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De Bernie Madoff a Vicente Ferrer (¿Pirámides o Valores?) (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


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En mi caso, la decisión de invertir en el fondo Rye reflejaba tanto mi profunda ignorancia de las finanzas y mi cierta pereza y poca disposición a remediar esa ignorancia. Para salirle al paso a mi falta de conocimientos financieros y mi perezoso estilo cognitivo frente al tema, se me ocurrió la heurística (o atajo mental) de identificar asesores que supieran más de finanzas y confiar en su juicio y recomendaciones. Esta heurística me había funcionado en el pasado y no tenía razones para dudar que funcionara en este caso.

El verdadero misterio en la historia de Madoff no es cómo los ingenuos inversionistas individuales como yo pensaban que la inversión era segura, sino cómo los riesgos y las señales de alarma pudieron haber sido ignoradas por tanta gente que sabía de finanzas, incluyendo los ejecutivos altamente compensados que dirigían los diferentes fondos "alimentadores" que mantenían el barco de Madoff a flote. La respuesta parcial es que el algoritmo de inversión de Madoff (junto a otros aspectos de su organización) era un secreto celosamente guardado que era difícil de penetrar. También es probable, (como en todos los casos de credulidad) que hubiera en juego fuertes procesos afectivos y de autodecepción. En otras palabras, las cosas iban demasiado bien como para pensar que todo podía estar a punto de colapsar.

Personalidad. La credulidad a veces es equiparada con la confianza, pero el ya fallecido psicólogo Julian Rotter mostró que no todas las personas confiadas son crédulas. La clave para sobrevivir en un mundo lleno de gente falsa (como Madoff) y gente que sin mala intención (y a menudo también crédula) nos lleva por el camino equivocado (mi consejero y los directores del fondo Rye), es saber cuándo ser confiado y cuándo no. Yo soy una persona muy confiada, y además no me gusta decir que no (por ejemplo a un vendedor que me ha dedicado una o dos horas de su tiempo).

La necesidad de ser una persona amable que siempre dice sí no suele ser, por desgracia, una buena base para tomar una decisión que podría poner en riesgo su seguridad financiera. En mi caso, la confianza y la amabilidad también estuvieron acompañadas por una tendencia ocasional hacia la toma de riesgos y de decisiones impulsivas, características de la personalidad que también nos pueden meter en problemas.

Emoción. La emoción es parte de virtualmente toda acción crédula. En el caso de la inversión en un esquema Ponzi, esa emoción que motiva el comportamiento crédulo es el entusiasmo ante la perspectiva de acrecentar y proteger el patrimonio propio. En algunos individuos esto, sin duda, asume la forma de la codicia, pero creo que las personas verdaderamente codiciosas probablemente no se hubieran interesado en los retornos lentos pero constantes que arrojaban los fondos administrados por Madoff.

En mi caso, estaba entusiasmado no por la posibilidad de volverme rico sino por la posibilidad de haber encontrado una inversión que me prometía la oportunidad de construir y mantener la riqueza suficiente para tener una jubilación segura y feliz. Mi hermana, una gran víctima de la estafa, lo expresó bien cuando escribió en un e-mail: "Supongo que hubo algún nivel de codicia. Podría haber comprado certificados de depósito o bonos municipales y haber sido más cautelosa aunque con retornos inferiores. El problema hoy es que no parece haber mucho en lo que se pueda confiar, así que uno tiende a inclinarse por lo que en su propia experiencia ha sido lo más seguro. Conozco a alguien que puso todo su dinero en Freddie Mac y Fannie Mae. Luego de lo que ocurrió dijo que él sabía que el gobierno los rescataría si pasaba algo. ¿Afortunado o inteligente? Es un abogado de valores jubilado. Debería haber seguido su consejo. ¿Pero yo qué sabía?".

Sospecho que un motivo por el que psicólogos y otros científicos sociales han eludido el estudio de la credulidad es que es un ámbito afectado por tantos factores y tan dependiente del contexto que es imposible predecir si y bajo qué circunstancias una persona se comportará de forma crédula. Un problema relacionado es que los ejemplos más catastróficos de la credulidad (como perder los ahorros de toda una vida en una estafa) son comportamientos que ocurren con poca frecuencia. Mientras como regla suelo ser un escéptico sobre afirmaciones que parecen demasiado buenas para ser verdaderas, la posibilidad de invertir en un fondo administrado por Madoff era un caso donde muchos factores -situacional, cognitivo, personalidad y emocional- se combinaron para motivarme a suspender mis facultades críticas.

El escepticismo suele ser tratado como protección contra creencias (como los OVNI) o prácticas (feng shui) que son irracionales aunque no necesariamente dañinas. Ocasionalmente, uno se topa con una situación en la que el escepticismo lo puede ayudar a evitar un desastre tan grande como perder la vida (ser inducido a un crimen) o los ahorros de toda la vida (ser engañado para hacer una inversión riesgosa). La supervivencia en el mundo requiere que uno sea capaz de reconocer, analizar y escaparse de esas situaciones altamente peligrosas.

Entonces, ¿se debería sentir pena o culpar a quienes no fueron lo suficientemente escépticos sobre Madoff y su fraude piramidal? Un problema en este caso es que la mentira perpetrada por Madoff no era tan obvia ni fácil de detectar. Virtualmente el 100% de las personas que le entregó a Madoff el dinero que ganó con esfuerzo (o las dotaciones de instituciones de caridad) se habría reído mucho si hubieran sido contactados por alguien que les ofrecía una inversión en una herencia nigeriana o la oportunidad de comprar pantanos en el estado de Florida. En última instancia, no ser crédulo significa tener la capacidad de reconocer riesgos sociales (o en este caso económicos) ocultos, pero algunos riesgos están más ocultos que otros, y, de esta forma, es más complicado reconocerlos. Muy pocas personas poseen el conocimiento o tienen las ganas de hacer un análisis en profundidad de cada oportunidad de inversión que consideran. Es por este motivo que confían en otros para que los ayuden a tomar ese tipo de decisiones, ya sea un asesor que consideramos competente o los gestores de fondos que deberían supervisar la inversión.

Creo que sería demasiado fácil decir que una persona escéptica hubiera y debería haber evitado invertir en un fondo de Madoff. El gran error en este caso fue haber dejado de lado toda precaución, como en las historias de muchas personas (algunas de edad bastante avanzada) que invirtieron hasta el último dólar con Madoff o uno de los fondos que le entregaban dinero. Una fe así de ciega en una persona, o esquema de inversión, tiene un sesgo un tanto religioso, que no es distinto a la fe continua que muchos de los Drakers seguían teniendo en Oscar Hartzell incluso después de que la naturaleza fraudulenta de su esquema comenzara a volverse muy evidente. Así que el curso de acción escéptico no hubiera sido declinar invertir con Madoff por completo, sino asegurarse de tener una red de seguridad suficiente en el caso (por más baja que haya parecido la probabilidad) de que Madoff no resultara ser el Mesías sino Satán. Puesto que no me tragué todo el cuento de Madoff -había invertido 30% de mis ahorros de jubilación en el fondo- quizás no estoy tan privado de sabiduría como pensé.

(Stephen Greenspan es profesor emérito de psicología educacional en la Universidad de Connecticut y es el autor de "Anales de la Credibilidad")

Los bisnietos de Bernard Madoff serán ya mayores cuando se cumpla la condena que ayer impuso el juez Danny Chin sobre este inversor, acusado del mayor fraude de la historia. Con la cabeza baja y en una sala repleta de sus víctimas, Madoff oyó cómo el juez le imponía una condena ejemplar de 150 años de cárcel tras calificar sus crímenes como "extraordinariamente malvados".

Seguro que la condena disuade a más de uno de cometer fraude. Pero aunque el estafador fue desenmascarado por la crisis financiera, ello no contribuirá demasiado a evitar otra. Sólo subraya las lecciones que, desgraciadamente, todo el mundo tendría que haber aprendido antes.

La pena máxima debería servir de catarsis para las víctimas de Madoff. Puede que el largo periodo entre rejas al que ha sido condenado disuada a los futuros usuarios del esquema Ponzi. Con un poco de suerte, otra de las consecuencias de la condena será que las autoridades examinen con más dureza las alegaciones de fraude. Se les escapó Madoff a pesar de habérseles presentado pruebas relativamente bien documentadas de su trama de 65.000 millones de dólares.

Habrá más escándalos como el de Madoff, sobre todo porque la gente será siempre optimista y codiciosa. La sentencia de Madoff puede finalizar un capítulo tumultuoso. Pero el libro de estafas continuará ampliándose.

