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Etnomedicina en Mesoamérica central (página 2)


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Sin embargo, antropólogos como Malinowski, Franz Boas o Clifford Geertz han valorado el aporte original de los miembros de las culturas. Para saber de alguien, no sólo hay que observarlo; también hay que escucharlo hablar de sí mismo. Para conocer una cultura ajena, es necesario que nos la expliquen sus protagonistas. Medicinas tradicionales amerindias y asiáticas entienden que para entender qué le pasa a un enfermo, hay que permitirle hablar de su dolencia, y de la vivencia obtenida a través de esa experiencia. Algo así decía Edward Bach (1999).

Cada etnomedicina se ubica en un asiento cultural propio. Nunca convergerán de manera natural dos líneas de progreso culturales si no se manipulan para que así ocurra. La ciencia surgió en Europa como un hecho propio del camino evolutivo europeo. Pero otros pueblos (amerindios, asiáticos, africanos) no tuvieron cultura griega, ni cristianismo, ni judaísmo, ni Renacimiento, ni Ilustración a la francesa. Y eso no significó, ni significa, que fueran (o que sean) menos que los europeos. Es una cuestión política.

Los Polo (1984) narraron maravillas de progreso en Asia cuando Europa aún vivía en plena Edad Media. Los Cronistas de Indias, y otros hombres inteligentes y sensibles de la época, se quedaron boquiabiertos cuando contemplaron la amplitud de las culturas de los pueblos conquistados en América.

Fue el colonialismo (hablando del colonialismo occidental en general, no sólo del español) el que rompió el desarrollo equilibrado de los pueblos no occidentales. Fue ese colonialismo el que modificó la trayectoria de las líneas de evolución sociocultural no occidentales. Fue el mismo colonialismo el que fabricó las diferencias que generaron complejos de inferioridad a gran escala (entre los pueblos sometidos), potenciando a la vez los egos culturales de los colonizadores.

El llamado Tercer Mundo es una expresión acuñada por la cultura occidental, dominante. Es una gradación. El Primer Mundo, es el mundo rico, por lo tanto superior porque tiene el poder. El Segundo Mundo es un híbrido a medio desarrollar, mal sentado entre dos sillas. El Tercer Mundo es el de los miserables (término con muchas lecturas, dependiendo de la óptica de aproximación a su comprensión). La pobreza, las enfermedades, el hambre y todas las lacras que padecen los hombres, las mujeres y los niños de ese llamado Tercer Mundo surgieron después de que los grupos humanos que en él se desarrollaban desde la antigüedad, se vieran invadidos y sometidos por humanos venidos de lejos. Esas condiciones no se deben, pues, a sus particularidades socioculturales, históricas y organizativas, diferentes de las que condujeron a la revolución científica europea.

En la actualidad se sigue realizando una "ayuda" al Tercer Mundo "asistencialista", a través de ONG´s, organizaciones religiosos y estatales. Una ayuda, en opinión de muchos miembros de las etnias, improductiva, estéril e incapaz de ajustarse a la organización autóctona de grupos y gentes. Los miembros de esas sociedades desean, primero, que se les respete y se les tenga en cuenta; segundo, si se les ofrece ayuda, ésta debe ser valorada, validada y gestionada desde las propias organizaciones locales. Tercero, que los especialistas sanitarios occidentales y estatales se complementen con los especialistas locales y etnomédicos. A veces, dicen, "llegan los blancos con sus ideas, sus medicinas y su comida para nosotros, lo cual marca todavía más las diferencias entre unos y otros". Mapuches sudamericanos, mayas de Chiapas o zapotecos oaxaqueños desean poder seguir su desarrollo desde sus organizaciones, compartiendo con el resto de los grupos y con sus naciones un diseño de futuro en una sociedad plural, multicultural y en paz. Para muchos, es parecida la imposición de las armas, de las leyes ajenas, de la educación nacional, de los centros de salud estatales y de sus medicinas. Con ninguno de los grupos locales contaron para hacerlo. No hubo mesa de acuerdo.

Cuando los amerindios sufrieron la desestructuración de sus sociedades en el siglo XVI. Cuando nuevas instituciones impusieron un orden importado de Europa, empezó el camino de decadencia de los grupos originarios, alejados de los puertos seguros de su organización tradicional. Pasaron los años, y los siglos, en América. La mezcla amerindio-hispana creó una nueva sociedad, mixta, mestiza, confluencia de dos fuentes humanas y culturales distintas. Esta sociedad se desarrolló en los núcleos urbanos, fabricando un tipo de etnomedicina mixta, mestiza (como la podemos encontrar hoy en el Mercado de Sonora en México D.F.). Dicha cultura de salud es ya una tradición más en América. Por otra parte, los grupos indígenas, alterados, siguieron su desarrollo relativamente original en las áreas alejadas de las ciudades, manteniendo con mayor o menor grado de aculturación sus propios sistemas terapéuticos.

El mundo en que vivimos hoy presenta otro tipo de "colonialismo" si se quiere llamar así, caracterizado por la sustitución, superposición y empuje de ideas. La cultura occidental (sus iconos ideales y comerciales, la publicidad, la música…), a través del fenómeno de la globalización y de la internacionalización, se muestra poderosa y avanza dominante, imponiéndose en todas las sociedades, superponiéndose a las culturas locales, sustituyéndolas (en el peor de los casos) o mezclándose con ellas (en el mejor de los casos).

Las medicinas tradicionales son medicinas surgidas en sociedades y culturas con rasgos propios y diferenciados, utilizadas con éxito por los miembros de esas sociedades. Representantes de la antropología médica como Robert Hahn, Arthur Kleinman, Peter Brown o Byron Good entienden que salud y enfermedad no se pueden separar de sus contextos socioculturales; y que los sistemas terapéuticos, etnomedicinas y modos de curar son el resultado de la adecuación de la atención a dichos contextos.

La occidentalización del mundo es un hecho palpable. La extensión de la medicina occidental ?científica hace que muchos problemas, entendibles dentro de un contexto cultural global puedan ser atendidos y solucionados. Pero, no todos. Alteraciones como el "susto" o las "mapuche kutran" (enfermedades entendibles dentro del contexto de vida mapuche, Sudamérica), son síndromes de nosología indígena. "Bloqueo de Qi de Hígado-Vesícula Biliar" es un síndrome definido en la medicina tradicional china no necesariamente coincidente con una patología universalmente reconocible según la ciencia occidental. Formas de atención como la "limpia" (culturas amerindias), acceden a la persona enferma de forma diferente a como lo hacen las píldoras de la medicina de patente. En ambos casos, el medio y la forma de atención se ajustan al contexto sociocultural del enfermo así como al modo de entender la enfermedad (por él y por el médico), y a la manera de contrarrestarla. Medios de tratamiento como la acupuntura (medicina tradicional china) no son entendidos en su verdadera dimensión si son estudiados desde ópticas diferentes a la de su contexto de origen. Juzgar la acupuntura desde otra posición cultural (por ejemplo, la científica), implica necesariamente hacer comparaciones.

Si se considera que la posición de partida del estudio, por ejemplo la científica, es la "verdadera", al no entenderse la acupuntura como se entiende en su contexto de origen, se verá únicamente como una práctica de estimulación de la reacción defensiva, y punto. Incluso se elaborarán juicios calificándola de placebo. Se habrá descubierto una "nueva acupuntura", una acupuntura diferente a la de su contexto originario. Y se habrá hecho un ejercicio de auténtico etnocentrismo.

Siguiendo a Geertz (1990, 1993) creo que necesitamos acercarnos al objeto del que queremos hablar. Ello implica necesariamente, moverse, "salir de nuestro centro", conocer al objeto en su lugar, reconocerlo. Es el ejercicio básico en antropología; y es un ejercicio que la antropología recomienda practicar a cualquier investigador (científico natural o científico social). Así entenderemos que la acupuntura tiene un significado relacionado con el contexto en que se creó; o que la "limpia" amerindia significa algo más allá de nuestra propia proyección significativa exótica, hecha desde "nuestro centro". Nos liberaremos de una incómoda y anticuada posición estática de observación, así como del juicio etnocentrista, inadmisible en los tiempos que corren para cualquier divulgador o comunicador cultural-científico que se precie.

Las medicinas tradicionales pueden practicarse solas o pueden ser combinadas entre sí y con la medicina científica. Puede haber colaboración entre los profesionales de unas y otras.

Pueden convertirse también los sistemas terapéuticos originales en sistemas interculturales cuando los que los conocen y practican los adaptan a las circunstancias específicas de las personas y sus problemas (relación con lo natural-biológico, lo social y lo cultural).

En el futuro podremos tener: a) una gran cultura mundial con más o menos préstamos de las culturas que ha ido encontrando por el camino; b) una sociedad internacional multicultural (con un dominio claro de la cultura occidental); c) una sociedad caracterizada por la interculturalidad; d) una dinámica imprecisa caracterizada por la variación permanente del hecho cultural.

Mientras tanto, supervivientes y preservadas hoy como parte de la cultura indígena por instituciones mexicanas; reconocidas por leyes de salud en algunos Estados (Morelos, Nuevo León); y con reconocimientos parecidos en otros (Oaxaca, Chiapas) se practican y se utilizan las etnomedicinas tradicionales mesoamericanas. En China, gran parte de Asia y un número importante de países del mundo es utilizada con éxito la medicina tradicional china.

