- Introducción
- Una aproximación al surgimiento del Estado Soberano
- Una aproximación al sentido y alcance de la palabra Cosmopolitanismo
- La Democracia Cosmopolita en David Held
- Críticas y Debate
- Conclusión
- Bibliografía
I. Introducción.
El mundo actual es muy diferente al mundo de hace doscientos años. Los cambios en las diversas áreas del quehacer humano, política, cultura, derecho, religión y economía, se suceden con velocidad creciente, de modo que en aras de la comprensión de estos fenómenos se hace necesario una constante actualización del saber.
De esta forma los cambios en el quehacer humano van modelando al mundo y son modeladas por él. Las relaciones humanas, ya interpersonales, o complejas formas de relacionarse en el ámbito del estado o interestatales (típicamente relaciones de poder), van mutando también conforme a los tiempos. La globalización derriba fronteras y muros haciendo que el mundo este más conectado que nunca antes Las instituciones jurídicas deben saber actuar con versatilidad ante los nuevos cambios para no quedar fuera del ámbito de influencia efectiva, por obsolescencia.
Si queremos aproximarnos de forma adecuada a estos fenómenos, no podemos obviar la compenetración existente entre las disciplinas que abordan el quehacer humano. De modo que si queremos comprender el derecho, debemos también, dialogar con la política y economía, y si queremos comprender la política, no lo podemos hacer al margen del derecho y la economía, y así. Me refiero a esto en una especie de anticipo respecto al enfoque de este seminario en que abordaremos un tema que podríamos catalogar de filosofía política, pero en este intento no podemos obviar otras áreas, tales como la cultura, el derecho y la economía, en cuanto a su influencia en el fenómeno político que convoca a esta reflexión, que por lo demás es de enorme actualidad.
Decíamos que el mundo actual es radicalmente distinto al de años anteriores, y esto se debe no solo al auge de la técnica humana y su creciente influencia en el mundo, sino también por el desarrollo del pensamiento humano, que ha acompañado y propiciado, los grandes cambios socio-culturales La historia de la Ideas, su evolución, nos da cuenta de un rico y fecundo pensar sobre lo humano, pensar que es indisociable de la historia del hombre como agente creador de la misma, así es como grandes hitos del devenir histórico se han presentado como consecuencia directa del pensar y las Ideas.
Palabras como Democracia, Ilustración, Liberalismo, Socialismo, Estado y Derechos Humanos, nos dan cuenta de construcciones del pensar humano, que han ido dando forma al progreso humano. De manera isomórfica, el devenir histórico ha informado al pensamiento humano como fuente de reflexión del mismo. Pues bien, debemos entender las formas políticas, y por tanto al Estado y las formas de gobierno en el contexto de ese pensar humano situado en un punto del curso histórico y por tanto tales, como representaciones de un estadio cultural e histórico determinado. Esto supone que un cambio en la situación cultural e histórica acarreará necesariamente una adaptación en la forma y funciones del Estado y en las formas de gobierno, en otras palabras el devenir histórico propiciara nuevas formas e instituciones humanas de ajuste al mismo.
Hemos visto en los últimos años todos los cambios acaecidos en la anatomía del Estado y en la manera en como se ejerce, y las formas que reviste, el poder sobre la sociedad, que responden en última instancia a respuestas humanas, desde la nación, frente a un estadio socio-político determinado y en miras a diversos fines.
Estos cambios responden ya a fluctuantes condiciones materiales, como a inmateriales, dentro de una sociedad. Así es como tenemos que ideologías desde el campo del pensamiento tienen tremenda repercusión en la forma de manifestación que adopta una Estado en un tiempo y lugar determinado. Es así como la toma de conciencia de las masas al interior de los países, han sido un constante motor de búsqueda y cambio social. Es cosa de recordar el origen de la Ley de las 7 tablas, el derecho laboral y las revoluciones francesa y rusa, ejemplo paradigmático de la estructura concadenada; pensamiento, medio de difusión, conciencia, acción social y cambio en el Estado/forma de gobierno. Vale este alcance para resaltar el papel que corresponde y puede corresponder a la ciudadanía dentro del proceso de cambio social e instauración de nuevas formas de organización política.
