De los medios, a los fines
Un reto presente, pero…
La comunicación es un componente básico de las relaciones humanas que se moldea con los cambios sociales, y que ha pasado a ocupar un lugar central en la vida moderna. Constituida como campo autónomo tan sólo a fines del siglo XIX, su importancia se ha proyectado al compás de la continua y cada vez más acelerada expansión de los medios de comunicación, innovaciones tecnológicas mediante. Lo cual, a su vez, ha conllevado a que éstos establezcan un predominio tal, que se ha tornado común reducir la comunicación a los medios.
Debido a este giro, es muy usual que se hable de "política de medios" como sinónimo de "políticas de comunicación". Pero más allá de ello, el hecho es que si esta preocupación ha cobrado pertinencia y se ha generalizado, se debe a que ahora la incidencia pública pasa por el campo de la comunicación -cuya función central, justamente, es dar visibilidad-, haciendo que el espacio de los medios se constituya en un espacio de disputa estratégica por parte de los diversos actores sociales.
Hasta hace unos tantos años, por ejemplo, con una buena disposición y cohesión interna, unos buenos abogados y una causa justa, una organización sindical tenía una alta posibilidad de salir airosa en un conflicto. Hoy, no necesariamente, si no toma además en cuenta a la opinión pública.
Las organizaciones sociales consultadas asumen que enfrentan un reto en este plano, pues tienen presente que una de sus funciones es afirmarse como actores sociales, portadores de propuestas de cara a la situación del sector que representan y hacia la sociedad, lo cual implica poder gravitar en las agendas públicas.
Un dirigente urbano-popular mexicano expresa elocuentemente esta situación: "Hay una dinámica de los movimientos, que es el resultado de la insatisfacción de las necesidades y de la inequidad; hay sectores de la población que buscan mejorar su situación. Esos movimientos pueden o no plantearse de modo consciente el impactar en la escena pública, concretamente en los sectores de poder. Sin embargo, uno de los elementos para medir la madurez y la profundidad de los movimientos es el que éstos tengan entre sus objetivos la misión de presionar, de movilizarse, de negociar, de incidir en las decisiones del conjunto de la sociedad. Hay una combinación que hay que tener en cuenta, aquella que se da entre tener una causa justa, tener una razón de fondo por la que se está movilizando, tener una propuesta de perfil claro y definido frente a la problemática social y saberla transmitir a la gente".
Pero si bien este señalamiento en términos generales es compartido por las organizaciones, cuando se aborda específicamente el tema de la comunicación se abre un abanico respecto a su valoración y tratamiento. Hay desde las que consideran que "es una tarea prioritaria", hasta aquellas que reconocen que es "una tarea pendiente" debido a otras urgencias, pasando por las que la ven como un asunto de "especialistas" para ayudar a que los dirigentes ganen imagen.
Como sea, todas señalan tenerla presente y tendencialmente empieza a ser considerada como eje transversal de las actividades de la organización, aunque bajo el peso de una tradición que ha identificado comunicación con instrumentos (un boletín de prensa, la producción de un video o un programa radial), o, en el mejor de los casos y en la versión moderna, con los medios de información (prensa escrita, radio, TV, sitio web).
Empero, hay organizaciones que se encuentran empeñadas en superar este enfoque instrumentalista para adoptar un planteamiento político y estratégico global de la comunicación, no restringido a los medios o únicamente a los flujos de información. Tal el caso de la ATC de Nicaragua, que reconoce que con el replanteamiento estratégico procesado por la organización hace unos años, cambió el enfoque de la comunicación que tenía, básicamente centrado en la agitación y propaganda, de modo tal que ella se ha tornado en un componente de las diversas actividades: educación, movilizaciones, campañas, presencia en los medios, relaciones internacionales, etc.
El MST del Brasil, por su parte, ve que de su capacidad de comunicar depende, en buena medida, el haber llegado a constituirse en un movimiento a nivel nacional y contar con el apoyo de la sociedad. "Desde que se tuvo claridad política de que la reforma agraria no es sólo una cuestión de los Sin Tierra, quedó claro que, o implicábamos a la sociedad como un todo o íbamos al fracaso. Es por eso que existe una comprensión de que todo lo que hacemos tiene que comunicarse, tanto a lo interno, para fortalecer la organización, como a lo externo, para mostrar a la sociedad cuáles son nuestras ideas y valores, los resultados de nuestra lucha, qué es la reforma agraria. Así, si se hace una ocupación de tierras se comunica a los municipios, al pueblo; si se vende un saco de frijol producido por nuestros compañeros se comunica a otras personas; una conquista del movimiento, un poema, una canción es comunicación", cuenta una dirigenta.
Los dos casos señalados no son los únicos, pero sí los que más claramente han procesado la necesidad de dotarse de estrategias comunicacionales que respondan a sus objetivos políticos y organizativos. De manera general, las organizaciones comparten el criterio de encarar la comunicación diferenciando dos niveles: uno hacia las bases y otro de cara a la opinión pública, tanto nacional como internacional.
Las organizaciones con mayor desarrollo organizativo cuentan con departamentos de comunicación (generalmente compuestos por comunicadores rentados) con conexión directa a Internet y al menos con algún vehículo de comunicación propio (periódicos, revistas, boletines, programas de radio, etc.). Estos departamentos, en general, disponen de pocos recursos y comunicadores (en el mejor de los casos, tres) que se encargan de múltiples tareas ligadas a la producción para sus vehículos de comunicación propios, las relaciones públicas, la generación de información para los medios, cursos de capacitación, monitoreo de la prensa escrita, etc. En otras, es el dirigente encargado del sector quien se ocupa de estos menesteres, pero por lo general en momentos críticos, como cuando hay que hacer una denuncia frente a un atropello de los poderes públicos o con ocasión de alguna actividad especial.
La utilización de sus medios o canales de comunicación se presenta, obviamente, supeditada a las definiciones establecidas por la organización en esta materia. El MST, por ejemplo, tiene el Jornal Sem Terra, periódico mensual que se publica regularmente desde hace 20 años, como un instrumento prioritariamente organizador; las radios para comunicarse con públicos más amplios; la Revista Sem Terra para llegar al público urbano formador de opinión; y las redes de computadoras para hacer fluir ágilmente información a diversos niveles y ofrecer una base de datos a través de su página Web. Además busca rescatar otros recursos: afiches, exposiciones, conferencias, casetes, videos, venta de productos, etc. para dirigirse al conjunto de la sociedad. Pero, igualmente, hay organizaciones que, al no haber definido un norte, se han quedado en la formalidad del instrumento, o incluso –crisis económica mediante- sin ninguno. Quien no sabe a dónde ir, no va a ningún lado, dice un adagio.
