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Introducción a la Socio Biología (página 2)


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Lo primero que destacan los sociobiólogos es que la relación entre los dos sexos no es de cooperación, sino más bien de conflicto de intereses, en busca del mayor éxito reproductivo individual. Dawkins lo denomina la "batalla de los sexos": "Tanto el padre como la madre están interesados en cooperar en la cría de sus hijos, debido a la inversión genética del 50% en los mismos hijos. Sin embargo, si uno de los progenitores logra invertir menos recursos en cada hijo, será quien saque mejor partido, ya que tendrá más para invertir en otros hijos, propagando más sus genes. Cabe pensar que cada miembro de la pareja tratará de explotar al otro, intentando forzar al compañero a invertir más en sus hijos" [45].

Hay que hacer notar una característica física importante: la diferencia existente en el tamaño de las células sexuales o gametos que posee cada uno de los sexos. Los gametos de los machos son mucho más pequeños y numerosos que los de las hembras. Y, en opinión de los sociobiólogos, esto provoca que surjan dos estrategias sexuales diferentes. Los machos están más interesados en fertilizar muchas hembras y las hembras están más interesadas en criar a la descendencia, ya que invierten mucho más en cada cría. Ruse apunta que esto provoca una presión selectiva para el adulterio en los machos y un intento, por parte de las hembras de forzar al macho para que le brinde cuidados paternos [46].

Dawkins también recalca estas diferencias: "las hembras invierten más en cada hijo y por tanto, están más comprometidas en su cuidado… El sexo femenino es explotado, y la base evolutiva para dicha explotación radica en el hecho de que los óvulos son más grandes que los espermatozoides" [47].

Estas afirmaciones han llevado a que muchos acusasen de sexismo a la Socio biología: Las hembras son presentadas en un segundo plano, siempre tratando de superar sus desventajas respecto a los machos: los hombres son agresivos, polígamos, y dominan sobre las hembras, ellas son las que cuidan las crías, etc. Biológicamente hablando, machos y hembras son diferentes y despliegan estrategias sexuales diferentes, pero el hecho de estudiar a estas diferencias no debe considerarse en sí mismo como algo sexista.

Sobre la aplicabilidad de este aspecto de la Socio biología a los seres humanos, Ruse opina que "es difícil no suponer que algunas de las diferencias entre hombres y mujeres no sean producto de la selección natural. El tamaño físico de los machos, en relación con las hembras, por ejemplo, no es una función de la cultura. Es un fenómeno común y parece razonable aplicar a los seres humanos las conclusiones socio biológicas en este caso" [48]. Wilson va más allá y piensa que los seres humanos se comportan sexualmente de forma parecida a los animales: "A los machos les conviene ser agresivos e indiscriminantes. A las hembras, ser tímidas y escoger machos saludables y fieles. Los seres humanos obedecen fielmente a este principio biológico"[49].

Se reconoce como un hecho que en la mayor parte de las sociedades los hombres dominan sobre las mujeres; lo que se objeta a la Socio biología es la afirmación de que estas diferencias de comportamiento entre hombres y mujeres están genéticamente causadas. Sin embargo, el hecho de reflejar las diferencias y el hecho de estudiar su posible origen genético no tienen en sí implicaciones sexistas.

Es tradición en el feminismo hacer recaer el origen de los roles de hombres y mujeres de las sociedades en la educación de los niños y las niñas. Sin embargo, sin quitar parte de razón a esta tesis, especialmente en lo que se refiere a la potenciación de esos roles, mis propias observaciones y reflexiones me hacen pensar que las diferencias en el comportamiento entre los niños y las niñas tiene un origen más profundo y previo a la fase educativa donde podrían condicionarse esos roles. Mis observaciones se basan fundamentalmente en mis dos hijos, una niña y un niño mellizos, aunque he observado comportamientos muy similares en muchas niñas y niños en parques y salones de juegos infantiles. Se trata, además, de observaciones realizadas desde la infancia. Los niños, en sus juegos, tienden a competir y a luchar, se enfadan y se pelean con más frecuencia, y les gusta destacar… Las niñas son más pacíficas, no se muestran tan interesadas en competir, y tienden más a los juegos de socialización… Incluso en el mismo juego, participan de forma diferente: los niños lo orientan a la lucha, a la competición; las niñas a la convivencia y a la socialización [50]. Quiero aclarar tajantemente que reflejar estas impresiones no implica una defensa de los hechos, ni afirmar que los mencionados roles deban mantenerse por tener, supuestamente, un origen genético. Desde mi punto de vista, la cuestión es conocer la realidad de la situación para poder tomar las medidas para corregirla y evitarla. El ser más agresivos o más competitivos (en el sentido de gusto por competir) no puede darles ventaja a los hombres en el objetivo de alcanzar puestos de responsabilidad, como acceder a direcciones de empresas, ser jueces en tribunales supremos, o detentar jefaturas de estados. Creo que en condiciones de "igualdad" la mujer probablemente lleva las de perder. Esto, por ejemplo, puede dar sentido a la discriminación positiva y justificar la reserva de cuotas de poder para las mujeres.

Los sociobiólogos buscan también apoyo a sus teorías en el tabú del incesto. Frente a los antropólogos, para los cuales se trata de un hecho cultural, aquéllos opinan que tiene un origen genético adaptativo. Por ejemplo, para Ruse, "los genes que promueven los tabúes del incesto están fuertemente favorecidos por la selección" [51]. Y más adelante, insiste: "La evidencia directa sugiere que la biología humana le hace a uno psicológicamente incapaz de relacionarse sexualmente con aquellos con quienes ha sido criado. El tabú del incesto humano es universal y, hablando biológicamente, altamente adaptativo" [52].