Así bien, el mundo se encuentra en una fase histórica determinada, caracterizada por una interconexión e interdependencia sin precedentes, que abarca todas las esferas del quehacer humano. Este es el fenómeno llamado de globalización, que junto con estrechar el tiempo y espacio, pone en duda los viejos mecanismos de control y comunicación, a la vez que propicia nuevas identidades y lealtades. Así podemos situar en este nuevo contexto el auge de las telecomunicaciones, la tendencia hacia la homogeneidad cultural, a la vez que surgen y se recrean nuevas identidades y la interconectividad económica del sistema mundial, que ha alcanzado niveles impresionantes.
Esta creciente compenetración planetaria, nos solo ha tenido lugar en el campo de indicadores "objetivos", sino que ha tenido aparejada la conciencia creciente de formar parte de un sistema altamente interrelacionado, fenómeno este último posibilitado en tanto que los flujos de información versan sobre y cubren el planeta como un todo. Es así como hoy en día desde un computador con Internet cualquier persona puede acceder a una vista satelital sobre todo el planeta y tan solo moviendo el mouse se puede ir desplazando por todo el planeta, con las diversas formaciones montañosas, océanos y continentes, percibiendo todos sus colores y características actuales, más aún es posible con un simple clic acercarse al lugar, ciudad del mundo que se desee, con tal detalle que pueden ser apreciadas las tejas de cualquier casa de vecindario, algo que por pequeño que parezca tiene enormes consecuencias en el campo de la representación humana del mundo, algo que por lo demás era impensable hace tan solo cincuenta años.
Asimismo podemos estar, y de hecho estamos, informándonos de lo que ocurre en cualquier lugar del mundo en tiempo real, así es como se justifica la afirmación de que "el ciudadano de hoy está (puede estar) mucho más informado que el canciller de hace cincuenta años". Aludo a estos ejemplos para dar énfasis a la capacidad actual de los medios electrónicos en general de situar en un mismo tiempo y espacio a todo el globo, induciendo al observador a tomar conciencia de la estrechez del mundo, no tanto en términos geográficos, como en capacidad de comunicación entre diversos puntos del planeta, más allá de fronteras y divisiones hechas por el hombre, cada vez más en tela de juicio por la realidad.
Poner énfasis en la interdependencia planetaria, entendiéndola como proceso consecuente de la globalización no implica sostener que en el planeta nunca había existido interdependencia o que fenómenos como las comunicaciones transoceánicas o comercio internacional nunca habían existido. Esta afirmación implicaría desconocimiento de la progresividad y continuidad que presentan los procesos sociopolíticos, y en el caso que nos convoca, la globalización. La interdependencia siempre existió, solo que ahora esta se ha acentuado en los campos de la economía, la sociedad, la cultura, al tiempo en que se ha generado paralelamente una toma de conciencia -ineludible -de estos fenómenos, punto en el cual se destaca la incidencia de los medios de comunicación de masas de alcance global, inexistentes anteriormente. De esta forma nos adelantamos a la crítica, y que revisaremos con más detalle más adelante, que se le formula a las posturas cosmopolitanistas de, a objeto de defender su postura, presentar el fenómeno de interconexión global como reciente, a la vez de construir una imagen del Estado moderno, como institución sólida e incuestionada.
El caso del medio ambiente es especial, en el sentido de que el ecosistema planetario siempre, aún antes de la emergencia del fenómeno humano, ha estado en estrecha conexión, en un equilibrio dinámico que implica el ajuste del sistema a cualquier variación en sus componentes (al interior de la biosfera). Lo que marca una diferencia entre la manera en que pensamos el medio ambiente hoy y ayer, es que se hoy por hoy, existe mayor conocimiento de esta radical unidad del bios y de su vulnerabilidad frente a la intervención humana.
