El ciudado se define como el individuo perteneciente a una sociedad política o a un Estado determinados; por extensión, el que debe lealtad al Gobierno del Estado en cuestión y puede exigirle protección.
También es posible que una persona tenga ciudadanía doble, lo que significa que está oficialmente reconocida como ciudadano de dos Estados diferentes.
En la práctica moderna, la ciudadanía no implica necesariamente el derecho al voto u otro tipo de participación en la actividad política, como el concepto griego del término; los niños pueden ser ciudadanos, pero también están excluidos de toda actividad política directa.
La igualdad entre ciudadanos entiende y prohibe la discriminación ya sea según raza, sexo, religión, etnia, sexualidad.
Partidos políticos
Los partidos políticos organizaciones que se caracterizan por su singularidad, de base personal y relevancia constitucional, creadas con el fin de contribuir de una forma democrática a la determinación de la política nacional y a la formación y orientación de la voluntad de los ciudadanos, así como a promover su participación en las instituciones representativas mediante la formulación de programas, la presentación y apoyo de candidatos en las correspondientes elecciones, y la realización de cualquier otra actividad necesaria para el cumplimiento de sus fines. Su principal tendencia es durar y consolidarse, y su finalidad última y legítima es obtener el poder mediante el apoyo popular manifestado en las urnas.
En un Estado de derecho, los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y expresión de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad serán libres, y su estructura interna y funcionamiento han de ser democráticos. Su existencia deriva del ejercicio de la libertad de asociación. No tienen naturaleza de poder público ni son órganos del Estado, por lo que el poder que ejercen se legitima sólo en virtud de la libre aceptación de sus estatutos y por tanto sólo puede ejercerse sobre quienes, en virtud de una opción personal libre, los asumen al integrarse en tales organizaciones.
Organizaciones no gubernamentales (ONGs)
Las organizaciones no gubernamentales son entidades con una amplia estructura nacional o internacional y con objetivos que pueden cumplirse mediante la influencia sobre los gobiernos y medios de comunicación, pero que no están constituidas como partidos políticos.
Las ONGs se ocupan de una gran variedad de cuestiones y causas: el intercambio científico, la religión, la ayuda de emergencia y los asuntos humanitarios. Las ONGs tienen ahora un papel más oficial que nunca en cuerpos internacionales como las Naciones Unidas (ONU), la Organización para la Seguridad y el Desarrollo y la Unión Europea.
Las ONGs son militantes, efectivas y disponen de un amplio apoyo económico. Su actividad permite los contactos y los acuerdos transfronterizos sin que los gobiernos se vean involucrados. Son aceptadas como parte de las relaciones internacionales y, al influir sobre las políticas nacionales y multilaterales, adquieren cada vez un mayor protagonismo. Sin embargo, también han recibido algunas críticas en ocasiones acusándolas de estrechez de miras y de contabilidades poco claras.
Sindicato
Llamamos sindicato a la asociación de trabajadores cuyo fin es mejorar las condiciones económicas y sociales de éstos. El sindicato representa los intereses de sus afiliados, negociando con el empresario los incrementos salariales y las condiciones laborales durante la negociación colectiva. Si no es posible llegar a un acuerdo, el sindicato podrá convocar una huelga o llevar a cabo cualquier otro tipo de acción para presionar al empresario. En algunos países un sindicato es el brazo económico de un movimiento social más amplio, que puede incluir un partido político y una cooperativa (Suecia, por ejemplo, a lo largo de muchos años). En aquellos países donde no existen estos vínculos formales, los sindicatos participan en la vida política, ejerciendo presión para que se promulguen determinadas leyes, o apoyando a algún candidato que defienda los intereses de los trabajadores. Muchos sindicatos también ofrecen servicios de asesoría jurídica para resolver problemas de empleo, seguros y otro tipo de atenciones para los miembros del sindicato y sus familias.
Los sindicatos pueden ser de tres tipos: sindicatos de trabajadores, a los cuales se puede afiliar cualquier trabajador; sindicatos profesionales, a los que se afilian los trabajadores de determinada profesión, como electricistas, carpinteros, o pintores; y sindicatos industriales, a los cuales se pueden afiliar los trabajadores de una determinada industria, como los del sector automovilístico o los de la siderurgia. Los funcionarios públicos también pueden sindicarse.
Corrupción
Según el diccionario de la real academia española, corrupción es acción y efecto de corromper.
El acto del funcionario es corrupto cuando éste antepone su interés personal o de un determinado sector al bien común que es la finalidad última de la función. Resulta más fácil ser detectado y corregido porque es un acto aislado.
La corrupción en la función pública, es la desnaturalización o desviación del regular ejercicio de la función publica, entendida ésta como la entera actividad del estado, ésta no es sólo las funciones del poder ejecutivo como poder administrador, sino el ejercicio de las funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, nacionales, provinciales y municipales, frente al comportamiento de sus titulares o al de terceros destinatarios o no del acto funcional. La corrupción no se limita solo a las transacciones de dinero, en determinados casos la corrupción es el precio que se paga a los individuos por participar en decisiones contrarias al interés general y a los que fueran sus propias convicciones.
