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Ciudadano real:condición de hombre participativo (página 2)


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Epígrafe 1.1

  1. Epígrafe 1.2 Se nace o se hace al ciudadano

Hombre.

Puesto que pertenecemos al género humano parecería acaso obvio decir que se nace siendo hombre. Si nos atenemos a las comunes definiciones aceptadas, que no rebasan el marco de lo netamente natural de la designación del individuo de la especie humana, la cuestión quedaría zanjada. No obstante, reconocer la condición de hombre implica, iusfilosóficamente, un poco más desde que se reivindica el término atribuyéndole la titularidad de un conjunto de derechos naturales que elevan la estima de dicha condición haciéndola incompatible con instituciones como la esclavitud y el vasallaje, teniéndosele por estatus de cada individuo humano que se supone, por su natural condición, igual a sus semejantes, libre y por ende premisa básica e ineludible para su inexcusable reconocimiento y protección por parte del ordenamiento jurídico.

Persona.

Luego de esto todo hombre pasa a ser a la vez, por el simple hecho de su nacimiento, persona "…hombre con aptitud para ser titular de facultades y deberes." Todo hombre adquiere la facultad de ser sujeto, actor y no objeto, en relaciones sociales protegidas por el ordenamiento jurídico a través de su reconocimiento por este, pues "…no basta ser hombre para ser persona, sino que se necesita además, estar investido de esa capacidad jurídica, reuniendo los requisitos físicos o naturales relacionados con la condición de hombre y los requisitos atinentes al reconocimiento de la capacidad de derecho. La capacidad podrá ser más o menos extensa, podrá tener más o menos limitaciones y hasta ser reducida en determinadas circunstancias, pero lo que sí no puede concebirse jurídicamente es una persona con incapacidad absoluta de derecho…"

Ciudadano.

Antigüedad:

Era un término ignorado en la antigüedad aunque perfectamente podían reconoce como tales a los individuos nacidos dentro de la polis o civitas, que como persona, dentro de su estatus como tales, y respecto a la sociedad en que vivían estaban dotados de un conjunto de derechos y deberes que le atribuían esa condición, que era estimada por privilegio, pues no todos las personas la poseían. Los derechos de carácter público que suponían el presupuesto primario para acceso al poder se erigieron en el verdadero epicentro de las luchas políticas, pues el estar marginado de ellos implicaba carecer de influencia en la conformación de la voluntad general que determinaría el curso de la política del Estado.

Edad Media:

Al desparecer las estructuras políticas clásicas de la antigüedad aunque subsisten las categorías hombre y persona también sufren bajo el influjo de la nueva sociedad que se gesta pues "Toda la realidad feudal(…)está basada en una estricta división en dos clases primeramente: señores(espirituales y temporales) y siervos. " Toda la jerarquía social y política de este periodo está signada por la sumisión: el vasallo a su Señor Feudal, este al Monarca, este a la Iglesia y esta por último a Dios, los hombres son "libres" ya que no existe esclavitud sino servidumbrecondición esta que por su sola esencia contraría a la de ciudadano.

Modernidad:

Los ideólogos del liberalismo burgués, buscando romper la estratificación hermética de la sociedad feudal, reivindican las categorías: hombre y ciudadano, partiendo de retomar con nuevos bríos el derecho natural, como fundamento de la igualdad y libertad de los hombres, con lo que se abrirá paso al reconocimiento de un conjunto de derechos, algunos de ellos de corte político que le atribuyen a su titular la posición de ciudadano. Claro, todo esto, con mesura véase que a pesar de partir del presupuesto de que"… la nación, y no el monarca o príncipe, es el titular de la soberanía y la soberanía se expresa a través de los órganos de representación política, como el parlamento (..) la nación es distinta del pueblo, pertenece a la nación una parte del pueblo, ya que ese concepto de nación estaba montado sobre la base del sufragio censitario y capacitario.", lo cual es confirmado en la Declaración de Derechos de la Revolución Francesa que especifica que hay dos condiciones: la de hombre y la de ciudadano.

Con la misma evolución de las sociedades modernas y su lógica repercusión en el pensamiento, así como las luchas sociales estas limitaciones iniciales se verán superadas hasta reconocer universalmente a todos los individuos un conjunto de derechos, ya no solo de contenido político, que le permitan el pleno desarrollo de su dignidad humana dentro de la sociedad a que pertenece. Así quedó configurado, al menos en principio, con la atribución de un grupo de derechos que le permiten actuar, con mayor o menor eficiencia en la vida pública de su sociedad, el ciudadano moderno, merecedor al menos en el plano formal de tal condición.

Epígrafe 1.3 ¿Qué ciudadano tenemos hoy?

