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Tradición y formas precapitalistas en las relaciones del sistema agrícola en el departamento del atlántico (página 5)

Enviado por rosariojoaquin


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Estos aspectos no tomados en su dimensión particular, constituyen las variables pertinentes de un estudio cuya referencia temática fundamental girará en torno a la contribución de cada una de las actividades que en forma particular han incidido en la formación de la mentalidad empresarial en el departamento del Atlántico. Es decir, la influencia de los oficios surgidos desde la agricultura, en la formación del espíritu empresarial de esta parte de la Región Costa Atlántica.

Las dificultades que se presentan en las comunidades – es el caso de las que participaron en el estudio- que aparentemente no conocen la interpretación de su origen, o que no se han ocupado por guardar los aspectos vitales inherentes a su historia, legada por las generaciones anteriores, hace más tortuoso el camino de la emancipación en pro del desarrollo. De estas dificultades propias de la interpretación de los imaginarios desde una visión ligada a lo cuasi- rural se colige o tal vez derivan ciertos niveles de insatisfacción, no tanto por los hallazgos y las sorpresas como tal, o por los logros en el estudio, sino por no haber sistematizado lo que se insinuó durante la búsqueda: la reconstrucción crítica de la historia oficial y lineal, que aunque no formase parte de la investigación en su esencia, sirvió como fuente de referencia para un nuevo proceso de indagación. Pese a tales inconvenientes se tienen los elementos principales con los cuales se ha iniciado un proceso de clasificación y selección y que a manera de iniciación serán utilizados en la nueva aventura del conocimiento: un proyecto que pretende articular investigaciónacción– participación de los actores.

Tal vez el intento responde a los anhelos, expectativas y deseos, ahora conciliados y compartidos por los habitantes de las comunidades que han estado vinculadas en estudios similares en el departamento del Atlántico. Si se quiere, es el propósito por dejar plasmado el pasado histórico de las ocupaciones y los oficios, con su trascendencia en el desarrollo y el estilo de vida de los habitantes de la Región Costa Atlántica.

El estado actual de las actividades y ocupaciones en su relación con la situación agraria no sólo en las comunidades que participaron en el estudio, sino en el ámbito del departamento del Atlántico y la Región permite percibir una especie de transición que ha acentuado la crisis en todos los niveles de necesidades básicas de la población. Las mismas circunstancias hacen posible la aparición de expectativas en algunas localidades en torno a las bondades de proyectos como los implementados por el desaparecido Departamento Rural Integrado DRI para constituir cooperativas. Tal fue el caso en las comunidades de Santa Cruz, Arroyo de Piedra, Cibarco, Repelón, Campo de la Cruz, El Guamo, San Juan Nepomuceno, Pueblo Nuevo, Guaranda, María La Baja, Cereté, Purísima, Majagual (para citar algunas de la Región de las cuales se tiene información de estudios al respecto), en las que se consolidarían instituciones receptoras de los productos del agro, en búsqueda de mejor demanda (se hacía referencia a un mercado que garantizara la compra de la producción en cualquier época del año, de manera permanente y a buenos precios), para beneficio de los asociados y de la comunidad en general. Aún cuando el beneficio recaía directamente sobre los socios y miembros de las instituciones cooperativas y la alternativa fue considerada viable, el ejercicio no fue extensivo a considerar otros grupos que también estaban ligados y dependían de las actividades agrícolas y que por supuesto vieron en las organizaciones proyectadas, los enemigos que acabarían con sus oficios.

La nueva situación, surgida de la solución parcial al problema del mercadeo de los productos agrícolas, y materializada ahora en los intermediarios (negociantes) locales, generó enfrentamientos entre los diferentes grupos, mucho antes de constituirse cada cooperativa.

En todos los pueblos de la Costa Atlántica con grupos productivos vinculados a las actividades de referencia en el estudio, se afrontaron estas vicisitudes cuya trascendencia generó éxodos hacia otras ocupaciones en lugares diferentes a los natales. El retorno bajo las circunstancias que se han descrito en el estudio han puesto de manifiesto una serie de relaciones que articuladas a las interpretaciones de la cotidianeidad desde diferentes formas de ver el mundo, asoman un despertar desesperanzador con respecto a la actual vida comunitaria cuasi-rural que se debate entre el abandono definitivo de las costumbres y las relaciones ancestrales y el arraigo por las nuevas tendencias de las manifestaciones de la cultura globalizante. El galopante crecimiento de las comunidades otrora rurales ha planteado la necesidad de la transgresión de la frontera agrícola en detrimento de las zonas productoras de alimento; las zonas de respiración del ecosistema; los campos considerados el habitat de las especies animales; los denominados ojos de agua (ojos de la vida natural y social) de los cuales brotaban los manantiales, los arroyos y riachuelos que luego verterían sus aguas para hacer fértiles los sitios de labranza. Hoy son el testigo evidente que se debate en agonía por recuperar el estado y el lugar que la naturaleza le asignó y que la racionalidad del bienestar progresivo le usurpó.

