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Tradición y formas precapitalistas en las relaciones del sistema agrícola en el departamento del atlántico (página 2)

Enviado por rosariojoaquin


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Si bien es cierto, el estudio toma como unidad de análisis las relaciones y las formas precapitalistas que aún subsisten y persisten en el contexto de la comunidad de Santa Cruz, municipio de Luruaco, en el Departamento del Atlántico (sureste), la investigación se enmarca en el contexto regional de la Costa Atlántica colombiana, durante el período que va de 1880 a 1984 retomando la información, tanto de fuente primaria como secundaria (básica y fundamental) del trabajo de grado realizado por los sociólogos Rosario Joaquín Reales Vega y Rafael Arzuaga Yacub, con el título Persistencia de Formas Precapitalistas en Santa Cruz, Atlántico (1984), material de gran valía para la sistematización del texto que llega a los lectores, ampliado y actualizado con información de reciente recuperación tanto en el trabajo empírico como en el teórico, enfocado deliberadamente hacia la tradición en las relaciones de producción agrícolas articuladas a formas precapitalistas que trascienden la frontera de las comunidades otrora rurales en el departamento del Atlántico (Norte de Colombia), hasta ubicarlas en el marco de la cuasi-ruralidad.

Introducción

"La regla de las cosechas es recoger más de lo que se sembró. Sembrar un acto y cosechar un hábito; sembrar un hábito y cosechar un carácter; sembrar un carácter y cosechar un destino" Dana Boardman En las regiones donde fundamentalmente es la agricultura el elemento que permite medir el nivel socioeconómico de la población que la habita, aparentemente ésta se presenta, ya sea por la fertilidad de la tierra, ya sea porque ella es la única actividad propia de la región, como el símbolo de una dedicación tradicional y ancestral que alegra y motiva a los campesinos a trabajar con ahínco y sin escatimar energías, en busca del fruto, sacado de las entrañas del suelo mediante la aplicación de trabajo. Esta apariencia, al final se convierte en la recompensa que congratula al hombre del campo con la tierra, una vez que ésta le brinda el producto que va a asegurar su sustento, el de la familia, el resto de la comunidad y el de una sociedad en general (por la circulación de la mercancía), y algún ingreso económico que se constituye en todo su patrimonio junto con su fuerza de trabajo, cuando no es propietario del sitio donde cultiva.

Y es esta apariencia la que también permite que se tracen programas y planes de desarrollo por parte del gobierno local, departamental o nacional orientados a cubrir todos los aspectos de la vida comunitaria (entendida como la sociedad), en un período determinado. Como ejemplo se puede citar el plan de desarrollo para el sector agrícola en el departamento del Atlántico, bajo el liderazgo del INCORA y que tenía en cuenta a los municipios que reunían requisitos y condiciones para vincularse al Proyecto Atlántico. En éste, el impulso no solo era para el sector agrícola: también la ganadería y otras áreas de explotación fueron tenidas en cuenta en el Proyecto de la Reforma Agraria colombiana. Después de 38 años de haber sido implementado el Proyecto de Reforma Agraria (1961) se siguen cuestionado sus beneficios, sus perjuicios, sus limitaciones, etcétera, y las comunidades que para la época no reunían ciertas condiciones requisitos se debieron levantar con esfuerzo propio, mientras veían "florecer" a las vecinas favorecidas. En muchas de estas comunidades seleccionadas aun no se puede evaluar el nivel de su desarrollo en términos de homogeneidad, es decir, a la luz de los actuales momentos no presentan un panorama de progreso equitativo para toda la comunidad; algunas incluso se estancaron en el proceso cuando la Reforma comenzaba a dar sus pasos agigantados hacia el derrumbe.

En el caso de las comunidades no favorecidas, su desarrollo económico, social y crecimiento tanto demográfico como geográfico ha sido lento, paulatino, ligado al poco beneficio de la agricultura, su principal rama de explotación. En estos momentos, abocados por la tecnificación y la globalización, la presencia de desarrollo es un comentario que viene de otras experiencias y si bien ha aumentado la población, ha sido en detrimento de las zonas de cultivos y los lugares de esparcimiento colectivo.

Las características de la producción agrícola en comunidades atrasadas ha impedido la especialización del trabajo, y contribuido en el aparecimiento de una serie de actividades cuyas relaciones giran en torno a las que se generan en la agricultura tradicional. Tales actividades son el resultado de la falta de posesión de la tierra por parte de la gran mayoría de productores directos, desalojados en el pasado, una veces en forma de presión legal, otras por incapacidad de seguir laborando ante la inexistencia o dificultad en el acceso a los medios necesarios, como herramientas adecuadas, capital de trabajo, mercado, etcétera, pero sobre todo, ante la necesidad de ocupación de mano de obra por parte del terrateniente capitalista, quien había invertido en cultivos para explotación comercial. Entre las actividades a las que se alude surgidas bajo estas circunstancias están: el jornaleo, bultaje, albañilería, recolección (cosecha de maíz, millo, algodón), aparcería, tomadas por los que a ellas se dedican, como formas de subsistencia o fuentes de ingresos en los períodos durante los cuales la agricultura les estaba vedada.

Del hilo conductor de las situaciones que han propiciado posibilidades de construir interpretaciones desde la asimilación y comprensión de los actores, este trabajo se constituye en buena parte en una reseña histórica de las actividades que dieron impulso al desarrollo económico, geográfico y demográfico de las comunidades en el departamento del Atlántico (norte de Colombia), en particular en la de Santa Cruz, municipio de Luruaco (sureste), con la pretensión no sólo de destacar cómo se dio este dinamismo a través de la participación de cada una de ellas, sino también cómo se fueron articulando desde el surgimiento hasta los momentos actuales, al interior de una actividad general como la agricultura, alrededor de la cual giran sus relaciones. Al mismo tiempo que se plasma el origen de estas actividades se destaca, además, el asentamiento y crecimiento de la comunidad al lado de sus ocupaciones más importantes.

La evolución de cada una de las actividades va paralela a la de la comunidad, con sus problemas, dificultades y la lucha de sus hombres al lado de sus ocupaciones. Pretende por otro lado el estudio, generar una reflexión en torno al concepto formación social desde el ámbito de la cuasi-ruralidad en un contexto que culturalmente ha ido percibido en abierta ruptura de lo tradicionalmente folk en la medida que la frontera se ha retirado (costumbres, tradiciones), dando paso a nuevas relaciones, surgidas desde l0 la tendencia a urbanizar el suelo que en otros tiempos estaba dedicado exclusivamente a la agricultura, fenómeno del cual le compete ocuparse la sociología. La heterogeneidad manifiesta en la forma como se articulan en los momentos actuales relaciones socioeconómicas, culturales, políticas, etcétera, no es exclusivo de las llamadas "comunidades rurales puras", sino que es relativamente común (desde luego con las características particulares de cada contexto) en las sociedades en vías de desarrollo o culturalmente rezagadas, en medio de un mundo cuyo rumbo está marcado por la globalización y la mundialización de los mercados y la economía.

En este sentido se hará referencia a conceptos como economía campesina, modo de producción campesino en términos abstractos, como una aproximación concreta a la conceptualización de sociedad cuasi-rural para el departamento del Atlántico, a partir de la existencia de una variedad de ocupaciones y oficios en la comunidad de Santa Cruz, comunes en la región.

El concepto modo de producción campesino que en este estudio se utiliza en forma abstracta, es sólo un puente por el cual circula el estado de transición de lo rural a lo urbano, cuya característica esencial es la combinación de manifestaciones culturales, con las cuales se marca una cuasi-ruralidad, que tiene como vehículo expedito el fenómeno de la urbanización. A través de este puente conductor se llega al análisis de las condiciones de existencia de los grupos y actividades socioeconómicas y culturales en la comunidad de referencia, en el contexto del departamento del Atlántico. Si bien es cierto que la relación entre las características de cada una de las actividades, en su mayor grado se logra a través de los acercamientos que establece la práctica agrícola, también es cierto que en su interior existen diferencias significativas, factores de una dinámica que las orientan hacia el rompimiento de las ataduras con respecto a la agricultura.

El fenómeno de divorcio está planteando al mismo tiempo dos aspectos fundamentales de la citada transición: una interdependencia de lo netamente agrícola y la trascendencia de la frontera rural. Ambos fenómenos encuentran en la proyección de constitución de la Cooperativa Procesadora de Productos Agrícolas el receptáculo ideal; ¿será ésta la separación ideológica entre el agro y la industria?, ¿entre lo citadino y lo rural?, ¿entre el pueblo y el monte?. Atisbos de ello se habían iniciado con la división del trabajo, separación social del productor directo de los medios de producción.

La expectativa por realizar este estudio no fue azarosa, sino el resultado de una intención pensada de construcción teórica con respecto a las historias de vida de las comunidades que aún no habían abandonado el ámbito de la ruralidad, en el departamento del Atlántico, fenómenos de los cuales se estaba ocupando la Facultad de Sociología de la Universidad Simón Bolívar, desde 1976. Pero también obedecía esta intencionalidad al acercamiento a problemáticas concretas identificadas y narradas por quienes las sentían desde el ámbito rural y que al compararlas entre sí, se encontraban en ellas relaciones causales que las hacían comunes y diferentes al mismo tiempo. Tales diferencias constituyeron el hilo conductor de la problemática específica en el Corregimiento de Santa Cruz, a la cual se articuló una variada y rica estructura de situaciones difíciles, pero generadoras de vida, en la medida que sobre ellas se plantearon alternativas de soluciones.