Política
La política es el conjunto de saberes disciplinados que se refieren a las realidades políticas.
Se apunta al Estado para hablar de la naturaleza de aquello que, dentro de estas realidades, se denomina en sentido estricto a la política como fenómeno o actividad humana. A través del Estado, la política se muestra en una primera aproximación como un complejo de fenómenos encuadrados en lo que hace al puro desenvolvimiento del Estado y lo que pertenece al campo de las relaciones entre los Estados.
Hablar de política es hacer referencia a las actividades primordiales de gobierno que realizan los órganos del Estado, incluyendo no sólo las que tienen como principal objetivo la realización de las principales operaciones de gestión y ordenación con vistas al interés común, sino también las que establecen las bases constitucionales para las primeras recién citadas.
Como función nominativa, la política debe realizar una visión del pasado para ubicar a la sociedad en el presente y elaborar un proyecto para el futuro.
La función política del Estado es garantizar un consenso lógico y moral
Obligación política: seleccionamos una serie de pensadores que formularon ideas acerca de lo que ellos consideraban política y de la obligación que ésta debe corresponder a la sociedad.
Hobbes concibe a la política como composición o concordia basándose en la primera ley natural fundamental la cual establece que se debe buscar la paz. O sea que para este es la condición de paz la que aparece propiamente como política, siendo el estado de naturaleza la situación no política por excelencia, ya que en él cada individuo aparece como un centro de fuerza, expuesto a la acción aislada o combinada de los otros centros de fuerza, y por ello se encuentra legitimado para defenderse por si mismo. Para lograr un estado político, es necesario concentrar todas las fuerzas instituyendo el poder soberano como poder político coactivo, que se vuelve el único poder de derecho en virtud de la autorización obtenida mediante el pacto social.
Para Locke la política se presenta como composición, ya que no hay una pluralidad de centros de poder que se relacionen a través de la fuerza porque los individuos, a través del consentimiento han renunciado a ella a favor del estado.
Rosseau es quien afirma que el estado de naturaleza es armonioso, no hay conflicto. El problema es cuando aparece la sociedad civil. La sociedad civil provoca la guerra, para salir de este estado de guerra (de conflicto), es necesario un contrato social que da origen a una nueva comunidad política en la cual ningún ciudadano podrá usar propias fuerzas contra los demás, siendo el único autorizado para hacerlo el soberano.
Según Kelsen a través del ideal de la democracia por el cual los sujetos al orden del Estado participan en la conformación del mismo, se produce un desplazamiento de poder mediante la creación de la personalidad anónima del estado, a la que se le atribuye el poder y no a una persona física. El poder pasa de los individuos al estado.
Por lo tanto no hay una pluralidad de centros de poder que se relacionen a través de la fuerza como sucede en aquellos que conciben a la política como conflicto. En Kelsen hay una idea de orden colectivo, de voluntad colectiva en cuya conformación participan todos los ciudadanos a través de sus representantes, siguiendo el principio de la mayoría absoluta. Por lo tanto la política es composición.
Marx dice que la lucha por el poder entre las clases sociales constituye la fuerza impulsora de la política porque según la concepción que tiene Marx de la organización política, alguna clase debe ser dominante en un momento dado. Utilizará su poder superior para explotar a las clases con menos poder y el estado no es más que el aparato del poder que la clase utiliza para esa explotación. El derecho es un cuerpo de reglas que sostiene lo que la clase dominante llama sus derechos. La clave del éxito en la política reside en la comprensión de que la política es simplemente una forma convencional de guerra, que un partido es el estado mayor que planea y dirige la estrategia de la clase a la que representa.
La política para Weber es la aspiración a la participación en el poder, o a la influencia sobre la distribución del poder. Cuando se dice que una cuestión es política se entiende que son materia determinante de la misma los intereses de la distribución, conservación, o el desplazamiento del poder; o bien estos intereses determinan la esfera de actuación de los sujetos. Finaliza diciendo que el que hace política aspira a poder.
La relación entre gobernante y gobernador:
Hobbes cuenta que la relación existente entre gobernante y gobernado es de sujeción de los individuos para con el soberano, debido a que ellos le han delegado todos sus derechos a este último. No existe en derecho de resistencia a la opresión
El soberano se encuentra fuera del pacto (es el beneficiario del mismo) y los súbditos se someten a él. Este es juez de lo que es necesario para la paz y la defensa de un súbdito, los súbditos, en presencia del soberano, son iguales sin honor alguno. Todo soberano debe estar sujeto a leyes de la naturaleza que son divinas y no pueden ser abrogadas por ningún hombre o estado.
Para Hobbes el poder no está limitado, el soberano es un dios mortal, de esta forma el soberano no es más que un tercero beneficiario del pacto.
Afirma Locke que los gobernados ceden derechos a los gobernantes, pero estos encuentran limitaciones en la idea del respeto a la ley y a las libertades individuales. Se reconoce el derecho a la opresión. Hay ciudadanos y no súbditos.