Medios masivos
La otra cara de las definiciones en materia de comunicación tiene que ver con los medios masivos de difusión, por el rol que juegan en la formación de la opinión pública. Aquí vemos que prevalece una situación de ambigüedad que va de la condena a la fascinación, no necesariamente como posiciones fijas, sino más bien como una actitud fluctuante. Sin embargo, esta tendencia a enfocar el asunto desde una política comunicacional ha dado pie para que se introduzcan matices. Al menos en dos sentidos: el uno, relativo a las alianzas, y, el otro, respecto a la realidad misma de los medios masivos de difusión.
Los movimientos sociales y los medios identificados como comunicación popular, alternativa, democrática, ciudadana, etc. han caminado juntos durante décadas, pero no es sino últimamente que se están encontrando realmente. Sea porque la lógica instrumental conducía a los primeros a "aprovecharse" de los segundos, sea porque en éstos primaba un cierto "paternalismo" respecto de aquellos, o por muchos factores más, el hecho es que ese caminar juntos se dio en paralelo, con ciertas estaciones en el camino (los momentos mayores de la lucha social) que permitían momentos compartidos. Lo nuevo es que en esta relación se ha introducido el sentido de alianzas, que supone reconocimiento y respeto mutuo, sobre la base de agendas comunes. Y este es un dato que varias de las organizaciones consultadas lo han integrado.
Por otra parte, entre éstas también se está ampliando la percepción de que la crítica a los medios como instrumentos del poder dominante, no debe perder de vista los matices y las contradicciones que existen entre ellos. Hay atisbos de querer aprovechar los resquicios que dejan los medios tradicionales y avanzar en el conocimiento de sus políticas, organización interna, periodistas y escritores democráticos, formas de funcionamiento y los intereses a los que responden.
Veamos nuevamente el caso del MST: para contrarrestar la fuerte ofensiva orquestada por el gobierno federal y la gran prensa para descalificar moralmente y aislar políticamente al MST, éste vio que era preciso hacer una distinción entre medios y periodistas "cooptados por el régimen" y aquellos que tienen una posición ética. Entonces, desarrolla un trabajo de sensibilización de periodistas amigos y personalidades que escriben en la prensa, reporteros de radio y presentadores de televisión. El resultado es que en los grandes medios en ciertos momentos aparecen fotografías, reportajes y artículos con un tratamiento objetivo sobre los Sin Tierra.
En los grandes medios de difusión se puede apreciar que existe una ley no escrita: ignorar a los movimientos sociales, la cual, por lo general, se rompe cuando la lucha social alcanza niveles de conflicto que no pueden ser pasados por alto. "Somos una 'organización noticia' y los medios se ven obligados a abrirnos espacios, esto realmente no es porque los medios estén a favor de nuestras luchas, sino que se ven obligados porque somos una organización seria que hace noticia", dice un dirigente del Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras (COCOCH).
Este criterio es corroborado por un dirigente de la CONIC de Guatemala, quien relata que para hacer difundir las posiciones de la organización: "siempre estamos dependiendo de la voluntad que haya en los medios de comunicación de darnos un espacio. En los días que no hay muchas noticias, entonces sí llegan los medios de comunicación a nuestros llamados. Nosotros de hecho somos noticia en Guatemala, pero únicamente cuando hay manifestaciones masivas, de lo contrario el espacio que se nos da es mínimo".
En Brasil, igualmente, para los medios la noticia es el conflicto, señala un dirigente del MST, precisando que se asiste a un "bloqueo sistemático a cualquier conquista que venga del movimiento. Hicimos el lanzamiento de una semilla agroecológica, con una gran cantidad de actividades, pero en la prensa no salió una sola línea". Ante los grandes medios, acota, "siempre estamos con un pie atrás, porque les tenemos mucha desconfianza. Hasta en el momento de mayor énfasis, cuando la prensa estaba siempre encima y todo era noticia, cualquier cosa, nosotros teníamos la sensación de estar siendo sofocados con la actuación de ellos. Entonces, analizamos: no da para que sigamos por ese camino, ellos nos pueden colocar en escena pero el control es de ellos, después ellos te tiran. Internamente siempre discutimos, no podemos hacer acciones para simplemente tener una repercusión en los medios. Esa es una trampa, porque crea la ilusión de que la cosa está ahí, pero no es. No podemos dejar que la prensa determine nuestro comportamiento, tenemos mucho cuidado con eso. En determinados momentos, incluso consideramos que hasta es mejor no ocupar ese espacio. Consideramos que dentro del movimiento hay cierto marco, en el sentido de que no nos interesa ocupar ciertos espacios, ciertos programas. Y esto ha sido importante inclusive para nuestra base interna, en tanto permite señalar que no cabe ilusionarse con eso".
La responsable de comunicación de una organización campesina-indígena ecuatoriana, por su parte, relata: "Después del levantamiento los medios nos andan dando vueltas, pero todo el tiempo tratan de meternos la mano, incluso de imponernos quiénes deben ser los voceros del movimiento, aprovechando a veces las vanidades o el despiste de los compañeros; pero eso se da porque internamente este punto dejamos suelto. Entendemos que los medios lo que buscan son vedettes, lo cual es radicalmente opuesto a nuestra cosmovisión comunitaria, sin embargo hay compañeros que caen en la trampa por disputas de liderazgos, de falsos liderazgos, que los medios inflan para crearnos problemas internos".
De los testimonios recogidos, queda claro que cuando se producen hechos que los medios de comunicación no pueden silenciar, si la organización no ha creado sus propios mecanismos de comunicación hacia la sociedad que le permita dar a conocer su versión sobre los hechos, lo único que circula es la versión elaborada por la gran prensa, que muchas veces, más que dar expresión a las organizaciones sociales, se orienta a deslegitimar sus acciones. Es más, cuando se llega a niveles de polarización, como ha sucedido en Brasil, Ecuador y México, países que cuentan con fuertes movimientos sociales que cuestionan el modelo económico excluyente (postura que ha logrado legitimarse en la opinión pública), los sectores en el poder, con colaboración desde los medios, han desplegado una estrategia que combina represión, descalificación y hasta criminalización de la lucha social, en un intento de aislarlos y restarles apoyo social y político.
La situación cambia en algo cuando se trata de los medios locales fuera de las grandes ciudades, frente a los cuales las organizaciones -particularmente las campesinas- tienen mayor capacidad de incidencia. Estos medios -sobre todo la radio– son importantes para llegar a las propias bases de la organización y a un entorno local; pero cuando se quedan en ese nivel, se hace difícil tener impacto en la opinión pública nacional.