En India y Sri Lanka, la medicina ayurvédica. Y en otras áreas del globo siguen vivas aún formas de curar perfectamente válidas dentro de sus contextos y fuera de ellos; de igual rango que la medicina occidental convencional (la más extendida del globo). Como medicinas interculturales (adaptadas por los profesionales y etnomédicos de distintos contextos socioculturales) la más conocida y difundida es la medicina china. Pero la difusión de los conocimientos y la distribución por el mundo de los etnomédicos originarios están haciendo que se conozcan etnomedicinas tan antiguas e importantes como las de los grupos indígenas mexicanos (uso del temazcal, de la herbolaria y las limpias) o sudamericanos (herbolaria, limpia, etc.).

El resumen que sigue corresponde a parte del trabajo de investigación de mi tesis doctoral, realizado en distintos lugares de los Estados de México y Oaxaca en 2004, 2005 y 2006.

2. ENFERMEDADES VISTAS POR LAS TRADICIONES (ORIGINARIA Y MIXTA) EN MESOAMÉRICA. ESPECIALISTAS.

Al hablar de enfermedades vistas por las tradiciones, las que explicaré más adelante pueden entenderse en Mesoamérica tanto dentro de las culturas originarias (rurales) como dentro de la cultura mixta (urbana).

Las distintas maneras de comprender y atender la salud en las sociedades prehispánicas han llegado a nuestros días bien conservadas, que no congeladas, ya que entre tradición y presente hay un reajuste y una adaptación permanentes, tal como piensan los propios médicos indígenas oaxaqueños (Bernal, 1991-I). Muchas alteraciones y problemas de salud pueden ser atendidos por especialistas distintos, es decir que no son exclusivos de profesionales concretos. Otros sí, o simplemente resulta más frecuente acudir a un tipo de profesional que a otro.

Algunos especialistas, los que trabajan técnicas manuales, como: colocadores de huesos, sobadores y otros, sobre todo en las áreas de cultura mestiza, realizan un trabajo en el cuerpo no siempre acompañado por rituales. En otros casos sí, dependiendo de la etiología del problema y de las implicaciones y relaciones. Hay curanderos-yerberos en las ciudades que poco se diferencian de naturistas occidentales, atendiendo la inflamación de abdomen, el dolor de cabeza, el reumatismo o la alteración menstrual con la medicina de plantas o la fórmula de hierbas que corresponda, más los consejos alimenticios, de régimen de vida, etc.

Hay especialistas y sabios (más en áreas rurales) que, viendo en la enfermedad una implicación espiritual o simbólica, llevan a cabo una terapéutica diferente. En México hay tantas posibilidades de ser atendido como visiones e interpretaciones de los problemas se tengan. En cualquier caso, se trate el cuerpo con sobadas o hierbas, se atienda el alma con rituales, la visión de los profesionales y especialistas tradicionales no es parcelada. Recordemos que en la tradición originaria oaxaqueña, la enfermedad se ve como algo que le saca a uno del camino seguro en la vida. Para aproximar a la comprensión occidental dicha idea, y siempre orientado por los informantes, diré que en el plano perceptible no se ve la enfermedad como patología (al estilo occidental) sino como alteración básica que da lugar a variadas manifestaciones y expresiones de problemas (físicos, emocionales, psicosociales, mezcla). Quien padece mareos puede tener el mismo desequilibrio básico que otro que se preocupa demasiado, o que alguien a quien le duele la cabeza y no logra centrarse en su vida: el aire o el mal de ojo.

Diferentes manifestaciones pueden ser consecuencia de la misma causa. Y, por llamarlo de alguna forma, problemas de apariencia similar, tener orígenes distintos. En el primer caso el médico tradicional realiza una atención igual o parecida. En el segundo, el tratamiento será diferente por ser diferente el origen. Algo parecido podemos decir de la terapéutica tradicional en China. En el plano perceptible, lo que en la óptica occidental corresponde a una patología, por ejemplo parkinson, en la visión asiática se vería como síndrome de temblores, teniendo diferentes causas y respondiendo en cada caso a diferentes tratamientos o atenciones.

Al revés, dos situaciones diferentes como la demencia senil o el síndrome de fatiga crónica, pueden encuadrarse dentro de una misma desarmonía de fondo llamada técnicamente en medicina china: Deficiencia de Inn de Riñón, tratándose ambas con formulaciones parecidas o iguales (se trata la causa o la causa y los síntomas). Quiero llegar con todo esto a la idea de necesidad de contemplar a la persona en conjunto y en su relación con el medio para entender su mal y elegir el remedio adecuado, en las terapéuticas tradicionales (como vemos, diferente del planteamiento de la ciencia médica occidental que estandariza y etiqueta las enfermedades, denominadas patologías y, con pequeñas variantes, observables en cualquier persona del mundo). En la visión de la enfermedad de los pueblos prehispánicos se creía que, por diversas razones, el ser humano sufría problemas en relación con las esencias divinas circulantes. Uno de los tipos de circulación era el contagio. Cuando alguien tenía fiebre alta, la enfermedad era extraída del paciente como entidad invisible y depositada en una figurilla de pasta (un perro) que se dejaba en las proximidades a la merced de cualquier caminante (López Austin, 1997).

2.1. RELACIÓN ENFERMEDAD-MUERTE

En la tradición de muchas culturas siberianas, la enfermedad es el resultado de las malas influencias (principalmente espirituales y de los muertos aunque también de vivos, envidias, maldiciones…), según mis informadores rusos. M. Eliade recoge en su obra que para los chukchis siberianos la enfermedad es provocada por los malos espíritus (Eliade, 2001). En la tradición coreana, a los muertos se les convida y se les tiene presente (Kwang-Il Kim, informante). Lo mismo sucede en la cultura chatina mesoamericana (D. Catalino, informante). Y otro tanto hacen en las culturas norasiáticas, por miedo a posibles malas influencias y atracciones de los recién fallecidos (Eliade, 2001). Para los siberianos, según Eliade (2001) los que mueren por enfermedad van a los infiernos. La incineración del cadáver es un modo de purificación.

La muerte para los antiguos nahuas era el fin de un ciclo, tal como en el maíz. Cuando el hombre moría, su esencia era purificada, limpiada, borrada de recuerdos para ocupar un nuevo cuerpo (López Austin, 1997). Explica López Austin (1997) que la vida y la muerte no eran vistas como los extremos de una línea recta sino como dos puntos diametralmente opuestos en un círculo en movimiento. Tal círculo se corresponde con lo que en este trabajo llamo: realidad amplia.

La enfermedad es una manera de provocar la muerte, paso necesario y previo para el nacimiento y la renovación de la vida y de los seres.

2.2. VISIÓN DEL CUERPO Y DE LA PERSONA.

Ya hemos expuesto que los antiguos nahuas entendían al ser humano formado por materia densa-pesada y materia sutil. Las esencias de algunos dioses formaron parte de la creación tras el castigo que sufrieron por pecar. Tanto el espacio terrestre como el tiempo portan materia divina, igual que animales, plantas, ríos, océanos (López Austin, 1997). Siguiendo a este autor, hablando de la tradición, el cuerpo sería el constituyente pesado del hombre, sujeto a la mortalidad, a la necesidad de alimentarse y de reproducirse. El balance de energías, fuerzas y tensiones, en el ser humano y en el medio equivale a la salud. Las esencias divinas que se mueven por el mundo tienen que ver en la ruptura de la estabilidad del bienestar. Las divinidades terrestres y pluviales, oscuras, nocturnas, rigen y controlan el crecimiento y la reproducción del ser humano (López Austin, 1997).

Escribe León-Portilla, hablando de los antiguos mexicanos: Debe subrayarse que al incluir el corazón en el concepto náhuatl de persona, se afirma que, si es importante la fisonomía moral expresada en el rostro, lo es con igual o mayor razón el corazón, centro del que parece provenir toda la acción del hombre…Se complementa así entre los nahuas mejor que entre los mismos griegos la idea del rostro, con el dinamismo interior del propio yo (León-Portilla, 1983: 147).

Existe una relación directa entre la expresión y morfología del rostro con el corazón en la cultura china y en su medicina, entendido dicho corazón no sólo como órgano, estructura, sino como un conjunto formado por elementos físicos, funciones fisiológicas, funciones energéticas y características mentales-emocionales.

Sigue León-Portilla diciendo: Consecuencia de describir al hombre como dueño de un rostro, dueño de un corazón, fue la preocupación de los tlamatimime por comunicar sabiduría a los rostros y firmeza a los corazones (León-Portilla, 1983: 147).

En la obra del médico español Juan de Cárdenas (s. XVI), se expone con bastante sencillez, pero bien expresado y razonado, que la vida es calor y que dicho calor natural es conservado en la humedad sustancial del cuerpo. La muerte natural sería el gasto progresivo del calor vital y el consumo de su humedad contenedora. El cuerpo vive más o menos, dependiendo de sus actividades, de su interacción con el medio, de la alimentación y del estilo de vida de la persona. Para Cárdenas, los españoles nacidos en América vivían menos que los nacidos en España debido a la destemplanza de la región americana, que es caliente y húmeda. El calor del aire y la humedad, explica Cárdenas, consumen el calor humano e inflaman los cuerpos, ahogando su calor (Cárdenas, 1591). Esta visión del cuerpo vivo como una especie de vela encendida, proveniente de Europa, pasó a la cultura mestiza. Para Foster (1980), la medicina tradicional en América se construyó con las tradiciones locales más la cultura médica y de salud española.