En la sociedad civil nadie puede ser exceptuado del cumplimiento de las leyes, lo que convierte a un hombre en miembro de una sociedad y lo obliga a someterse a sus leyes. El poder otorgado al gobernante nace limitado por el pacto.
Según Rosseau, la voluntad general, que es una nueva voluntad perteneciente a toda la comunidad es, en definitiva, la única soberana. Por lo tanto el gobierno será simplemente un órgano de ésta. Es la voluntad de la mayoría porque la unanimidad no existe.
El soberano es el ciudadano, los mismos hombres que forman la sociedad, aquellos que consensuaron o pactaron en el contrato social gobernarse a sí mismo.
Opina Kelsen que el ciudadano es parte integrante de un todo orgánico superior, miembro perteneciente a una entidad colectiva, únicamente es libre el ciudadano dentro de un estado libre.
El lugar de la libertad del individuo es ocupado por el soberano del pueblo. El ciudadano es libre merced a la voluntad colectiva y por lo tanto, al que se niegue a someterse a esa voluntad debe ser obligado, sometiéndolo de modo coactivo a la voluntad del estado.
Para Marx, las relaciones que se dan en la sociedad capitalista se basan en la subordinación, el sometimiento y la explotación del proletariado por la burguesía.
La tesis de Marx era que la clase trabajadora a sido sometida por la organización industrial a un régimen que no está de acuerdo con la profesión de la libertad y la igualdad en la filosofía democrática burguesa
En el modo de producción capitalista, la relación gobernante gobernado, es una sujeción de tipo económico, aquellos que detentan los medios de producción (burguesía) que son la clase dominante, que a su vez se valen del estado como medio de coacción y la clase proletaria.
Weber dice que la relación se da entre señor, cuadro administrativo y dominado, en sentido estricto los dominados se relacionan con la preexistencia de una organización política y de un cuadro administrativo predispuesto para hacer cumplir los mandatos del gobernante, "una relación donde alguien, en forma efectiva esta mandando a otro".
Como hemos visto en clase, Weber afirma que, de acuerdo al tipo de dominación, será la relación entre gobernante y gobernado:
En la dominación legal, las ordenaciones son unipersonales y objetivas. Se obedece a funcionarios en método a la legalidad formal.
En la dominación tradicional, se obedece a la persona por la fidelidad y existe una menor limitación a la arbitrariedad del soberano.
En la dominación carismática, la obediencia descansa en cualidades personales; es de tipo irracional, revolucionaria, extraña a toda regla y, subvierte las tradiciones del pasado.
Política económica: son aquellas medidas que toma un Gobierno para influir en la marcha de una economía. Algunas medidas, como el presupuesto, afectan a todas las áreas de la economía y constituyen políticas de tipo macroeconómico; otras afectan en exclusiva a un sector específico, como por ejemplo, la agricultura y constituyen políticas de tipo microeconómico. Los dos tipos de medidas se influyen entre sí, puesto que cualquier decisión que cambie toda la economía tendrá efectos sobre las distintas partes, y aquella política que afecte sólo a un sector implicará repercusiones sobre el conjunto.
Las políticas de corte microeconómico son tan variadas que resulta imposible mencionarlas todas. Pueden estar dirigidas a un sector, a una industria, a un producto o a varias áreas de la actividad económica. Algunas políticas microeconómicas pretenden reglamentar el funcionamiento de la economía, otras van encaminadas a favorecer a ciertos sectores o actividades específicas. Existen fuertes vínculos entre las distintas políticas sociales, en especial las que afectan a la educación o a la sanidad pública, que pretenden mejorar la salud, el nivel educativo y la productividad de las personas. En general, las políticas microeconómicas crean el marco legal en el que deben operar los distintos mercados, porque de lo contrario las fuerzas de la competencia generarían graves injusticias de tipo social.
El alcance de la política macroeconómica depende del sistema económico existente, del marco legal del país y del tipo de instituciones. El sistema puede ser capitalista o comunista, puede tratarse de una economía de mercado o una economía planificada, preindustrial o industrializada. También existen importantes discrepancias entre los economistas sobre el grado de intervención del Gobierno. Algunos defienden la política del laissez-faire, laissez-passer ("dejar hacer, dejar pasar") y confían en el buen funcionamiento de las fuerzas del mercado al destacar la mala gestión del sector público. Otros consideran que el Gobierno puede cubrir las deficiencias del mercado. Para éstos, la política económica debe eliminar las fluctuaciones, reducir el desempleo, fomentar un rápido crecimiento económico, mejorar la calidad y el potencial productivo, reducir el poder monopolístico de las grandes empresas y proteger el medio ambiente. Cuanto más evidente se hace que los mercados tienen efectos positivos y negativos sobre la economía, mayor es la presión para que los Gobiernos actúen mediante una política económica que corrija las deficiencias de los mercados.