En principio tenemos en todos los ordenamientos jurídicos la aceptación de la existencia del ciudadano, sujeto equipado de un conjunto, más o menos amplio, de derechos y deberes respecto a su Estado los cuales puede ejercer a través de un conjunto de vías que le permiten en caso de ejercerlos sistemáticamente elevarse de la condición de ciudadano formal, en que la simple positivación de sus derechos y deberes cívico-políticos lo han situado, al plano superior de ciudadano efectivo, fundamentado por el uso eficiente, consciente y responsable de los derechos y el cumplimiento diligente de los deberes de los que se le ha dotado.

El gran reto del ciudadano de hoy día es superar con verdadera presteza, inteligencia y voluntad los obstáculos que le imponen los que pretenden manipularle según sus intereses, a fin de hacerse con el dominio exclusivo de las cuestiones públicas, el poder, a través de mecanismos de la más diversa índole, sea la generación de un sentimiento de confianza en fuerzas políticas constituidas y consolidadas que se alterna el poder; la instrumentación de la pérdida de la fe en que puede hacer algo por cambiar el status quo, o peor aun convirtiéndolo en un consumidor que es la síntesis de todo lo anterior, el sumum de la enajenación, un hombre volcado solo a lo privado, como lo describe Erich Fromm "Hoy está fascinado el hombre por la posibilidad de comprar más cosas, mejores y sobre todo, nuevas. Está hambriento de consumo. El acto de comprar y consumir se ha convertido en una necesidad compulsiva e irracional, porque es un fin en sí mismo, con poca relación con el uso o placer de las cosas compradas y consumirlas." Lo cual resulta sumamente provechoso a las intenciones de quienes pretenden establecer en su beneficio el imperio del pensamiento único pues "A menos pensamiento, pensamiento más tiránico y absorbente."

De lo que resulta que aun cuando el ser humano nace hombre, se le reconoce automáticamente como persona y con ella un conjunto de derechos o facultades que le dan la condición formal de ciudadano, son las circunstancias que rodeen el contexto en que ese individuo se desarrolle lo que determinará que se constituya efectivamente en ciudadano. Luego el ciudadano formal es el simple resultado del reconocimiento automático por el Derecho de un conjunto de atribuciones de carácter público a la persona individual, en tanto la condición de ciudadano real, superior a aquella, consiste en una actitud ante los asuntos público, que se alcanza como resultado del contexto social en que se desarrolla la persona y también un poco por la voluntad que ponga en participar, en no permanecer al margen.

1.4 Los Paradigmas.

Partiendo de lo anterior sería oportuno analizar la conexidad entre el reconocimiento de medios participativos y su utilización con la existencia de ciudadanos, conscientes y practicantes de su condición, desde los modelos clásicos y contrapuestos.

1.4.1 Participación Antigua: el Modelo de la República Romana.

El modelo de la civitas patricio-plebeya de la República estaba diseñado de forma tal que los individuos podían no solo influir en él sino también decidir y controlar, pues se partía del reconocimiento de que la soberanía pertenecía al pueblo y por ende solo real si era ejercida y controlada directamente por este. Para ello estaban equipados de facultades que les permitían insertarse en el mecanismo del poder, tal es el caso de el derecho a Provocatio ad populum o derecho a recurrir ante los comicios contra la pena de muerte o castigo corporal, el lus sufragii o derecho de votar en asambleas populares y el lus honorum o derecho de ocupar cargos públicos, los cuales los hacía perfectamente equiparables a los ciudadanos, categoría que sería acuñada con posterioridad, si se parte de la concepción de que "…el ciudadano es aquel que reúne las condiciones necesarias para participar en la gestión de los asuntos públicos en el cuadro de la ciudad" y en razón de lo que haremos alusión a los mismos empleando dicho término.

La estructura política romana se basada en tres órganos fundamentales: las Magistraturas, los Comicios y el Senado.

Los Magistrados "… eran funcionarios que debían ocuparse de muchos y complejas funciones electivas dirigidas a dar respuestas a los crecientes problemas de la administración estatal." , esta institución contaba de modo general con un conjunto de características entre las que destacan la electividad que concordaban con el derecho al sufragio por lo que cada ciudadano romano tenía las posibilidad de participar en la selección o ser seleccionado en virtud del Ius honorum y la responsabilidad que aporta otra nota a favor de la participación al permitir controlar la gestión de estos mandatarios, haciéndoles rendir cuenta de su desempeño y permitiendo la revocación de sus nombramientos en última instancia.

Más allá de estas vías generales en que se intervenía en el ejercicio del poder a través de la elección y el control de los magistrados, una de las magistraturas, el Tribunado, estaba dotada del ius intercessionis que la hacía constituirse, en sí misma, en mecanismo de control al que podían recurrir sus mandatarios para vetar decisiones de los demás magistrados.