En ninguna otra comunidad del departamento del Atlántico se había encontrado reunidas tantas similitudes propiciatorias de relaciones en transición en las cuales aun persisten formas precapitalistas de explotación de la tierra y comercialización de los productos, ligadas a su origen, a pesar de la institucionalizada historia del surgimiento de las sociedades por asentamiento lineal, único, pasivo y progresivo.

Una comunidad como Santa Cruz cuya base económica es la agricultura de la cual se generan múltiples ocupaciones mínimamente satisfactoras de las necesidades apremiantes de los grupos económicamente activos de la población, tendrá como problema fundamental la diversificación de oficios sin ninguna especialización, con la que se pueda llegar a un equilibrio económico entre ellas y las personas que las ejecutan. Sin embargo, de las ocupaciones obtendrán sus ingresos fundamentales, razón por la cual no detallarán el estado en que se mantienen, ni percibirán en que momento entran en cierta etapa de transición, aprovechada por quienes invierten con fines comerciales, dinero en cada una de sus etapas.

En el conjunto de las ocupaciones designadas antes, en una de ellas (como en ninguna otra), se encontrará una permanente interacción transitiva de relaciones, válida para ser seleccionada como unidad específica de análisis en este estudio. Las relaciones que se suscitan al interior de la actividad denominada bultaje y los oficios conexos a esta (el marco de referencia para el análisis), representan parte del tránsito entre precapitalismo y capitalismo, entre lo rural y lo urbano desde la cultura. El estudio de estas situaciones muestra las dificultades por las que transitan los trabajadores en el oficio y sus familias. Articulaciones de problemas conexas entre sí y generadoras de insatisfacciones socio-económicas que encuentran en los exiguos ingresos que obtienen los que a ellas se ocupan, impermanencia, la cual ocasiona angustia, ya que la remuneración es equivalente al pago por un jornal en el área rural, sin más retribución; desigual inserción en ámbitos como la salud, la educación, la seguridad social, pero sobre todo, una apremiante lucha por la equidad.

En la ejecución y en las relaciones que se generan entre la actividad de los bulteros (es el calificativo a quienes realizan la actividad del bultaje) y otras ocupaciones, no sólo están incluidos quienes directamente las ejecutan, sino también los que de ellas se benefician, unos en calidad de patrones (dueños de vehículos transportadores de carga), otros en calidad de compradores de productos agrícolas (negociantes). Cada uno de estos grupos con propósitos diferentes; con intereses variados, participación y expectativas particulares, pero relacionados tan estrechamente que juntos hacen posible la trama de una urdimbre social, cultural y económica, representada por acciones que contribuyen en la dinámica de la vida cotidiana de las comunidades receptoras de los hechos que se suscitan en su interior.

De la forma como surgen las actividades, de las características de la producción agrícola y las dificultades que entrañan su desarrollo, se asoman los elementos que agudizan y/o hacen fluir problemáticas que afectan a quienes se dedican a los oficios, percibidas en los siguientes indicadores socio-económicos y culturales: inestabilidad de las ocupaciones, la remuneración (pago de salarios) de quienes ejercen las actividades, garantía laboral, seguridad social, nivel escolar, condiciones sanitarias (individuales y comunitarias), ambiente social y cultural.

Como las respuestas no eran factibles de encontrar en forma simple, sino que había que indagar en el interior de las relaciones, en lo profundo de las situaciones complejas, articuladas a la cotidianeidad y la cultura de la población ocupada en actividades y oficios específicos, se implementó una metodología fundamentada en la regresión y progresión de informaciones de fuente directa mediante la observación, entrevistas, encuestas, conversaciones con ancianos y grupos focales (informantes calificados, seleccionados por intencionalidad), no muy simple de atender, pues téngase en cuenta que la situación general produce una serie de bifurcaciones problémicas que relacionadas entre sí hacen más dinámica y compleja la dificultad inicial, hasta el punto que, en determinado momento se presenta confusión alrededor de los actores involucrados y sus compromisos, ya que sus salidas parciales del proceso mostraban la tendencia hacia la inestabilidad de la misma actividad que ejecutaban.

La inestabilidad se entiende asociada a una diversidad de ocupaciones en sentido individual por las que una persona (el caso específico de un "bultero") transita cuando se presentan bajas en la producción agrícola, pero que no le obligan a quedarse para siempre en alguna de ellas. Esta referencia es aplicable a las otras actividades y las salidas masivas de sus practicantes hacia zonas de recolección de algodón (por excelencia los departamentos del Cesar y Magdalena), responden a las alternativas de solución a los problemas, planteadas desde la interpretación de los mismos, en términos individuales por los afectados (es la denominada emigración de retorno), sin que ello signifique la desaparición de las ocupaciones. Pero también las salidas producen efectos directos tanto para quienes emigran como para los que permanecen, asociadas a la sobre-explotación de la fuerza de trabajo y la no especialización de los oficios.

La falta de especialización u ocupación fija en actividades como las que realizan las personas denominadas "bulteros" (oficio de referencia en el estudio) en los carros dedicados al transporte de productos agrícolas, hace que éstos no tengan conciencia definida de su situación. Ello contribuye en la desorganización como grupo, de tal forma que la poca satisfacción de sus necesidades más apremiantes son logradas mediante la combinación de su oficio con diversas actividades (cuando las circunstancias anotadas se presentan). Problemática es por otro lado la relación que guardan los denominados "bulteros" con las personas que en cierta forma hacen las veces de patrones, explotadores directos de su fuerza de trabajo, referenciados como los propietarios de los vehículos encargados de transportar los productos desde las zonas agrícolas hacia los centros de comercialización y consumo masivo (la plaza pública en las ciudad principal o ciudades intermedias del departamento del Atlántico).

A esta forma de explotación primaria, si se quiere contractual, le sigue la que se genera de la responsabilidad de cuidar la carga de cada uno de los negociantes que adquirieron el derecho de traslado con el propietario del vehículo. Con los primeros también los bulteros han logrado ciertas relaciones de amistad, muchas veces retribuida con una bebida refrescante o alguna propina en dinero. Se preguntará nuevamente: ¿Existen "bulteros", jornaleros, agricultores, recolectores, sembradores, etc., dedicados a una actividad fija? Una búsqueda de información al respecto dio como resultado parcial los siguientes elementos de apoyo: Las investigaciones que se han ocupado del origen de las comunidades en el departamento del Atlántico hacen énfasis en el inicio y desarrollo de éstas en términos generales; es decir, una descripción de las características ampliadas de la localidad que se ha estudiado y que permite establecer en qué nivel de crecimiento o progreso se encuentra, sin detenerse mucho en las particularidades inherentes a la generalidad, como elementos impulsores del surgimiento del todo.

El estudio de las particularidades (como se propuso en este trabajo) sin aislarlas del contexto general, acerca al conocimiento del todo, pues en cada una de sus partes éste se encuentra. Ello indica la importancia de estudios que destaquen las particularidades (las actividades u oficios productivos, por ejemplo) articuladas entre sí, como posibilidad de contribuir en el surgimiento de sociedades que aparentemente no tienen pasado o se les ha endilgado una existencia por asentamiento espontáneo, sin propósitos, difícil de construir explicaciones que las articulen a teorías socio- económicas pertinentes con su evolución: la renta del suelo; desarrollo desigual y combinado, vida cotidiana. En este orden de ideas, las actividades de las comunidades siguen su funcionamiento en armonía a la actividad general básica y fundamental. Atentos a este funcionamiento y a los problemas que se generan en cada uno de los oficios y ocupaciones se enfatiza en la pertinencia y aportes generados por la información que se suministra en este estudio, en el sentido de subsanar vacíos alrededor del conocimiento que se tiene ligado al surgimiento de las actividades que en gran medida imprimieron dinamismo a las relaciones en la agricultura y los oficios conexos a ella.

Por otro lado resulta importante resaltar la contribución de las ocupaciones en el crecimiento geográfico y poblacional de las comunidades, al igual que su connotada participación en los fenómenos de transición de lo rural a lo urbano y su caudal de información para nuevas explicaciones sobre el origen de las poblaciones, municipios, ciudades, etcétera, desde una opción teórica renovada y construida con la interpretación de realidades asimiladas por quienes son protagonistas o receptores de legados transferidos desde el ámbito generacional, con los cuales se plantea una clara ruptura hacia la asignación de orígenes por fundación intranscendental que, desconoce la pertenencia y el significado de quienes llegan después y se quedan construyendo pueblos, regiones, patria e historia.