Esta vulnerabilidad, o mejor dicho vulneración, ha sido propiciada no tanto por el crecimiento demográfico, sino que sobretodo por la industrialización creciente del planeta, la que en convivencia con una economía capitalista desregulada, ha propiciado un aumento notorio de la influencia del hombre en el ecosistema. El aumento de la demanda de bienes industrializados y la dependencia de la economía de combustibles fósiles, han producido, por un lado, el crecimiento del sector industrial y por otro la contaminación de aire, suelo, ríos y mares. Es menester destacar, que en la estricta lógica capitalista el cuidado protección del medio ambiente está vedado, por cuanto este carece de un valor económico en sí, y solo tiene valor en cuanto susceptible de ser transformado en un bien comerciable. La búsqueda de mayores utilidades en el menor tiempo, fin último empresarial, se relaciona directamente con la producción, y esta a su vez con el consumo, de modo que para producir utilidades en el menor tiempo, se debe sostener y en la medida de lo posible aumentar el consumo, por la vía de creación de necesidades, ya central en el consumo predominantemente simbólico de la economía posmoderna. Así, una reducción en la influencia industrial o en los hábitos de consumo, producto de una planificación a largo plazo respecto a la influencia del hombre en el medioambiente, en aras de un crecimiento sustentable, atenta directamente en contra de lógica capitalista.
En consecuencia tenemos que en los últimos cien años el planeta se ha venido saturando, a velocidad progresiva, por la intervención del hombre. Este fenómeno de saturación medioambiental, paradojalmente, ha generado también una toma de conciencia al respecto, de hecho, hace tan solo medio siglo no se planteaban estos temas y nadie se preocupaba por la deforestación, capa de ozono o efecto invernadero, esta conciencia ambiental es producto tanto de la magnitud de los fenómenos de respuesta ecosistémicos, o por la manera en que se presentan, en palabras de Beck "democráticamente", es decir, nos afectan a todos por igual. En esta línea, el medioambiente es un tema ineludible de la política internacional mundial, por cuanto es un tópico que no es posible afrontar desde el esquema estrictamente estatal, sino que necesita del tipo de solución cooperativa interestatal de alcance global, del tipo del que se tratan en este trabajo.
Junto con los problemas medioambientales, se presentan en la actualidad otros fenómenos, que caracterizaremos como disyuntivas a las que debe hacer frente el Estado, y que abordaremos con mayor detención en lo que sigue, que ponen en jaque la eficacia de las políticas estatales para influir dentro de la esfera de su competencia, es decir, en su territorio, que representa cada vez menos una unidad hermética. Esto en cuanto a que las decisiones tomadas en el marco de las políticas públicas estatales cuentan con un estrecho margen de maniobra sobre flujos que no conocen fronteras, ya sea de información, capitales, terrorismo o riesgos medioambientales por mencionar algunos.
Además, el mismo Estado ha limitado su propia capacidad de acción política a través de instrumentos jurídicos internacionales vinculantes, que imponen normas o lineamientos para el actuar estatal, o muchas veces otorgando competencias a órganos supranacionales, como manera de ajustarse a la realidad global. De hecho el siglo pasado fue el siglo en el que más tratados internacionales se han suscrito, en una multiplicidad de ámbitos que incluyen el comercio, el trabajo, la pesca y los derechos humanos, que vienen a ser una consagración normativa de la preeminencia de la dignidad humana, sin distinciones de raza, genero o religión, por sobre las estructuras de poder típicamente estatales. Tampoco se puede pasar por alto la irrupción de nuevos e importantes actores al sistema internacional, quitándole protagonismo al estado, como son las ONG´S y OIG?S, al mismo tiempo que asistimos al surgimiento de una ciudadanía altamente informada y más conciente de sus derechos (limites al actuar estatal). No se sostiene que el Estado ya no pueda injerir sobre los asuntos de la nación, sino que la dirección política ya no puede hacer frente a todos los flujos, a la vez que las decisiones tomadas en cualquier punto del globo en las esferas ya política, social o cultural repercutirán inevitablemente en el resto del globo, con una velocidad de propagación inédita en la historia de la humanidad, lo que se condice con la concepción de la globalización como fenómeno tendiente al estrechamiento del tiempo y el espacio.
