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Conceptualización y clasificaciones de los modelos de democracia digital


     

     

    ABSTRACT

    El presente texto pretende recorrer y discutir algunas de las conceptualizaciones que se han propuesto para comprender el complejo fenómeno de la Democracia Digital. Tras una breve introducción en la que se contextualiza la temática y se señala la importancia de un léxico común para señalar y definir las prácticas que se desarrollan en este ámbito, se plantea una definición para Democracia Digital. En el resto del texto se presentan y discuten algunas de las propuestas de clasificación más significativas sobre los procesos democráticos en el espacio de flujos que conforma la Internet.

     

    Introducción

    Lejos de la política diaria, el advenimiento de sistemas telemáticos de participación y gestión ciudadana, la Democracia Digital, se ha presentado en abstracto como la solución a la actual crisis de legitimidad, confianza y participación en las estructuras de las democracias institucionales (representativas y parlamentarias) que afectan al conjunto de las democracias institucionales.

    Teledemocracia, ciberdemocracia, e-administración, e-democracia, e-gobierno, gobierno electrónico, gobierno digital, democracia electrónica, democracia digital… son una serie de términos que, cada vez con más frecuencia, forman parte de las noticias, figuran en los programas electorales, en las declaraciones de los políticos, en los planes integrales que intentan acometer el desarrollo de "la sociedad de la información". Sin embargo, existe gran diferencia entre los significados que se atribuyen a estos significantes. Una indefinición de términos que afecta directamente a los planes de desarrollo de las sociedades de la información pues fácilmente una iniciativa o actuación pública puede autodenominarse "avance de la democracia digital" sin que existan parámetros estándar que la "homologuen" como tal. Tratándose de actuaciones públicas entraña un riesgo añadido puesto que tampoco se tienen estándares validados para evaluar los resultados de las iniciativas que se acometen.

    Bajo el frenesí que marca "el discurso del progreso" florecen multitud de iniciativas políticas de experimentación en democracia digital ante las cuales resulta difícil construir discursos críticos, incluso por parte de miembros de la oposición política. Nadie quiere ser tildado de oponerse al "progreso" y ser señalado como el responsable de "perder el tren del progreso" aunque eso conlleve no preguntarse quien realmente conduce ese tren, ni con que intenciones, ni siquiera con que gastos a costa del erario público.

    Muy frecuentemente nos encontramos con que las experiencias son "homologadas" por la autoevaluación ya sea de la institución promotora, la empresa que provee el sistema o ambas. También obtienen el "visto bueno" a través de la cobertura mediática que obtienen, frecuentemente poco rigurosa y generalmente centrada en la presentación y no tanto en el desarrollo (1). Muy infrecuentemente la homologación llega como consecuencia de una investigación de equipos independientes (técnicos y sociales) que manejando elementos teóricos definidos, puedan establecer comparaciones con otras experiencias y evaluar los grados de éxito o fracaso de las pruebas.

    De hecho puede resultar llamativo que algo tan sensible para un Estado de Derecho como los procesos de experimentación de futuribles sistemas de votación estén tan poco sometidos al control de las instituciones públicas a través del escrutinio de equipos plurales de expertos reconocidos por su competencia en el área (tareas inscritas tradicionalmente en el ámbito universitario). Más bien, estas pruebas son organizadas y promovidas por empresas en busca del incipiente negocio del voto telemático y su realización se encuentra asentada en prácticas de mercadotecnía donde cobra gran importancia aparecer favorablemente en prensa y minusvalorar, cuando no ocultar, los errores o deficiencias del sistema, en caso de se produzcan (esta afirmación, así como la variedad de detalles que la matizan se basan rigurosamente en la experiencia acumulada por los trabajos de campo realizados en los últimos años en diversas experiencias entre las que destacan, El Hoyo de Pinares 16 de marzo 2003, Autonómicas Catalanas noviembre 2003, Votación del 14 de marzo 2004 en Jun, Elecciones a rector de la UPV el 24 de marzo 2004, Experiencia de participación ciudadana MadridParticipa).

    En este contexto cabe preguntarse ¿desde que saberes, discursos y posiciones políticas se analizan y connotan las experiencias de "democracia Digital"?

    Paradójicamente las definiciones en si de democracia digital (y sus sinónimos) no despiertan grandes discrepancias a pesar que como definiciones que son, limitan y dan forma a lo definido. Según el equipo del program on Information Resources Policy de la Universidad de Harvard, la democracia digital "se define como el intercambio de ideas y opiniones propio del proceso democrático realizado por medio de Internet" (. Es cierto que la propia estructura de Internet ha posibilitado una serie de prácticas democráticas horizontales que suponen una innovación frente a los sistemas democráticos convencionales, posibilitando cauces para la participación ciudadana. Pero no es menos cierto, que esta definición, aunque práctica, no incluye necesariamente todos los ámbitos informáticos y telemáticos (intranets) que los estudios de campo señalan también como experiencias de democracia digital. Existen diversas formas de utilizar redes telemáticas en los procesos democráticos, y parece razonable intentar encontrar una definición que cubra al conjunto de posibilidades. No solo no todas las formulas se apoyan en Internet, sino que algunas propuestas combinan elementos presenciales con elementos informáticos. Así, a lo largo del presente texto se entenderá por democracia digital, las diversas realidades y prácticas organizativas en la gestión de los recursos (virtuales o geográficos) que le son comunes a la población (ya sea en ámbitos institucionales o no), siempre que el uso de herramientas informáticas o telemáticas esté presente en alguna medida o forma a lo largo del proceso.

     

    Democracia digital. La democracia a debate.

    La democracia digital como espacio de estudios y pruebas, redefine las propuestas de sistemas democráticos: ¿que sistemas podrían ser considerados como democracia?, ¿qué posibilidades de participación, interacción y equilibrio/control de poderes habilitan las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación? La imaginación juega un papel destacado, rescatando diversas propuestas hasta ahora utópicas. Muchos estudiosos toman como referente democrático la Grecia clásica, planteando profundas reflexiones sobre el papel que desempeña actualmente el modelo de democracia representativa. Analizando las razones esgrimidas en su defensa por los teóricos liberales clásicos (dimensiones del territorio, tamaño de la población, y falta de conocimiento cualificado para tomar decisiones responsablemente) cabe preguntarse: si mediante las TIC el problema para replantear el modelo de democracia ateniense no reside ni en las dimensiones del territorio y número de personas convocadas para emitir voto, ni la imposibilidad de participar en procesos de deliberación que les permitieran estar adecuadamente informados para poder construir su propia opinión, ¿bajo que pretextos se califica como desarrollo último de la democracia un sistema de representación parlamentaria y equilibrios de poderes como el actual? El planteamiento del problema en estos términos habría hecho las delicias de teóricos de procesos de democracia directa como Rousseau. Desde esta perspectiva neoRusseauniana se podría "recusar" a los actuales sistemas de democracia representativa tachándolos de simples apaños temporales, ahora anacrónicos, en el camino hacía una democracia capaz de operar y funcionar sobre vastos territorios con elevado número de habitantes. Sin embargo la respuesta a la anterior pregunta se complica en la medida que las propuestas para organizar procesos de democracia a través de redes, están sustentadas en última instancia en opiniones políticas. Son las propuestas y modelos que mejor encajan con las interpretaciones sobre como debe de organizarse el ser humano en sociedad. Estamos en definitiva ante una reinvención de parte del contrato social y de las normas que rigen y regulan el vivir en sociedad.

    Conviene pues revisar algunas propuestas de clasificación sobre democracia digital, planteadas desde la consideración de variables muy diferentes. A la hora de clasificar se pueden utilizar multitud de parámetros distintos. Se puede plantear una clasificación a partir de los análisis de la realidad técnica y sus posibilidades; desde los modelos de democracia construidos a partir del quehacer politológico; desde las políticas concretas que se quieran desarrollar y su relación con las TICs, desde los objetivos a cumplir en un proyecto de desarrollo social que implique el uso de la telemática, ect… Los siguientes intentos de clasificación pueden entenderse como complementarios y proporcionan distintos puntos de vista, permitiendo una evaluación global más completa.

