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LENGUA DE PUEBLO
Héctor Hidalgo Quero
ENTRE CANTOS DE PÁJAROS.
El canto paraguanero fue el mejor maestro. Allí se concentraron las vivencias que con el pasar del tiempo se convertirían en canción…
Su música es un cantar de pájaros entre monte y corazón. Sonido orquestal de larga nota asimilado en El Barbasco. El respeto hacia la naturaleza, por sabia y compañera. Charrasqueo de cuatros inimitable y guitarra defensora de galopante percusión.
GOLPES DE ESCARDILLA
SOBRE LA TIERRA SECA.
El campo paraguanero fue el mejor maestro. El amor a la lluvia anunciadora de puntos amarillos de alegría y vida. Signo natural del trabajo de la tierra. Maíz y tapiramas. El muchacho agradecido de los frutos cosechados en el pedazo de tierra prestado.
La siembra, como aliada en la sobrevivencia. Leguas interminables, bajo el ritmo de los baldes en el hombro, tras el encuentro con los pozos. El sembrar en seco con la esperanza de un norte.
Y LA ROJA Y SILVESTRE
COSECHA
DE LOS SEMERUCOS
El campo paraguanero fue el mejor maestro. El recuerdo imperecedero de una mata de semerucos que acaba de dar sus frutos es núcleo de la canción honrada: la de la bucólica cuna y frente digna y brazo solidario. La que nació para cantarse "en una sola época: la humana".
Rojo como el común de vida. Cada semeruco era un verso que se quedaba adentro, después florecerían para todos como ineludible guía, cual mensaje permanente.
SE NUTRE LA CANCIÓN
La búsqueda de mayores posibilidades de llevar la vida es el acercamiento hacia la playa. Es la venta de empanadas y pan dulce. La ocasión del limpiabotas y del ágil maletero sorprendido por la TACA.
Es aprender a leer y a escribir a los diez años, junto a pescadores atentos a las lecciones del maestro Figueredo.
SERENATEANDO
La canción no había pasado, todavía, de la mera diversión, de la enamorada serenata. Del bolero: "cuatrocientas y pico de canciones románticas".
Pero… allí andaba la canción. Eran días sin preguntas. La música de pájaros, lluvia y semerucos entre Las Piedras y una Caja de Agua.
DESDE TRUCO
A BALCONCITO
El recuerdo del tanque colectivo es la casa de vecindad caraqueña. El liceo "Caracas" y el acercamiento hacia la estrella roja. Alma Máter.
El riesgo, que creció con el infante capturando mientras repartían propaganda subversiva.
ESCUCHA EL GRITO.
Las vivencias brotan y se alejan las canciones que no "tenían como protagonista al hombre, en donde el paisaje era el paisaje y nada más".
La militancia política, iniciada en 1959, se profundiza. La lucha clandestina aligera el parto definitivo.
SENSIBLE Y TENAZ.
Alí Primera: sensible y tenaz.
La Humanidad desde un calabozo. El momento de la reflexión definitiva. El de la resistencia y la moral en alto, deteniendo la oscuridad de Las Brisas.
La caja de cartón como instrumento. El aporte diferente. La búsqueda de la canción del hombre para el hombre.
La carga sobre Caracas para aminorar el fracaso guerrillero. El contacto con las masas, ahora acompañado del Comandante y el Tío eternos.
La claridad del cantor. El nacimiento grande del cantor:
"Yo no sabia lo que era un cantor por la incomunicación planteada. La gente estaba oyendo algo nuevo, pero había algo importante que en mí se sembró para siempre: el papel desinhibidor del cantor y del canto que se hace cuando se plantea en él un respeto por el hombre…
La música, cuando se ponen a cabalgar en ella versos donde el protagonista es el hombre hecho combate, cuando el amor que se nombra ya no es el individual, el intimo, sino el amor solidario por todos los seres humanos, cuando el verso además de divertir proporciona elementos reflexivos y concientizadores, cuando la canción cumple estas características se convierte en un arma popular que defiende al pueblo".
LA CANCIÓN ES NECESARIA.
"Humanidad" significo el encuentro del camino lleno de pájaros, donde el golpe de escardilla lo transforma en tierra fértil y se cosechan los rojos semerucos.
Es la canción necesaria, que a la vez es solidaria y busca la unidad del pueblo venezolano y la victoria del pueblo salvadoreño.
ALÍ PRIMERA.
Con el clavel de su vida, convocando a través de la sencilla filosofía aprendida de los campesinos paraguaneros:
"El trabajo de roturar y sembrar los campos es más llevadero y esperanzador cuando se oye el bullicio de los compañeros ¡metiéndole el lomo! a la tarea común".
Ali primera. Cantor nutrido de paisaje y hermandad. Bajo una mata de trompito, entre cantos de chuchubes y guacoas, chengas y turupiales anuncia la frescura de su cosecha buena, y nos ofrece sus frutos para que después sembremos las semillas.
Mundo de Acacia
Lluvia de Octubre 1987.
Nota del editor:
Las lluvias aliprimeristas de Guillermo de León Calles
La investigación se hace más firme cuanto más cercana en tiempo y espacio estén las fuentes de que disponga quien ejerce este difícil oficio de escudriñador de hechos y relaciones para conseguir núcleos de verdad, comprobables por diversos medios y modos de que disponen las ciencias, en este caso sociales y humanísticas. Por tanto, le concedemos valor al testimonio tomado en medio del fragor de los hechos, objeto de atención, y esta apreciación se multiplica en el caso de la indagación acerca de la vida de alguien. Por eso hemos querido traer a la presente entrega el de gente muy cercana a Alí Primera, desde el punto de vista del parentesco sanguíneo y del ámbito espacial en que se movió el juglar paraguanero, tanto en su país natal como fuera de él.
Guillermo de León Calles no necesita ser presentado, por cuanto el propio Alí lo incluyó en su célebre canción "Falconía" como uno de los más recios pilares de la identidad regional. Generalmente introducido como el "cronista de Punto Fijo" o poeta de talla nacional, sin embargo yo lo traigo aquí como el genial "reconstructor de almas" a partir de una precisa e intensa mirada en la gente que rodea o ha estado en contacto con el objeto de sus crónicas biográficas noveladas. Creo que su texto, impreso en forma de folleto a pocos meses de haberse producido el trágico deceso de Alí, resulta la madre de los escritos posteriores que se han hecho para apresar los hitos fundamentales inscritos en la genial trayectoria vital del sembrador de la Patria Bonita, a la que le dedicó casi completamente todas sus mejores energías y desvelos.
El principal "documento" con que opera Guillermo en su arte de prestidigitar ámbitos espirituales es el de los seres humanos..¡vaya a usted a saber la complejidad de su objeto y el delicado arte de urdir los hilos, tejer y destejer las telas de que se compone la existencia del Homo Sapiens¡ Pero con la subjetividad o subjetividades deberemos de andar con cuidado quienes hemos asumido la pasión del estudio y la investigación como profesión y entrega absoluta de nuestras vidas. Saber elegir muy bien las fuentes de información y operar con ellas con el rigor y la exigencia que exige el conocimiento científico es garantía de que los resultados que se obtengan con ello puedan ser plausibles. Es ideal que los estudios antropológicos y etnográficos puedan verificar con fuentes documentales lo afirmado por la gente en entrevistas, encuestas o en otros instrumentos de medición sociológica. No obstante, deberemos estar conscientes de las debilidades y a su vez ventajas del uso de cada uno de los tipos de fuentes de que se dispone, y también de la combinación de unas y otras, según convenga. A lo que se desea demostrar.
"Las lloviznas del turupial", no obstante estas advertencias oportunas, como relato de hechos recién acaecidos, se nos ofrece como un modelo de lo que se avanza y se alcanza cuando se sabe pisar el terreno firme de las fuentes primarias, del testimonio de quienes han estado en primera fila participando en el desplazamiento y trayectoria fugaz e intensa de sus seres queridos que, repentinamente, han escapado de su presencia, sin que lo hayan podido calcular ni mucho menos evitar.
Las lloviznas del turupial
Guillermo de león Calles
Qué Coro más triste
Carmen Adela acaba de acomodarse el pañuelo enlutado entre el caballo que se resiste a envejecer. Desde bien de mañana inició el trajín en los espacios presentes de su hijo Alí Rafael. Contempla con fervor los matices encendidos de lienzos y afiches y rebusca testimonios en la maleta vieja que a lo mejor la compaña desde la primera vez que emigró de Paraguaná para prepararles las viandas a la Policía de Coro o mandar a los muchachos a vender gofios y batíos "por esas calles de Dios ".