El capitalismo según Vicente Ferrer (Obras son amores)

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– Encuentro con un Santo (La Revista Nº 135 de El Mundo – 2000)

(Por Fernando Baeta)

Casi cincuenta grados al sol no parecen ser demasiados para los habitantes de Agraharam, un pequeño poblado situado a pocos kilómetros de Anantapur. El sonido de bienvenida de los tambores calentados al fuego hace crujir aún más una tierra ya de por sí castigada por la sequía y por la historia. Todos quieren ver al hombre que va debajo del paraguas, todos quieren besar al que ha hecho posible que tengan un techo bajo el que dormir, hospitales para continuar viviendo, trabajo para comer, agua para calmar la sed, escuelas para sus hijos, unión para superar las dificultades; todos quieren estar al lado del hombre que les ha regalado la esperanza para seguir adelante. Le colocan collares de flores, le lavan los pies, le besan la ropa, le tocan como se toca lo sobrenatural, le dan agua de coco, dulces; le dan las gracias, le quieren. El que va debajo del paraguas es Vicente Ferrer, San Vicente Ferrer, el santo de la India, el hombre que tuvo un sueño, el hombre que sin pretenderlo se convirtió en milagro allí donde los milagros nunca han existido, el hombre que puso sus ojos y sus manos sobre los dálits, también llamados intocables, los pobres de los pobres.

El sueño de este ex jesuita nacido en Barcelona en 1920 no es otro que el de erradicar la pobreza. Así de sencillo. Sueños que no se evaporan cuando se despierta cada mañana y que a estas alturas de su vida tienen nombres y apellidos. Cuando en 1969 llegó a Anantapur, en el estado de Andhra Pradesh, una de las zonas más tórridas y secas del país, sólo tenía delante de sus ojos la pobreza absoluta. Una organización protestante le dejó una pequeña casa en la que únicamente había una mesa, una silla, una máquina de escribir y un mensaje en la pared: "Espera un milagro". Recuerda que su primer pensamiento tras leer aquello fue que no había que esperar nada, que había que salir a buscarlo. Y él salió. En ese momento, sin saberlo, Vicente Ferrer se empezó a convertir en milagro. Él iba a ser el milagro de la pared, el milagro de Anantapur.

Hoy el milagro tiene cifras, tiene datos, tiene nombres y apellidos. Su radio de acción es de 40.000 kilómetros cuadrados, más o menos como Extremadura, llega a casi 1.100 pueblos y a más de dos millones de habitantes. Se han construido 2.500 casas a las que habrá que sumar 1.200 más este año y se han reparado otras 12.800. Dos hospitales trabajan a pleno rendimiento, un tercero está en construcción y un cuarto ya está proyectado; además, existen dos centros de planificación familiar donde ya han sido esterilizadas más de 40.000 mujeres y más de 1.000 personas se dedican a la sanidad en otros 1.100 pueblos. Existen dos centros para discapacitados, cuatro talleres de rehabilitación y ortopedia y 115 grupos de trabajo que asisten a casi 4.000 personas. Ya funcionan 510 escuelas con más de 46.000 alumnos al año y donde han acabado la enseñanza primaria 26.000; también 6.000 estudiantes han aprendido un oficio en los centros de formación profesional de donde salen todos los años carpinteros, mecánicos, albañiles, fontaneros, modistas… Más de 16.000 mujeres se han unido en 1.000 asociaciones para que puedan participar activamente en cualquier aspecto de su vida o de la vida de su comunidad con los mismos derechos que el hombre; el Banco de la Mujer ha financiado más de 300 proyectos. El agua ya mana de más de 5.000 pozos, se han plantado ocho millones de árboles y están en activo 420 embalses, logrando hasta dos cosechas al año de papayas o mangos. Todo esto ha sido obra de RDT (Rural Development Trust o Consorcio para el Desarrollo Rural), fundado por Ferrer en 1969 y que se ha convertido en el instrumento con el que hacer realidad los sueños y los milagros. Tiene su sede central en Anantapur y en su staff trabajan más de 400 personas.

Por eso, no es de extrañar que 50 grados al sol no sean demasiados para los felices habitantes de Agraharam. "¡Father, father!", le gritan a mitad de camino entre la llamada de atención, el saludo y la veneración. "Siempre seré el 'father' para ellos, poco importa que colgara la sotana hace 28 años". Vicente Ferrer, el father, ha ido a visitar las nuevas casas y todos saben que hoy es un gran día, que el milagro anda por sus callejuelas. Pero el milagro no se acaba aquí. Vicente Ferrer quiere llegar a cuatro millones de habitantes, duplicar el área de acción, el equivalente a Andalucía, y el número de pueblos, quiere erradicar definitivamente la pobreza en la provincia de Anantapur.

"Si vivo más puedo hacer más. Sólo pido eso, tiempo. Quiero hacer más, en mis sueños veo un mundo maravilloso. Me gustaría tener unos pocos años más para acabar de dar el impulso definitivo. Cuando empezamos aquí era imposible tener éxito, era imposible salir adelante. Era un futuro que no se podía ver. Estábamos locos… Completamente locos".

La locura empezó mucho antes. En las calles de Barcelona, primero; en el coro de su catedral, después; y finalmente, en el frente del Ebro, durante la Guerra Civil española donde luchó sin pegar un solo tiro en el bando republicano. En las calles de Barcelona vio a los primeros intocables de su vida; en la catedral empezó a conocer a Dios y en el frente del Ebro vio la luz que le llevó a la Compañía de Jesús. "Elegí los jesuitas porque siempre habían sido perseguidos". Después de pasar por una especie de campo de concentración en Betanzos volvió a Calella y de allí se fue a estudiar a un monasterio al Moncayo. Llegó a la India en 1952. Le atraía todo de la ex colonia británica, pero fundamentalmente las multitudes, la grandiosidad, los 900 millones de habitantes, los casi 100 de intocables.

La lucha

Tras una primera parada en Puna, donde aprovechó para aprender marati, Ferrer llegó a Mammadh, localidad al norte de Bombay, en el estado de Maharastra. Empezaba la lucha. Rápidamente comprendió que había que pasar a la acción, que él no había llegado a la India para orar, ver y callar. Aunque su antecesor le dijo que lo mejor que podía hacer es volverse por donde había venido, Ferrer se quedó. Primero construyó un hospital, después un colegio, luego enganchó dos bueyes a una carreta y empezó a repartir grano. "Nunca hablaba de Dios, había otras prioridades. La acción era lo único importante, la buena acción contiene en sí misma todas las religiones, todas las filosofías, contiene el universo completo". Dios entonces resultaba accesorio y Vicente tuvo siempre muy claro que él no había llegado hasta allí para elevar las estadísticas de bautizos.

Sus métodos empezaban a no gustar. Ni a la Compañía de Jesús, que lo encontraba demasiado independiente y, por lo tanto, peligroso, ni a los políticos nacionalistas y radicales, que creían que empezaba a ser demasiado poderoso. Y era cierto. La pasión se desbordaba a su paso: todos querían sus pozos de agua, todos querían sus colegios, los puestos de trabajo que generaba, la esperanza que transmitía. Al final, los radicales pudieron más y el 27 de abril de 1968 recibió la notificación de expulsión.

Estalló la guerra. Se puso en marcha el Comité de Defensa del Padre Ferrer; fue propuesto para el Premio Nobel de la Paz y la revista Life le dedicó un amplio reportaje que llevaba por título: "Vicente Ferrer, un santo desconocido en la India". Durante un año, mientras la orden de abandonar el país iba retrasándose, miles de campesinos de Mammadh recorrían la distancia que les separaba de Bombay para protestar contra su salida del país. Indira Gandhi tuvo que decir la última palabra. Un telegrama suyo en el último gran mitin ante más de 30.000 personas zanjó la cuestión: "El padre Ferrer marchará al extranjero para pasar unas cortas vacaciones pero será bienvenido a su vuelta". Ferrer se fue y volvió. Pero quisieron convertir su victoria en derrota. La Compañía le quiso atar corto y sólo el gobernador de Andhra Pradesh, uno de los estados más pobres del país, contestó a sus llamadas, después de que le prohibieran volver a Maharastra. Se negó a guardar el silencio que le exigían sus superiores, no quiso aceptar el puesto de maestro que le ofrecían y aceptó la oferta del gobernador de ir a una localidad llamada Anantapur, que quiere decir tierra del infinito, por donde por no pasar no pasa ni el monzón. Era el fin a 16 años en Mammadh. El futuro empezaba de nuevo.

El amor

Y luego estaba una periodista inglesa llamada Ana Perry, de 22 años, 26 menos que el jesuita. Se conocieron en casa de un amigo común en Bombay, ella era la que cubría las manifestaciones en favor de Vicente Ferrer. "Era el 27 de julio de 1968", dice Ana, "y recuerdo tan bien la fecha porque supe desde ese preciso instante que ya nunca me iba a olvidar de él". Se convirtió en la secretaria del Comité de Defensa del Padre Ferrer, estuvo con él hasta que fue expulsado del país, le estaba esperando cuando regresó y fue una de las personas que le acompañó cuando partió hacia Anantapur. "Él no preguntó, yo no dije nada, pero se daba por descontado que íbamos a estar juntos". Y así fue. Se casaron el 4 de abril de 1970 y le expulsaron de la Compañía de Jesús. Le dolió pero no le importó.