En este trabajo defino dos ámbitos de expresión de la cultura tradicional de salud: el de los grupos originarios (rural) y el de la sociedad mestiza (urbano). Las ideas que expone Cárdenas (1591) sobre el cuerpo, la vida, la enfermedad, la curación, la influencia del medio, siguen existiendo hoy en la cultura mixta mexicana, transformadas, mezcladas, compaginadas con otras provenientes de las distintas tradiciones indígenas. La idea de la vida como calor conservado en la sustancia húmeda del cuerpo, relacionada a su vez con la luz de las divinidades tiene que ver con el desarrollo de la cultura tradicional urbana. Por ejemplo, todas las informaciones que me han dado sobre el susto coinciden, considerándolo enfermedad por pérdida o robo de una energía vital de la persona; y relacionado con lo físico y espiritual de la naturaleza y el medio.

Las observaciones de Cárdenas le llevan a la conclusión de que el medio ambiente del Nuevo Mundo (calor-humedad) influye sobre ciertas características de los cuerpos que hacen que éstos duren más o menos. Diferencia, pues, por nacimiento e influencia del medio, no sólo a indios y españoles sino a españoles nacidos en España y españoles nacidos en las Indias. Al indio lo considera de naturaleza flemática permanente y opina que, debido a su cultura y por seguir una vida más ordenada y menos ociosa, su pelo encanece menos que el del español a quien considera flemático accidental. El autor explica por qué el español pierde el pelo mientras que el indígena nunca se vuelve calvo; o por qué el europeo tiene barba y el indio es lampiño. En todo caso se tiene en cuenta la constitución, la herencia y el medio. Resalto esa dedicación de Juan de Cárdenas al estudio del medio como influyente a veces decisivo sobre cambios físicos y fisiológicos. Se puede tildar la medicina occidental de la época de ecomedicina. Ese aspecto era un punto de aproximación a las medicinas tradicionales locales, tremendamente ligadas al ambiente; y, a mi juicio, uno de los modos de unión-mezcla con tradiciones locales.

En este estudio nos interesan las opiniones de los mesoamericanos, pero su contraste con las de los primeros españoles viviendo en estas tierras resulta muy útil a la hora de ver precedentes de la cultura tradicional mestiza. Por otra parte, fueron observadores, testigos e informadores de unas culturas (las originarias, en este caso) algunos de cuyos rasgos, quinientos años más tarde, todavía se aprecian en las tradiciones indígenas actuales.

La visión del cuerpo que tienen los otomíes está asociada a elementos simbólicos que lo unen con el cuerpo amplio de la naturaleza (Galinier, 1997).

Entre los tibetanos, el conocimiento del cuerpo humano se basa en consideraciones mágicas y simbólicas (Ayala, 1999: 187). Antony Tao (2003) habla de visión cosmobiológica en la cultura chamánica arcaica asiática. Los médicos tibetanos consideran el cuerpo humano como un microcosmos asociado al gran cosmos (Ayala 1999: 187). La idea de macroespacios-macrosistemas y microespacios-microsistemas se encuentra presente en la cultura china. En su medicina, el tratamiento acupuntural puede dirigirse al cuerpo como unidad y sistema o a partes de éste consideradas como microunidades y microsistemas en los que se refleja la unidad corporal.

Observando el trabajo de los médicos tradicionales oaxaqueños aprecié tres cosas:

-La primera, que siempre había una referencia explicativa ecológica de los procesos potológicos humanos. Por ejemplo, la dificultad circulatoria, tanto sanguínea como linfática tenía relación, por coincidir el hábitat de la persona enferma, con lugares de mala circulación hídrica (zonas de aguas estancadas, balsas, humedales, áreas de escasa o mala ventilación, casas o habitaciones oscuras y húmedas).

-La segunda, que se podía atender en determinadas ocasiones y para determinados problemas el todo desde la parte, acercándose así a la tradición asiática de los microsistemas y macrosistemas. Pregunté sobre posibles explicaciones. La idea general era que todo en la naturaleza está conectado, tanto lo que se ve como lo que no se ve. Por ello, lo que afecta al todo afecta a las partes, y lo que afecta a la parte también afecta al todo. Un médico tradicional zapoteco, mixe o chatino actuando desde la tradición, sabe que se puede resolver lo grande desde lo pequeño porque todo está unido y penetrado por el espíritu de Dios. Cuando D. Erasto (informante zapoteco) fabrica una muñeca con la ropa del asustado, entiende que la prenda contiene la impronta de identidad de su propietario y que, si la luz correspondiente al alma o parte energética del asustado, que se ha perdido, salta de la tierra a la ropa, el enfermo la recibe y se cura.

-En tercer lugar, que también hay referencias explicativas culturales (religiosas, mágicas, simbólicas…) de las enfermedades. El cuerpo, al verse incluido en una unidad mayor, dispone de componentes estructurales (explicados desde el simbolismo y desde la analogía) por los que puede influir en los demás o en otros ámbitos de la realidad, a la vez que ser influido por ellos. De esta manera, llegan las piedras de la enfermedad al cuerpo. Para mixes, zapotecos y chatinos, según observé y escuché de algunos de mis informantes, el cuerpo es el soporte de la persona en el mundo. Debe estar bien para tener salud. Pero no sólo él, también los sentimientos, las emociones, las relaciones, los pensamientos. Cuando preguntas por la concepción del cuerpo, las respuestas son sencillas y muy claras: una parte de la persona, pero no toda la persona.

Al hablar del concepto del hombre en la sociedad huichol hay que distinguir entre la estructura corporal orgánica y el aspecto espiritual. Es este último el que tiene mayor importancia para los huicholes, puesto que es a través de las entidades que conforman el espíritu como los dioses infunden la vida al hombre. Del equilibrio de las partes del espíritu dependerá la salud (Vázquez, 1992: 94).

Para los huicholes, el cuerpo humano está compuesto por el corazón o iyari, consolidado a través de las peregrinaciones a los lugares sagrados; la memoria, procedente de kauyumari; el nierika que es el espejo donde se refleja la apariencia divina de los dioses; el kupuri o alma, que no desaparece con la muerte; y el tukari que vendría a ser la energía vital o la vida, sinónimo de día (Porras, 2003).

Algunas partes del cuerpo son tenidas en cuenta de manera especial en la cultura chamánica y tradicional, desde Mesoamérica hasta el Tibet. Tal es el caso del esqueleto, de los huesos, cargados de un simbolismo enorme y antiguo relacionado con el trance extático y con las ceremonias iniciáticas chamánicas. El valor del esqueleto se aprecia en la cultura hindú, en la tibetana, en la china, en la esquimal, en la mesoamericana.

Para Eliade (2001) tiene que ver con un chamanismo arcaico relacionado con la caza. Budistas y esquimales meditan sobre el esqueleto con objeto de extraer el alma de su propio cuerpo con miras al viaje místico. Eso es el éxtasis (Eliade, 2001: 337). La cultura tradicional china diferencia, dentro del cuerpo, entre Jing congénito y Jing adquirido. El primero reside en el Sistema Energético Riñón y gestiona la energía con la que se nace. De él dependen directamente: huesos, articulaciones, dientes, médulas (ósea y espinal) y cerebro, entre otras estructuras (y funciones) corporales. La terapéutica china señala que el gasto, consumo, pérdida de esa esencia implica decadencia para el cuerpo y pérdida de energía vital. El Jing congénito es insustituible, pero se puede evitar su gasto usando el Jing adquirido, fabricado a partir del alimento, del agua y del aire. De esta forma se puede vivir más. El Jing es el Qi de la vida, materializado en el cuerpo y en sus capacidades funcionales así como en la esencia, heredada de los padres. Galinier (1997) habla de ciertas relaciones entre los huesos y la sustancia sexual, para los otomíes. En la tradición asiática, las actividades sexuales se relacionan directamente con el Sistema Energético Riñón y con la sustancia Jing, por tanto, con las estructuras que lo componen, entre ellas los huesos. Según esa tradición un exceso de práctica sexual implica debilidad, envejecimiento prematuro (en los hombres, principalmente). Según Galinier (1997), los otomíes hablan de pleurer des os ("llanto de los huesos") refiriéndose a la emisión de líquido seminal.

En la antigua cultura chamánica, los huesos y el esqueleto, despojados del ropaje de la carne, conducían al chamán a través de su viaje extático. En la ceremonia de iniciación, tras separar la carne del esqueleto, éste se volvía a recubrir y recomponer dando a entender el nacimiento del nuevo chamán.

En Oaxaca y México vi muchos elementos de la vida cotidiana relacionados con el esqueleto. La Santa Muerte es un cuerpo descarnado. En fiestas de muertos, procesiones, celebraciones, etc., utilizan el símbolo del esqueleto, como en la cultura chamánica, para conectar distintos planos y dimensiones de la realidad amplia (el mundo sensorial de los vivos con el mundo de los muertos y otras entidades), según me informó la Dra. M.A. (informante de Oaxaca). La conexión de los otomíes entre líquido seminal y huesos se aproxima a la china. Los huesos, pues, tanto en Asia como en Mesoamérica, tienen una connotación vital, más que de muerte, proveniente de tradiciones arcaicas que relacionaban a su vez al chamán con el grupo y su supervivencia. Muerte y reproducción están íntimamente ligadas en la tradición mesoamericana hasta el punto de creerse que de los huesos de los ancestros nacen los nuevos seres; y que de los huesos surge el esperma, por lo que los huesos de los muertos fertilizan la tierra (López Austin, 1997).

