Capítulo 3. Exclusión y resistencia en América Latina
La ola neoliberal
Con el estallido de la "crisis de la deuda externa" en 1982, en Latinoamérica se eclipsa bruscamente el modelo de sustitución de importaciones que había primado desde la posguerra, para dar paso a las políticas neoliberales de ajuste estructural e impulso de exportaciones, alentadas por los organismos financieros internacionales y los centros del poder mundial.
La privatización, la desregulación y la liberalización de las economías se tornan así en los ejes claves de las políticas económicas aplicadas en la región, que se han traducido en la transferencia del patrimonio nacional a la empresa privada, la reducción del tamaño del Estado, de su rol en la economía y de sus responsabilidades sociales, la flexibilización de los mercados y el comercio, la total apertura al capital extranjero, el desmantelamiento de las legislaciones laborales, la promoción de la producción exportable, la internacionalización del mercado interno, la aplicación de severas políticas monetaristas, el represamiento de los salarios y la reducción de los subsidios públicos, entre otros aspectos.
Estas políticas, según la visión neoliberal, debían conducir a un reestablecimiento de los desequilibrios interno y externo y a un rápido crecimiento económico, creando, a la vez, las condiciones -con el cambio de las reglas del juego económicas- para la inserción de la región en la economía globalizada. Sin embargo, dos décadas después, la realidad indica que tales medidas no sólo que han agravado los problemas que aspiraban corregir, sino que han dado lugar a otros, como lo muestran las nuevas formas de vulnerabilidad y el carácter crecientemente excluyente de la base económica, la expansión e intensificación del deterioro ecológico, el incremento de la brecha entre pobres y ricos, el acelerado crecimiento de la pobreza y el deterioro generalizado de las condiciones sociales. Panorama que, por otra parte, se ha tornado en acicate tanto de los flujos migratorios, como de los que van en dirección del crimen organizado.
Tal es el impacto social de estas políticas, que los gobiernos se han visto forzados a morigerar el recetario e implementar medidas "compensatorias" asistencialistas, para evitar eventuales convulsiones sociales. Pero como de todas maneras dichas "compensaciones" no consiguen impedir que se exprese la reacción legítima de las víctimas del modelo, es la represión la que realmente ha pasado a cumplir el rol de "política social".
El hecho de que en las prioridades de las agendas gubernamentales se haya evaporado la perspectiva social, ha conllevado a que también se produzca una degradación de la maltrecha democracia que se restituyó en la región en el curso de los ochenta, tras un largo período dictatorial.
Resulta que con las políticas de ajuste cada vez quedan menos personas en condición de hacer valer sus derechos ciudadanos, pues el incremento de la pobreza intrínsicamente conlleva a tener como único horizonte la sobrevivencia. Y es así que también se ahonda la brecha entre el país real y el país político, donde lo que resalta son las componendas, la corrupción asociada con las privatizaciones, la impunidad, el doble discurso, presencia del narcotráfico, por decir algo. En suma, un panorama donde la crisis económica, social y ambiental, se conjuga con la crisis de legitimidad del sistema político.
Recomposición de la organización social
En un esfuerzo desesperado por no dejarse atrapar por el rodillo de las políticas de ajuste, los sectores populares se vieron forzados a concentrar sus esfuerzos para atender sus necesidades inmediatas de subsistencia a cualquier costo. En esta pugna por sobrevivir fue calando muy hondo el individualismo (el "sálvese quien pueda") alentado por la ideología neoliberal, según la cual no tiene sentido buscar una salida con los otros, sino contra los otros, generalizándose así una suerte de "marginalidad asumida" que conduce al distanciamiento tanto de la política como de cualquier forma de expresión reivindicativa organizada.
Bajo estas nuevas condiciones, los procesos de organización social resultaron seriamente afectados. Y no sólo por los factores estructurales adversos (desempleo, migración, empobrecimiento, fragmentación social, etc.), sino también por una clara orientación en el manejo político que, para allanar el camino a la implementación de las medidas de ajuste, ha buscado desarticular el tejido popular organizado a través de todos los medios a su alcance: la represión directa, la cooptación, la descalificación programada de sus dirigentes, el descrédito de sus demandas, el desgaste de sus formas de lucha, la negativa a reconocer su condición de interlocutores sociales, etc.
Sin embargo, como anota Héctor de la Cueva, coordinador de la Alianza Social Continental (2000:3-4), "luego del aturdimiento de los primeros años de ofensiva neoliberal, ha comenzado a ser notoria una reactivación social y una intensiva búsqueda de respuestas que incluso está permitiendo superar el retroceso ideológico y político".
En este proceso, lo que destaca en la región es el papel protagónico que adquieren organizaciones del campo. Tan es así que 1994 se presenta como un año emblemático de la resistencia popular, por la fuerza con que se manifestaron las demandas indígenas y campesinas -en términos de discurso y acciones– en la arena de los conflictos socio-políticos. Año que se inició con el levantamiento armado de los indígenas chiapanecos en México, liderado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), para luego registrar desde un nuevo levantamiento indígena-campesino en Ecuador, hasta las movilizaciones de los sin tierra en Brasil y Paraguay, pasando por las marchas de los cocaleros en Bolivia.
Desde entonces, la protesta social no sólo que ha cobrado mayor brío, sino que se ha visto alimentada por la presencia de nuevas expresiones organizadas de base para encarar la pauperización creciente o reivindicar demandas específicas (mujeres, indígenas, jóvenes, derechos humanos, ecología, desempleados, etc.). Es más, el propio movimiento sindical ha comenzado a dar signos de reactivación, demostrando su capacidad para "regenerarse y transformarse, adaptándose a nuevas situaciones, cambiando formas y estrategias, para sobrevivir y luchar al otro día", como señala Ronaldo Munk (1999: 11-12).
De modo que, en Latinoamérica, asistimos a una reconstitución del tejido organizativo, que se perfila con nuevos rostros y planteamientos, en cuyo proceso han jugado un rol destacado iniciativas orientadas a contrarrestar la dispersión y el aislamiento. Entre ellas sobresale la Campaña Continental 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular, tanto por las circunstancias y el momento en que se dio, como por las pistas y dinámicas que desencadenó.
Unidad en la Diversidad
La Campaña por los 500 Años, desarrollada entre octubre de 1989 y octubre de 1992, con motivo del V Centenario de la llegada española a suelo americano, constituyó el punto de partida de un proceso de acercamiento e interacción de fuerzas sociales que si bien tenían un fuerte arraigo nacional, carecían de filiación internacional. El protagonista de esta Campaña no fue el movimiento obrero, como en el pasado, sino un conjunto de sectores fuertemente golpeados por las políticas neoliberales: los campesinos, los indígenas, las comunidades negras, las mujeres, los pobladores de los barrios populares.
La consigna "unidad en la diversidad" que adoptó la Campaña, a sugerencia de las organizaciones indígenas, es un indicativo del sentido renovado que antepuso esta iniciativa con miras a contrarrestar la tendencia hacia la fragmentación y la dispersión de los sectores populares, tomando distancias de las concepciones piramidales y centralizadas de organización. No se trataba de crear una federación o una confederación ni de nombrar una directiva que "diera línea política a las bases" sino de principalizar la discusión sobre agendas políticas comunes. En esta óptica cada uno de los actores preservaba su autonomía pero se comprometía a actuar en función de ejes comunes para que la Campaña tenga mayor contundencia.
El esquema organizativo de la Campaña se construyó de abajo hacia arriba y en forma horizontal: fueron los comités nacionales amplios los que se articularon regionalmente y nominaron sus delegados a una coordinación continental, la que, a su vez, tenía una secretaría operativa como punto de enlace y facilitadora del intercambio de información. Es a partir de iniciativas locales que se comenzó a actuar globalmente y no al revés, y en esta lógica el intercambio informativo y la creación de tejidos comunicacionales, redes, espacios de interacción resultaron fundamentales para el trabajo de la coordinación.
Más allá de los resultados inmediatos de esta Campaña, que logró neutralizar el carácter festivo que el gobierno español y las élites de la región querían darle al V Centenario, los procesos de acercamiento e interacción colectiva que desató fueron tan intensos, que se proyectaron en el tiempo y dieron como resultado, en forma posterior, la conformación de nucleamientos sectoriales que, por lo general, han adoptado los parámetros organizativos implementados por tal campaña. Esto es, modalidades de coordinación que funcionan por consenso, respetando la autonomía y ritmo de cada organización integrante, y que no tienen una estructura centralizada, sino más bien una instancia de coordinación operativa y que por lo general funciona de manera rotativa.