En un verano intenso de aquel de 1940. Las lenguas secas y los estómagos ácidos remontaron de nuevo orillas del mar y medanales. Carmen Adela Rossell, que así es su nombre completo, le enfrentó su carácter vertical a las realidades y cumplió con la promesa de acompañar a Antonio Isidoro, su marido, hasta donde la suerte y las necesidades le reservaran un lugar.
_Jesús Rossell fue el primero en irse a Coro- comenta con bastante soltura – y como era oficial de la policía, logró conseguir unos puestos a Antonio Isidoro, Panchito y Fito Primera y a Genaro Ruiz..
El nuevo oficial de la policía está en su casa en la calle La Paz. Habían nacido Asisclo, Adita, Alfonso y Toña. En San José de Cocodite quedarán enterrados los cachubes que cortó Mama Pancha entre rezos y tardes olorosas a bosta seca. La casa de Coro es una sombra que se proyecta con pisadas coloniales.
Alí primera nace en la maternidad Oscar M Chapman el 31 de Octubre del de 1942. Afuera el General León Jurado apura a sus pasos para entrar en la casa de Gobierno como Presidente del Estado Falcón.
La Mujer que dio permiso a Yiyo para que luchara por los humildes, la que le enseño a no matar las mariposas, entristece su pasado de madrugada y ser nacido para "jalar batea¨ para hablar de un 4 de Agosto aciago en que un criminal arrebatara varias vidas y condena a la miseria total a familias que vivieron durante meses la siembra de la de la esperanza.
– Pedro Agüero se llama el matroso – casi lo mata nuevamente con la palabra.-.A él lo trajeron para colocarlo en la sala de Bandera y a pesar de que el finao Antonio Isidoro advirtió que era un elemento peligroso nunca le hicieron caso.
La madrugada se vuelve más oscura. Dan las tres de la mañana y un revólver se encarga de oscurecerla más. El Coronel Jesús Díaz es el primero en caer. La necesidad de matar se enreda en las cabuyeras y Juan Castellanos aquieta sus últimos bostezos. Antonio Isidoro se mece ligeramente en la hamaca .Pedro Agüero lo hiere, insiste, corre, huye y antes dispara en la columna de Gregorio Colina. El hospital "Antonio Smith" se llena de gritos. A los cinco días, entre los brazos de Carmen Díaz, dejará varios huérfanos. Ali tendrá apenas dos años y Héctor se refugia en el pecho de Carmen Adela. Habrá que volver a las rutas de los semerucos. El vendaval del sur, a cabalgar caminos.
Monche escucha con interés el relato de la abuela que enfusila los vocablos. El es el hijo psiquiatra, el que fue adelante para encontrarse con Alfonso en la Caracas de hace años. Carga encima una chaqueta impermeable y una mirada derrotada por el trasmocho. Habla en tono repetido.
Pedro Aguero no fue más que un paranoides.
Carmen Adela no entiende, no tiene por que entenderlo. El pañuelo enlutado se cubre de venganza retroactiva y su cuerpo grande cae en la precisa orilla de sus reflexiones. Bate la cabeza para afirmar :
No Monche el no fue lo que vos decís. Pedro Agüero fue un matroso.
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SAN JOSE DE COCODITE: VERAPAZ
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Con una pensión oficial de cien bolívares mensuales una mujer vestida de negro llega a la casa grande. Mama Chayo los espera en Verapaz, nombre plácido delo que va a ser su asiento en San José de Cocodite. El cielo es el mismo que dejaron colgando cuando se fueron a acompañar a la Cruz de San Clemente. Un azul de juguetería, las cuatro nubes que no se cansan de jugar al escondido y una plegaria que se devuelve hasta las cálidas manos de Mama Pancha.
–La casa quedaba en El Barbasco—recuerda Monche—y Mama Chayo se llamaba exactamente María del Rosario. Allí vivimos hasta el año 47.
Alí ha comenzado a tener participación activa dentro de su niñez. El hermano mayor, Asisclo, inicia sus estudios y es necesario buscarlo en unos burros que el ponedor de nombres de siempre bautiza como "Tatico" y "Guarapo". Hay que hacer los mandados en Curaragua. La bodega de Pedro Revilla queda un poco lejos y si no se apuran los muertos le saldrán en la noche y las luces de las botijas enterradas encandilarán las veredas.
El niño de poco peso, y mente que acompaña el vuelo de los volantines se asoma como oyente en la escuelita de la Maestra Lupe Valles. El dame mi faja y toma tu faja de Alejandro Fuenmayor se confunde con el cacaraqueo de las gallinas, que lleva en venta el chavalito de Carmen Adela, y al regreso el cuento del torito negro y el torito colorao participa de la siembra que más tarde dará semerucos, auyamas, tapiramas y pepinos y que alguna vez marcará unas canciones olorosas a tierra fresca.
CAJA DE AGUA: LA CALLE COREA
Los radios de batería hablan sobre los vestigios de la Guerra Mundial. Corea es un nombre nuevo con sabor a combates que la gente de Caja de Agua lo toma para la rebeldía de una calle, que perpetuará su connotación agresiva con el nombre de Guaicaipuro. En esta calle vivieron los Primera, porque Asisclo trabajó como office boy en la Creole y logran, primero, alquilar una casita en la Calle Comercio; y después, consignar a Alí en las bondades de Carmen Díaz para que su pan dulce llene las cestas del cantor que pregona amasijos entre las puertas llenas de timidices y caobas precarios.
–Carmen Díaz lo quiso como un hijo—repite el hermano por encargo de las voces del tiempo–, tanto como sus madrinas Omaira Sánchez y Teresa Añez. ¿Qué quién fue su padrino? Pues, el Teniente Julio Jordán.
Ahora el recuerdo va vistiendo a Asisclo de Guardia Nacional. Lo pone firme, vestido de verde militar, con la palma de la mano derecha contra la sien y unos reflejos metidos en el marco de este cumplimiento de servicio militar obligatorio, San José abre nuevamente sus vientos para el regreso de la familia y desde allí amarra los recuerdos en un conuco prestado. Allí certifica su oficio de sembrador. El anda con Monche y con Héctor—Bagueuto—mientras el Tío Juan amarra los recuerdos al árbol de la noche y luego los desgrana en vendavales y magias pegajosas.
José Montecano, el que de verdad se llama Esmil, apenas ha dejado el estribo de un canto solidario. Viene con los ojos repletos de bullicio y el entusiasmo de reproducir las canciones inéditas de su hermano configurado en Latinoamérica.
–Yiyo nos cantaba—la guitarra busca acercarse al ritmo del pasado—que el Tío Juan les hablaba de las chivas, de la lluvia, de la esperanza, en los días que recorrían las cabras dadas al tercio. El tío Juan era el comerciante. A las cabras las alimentaban con hojas de olivo, dividive, hojas de laguarí y tunas que quemaban en un jacho. Tío Juan era el marido de Mama Pancha y mis hermanos llevaban siempre ocho chivas de la casa de él a la casa de Verapaz.
Alí, Balikia, como lo llamó su inseparable Héctor, está allí, intacto, dentro de unos azules que le inventó el pintor Jesús Blanco, está en la casa que tantas veces recopiló su voz, entre las botellas de aguardiente de pueblo. Está dciendo que en la calle Corea se tropezó una vez con un hombre militante de la Patria Buena que sabía darle a las cuerdas del cuatro y tarareaba completa la letra de "Cabeza de Hacha".
LAS PIEDRAS: LOS PERUCHOS
PEDRO Moreno Valles todas las tardes recostaba una silla contra la pared de su casa para charrasquear el cuatro y acompañar la nostalgia que se prendía en las notas del valse "Lluvia". A ratos llegaba Pedro Revilla con la guitarra y toda la armonía del mundo bautizaba las audiencias de Alí. Ya zagaletón continúa su vida de oyente, respaldado esta vez por los amores solitarios que cultivaba el ama del Padilla en relación con su hermana Toña. Es el inicio, el atrevido que le quita el cuatro de las manos de su dueño y define su sueño serenatero.