A esta magistratura-mecanismo de control se le suma la posibilidad del uso de otro recurso basado esencialmente en el valor de la opinión popular la provocatio ad populum que confría la posibilidad a todo ciudadano de apelar ante los comicios por la pena impuesta por un magistrado.

En cuanto a las asambleas conocidas como comicios eran el escenario natural de la intervención directa en los asuntos públicos, en los cuales cada miembro gozaba, con plena igualdad, de idénticos derechos a participar de la elaboración de las decisiones.

Los Comicios fueron de variada naturaleza, según el criterio que se siguiera para su organización, de ahí que existieran Comicios Curiados, Comicios Tributos,Comicios Centuriados y Concilios de la Plebe, siendo los más relevantes en el período que nos interesa los dos últimos.

Los miembros de los Comicios Centuriados, obligados a prestar servicio militar, gozan de iguales derechos y deberes militares, intervienen en la elección de magistrados con Imperium y de los censores, así como en la votación de las leyes propuestas por los magistrados, con lo que su ius sufragii extiende su alcance dándoles competencia además en asuntos legislativos.

Por su parte en los Concilios de la Plebe se eligen a los Tribunos de la Plebe y a los Ediles plebeyos, se votan los plebiscitos propuestos y acogen la provocatio ad populum contra los tribunos.

Con lo que se demuestra que en los comicios se creaba espacio para el uso de todos los derechos de los ciudadanos con implicaciones públicas.

Sobre el Senado la influencia popular va a ser un poco más indirecta, pues sus miembros eran designados por un magistrado y su convocatoria a cesión provenía de un magistrado con Imperium, pero en medio del diseño de poder explicado esto resultaba factible sin hacer peligrar los principios de soberanía popular.

1.4.2 Participación Actual: la materialización del Modelo de Montesquei

Los pilares de este modelo, que es el que se ha instrumentado en la inmensa mayoría de nuestras sociedades y el cual se ha autodenominado democrático, fueron establecidos sobre la base de principios diferentes: la tripartición de poderes que supuestamente debe crear un equilibrio y contrapeso de atribuciones que evite los excesos, la representación como estatus ideal de los funcionarios electos y como complemento a la creencia de que estos mecanismos resultan suficientes la ausencia de control del poder estatal.

Por su propia naturaleza este sistema no crea espacios de vinculación permanente o al menos estables y de una significativa periodicidad.

Entre las principales vías de participación política institucional figuran:

  1. El ciudadano dotado de derecho al sufragio activo se ve casi reducido a la elección de sus representantes que serán a su vez los miembros de los antes referidos poderes, especialmente ejecutivo y legislativo, y sobre los cuales no tendrán más control que el que cada uno pueda ejercer según sea su ascendencia en la sociedad de que se trate, sea por ser una personalidad pública respetada o por su peso en la economía, siendo esto último siempre más eficiente, pero nunca como simple ciudadano pues esta condición no otorga en este punto mayores prerrogativas al no existir medios de control vinculantes ni durante su desempeño ni después de finalizada.

  2. Las elecciones que han sido magnificadas al punto de que "Ha sido frecuente partir de un concepto simplista de lo que pueda ser la participación política y ligar dicho término a una determinada estructura de poder político- la democracia euro-americana-por considerar que participación política era igual a participación electoral."
  3. Las asociaciones voluntarias con fines políticos entre las que los partidos políticos constituyen el núcleo duro y teóricamente ofrecen "…a los ciudadanos un medio de hacer sentir su influencia sobre los gobernantes de una manera más decisiva…"

En realidad han devenido en un freno al derecho al sufragio, tanto activo como pasivo, pues los sistemas electorales se estructuraron sobre la base de la creencia que la sola diversidad de partidos implicaba diversidad de ofertas políticas y estos han creado exigencias de campañas "competitivas" en las que el capital que respalde la difusión de los candidatos deviene factor determinante de la victoria, siendo así que se termina votando por los las cúpulas de los partidos han elegido, de entre los suyos obviamente, y sin acceso a estar siquiera entre los propuestos como no se pertenezca a esa élite.

No obstante constituyen un medio promisorio para la formación de la opinión publica, pues quienes se insertan en los mismos ganan en conocimiento de las materias públicas y a su vez pueden cooperan con ideas y puntos de vista sobre los más recomendable al bienestar común.

3. y las instituciones legalmente establecidas, pero de poco empleo como la iniciativa legislativa, que permite a los ciudadanos, habiendo reunido un mínimo de firmas de respaldo, formular propuestas de leyes que quedan a consideración las legislativo; el referendo y el plebiscito, mecanismos de consulta popular, pero que desafortunadamente dependen de su convocatoria por los órganos de poder, los cuales hacen depender una cuestión de interés colectivo del resultado de los mismos. Mecanismos estos que encierran en sí un considerable potencial democratizador, pero cuyo escaso empleo los hace equiparable a la inexistencia.