     

    A) Diseño de la estructura atendiendo a los modelos de trafico de información.

    Una propuesta muy original en sus planteamientos y útil por la visión de conjunto que aporta, la encontramos en Jan vanDijk (2000:46). Partiendo desde teorizaciones propias de la disciplina de la comunicación realiza una clasificación teniendo en cuenta la presencia de los llamados "modelos de tráfico de información" (MTI), que se refieren a las formas que adoptan las comunicaciones en el ámbito político entre las unidades locales, o ciudadanos y el centro, detentador del poder ejecutivo y legislativo. Podemos distinguir cuatro modelos básicos:

    A) Alocución (allocution): Quizás la forma más común de comunicación política. Tiene como característica que la comunicación se establece en una sola dirección. Se le denomina alocución a la distribución simultanea de información a una audiencia de unidades locales receptoras, desde un centro emisor que tiene la capacidad de decidir y selecciona la información que se distribuye, así como los tiempos y la velocidad de esa distribución. En la democracia tradicional este modelo es ejercido por los diversos centros de gobierno a través de los medios de comunicación de masas. En el mundo de la telemática, este modelo se sigue utilizando para hacer públicos anuncios sobre políticas, pero encuentra un espacio propio en la comunicación a ciudadanos que utilizan herramientas telemáticas. Es importante hacer constar que las características de las redes telemáticas diluyen las diferenciación entre Alocución y el siguiente modelo de tráfico de Información, la Consulta.

    B) Consulta (consultation): En cierta forma, es el proceso inverso puesto que son las unidades locales las que realizan la selección de la información a la que quieren tener acceso, si bien el centro continua siendo la fuente de la información y base de datos de la cual elegir, y por tanto mantiene la capacidad de determinar que información es distribuida. En las formas convencionales la consulta se realizaba a través de las visitas a las hemerotecas, buscando las publicaciones de informes, el BOE, ect… Las aplicaciones de TICs han modificado radicalmente este modelo, encontrando las administraciones públicas numerosas y novedosas formas de realizarla. Encontramos varios ejemplos como podrían ser la publicación de CDROMS, la utilización de servicios telefónicos automatizados, el acceso a bases de datos públicas o la cada vez más frecuente utilización de programas como la Web World Wide parar hacer accesibles la información a través de páginas web.

    C) Registro (registration): Es la recolección de información por parte del centro, que determina tanto qué asuntos tienen importancia, como la forma o el intervalo de tiempo establecidos para recoger la información requerida. Sin embargo son las unidades locales las que envían esta información al centro, puesto que en este proceso son ellas las productoras de datos, las fuentes de información. Bajo este modelo encontramos varias funciones clásicas de las administraciones gubernamentales, siendo parte de su historia el censo de bienes y propiedades así como el de habitantes. La actual recaudación de impuestos, así como las votaciones también encajan dentro del modelo de comunicación de registro. En el ciberespacio este modelo lo encontramos en varias de las aplicaciones en que se basa el funcionamiento de la e-administración así como en las propuestas de voto electrónico o de voto telemático aplicadas ya sea en votaciones a representantes o en votaciones más cercanas a perspectivas de democracia directa como podría ser la participación en un referéndum.

    D) Conversación (conversation): Es el intercambio de información entre dos o más unidades locales a través de un medio compartido, sin pasar necesariamente por un centro. Tienen capacidad para determinar tanto qué asuntos son los que tienen importancia, como el tiempo, la forma o la velocidad de la comunicación establecida entre ellas para el intercambio de la información. Dentro de la democracia convencional este modelo se manifiesta en algunas reuniones presenciales de los políticos con el público, en mesas redondas, en debates políticos, así como en la extensa gama de interacciones orales que se establezcan entre los ciudadanos, los políticos y los cargos públicos.

    Usando los modelos de tráfico de información en las Comunicaciones Mediante Computadora (CMC), seríamos capaces de diseñar un primer esquema con las tres grandes perspectivas, de tipos ideales que planean sobre el futuro de la democracia digital (Van Dijk, 2000:49). Obviamente este esquema recoge y auna las características más significativas construyendo tres tendencias sobre como se organiza el tráfico de información y cuyos planteamientos pueden considerarse actualmente en "lucha" por establecer y organizar la actividad en Internet. Obviamente la realidad se conforma a través de las múltiples interacciones entre los discursos y usos de cada una de las tres tendencias. En el presente texto aprovecharemos esas interacciones como excusa que nos permitirá introducir una serie de aspectos fundamentales a considerar en las relaciones entre participación ciudadana y redes telemáticas.

    En la figura 1, mostrada abajo, se representan tres modelos de democracia digital conforme a la estructura del flujo de información, teniendo en cuenta los MTI formulados anteriormente. Se establecen unas líneas entre las unidades locales y el centro, que reflejan en que sentido se producen las demandas y los suministros de información. Los tres paradigmas se construyen a partir de las diferencias en estos flujos que ejemplifican qué modelos de tráfico de información predominan.

    A1) El primero, el "modelo de Internet", se construye desde la horizontalidad en la comunicación. Como en la propia Internet los centros no tienen capacidad de control sobre las comunicaciones, los usuarios determinan los contenidos y las reglas, y en consecuencia predomina el modelo de conversación junto con la consulta. Las líneas de suministro y demanda de información son de igual intensidad entre el centro y las unidades locales, así como entre las propias unidades. En este modelo los usuarios cuentan con todo tipo de opciones para encontrar la fuente de información que les parezca más adecuada, así como elegir los espacios de debate que más les interesen. Este modelo supone una referencia para muchos de los proyectos que pretenden involucrar al conjunto de la ciudadanía en los procesos de discusión y toma de decisiones de la sociedad "que incluso gustarían de construir una alternativa total a la política institucional de hoy en día[…]".(vanDijk 2000:49).

    Fuente: vanDijk, 2000:49

     

    Este modelo lo podemos encontrar en muchas de las formas de comunicación que se desarrollan en el marco de Internet como por ejemplo en el, relativamente nuevo, fenómeno de expansión de las weblogs, así como en la organización de la mayoría de los chats y foros de todo tipo. Para muchos autores este modelo refleja la organización inicial de las comunicaciones en la red de redes, compuesta por una serie de científicos inscritos en la realidad política del momento (70s y 80s) y que connotaron a la red como un espacio de libertad donde las reglas las fija la comunidad (Barlow 1996). Una red en que los valores imperantes eran el reflejo de los que tenía la cultura hacker (2), una forma de intelectualidad que parte de los mismos origenes de la red, de como se constituyó la Internet. Unas formas que han calado en los hábitos de la red a pesar de los cambios que provocaron la llegada másiva de nuevos internautas en el primer lustro de los 90 (Castells 1996). Pero ese cambio en los usuarios y en consecuencia las nuevas características que harían de Internet algo más parecido a las sociedades del mundo real es puesto en duda crecientemente por interesantes análisis entre los que destaca por su antigüedad "Vender vino sin botellas. La economía de la mente en la Red Global (3)" (JP.Barlow 1994). Para muchos usuarios y teóricos de la red, el funcionamiento "libre" y horizontal de la red, es la forma "natural" de organización de la comunicación telemática, y en consecuencia cuando plantean posibilidades para el futuro de la democracia a través de sistemas telemáticos, esta modelización aparece como la única con sentido. Tras estos postulados nos encontramos con posiciones políticas divergentes según las diferenciación clásica entre izquierda y derecha. Conviven sectores de la extrema izquierda que priorizan la horizontalidad en las relaciones sociales (teoría de la Autonomía, más recientemente la amalgama del movimiento contra la globalización capitalista, de los autodenominados Antagonistas) con sectores liberales que defienden la independencia del individuo de cualquier tipo de autoridad reguladora, ya sea el estado o las grandes multinacionales. Un lugar común para una parte importante de los defensores del modelo internet, más allá de la etiqueta política, se centra en el convencimiento de que son las propias características de las redes telemáticas, la "naturaleza" de su funcionamiento, la que determinará el desarrollo futuro de este modelo: la red se compone de nodos independientes que necesitan cooperar, compartir para poder funcionar. Si un nodo no coopera puede aprovecharse sin problemas de las ventajas de la red, pero si la mayoría de los nodos imita esa conducta la red se bloquea. En las redes telemáticas en cuanto que redes, este fenómeno también se produce, siendo la cooperación (desde muy distintas motivaciones) la base del funcionamiento de La Red. P.e: la eficiencia técnica en la calidad de los programas se consigue compartiendo los desarrollos en programación y contando con las críticas, sugerencias y demandas de los usuarios. Esta es una importante temática a considerar, en los debates en la definición de libertad y democracia en el mundo virtual. Sin entrar a discutirlos, conviene reconocer la importancia de la producción intelectual del movimiento contra patentes (autodenominado por la libertad de conocimiento), del movimiento por la redefinición de la propiedad intelectual y del más conocido movimiento de Software Libre.