En términos generales, se puede decir que en las organizaciones se está estableciendo el criterio de que ante los medios la sola crítica no basta, sino que hay que desarrollar acciones para ocupar espacios, sin que ello signifique perder de vista la enorme desventaja que tienen en un contexto en el que grandes corporaciones, tras dos décadas de ajuste neoliberal, se han fusionado y reconcentrado en oligopolios que son propietarios de los periódicos y revistas de mayor tiraje, de los canales de televisión, estaciones de radio, productoras de programas.
Como relata un dirigente campesino colombiano: "los grandes medios de comunicación están tomados por las empresas transnacionales y por los grupos económicos del país: por ejemplo, el grupo Santo Domingo, que es el propietario de las cervezas y de la aviación, tiene la Cadena Caracol y una empresa de televisión, lo mismo pasa con otro grupo que monopoliza las gaseosas y el azúcar en Colombia y es dueño de la otra cadena nacional de radio y televisión". Situación que se replica en los demás países de la región.
La tendencia general es hacia el predominio de los intereses privados sobre los procesos de comunicación y hacia la reducción a su mínima expresión, o, donde sea posible, hacia la eliminación de los medios públicos y comunitarios. Un claro ejemplo de ello es la ofensiva contra las radios comunitarias y populares de América Latina y las fuertes presiones de los medios comerciales para cerrarlas, acusándolas de "piratas" y "clandestinas".
NTIC para romper el cerco
En este contexto es que las organizaciones sociales están dando particular importancia a la Internet. Si hasta hace poco la posibilidad de comunicar hacia la sociedad pasaba casi exclusivamente por los medios masivos de comunicación, cuyo control escapa a las organizaciones, con las nuevas tecnologías se les abren nuevos canales de comunicación, que sin suplantar la necesidad de llegar a los medios masivos, la complementan, con la posibilidad de alcanzar además una audiencia internacional. "Nos permiten, hasta cierto punto, romper los cercos informativos de los medios de información a escala nacional e internacional", afirma un comunicador de una organización indígena.
Es así que en algunas organizaciones este recurso está siendo capitalizado políticamente para "sacar la información hacia el exterior a fin de presionar hacia adentro". Cuando hay un conflicto y la información fluye hacia el exterior -aprovechando la ventaja de la inmediatez que ofrecen las redes electrónicas- hacia puntos receptivos que reaccionan y presionan, se pueden lograr resultados al interior del país. Esto sucedió, por ejemplo, con el caso de la esterilización de las mujeres llevada a cabo en el contexto de los programas sociales del gobierno peruano: "sólo cuando hubo una fuerte presión internacional, el régimen de Alberto Fujimori reaccionó y tomó cartas en el asunto", dice una integrante de la Red de Mujeres Transformando la Economía.
En Brasil, el MST ha dado una gran importancia al trabajo de relacionamiento internacional tanto con las redes, organizaciones y personalidades que los apoyan, como con la prensa internacional, que muchas veces "se muestra más positiva que la prensa nacional". Este trabajo incluye un flujo de información hacia los corresponsales extranjeros, las redes de medios globales y las organizaciones solidarias, principalmente de Europa. Numerosos reportajes han hecho cadenas de TV globales (como la CNN), periódicos de alta circulación como el New York Times de Estados Unidos y medios de España, Irlanda, Inglaterra y otros países europeos. La consecuencia de esta política es que las élites dominantes comenzaron a admitir al MST como interlocutor legítimo, una vez que el Movimiento logró ejercer presión a escala internacional y la causa de la reforma agraria alcanzó altos niveles de aceptación ciudadana en el país.
Algunas organizaciones están combinando las nuevas tecnologías de información y comunicación con otras actividades comunicacionales. El boletín impreso Cimarronas de la Red de Mujeres Afro Latinoamericanas y Afrocaribeñas básicamente se elabora con los materiales que llegan por correo electrónico. En Ecuador, una organización indígena ha utilizado este recurso para enviar sus informaciones a las radios indígenas y a las redes de radios populares y alternativas.
En otras organizaciones como el MST, la comunicación electrónica ha permitido que el periódico circule con noticias y fotografías de actualidad, que son enviadas el mismo día del cierre por los reporteros y colaboradores del periódico. "Hoy es imposible producir el Journal Sem Terra sin la Internet. Antes, cuando queríamos cerrar la edición teníamos que enviar las noticias con tres o cuatro días de anticipación, hoy, si el día del cierre de edición acontece algo, constará en el periódico. En cuanto a las fotos, en el pasado, teníamos que hacer copias y enviarlas por correo, hoy las mandamos por la Internet; desde algunos estados todavía no es posible porque no tienen el escáner. Con las radios ha sido más difícil combinar el uso de Internet, porque las radios están ubicadas en lugares en donde es muy difícil la comunicación y muchas veces no tienen ni un teléfono. En otros casos, el servicio de teléfono rural no es compatible con Internet", dice una comunicadora de esa organización.
Sin embargo, las organizaciones están conscientes de que todavía falta mucho por hacer para aprovechar de mejor manera las ventajas que aporta Internet, como el acceso a bancos de datos y la consulta de fuentes, el archivo de información, la velocidad de la transmisión de la información y de las fotos, el pedido de artículos a colaboradores del país o de cualquier parte del mundo, etc. Pero, además, para capitalizar su uso en la difusión de sus propios materiales y producciones.
Notas
1 Al respecto, una de las quejas que expresan numerosas organizaciones se refiere al tipo de mensajes que reciben, cuyo encabezamiento es un "chorizo" de direcciones que ocupa varias pantallas de la computadora, antes de llegar al (a menudo escueto) contenido. Esta forma de enviar los mensajes (sin aprovechar las técnicas que permiten esconder la lista de direcciones) es lo que se presta, a la vez, a la reproducción ad infinitum de listas de distribución, y, por ende, a un sin fin de mensajes no solicitados (aún cuando algunos de ellos pueden ser de interés).
2 La frecuente ausencia de fecha en los materiales en la Web es otro obstáculo para el lector externo.
3 Es conocido que el usuario tiene mayores dificultades para leer un texto en la pantalla que un texto impreso (las últimas investigaciones indican que en Internet se lee un 25% más lento que un periódico). Se sugiere que los textos diseñados para leer en la Internet tengan diseño sencillo, sin imágenes sofisticadas, y un estilo de redacción sucinto, con párrafos cortos (una idea, un párrafo), uso de intertítulos, letra fácil de leer, y un ancho de columna que no rebase las 10 palabras. En cuanto a la impresión, ella se complica, por ejemplo, con letras en blanco sobre fondos negros o de colores y con las páginas con muchos recuadros.
4 En 1997, incluso la poderosísima Red O Globo del Brasil difundió en horario estelar la telenovela "O rei do gado" -reprisada luego en los demás países del continente, igualmente en horario estelar- que tenía como tema de trasfondo al MST.
Capítulo 5.
