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Etnomedicina en Mesoamérica central (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4

En primer lugar, la limpia del temazcal, realizada con incienso de copal al entrar al recinto y con los medios y procedimientos propios del baño tradicional tanto dentro como fuera (salida). Remito al lector al epígrafe correspondiente donde encontrará toda la explicación.

En segundo lugar, limpias observadas en México D.F. (Mercado de Sonora) con ramos de pirul, albahaca y romero. El procedimiento consiste en pasar los ramos alrededor del cuerpo rozando el mismo, pronunciando las frases correspondientes. Esos ramos luego se deben quemar o destruir.

En tercer lugar, la limpia que vi realizar en Puerto Escondido, a base de humo de cera derretida, pulverizando a la vez un agua especial sobre y alrededor de la persona a limpiar (Trinitarios Espiritualistas Marianos, dentro del área chatina, Costa del Pacífico).

En cuarto lugar la limpia realizada por D. Erasto (S.J. Tabaá) con la planta denominada chichicatle (o chichicastle) de hojas grandes y urticantes. Zamora y Barquín (1997: 87) hacen referencia a esta planta en su estudio etnobotánico (Estado de Hidalgo) como Urtica dioica, "ortiga de la buena", "ortiga ancha" o "chiquicastle". Usada tradicionalmente para calmar los nervios mediante azotes en el hueco poplíteo de la rodilla. Otros usos: circulación y reumatismo, regulación de la tensión, limpias. El procedimiento de D. Erasto, previo contacto a través de determinadas frases con las entidades del cielo y de la Madre Tierra, consiste en golpear suavemente el cuerpo con el envés de la hoja (una hoja grande y picosa) produciendo reacción de rojez y pequeñas vesículas que desaparecen en unos minutos. Esta limpia es muy potente y tiene importantes efectos fisiológicos, apreciados por un servidor tras recibir una sesión del terapeuta zapoteco (estímulo del S.I., estímulo de la circulación sanguínea y linfática, aporte a través de la piel de elementos fitoquímicos antioxidantes, desbloqueo del intestino, relajante del sistema nervioso, reequilibrio de la circulación hídrico-térmica corporal general). La limpia que yo recibí fue suave comparada con las que D. Erasto da habitualmente. Aún así, tuve una reacción fuerte en los brazos, bastante mayor en intensidad y duración que las que me han producido las ortigas de mi tierra (Castilla-León). Desde el punto de vista de nuestro estudio, lo más interesante fue apreciar la práctica terapéutica tradicional como un trabajo integrado, atendiéndose todos los niveles de la persona, no sólo el físico. El terapeuta tradicional actuó sobre mi cuerpo con la planta, pero también sobre mis otros componentes (no físicos) con sus oraciones y fórmulas. La finalidad era conseguir mejorar mi circulación y facilitar mi adaptación a un medio ambiente distinto. También, sacarme el aire y pedir por mi bienestar integral como persona.

Por último, tres limpias hechas por sanadoras chamanas del área chatina y chatino-mixteca. Dos de ellas correspondientes a mi segunda estancia en Oaxaca; y la tercera, el último año. Las tres limpias me fueron realizadas con hierbas, huevo y mezcal.

Acompañado por D. Fredy Zárate (informante de Santos Reyes Nopala), en una mañana calurosa y luminosa del verano de 2005, llegamos a casa de Doña Petra, que nos estaba esperando. Nos recibió en el porche de la vivienda, un lugar sombreado y fresco por la proximidad de las plantas de su patio. Hablamos y hablamos sobre medicina tradicional, costumbres chatinas, chamanismo local, plantas y hongos. Tras contarme sus experiencias, le pregunté si podía practicarme una limpia. Me dijo que sí. Entonces pasamos a un cuarto en penumbra con una mesa sobre la que se encontraban los útiles necesarios para la intervención: vasos con agua, huevos, mezcal. Me mandó quitar la camisa y pronunció una oración: "Santísimo sacramento, padre eterno y la Virgen santísima. Echen su bendición y que salga toda la enfermedad". Usó una hierba de su patio llamada floripondio. Cortó siete hojas y las roció con mezcal. Luego me dijo que había que hablarles y pedirles ayuda: "Hojita, la maravilla que Dios te dio. Vas a ser remedio. Te voy a ocupar (utilizar) para curar". Así no más le digo. Fue pasándomelas, frotándome la piel. La curadora comentó que los limpiadores sienten, perciben el mal que están limpiando: Yo luego siento, siento dolorcito, se me pega. Después de limpiarme con la planta, lo hizo con un huevo, previamente pulverizado con mezcal, pronunciando: "En nombre de Dios y de María Santísima, con la maravilla que Dios te dio (se refiere al huevo) sacas toda la enfermedad. Padre Eterno y la Virgen Santísima, que lo remedie". Luego de pasarlo varias veces alrededor de mi cuerpo y de mi cabeza lo cascó en un vaso de agua. Seguidamente tomó otro huevo y, tras orar y rociarlo con mezcal, lo volvió a pasar como el anterior. Terminado el acto, procedió a la lectura de los huevos. El primero estaba deshecho, yema y clara deshilachadas y parduzcas. El segundo se veía intacto, una simple nube surgía de su clara. Explicó que con el primero salió toda la enfermedad. No se trataba de un mal físico pues la yema permanecía en el fondo. Era aire, es decir, miradas de la gente con distintos pensamientos (buenos y malos). También veía cansancio y demasiado trabajo. Le jaló fuerte el aire, ¿ve?, me dijo. Deshizo la yema. El segundo está bien. Con éste ya se limpió, añadió. Quise saber cómo había conseguido los conocimientos para leer los huevos en el agua. Me dijo que de su madre, y de la experiencia. Para la protección contra ojo y aire me recomendó llevar en un saquito: un ajo, un chile y una rama de albahaca. Doña Petra usa el huevo también como medio de pronóstico, una primera visión sobre la enfermedad y sobre la persona afectada, posibilidades de curación, acciones terapéuticas a seguir, etcétera. Le recomiendo a usted que evite el aire, me dijo. La propia sanadora llevaba sus ramas de hierbas protectoras por dentro de su vestido. Terminado el trabajo se frotó bien manos y brazos con alcohol para desprenderse de la energía negativa pegada.

Opina Ruth Gubler que el curandero, al estar en contacto con la enfermedad, con la esencia del mal, también está él expuesto al peligro por lo que, para su bien, depende de sus espíritus protectores (Gubler, 1996).