    A2) El segundo modelo, llamado "modelo de mercado o marketing", se corresponde con los procesos de recuperación (4) de Internet por parte del sistema capitalista. En el último lustro del siglo XX, como señala vanDijk, cobraron fuerza una serie de procesos y que dibujan un marco de comunicaciones en la red.

    – El uso del ordenador creció cuantitativamente, en número de usuarios y en nuevos sectores sociales, alcanzando a cada vez más ámbitos, ya fueran laborales o de ocio. Merced a su expansión en los países desarrollados, la red se convierte en un excelente vehículo para las prácticas de mercado típicas de las sociedades de consumo de finales del siglo XX, más allá del inicial uso en transacciones de capitales ligados a bancos y mercados bursátiles (Kubicek 1997).

    Desde entonces y hasta nuestros días se plantea la necesidad de regular de algún modo el tráfico de información, de establecer algunas nuevas pautas en la estructura, que acaben con algunas indefiniciones que la red genera en torno a las identidades de usuarios, origen de correos, veracidad de las informaciones que circulan, ect… Algunas de estas prácticas afectan principalmente a gobiernos o corporaciones que pierden poder en la horizontalidad del ciberespacio de Internet. Otras afectan al conjunto de los usuarios: imitando el modelo de promociones comerciales a través del correo postal de EEUU, nace y se extiende hasta nuestros días el spam, o correo electrónico enviado masivamente, que pocas veces responde a una solicitud previa y que supone un verdadero problema para muchos usuarios de correo electrónico. Ambos ámbitos de consideraciones se entremezclan en un debate acerca el tipo de regulación que sería conveniente y que instituciones deberían ejercerla, siendo muy extenso el abanico de opciones: estados, empresas, organismos internacionales… ninguna. (McLaughlin 2003, Almeida 2004, www.kriptopolis.com).

    Complementariamente a lo anterior se observan múltiples iniciativas (no siempre legales) de gobiernos y multinacionales para acabar con la anarquía y descentralización que estructura la Red. Desde iniciativas ya históricas como el Clipper Chip de EEUU, la prohibición o limitación del uso de criptografía, o más recientemente en el Estado Español leyes como la LSSIce o el DNI (Documento Nacional de Identificación) electrónico muestran un intento de controlar social y políticamente un espacio sobre cuyas prácticas virtuales parecen tener menos control que sobre la "vida real". Un documento que tan solo se centra en las maniobras gubernamentales y aún así resulta muy esclarecedor sobre estas prácticas y sus posibles motivaciones lo encontramos en "Cripto como los informáticos libertarios vencieron al gobierno y salvaguardaron la intimidad" de Steven Levy (2001) editor de Wired. Tras los ataques venganza del 11 de Septiembre, siguiendo al "consenso" social en torno al paradigma "menos derechos por más seguridad" impulsado por los sectores de extrema derecha de la administración de G. W. Bush, estas iniciativas cobraron notoriedad política y legitimidad pública reforzando la argumentación (y las políticas concretas) de quienes pretenden recortar ciberderechos a cambio de una supuesta mejoría de la seguridad (J.D.Carracedo 2002).

    En este marco histórico la tendencia del "modelo de marketing" pretende configurar la Internet de forma similar al resto de tecnologías de comunicación de masas, siguiendo las directrices básicas del modelo de difusión (broadcasting model) que es el modelo clásico de comunicación que podemos encontrar en la radio, los periódicos o la televisión: en él existe un emisor productor del contenido, y varios receptores casi sin capacidad de decisión sobre la información recibida. En el caso de la Internet se añaden ciertas capacidades de interactividad. Una interactividad que sin embargo, lejos de plantearse horizontalmente según el modelo de Internet, se estructura limitándola conforme a este modelo de difusión, planteando una utilización mercantilista y aislacionista del individuo, como desarrollan y ejemplifican numerosos autores entre ellos Webster y Robins (1998)

    El modelo de marketing es una proyección telemática de los esquemas de difusión clásicos de los medios de comunicación utilizados por las autoridades institucionales o por las empresas que son las que controlan y deciden la información que será distribuida. En el ciberespacio el modelo de marketing o mercado se ajusta por ejemplo a las televisiones interactivas, o las "utilidades" que se pueden conseguir a través de los modernos teléfonos móviles. En la anterior figura 1 se puede observar que el mayor tráfico de información es el suministro al usuario, y la interactividad es simplemente la respuesta del usuario, la elección del producto elegido. En consecuencia se utiliza principalmente la alocución dentro de los modelos de tráfico de información, si bien existe en el diseño de la estructura un pequeño canal para recibir la información con la respuesta de los usuarios. Este canal no solo permite al usuario elegir entre las opciones ofertadas, sino que irá conformando su perfil como consumidor, a través de procesos de clasificación que permitirán una selección cada vez más efectiva de los productos que ofertar a cada usuario (Gandy 1996). Este esquema de organización del flujo de información goza actualmente de gran expansión, ya que suele predominar en las páginas web comerciales, que constituyen una parte importante de los sitios de la red. Como plantea vanDijk (2000:50) "en el aspecto económico [este modelo] significaría que los llamados servicios interactivos de información, entretenimiento y transacciones copan la mayor parte del tráfico de las autopistas de la información […]. En el aspecto político este modelo significaría la predominancia de campañas de información por parte de gobiernos, administraciones públicas, partidos políticos, y principalmente, de todo tipo de grupos de presión ya fueran empresariales o ciudadanos. En periodo electoral, casi continuamente, los anuncios o campañas políticas high-tech, todavía seguirían definiendo la cara pública de la política a través de técnicas de mercado político sobre electorado altamente selectivas".

    A3) Por último dentro de las clasificaciones del ciberespacio en función de los tráficos de flujo de información cabe señalar el "modelo infocrático" que centra sus esfuerzos en la máxima eficiencia en el manejo de datos modernizando los sistemas de burocracias. Unos sistemas que se extienden por toda la sociedad modernizando las burocracias de las administraciones públicas, las empresas, los partidos políticos, ect… En un mundo hiperconectado donde cada vez más actividades dejan huella digital, la recogida, clasificación, evaluación y selección de esa información permite una mejor gestión de los recursos así como una planificación más adecuada de las políticas a realizar. Como apunta Lyon (2002); en aras de la eficiencia, las info-burocracias intercambian o compiten por la información sin que el sujeto privado pueda opinar o incluso tenga conocimiento de la existencia de estas bases de datos. El desarrollo del capitalismo racional-burocrático establece como intrínseco en su funcionamiento prácticas de vigilancia informáticas (datavigilancia) que conforman lo que Lyon denomina las sociedades de la vigilancia. Estas tendencias pueden condicionar o incluso limitar el desarrollo de algunos ciberderechos afectando a las propuestas de democracia digital (Carracedo et al, 2003)

    En el "modelo infocrático" como se aprecia en el figura 1 la relación entre el centro y las unidades locales están guiadas por fuertes suministros de información desde las unidades locales al centro siendo registro el principal modelo de tráfico de información. Este modelo encaja con las directrices que actualmente predominan en la administración pública que se ven reforzadas por la aplicación de las TICs: censos de personas y bienes, recogida de impuestos o la administración de servicios sociales.