Aunque casi toda la política económica la diseña el Gobierno, algunos aspectos dependen de otras instituciones. Por ejemplo, la estabilidad de precios y el control de la oferta monetaria son dos tipos de medidas que dependen de la autoridad monetaria, es decir, del banco central. Además, el éxito que tenga la política económica no es algo que dependa únicamente de la acción del gobierno, sino que depende en gran medida de las reacciones de los agentes económicos, de su comportamiento y de la confianza que tengan en la administración, algo que el gobierno mismo no puede controlar, y menos a corto plazo. El impacto de la política económica también depende de la cualificación y del nivel de conocimiento de las personas que propongan las distintas medidas. Puesto que el diseño de la política económica depende del trabajo de muchas personas, ministerios e instituciones, es imprescindible que exista una buena coordinación entre ellos.
Democracia
La democracia es un sistema político por el que el pueblo de un Estado ejerce su soberanía mediante cualquier forma de gobierno que haya decidido establecer. En las democracias modernas, la autoridad suprema la ejercen en su mayor parte los representantes elegidos por sufragio popular en reconocimiento de la soberanía nacional. Dichos representantes pueden ser sustituidos por el electorado de acuerdo con los procedimientos legales de destitución y referéndum y son, al menos en principio, responsables de su gestión de los asuntos públicos ante el electorado. En muchos sistemas democráticos, éste elige tanto al jefe del poder ejecutivo como al cuerpo responsable del legislativo.
La esencia del sistema democrático supone, pues, la participación de la población en el nombramiento de representantes para el ejercicio de los poderes ejecutivo y legislativo del Estado, independientemente de que éste se rija por un régimen monárquico o republicano.
La política democrática tiene que ver no sólo con quién y cómo decide, sino igualmente con la forma en que está organizada la sociedad y la forma con que ésta concibe y percibe la intervención política en su vida.
Basaremos esta investigación en la desconfianza que la política de nuestro país se ganó por parte del pueblo y que se ve reflejada en numerosas manifestaciones en los distintos sectores de la sociedad. Tenemos el claro ejemplo de las últimas elecciones, en donde el llamado "voto bronca" –impugnado y en blanco- jugó un papel fundamental que actuó como la única reacción más o menos efectiva del pueblo en repudio a los políticos.
Empezaremos analizando las causas que atravesó la política argentina, tomando en cuenta quiénes participaron, por quiénes se vieron influidos, cómo y por qué llegaron, en qué circunstancias locales y mundiales, cómo se desenvolvieron para tomar las distintas decisiones, etcétera.
Crisis de representación
Podemos definir a la crisis de representación como la situación de pérdida de confiabilidad en los partidos, en el Ejecutivo, en el Parlamento y en el Poder Judicial, pero no en la democracia como sistema.
La democracia actual se caracteriza por transacciones entre élites que se autonomizan de sus electores.
Causas explicativas de esta crisis:
Los sucesivos incumplimientos programáticos (por ejemplo, la promesa de Cavallo en el gobierno de Menem de disminuir la tasa de desempleo, tarea que al no ser cumplida, provoco el "retiro" de él, quien en ese entonces era, como lo es ahora, el Ministro de Economía) hacen a la pérdida del valor de los mandos electorales, la distancia creciente entre promesas electorales y decisiones políticas. Otro clarísimo ejemplo es el que se dio en la campaña política del ahora presidente de la Nación, el Dr. Fernando de la Rúa quien asumiera la presidencia tras haber obtenido el 53% de los votos. El presidente, integrante de la UCR, logró vender una imagen de político honesto, virtud que no muchos políticos argentinos poseen. La otra parte de su campaña se basó en prometer cosas que no fueron cumplidas, como vender el avión presidencial, ajustar a la política, subir los sueldos, bajar los impuestos, etc. Lo único que prometió y hasta ahora mantiene es la paridad de un peso y un dólar, cosa que fue lograda en el gobierno anterior. Ante la impotencia como mandatario, de la Rúa no tuvo más opción que recurrir a Cavallo, el ministro menemista que tanto fue criticado y que ahora tenía el cartel de salvador de los argentinos. Esto muestra la coherencia de aquellos que nos gobiernan, puesto que para arreglar las cosas que Cavallo hizo mal, llaman nada menos que al mismo Cavallo.
Encontramos otro problema de representación que se vio netamente reflejado en las últimas elecciones y se refiere a que no surgen nuevos actores políticos confiables que propongan una salida a esta situación. El problema, hablando mal y pronto, es que las caras son siempre las mismas. Basta con mirar las boletas de estas últimas elecciones para senadores y diputados para darse cuenta que la política en Argentina está infestada de "figuritas repetidas". Podríamos nombrar a Alfonsín, quien luego de seis años de una presidencia de la Nación, que tuvo que abandonar por la situción reinante, sólo dejó como resultado 200% de hiperinflación. De todas maneras, luego de diez años, no dudó en postularse para senador. Algo similar ocurrió con Duhalde, quien luego de dejar a la provincia de Buenos Aires en números rojos, también tuvo la osadía de candidatearse, resultando finalmente vencedor, claro ejemplo de que la gente opta por votar "al menos peor".
El modelo político del Estado ya no se adapta, o lo hace sólo con dificultad, a las nuevas demandas de una participación más independiente y de "carácter social", menos ideológica y vinculada a los medios, a una esfera pública no estatal.