Los sanadores son conscientes de que ellos mismos son muchas veces el medio terapéutico para curar los males. En todo caso, al concebir al enfermo como parte de una realidad en la que ellos también se encuentran, el tránsito, la dinámica energética constante, hacen, o puede hacer, que los problemas a los que se enfrentan se trasladen a ellos o transiten por su persona. Algunos opinan que lo que reciben en realidad son sólo reflejos, imágenes de la enfermedad, copias sin capacidad para dañar. Otros pueden llegar a sentir los síntomas del paciente durante un periodo variable de tiempo. En el primer caso, la percepción del mal ajeno le da al experto la posibilidad de calibrar el nivel de fuerza o potencia de la terapéutica, adaptándose a cada persona según las especificidades de su problema. En el segundo caso, el mal que siente el terapeuta, no es de la misma naturaleza que el de su paciente ya que las circunstancias que ocasionan uno y otro son distintas. El médico también puede adecuar el trabajo terapéutico a su cliente y sólo tiene que esperar el tiempo necesario para que el estancamiento de la dolencia ajena en su persona desaparezca sin más. En todo caso, ninguno de los profesionales de la medicina tradicional que he conocido, y que conozco, tiene miedo. Dicen que son cosas que pasan, en unos más que en otros, pero que no suponen un riesgo o un problema para el médico. Médicos tradicionales de la tradición mixta (postconquista) en México, así como sanadores y médicos naturistas y tradicionales europeos también me han explicado lo mismo.

Para algunos chamanes, la utilización de huevo en la cura no está bien vista. Supone, según ellos, acercarse a lo oscuro y a lo sombrío, bajar de nivel y de categoría. La propia María Sabina ejerció como curandera lo cual no la satisfizo. El uso del huevo asociado a la tierra (enterrado) le hacía estar cerca de la podredumbre física (gusanos) y por ello lo dejó (Estrada, 1997). La cultura tradicional de salud mesoamericana se basa en el equilibrio de lo dual. El hecho de utilizar huevos en las prácticas curativas no necesariamente va asociado a actitudes y actuaciones negativas, sucias, oscuras y dañinas de los practicantes. Algunos son polivalentes, es decir, se adaptan a lo que el cliente les pide. Si les piden venganza, actúan en consecuencia (lo que implica causar daño a terceros por encargo). Si les piden ayuda para curar a un familiar, trabajan para conseguir su restablecimiento. Hay quienes son especialistas para conjurar y ocasionar males (en la tradición prehispánica y en la posthispánica).

Por último están los sanadores, generalmente etnomédicos indígenas, que jamás actúan para perjudicar, que nunca se ven movidos por fines lucrativos o de venganza. Todos pueden usar plantas, huevo, rituales parecidos. La diferencia está en la finalidad y en el concepto que de sí mismo y del trabajo sanador y curador tenga cada cual. He conocido a algún curandero extraño y ambiguo, pero la mayoría de chamanes y etnomédicos que he observado, en México, en Oaxaca y fuera, son personas honestas, íntegras, profesionales o expertos practicantes interesados por sus pacientes y con prestigio en su comunidad. He de decir, que el objetivo de este estudio es la cultura de salud y la etnomedicina, por tanto, lo que se piensa y se hace para ayudar a estar bien y para contrarrestar el mal. Por esa razón también es lógico que hable bien de los etnomédicos que he conocido, porque previamente los he escogido para poder hacer el trabajo. Considero que otros estudios, abiertos a las acciones e influencias de todo tipo de curanderos, podrían aportar las perspectivas de quienes actúan no precisamente en favor de la salud y el bienestar. Tal vez María Sabina se refiriera, más que al uso de elementos tradicionales concretos como el huevo, a actitudes específicas de quienes los usan, asociando el elemento al mal profesional (éticamente hablando) o al hechicero.

El hecho de dirigirse a las plantas a la hora de curar se da en muchas tradiciones amerindias. La planta en cuestión no es cualquier hierba sino una en especial, conocida desde antiguo para el menester que sea. Tiene alma, o es la apariencia de un ser superior de la naturaleza. Por ello se le habla y se le pide ayuda e intermediación. María Sabina hablaba a sus hongos antes de tomarlos. Antes de comerlos los hablé, les pedí favor…Tu sangre tomaré. Tu corazón comeré. Porque mi conciencia es pura, es limpia como la tuya. Dame la verdad, que me acompañen San Pedro y San Pablo. (Estrada, 1997: 43). La Sabia mazateca siguió la línea y el camino del chamanismo ancestral. Cuando de éste se desprendieron prácticas adaptadas a la evolución y organización compleja de los grupos, cada uno de esos nuevos saberes conservó el fondo común de la matriz cultural arcaica y manifestaciones, rasgos y elementos expresivos de la antigua cultura. Los especialistas como D. Erasto hablan a las plantas que van a utilizar (ocupar), hablan a la tierra y a los lugares, hablan al cielo, al agua, al viento y a la lluvia donde, como expone Marcia Trejo, habita un universo de fuerzas y energías (benefactoras y perjudiciales) visualizadas desde antiguo y transmitidas por la tradición (Trejo, 2004).

Volviendo a Nopala y a las limpias, para contrastar, el verano de 2005 nos fuimos (Fredy y un servidor) a otra sanadora que vivía en una localidad próxima dentro de un área mixta chatino-mixteca. Había sido tomadora de hongos durante muchos años, pero ya no ejercía como chamana, o al menos eso fue lo que nos dijo. Conversamos con ella durante largo tiempo. Luego le pedimos que nos realizara una limpia y contrastamos los resultados con el trabajo de Doña Petra La nueva especialista no usó humo ni roció el huevo con mezcal. Lo frotó con un líquido de hierbas y lo pasó por nuestro cuerpo como hizo Doña Petra, iniciando el trabajo en esta ocasión con la señal de la cruz sobre nuestras cabezas. Los blanquillos (huevos) salieron intactos, tanto en el caso de un servidor como en el de mi acompañante. Tan sólo una nube sobre la clara del mío que volvía a indicar aire. La experta me hizo unas recomendaciones personales, entre ellas mucho descanso. También me aconsejó protegerme de las miradas. En cuanto al cuerpo, no vio ningún problema.

La técnica de la segunda sanadora era diferente, más informal aparentemente. Se movía con mucha soltura y con menos ceremonia que la primera. Sólo utilizó el huevo, sin plantas. Realizó la señal de la cruz sobre nuestras cabezas y frotó el huevo repetidamente de forma lineal y en círculos sobre cabeza, sienes, cuello, brazos, espalda, pecho, abdomen y piernas; volviendo a la cabeza donde insistió un rato antes de terminar.

Haciendo una comparación de los trabajos, podemos decir que sus resultados se correspondieron. Una y otra sanadoras dijeron lo mismo, acertando en mi caso, y acertando, según el Sr. Zárate, en el suyo. Personalmente, me sentí satisfecho con lo que me dijeron y con lo que me hicieron. Ninguna sabía de nuestra visita a la otra. Realmente, me impresionó. Tanto Fredy como un servidor nos sentimos aliviados y revitalizados. A mi entender, el procedimiento en ambos casos surge de la misma tradición o de tradiciones hermanas. Ambas curadoras demostraron conocer bien su trabajo, actuaron con destreza, sinceridad, honestidad, gran experiencia, confianza y fenomenal ojo clínico. Además, no hubo en sus trabajos una finalidad económica o de quedar bien. Trabajaron de forma sencilla y, diría yo, rutinaria, dentro de la más absoluta naturalidad, incluso Doña Petra con su ritual un poco más ceremonioso. No nos pidieron dinero, ni nada. Sin embargo, colaboramos con un donativo. Algunos sanadores me han explicado que el dinero es energía, y debe circular. Si alguien recibe un bien, se debe compensar o equilibrar con otro. Puede ser dinero o puede ser otra cosa (principio elemental del trueque). Nuestras terapeutas se sintieron satisfechas atendiéndonos. Lo que les ofrecimos lo aceptaron de buen grado, pero sin darle demasiada importancia. El valor, desde el punto de vista antropológico es la muestra de una tradición, no como algo exótico, desconectado de la persona y del medio sino como algo vivo, dinámico, presente en la cotidianeidad de esas gentes, una forma ancestral y actual de atender necesidades de las personas de un grupo, necesidades que incluimos aquí dentro de la salud, pero que habría que incluir mejor dentro del bienestar en sentido amplio (personal, familiar, social).