Lo que se sostiene acá es que el sistema interestatal, los Estados por si solos, que se formaron de acuerdo a un contexto de una época distinta, en un ambiente diferente, han quedado estructuralmente imposibilitados de dar respuesta a todos los fenómenos que afectan a sus respectivas poblaciones, a la vez que estas demandan soluciones a problemas que quedan al margen de la esfera de acción efectiva de los estados, que por lo demás se halla bajo presión constante al debilitamiento, principalmente por la competitividad económica internacional.Cabe apuntar que frente a esta constatación, Habermas postula la conveniencia de implementar "una política interior mundial transnacional", que modifique el modo de la competencia económica local, en sintonía con el planteamiento de Held a analizar en este seminario (La Democracia Cosmopolita).
Por otra parte, el Estado está sujeto al constante escrutinio de la comunidad internacional que se ha alineado en torno a valores democráticos y de respeto a los Derechos Humanos, es más no es poco frecuente la intervención militar internacional directa en la esfera estatal por razones humanitarias o de justicia, o al menos es lo que aducen los estados intervinientes, sin ser mi intención entrar en el análisis y crítica de estas intervenciones. Al menos conviene tener esto en cuenta como un botón de muestra de un quiebre del paradigma del modelo de Westfalia, por cuanto este tipo de intervención escapa a la lógica de la soberanía tradicional del estado, que supone que por el hecho de ser tal puede obrar a discreción en el marco de su territorio. Más adelante abordaré este punto con mayor detención.
Pues bien, reconceptualizando, fenómenos que incitan al cuestionamiento del sistema internacional vigente y la búsqueda de nuevas formas de articulación política supranacional son:
- La merma en la capacidad de control sobre los fenómenos políticos, sociales, económicos o culturales que tienen lugar en un Estado determinado, y por ende de autonomía estatal producto de la creciente interdependencia.
- la constatación de las terribles desigualdades planetarias, ilustradas en el hecho de que a la semana mueran 250.000 niños de desnutrición y enfermedades fácilmente evitables, principalmente en África, con la paradoja de que al mismo tiempo y planeta en los países "avanzados" la industria del weight-loss mueve millones de dólares diarios, para no hablar de la de productos suntuarios, que bien podría constituir la industria de mayor peso en esas economías. Estas enormes desigualdades convocan a que ciertos académicos hablen de apartheid global para referirse a la estructura económica internacional donde un quinto del mundo es rico y cuarto quintos pobres, el quinto más rico está segregado en los países ricos, y los restantes cuatro quintos, generalmente de tez oscura, en los países pobres. Por lo demás, la migración no se permite a gran escala y no existen mecanismos planetarios de redistribución de la renta. Asimismo se señala que las naciones del Norte industrial alojan al 24% de la población pero utilizan el 80% de los recursos energéticos y minerales procesados.
- El hecho de la degradación medioambiental producto de la acción del hombre y sobretodo la industrialización de los últimos cien años, que ha traído consecuencias nefastas como la desertificación, efecto invernadero, lluvia ácida, disminución de la capa de ozono y extinción de miles de especies.
- La necesidad y conveniencia de abordar desde una óptica supranacional los problemas globales (medioambiente, economía, deuda de los países subdesarrollados, sobrepoblación, inmigración, pauperismo, terrorismo, etc.), por cuanto la intervención de un solo estado es técnicamente ineficiente y moralmente inequitativa.
- El necesario juicio de valor que nos lleve a querer cambiar la situación actual, por un mundo mejor donde la humanidad camine por la senda del entendimiento y el cuidado de si y del entorno, ya que bien alguien bien podría decir "Yo estoy bien, que se jodan los demás, de modo que no me interesa cambiar nada".
Dentro de esta búsqueda es que se sitúa el ámbito de esta memoria, que lleva por titulo "La Democracia Cosmopolita en David Held: Argumentación y Debate". De su denominación ya podemos deducir que nos ocuparemos de una nueva forma de aproximarse a los problemas internacionales, ya no de una perspectiva del Estado nación, sino, desde la sociedad global.