Los resultados de esta investigación responden a un análisis del surgimiento de las actividades ligadas a la agricultura y que han contribuido en el desenvolvimiento de las comunidades del departamento del Atlántico, utilizando como marco de acercamiento teórico-empírico las relaciones que se generan en el oficio que desempeñan las personas que se dedican a cargar y descargar productos del agro en la comunidad de Santa Cruz y sus vecinos más inmediatos, para ser trasladados a los centros de mercado en las principales plazas. La interrelación no es solo entre el oficio y quienes a el se vinculan, sino que trasciende hacia las otras actividades, formando una red de complejas y significativas interpretaciones de las condiciones de vida que tanto en la una (la actividad de los denominados "bulteros") como en las otras se cruzan relaciones de dependencia hacia la agricultura en la cual se muestran desigualdades no obstante la abundancia de carga, el crecimiento de transportadores y negociantes.

Interesante resultó pues encontrar que en 1980 se incrementó el numero de "bulteros" en la zona, sin que ello hubiese significado mejoría en lo económico o superación de las difíciles condiciones de vida a nivel particular, familiar y comunitario o una muestra de niveles de organización y especialización de la actividad con carácter de estabilidad. También es de vital importancia el conocimiento sobre la forma de pensar del "bultero" frente a su actividad y la de los otros actores que ven invadida sus ocupaciones por los primeros.

Además de las intenciones anotadas al principio, en este trabajo, en forma general se plantearon dos propósitos claros y orientadores de las indagaciones. En primera instancia se articularon los siguientes objetivos: mostrar la contribución de los oficios y las actividades ligadas a la agricultura en el surgimiento y desarrollo de las comunidades en el departamento del Atlántico; analizar la influencia que ejercen la falta de propiedad sobre la tierra y el desalojo hacia los pequeños propietarios por parte del capital, en el surgimiento y creación de actividades que como el "bultaje", tiene carácter no especializado y sus relaciones giran en torno de la agricultura. En segunda instancia, como objetivos específicos se propusieron: interpretar el surgimiento y las características de las actividades como formas socioeconómicas desde finales del siglo XIX (1890) en el departamento del Atlántico y en la comunidad de Santa Cruz, hasta la década de los 80 del siglo XX (1984); establecer la evolución y relación que han tenido las actividades socioeconómicas en el departamento del Atlántico, en la comunidad de Santa Cruz y sus vecinos; proponer un análisis multicultural de problemas entre los grupos socioeconómicos existentes y su incidencia en la situación de la comunidad de Santa Cruz; identificar las características fundamentales en la ideología de los grupos que se dedican a las principales actividades u oficios productivos y su relación con la forma general de la denominada ideología rural.

En lo que respecta a la orientación paradigmática de la investigación, las fuentes teóricas se articulan a los fundamentos enmarcados en la teoría de la renta del suelo y en la teoría del desarrollo desigual y combinado, teoría de la vida cotidiana y al concepto de formación social en un contexto caracterizado por una fuerte persistencia de factores precapitalistas, cuya presencia encuentran receptáculo propicio en la mentalidad de los actores, en una amalgama de intentos por sobrevivir a la presión de nuevas formas, aferrándose a la tradición ahora en transición que con frecuencia se construye y deconstruye como argumento validado y reconocido por las generaciones que aún aspiran a consolidar una sociedad rural de los retazos casi diluidos de la antigua formación social.

Comprender el fenómeno de la transición, sobre todo cultural es algo que obliga a hacer uso de elementos teóricos cuya construcción conceptual va mas allá de la descripción de sus características, pues su articulación a la cotidianeidad en términos de cultura, permite explicar significativamente la emergencia de actores que la sociología actual ha categorizado como fenómenos que han marcado una honda repercusión en la formación y consolidación de procesos generadores de rupturas profundas y trascendentales para la sociedad.

Lo anterior no excluye en modo alguno la retrospección en la historia de las situaciones o de los acontecimientos. Por ello, teóricamente es oportuno situar los hechos como han ocurrido en períodos históricos influyentes y claves, sin que lo anterior invalide la prospección y los ejercicios de imaginar organizaciones sociales en escenarios diferentes, construidos a partir de iniciativas colectivas compartidas. Una vuelta deliberada a la agricultura en décadas pasadas en el país y la Región Costa Atlántica es un ejercicio retrospectivo del cual se hacen apuntes, se toman datos y se avanza nuevamente.

El acercamiento a las diferentes fuentes de información (tanto primarias como secundarias), representadas por actores agenciados de experiencias y saberes de la vida rural, y la compilación de sistematizaciones teóricas, se hizo mediante el uso de técnicas como la observación, entrevistas, diálogos grupales (Memoria de Ancianos) y encuestas. La técnica Memoria de Ancianos consiste en diálogos grupales grabados, orientados por una guía de temas, alrededor de los cuales las personas invitadas (entre 4 y 10 adultos mayores cuyas edades van desde los 50 y más años) comentan sus experiencias y conocimientos. La guía incluye los aspectos relevantes ligados a la investigación e involucra aquellos que surjan en el diálogo con las personas que han sido intencionalmente seleccionadas por su relación con la temática de la investigación y porque sobre ellas gravita parte de la historia de la comunidad.

Si bien es cierto, los aspectos básicos de este estudio se encuentran en la investigación realizada por los sociólogos Rosario Joaquín Reales Vega y Rafael Arzuaga Yacub, antes mencionados, una evaluación a los resultados obtenidos permitió encontrar la oportunidad de articular los aspectos conceptuales de la transición que introducía fenómenos como la galopante urbanización en el país (mentalidad del trabajo urbano), a la tenaz resistencia a la aculturación y a la fuerza con que persistían las ocupaciones y los oficios originarios. Tales reflexiones fueron hechas por los miembros del Grupo de Investigación de la Universidad Simón Bolívar, Cultura, Salud y Vida Cotidiana, que bajo la dirección de Rosario Joaquín Reales Vega implementaron el proyecto de investigación Persistencia de formas precapitalistas en Colombia, con la orientación de los siguientes interrogantes: ¿Qué situaciones condicionan el tránsito de los practicantes de la actividad del bultaje por oficios como el jornaleo, el terraje y otros conexos con el agro?, ¿es posible la articulación de actividades como fundamento de incidencia en el origen y fortalecimiento de las relaciones sociales comunitarias?, ¿una formación social de características cuasi- rurales, tradicionales y ancestrales, es permisiva a las manifestaciones de la cultura externa?, ¿qué factor o factores hacen flexible la frontera de las tradiciones de lo rural a lo urbano y viceversa?. El nuevo estudio contó con el apoyo de la Universidad Simón Bolívar y los resultados del mismo se consignan en este libro que con el título Tradición y formas precapitalistas en las relaciones del sistema agrícola en el Departamento del Atlántico. Trasgresión de la frontera de la comunidad rural, se inscribe en los aporte para una nueva mirada, desde una perspectiva holística, hacia la tradición rural de Colombia.

A la espera de las sugerencias que se hagan a este trabajo, los autores creen haber consignado un significativo aporte metodológico y teórico a los nuevos rumbos que se quieran trazar en la perspectiva de los planes de desarrollo en el ámbito del Departamento del Atlántico y la comunidad que específicamente se tomó como escenario de la construcción de explicaciones e interpretaciones, en lo que respecta al sector de la agricultura y las actividades a él vinculadas, en aras de mejorar las condiciones de vida de la población y el nivel técnico de la producción agrícola. Las argumentaciones que en el texto se exponen están abiertas y son flexibles a la consideración y crítica de los estudiosos de los fenómenos que hoy en día son categorizados como cuasi-rurales o en transición; así mismo las interpretaciones colectivas, surgidas de la contextualización de las experiencias y los saberes de quienes creen estar en capacidad de promover formas diferentes de ver la vida de los pueblos con un pasado y tradición rural: libre de las ataduras que la racionalidad le ha impuesto como barreras a los imaginarios de la vida cotidiana, cualquiera sea su ámbito.

1. Una mirada retroprospectiva a la cotidianeidad cuasi rural

APUNTES METODOLÓGICOS 1.1. ESTRATEGIAS DE ACERCAMIENTO En la vida de cualquier comunidad, inherente al desarrollo permanente e interrelación de sus actores estarán presentes ciertos factores que le imprimen dinamismo. Este dinamismo va ligado a la forma cómo la población tanto de sociedades cuasi-rurales*, como citadinas, interpreta y asimila sus estilos de vida, costumbres y tradiciones, con los cuales continua su ininterrumpido proceso de producir, afianzar, construir, transformar, difundir, ocultar, inhibir y reproducir las manifestaciones de su cultura, las que luego mostrará o comunicará con el entorno. Ello es vital y garantía de su permanencia histórica. Las comunidades que evolucionan tanto geográfica como demográficamente sobre la base fundamental de la agricultura, han tenido que conformarse con el conocimiento de su pasado, impulsado por las actividades conexas, es decir, generadas por la práctica agrícola, única fuente de manutención. Sin embargo, este todo general (que es la agricultura como actividad histórica) en su interior ha experimentado procesos de cambio representados por las diferentes ocupaciones, algunas veces profundo; otras veces superficial que le han dado e impreso signos cualitativos y cuantitativos, indicadores de los intentos de independencia para abrirse paso como nuevas actividades, específicas y definidas. Por ello es necesario dar una mirada hacia atrás, hacia el pasado de las comunidades otrora rurales (mirada retrospectiva metódica).