La última limpia la recibí de Doña Petra en nuestro encuentro de 2006. Ese verano fue tormentoso y lluvioso en la costa del Pacífico, al menos el tiempo que estuve allí. Contrastaba con los dos veranos anteriores, tranquilos y apacibles. Cuando fui a ver a la curadora, llevaba la cara hinchada por picaduras terribles de mosquitos que no me habían dejado dormir la noche anterior. En realidad, la noche había sido una batalla contra esos rápidos y escurridizos voladores que había terminado en un desasosiego total. Por supuesto, la contienda la perdí yo; y me costó soportar el lento paso de las horas en aquella quietud tropical, sólo rota por el silbido repentino de los mosquitos. Se me hizo eterno el paso de la noche al día. Aún fresca la mañana, subí el camino cimentado que conducía a la casita sombreada de Doña Petra. Allí daba gusto estar.

Encontré a la terapeuta tradicional más envejecida y cansada. Me saludó con agrado, recordando todo lo que habíamos hablado el año anterior. Me confesó que ya no curaba, que estaba enferma y se sentía débil. Al lado, su hija, una mujer joven, intervenía en la conversación con ganas de protagonismo. Era, al parecer, la sucesora de su madre en la tarea terapéutica.. Pregunté si todos los curanderos de allí dejan a alguno de sus hijos o familiares la herencia de los conocimientos para seguir la profesión. Me dijeron que no, que ocurre en casos contados (como el de ellas), y cada vez menos. Quise saber la razón y me respondieron que a veces, los descendientes no quieren, pero también ocurre que la gente no tiene la misma confianza en la hija o hijo del curandero; y que cuesta tiempo hacerse un nombre. Hay que demostrar que también se tiene don para curar. Quise saber más del susto y de la limpia local, o al menos de la practicada por Doña Petra, o Petrona, como es llamada en el lugar. Me habló la sanadora-chamana en esa ocasión de tres técnicas para curar el espanto. La primera, con hierbita de espanto: se muele, se cuela y se rucea. Después de eso, se le untan tres huevitos, bien, bien, bien bien y se quiebran. Ahí sale lo que tiene usted. La segunda, se barre bien la casa. El enfermo se sienta en medio, donde hace cruz la casa. Ahí se le untan 14 huevitos, o hasta que no salga nada. Después lo rucean (con mezcal). El tercer procedimiento de Doña Petrona es con un nido de pajarito. En un tepazcate, se echa brasa, un nido de pajarito, palma bendita y rabo de ajo. Entonces se llama (al enfermo) por su nombre. Por ejemplo, si se llama Juan, se dice: -Vente, Juan; -¿Dónde estás, Juan? Y se da vuelta al enfermo llamándolo. Si arde la lumbre solita, ¡ya llegó! Si no arde, vuelvo a hacer más, otra vez, hasta que arda y vuelva el espíritu. Petra y su hija me explicaron que se llama por su nombre a la persona (a su alma perdida) porque, generalmente, los espantados se asustan lejos por diversas razones (accidente, miedo, soledad, caída…). Muchas veces, ni el propio enfermo sabe que se asustó o cuándo pasó. Todos estos comentarios, aclaraciones y explicaciones coinciden con los dadas por médicos tradicionales y conocedores de otras tradiciones, mixes, zapotecas y mixtas estudiadas en este trabajo. El modo del "nido de pajarito" se usa para los asustados muy lejos. Se reclama al alma perdida para que vuelva a la persona. Los espantados en las proximidades pueden ser atendidos y curados con el procedimiento de la hierba y el huevo. El de los 14 huevos sirve también para casos difíciles. Me relató Petra que uno de sus hijos se estaba bañando una vez en las proximidades cuando dos toros se dirigieron corriendo al lugar. Petrona pudo desviarlos, pero el chico se asustó y le dio calentura que no se le quitó. Lo trataron con la técnica de 14 huevos y sanó. Para quien tiene susto y no lo sabe, el "ojo clínico", las preguntas y el análisis de la situación hecho por el curador determina qué procedimiento escoger. El profesional refuerza al enfermo preparándole, explicándole lo que le va a hacer y aportándole un apoyo dirigido a la curación. Pregunté por el caso de los niños. Ellos, que no saben lo que les pasa, que no saben explicar lo que sienten, cómo son vistos por el médico tradicional, cómo hace éste para saber cuándo están afectados de espanto. Petra y su hija me respondieron que cuando un niño está asustado, llora y llora. No se fija en nada, no toma alimento, no come golosinas, está triste, no bebe. Se le trata poco a poco según se vaya viendo cómo va. Le pedí a Doña Petra que me hiciera una limpia un poco más fuerte que la que me hizo el año anterior pues esos días no me sentía bien, sumándose la noche horrible que había pasado peleándome con los mosquitos.

Ella me dijo que el lugar donde yo me hospedaba era un lugar de por sí sucio y espeso (al lado del río). Me recomendó cambiarme a otro. Se sorprendió un poco de mi petición súbita, pero se compadeció de mi cara hinchada. Al principio no quería atenderme pues no trabajaba mucho. Sus hijas se iban ocupando de los casos que llegaban. Finalmente, accedió. Pasé a la habitación en la que estuve el año anterior y Petra, concentrada y seria, procedió al tratamiento, un poco diferente esta vez. Comenzó rociándome mezcal, insistiendo en mi cabeza y en mi pecho. A las frases habituales, sumó el paso de un huevo, incidiendo sobre mi cara hinchada. Cascó el huevo en el agua y me pasó otro concienzudamente. Depositó su interior en otro vaso y esperó antes de emitir su diagnóstico. Se lavó y miró detenidamente los dos vasos. En el agua, los huevos mostraban claramente la yema envuelta en nubes ascendentes de clara que llegaban hasta la superficie del agua. Allí podía verse también un conjunto de burbujas. El aspecto general era turbio, no tan bueno como el año anterior. La médica tradicional me dijo que tenía aire y que me había dado muina. Estaba asustado de lo ocurrido con los mosquitos. Me recomendó volver esa noche o a la mañana siguiente si me seguía encontrando mal y si mi cara seguía hinchada.

Hablamos poco más y me fui pues había clientes esperando. Pasé el día bien y, con las marcas de los picotazos en el rostro, dejé de sentir la presión de la inflamación, que cedió. Mis molestias gastrointestinales se corrigieron con la dieta adecuada: agua de soda, lima exprimida y sal. En general, sentí una sensación de frescor, alivio y distensión, como las veces anteriores que me había dado limpias.