    Desde la perspectiva política, el modelo infocrático responde a los discursos que identifican la actual crisis de la democracia con la incapacidad de acción de los gestores y los problemas de eficiencia. Según este esquema una vez que se ha dado por terminada la historia y solo queda el modelo económico del capitalismo, no se trata tanto de que opciones políticas gobiernen sino del nivel y profesionalidad que tengan los políticos como gestores. Como respuesta al creciente enajenamiento de los ciudadanos de sus instituciones, resaltan la necesidad de implementar procedimientos que faciliten una adecuada gestión del sistema. Desde esta perspectiva se entiende a la ciudadanía como un mercado que "consume" los servicios, en el cual las TIC juegan un papel fundamental para proveer a los gobiernos con información contrastada que les indiquen las demandas ciudadanas que han de satisfacer. Una parte importante del actual diseño de planes para digitalizar la gestión de las administraciones públicas se basa por tanto en utilizar las TICs para almacenar, clasificar y evaluar la mayor cantidad posible de información sobre los ciudadanos a los que se gobierna.

    Cabe señalar que la sistematización de estas prácticas de recogida de información facilita la institución de lo que Mark Poster denominó el SuperPanóptico, que no sería sino la extensión telemática del modelo de disciplinamiento social que identificó Foucault (1976), y cuya desarrollo material alcanza crecientemente a la mayoría de las facetas de la infoesfera (JDCarracedo, 2002a). Sin reiterar en exceso, conviene aquí recordar como el corpus teórico de la vigilancia le atribuye también a esta una serie de características positivas en cuanto que al incrementar de forma espectacular las fuentes de información, los inputs que se manejan sobre la realidad, permiten dinamizar las gestiones y aumentar su eficacia. En sobre estas últimas cualidades sobre las cuales se basa, al menos públicamente, la apuesta por este modelo de organización de las comunicaciones. Conviene resaltar que en cuanto que complementarios en la apuesta política que subyace en su actual implementación, tanto el modelo de marketing como el infocrático corren parejo en lo relativo a su despliegue en la infraestructura tecnológica y en el tipo de hábitos de uso de los computadores (educación) que se fomentan para la gran mayoría de usuarios.

    También bajo este modelo infocrático, asi como desde otra concepción sobre la ciudadanía más comunitaria y/o socialdemócratas (según la clasificación de Horrocks et al, 2000 que desarrollamos a continuación), hay que situar aplicaciones diseñadas para permitir al usuario, no solo ampliar la transparencia y comprensión de los mecanismos y razones que rigen la gestión de la administración, sino que incluso facilitarían y permitirían que la opinión de los usuarios fuera tenida en cuenta. Si la ciudadanía no es simplemente "gobernada" sino que se entiende que efectivamente es la depositaria de la soberanía, se han de promover mecanismos que permitieran a la esta ejercer más efectivamente esa cualidad. Por ejemplo las votaciones telemáticas en cuanto a tráfico de información siguen la pauta de registro (que el el MTI que sirve de base a la definición del modelo infocrático). En este modelo infocrático también habría pues lugar para sistemas de votación telemáticos que indicaran o incluso determinaran las estrategias o decisiones tomadas en el ámbito de los servicios que presta la administración. Sin embargo, estas votaciones (su frecuencia, su carácter vinculante o no, el como se decida la pregunta) se pueden proponer dentro de modelos de democracia que tienen distintos objetivos y diferentes pretensiones en cuanto al uso y potencialidades de las TICs.

     

    B) Los 4 modelos. Bellamy, Hoff, Horrocks y Tops.

    Otra modelización sobre posibilidades de democracia digital construida desde esquemas clásicos de la politología, es presentada por estos tres autores, siendo utilizada, complementada y ampliada por las investigaciones de otros autores a lo largo del libro "Democratic governance and new technology". Este detalle pasa generalmente desapercibido en las citas y menciones a este artículo perdiendo la enriquecedora perspectiva colectiva que incorpora este libro. En el esquema que presentan estos autores, ellos identifican cuatro modelos de democracia, utilizando el término modelo según la connota Held como "la edificación de un conjunto de constructos teóricos para señalar los elementos principales de las formulaciones democráticas y la estructura de relaciones que subyace" (Horrocks et al. 2000:5).

    Estos cuatro modelos, son el fruto del estudio de los diversos análisis politológicos sobre las crisis de los sistemas de representación y los cambios que han provocado en los procedimientos administrativos. Según los autores, los cuatro modelos se sitúan "en competencia por la hegemonía dentro de los actuales procesos de reestructuración y redefinición de la democracia occidental. Cada uno de estos modelos parecen combinar -de forma más o menos explicita- ideas sobre los usos de las TIC y algunas concepciones sobre la ciudadanía que representan ciertos valores políticos, así como ciertas ideas sobre el engranaje político/la gobernanza democrática que a su vez representan normas procedimentales democráticas concretas" (ibid). Todo lo anterior connota y estructura las visiones globales del hecho político que defiende cada uno de los modelos, que según estos autores provocan notables diferencias en lo denominan Innovaciones Mediadas Tecnológicamente en las Prácticas Políticas (por su siglas en ingles TMIPP). Los cuatro modelos propuestos son: la democracia de consumidores, la demo-elitista o neo-corporativista, la neo-republicana y la cyberdemocracia. Sobre estos modelos trabajan a lo largo del libro estableciendo una serie de elementos de clasificación que los diferencian: la visión de la ciudadanía, valor democrático dominante, el principal nexo político, la forma central de participación política, los principales intermediarios políticos, forma característica de procedimiento, las principales aplicaciones de TIC puestas en juego, los asuntos políticos que acaparan la atención y las ambiguedades principales del sistema democrático.

    Siguiendo fielmente las explicaciones contenidas en el articulo "modelando la democracia electrónica" de Christine Bellamy, pasemos a explicar como son constituidos estos cuatro modelos:

    • La democracia de consumidores.

    Según esta autora este modelo comparte con el demo-elitista una aceptación acrítica de varios de los rasgos de las democracias constitucionales, incluyendo el papel de las instituciones parlamentarias, las elecciones y los partidos políticos. Además, esto se compatibiliza con el claro entendimiento de que para la mayoría de los electores los asuntos de el estado moderno ocupan en su escala de prioridades un nivel bastante inferior a asuntos que atañen directamente a la familia, el hogar y el trabajo. Ambos modelos otorgan gran importancia estratégica a la expansión de la burocracia estatal, si bien para el modelo de democracia consumerista la principal prioridad es proporcionar mas información a los individuos, más posibilidades de elección y con ello más poder en su relación con la burocracia. También a diferencia del modelo demo-elitista, esta apuesta por la burocracia tiene como objetivo puentear las viejas estructuras parlamentarias, para recentrar el nexo político en una relación directa entre los individuos y los servicios prestados por la administración. Se pasa de un nexo político a un nexo de consumo; de un nexo formado alrededor de los procesos electorales y parlamentarios a un nexo basado principalmente en el consumo de servicios públicos. Este aumento de la capacidad de control de los individuos sobre la administración, ideológicamente no responde tanto a los movimientos civiles democratizadores de los setenta y ochenta, sino a los planteamientos de la Nueva Derecha (New Right) de los noventa que promueve la introducción de los mecanismos y la lógica de mercado en la gestión de los servicios públicos. Como muy acertadamente señala Bellamy es la transición del homo publicus al homo economicus.

    Como heredera del "utilitarismo" mantiene una concepción de la democracia liberal en la cual los intereses de los individuos tan solo serán defendidos por ellos mismos en la medida que tengan capacidades para hacerlo, y por tanto se asegura que todos los ciudadanos tengan los mismo derechos políticos. Dentro del sistema administrativo moderno esto implica una gran capacidad de demandar información sobre la gestión de servicios públicos. Este modelo establece como forma característica de procedimiento el enfasis en un adecuado flujo de información para los consumidores, que les permita desarrollar las capacidades de elección entre los distintos servicios públicos, determinando cuales funcionan y satisfacen al consumidor y cuales no. Según este modelo esto constituye una poderosa herramienta para defenderse de las imposiciones de la burocracia clásica, y convierte al ciudadano en "poderosos clientes del gobierno".