Un proceso en proceso
La presencia de los movimientos sociales en la Red, tanto en América Latina como en otras partes del mundo, ya es una realidad que va cobrando importancia. No precisamente por razones que tengan que ver con "impactos" espectaculares —pues bajo este barómetro no pasaría de ser una irrupción modesta y, quien sabe, hasta insignificante—, pero sí en términos de pertinencia socio-política. Es decir, esa importancia, más que al número de organizaciones y coordinadoras sociales conectadas a la Internet, se remite al hecho de que son actores con impacto social empeñados en apropiarse de esta tecnología, sacar las mejores ventajas que ofrece —volumen de información, velocidad de transmisión, etc.—, en función de sus objetivos.
En este sentido, no se trata de una presencia anecdótica ni de una exquisitez de organizaciones que pueden permitirse este "lujo", sino de una consecuencia práctica de fuerzas que pujan por gravitar en el espacio público, que en la dimensión contemporánea —redes mediáticas mediante— se presenta cada vez más como un espacio simbólico y reticular. De ahí que al conectarse a la Internet no sólo apuntan a colocar temas socialmente relevantes y expresar su pensamiento propio, sino también a reforzar sus articulaciones y ganar mayor contundencia en su accionar.
Habida cuenta del carácter interactivo que ofrece la Red, la presencia de los movimientos sociales en ella ha conllevado a poner sobre el tapete un asunto central: el rescate del vínculo que históricamente existió entre comunicación y acción. Éste ha venido rompiéndose paulatinamente desde hace un siglo y medio con la irrupción del telégrafo y las posteriores tecnologías de comunicación, que —para decirlo en palabras redondas— establecieron el mundo de los "mass media" y la consecuente "sociedad del espectáculo".
Sin embargo, no cabe alimentar ilusiones sobre salidas fáciles, pues para aprovechar esas oportunidades, las organizaciones con bases sociales que conforman tales movimientos se ven enfrentadas a serios desafíos para sortear obstáculos, integrar nuevas capacidades y adecuar su funcionamiento. Es más, en un sentido general, aun encarando tales desafíos, bien puede ser que para entonces Internet haya dejado de ser ese espacio abierto y libre que hasta hoy le caracteriza, pues el círculo se está cerrando ante las presiones de los poderes fácticos para imponerle regulaciones. Y, como suele suceder, cuando lo que prevalece es el "todo vale", la mínima oportunidad será aprovechada al máximo para imponer la ley del más fuerte.
La apropiación social de la Red
La apabullante difusión del discurso promocional sobre las nuevas tecnologías de información y comunicación, y su énfasis en el aporte de éstas para el desarrollo, han influido para que sean conocidas y tomadas en cuenta por las organizaciones sociales, pero limitando el panorama al uso de aplicaciones. Desde la lógica social de apropiación tecnológica, tratándose de un área tan nueva y desconocida, un mejor entendimiento de las oportunidades, retos y obstáculos y de sus implicaciones en un marco socio-organizativo, se torna una exigencia para que las organizaciones alcancen mejores posibilidades de optimizar el aprovechamiento de esos recursos, para sus fines y aspiraciones.
Bajo esta perspectiva, la propuesta de capital informacional se presenta como una categoría analítica interesante para avanzar en la comprensión de los procesos de apropiación de las nuevas tecnologías de información y comunicación por parte de actores sociales colectivos, en general. En este viaje exploratorio, precisamente, esa pista ha permitido desentrañar aspectos relevantes para el quehacer de las organizaciones sociales en el mundo de las redes electrónicas y de las comunicaciones.
En el plano práctico del acceso a la Internet, las condiciones de la infraestructura instalada en América Latina registran todavía un gran desfase en comparación con los países desarrollados, pero en la mayoría de países son lo suficientemente accesibles como para permitir la conectividad en condiciones regulares, por lo menos en las ciudades.
El estudio realizado ha permitido constatar que, respecto al equipamiento y acceso, el afán de poder comunicarse mejor constituye la principal motivación inicial para que las organizaciones se conecten a Internet. En muchas casos, esta motivación surge de su participación en dinámicas de redes o coordinaciones regionales, que han incorporado el correo electrónico como uno de sus principales soportes para la intercomunicación.
La precaridad de dotación en infraestructura constituye, sin embargo, uno de los principales obstáculos para ello. Aun en los casos que han logrado un nivel aceptable de equipamiento, las necesidades siguen creciendo más rápidamente que las respuestas, sobre todo cuando se trata de organizaciones con amplias bases sociales que buscan incorporar la comunicación electrónica para dinamizar la comunicación interna.
No obstante, los ejemplos demuestran que cuando una organización ha identificado con claridad sus necesidades de comunicación, encuentra soluciones a las carencias, al menos para lo más esencial. En todo caso, si bien la infraestructura es un requisito, el nivel de equipamiento y conectividad no es un indicador del grado de aprovechamiento de los recursos de la Internet, pues éste implica además conocimientos, lenguaje, formación y destrezas en el manejo. Es por eso que, aun contando con los equipos más modernos, cuando no existe un proceso de apropiación de la tecnología y de los flujos de información, los resultados aparecen mínimos.
En lo que se refiere a la utilización de la tecnología, si bien por lo general la incorporación de la computación, y por ende del correo electrónico, se ha manejado primero con un criterio principalmente administrativo, ahora, entre las organizaciones se ha generalizado el criterio de que las nuevas tecnologías de información y comunicación permiten dinamizar y fortalecer su quehacer, principalmente en dos áreas: por una parte, en el funcionamiento en red o "networking", y por otra, en las actividades de información y comunicación.
El correo electrónico es el primer y principal servicio de Internet utilizado, reflejo del hecho que, para las organizaciones sociales, la Internet es ante todo un instrumento de interrelación y enlace. Con el correo electrónico y las listas de intercambio, por primera vez tienen a su disposición un recurso para comunicarse entre ellas en red, en forma horizontal y descentralizada. De hecho, mientras mayor inserción tienen en dinámicas de redes, más indispensable encuentran el uso del correo electrónico. El uso de la Web, si bien tiende a incrementarse, sigue ocupando un lugar secundario.
Una limitación que ha reducido la posibilidad de adaptar la tecnología a las necesidades propias es el hecho que el acercamiento a la computación ha estado pautado por un sentido de aplicación de programas preestablecidos, alentado por los proveedores de equipos y programas.
En respuesta a nuevas necesidades y exigencias que van surgiendo, algunas organizaciones han emprendido un proceso de apropiación de la tecnología, buscando sacar mejor provecho de ella, sea para su funcionamiento interno, para el relacionamiento externo o para el trabajo de información y comunicación. Ello desencadena readecuaciones internas —unas planificadas, otras más intuitivas— que consisten, según el caso, en un nuevo reparto de tareas y responsabilidades, la asignación de infraestructura y servicios de conexión, o la asignación y formación de los recursos humanos.