En el tomo quinto de la obra "Testimonios de vida de médicos indígenas tradicionales", dedicado a la terapeuta Vicenta Parra, de la cultura mayo de Sonora podemos leer: conocer las concepciones del cuerpo humano es entender los efectos de éstas en el tratamiento de salud-enfermedad-ecosistema (Parra, 1999: 23).

Para la doctora M.A. de Oaxaca (informante, farmacéutica y homeópata) el cuerpo en el pensamiento tradicional forma parte de la unidad de la naturaleza y del universo. La tierra es un elemento fundamental que lo conecta y ayuda a modo terapéutico. El contacto de los pies con el suelo es una manera de restablecer el equilibrio que significa la salud y el bienestar. Por medio de ese contacto circulan las energías naturales entre el cielo y la tierra a través del ser humano.

En China, la tierra es Inn y el cielo Iang. Los pies son partes Inn del cuerpo y la cabeza, parte Iang. El contacto de los pies con la tierra introduce al ser humano en la unidad de la que forma parte, reequilibrando sus energías, haciéndolas circular de arriba a abajo y viceversa. Las tradiciones mesoamericanas dotan a los humanos de características duales (masculino-femenino) definidoras de los seres superiores según la cosmovisión (o las cosmovisiones). Sin hablar de Inn/Iang, según la tradición mesoamericana se puede decir que la tierra es más femenina-fría y el cielo más masculino-caliente. Nuestra mitad superior tiene más proximidad y relación con el cielo mientras que nuestra mitad inferior se relaciona directamente con la tierra. Corrigiendo estos aspectos (cuantitativa y cualitativamente) si están alterados, se puede también conseguir o devolver la salud.

El chamán en los pueblos tradicionales se ocupaba de proteger tanto el cuerpo y el alma de los individuos como el cuerpo social. Una de sus finalidades era asegurar el bienestar de todos (Eliade, 2001).

Visité con uno de mis informantes principales (cultura mestiza), Rogelio Delgado el museo Dolores Olmedo, situado en la delegación de Xochimilco (México D.F.). En la parte dedicada al arte popular tradicional se exponen motivos alusivos a la Fiesta de la Muerte: esqueletos formando parte de la vida cotidiana, vivos, en actitudes normales, vestidos con ropas normales, realizando actividades y labores cotidianas (trajineras típicas de los canales de Xochimilco conducidas por esqueletitos). Se observan distintos tipos de objetos, fabricados con diferentes materiales. Hay bellas piezas de barro policromado cocidas a altas temperaturas. Se ven calaveras con versos de fin de año que mezclan simbolismos de vida y de muerte. Todo envuelto en un ánimo grotesco, surrealista y de broma. Se representa un muro de calaveras como se hacía entre los aztecas: el tzompantli de los guerreros prehispánicos. Aún sigue, pues, arraigada en la cultura popular mexicana (de las etnias y de las ciudades) la costumbre de incluir entre los invitados a la fiesta de la vida, símbolos ambivalentes como los huesos y el esqueleto. Muerte y vida forman parte del cotidiano devenir de los mexicanos, según Rogelio Delgado. Se habla de ambas con toda normalidad y naturalidad. Se entienden sus símbolos dentro de una forma de ver la vida y el mundo heredada de antaño. A nadie le asustan. Se bromea con la muerte, se hacen chistes. No hay un tabú al respecto como ocurre en otras culturas (la occidental entre ellas). Y tuve ocasión de comprobarlo bastantes veces, sentado a la mesa en alguna reunión o fiesta, andando por la calle o escuchando los relatos de mis informantes. Es una forma de cura, una manera de alejar el infortunio, o de aceptarlo como algo que coexiste con la suerte. El cuerpo vivo y el cuerpo muerto finalmente se convierten en recuerdos, en fotografías e imágenes de los que vivieron y compartieron su existencia con nosotros. Su paso por este mundo permanece vivo en la memoria colectiva, principalmente en la de las familias.

2.3. YERBEROS: DIARREA, DISENTERÍA, ESPANTO O SUSTO, GRIPE O GRIPA, CALENTURA.

Los yerberos se suelen ocupar de:

Diarrea.- Tiene que ver con la ingestión de alimentos sucios, en mal estado, en exceso, en mal momento para el cuerpo o para la digestión, cuando hace frío, por permanecer demasiado tiempo a la intemperie, por tomar bebidas frías, por comer tierra o por falta de higiene en las manos, por comer después de manejar tierras (niños jugando, campesinos, etc.), por usar utensilios sucios, por beber agua sin hervir, por contacto con heces y basuras, por exponerse en la noche, por miedo y terror, por coraje y emociones, por sentimientos fuertes, por nervios y tensión (una prueba, un acontecimiento personal…), por beber algo frío o por lavarse con agua fría cuando se tiene la regla.

El llamado "Mal de Moctezuma" se suponía la venganza del soberano mexicano de los invasores españoles. La inadaptación al alimento, al agua, al clima y al espacio dieron lugar a la imagen: "Mal del Viajero" en México. La diarrea del turista (y de los naturales también) se produce por una bacteria (E. Coli) cuyos efectos beneficiosos, según actuales investigaciones, serían la protección natural contra el cáncer de colon. La medicina tradicional mexicana ve la diarrea como una manera natural de limpiarse por dentro, de desintoxicarse. En sí, es un favor que se nos hace. Durando mucho o teniendo otras implicaciones, se convierte en problema (deshidratación, anemia, desnutrición, deficiencia inmunitaria, pérdida de energía vital, complicaciones infecciosas…). Una diarrea fuerte con sangre y moco puede ser canícula, en temporada de lluvias. Las culturas oaxaqueñas tienen un gran número de remedios contra la diarrea peligrosa y para reponer posteriormente a la persona. Uno de ellos es el baño de manos y pies (maniluvios y pediluvios) en agua con ortigas y malvas. La diarrea puede darse en terreno de calor o en terreno de frío (principios básicos de la etnomedicina mesoamericana). En el primer caso habrá fiebre y en el segundo, escalofríos, palidez, debilidad, decaimiento. Para evitar esos casos, la tradición recomienda no comer demasiado, tomar alimentos limpios y bebidas naturales, además de agua hervida. La persona, los niños, deben lavarse con agua tibia y mantener unas mínimas condiciones higiénicas en la casa (éste es un punto importante destacado por todos los profesionales a los que pregunté. Se interesan mucho por los niños y ven la necesidad de educar también a los mayores, a los padres, con el fin de evitar los malos hábitos y las malas condiciones higiénicas en las que muchos viven). El té de guayaba es la recomendación principal de D. Alfonso, de Tabaá. La ingestión de la fruta entera también. Yerba santa recomienda D. Catalino, informante de Tiltepec. Tanto para el empacho como para la diarrea, D. Erasto recomendaba sobar con aceite al aquejado, sobre todo a los niños. Otras plantas usadas: salvia, hierbabuena, semilla de maguey, orégano, canela, ortiga, hojas de espino de zarza, raíz de bistorta, manzana en puré, etcétera. La diarrea se ve más como síntoma que como enfermedad. Suele formar parte del cuadro que presenta un asustado, alguien con mal de ojo o afectado de mal aire; pero también puede ser una consecuencia natural de la acumulación de suciedad por mala vida de la persona (ingestión de comida en mal estado, enfriamiento y humedad, gérmenes patógenos, alteraciones nerviosas fuertes, otros).

Entre la gente circula el remedio más conocido, simple, rápido y eficaz contra el "Mal de Moctezuma": el suero mexicano, consistente en: jugo de limón (lo que en España llamamos lima) recién exprimido, hasta medio vaso, sal y agua de soda. Y doy fe de su eficacia.

Como la suciedad acumulada puede ser el origen de alteraciones diarreicas, Rogelio Delgado (informante de la cultura mixta) me habló de la necesidad periódica de limpiarse por dentro. Me dio varias fórmulas tradicionales. He aquí una de ellas: Picar y licuar: media piña, cuatro tallos de apio, dos limones exprimidos (opción: cáscara de uno de ellos), dos ramilletes de perejil, un pedacito de jitomate. Mezclarlo con dos litros de agua. No colarlo. Beberlo a lo largo de 1-2 días. Explica Rogelio que esta fórmula facilita el tránsito intestinal, aumentando la evacuación. Se controla así la limpieza interior sin llegar a que lo haga el cuerpo de forma automática (diarrea). Se puede tener sensación de cansancio como efecto de la limpieza, pero desaparece cuando uno se reincorpora a la alimentación normal.

Y, dado que según la tradición mesoamericana el cuerpo está animado, como todos los seres de la naturaleza, los etnomédicos recomiendan las limpias de vez en cuando. La limpia elimina suciedad espiritual evitando que ésta se transforme en suciedad orgánica, origen de problemas diversos, entre ellos, la diarrea.