    En este contexto, llama la atención cuan lógica resulta la necesidad del gobierno de implantar sistemas de recuperación de información sobre las opciones de los consumidores (datavigilancia), para estar también en disposición de establecer sus propias evaluaciones sobre los servicios, en función de los perfiles que tengan los consumidores.

    • La democracia demo-elitista.

    Al igual que el modelo de consumidores, evalúa negativamente el papel de la opinión pública como generador de agendas políticas efectivas, otorgandole un papel más de control y legitimación de la acción de gobierno que de dirección política. Según este modelo la sociedad civil ya no funciona como una esfera de asociaciones espontáneas, no reguladas, claramente separadas del estado, sino que actualmente se organiza como una extensiva red en la que el estado ocupa una posición privilegiada, siendo la red más fuerte. Como modelo de democracia digital, el demo-elitismo se preocupa de reforzar y abrir flujos de comunicación vertical, en detrimento de los horizontales: entre los votantes y sus representantes, entre las instituciones representativas y el gobierno; entre el gobierno y las elites externas…

    Este modelo, que tiene su origen en el pensamiento socialdemócrata, considera que la legitimación popular en el estado de bienestar moderno depende crecientemente en los resultados de las políticas aplicadas y menos en el consenso social sobre las normas de procedimiento, como sostiene la tradición liberal. Para conseguir políticas efectivas que optimicen las capacidades y devengan en mejoras del conjunto de la sociedad, en este modelo se apuesta fuertemente por las reuniones de expertos, que representando a distintos grupos de interés, acierten en diseñar políticas que efectivamente consigan legitimación popular.

    Así el modelo demoelitista, a diferencia de la democracia de consumidores, tiene una visión de la ciudadanía pluralista: entiende que se compone de individuos que se agrupan en torno a intereses diversos, formando asociaciones cuyos objetivos son el reflejo de la variedad de preferencias en cuanto a estilos de vida y valores sociales. Estas extensas redes de asociaciones y grupos de interés liderados por elites de electores activos son el medio para facilitar la renovación de los acuerdos de cooperación social y la adaptación de nuevas políticas, de forma que la legitimación social se mantenga. En este contexto el uso de las nuevas tecnologías tiene el potencial para hacer crecer y vertebrar internamente estas redes ciudadanas, haciendo que las reclamaciones de sus representantes y expertos no solo estén mejor elaboradas sino que puedan conseguir el mayor respaldo social posible.

    Paralelamente las TIC son conceptualizadas como herramientas que han de revitalizar la calidad democrática de la política electoral, reforzando a su vez la legitimidad del sistema de democracia representativa: colgar en Internet las votaciones de cada diputado, sus propuestas políticas, incluso innovaciones para ofrecer al electorado oportunidades de participación, desde conversaciones interactivas con representantes, a la organización de foros ciudadanos que puedan servir de referencia a los representantes a la hora de determinar sus políticas. El uso de las TIC también alienta originales propuestas: para reducir los índices de abstención, el gobierno británico (Ministerio de Transporte) propuso la posibilidad de montar puestos de votación en "nuevos" lugares (supermercados, estaciones de tren).

    De forma un tanto pesimista Bellamy no deja de advertir sobre los mecanismos que pueden degenerar este modelo en una forma de gobierno oligarca, con elites autoperpetuadas situadas cada vez más al margen del control de los electores que se suponen representan.

    • La democracia neo-republicana.

    De origen social-democrata y republicano, este modelo de democracia electrónica comparte con él anterior, la apuesta por un asociacionismo plural y rico. Sin embargo, su punto de partida no es tanto una legitimación del gobierno, la apertura de las elites o el funcionamiento de las políticas públicas, sino una preocupación por la calidad de la participación fundamentalmente a nivel micro y local. Así se concibe a una ciudadanía activa en constituir una sociedad justa e igualitaría constituyendo las bases de tres importantes bases de pensamiento político. El primero es considerar que la racionalidad el contrato social no es solo un conjunto de reglas para evitar el caos, como defendería la tradición liberal, sino que los individuos comparten entre si una serie de valores con que tienen un origen común, cultural.

    La segunda es la idea de ciudadanía como una virtud cívica, según las concepciones que dominaban el pensamiento político en Atenas. partiendo de los planteamientos de Aristóteles sobre una vida virtuosa en la cual el ciudadano tiene la posibilidad de desarrollar sus capacidades, siendo una fundamental la de conciliar sus deseos e intereses con los de los otros ciudadanos. Así la más alta virtud consistía en participar en los procesos de toma de decisiones de la Polis, siendo denominado "idiota" aquel que se desentendía de estos deberes. Los "recientes" conceptos de democracia participativa o democracia activa, tendrían su origen en estas concepciones sobre la ciudadanía.

    La tercera idea sobre la que se asienta el modelo neo-republicano, se asienta, según Bellamy, en el "Marxismo humanista" y en la izquierda radical. Estas ideas se asientan sobre el convencimiento de que el re-establecimiento de una sociedad civil autónoma sería profundamente subversiva para el estado moderno, retando su extensiva dominación sobre las formas económicas, culturales y políticas.

    Como modelo de democracia en la sociedad de la información apuesta por una traslación telemática de las principales características de la democracia ateniense, básicamente los procesos de deliberación previos a la toma de una decisión. A través de las TIC es posible la creación un espacio público de encuentro social virtual, un ágora virtual donde el debate permanente forme ciudadanos conscientes y responsables (educados, en términos de Rousseau). Todo este proyecto se basa en la convicción de que las nuevas tecnologías de la comunicación son radicalmente diferentes a las que había hasta ahora, es decir durante "la primera edad de los medios de comunicación" (5).

    El modelo neo-republicano puede ser dividido en dos, en función de las aspiraciones de quienes lo adoptan. Por un lado hemos de considerar como parte del discurso neo-republicano ha calado en parte de los nuevos movimientos sociales. Para estos movimientos de oposición las TIC representan la posibilidad real de extender socialmente la "contracultura": las TIC sirven para hacer circular sus planteamientos políticos, así como organizar y dar difusión a las acciones de protesta.

    En un espectro político diferente, el discurso neorepublicano también se ha incorporado fuertemente al nuevo comunitarismo de los movimientos de redes cívicas, con propuestas de asambleas plenarias locales a través de redes. La mayoría de la experiencias que siguen este patrón cabe situarlas al nivel local, reinventando la democracia con experiencias diversas.

    Por último conviene resaltar que este modelo esta sujeto a territorios definidos geográficamente muy ligados a las realidades de las instituciones locales.

    • La ciberdemocracia.

    Este modelo aún está perfilándose si bien existen una serie de rasgos que a juicio de Bellamy lo hacen distinguible de forma suficiente para constituir un modelo. Al contrario del modelo anterior, las prácticas del modelo de ciberdemocracia no están ligadas a territorios geográficamente definidos, por lo que todos los ámbitos de intermediación son virtuales. La ausencia de territorialidad geográfica resulta una de las cuestiones más problemáticas en los análisis de este modelo. Las redes de ciudadanos se organizan temáticamente, en función de sus inquietudes e intereses. La identidad, objeto y sujeto de análisis de la postmodernidad, surge como concepto fundamental en el estudio de las dinámicas sociales en redes telemáticas. La red de comunicaciones y las reglas de las comunidades en Internet, a través de las cuales las identidades son formadas y reconocidas, nos aportan a su vez elementos de análisis para sopesar su significación política. Una primera consecuencia implica replantear el axioma de que la democracia se articula a través del conjunto establecido y conocido de normas de procedimiento. también es importante en como afecta al significado de información y comunicación. Los otros tres modelos previos se acercan a las tecnologías de la comunicación y la información en la medida que constituyen recursos materiales. El modelo de ciberdemocracia dirige su atención al contenido, a los signos y significados intrínsecos en los formatos y estructuras de las comunicación digitales. Este modelo problematiza la información y sus comunicaciones como políticas y por tanto como un importante fenómeno. Por ejemplo, según nuestra consideración, parte del movimiento contra la globalización capitalista encuentra en la naturaleza de la red un entorno favorable: las TICs facilitan la expansión de sus planteamientos de procedimiento político, como son las formas de organización horizontales, descentralizadas y cooperativas.