Desde una actividad como el bultaje (unidad de análisis en el estudio) se espera encontrar los primeros vestigios del surgimiento de las ocupaciones en las comunidades cuasi-rurales de la Costa Atlántica, conectadas a la agricultura y su pugna por independizarse de esta última; el desenvolvimiento de las personas que a ella se dedican, articulando sus interpretaciones de la vida, con las de otros, ocupados en oficios diferentes, en un cruce de relaciones desde las cuales se pueda dar una explicación con sentido, a su contribución en un determinado momento, en el proceso de desarrollo de la comunidad. De ahí que esta posibilidad se afianza en una perspectiva de métodos relacionados entre sí al interior de un enfoque histórico- hermenéutico: el Método Regresivo y el Método Etnográfico. Ninguno de los dos son excluyentes. Por el contrario, son articuladores en la interpretación colectiva de las historias de vida y de la realidad social cuasi-rural, a la que Bloch hacia referencia en los siguientes términos: "Para comprender el presente, conviene a menudo, mirar

* En los momentos actuales se cuestiona la existencia de sociedades rurales por cuanto las fronteras de este contexto han sido abiertas por el fenómeno de la urbanización y la globalización de la cultura hacia el pasado. Ningún estudio de la vida rural puede dejar en la sombra la evolución de la estructura social, tan estructuralmente ligado a la evolución propiamente agraria" (1978, 50).

Algo similar planteaba Zuluaga Monedero con respecto a la historia de las sociedades. En efecto decía: "Analizar su historia mostrará hechos importantes sobre su proceso de formación, su ubicación en anteriores formas históricas, la necesidad por las que ha tenido que pasar" (1972, 69). El mismo autor expresa que en las investigaciones con enfoques de esta naturaleza, en sus primeros avances transitan por una característica no permanente, aparente, descriptiva, porque al apropiarse de cada parte, de todos los detalles del objeto analizado se tiene que describir sus cualidades más relevantes. De ahí que se pasa por un momento empírico, necesario, de reconocimiento del objeto, "garantizando con ello no perder de vista la individualidad de cada elemento, aquello diferenciable del resto del conjunto"(69). En la medida que se adquiere mayores acercamientos hacia los sujetos del proceso, la investigación pasa cualitativamente del recuento y descripción, a la interpretación y validación de hechos y sucesos por parte de quienes participan en ella. Así, una especie de triangulación posibilita opciones novedosas de interpretación, pues la información generada de las encuestas, en su totalidad de carácter cuantitativo, al relacionarse con la interpretación de las conversaciones, luego validada por actores significativos del proceso, mediante la implementación de técnicas cualitativas (grupos focales y memoria de ancianos), asocia la posibilidad de cualificar la red de datos ligados a la historia tanto de las actividades, ocupaciones y oficios, como a la vida de la comunidad; esto es, las formas de asociación, las relaciones existentes, los aspectos socioculturales, el flujo de necesidades y satisfactores, etcétera, propicios para la ubicación de los elementos en su correspondencia e interrelaciones, factores permisibles de configurarlos como fundantes de una estructura en cuanto a un complejo articulado.

En este ir y venir de relaciones, interpretaciones y apropiaciones con sentido en pro de construir realidades validadas desde la concepción de los actores implicados en el proceso, el uso de técnicas e instrumentos para recolectar información pertinente como la observación, la encuesta, entrevista, diálogos (memorias de ancianos) y grupos focales, complementaron una estructura metodológica y teórica del estudio que, fundamentalmente se apoya en la integración de muestras intencionales de la población que se dedica a actividades directamente asociadas a la agricultura en una secuencia que se inicia con la producción y circulación de los productos agrícolas.

Las personas que formaron parte de la muestra en este estudio responden a características ligadas a las actividades como agricultor, bultero, negociante, propietario de carro, chofer, jornalero y todas aquellas conexas a la agricultura. Al configurar un listado de individuos (hombres y mujeres) que integran los grupos con los cuales se desarrolló el trabajo, se asume el riesgo del "olvido involuntario". Sin embargo, es importante que las nuevas generaciones de la comunidad y las poblaciones vecinas estén enteradas y reconozcan el aporte que a partir de la información suministrada al estudio sirvió para hilvanar parte de esta historia. Una historia de relaciones sociales, económicas y culturales que en gran medida es una ruptura con lo establecido, en aras de ofrecer una perspectiva diferente, nunca antes expuesta. En el siguiente Cuadro se muestran los nombres de los integrantes de cada uno de los grupos que participaron en el estudio, identificados por su actividad principal, con la cual se les reconoce en la comunidad, sin que se le invalide su dedicación a otros oficios cuando se presentan las dificultades que a lo largo del estudio tomado como referencia en este libro, se presentan y analizan en detalles.

Cuadro 1. Grupos productivos y de trabajo existentes en Santa Cruz (participantes en el estudio).

edu.red

Integrar dos grupos entre jóvenes y ancianos – hoy se denominan adultos mayores- conformados (cada grupo) por 12 personas con una edad promedio entre los 25 y 70 años fue una tarea de cuidado. A cada miembro de los grupos se le asignó un suplente quien remplazaría al principal y/o entraría en la medida que la información aportada por el primero tuviese que complementarse o el otro no asistiese a las sesiones grupales. Los miembros con 50 años de edad en adelante fueron organizados bajo la técnica Memoria de Ancianos que posibilitó la combinación en la selección de campesinos como tal y exbulteros actualmente dedicados a las labores del campo. Los diálogos suscitados en el grupo focal (técnica diferente a la anterior), fueron orientados mediante una temática alusiva a la situación de los trabajadores del agro y los vinculados a actividades conexas. Fueron en total cinco sesiones con grupos de bulteros, campesinos, agricultores, negociantes y propietarios (los patrones). Cada diálogo fue hecho con personas diferentes. En cuanto a las encuestas, fueron aplicadas a familiares de bulteros y choferes de vehículos transportadores de carga. Las observaciones hechas en el contexto de la ejecución de las actividades conexas a la agricultura, constituyeron un seguimiento a las ocupaciones, tanto en el ámbito de la comunidad de Santa Cruz como en el lugar al cual se trasladan los productos para la venta: en la plaza del mercado en la ciudad capital del departamento del Atlántico (Barranquilla). La observación se extendió hacia otros municipios (Repelón, Sabanalarga y Baranoa) en los cuales estas actividades son tradicionales. El material fotográfico incorporado a este trabajo da cuenta de la forma como se ejercen las actividades de las cuales se ha hecho referencia. El desempeño del oficio comparado con la práctica actual, en cuanto a su dinámica sigue siendo similar al del período del estudio (1981-1983).

* En oportunidades, asumían el papel de agricultores, campesinos, negociantes, de acuerdo a las circunstancias.

Los resultados de este proceso no hubiesen sido posibles sin la cooperación decidida de todas las personas que, conscientemente, "sacrificaron" sus ratos de descanso para atender diligentemente cada una de las exigencias rigurosas y metodológicas del estudio. Si se trata de reconocer méritos, todos los participantes son receptores de los agradecimientos sinceros de los autores, en especial, Álvaro Beltrán del Río, Ébulo Berdugo Vega, Javier Reales Figueroa, José Pérez (q.e.p.d.), Cayetano Jiménez, William Beltrán, Silvano Bustos, quienes con sus aportes y luces, permitieron reunir durante muchos domingos el interés de los demás miembros del colectivo.

1.2. RELACIONES DE DEPENDENCIA EN EL DERRUMBE DE LAS TRADICIONES AGRÍCOLAS EN EL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO La población agrícola en Colombia, para 1970 constituía la gran mayoría de la nación, y el terrateniente apareció como la persona que se apropió de los medios eficaces para la producción, gracias al monopolio de la propiedad sobre la tierra (el suelo), y el sobretrabajo de los productores inmediatos (jornaleros, arrendatarios, colonos, etc.). Esto por consiguiente, da a entender que el dominio sobre la tenencia del suelo, llega a convertirse en el principal elemento que atrae la producción y por lo tanto, genera riqueza a quienes poseen dicha propiedad.

Ciertos economistas a los que aludía Marx en sus escritos de 1888 (1977, 728), tienen razón cuando pretenden que toda producción y, por lo tanto todo desarrollo del capital, tiene como base natural la productividad del trabajo agrícola. Si el hombre no fuese capaz de generar, en una jornada de trabajo, más medios de subsistencia y por lo tanto, más productos agrícolas de los que necesita cada trabajador para su propia producción; si la inversión cotidiana de su fuerza de trabajo total apenas alcanzara o bastara para producir los medios necesarios para subsistir, no se podría hablar de sobre producto ni de plusvalía. Una productividad del trabajo agrícola que vaya más allá de las necesidades individuales del trabajador es la base de cualquier sociedad y, ante todo, de la producción capitalista, que retira a una parte cada vez mayor en la sociedad de la producción de medios de subsistencia inmediatos, para convertir a algunos integrantes en unidades libres dejándolos en disponibilidad para su explotación en otras esferas.