El Guardia Nacional consolidado, consigue una casa en el campo Junior Staff de Las Piedras. Una casa de madera, que concebida para solteros, haAlí consigan trabajo como cachifoscinaría la presencia de una familia que complementa su vida con el agua y la leña vendida por los hijos y la ropa rancia liberada por las manos espumosas de la madre invencible. Las modestas influencias de Asisclo hacen que Héctor consigan trabajo como cachifos en el Comando Militar, y con ropa rehecha con los uniformes dejados por el hermano, limpian cocinas, sirven comidas y riegan los jardines.
–También se hicieron limpiabotas.
El cajón de hoy no fío mañana sí. Alí auscultando los pies que se estiraban en el cemento de la plaza de Las Piedras. Monche lustrando y estudiando en la "Luis Roncajolo." Los zapatos de los gringos parecen espejos negros. El marrón no es el de la piel del pan dulce que se conoce, medio quemado, espoleado por el anís. Las Piedras surge como un escenario definitivo. El maltrato, las malas palabras caídas ante una media manchada, los compañeros que cenan con sus mismos gases devueltos. Las Piedras significan la franela prestada, el pantalón roto que perteneció a un muchacho de ojos azules. Las piedras serán lanzadas desde entonces.
–Cuando regresé de Caracas—quien habla es Monche—ni Alí ni Héctor estaña en la Escuela y entonces logré con la Maestra Pernalete y con el Director Héctor Raúl Lugo que los inscribieran e ingresaran de uan vez a segundo grado, porque ya sabían leer y más o menos repetían de memoria la tabla de sumar.
La amistad aparece en Alí, como concepto fundamental de la vida, en la edad temprana.Raúl Quintero, "Caburito", será su amigo de siempre, Cumplido el quinto grado en Las Piedras van a completar su Primera en el Grupo Escolar Alejandro Ibarra de Caja de Agua, para el momento dirigido por Mercedes de Zavala. Un poco atrás quedarán las canciones aprendidas con el cuatro que le trajo su hermano de Caracas, las novias de besos y papelitos con flores de amor, los corazones atravesados por una flecha y los días en que manejaba los carros de Cayayo Sierralta, Néstor Navarro y Otilio Chirinos cuando él teniendo catorce años se los entregaba para que los lavara. En cambio, siempre andarán con sus ideas políticas los volantes regados contra la dictadura de Pérez Jiménez, las tertulias con los pescadores Juan Bariaca, Tulio Guariato, Bolivita y el viejo Mingán.
Carmen Adela no permite que alguien se vaya sin tomar café. El pañuelo ya se ha vuelto del color del líquido de la taza y sólo resplandece su mirada, cuando le cae el afiche que diseñó Héctor Hidalgo Quero. Anda llamando nietos, participa que Juan Simón, el de Alí, ya le pasó la gripecita y que en la radio le están haciendo un programa especial a su muchacho de ojos cantarinos.
–Tienen que decir también—la taza se convierte de nuevo en espacio cristalino—que a Alí lo quisieron como otro hijo los de la familia Reyes de Las Piedras y que hay que mentar a los Quintero, los navarro, los Morales y a Tata Amaya.
La sonrisa que Man le imprimió en los gestos, induce a Alí Primera a referirnos que Castañuela los ponía a boxear a él y a Héctor en son de competencia y que Chucho Reyes, el dueño del Bar "Pico y Palma", lo llevaba como el mejor bochador de estos lados a las canchas de Coro y Cumarebo para que los fanáticos apostaran hasta quinientos bolívares por el destrozo del mingo.La sonrisa se convierte en guitarra alta, y la memoria fresca de los amigos de infancia reafirma que la primera novia fue una hija de Isabel Antúnez y que un montón de poemas cupo entre las portadas de un cuaderno de a locha para enternecer aún más la vida de un romántico.
CARACAS: LOS TECHOS ROJOS
La dictadura perezjimenista ya tiene suficientes víctimas para la historia de oprobios.1956, Caracas apenas comienza a abandonar los pasos militares de su penúltima Semana de la Patria. El Centro Simón Bolívar con sus torres parte en dos las postales enviadas al extranjero, y los discursos tambalean las pantallas incipientes de los televisores. Al Liceo Caracas ingresa Alí para realizar su bachillerato con una experiencia temprana en la vida y un libro usado a cuya portada Baldor y el Algebra le pusieron un turbante. Muy pronto, cuando las sirenas del 23 de Enero del 58, enmarquen a Wolfgang Larrazábal en las primeras páginas de los periódicos, el paraguanero aparecerá agitando en las calles, con una boina roja bien puesta y un carnet y una conciencia que lo llevarán a participar de la guerrilla urbana.
La Juventud Comunista lo recibe desde siempre, como lo refiere el propio cantor cuando nombra al gallito en la franela corriendo en una competencia de bicicletas. Antes, cuando un disco prestado daba vueltas en la clandestinidad de la democracia, su voz de muchacho fracturada por la nicotina y los gritos ardientes había negado que "Soy comunista venezolano, joven comunista soy."
–El Partido—la palabra es la de uno de los camaradas que prometieron seguir luchando por la alborada–editó una tarjeta de navidad, donde estaban contenidas en un 45, canciones como "Madre, déjame luchar" y "América Latina obrera."
La Universidad Central de Venezuela es el resultado del planteamiento de la lucha armada. La Revolución cubana ha triunfado, y Fidel y el Che pasan a recorrer las esperanzas de los partidos de izquierda y de los jóvenes estudiantes que han aprendido en el marxismo-leninismo la redención definitiva de la sociedad latinoamericana. Alí Primera llena planillas en la Facultad de Ciencias de la UCV para emprender en 1961 la carrera de Química. Anda emparentado con las ideas nuevas y los conservadores principios de los enamoramientos. La Residencia Stalingrado sabe de los apegos, y al lado de El Capital se colocan boleros y serenatas, que de vez en cuando encalidecen las lloviznas del valle caraqueño.
La violencia toma caracteres de torrente. Livia Gouvernier es muerta en el portal de su propia juventud. Noticias de Colombia y recados bolivianos van aumentando el fragor de la sierra venezolana. Las discusiones en la misma izquierda y los errores reconocidos posteriormente, quebrantan el movimiento subversivo. Presos, torturados, el Profesor Lovera silenciado por las cadenas y un pico ahoga su rebeldía en las aguas de Lecherías. Desaparecidos. Las paredes de los más remotos pueblos del país, reciben las ráfagas de las consignas vengativas. Mártires. En pleno Gobierno de Raúl Leoni. Alí interpreta el verdadero trabajo del cantor. Las notas de "Humanidad." Las notas del himno Nacional escoltan el pensamiento y aprende que esta es una canción para embanderar los mejores momentos de la causa popular.
El pañuelo de Carmen Adela se ha vuelto tricolor. En el patio unas gallinas todavía picotean el olor de la manifestación que cargaba claveles rojos en los llantos y puños en alto empujando las rutas de los azules. Las siete estrellas del pañuelo se prenden de la ventana humilde y alumbran la conversación de la madre que reniega del silencio:
–Por eso su pueblo lo acompañó hasta el final cantando el Himno. Vinieron de todas partes. ¡Ah Mundo¡ Yo no sé dónde conseguían tantas flores para mi Yiyo.
Una de las cartas recibidas en aquella época cuenta que Alí fue becado por el PCV psra continuar sus estudios en Rumania. Ha grabado dos discos largos que retozan en el compromiso del país protestario. 1968. El reloj del Rectorado le permite un hasta luego. El líder no quiso salir en libertad, hasta que ocurriera lo mismo en sus compañeros, exprime una nostalgia de semerucos y recita los versos encantados de Ho Chi Minh.
RUMANIA
–El nunca estudió música. El no fue a estudiar música, es decir, estudió por su cuenta con una guitarra y un cuatro.
Rumania se le convierte en una chaqueta gruesa contra el invierno y unas mañanitas donde el sol no es anunciado por los chuchubes. A veces pensará Alí que los baños de nieve que caen sobre los montes. Son los nuevos trajes del cerro de Santa Ana, habitante eterno de su mente. No hay tunas pellizcándole los pies descalzos y el crepúsculo de Cocodite no es más que un sueño recogido en su canción mansa. Hay que continuar los estudios. Los avanzados semestres de su idolatrada Universidad Central no puede quedarse como un expediente para la frustración. De nuevo las fórmulas químicas entretienen las noches tempranas con intenciones de especializarse en materia petrolera.