    Fuente: Hoff, Horrocks, Tops et al, 2000:184

    Hasta aquí una somera explicación de unos modelos que fueron formulados desde la politología. El gráfico anterior es fruto de los trabajos de campo desarrollados a lo largo del libro y pretende mostrar las diferencias entre los distintos modelos destacando donde ponen los énfasis cada modelo.

    Como plantean los autores en el libro estos modelos, intentan clasificar tendencias en competencia, pero resultan limitados intentando abarcar una realidad difusa y dinámica en la cual resulta difícil distinguir claramente los modelos propuestos con la realidades del conjunto de estados modernos. En los dos primeros modelos porque "elementos básicos del modelo de democracia de consumo también se ponen en escena y aparentemente están interrelacionados con los del modelo demo-elitista" (Horrocks y otros, 2000:185). Esta dificultad se acentúa con los modelos neo-republicano y ciberdemocrático por causas distintas. Del último modelo encontramos numerosos ejemplos en el funcionamiento interno de comunidades o asociaciones online, pero raramente están relacionados con la gestión de recursos asentados en un territorio geográfico, es decir, conforme a la organización actual del sistema político.

    Cabe destacar el acierto el establecer un termino (las Innovaciones Mediadas Tecnológicamente en las Practicas Políticas (TMIPP)) para connotar políticamente la inicial ambigüedad de toda tecnología hasta que se le da un uso concreto. Sin embargo falta una descripción más detallada de cuales son estas TMIPP, y como son utilizadas por cada modelo. Está claro que dependiendo de los modelos, se potenciará unas sobre otras o incluso la utilización de una misma tecnología podrá ser dispar, cobrando distinta relevancia política.

    También faltaría mayores matices en alguno de los modelos, pues pueden representar opciones políticas muy diferentes. Por ejemplo en el ámbito del modelo de ciberdemocracia podemos observar corrientes políticas opuestas que lo hacen suyo: el que fue candidato a la presidencia Norteamericana en 1996, el multimillonario Ross Pertot, apostaba por una democracia plebiscitaría basada en Internet. No resulta difícil comparar y localizar substanciales diferencias entre estas propuestas de democracia y las que guían y organizan a la comunidad que produce software libre, cuyo énfasis está más en el intercambio de información y la deliberación.

    C) La clasificación de Subirats.

    El anterior esquema de investigación en cuanto que modeliza, encuentra problemas de consonancía con la realidad. Esto en parte es subsanado por Joan Subirat en su articulo "los dilemas de una relación inevitable" en el cual basándose en la literatura que sustenta los modelos de Bellamy, los articula de forma más cercana a la realidad, huyendo de modelos que necesitan necesariamente una caracterización. Otra novedad aportada por su articulo, tras un ilustrativa introducción donde aborda los problemas de legitimidad y crisis a los que se enfrentan las democracias actuales, consiste en una clasificación cuyo acierto reside en que construye un "mapa" que permite identificar espacialmente la diferencia entre las distintas apuestas teóricas. Para ello utiliza elementos propios de la disciplina de la politología e introduce división entre: las políticas que se ejecutan (en ingles, Policy); y la política referida a las estructuras que sustentan el estado moderno y que por tanto articulan las relaciones entre la ciudadanía y el estado (en ingles, Polity). De forma más difusa, el segundo criterio de distinción, "lo tendríamos si consideramos sólo procesos de mejora y de innovación dentro del actual marco constitucional y político característico de las actuales democracias parlamentarias europeas, o bien si estamos dispuestos, en un marco democrático, a explotar vías alternativas de tomar decisiones y pensar y gestionar políticas, que incorporen más directamente a la ciudadanía y que asuman el pluralismo inherente a una concepción abierta de las responsabilidades colectivas y de los espacios públicos".

    El esquema queda como sigue:

    La describir las 4 categorías Subirats se centra en los discursos y prácticas que sustentan cada una de ellas. Las dos primeras categorías se establecen de forma muy similar a los modelos propuestos por Bellamy (democracia de consumo y el democracia demo-elitista) siendo muy acertada la separación introducida por la distinción policy-polity. A la tercera categoría la define como "la urdimbre cívica" bajo la que se situarían la pluralidad de asociaciones, comunidades, colectivos e individuos que en cuanto a ciudadanía activa construye a la vez que reclama su participación en el ágora pública, encontrando en el espacio de flujos de Internet unas posibilidades que utiliza intensiva y extensivamente, desde labores de difusión a tareas de autoorganización. A nuestro juicio esta categoría no solo incorpora elementos del modelo Neo-republicano, sino que también podría abarcar algunas de las prácticas deliberativas y de autogestión, des-territorializadas geográficamente propias del modelo Ciberdemocrático. Un buen ejemplo de urdimbre cívica lo encontramos de nuevo en los movimientos alterglobalización (más comúnmente conocidos como contra la globalización capitalista) el cual en cuanto que compuesto por ciudadanos activos pretenden la modificación de una seríe de prácticas políticas, utilizando la red como difusor de sus convocatorias y acciones, pero también como espacio de debate, deliberación y toma de decisiones, con metodologías divergentes de las normas procedimentales clásicas de la democracia constitucional.

    La cuarta categoría está situada en el grado más alto de innovación democrática y en el ámbito de la polity, y en el texto se nos plantea acertadamente bajo una pregunta "la democracia directa, ¿una nueva alternativa?". El texto comienza rescatando las discusiones teóricas en torno a la instauración de los sistemas de democracia representativa, cuestionados hoy por las capacidades de las TIC, y resumidas básicamente en dos: tamaño de la "demos" (de la asamblea de ciudadanos) y cuestionamiento de las competencias intelectuales del conjunto de la población sobre los temas a discutir, dada la complejidad de los mismos.

    A partir de ahí el texto reflexiona sobre la problemática politológica que se despliega en torno a la implementación de fórmulas de democracia directa en sustitución de los sistemas de democracia representativa. Así pues esta formulación se plantea de forma totalmente distinta al modelo de ciberdemocracia al situar el estudio de las prácticas de Democracia Directa desde la óptica de la gestión del estado y sus instituciones y no tanto desde la perspectiva que generan el estudio del funcionamiento de las comunidades en los espacios virtuales.

    La formulación gráfica propuesta por Subirats tiene la ventaja de situar espacialmente categorías en función de variables, de forma que permite una visualización inmediata de las diferencias. La desventaja consiste precisamente en este método gráfico, que siempre nos obliga a centrarnos en unas características concretas de cada modelo, perdiendo una visión más general. El problema surge a posteriori: una vez interiorizado el esquema resulta difícil deconstruirlo recordando y poniendo de juego de nuevo los matices ignorados.

    El anterior comentario cobra significado claro cuando prestamos atención a la cuarta categoría, "procesos de democracia directa" que a nuestro juicio resulta demasiado ambigua, pues como se ha ejemplificado anteriormente podemos encuadrar en este espacio propuestas muy diferenciadas tanto en su tendencias políticas como en sus bases politológicas. En el siguiente clasificación encontramos una formula que solventa en parte este problema.

     

    D) Clasificación de los modelos politológicos en función del uso que pretendan de las TIC.