Disentería.- Los médicos tradicionales señalan que comer muchos chapulines o jitomate puede producir disentería. También el frío, las comidas en mal estado (pasadas de fecha o sucias), el agua contaminada y los enfados (coraje). En todo caso, la tradición terapéutica mesoamericana distingue entre disentería en terreno de calor y disentería en terreno de frío (como pasa en la terapéutica tradicional oriental). Para su cura se combinan: la higiene alimentaria, las bebidas naturales, el agua hervida, la no de ingestión de frutas coloradas (en terreno de calor). Los colores tienen una relación con las enfermedades y con la terapéutica.

Según el principio analógico, para enfermedades de calor, de exceso, de rojez y acumulación sanguínea se tomarán mejor alimentos de colores no cálidos. Para enfermedades en terreno de frío, habrá que calentar por lo que se buscarán alimentos energéticos que aporten calor por su color (los de la gama roja son los mejores). Se disminuirán las frutas verdes para caso de disentería en frío. Son aconsejados: tés diuréticos y limpiadores como el té de cola de caballo, té de hojas de fresno, limón hervido con agua (refrigerante, rehidratante, limpiador de lodos internos, ayuda a eliminar el calor tóxico), té de aloe- sávila y otros.

Espanto o susto.- Resumiré aquí diciendo que mixes, chatinos y zapotecos lo entienden como un padecimiento producido por la interacción de la persona con el medio (físico-natural, sobrenatural, atmosférico, social, tecnológico). En el tomo nº 3 del INI dedicado a los testimonios de vida de médicos indígenas se puede leer: Aunque existe duda sobre su origen, el espanto es otro concepto de la cosmovisión nahua; es el resultado de sufrir un temor súbito. Puede ser originado por un peligro repentino, una pesadilla o un susto severo. La persona puede perder la sombra o el alma; se siente muy débil y languidece (Alberto 1999: 45). Villaseñor, Aceves, Reyes y Rojas expresan en su artículo: para los nahuas del Alto Balsa en el estado de Guerrero, el susto se debe al robo del tonalli hecho por alguno de los "aires" lo cual se desencadena como mera reacción por el temor ante alguna circunstancia imprevista, es decir, por un miedo intenso. (Villaseñor, 2003). Ya hemos hablado del tonalli. Para los nahuas era una parte de la energía del ser, entidad anímica localizada en la cabeza. Concepción De la Garza escribe: Il se caracterise par la perte partielle de l´énergie vital individuelle contenue dans le coeur central. La théorie indigène du "susto" apparaît d´abbord comme analogue dans ses grandes lignes à celle-freudienne- de la névrose d´effroi ou de la névrose d´accident: un événement extérieur vient faire effraction dans la vie psychique de la personne et le choc d´énergies antagonistes de cette éffraction se manifeste à travers une série de sympthômes .-"Se caracteriza por la pérdida parcial de la energía vital individual contenida en el corazón central. La teoría indígena del susto aparece como análoga de la froidiana de neurastenia de sobresalto o de neurastenia de accidente: un acontecimiento exterior es el causante de una ruptura en la vida psíquica de la persona y el choque de energías antagonistas de dicha ruptura se manifiesta a través de una serie de síntomas"- (Trad.: A.J.A.M.).

Para C. De La Garza, L´énergie vital individuelle est mobile comme le souffle et le vent. Elle est capable de circuler dans le corps, dans la communauté et dans le cosmos. Ces circunstances énergétiques s´opèrent au sein d´un systhème cosmique clos qui enserre à la fois la societé humaine et la nature. Les circulations et les échanges s´y ordonnent dans une complémentarieté et des interactions constantes -"La energía vital de cada uno es móvil como el aliento y el viento. Es capaz de circular dentro del cuerpo, dentro de la comunidad y dentro del cosmos. Tales circunstancias energéticas se operan dentro de un sistema cósmico cerrado que aproxima a la vez la sociedad y la naturaleza. Ahí se ordenan las circulaciones e intercambios en complementariedad e interacciones constantes"-(Trad.: AJAM). Explica López Austin de la cosmovisión nahua que ciertas partes (anímicas) podían abandonar el cuerpo durante la embriaguez o el sueño; e incluso ser capturadas por seres sobrenaturales (López Austin, 1997: 46).

En el pensamiento tradicional mesoamericano, en el asiático y en el de otros ámbitos tradicionales, el hilo de la vida conecta la persona con el medio. De ahí que éste tenga capacidad para influir sobre todos los seres vivos, influencia entendida de forma diferente en cada tradición; entre amerindios hablamos de entidades anímicas de la naturaleza; entre asiáticos, una línea perteneciente a la cultura popular se expresa también así; y otra, la de la medicina tradicional china, habla de Qi, una energía difícil de definir (algunos la aproximan al Quantum) llegando a alterar su salud y sirviendo a la vez como medio para restablecer el equilibrio. En el pensamiento occidental científico la naturaleza se clasifica en: seres vivos y seres inertes. Aquéllos corresponden al reino vegetal y al reino animal. Los inertes son los minerales y el agua. Los seres vivos se diferencian de los inertes por cumplir las tres funciones vitales: nutrición, relación y reproducción. Animales y plantas nacen, crecen, se reproducen y mueren. Los seres inertes, no. La noción de vida, pues, en la cultura occidental atañe sólo a animales y vegetales. En el pensamiento occidental uno puede tropezar con un objeto inerte en el campo y caerse, pero nunca considerará responsable al objeto. Tal idea se extiende incluso a vegetales, incapaces de causar un daño, al carecer de voluntad. Los animales, aunque puedan atacar, siempre tienen un comportamiento ligado al instinto.

Ciertas creencias amerindias hacen temer ante las tormentas, los lugares aislados, los espacios poco o mal iluminados, los accidentes del terreno, la visión de un fantasma, la aparición de un muerto, las sorpresas inesperadas, la ciudad, los vehículos y las luces de colores, otras personas, gente desconocida, estanques y lagos, animales, la soledad, las riñas, etc. Si la persona se cae en un estanque, si tropieza en el suelo, si percibe un rayo, si entra en un tumulto, si aparece de pronto un animal (por ejemplo las víboras, según D. Erasto), si le dan una noticia inesperada, puede caer en un estado de desánimo, tristeza, apatía, desgana, inapetencia, deseo de estar aislada. Puede tener inflamación al beber agua, miedos, amoratamiento de la piel, hinchazón de los ojos, pérdida de la voz, suspiros, acidez y regurgitaciones, cambios de humor, sollozos y llanto, mal dormir, etc. Se dice entonces que la persona está asustada, es decir, que un constituyente anímico de su persona (alma, luz, chispa vital…) se quedó en el lugar en que se asustó en el momento en que se produjo el choque, emocional, caída, encuentro, susto en definitiva.

El miedo dio paso al desasosiego o al decaimiento. Debido a ello, deambula por la vida y por el pueblo sin esa parte necesaria. No puede concentrarse, no puede relacionarse, no puede hacer bien su trabajo, no le sienta bien lo que come y lo que bebe. La intensidad del impacto en el asustado varía de unas personas a otras, y de unas circunstancias a otras. Hay quien se asusta y no se percata, pero al pasar el tiempo va cayendo en la enfermedad. Hay quien se asusta e inmediatamente lo nota, poniendo remedio rápidamente. En todo caso, lo que hay que hacer es proceder a la recuperación de esa chispa, del alma que se ha quedado en el lugar del susto. Los procedimientos son variados, dependiendo de los profesionales, de las tradiciones concretas, del lugar, del tipo de susto, etcétera.

Algunos los hemos expuesto al hablar de los protagonistas de las culturas. López Austin subraya que para los antiguos nahuas las entidades anímicas podían moverse de unos seres a otros y obrar con independencia de los soportes físicos (árbol, montaña, agua, animales, cuerpo humano) ?López Austin, 1997-. Cuando la luz (alma) del asustado vuelve a él, se produce la curación. En cualquier caso, el susto lo produce tanto la situación temerosa y débil de la persona (predisposición natural, según D. Erasto) como la acción de las fuerzas sobrenaturales (suelos malos, chaneques y gente inmaterial de la naturaleza). Por ello, el médico tradicional instará a la persona a fortalecerse, a ser menos miedosa, a no tener en cuenta las influencias y opiniones ajenas que le puedan perjudicar, a la vez que tratará con las entidades del terreno para que le devuelvan el alma. Para D. Alfonso, de Tabaá, el susto se reduce a un estado deficiente de la persona que se puede solucionar, al menos en parte, con rehidratación (suero), una alimentación adecuada y medicamentos (alopáticos y herbales). A una parte mínima de los sustos, los relacionados con víboras por ejemplo, los añade una explicación complementaria tradicional.

En la obra sobre chamanismo, de Mircea Eliade (2001) se dice que los norasiáticos constatan la pérdida del alma en toda enfermedad. Se atribuye entonces la enfermedad al extravío o vuelo del alma, y el tratamiento se reduce, en suma, a buscarla, a capturarla y a reintegrarla al cuerpo del enfermo (Eliade 2001: 180). Referencias muy similares me dieron tanto terapeutas populares como otras personas en Oaxaca y México. En toda Mesoamérica se conserva esta vieja idea proveniente de la cultura chamánica. Es un rasgo vivo, pues, de una época que no sabemos exactamente a cuándo se remonta.