Este es, específicamente, el marco donde se procesa la formación de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA) y de la Asamblea del Pueblo de Dios (APD); la creación de espacios de coordinación de los pueblos y mujeres indígenas, y de organizaciones afrodescendientes; la reactivación del Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC); la conexión entre organizaciones de mujeres, de jóvenes y de derechos humanos.
El reto de la comunicación
En la medida que las nuevas modalidades de articulación entre organizaciones sociales ponen más énfasis en los consensos, los intercambios y flujos de información, que en las relaciones y esquemas formales jerárquicos, prácticamente se torna ineludible el tema de la comunicación. También en este sentido, la Campaña por los 500 años fue innovadora.
En efecto, el formato descentralizado de la Campaña, expresa uno de sus animadores, "terminó por colocar el asunto de la comunicación como una necesidad apremiante. Al principio esto no estuvo tan claro, sino que a medida que la campaña fue ampliándose también se fue creando una mayor necesidad de mantener un intercambio regular al menos entre la secretaría operativa y las regionales. Y esto hizo que se mire por el lado del correo electrónico, sobre todo porque resultaba más barato que el teléfono y el fax". En el Primer Encuentro (Bogotá, octubre 1989), acota, "se habló del correo electrónico, y aunque de ahí no pasó, el asunto quedó flotando en el ambiente y como un año y tanto después la coordinación vio que todos sus miembros debían tener acceso a un e-mail. Como para las propias organizaciones esto les resultaba difícil, en muchos casos la solución fue pedir prestado a alguna ONG amiga, pero para fines prácticos la coordinación ya podía intercomunicarse por este medio y, a la vez, también difundir de manera más amplia los comunicados, pronunciamientos, informes, etc. Esta parte más bien tomó impulso luego del Segundo Encuentro (Guatemala, octubre 1991), ya que ahí se decidió impulsar la candidatura de la compañera maya Rigoberta Menchú Tum al Premio Nobel de la Paz (1992), lo cual hizo que las actividades de difusión se vuelvan más intensas".
Si bien para entonces era mínimo el número de organizaciones con acceso a la comunicación por computadoras, no por ello fueron ajenas al desarrollo que sobre la base de esta tecnología adquirió la Campaña. En este sentido, bien se podría hablar de un "efecto demostrativo" que se proyectó a los procesos organizativos que se articularon a partir de ella.
Es así que, tanto la CLOC como la RMAA reconocen que dicha Campaña les permitió valorar la importancia de incorporar herramientas de comunicación a fin de garantizar un intercambio permanente entre las organizaciones miembros, como también para ganar presencia pública y posicionarse políticamente en la arena internacional.
Por eso, la CLOC, desde su primer congreso constitutivo (Lima 1994), define el tema de la comunicación como uno de sus ejes centrales. Aún antes de constituirse formalmente, las organizaciones promotoras de esta coordinación habían decidido aunar esfuerzos para poder producir una publicación conjunta, el Boletín Campesino-Indígena de Intercambio Informativo, cuya primera entrega entró en circulación en junio de 1990 y que desde el primer Congreso pasó a constituirse en órgano oficial de la CLOC. Esta publicación ha servido no sólo como medio para la denuncia y la solidaridad sino como elemento de cohesión interna y presencia pública de la Coordinadora.
La utilización del correo electrónico en la CLOC deviene de la necesidad de intercomunicar tanto entre organizaciones como con la secretaría operativa. Hacia 1997, de las 46 organizaciones que participaron en el II Congreso de Brasilia, 26 disponían de correo electrónico: ésta es la base para la constitución de una lista electrónica de intercambio que se activa sobre todo en coyunturas de mayor conflicto y represión.
El trabajo en red viene a reforzar en las organizaciones la pertenencia a una entidad mayor, supranacional, a un movimiento de resistencia, que elabora políticas y construye agendas a escala internacional. Las organizaciones ya no se sienten débiles, aisladas, sino que descubren el valor de la actuación colectiva y de la solidaridad internacional.
La preocupación por el tema de la comunicación también ha estado presente en el proceso de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas, pero es sobre todo en su II Encuentro (San José –Costa Rica– 1997) que se lo asume como prioritario en la agenda de trabajo, con miras al "fortalecimiento interno y para dar visibilidad a las propuestas de las mujeres afrodescendientes a escala internacional y de los países". Entre las medidas prácticas se acuerda iniciar la publicación del boletín Cimarronas -centrado en la lucha contra el racismo y la discriminación de género– y activar una lista electrónica de intercambio.
En el caso del Frente Continental de Organizaciones Comunales tampoco han faltado las definiciones en torno a la comunicación, mas su implementación ha sido limitada. La razón: "el FCOC no es una organización ni es una red, no tiene el flujo de información y comunicación permanente, ni tiene estructuras que se hagan cargo de las cosas. Se llama Frente por su diversidad política, pero es más bien un espacio de encuentro, de intercambio de información, de comunicación para tomar ciertos acuerdos de unidad de acción. Pero, obviamente, entre sus deficiencias está el no mantener un contacto permanente entre sus organizaciones", explica uno de sus coordinadores.
El hecho es que estas dinámicas organizativas, al colocar sobre el tapete el tema comunicación, con mayor o menor intensidad, terminan coincidiendo en la necesidad de ver como sacarle mejor provecho a la comunicación por computadoras. Y es que, justamente debido al carácter descentralizado de estas coordinaciones, el flujo de información se vuelve un requisito indispensable para mantenerlas en modo activo. Cuando no fluye información, una red pasa a un estado de inanición. Esta necesidad de flujos de información es lo que ha dado un sentido muy práctico a la utilización de computadoras y correo electrónico, motivando la decisión de invertir en esta tecnología, que de otra forma, posiblemente no sería considerada una prioridad para organizaciones cuyo trabajo se centra a nivel de bases.
Una vez que el correo electrónico comenzó a ser parte de la vida cotidiana de las coordinaciones (varias de las cuales manejan un espacio de intercambio interno mediante lista electrónica), ellas volvieron la mirada hacia la posibilidad de tener también presencia en la Web. Y entonces, bajo el criterio de que a los problemas comunes hay que encontrarles respuestas en conjunto, comienza a madurar la idea de la Comunidad Web de Movimientos Sociales (CWMS).
www.movimientos.org La cara pública de la CWMS es un portal colectivo en la Web, con su propio dominio <www.movimientos.org> donde, bajo el lema "Unidad en la Diversidad", las coordinaciones y redes sociales participantes alojan su propio sitio, de manera autónoma. Al estar juntos bajo un mismo "techo", cada uno de los componentes logra una mayor visibilidad, evitando el aislamiento y la dispersión de los sitios individuales; a la vez, quienes navegan en Internet encuentran en un solo espacio diversos aspectos y enfoques de la problemática social de la región. En un primer momento, se integran a la CWMS la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), el Frente Continental de Organizaciones Comunales (FCOC) y la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas (RMAA). Posteriormente se incorpora otra red regional: la Red de Mujeres Transformando la Economía -REMTE- (*) y algunos espacios intersectoriales como el Grito de los Excluidos/as, que desde 1999 constituye una campaña continental anual, el Foro Comunicación y Ciudadanía y el Foro de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad (espacio conformado en el marco de la Conferencia Mundial contra el Racismo). Pero además, varias de las actividades han contado con la participación de otras organizaciones (indígenas, de derechos humanos, de mujeres) cuyo ingreso a la CWMS está en camino. El portal fue lanzado públicamente a inicios de 2000. Todas las instancias nombradas ya han establecido su sitio en la CWMS, y algunas albergan a su vez sitios de sus afiliados. También hay otros sitios anexos, con dominio propio, como América Latina en Movimiento (www.alainet.org), sitio de ALAI; y Mujeres Acción (www.mujeresaccion.org), creada como contraparte regional de la iniciativa global Women Action. El diseño de la iniciativa se ha ido adaptando para optimizar ventajas y solventar problemas que caracterizan a este medio. Así, a partir de agosto del 2000, se complementaron los sitios particulares con una cartelera común de noticias, alertas y boletines informativos: PasaLaVoz. Actualizada regularmente con información de una u otra coordinación, le da un mayor dinamismo y visibilidad al portal en conjunto y a cada uno de los sitios que lo integran. Ello repercutió en un aumento progresivo de las visitas, de modo que para marzo del 2001, el sitio supera las 100.000 visitas al mes. Además, aprovechando las posibilidades que ofrece la Internet de conjugar diferentes instrumentos de comunicación, PasaLaVoz tiene también su lista de distribución, que complementa el servicio en la Web. Asimismo, como respuesta al carácter internacional de la Web, varios de estos espacios tienen el home-page y las páginas básicas en español, portugués e inglés, y son configurados para que el o la internauta ingrese según el idioma de su navegador. Es más, para facilitar el rastreo y la ubicación de información precisa, se han creado bases de datos y sistemas de búsqueda comunes. (*) Red de Mujeres Transformando la Economía (REMTE): espacio de análisis y acción que busca el reconocimiento de las mujeres como actoras económicas, su apropiación de la economía, la promoción de sus derechos y la construcción de políticas alternativas.