En estos tiempos, una mirada de los herederos de aquellos hombres y mujeres que en otro tiempo sacrificaron ratos de su existencia contemplando el fastuoso espectáculo que brindaba la naturaleza con un amanecer o una radiante noche de luna clara, rogando que siempre fuese así, resulta dolorosa, triste y nostálgica. Comparada con la percepción de los herederos de quienes en otro tiempo se enfrentaron fieramente por la posesión de la naturaleza para explotarla sin consideraciones, devela una de las grandes paradojas del bienestar racional: la pérdida de la visión por el desarrollo de manera sostenible. Ello equivale a la aproximación a construir la siguiente hipótesis: la racionalidad que orienta y explica el bienestar de las comunidades ha opacado y diluido las interpretaciones de la vida cotidiana desde los saberes y su relación con los sentimientos que unen de manera indisoluble al hombre y la sociedad con la naturaleza.

Las plazas de mercado tradicionales de Barranquilla para la época del estudio (Sector de El Boliche y Barranquillita) y el mercado de Sabanalarga fueron los escenarios en los cuales se referenciaron empíricamente las consecuencias de las alternativas de soluciones al problema del mercadeo de los productos agrícolas. Las respuestas dadas (en las entrevistas grupales e individuales) por quienes de alguna manera fungían como comerciantes del agro (negociantes o acaparadores locales) y la actitud que asumieron con respecto al fenómeno de la organización para competir por el posicionamiento del mercado, propuso una mirada a los nuevos escenarios por cuanto estaban influenciados por la visión externa de los comerciantes y/o acaparadores de la plaza central (la metrópoli), quienes a su turno perderían el privilegio de adquirir el producto bajo las condiciones que ellos generaban en el mercado.

Los aspectos citados no son asunto particular de este trabajo; por ello apenas se anuncian en este aparte como un conjunto de variables, cuyos indicadores fueron evidenciados por los investigadores durante el proceso de indagaciones.

De manera general es preciso que se haga referencia a la concepción que los grupos en cada ocupación tienen de la organización. Para ellos la organización se constituye en un referente empírico que se materializa en los resultados positivos que genera a quienes se consideran miembros, sin llegar a precisar el sentido, la visión y la trascendencia del concepto en su contexto (en otros grupos y en la comunidad, tanto próxima como remota) y en la cultura. Los resultados de la organización son concebidos no tanto por el proceso de gestión que exista o se construya, como por el respeto o el reconocimiento que se haga a la labor de quien dirige o conduce la organización. En tal sentido se manifiesta o se hace visible como referente empírico la organización, lo cual desvía las intenciones de quienes quieran dar orientaciones sobre una situación que vista superficialmente, representa un beneficio general, pero que en el fondo contempla o le son inherentes una serie de elementos polémicos y problémicos, con una estructura compleja la cual implica niveles de integración de componentes, por cuanto se dan en su interior intereses que son disímiles en sus aspiraciones de satisfacerlos, propicios a generar problemáticas de envergadura socioeconómica, cultural, política y hasta ética.

Al margen de la opinión de los entrevistados que en su gran mayoría tienen poco conocimiento – al cierre del trabajo de campo-, con respecto a las verdaderas intenciones de la cooperativa en ciernes, las indagaciones preliminares con otros habitantes de la comunidad sobre la situación de los agricultores en Santa Cruz, interesados en oficializar la entidad, plantean el deseo por parte de mercados empresariales en la capital quienes estarían dispuestos a acaparar productos del agro a bajo precio, los cuales pagarían con las prerrogativas que surgen de la compra en "épocas malas". Tales manifestaciones del capital proporcionan una idea aproximada y preocupante al mismo tiempo, de la tendencia con la que surgiría la entidad cooperativa. No todos los que dan loas a la benevolencia del proyecto son conscientes plenamente del posible giro de la situación y de las condiciones que para el nuevo ente se estarían fraguando. En algunos casos la pregunta sobre la posibilidad de constituir una cooperativa en la comunidad dejó perplejos a los interrogados.

En otras localidades del departamento del Atlántico con cierta experiencia en organizaciones cooperativas, la noticia de la intención de los productores campesinos de Santa Cruz les generó poca expectativa. A su juicio la sola idea de una cooperativa de procesamiento o de compra –venta de productos agrícolas no significaría el cambio radical o inmediato en la mentalidad de la población, tal como se estaba acostumbrado a promocionar ante la perspectiva de este tipo de acontecimientos. La gestión debía estar acompañada de estrategias novedosas capaces de captar una actitud de compromiso hacia la satisfacción de intereses más allá de los beneficios para los afiliados o los cooperados. La trascendencia de la gestión tendría que tocar la sensibilidad de las costumbres y la cultura arraigada que, como una herencia atávica alimenta las interrelaciones de la vida cotidiana. En tal sentido la organización no sólo era jurídica, sino de compromiso, gestión y acciones decididas hacia el cambio por parte de los habitantes de cualquier comunidad que durante generaciones han recibido y legado el rico conjunto de tradiciones, costumbres, religiosidad, comportamientos políticos, sociales, económicos, culturales, etcétera, sobre los cuales han surgido, orientado, enseñado y de alguna manera, desarrollado, cada una de las actividades y oficios hoy existentes.