Tener una computadora conectada a Internet acelera el ritmo de las comunicaciones y de allí surgen nuevas necesidades de comunicar, lo cual, si bien a veces genera roces con la cadencia acostumbrada en las organizaciones, paulatinamente provoca cambios en los tiempos y formas de organización. Ello no es problema cuando se canalizan estos cambios en un sentido constructivo; pero dejarse arrastrar por el movimiento inercial sí puede traducirse en situaciones conflictivas.
A menudo, las organizaciones comienzan a implementar un reordenamiento interno a partir del momento en el que se percibe que es necesario ocuparse de la gestión de información, para no dejarse apabullar por la sobrecarga que viene aparejada con el acceso a esta tecnología.
Es decir, se busca respuestas en el plano de la organización interna a partir de la constatación, en la práctica, de que este tipo de tecnología es más que un accesorio técnico-administrativo. De hecho, cuando una organización entra a Internet, no sólo se está conectando con una red de computadoras para recibir y enviar mensajes, sino que se incorpora a un tejido de flujos y redes ligadas a dinámicas sociales. Es este entorno de dinámicas lo que termina incidiendo sobre la organización y paulatinamente conlleva a desplazamientos organizativos.
A medida que más personas de la organización comienzan a utilizar directamente Internet, se incrementan las necesidades de formación. La capacitación y formación son subrayadas como necesidad apremiante, tanto en lo específicamente técnico, como para el manejo de los flujos de información, y respecto a los criterios para definir políticas.
En el plano de la apropiación informativa, las organizaciones se encuentran ante la necesidad de desarrollar nuevas destrezas para el manejo de información, para que sea un insumo útil y oportuno para las distintas áreas de trabajo. La sobreinformación, justamente, es considerada como el principal problema nuevo que encuentran con el uso de Internet.
La experiencia demuestra que si no se adoptan las medidas del caso para gerenciar la información, el hecho de conectarse a Internet puede incluso acarrear más problemas que soluciones. Como se sabe, una información, cualquiera sea, sólo se torna pertinente en relación a un actor dotado de proyecto. Para muchas organizaciones, sin embargo, desarrollar los criterios y mecanismos que permitan diferenciar con agilidad la información útil de la que no lo es, sigue siendo una materia pendiente que buscan resolver.
En cuanto a la difusión de información propia, la mayoría estima que produce muy poca información y reconoce que uno de los principales obstáculos es la carencia de políticas al respecto. En la práctica, la producción de información fluctúa con las coyunturas. Un cambio significativo es que, con la introducción del correo electrónico, ellas han encontrado un mecanismo para apelar rápidamente a la solidaridad nacional e internacional en momentos de emergencia. Por lo menos en estas coyunturas la información tiende a fluir, lo que no sucedía pocos años atrás.
Existe una gran expectativa entre las organizaciones respecto a poder iniciar o ampliar su difusión en la Web, con miras a tener una mayor proyección pública, pero se lo sigue percibiendo como un paso más elevado y complejo que la difusión por correo electrónico y listas. Aun cuando logran cruzar el umbral, la sostenibilidad y regularidad de actualización plantea dificultades. Aquí también, ellas reconocen que el problema de fondo reside en la carencia de políticas, como también en la falta de mecanismos para convertir la propia experiencia y accionar de la organización en información. No faltan, desde luego, notables casos de sitios web que han logrado establecer una regularidad de actualización y una audiencia apreciable.
Las ventajas de la Internet para el funcionamiento en red son percibidas tempranamente por las organizaciones, gracias a su participación en coordinaciones internacionales. Muchas tienen presente que cuando fluye información, se facilitan los procesos de consulta, formación de opiniones, construcción de consensos y toma de decisiones colectivas. Es en este sentido que aspiran extender su uso a nivel interno, cuestión que no necesariamente resulta fácil por los obstáculos que se interponen: no sólo por los costos y los problemas de infraestructura entre las afiliadas, sino también por las carencias de formación y el poco hábito del uso de Internet entre la dirigencia.
En la práctica, se constata que el funcionamiento en red es más fluido a nivel de las coordinaciones internacionales que a lo interno de las organizaciones nacionales. Aun allí, el hecho de estar interconectadas en red no basta en sí para asegurar la participación y las decisiones tienden a ser asumidas por las organizaciones más dinámicas.
Un número creciente de organizaciones sociales asume que un reto pendiente es el desarrollo de políticas y estrategias de comunicación, como condición para poder afirmar su visibilidad e incidir con mayor fuerza en el debate público, como también para fortalecer internamente a la organización. De hecho, es en razón de esta doble preocupación que las actividades de comunicación son encaradas básicamente en dos niveles: las que se dirigen hacia las bases y las que se orientan hacia la opinión pública, nacional o internacional.
Entendiendo que la comunicación no se limita al ámbito de la producción mediática, sino que es consustantiva a las relaciones humanas, algunas organizaciones lo han asumido como un eje transversal del conjunto de sus actividades, de manera que cada acción integra un componente comunicacional.
Con relación a los medios masivos de difusión, el criterio general es que en éstos prevalece una concepción elitista que sistemáticamente ignora a las expresiones sociales organizadas. Cuando se rompe esta regla, suele ser en momentos de conflicto, mas no para hacerse eco de los logros y propuestas que ellas anteponen. La novedad, en todo caso, radica en el hecho de que varias organizaciones han asumido que no basta con la queja ni la condena, sino que el desafío pasa por definir políticas para gravitar en los espacios mediáticos, sin perder de vista la enorme desventaja que tienen en este plano.
Es en este marco que se viene procesando una valoración de Internet, en tanto ofrece posibilidades para comunicar hacia la sociedad, sin depender únicamente de la buena voluntad de los medios masivos de difusión. Es más, que la Red permite llegar a una audiencia internacional, cuyo eco, en determinadas circunstancias, como los casos de represión o las luchas sociales, ayuda a ejercer presiones hacia las instancias nacionales. Incluso cuando una organización o lucha se vuelve noticia internacional, los propios medios nacionales a veces se sienten presionados a tomarla en cuenta.
Aprender a aprender
De manera apretada, estos son algunos puntos relevantes que este estudio logró recoger y que han servido de insumos para dilucidar colectivamente sobre las posibles pistas de salida a los obstáculos y carencias identificados, en la perspectiva de capitalizar de la mejor manera las "virtudes" de Internet en función del sentido de cambio que mueve a las organizaciones sociales. De hecho, este estudio, pautado por diálogos e intercambios, ha sido parte de un proceso de aprendizaje continuo, de compartir experiencias, conocimientos, aciertos y errores, que básicamente ha buscado colocar interrogantes, asumiendo esa máxima que dice: "nadie busca respuestas a preguntas que no se plantea"
Es decir, no ha pretendido encontrar "buenas prácticas" ni identificar modelos a seguir, pues con la velocidad de los cambios que se registra en el ámbito de esta tecnología y la complejidad creciente del mundo de la comunicación, cualquier modelo queda rápidamente desfasado, y pretender aplicarlo en otro contexto cuando más puede ser una operación de buenas intenciones, pero, de seguro, inútil. Y es que el reto pasa por descifrar las lógicas e identificar las grandes tendencias, para elaborar estrategias acertadas.