En el trajín va quedando claro que, más allá de las ventajas que ofrece la Internet para acceder a información y comunicar rápidamente, su desarrollo como sistema de redes autónomas y descentralizadas, con su capacidad de comunicación multidireccional e interactiva, ha conllevado a que desborde su carácter de instrumento y se torne un espacio de la lucha social. Por tanto, que no cuenta solamente su uso y la pericia de su manejo, sino también la formulación de estrategias para gravitar en ese espacio.
Es por eso que, cuando la CWMS cobra forma -con el apoyo operativo de ALAI-, si bien está referida al mundo Internet, contempla a la vez impulsar un proceso de intercambios y reflexiones conjuntas para avanzar en la formulación de políticas que den sostenibilidad a esta acción y a las actividades de comunicación en general. De ahí que su programación no se limita al portal en la Web, sino que igualmente incluye un componente de capacitación/formación para socializar información, potenciar las actividades de cada cual y multiplicar el impacto de la actividad en conjunto, tomando en cuenta los desafíos que plantea el mundo de la comunicación en la actualidad. Como se trata de una problemática nueva y compleja, este componente se basa en el criterio de que el asunto es "aprender a aprender", sea en los encuentros y talleres presenciales o a través de los intercambios "en línea". Pero además, se vio necesario indagar hacia lo interno de las organizaciones su relación a la Internet. Es, precisamente, de lo que se ocupa el estudio que relatamos a continuación.
Capítulo 4. Internet y organizaciones sociales: Un estudio exploratorio (Sección Uno)
Las redes electrónicas, por la versatilidad de los recursos que les son propios, ofrecen a las organizaciones sociales una amplia gama de oportunidades para sus procesos organizativos y su presencia en la escena pública. Pero ese aprovechamiento difícilmente va a llegar con el simple hecho de "conectarse". Dependerá más bien de las definiciones y decisiones que una organización adopte respecto a qué es lo que busca lograr con la utilización de tal tecnología, lo cual, a su vez, implica sopesar sus posibilidades reales y efectivas y el tipo de aplicación a instrumentar.
Bajo la premisa de que lo que cuenta es la organización, no la tecnología en sí, se realizó el estudio exploratorio que presentamos en estas páginas; exploratorio, tanto en lo que respecta al campo de intervención, la Internet, como a las prácticas, sentidos y percepciones presentes en las organizaciones sociales, particularmente entre las que participan en el proceso de la Comunidad Web de Movimientos Sociales.
Esto es, se trata de una indagación no sólo respecto a cuestiones de conectividad, acceso y uso de la Internet, sino también sobre las motivaciones y concepciones que tienen para capitalizar y aprovechar este recurso en función de sus objetivos y fines, tanto en el plano socio-organizativo como a nivel de intervención pública. Por lo mismo, no va en la línea del reduccionismo causa-efecto que el discurso promocional se ha empeñado en imponer, aislando artificialmente variables y, por tanto, dejando de lado los diversos factores que intervienen en la realidad, donde situación y actores son elementos claves a tomar en cuenta.
Capital informacional: una apertura metodológica
En la literatura sobre la materia a nuestro alcance, hemos encontrado que sigue siendo una tarea pendiente la elaboración de instrumentos de análisis, sobre todo para el tratamiento de problemáticas referidas a la apropiación de las innovaciones tecnológicas por parte de colectividades, como es el caso presente. De hecho, el grueso de la atención aparece centrada en la relación individuo-máquina, un tanto menos en la relación individuo-individuo mediada por esta tecnología y en menor proporción en la relación individuo-colectividad también mediada por esta tecnología.
Uno de los enfoques más difundidos para dar cuenta de la relación NTIC y sociedad es el que se refiere al "impacto", que ha dado lugar a una serie de estudios, básicamente cuantitativos, referidos sobre todo a la expansión de estas tecnologías, donde cualquier porcentaje significativo se torna por sí en argumento y constatación determinante. Con el "focus" centrado en el acelerado ritmo de las innovaciones tecnológicas y su despliegue, se suele dejar de lado el ritmo lento con que las dinámicas sociales las procesan, incorporan y redefinen.
A propósito, Michel Menou (1999: 1) destaca: "La creciente preocupación con la demostración del impacto, presumiblemente positivo, de las TICs, la Internet, información, etc., parece estar impulsado principalmente por la necesidad de justificar urgentes y poderosas inversiones en esta área, o de sacar provecho de ella. Un tal abordaje puede ser tan miope como poco productivo. La propia noción de impacto se desplaza en un continuo de perspectivas de evaluación, que van de la mera penetración del mercado a las permanentes transformaciones sociales y más allá".
Para clarificar la problemática propone diferenciar entre los cambios que de manera más apropiada habría que considerar como "efectos" de los que realmente expresan "impactos". Precisando que, "impacto es el choque de cuerpos y la alteración resultante de eso. Cuando ocurre un impacto ninguno de los cuerpos permanece el mismo. Sostenemos entonces que el impacto debería restringirse a los cambios sustantivos y duraderos que se producen en la base del conocimiento, en el comportamiento, organización o eficacia de los individuos, instituciones o sociedad. En la medida en que la sustentabilidad es un atributo primario de la definición anterior, podríamos restringir todavía más el impacto a los cambios en las habilidades de los actores en el tratamiento de sus problemas. Lo que podría ser formulado de la siguiente manera: impacto es el cambio en la habilidad de las personas para satisfacer sus necesidades que resulta por el efecto del uso de la Internet (o cualquier otro recurso de información). En este punto, impacto es muy similar al aprendizaje." (3)
Colocada así la problemática, optamos por apoyarnos en la pista que abre Cees J. Hamelink (1999, 15) con la propuesta de "capital informacional", siguiendo el planteamiento de Pierre Bourdieu, según el cual la posición de los actores sociales no está determinada únicamente por el capital económico, sino también por su capital cultural (solvencia en materia de bellas artes, música y literatura, hábitos de etiqueta, y dominio de lenguas extranjeras), social (los contactos y relaciones sociales con que alguien cuenta) y simbólico (el prestigio y reputación).
Habiendo contribuido Bourdieu de manera significativa a clarificar la comprensión dialéctica de la producción y reproducción social, a través de la elaboración de las categorías de capital cultural, social y simbólico, coincidimos con Hamelink en la pertinencia de añadir la categoría de "capital informacional" a esas formas de capital, para dar cuenta de las nuevas realidades que se están vertebrando con el despliegue de las NTIC.
El concepto de capital informacional, "abarca la capacidad financiera para pagar la utilización de redes electrónicas y servicios de información, la habilidad técnica para manejar las infraestructuras de estas redes, la capacidad intelectual para filtrar y evaluar información, como también la motivación activa para buscar información y la habilidad para aplicar la información a las situaciones sociales", precisa Hamelink.
A partir de esta caracterización, para este estudio, hemos establecido los siguientes ejes:
a) Equipamiento y acceso a las redes electrónicas: infraestructura computacional instalada, conectividad a la internet y conexión de red interna.
b) Utilización de la tecnología: instrumentos disponibles (software) y servicios utilizados, criterios y modalidades prevalecientes.
c) Apropiación tecnológica e informativa: disposición organizativa para integrar recursos y usos, recursos humanos, formación y desarrollo de destrezas; para procesar información, motivaciones para buscar información y utilizarla en situaciones concretas.
d) Funcionamiento en red: los flujos informativos y las dinámicas organizativas tanto internas como externas (coordinaciones).
e) Políticas y estrategias de comunicación: capacidad para generar y difundir información propia, presencia pública, políticas de medios, prioridades, metas y líneas de acción.
Sobre la base de estos ejes ordenadores, que en ningún caso son unidades discretas, este estudio exploratorio fue concebido ante todo para clarificar las perspectivas de la CWMS, pues un sentido estratégico requiere tomar el pulso de las fuerzas que lo impulsan. Y es que tras las coordinadoras y redes sociales se encuentra una realidad diversa y dispar marcada por las diferencias entre organizaciones, por tamaño, capacidades, prácticas, ritmos, estilos de trabajo, acumulados organizativos y capacidad instalada, etc. De ahí que sus dinámicas responden ante todo a una "negociación" de acoplamiento que condiciona ritmos, ya que lo que importa más es el proceso, la articulación, que los productos inmediatos.