Con la frase "espera un milagro" grabada en sus ojos, Vicente Ferrer se puso en marcha. Era y es un hombre que sabe que lo importante y lo urgente es amar, es hacer; que sabe que no hay tiempo para el desaliento, para la estupidez. No se detuvo ante nada. Empezó a aglutinar voluntades, a unir sensibilidades. Cada vez fueron más los que creían que él era el milagro y muy pronto Vicente se dio cuenta de que el verdadero milagro era Ana. Era y es la fuerza que le faltaba, su otro yo, la organización que unir a la imaginación. Eran y son dos en uno. Luego está la providencia y el saber que Dios es. "Mi primer punto de apoyo inquebrantable, fijo como una roca, es la convicción de que Dios es. Y si Dios es, entonces ya todo está hecho. Ya no tienes que preocuparte de nada. Después está la providencia.

¿Sabes que yo creo en la providencia? ¿Qué es la providencia? Yo no lo sé, lo que sí sé es que hay algo en este mundo real que hace lo que le da la gana, pero en general para bien… Pienso que siempre que se me ha cerrado una puerta se me ha abierto una ventana. ¿Quién sino la providencia puso a Ana en mi camino? ¿Y cómo es posible que haya sido la persona perfecta para todo este trabajo? Ha sido la providencia la que hizo que Ana no se fuera a Australia, entrara a trabajar en un periódico y fuera la encargada de cubrir la manifestaciones de Bombay". Tienen tres hijos: Tara, de 28 años; Moncho, de 27, y Yamuna, de 24.

La providencia apareció de diversas formas. Las autoridades indias aflojaron su presión, e incluso ahora participan y cofinancian algunos de los proyectos de RDT. Empezaron a llegar ayudas de los sitios más dispares. Organizaciones inglesas, alemanas, holandesas confiaron en él. Cuando estas ayudas empezaron a flaquear, algunos españoles que conocían su obra empezaron a financiar sus proyectos; después nació la Fundación Vicente Ferrer y la figura del padrino a distancia por sólo 2.500 pesetas al mes. Hasta el pasado 10 de diciembre, 12.000 españoles tenían un ahijado indio. Un solidario maratón televisivo en el programa Moros y Cristianos, de Tele 5, elevó esa cifra a cerca de 40.000 y Vicente Ferrer vio claramente que la providencia seguía estando de su lado, que se ampliaba vertiginosamente el margen para soñar, que el milagro cada vez se hacía más patente, más presente.

"Yo no pretendo más que lo que pretendo, la locura sigue estando dentro de mí. Necesitamos hacer más casas, construir más escuelas y hospitales, ayudar a más y más seres humanos que saben que somos su esperanza. Esto es soñar, pues sí; esto es esperar un milagro, pues también. La providencia nunca nos dará la espalda".

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Su cara refleja el paso del tiempo. Anguloso, esquelético y cuarteado, su rostro es la imagen misma de la serenidad reflexiva; su mirada, que no rehúye el encontronazo, apunta siempre al más allá. Juega con los silencios. Parece cansado y, al mismo tiempo, apesadumbrado por estarlo. No quiere reposar, no quiere agachar la cabeza, le queda mucho por hacer y no puede permitirse el lujo de pararse. Se siente más indio que nunca. Es cáustico, brillante, tiene un punto de altivez y algunos toques de humor negro. Sabe lo que ha hecho pero jamás se quemará en la hoguera de las vanidades. Es consciente de su trayectoria pero le preocupa más que su mujer, primero, y su hijo, después, sigan la senda que él ha marcado.

La continuidad

"Para mí es fundamental saber que ellos estarán al frente de todo cuando yo me vaya. Ana es una mujer excepcional, nada hubiera sido posible sin ella; tiene toda la organización en la cabeza y a todas las personas en el corazón. Moncho es otra historia. Aprenderá de su madre todo lo que haya que aprender para seguir adelante, pero él es otra historia porque él es de aquí, él no ha venido de ninguna parte, él es uno de ellos, habla como ellos, piensa como ellos, es indio de arriba abajo, lleva a la India en su corazón. Tiene un espíritu de grandeza que le convierte en la persona idónea para consolidar la continuidad. Él no será nunca como Vicente Ferrer, él será Moncho Ferrer".

Aunque no se lo quiere decir a los suyos, ya ha elegido el lugar donde descansará cuando se vaya. Está en la ladera de una de las montañas que rodean Anantapur. No quiere que se convierta en lugar de peregrinaje pero sí quiere que cuando las gentes pasen por su lado puedan decir: "Allí está Vicente". Y será verdad, porque Vicente Ferrer, el santo de la India, el hombre que tuvo un sueño, nunca se irá de Anantapur. Permanecerá siempre terco, inagotable, desesperado e indeleble en la ladera de esa montaña hasta que averigüe por sí mismo que él, y sólo él, era la providencia.

Ana. Es la sucesora. "Estoy capacitada para seguir con la obra de mi marido, sé que puedo manejar la organización, para mí es como mi familia". Nadie lo duda. Ni Vicente, ni ninguno de los altos cargos de la dirección de RDT. "Es un hombre diferente, único. Cuando lo conocimos, mi hermano me dijo que tenía a Dios en el bolsillo. Y es verdad". Es consciente de que si Vicente no ha sido todo lo buen cabeza de familia que cabía esperar es porque su verdadera misión sobrepasaba los límites de una sola familia.

Moncho. Es el heredero. Dicen que cuando estaba en Londres estudiando Relaciones Internacionales se sentía perdido, que le faltaba la India. Ahora ha vuelto a casa y quiere seguir los pasos de su padre y de su madre. "Soy de aquí, éste es mi país. Sé lo que tengo que hacer". Vicente confía ciegamente en él: "Ha entendido lo que quiero y se ha lanzado". Su madre también: "Es la persona correcta para RDT. Moncho es de Anantapur, la gente lo ve como uno de ellos, estiman el alto sentido de la justicia que posee. Le quieren".

– "Milagro" sanitario en Anantapur (El Mundo – 28/5/05)

Tres décadas después de instalarse en una de las regiones más pobres y áridas de la India, la Fundación Vicente Ferrer ha creado una infraestructura médica capaz de hacer frente a las principales enfermedades

(Por Carlos Martínez – Enviado especial a Anantapur – India)

Una vez al mes ocurre un hecho excepcional en Anantapur, una región del sur de la India situada en el árido estado de Andhra Pradesh. Treinta personas de distinto origen, ajenos por un día al sistema de castas que atenaza el orden social del subcontinente y asigna a cada persona y a sus descendientes un lugar inamovible en el mundo, se reúnen para hablar de su enfermedad, el sida. Uno de ellos es un niño de 10 años, un 'dálit', un intocable o, como bautizó Gandhi a la casta más baja, un 'harijan', "hijo de Dios".

En otras circunstancias nadie de otra casta se hubiera sentado junto a él, pero el VIH, el virus que afecta al menos a cinco millones de indios y amenaza con desbordar al segundo país más poblado del mundo, ha roto una norma vigente desde hace siglos. El pequeño 'dalit', huérfano por el sida, recibe tratamiento antirretroviral en un hospital de la Fundación Vicente Ferrer. "El año pasado decidimos tratar a los niños infectados", dice Bala Subaiah, director médico de los cinco centros médicos que tiene la organización en Anantapur, el núcleo de una infraestructura que cubre a dos millones de personas. A lo largo de tres décadas de trabajo, la Fundación ha convertido este páramo en una tierra de esperanza para los intocables. En una región pobre, maltratada por el clima y el sistema de castas, ha creado las bases de un sistema sanitario de calidad capaz de afrontar con garantías los principales retos médicos, incluido el sida.

La red incluye alta tecnología médica y pequeños centros de salud desperdigados en 19.000 kilómetros cuadrados; médicos especialistas y enfermeras con unas semanas de formación para administrar cuidados básicos, un elemento clave de la red.

El sistema arranca en estas mujeres, la primera línea de una compleja organización que se extiende por los 1.550 pueblos que cubre la organización, el inicio de la cadena sanitaria. Uno de ellos es Yalagalavanka, un apartado poblado 'dalit' situado a 60 kilómetros de la sede de la Fundación en Anantapur.

A través de una estrecha carretera de arena, llena de baches y socavones por una fuerte tormenta que descargó la noche anterior durante unos pocos minutos, se llega al pueblo. Hace una semana estaba de fiesta. La farmacéutica suiza Novartis, que desde 2000 destina fondos a la Fundación, inauguraba unas nuevas casas, pequeños bloques rectangulares encalados de 30 metros cuadrados, sin agua corriente ni electricidad, donde viven familias enteras. Para esta pequeña aldea, apartada del resto como acostumbran a estar las poblaciones de intocables, era un día histórico.

"Para ellos es un sueño", dice Ramón Ferrer, hijo de Vicente Ferrer, nacido y educado en Anantapur y responsable actualmente de la organización creada por su padre en 1969. "Nunca habían pensado en tener una casa así", dice.

En Yalagalavanka viven 396 personas agrupadas en 66 familias. Hay cinco casas fabricadas por el Gobierno, 25 por los habitantes del pueblo y 36 por la Fundación Vicente Ferrer. Junto a los nuevos y relucientes bloques hay pequeñas chabolas con el suelo de tierra y un pequeño chamizo de ramas como techo. En cada una de ellas viven seis, ocho, 10 personas. Ochenta y nueve niños están escolarizados.