En tales condiciones, la relación de dependencia económica no necesita un carácter más duro que el sometimiento al Estado. En este caso, el Estado es el terrateniente soberano, y la soberanía no es más que la concertación, a escala nacional, de la propiedad sobre la tierra. Así lo concebía y hacía conocer en su tiempo Marx:

Esta forma económica específica en que a los productores directos se les arranca sobre trabajo no pagado, determina la relación de dependencia: es la base de todas las formas de comunidad económica, nacida directamente de las relaciones de producción, y al mismo tiempo, la base de su forma específica política. En la relación inmediata entre el propietario de los medios de producción y el productor directo hay que buscar el secreto más profundo, el cimiento de todo edificio social y, por consiguiente, de toda forma política que adopta la relación de soberanía y de dependencia, es decir, la forma específica que adopta el Estado en un período dado (735).

En las condiciones anotadas y teniendo en cuenta que ante la concentración de la tierra en pocas manos, los integrantes de la comunidad que laboran en tierras consideradas libres, se ven en la necesidad de someterse a las condiciones impuestas por los propietarios para poder seguir trabajando y lograr la subsistencia propia y la de los miembros de su familia. Unos colocados bajo la condición de aparceros, obligados a pagar el tributo de la tierra utilizada, dejándola sembrada con pastos; otros pagando su utilización en dinero (arrendatarios), pero en todo caso, ambos obligados por imposición unas veces, por tradición otras, a vender el producto agrícola al propietario o a algún recomendado suyo.

Al principio, la concentración de tierras en tan pocos propietarios se justificaba como un premio al trabajo o al esfuerzo de quienes entendían que el progreso estaba al lado, siempre de personas con fortuna. Tal apropiación y reconocimiento se fue diluyendo en la medida que la frontera de la iniquidad se amplió y las diferencias entre desposeídos por naturaleza o violencia se hizo ostensible. ¿No fue acaso la falta de propiedad sobre la tierra y la renta que la grava lo que obligó a gran cantidad de personas dedicadas a las actividades agrícolas a aventurarse hacia diversos sectores de explotación sin una estabilidad que le permitiera mejorar sus condiciones de vida?; y ¿no fue esto mismo lo que los convirtió individualmente en emigrantes, en busca de una mejor remuneración?. Para el caso de los pequeños propietarios, la falta de capital, la no disposición de elementos técnicos adecuados, contribuyó en su llegada forzosa a otros sectores de explotación en calidad de trabajadores inestables.

Factores como, la falta de propiedad sobre la tierra, la tenencia de la misma, la carencia de capital, etcétera, inciden y son base fundamental para la creación de múltiples ocupaciones que giran en torno a las relaciones del agro que al articularse con otros elementos de la dinámica de la sociedad, contribuyeron en el desarrollo económico y social de las comunidades en el departamento del Atlántico.

En Santa Cruz, comunidad de corte transitorio entre lo rural y lo urbano, para el año 1984, como ninguna otra representaba la recepción de relaciones precapitalistas cuya base fundamental provenía de la tradición agrícola, y como en ninguna otra población las ocupaciones fueron en gran medida propulsoras de la dinámica socioeconómica y cultural, decisivas en la conformación de grupos sociales, identificados por el oficio que profesaban. Población ubicada al sureste del departamento del Atlántico, tiene vecindad con comunidades del departamento de Bolívar. En el censo de 1973 la población contabilizada era de 2.003 habitantes, de los cuales el 25% representaba a grupos cuyas edades oscilaban entre 0 y 10 años; el 56% de 11 a 21 años y el resto (19%) de 22 años en adelante. La principal fuente de ingresos de la población provenía (para la época del estudio) de la agricultura, con la cual abastecía diariamente a los grandes centros de mercado regional y comercio, como Barranquilla, la capital de la Región, Cartagena y lugares de afluente movimiento de mercado (Sabanalarga, Baranoa y Soledad). En este pequeño poblado (corregimiento del municipio de Luruaco), a dos horas (por carretera) de la ciudad de Barranquilla no es muy específico determinar la existencia de clases definidas; más bien se presenta una composición heterogénea donde los más definidos en cuanto a su posición social son los campesinos, y algunos grupos de la denominada aristocracia pueblerina, surgidos de cierta acumulación de incipiente capital cuya fuente la constituyó inicialmente la producción de caña de azúcar (zacarocracia), y más tarde la explotación del cultivo de plátano combinado con una incipiente ganadería (plagracia)* de abastecimiento local.

El bultaje (la unidad específica de análisis en la investigación), es una actividad que consiste en el proceso de levantamiento con esfuerzo propio de la mercancía (los productos del agro) en forma de bulto, en hombros del trabajador hacia el interior de los carros que se encargan de transportarla hacia los centros de mercado. Esta actividad es hecha posteriormente a la inversa cuando se llega a cada destino. Históricamente ha existido en la población, aparejada a la intromisión de los primeros vehículos para transporte de carga (tractor con carreta), cuya característica fundamental y el desempeño, no ha variado fundamentalmente, sino la forma como ésta se lleva a cabo actualmente, es decir, las condiciones de trabajo, las medidas, las relaciones, la vinculación, etcétera.

* La existencia de un grupo de agricultores con la expectativa de constituirse en ganaderos incomodó a los propietarios de cultivos como plátano, maíz y yuca, posteriormente víctimas de la invasión de los bovinos.

Bultero es el apelativo casi despectivo (mas bien peyorativo) con que se les conoce (y se les denomina) en todas las poblaciones del departamento (en la ciudad capital tienen otro nombre, coteros, por ejemplo) a los hombres que ejercen y se dedican a esta actividad, generadora de sus ingresos con los que intentan sostener una familia que día tras día les exige más, a quien ellos también mínimamente desearía satisfacer a costa de la explotación de su fuerza de trabajo.

Otras actividades como el jornaleo, la recolección de cosecha, la siembra, etcetera, están relacionadas con el "bultaje" no por la forma como se ejecutan, sino por las leyes que la rigen y que en algún momento determinado se confundieron en una sola categoría: agricultor o campesino.

Quienes venden su fuerza de trabajo en calidad de jornaleros se consideran (aparentemente) libres por no estar sometidos a la voluntad de algún propietario, pero en el fondo no cambian su calidad de dependencia y explotación, en la medida que la práctica diaria e ininterrumpida, les ha condicionado, establecido y hasta consolidado lazos de vasallaje, que los mantiene atados a las relaciones impuestas por quienes al principio les hacían creer en tal independencia. Cuando se consolida la posibilidad para la tierra (la de la nación) de perder su carácter de ser libre –y es que ya aquí no la hay- y la renta sobre ella se grava más, coadyuvando con las imposiciones de los propietarios y las obligaciones que reclaman para con ellos, algunos integrantes de la comunidad son lanzados, desplazados a la fuerza hacia otras esferas de explotación en calidad de unidades libres.

Hombres que para lograr subsistir (casi en condiciones deplorables) se ven forzados a realizar actividades que como el bultaje, por ejemplo, son mal remuneradas. Particularmente el oficio fue anteriormente una dedicación complementaria de las actividades agrícolas, esto es, la jornada agrícola terminaba con esta faena.

Las formas de producción agrícola, incluyendo sus relaciones, que en un pasado histórico fueron las predominantes –en los tiempos coloniales-, en el sistema capitalista actual se encuentran combinadas, mezcladas e influyentes, con otras formas de producción más avanzadas, lo mismo que con otras relaciones. No sólo infieren en la actividad económica fundamental sino, en otras actividades que han surgido como consecuencia de la propiedad sobre la tierra por parte de los productores directos, es decir, los trabajadores agrícolas. ¿Acaso son ellos los que han trasladado estas formas y estas relaciones casi fielmente de la actividad agrícola hacia otras esferas o actividades diferentes de la agricultura? La penetración del capital al campo no fue en todos los lugares un signo de innovación. Ella sirvió en la medida que logró adelantos escalonados en algunos sectores económicos y sociales, pero en otros fue creando un sistema de dependencia y atraso con relación a los primeros. Y es que históricamente los transplantes capitalistas de Europa hacia las colonias de la América española, primero apresuraron el aniquilamiento y resquebrajamiento de formas de producción naturales que, por lo menos mostraban algunos adelantos en comparación con las de otros lugares. Después, la penetración y afianzamiento del capital norteamericano selló los lazos de dependencia que el primero había instaurado.

Es de anotar entonces que la penetración del capital con sus nuevas relaciones económico-sociales, políticas y culturales no fue homogénea, es decir, no fue igual para todos los sectores. De ahí, de esta irradiación casi irracional, surgieron las desigualdades, no solo en el nivel económico, también en lo social, cultural, etcétera, coexistiendo articuladas y, que hoy día están tangiblemente materializadas en las comunidades que aún mantienen una mentalidad ligada a componentes culturales cuasi-rurales, desbordados por el tránsito permanente de las costumbres citadinas que han penetrado sin que se haya dado un fenómeno de asimilación gradual.

Además, el capital no derrumbó de un todo las antiguas relaciones que se daban antes de su penetración (la aparcería, el arrendamiento, el colonato, el bultaje, el jornaleo, etcétera). En cada una de ellas y en sus características particulares, se encuentran las viejas formas, las antiguas relaciones, sin que se olvide o desconozca el estímulo que reciben del capital. En todo este proceso que la penetración del capital ha generado, y cuando necesitaba asegurar su reproducción, teniendo de presente que su primera ligazón la hizo en torno al agro, en la medida que fue implementando nuevas técnicas y prácticas agrícolas, aseguró la obtención de excedentes de los cuales una parte termina en poder del terrateniente.

