estudios, contribuyendo a la formación para la vida, con énfasis en los roles que debe cumplir el individuo como ciudadano, estudiante, profesional, padre de familia y otros.

Condiciones Personales del Docente-Orientador del Proceso Educativo

El docente orientador es un profesional que por la naturaleza de las funciones que cumple es deseable que reúna ciertas características y actitudes personales que le permitan interpretar y desempeñar su rol de asesor de los estudiantes, tanto en aspectos personales como académicos. El hecho de asumir la responsabilidad de la formación integral de los ciudadanos de un país, le hace estar claro y consciente del papel que ha de desempeñar frente a este proceso el cual exige de él, esfuerzo, dedicación y madurez emocional para relacionarse y tener confianza en sí mismo. Algunas de las condiciones personales y actitudes necesarias de las funciones de orientación son las siguientes:

  • 1. Habilidad para tratar con la gente.

  • 2. Tener iniciativa y liderazgo, donde esté presente la empatía.

Es decir, capaz de sentir y comprender a los estudiantes y establecer el mantenimiento de la confianza de los educandos y de las demás personas de la comunidad educativa y a la capacidad de adaptación a nuevas situaciones, donde se evidencie la comprensión, tolerancia y discreción con quienes trata, especialmente con los estudiantes, donde esté presente la sensibilidad para saber cómo y cuándo actuar con honestidad para no decepcionar a los educandos, padres y/o representantes, aceptándolos como son, con una actitud no directiva, evitando dar consejos haciéndolo solo en casos especiales siendo auténtico y responsable en el desempeño de sus funciones.

Sin embargo, estas actitudes y condiciones personales en su mayoría son comunes para el docente en cualquiera de sus roles, pero en el de orientación, donde se debe ganar la confianza del estudiante, es necesario que los docentes sean humanitarios, que aprendan a vivir consigo mismo y reconozca sus limitaciones y potencialidades y como seres emocionalmente maduros, se sientan seguros y confiados es su desempeño profesional.

Funciones del Docente Orientador del Proceso Educativo

Según la UNEFA – Trujillo (2008), las funciones del orientador como parte del equipo de profesionales de ayuda, es responsable de brindar atención personal, académica, vocacional y familiar al estudiante que solicite personalmente el servicio o que sea referido por autoridades, profesores o equipo de trabajo. Entre sus funciones están:

1. Cumplir y hacer cumplir las normas y reglamento interno dentro y fuera de las instalaciones, sirviendo de guía y ayuda a los estudiantes en situaciones referentes al rendimiento académico, visitando las aulas para realizar notificaciones y orientaciones generales llevando el control de casos atendidos, brindar atención y compañía a servicios médicos al estudiante que lo amerite.

2. Orientar a los padres y /o representantes de los (as) estudiantes en cuanto a las novedades presentadas y elaborar informes de casos atendidos, planificando charles, talleres, en actividades del núcleo como apoyo a otras dependencias, llevando el control y registro de los distintos programas que incluyen becas, así como también asesorar al estudiantado en la orientación y decisión vocacional.

Principios y Criterios de La Orientación Educativa

El presente trabajo se sustenta en unos principios y criterios que son utilizados como punto de referencia para la interpretación de la situación y delimitación de los objetivos y medidas a desarrollar por el orientador. Son presentados en el informe del Plan de Orientación Educativa realizado por Castillo y León (2006), los cuales se pueden resumir de la siguiente forma:

Globalidad: se concibe la orientación educativa como una actividad necesaria para dotar a la educación del estudiante con un carácter global. La acción educativa implica la planificación de unos contenidos, pero considerando el proceso desde una perspectiva amplia y global. La orientación contribuye a preservar esta dimensión global de la educación, propiciando el desarrollo integral del estudiante como persona.

Generalización: la trascendencia de la acción orientadora hace que se debe llevar a cabo de forma generalizada, aplicándose al conjunto del estudiantado.

Continuidad: se concibe la orientación como un proceso continuo, que se realiza de forma permanente durante toda la escolarización del estudiante, aunque se intensifica en determinados momentos de transición y toma de decisiones.

Sistematicidad: la acción orientadora será desarrollada de forma sistemática, siendo objeto en cada caso de una planificación, desarrollo y evaluación en función de los objetivos propios del ámbito educativo.

Adecuación: la intervención ha de perseguir la adecuación a las características de cada caso, por lo que debe llevarse a cabo con criterios de gran flexibilidad y adaptabilidad, desarrollándose según distintos niveles de concreción.

Prevención: las acciones propugnadas no se limitarán a la intervención y compensación de las dificultades ya existentes, sino que contemplarán su prevención para disminuir el riesgo de aparición en un futuro.

Personalización: la orientación es un factor que debe propiciar la personalización del proceso educativo. Se procurará una atención orientadora específica que considera las necesidades educativas propias del alumnado, en función de sus diferencias en capacidades, motivaciones, intereses y circunstancias particulares.

Corresponsabilidad: la orientación educativa es responsabilidad de toda la comunidad educativa, aunque las funciones y responsabilidades son diferentes para los distintos integrantes.