Por último, hay que mencionar la cuestión de la homosexualidad, sobre la que también se mantiene una diferencia de opiniones en cuanto a su origen. Desde el punto de vista genético, parece lógico pensar que no debería mantenerse, ya que no se heredaría, al menos de forma directa. Sin embargo, parece que se mantiene en alrededor de un diez por ciento. Ruse [53] apunta como posibilidad la existencia de un gen homosexual superapto: el gen en sí mismo no sería homosexual, pero podría causar la homosexualidad en el fenotipo.

Agresión

El tercer problema a plantear en este capítulo es el de la agresión. Se trata de una faceta fundamental en la existencia animal, ya que parece presentarse, en mayor o menor medida en todos los animales.

La agresión tiene una explicación en términos de competencia por los recursos, tanto para la supervivencia como para la reproducción. Así lo entiende Wilson: "La agresión entre miembros de la misma especie puede considerarse como un fenómeno de competencia dividido en dos clases: competencia sexual y competencia por los recursos" [54]. Ruse es de la misma opinión y piensa que "la agresión entre miembros de una misma especie se da abundantemente y mucho de ella es genético o innato y mucho también está restringido para apaciguar al agresor" [55]. La restricción en la agresión es otra característica común en todas las especies animales, y parece que su valor adaptativo es claro, ya que las agresiones irrestrictas son más costosas para el individuo. Wilson considera que "existe un nivel óptimo de agresividad por encima del cual la eficacia individual desciende" [56]. Es lógico pensar que pueda ser así, ya que se trataría de alcanzar un objetivo, pero sin poner en peligro la propia vida, que es lo más valioso.

El comportamiento agresivo es un hecho que no es puesto en duda en lo que concierne a los animales, pero que, cuando se extrapola a los seres humanos, presenta nuevas vías de conflicto. La pregunta es ¿pueden encontrarse bases biológicas de la agresión humana?

En este punto quiero resaltar que se suponía de acuerdo con la Teoría de la Evolución que el hombre sería más desarrollado en todos los aspectos, pero como vemos en la actualidad el hombre no se ha humanizado o no es más humano, al contario creo que empezó como un ser muy inteligente según hallazgos de todas las culturas humanas, sobre todo en arte, ya hasta la fecha se han alcanzado progresos en la ciencia, pero la agresión humana se ha vuelto más despiadada hacia sus mismos congéneres y hacia todas las especies que existen en el medio ambiente y hacia todos los recurso naturales.

Los sociobiólogos consideran la agresión humana también como adaptativa para la supervivencia y reproducción del individuo. La competencia por recursos limitados lleva aparejada inexorablemente una lucha, y ser agresivo representaría una ventaja frente al que no lo es. Desde ese punto de vista, se considera que la agresividad humana es una extensión de la agresividad animal. Los seres humanos serían innatamente agresivos y esto se traduciría en diferentes comportamientos que afectarían a la territorialidad, a las relaciones con el otro sexo, al intento de dominio del grupo, y a la manera de resolver los conflictos.

Para Sahlins [57], por el contrario, la agresividad no sería genética: por ejemplo, piensa que las personas que intervienen en una guerra no son necesariamente agresivas, y que muchas de ellas están aterrorizadas. Considera que los hombres luchan por otras causas como el amor al país o el honor e invoca a Rousseau, en El contrato social: "La guerra no es una relación entre hombre y hombre, sino entre Estado y Estado". Sin embargo, al menos en parte, muchas guerras sí son entre o a causa de individuos. Los casos de Hitler, Bush contra Saddam, o Sharon contra Arafat, parecen tener una causa individual como detonante de la guerra, aunque el conflicto de fondo exista. Pero el problema fundamental, es que, más allá de las guerras, parece que no pueden resolverse las disputas enfrentadas de una manera no violenta. ¿Por qué la violencia? ¿Por qué la agresión como método de resolución de conflictos cuando el otro no nos da la razón? No es fácil encontrar una respuesta. El hecho es que la agresión existe tanto en animales no humanos como en humanos. Esa generalidad y la constancia de que, pese a tantos siglos de civilización, no hayamos conseguido evitarla, parecen reforzar la teoría de que tiene un origen genético.

El determinismo biológico

La polémica, las discusiones y la preocupación sobre el determinismo biológico se limitan al caso de los seres humanos; parece que no se pone en duda que los animales no humanos sí están determinados genéticamente. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos cosas: en primer lugar, ¿podríamos hablar de cierto indeterminismo en los animales no humanos?, ¿de cierta "libertad"?. Los animales también eligen y tomas ciertas decisiones, aunque con el matiz fundamental de que no son conscientes de ello. En segundo lugar, el ser humano es un animal, y, según las últimas investigaciones, parece que apenas nos diferenciamos genéticamente de los animales no humanos. Es decir que, en principio, nuestra carga biológicamente determinada podría ser bastante similar. Pero, a la vez, la evolución nos ha proporcionado un desarrollo muy importante de nuestro mecanismo de toma de decisiones, el cerebro, que nos permite una gran diversidad de alternativas de actuación ante el ambiente que nos rodea. Ese órgano directivo tiene la capacidad de tomar decisiones de forma más flexible ante las circunstancias de lo que el resto de los animales pueden hacer. Además, ha permitido el desarrollo de otras capacidades, como el lenguaje y la construcción de herramientas. Pero lo más importante es que el cerebro es capaz de saber que toma esas decisiones, es decir, es consciente de sí mismo. Y, fundamentalmente, eso sería la libertad humana, el hecho de elegir siendo consciente de que se elige.