Sequía

La dura climatología, las severas sequías y las altas temperaturas de la región, que rondan los 45 grados en los meses actuales, es un lastre para la prevención de enfermedades y el desarrollo. El medio de vida más común es la agricultura, pero la falta de agua merma las cosechas de cacahuete, arroz, mango o papaya, las fuentes básicas de ingreso. Salvo la temporada de monzones, que arranca en junio, el último lustro ha sido seco. La escasez de lluvia y de agua potable abre la vía a los principales problemas de salud característicos de las regiones pobres o en vías de desarrollo.

Aquí se pone en marcha la red sanitaria de la Fundación Vicente Ferrer. De todo Yalagalavanka, 22 menores y cinco madres se benefician del programa de nutrición, el primer paso para la mejora de la salud.

Las medidas que comprende la iniciativa son tan sencillas como distribuir 15 veces al mes un huevo duro para aumentar la ingesta de proteínas y paliar las necesidades provocadas por una dieta pobre que se sustenta en el consumo de arroz y verduras. Apenas se ingiere carne ni pescado. La falta de proteínas provoca un déficit de vitamina A, responsable de una alta incidencia de ceguera en la región (la organización mantiene una escuela para invidentes).

El programa de asistencia rural se completa con otras seis iniciativas, dirigidas principalmente a mejorar el control prenatal, la educación sanitaria y la administración de vacunas. Las enfermeras locales -el año pasado la organización creó una escuela para formarlas- se encargan de su administración.

Seleccionadas por la Fundación entre la población local, aprenden a aplicar cuidados sanitarios esenciales. Su papel es básico: son el primer eslabón de la cadena. Cuando se licencian, junto a un 'sari' azul que las distinguirá del resto de la población, reciben un maletín con todo tipo de fármacos para atender urgencias comunes, desde un colirio para infecciones oculares a pastillas contra la diarrea o antibióticos. En el control prenatal, el tratamiento durante y después del embarazo, participan también las matronas.

"La gente no va al hospital hasta que la enfermedad muchas veces ya es incurable", dice Ramón Ferrer, que insiste en destacar el papel de las enfermeras y las matronas como primer enlace con el sistema sanitario. Un estudio reciente realizado en Pakistán, publicado en 'The New England Journal of Medicine,' apoya sus palabras.

El trabajo evaluó en siete áreas rurales la eficacia de un modelo sanitario similar al que mantiene la Fundación en Anantapur. El objetivo era determinar la eficacia del sistema en la prevención de la mortalidad neonatal. Según la OMS, en los países pobres cuatro millones de recién nacidos y medio millón de mujeres mueren cada año durante el parto o en los días siguientes.

La integración de las personas que tradicionalmente se ocupan de los partos en las aldeas en una organización sanitaria más completa, con medios suficientes para tratar complicaciones graves, logró una reducción significativa de la mortalidad. "Este modelo puede conllevar grandes mejoras de la salud maternal y perinatal en los países en vías de desarrollo", concluyeron los autores del trabajo.

Los hospitales

"Preparamos a nuestra gente para todo", afirma el doctor Bala. Es el responsable del mayor logro de la infraestructura sanitaria de la Fundación: un centro de planificación familiar, tres hospitales locales y uno regional, el de Bathalapalli, que lleva a cabo al menos 400 consultas diarias y dispone de los principales servicios que se pueden administrar en un centro médico occidental. Los servicios son gratis para las personas asociadas a la Fundación. El resto paga lo que puede.

"Es el hito de la Fundación" afirma Bala. "Tenemos mucha suerte de tener el material y las medicinas para atender nuestras necesidades. Esto es un problema en India". En Bathalapalli, creado en 2000, hay 110 camas, servicios de medicina interna, pediatría, cirugía general, ginecología, un banco de sangre y una unidad de rayos X. También dispone de una unidad de cuidados intensivos de seis camas. Hace una semana había dos mujeres y un hombre ingresados.

La primera paciente apenas tendría 20 años. Había sufrido una eclampsia severa, un aumento de la tensión arterial como consecuencia del embarazo. La complicación, prácticamente inexistente en el mundo occidental, le había provocado un posible daño cerebral. Recibía respiración asistida.

La segunda paciente era sólo unos años mayor. Estaba recuperándose de un intento de suicidio mediante la ingesta de pesticidas para las cosechas, un problema habitual en la región. El tercer caso era el de un hombre que había sufrido complicaciones tras someterse a una operación.

"El sida, la tuberculosis y las infecciones infantiles, relacionadas con el estilo de vida y la falta de higiene son los mayores problemas", explica Bala. "La principal carencia es atraer a médicos a las zonas rurales. El 80% de la población vive en estas áreas, pero el 80% de los médicos está en las ciudades".

"Hemos logrado llegar a casi todos los 'dálit'", dice Ramón Ferrer. "Ahora tenemos que llegar a las castas ligeramente superiores".

– Fallece Vicente Ferrer a los 89 años en la India (Cinco Días – 19/6/09)

El cooperante Vicente Ferrer falleció ayer a las 23.15 horas, (01.15 del viernes hora española) en la localidad india de Anantapur tras sufrir un empeoramiento en su estado de salud por los problemas respiratorios que padecía desde hace tiempo.

La portavoz de la Fundación Vicente Ferrer en la India, Blanca Romañá, dijo a Efe que el ex jesuita, de 89 años, murió debido a una parada cardiorespiratoria y que en el momento de su muerte estaba "tranquilo" y rodeado de su familia.

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Vicente Ferrer en una imagen de archivo (Foto: Fundación Vicente Ferrer/Mario Vilar)

"Los cooperantes y trabajadores lo están llevando con mucha serenidad, como hubiera sido el deseo de Vicente", añadió la portavoz de la fundación humanitaria. El ministro consejero de la embajada española en Nueva Delhi, Gonzalo Ortiz, dijo a Efe que "a profundidad de la vida de Ferrer no desaparece con su muerte" y destacó que su figura ha sido "un puente entre España y la India".

"Los españoles en la India y en general nos quedamos huérfanos. Tuvo una vida plena dedicada a los demás", precisó. Está previsto que está misma tarde se instale la capilla ardiente para que los seres cercanos al filántropo catalán puedan darle su último adiós, agregó Ortiz. Previsiblemente, el funeral tendrá lugar el próximo lunes, explicó una fuente diplomática, que añadió que en estos momentos la embajada espera indicaciones de la familia debido a que se trata de un asunto privado.

Vicente Ferrer, que sufrió una embolia el pasado mes de marzo, se encontraba en estado crítico tras padecer nuevas dificultades respiratorias, informó el jueves su hijo, Moncho Ferrer. "Se encuentra en estado crítico, pero no está sufriendo. No está muy consciente", dijo entonces a Efe el hijo del filántropo catalán. La organización de Vicente Ferrer lleva a cabo su labor humanitaria en el estado indio meridional de Andhra y presta ayuda a más de 2,5 millones de personas en esa región.

Ferrer llegó como misionero jesuita en 1952 a la India, de donde fue expulsado en 1968 por las suspicacias que despertó su labor entre las autoridades indias. Pero regresó un año más tarde, después de que la entonces primera ministra Indira Gandhi ordenara personalmente que le concedieran el visado, y retomó su tarea filantrópica en el depauperado estado de Andhra. Abandonó la Compañía de Jesús y continuó trabajando hasta el final de sus días por la mejora de las condiciones de vida de los más pobres.

Muere Vicente Ferrer a los 89 años

Vicente Ferrer ha fallecido a los 89 años en su domicilio de Anantapur, en la India, al agravarse sus problemas respiratorios y cardiacos de los últimos meses. El cooperante español creó la Fundación Vicente Ferrer, una organización con un marcado carácter humanista que se dedicaba al desarrollo de los más desfavorecidos en el distrito indio de Anantapur, una de las zonas más pobres del país. La Fundación, que cuenta con más de 155.000 colaboradores en España, ha beneficiado a más de dos millones y medio de personas con un fuerte compromiso de luchar por la justicia social. Se prevé que el funeral sea multitudinario ya que miles de personas han comenzado a desplazarse a la residencia del ex jesuita en Anantapur. Llegó a la India por primera vez en 1952 destinado por la Compañía de Jesús y desde entonces ha trabajado incesantemente por los más pobres, lo que le costó la expulsión del país y conflictos con el gobierno indio. Creó la Fundación en 1996 y actualmente tiene apadrinados a más de 135.000 niños que benefician a toda su comunidad. El reconocimiento a su trabajo llegó en 1998 cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias.

– Fallece en India el cooperante español Vicente Ferrer (Expansión – 19/6/09)

El filántropo español Vicente Ferrer falleció ayer a las 23.15 GMT (01.15 del viernes hora española) a los 89 años de edad. Considerado un ángel para millones de indios, dedicó su férrea voluntad y utópica rebeldía a algo que muchos consideran imposible: acabar con la pobreza en la India.

"Espera un milagro" rezaba en 1969 un cartel colgado de una pared desamparada en lo que sería su casa, en el depauperado distrito sureño de Anantapur, donde ayer murió, según la biografía oficial ofrecida por su fundación.