A medida que se profundiza en el estudio de los procedimientos terapéuticos tradicionales y de quienes los ponen en práctica, uno se da cuenta que, tras la fachada y tras la apariencia sencilla de personas del pueblo, humildes, algunas iletradas, trabajadoras y anónimas, se descubren personalidades robustas e influyentes, personas muy bien formadas (en los conocimientos de su tradición) y experimentadas en la curación a través de la experiencia de años. El conocimiento de estas personas, genera confianza. No entramos aquí a analizar el valor de los procedimientos. No les podemos comparar más que con otros de su entorno. Como tales, pertenecientes a un contexto cultural propio, tienen la misma validez que los nuestros en nuestro contexto occidental. Esas personas tienen una mente ágil. Relacionan muy bien, son rápidos. Utilizan el conocimiento de la experiencia y el análisis del momento en cada caso y en cada situación. Te aportan seguridad. Son buenos psicólogos. Saben preguntar. En el caso de Doña Petra, con sencillez y elegancia, comenta, explica, piensa, te mira, te estudia y se adapta al interlocutor en la medida en que la conversación requiere equilibrio. Uno se va satisfecho tras el encuentro. Son sabios del pueblo, estudiosos de la vida, de la naturaleza, de las tradiciones; cumplidores y generosos. No necesitan quedar bien, al menos los que he conocido, sobre todo los mayores. No buscan tu aplauso pero se sienten bien (importantes) atendiendo a alguien de fuera, sobre todo si el resultado es bueno. El caso de los nuevos que acceden es otro cantar. Al lado de Doña Petra, su hija, con brío, con deseo de emular a su madre, explicaba haciendo ver que también tenía experiencia. Deseaba demostrar su validez, hacerse un hueco en el espacio ocupado por su madre.

La limpia es un procedimiento ancestral adaptado a cada momento y lugar. Forma, a mi juicio, uno de los pilares sobre los que se asienta la terapéutica tradicional de raíz chamánica.

3.3. SOBAR.

En la cultura de salud mesoamericana, existe la tradición de tratar ciertos problemas físicos o funcionales con las manos, aplicando un masaje sobre las zonas entumecidas, doloridas o molestas. Desde antiguo, una línea de la terapéutica popular se especializó en este trabajo. A los profesionales que atienden al enfermo con masaje se les llama sobadores, y se dan en prácticamente todas las culturas y pueblos de Mesoamérica. Sobar consiste en pasar la mano por el cuerpo de una forma especial, y teniendo en cuenta las características de la edad, el estado de salud, la resistencia corporal, la mayor o menor masa muscular, el sexo, el tipo de enfermedad, la localización de la dolencia o problema, etcétera. Se puede sobar para mantener el estado del bienestar físico-muscular, para mantener la forma, para atender problemas en brazos y piernas, en espalda, en abdomen, dolencias deportivas, tirones; también otros males derivados de la actividad laboral, para ayudar a solucionar el malestar postural… El sobador, según la tradición, tiene que tener un tacto especial y un toque terapéutico. Los dedos del sobador ayudan a dibujar en su mente los problemas descubiertos en la topografía corporal del paciente, problemas que hábilmente trabaja, con petición de ayuda (a Dios, a los santos, a entidades tradicionales) a través de oraciones o frases.

D. Erasto, de Tabaá, soba el abdomen en caso de empacho. En los niños, señala, da muy buenos resultados. El sobador suele ser una persona fuerte (a nivel de constitución energética) con capacidad para resistir las influencias negativas. Por eso popularmente se piensa que los males de aquellos a quienes toca, no le pasan a él. Además, se prepara de diversas formas para impermeabilizarse y ser útil a los demás.

3.4. CHUPAR.

Los chupadores son especialistas de salud en las culturas tradicionales de Mesoamérica, aunque también se dan, o el procedimiento de chupar se realiza, en otras culturas del continente como las amazónicas peruanas estudiadas por Carlos Junquera (1999) y Juan Carlos Ochoa (2003). Chupar, como ya hemos explicado, consiste en eliminar-neutralizar por succión elementos dañinos y perjudiciales del cuerpo del enfermo, que allí han ido a parar por magia, hechicería o procedimientos rituales contra esa persona.

Las envidias y malos quereres pueden ser lanzados sobre la persona en cuestión, creándole la enfermedad. Tales elementos (piedras mágicas) pertenecen a la realidad no sensorial y, aunque en ciertas ceremonias, el chupador muestra objetos visibles después de proceder a la succión; según D. Erasto, de Tabaá, son otras cosas. Para él, lo importante es que con el procedimiento se saca el mal del cuerpo.

La succión es una práctica muy antigua que nos muestra la manera de acceder al "espíritu" de la enfermedad. Para los médicos tradicionales, hay males y problemas cuyo tratamiento, desde el punto de vista físico exclusivamente, no es suficiente. En algunos casos, ni siquiera es el correcto.

3.5. PALPAR.

La palpación forma parte de los métodos de diagnóstico en la medicina tradicional indígena, pero también sirve para curar. Médicos como D. Aristeo, D. Erasto y otros la usan frecuentemente. A este procedimiento también se le llama pulsar. A su vez, a través de ese medio, también puede influir sobre el estado de la gente, apoyando al cuerpo en su misión de reequilibrio tras sufrir un mal. Según Ignacio Bernal, de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el uso de técnicas parecidas a la digitopresión asiática en la medicina tradicional mexicana establece semejanzas a nivel terapéutico entre sistemas médicos tradicionales tan distantes en tiempo como en espacio. Los yoremes de Sonora pulsan las partes afectadas de los enfermos, como por ejemplo el estómago en los sustos (Parra, 1999). A veces, palpar, sobar y jalar (tirar) se complementan y entremezclan en las prácticas tradicionales oaxaqueñas, acercándose a lo que se hace en otras culturas tradicionales del continente.

3.6. ASISTENCIA AL PARTO Y OTROS.

Las parteras son conocedoras de un saber ancestral y especialistas de una tradición muy antigua en Mesoamérica. En tiempos aztecas, después de asistir al parto, se dedicaban a dar al niño consejos y a narrarle los sufrimientos y sinsabores de este mundo (Alcina, 1999). Tal actitud, moralizante y pedagógica, se incluía entre sus obligaciones. En S.J Tabaá, localidad zapoteca, D. Alfonso, médico tradicional local, atiende a sus pacientes y a veces a otras enviadas a su consultorio desde el centro de salud comunitario. La tradición zapoteca de las parteras proviene, como toda la cultura tradicional de salud, de la vieja cultura chamánica, o está muy emparentada con ella. La partera no sólo ayuda a nacer sino que tiene la misión de regular las energías, tanto del recién nacido como de la madre.