    Contemporaneamente al trabajo de Horrocks et al (año 2000), el autor holandés vanDijk utilizó los modelos ideales o tipo de democracia descritos por David Held en su libro Models of Democracy (1987) que distingue nueve tipos: classical, protective, developmental, autonomy, legalist, competitive, pluralist, participatory, and plebiscitary. En la tarea de situar estos modelos en el ámbito de las nuevas tecnologías y analizar de sus usos y consecuencias, Jan van Dijk descarta las tres primeras tipologías, por considerar que no tienen posible proyección digital. Modifica la cuarta y la llama libertarian (para recoger las transformaciones que se han introducido en este modelo por la práctica de Internet). Y finalmente mantiene las otras cinco, analizando que perspectivas se despliegan en ellas a raíz de la introducción de las TIC. Todo esto lo hace con una doble perspectiva analítica; Primero intenta dilucidar que objetivos se perseguirían en cada modelo mediante la utilización de las TIC (si el objetivo principal sería la reflexión y formación de opinión (opinion formation) o la toma de decisiones (decision making). El segundo parámetro es el medio principal por el cual se organiza y expresa naturalmente ese sistema democrático (democracia representativa o democracia directa). Por cuestiones de espacio, en este texto para el Congreso VotoBit, omitimos gran parte de las explicaciones de los modelos legalista y competitivo.

    Según van Dijk la descripción de las tipologías sería como sigue:

    Legalista y Competitivo. Son modelos que niegan totalmente los procesos de democracia directa. Se enfatiza el principio de que la mayoría determina y decida. Siempre salvaguardando el ejercicio de los derechos ciudadanos básicos, cuya garantía es tarea principal del sistema. En ambos la existencia de partidos es fundamental. Las instituciones políticas y administrativas han de ser buenos gestores y lo más pequeñas posibles. Según los defensores de este modelo, las TIC proporcionan ayuda para resolver el principal problema de este modelo: la escasez de información y contacto con la ciudadanía, por culpa de la creciente complejidad del sistema y la obstrucción de una burocracia anquilosada. Las TIC ayudan a comunicarse mejor con la ciudadanía y por tanto ayudan a la toma de decisiones más acertadas. En el caso de la competitiva gana peso la relevancia de los líderes políticos y se potencia su popularidad. Las TIC ayudarían en la elección de candidatos así como en proporcionar información sobre las campañas. También darían información sobre la posterior gestión que realizan los electos. Se potencia los procesos de registro (ventanilla electrónica) que necesita la administración para consolidar un gobierno fuerte y estable. Otras formas de registro y conversación como encuestas electrónicas, conferencias interactivas o sesiones electrónicas del ayuntamiento, son usadas en la medida que refuerzan la popularidad del líder.

    Plebiscitaria. El uso de canales de comunicación directa entre los lideres políticos y la ciudadanía puede transformar la actual percepción de la política y la democracia. De hecho el propio modelo de democracia plebiscitaria, sufre modificaciones conceptuales por la implementación de las TIC. Los canales son usados para amplificar la voz del pueblo. En este modelo lo óptimo sería que se tomaran las menos decisiones posibles por parte de los representantes políticos. Se basa, crecientemente, en nociones de democracia directa. El modelo a imitar es el ágora ateniense, el foro romano y algunos casos de ciudades del principio del renacimiento en el norte de Italia (si bien relegando en importancia los procesos de deliberación colectiva. Para sus defensores la actual primacía del gobierno y sus instituciones en crisis no debe de ser salvado a toda costa. Debe sustituirle un sistema que exprese el sentir de los ciudadanos (para algunos también la voluntad de los consumidores y desde ahí se ponen los ejemplos). En cuanto al uso de las TIC, el acento se pone en la posibilidad de que toda la ciudadanía ejerza al máximo el derecho al voto. Ejercicio que mediante las TIC podría ser continuo. Sus contrarios advierten sobre la individualización y atomización de la ciudadanía, así como la tendencia a la simplificación de los asuntos que son discutidos y votados. A veces se plantea el añadir paneles de debate, así como plenos de ayuntamiento electrónicos y teleconferencias. También es concebible la consulta masiva y rápida de los sistemas públicos, si bien se desconfía de sistemas en los que la información provenga mayoritariamente de instituciones políticas.

    Pluralista. En los dos modelos legalista y plebiscitario no se contempla ningún agente que medie entre las instituciones políticas y los ciudadanos. En el modelo pluralista se da gran importancia a las agrupaciones y organizaciones ciudadanas como intermediarios e indicadores de los deseos del pueblo (para algunos más bien consumidores). Según esta visión el sistema habría de basarse en la competencia y negociación de representantes de diversos intereses y presiones, ya sea de partidos políticos, grupos religiosos o étnicos. Así el sistema político se complementa con varios centros de poder y administración. Es una concepción de redes frente a una centralista. En el sistema pluralista, la democracia significa la voluntad de la mayoría pero siempre como coalición de minorías. Hay dos características de las TIC atractivas para este modelo. La multiplicidad de canales y de media independientes entre si (individuos o agencias, en cuanto que no pertenecen al ámbito y prácticas de los mass media), potencia la pluralidad de información en los canales de discusión política. Con las TIC, toda organización tiene un espacio para expresarse. En segundo lugar, el ámbito de las comunicaciones interactivas encaja perfectamente dentro de la concepción horizontal de las redes políticas, frente al actual modelo de las redes de difusión (broadcasting). Otras aplicaciones favorecidas serian las consultas individuales de información, y sobre todo, los instrumentos que sirvan a un modelo pluralista de democracia, tales como, sistemas de conversación entre organizaciones, asociaciones y ciudadanos individuales: correo electrónico, listas de discusión, teleconferencia, sistemas de toma de decisiones para asuntos importantes, etc…

    Participatoria. En la concepción de Held recogida por vanDijk este modelo está muy cercano al modelo pluralista en varios aspectos. Como en el pluralista se combinan elementos de democracia representativa y directa. La principal diferencia es el traslado a la propia ciudadanía del papel de la organización. Como resultado se potencian algo más los sistemas de democracia directa, si bien en forma distinta al modelo plebiscitario. Está diferencia se expresa claramente en el uso que se pretende hacer de las TIC. No se trata tanto de contar los votos individuales a favor o en contra de una posición, tanto como de potenciar un "desarrollo" de la ciudadanía, a través de la discusión colectiva y la educación. El objetivo principal es conseguir que se sea ciudadanos educados para ser miembros activos de la comunidad. La voluntad popular no es tanto la suma de voluntades individuales sino una especie de voluntad representante del sentir general del pueblo como colectivo. Este sentir general ha de ser construido en reuniones y asambleas públicas. Se pone como uno de las últimas interpretaciones de este sistema, el de consejos o Soviets iniciales tras la Revolución Rusa.

    Libertaria. Este es un modelo creado por van Dijk, basándose en el modelo de Autonomy Democracy de Held, que estaba mucho mas orientado a las tradiciones políticas de la izquierda. El modelo de van Dijk está más influenciado por las posturas libertarias (libertarian). En ingles este termino se asocia a dos visiones. Por una parte con el liberalismo inicial, tanto social como económico (situación de equilibrio y contrapesos tanto entre patronos y obreros, como entre vendedor y comprador rechazando las concentraciones de capital por ser dañinas para el libre mercado). Por otra tiene ciertas resonancias izquierdistas en cuanto a su énfasis en los derechos sociales e individuales. Tanto es así, que la palabra "liberal" en ingles también se utiliza para designar a progresistas (ecologistas, feministas, solidaridad con el tercer mundo, etc…) e izquierda más tradicional (sindical y de partido). Su traducción en español es compleja, ya que libertario hace referencia a las teorizaciones anarquistas y ácratas. El diccionario Collins lo traduce por "liberal, abundante, generoso, tolerante".

    En cualquier caso, van Dijk sitúa este modelo señalando la afinidad de planteamientos entre los pioneros de Internet y los de los movimientos occidentales de las décadas 69 y 70. Aquí abarca desde las posiciones clásicas anarquistas, a las socialistas y toda clase de "libertarianism". Todas estas posturas han creado una ideología que algunos han llamado "Californian ideology" que toma de la izquierda tradicional una fuerte defensa de las cuestiones sociales, pero tiende a prescindir de la centralidad del estado principalmente en la gestión del mercado (se rechaza la centralidad estatalista de la izquierda clásica y la ideología intolerante de la derecha). Señala como sus defensores al conjunto de intelectuales que se mueven en torno a la publicación Wired. Defienden la creación de una "Nueva Nación Digital" en la que el papel de las TIC es vital. Primero en cuanto medios plurales, bien informados, sin perjuicios de difusión de la información, poniendo como modelo la Internet. Segundo se apuesta por todo tipo de sistemas de teleconversación (correo electrónico, listas, grupos de noticias, de discusión, chats, etc…) Se plantean sistemas de encuestas o referéndum electrónicos que decidan o al menos influencien la toma de decisión de las instituciones políticas. El modelo Libertarian encierra una concepción de la democracia al mismo tiempo procedimental (el modo) y de contenidos, estando mucho más cerca de la democracia directa que de la representativa.