Y el milagro finalmente llegó en el mismo edificio, transformado en el cuartel general de una ONG que ya en el siglo XXI cubre 2.278 pueblos en el estado de Andra Pradesh y beneficia a más de 2,5 millones de personas. Pero para construir este espacio humanitario e impulsar un cambio ideológico dignificó a la población "dálit" o intocables, de una región rural lastrada por la pobreza y la discriminación, Ferrer hizo gala durante décadas de un espíritu indomable y jamás dio su brazo a torcer.

Nacido en Barcelona el 9 de abril de 1920, en 1936 fue llamado a las filas republicanas durante la Guerra Civil española como parte de la "Quinta del Biberón", y participó en la batalla del Ebro. Pronto se manifestó su fervor religioso y su entrega en la lucha contra la pobreza: en 1944 ingresó en la Compañía de Jesús y ochos años más tarde llegó a la India como misionero jesuita.

Su destino fue la costera ciudad de Bombay, hoy capital financiera de la India, pero en su primera misión religiosa en Manmad ya empezó a salir a las calles, a mezclarse con las gentes e idear proyectos para solucionar el precario abastecimiento de agua, una de las tragedias del campesinado indio.

La construcción de un hospital, dos escuelas y el apoyo entre los lugareños le granjearon la enemistad de los radicales hindúes y la suspicacia de las autoridades, siempre renuentes a aceptar la ayuda humanitaria exterior. "El padre Vicente Ferrer marchará al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido otra vez en la India", escribió en un telegrama la entonces primera ministra Indira Gandhi. Corría el año 1968 y el filántropo catalán fue expulsado del país.

Pero un año después volvió -la propia Gandhi ordenó que le concedieran el visado- y empezó su carrera de fondo en el corazón de Andra Pradesh, el único estado de la Unión India que lo acogió. Abandonó la orden jesuita en 1970, contrajo matrimonio con la periodista inglesa Anne Perry, y fundó el Fondo de Desarrollo Rural (RDT, siglas en inglés) sostenido hoy por la Fundación Vicente Ferrer, el brazo financiero, creado en 1996 en España, de la red social construida en la India.

Durante la década de 1970 continuaba siendo presionado por las autoridades, pero el proyecto ya estaba en marcha y el incansable humanista creó una red solidaria que obró el milagro en Anantapur. "Era un verdadero revolucionario, demostró que se puede hacer una India diferente", dijo de él el embajador español en Nueva Delhi, Ion de la Riva.

Tras alabar su "sentido del humor" y el aura "mística" que lo rodea, el diplomático aseguró a Efe que Ferrer y su fundación "es lo que más une a España con la India", por encima de los vínculos comerciales. El inacabable abanico de programas desplegados por su ONG (vivienda, educación, freno de los abusos sexuales, instrucción de samaritanas "dalit") es tan abrumador que se ha ganado el reconocimiento de las autoridades.

La vicepresidente del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, le entregó en la India el pasado mes de enero la Gran Cruz del Mérito Civil al laureado Ferrer, también Premio Príncipe de Asturias a la concordia 1998. "Me faltan palabras para describirlo. Es una persona excepcional en la vida de muchas familias, entre los pocos que pasarán a la Historia", dijo a Efe una de las organizadoras del homenaje, Lola Feliu.

Otra voluntaria que ayudó a organizar el acto, Ágels Serrano, evocó su divertido discurso durante el homenaje, en el que se quitó la banda alegando que le molestaba y orquestó al auditorio para que lo aplaudiera, según explicó a Efe. "¿Por qué dejó usted de ser jesuita?" le preguntó Serrano en una ocasión a Ferrer. "Porque me dio la gana" fue la respuesta de este indomable luchador.

– Por la justicia social (La Vanguardia20/6/09)

Vicente Ferrer creía en las personas y en su capacidad para generarse un futuro mejor

(Por Ignasi Carreras)

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Vicente Ferrer, Premio Príncipe de Asturias a la Concordia 1998, en Bilbao en mayo de 2005. EFE/Luís Tejido

Vicente Ferrer será siempre un referente para todos lo que creemos que es posible conseguir un mundo más justo y solidario. Se nos ha ido una persona buena y muy querida. Un hombre realmente especial que destilaba determinación por los cuatro costados. Transmitía la fuerza de quien ha tenido que remar contra corriente una larga travesía pero que lo ha hecho lleno de esperanza. Supo combinar idealismo y pragmatismo para avanzar en esa misión que le movía: conseguir que los dalits (también llamados intocables) y los miembros de los grupos tribales de una de las regiones más áridas de India pudiesen vivir dignamente.

Fue un precursor de muchas causas. Llegó en 1952 a Bombay como misionero jesuita y, junto con otros religiosos de su generación, fue pionero de la opción por la justicia que la Compañía de Jesús posteriormente adoptó con los cambios impulsados por Pedro Arrupe. En 1969, tras volver a India después de ser expulsado temporalmente del país por las suspicacias que su trabajo generaba en los dirigentes gubernamentales, se instaló ya como laico en Anantapur, donde también fue pionero de una forma de impulsar el desarrollo que está dando mucho éxito.

Vicente Ferrer creía en las personas y en su capacidad para generarse un futuro mejor. Sabía que los procesos de desarrollo que funcionan son los que responden a las prioridades identificadas por la población y que se plasman en proyectos en los que esta se implica. Huía de iniciativas pensadas en despachos lejanos a las realidades y necesidades de la gente, y canalizadas a través de ayudas asistenciales. El rol que planteó para su fundación fue el de capacitar a la gente y hacerla protagonista de su propio proceso de desarrollo.

Como líder social innovador, introdujo los programas de desarrollo integral que se caracterizan por trabajar en diferentes ámbitos relacionados (educación, salud, iniciativas económicas, vivienda, medio ambiente…) como vía de generación de cambios significativos para erradicar la pobreza. También dio especial importancia al fortalecimiento del rol de la mujer en sus comunidades. Este tipo de actuaciones son las que siguen constituyendo hoy en día la columna vertebral del excelente trabajo que realiza la Fundación Vicente Ferrer.

Vicente, gracias por tu testimonio permanente de compromiso con los más pobres y marginados. Tu ejemplo es fuente de inspiración para millones de personas y organizaciones que luchan por la justicia social.

Vicente Ferrer y la pobreza

Para los habitantes de Anantapur, una de las zonas más desoladas de India, Vicente Ferrer era casi santo. También lo era para los que – sean cuales sean sus creencias-en Catalunya y España apoyan su fundación y admiran su obra excepcional. Aunque Ferrer se consideraba simplemente afortunado: "Vine a la India para convertirme", decía en su última entrevista a La Vanguardia, concedida el pasado mes de enero, cuando la vicepresidenta De la Vega le visitó para concederle la Gran Cruz del mérito civil, una de las muchas condecoraciones recibidas. En esta entrevista reveló el verdadero móvil de su vida: una fe cristiana no institucionalizada (aunque no adversa a la Iglesia), fundada en el sermón de la montaña: "Bienaventurados los pobres". Su trabajo a favor de los desfavorecidos de India, basado en el soporte económico y técnico a la agricultura, tuvo enseguida éxito, pero suscitó recelos, lo que provocó su salida del país, al que pudo retornar gracias a una reacción popular de agradecimiento y al apoyo de Indira Gandhi. Instalado en la región más árida, abandonó la Compañía de Jesús y se casó con Anne Perry. Colaborando con los más míseros, Ferrer creó una organización formidable que, más que dar al necesitado, le enseña a salir de la miseria. Su Consorcio para el Desarrollo Rural tiene unas características singulares que lo han convertido en modélico. Y es que, mientras la mayoría de las ONG internacionales dividen sus esfuerzos en multitud de iniciativas temporales, Ferrer ha concentrado todo su trabajo en una sola zona. Su benéfica área de influencia ha crecido como una mancha de aceite, de manera más acelerada desde la constitución de su fundación en 1997, que hoy cuenta con 1.800 trabajadores, el 99% de ellos de la propia Anantapur. …

Un idealista práctico en un sequedal

(David Dusster) Era mayo, el mes que precede a las lluvias, el mes que regala los deliciosos mangos, el mes del calor tórrido, más en un sequedal como la región de Andhra Pradesh en la que trabajaba Vicente Ferrer. La consulta del hospital de Kalyandurg era pulcra pero también austera, de paredes desnudas y construcción sencilla. Había parteras en espera y también madres deseosas de un tratamiento de esterilización. Era un centro sanitario inferior al de los europeos y superior al de muchos de India. Pero Ferrer sabía que lo importante era, simplemente, que existiese el hospital y que atendiese a un colectivo, a los intocables o descastados, que muchas veces no tienen acceso ni a los hospitales públicos. Nuestro reto es el mínimo de lo máximo, me repetía. Vicente Ferrer me dio aposento en una de las habitaciones sencillas -un camastro, un pupitre y una silla- que hay en la sede de su fundación en Anantapur. Me concedió una entrevista pero quería que me sumergiera en la obra. El año anterior me había pasado lo mismo con la Madre Teresa en Calcuta. Madre Teresa, ya elevada a la santidad por la Iglesia católica, se preocupaba del individuo. Vicente Ferrer, laico, humanista y espiritual, se preocupaba del colectivo, de la comunidad. Era un idealista práctico, según se definía. …