Otros procedimientos tradicionales para sanar son: utilización de hierbas y plantas en tinturas, decocciones, infusiones (tés), microdosis, enteras, de uso interno (ingeridas), de uso externo colocando emplastes, fabricando ungüentos y cremas, etcétera. También destaca el uso de barros, arcillas y procedimientos espiritualistas con aguas y bálsamos especiales (para beber y para frotarse). Se asiste a reuniones en centros espiritualistas (D. Isaías, Puerto Escondido) con el fin de seguir las orientaciones e indicaciones de los guías espirituales. Hay procedimientos chamánicos específicos, como los de los chamanes chatinos, oponiéndose a acciones de terceros, contrarrestando los efectos negativos de la naturaleza y de los lugares. Hay rituales de colocación de amuletos y elementos curativos y protectores. Todo esto se suele acompañar de visitas a los cerros y lugares sagrados (tanto iglesia cristiana como lugar tradicional de su cultura).

3.7. MÚSICA, DANZA, REPRESENTACIONES TRADICIONALES.

Según Linda Schele, hablando de la cultura maya, la danza y otros rituales llevaban a la transformación de los danzantes o de los chamanes en su espíritu animal protector o acompañante (Schele, 1997). Para los huicholes y para otros pueblos, entre ellos los mapuches sudamericanos, el tambor y diversos instrumentos musicales producen sonidos que pueden curar. Los especialistas conocen las técnicas para lograr sonidos terapéuticos. A veces, a través de un toque rítmico específico, los chamanes se trasladan a la realidad no sensorial, a la realidad mágica de los sueños con el fin de actuar en beneficio de la comunidad o de alguien. El fin siempre es buscar el equilibrio, hacer que nada se descomponga, que la vida siga y las desgracias no acaben con el mundo o con las personas a través de las enfermedades.

El folklore tradicional mesoamericano tiene rasgos terapéuticos arcaicos que nos recuerdan las acciones chamánicas descritas por Eliade (2001) en pos de conciliar los elementos de la realidad amplia permitiendo el progreso de la comunidad y la supervivencia del grupo. En la fiesta de la guelaguetza oaxaqueña se dan cita gran cantidad de grupos étnicos mostrando sus bailes, sus desfiles, el colorido de sus vestimentas, la gastronomía y otros aspectos de la riqueza cultural de los pueblos originarios. Muchas de las manifestaciones folklóricas dan fe de la vitalidad de costumbres y tradiciones arcaicas en las que los danzantes representan aspectos de la vida familiar, social o de pareja relacionando distintos elementos de la realidad amplia. Pero la percepción de esta festividad no es igual en todos los miembros de los grupos indígenas. En julio de 2004, acompañé accidentalmente a una de las guelaguetzas alternativas (grupo de protesta y oposición a la fiesta oficial y su patrocinio oficial) que se desarrollan paralelamente a la fiesta grande oaxaqueña. Mi taxi quedó bloqueado en medio de las personas que marchaban. Así es que, durante unas dos horas, seguimos a paso lento el itinerario del desfile alternativo. Observé personas de diversa procedencia, la mayoría pertenecientes a grupos indígenas. Mi taxista me iba asesorando. Golpeaban cacerolas, coreaban frases, cantaban y expresaban sus ideas en favor de una guelaguetza no comercial. Todo ello se resumía en un pasquín en el que se decía: luchamos por la paz, la defensa de nuestros derechos como pueblos, defendemos el maíz criollo y nuestra forma de vivir como indígenas, además nos oponemos a los grandes proyectos y acuerdos comerciales donde participan muchos países del mundo y que sólo sirven para robarnos en las comunidades. Sobre la fiesta, en el comunicado se podía leer: Estos días en que se realizará la guelaguetza, máxima fiesta de los pueblos indígenas y que el gobierno ha vuelto mercancía donde venden la música, bailes, ropa, comida y toda la cultura de nuestras comunidades, quitando todo el sentido de convivencia comunitaria que originariamente tiene, las comunidades indígenas no permitiremos continúe la prostitución de nuestras fiestas. Por ello convocamos a todas las personas dignas a que hagamos de la guelaguetza un ejercicio de autonomía y convivencia por la paz con justicia y dignidad En México es frecuente ver asociadas reivindicaciones, en este caso de los grupos indígenas, a las fiestas populares.

Para los miembros de los grupos que conozco en Oaxaca, la expresión creativa, musical, teatral, es un medio de armonizar la vida comunitaria. A través de la música o de las representaciones folklóricas, se practica una especie de terapéutica social que recuerda a las personas quienes son, cuales son sus orígenes, el valor de su individualidad cultural y su identidad como grupo. En tanto y cuanto los miembros de los grupos originarios se asientan en su marco de referencia social y tradicional, la seguridad, el equilibrio, la sensación de protección y el bienestar en comunidad aportan elementos en favor de su salud. Ya he expuesto anteriormente que fue la ruptura de la unidad estructural y funcional de los grupos en su medio y en su natural línea de progreso y evolución la que los hizo más vulnerables influyendo en sus capacidades naturales para resistir a las enfermedades.

3.8. SUEÑO.

A través de él, se reciben mensajes y acciones a realizar para lograr la curación. El sueño es un medio de diagnóstico. Natural o inducido, sirve a los expertos de las culturas originarias, y a otros de la tradición mestiza, para determinar las causas que produjeron la enfermedad así como para orientar las acciones terapéuticas. En los sueños no se recibe información evidente. D. Isaías me explicó que ciertos sueños tienen una significación sólo descifrable en el contexto de la tradición o en el de grupos cuyas claves se transmiten entre sus miembros.

Otros terapeutas me informaron que la comprensión del sueño depende de lo aprendido del maestro o de la familia. En el chamanismo y en la etnomedicina, los sueños revelan no sólo aspectos de los males y causas dentro del mundo natural, sensorial, sino también otros correspondientes a esferas anímicas de la naturaleza y de la vida social. El momento del sueño prepara a la persona, y especialmente a los expertos, para el diálogo con lo inmaterial, con el cielo, con el inframundo y/o con sus seres. M. Trejo (2004) muestra en su obra una gran cantidad de formas y seres mitológicos y fantásticos de la tradición mexicana quienes en el pasado, en épocas en las que las tradiciones aún conservaban su fuerza originaria, se comunicaban, influían, contactaban, actuaban desde las esferas del mundo de los sueños, del mundo espiritual, sobre el mundo y sobre la vida de hombres, animales, y naturaleza en general.

A través de los sueños se encuentran respuestas, se realizan acciones en planos no sensoriales que tienen repercusión en el mundo físico. D. Isaías propone la cirugía espiritual a personas aquejadas de graves enfermedades como el cáncer. Dicho procedimiento simbólico se realiza dentro del sueño con una preparación previa de la persona y del entorno. Las vivencias dentro del sueño también pueden afectar a terceros. El dominio de los sueños corresponde a quienes tienen un entrenamiento especial en ese ámbito. El toque del tambor, los hongos, las plantas psicotrópicas, las bebidas especiales o la concentración transportan a sanadores y terapeutas indígenas especializados a espacios en los que conectan con el pasado y relacionan el presente con acontecimientos futuros o posibles acontecimientos futuros (adivinación). Hay personas pertenecientes a las comunidades originarias (mixes, zapotecos, chatinos) que visitan a los "descifradores de sueños". La gente cuenta su sueño y el sanador lo interpreta. A veces se ayudan de medios de predicción como el maíz (Efraín Reyes, informante) para informar sobre requerimientos de salud, bienestar en general o temas específicos de la economía o de las relaciones interpersonales.