Por lo tanto, es esta misma lógica de proceso la que ha primado en la implementación de la CWMS y, como no podía ser de otra manera, la que se ha privilegiado en esta indagación. Es así que la atención no se centra en la forma cómo las organizaciones responden al ritmo acelerado de la innovación tecnológica, sino en el procesamiento pausado de estas innovaciones, que van haciendo al compás de sus propios ritmos. Si se quiere, no es un estudio para la Internet, sino con la Internet en procesos socio-organizativos.
Para la realización de este diagnóstico exploratorio no sólo se trabajó con las organizaciones en tanto tales, por separado, sino que se propiciaron tres encuentros de intercambio, donde se problematizaron los ejes antes señalados, como también las perspectivas para el sostenimiento de la CWMS2, constituyéndose en un espacio muy rico en información para los propósitos del estudio. Los talleres fueron concebidos para aprender a aprender de las experiencias, reflexiones y propuestas de los demás, teniendo como hilo conductor el aprovechamiento de la Internet en las políticas y estrategias comunicacionales, y las consecuentes implicaciones para la CWMS.
Para la operativización de este diagnóstico se recurrió a la aplicación de una encuesta dirigida, a las entrevistas en profundidad y a la sistematización de los intercambios registrados en dichos encuentros. Las entrevistas se aplicaron a dos grupos de interlocutores: a personas encargadas de los departamentos o áreas de comunicación, y a dirigentes, priorizando a los movimientos que tienen un nivel más alto de desarrollo en el uso de la Internet, pues en ellas hay más elementos que indagar y pueden dar pistas para trabajar más adelante con otras organizaciones.
En total, en el estudio participaron 27 organizaciones de 14 países del continente, con la siguiente distribución sectorial: 15 organizaciones campesinas e indígenas (incluyendo 2 organizaciones de mujeres del campo), 4 organizaciones urbano-comunales; 4 organizaciones/redes de mujeres; 2 secretarías de campañas internacionales; y una organización nacional de derechos humanos. De estas organizaciones, 24 representantes fueron mujeres y 23, hombres. La presencia de un mayor número de organizaciones del campo que de otros sectores responde al hecho que la CLOC es la coordinación más grande y articulada de las que participan en la CWMS, y es la que más se ha apropiado de las NTIC.
El estudio indagatorio buscaba identificar, en su primera fase, con qué infraestructura tecnológica de Internet cuentan las organizaciones consultadas y el "rango" de utilización que están haciendo de ellas. En una segunda fase, conocer cómo se percibe esta tecnología (tanto en sus potencialidades como en los riesgos, amenazas e incertidumbres que plantea) y qué se piensa que se puede hacer con ella, qué derivaciones prácticas se han dado, cuál es su relación con las dinámicas organizativas, y en qué medida todo ello se traduce en líneas de acción, políticas y estrategias comunicacionales. Esto es, determinar el nivel de aprovechamiento de esas tecnologías en función de las propuestas políticas y estratégicas de las organizaciones sociales participantes.
En términos prácticos, y de cara a la aplicación de sus resultados, el estudio buscó: (a) ubicar en detalle las necesidades de capacitación, (b) identificar los elementos de una estrategia de construcción de la Comunidad Web de Movimientos Sociales y (c) facilitar el diseño de parámetros metodológicos para continuar en el conocimiento y la práctica del tema en cuestión.
Conocer el nivel de aprovechamiento de las nuevas tecnologías en función de las propuestas políticas y estratégicas de las organizaciones sociales involucradas, se percibió siempre como el objetivo más ambicioso y complejo del estudio indagatorio, pues significaba sobrepasar el nivel del "inventario" de infraestructura comunicacional de las organizaciones, así como el reconocimiento de las dificultades estructurales de acceso, para arribar a una comprensión de la dialéctica que permite convertir cualitativamente la suma de datos, en conocimientos de utilidad social que impliquen los criterios de las organizaciones.
El contexto de las indagaciones estuvo caracterizado por las dinámicas sociales y políticas en las que se hallan involucradas las organizaciones participantes -entre las que se encuentran varias de las más activas del continente-, las cuales fueron cotejadas en las reuniones de grupo.
Los resultados muestran que el carácter de la metodología aplicada fue apropiado y eficiente para el caso de un estudio indagatorio; metodología que, por lo demás, suele ser utilizada y recomendada en los estudios de actores sociales y situaciones de cambio. Para los propósitos de la CWMS los resultados ofrecen una gran riqueza, pues más allá de verificar y precisar "sospechas" han puesto sobre el tapete, tanto matices como problemáticas no consideradas, que exigen respuestas de calidad para el sostenimiento y potenciación de la propia iniciativa. Dicho esto, pasemos a mirar los resultados.
Un entorno poco favorable
Un entendimiento del proceso de adopción de las nuevas tecnologías por parte de las organizaciones sociales, requiere tener presentes los factores condicionantes e influencias externas que inciden en él. En América Latina, y sobre todo para los sectores marginados, estos factores se encuentran estrechamente relacionadas con la brecha digital, tanto en su dimensión geográfica, como en sus aspectos sociales y culturales. Ello incide, no sólo en las posibilidades de conectividad, sino también en las facilidades de uso y aprovechamiento de las NTIC.
El entorno de infraestructura disponible, su grado de ubicuidad y la accesibilidad en términos de costos, constituyen condiciones básicas para el acceso y uso de las NTIC. Fundamentalmente se trata de tres factores: electricidad, líneas telefónicas y provisión de servicios Internet; a lo cual se añade la disponibilidad y capacidad de compra de los equipos de computación.
El primero de estos cuatro elementos -la electricidad- podría parecer un problema superado en las ciudades (aunque no siempre en las áreas urbano-marginales y aún menos en las rurales); pero no lo es, debido a los frecuentes "cortes de luz". En República Dominicana, por ejemplo, en el año 2001, éstos han llegado hasta 15 horas diarias. En el propio Brasil, pese al potencial energético que tiene, los apagones se están tornando cada vez más frecuentes, hecho atribuido a la forma como se realizaron las privatizaciones, que priorizaron los negocios sobre la calidad del servicio, con precios más altos pero sin las inversiones necesarias para mejorar la infraestructura. Claro que este problema no es exclusivo de América Latina, como lo demuestra la crisis energética del Estado de California en Estados Unidos.
Si bien existen varias opciones para conectarse, la más utilizada y accesible en la región es la que se realiza vía módem y teléfonos de línea fija. A pesar del desarrollo de la telefonía registrado en los últimos años, en la mayoría de países las redes telefónicas siguen siendo deficitarias, especialmente en el campo y en las zonas urbano-populares. Si se compara con países desarrollados, la diferencia es abismal: en 1999, el número de teléfonos estacionarios por cada 1000 habitantes era de 682 en Estados Unidos, de sólo 9 en Haití y 271 en Uruguay, la cifra más alta de América Latina cuyo promedio es de 131. (PNUD, 2001: 62-64)
La privatización de los servicios telefónicos, contrariamente a lo que anticipaban sus mentores, no ha resuelto los déficits de cobertura y calidad del servicio. En el caso del Brasil, por ejemplo, las operadoras que manejan la red de telefonía fija, desde su privatización en 1998, aumentaron su cobertura, pero no cumplieron los compromisos de mejorar la calidad del servicio, sobre todo en lo que se refiere a la ampliación hacia ciudades pequeñas y áreas rurales. El costo de la suscripción básica y de las llamadas telefónicas subió en un 344% desde 1994 hasta el 2001, en comparación con una alza de 97% en la inflación oficial y un aumento mucho menor de los salarios (Betto, 2001b:10). Algo parecido ha ocurrido en Argentina, donde con la privatización también se amplió la cobertura, pero mucha gente tuvo que desconectar su línea por no poder pagar las elevadas cuentas.
La situación es particularmente crítica en el sector rural. Bolivia y Guatemala, dos países con población mayoritariamente indígena, coinciden entre los que tienen la infraestructura menos desarrollada en el campo. El comentario de una dirigenta campesina boliviana ilustra cómo los atrasos tecnológicos se combinan incluso con factores de discriminación: "la red de telefonía está recientemente entrando en las áreas rurales, pero nos da miedo del cobro del consumo telefónico, porque aunque en algunas partes ya empiezan a computarizar legalmente el cobro, en otras partes no hay ese control y cobran 'viendo la cara'".
Los servicios de conectividad a la Internet tuvieron un crecimiento rápido en la región a partir de 1994, con la expansión de proveedores comerciales y conexiones satelitales. En la actualidad, América Latina es la región con el más alto crecimiento de uso de la Internet: en 1999 la cantidad de anfitriones creció 136%, seguido de Norteamérica con 74% (Hilbert, 2001: 32). Pero queda por ver si, una vez creados enclaves con buenos niveles de conectividad en las ciudades principales, el crecimiento seguirá al mismo ritmo.