A Vicente Ferrer

(Jorge del Valle Urzáiz) Ayer fue un día triste para España y el mundo. Hoy lloran no sólo Aswani y el resto de los ciudadanos de Anantanapur a quienes diste una oportunidad, a quienes entregaste tu sonrisa y a quienes regalaste tu vida, sino también los ciudadanos del mundo comprometidos con tu causa, aquellos que, como yo, sienten que este mundo no es justo, a quienes nos regalaste una ilusión, una esperanza, la de contribuir para hacer de este un mundo mejor. Sin embargo, a pesar de esa nostalgia que hoy nos embarga, siguiendo tu ejemplo tengo también espacio en mi corazón para la alegría, no sólo porque gente como tú hace falta en todas partes incluso allá arriba, sino porque el tuyo es un mensaje de eternidad. Has dejado huella en todos los que te seguimos. Siempre sentiremos ese calor que tu presencia inspiraba, esa paz que nos hacía más felices y que nos animaba a luchar contra la pobreza, la tristeza y la desesperanza. Desconozco si la iglesia a la que ambos pertenecimos un día te nombrará santo, pero ten por seguro que pocos humanos hay que hicieran posible tu milagro, y pocos santos que hicieran del milagro una realidad, la realidad de enseñarnos con tu obra que otro mundo es posible y que cuando no sepamos qué camino seguir, busquemos tu huella en el desánimo. Gracias, Vicente. …

– Vicente Ferrer será enterrado el próximo lunes en la India (El Mundo – 20/6/09)

El cooperante catalán Vicente Ferrer, que falleció anoche a los 89 años en Anantapur, será enterrado en la India.

El funeral y el entierro de Vicente Ferrer tendrán lugar el lunes en Bathalapalli, un pueblo cercano a Anantapur, ciudad en la que ha vivido en los últimos años, según ha confirmado la Fundación Vicente Ferrer.

La responsable de comunicación de la fundación, Inés Milá, ha señalado que "el santo de la India" se sentía de allí y quería quedarse con las personas con las que trabajó durante casi 50 años.

Milá, ha explicado que la capilla ardiente se instalará el sábado y estará expuesta dos días. Será una capilla "al estilo de la India", que es algo más próximo a la gente y no tan formal como lo que se hace en España, "para que las personas que lo conocían se puedan despedir", precisó…

2,5 millones de beneficiarios

Bathalapalli se encuentra en la región india de Anantapur, donde el cooperante ha vivido 40 años, llegando a ayudar a más de 2,5 millones de personas. El pueblo cuenta con uno de los tres hospitales bandera impulsados por Ferrer.

Desde que se puso enfermo el pasado mes de marzo, Vicente Ferrer recibía las visitas de todas las personas que le querían ver, y, según Milá, él mismo y toda su familia agradecían mucho estas muestras de cariño.

También ha explicado que durante su enfermedad se han recibido más de 5.000 mensajes de apoyo y de ánimo en la página web de la Fundación, en la que desde que se conoció su muerte se han registrados cientos de mensajes.

Nada más hacerse pública la muerte de Vicente Ferrer, muchísimas personas que lo han conocido se están acercando hasta su casa, señalando que "son momentos muy tristes pero en la India la gente vive la muerte de otra manera. Están todos juntos y comparten estos momentos con la familia".

La Fundación Vicente Ferrer prevé celebrar otro funeral en Barcelona en las próximas semanas, en una fecha todavía por concretar. "Hay mucha gente con la que queremos compartir esta situación", dijo.

La organización presentó la candidatura de Vicente Ferrer para optar a convertirse en Premio Nobel de la Paz en 2004-2005, y ahora un particular que visitó la zona de Anantapur está promoviendo con el apoyo de "miles de personas" dicha candidatura.

El Premio Nobel de la Paz ya no podrá ser entregado a la figura de Vicente Ferrer, puesto que la Academia Sueca no concede premios a título póstumo, pero sí a la Fundación, que continuará su labor.

– La bendición de los pobres (El Mundo – 20/6/09)

(Por Yasmina Jiménez)

El 9 de abril de 1920, mientras la India seguía bajo el dominio de Reino Unido, nacía en Barcelona Vicente Ferrer, sin saber que su vida quedaría para siempre ligada a este país. Pero esto sucedió tres décadas más tarde de su nacimiento.

Antes, Ferrer vivió la experiencia implacable de la Guerra Civil Española. Fue llamado a filas republicanas cuando sólo tenía 17 años. Inmerso en la "Quinta del Biberón", la 60ª División, estuvo en lo que algunos han descrito como una de las contiendas más sangrientas del conflicto, la batalla del Ebro. Cuenta Alberto Oliveras en su libro "La revolución silenciosa", que allí descubrió un jovencísimo Vicente la verdadera crueldad del ser humano.

Después de la guerra, Ferrer comenzó sus estudios de Derecho con un ideal fijo en la cabeza, y que le acompañaría durante toda su vida: poder ayudar a los demás. Pero en el camino del estudiante se cruzó la Compañía de Jesús, orden que defendía todo por lo que Vicente Ferrer quería luchar en su vida, por construir un mundo mejor. Dejó los estudios y se hizo misionero.

Fue el 13 de febrero de 1952 cuando la vida del misionero jesuita se unió para siempre a las gentes de la India. Llegó al país asiático con el objetivo de completar su formación espiritual y, rápidamente, en Manmad entró en contacto con los más pobres, volcándose en iniciar su propia guerra: la guerra contra la pobreza y el dolor.

"Ya vuelvo… esperadme"

Su labor constante con los campesinos despertó la ira de la clase dirigente, y en 1968 fue expulsado del país. Ferrer fue testigo de cómo su apoyo a los más desfavorecidos era recíproco, de cómo se había ganado con su trabajo diario el respeto de miles de personas. A sólo dos días de tener que abandonar la India, más de 30.000 campesinos recorrieron 250 kilómetros entre Manmad y Mumbai para exigir Justicia.

El misionero se despidió de la muchedumbre que decidió acompañarle al aeropuerto con una única frase: "Ya vuelvo… esperadme". Promesa que terminaría cumpliendo con la ayuda de Indira Gandhi. A su vuelta, sólo un estado indio estuvo dispuesto a acogerle: Andhra Pradesh. Se instaló en una tierra inhóspita y paupérrima, Anantapur, donde algunos políticos siguieron obstaculizándole el camino.

Lejos de rendirse, en 1970 fundó Rural Development Trust (RDT), una organización para contribuir al desarrollo de Anantapur. Ese mismo año, el misionero abandonó la Compañía de Jesús y se casó con una periodista inglesa, Anne Perry. Fue en 1996 cuando creó su propia fundación, la Fundación Vicente Ferrer, con la intención de dar una continuidad económica a su importante labor humanitaria en la India. En 1998, sus esfuerzos fueron reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Sus palabras

"Forzar a Dios a que haga algo no vale la pena" (2003)

"Nunca vi una tragedia igual" (Crónica, 2001)

"En las guerras parece que hay dinero para todo" (1998)

– Un milagro llamado Vicente Ferrer (ABC – 20/6/09)

(Por Jaime León / Nueva Delhi)

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El humanista español, en su despacho desde hace 50 años en Anantapur. | Foto: Alfredo Merino

"Espera un milagro" rezaba un cartel colgado de una pared de la que sería su casa -todavía medio vacía y a medio construir- en Anantapur en el sur de la India. Corría el año 1969 y Vicente Ferrer (Barcelona, 1920) no esperó. Sencillamente obró el milagro. El milagro de mejorar la vida de los destituidos de una de las zonas más pobres de un país lleno de pobres. A ello dedicó su vida el cooperante catalán que falleció en la madrugada del jueves a los 89 años a causa de problemas respiratorios.

El pasado marzo fue ingresado tras sufrir un accidente vascular cerebral. El 25 de abril fue dado de alta del hospital de Vellore, donde había sido trasladado. Desde entonces se recuperaba en su casa, en Anantapur, donde será enterrado el próximo lunes.

Una vida de novela

La vida de Ferrer parece sacada de una novela francesa del siglo XIX. Con sólo 16 años es llamado a filas republicanas en la Guerra Civil, donde participó en la Batalla del Ebro, aunque siempre aseguró que "nunca disparé un tiro". Tras ello comienza los estudios de Derecho, que abandona para unirse a la Compañía de Jesús.

El santo de Manmad

En 1952 llega a Bombay con el objetivo de finalizar su formación. Pero la pobreza de la que es testigo le lleva por otros derroteros. La India se convertiría en su hogar y ayudar a los más desfavorecidos en su misión. En Manmad puso en marcha iniciativas para la construcción de pozos, canalizaciones y organizó cooperativas entre los campesinos. Además, construyó dos escuelas y un hospital. Por entonces ya se le conocía como "el santo de Manmad".