Está claro que existe un determinismo genético físico, por cuanto nuestras estructuras en ese nivel están construidas según un programa contenido en los genes. En el nivel psicológico, parecen existir algunas alteraciones cuyo origen parece ser también genético como la epilepsia, la esquizofrenia o determinadas psicosis. La propia capacidad para el lenguaje, y con ella el propio hecho de nuestra conciencia, parece tener una base genética. Chomsky piensa que "la facultad del lenguaje puede ser considerada como un órgano del lenguaje en el mismo sentido que el sistema visual, el sistema inmunológico o el sistema circulatorio" y supone que "el órgano del lenguaje es como otros órganos en la medida en que su naturaleza básica es una expresión de los genes" [58].Pero, más allá de esto, ¿hasta qué punto puede extrapolarse el comportamiento animal como modelo del comportamiento humano? Los opositores a la Socio biología insisten en que los seres humanos han trascendido todos los instintos sociales impuestos por la evolución.

Hay quien piensa que es posible hacer Socio biología animal sin extenderla a los humanos, e incluso negando que sea aplicable a éstos; para otros, podría aplicarse en algunos sentidos, aunque el ser humano habría escapado a su biología en los aspectos más importantes; unos terceros, consideran que no hay base objetiva para elevar a la especie humana sobre los chimpancés: la selección natural nos habría configurado y sería la selección natural lo que debemos comprender si deseamos entender nuestras propias identidades.

Para Ruse, la analogía humanos/animales tiene una cierta validez: "Los animales y los seres humanos compartimos muchos atributos biológicos [59] y esos atributos son relevantes para las causas del comportamiento. Los animales tienen un comportamiento causado genéticamente, luego es razonable realizar una inferencia sobre las bases genéticas del comportamiento humano" [60].

Pero esa inferencia ha de tener, necesariamente, unos límites y unos criterios de aplicación. Si bien la Socio biología puede explicar comportamientos sociales de especies animales, como los insectos, el comportamiento social humano tiene poco que ver con el de aquéllos. El comportamiento de los animales está restringido severamente por los instintos y, en nuestro caso, la inteligencia humana nos ha elevado a un plano muy diferente y podemos decir que tenemos "libertad" de comportarnos trascendiendo esos instintos. Una de las diferencias fundamentales, como ya he comentado, es que los seres humanos somos conscientes de nosotros mismos: los animales también eligen, pero nosotros, cuando elegimos, sabemos que lo hacemos y, al menos en parte, que lo hacemos por determinadas razones. En ese sentido podemos hablar de que somos animales racionales.

Por todo ello, no pueden aplicarse, sin más, los criterios socio biológico extraídos del mundo animal al mundo humano. Aun admitiendo esa influencia de la biología en el comportamiento social humano, por ejemplo en la agresión, se trata de una influencia radicalmente mediatizada por nuestras capacidades de comprensión de nuestra propia realidad.

Genética Vs. Cultura

La dicotomía genético/cultural está en el origen de violentas discusiones tanto científicas como acientíficas.

Hay quienes, como Sahlins, mantienen una postura radical en cuanto a la posibilidad de encontrar algún tipo de explicación a la cultura con base en la genética: "La biología es completamente incapaz de especificar las propiedades culturales del comportamiento humano o las variaciones que experimentan éstas de un grupo humano a otro" [61]. Y llega incluso a afirmar que es al contrario: "La biología de la Humanidad ha sido conformada por la cultura, que es considerablemente más antigua que la especie humana tal y como la conocemos. La cultura se desarrolló en la línea de los homínidos hace unos tres millones de años. La moderna especie del hombre, homo sapiens, se originó y alcanzó preponderancia hace unos cien mil años. Es razonable suponer que las disposiciones que observamos en el hombre moderno, y en especial la capacidad de organizar y definir estas disposiciones simbólicamente, son efecto de una selección cultural prolongada" [62]. Wilson entiende la cuestión de forma radicalmente contraria: "Se puede afirmar con certeza que la mayor parte de la evolución genética en la conducta social humana ocurrió durante los cinco millones de años anteriores a la civilización. Por otro lado, la mayor parte de la evolución cultural ha ocurrido desde hace aproximadamente diez mil años" [63]. En mi opinión, parece bastante claro que nuestra historia cultural es mínima ante nuestra historia biológica, y que, por tanto, nuestra herencia cultural es mínima ante nuestra herencia biológica.

Piensa también Sahlins que "entre los impulsos básicos que se pueden atribuir a la naturaleza humana y las estructuras sociales de la cultura humana existe una indeterminación crítica. Los mismos motivos humanos aparecen en diferentes formas culturales, y diferentes motivos aparecen en las mismas formas. Al no haber una correspondencia fija entre el carácter de la sociedad y el carácter humano, no puede haber determinismo biológico" [64].

Pienso que Sahlins hace referencia a cuestiones de carácter antropológico que estarían en un segundo nivel por encima de la Socio biología, y que habría que estudiar de forma distinta: se trataría de las formas en cómo se traduce el comportamiento humano en las distintas culturas y sus condicionamientos. La Socio biología, entiendo, no pretende agotar el significado del comportamiento humano, sino que pretende dar una base científica y "explicativa" a ese comportamiento en su origen. En ese sentido, creo que Sahlins también confunde forma y fondo. Hay que distinguir el hecho de que existan diversas formas culturales del hecho de que exista una relación con un motivo determinado. Por ejemplo, las mujeres pueden querer resultar atractivas para los hombres, y los hombres pueden querer impresionar a las mujeres, y esto puede tener un origen biológico. El que esto se manifieste o se traduzca de diferentes maneras, con diferentes comportamientos concretos, en distintas culturas, no implica, ni mucho menos, que deban existir diferencias genéticas que lo expliquen. El hecho en sí sería lo biológico; las formas, lo cultural.

Por otra parte, también podemos pensar que la propia cultura tiene un origen genético. Se trataría de una capacidad de aprendizaje social, de manera similar al aprendizaje del lenguaje, que sería beneficiosa para los individuos [65]. El propio hecho de ser capaz de asimilar una cultura podría ser genético, y la forma cultural concreta depender de la sociedad en la que se nazca. Ruse admite esta posibilidad: "los sociobiólogos considerarían la cultura como adaptativa para el individuo humano. Los seres humanos ya no tienen todo su comportamiento estrictamente codificado en sus genes; antes bien, sus genes dan lugar a ciertas capacidades o rasgos de comportamiento, que se van especificando mediante el descubrimiento y el aprendizaje" [66], y llega incluso a hablar de un "gen de la cultura".