Al cambiar el proceso decisional en el marco de la globalización, en donde las decisiones pasan a ser tomadas por importantes entidades financieras mudiales y grandes pilares de grupos económicos trasnacionales, también se modifican los presupuestos de la teoría democrática clásica, sobre todo acerca de quiénes son los actores de las decisiones y dónde se toman las mismas. No hay política pública significativa donde no intervengan actores tales como organismos internacionales, bancos de inversión, Banco Mundial, FMI y distintas formas de financiación y los intereses de los recientemente mencionados e influyentes grupos económicos.
Hay que tomar en cuenta que resultan mucho más importantes las exigencias que establecen los organismos financieros internacionales que los resultados de los debates parlamentarios o la opinión de la población.
La situación social declinante de distintos sectores de la población
En los últimos 15 años, la conformación de nuevos pobres y la ampliación de la pobreza es un punto central de la crisis de representación.
Es la primera vez que el proceso democrático queda asociado a experiencias de distribución negativa del ingreso, de exclusión y sin demasiadas expectativas de reingreso.
Han aumentado las desigualdades en un continente que ya tenía la distribución del ingreso y de las riquezas más desigual del planeta.
Los problemas de exclusión y deterioro de las condiciones sociales, junto a la simultánea elevación del nivel de vida de la clase política, ayudaron a generalizar este cuadro de desprestigio. Esta situación facilitó la culpabilización de los políticos sobre un mundo que cambia y que genera una gran incertidumbre sobre el futuro y, si bien los políticos tienen parte de responsabilidad por su falta de ejemplaridad, la política tiende a aparecer como el chivo expiatorio de todos los males. De esta manera, se desresponsabilizan otros actores como empresarios, tecnocracias, gerentes, organismo internacionales y comunicadores que gozan de la mayor credibilidad. Pérdida de las identidades colectivas
Estamos viviendo, desde hace algunos años, un proceso de diferenciación social y funcional que se refleja en las situaciones de los distintos países y continentes. Hablamos de diferenciaciones en los diversos campos sociales, que adquieren autonomía, con racionalidades específicas y difícilmente conmensurables entre sí.
La pluralidad de espacios más autónomos, regulados por criterios contingentes y reflexivos, separa los intereses materiales y desdibuja los principios universales y las creencias colectivas que servían de anclaje a las identidades colectivas, las cuales se diluyen y se segmentan haciendo que sus individuos convivamos pero de forma paralela. Los diferentes campos sociales obedecen cada vez más a racionalidades propias y diferenciadas.
Esta nueva diversidad es una de las causas que hace que la política pierda fuerza como eje ordenador de la sociedad.
Las referencias sociales habituales desaparecieron alimentando un doble malestar social y político, llegando a la conclusión de que ya no existe un equivalente de lo que antes se identificaba como fuerza de integración e identificación de algún sector determinado de la sociedad.
Al estar descompuesto lo que antes se denominaba "lo social", surgen nuevas formas de demanda y expresión en nuestra política. Toda una relación perversa con la política es consecuencia de por esta caída de las formas tradicionales de representación social.
Lo colectivo desaparece y cada sector de la sociedad se vuelve más paralelo y persigue sus propios deseos de conquista, perdiendo definitivamente la acción colectiva, la acción productora de solidaridad y cambio social.
El resultado es una menor legibilidad de la sociedad y la degradación de la capacidad de regular económica y socialmente al sistema.
Esta pérdida de la identidad colectiva de una sociedad genera como resultado el cuestionamiento del Estado y de la política como instancias generales de representación y coordinación de la sociedad
Podemos encontrar en Argentina pérdida de identidad colectiva en el período que precedió a la dictadura militar comenzada en 1976, en donde la estructura social se veía caracterizada por ser heterogénea por arriba y homogénea por abajo.
El peso del movimiento obrero, que se ubicaba en la cúpula de la clase trabajadora, se centraba en la homogeneidad de las clases subalternas, expresando el núcleo de una unión básica. Esto se veía alimentado por la articulación política del peronismo que reproducía las condiciones homogeneizantes.
A esto hay que sumarle la importancia del proceso de industrialización. Éste tuvo su comienzo en la primer presidencia de Perón, dentro del marco de una industria norteamericana y europea quebrada por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, que provocó la necesidad del propio abastecimiento de productos industriales, a la vez que favoreció nuestra exportación, teniendo a la clase obrera urbana como principal protagonista.
La dictadura produjo efectos de poder que fortalecieron las bases de la dominación de los grandes sectores propietarios, homogeneizando su situación social y logrando una disgregación de las fuertes bases subalternas.
La desindustrialización implementada en la última dictadura, debido al afán especulativo que sacudía los altos sectores de nuestra sociedad, redujo el peso de los obreros industriales, y la clausura sindical bloqueó su formas de expresión corporativas y políticas, agregando esto a la persecución y represión ideológica y política, cuyos blancos principales eran los grupos clandestinos de izquierda y el peronismo.