De modo que, en la mayoría de países, las posibilidades de conexión en las principales ciudades son relativamente buenas. Es más, el costo ha ido bajando paulatinamente, por lo que las organizaciones con un mínimo de presupuesto para comunicaciones lo pueden costear. No obstante, aun cuando hay conectividad, el uso sigue siendo limitado en términos de tiempo (sobre todo para navegar en la Web) por el costo de las llamadas locales, que en solo unos pocos países de la región contemplan tarifas reducidas para la conexión de datos. Fuera de las grandes ciudades, las posibilidades de conexión son menores en muchos lugares, aunque la situación varía de un país y de un lugar a otro, pues a menudo implica una llamada de larga distancia nacional, o líneas con mucha interferencia; factores que limitan las posibilidades de uso3.
Pero las tasas de conectividad son muy diferentes de un país a otro, como lo demuestra el indicador de "anfitriones" 4 por 1000 habitantes: mientras EE.UU. tenía, en el año 2000, 179,1 anfitriones, América Latina en promedio tenía 5,6. Uruguay tenía 19,6, Argentina 8,7 y Bolivia 0,3 (PNUD, 2001: 62-64).
Uno de los factores que inciden en el desigual reparto de estos recursos en la región es la carencia (en la mayoría de casos) de políticas estatales en la materia, con cierta excepción de Brasil y Costa Rica, y en menor medida de países como Argentina y Perú. Por lo general, los gobiernos han dejado el desarrollo de los servicios de Internet (y en muchos casos también de la telefonía) en manos de la empresa privada, sin establecer un marco legal y normativo para asegurar los servicios en las zonas más apartadas y, por lo general, menos rentables.
Pero también hay factores novedosos que inciden de manera inesperada en la dotación de infraestructura. En Ecuador, por ejemplo, a raíz de la reciente ola migratoria -mayoritariamente desde el campo- hacia España y otros países, los migrantes han encontrado que Internet es el recurso más barato para comunicarse con los familiares que quedaron en el país. Con ello, la implementación de cafés Internet, incluso en pequeñas ciudades de provincia, se ha ido extendiendo muy rápidamente, abriendo nuevas posibilidades de acceso para quienes viven en estos lugares e incorporando al uso, al menos ocasional, de las NTIC a un nuevo estrato social. Algo similar se está produciendo en otros países de fuerte emigración.
Los problemas de dotación de computadoras y acceso a la red están directamente ligados a la capacidad adquisitiva de la gente. Una computadora cuesta lo mismo en Estados Unidos que en Ecuador. Pero para adquirir una computadora, un trabajador ecuatoriano que gana el salario mínimo debe trabajar 6 meses en tanto que uno de Estados Unidos debe laborar dos semanas. En los países desarrollados, un mes de acceso a Internet equivale a una hora de salario medio, mientras un profesor de primaria ecuatoriano debería destinar diez días de salario para cubrirlo.
Otro problema es que las conexiones intrarregionales de América Latina transitan por Estados Unidos, donde un reducido grupo de empresas ocupan una posición de oligopolio que les permite imponer sus tarifas5. Más del 90% del tráfico de la región transita, se origina o termina en Estados Unidos, lo cual, combinado con la insuficiente infraestructura, repercute en los niveles de eficiencia. (Hilbert, 2001: 29)
Factores sociales y culturales
Los problemas de conectividad, sin embargo, son sólo un componente de la brecha digital. Muchos otros factores entran en juego para poder hacer un uso provechoso de estas tecnologías, entre ellos, cuestiones educativas, de idioma e incluso culturales.
En efecto, el uso de Internet requiere de un cierto nivel de preparación, como saber leer y escribir, además de destrezas técnicas y conocimiento del funcionamiento de los programas. El analfabetismo funcional y los bajos niveles de escolaridad que prevalecen en el campo y en zonas urbano marginales actúan como verdaderos obstáculos que dificultan el acceso a la Internet. Pese a las campañas, los índices de analfabetismo continúan siendo altos. En Guatemala, por ejemplo, cuatro de cada diez personas son analfabetas. En Bolivia, lo son dos de cada diez. El analfabetismo afecta a la población indígena y a las mujeres especialmente.
Si bien el multimedia introduce en la Internet otras formas de comunicación que la escrita, en este medio -sobre todo en el correo electrónico- sigue siendo predominante la comunicación escrita. Mientras tanto, en muchas partes de la región (como los países andinos y Centroamérica) y sobre todo entre los sectores populares, prevalece la tradición oral antes que la escrita, lo cual presenta un obstáculo para incorporar este medio a las actividades cotidianas.
Otro factor presente es el idioma6. América Latina y El Caribe tienen una gran riqueza lingüística: además del español se habla el portugués, el inglés, el francés, decenas de lenguas indígenas y varios dialectos de creole, con la particularidad de que la gran mayoría de su población entiende un mismo idioma, el español -relativamente entendible incluso por la población brasileña y el Caribe francófono-, lo cual no es el caso de otros continentes como Europa, Asia o África. Si bien ello facilita la comunicación intrarregional, el predominio del inglés en los contenidos de la Red se convierte en un obstáculo para el uso de la Internet, pues esta lengua es entendida sólo por una minoría de la población de la región. Y, en general, para la comunicación de la región con el resto del mundo, donde domina el inglés como lengua franca.
La cantidad de información en Internet en español y portugués -los dos principales idiomas de la región- también sigue siendo pequeña en comparación a la que está en inglés. Sin embargo, hay signos de que esta situación está cambiando. De acuerdo con un estudio de Funredes y Unión Latina (2001), de 1998 a 2001, las páginas Web en español habrían aumentado del 2,53 al 5,69%, y las de portugués del 0,82 al 2,81% del total disponible7. En el mismo período, las páginas en inglés habrían disminuido en proporción al total, del 75 al 52%. Esta cifra sigue siendo alta, si se toma en cuenta que solo una décima parte de la población mundial es de habla inglesa.
En un contexto más amplio, es motivo de preocupación el hecho de que, en paralelo a la predominancia del idioma inglés, venga aparejada la pretensión de imponer, a través de las nuevas tecnologías de comunicación, una industria cultural uniformizadora y hegemonizante que desconoce la diversidad lingüística y cultural.
Por último, sigue existiendo una brecha social y de género en el acceso a las nuevas tecnologías en América Latina. En 1998-99, el 90% de los usuarios de Internet en esta parte del mundo provenía de grupos de ingresos superiores. Como ilustra el PNUD (1999: 62), en México, el 67% de usuarios tenía título universitario, mientras que en Brasil, sólo el 25% de usuarios de Internet eran mujeres. A finales del año 2000, sólo el 5% de la población disponía de una computadora, y si bien entre el 50 y el 70% de empresas tenía acceso a Internet, apenas el 9,4% de trabajadores individuales podía beneficiarse de tal servicio. (Hilbert, 2001: 102).
Equipamiento y acceso
Las organizaciones sociales, a lo largo de la década del 90, han ido percibiendo la necesidad de incorporar progresivamente los sistemas digitales a las diversas tareas de su quehacer cotidiano. Inicialmente lo hacían con miras a mejorar actividades administrativas y de gestión. Más recientemente, se ha generalizado entre ellas la decisión de incorporar la Internet, en el entendido de que les dará la posibilidad de estar mejor relacionadas e informadas internacionalmente. Pero al dar este paso, no necesariamente han considerado las transformaciones internas que puede desencadenar esta renovación tecnológica. Estos cambios no se producen de un momento a otro ni de manera espectacular, más bien se van fraguando de manera progresiva. El hecho de instalar equipos no induce automáticamente a modificaciones en la organización del trabajo, ni resuelve problemas que no se habían planteado.
Justamente, una de las secuelas del discurso promocional que, entre otras cosas, proyecta a las NTIC como "soluciones" en búsqueda de "problemas", es que se ha tornado común pensar que se puede incorporar una tecnología innovadora como estrategia -por lo general con resultados lamentables para quienes así proceden-, cuando de lo que se trata es de establecer una estrategia innovadora, para luego buscar la tecnología conveniente. Sin estrategia, la tecnología de información se queda en el aire, porque ésta es esclava de aquella.
O sea, una organización que se limita a instalar equipos e incorporar funciones de la computación a sus actividades puede, en el mejor de los casos, ganar en eficiencia, pero difícilmente sacará pleno beneficio del potencial de la tecnología, mientras no se dé un proceso de apropiación de ésta. Cuando esto sucede -unas veces a partir de la definición explícita de criterios, otras veces de manera más intuitiva, a menudo impulsado por una iniciativa personal-, se traduce en un reacomodo de la disposición organizativa, a fin de poder aprovechar mejor las ventajas de la tecnología en función de los objetivos organizacionales.