A partir del supuesto, de que la agricultura al igual que la industria se halla dominada por el régimen capitalista de producción, o sea, explotada por quienes poseen mayor cantidad de dinero y medios de producción, cuya diferencia con los otros estaba en el objeto sobre el que recaía la inversión de su capital, como lo señalara Marx, al expresar que " no es más que el trabajo asalariado que el capital pone en acción y que la dominación e inversión del capital en la agricultura presupone la expropiación de los obreros agrícolas con respecto a la tierra y la sojusgación de éstos a un capitalista que explota la agricultura para obtener de ella una ganancia que va consolidando su dominio" (735), condicionó también de manera inequívoca a que las comunidades rurales, vivieran etapas atrasadas de desarrollo económico y social, debido a su ninguna participación directa en los progresos de la ciudad. Ello de alguna manera genera pocas posibilidades de explorar la capacidad emprendedora, su potencialidad creadora, y que tampoco sepan aprovechar los recursos naturales de que disponen para satisfacer sus necesidades y alcanzar en tales situaciones el máximo desarrollo comunitario.

Podría decirse que las comunidades son pequeños centros de agrupación rural con características comunes, cuyas áreas están delimitadas por las diferentes ocupaciones a que se dedican sus habitantes y también por la disposición de servicios comunes, llevando una vida social desorganizada – para los momentos actuales-, regida por normas tradicionales que le impiden algún relativo progreso.

En una comunidad rural (como la seleccionada en el estudio de referencia, la población de Santa Cruz, Atlántico), en la cual el poco desarrollo de la actividad que es la base de su economía, del sustento y fuente de trabajo de sus habitantes, se ha observado que sobre este criterio de poco desarrollo de la agricultura –como actividad fundamental-, nacen otras ocupaciones que no son su continuación, pero que se mueven bajo relaciones económico-sociales que son propias del agro.

Los estudios que durante el desarrollo de la investigación fueron consultados por su relación a la temática propuesta (aparte de los trabajos de Orlando Fals Borda: Vecindario pobre; las monografías hechas a nivel de comunidades rurales con la orientación de la escuela norteamericana, cuando la Sociología en este ámbito iniciaba sus primeros pasos en materia de investigación en Colombia), han estado girando alrededor de la actividad agrícola como tal, en forma general, referidos a la Región Costa Atlántica, con la intención de detectar y mostrar algunas implicaciones de carácter sociológico y socio económico que produjo el fenómeno de la Reforma Agraria y su Proyecto Atlántico en las comunidades que fueron tomadas como propicias en el departamento, a pesar de que en ellos se muestra la relación de los elementos que van a contribuir en la evolución de las actividades agrícolas y a partir de ella (la relación), una evolución y desarrollo económico-social en las comunidades de su incidencia, el análisis de tales relaciones responden a descripciones de fenómenos y estadísticas. Variables como la tenencia de la tierra son tratadas a partir de un repartimiento y adjudicación hechas por el INCORA, sin tener en cuenta las luchas que dieron dinamismo al fenómeno como la parte opuesta a tales distribuciones que más tarde originaron los lanzamientos por vía legal u obligados mediante el empleo de la fuerza pública.

En los estudios de la referencia, no se señala la gran importancia que se genera de los resultados manifiestos por la Reforma Agraria; descuidan el crecimiento de la población agrícola en el área rural, en los lugares donde se puso en marcha el proyecto de la Reforma en el departamento del Atlántico; no analizan con suficiencia el desarrollo de la producción agrícola y las técnicas empleadas para el beneficio y desarrollo agropecuario, en provecho de una economía y posición social que permita la integración del campesino a ese desarrollo. El más cercano de los estudios al análisis que se reclama, es el que trata sobre aspectos agrarios en el departamento del Atlántico (Guardiola y Reales, 1977, 50-60), en el cual se hace alusión a las manifestaciones sociológicas que repercutieron en cada uno de los grupos de clases (para el caso de los pueblos elegidos en el Proyecto INCORA) vinculados directamente o indirectamente al proceso de producción agrícola. Y también los detalles sobre cómo cada una de las actividades que para la época giraban en torno a la agricultura, se hicieron más dependientes y la explotación de la fuerza de trabajo por la abundancia de la mano de obra balanceada con el trabajo en las parcelas, adquirió mayor carácter.

En este orden de ideas, sin querer dar a entender que las actividades básicamente surgen con la puesta en marcha del Proyecto de Reforma Agraria a nivel del departamento del Atlántico, ellas se proyectan con todas las actividades que impulsa la Reforma, y en los pueblos donde no llegó su buena intención (Santa Cruz por ejemplo), se encontraban en uno de sus mejores períodos de auge al lado de la agricultura desarrollada en la forma más rudimentaria, específicamente para 1978*.

En los documentos consultados que no aluden conceptualmente a la pretendida relación analítica, estaría justificado por su referencia a estudios que pretenden mostrar componentes generales que globalizan la situación actual basada en una actividad específica con algunas variables de tipo económico, social, cultural, etcétera, lo cual cumplen, con suficientes argumentos desde su perspectiva metodológica.

Como quiera que de la agricultura se van a desglosar una serie de actividades económicas, es imprescindible hacer claridad sobre el papel que han jugado al interior de la producción agrícola. En la población de Santa Cruz y en otras más del departamento del Atlántico estas actividades están diferenciadas unas de otras, ya sea por su función específica, por su participación en la producción, por la forma como se realizan, etcétera.

Dentro de estas distintas actividades, y teniendo de presente el carácter de poco desarrollo de la agricultura en Santa Cruz, se evidencia lo que Nahuel Moreno consideraba atraso al interior del atraso, aludiendo a los planteamientos de Trotsky y Novack (1977, 7-19). Este atraso es una característica común que ha jugado un papel importante en la inestablidad económica de alguna de ellas, y que en la actividad de los bulteros cobra mayor presencia porque está dependiendo directamente del nivel de la producción agrícola, de los precios de los productos en la plaza. Esto último sirve en alguna medida para fijar el valor de la fuerza de trabajo, como también es útil el nivel de la producción para establecer un horario de trabajo incondicional, relativo y un determinado número de obreros en los carros de acuerdo a su capacidad.

En todo caso, en lo que compete a la comunidad de Santa Cruz particularmente, pero válido para otras comunidades con sus características específicas, la agricultura aparentemente aparece como una actividad para los del campo, que si se le sabe explotar con la disposición de los medios de producción, puede constituirse en una fuente de ingreso estable, y si se utiliza a quienes se dedican a ella y a otras actividades que giran en torno a sus relaciones, es una fuente de riqueza segura.

*Se ha de tener en cuenta que antes de la Reforma Agraria en casi todos los pueblos del departamento del Atlántico que tuviesen una alta producción agrícola y que contara con vehículos para transportar los productos hacia los centros de comercio, tenían para la ejecución del trabajo del levantamiento de los bultos, a un grupo de hombres (cuadrilla) dedicados a esta actividad: son los "bulteros". La elección de algunos pueblos para formar parte del beneficio del Proyecto Atlántico del INCORA, no eliminó pero si opacó esta actividad. En lugares específicos como Santa Cruz , Luruaco, Las Caras y Cien Pesos – Valle Rico- (los últimos dos se mencionan para tenerlos en cuenta a partir del año 1980) que no formaron parte de los beneficios, la actividad tuvo una dinámica y auge no conocido hasta ese momento.

Esto último hizo el capital y sus poseedores; esto mismo hacen los terratenientes y pudientes económicamente en la agricultura y demás actividades generadas, disfrazados de agricultores: aprovechar la fuerza de trabajo de los obreros agrícolas. Como consecuencia del lanzamiento a los que directamente estaban vinculados al proceso de producción agrícola, se fue consolidando el círculo vicioso del atraso histórico que hoy se refleja en los grupos productivos y en las actividades conectadas a la agricultura.

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Figura 1. Es el tiempo propicio para el corte de caña de azúcar.

2. Agricultura y capitalismo en colombia. La interpretación de las relaciones precapitalistas en las actividades agrícolas (1890-1983)

2.1. LA INTEGRACIÓN DE HISTORIAS DESDE COMUNIDADES DEL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO "Las inteligencias son como los paracaídas: sólo funcionan cuando están abiertos". (L. Pauwels y J. Bergier) La última década del siglo XIX trae una serie de cambios que en materia agrícola se habían presentado a partir de la segunda mitad del siglo XVIII en la agricultura colonial, provocada por causas internas y externas, que van a determinar el desarrollo histórico del país durante el siglo XIX. Por ejemplo, como cambios internos – que fueron los primeros en presentarse-, la Mita Agraria establecida a principios del siglo XVII, empieza a perder importancia, al utilizar la Hacienda nuevas formas laborales a mediados del siglo XVIII, combinado con la decadencia de los Resguardos que eran los proveedores de fuerza de trabajo y alimento para los pequeños núcleos urbanos, afectados por la irrupción de la Mita, con la cual se había iniciado la disolución de las comunidades indígenas.