En este sentido, hay quien postula la existencia de formas de evolución estrictamente culturales, basadas en la transmisión social de información, con cambios evolutivos y herencia. Por ejemplo, Waddington [67] sostiene esta tesis y considera que la ética es necesaria como "sistema portador de autoridad" que posibilite la "transmisión socio genética de información". Y en la misma línea, Dawkins [68], propone el nombre de "memes" para los "nuevos replicadores", "unidades de transmisión cultural o unidades de imitación" que, de forma similar a los genes, realizan esa labor de facilitar la herencia cultural.

Hay que hacer notar también que existen, al menos entre algunos primates, también relaciones y comportamientos de origen cultural. Por ejemplo, Franz de Waal [69] se basa en la definición de cultura como forma de transmisión de conductas no basadas en la genética, y describe cómo los simios imitan las acciones de otros simios o de humanos, aprendiendo conductas que son incluso mantenidas en sus grupos durante generaciones.

Hay también quien, a mi modo de ver, equivoca los términos en la relación genética/cultura. Ruse hace referencia a una cita del "Grupo Ciencia para el Pueblo" (también llamado "Críticos de Boston"), en la que se refleja el problema: "Si la Socio biología es verdadera, deberíamos encontrar que los principales cambios culturales van acompañados de (puesto que son función de) cambios genéticos significativos" [70]. Wilson intenta defenderse de esta crítica sugiriendo que pequeños diferencias en el genotipo pueden desencadenar grandes diferencias en el fenotipo. Sin embargo, para Ruse, esta respuesta es un tanto ad hoc y considera que la crítica tiene cierto peso. Pienso que aquí existe una confusión: no tiene nada que ver el hecho de que existan cambios o diferencias culturales con que la explicación de determinados hechos culturales tenga un origen biológico adaptativo. Por ejemplo, el lenguaje tiene una base genética y se trataría de hecho de una mejora adaptativa, lo cual no tiene nada que ver con que existan miles de lenguas diferentes y que evolucionen continuamente de forma cultural. Está claro que no debemos esperar cambios genéticos como consecuencia de la evolución de las diferentes lenguas a lo largo de la historia.

Wilson no estaría de acuerdo con mi tesis, ya que piensa que "hay pruebas convincentes de que una considerable parte de la variación de la conducta humana se basa en diferencias genéticas entre individuos" [71]. Mi opinión es que la genética y la Socio biología pueden explicar, en algunos sentidos, la conducta humana, pero no la variación en la conducta humana (salvo considerando periodos de tiempo milenarios).

Determinismo

Volviendo al tema estrictamente biológico, estimo que las explicaciones que podríamos encontrar en la Socio biología, pese a que pueden darnos orientaciones globales sobre el comportamiento social humano, no pueden mostrarnos apenas diferencias entre los seres humanos concretos de hoy en día. Si encontrásemos, por ejemplo, que la agresión humana tiene un origen genético, encontraríamos, probablemente, que un 99% de los seres humanos tendríamos el mismo tipo de inclinación biológica hacia la agresión. Por encima de esto estaría lo cultural: las diferentes sociedades pueden mostrar o no esa agresividad, y hacerlo de una manera u otra. Y dentro de una misma sociedad, el entorno familiar, la situación económica, etc., influyen también, decisivamente, en que se manifieste o no.

Por otra parte, la Socio biología no debe interpretarse localmente ni en el espacio ni en el tiempo. Me refiero a que las diferencias biológicas pueden detectarse solamente comparando entre periodos de tiempo muy lejanos, no en unas decenas, cientos o incluso unos pocos miles de años, y, por tanto, tampoco las consecuencias para el comportamiento pueden ser observadas en esos cortos, a escala biológica, periodos de tiempo.

Dentro de las posibles consecuencias de las tesis deterministas en los seres humanos, la cuestión de la influencia genética en la inteligencia es uno de los temas más espinosos. Ruse [72] piensa que existen resultados fiables que avalan la afirmación de la importancia de los genes en la inteligencia.

Repetidamente se han realizado estudios y test de inteligencia pretendiendo concluir que determinado tipo de personas es genéticamente más inteligente que otro. Parece que ese tipo de test están suficientemente desacreditados: en primer lugar, se enfrentan al problema de la definición de inteligencia y de si es posible medirla; puede decirse que lo único que hacen esos test es medir la capacidad de hacer ese tipo de test. En segundo lugar, se ha demostrado que la mayoría de esos test se encuentran sesgados en el tipo de preguntas y respuestas que se plantean. Yo añadiría además, que lo que puede considerarse como "inteligencia" es diferente en distintas culturas, y que pretender definir inteligencia como la capacidad que prima en la civilización occidental, tal y como suele hacerse en esos test, me parece que es un error.

Por otra parte, en mi opinión, el problema está mal planteado. Tomando prestada la distinción aristotélica entre potencia/acto, yo diría que la genética sería la causa de la inteligencia como capacidad (potencia) y la educación como realización (acto). Además, entre los seres humanos, aunque a nuestra escala parezca que existen grandes diferencias de inteligencia, seríamos todos muy similares, comparado con el resto de seres. El 99% de la capacidad para la inteligencia, por ejemplo, podría ser genético [73] y sería lo que nos iguala a los seres humanos entre nosotros y lo que nos diferencia del resto de los animales. El 1% restante podría ser aprendido, y sería lo que nos llega a diferenciar entre nosotros sólo como diferencia relativa. Sin embargo, dentro de ese 1% pueden darse diferencias importantes en esa escala, fruto del aprendizaje.