Revolución silenciosa

Sin embargo, su labor junto a los pobres y su lucha contra las injusticias sociales despertó malestar entre las clases dirigentes indias. En 1968 es expulsado del país. El detonante fue un reportaje en la revista de mayor difusión titulado "La revolución silenciosa". Pero la revolución estaba en marcha y 30.000 personas recorrieron los 250 kilómetros entre Manmad y Bombay para protestar por su expulsión. La entonces primera ministra, Indira Gandhi, intercedió en su favor: "El padre Vicente Ferrer se marchará al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido de nuevo en la India".

No fue bien recibido. Sólo el estado sureño de Andhra Pradesh le acogió. En las paredes de Anantapur se leía: "Ferrer vete". Pero no se fue ni se rindió. En 1970 abandona la Compañía de Jesús y se casa con la periodista británica Anne Perry. Hoy la casa donde colgaba aquel cartel es el cuartel general de la Fundación Vicente Ferrer.

Comenzó con seis voluntarios. Hoy son 1.800 trabajadores. Apadrina 135.000 niños, 2,5 millones de personas se benefician de su labor -el distrito acoge una población de cuatro millones- en 2.000 pueblos. En España 150.000 personan colaboran con la Fundación Vicente Ferrer. Es el trabajo de cinco décadas. Un trabajo que entre otros reconocimientos le valió el Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998.

Varios millones de personas saben leer y escribir, tienen acceso a sanidad y viviendas dignas gracias a Ferrer. Tienen un futuro donde no lo había en un país marcado por un sistema de castas que perpetúa las injusticias sociales. Después de todo, el milagro quizás fue el mismo Ferrer.

– Más de 100.000 personas visitan la capilla ardiente de Vicente Ferrer (Libertad Digital – 20/6/09)

Más de 100.000 personas han pasado por el campus principal de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur (India) para visitar la capilla ardiente del cooperante y dar el último adiós a quien dedicó más de 40 años a mejorar las condiciones de vida de los más pobres de la región.

L D (Europa Press) Los visitantes se agolpan en dos colas una para hombres y otras para mujeres- que desfilan por el velatorio para rendir homenaje a Vicente Ferrer y expresar su cariño a su viuda, Anna Ferrer, y su hijo Moncho.

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Alrededor de 100.000 personas han asistido al entierro de Vicente Ferrer. Foto: Xavier Dávila

Entre las personas que se acercaron a la capilla se encontraban los alumnos de las escuelas de la Fundación, niños con discapacidades que residen en un centro adaptado a sus necesidades, así como multitud de campesinos y gente humilde que se ha beneficiado de la tarea de Ferrer en la zona.

Según informó la Fundación en un comunicado, las "riadas de gente" sorprendieron incluso a los propios indios, que no recuerdan tal movilización con la muerte de reconocidos políticos y personalidades.

Para aliviar el calor y hacer más llevadera la espera hasta acceder a la capilla ardiente, la Fundación distribuyó agua entre las personas que se desplazaron al lugar. También las autoridades del distrito se acercaron al velatorio para mostrar sus condolencias a la familia.

Ferrer, que murió en la madrugada de ayer a los 89 años tras no haber superado los problemas derivados de una embolia el pasado marzo, será enterrado el lunes a las 10.30 horas (hora india) junto al gran complejo hospitalario que la fundación erigió en la región

– El capitalismo según Vicente Ferrer (El Confidencial – 22/6/09)

(Por S. McCoy)

Muere Vicente Ferrer, una persona que a base de dotar de dignidad a aquellos a los que la sociedad se la negaba, dignificó la condición humana a la que reconcilió con su propio destino. Y coincide su fallecimiento con un informe demoledor de la FAO, la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación en la que se señala que, por primera vez en la Historia, más de mil millones de ciudadanos de nuestro planeta sufren desnutrición, uno de cada siete, debido a los cien millones adicionales que se han incorporado a tan poca honrosa categoría en el último año, como consecuencia de la crisis. Una cifra que equivale al 125% del aumento de la población mundial en estos doce meses. Parece como si el español quisiera dejar como epitafio la evidencia burocrática de la inmensidad de lo que queda por hacer. Algo que, paradójicamente, entra de ello en esa redefinición del capitalismo que tantas páginas ha llenado en tiempos recientes.

Un modelo económico caracterizado por la primacía de la libertad y la iniciativa del individuo, y su derecho a la propiedad de los bienes y factores de producción, sobre la planificación dirigida y la titularidad colectiva. Y que, según los más entendidos, está condenado a reinventarse, resultado de desmanes pasados que ahora padecemos, en una doble dirección: mediante la incorporación de un concepto social a su desarrollo, impacto de los actos sobre la colectividad, por una parte, y ajuste de su dimensión financiera a la real, por otro. Un esquema, de acuerdo, excesivamente sintético pero que se aproxima de modo certero a la realidad de lo que se pretende, en mi modesta opinión.

Se trata, en cualquier caso, de un deseo de difícil ejecución, al menos en su primera vertiente: la conciliación entre el bien colectivo y la búsqueda del beneficio individual requerirá de la actuación de unos terceros interesados, la clase política, que en su gran mayoría es incapaz de distinguir, aún en sus propias actuaciones, lo uno de lo otro, llámese corrupción o dejación. Unos gobernantes que, sin embargo, tienen más fácil operar sobre el segundo elemento de necesaria modificación: el redimensionamiento de las finanzas, en tamaño e influencia. ¿Se atreverán? Nunca hay que minusvalorar el poder real de los lobbies, especialmente en el mundo anglosajón.

La desazón ante la posibilidad más que cierta de que el cambio en el modo en que se ejerce el capitalismo no se pueda construir de arriba abajo, tutelado por el gobierno, pone de manifiesto la necesidad de una revolución tranquila en la raíz de la sociedad, a través del compromiso de una parte sustancial de la ciudadanía que haga suyo el doble proceso tanto de toma de conciencia, el Tengo Sed de la Madre Teresa de Calcuta, como de puesta en acción a continuación, Los milagros no hay que esperarlos, sino que hay que salir a buscarlos del propio Vicente Ferrer. Humanizar el capitalismo es película de un solo actor: el hombre como origen, fuerza motora del cambio; el hombre como finalidad, beneficiario último de tal transformación tanto de forma directa, propias condiciones de vida, como indirecta, construcción de una mejor sociedad.

Un ejercicio para el que sólo se requiere un arma, la más poderosa de la que el ser humano dispone en esta vida terrena: su fuerza de voluntad, que convierte el destino no en el resultado del azar sino en fruto del esfuerzo. No es vano el dicho cuanto más trabajo, más suerte tengo. Godot nunca vendrá para sacarnos las castañas del fuego o darnos un empujoncito. Podemos esperarle eternamente. Será en vano. Es momento de pasar a la acción, de conocer primero la materia prima con la que contamos, virtudes o defectos, recursos físicos e intelectuales, condicionantes laborales o familiares con el fin de evitar la frustración; de delimitar nuestro ámbito de actuación, sin buscar lo excepcional, sino sabiendo llenar de trascendencia nuestra actividad corriente, nuestro trabajo, nuestro descanso, nuestras relaciones: el océano de la humanidad no estaría completo sin la gota que suponemos cada uno de nosotros y, por tanto, nuestra apuesta por un mundo mejor es tanto o más importante que la de cualquiera de los demás; de ponerse manos a la obra aún sabiendo que la tarea nos sobrepasa en tiempo e importancia.

Puede que suene a tremendista pero, si cada uno de los que hacemos el día a día de este mundo no nos armamos del valor que da la convicción, de la fuerza que proporcionan los ideales, del espíritu de lucha que se deriva de la toma de conciencia del papel que tenemos asignado, no será el futuro del capitalismo lo que esté en juego, hemos vivido siglos sin él y la evolución ha seguido su curso, sino el de la propia Humanidad. O nos ponemos manos a la obra y tratamos de construir entre todos una sociedad mejor donde lo que prime sea el ser sobre el tener, la sociedad sobre el individuo, o vamos directitos hacia conflictos sociales de escala planetaria que amenazarán la estabilidad de importantes áreas geográficas y cuyo resultado más previsible es un aumento sustancial del totalitarismo y la represión. Un trabajo que, en ningún caso, puede depender de los demás ni excusarse en que lo que haga hoy aquí no afecta a lo que haga cualquier otro en cualquier otra parte del mundo. La conciencia colectiva es la suma de una pléyade de inquietudes individuales. El cambio no admite demora: remánguense y pónganse manos a la obra. Yo, con este Valor Añadido, aporto mi granito de arena. En homenaje a los millones de Vicentes Ferrer que se levantan cada mañana con el único objetivo de que el futuro sea, para todos, un poquito mejor.

– Más de 15.000 personas dicen adiós a Vicente Ferrer en una emotiva ceremonia (Libertad Digital – 22/6/09)

En una emotiva ceremonia a la que asistieron unas 15.000 personas el cooperante Vicente Ferrer fue enterrado en el municipio sureño de la India de Bathalapalli, uno de los centros neurálgicos de su obra social. En el acto se leyeron pasajes bíblicos así como hindúes y del Corán.

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Varias personas dan su último adiós a Vicente Ferrer

LD (EFE) El español Vicente Ferrer fue enterrado este lunes en el municipio sureño indio de Bathalapalli, uno de los centros neurálgicos de su obra social, ante miles de indios, sus familiares y el presidente el Congreso español de los Diputados, José Bono y la popular Sáenz de Santamaría.