El hecho de dotarse de equipos e instalar la conectividad a la Internet es un primer paso importante. Pero en sí no es suficiente, ni tampoco, de lo que se ha podido constatar, el aspecto más problemático para las organizaciones, como sí lo es implantarla, pues plantea reformulaciones internas que son más complicadas de implementar.
Dar el salto
La dotación de equipos y servicios de conexión implica la decisión de invertir o solicitar recursos. Es cierto que algunas organizaciones sociales se apoyan inicialmente (o complementariamente) en servicios externos, como instituciones amigas, dirigentes con conexión personal, o cafés Internet. Pero tarde o temprano reconocen la necesidad de contar con conexión propia. A medida que el uso aumenta, crecen las necesidades de infraestructura. Y de hecho, las organizaciones que, por su experiencia o comprensión, han alcanzado una mayor valoración de las posibilidades que les ofrecen las NTIC, también buscan dotarse del equipamiento más adecuado a sus necesidades.
Ello no significa, sin embargo, que el volumen de infraestructura que posee una organización sea necesariamente una medida del nivel de aprovechamiento de los recursos de la Internet. En concreto, encontramos por un lado, organizaciones con un equipamiento muy precario, pero con cierta claridad de objetivos, que sacan mejor provecho de los flujos de información, que otras, mejor equipadas, pero sin definiciones claras para sacar ventaja de tales recursos.
Como comenta un dirigente de una organización campesina mexicana: "La principal dificultad que hemos tenido es que no hemos creado la cultura suficiente para hacer nuestra la idea de Internet. Tenemos las condiciones, ni siquiera es un problema económico. No son inalcanzables los recursos para la instalación. Pero lo más difícil es que como cultura no hemos podido inculcarlo".
En todo caso, la mayoría de organizaciones con base social en la región enfrenta un sin fin de demandas y necesidades apremiantes, que les obliga a asignar con cuenta gotas sus escasos recursos financieros. De modo que nunca es una decisión fácil invertir en tecnología.
Frecuentemente, lo que motiva la decisión es la posibilidad de rebajar costos de comunicación por fax y teléfono, que comienzan a ser considerables cuando las organizaciones incrementan sus relaciones internacionales. Por tanto, la inversión es ahorro.
Otro factor de motivación, para las organizaciones que participan en coordinaciones regionales, es el ejemplo y aliento de las organizaciones fraternas que ya utilizan el correo electrónico. Desde el momento en que algunas organizaciones de la misma red regional comienzan a intercomunicarse regularmente entre sí, se ejerce una presión sobre las demás para que se incorporen, acelerándose, a partir de allí, el ritmo de adopción del correo electrónico entre los miembros de la red. Aunque también cabe tener presente el papel cumplido por agentes externos, como ONGs, agencias de cooperación, voluntarios y otros que han influenciado para que las organizaciones adoptaran las NTIC.
Mas hay también organizaciones en las cuales han primado consideraciones políticas, como es caso del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) del Brasil. Al decir de uno de sus dirigentes: "Es un mérito del movimiento haberse mantenido muy atento a la cuestión del desarrollo tecnológico en la comunicación. En Brasil, fue la primera organización que logró colocar una red de telex en todos los estados, de manera conjunta con la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), con la intención de facilitar la información y de darle unidad a nivel nacional. El criterio era que si el movimiento no lograba nacionalizar la lucha, iba a ser un fracaso. Entonces, con la misma lógica, después del telex vino el fax y luego, casi de manera natural, las computadoras y la Internet. Esto en un primer momento asombra, pero cada vez más nos vamos dando cuenta de que se trata de un recurso para una comunicación ágil, eficiente, que siempre te está exigiendo cosas nuevas".
Asimismo, un comunicador de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) de Nicaragua señala: "Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han sido incorporadas a consecuencia del crecimiento de la organización y de haberse planteado una estrategia de relaciones internacionales. Entonces se creó una infraestructura de informática (más de 20 computadoras), se capacitó a más de 15 compañeros en las técnicas operativas, a más de 5 compañeros en el manejo de Web, pero a la vez se fue creando un espacio de decisión sobre políticas de comunicación".
En el caso de las coordinaciones regionales que aún no han establecido una dinámica permanente de intercambio en línea, en cambio, se ha podido observar que la motivación de conexión a la Internet entre sus organizaciones nacionales integrantes es menor, a pesar de tener, en varios casos, la infraestructura básica (computadoras y línea telefónica).
Se puede inferir entonces que, al menos en lo que concierne a las organizaciones sociales, las dinámicas de intercambio y difusión no surgen como resultado de la conectividad, sino que al contrario, es la existencia de dinámicas y la necesidad de regularizarlas con una comunicación más ágil, lo que motiva a conectarse.
Carencias básicas
El uso de la computadora en las oficinas centrales de las organizaciones sociales nacionales, está casi generalizado en la región. Algunas cuentan con equipos modernos y relativamente potentes. No obstante, en relación a sus actividades y necesidades de equipamiento, existen carencias.
Si bien una sola computadora con módem basta para tener el servicio de correo electrónico, en la práctica, cuando hay mucha demanda de la misma computadora para otros usos, la comunicación se vuelve poco fluida. La exigencia de equipos es mayor -en tiempo y capacidad instalada- cuando se trata de navegar en la Web.
Cuando se hizo la primera consulta a las organizaciones, a mediados de 2000, poquísimas contaban con más de cinco computadoras para todo el trabajo de su oficina central, y muchas tenían sólo una o dos. Sin embargo, estas cifras se han desactualizado rápidamente, en vista de que varias organizaciones han incrementado el número de equipos en los meses subsiguientes.
Aun así, tratándose de organizaciones nacionales o secretarías regionales (donde trabajan no sólo el personal de planta, sino también los dirigentes, que generalmente comparten su tiempo entre la oficina central y las organizaciones filiales, además de la presencia de voluntarios o pasantes) la cantidad de personas por cada computadora es generalmente bastante alta -a veces 5, 10 ó más personas por computadora. Si se compara con ONGs profesionalizadas, en las que, por lo general, cada persona dispone de una computadora como instrumento cotidiano de trabajo, la diferencia es bastante notoria.
De modo que, si bien varias organizaciones han conformado un equipo a cargo de la comunicación, su trabajo se ha visto limitado por la poca disponibilidad de computadoras. Así por ejemplo, un departamento de comunicación tiene asignado sólo 10 horas por semana de acceso a la computadora. Y es que, mientras menos computadoras dispone una organización, mayores son los usos que debe cumplir cada unidad, (contabilidad, comunicación, secretaría, etc.), que debe ser compartida entre varios departamentos.
Un dilema que enfrentan las organizaciones nacionales federadas, cuando se trata de comprar equipos, es que, aunque hayan recursos disponibles para ello, no sólo deben considerar los requisitos de ampliación de la infraestructura de la oficina central, sino que aspiran también a estirarlos para dotar de recursos técnicos a sus afiliadas, por lo general carentes de infraestructura.
A ello se añade la desventaja de las computadoras vetustas y, por lo tanto, sin posibilidades para incorporar programas actualizados, lo cual genera una presión para renovarlas, implicando nuevos desembolsos. Pero la situación es muy desigual de una organización a otra, y a veces las que entraron más recientemente al uso de la computación lo hacen en mejores condiciones que las que tienen mayor tiempo de uso.
La conexión en red interna entre las computadoras de un mismo local, que multiplica las posibilidades de compartir recursos, programas, archivos e impresoras y tener más equipos conectados a la Internet, se encuentra instalada en muy pocas organizaciones. Un impedimento es el costo del personal técnico que se requiere para el mantenimiento de una red interna.
En suma, la situación general constatada es que las organizaciones sociales incorporan la computación con una infraestructura precaria. No obstante, también ellas demuestran que con pocos recursos se puede hacer mucho, siempre y cuando las metas sean claras.
En palabras de un dirigente barrial mexicano: "No tenemos por qué tener computadoras de lujo, o por qué estar pensando en programas sofisticados e inútiles, nos basta saber hacer un uso de acuerdo a nuestra conveniencia, de los medios y los instrumentos. No se necesita estar dotado de un capital muy grande o de una fuerza de relaciones internacionales tal, para tener acceso diario al mundo y que el mundo sepa de nosotros, solamente hay que aprender a hacerlo".
Conectividad con Internet
A comienzos de la década del 90, muy pocas organizaciones sociales de la región contaban con correo electrónico. El proceso de incorporación de este recurso ha sido paulatino, y se da sobre todo a partir de mediados de la década, casi siempre cuando ya hay cierta experiencia en el uso de las computadoras. Para las organizaciones que se han incorporado más recientemente a la computación la probabilidad de que utilicen de entrada la Internet es mayor, puesto que hoy viene como parte del paquete instalado, e incluso las empresas vendedoras la promueven como la atracción principal y a veces hasta con un tiempo de conexión gratis.