En efecto, en la actualidad, el espacio público se ha transformado en un espacio donde los diversos actores que aspiran gravitar en él, precisamente, tratan de hacerlo al amparo de estrategias comunicacionales, para lo cual buscan dotarse de mecanismos y estructuras propias: departamentos de relaciones públicas o comunicación, sondeos, campañas, materiales informativos o publicitarios… y, por supuesto, espacios en la Internet, la cual ha multiplicado las voces que pugnan por hacerse oír en el ágora pública. La cuestión es saber quién escucha.
Ante esta situación, las organizaciones se encuentran en una encrucijada: sienten la necesidad de comunicar sus puntos de vista y propuestas, pero a la vez encuentran que invertir tiempo y recursos en una serie de intervenciones puntuales y operativas conlleva fácilmente al desgaste, con un impacto a veces apenas mayor que el mismo silencio. Es por ello que hay un reconocimiento cada vez mayor de la importancia de definir políticas y estrategias, destinadas a lograr un efecto mayor con el mínimo de desgaste y permitir que puedan moverse con solvencia y de manera sostenible en este mundo complejo.
Otro aspecto, concomitante, tiene que ver con los acelerados cambios que se vienen operando en diversos ámbitos del convivir social, de modo que los conocimientos de ayer ya no son necesariamente suficientes para responder a las nuevas realidades. Actuar en un mundo cada vez más interconectado requiere de nuevos conocimientos que difícilmente se los puede adquirir sólo a partir de la experiencia local. La presión para mantenerse al corriente de lo que acontece más allá de los círculos inmediatos se torna, por tanto, mucho mayor que en épocas anteriores. Y es en este sentido que Internet aparece como un recurso excepcional por su capacidad para ampliar y acelerar los intercambios y flujos de información. Pero una cosa es la abundancia de información y otra, la capacidad de recuperar aquella que es pertinente, lo cual implica no sólo destrezas de búsqueda en esa masa informativa que crece exponencialmente, sino también claridad de propósitos. Esto es, estrategias para lograr el aprovechamiento óptimo del potencial que ofrece tal recurso.
Estas problemáticas están presentes en muchas organizaciones sociales de la región, pero se dan cuenta que las respuestas no pueden ser instantáneas, sino que exigen de un proceso que, entre otras, incluye una revalorización de la comunicación dentro de su quehacer. Las que han avanzado más en este proceso también han entendido que la creatividad es fundamental, pues saben que una acción exitosa, reproducida ad infinitum, termina desgastándose con el uso.
En esta línea, los actores sociales que están empeñados en encontrar pistas de más largo aliento frente a la complejidad de esta nueva realidad comunicacional, encuentran que el hecho de abordarlas en el marco de las coordinaciones y redes en las que ellos participan favorece el refuerzo mutuo, el aprendizaje de experiencias afines, ahorro de recursos y esfuerzos y una proyección mayor. Es el caso, por ejemplo, de la CLOC, para la cual la comunicación ha sido un elemento presente en sus definiciones y programas de formación, con un enfoque hacia las estrategias, desde sus inicios.
La participación en dinámicas colectivas se presenta como uno de los factores más importantes para la asimilación y el desarrollo conjunto de nuevos conocimientos, que están permitiendo a las organizaciones sociales actuar con mayor solvencia en el mundo actual. Los intercambios que se implementan en las redes de organizaciones afines no solo propician la apertura a enfoques y problemáticas nuevas, sino que también contribuyen a consolidar la comprensión que cada integrante había elaborado a partir de su propia realidad.
Es así como, temas que una organización inicialmente no había contemplado o no les había asignado la debida importancia desde su propia dinámica interna, con su participación en espacios de coordinación terminan siendo asumidos en razón de la valoración que les otorga el conjunto. En el marco de la CLOC, por ejemplo, es lo que ha pasado respecto a los peligros de los plaguicidas y de las semillas transgénicas. Pero asimismo, en estos procesos de intercambio cada organización encuentra que sus problemáticas son comunes a las demás, se enriquece con otros abordamientos y experiencias, de modo tal que esos conocimientos extraídos a partir de su realidad inmediata se consolidan con una visión más universal. Lo cual, a la postre, coadyuva a que sus actuaciones en la esfera pública adquieran mayor contundencia.
A los intercambios vivenciales entre organizaciones, cuya frecuencia es más bien esporádica, se añaden ahora flujos de información más frecuentes entre ellas a través de Internet, complementados por otros aportes, por ejemplo de listas temáticas donde participan otros actores. De esta manera se ha venido consolidando un proceso de enriquecimiento mutuo, tanto en aspectos teóricos como prácticos.
Para tales organizaciones, no cuenta tanto la existencia de una masa de información de fuentes desconocidas e indistinguibles, accesible por Internet, cuanto que la confianza en fuentes conocidas. Por ello son claves los espacios de intercambio en línea que se crean en el marco de las coordinaciones. En algunas coordinaciones se está buscando, justamente, la manera de dar mayor consistencia y regularidad a los flujos de intercambio interno. Una opción que ha demostrado su efectividad es asignar a una instancia la responsabilidad de facilitar las listas y alimentarlas con insumos pertinentes. Esta solución ofrece, además, la posibilidad de ahorrar esfuerzos, pues buena parte del trabajo de rastreo y selección de información se hace de manera compartida.
A nivel de cada organización, para que estos flujos de información puedan efectivamente convertirse en conocimientos útiles para el desarrollo de la organización, se ha visto que, más que conseguir expertos, lo que cuenta es capacitar a personas que tienen claro los propósitos de ésta, para que monitoreen e identifiquen la información útil y la canalicen oportunamente hacia quienes corresponde.
La participación en redes de intercambio es para muchas organizaciones lo que las motiva a compartir su información y experiencia con otras. Asimismo, cuando deciden establecer un área específica de comunicación, en el marco de la búsqueda de una mayor incidencia social, se registra una nueva valoración del conocimiento propio en tanto motivo e insumo para las actividades comunicacionales hacia la sociedad.
Este proceso de revalorización es particularmente evidente entre las organizaciones indígenas, quienes, ante el gran interés que ha suscitado mundialmente la cosmovisión indígena como respuesta a la depredación ambiental, se plantean sistematizar y difundir la esencia de sus culturas, y contribuir así al enriquecimiento del conocimiento global con su propio valor agregado.