Este modo discursivo de dar referencia de una realidad nos aproxima a la visión amplia e integrada que los grupos tradicionales tienen de aquélla. Es, por otra parte, el desequilibrio que más he observado en personas enfermas, del que más he oído hablar, el que más he visto tratar a los profesionales durante mis estancias en México y Oaxaca. Observé en la costa Pacífica en días de calor intenso durante el verano de 2005 unos casos que entrarían dentro de la etiqueta discursiva amerindia de susto en tres adolescentes cuyos síntomas formaban un cuadro complejo con manifestaciones de debilidad, pérdida del equilibrio, falta de fuerza en las piernas, cansancio al hablar y al hacer cualquier ejercicio, molestias gastrointestinales, inapetencia, mareos, vértigos, náuseas. Podríamos decir que las bacterias tropicales tenían mucha culpa. Una alimentación inadecuada, sudoración profusa, el calor y la humedad unidos a temores hacían el resto. El tratamiento consistió en rehidratación. En uno de los casos, incluso a nivel hospitalario: profilaxis antibiótica y antiparasitaria. Por otra parte, también recibió homeopatía, probióticos e infusiones de diferentes hierbas.

Los resultados fueron excelentes. Nótese que he expuesto un abanico terapéutico amplio, variado y bien complementado en los tres. Estimo que uno solo, o una parte de los medios teapéuticos empleados no hubiesen dado resultado en aquellas circunstancias, o no lo hubiese dado del todo, o no lo hubiese dado en el mínimo tiempo. Aprecié el valor y la eficacia de todos esos recursos bien articulados. Volvemos a la idea de unidad dentro de la variedad; de percepción y actuación holística, en este caso claramente intercultural. Según la óptica de la terapéutica tradicional, una situación ha de resolverse teniendo en cuenta la circunstancia específica que la envuelve. Variando la circunstancia, ha de variar la terapéutica. Los nuevos terapeutas interculturales disponen de los recursos tradicionales y de los modernos.

En el pasado prehispánico existían remedios de origen herbario, mineral y animal con función antibiótica y antiparasitaria a los que se unían los procedimientos culturales, sociales y ecológicos correctores. Pero eran tiempos de unidades sociales estructuradas y equilibradas; tiempos en los que lo relatado por Sahagún o De la Cruz en sus libros mostraba el alto nivel de desarrollo y el equilibrio de civilizaciones como la azteca. El contacto no pactado de aquel mundo con el occidental (a partir del siglo XV) produjo la ruptura del equilibrio natural y del progreso autóctono de los pueblos mesoamericanos. Con la ruptura, llegaron otras enfermedades a los cuerpos de los indios, a sus almas, a sus comunidades y a su medio ecológico. Desde entonces, opina Gina (informante de Puerto Escondido, investigadora de las costumbres alimenticias indígenas mexicanas), la pobreza, la miseria y la tristeza han sido y siguen siendo las características que definen a sociedades desarraigadas y desestructuradas dominadas por la cultura occidental (aún desde los gobiernos de los propios países iberoamericanos) y por la aún más desestabilizadora sociedad de consumo.

En Chile tal situación ha llevado a facciones de los grupos indígenas al enfrentamiento y al conflicto con el poder dominante. En Chiapas también. Para algunos miembros de las culturas originarias, como quienes componen el CSEIIO por ejemplo, existe una alternativa de integración intercultural pacífica sobre la que trabajan con éxito. El susto, pues, puede ser visto desde la óptica tradicional prehispánica, desde la mixta o desde una visión intercultural. En cualquier caso, lo importante son los resultados. Y el éxito terapéutico lo he apreciado con medicina indígena, con medicina mixta y con medicina intercultural (fusión de medicina occidental y medicina tradicional). Para el Dr. José Medina tanto valor tiene un sistema como otro si todos responden eficazmente a las necesidades de salud de sus poblaciones. Antropológicamente hablando diríamos que la idea de susto entra dentro de las representaciones discursivas de las culturas mesoamericanas. Es una manera e ver la realidad.

Según Ayala entre los indios del norte se creía que las energías espirituales también podían ocasionar enfermedad. Los espíritus malvados, muchos provenientes del hijito de los difuntos interferían aquí y allá. Podían provocar náuseas, dolores de cabeza y otros males a parientes que no les hubieran honrado debidamente en las exequias fúnebres (Ayala, 1998). El hijito es entendido como el aliento encargado de animar a la persona desde el interior proporcionándole resistencia y vitalidad. No abandona el cuerpo mientras éste tiene vida, pero puede agotarse por diversas causas. Las sanadoras que observé en el área chatina, y con las que hablé, utilizan para tratar el susto la hierba de espanto molida con chili y guaco. Todo ello se cuece y se toma como un té (infusión). Para tratar el susto hacen también limpias con hierbas y blanquillos (huevos).

La Dra. M. A. es farmacéutica y homeópata. Conocedora de la terapéutica tradicional mesoamericana, representa a un sector de población no indígena trabajando en el área de salud. Pensé en ella para completar, junto con las aportaciones del Dr. Medina y del Dr. Bernal, un espacio de opinión de profesionales científicos conocedores de tradiciones terapéuticas mesoamericanas y/o inmersos en esa sociedad. Esta farmacéutica, vecina mía en Oaxaca, me aportó información sobre dos casos de susto por caída en alberca. El primero, de su propio hijo cuando tenía 3 años. Por accidente, el niño cayó al agua, permaneciendo en la piscina hasta que alguien se dio cuenta y lo sacó. Aparentemente estaba bien, pero a los pocos días empezó a palidecer y a no comer, sintiéndose triste y con una diarrea que no se le quitaba. Le vieron pediatras y estuvo hospitalizado, pero el tratamiento exclusivo de la medicina occidental no lo curó.

Por indicación de una compañera, la madre lo llevó a una sanadora zapoteca quien le dio a beber tisanas diversas y le puso aceites especiales. También le tiró (jaló) de la piel de la espalda en la zona baja lumbar (técnica similar a la usada por curadores zapotecos de susto en las montañas). Según la farmacéutica, bastaron tres días para recomponer a su hijo quien recobró el ánimo, el apetito y el dinamismo propio de los niños.

El segundo caso se refiere a un compañero de su hijo quien, en tercero de primaria cayó también a una piscina en una excursión escolar. Aparentemente salió bien, pero al poco empezó a enfermar con los síntomas típicos del susto: falta de fuerza, palidez, deseo de estar solo, tristeza, falta de apetito y desinterés por lo que le rodeaba. Lo vieron diversos especialistas en Oaxaca, fue internado en clínicas, tratado con medicamentos, pero la fiebre no se le quitó. Finalmente, el niño falleció. Los médicos no tuvieron una respuesta. D. Erasto, de Tabaá, me insistió mucho en esto, hablando del susto. Conocía muchos casos tratados en hospitales, sin éxito. Hasta que no intervenía el especialista de la medicina tradicional, el problema no se resolvía.

Para la Dra. M. A. el contexto de influencia de las tradiciones abarca prácticamente toda la sociedad mexicana. El susto es bien conocido entre la población. Los médicos tradicionales y sus procedimientos son cada vez más estimados y valorados, incluso por los estamentos oficiales (IMSS). Sea como sea, el susto se da, y la terapéutica tradicional es efectiva, en opinión de la farmacéutica.

En resumen, según la tradición, al simple hecho de tropezarse en el campo y caer, al hecho de toparse con un animal o al de percibir una tormenta no se les asocia un sentimiento de indefensión o de inseguridad sin más, se les asocia la participación o posible participación de entidades que, como el chaneque, intervienen de manera directa o indirecta en los acontecimientos, bien provocándolos, bien participando.

En consecuencia, según el pensamiento popular, es decir, según está estipulado en los contenidos culturales transmitidos por la tradición oral, el consiguiente susto o espanto debe ser atendido en la misma línea de percepción y comprensión de los hechos. Caerse en el monte o en una alberca para zapotecos, mixes o chatinos no es sólo un accidente fortuito sino un hecho vivencial cultural que requiere de la atención de un experto: el médico tradicional o el chamán quienes, de acuerdo con las características del susto, del lugar y del estado del asustado actuarán en consecuencia poniendo en práctica una terapéutica simétrica, es decir, que atienda lo físico, lo biológico, lo social, lo ecológico y lo cultural del enfermo en relación con su accidente o encuentro, y siguiendo el/ los procedimiento/s marcado/s por la tradición para tales casos. De esta forma podemos comprender cuando nos dicen que la atención desde la medicina alopática puede resultar ineficaz o incompleta. No se atienden todos los niveles del problema, paralelos a los niveles de la persona. En el caso de los tres adolescentes, antes relatado, los buenos resultados se debieron a la atención global e interrelacionada.

Desde niños, en las familias del medio tradicional (medio incluso de titulados universitarios) en Mesoamérica se conocen y circulan estos contenidos de manera que se tiene cuidado (aunque sea por la inercia de la costumbre) de que los chicos no caigan a estanques o los caminantes no sean sorprendidos por una tormenta. Los pequeños absorben toda la información y la integran en su vivencia. Cuando ocurre el problema, la gente piensa en los especialistas tradicionales puesto que ellos tienen las claves para deshacer el entuerto. Quienes reciben la atención se sienten asegurados y protegidos y, si todo sucede como nos explica D. Erasto, los resultados suelen ser satisfactorios.