Frecuentemente, inician con una sola computadora con módem -que la mayor parte del día sirve para otros fines- y una casilla de correo para toda la organización. Mas el solo hecho de tener una computadora con conexión a la Internet puede cambiar enormemente las posibilidades de comunicación de una organización.
A medida que se intensifica el flujo de comunicaciones, suele aumentar la presión desde los diversos departamentos y responsables para poder conectarse directamente a la Internet, lo cual repercute en la necesidad de ampliar la infraestructura. Para que ello sea posible, aparte del costo financiero, se deben superar diversos obstáculos, como la escasez de líneas telefónicas o la vetustez de los equipos existentes.
No obstante, cuando la dirigencia tiene clara su necesidad de comunicación, busca soluciones para superar estas carencias de infraestructura. Por ejemplo, las comunicaciones desde la sede central se complementan con otros mecanismos, como el uso por parte de los dirigentes de sus casillas personales y las conexiones desde sus casas, lugares de trabajo u otros sitios públicos. Por lo mismo, resulta difícil medir la capacidad de comunicación de una organización, solamente a partir de la infraestructura instalada en la sede y sus estructuras formales de comunicación. Este hecho, ni los propios dirigentes lo tienen necesariamente presente al momento de hacer un balance del quehacer comunicativo de la organización.
Las líneas telefónicas son también un problema para muchas organizaciones. Aunque estén ubicadas en las ciudades capitales, donde por lo general el servicio telefónico es aceptable, muchas organizaciones cuentan con pocas líneas (sea por costo, o simplemente porque no hay disponibles en el sector) que deben servir no sólo para la conexión a la Internet, sino también para todas las demás necesidades de la organización.
Esta limitación obliga a racionalizar los recursos, a veces al extremo, como sucede en una organización campesina ecuatoriana: "En la oficina somos 30 personas con una línea de teléfono. Me conecto a la Internet 5 minutos al día", relata la responsable de comunicación, añadiendo que: "Los dirigentes tienen claro qué es lo más importante. Sin embargo, faltan mecanismos para viabilizar".
Los problemas tienden a ser mayores cuando se trata de conectar a las filiales de las organizaciones nacionales, meta que todas las organizaciones anhelan, a fin de poder agilizar la coordinación interna, pero que en la práctica enfrenta varias dificultades. Para un gran número de organizaciones del interior las carencias son múltiples, no sólo en materia de servicios de teléfonos y luz eléctrica -sobre todo en zonas alejadas de las ciudades grandes y medianas-, sino incluso con relación a oficinas y computadoras. De todas las organizaciones nacionales consultadas, sólo una tenía más del 90% de sus filiales conectadas al correo electrónico. En las demás, la cifra era menor al 25%.
Se registran, sin embargo, algunas experiencias innovadoras para sortear estas limitaciones. En la Amazonia ecuatoriana, en zonas donde no existen líneas telefónicas, hay organizaciones que se comunican entre ellas y con la central por la Internet, mediante una conexión radial. En otros países las organizaciones del interior utilizan los cibercafés o recurren a instituciones amigas para recibir comunicaciones de la central.
Al enumerar los problemas que enfrentan las organizaciones para la incorporación de la Internet a su quehacer, varias de las personas consultadas colocan, en los primeros lugares, la falta de recursos económicos y de infraestructura básica; pero también destacan otros factores, -a veces asignándoles mayor importancia-, como las deficiencias de capacitación o una insuficiente priorización por parte de la dirigencia.
El intercambio sobre estos temas en el marco de las actividades de la CWMS, para las organizaciones ha constituido una motivación para que ponderen de mejor manera las actividades comunicacionales, y, por tanto, las posibilidades de capitalizar la utilización de Internet. De hecho, cuando se llega a una decisión política en este sentido, se acelera la búsqueda de soluciones para ampliar los niveles de conectividad8.
Usos y usufructos
La computación pone en manos de las organizaciones una herramienta poderosa y versátil que abre la posibilidad de mejorar y agilizar la organización administrativa, además de tener una capacidad de ordenamiento y manejo de datos, información, documentación, publicaciones, directorios, gráficos, entre otros, casi imposible con sistemas manuales. Con una computadora conectada a Internet se multiplica exponencialmente este potencial, por las posibilidades de interconexión, intercomunicación y flujos de información, desde la esfera local hasta la mundial.
Cuando las organizaciones sociales incorporan inicialmente las computadoras a sus procesos (influenciadas por el contexto general de sus sociedades en las que tomaba auge la adopción de paquetes de computación e informática en función de un desempeño más eficiente de las actividades en general), las introducen principalmente como herramientas para operaciones administrativas: la contabilidad, el levantamiento de actas de reuniones, la ejecución de la correspondencia, la redacción de boletines de prensa. O sea, se remplaza y mejora funciones ya existentes, sin introducir mayores cambios en ellas. Así, la modernización tecnológica se maneja esencialmente con un criterio administrativo y secretarial. En las propias organizaciones, es común escuchar: "No aprovechamos la computadora, apenas la usamos como máquina de escribir".
En el plano de la utilización de programas (software), ello se traduce en la implementación de aplicaciones preestablecidas, pero con poco aprovechamiento de la flexibilidad de adaptación que, en principio, permite la computación.
En todo caso, la innovación tecnológica ha sido importante: representó el salto de formas mecanográficas y manuales de procesar datos e información a formas digitales. Lo que antes se hacía con la máquina de escribir o la mano, ahora se lo hace con la computadora, reduciendo considerablemente el trabajo repetitivo.
Algo parecido ocurre, al menos inicialmente, con la incorporación del correo electrónico: éste viene a remplazar las funciones del fax y del correo postal, pero su manejo se hace esencialmente con un criterio administrativo y secretarial. Al respecto, destaca el hecho de que ninguna de las organizaciones que participaron en este estudio ha tenido presente, en la fase de incorporación inicial de Internet, la apropiación del uso de las redes electrónicas con un sentido informativo/comunicacional. Éste más bien se ha ido desarrollando -en diversos grados según la organización- a partir de la experiencia práctica, y en respuesta a situaciones que plantean otros niveles de necesidad.
Aplicaciones Vs. Apropiación
Una de las condiciones que determinan las formas de uso son justamente los paquetes de software y programas instalados, y los servicios de comunicación a los que se consigue tener acceso. Si bien la computación proporciona una flexibilidad enorme en cuanto a las modalidades y aplicaciones posibles, las opciones que se presentan a las organizaciones son generalmente muy estrechas. En consecuencia, ellas tienen que acomodar sus necesidades a los programas disponibles, y no al revés. El resultado es que el acercamiento a la computación está de entrada condicionado por un sentido de aplicación de programas, lo cual limita las opciones para una real apropiación de la tecnología.
Para ilustrar el punto, las computadoras -desde su definición de "PC" (computadora personal, por sus siglas en inglés)- y por ende la mayoría de paquetes de software disponibles, son diseñados para el uso individual, o en el caso de los programas multiusuarios, para varios individuos. No obstante, por razones prácticas, pero también por su propia visión cultural y organizativa, es usual que las organizaciones sociales de América Latina hagan un uso más bien colectivo-organizacional que personal de la computadora, para lo cual no se dispone de software adecuado9; o en los disponibles no se encuentran con facilidad las funciones que permiten adaptarlo.
Es más, la lógica predominante de actualización constante de programas y equipos, los primeros requiriendo cada vez de mayores recursos instalados, los segundos incitando al uso de programas más actuales, conduce hacia una espiral de inversión permanente (impulsada por los intereses de un mercado muy lucrativo), y además crea problemas de incompatibilidad para compartir archivos entre equipos que usan diferentes versiones. Para la mayoría de organizaciones sociales, esta espiral se vuelve insostenible.
Como comentó un dirigente centroamericano: "muchas veces uno en materia de computación está sujeto al vaivén de los tecnócratas que le meten a uno programas, le están desfasando las computadoras constantemente, y uno también tiene que verse sometido a esa propaganda de la informática; y llega un momento en que eso genera costos".
Cuando una organización compra una computadora nueva o instala el servicio Internet, usualmente quienes venden el equipo o servicio instalan paquetes tecnológicos sin ofrecer ni explicar ninguna opción que permitiría adaptar los recursos a sus necesidades particulares. Lo más común es que viene instalada la última versión del paquete ofrecido por Microsoft.
No faltan, sin embargo, ejemplos de una mayor apropiación de los programas: ATC de Nicaragua, por ejemplo, ha desarrollado una base de datos pensada en sus necesidades propias. La base almacena información sobre los líderes y cuadros de la organización, sus niveles de formación técnica y pedagógica, etc., que sirve, entre otras, para la planificación de los cursos de formación.