Para tener una idea más completa del contexto en que se desarrolla la participación en las sociedades modernas hay que considerar los factores de disuasión de participar y los medios de comunicación que invierten cada vez más capital en enajenar que en producir, conformando "…lo que llamamos violencia simbólica, esto es, crear las condiciones espirituales, mentales, ideológicas que finalmente permiten que los dominados no se den cuanta de que son dominados y de este modo puedan vivir felices. Viven felices porque no saben que son dominados. "

De lo que resulta que aunque en un principio se entendiera que "La sociedad moderna, desde las Revoluciones liberales, se diferencia de la sociedad del Antiguo Régimen, en que no solo existen políticamente los gobernantes, sino que el hombre pasa de ser súbdito a ser ciudadano, con la atribución desarrollo y ejercicio de las libertades políticas. Ciudadanía, libertad, participación y control son sustanciales a la sociedad política moderna" los recursos empleados por las minorías económicamente dominantes para validar en la práctica el postulado de que un pueblo despolitizado es más fácilmente manipulable ha llevado al punto de hacer dudar de que, en medio de esta tormenta, haya algún individuo "…por ahí perdido, luchando contra los chaparrones, soportando los azotes del viento, apretando contra su corazón el documento que lo acredita como ciudadano con derecho a votar, pero tal como están las cosas en el cielo, va a tardar mucho en llegar, si es que no acaba regresando a casa y dejando los destinos de la ciudad entregados a aquellos que un automóvil negro deja en la puerta y en la puerta después recoge, cumplido el deber cívico de quien ocupa el asiento de atrás."

Capítulo II

"El futuro no hay que predecirlo, hay que posibilitarlo."

    1. Somos partidarios de aceptar que la perfección es el ideal pero su consecución requiere de unas sociedad ideal en la que ciertamente no vivimos y tal vez no alcancemos a vislumbrar jamás. Lo que si resulta inaceptable es usar esa realidad como excusa y no poner nuestros esfuerzos en función de un futuro más próximo a nuestros ideales.

      Los modelos que hemos expuesto y explicados cuentan cada uno con elementos tanto a sus favor como en contra.

      El primero está diseñado para pequeños espacios y estructuras centrales próximas a la base y para ciudadanos que por su posición económica carecían de muchas de esas preocupaciones absorbentes que llevaron a Rousseau a admitir que, aun cuando el hombre es buena por naturaleza, se hace "…muy difícil pensar noblemente cuando solo se piensa en vivir". Lo que si resulta indudable es que es muy eficaz en la formación de ciudadanos reales al descartar la posibilidad de excluir o alienar al individuo de su lugar en la sociedad, algo que ha sido interpretado por muchos como que esclavizaba a los individuos a los asuntos públicos, argumento descartable si se parte de que lo que te concierne por tu propio beneficio no te esclaviza, tal es el caso de la libertad y ha quedado demostrado que "…la libertad no descenderá hasta el pueblo, es el pueblo quien debe ascender hacia la libertad"

      En el otro extremo nos encontramos con un sistema que preconiza que la política es algo de unos pocos preparados para ello desperdiciando recursos potenciales de participación ciudadana. Un modelo que aunque está concebido para la vida moderna ha fallado por defecto haciendo más por mantenernos al margen de cuestiones de nuestras propias vidas que lo que ha hecho por asegurarnos que las podamos vivir con comodidad, y es que al fin y al cabo la vida pública, como cosa de todos, es también un negocio nuestro si se requiere hablar en términos que ha todos resulten convincentes porque ahí comienza la construcción de nuestra existencia particular, algo que solo ignora un analfabeto político, que es el peor de los analfabetos, aquel que "…no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto…."

      Luego queda claro que imitaciones miméticas a la larga redundarían en la esterilidad, por lo que cada país, según sus propósitos y su realidad social debe tomar, a su libre arbitrio, los elementos de uno y otro que le permitan ajustarse a su proyecto social sin ignorar que para crear una verdadera democracia no se puede renunciar a la potenciación de las vías para la participación.

      2.2 Participación a la medida.

      Sobre este particular, como tantos otros en ciencias sociales, resulta en extremo pretencioso aventurarse a ofrecer soluciones absolutas por lo que simplemente expondremos aquí un grupo mínimo de premisas que estimamos indispensables en el diseño de un sistema que intente promover la formación ciudadana para y en el ejercicio de su derecho a participar.

      En principio, sin grandes pretensiones doctrinales, vale la pena recordar que los conceptos que hemos venido aludiendo, ciudadano y participación, son consustanciales a la idea de democracia toda vez que en esta "…el ejercicio de la actividad político-estatal corresponde a los mismos ciudadanos y, por tanto, tienen estos la doble condición de pueblo como sujeto y destinatario, a la vez, del poder estatal" lo que añade a estas cuestiones, a la par del interés teórico-doctrinal, una potente significación práctica por lo que haremos nuestra exposición partiendo de la referencia que aporta nuestro propio sistema que se ha configurado de forma alternativa a tantos enfoques unilaterales imperantes.