No obstante, desbloquear y dar sostenibilidad a su capacidad de sistematizar y compartir sus propuestas, logros, conocimientos y experiencias es uno de los pasos que las organizaciones sociales han encontrado más difíciles de franquear. Los obstáculos son varios: carencias de tiempo, personal o recursos, falta de definición de objetivos y de mecanismos adecuados, o incluso la insuficiente valoración de la riqueza de la experiencia propia y de su posible aporte para otros.
A menudo, producir información exige un esfuerzo especial que luego no se puede sostener. Por ello es frecuente, por ejemplo, que si se llega a crear un sitio web, éste no se actualiza. Por lo general, las organizaciones que han logrado niveles de superación en este plano son las que han asumido que la comunicación es un elemento programático de todo el quehacer de la organización.
En los últimos años se ha registrado un cambio significativo entre las organizaciones sociales de la región, en cuanto a su percepción de la comunicación y de la importancia que se le da al interior de ellas. De una visión inicialmente instrumental (o sea, restringida al aspecto de los medios, en tanto instrumentos), no pocas organizaciones han comenzado a visualizar las múltiples dimensiones de la comunicación: entre ellas, su papel en las relaciones humanas, en las dinámicas organizativas internas y externas, los nuevos espacios comunicacionales.
Sin embargo, para que esta sensibilidad se traduzca en la concreción de condiciones y recursos reales para la implementación de políticas y estrategias, hay todavía un camino por recorrer. Por ello, una de las enseñanzas que deja esta experiencia es que será un proceso largo y gradual. Por lo general, lo que más demora es la fase de arranque, pues también queda en evidencia que una vez que las organizaciones tienen un cierto camino recorrido, mejores son las condiciones para asimilar nuevos aprendizajes e implementarlos.
Por supuesto, la elaboración de una política de comunicación tendrá en cuenta otros aspectos, dependiendo del carácter de la organización, su trayectoria, sus propósitos y agenda, la situación de su entorno, y muchos más. Después de todo, a cada cual, desde su realidad específica, le compete articular debidamente estrategia, proceso y recursos humanos y técnicos, para que la política trazada pueda alcanzar los objetivos propuestos.
Políticas de comunicación y las NTICEn los intercambios realizados en el marco de este estudio, se han podido identificar ciertos aspectos a tener en cuenta en el momento de elaborar políticas de comunicación, con el apoyo de las NTIC. Ellos incluyen entre otros: — La identificación de las distintas necesidades de comunicación de la organización, tanto a lo interno, como hacia fuera; fijación de prioridades; asignación de responsabilidades y búsqueda de soluciones a las necesidades de equipamiento de las diferentes áreas de trabajo. — La definición de criterios y mecanismos para el monitoreo, selección y redistribución de información dentro de la organización; la definición de políticas y mecanismos para compartir información entre departamentos. — La identificación de los destinatarios estratégicos en la sociedad, tanto a nivel nacional como internacional; de medios, periodistas y formadores de opinión democráticos; la definición de la información a ser enviada a los diversos destinatarios. — El fortalecimiento de los vehículos y productos para la difusión informativa; la regularización de los medios internos en respuesta a las necesidades de fortalecimiento organizativo; la integración o complementaridad de los recursos de Internet con los otros medios de difusión. En este marco, está la producción y renovación de los sitios web, y la integración de esta actividad al funcionamiento cotidiano, a fin de darle sostenibilidad. — La capacitación y formación permanente de recursos humanos, a todos los niveles, como parte de la programación regular, que contempla desde las destrezas y manejo de los recursos técnicos, hasta una formación específica para quienes administran la información, comunicadores y dirigencias. Aspectos prioritarios identificados para la capacitación incluyen: criterios, mecanismos y técnicas para responder a la sobreabundancia de información; criterios de manejo para tener una presencia en los espacios electrónicos, conservando la credibilidad como fuente; criterios para elaborar políticas y estrategias de comunicación, incluyendo una comprensión más a fondo de las NTIC. — En el marco de las coordinaciones y redes, la definición de políticas y mecanismos para la dinamización y la facilitación de las listas de intercambio, el establecimiento de mecanismos de consulta y toma de decisión colectiva, y el perfil que proyectará la coordinación en Internet.
Construcción de alternativas
Una de las motivaciones que ha animado los procesos de articulación social en la región, es la posibilidad de buscar respuestas conjuntas a problemas comunes, como alternativa para congregar y multiplicar —más allá de la simple suma— las energías dispersas. La comunicación y las nuevas tecnologías, por sus cualidades particulares (interactividad, redes, proyección pública, etc.), conforman una área especialmente apta para tender puentes, compartir, cooperar, intercambiar y desarrollar nuevos conocimientos, propuestas y perspectivas.
La Comunidad Web de Movimientos Sociales constituye una respuesta práctica en este sentido. Con el portal en la Web, las coordinadoras participantes y sus integrantes cuentan con un espacio para la difusión internacional de sus problemáticas, trayectorias, acciones y propuestas.
En el desarrollo concreto, ha sido una oportunidad para explorar respuestas prácticas a muchos de los retos y problemas que surgen al ingresar a este nuevo medio: establecimiento de espacios comunes para afirmar el sentido colectivo e incrementar la visibilidad; creación de bases de datos e interfaces para facilitar el manejo técnico; combinación de web con listas de correo electrónico, para ampliar la difusión; diseño de sistemas de clasificación y búsqueda; complementación de los ritmos diferenciados de producción de las organizaciones; difusión de información de aquellas que aún no tienen sitio propio; superación de problemas de las listas de intercambio, entre otros.
Pero además, esta vitrina pública está sustentada en un espacio colectivo de intercambio, reflexión, formación y construcción, cuyo propósito es el fortalecimiento de la capacidad de las diversas organizaciones para intervenir en Internet —y en el mundo de la comunicación en general—, en función de sus propias metas. Es así que, en esta primera fase, ha permitido aprender a aprender mutuamente de las experiencias de cada una, reforzar las respectivas fortalezas y suplir las debilidades, alentar la superación de la lógica instrumental de la comunicación, y, en general, entender mejor la problemática reflexionando colectivamente sobre las implicaciones de la comunicación y las nuevas tecnologías en la sociedad actual. En suma, una iniciativa de actores sociales que se enmarca en la afirmación del derecho a la comunicación, propiciando la construcción de propuestas y alianzas para el recambio social.
Aunque el discurso celebratorio se empeñe en hacernos creer que con el espectacular desarrollo tecnológico registrado en el campo de las comunicaciones, la humanidad ha entrado en una fase promisoria de futuro feliz, cualquier observación atenta de lo que está pasando en el mundo no puede dejar escapar que los desequilibrios y desigualdades se han incrementado, a medida que se intensifica la concentración del control y propiedad de tales recursos en pocas manos. Contando para ello con el respaldo de reformas políticas y legales que los centros de poder tratan, por todos los medios, de imponer al conjunto de países del planeta.