Por desconocimiento o falta de destrezas técnicas, muy pocas organizaciones llegan a escoger o adaptar programas en función de necesidades que ellas han definido. Lo común es que se limiten a la aplicación de funciones predeterminadas. Pero bien o mal, acostumbradas a usar la imaginación para superar las carencias, y combinando las facilidades de la computadora con operaciones manuales, las organizaciones se acomodan a las limitaciones del instrumento para lograr los fines buscados.
Un problema serio son las percances que causan la pérdida de datos. Varias organizaciones han perdido los archivos de su computadora, sea por virus, por mala operación de los programas o por daño de equipos, con la grave consecuencia (si no han tenido la precaución de crear archivos de respaldo, o cuando éstos están incompletos o también contaminados) de que prácticamente la organización se queda "sin memoria". Frente a ello, la desconfianza motiva a veces la opción de llevar en forma paralela archivos en papel de toda la información que llega. Esto puede funcionar en organizaciones que envían y reciben volúmenes relativamente pequeños de información, pero se vuelve poco práctico en aquellas cuyos intercambios son voluminosos.
Los virus, justamente, son señalados como uno de los mayores problemas de computación de las organizaciones. El riesgo de los virus se incrementa rápidamente con el uso del correo electrónico y de las listas, pues muchos llegan por esa vía, sea en archivos que provienen de computadoras infectadas, sea los "autopropagables", de los cuales los más perniciosos son los que aparentemente provienen de direcciones conocidas. Se ha dado al menos un caso de un "contagio epidémico" entre varias organizaciones de una misma red, que resultó en la pérdida de sus respectivos discos duros.
En cierta medida, parece que las organizaciones sociales están entre las más vulnerables a tales contagios. La instalación de programas antivirus actualizados es problemática para quienes tienen una conexión lenta, pues, si bien se los puede obtener gratuitamente por Internet, con un módem lento puede demorar varias horas de conexión, lo cual podría resultar más caro que comprar el programa. El hecho de que diversas personas compartan la misma computadora a veces hace que no todas estén debidamente instruidas en las precauciones contra los virus. El uso casi generalizado de los programas más susceptibles a los virus (Microsoft Outlook, Word), y el uso y abuso de los archivos anexos, aumenta la vulnerabilidad.
El tema de los archivos anexos nos lleva a otra de las dificultades destacadas por las organizaciones: la incompatibilidad entre generaciones de un mismo programa, que obstaculiza el intercambio de información entre organizaciones. Hay muchas quejas sobre los archivos que llegan por correo, grabados en versiones demasiado avanzadas para los programas que se tienen.
Por ejemplo, cada vez más se reciben archivos en Word 2000, programa que la mayoría no tiene instalado. Antes pasaba lo mismo con Word97. Este problema crea ruido e incomunicación en las coordinaciones, obstaculizando una comunicación fluida.
La utilización misma de archivos anexos en los mensajes de correo, a menudo indicada por quienes instalan los programas como la forma normal de enviar correo, causa muchos problemas, que, además de la incompatibilidad mencionada, van desde la pérdida de tiempo y costos innecesarios en las conexiones telefónicas para bajar mensajes grandes por módem, hasta la mayor vulnerabilidad a la transmisión de virus. Entre los casos frecuentes están los mensajes con contenido relativamente escaso, pero con diagramación y gráficos pesados, o los que vienen acompañados por listados de anexos gráficos (archivos ".gif"), o en formato Powerpoint con animación (estos últimos llegan facilmente a 1 megabyte, o sea, precisan de 10 a 30 minutos de conexión telefónica para bajarlos). El uso de estos formatos crea también una presión para quienes prefieren utilizar otro tipo de software, pues se ven obligados a instalar los programas de mayor uso para poder abrir los archivos que reciben.
El hecho de haber abordado estos temas en el marco de las reuniones de las coordinaciones continentales y de la propia Comunidad Web, ha permitido abrir ventanas hacia una comprensión de las posibilidades de apropiación del software, en función de las necesidades propias, comenzando por el compromiso de utilizar sólo texto (lo cual no siempre se cumple) para las comunicaciones vía correo electrónico10.
Servicios de Internet utilizados
En todas las organizaciones consultadas, el primer servicio de Internet al cual se tiene acceso y el que más se utiliza, es el correo electrónico. Esto encaja con la norma mundial (varios estudios indican que el correo electrónico se utiliza más que la Web), pero además expresa el hecho que la Internet es ante todo vista como un instrumento de interrelación y enlace.
Con el correo electrónico, y su correlativo, las listas electrónicas, por primera vez las organizaciones sociales cuentan con un instrumento de comunicación que permite realmente comunicarse en red, en forma horizontal, sin pasar por el cuello de botella y las demoras que significa una "red" cuyos flujos de información deben ser canalizados a través de un punto centralizado.
Para muchas organizaciones, sea por razones de costo11, sea por tener equipos más antiguos, o simplemente por factores de tiempo del personal o de las líneas telefónicas, les basta con el acceso al correo.
Las organizaciones consultadas informan que el correo electrónico se emplea principalmente para la correspondencia particular, para relaciones externas, con organizaciones fraternas o solidarias, como también para participar en espacios colectivos de coordinación y para la difusión de denuncias. Es decir, es ante todo un instrumento de coordinación internacional.
También sirve para la difusión de información sobre las actividades de la organización y sus problemáticas, así como para el intercambio de información operativa interna y con organizaciones afiliadas y para otras comunicaciones nacionales.
Entre las principales ventajas que las organizaciones afirman haber obtenido con la introducción del correo electrónico, figuran la mayor rapidez en la comunicación interna y externa, así como la agilización del trabajo y disminución de costos. Ellas constatan que el correo electrónico les permite contactos más directos y oportunos; propicia la comunicación con organizaciones fraternas y las relaciones con otras fuerzas sociales; facilita una mayor articulación y la participación directa en campañas a nivel internacional; y permite romper el aislamiento. También encuentran que hace posible obtener información reciente y de primera fuente, y aportes para las discusiones internas y la toma de decisiones. Permite, además, hacer conocer mejor la organización, divulgar rápidamente sus orientaciones, denuncias y actividades.
El correo electrónico tiene para las organizaciones una dimensión organizativa, una dimensión de relaciones externas y de articulación de redes, una dimensión informativa, y una dimensión comunicacional.
En los intercambios sostenidos en torno al tema, quedó claro que las organizaciones se apropian del correo electrónico en la medida en que responde a necesidades sentidas, sobre todo en el marco de su entorno de relaciones. Entre más están insertadas en dinámicas de redes, en unos casos internacionales, en otros nacionales, más indispensable se vuelve la comunicación electrónica. Pero también trascendió que no es el acceso a la Internet lo que crea la necesidad de comunicar, sino al revés.
Tal el caso de un programa barrial de mujeres en México que, en el marco de un proyecto financiado, tuvo una computadora conectada a la Internet, pero cuando terminó tal financiamiento, se cortó la conexión y la computadora quedó como máquina de escribir. No se sintió la necesidad apremiante de buscar una solución para reconectarse.
La facilidad de comunicación que permite el correo electrónico también tiene sus bemoles, como relata una dirigenta campesina. "Antes, dice, cuando las organizaciones enviaban cartas de solidaridad internacional a sus contrapartes, las 'afichaban' en un mural, sacaban copias para que todo el mundo lo sepa". Ahora, en cambio, "se manda al gobierno, se manda a todos los que están en la lista de correos, pero entonces no lo sabemos; además, nunca hay respuesta si llegó o no llegó, si tuvo algún efecto. Nadie te dice: lo recibimos. Por eso, de repente resulta tan impersonal la solidaridad por e-mail… supiste que llegó porque no te rebotó el mensaje pero nunca supiste si la abrieron. No hay un seguimiento".
Como ha quedado dicho, el uso del correo electrónico es mucho más extendido que el referido a la Web. En las organizaciones consultadas se confirma este parámetro, si bien un buen número ha optado por lanzarse a surfear en la Red, sobre todo para buscar nuevas fuentes de información. Sin embargo, esta intencionalidad se ve limitada por diversos factores, como los costos del servicio telefónico, la lentitud del acceso, las fallas técnicas de los servidores, problemas con las conexiones telefónicas o porque las páginas son "muy pesadas", especialmente cuando vienen cargadas con demasiadas fotos y gráficos, y cuando la organización no cuenta con equipos veloces.
En suma, sin desconocer que la Web es usada cada vez más como fuente de información, sigue siendo más bien un recurso adjetivo, mientras que el correo electrónico es lo sustantivo en el uso de Internet por parte de las organizaciones.
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