    2. Epígrafe 2.1 Balance necesario.

    3. 2.2.1 Presupuestos imprescindibles de una participación eficiente.
  1. Antoine de Saint Exupery
  1. Reconocimiento de los Derechos Políticos.

Este es el primero de los requerimientos porque sin el reconocimiento de los mismos todo cuanto se enumerará en adelante sería inútil sino se confieren las facultades de implicarse en los asuntos públicos. Ellos figuran en la primera generación de derechos humanos dentro de los que tienen su matización en el ámbito de las relaciones públicas por cuanto son "…derechos cuyos titulares son los ciudadanos y se encarnan en las relaciones de este con el Estado…"

Su mero reconocimiento, es en sí mismo, un aspecto formal pero que no por ello debe subestimarse, pues de su configuración y de la fundamentación que se de a su existencia dependerá en buena medida el resto de la constitución política del Estado en cuestión, razón por la cual estimamos, no solo más ajustada a la verdad científica sino la más propicia a los fines democráticos, la que parte de reconocer que la soberanía reside en el pueblo como lo hace nuestra Carta Magna "Artículo 3: En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado…"

Lo anterior se aviene perfectamente con la opinión de García Pelayo de que "… el sistema democrático se caracteriza por las siguiente notas: a) la voluntad y actividad del estado se forma y se ejerce por los mismos que están sometidos a ella, y b) por consiguiente, el <<pueblo>>, a quien se dirige el poder del estado, es al mismo tiempo sujeto de ese poder del estado, es al mismo tiempo sujeto de ese poder; su voluntad se convierte en voluntad de Estado sin apelación superior; el pueblo es soberano."

Luego si el ciudadano es titular de la soberanía debe estar investido de derechos para su ejercicio pero aun cuando un derecho específico, necesario en algún momento, no esté expresamente reconocido al ciudadano el principio de soberanía popular puede suplir por sí mismo tal carencia, lo que constituye una ventaja adicional, generando un complemento de ampliación a las posibilidades del individuo de participar y al sistema de expandir sus espacios y fortalecer su democracia cada vez más.

2. Vías para participar.

Son la primera garantía a esos derechos y representan a la vez la expresión y los medios para la defensa de la soberanía.

Conocido es por todos que "La no existencia de eficaces causes de participación política es uno de los factores institucionales decisivos que provocan el apoliticismo de los ciudadanos." No obstante si se revisa detenidamente cualquier regulación sobre este asunto saltará a la vista que la cuestión no radica tanto en el número de espacios como en la periodicidad de su empleo y en segundo término en la eficiencia del mismo. Si enfocamos uno por uno los medios existentes nos percataremos que pueden ser más aprovechados.

Comenzando por el más difundido de los estos las elecciones que podrían su limitación actual instrumentando un sistema de exigencia de responsabilidad a los que resultaren electos. Para que sea efectiva la responsabilidad debe estribar en dos puntales esenciales: la rendición de cuentas, que permite conocer el desempeño de estos y el intercambio de opiniones para enriquecer sus conocimientos de las necesidades de los electores, y la revocación del mandato, que permite retirarlos del desempeño de sus funciones cuando no estén cumpliéndolas debidamente. Al respecto la constitución cubana dispone que "los elegidos tiene el deber de rendir cuenta de su actuación y pueden ser revocados de sus cargos en cualquier momento;".

Los plebiscitos y referendos son otra buena muestra ya que si bien está delimitado su alcance por la materia sobre la que deben recaer, siendo que a los primeros se recurrirá para consultas referidas a asuntos de interés general y a los segundos por temas de carácter legal, nada limita su uso a caso excepcionales. Una de las grandes virtudes de estos mecanismos es la legitimación que confieren a los actos o leyes adoptados a través de ellos, tanto hacia el exterior de la sociedad poniendo fin a insinuaciones infelices y hacia el interior como sano ejercicio de intervención en la construcción del modelo social de que se trate. Hoy solo se encuentra recogido expresamente la posibilidad de referendo para la reforma de la Constitución en Cuba pero dentro de la historia de la Revolución la consulta popular antes de la adopción de las grandes medidas sentó un importante precedente que se puede rescatar a la luz de los fundamentos políticos de Estado definidos en el referido cuerpo legal y dentro de los que se encuentra el principio de soberanía popular.