–Antes de obtener el grado—Monche se ha desprovisto de los lentes—cuando ya casi completaba la tesis, volvió a desertar, porque de acuerdo con lo que me escribió en uno de sus Diciembres, él no quería someterse a la explotación de las compañías petroleras.
El afiche que cuelga en la pared de bahareque en la casa del Barrio donde todavía viven los Primera, va vistiéndose en Rumanía con un liquiliqui bien almidonado. Del sol que hicieron estallar las manos de Julio Colmenarez se desprenden sonidos de maracas, y las cuerdas tropicalizan la escena del compañero, que atenuaba el exilio de joropos aprendidos en la infancia y algún torrealbero menor escapado de la hacienda de Banco Largo. "Es que me voy para Suecia", intenta decirles a sus amigos latinoamericanos reunidos en torno al amor de la tierra. Mireya ha terminado de espantar el tímido abuso de un gato envejecido y en sus manos da vueltas una luna de masa de maíz, que la baila frente a los dioses de la brisa para que Alí tenga buen viaje.
SUECIA: LA PIEL DE MI NIÑA
Estocolmo reúne los sentimientos del sembrador de siempre con la frialdad de un cielo escandinavo. Suecia había sido nada más que una página abierta por los marinos que bajaban en Las Piedras para alojar sus venéreas y exhibir pasión fingida de una mujer rubia entre los brazos de un compañero comercial. Un cuento pornográfico metido de contrabando en las cintas del cine Roxi y un beso lujurioso que se daba a cualquier hora en las plazas prostituidas por estatuas de carne y hueso. Estocolmo negó para Alí la propaganda regada en los muelles por la gente de cara quemada por los hielos de una estación irreverente. En su nueva Suecia de estos días, el amor se mezcla en un parque solitario y los cantos se mecen como los panes dulces de Carmen díaz en las cestas horneadas por el calor de la calle Corea.
–Supimos de Shimpi, está muy bien—afincan Edgardo y Ely tarareando "La piel de mi niña huele a caramelo"—y su mamá y que dijo que había crecido un poco y que la mirada cada vez es más pura a la de Alí. También de Jorgito, el carajito que tuvo Yiyo con Noelia Pérez. Todos están grandotes.
El limpiabotas que una vez aprendió a maltratar el inglés para mentarle la madre a los gringos de Adaro, es un políglota a quien se le facilita pronunciar expresiones amorosas a su Tarja Osenis. El nombre que dista de las Cármenes de su adolescencia y de las Chicas que alargaron sus noches de la Plaza Bolívar, no está arraigado en la presencia de los callejones oscuros de las misas de madrugada, ni en las persecuciones desaforadas que rodaban con la tarde por la Bajada terminada en mar caliente. Ella, Tarja, la sueca de vocación latina, dará dos pieles que olerán a caramelo para la magia de Alí: Shimpi y Marimba—María Fernanda y María Ángela.
Una fotografía con un corte de pelo distinto y la mano derecha metida en el bolsillo de un sweter de lana, hace pensar que el canto se prepara para continuar el viaje. En la presencia más redondeada de los ojos se evidencia una decisión muy firme ¡de frente march¡, y en el filo exterior de la garganta un nuevo rumbo artístico corta el blanco y negro ante los reflejos dados por una luz que no cayó de ninguna parte.
ALLA EN EL RANCHO GRANDE
El canto del pueblo desde que nació huyó de los mercados. Un obrero un día le dijo a alí, recostado a la pared blanca de una iglesia de un pueblo: " No vendas tu canto, si lo vendes, me vendes." Estaban pasando una película de la Sierra Maestra y el albañil con las manos enguantadas por la mezcla de cales morroñosas, le regaló una sonrisa para que la llevara siempre en la parte de la camisa que roza con los pálpitos de la honradez. La petición de aquel predicador de rectitudes, ocupó un puesto importante en el equipaje consciente del cantante que sorprendió a Alemania con gritos mexicanos, heredados de la película de Pedro Infante, y con un Rancho Grande que tal vez fue la réplica amorosa de la casa de Mama Chayo con el nombre de Verapaz.
ALEMANIA
–En algunas ciudades del extranjero tuve que interpretar en sitios públicos canciones rancheras y de amor para asegurar mi estadía. En Alemania logré grabar mis nuevas canciones de contenido social, que me sirvieron para ratificar que los cantos hechos para la esperanza de un pueblo, son sagrados, pues sólo surgían cuando eran necesarios y para entrar al mundo de las grabaciones con un pensamiento definitivo.
Metido en una caja de cartón está el disco grabado en Alemania. Es severa la portada e incomprensible el sello que lo auspicia."De una vez" se llama. El disco salta como una experiencia distinta. Pareciera el triunfo de una constancia y la rotación de una forma de vida, que a cada momento vuelve a sus comienzos. El canto se ha convertido en trotamundos. Después se sucederán los saludos verticalesd de Polonia y más tarde la Plaza Roja de Moscú le devolverá los colores del semerucal y los "datos" abiertos para la sed de los pájaros. Volverá a la Patria Buena a pedirle a los chivos mansos que se vuelvan montaraces, se encontrará con Ruperto y su tristeza marginal, animará las prédicas de Flora y Ceferino y buscará los curas de parroquia para decirles que entiende las claridades de la Revolución.
–Alí regresó en el año 73—Sol Musset asume la conversación—y él desde entonces decía que vino a acompañar a José Vicente y el MAS con el pensamiento de que se lograra la unidad del pueblo. Fue su sueño permanente, su desvelo.
Ella no ha terminado de sembrar la última rosa roja en los cuatro metros de tierra liberada que tiene tortugas y gallitos y sudores de guitarra.
SOL DE LOS LLANOS
Barquisimeto había reservado uno de los más impresionantes crepúsculos para facilitar elencuentro. Gerardo Brito estaba celebrando otro aniversario de "Los venezolanos primero", y una jovencita qque acababa de ganar el concurso de "La voz liceísta" en Acarigua, enaltecía los micrófonos con las notas de "La paraulita". El poeta la miraba en el estudio con la misma pasión con que conquistó alguna vez un par de pichones morenos y la misma mirada que atravesara para recogerla en versos las luchas de Sandino y el asombro que como cielo lleva el pueblo salvadoreño.
–Yo vivía en Acarigua—Sol en este momento se vuelve firmamento pleno—y cuando regresé siempre estuvieron presentes la sinceridad de Alí al mirarme y la voz que se arrodilló en un restaurante para cantarme.
Estaba frente a ella el cantor que reúne multitudes para despedazar el aliento. La guitarra, armada, regadora de flores, constructora de mariposas color rocío. La capital musical de Venezuela les regalaba la oportunidad de las frases sueltas, el amor, la promesa de un disco para la voz de la Nena Musset, las llmadas posteriores. Duaca. El padre de Sol moviendo la cabeza negativamente ante la presencia de un comunista, un cristo enfrente cuando la ternura venció las propagandas oscuras caídas sobre el viejo bueno.
–Fue en 1977 cuando nos conocimos—Sol toma a Sandino, que lleva en sus manos una cruz de madera—mi madre artrítica se declaró en huelga de hambre en solidaridad conmigo y con Alí para que aceptaran nuestro matrimonio. Mi padre posteriormente lo quiso mucho como ocurrió con toda su gente de Latinoamérica.
Sandino está acompañando los rezos de todo un mundo que se volcó en casa de Carmen Adela. La cruz de palo le nació de la ingenuidad. La comparte con Servando y Florentino. Un llanto tierno de Juan simón se amamanta con dolor de pecho. Los hijos de Alí parecen innumerables. De las manos cariñosas van cayendo caricias sobre sus frentes y ellos repiten el lagrimear de las Cumaraguas. Unos fantasmas altos, ataviados con túnicas de petróleo, repasan el silencio iluminado de un Barrio marginal.
–Después del matrimonio comprendí que no me había equivocado en mis primeras impresiones. La bondad de Alí andaba por todas partes, su calidad de padre, su espíritu solidario, la combatividad que nunca abandonó.
Las persecuciones adquieren formas distintas. Las llamadas repetidas anunciando la muerte. El parabrisas de su carro que le mete astillas a la noche. Los comunicados dirigidos a la Fiscalía. Un matorral conteniendo la respiración de un hombre que necesita vivir para los demás. Disparos. La conciencia bolivariana en alto. El apartamento de El Valle sólo crece cuando lo invade la zozobra. Un remitido de los Comités por la unidad del pueblo y no sólo de vida vive el hombre.