Antes de abordar con profundidad y esclarecer el tema de este seminario, será necesario efectuar ciertas aproximaciones, a objeto de poder situar en su contexto esta composición teórica. De modo que examinaremos, con un detalle adecuado a la extensión y objeto de este trabajo, que dicho sea de paso no pretende dar cuenta acabada de la vasta discusión que se presenta en torno a estos temas.
En primer lugar, revisaremos el surgimiento del estado moderno y su evolución hasta el sistema internacional actual, y en segundo lugar escudriñaremos el significado y alcance históricos de la palabra cosmopolitanismo, tan central en esta memoria. Una vez hechos estos alcances nos encontraremos en condiciones de presentar adecuadamente la propuesta de política de Held, para luego echar un vistazo a la controversia que ha generado el cosmopolitanismo en general, y en particular el planteamiento de Held, para luego concluir con una reflexión final.
II. Una aproximación al surgimiento del Estado Soberano, su evolución hasta el Sistema Internacional actual, y las disyuntivas que este plantea al Estado contemporáneo.
.El Nacimiento del Estado
La forma de organización política inmediatamente precedente al sistema estatal se conoció con el nombre de feudalismo. A pesar de los matices con que se presentó esta forma de organización política que tuvo lugar en la Europa entre los siglos ocho y catorce, la vamos a caracterizar como el emplazamiento en territorios pequeños (feudo) de estructuras políticas y sociales autosuficientes y autónomas, que en consecuencia no tenían mayores relaciones entre sí, aparte de luchas de poder, y no respondían a ninguna autoridad centralizada que se encontrase por sobre ellos.
A la cabeza de esta estructura se encontraba el señor feudal el que proveía a los siervos de cuidado y terrenos a cambio de su completa sumisión. La fuente integradora por excelencia de estas unidades era la Cristiandad, que era sostenida principalmente por la Iglesia y el Sacro Imperio Romano
En su apogeo el Sacro Imperio representó el proyecto de unir a las unidades de poder dispersas en un imperio cristiano unificado. Sin embargo este proyecto se empantanaba con el poder de los señores feudales y de la iglesia católica, que buscaba situar la autoridad espiritual sobre la secular, y colocar el fundamento último de toda autoridad y sabiduría fuera del mundo
El feudalismo entra en crisis por variados fenómenos, entre los cuales están; La revolución de la vida urbana vinculada al comercio, el afiatamiento de las monarquías, los nuevos descubrimientos, el surgimiento de minorías cultivadas intelectualmente asociadas al renacimiento y de una nueva e influyente clase indisociable del comercio: la burguesía.
Es menester apuntar que el Estado surge en medio de cruentas disputas y guerras que tuvieron lugar durante el apogeo, es decir en un clima de anarquía y de desorden, en este contexto es que, siguiendo a Krebs, "la monarquía absoluta emerge como solución adecuada para superar esa anarquía y restablecer el orden y la justicia". En esta línea, es que se sostiene que las monarquías absolutas se formaron en oposición a las potencias universales y los poderes locales, el Papado, el Imperio y los señores feudales que habían dominado en la Edad Media, así es como el Estado declara su independencia frente a todos estos poderes, estableciendo además un gobierno centralizado y sustituyendo la obediencia al señor feudal por la obediencia al monarca. Esta lealtad hacia el monarca alcanza su punto culmine con la teoría del origen divino del poder del príncipe, a raíz de la cual toda desobediencia hacia el poder político significaba también una afrenta al orden divino.
De esta manera es que el panorama político de la Europa de fines del siglo diecisiete estaba dominada por la forma de organización soberana estatal, es decir el sistema internacional en esa fecha pasaba a corresponderse con el sistema interestatal. Los estados se reconocieron mutuamente la soberanía sobre sus respectivos territorios, de modo tal que no quedaba lugar a la intromisión en los asuntos internos de otro Estado.
Así pues, desde su origen el monarca se situaba a la cúspide del nuevo sistema de gobierno, no reconociendo ningún poder sobre él, reservándose la facultad para ejercer su poder soberano -soberanía- dentro de su territorio con total discreción no reconociendo límite alguno. Es así como para Krebs , el Estado se define fundamentalmente por su soberanía.