Acorde a lo estipulado constitucionalmente " Artículo 88: La iniciativa de las leyes compete: (…) g) a los ciudadanos. En este caso será necesario que ejerciten la iniciativa diez mil ciudadanos, por lo menos, que tengan la condición de electores." El recurso de iniciativa legislativa está regulado de forma más o menos similar en todos los ordenamientos legales en que se prevé y comparte esencialmente los mismos atributos que el plebiscito y el referendo, siendo igualmente de un uso muy escaso no por responsabilidad directa del Estado, pues no es él quien debe utilizarlo, sino de los ciudadanos, de los cuales la inmensa mayoría desconoce su contenido y alcance cuando no su existencia. A pesar de lo anterior el pasado resiente del país contempla un ejemplo de ejercicio de la misma en respaldo de nuestro sistema político y social que ha quedado plasmado en la Disposición Espacial de la Constitución y que confirma a este como una importante arma de defensa de nuestras conquistas y que como tal debe ser difundido y practicado de modo asiduo.

La esfera de la impartición de justicia también es susceptible de crear opciones de participación popular permitiendo a los ciudadanos integrar los órganos deliberantes, lo que lógicamente requiere una cierta preparación adicional a estos y trae aparejado un control mucho más efectivo del desempeño de los funcionarios judiciales que la simple audiencia pública. Con tales propósitos en nuestro sistema judicial "Para los actos de impartir justicia todos los tribunales funcionan de forma colegiada y en ellos participan, con iguales derechos y deberes, jueces profesionales y legos. El desempeño de las funciones judiciales encomendadas al juez lego, dada su importancia social, tiene prioridad con respecto a su ocupación laboral habitual."

Los partidos políticos han sido otro de los más socorridos ejemplos a los que recurren los actuales sistemas de poder para defender su carácter participativo alegando que la "…pertenencia a una comunidad política abarca sus dimensiones sociales y civiles. Cada una de estas dimensiones se sustenta en un contexto institucional: el sistema jurídico respecto de los derechos civiles, la educación respecto de lo social y el sistema electoral y los partidos respeto de lo político." Si nos atenemos a la concepción de que para obtener pluralidad de ideas políticas no es necesaria estructura alguna bastando con que cada individuo piense y manifieste su sentir sobre este asunto y que además el desarrollo pleno de los derechos electorales se puede alcanzar dando a cada persona idénticas oportunidades de expresión y divulgación de su candidatura, lo que modestamente puede asumir el Estado resulta que no son para nada imprescindibles los partidos políticos. Toda forma de asociación que promueva el dialogo, el pensamiento y la superación política de sus integrantes estaría cumpliendo con idénticas funciones que las de un partido, independientemente del nombre que se le de, en razón de lo que no tiene nada de censurable que el Partido Comunista de Cuba (PCC) sea el único existente en la isla toda vez que no obstaculiza, ni monopoliza medios de participación algunos ya que su concepción va enfocada la organización y orientación de los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo amparado en su carácter de vanguardia de la nación.

Ahora bien "…hay que decir que es participación política toda actividad primariamente política del ciudadano o que sin serlo, primariamente, se polariza al entrar en contacto con la estructura de Poder." ,o sea, la participación no se agota en los causes institucionales pues los ciudadanos interesados en hacerse parte de la vida pública realizan otros actos que vendría a ser catalogables de participación política informal. Las conductas que pueden ser abarcadas dentro de esta perspectiva tiene lo más diversos matices y van desde la lectura de los medios de prensa de opinión, la búsqueda de información política, la realización de estudios e investigaciones de tal naturaleza, la manifestación de una opinión, la firma de una petición e incluso el tomar parte de un debate informal exponiendo sus puntos de vista.

Formando parte de los causes participativos anteriores se encuentran las organizaciones sociales, legítimas en virtud del derecho de asociación y muy útiles en la creación de la cultura del intercambio, el trabajo en colectivo y la tolerancia, que son básicamente los mismos valores que deben regir para el buen desenvolvimiento de todo conglomerado humano, por lo que bien merecen el respaldo estatal al ejercicio de sus funciones, que para nada ha de confundirse con intervensionismo del Estado. Para la instrumentación de lo anterior parte nuestro máximo cuerpo legal de establecer que "Artículo 7: El Estado socialista cubano reconoce y estimula a las organizaciones de masas y sociales (…) que agrupan en su seno a distintos sectores de la población, representan sus intereses específicos y los incorporan a las tareas de la edificación, consolidación y defensa de la sociedad socialista."

En definitiva se aprecia que el reto radica en obtener de estos medios de participación el mayor de los provechos antes de entrar a crear otros nuevos cuya concepción sería más acertada como resultado de la necesidad que de ellos encuentre el ciudadano porque el reiterado ejercicio de la participación se lo indique, garantizando que estos espacios sean realmente útiles y empleados. Indisolublemente ligado a este perfeccionamiento en busca de optimización tenemos un conjunto de factores que resultan sensibles a la hora del adecuado desempeño participativo dentro de los cuales uno de los de mayor peso es la educación.