3.9. HIDROTERAPIA.

En Oaxaca se ha apreciado desde antiguo el uso del agua con fines terapéuticos. Además del baño temazcal existen otras tradiciones relativas a la cura y a la conservación del equilibrio de la salud a través del agua. No lejos de la capital, cerca del sitio arqueológico de Mitla, se encuentra un área llamada: Hierve el agua. Se trata de una zona de aguas azufradas que han desgastado las montañas produciendo formas de cascadas. El agua se embalsa de manera natural en albercas en las que es posible tomar baños. La disolución de azufre aporta un agua usada por los antiguos pueblos para atender diversos problemas y enfermedades. La bebían para ayudar a la limpieza renal y hepatobiliar. Como baño, la utilizaban para ayudar a limpiar y eliminar las impurezas de la piel. Los baños rituales en los ríos también constituían un medio para el mantenimiento de la salud entendida como equilibrio de los diversos componentes de la realidad amplia. Entre los huicholes, nos dice el diccionario de la medicina tradicional mexicana (1994), la diosa del nacimiento prescribe un baño ceremonial realizado con agua sagrada para dar término al estado sagrado de los caminantes al regreso de la peregrinación del peyote.

El agua puede ser vista como origen de males tales como el susto cuando alguien cae por accidente en ella. Pero también puede ser entendida como medio reequilibrador, revitalizador y terapéutico, no sólo a nivel físico sino a nivel espiritual y energético. Los canales de Xochimilco eran capaces según la tradición de devolver la alegría y el bienestar a quien navegaba por sus aguas, reintegrándolo a la comunidad y despejando su cabeza y cuerpo de malestar y dolor (Arturo Marín, informante). Aún hoy se puede ver a la gente celebrando acontecimientos con comida, música y gran algarabía; o reuniéndose para pasear sin más en las trajineras (barcas planas y curvadas) navegando por la "Venecia mexicana". El ámbito acuático, según la tradición, está lleno de energías y seres fantásticos, como recoge M. Trejo (2004) que pueden atraer a personas y animales, causándoles desgracias, pero que también aportan ayuda a quien se la solicita. Así es que un mismo elemento de la naturaleza tiene dos caras, dos lecturas, dos polos. El agua, como el viento, como la roca o la montaña en las tradiciones amerindias se muestra dual, característica que define las culturas originarias mesoamericanas, característica que se encuentra también en las viejas (y actuales) culturas asiáticas.

Para profesionales de la salud indígena y para los miembros de las culturas originarias mesoamericanas, el hecho de rociar, pulverizando con la boca, líquido (mezcal, aguas especiales) sobre elementos de la limpia como el huevo o las plantas, o hacerlo directamente sobre las personas, simboliza un baño eliminador de suciedades y adherencias energéticas que uno adquiere por sí o que lugares y personas pueden pegarle. En todo caso, la limpieza a nivel energético impide el progreso del mal hacia el interior del cuerpo, siendo un excelente medio de prevención. La limpia con líquidos es habitual en todo México, realizándose tanto a mayores como a bebés, como tuve ocasión de comprobar y como me contó Fredy Zárate. Según el fotógrafo-etnógrafo del área chatina, la gente acostumbra a llevar a los niños a los sanadores para que les extiendan protección (desde pequeños). Él mismo lleva a sus propios hijos cuando lo ve necesario. Los baños rituales (diferentes del temazcal) tienen la misión de purificar, y en muchas ocasiones los realizan familiares de personas recientemente fallecidas con el fin de prevenir algo más que la muerte física: la desgracia y la mala fortuna.

3.10. MEDIOS: PULQUE, MEZCAL. SANTA Y HONGUITOS.

Provocando una percepción especial de la realidad, los llamados por Wasson enteógenos (Estrada, 2003) son usados para ir más allá de donde la vista y el pensamiento racional alcanzan, como me relataron en Oaxaca las personas que los han usado y conocen, con el fin de obtener información, respuesta y/o solución a problemas de salud y otros. Para el caso de los huicholes, Porras escribe: permiten al maraákame acceder a la memoria étnica al conocer el código de las visiones que generan y cómo desplazarse en el viaje hasta alcanzar la meta deseada (Porras, 2003: 12). En la cultura chatina los especialistas tomadores de nanacates o de santa también dan a tomar a sus pacientes o a quien necesita de sus servicios considerando que son los implicados en los problemas quienes mejor pueden hallar la solución a los mismos. El tema de los hongos requiere un estudio y una exposición propios. En este resumen tan sólo me limito a hacer esta referencia simple. En cuanto al pulque y al mezcal, ambos son licores espirituosos capaces de intervenir e intermediar en procedimientos y procesos, rituales o no, de sanación y cura, siguiendo la tradición. Los mixes hacen el tepache fabricado con pulque y piloncillo. El pulque se bebe mucho en el área de Teotihuacán. Es una bebida lechosa resultante de la exudación interna del cactus maguey (Agave atrovirens) al que se le ha vaciado el corazón para que la savia se almacene en el interior. Según Rogelio Delgado, en época prehispánica se fabricaba un pulque especial para las clases dirigentes y para los considerados dioses, entendidos como tales también los destinados a encarnar temporalmente la deidad para ser sacrificados luego y proceder a la renovación de dicho dios. Por eso era denominado: bebida de los dioses. Señala López Austin (1997) que en la tradición mítica mesoamericana se hablaba de seres terrestres con mayor presencia de la esencia de los dioses. Uno de ellos: el pulque, que daba acceso a la interioridad divina a través de los efectos maravillosos de la embriaguez. Cita López Austin a Durán (Historia de las Indias) quien señala que el pulque era tenido por los indios, él mismo, como un dios (López Austin, 1997: 33-34). El pulque en sí es la savia fermentada del maguey (doble fermentación, láctica y alcohólica) cuyas propiedades biológicas se parecen a las del kefir, yogur de leche de cabra fabricado en el Cáucaso con el hongo que lleva el mismo nombre. La diferencia está, además de en su origen, en que el maguey produce un vino con capacidad embriagante y el kefir indoeuropeo no. A nivel biológico, ambas bebidas aportan beneficios para la salud: función antioxidante y coadyuvante en los procesos básicos del equilibrio oxidación-reducción. Localmente ambos trabajan como colaboradores enzimáticos en los procesos gastrointestinales, ayudando a mejorar la absorción de nutrientes y la eliminación de residuos (entre ellos, moléculas inestables causantes de enfermedades y problemas intestinales). Cuando probé el pulque, me supo a yogur líquido. Dependiendo de su preparación, resulta más fuerte o más suave.