–Shimpi tiene la foto donde estamos con el padre Freites.
Caen primeramente otros testimonios. La cara virginal de sol se aproxima cada vez más a la imagen conventual cuando atraviesa los pasillos de la Escuela Fe y Alegría donde trabajó por un tiempo. Un cristo le pende de la tristeza y lo asume como el primer camarada que militó en sus sentimientos. Es de tarde ya. Unos tambores venidos de Bobures repican un llanto reprimido. Florentino vuelve a su llano de metras regadas y empieza a ordenar sus mundos de cristal.
–El me enseñó a no vivir sin él.
Un crepúsculo de otra naturaleza le hace marco para que suba al escenario del anfiteatro de Barquisimeto. Lleva una nota salpicada por una tinta nerviosa. "mi agradecimiento en nombre de todos por este recuerdo permanente hacia nuestro Alí". El micrófono enreda las las paraulatas de otros tiempos. Los venezolanos primero.
–Alí Primera—la multitud es una garganta enrojecida.
–¡Presente¡
Tomado del folleto de igual título impreso en Punto Fijo, FUNDALI, 31 de octubre 1986. Diseño y diagramación de Héctor Hidalgo Quero. Foto de tapas interiores de Heberto León.
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Nota del editor:
El siguiente texto de Charo Pelayo de Ollarves sigue la línea del relato vivencial tomado de los familiares, vecinos y amigos más cercanos a Alí Primera, del que ha hecho profesión Guillermo de León Calles. Resulta un testimonio henchido de frescura y cariño por la tierra donde se movieron los pies del niño Alí en su Paraguaná querida. Lo reproduzco exactamente como apareció publicado en el libro Alí Primera. Vigencia del canto redentor, de Miguel Ángel Paz.
Recordándote, en tu canto vivo
Charo Pelayo Ollarves
Hace diez años, una infeliz madrugada silenció las cuerdas de la garganta del Alí cantor, del Alí poeta, del Alí del pueblo, del Alí de todos.
Desde entonces en San José de Cocodite, en sus montes, en los conucos, en los caminos, se confunde diariamente el cantar de Alí, con el turpial, el cardenal y los grisáceos chuchubes…
Tratando de indagas sobre la vida de Alí, me encontré como en Macondo, en aquella casa "con paredes tapizadas de muchas historias"; la puerta está abierta –sin malicia ante el mañoso ladronzuelo. Entré y descansé sobre cardones moldeados en silla y con la mirada fina en el zaguán, esperé alguien me presintiera.
De pronto, escuché la voz de un niño acompasándose con el rasguear del cuatro:
Tin Marín que arde la candela
Tin Marín contra la humedad…
Sentí un aletazo en el pecho. Cónchale, esa es la casa materna de Alí, a quien hacía poco tiempo, la muerte le propinó una mala jugada, mientras conducía su camnioneta.
De repente apareció un tipo bonachón, divorciado de malicias. La amistad surgió al instante; estuvimos conversando toda la tarde. Resultó ser hermano mayor del cantos—Asisclo—a quien Alí llamaba "Mi tono mayor". El muchacho sobrino de Alí –continuaba cantando:
Sólo se mojaron y en la orilla están
secándose al sol, pronto sonarán.
Asisclo, Tono Mayor, me llevó a conocer a la viejita Carmen Adela, la mamá, la inspiradora de tanta poesía.
Tú me enseñaste
a no matar las mariposas…
Fui aprendiendo poco a poco
a querer a los demás
Por los humildes madre
déjame luchar
Pude ver comandando en aquel sencillo altar, al Cristo de Ceferino y recordé su conmovedor diálogo con el cura:
Y usted perdóneme padre
que no me mata Dios
sino, que me mata el hambre
Y releía sus preguntas
en letras de incienso.
¿Por qué los mercaderes del templo aumentaron más que los panes de Jesús? ¿Qué quiere decir bienaventurados, que lo de pobre me lo sé yo?
Nos sorprendió el lucero mazamorrero, desnudando historias y saboreando un espumoso café recién colado.
Conocí así la historia de Alí, un niño huérfano a los dos años.
Al viejo Isidoro, su padre, lo mataron en Coro, cuando era policía. Carmene Adela resolvió llevar sus hijos a San José de Cocodite, donde vivía l abuela. En su pela con la vida pudo sobrevivir, ayudándose con una pensión enviada por la Gobernación del Estado. Jamás hubiera sospechado Isidoro que él valía cien bolívares mensuales—y para colmo, como siempre, la pensión se retrasaba hasta tres y cuatro meses. De no haber existido el "Compadre Dimas" a lo mejor Carmene Adela y sus hijos no hubieran sobrevivido. El "Compadre Dimas" era el dueño de la bodega "Caradecagua", allí se conseguía desde un kiñlo de maíz hasta un metro de famoso casimir.
Cuando el hambre les revoloteaba el estómago, la joven y viuda preparaba los dos borriquitos de la casa "Tatico y Guarapo" y se enfila con sus hijos a "Caradacagua" a buscar el ansiado bastimento. Andaban hasta 8 km por caminos espinosos y empedrados. Llegaban sudorosos fueteados de viento y polvo; más allá en el rincón del tinglado, se lamentaba el aguaducho, ya le habían rasgado el fondo.
En los lomos de los nobles borricos acomodaban las provisiones y emprendían el regreso. Alí, el más inquieto, se retrasaba exigiendo la tan desaparecida ñapa a pesar del fiao. Alí alcanzaba rápidamente a los fatigados viajeros, iba feliz, contento, saltando tunas, apedreando datos, chorreándose con semerucos. Siempre llevaba un sombrero, ajustado con un cordoncito amarrado al Coello. Era pecoso, ágil, como una perdiz, quizás, por eso se hizo tan amigo del colibrí, quien le enseñó muy tempranamente mover sus alas, a volar muy alto, al estilo de Juan Salvador Gaviota.
Carmen Adela, dedicó gran parte de su tiempo a su amiga, la monotonía. Sólo fue capz de variar su vida, l ausente lluvia al llegar inesperadamente. MDe pronto resolvió mudarse con sus hijos a La Vela de Paraguaná, hoy "Barrio Alí Primera".
El hijo mayor optó por su única escapatoria, se fue al cuartel.
Mire se llevó el latido/ Y
le dejó el corazón.
Sus otros hijos pudo enviarlos a la escuela haciendo dulces y empanadas, Alí, Monche y Alfonso se las vendían en el aeropuerto de Las Piedras. La cartera una latica de salmón vacía, se hacía más sonora, cuando los muchachos lavaban carros, limpiaban zapatos y sobre todo cuando Alí y Monche montaban exhibiciones de booxeo,. Los gringos de La Creole gratificaba—con mediecitos—al pícaro limpiabotas, sonriendo al leer en la caja de madera, unas garabateadas letras "Hoy no fío, mañana sí".
Dando lustre y acompañándose con el trapear de sus brazos, fue acoplando Alí los gorjeos de sus primeras tonadas inspirándose para una mañana:
"En mi tierra, la luna es tan bella que los gallos despiertan
Para cantarle a ella"
Burlando obstáculos, Alí logró llegar a la universidad Central: creyendo en el canto.
El canto me da vida/para vivir cantando/
…es así simple, hermanos
Cuando recibo golpes, alzo la frente y canto.
Creyendo y escuchando son sus hermanos:
"Por eso mismo, tus manos, Ché, aun muertas están luchando,
porque las tuyas y las del Chema no te las cortaron rogando".
Creyendo y amando a su pueblo:
"Canta siempre que la voz sea un disparo
Que con las manos del pueblo no habrá canto desarmado."
Ali se ufanaba cantando "para que no le quitaran la emoria".
"Y cómo acordarme si me da por cantar
cada vez que me acuerdo"
"Y todavía me acuerdo, la primera vez que hice el amor;
Me acuerdo de mi gente, gastando madrugadas por una lata de agua."
"Y todavía me acuerdo, cuando mamá se asustaba con mis ideas
revolucionarias."
Y cantó siempre y para siempre.
Y escribió su "Poema del Adiós" ¿Precognición? No sé, tal vez.
Esa noche enmudeció la guitarra, estuvo celosa viendo escribir sin pentagrama:
Poema del Adiós
Si callo para siempre
no me llores.