Sobre el particular, Fabio Zambrano Pantoja se muestra de acuerdo con lo que plantea Margarita González con respecto a la extinción de los Resguardos, cuando dice: "La producción de alimentos comenzó a ser realizada por la Hacienda, la que no sólo se beneficiaba del deterioro de la economía de los Resguardos sino que lo propiciaba. En efecto, al ser desplazados los Resguardos, se traducía una buena parte en un engrosamiento de la población que residía en las Haciendas." (1982, 139). Por otro lado, al expandirse territorialmente la Hacienda, se presentaba la pérdida de bienes territoriales para los indios y el decrecimiento de la producción en los Resguardos como resultado de las normas de la Hacienda, la cual favorecía directamente, según Zambrano Pantoja, "el desarrollo de la productividad de éstas, vinculados a un comercio cada vez más extenso." (140).

También el proceso acelerado de mestizaje durante el siglo XVIII cambia la composición étnica de la población colonial y permite que la Hacienda incorpore recurriendo a nuevas formas de contratación, fuerza de trabajo diferente a la indígena o a la esclava. Por eso, al poco tiempo de desaparecer la Mita Minera, sucumbe la Agraria, y empieza a surgir el arrendamiento y con ello aparece el peonaje agrario como forma de trabajo libre. Las causas externas se pueden remitir a las reformas borbónicas planteadas a mediados del siglo XVIII con las que la Corona Española comienza a establecer nuevas relaciones con sus colonias, obligada por el querer recuperarse económicamente. Carlos III con una nueva visión del Estado español establece una relación con las colonias, distinta a las que rigieron en los dos siglos anteriores. Comenzó a estimular las economías coloniales para que éstas se convirtieran en proveedoras de productos primarios, a la vez que se convertían en mercado para las manufacturas españolas.

En el contexto colonial plantea el citado Zambrano, "estas transformaciones implicaban cambios internos en la economía colonial. Así, la tierra adquiere más importancia como factor productivo y comienza a convertirse en objeto de comercio, a ser poseída por propietarios privados con libertad para comprarla y venderla." (140).

La comercialización de la tierra en aras de la productividad, si se le independiza (como en efecto ocurrió para defender la escalada de usurpación masiva) de los fenómenos conexos que generó en contra de los propietarios naturales, constituyó una clara ruptura con las antiguas relaciones, y la aparente benévola política de protección de los derechos de los indígenas sobre la tierra comunitaria fue consolidando a través del establecimiento de la Real Cédula (del 2 de agosto de 1780) el dominio privado sobre la tierra. De todas estas transformaciones se fue gestando el aparecimiento del campesinado, de la fuerza laboral indígena que al decir de Orlando Fals Borda, "tomó cursos diferentes, con una parte permaneciendo libre o dispersa, otra organizándose en resguardos y otra fijándose a la Hacienda. Luego se añadieron los esclavos provenientes de Africa. Unos vinculados también a la Hacienda. Finalmente se sumaron otros grupos de labradores pobres provenientes de la misma España, o mestizos y otros desplazados de los pueblos de indios y de las parroquias de blancos recién fundadas". (1975, 52).

Al presentarse la propiedad individual sobre la tierra – lo contrario de los Resguardos- de una clase de personas dispuestas a desarrollar la producción agropecuaria en beneficio de un mercado metropolitano (España), se quería justificar el sentido más racional de las reformas introducidas. En cierta medida, en la Costa Atlántica los hacendados se interesaron por impulsar una agricultura de exportación aprovechando las facilidades del transporte en comparación con las demás regiones del país, pero la expectativa por la vinculación al mercado mundial provoca o desata el apetito territorial. La consecuencia directa de esto último es la transformación de la gran masa rural en fuerza de trabajo disponible para la Hacienda. A su vez, las reformas contaron con dos obstáculos: por un lado los terratenientes criollos, las comunidades indígenas y demás agregados, y de otro, la gran población desposeída de mestizos y blancos pobres.

Con el propósito de solucionar el conflicto, la Corona Española se inclinó por convertir a los hacendados criollos en los únicos propietarios posibles y les ofreció el mercado externo como alternativa para la acumulación de capital. Al respecto, se destacan por su importancia los planteamientos hechos por el citado Zambrano Pantoja con una clara exposición sobre el arrebato de tierras cuando dice que "la población desposeída, a la que se le impedía el acceso a las tierras libres, fue convertida en jornaleros o agregados." (141). Y se impuso el criterio como principio básico de considerar la gran propiedad individual como el único orden racional y natural.

En resumidas cuentas, las reformas borbónicas introducen cualitativamente un cambio, que es el más importante en la historia de la propiedad agraria colombiana. Importante porque la tierra comienza a transformarse en mercancía a la que tienen acceso sólo aquellos que la pueden comprar. Esto se da por el afán de la Corona de incentivar la agricultura de exportación, creando expectativas entre los propietarios criollos que aprovecharon las facilidades ofrecidas para ampliar sus propiedades en una forma acelerada. Es este el proceso que, iniciado por la Corona Española y acelerado por los criollos cuando asumieron el poder, se extiende durante todo el siglo XIX, hasta 1920 cuando adquirió nuevas características.

Para comienzos del siglo XIX existían en Colombia cuatro regiones socioeconómicas, basadas principalmente en el intercambio económico: la Región Central, la Región Caucana, la Región Antioqueña y la Región Costeña (177). En la Región Costeña, Cartagena era el centro, y estaba compuesta por Mompox, Santa Marta, Valledupar, Tenerife y Tolú. Su actividad económica fundamental era la ganadería acompañada por el cultivo de algodón y cacao. Fue ésta una de las regiones más prósperas al finalizar la colonia, y con mayores posibilidades de crecimiento (era la segunda en volumen, con el 20.7% del total de la población del Virreinato; contaba con la segunda y tercera ciudad como eran Cartagena y Mompox, respectivamente); el aparecimiento de una burguesía comercial y el fomento del contrabando. A pesar de ser la ganadería su principal actividad productiva, con exportaciones de carnes y cueros hacia las Antillas, a partir de 1704, la salida de productos como algodón y cacao le dan incentivos al desarrollo agrícola en la Costa Atlántica.

Desde inicios de la Colonia, el control de la fuerza de trabajo se realizó a través de la vigilancia en el acceso a la tierra. Con la implantación de las reformas borbónicas y las nuevas posibilidades de desarrollo, este proceso se acelera. La gran mayoría de las tierras en la Nueva Granada permanecían en manos de una minoría bastante reducida. Los que iniciaban algunas actividades de colonización difícilmente obtenían la propiedad sobre sus mejoras, al resultar éstas adjudicadas a los hacendados terratenientes. Fue este estilo de control de la propiedad sobre la tierra el que constituyó el factor que determinó la estructura agraria en la Colonia y en el siglo XIX. De aquí resultaron las formas de contratación de la fuerza de trabajo: aparceros, agregados, colonos, jornaleros. Estas formas de contratación se dieron por la concentración de la propiedad, teniendo en cuenta la población rural que forzosamente dependía de las Haciendas, ya fuese viviendo en ellas como los aparceros, agregados o esclavos; o trabajando ocasionalmente en ellas como los jornaleros y colonos.

En todo caso, a pesar de la abundancia de tierras, en la frontera agraria el latifundio tiene acceso prioritario a ellas, en gracia al interés monopólico, con lo cual se genera otra dinámica: el latifundio siempre estará persiguiendo constantemente la frontera agraria. Precisamente, el acelerado interés por hegemonizar y ampliar el dominio sobre la tierra fue lo que propició los enfrentamientos agrarios a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Desde este punto de vista, el latifundio en una economía agraria permite una alta concentración del ingreso y del poder político que fue lo que facilitó la prolongación (durante el siglo XVIII y XIX) de los privilegios de la Encomienda y la Mita Agraria a través del monopolio sobre la tierra.

Las condiciones de crecimiento de la agricultura se dieron dentro de un marco tradicional, que a la vez respondía a los crecimientos de la demanda externa o interna, pero sin la incorporación de mejoras técnicas que la constante oferta permanente de tierra y la creciente oferta de fuerza de trabajo permitía, ayudado además por una legislación que facilitó el acaparamiento de la tierra. Al no responder esta agricultura tradicional con rapidez a la demanda interna de alimentos, comenzaría su modernización, algo no necesario antes, pues existía disposición de fuerza de trabajo que, aunque escasa, era económica, factor que determinaba los aumentos de la producción. La "modernización" en la agricultura sucedería después de 1920 con la decidida penetración del capital al campo.

La exportación de productos agrícolas sufrió un serio problema al entrar en decadencia la única fuente de inmigración como era la mano de obra esclava en el siglo XVIII. Al existir dificultades en la trata de esclavos, la Corona se inclinó por la utilización de la población nativa compuesta por mestizos, blancos pobres e indígenas, alternativa avivada por la Hacienda, la que legalmente se utilizaría como forma de contratación hasta que la entidad entró en decadencia. La más común de las modalidades de vinculación fue la aparcería y puede ser considerada como puente intermedio entre las dificultades de aumento de la esclavitud y la posibilidad de desarrollar el trabajo asalariado. La aparcería y los otros tipos fueron las formas de contratación mas expeditos y de menor riesgo para el dueño de la tierra, porque entre otras razones así el terrateniente no cargaba con todo el riesgo de la producción, sino que era compartido con el aparcero o colono, empleando jornaleros asalariados para trabajos específicos.