Especialización: la complejidad técnica de la orientación en el sistema educativo actual hace necesario que el proceso de orientación disponga del apoyo y asesoramiento técnico a cargo de profesores especializados en orientación educativa.

Funcionalidad: Que subordina la organización a las funciones de orientación que se precisan, de acuerdo con las características y necesidades propias de los centros educativos.

Los Objetivos de la Orientación Educativa

Los objetivos señalados por Castillo y León (ob. cit), se tomarán en cuenta cuando se trabaje en función de que el educando obtenga un adecuado rendimiento escolar, es uno de los grandes objetivos que toda institución educativa debe trazarse y para el cual planificará las estrategias necesarias logrando la participación de todos los integrantes de la comunidad educativa; entre ellos el docente y el orientador, ya que la orientación es parte del proceso de formación integral del individuo. Estos objetivos son:

  • 1. Lograr una orientación de calidad para todos los estudiantes que cursan educación media.

2. Asimismo, propiciar a través de la acción orientadora y tutorial el pleno desarrollo de sus posibilidades como personas, para que el orientador contribuya a que el estudiante reciba una atención personalizada en función de sus necesidades educativas, la cual facilita la pronta detección del alumnado que presente características educativas diferenciales además propiciar el desarrollo de iniciativas y programas de intervención adecuadas a las necesidades de orientación de los centros educativos y asegurar una oferta formativa, que posibilite la actualización científica y didáctica del profesorado en relación con su responsabilidad orientadora para que pueda facilitar la difusión de experiencias de especial significación sobre respuestas de orientación desarrolladas en los centros educativos, previa planificación de los adecuados medios y recursos específicos en función de las necesidades de orientación detectadas.

Teorías que apoyan a la Investigación

La orientación educativa, tiene como propósito atender a los individuos en su integralidad, en forma holística, con intereses en todas las áreas de su desarrollo; trabajando de forma preventiva con respecto a aquellos factores que pueden influir negativamente en su vida. En el aspecto sociológico, debe propiciar la capacitación en la toma de decisiones que le permitan emprender acciones participativas, ajustadas al entorno social, a los fines de satisfacer sus necesidades materiales, espirituales, tanto del individuo como de la sociedad.

Es por ello, que el Ministerio Educación, Cultura y Deporte (2004) señala: "el sistema educativo debe garantizar a todo ciudadano una buena orientación con la finalidad de incrementar en los individuos los principios de democratización y desarrollo autónomo" (p. 23), a través del principio de democratización proporcionará igualdad de oportunidades a toda la población para la formación de un ciudadano con actitudes y valores que fortalezcan el sistema democrático. Aunado a lo expuesto, la orientación educativa, en su fundamento psicológico se focaliza al reconocimiento de las diferencias individuales desde una perspectiva de la diversidad de las capacidades humanas, del desarrollo evolutivo y psíquico del descubrimiento del yo, en concordancia con la riqueza del mundo interior y de su relación con el entorno; con base en las teorías psicológicas y sociológicas que permiten comprender el comportamiento individual y social en las diferentes etapas del desarrollo humano y social.

En su fundamentación pedagógica, la orientación, complementa la finalidad intrínseca del hecho educativo, como es el desarrollo pleno de las potencialidades humanas, y la comprensión de su espacio vital. En tal sentido, Curcho (2001), establece los objetivos que en lo pedagógico se deben alcanzar, al respecto señala los siguientes:

  • 1. Contribuir a la formación integral del educando.

  • 2. Formar individuos críticos que asuman normas y valores de la sociedad para que vivan armónicamente.

  • 3. Facilitar experiencias de aprendizaje que permitan el desarrollo de las potencialidades del educando, con el fin de lograr su autorrealización.

  • 4. Garantizar la atención individualizada, que asegure el éxito de la acción educativa. Integrar a la comunidad a fin de lograr su participación activa en el proceso educativo.

Así pues, la orientación educativa debe capacitar a cualquier niño, niña o adolescente en edad escolar para vivir una experiencia acorde con sus necesidades, intereses y capacidades. Debe facilitar atención y apoyo al educando de manera continua, a lo largo de todo su desenvolvimiento escolar, complementándose con el aspecto vocacional y profesional, para garantizar su plena realización como persona y lograr la máxima aspiración que es la felicidad del ser humano.

Teoría Humanista de Carls Rogers

La obra de Rogers, se encuentra suficientemente representada en dos obras fundamentales, "psicoterapia centrada en el cliente" (1952) y "El proceso de convenirse en persona" (1961). Rogers comienza exponiendo algunas de sus convicciones básicas, de las que la más significativa es su defensa de la subjetividad del individuo "cada persona vive en su mundo específico y propio, y ese mundo privado es el que interesa a la teoría, ya que es el que determina su comportamiento" (p. 101). Todo individuo vive en un mundo continuamente cambiante de experiencias, de las cuales él es el centro. El individuo percibe sus experiencias como una realidad, y reacciona a sus percepciones. Su experiencia es su realidad.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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