Recuérdame siempre, en mi
canto vivo.
Con alegría, no haces nada
con llorar
Ni con rezos ni con flores.
En al tierra siempre se muere
y la lucha es pan de cada
día, quizás un grito en mi
garganta
no sea más con vida,
pero vive.
Sólo mis hijos te dejo
y una herida muy profunda
te lacera pero no estarás sola,
mi voz perdurará en
tus oídos.
Recuérdame siempre con
amor
dedicando tu vida a cuidar
los retoños de nuestro
amor
Alí Primera
Nota del editor:
Escribe Sol, la esposa de Alí
Seleccioné este texto en razón de su valor como testimonio de primera mano de una relación amorosa que arrancó como una flecha y llegó a la diana en el tiempo récord de la ternura y el cuidado que mejor adornan el carácter y la personalidad de Alí Primera. Lo escribe su esposa Sol, la compañera en quien centró la carga fundamental de su vida amorosa, en cuya intensidad brillan los ojos de sus cuatro hijos, omnipresentes en cada uno de sus actos y en las disímiles formas en que los sentimientos se concretan en la creación artística. Según me testimonió su hermana Carmen Antonia La Negra Primera, Alí era obsesivo en su relación con su pareja y las cimientes surgidas del calor amoroso y, en el presente relato, Sol nos lo revela con una prosa concisa y llena de la gracia femenina que seguramente provocó la atención desmedida y concentrada del vate paraguanero.
"Alí y yo"
Sol Mussett
Nos conocimos el 10 de marzo en Barquisimeto en el aniversario del programa "Los venezolanos primero", organizado por Gerardo Brito, que trasmitía Radio Lara.Había ido a cantar representando al estado Portuguesa, con Manolo Aldana, de Barinas. Mi hermano Rafael había intervendio también. Estábamos representados por mi hermano Jorge. Esa noche, recuerdo, canté La Paraulata, Alfonsina y una canción dedicada a Barquisimeto. Luego de cantar, Alí se acercó a mi hermano Rafael para que nos presentara, que le había gustado mucho como cantaba y quería impulsar un disco mío. Nos presentaron. Me reiteró su gusto por mi voz. De allí fuimos a un restaurant.
Recuerdo que esa noche él estaba con una muchacha muy linda que para época era su novia. En la cena me hizo apartar de los demás y de cuclillas frente a mí acompañándose con la guitarra me cantó primero La piel de mi niña, luego con el cuatro Mama Pancha y con la guitarra Los dos pichones morenos. Al despedirnos, mi hermano le dio nuestra dirección y teléfono. Dando por un hecho que Alí sabía que vivíamos en Acarigua. Qué fue lo más me llamó la atención de él? Sus ojos…su mirada que me pareció sincera, intensa, noble. Me conmovió su ofrecimiento por grabarme un disco.
Un mes después me llamó Gerardo Brito, hoy nuestro compadre por su hijo Gerardo Alí, y me dijo que Alí lo había llamado pidiéndole información sobre mí. No me había ubicado ni por teléfono ni por cartas. Las cartas se las devolvían y y el teléfono no contestaba.
Gerardo chequeó teléfono y dirección. Estaban correctos…pero para Barquisimeto, y no para Acarigua¡ Yo, que estaba convencida que lo había impresionado, y estaba ya angustiada por no tener reacción de él, me sentía desilusionada…No sabía de ese equívoco inicial. Aclarado, comenzó a llamarme … Mi papá recibía las llamadas: me llamaba Alí Primera. Creía que era por el disco. Recibí los discos por correo, hasta entonces seis, el último Canción Mansa. Mi papá, adeco empedernido, recibió muy honrado los discos. Pero un amigo le aclaró: "Ese cantante es comunista." Eso bastó para que perdiera todo interés y simpatía por él: no me pasaba sus llamadas y me decía que no quería que me enamorara de un comunista. A todo esto, y casi sin verlo, yo estaba enamoradísima de él. ¡Comenzó una odisea inolvidable¡ Pedía un carro prestado a un amigo, pasaba por casa y me tiraba besos. Yo trabajaba como maestra en colegio de Fe y Alegría. Gerardo Brito, cómplice, nos hacía coincidir en los actos (siempre acompañados por mi hermano Rafael.) Coincidmos en Duaca cantando, en noviembre del 77 y por fin em dijo que estaba enamorado de mí, todo muy convencional, muy antiguo, muy alejado de su meomento y su personalidad aparente tan informal. Me aclaró que era muy celoso…y desde ese momento no podía estar sino con mis hermanos, en cualquier acto. Así comenzaron nuestros amores, conocidos por mi familia, menos por mi padre. La prensa informó a mi padre de "nuestro tórrido romance". Me prohibió asistirá actos y Gerardo Brito salió mal parado¡ Hasta me prohibieron ir a su cumpleaños¡ Alí y yo habíamos planeado vernos allí. Alí me ratificó intenciones y sentimientos en otra carta. Quería hablar con mi papá. Las llamadas tenían una clave para yo atender, el acoso de papá era constante. Hasta pensé meterme a monja en Barquisimeto si no consentía nuestros amores. El 22 de diciembre me llamó: pasaría por casa. Yo estaba allí, de punto. Cruzó los brazos, me dijo: "Te amo mucho, Dios te bendiga." Me hizo señas que me llamaría…
En enero de 1978, día de mi cumpleaños, el 5, me dijo, por teléfono que ya "no aguantaba más". Que el 11 de enero, contra viento y marea, y papá, hablaría con él. ¡Mis hermanos y mi madre comenzaron a trabajar a favor de nuestra causa¡ Hasta las monjitas de Fe y Alegría hablaron con mi papá rogándole aceptara a Alí, todo esto llevó a papá a aceptar la cita con él. Todo era excitación¡ Pero ese día había un acto de solidaridad con Salon Meza y dos días antes Alí me llamó para decírmelo. "Ves?", me preguntó papá. "Así son los comunistas, dejan todo por su causa. No le doy otra oportunidad". Mi mamá se puso en huelga de hambre en esos días en absoluta solidaridad. Yo compartía su solidaridad por la causa…mi madre con la de él. Por fin, el 18 se cumplió la cita¡ A la una y media de la tarde llegó Alí¡. Cuando papa lo vio, me dijo: "Nena…ese feo es del que estás enamorada? Ese es tu muñeco?" Hablaron por más de cuatro horas. Mi papá exigió que nos casáramos lo antes posible, porque no le gustaban "los amores madure cambure", esos de besitos y agarraderas de mano. Alí sugirió el 10 de diciembre. Mi papá asintió. Pero puso una condición: visitas en el porche sólo los domingos…Ni siquiera podía brindarle un vaso de agua.
Para el mes de marzo ya papá le decía "ese muchacho" en vez de "ese comunista." Pero esas visitas eran más para mi madre, quien ya por su artritis deformante estaba casi paralítica…El la peinaba, la besaba, le cantaba, …le acariciaba su manos. Después le compraría su silla de ruedas. Su amor y bondad hicieron cambiar a mi papá…comenzó a quererlo. Un sábado, contra las reglas, Jorge lo trajo. Papá me preguntó si Alí venía. "Por supuesto¡"—asentí. Llamé a Alí. Y por primera vez Alí entró en nuestro hogar. De lejos, pudo ver mi cuarto.
A instancias de mi padre, cociné con la ayuda de mi hermana, más necesaria que nunca porque todo se me olvidó. Mi padre siguió sorprendiéndonos: abrazó a Alí…después de cenar le bendijo..y le brindó un trago de ron, cuidadosamente guardado¡ Alí se emocionó tanto que saltó a besarme: "Qué bueno, mi vida, ya tu padre me quiere¡" Desde ese momento todo fue más hermoso, más fácil para nosotros. Me prohibió que siguiera trabajando, era muy, pero muy celoso.
En abril le dijo a mi padre que debíamos adelantar la boda porque en julio viajaba a Cuba y no quería irse sin mí. Una faringitis impidió el viaje. Ahora pienso que fue una treta de él. ..papá que no quería esa boda tan rápida, pensaba que podía "perderlo."Alí le aseguró que por el contrario, tendría otro hijo. Así fue.