El mezcal se destila del maguey mezcalero, planta muy grande y robusta de hojas carnosas y gruesas terminadas en lanzas que impresionan. Los magueys más punzantes los vi en Tepuxtepec, mixe. Oaxaca es tierra de mezcal. Los expertos y cultivadores destacan tres variedades de las que obtienen licores con matices diferentes. Las variedades espadín y arroquense se cultivan. El tobalá es silvestre y muy apreciado. Los procedimientos de extracción y obtención de dicha bebida varían de unos fabricantes a otros. En Oaxaca hay distintas empresas mezcaleras así como campesinos que en el mercado o en las calles te ofrecen mezcal hecho de forma artesanal. Según éstos, el secreto de la bebida radica en la manera de llevar a cabo los procesos tradicionales. La verdad es que existe diferencia entre bebidas industriales y bebidas artesanas, domésticas. En muchos casos, al final se le añade un gusano de maguey para aportar al alcohol un sabor ligeramente salado. Simbólicamente, el gusano expresa la proximidad del mezcal al nivel de vida animal, siguiente del vegetal. El toque salado diferencia gustos y calidades de unos mezcales a otros. Con el propio gusanito machacado se hace una sal muy apreciada para ser tomada a la vez que la bebida.

En Oaxaca se oye decir que el mezcal es una bebida con alma, lo que le convierte en un ser con el que se puede entablar diálogo. Lo he visto utilizar en las limpias, pulverizándolo con la boca, tanto sobre la persona a limpiar (incluso sobre mi mismo en algunas de las limpias que me hice dar) como sobre las hierbas limpiadoras o el huevo. Se trata de un medio purificador y aislante. Elimina las impurezas de los útiles de apoyo y aísla a la persona del contacto con el medio corriente con el que puede mantener conexiones desequilibradoras (impuras en términos energéticos, sucias, tóxicas en términos de salud natural tradicional). Los pueblos y culturas mezcaleros entienden que dicha bebida no sólo forma parte de su cultura alimentaria sino que es un medio especial, por su naturaleza superior, para relacionarse con la parte de la realidad no tangible, allí donde coinciden entidades, energías, seres y elementos influyentes en el espacio (multidimensional) que habitamos. Los efectos del mezcal en tomadores expertos que lo utilizan para curar sitúan al sanador en un plano perceptivo capaz de unir los elementos y útiles terapéuticos naturales, las referencias materiales (huevo después de la limpia, hojas de plantas limpiadoras, granos de maíz, aceites, cacaos, etc.) a las claves tradicionales que abren las explicaciones de las enfermedades, precisan las causas, diferencian los síndromes y posibilitan la elaboración de un pronóstico.

Existen diferentes preparaciones con el mezcal, ya muchas de ellas comerciales. Hay un mezcal llamado de pollo que conocí y probé entre los mixes, verdaderamente fuerte. Sobre su obtención he oído versiones diferentes, desde quienes me han dicho que se obtiene del goteo de fluidos del pollo corrompido y en putrefacción, hasta los que dicen fabricarlo añadiendo al licor pechuga de pollo. Hay mezcal puro, licor de mezcal, mezcal con hierbas… En los casos que lo he visto usar para curas, rituales de limpias, tratamiento de susto, otros, los especialistas han utilizado el natural, destilado del maguey sin añadidos, por ser el puro y apto para tales procedimientos. Algunos sanadores mezcaleros van más allá, usando el mezcal como medio para el paso de la barrera de la realidad tangible. En ese estado obtienen visiones y percepciones que, al estar dentro de un contexto cultural ordenado (acto, ritual o no, organizado y con un fin) dan respuesta, siguiendo códigos tradicionales y aprendidos, a lo que se les consulta a través de lo que ven y perciben. Es por eso por lo que dicha embriaguez especial, preparada, controlada y dirigida dentro de un procedimiento tradicional establecido y conocido pertenece sólo a los que saben, aquellos que han heredado a través de la enseñanza de sus padres o abuelos los conocimientos y el saber necesarios tanto para llevar a cabo los procedimientos de uso del mezcal para ver como los de descifrar el significado de las visiones. Pero éste es un oficio que se pierde. La mayoría de los etnomédicos y chamanes oaxaqueños que utilizan el mezcal en sus trabajos, como comprobé sobre el terreno, lo hacen de manera simbólica o en pequeñas cantidades en muchos casos no ingeridas, sólo sopladas para limpiar, eliminar, aislar, regenerar, recuperar, proteger, fortaleciendo y dando sentido al conjunto de la acción terapéutica.

3.11. MATERIAS CORRECTORAS.

Sería muy largo enumerar, analizar y explorar a través de la opinión de los miembros de las culturas estudiadas todas las materias (animales, vegetales y minerales) usadas principalmente en la alimentación como medios correctores de las alteraciones de la salud en Mesoamérica. Esto constituye el objeto de otro trabajo. Citaré algunos ejemplos comparándolos con el ámbito asiático. Dentro del reino animal, son utilizados en distintos preparados: insectos, peces, aves de corral y aves salvajes, murciélagos, mamíferos pequeños domésticos, mamíferos pequeños salvajes, mamíferos grandes domésticos, mamíferos grandes salvajes, reptiles, lombrices.

Algunos animales se pueden cocinar y tomar como alimento ordinario, caso del caldo mixe, base alimenticia tradicional de este pueblo, preparado con chile y acompañado con tortillas. Aporta una base de proteínas, hidratos de carbono (tortillas) y grasa junto a elementos antioxidantes de los chiles. Es un plato sencillo y nutritivo. Se toma caliente, lo que aumenta su capacidad y función energética. En otras tradiciones como la china se usa el caldo de gallina negra cuya ingestión tiene como fin: nutrir el Inn de Riñón, que quiere decir aportar elementos fortalecedores esenciales del cuerpo, lo que afectará (positivamente) al sistema defensivo y a la capacidad funcional (según la ciencia asiática). Dentro del grupo de los insectos, los chapulines (saltamontes), en Mesoamérica, aportan proteínas y energía. El color rojo, similar al de la sangre, proporciona fuerza.