  1. Educación.

El perfeccionamiento de los espacios participativos tiene una conexidad directa y recíproca con la subjetividad del individuo que interviene en ellos, punto en el cual la educación entra a desempeñar su rol instructivo y formativo de verdaderos "…titanes por la fuerza del pensamiento, por la pasión y el carácter, por la universalidad y la erudición…"

Quizás porque es de conocimiento general que "La educación hace a la persona fácil de llevar pero difícil de manejar, fácil de gobernar, pero imposible de esclavizar." el sistema capitalista ha potenciado, con todos los recursos y los conocimientos de que dispone, el consumismo que no debe ser entendido en sentido restrictivo como la promoción de estándares de consumo de mercancías convencionales sino como "…un movimiento empresarial para la instrumentación democrática del consentimiento [a través de] la penetración de todos los aspectos de la vida (el hogar, el ocio, la psique, el sexo, la política, la educación, la religión) por un ethos (o estilo de vida) de imágenes que todo lo consumen." La productividad, en término económicos y no económicos, de este recurso hacen perfectamente sostenible el postulado de que " …la ideología cultural del consumismo resulta útil para legitimar el capitalismo global en todas partes."

Los grandes retos, por tanto, en este tema es que la preparación que requiere el ciudadano de hoy debe ser capaz de vencer la inercia, la ignorancia política y la alineación que como "… dolorosa corona de espinas, (…) llevan, y no lo saben, quizá porque no sangran fuera del cuerpo, aquellos hombres a quienes no se permite ser reyes de su propia persona."

Por ello la educación a que nos referimos debe ir enfocada hacia la instrucción básica no dogmática, superando los cánones convencionales, para formar en cada persona los hábitos y habilidades que le permitan hacer del conocimiento un proceso constante, creciente y perfectible aparejado al propio desarrollo de la personalidad desde la comprensión de que "La capacidad de conocer el mundo forma parte considerable de la conciencia de sí mismo del ser humano"

Pertinente y necesario resulta lograr que la formación integral parta de enseñar a leer, escribir y pensar críticamente armonizando componentes esenciales de toda correcta conciencia ciudadana como son el respecto a la diversidad, la cultura del debate, el conocimiento de la propia identidad y sentido de pertenencia a la colectividad.

Al hacer alusión a la "…diversidad debería interpretarse en el sentido más amplio del término y abarcar las diferencias que incluyan pero no se limiten a la etnicidad, la raza, el género, la religión, la situación geográfica, el estatuto socioeconómico y los impedimentos físicos" lo que siéntalos pilares de la tolerancia que tanto nos urge.

Vivir en sociedad requiere, además del conocimiento de los derechos que en ella hemos de ostentar, el dominio de otros elementos para el ejercicio coherente y provechoso de estos con el de nuestros conciudadanos entre los que merecen ser promovidos la habilidad de exponer y defender juicios propios en público, el respeto al derecho de terceros de manifestar sus opiniones , la aceptación las ideas de otros que resulten mejores que las propias y la capacidad de hacer ciertas concesiones en el favor colectivo, esto último muy imbricado a la conciencia de pertenencia a un ente colectivo, algo que puede estar presente desde el momento en que las ideas que se promuevan estén dirigidas a la consecución del bienestar común.

La aceptación de la diversidad, primero de los elementos a los que haciamos referencia, para nada implica la exclusión de la educación identitaria toda vez que necesitamos saber quienes somos para poder aceptar a los demás como son, sin perdernos o ser absorbidos. El componente histórico cultural en el proceso educativo es determinante para que, debidamente valorada la propia identidad, no seamos voraces consumidores de otras identidades que pongan en peligro el sentido de pertenencia a la colectividad nacional por falta de identificación con esta.

Las amplísimas posibilidades de un sistema de educación bien concebido hacen que sea "…el gran reto del siglo XX: "invertir" en la educación, en cada persona, de manera que esta sea cada vez más capaz de expresar, afirmar y desarrollar su propio potencial humano, con su singularidad, constructividad, creatividad y responsabilidad. Y sentirse al mismo tiempo miembro de una comunidad capaz de dialogo, de confrontación y de solidaridad. "

Cuando decimos que la educación puede ser un reto lo hacemos desde el conocimiento de que, a pesar de ser derecho reconocido en muchos ordenamientos jurídicos, el paso del Estado de bienestar al Estado neoliberal a cambiado sensiblemente la forma en que el ente estatal está asumiendo la debida garantía material al mismo, con lo que está vulnerándolo al hacerlo inejercitable para quienes no pueden pagar su educación.