A pesar de que la mayor parte del trabajo de la población agrícola estaba destinado a producir los alimentos para subsistir, debido a la baja productividad, no se puede plantear que al finalizar la Colonia y a comienzos de la República, la agricultura era de subsistencia o una economía natural de auto-consumo. Cierto es, que en algunas regiones o comunidades se podría aludir a la existencia de este tipo de subsistencia pero que se acogía a la participación de las unidades productivas dirigidas en dos direcciones:

– La vinculada al mercado cerca a las ciudades que podía denominarse agricultura de exportación – La de subsistencia, a la que se agrega la inmersión de la población en un sistema de autosuficiencia parcial que el acertado Zambrano define como "en el que, aunque la mayor parte producía su propia alimentación, también la suministraba, a través de la Hacienda, a la población no agrícola" (146).

Según Zambrano Pantoja, para mayor precisión se podría dividir en dos las unidades productivas. Una es la parcela de subsistencia como la unidad económica más importante, en la que recae la actividad productiva y en la que se encuentra la mayor parte de la población, extendida por todo el país, basada en la agricultura y la pecuaria, con técnicas rudimentarias, de productividad mínima y aunque se dispusiese de capital y técnicas más adecuadas, el producto de su trabajo tendría poco o ningún valor económico por la estrechez de los mercados regionales, sin que se diga que estaba parcialmente ligada a éste, por el contrario, el campesino de la parcela no estaba por fuera. Estaba ligado además a otra unidad productiva, La Hacienda, conformada por varias parcelas cuyos propietarios normalmente eran poseedores de la tierra. La hacienda fue la encargada de comercializar el pequeño excedente de las parcelas que la integraban.

Aunque la parcela de subsistencia es la unidad económica más importante, a largo plazo es más significativa la Hacienda, la más adecuada para desarrollar la acumulación de capital y establecer también la agricultura de exportación a partir de 1850. Desde el punto de vista social y político, la Hacienda como sistema de poder, hace que una pequeña parte de la población domine al resto, mediante y a través del control de las tierras como ya se había anotado antes.

En el conjunto de la historia nacional, la información que hace referencia a la vida colonial del departamento del Atlántico, en su gran mayoría se encuentra sepultada entre el polvo y el olvido, lo cual le hace aparecer en un inmenso y lamentable vacío. Los estudios al respecto no dan cuenta sobre cómo a partir del poblamiento del Partido de Tierra Adentro o Departamento del Atlántico actual a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, se fue consolidando una serie de actividades y oficios que al evaluar la historia de las ocupaciones desde los tiempos de esplendor de Grecia y el Imperio Romano, ya representaban para la sociedad de la época un aporte significativo en el desarrollo de estas sociedades.

Se tiene conocimiento que desde el proceso de colonización por parte de España, y siguiendo la ruta empleada por Pedro de Heredia hacia Tierra Adentro, éstos eran territorios indígenas que fueron sufriendo transformaciones en la medida que se estableció el conquistador español. Se dieron traslados de tierras de indios hacia curatos o sitios libres como sucedió con Santa Ana de Baranoa (norte de Colombia). Por otro lado se destaca la extinción o la desocupación de algunos sitios de indios que posteriormente fueron ocupados por blancos pobres (españoles) y mestizos, en los cuales se establecieron e implantaron las formas de producción y las relaciones traídas desde la España feudalista.

Es bastante probable que al dejar de existir la Encomienda, dice José Agustín Blanco, "suprimidas por Decreto de 29 de noviembre de 1718, complementándose esas normas el 12 de julio de 1720 y el 11 de Agosto de 1721" (1976, 54), algunos pueblos de indios fueron trasladados hacia otros, o extinguidos y ocupados por vecinos libres. En esta forma algunos sitios del departamento del Atlántico actualmente aparecen sin rastro de indígenas, como si la población que ahora los habita hubiese estado desde su origen asentados en ese mismo lugar.

En su estudio sobre los Mocaná, el distinguido antropólogo atlanticense Aquiles Escalante Polo, se refiere a esta cultura y sus miembros como los primeros pobladores de la Costa Atlántica y Tierra Adentro antes de la llegada de los españoles. Descendientes de la gran familia de los Carib o Caribes; grandes y expertos marineros, los Mocaná fueron esencialmente pescadores que habían penetrado por todo el litoral Atlántico, después de haber pasado por las Costas Venezolanas en sus piraguas con fines comerciales o bélicos. Escalante dice que al llegar a la "región natural que se extiende al norte de Cartagena, sirviéndole de marco el Canal del Dique, el Río Grande de la Magdalena y el Mar de las Antillas, recibieron la denominación Mocaná y venían, según nos cuenta Fray Pedro Simón, de la región comprendida entre Maracapana y Caracas, vecina república de Venezuela" (1982, 37). Aunque todos estos naturales estaban denominados por un nombre común y todos se originaban de los que habían venido a poblar en canoas desde Maracapana, los mocaná eran una tribu de los Malibú, pertenecieron a la gran familia de los Caribes. Complementa estas argumentaciones con lo señalado por Paúl Ribet y los descubrimientos de sitios arqueológicos de cuya existencia se encargó en divulgar el Instituto de Investigación Etnológica del Atlántico.

De acuerdo con los estudios de la referencia, los Mocaná estaban ubicados en todo el centro y el norte del departamento del Atlántico, sirviéndole de límite el Río Grande de la Magdalena por el este y por los pueblos del oeste en los límites con el departamento de Bolívar.

Todo parece indicar que los Malibú se habían adentrado por gran parte del departamento de Bolívar y del interior del país. Las guerras internas entre ellos –se recuerda la pugna entre Cambayo, cacique de los Mahates y la tribu de los Cipacuas- fue factor de importancia aprovechado por el conquistador español para reducirlos y someterlos.

La existencia de tribus que se dedicaban al rapto de las mujeres de otras congregaciones confirma el que hubiese cruce de naturales entre sí (la historia de la humanidad está llena de tantos encuentros, algunos complementarios de saberes entre hordas, otros impositivos y dominantes) y por lo tanto, el que algunos pueblos fueran quedando sin pobladores indígenas, abriendo la oportunidad posteriormente, durante el período de colonización y desalojo brutal por parte de los españoles hacia los naturales del territorio, convirtiendo esta parte del mundo (el Partido de Tierra Adentro) en asentamientos con el calificativo de vecinos libres, no evade la responsabilidad histórica que les compete con la despedida de las formas originales de producción y relaciones sociales, para instaurar de manera impositiva sus instituciones feudales. Estas razones dan paso a la propuesta del historiador Blanco en el sentido de situar asentamientos indígenas en el actual territorio del departamento del Atlántico, contra lo dispuesto en las informaciones básicas para el establecimiento de las reformas del Virrey Eslava en 1745.

El Mapa reelaborado por los investigadores y autores de Persistencia de Formas Precapitalistas en Santa Cruz, Atlántico (1984)*, es una ruptura con la información aceptada y difundida por la historia oficial lineal. La trashumancia cultural a la cual se hace referencia cuando Attali visiona al hombre de la modernidad en un nuevo re- corrido por el Planeta Tierra (1991, 55-65), auscultando líneas de horizontes ligadas a la vida humana y las expectativas del hombre por satisfacer sus necesidades, en medio de las amenazas y las incertidumbre que dominan el panorama mundial de la actual sociedad. Luego, la trashumancia no es un acto de movilización reciente. Esta indisolublemente ligada a la naturaleza misma de la humanidad, razones valederas para proponer que el hombre que habitó el antiguo Partido de Tierra Adentro, no dejó un palmo de territorio sin recorrer. Era su tierra y el sentido de propiedad que hacia ella sentían los nativos también incluía el amor, el afecto y el respeto.

2.1.1. Aproximaciones a la historia glocal. Para los años 1744 – 1745, Santa Cruz** (departamento del Atlántico, norte de Colombia) aparece como un sitio de vecinos libres y Luruaco, la cabecera municipal, como pueblo indio extinguido, cobijado dentro del área geográfica de un pueblo indio grande como el denominado Turipaná (el mapa propuesto por Blanco evidencia tal ubicación). Para esa misma fecha en la historia oficial aparecen los pueblos del centro-norte del departamento del Atlántico, considerados como de indios y sitios de libres reformados por orden del Virrey Eslava, cuya ubicación, precisa Blanco (51-52) en el croquis del territorio del antiguo partido de Tierra Adentro. Es muy probable que, aprovechando las disposiciones de traslado establecidas por la Corona para algunos pueblos de indios que serían ocupados por vecinos libres, estos territorios de la parte sur del departamento del Atlántico, han podido estar desocupados debido a las guerras internas entre tribus o las libradas con los conquistadores en su ruta (sobre todo la de Heredia).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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