El resultado al que arribamos es que la fragmentación popular es la herencia fundamental de este proceso. La estratificación obrera, la desindustrialización, el crecimiento de sectores como empleados terciarios, los independientes y los marginales, el detrimento de los obreros asalariados, muestran una vida popular heterogeneizada, paralela y desarticulada, llevando a un cambio que produce una modificación en las condiciones del accionar político.
La actividad de trabajo alrededor de la cual giran la economía y la sociedad ahora se ve respaldada en nuevo ejército de trabajadores terciarios, que ocupan el sector mayoritario de nuestra sociedad.
Los trabajadores terciarios, a pesar de ser un grupo homogeneizado, persiguen intereses homogéneos que no dejan que se genere, a diferencia del núcleo obrero, una autoconciencia de grupo, ya que éstos no se encuentran en establecimientos que los nucleen para llevar a cabo un trabajo colectivo que permita la formación y desarrollo de conciencias sociales.
Esta individualización, sumada al congelamiento político, impide la interacción entre dirigentes y dirigidos, contribuyendo a deteriorar las formas de representación.
La política como articuladora de las diferencias
Como antes analizamos, surge el interrogante acerca de si la política es o no instancia general de representación y coordinación de la sociedad.
Debido a la pérdida de identidad causada por la diferenciación social y funcional recién explicada, la política pierde su potencial integrador debido a las dificultades que la sociedad presenta.
Al no actuar más como unificadora, se cuestiona cuál es el nuevo rol de la política. Es así que hablamos de la política como articuladora de las diferencias ya que no puede unificarlas puesto que éstas obedecen a distintas racionalidades propias y diferenciadas, cada una de las cuales desplegarán dinámicas específicas, permitiéndonos hablar de una sociedad con múltiples velocidades.
La política queda imposibilitada de homogeneizar las distintas esferas funcionales de la sociedad puesto que se maneja a con dinámicas diferentes que no le permiten percibir las diversas situaciones de las distintas áreas sociales.
La actividad de trabajo alrededor de la cual giran la economía y la sociedad ahora se ve respaldada en nuevo ejército de trabajadores terciarios, que ocupan el sector mayoritario de nuestra sociedad.
La mayor profesionalización y especialización técnica son producto del proceso de modernización, de la creciente diferenciación social y funcional, a la que ya hemos hecho mención.
El proceso de globalización aumenta, al mismo tiempo, la necesidad y dificultad de dominar la complejidad de la realidad social. La política se distancia y, para operar, se tecnifica. En la sociedad compleja, el político debe ser full-time y profesional. La política comienza a operar como "carrera" competitiva y para pocos, lo que se contrapone a la visión vocacional y masiva anterior y a las formas de hacer política propias del modelo "militante".
El fenómeno de la corrupción es un eje central en esta investigación ya que influye directamente sobre la fuerza y confianza política y sobre sus representantes y perjudica directamente al pueblo argentino.
La corrupción es un factor decisivo que contribuye a conformar una visión muy negativa de la política, que cuestiona no sólo al partido gobernante sino al conjunto de la clase política. La sospecha de una ligazón jueces – políticos – empresarios termina asociando la política a la impunidad.
El estado de corrupción es una situación que permanece en el tiempo. Esto es mucho más preocupante porque permanece y es contagioso, es una enfermedad moral que tiende a expandirse en el sentimiento común de la gente. Se genera un clima de inseguridad, incertidumbre y bronca ya que uno es vulnerable hacia aquellos que más poder poseen y pueden manejar a su antojo las grandes esferas del poder, mostrándose como intocables ante la población.
Los factores que conducen al estado de corrupción se pueden resumir en cuatro:
Sensualidad del poder: para alcanzar el poder todo vale, el poder nos atrae, se pierde el control de los modos éticos de la conducta.
Hedonismo y la ambición de riqueza: en nuestra sociedad la mayor cantidad de bienes materiales da prestigio, lo vemos como una virtud, algo digno de admiración.
Inactividad, inoperancia o desnaturalización funcional de los organismos de control y de sanción, establecidos con la consiguiente impunidad; por ejemplo lo voy a hacer, si no me va a pasar nada, al otro no le pasa a mí tampoco.
Falta de opinión publica: la opinión publica es muy importante (generalmente no se equivoca), y la prensa es la encargada de transmitirlo. La opinión publica, por silenciosa, por Falta de conocimiento, por indiferencia, esto es un modo de permitir la corrupción, por eso si tiene como expresarse, como manifestarse, podría entonces poner frenos, esto se logra a través de la prensa. Los dos primeros factores se encuentran en la intimidad del propio sujeto y es controlable por el mismo, los otros dos son ajenos al sujeto son controlables desde afuera por la sociedad.
La corrupción también se vincula al desprestigio más reciente que arrastra nuestro Poder Judicial, tanto por la sensación de impunidad de ciertos casos famosos -como la liberación de Carlos Menem en el caso de venta ilegal de armas al extranjero- como por la suerte de connivencia que parecería existir entre algunos políticos, jueces y policías.