La ceremonia fúnebre, que comenzó hacia las 11.00 hora local (05.30 GMT), se desarrolló al aire libre bajo una sencilla estructura de palos metálicos de un telar habilitada para la ocasión, además de dos pantallas gigantes para que los lugareños pudieran seguir los detalles del entierro.

Según cálculos provisionales ofrecidos por la Fundación Vicente Ferrer (FVF), unas 15.000 personas acudieron al sepelio.

El hijo de Vicente Ferrer, Moncho, cargó a hombros el féretro junto a otras personas, tras lo cual hizo un discurso en telugu (lengua propia del estado indio de Andhra) en el que reiteró su compromiso por continuar con la labor humanitaria de su padre.

También se comprometió a ello en el mismo idioma la viuda de Ferrer, Anna, después de que tomaran la palabra el ministro de Agricultura de Andhra, Raghuveera Reddy, y el presidente del Congreso español de los Diputados, José Bono. "Vicente, eres un ejemplo para la Humanidad, no por lo que has dicho, sino por lo que has hecho", dijo en su alocución en español el presidente del Congreso de los Diputados.

De acuerdo con el programa ofrecido por la FVF, se leyeron textos sagrados hindúes e islámicos, además de fragmentos bíblicos. El filántropo español, que murió el pasado viernes a los 89 años, fue entonces enterrado, con el sonido instrumental de "L'hora dels adéus" de fondo.

Previamente, su féretro fue cubierto de flores por sus familiares y las autoridades presentes, la mayoría de ellos vestidos de blanco, conforme a la tradición funeraria hindú.

También hubo disparo de salvas, ya que las autoridades de Andhra habían declarado un funeral de Estado para Ferrer. Después muchos indios se acercaron para depositar flores sobre la tumba de Ferrer.

Moncho Ferrer, hijo del cooperante y subdirector de Programas de la FVF en la India, ha dado inicio a la ceremonia con un discurso en telugu, la lengua local de Anantapur, del que traducimos una parte a continuación:

"No sólo yo he perdido a mi padre, sino todos los que estáis aquí también…

No sé si tengo que estar triste o feliz… Estoy triste por la pérdida de mi padre, pero, a la vez, estoy feliz porque he visto lo que la gente le quería, después de 40 años de trabajo…

Al principio le decían a Vicente que se fuera, pero ahora no quieren que se vaya. Nosotros seguiremos trabajando con el mismo espíritu que Vicente, toda esta energía que nos habéis dado nos da ganas de continuar"…

"Father was come to ATP 1969 & gone to para´die´s 19.6.9"

Los móviles indios no dejan de sonar en Anantapur. Desde esta mañana, circulan miles de mensajes de texto en todo el distrito con las siguientes palabras: "Father was come to ATP 1969 and gone to para "die" s 19.6.9", un hábil juego de palabras con el que los indios e indias de Anantapur quieren destacar la coincidencia de la llegada de Vicente Ferrer –a quien llaman Father- al distrito en 1969 y su fallecimiento el 19 del 6 de 2009 y rendirle homenaje.

Información extraída de la página web de la Fundación Vicente Ferrer

(www.fundacionvicenteferrer.org)

En el mes de mayo de 1999, Ferrer aprovechaba un acto homenaje celebrado en su honor en los Jardines de Cecilio Rodríguez para mostrar un mapa en el que se reflejaban las escuelas construidas por la Fundación en Anantapur. | Foto: Ángel Cas

En guerra contra la pobreza y el dolor

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Biografía de Vicente Ferrer

Vicente Ferrer nació en Barcelona (España) el 9 de abril de 1920 y su infancia transcurrió entre Barcelona y Gandía. El 36 trajo la guerra y Vicente fue llamado a las filas republicanas, a la Quinta del Biberón, con tan sólo 16 años. Al terminar la guerra comenzó los estudios de Derecho, pero con la firme determinación de descubrir el camino a seguir para responder a su vocación: ayudar a los demás (pobres, discriminados, enfermos…).

Encontró en la Compañía de Jesús, una organización que le atrajo por su imagen de heroicidad, sabiduría, grandes ideales y lucha por un mundo mejor. Con la ilusión de cumplir fielmente sus principios, abandonó los estudios e ingresó en la orden.

Su acción da los primeros frutos. 1952-1968

El 13 de febrero de 1952, Vicente Ferrer llegó a Mumbai como misionero jesuita. Pese a que su cometido era acabar su formación espiritual, en su primera misión en Manmad, decidió salir a conocer a las gentes, saber de sus necesidades y ganar su confianza, tratando de dar solución al sufrimiento de los más pobres. Para ello puso en marcha entre los campesinos un singular sistema de trabajo, que despertó las conciencias y generó un gran movimiento de solidaridad. "El milagro de dar" consistía en una pequeña ayuda económica y el asesoramiento técnico necesario para obtener agua para los cultivos. Si al finalizar cada campesino devolvía lo prestado (sin intereses), el milagro se iba extendiendo entre toda la comunidad.

Desde sus comienzos puso en práctica procedimientos tales como organizar pequeñas cooperativas para la excavación de pozos, canalizaciones para el abastecimiento de agua, bancos de semillas, pequeñas parcelas de regadío, etc. Al mismo tiempo Ferrer trabajó en la construcción de servicios comunitarios y, gracias a la cesión de unas tierras, levantó dos escuelas, un hospital y dos hostels para residencia de alumnos, que eran ya casi un millar.

Tiempos difíciles. 1968-1969

La simpatía que despertaba la labor de Vicente Ferrer entre los campesinos generó suspicacias entre algunos sectores dirigentes, que veían en él una amenaza a sus intereses.

La publicación de un artículo en el Illustrated Weekly, el semanario de mayor difusión de India, bajo el título "La revolución silenciosa" fue el detonante de la orden de expulsión que recibió el 27 de abril de 1968, dándole 30 días para abandonar el país.

Ante esto, se inició un movimiento campesino a favor de Vicente Ferrer, al que se unió también un grupo de intelectuales, políticos y líderes religiosos. El coordinador de este comité de defensa era Madu Metha, uno de los más activos e influyentes líderes sociales de Mumbai. A tan sólo dos días de que expirara el plazo fijado para su expulsión, más de 30.000 campesinos recorrieron los 250 kms que separan Manmad de Mumbai para exigir al Gobierno justicia. En una breve entrevista con Vicente, la primera ministra Indira Gandhi reconoció el gran valor de su trabajo y se comprometió a buscar la solución más adecuada a la situación, enviando un telegrama con un mensaje salomónico: "El padre Vicente Ferrer marchará al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido otra vez en la India."

Vicente volvió a España y fundó Acción Fraterna en el Mundo, con un único objetivo: aliviar la situación de los dos tercios de la humanidad que padecen hambre. Aprovechó también para mediar en la causa de dos goanos, presos a perpetuidad en las cárceles de Lisboa, consiguiendo su liberación al cabo de dos meses.

En estas fechas apareció en la revista americana Life un gran reportaje de doce páginas titulado "El santo de Manmad", mientras desde España, Italia, Alemania, la India y Norteamérica, un movimiento popular recogió 25.000 firmas con la intención de proponerlo como candidato al Nobel de la Paz.

Pese a haberlo solicitado, tres meses después de abandonar la India, el permiso para volver no había llegado todavía. Sorprendida por su tardanza, fue Indira Gandhi la que ordenó que le concedieran el visado de entrada de inmediato.

Anantapur: La aventura definitiva. 1969-2008

A su regreso a la India sólo le acogió el Estado de Andhra Pradesh, y Vicente, junto a seis voluntarios incondicionales, decidió instalarse en la tierra más pobre de esa región: Anantapur, donde la escasez de agua llegaba casi a la desertización, y la sanidad y la educación eran prácticamente inexistentes. Allí, los políticos radicales se movilizaron para recibirle con pintadas en las paredes: "Ferrer go back".

Lejos de amedrentarse, a los tres días de llegar contaba ya con una casa, vacía y a medio construir, que convirtió en cuartel general. De una de las paredes desnudas colgaba un cartel que decía: "Espera un milagro". Este mensaje profético, cuyo origen nunca llegó a conocer, supuso un nuevo acicate para seguir adelante.

En marzo de 1970 dejó de pertenecer a la Compañía de Jesús, y ese mismo año contrajo matrimonio con Anne Perry, una periodista inglesa que había permanecido a su lado desde el conflicto de Manmad.

En este contexto nació la Fundación Vicente Ferre en la India, la organización que bajo el liderazgo de Vicente Ferrer contribuye al desarrollo del distrito de Anantapur. Sin embargo, durante los años 70 persistió el asedio, esta vez desde las autoridades de la región, que veían con recelo su trabajo, llegando incluso a intentar encarcelarlo. Vicente denunció el abuso de poder del que estaba siendo objeto y consiguió un fallo favorable que creó jurisprudencia. En 1996 creó la Fundación Vicente Ferrer en España para asegurar la continuidad económica del proyecto.

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