De acuerdo a Bodin, uno de los pensadores políticos más influyentes del siglo XVI, la soberanía "es el poder ilimitado e indivisible de hacer leyes, es decir el poder de ejercer en la sociedad el poder político". Sin embargo distintos pensadores que teorizaron sobre la soberanía no la concibieron como un poder absoluto e ilimitado sino también se preocuparon en establecer las condiciones del ejercicio legítimo del poder soberano, principalmente los que se enmarcan en las teorías contractualistas, que situaban la legitimidad del poder de imponer en el contrato social, que es la figura representativa del acuerdo entre los hombres en que transfieren su autoridad a un ente superior a ellos.
Esta misma idea ya supone un conjunto de límites al actuar estatal en cuanto se aleja de la teoría del origen extramundano o divino del poder soberano, y lo constriñe (al poder soberano) a la función del contrato ideal suscrito por los ciudadanos. La formulación del contrato social, sus supuestos y efectos, y por tanto limites a la voluntad soberana variaron de acuerdo a cada los distintos autores, pero ya desde una base consensuada de que la legitimidad de la imposición de la ley venia dada ya no desde fuera del mundo, como sostenía la teoría del origen divino del poder soberano, sino que por los mismos ciudadanos, como fruto de una decisión racional.
Así pues para Hobbes, el soberano, dentro de las amplias competencias que este autor le atribuye como resultado del contrato social, está sujeto a cierto limites; no está autorizado a hacer daño a los individuos ni a perjudicar la base de su bienestar material, y conserva su autoridad solo en la medida en que cumpla con la condición de la transferencia de poder a este hecha por los súbditos, a saber, mantener la paz y el orden de la vida en comunidad.
Es posible distinguir entre dos doctrinas o escuelas respecto a la relación entre el individuo y la comunidad de que forman parte, distinción que tiene lugar desde el trabajo de Hans Kohn, La idea del Nacionalismo, y que es recogida por Anthony Smith. Estas son la escuela voluntarista y la organicista. La primera sostiene que la nación se define como una asociación racional de ciudadanos, ciudadanos que se hacen conciudadanos por un cuerpo de leyes basadas en un contacto producto de una elección, de modo tal que el ciudadano es libre para elegir su nación de pertenencia.
Esta postura es la que parece subyacer a las posiciones contractualistas, por su énfasis en la racionalidad del contrato social. Por su parte, para el organicismo el hombre nace en una nación y queda por ese hecho marcado para siempre, asimismo concibe a la nación como un espíritu superior y trascendente a los miembros individuales; miembros que se identifican por un mito de orígenes comunes y una cultura histórica compartida. Así pues, la postura voluntarista pone énfasis en el valor cívico de la ciudadanía y la organicista en el valor étnico y cultural que pueda ostentar una nación determinada. A pesar de reconocer la pertinencia de esta distinción A. Smith, termina por reconocer que una nación determinada es difícil hallar que se presenten estos estados en forma pura, sino más bien que se presentan ambos en distintas medidas.
Recapitulando, en general se sitúa el nacimiento del sistema de Estado a la suscripción del tratado de Westfalia en 1648 en cuanto desde ese momento se sientan las bases de un sistema internacional principalmente interestatal, con mutuo reconocimiento de parte de los Estados de su soberanía e igualdad y la consecuente consagración de la "no intervención".
Generalmente el Estado se define por sus elementos constitutivos, los que serian; Territorio, Población, Poder y una Finalidad. Asimismo Held lo caracteriza de manera adecuada poniendo énfasis en sus aspectos fundamentales, materiales y filosófico-jurídicos, los que serian:
- Territorialidad. La base física del ejercicio del poder.
- Control de los medios de violencia. Esto es la reserva que hace el estado del ejercicio de la fuerza dentro del territorio estatal. De modo que se priva al ciudadano de contar con medios para ejercer la violencia, y el estado crea cuerpos armados y policiales para ejercer la fuerza, esta vez legitima.