Lo que la realidad nos muestra es que, como señala la Carta de Cuscatlán, emitida al término del Foro Internacional "Comunicación y Ciudadanía" (1998), "las tendencias dominantes en curso subordinan el carácter social de la comunicación al poder económico y avanzan en contrasentido a una de las conquistas más importantes de la humanidad: el derecho a la información y a la libertad de expresión cuyo ejercicio pleno requiere una pluralidad de fuentes, una pluralidad de medios de información y su gestión democrática y transparente".
Como no se trata de tendencias inexorables, aunque sí muy poderosas, de a poco, desde los movimientos sociales y ciudadanos se ha venido conformando una corriente que busca revitalizar la lucha por la democratización de la comunicación de cara a las nuevas realidades. Ya no es cuestión de solamente buscar formas alternativas para "dar voz a los sin voz", en contraposición a la lógica excluyente de los sistemas comunicacionales del establecimiento, sino de disputar sentidos y proyectos con propuestas alternativas respecto al marco de normas legales, las condiciones y reglamentos en la esfera económica, los derechos y garantías ciudadanas, los programas de desarrollo, los códigos de ética de los medios, entre otros aspectos.
Asistimos, pues, a una búsqueda para elaborar una agenda social en materia de comunicación, que en las circunstancias implica abordar de manera crítica a las nuevas tecnologías de información y comunicación, no sólo en el sentido de desmistificar la retórica seductora del discurso promocional que se ha ocupado de ellas, sino para profundizar en la comprensión de su naturaleza y de las implicaciones de la llamada sociedad de información.
Es una corriente que se encadena críticamente con iniciativas pasadas que enarbolaron esta causa, por tanto, estableciendo rupturas y reformulaciones. La novedad mayor, sin duda, radica en que busca articularse como parte de un movimiento social que pugna por reconstituir el espacio público —rescatando su autonomía ante el tradicional tutelaje del Estado—, sobre la base del reconocimiento de los diversos y diferentes actores sociales, sin exclusión alguna, y, por tanto, del ejercicio pleno de ciudadanía. Lo cual implica rescatar el sentido de la comunicación como un proceso interactivo abierto, —reiterando— sin exclusiones, para la construcción de los consensos sociales.
Como telón de fondo de este movimiento social emergente se encuentra un cambio importante en el seno de un creciente número de organizaciones con base social: la incorporación de las demandas en torno a la comunicación en sus plataformas de lucha, cuando hasta no hace mucho era visto como un problema ajeno, reservado a los especialistas y actores vinculados directamente al sector. Enfoque, por lo demás, reforzado por el énfasis en el carácter de grupo de presión que éstos habían imprimido a su accionar.
Debido a estas circunstancias, importantes esfuerzos propositivos de cara a la democratización de la comunicación, impulsados por una variedad de instancias —desde los medios de comunicación alternativos y comunitarios, pasando por las preocupadas por la apropiación social de las NTIC, hasta las asociaciones y gremios del sector—, difícilmente habían logrado trascender sus círculos inmediatos.
La convergencia que ha comenzado a gestarse entre organizaciones sociales y las instancias vinculadas directamente al quehacer de la comunicación, sin embargo, abre nuevas perspectivas en la defensa del derecho a la comunicación. No sólo en el sentido de que para las primeras significa la posibilidad de enriquecer su quehacer y planteamientos en este ámbito, y para las segundas, ampliar su radio de interlocución, sino que establece una dinámica para avanzar en la formulación de una agenda social de la comunicación, volcada a construir otro mundo posible.
Puntos de agendaEntre los puntos de agenda señalados en dos eventos sobre comunicación y ciudadanía realizados en la región1, que constituyeron un punto de encuentro y diálogo entre ambos sectores, podemos destacar: — el reconocimiento del derecho a la comunicación como elemento fundamental de la vigencia democrática y necesario al ejercicio de los demás derechos humanos; — la necesidad de abrir un debate público sobre el impacto y consecuencia de la concentración monopólica en el campo de la comunicación y las prioridades del desarrollo de las NTIC; — el desarrollo de acciones para frenar el proceso de monopolización de los medios y sistemas de comunicación y la mercantilización de la información; — el desarrollo de una información diversa, plural y con perspectiva de género; — el apoyo a la creación de medios de comunicación públicos de carácter ciudadano: bajo control de la sociedad civil y financiados según el principio de la economía solidaria.
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Wilkins, Karin; Waters, Jody (2000) Current discourse on new technologies in development communication, Media Development, Vol. XLVII, 1/2000, London, WACC.
Wolfensohn, James (2001) The Challenges of Globalization, The Role of the World Bank, discurso pronunciado ante el Congreso Alemán, Washington DC, 2 marzo.
Wolton, Dominique (2000) Internet et après?, Paris, Flamarion.
Wooley, Benjamin (1993) Virtual Worlds, London, Penguin Books.
Siglas utilizadas
ALAI – Agencia Latinoamericana de Información
AMI – Acuerdo Multilateral de Inversiones
ANAMURI – Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Chile)
APC – Asociación para el Progreso de las Comunicaciones
ATC – Asociación de Trabajadores del Campo (Nicaragua)
CLOC – Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo
CEPAL – Comisión Económica para América Latina y el Caribe (de Naciones Unidas)
COCOCH – Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras
CONAIE – Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador
CONIC – Coordinadora Nacional Indígena y Campesina (Guatemala)
CWMS – Comunidad Web de Movimientos Sociales
FCOC – Frente Continental de Organizaciones Comunales
FMI – Fondo Monetario Internacional
MST – Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (Brasil)
NTIC – Nuevas tecnologías de información y comunicación
OIT – Organización Internacional del Trabajo
OMC – Organización Mundial del Comercio
ONU – Organización de las Naciones Unidas
PNUD – Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
REMTE – Red de Mujeres Transformando la Economía
RMAA – Red de Mujeres Afrolatinoamericanas y Afrocaribeñas
TIC – Tecnologías de información y comunicación
UIT – Unión Internacional de Telecomunicaciones
Notas:
1 Se trata del Foro Internacional Comunicación y Ciudadanía (San Salvador, septiembre de 1998) y del Taller Comunicación y Ciudadanía (en el marco del Foro Social Mundial, Porto Alegre, enero 2001). En ambos eventos participaron tanto representantes de organizaciones sociales como del sector de la comunicación, principalmente de América Latina.
Osvaldo León,
Sally Burch,
Eduardo TamayoALAI, septiembre 2001http://alainet.org/publica/msred/
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