Dawkins, como ya hemos comentado, considera que los seres vivos somos "máquinas de supervivencia", pero esto, según declara, no implica determinismo: "los genes nos crean, pero no nos controlan" [74]. Sugiere que somos como computadoras de ajedrez: los genes nos programan, pero luego actuamos con libertad dentro de ese programa básico. Sin embargo, más adelante explica que "la selección natural favorece a los genes que controlan a sus máquinas de supervivencia de tal manera que hacen el mejor uso de su entorno. Ello incluye el hacer el mejor uso de otras máquinas de supervivencia, sean de la misma especie o de otras diferentes" [75]. Quizá exista una cierta ambigüedad en la posición de Dawkins al respecto.

Resumiendo, a día de hoy no podemos saber si realmente estamos o no "programados" de tal manera que pudiéramos predecir las acciones de una persona. Wilson piensa que hasta lo más aparentemente aleatorio, como lanzar una moneda al aire, podría, al menos en teoría, determinarse: "Lanzar una moneda al aire sería un experimento no aleatorio. Podría predecirse el resultado fijando las condiciones de lanzamiento: fuerza, ángulo, viento, peso, dimensiones,…" [76]. Es decir, que incluso el propio comportamiento humano, estando fijadas de forma exacta las condiciones y circunstancias concurrentes, podría ser anticipado. Sin embargo, en la práctica, que es donde realmente nos movemos, no es viable fijar las condiciones exactas de ese lanzamiento, y es aún menos viable poder predecir de manera científicamente inexorable el acto que va a realizar una persona.

Si bien podemos hablar de condicionamientos biológicos como parte del conjunto de parámetros que influyen en el actuar humano, no puede hablarse de determinismo cuando la mayoría de esos parámetros no pueden ser conocidos no controlados.

Sociobiología e ideología

Quiero comenzar este capítulo con una pequeña reflexión: creo que uno de los objetivos de la ciencia debe ser conseguir evitar la manipulación ideológica de sus descubrimientos. Se piensa e incluso se defiende que el único trabajo y deber del científico es la investigación, el descubrimiento, y luego ¡que piensen ellos! [77] Sin embargo, considero que el científico tiene también el deber de situar sus resultados, de forma muy clara, en el contexto apropiado, a fin de que no puedan ser sacados de su horizonte para ser utilizados con fines ideológicos. Desde luego, la labor de los filósofos de la ciencia sería aquí un punto clave para añadir a esa situación contextual una reflexión tanto teórica como práctica que permita esclarecer las posibles consecuencias de los avances científicos.

La pregunta que nos planteamos aquí es ¿tiene la Socio biología una función ideológica? Las ideas socio biológicas, ¿convencen a la gente de que las desigualdades existentes son legítimas e inevitables?

Los críticos acusan a la Socio biología de ser una ideología y no una ciencia; los sociobiólogos argumentan lo contrario. La postura de Sahlins no puede ser más clara: "Creo que la teoría de la Socio biología posee una dimensión ideológica intrínseca" [78]. Y considera que su aceptación implica la aceptación de la ideología occidental de derechas.

La oposición más radical, sin embargo, proviene de los "Críticos de Boston", para los cuales la Socio biología se instala en la tradición del determinismo biológico: el estado de las sociedades humanas es el resultado de las fuerzas biológicas. Además, consideran que las teorías deterministas reflejan prejuicios socioeconómicos y son apologéticas del statu quo. Según otras versiones más moderadas de la crítica, la Socio biología podría ser peligrosa porque puede ser utilizada para justificar horribles doctrinas sociales.

En mi opinión, el hecho de pensar que la Socio biología pueda dar algún tipo de explicación de determinados comportamientos humanos no implica que los justifique. Y el hecho de defender que puedan existir "condicionantes" biológicos no implica querer mantener el statu quo político o social, tener prejuicios de ningún tipo, ni defender el racismo o cualquier otra forma de discriminación.

Es evidente que los seres humanos somos, en algunos aspectos esenciales, función de los genes, y que existen algunas diferencias genéticas entre las personas. Pero este hecho en sí mismo no es racista. Para los críticos, tan pronto uno comienza a estudiar y a hablar de diferencias genéticas, se abre la vía al racismo. Sin embargo, la Socio biología no es condenable porque algunos sociobiólogos extraigan consecuencias erróneas de sus investigaciones.

Ruse defiende la Socio biología y busca los aspectos positivos que puede conllevar: "No puede proscribirse un área de investigación. La genética humana puede ser usada de forma positiva para ayudar a la humanidad" [79]. Piensa que, al contrario de lo que dicen los críticos, "los sociobiólogos, por encima de todo, afirman la unidad genética de la humanidad" [80]. Quizá aquí podría añadirse la unidad genética de todo el reino animal e incluso de todos los seres vivos.

Ruse se refiere, en su respuesta a los críticos, a las opiniones de Sahlins: "piensa que la Socio biología no es sólo una extensión de la teoría evolutiva ortodoxa, sino que rompe con ella, y está impregnada de toda suerte de nociones socioeconómicas de la ideología occidental que la afectan no sólo normativamente sino también en sus raíces metafísicas o epistemológicas. La selección natural se convertiría en explotación social" [81]. Para Ruse, no es cierto que la Socio biología represente una desviación radical del darwinismo ortodoxo, ni que implique esas consecuencias.