- Estructura impersonal del poder. El poder, y las competencias del estado están asignadas y delimitadas por el orden constitucional y legal vigente.
- Legitimidad. Al ser la condición de existencia estatal la delegación por parte de estos de atribuciones, el Estado debe respetar el pacto social y procurar la satisfacción de los intereses de los súbditos.
Se ha presentado una disputa respecto al surgimiento de los fenómenos del Estado, la nación y el nacionalismo y las relaciones existentes entre estos fenómenos. Disputa, que pasaremos a revisar, en tanto toca temas sensibles a este trabajo. Anthony Smith, a este respecto, distingue entre dos posturas, la perennialista, de acuerdo a la cual la nación se remonta a tiempos inmemoriales, no asi el nacionalismo, fenómeno que, admiten, seria más reciente, y la postura modernista , que domina el debate actual, sostiene que:
i- Tanto la ideología nacionalista como el sistema de Estado-naciones son fenómenos modernos.
ii- Nación e identidades nacionales también son recientes.
iii- Naciones y nacionalismos son producto de la modernización y la modernidad.
Así pues, la tesis más controvertida es esta última, ya que las otras dos han alcanzado un grado adecuado de aceptación de parte de académicos e intelectuales.
Siguiendo a Smith, quienes sostienen la postura modernista, sostienen que el Estado nación y el nacionalismo serian fenómenos recientes en tanto no habría sido posible el surgimiento de Estados en las sociedades agrícolas premodernas en tanto que las incipientes elites habrían estado totalmente aisladas de la gran masa de trabajadores, que se encontraban a su vez divididos por diversas tradiciones culturales. En esta misma línea, la nación seria entonces producto de la industrialización, en tanto esta requiere sociedades estandarizadas, y culturalmente homogéneas para producir, homogenización a la cual habría contribuido la escolaridad de las masas. De esta misma forma la nación solo habría sido posible al advenimiento de las sociedades urbanas.
Los autores de la escuela modernista sostienen que es el surgimiento del Estado moderno, en el contexto de la industrialización y del incipiente capitalismo, el que posibilita el surgimiento y esparcimiento del fenómeno nacional. De esta manera seria el Estado el que origina a la nación por motivaciones típicamente políticas y no la nación al Estado, como forma de dar cauce institucional a una comunidad cultural y simbólica.
Es esta la postura que sostienen, además de Hosbawn, Michael Hardt y Antonio Negri. En particular estos últimos sostienen que el Estado no se constituye sobre una nación o pueblo preexistente, sino que al constituirse el Estado somete a grupos humanos de diversa cultura, lenguaje y raza, bajo el mismo poder, de modo que seria el Estado el que construye la nación y no al revés.
Por lo demás, sostienen los autores, el ideario de nación pasa a ser fundamental para mantener la cohesión y el control sobre la población cuando el Estado monárquico pasa a constituirse en Estado Constitucional, de modo tal que el fundamento teológico tiene que ceder frente a un fundamento racional que ocupe su lugar dentro de la mantención de la cohesión y subordinación de las capas sociales, fundamento que con dicho objeto, el Estado se encargaría de reproducir.
Sin embargo esta postura modernista ha sido atacada por autores que visualizan la nación como un fenómeno transhistorico. Así pues Smith, distingue dos corrientes de neo-perennialismo que critican la postura modernista:
i- Perennialismo Continuo, de acuerdo al cual las raíces de las actuales naciones se remontan a siglos e incluso milenios. Más allá de las rupturas, estos autores ponen énfasis en la continuidad que subyace al fenómeno nacional.
ii- Perennialismo Recurrente. Esta postura sitúa el énfasis en que la nación como fenómeno es un fenómeno que se presenta de general en la historia humana. Esto es, a pesar de que las naciones en particular emerjan y se pierdan en la historia, la nación es un fenómeno en si mismo universal y reiterativo.
Luego de presentada esta interesante discusión, pasaremos a revisar nuestro siguiente tema, a saber; El Sistema Internacional, su formación, evolución y características.
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