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Ciudadano real:condición de hombre participativo


Partes: 1, 2

    1. El ciudadano Hombre
    2. Balance necesario
    3. Conclusiones
    4. Bibliografía

    "…si usted considera que el trabajo de los revolucionarios consiste en arrancar ciertas concesiones definidas del gobierno, entonces la secta secreta y el cuchillo le deben parecer las mejores armas, porque no hay otra cosa que teman tanto todos los gobiernos. Pero si piensa usted, como pienso yo, que forzar la mano del gobierno no es un fin en sí mismo, sino solamente un medio para un fin y que lo que nosotros necesitamos realmente reforzar es la relación entre hombre y hombre, entonces debe usted ir a la obra de manera diferente."

    1. "El Tábano" Ethel L. Voynich, Editorial Arte y Literatura, 2005, Pág. 175

    Introducción

    Ha sido recurrente durante las últimas décadas analizar, desde cada ciencia en específico, el impacto que va teniendo la forma en que se está construyendo (destruyendo) el mundo moderno, tratando de aportar cada una de ellas un respiradero para sofocar la actual situación y prevenirnos de las consecuencias de su mal manejo, puesto que nos afecta a todos como miembros de una sociedad sin fronteras que la globalización nos ha regalado para extender desgracias; pero también para una suerte que debemos aprovechar y merecer.

    Si desde el derecho se pretende incidir favorablemente para coadyuvar a este cambio vital que se necesita, la transformación en cuestión deberá ir dirigida a abrir las vías a las mayorías para que puedan tomar el timón de sus (nuestros) destinos, e implementar a través del poder un cambio de rumbo que no solo incida sobre los males sociales, ya suficientemente conocidos por lo padecido, sino sobre sus causas, trazando políticas preventivas, rescatando, de inicio y por necesidad, la fuerza imprescindible de todos y cada uno de nosotros, hombres y mujeres, anónimos pero indispensables, que en vista de los retos que enfrentamos debemos hacer de cada uno el mejor ser humano que podamos.

    Así lo demuestra de mejor manera algo tan simple como un cuento que por lo extraordinario es más que suficiente y por tanto quisiera compartir: "Dicen que un sabio estaba trabajando para intentar aportar a la solución de los problemas de la humanidad y su hijo, de seis años, fue a verlo. Le dice: "Papá, vengo a ayudarte." Y el padre dice: ¡Un niño de seis años qué me va a ayudar con todo esto!" Pero no se lo pudo sacar de encima, buscó con qué entretenerlo, y encontró un revista. En la revista había un mapa del mundo. Arrancó la hoja, agarró una tijera, lo cortó en pedacitos y le dijo: "Como a ti te gusta armar rompecabezas, trata de armar el mundo." Se dijo: "Bueno, con esto tengo entretenido diez días a mi hijo." Y se fue a sus investigaciones, a sus notas. Pero a las dos horas el niño le dice: "Papá, ya está listo; ya lo arreglé." Le había dado una cinta para que lo fuera pegando. El hombre pensó: "Esto es cosa de chicos, vaya a saber qué hizo." Fue a ver y efectivamente, estaba el mapa del mundo arreglado. Le dice: "¿Pero cómo hiciste esto si no conoces el mundo?" "!Ah!,-responde el chico- lo que pasa es que cuando arrancaste la hoja yo vi que del otro lado había un hombre, y como yo conozco al hombre, di vuelta a todo y pegué al hombre. Cuando arreglé al hombre, arreglé el mundo."

    • Capítulo I

    "…la cultura de la resistencia no se puede reducir a la protesta,

    sino que debe ser transformada en una voluntad de participación,

    de formular propuestas."

    Manuel Vázquez Montalbán

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