Lewontin extiende el problema ideológico a la ciencia en general, indicando que "la ciencia es el espejo de una estructura de dominación social y genera una legitimación falsamente "objetiva" de esa misma estructura" [82]. Llega incluso a afirmar que, en el caso de las mujeres, la ciencia produce en ellas una especie de "abducción" que las inhabilita para cambiar la situación existente de dominio de los hombres:"La presión asimilacionista de la ciencia hace improbable que las mujeres consigan introducir en la ciencia puntos de vista exclusivamente femeninos. Las mujeres no pueden estar fuera y dentro de la ciencia. Cuando consiguen entrar, se convierten en personas de la casa, con el mismo interés que sus colegas masculinos en legitimar el statu quo" [83]. La opinión de Lewontin es bastante asombrosa de por sí, pero creo que habría que decir al menos dos cosas: por una parte, no debería considerarse que deba existir una ciencia con puntos de vista masculinos y/o femeninos; por otra, no creo que todas las personas, sean hombres o mujeres, tengan igual de claro ese deseo de legitimación del statu quo de la que habla Lewontin. Aunque sea una posibilidad que se dé realmente en algunos casos.

Parece que política e ideológicamente, los bandos se dividen claramente: los científicos sociales y los intelectuales de izquierdas se han levantado en armas contra la Socio biología, mientras que para los conservadores este es un nuevo medio de demostrar que una sociedad competitiva es algo natural y, por tanto, inevitable. En este sentido se encuentran las distintas acusaciones contra la Socio biología, como las de estar al servicio del capitalismo y la justificación de las injusticias.

Otro problema muy presente en esta disputa ideológica es el de la metáfora económica. Se trata de una metáfora que está en el propio origen de la teoría de la evolución de Darwin. Como indicamos anteriormente, la idea de competencia por los recursos era una idea compartida con las teorías económicas de la época. El peligro es llevar esta metáfora al límite y considerar de forma abstracta, y tratadas en términos económicos, las relaciones entre organismos, primero, y entre seres humanos, en último caso. Dawkins [84], por ejemplo, utiliza los siguientes términos en sus descripciones: economía, valor económico de los recursos, competencia, oferta, subasta, precio, mercancía, licitadores, pagar el máximo, beneficio…, lo cual creo que no añade sino confusión y abre la vía a determinado tipo de críticas. Por otra parte, también habla en términos que llevan a pensar en una utilización de otros organismos como medios antes que como fines, contraviniendo la recomendación kantiana: "la selección natural favorece aquellos genes que manipulan el mundo para garantizar su propia propagación, incluyendo la manipulación de otros seres de la misma u otra especie" [85].

Lewontin también acepta la metáfora: "el primer presupuesto de la evolución consiste en afrontar que ésta es un proceso optimizador. La naturaleza plantea problemas a los organismos que éstos resuelven de manera diferente y los que "mejor" los resuelven dejan una mayor descendencia. Por consiguiente, la selección natural, conduce indefectiblemente a la solución óptima del problema" [86]. Sin embargo, la selección natural no es una mano invisible optimizadora, y las mutaciones aleatorias de genes pueden desembocar en mejoras adaptativas o en empeoramientos. Pienso que este tipo de planteamientos son los que pueden llevar a pensar en la Socio biología como ideología.

Las consecuencias para la ética

Y llegamos a uno de los problemas principales en el aspecto humano: las consecuencias para la ética. Se plantean, fundamentalmente, las siguientes preguntas: En primer lugar, ¿puede la Socio biología explicar por qué las sociedades humanas poseen códigos morales?, es decir, ¿es la ética un producto de la evolución?; en segundo lugar, ¿puede la teoría evolutiva justificar la ética o decirnos cómo debemos comportarnos moralmente? Se trata de dos problemas muy distintos: el del origen de la ética y su relación con la evolución humana y el de si existe una "ética evolutiva" que pueda justificar un determinado tipo de actuaciones morales.

En primer lugar, ¿Se trata la moral de una característica adaptativa fruto de la evolución? ¿Tiene, entonces, un origen genético? Según Wilson, "si el cerebro evolucionó por selección natural, aun las capacidades para seleccionar juicios estéticos y creencias religiosas particulares deben haber surgido por el mismo proceso" [87]. En ese sentido, "las respuestas emocionales humanas y las prácticas éticas más generales basadas en ellas han sido programadas en amplio grado por la selección natural" [88].

Piensa Wilson, además, que las pautas culturales no pueden superar ese origen genético: "¿Puede la evolución cultural de los valores éticos superiores reemplazar completamente la evolución genética? Creo que no. El cerebro es un producto de la evolución. La conducta humana es la técnica tortuosa por medio de la cual el material genético humano ha sido y será conservado intacto" [89].

Sin embargo, desde una perspectiva evolutiva, debemos preguntarnos la razón de por qué somos éticos, ya que, en principio, podría parecer que la moralidad no es beneficiosa desde ese punto de vista y que, por tanto, no debería haber evolucionado. ¿Cómo podría, entonces, haber tenido la ética un origen evolutivo?

Al contrario, yo opino que pasó de una ética más humana a una forma más deshumanizada de comportamiento moral, "casi animal" en cuanto a lo que socialmente como acuerdo de moral, se les llama vicios como: crimen, drogadicción, alcoholismo, tabaquismo, abuso sexual de niños, sexo con animales, violencia hacia las mujeres, anciano y niños, irreverentes hacia la religión, burlas hacia los menos desposeídos biológicamente y culturalmente, matato hacia las especies animales y vegetales y a la sobreexplotación de todos los recursos naturales, robo, extorsión, pruebas nucleares que causan terremotos en lugar tras otro de la tierra y cambios climáticos que afectan con lluvias radiactivas, tsunamis, tormentas de arena y nieve a todos los países de nuestra Tierra, ,contaminación de ríos, aire, suelo, mares y contaminación cultural como tantos comportamientos que destruyen la vida tanto física, como emocional y social, y psicológica.

Lo pueden constatar los lectores de este documento en cualquier parte del mundo.

Ruse [90] piensa que existen varias salidas a este dilema, las cuales resumo a continuación:

1) La hipótesis de selección de grupo, ante la cual existen serias objeciones científicas.