Se termina conformando una creencia cada vez más extendida acerca de la corrupción del conjunto de la clase política. Entonces, la política se asocia al poder y éste a la corrupción. Esto terminó por producir un cambio de 180º en la concepción del poder en la sociedad, un pasaje de su valoración positiva en los "60 y "70, como herramienta de cambio y emancipación popular, a una perspectiva pesimista en este presente, como fenómeno de opacidad, transacción y corrupción en donde nada de lo que tiene o se puede percibir es seguro.
Este fenómeno genera nuevas demandas ya que el pueblo no encuentra identificación en el ámbito de la política, en consecuencia, surgen liderazgos provenientes del campo del deporte o del espectáculo para sustituir los actores sociales tan venidos a menos. Podemos citar a "Palito" Ortega, Carlos Reutemann, Soledad Silveyra, "Pinky", Irma Roy, Luis Brandoni, Ubaldo Matildo Fillol, Norman Brisky, entre otros. Son personas que se aprovechan de su fama y buen nombre para obtener beneficios de poder. Motivados por el apoyo que reciben por el pueblo por su desempeño en las distintas esferas en las que se mueven, consideran que pueden llegar ayudar a la gente y solucionar sus problemas, cuando en realidad, en muchos casos, no están capacitados para hacerlo
Medios de comunicación
Los medios de comunicación empiezan a ocupar el lugar de nexos entre el Estado y la sociedad, de mediadores de esta relación. Coinciden con una crisis del espacio público. Asumen funciones que no les son propias, generando la agenda de discusión cotidiana.
Los medios simplifican los temas, a veces en forma extrema, y a la vez los politizan. Determinan responsables, culpables, inocentes, les ponen nombres a las cosas.
Proporcionan a los nuevos movimientos sociales oportunidades de expresarse y posicionar sus temas en la agenda favoreciendo la emergencia de un espacio público no estatal o no político.
Por otro lado, la política está tomando cada vez más un aspecto mediático, en el cual la televisión es la principal vía de expresión. Se conforma entonces una política de la imagen, dando como resultado una sobreoferta de información que no hace más que confundir al receptor, impidiéndole interpretar correctamente los mensajes que cruzan los medios.
En Argentina, la televisión refleja como ningún otro medio la aceleración del tiempo, por lo que los momentos se hacen cada vez más cortos y son actualizados con mayor velocidad. Se acaban los tiempos para los distintos procesos de aprendizaje y maduración y la política debe adecuarse a ellos basándose en el presente y sin poder elaborar proyectos a futuro.
La sociedad ya no tiene ideas compartidas, haciéndose más difícil la conformación de un sentido común, haciendo que comprendamos las dificultades de la política para lograr el consenso general.
Además, la fuerte concentración de los multimedia y su articulación con intereses económicos otorga a pocos grupos gran capacidad de construcción de la agenda y de posicionamientos deliberados de la opinión pública. Los medios pueden construir un orden de prioridades e instaurar problemáticas que no siempre responden a los intereses reales de la sociedad. Los medios concentrados aparecen como grupos multimedia que articulan intereses empresariales, conforman negocios múltiple y oligopolizan la comunicación, también aparecen como un nuevo factor de poder.
Partidos políticos
Los partidos políticos, agentes privilegiados de la política democrática, no poseen ni discurso ni estrategia de trabajo. Por un lado, no son capaces de ordenar y estructurar sus ideas con relación a la realidad para arribar a panorama inteligible. Al encontrarse con una sustanciosa diversidad de intereses y opciones que giran en torno a un mismo objeto, no pueden diagramar una propuesta concreta.
Apoyamos entonces la tesis de Downs, quien opina que "los partidos políticos no ganan elecciones para llevar a cabo sus programas; formulan programas para ganar las elecciones y una vez en el gobierno verán día a día lo que pueden hacer". Un ejemplo para esta afirmación se ve en la estrategia de campaña política utilizada por la Alianza, que presentó una plataforma política que incluían una serie de medidas que nunca se cumplieron, al mismo tiempo que sólo basaron sus discursos en la crítica a quien en ese momento era el oficialismo, para luego cometer los mismos errores que tanto habían remarcado.
Excluidos del proceso efectivo de decisión, los partidos pierden su capacidad creadora de identidades colectivas; se diluye "el sujeto" del orden democrático, el "pueblo o la nación".
Inferimos de esta manera que hoy por hoy los partidos políticos ya no poseen un perfil nítido y puro ante la sociedad ya que todo lo políticamente debatible y decidible está restringido y no tiene un amplio margen de variación. De ahí que dos partidos como el Frepaso, de origen peronista, y la UCR, hayan podido aunar fuerzas con una idea en común para vencer al Partido Justicialista.
Emergencia de la sociedad civil
Existe la llamada emergencia de la sociedad civil o del tercer sector, que significa que la participación tiende a ser más "social" o apartidaria encontrándose reflejada en la creación y el fortalecimiento de Organizaciones no Gubernamentales, y que se ve construida sobre redefinidas solidaridades y temas más puntuales. Por ejemplo, ahora son mujeres las protagonistas de muchas de las organizaciones sociales.
De esta forma, mientras un primer circuito de la política representativa se consolida, ahora se constituye un segundo circuito, conformado por ONGs.