José Medina, médico alópata y homeópata, opina que la intervención tradicional en el problema de susto es necesaria. Él mismo, conocedor de procedimientos y técnicas sanadoras tradicionales, las ha puesto en práctica en diversas ocasiones, sobre todo cuando se ha enfrentado a problemas de índole espiritual y espiritualista. Muchos profesionales de la medicina alopática en México, y otros no pertenecientes al ámbito laboral sanitario, se dan limpias frecuentemente. Es algo natural y saludable, opinan. Eso sí, insisten en buscar a médicos tradicionales expertos, serios y conocedores del oficio curador. El susto es uno de los problemas más reconocidos dentro de las enfermedades de nosología indígena, y nadie de los profesionales no indígenas que he conocido tiene reparos en recurrir a la ayuda de los terapeutas tradicionales si llega el caso.

Gripe o gripa.- Es el resfriado o la gripe. Los amerindios oaxaqueños los ven como un estado de malestar en el que asciende el calor (terreno de exceso) o se siente frío (terreno de deficiencia), la lengua está roja o se ve pálida y con saburra abundante; moquea la nariz o escuece y está seca; se ven afectadas la garganta y la voz, hay pocas ganas de comer, molesta el sol, molesta el viento, molesta la frescura del bosque.

Proviene de la exposición a la lluvia o al fresco cuando la persona está cansada o sudorosa; también, cuando la persona no ha dormido suficiente o ha bebido y comido demasiado, o cuando ha estado al lado de personas griposas. Se cura tradicionalmente con descanso, guardando cama y sudando, tomando tisanas (flor de saúco, menta, escabiosa, flor de violeta, estigmas de maíz, raíz de bardana, raíz y hoja de verbena, hierba del pastor, canela) y, dependiendo del terreno de la persona (exceso o deficiencia), se beben líquidos en mayor o menor proporción (calientes o templados), con limón (refrigerante, limpiador de mucosidades amarillo-puruentas), manzanilla y otros vegetales. El ajo es un gran antigripal, combinado con infusión de romero.

A veces, hay males que parecen gripas, pero que no lo son. Tradicionalmente, los males que cursan con mucosidades abundantes, males provenientes de la ruptura del equilibrio del calor y del agua en el cuerpo (males que afectan a las mucosas), si perduran en el tiempo, se ven como procesos de eliminación de suciedad energética que la persona ha adquirido, bien de la naturaleza o de otros lugares, bien de personas (al acercarse a gentes que tengan mala energía, por la proyección de envidias, malos deseos y malos pensamientos, por la absorción del mal de otro consciente o inconscientemente), mal aire, o bien de la propia persona por edad, cansancio, tristezas, melancolía, enfermedades repetidas, mala vida, mala alimentación, desnutrición, excesos… Esas mucosidades casi siempre son sucias, es decir, amarillentas y pegajosas; y suelen descargarse por la nariz (aunque no siempre). El temazcal es un buen medio para limpiarlas. Según Norma Yescas, (informante), la limpia del temazcal es de las más eficaces, pero se necesita que acompañe un cambio de actitud en la vida de la persona enferma.

Calentura.- Se entiende como un mal ocasionado por otros, cuando a alguien le hacen mal de ojo, por envidias de otras personas, por malos deseos y malos pensamientos (D. Erasto, D Aristeo). También lo desencadena una fuerte exposición al sol; o la reacción del cuerpo a un frío repentino o a la humedad. La no adaptación a cambios bruscos de tiempo y de temperatura puede ocasionar calentura. Un trabajo y un esfuerzo apresurados calientan el corazón, desgastan la energía vital y dan, o pueden dar, una reacción de calentura. Algunos, a la calentura le llaman temperatura (ya nos hemos referido a ella). La persona puede tener calor en la mitad superior y frío en la inferior, escalofríos y malestar; dormir mal, tener malos sueños. Se recomiendan baños de pies, baños de asiento, tomar alimentos limpios y hervidos, no bañarse con agua fría ni muy caliente. Tomar hierba de Yucuayuyo, estafiate, colocar hoja de mulato con agua en la tripa (Bernal, 1991), usar hoja de negrillo bajo una cinta en la frente (Timoteo).

2.4. PARTEROS/AS: HINCHAZÓN Y RETENCIÓN DE LÍQUIDOS, HEMORRAGIAS ANTES DEL PARTO, DIFICULTAD PARA EXPULSAR EL FETO, DOLORES DE COSTADOS, INFECCIONES DERIVADAS DEL PARTO.

Las parteras suelen atender todo lo relacionado con el embarazo y el parto:

Hinchazón y retención de líquidos.- En el tomo I de las Memorias de encuentros de médicos tradicionales indígenas de Oaxaca (Bernal, 1991-I) las parteras opinan que se produce inflamación en el embarazo fundamentalmente por el peso que se adquiere con el mismo. También por comer en exceso, por trabajar en el campo o por la mala posición del feto (ellas dicen niño). Para solucionarlo o ayudar a la embarazada, recomiendan sobarle todo el cuerpo, disminuir el ejercicio o parar el trabajo. También, disminuir el consumo de sal, tomar té de romero, descansar con los pies en alto y matar una gallina en el lugar (campo) donde se sintió mal trabajando o andando. Como se ve, a una visión natural unen otra tradicional; y a soluciones naturales y físicas unen otras rituales, por considerar que con la sangre del pollo, el espíritu del lugar dañino no causará más mal y retirará el ocasionado. La realidad se ve como dualidad natural-sobrenatural, atendiéndose en ambos sentidos.

Hemorragias antes del parto.- Según se recoge en las Memorias de encuentros de pueblos indígenas de Oaxaca (Bernal, 1991-I), se pueden producir hemorragias por causa de caída (resbalón) y susto, por exceso de trabajo, por levantar pesos y cargas pesadas, por no alimentarse bien, por coraje, por desnutrición. Se tratan con consejos (evitar el coraje, no asustarse), descanso, buen alimento, tés de hierbas, no hacer ejercicios físicos pesados, no trabajar duro y evitar las relaciones sexuales.

Dificultad para eliminar el feto o simplemente para facilitar el parto. En el códice De la Cruz (1996) recomendaban en 1552 comer carne de zorra y colgarse del hombro una esmeralda muy verde al igual que una perla, también muy verde. Otra receta: bañarse la vulva con líquido preparado con tallos de xaltomatl, cola de tlacuatzin y hojas de cihuapahtli, molidas.

Dolores de costados.-Tienen lugar cuando le entra aire a la embarazada. O cuando el niño no está bien colocado. Así se ven también en otras culturas tradicionales como la coreana o la china. Se pueden manifestar como dolores erráticos, es decir, que cambian de lugar, lo cual se atribuye a la causa del aire y del viento que, al entrar en el cuerpo, se mueven. El tratamiento se hace a base de pomadas y masajes en zona o puntos. Entre los cuidados que hay que tener, están los siguientes: no tomar productos fríos ni demasiado líquidos, no mojarse los días de más dolor y no tener relaciones sexuales, lo que D. Catalino (informante) llama: cuidarse.

Infecciones derivadas del parto. Para evitar que el cordón o parte de él se absorva con la placenta después del parto provocando infecciones, D. Alfonso, médico tradicional zapoteco me refirió su método consistente en cortar el cabo unido al bebé y anudar a la pierna de la madre el resto, haciéndola pasear hasta que baje la placenta.

2.5. HUESEROS Y SOBADORES: QUEBRADURAS (ROTURAS), DOLORES, MOLESTIAS Y PROBLEMAS REUMÁTICOS, DOLOR COSTAL. OTROS.

Los hueseros y sobadores se suelen ocupar de:

-Quebraduras (roturas).- Los hueseros oaxaqueños (Bernal, 1991-I) tratan las fracturas acomodando los extremos del hueso roto, luego colocan una venda con trementina, resina de cera consuelda, copalillo o chamizo pegajoso para inmovilización. Se tiene unos veinte días.

Dolores, molestias y problemas reumáticos.- Aquí, refieren los hueseros (Bernal, 1991-I) que una de las causas del reumatismo es pisar la humedad. También, mojarse cuando está caliente el cuerpo o trabajar bajo la lluvia o entre la niebla. En todo caso, lo que un servidor ha recogido en las localidades de la montaña oaxaqueña respecto a los dolores reumáticos es que se trata de humedad estancada en una zona del cuerpo, humedad exterior que ha penetrado en momentos de cansancio (trabajo), enfado o alteración del sistema inmunitario (moverse, trabajar en condiciones de cambios bruscos de temperatura y lloviendo o cuando asciende la humedad del suelo tras salir el sol). También puede penetrar la humedad cuando la persona se tiende a descansar y se queda dormida en el suelo al lado de un riachuelo o en una zona sombría. La humedad es uno de los peores males pues se agarra en el interior y resulta difícil de sacar.

Según los médicos tradicionales, la tristeza es como la humedad. La visión simbólica de enfermedad por humedad en Oriente (China y Corea) tiene las mismas connotaciones, penetra lentamente y sale también lentamente. Puede aludir tanto a las manifestaciones reumáticas del cuerpo como a los bloqueos emocionales (tristeza, melancolía, obsesión, depresión). En México se trata (el cuerpo) con sobadas de resinas, con hojas de chepito, hojas de naranjo o carrizo, y también con vaporizaciones.