2) Considerar que la moral es sólo un efecto cultural del resto de las funciones humanas. Se trata de una explicación no satisfactoria ya que parece improbable que tan omnipresente e importante elemento de la naturaleza humana pueda ser un efecto colateral.

3) Se podría sugerir que el sentido moral y todas sus consecuencias son enteramente culturales. Pero, si bien es indudable que muchos aspectos concretos de las prácticas y creencias éticas son una función directa de la cultura, la moralidad parece una condición necesaria de la cultura humana. Y existen razones para creer que la cultura humana ha de ser biológicamente adaptativa, y dado que el comportamiento moral es una parte tan considerable de la cultura, también debe ser adaptativo.

4) Volver a la Socio biología, buscando explicaciones de la moralidad en términos de ventajas selectivas para el individuo, Los sociobiólogos explican la evolución del sentido moral humano en términos de mecanismos tales como la selección familiar y el altruismo recíproco. El sentimiento moral se produce porque la persona moral tiene más probabilidades de sobrevivir y reproducirse que la que es inmoral.

Para Ruse, "la evolución de la moralidad se sigue de una manera natural a partir de las premisas básicas de la teoría socio biológica" [91]. El posible origen de la moral estaría, pues, en una adaptación evolutiva en relación con una ventaja de los grupos formados por individuos con la capacidad para el reconocimiento y la aceptación de normas morales. No se trataría de selección de grupo, ya que la selección es genéticamente individual, aunque todos los pertenecientes al grupo resultarían beneficiados por ese tipo de colaboración.

Siendo esto así, deberíamos pensar que los animales también tienen sentimientos "morales". La moralidad en este sentido sería, sencillamente, una forma de comportamiento individual que beneficia a nivel social. En el caso de los seres humanos, a pesar de tratarse de comportamientos mucho más complejos, especialmente a causa del lenguaje, tendría el mismo origen como ventaja evolutiva.

Pasando al segundo problema, el de la justificación de una ética evolutiva, ¿puede la biología evolutiva suministrar la fundamentación teórica o justificación para la ética?

La tesis de la ética evolucionista tradicional es que lo que ha evolucionado es bueno y nuestra obligación moral es la de fomentar la obra de la naturaleza. Por ejemplo, según refiere D. D. Raphael, "C. H. Waddington y J. Huxley opinan de que es posible deducir los criterios de valoración ética a partir de la biología. Además, la dirección de la evolución sería buena de por sí, luego los principios éticos basados en ella son buenos" [92]. Sin embargo, aquí nos topamos con el clásico problema de la "falacia naturalista", denunciada por Hume en su Tratado de la naturaleza humana y especialmente analizado por G. E. Moore, en sus Principia Ethica: se trata del error de pasar del "es" al "debe", de lo que existe de hecho en la naturaleza a lo que debe existir por ser lo mejor.

Para Ruse, "no parece fiable la sugerencia de basar la ética en la evolución. No está claro que el curso de la evolución sin impedimentos sea una cosa buena y que debamos promoverlo" [93]. Y pone como ejemplo los virus, una parte de la naturaleza que debemos combatir. Desde luego, la naturaleza no es, en mi opinión, un ente teleológicamente definido, con un progreso continuo hacia una meta. Los cambios genéticos que puedan producirse podrán ser tanto beneficiosos como perjudiciales, dependiendo de las circunstancias ambientales en las que nos movamos. Por otra parte, los seres humanos somos tan sólo una pequeña parte de los organismos de la naturaleza, totalmente prescindibles, y parece lógico pensar que podríamos tomar el mismo camino que otras tantas especies, la extinción, salvo que tengamos medios para actuar en nuestra propia defensa.

Existe otro problema sobre la ética que provoca una crítica de Ruse a Wilson y que quiero analizar brevemente, para exponer mis puntos de vista sobre el tema. Se trata de la crítica de Ruse al ataque de Wilson al intuicionismo, definido por éste como la "creencia de que la mente tiene un conocimiento directo del auténtico bien y mal, que puede formalizarse lógicamente y convertirse en regla de acción social"[94]. Wilson alega en contra del intuicionismo que el propio cerebro, órgano de la intuición, es producto de la evolución, y por ello no podemos fiarnos de sus juicios. Sin embargo, para Ruse, "todo argumento que pueda esgrimirse en contra de la ética, puede también ser esgrimido en contra de otras emociones con pretensiones de verdad, particularmente las de la ciencia. Usar la Socio biología para combatir la ética es algo desesperadamente circular… Si se alega que la ética no puede ser intuida porque personas diferentes llegan a conclusiones diferentes, el mismo argumento puede esgrimirse contra la ciencia" [95].

En mi opinión, Ruse se confunde en más de un sentido. Por una parte, es evidente que no tiene nada que ver una cosa con la otra. La ciencia posee una base empírica sobre la cual pueden realizarse experimentos contrastables, es posible una medición y una comparación a través de diferentes metodologías, pueden establecerse teorías y leyes generales, etc. Sin embargo, nada de esto existe para la validación, verificación, contrastación, o ni siquiera comparación, de los sistemas éticos. En segundo lugar, calificar la ciencia como una emoción creo que está muy lejos de la realidad de la investigación científica [96].

Para Ruse, "los argumentos en contra del intuicionismo no son convincentes. Lo que está mal del argumento socio biológico es que se ha introducido una confusión entre causas y razones" [97]. D. D. Raphael [98] analiza esta confusión en el contexto de su crítica a Waddington y J. Huxley: si preguntamos ¿por qué opinamos que X es bueno?, estamos buscando una explicación causal; en cambio, si preguntamos ¿por qué es X bueno?, estamos buscando razones justificativas. Para Raphael, las pruebas que justifican una proposición no son lo mismo que las causas de que se acepte tal proposición. Indica que "Waddington cree que responder a la pregunta ¿qué hago y por qué razones? Es lo mismo que responder a la cuestión ¿por qué he de hacer y por qué causas? No las distingue porque cree que la explicación causal de cómo se han originado los juicios éticos puede proporcionar un criterio o fundamento racional para los juicios éticos que deberían ser. Pero se trata de una confusión lógica" [99].