La trascendencia de esta cuestión no pasó desapercibida para la Constitución cubana. Las primeras referencias a la educación aparecen como parte de los Fundamentos Políticos, Sociales y Económicos del Estado asumiendo este el carácter de garante de "…que no haya persona que no tenga acceso al estudio, la cultura y el deporte…" lo que se complementa con las regulaciones del Capítulo V Educación y Cultura entre las que se encuentra la que establece que "…b) la enseñanza es función del Estado y es gratuita…" y que "…En su política educativa y cultural se atiene [el Estado] a los postulados siguientes: (…) c) promover (…) la preparación de los niños, jóvenes y adultos para la vida social. Para realizar este principio se combinan la educación general y las especializadas de carácter científico, técnico o artístico, con el trabajo, la investigación para el desarrollo, la educación física, el deporte y la participación en actividades políticas, sociales y de preparación militar;" aspectos cuya implementación práctica ha sido real desde antes de la existencia misma de la norma constitucional y que aun pueden ofrecer más a la formación del hombre nuevo.

4. Potenciación de los factores estimulantes de la participación.

Estos vienen a hacerle de contrapartida a los factores de disuasión, unido a la formación que reciba cada ciudadano por parte del sistema educacional, al apoyar el empeño democrático difundiendo la consideración de la participación como un deber moral, el enfoque de la misma como la posibilidad de acceder a los medios de intervención en asuntos relevantes y enfocándola como vía de obtener satisfacción de necesidades sociales y particulares no contrapuestas.

Claro está que el mejor de los espaldarazos lo recibirían estas ideas si se logra que cada espacio participativo responda adecuadamente a las razones que fundamentan su existencia cumpliendo cabalmente sus funciones.

Creemos sinceramente que, en principio, estos presupuestos pueden desarrollarse en cualquier sociedad que tenga vocación democrática toda vez que parten de mecanismos existentes que solo demandan una comprometida voluntad política para dar más de sí mismos sin necesidad de ajustarse a recetas preestablecidas sino con apego al principio de que "Ser libre es participar. La política ha invadido todos los campos y esferas de la vida; no es ya un comportamiento marginal al desarrollo vital del hombre.

Valga lo anterior para desmentir, de paso, a quienes se cuestionan si nuestro sistema es democrático al recordarles que cuanto más participativo se sea más democrático se es y nuestro sistema, como hemos venido exponiendo, amen de ser perfectible, está diseñado de forma tal que con amplitud supera cualquier tipo de escala de niveles de participación que se pueda aplicar a las "democracias representativas" actuales.

Una vez más al defender estas ideas nos sabemos susceptibles de ser tomados por idealistas o soñadores por lo que permito recurrir una vez más a la literatura para alegar que "…son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita. Pero son también los sueños los que le ponen una corona de lunas, por eso el cielo es el resplandor que hay dentro de la cabeza de los hombres, si no es la cabeza de los hombres el propio y único cielo. "

Conclusiones

"El destino del hombre es esencialmente

una vocación de libertad."

Píndaro

Como solo un buen sustrato puede proveer los mejores frutos del mismo árbol que hubiese sido virtualmente estéril en suelo árido, así podemos ver que el mejor ejemplo de ciudadano es aquel que se encuentra en una sociedad donde tiene causes de desarrollo de su rol social, por que ese oficio de ser ciudadano contra viento y marea, a la usanza de un Quijote moderno, no es algo que todos pueden enfrentar.

Participar, intervenir de los asuntos públicos, es la única vía factible para crear ciudadanos, aquellos que por medio de la práctica repetida aprendan las habilidades propias de quien está habituado al ejercicio de sus derechos, y se ha conviertan en agentes activos de la optimización y ampliación de las vías participativas, abriendo nuevos espacios para hacerse oír e influir en la vida pública. La interrelación dialéctica de estas categorías hacen que, independientemente de que puede haber una educación previa que prepare a la persona para un mejor inicio de su vida ciudadana, solo a través de la participación efectiva se aquilata el valor de tales conocimientos y de los derechos de los que disponemos pero que muchas veces, desafortunadamente, entran en ese género de cosas que "…todo hombre sabe que tiene pero no sabe lo que vale."

Para el funcionamiento de un modelo de sistema político participativo moderno esencialmente, en principio, la cuestión no radica tanto en cambiar los espacios de participación por otros más inclusivos, lo cual es deseable, sino en alcanzar el máximo aprovechamiento posible de los existentes, los cuales, robustecidos, crean los precedentes necesarios para su posterior expansión al preparar a los ciudadanos para hacer uso de ellos, perfeccionarlos, y concebir los nuevos según las experiencias prácticas les indiquen.

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15. Teoría del Estado y los sistemas políticos.

Constitución de la República de Cuba

 

Autora:

Orisel Hernández Aguilar

Universidad de Pinar del Río

Departamento de Derecho

 

Partes: 1, 2
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