Hay movimientos sociales, organizaciones voluntarias, vecinales, que representan a vastos sectores que no se sienten contenidos ni tampoco expresados por partidos y sindicatos, que apuntan a cuestiones puntuales y no a la conquista del poder. Y este segundo circuito de la política plantea una acción colectiva "social" que se encuentra en tensión y, a la vez, en complementación con el primero.
El rol del mercado en la política
En Argentina, como en muchas partes de Latinoamérica, se produce un cambio en lo que hace a la sociabilidad y que se nota en las grandes ciudades, resaltando una reestructuración de la relación entre las esferas privada y pública.
Esto tiene causa en la transición de una economía capitalista de mercado a una sociedad de mercado en la que las relaciones sociales se mercantilizan, rigiéndose por el cálculo racional e instrumental del cambio mercantil que le dan a las relaciones sociales sesgo más egoísta e individualista.
El mercado termina desplazando a la política en la determinación del ámbito público, es decir, que el espacio público no está determinado por la ciudadanía, sino que el mercado y los criterios de competitividad, eficiencia y productividad adquieren un carácter público y establecen la medida para las relaciones públicas.
Primero debemos aclarar que consideramos esta investigación sumamente valiosa para nosotros, en el sentido que nos ayudó a conocer un poco más los movimientos políticos y sus dinámicas, permitiéndonos comprender la situación de la sociedad frente a sus actores políticos, sus reacciones y las causas de éstas. También nos fue de utilidad porque nos nutrió de conocimientos de la historia argentina contemporánea.
Llegamos a obtener como conclusión que la desconfianza que el pueblo argentino tiene para con su clase política no se debe a una cuestión de capricho o rebeldía sin causa, sino que radica en una multiplicidad de factores encadenados entre sí que, a lo largo del siglo XX, se fueron desarrollando sin seguir ningún tipo de norma que favorezca al pueblo pero respetando distintas políticas que fueron dándose indirectamente.
Si bien tenemos una Constitución Nacional liberal desde 1853, la historia política argentina se vio manchada por la aparición de dictaduras militares que se olvidaron de la democracia y ejercieron el poder a través de la fuerza. Dichas dictaduras recibieron, en muchos casos, el apoyo y la dirección de grandes bloque económicos, quienes veían perjudicados sus intereses con los gobiernos democráticos.
En Argentina existió una clase obrera muy poderosa, la cual se sustentó en las políticas de Perón, que afectaban los intereses de la oligarquía terrateniente conservadora y preocupaban a los grandes capitalistas nacionales y extranjeros. El ataque a esta clase social y las políticas que se implementaron posteriormente, y a lo largo de estos años, produjeron para nosotros el marco que contribuiría a la pérdida de confianza en la política y al decaimiento del político como ser respetado institucionalmente.
En un contexto de globalización y políticas neoliberales que atacan a la esencia política, que generan pobreza y exclusión social en un sistema que se maneja a través de la corrupción como moneda corriente, con intereses cada vez más individualistas y egoístas debido a la mercantilización de la sociedad, en donde el mundo entero está conectado a través de los medios de comunicación –tv, radio, internet, teléfono, periódicos- obteniendo informaciones mutadas de la realidad, se dio como resultado una disgregación de la sociedad que produjo una desaparición de la clase obrera dando lugar a la aparición de nuevas formas de trabajo, las cuales –aunque sean de cuello blanco- pasaron a ser la nueva clase de proletarios sin poder político, mientras que las identidades colectivas fueron atacadas causando así un sentimiento de no pertenencia o identificación con ningún actor o entidad política determinado.
Terminamos afirmando que los políticos actuales no son los únicos culpables de esta desconfianza argentina –aunque su desempeño deja mucho que desear-, sino que esto viene de una larga data y es resultado de múltiples procesos históricos que la clase política actual no parece ser idónea para transformar.
Materia de cátedra de la Universidad de Buenos Aires
Sociología. Unidad 3. Cátedra Pablo Martínez Sameck
"Los silencios y las voces en América Latina", de Alcira Argumedo
"Los hilos sociales del poder", de Juan Villareal
"Quién manda en América Latina", de James Petras
"Ajuste estructural y reforma estructural en la Argentina de los "90", de Mabel Thwaites Rey
Sociología. Unidad 4. Cátedra Pablo Martínez Sameck
"La nueva era de las desigualdades", de Jean-Paul Fitoussi y Pierre Rosanvallon.
"La política ya no es lo que fue", de Norbert Lechner
Apuntes para una sociolgía crítica. Cátedra Pablo Martínez Sameck
"Pobreza, vulnerabilidad y exclusión social", de Gustavo Andino
"Divergencias sobre la sociedad civil en un contexto de crisis", de Juan Manuel Grimma
Enciclopedia Monitor Salvat
Enciclopedia Microsoft Encarta "99
Sitios visitados de internet:
www.clarin.com.ar
www.elmonomario.com
www.cenoc.gov.ar
www.encuestas.com.ar
www.drtangalanga.com.ar
www.lanaciononline.com.ar
www.voteaclemente.8k.com
Autor:
Roccatagliata S.A
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