No está lejano el día –es la aseveración de quienes han estado de cerca viviendo los fenómenos desde la cuasi-ruralidad (entre ellos los autores) y sus tendencias- en que los habitantes de las otrora comunidades rurales decidan romper con el último vínculo que los une a la servidumbre del agro disfrazada en la defensa hacia la tierra, independientemente de los consiguientes efectos que desde el actual momento se perciben con la transgresión de la frontera rural por parte del acelerado proceso de urbanización para responder a las necesidades de vivienda de una población que crece en habitantes. Esta situación plantea un nuevo marco y escenario de indagaciones alrededor de la penetración del capitalismo y la sociedad informacional en los espacios supuestamente rurales, que ha diluido la percepción significativa de diferencias que, como dijera Baigorri responden a los "hábitos, actitudes y valores, y más aún en lo que se refiere a las estructuras y relaciones de producción" (1995), lo cual contribuye a fortalecer la afirmación actual, tan en boga, pero también discutible, planteada por el mismo autor: "Vivimos en una urbe global, en la que los vacíos cumplen exclusivamente la misma función que, en términos de microurbanismo, cumplieron los parques y las zonas verdes en la ciudad industrial" (1995).

La anterior aseveración plantea un problema de investigación interdisciplinaria, por cuanto diluida la frontera entre lo urbano y lo rural, las diferentes disciplinas encuentran suficientes referentes empíricos, por cuanto las dificultades generadas por los procesos de cambio jalonados por el fenómeno de la urbanización, desde una perspectiva ecológica y cultural que en los países y regiones menos desarrollados son competencia metodológica y epistemológica de la mirada integral de las ciencias sociales. Y eso es otro devenir. Mientras, se ha de ser casi perentorio en la siguiente afirmación: la frontera rural ahora transgredida no ha quedado abandonada a la tiranía de las decisiones de la ciudad; en los escenarios de lo rural se ha decidido asimilar lo que proviene de la ciudad como bienes complementarios con los cuales se ha posibilitado percibir la importancia de la ruralidad para la sociedad del planeta. Esta visión mantiene la intencionalidad de los estudios que como el que acaba de leer, permiten una vuelta deliberada de los investigadores que ven más allá de lo que la racionalidad ha propuesto como frontera a los saberes.

Se complementa la intencionalidad con las decisiones de quienes han estado interesados en explorar nuevas alternativas de desarrollo para las comunidades de la cuasi-ruralidad, las ocupaciones y los oficios, como el proyecto de Empresas Asociativas de Trabajo al cual se articulan actividades expresadas en granjas comunitarias integrales, que empieza a tomar fuerza conceptual y motivación con el estímulo que propician las experiencias de entidades no gubernamentales que han combinado trabajo – estudio (investigación)- organización –práctica (en términos de academia); especie de laboratorio con proyección en el ámbito internacional, bajo la modalidad de convenios de cooperación. La alternativa tiene un fuerte componente de tradición renovada a partir de los acercamientos entre la cultura de la ciudad cuya fuente primigenia es el campo (el arraigo se encuentra en todas las comunidades citadinas asentadas en el sur, oriente, norte y suroccidente del Distrito de Barranquilla, cuya historia está ligada a las movilizaciones de sus habitantes desde todos los puntos rurales de la geografía de la Región Costa Atlántica, hace más o menos 40 años) y que hoy se mantienen gracias a la transferencia oral permanente de saberes y costumbres. Es en definitiva, una vuelta deliberada a los ancestros, a los orígenes y a la recuperación de los valores que desde la tradición, establecieron los cimientos de la cultura universal, que cuando se resiste a las pretensiones de cambio condicionado, es vapuleada por la historia oficial que la considera atrasada, rudimentaria, opositora y peligrosa para el desarrollo de los pueblos.

En fin, es la oportunidad de plantear un pretexto que invita a la reflexión crítica en torno a no seguir validando el viejo proverbio de repetir la historia por no conocerla.

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TRADICIÓN TRADICIÓN Y FORMAS PRECAPITALISTAS EN LAS RELACIONES DEL SISTEMA AGRÍCOLA EN EL DEPARTAMENTO DEL ATLÁNTICO. TRASGRESIÓN EN LA FRONTERA DE LA COMUNIDAD RURAL BARRANQUILLA 2006.

 

 

 

Autor:

Rosario Joaquín Reales Vega.

Rafael Arzuaga Yacub.

Oscar Ballestas Saumett.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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