Para Wilson, diferentes personas tienen diferentes intereses evolutivos y, por tanto, estamos atrapados en un relativismo moral. Según esto, en esencia, los humanos no son diferentes de los animales y no existe ninguna moralidad "real". Para Ruse, sin embargo, "lo que observamos es que aunque las personas tengan diferentes estrategias evolutivas comparten normalmente el mismo código moral; hasta cierto punto quieren lo mismo" [100]. Esto parece ser poco realista, ya que, a poco que observemos, podemos darnos cuenta de que los códigos morales son diferentes en culturas diferentes. Donde estimo que comete un error Wilson es al afirmar que las diferencias respecto a la cuestión de que no todas las personas compartamos el mismo código moral pueden tener origen en diferentes bases genéticas, como resultado de diferentes fuerzas evolutivas.

Pero vuelve aquí a plantearse una cuestión fundamental: una cosa es la moralidad en sí, el hecho de ser morales, que puede tener un origen biológico y adaptativo, y otra cosa son las diferentes concreciones de esa moral, que puede ser meramente cultural. De la misma manera que ocurre con el lenguaje, tal y como comentamos anteriormente para la propia cultura, puede ocurrir con la moral: cada persona podría nacer con estructuras que lo capacitan para la adquisición de normas morales, y éstas tomarían la forma concreta de la sociedad en la que se desarrolla.

Otra cuestión importante desde el punto de vista ético es la de las posibles consecuencias que puedan tener los avances genéticos y socio biológicos en su caso.

Aquí se plantean nuevas preguntas: ¿Puede dirigirse la evolución? ¿Debe intentar dirigirse? Hoy día, los seres humanos comienzan a controlar su código genético y esto abre perspectivas tanto alentadoras en algunos sentidos, como la prevención y el tratamiento de determinadas enfermedades, como aterradoras, si la manipulación genética se nos escapa de las manos. La reflexión ética no debe faltar en una ciencia que afecta tan directamente a nuestra esencia como seres humanos.

Respecto a la relación de la Socio biología con la manipulación genética, Ruse opina que, "en la medida en que pueda mostrarse que cualquier comportamiento social humano es función directa de los genes, entonces ese comportamiento se torna en candidato para una posible manipulación o eliminación. El problema es decidir qué comportamiento social debería ser eliminado o alterado" [101]. Sin embargo, está claro que el problema sería muy complejo o, mejor dicho, insoluble desde el punto de vista de una ética que respete a los seres humanos en sí mismos. Una cosa es utilizar la genética como alternativa para la cura de enfermedades, y otra es pretender eliminar una parte de nuestra herencia genética, o pretender eliminar a determinados individuos o impedirles tener descendencia. Ruse pone el ejemplo de la xenofobia, y pregunta: si es genética ¿cómo podría eliminarse? ¿Con una esterilización en masa? A mí me da la impresión de que la xenofobia puede ser algo que todos nosotros, en mayor o menor medida, llevamos dentro. Una prevención o alerta de los animales ante los extraños debe ser genética e inevitable. Pero, aunque tenga un origen genético no quiere decir que no pueda, ni deba, atacarse el problema; al contrario, debe ponerse un interés especial en educar en la tolerancia y en el respeto al otro para lograr superar ese condicionamiento genético.

Si planteamos el problema en una versión menos radical, con el respeto al ser humano como primera premisa, sería igualmente difícil, ya que la cuestión sería técnicamente muy compleja, en primer lugar debido a que, en general, no existen genes concretos responsables de una característica fenotípica, sino que son conjuntos de genes que podrían no ser fácilmente determinados de manera clara ni alterados conjuntamente. Una acción sobre un gen concreto podría tener unos efectos colaterales no esperados e indeseables.

Dado que el cambio genético es muy lento, y el cultural muy rápido, si hay alguna posibilidad real y sensata de acometer modificaciones sobre el comportamiento de los seres humanos es a través de la acción social y especialmente de la educación. Es a los niños a quienes se puede enseñar y es en su educación donde pueden encontrarse las soluciones a los problemas de las sociedades. Sin embargo, no parece que, a día de hoy, exista una conciencia real de esta importante cuestión.

En cuanto al futuro, Ruse piensa que "nuestro conocimiento de la biología humana será absolutamente crucial para nuestras medidas culturales, porque marcarán los límites de esas medidas y señalarán la dirección. El conocimiento de la Socio biología podría ser absolutamente vital en cualquier intento futuro de mejorar las relaciones sociales humanas" [102]. Pero es difícil saber si existen límites que la biología imponga de forma clara a lo social y es muy discutible que le impongan una determinada dirección. Sí pienso que es posible, en cambio, utilizar la Socio biología a favor de una mejora de las sociedades, al ayudarnos a conocernos a nosotros mismos. Creo que el rechazo a la Socio biología proviene, más que nada, del miedo a ese comprender cómo somos en el fondo, a darnos cuenta de nuestra esencia animal. Sin embargo, ese conocimiento de nuestra biología, como he indicado más de una vez en el trabajo, debe llevarnos a tomar las medidas oportunas en busca de nuestra mejora cultural, la mejora como individuos que son algo más que "máquinas genéticas", que son seres conscientes de sí mismos, capaces de desear y de razonar superando los condicionamientos genéticos.

Bibliografía

Nota: principalmente las notas tomadas por un servidor, en el seminario de Socio Biología, llevado en la EESCIHA, impartido por la Dra. Nicola Kuehne Heyder.

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Autor:

Dr. José Manuel Castorena Machuca.

Egresado de:

Escuela de Educación Superior en Ciencias Históricas y Antropológicas

Partes: 1, 2
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