    Todo esto se visualiza en el gráfico siguiente, en el cual se sitúan las diversas perspectivas anteriormente descritas, en base a dos parámetros. Por un lado en el eje X, se establecen dos extremos Democracia Representativa, y Democracia Directa. En el eje Y, los objetivos que se pretenden cubrir con el uso de las Nuevas Tecnologías, es decir si el objetivo es el acceso a información y procesos de deliberación, que en consecuencia fomenten la capacidad critica en la formación de opiniones o si el objetivo perseguido es facilitar la toma de decisiones (p.e. votar).

    Al situar los modelos de Held en esta perspectiva clarificamos considerablemente las diferentes perspectivas políticas que incorporan en algún nivel prácticas de democracia directa.

    Retomando la discusión que iniciamos al final del anterior esquema, nos encontrábamos en un punto en el que la promesa de procesos de democracia directa quedaba sin connotar políticamente. Este mismo problema se presentaba en el modelo anterior propuesto por Horrocks, Bellamy, Hoff, Tops et al, en el cual se manejaba el concepto de las TMIPP pero no se entraba en definir las características de las mismas en cada modelo. De hecho, el esquema de Bellamy omite entrar a valorar las potencialidades de democracia directa de cada modelo propuesto, y efectivamente, aunque pueda sorprender, todos los modelos presentan tendencias que sugieren la puesta en práctica de procesos considerados hasta ahora de democracia directa en la medida que crezca el peso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información en nuestra vida cotidiana.

    Con la irrupción de las TICs la democracia directa deja de ser patrimonio de la izquierda asamblearia, o del liberalismo radical. La presencialidad necesaria para asistir a una asamblea ataba la concepción de asamblea, de ágora con unas prácticas de democracia directa. Las características propias del espacio de flujos, rompen ese vinculo y permiten establecer otro tipo de relaciones directas entre personas, limitando las características de una reunión presencial. En estas existen muchas formas subjetivas de participación, la gente expresa su conformidad o disconformidad mediante gestos, sonidos, movimientos, risas, etc… Siempre existe la posibilidad de que se rompa el consenso de las normas de procedimiento (tomando la palabra fuera de turno, interrumpiendo al otro, gritando..). Permite además que un individuo anime al resto a apoyar sus postulados, a modificarlos en función del sentir de la asamblea e incluso a romper con la reunión en los términos en que está establecida. Todos estos factores hacen que los modelos de democracia directa presenciales sean poco apetecibles para unas elites instaladas en la comodidad de los sistemas representativos. Sin embargo en el espacio de flujo se puede encorsetar este tipo de procesos, determinando que opciones de participación permiten los programas informáticos. Más aún, en este tipo de procesos la participación está atomizada, fracturada en su dimensión grupal: radicalmente opuesto a los procesos asamblearios presenciales, las TIC interpelan al individuo tan solo sobre aquellas opciones que permita el programa, con limitada capacidad del ciudadano participante de expresar su desacuerdo con el planteamiento del proceso y menos aún de organizar una posición disidente.

     

    Conclusiones…

    Como planteábamos al principio la problemática sobre la democracia digital estriba en que reabre el debate sobre las formas de organización democrática. La importancia de su estudio radica en que han de permitir identificar las funciones y características a desarrollar. Las propiedades y potencialidades de las TICs permiten fantasear sobre multitud de modelos en función de los planteamientos políticos de cada colectividad o individuos. Contemplamos con cierto pesimismo como la actual implementación de las TIC, profundizan en la construcción de lo que D. Lyon (2002) denominaba la sociedad de la vigilancia. Es evidente que en la mayoría de las democracias no existe un ejercicio de control democrático sobre las innovaciones tecnológicas, lo cual no es impedimento para el desarrollo de ciertas tecnologías que buscan dinamizar los procesos de participación ciudadana. La plétora de posibilidades que se abre, a nuestro juicio tiende a potenciar procesos de democracia directa, recuperados ( y reclamados ahora desde posicionamientos políticos que anteriormente rechazaban dichos procesos en cuanto a las implicaciones que generan los procesos presenciales. Las TIC permiten reinventar procesos de democracia directa, limitados por la mediación de las máquinas tal y como describimos anteriormente. Esta línea queda pendiente de ser desarrollada en próximos trabajos.

    También queda fuera de este texto por falta de espacio un estudio en detalle de la democracia digital desde la perspectiva de la interactividad, continuación de los trabajos realizados anteriormente (JD. Carracedo, 2002). Unos análisis necesarios para determinar el tipo de protocolos telemáticos que deben de ser diseñados para responder a diferentes grados de desarrollo digital. Se identifica la presencia de 4 niveles de interactividad; que partiendo de la prestación de servicios a través de redes y según se ponen en funcionamiento mayores niveles de interactividad, terminan presentando modelos de democracia participativa producto de la incorporación de procesos de deliberación y participación en la toma de decisiones. Muy útil en esta cuestión resulta distinguir entre calidad de la interactividad (niveles que se consiguen) y cantidad: algunos modelos autodenominados "interactivos" presentan gran actividad en intercambios de información con niveles de interactividad muy pobres. Por ejemplo, rellenar la matricula universitaria online es sin duda una comunicación que incorpora interactividad, pero también es asimétrica, sin posibilidad alguna de intercambio en los roles de unidad local y centro que controla los tiempos y distribución de la información. A nuestro juicio la interactividad surge como una de las variables que aparece como determinante en las clasificaciones que se quieran desarrollar entorno a las TMIPP (sin entrar a distinguir en su calidad o cantidad).

    Por último otra dimensión del debate, apenas tratada en este texto, y que nos remite a la parte técnica de las redes. La propia configuración de las redes, su naturaleza, han de ser objeto de reflexión, de forma conjunta con las teorizaciones politológicas clásicas. Surgen con fuerza esquemas explicativos sobre la participación en redes que ponen el acento en la configuración como red del ciberespacio, en sus componentes técnicos y de programación (el debate software libre/software propietario), en el diseño de su arquitectura telemática prestando atención a que funciones habilitan, y cuales bloquean.

     

    Bibliografía

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    • Poster, M. (1995) The Second Media Age. Polity.
    • Webster y Robins.(1998). Times of Technoculture. Routledge

     

    Notas

    [1] – Parte de la investigación de la tesis ha consistido en el seguimiento y estudio de distintas pruebas de votación y participación, incluyendo las experiencias realizadas dentro del marco del proyecto Votescript. Sin ánimo de ofender a nadie cabe resaltar que la formación general de la prensa que cubre estos temas no es especializada y por tanto está muy limitada. Las más de las veces se limitan a reproducir los contenidos distribuidos por la organización de la experiencia, contrastándolo si acaso con alguna voz crítica (política o académica caso de que exista), pero las capacidades de discriminación y crítica (técnica o sociológica) de la información distribuida son generalmente escasas.

    [2] – Cultura crítica y relativamente comprometida a nivel intelectual. Socialmente y en cierta forma se sitúa como outsiders (pelo largo, informalidad en el vestir, etc..). Prototipo en el que encajan aún hoy eminencias mundiales como pueden ser Stallman, Maddog o el descubridor de las PKI Diffie.

    [3] – Una traducción al castellano online en: http://sindominio.net/biblioweb/telematica/barlow.html

    [4] – recuperación, en el sentido que se apunta en los textos de la internacional situacionista.

    [5] – Aquí está utilizando la terminología introducida por M. Poster cuando argumenta que las TIC dan paso a la "second media age" (la segunda edad de lo medios de comunicación).

     

    Jose David Carracedo Verde

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