Respecto a los problemas reumáticos y a las enfermedades causadas o relacionadas con la humedad (física y energética) hay mucha similitud entre la medicina tradicional mexicana y la medicina tradicional china, no sólo en la manera de entenderse el problema (en ambos casos íntimamente relacionado con la naturaleza y con las vivencias) sino en el enfoque de la terapéutica. Humedad, simbólicamente hablando, quiere decir en la tradición china, estancamiento de algo, situaciones emocionales, bloqueos circulatorios, adherencias del Qi de la naturaleza (por ejemplo dormir en una habitación con humedad en las paredes o habitar una casa poco saneada). En la tradición mexicana, con variaciones en la expresión discursiva, existen imágenes similares, visiones de la humedad relacionadas con la lluvia, con la niebla, con la evaporación, con los cambios de temperatura del cuerpo en relación con el ambiente, con el cansancio, con el coraje y la emocionalidad. La humedad física conlleva la parte de energía fría proveniente de la tierra. Es esa energía la que anima y dirige la actuación de la humedad natural como enfermedad. El baño temazcal es uno de los medios más completos de la medicina mexicana para desbloquear el cuerpo, la mente y el espíritu, sacar las impurezas y hacer correr de nuevo la energía vital. Con otros procedimientos se busca también limpiar, desobstruir y hacer circular el Qi en la medicina china. Hay una humedad que proviene de la propia persona, de desarreglos y alteraciones metabólicas, así como de preocupaciones en exceso y de bloqueos interiores debido a vivencias no exteriorizadas.

Dolor costal.- Molestia para la cual está indicado sobar con las manos y reposo, con una alimentación sana evitando grasas y picantes.

Otros dolores y problemas atendidos por hueseros y sobadores son: dolores de espalda en general, torceduras y falseaduras (lesiones de tejidos blandos), dolores y falseaduras de cintura. En todos los casos se combina la habilidad del conocimiento manipulativo del cuerpo con la colocación de emplastes de barros y hierbas, así como con recomendaciones de reposo y alimentación limpia. Se pueden combinar otros procedimientos terapéuticos tradicionales tales como la limpia y los pedimentos en los lugares sagrados si la enfermedad proviene de una acción directa de la realidad sobrenatural (acciones de fuerzas ancestrales, acciones malignas de hechiceros, maldiciones…).

2.6. CURANDEROS: MAL DE OJO, ESPANTO, EMPACHO, CORAJE, MAL DE AIRE, MUINA, MALDICIONES, DIARREAS.

Los curanderos atienden problemas diversos, algunos de ellos relacionados con la cultura y el mundo de creencias. Se ocupan de:

Mal de ojo.- Según Timoteo (informante) hay personas que inducen el mal por la mirada. Las madres mixes apartan a sus hijos de los extranjeros y extraños con el fin de evitar que aquéllos se asusten o reciban mal de ojo. A través de la mirada se puede traspasar mal a una persona según la creencia tradicional en toda Mesoamérica.

En las Memorias de encuentros de médicos indígenas del INI (Bernal, 1991-I) se expresa que el mal de ojo cae sobre alguien cuando otro le mira con una mirada pesada. Es cuando el enfermo, por lo general los niños, lloran mucho, se tuercen, brincan, les da vómito, huelen a coco, les dan espasmos, alferecia y los ojos se les vuelven azulitos, además ensucian verde y se vacían (Bernal, 1991- I: 79). Los curanderos reconocen el mal de ojo tomando el pulso al aquejado, que suele llorar (niños), tener calentura y estar agitado. Según D. Aristeo y D. Erasto, el pulso informa del estado interior de la persona, no sólo físico (sangre) sino anímico y espiritual (susto, mal de ojo, coraje). Los médicos tradicionales mesoamericanos usan la pulsología como medio de diagnóstico y conocimiento de la progresión de los males en el cuerpo.

La pulsología es una ciencia fundamental en la medicina de otras tradiciones como la china. A través de los pulsos chinos se perciben calidades de la circulación del Qi por las que se puede determinar la característica de los problemas funcionales así como la localización de su repercusión física. D. Aristeo y D. Erasto nos explicaron de qué manera toman el pulso en el brazo y para qué. A través del pulso, D. Aristeo es capaz de calificar el tipo de problema y la evolución del mismo. Sanadoras chatinas me informaron que se produce mal de ojo cuando alguien mira a un niño o niña que le gusta, que le llama la atención por su sonrisa o por otra cosa. Las madres se preocupan siempre por proteger a sus hijos de la mirada de envidia de otros. Eso respondió a mi pregunta de por que a veces los ocultaban de mi presencia. Si a mi me parecían niños bellos o graciosos, eso preocupaba a sus madres pues los pequeños podían enfermar por mi causa. El diccionario de la medicina tradicional mexicana (1994) define como Gendaroyá (palabra zapoteca) la enfermedad que afecta principalmente a los niños, originada por un adulto que siente atracción hacia el infante y que reprime el deseo de acariciarlo. La víctima presenta fiebre, vómito y diarrea. Como medida preventiva, el causante del daño debe pellizcar al niño.

Para tratar el mal de ojo se usa el huevo, la hierbabuena, el copal, la hierba de bandolera y el candó. Todo ello se bate con nuez moscada y con huaco. Se baña al niño y se le dan siete sopladas en forma de cruz (Bernal, 1991-I). También se le puede hacer limpias con huevo y copal; con huevo y plantas como el romero, la albahaca y la ruda o pirul. Vi usar sopladas en forma de cruz a D. Isaías para tratar el susto.

Teniendo en cuenta que el mal de ojo es un mal relacionado con la parte de la realidad no sensorial, las limpias están muy indicadas. El humo del copal y la vaporización de la soplada alrededor del aquejado no sólo ayudan a eliminar la suciedad energética y maligna sino que restablecen la circulación de la energía vital y con ella la normalidad, poniendo en función la barrera protectora natural. Dependiendo de las regiones, hay distintas modalidades de limpieza. En todas ellas (se haga de una manera o de otra), el objetivo es limpiar, sacar el mal, alejarlo, diluirlo, proteger a la persona, reponer sus barreras defensivas y atacar si es posible a la fuente de origen del mal (a través de rituales, rezos, oraciones…).

Espanto.- De este mal ya hemos hablado antes. Las diversas enfermedades pueden ser vistas, entendidas y tratadas por distintos especialistas. Salvo aquellas que requieren un tratamiento estrictamente físico como roturas, torceduras, dolores articulares y problemas relacionados con estructuras anatómicas principalmente, el resto puede ser atendido por unos u otros médicos tradicionales, o por combinaciones de varios de ellos.

Empacho.- Mal ocasionado por comer alimentos en estado de descomposición o pasados; o por tomarlos en momento inadecuado. En ocasiones, los niños toman exceso de comida y se empachan. A veces, se produce empacho por comer productos secos o por comer muchas galletas y alimentos elaborados con grasas (D. Erasto, Tabaá). Los parásitos (lombrices) también pueden originar empacho. Después de tener calentura o gripa (gripe, resfriado), puede enfermarse de empacho. El empacho suele asociarse a vivencias emocionales especiales o fuertes como el coraje. Con el empacho se inflama y duele el abdomen. A veces, molesta la cabeza y la zona de los ojos. Hay náuseas, aversión a la comida, sensación de plenitud, malestar, pocas ganas de salir y de relacionarse, estreñimiento o diarrea (dependiendo del terreno, si es empacho en terreno de calor o empacho en terreno de frío y deficiencia). En el empacho se suelen pegar los alimentos al interior de los intestinos (D. Erasto). El sol, los baños, el viento, las vivencias, unidos a la mala alimentación pueden ser causas de empacho, tradicionalmente.

El empacho se cura de diversas formas, dependiendo de la persona empachada, de dónde viva, de sus costumbres y del médico que la atienda. También ha de cuidarse la alimentación, no tomar grasas, no tomar frijol negro cuando se hace coraje, no tomar alimentos en mal estado, no comer a horas en que el cuerpo no hace bien la digestión, no beber alimentos fríos; lavar el intestino con flor de muerto, sobar suavemente la tripa, rezar y encender velas, usar hierbas de espina y diversos otros tés. Se puede hacer una cocción de corteza, hojas de guayabo, menta, manzanilla y canela, tomada durante 3, 4 días.

Coraje: Alteración, enfado que llevado al extremo puede producir problemas y enfermedades. Se explica en los encuentros y charlas con los etnomédicos que expongo en el apartado correspondiente. También se cita a lo largo de toda la tesis. En síntesis, el coraje es un desequilibrio emocional fruto de una vivencia. Por coraje se puede formar Buche o inflamación del cuello. En la medicina china se conoce este problema como bloqueo del qi hepático por causas emocionales. En la terapéutica mexicana el coraje suele asociarse a otras alteraciones (susto, mal de ojo, empacho, molestias musculares, etcétera) y es propio de personas coléricas, sanguíneas, demasiado calladas que explotan, preocupadas, obsesivas, nerviosas, movidas, ansiosas, dominantes; o a estas características manifestadas en determinados momentos en cualquier ser humano. Se trata con diversas hierbas, con limpias, con ofrendas en el lugar donde se produjo el enfado o el coraje, con huevo y copal, con cuidado alimenticio, con descanso, con respiraciones, con baño de agua de ruda; evidentemente, con temazcal y con una prevención de control de los impulsos (ejercicio físico, ejercicios respiratorios, descanso, hablar los problemas…), según los médicos tradicionales locales.

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