El 17 de junio nos casamos por civil: testigos, Gerardo Brito y su esposa, Julio Valero y Olga. El 24 de junio por la iglesia. Shimpi, su hija mayor, (La piel de mi niña…) vino de Suecia con su hermano menor, Marima, y una hermana por parte de su madre. Nos fuimos a Paraguaná de luna de miel…con las tres¡
Casados, Alí no me dejaba un momento. ¡Hasta para sellar un cuadrito, me llevaba¡ En noviembre de ese año viajamos a Europa…¡con las tres niñas¡ pasamos por Suecia y las dejamos. De allí nos fuimos a Roma. Al salir de Suecia ya sabíamos que en mi vientre viajaba otro pasajero: ¡Sandino! Si Suecia fue lindo, Roma lo fue más. Una comunicación mágica nos acompañaba en una aventura de amor y felicidad. En los restaurantes cantábamos con gente desconocida, en la madrugada recorríamos las calles cantando…La última noche, arrivederchi Roma…Nos dolía dejar esa ciudad en la que parecíamos compartir un mundo irreal de sueños y alegrías…
De allí a Florencia. Cuando paseábamos, donde Alí veía un olivar arrancaba las olivas para yo comerlas. Comenzaban los antojos…de aceitunas…Al regresar a Venezuela, cantamos en un acto el 2 de diciembre en Maturín.
El 17 de marzo de 1979 nació a las 3 pm Sandino. Creció más el amor de Alí…nunca dejé de tener una barriga. Vinieron Servando (27.8.1980), Florentino (31.8.81)…Juan Simón (11.11.84.) También compartimos con Jorgito, su hijo en otra compañera, las vacaciones en Falcón. Shimpi, de regreso de Suecia, (1979) vivía con nosotros.
Era un padre atento y maravilloso. Me protegía íntegramente, él escogía mi ropa, cuidaba de detalles insignificantes que su angustia hacía grandes cosas. Era un afán de protección, como si temiera perder por un segundo el control de su mundo íntimo. Eso ha contribuido a acentuar mi soledad, aun cuando la disimulo por el tremendo compromiso que significa ser la heredera del bienestar de sus hijos, de los nuestros y de los de todos esos seres queridos que lo sienten como suyo. El no me enseñó a vivir sin él.
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Tomado del libro Alí Primera: A Quemarropa, de Andrés Castillo.1999, p. 92, 93 y 94.
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Nota del editor:
Textos inéditos de Eudes Navas sobre Alí
Conocí a Eudes Navas Soto a partir de la lectura de un libro suyo comprado en el santuario de las Ánimas de Guasare. El tema, y la forma testimonial de tratarlo, me llevaron a su casa, donde sostuvimos largas y fructíferas conversaciones. Pero hablamos más de la familia santiaguera de los Maceo que de religiones populares y de cultos sincréticos, que tanto peso tienen en la psicología de nuestros pueblos latino-caribeños. No sé cómo saltamos al tema de Alí Primera y él me obsequió, junto con ejemplares de algunos de sus libros, un manuscrito que elaboraba acerca de la madre del Padre Cantor del Pueblo. Conservé el documento hasta que, mucho tiempo después en que me adentré en el estudio de la vida de Alí, me sirvió de guía, junto con un manuscrito de su hermano mayor Asisclo, para entender los primeros años de su vida, en los que cristalizan valores esenciales del hombre.
"Carmen Adela" fue incluido en su libro póstumo Entre corianos te veas y es un ejemplo elocuente del fino sentido que tenía Eudes para percibir el complejo entramado de la vida humana. Su prosa, acabada y a ratos precisa, se deja correr en otros textos, algunos inéditos, que gentilmente nos permitieron procesar su viuda, la señora Lilia Josefina Camacho de Navas y su hijo Eudes Navas Camacho, en una prolongada visita a su casa que me permitió recordar la última vez que vi al amigo Eudes, en las tensas circunstancias del Golpe de Estado, traicionero y cobarde, llevado a cabo por la oligarquía venezolana en abril del 2005.
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CARMEN ADELA
La madre del cantor mayor
Eudes Navas Soto
A: los Primera Rossell
A: los Padilla Rossell
A: Sol y a los Primera Musset
Para el libro: ENTRE CORIANOS TE VEAS
25 crónicas de más de la corianería
Carmen Adela la madre entre otros, del cantor mayor del pueblo venezolano Alí Primera, era una paraguanera por los cuatro costados, por cualquier lado que se le viera. Todo el color sabor y olor paraguanero, formaba parte de los nutrientes de arterias y venas de Carmen Adela Rossell, nacida en el ombligo de la península, en San José de Cocodite el 16 de diciembre de 1910, donde la bonanza de la tierra, en la época de lluvias y frescura, confunde la apreciación atmosférica y telúrica de esa Paraguaná, inciertamente árida, a su vez embriagada en la delicia de sus propios vientos y la gama de azules de su cielo y de los mares que la circundan y le refrescan la resolana.
"Para pelear un coriano
Para enlazar un llanero
Para aguantar un verano,
No hay como un paraguanero"
La gente de Paraguaná carga a cuestas el olor, el color y el sabor de la península. Olor a sol, viento mar y tierra, honrosas delaciones de la tarea diaria, olor a vendaval y a orégano de tiempo de frescura, color de los azules infinitos de su may y su cielo y sabor salobre de la brisa viajera que se nutre del mar, para irrigar todo lo que pertenece a la península: seres, flora, fauna y suelo. Carmen Adela era todo eso, una paraguanera integral, donde el mestizaje que le viene de ese apellido sajón, Rossell, no debilitó los ancestrales genes caquetíos, que salían a relucir de su bondadoso rostro de facciones definidas, de su pelo lacio reacio a las canas, recogido, para la comodidad en las ocupaciones y para airear la nuca y el cuello, en un rodete de moño sujeto con peinetas de carey con aplicaciones de bisutería, de su afán de conciliar y hacer amigos, de la alegría que cargaba como bastimento y que repartía a raudales a través de su animosa y optimista conversación y de esa fortaleza física y anímica, que tanto la asistieron a la hora de afrontar y solventar situaciones extremas, muy difíciles para cualquier ser humano.
Carmen Adela lograba aceptar su destino, le daba el tratamiento correspondiente a la calamidad eventual recobrando luego la verticalidad habitual para enfrentarse a la próxima tarea, logrando sabiamente, que el dolor, lejos de crear estigmas permanentes y dolorosos, rodara por ella, como ruedan las gotas de agua sobre el declive de una superficie engrasada.
Así pudo sobreponerse a la desgracia de aquel aciago mes de agosto de 1944, cuando recibe el cuerpo herido del compañero, paraguanero también, Antonio Isidoro Primera, el padre de Alí, con quien llena de amor, de alegría y de esperanza, habían salido cinco años atrás de su pueblo natal en la península, en las laderas del Monte Cano: San José de Cocodite, en busca de la deslumbrante y engañosa prosperidad que ofrecen las ciudades. Antonio Isidoro que se desempeñaba como agente en el cuartel de policía de Coro, resultó herido de bala, cuando un recluso enloquecido repentinamente, arremetió contra varios agentes, luego de desarmar al chofer de la única patrulla, que para la época existía en Coro, días después moriría en una de las salas del viejo hospital "Antonio Smith".
Carmen Adela lloró su muerto y tomó las previsiones de los pasos siguientes, usando todo el valor que le quedara, luego de preservar el necesario, para atenuar el dolor de sus pequeños hijos:
–Regresé a San José de Cocodite, en Coro no tenía nada que buscar, Coro me había dado mis dos hijos pequeños, Alí y Héctor, pero también me había quitado el compañero— llegó a contarnos una tarde en su casa del barrio "La Vela", hoy barrio "Alí Primera", en la parte norte de Punto Fijo, mientras el agradable olor de un cafecito recién colado, se abría paso a través de los olores agresivos de los hidrocarburos de la vecina refinería —cuando mi familia me vio llegar con la "ringlerita" de hijos, sin mucha diferencia de edad y estatura entre ellos; seis muchachos, cinco varones y una hembra, Asciclo, Ada, Alfonso, Monche, Alí Rafael y Héctor el "natieco" para entonces; uno de mis parientes dijo:
–Miren, ahí regresa Carmen Adela, parece una cabra con sus "mequitos".
En San José de Cocodite, Carmen Adela y sus muchachos asumen rápidamente lo que les tenía reservado la vida rural, los varones a buscar agua y leña, la ayuda en la casa, la pequeña escuela, los cuentos por las tardes de los parientes y amigos adultos, el volantín, el trompo, las metras, las "aventura a través de cujizales y cardonales, siguiendo por el cauce de las quebradas secas, las huellas, que marcadas en el endurecido lecho como ideogramas o caracteres consonánticos de antiguas forma de la escritura, delataban la presencia reciente de codornices, conejos, iguanas y otras especies, que cazadas con "tira tiras" y palos, podían completar las "compañas de arepas" de la dieta diaria de la familia. En ocasiones la "aventura" los llevaba en busca de especies marinas, al mar "de la parte arriba". También era tarea de los varones, a la que se sumaba la propia Carmen Adela, ir en lo dóciles burros de la familia, hasta la bodega del "compadre Dimas", para procurar el "fiado" del bastimento regular, mientras llegaba de Coro, la pensión de Bs.100, que el gobierno le entregó como viuda de un funcionario público, "caído en el cumplimiento del deber y que en ocasiones, tardaba hasta tres y cuatro meses en llegar. En el camino, se abastecían, cuando era época, de cuanta fruta comestible produjesen las plantas xerófilas cercanas o a las orillas de los pedregosos y ordinarios caminos: "datos", "lefarias", semerucos, cotoperices, etc. Era un recorrido de varios kilómetros entre Caradacagua, la bodega del "compadre Dimas" y el hogar de los Primera Rossell.
Entre el quehacer de todos los días y el intercambio permanente con las familias de ella y del difunto esposo: Mamá Pancha, el padre y hermano de Antonio Isidoro, Rafael Primera y Juan Primera, el Tío Juan, quienes le enseñarían a Alí los primeros "puestos" en el cuatro, y que más tarde se convertirían en personajes cantados por él, la celosa vigilancia de los hijos y otras actividades propias del campo, distraía los días, mientras levaba a cabo sus planes de traslado hacia la costa oeste de la península, donde se hablaba mucho de porvenir y progreso.
Enérgica y decidida como era, un día Carmen Adela decidió acercarse más al área de las refinerías petroleras. Los muchachos van creciendo y requieren mejores escuelas, además ella cree ver la oportunidad de mejorar las condiciones de vida de la familia; trataría de conseguir algún trabajo o por lo menos, mejor compensación por los trabajos que desde la propia casa, pudiera ser con la ayuda de Ada.
Llega a Caja de Agua en los años cincuenta. Asciclo, el mayor, quien posteriormente se convertiría en "el cronista de los Primera" y a quien Alí llamaba: "tono mayor", debido a la definida tesitura de su "vozarrón", que más tarde lo haría lucir en veladas familiares y en programas radiales de aficionado, ya era un adolescente con "disposiciones" para el trabajo en forma, lo que llamaban: reportarse. Sin embargo unos años más tarde él prefiere enrolarse en el servicio militar y más tarde se hace guardia nacional. De nuevo hay un hombre con aptitudes de conductor en la familia.
Pasado un tiempo la familia se muda a Las Piedras, lugar de trabajo de Asciclo. Alfonso y Monche, serían pilares básicos en la "búsqueda de la vida", para ayudar al sustento diario, sin embargo Monche, además de soñador, era un excelente estudiante y nunca descuidó su pasión por aprender de toda lectura que cayera en sus manos. Carmen Adela y Ada establecían la logística doméstica. Alí y Héctor, pronto, de las manos de sus hermanos mayores, se integrarían a la producción familiar de recursos, limpiando zapatos, vendiendo empanadas y dulces, lavando y cuidando carros y cuanta actividad honesta, pudiera proporcionar unos cobritos, llegando inclusive a "montar" exhibiciones de boxeo entre ellos mismos y otros actos escénicos improvisados. Monche se encargaría de enseñar a leer a Alí y a Héctor.
En Las Piedras, Alí destaparía el cofre de sus primeras inquietudes artísticas, sociales y políticas, además de humanas. Aprende a tocar la guitarra de manos del viejo Tulio Guariato, comienza a interesarse por la lectura política y comparte las parrandas de los pescadores, capta las inquietudes de éstos, y comienza un aprendizaje sobre las condiciones sociales de "los de abajo", que conservará y exteriorizará tiempos más tardes en sus cantos y poemas.
Carmen Adela, una hermosa mujer, curtida por la vida, pero sin perder sus encantos, conoce a José Padilla, con quien, luego de un sondeo, hasta comprobar que éste le iba a "querer a sus hijos", decide a unirse a él. Monche era el más reacio a aceptar esos amores.
–Monche era muy celoso conmigo—nos contaría Carmen Adela. –Asciclo y Alfonso eran más comprensivos, Alí y Héctor que eran los más pequeños, rapidito se hicieron amigos de José y más tarde lo tratarían con mucho cariño, Alí como era tan echador de bromas y tan "pasao" con José, al tiempo, cuando llegaba de Caracas lo abrazaba y le decía: ¿Cómo se ha portado mi viejo "Semehueve"?. Ni los muchachos, ni yo, ni el propio José, creo yo, llegamos a saber el porque de ese sobrenombre, no sé cual de ellos dijo, que Alí le decía así a José, porque era muy enamoradizo a espaldas mías, ¡Vaya usted a saber!
Su compañero se convierte en un padre, sobre todo para los hijos más pequeños de Carmen Adela, los ayuda, los protege y logra ganarse el amor de éstos como si se tratara del padre natural. De este segundo matrimonio, nacen: Edgardo, Mireya, Emil, conocido hoy en el mundo artístico como José Montecano, nombre que le escogería el propio Alí, y el menor, Ely.
De las Piedras, Carmen Adela, decide mudarse más cerca de la pujante ciudad de Punto Fijo, que día a día iba perdiendo su configuración aldeana, para convertirse poco a poco en una joven y dinámica ciudad siempre en ascenso.
Con José y la prole aumentada por los cuatros hijos habidos de su unión con él, fija su residencia en una modesta vivienda de tablas, propiedad de un sargento de apellido García, de allí se mudan, dentro del mismo sector y en condiciones de inquilino también, a una vivienda de las usadas por las compañías petroleras como soluciones habitacionales: —Esa casa por fuera, parecía un pote cortado a lo largo por la mitad y puesto boca abajo sobre el suelo—nos contaba riendo Carmen Adela.
Esta vez alquilan una pequeña casa colindante casi con la cerca de la refinería de Amuay; la vivienda será luego adquirida, mejorada y ampliada por Carmen Adela y José, allí echarán el ancla, se disponen a levantar a los muchachos más pequeños. Asciclo, ya con familia propia, construirá su vivienda al lado de la de Carmen Adela, la que pronto se convertiría en la "casa grande" de los Primera. Alfonso, Monche, Alí y Héctor, comienzan a ordenar sus propios pasos y cada uno emprende la búsqueda de sus destinos. Alfonso fija su residencia en Caracas, donde comienza a desempeñarse en importantes cargos; con él se va Monche que más tarde termina sus estudios universitarios y se gradúa de médico, especializándose posteriormente en Psiquiatría. Alí, a su tiempo, emprende el camino de la universidad para estudiar Ingeniería Química. Apenas inicia la carrera en Caracas, pronto se va a Europa a continuar sus estudios, pero la "responsabilidad mayor" lo reclama para su pueblo y, definitivamente se enrola como militante de la esperanza; de ésta, con su canto y su accionar, se hace el principal vocero del país y uno de los mas importantes de América, con proyección a los restantes continentes del globo terráqueo. Por su parte, Héctor se gradúa de Ingeniero Agrónomo, pero el destino le guardaba una carta en la manga. En plena juventud y cuando Carmen Adela, comenzaba a tener sosiego de los avatares de su vida de esposa, madre y compañera de sus hijos, un desgraciado accidente automovilístico la va a separar definitivamente del "natieco" del primer lote de hijos, Héctor moriría poco tiempo después del accidente, debido a graves e irreversibles secuelas del mismo.
Antes de la muerte de Héctor, cuando ya la familia estaba definitivamente ya instalada en la casa de Asciclo, alguna vez sugirió que llamaran "Verapaz II", como la casa de los Primera en San José de Cocodite, Carmen Adela en franca y responsable conversación con su compañero, le dijo:
–José, ¿tú no crees que ya va siendo hora que nosotros nos casemos como lo manda Dios y la ley?
–y que vamos hacer pues, ¡vamos a casarnos!—le respondió José.
Una ceremonia sencilla y una misa familiar dominical, selló definitivamente aquella unión.
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