Algunos insectos voladores, dependiendo de culturas, ayudan a la expulsión del aire, mejoran las circulaciones (sanguínea, linfática, energética) y restablecen el equilibrio general (homeostasis). En la tradición china, los insectos voladores tienen la capacidad de eliminar el factor patógeno viento por su analogía con la movilidad de este elemento atmosférico. Aclararé que, al lado de esta manera de entender y tratar aparentemente ingenua de la tradición, subyace un sólido conocimiento contrastado con la experiencia que da fundamento a la terapéutica tradicional. Su nomenclatura no tiene nada que ver con la occidental. Culebras, serpientes, zorrillos forman parte de materias curativas tradicionales en Mesoamérica y Asia. Utilizadas en problemas y alteraciones que no se corresponden con patologías en la comprensión occidental de la enfermedad sino con síndromes o procesos biológicos de fondo que pueden coincidir o no con la catalogación occidental de la expresión patológica pero que muchas veces aluden a procesos de alteraciones interrelacionadas que abarcan diversos planos y manifestaciones de la persona, tanto el biológico como el psicoafectivo, el social o el espiritual. En Oaxaca y en México capital he visto serpientes y zorrillos desecados aconsejados para tumores. Comenta Cárdenas (siglo XVI) en su obra: Problemas y secretos maravillosos de las Indias, que algunos comparan en América las propiedades contrapuestas del cacao (perjudicial, natural; beneficioso, tostado) con las de la víbora, por sí sola, veneno mortífero; pero mezclada con ciertas medicinas, ayuda incluso contra los daños que causa como animal (Cárdenas, 1591). Escribe el mismo autor que las materias tienen distintos efectos según se consuman tal cual se dan en la naturaleza o transformadas. Cita el caso de ciertos frijoles grandes de la costa de Colima los cuales, comidos al natural despachan al que los come; mientras que cocidos y hechos pan (thamales) son de muy buen sustento y no cessa aquí el mysterio que ellos mismos formados en este pan sirven contra veneno al que primero los comió crudos (Cárdenas, 1591: 4). También dice que el zumo de yuca, crudo, mata; pero cocido, es bueno. Resalta las propiedades del cacao y del chocolate, buenas-malas, dependiendo de personas, de momentos del día y de las transformaciones-modificaciones que se le hagan al producto así como de las formas en que se presente la bebida. Habla Cárdenas del uso tradicional de tortugas, erizos, armadillos y barros. Distingue entre: virtudes manifiestas y virtudes ocultas de las materias medicinales. Las primeras se pueden explicar. Las segundas se conocen por sus efectos: Realmente ay propiedades y virtudes admirables secretas y maravillosas en yervas, piedras y animales las quales se llaman occultas por ser conocidas, no por si mismas sino por sus effectos, que podemos dezir ser estas virtudes occultas como las formas sustanciales d los cuerpos naturales, las quales ellas de por si no se conocen, y assi las conocemos y rastreamos por sus effectos y accidentes propios (Cárdenas, 1591: 192).

Determinadas partes de los ciervos en la montaña, huesos de toro, tendones y cartílago, también forman parte de las materias terapéuticas de origen animal usadas por las etnias oaxaqueñas para tratar problemas osteoarticulares, dolores reumáticos, deformaciones degenerativas, reestructuración del tejido de las juntas, etc. Con elementos de origen animal también se fabrican cremas, aceites, ungüentos y otros remedios de uso tópico, en muchos casos mezclados con hierbas y plantas (veneno de abeja y arnica para atender molestias y dolores osteomusculares y reumáticos, aceite de vibora y otros). Fray Bernardino de Sahagún escribe, referido a los mexicanos: Ay unos gusanos como los de españa que tienen muchos pies (…) son para medicina estos gusanos en esta tierra molidos secos y mezclados con resina puestos sobre el lugar donde duele la gota quitan el dolor. Tambien son buenos para los que se comen los dientes o las moelas molidos como esta dicho y mezclados con tinta y puestos en la quexada dondesta el diente que se comen o duele, quitase el dolor. Estos gusanos en todas partes hay (Sahagún, 1994).

Las materias herbales tienen mayor difusión y conocimiento pudiéndose usar de muchas maneras: decocciones, infusiones (uso interno), apósitos, friegas (externo), etc. A ellas me refiero en diversos apartados del trabajo. Para D. Alfonso los conocimientos sobre plantas constituyen la mayor riqueza que los antepasados han legado a su cultura. En el Códice Florentino Fray Bernardino de Sahagún expone y describe una amplia variedad de plantas (junto con sus representaciones pictóricas) para diferentes usos. Se puede hablar de un importante y alto conocimiento de plantas y hierbas así como de sus usos entre los aztecas y otros pueblos de Mesoamérica. Finalmente, las materias pertenecientes al reino mineral han constituido y constituyen en las culturas mesoamericanas y asiáticas otra fuente de recursos terapéuticos única.

Los conocimientos del uso de minerales para restablecer la salud pasan a veces de abuelos a nietos en una familia de terapeutas resultando un secreto que no quieren desvelar. D. Aristeo me habló del uso de arcillas para diversos tratamientos de humedad (dolores e inflamación articular). Algunas piedras son usadas por el color, por la forma, por la textura; y su aplicación al enfermo varía, entremezclada con elementos rituales. En las tradiciones de los tamiles y de los zingaleses (Sri Lanka) se usan piedras negras para absorber el calor tóxico del cuerpo, calor que no sólo daña resecando líquidos y generando acumulación de materias insanas y densas, sino que puede ofuscar la mente y alterar la paz del corazón (emociones), según las tradiciones ceilanesas.

Según Soustelle (1984), los aztecas colocaban emplastos emolientes sobre los abscesos, y obsidiana finamente molida sobre las heridas. Su farmacopea comprendía algunos minerales, la carne de ciertos animales y, sobre todo, un gran número de plantas (Soustelle, 1984: 195). Cita a Sahagún quien afirma que había unas piedras llamadas eztezl cuyas propiedades eran frenar las hemorragias nasales.

Frutos secos, hongos, excrementos, incluso animales muertos y otras materias de la naturaleza componen el amplio conjunto de recursos que las tradiciones terapéuticas amerindias y asiáticas heredaron de una antigua cultura matriz y que aún hoy siguen vigentes en esos espacios (con sus adaptaciones culturales individuales). La concepción de una realidad amplia en la que el ser humano se relaciona con los demás elementos que la componen se refleja en la creación de sistemas terapéuticos que, encuadrados en aquélla, atienden todos los ámbitos del ser: el físico-.biológico (alimentación, técnicas manuales, fitoterapia mixta), el cultural-espiritual (rituales, limpias, oraciones…) y el social. De ahí que junto a la terapéutica física se recomienden rezos o se prendan velas en los cerros. Todo forma parte de la visión completa e integrada del ser y del mundo en las culturas tradicionales mesoamericanas (J. Medina, informante).

4. CONCLUSIÓN.

He recogido un conjunto de observaciones, referencias y explicaciones, generales y partuculares, de la cultura tradicional de salud en Mesoamérica, de sus etnomedicinas, de sus etnomédicos y de sus usuarios. Entiendo que el tema es muy amplio y requiere profundización en cada uno de los aspectos vistos. Este trabajo lo realizo en mi tesis (Cultura tradicional de salud en Mesoamérica. Del chamanismo arcaico a la etnomedicina). Mi intención, al sacar de mi estudio general el apartado aquí expuesto es dar a conocer la riqueza y la variedad, no sólo de expresiones culturales relacionadas con la salud y la curación en los grupos originarios mesoamericanos sino la solidez de unos sistemas antiquísimos, usados por las poblaciones amerindias antes de la llegada de los europeos y que, a pesar de la ruptura que supuso para aquéllos la intromisión de éstos, se han conservado y, como el caso de la cultura de salud mestiza, fruto de su mezcla con la cultura europeo-hispana, han dado lugar a otros nuevos como la etnomedicina urbana.

Considero que las etnomedicinas amerindias y mestizas no sólo son una parte vital de las culturas de sus sociedades sino que además, curan; es decir, que pueden servir por sí mismas en determinados casos y situaciones para restablecer el bienestar, y que pueden ser complementadas con la medicina convencional-moderna-occidental para llevar al pueblo medios de cuidado de la salud, transmitiendo a las generaciones futuras conocimientos y formas expresivas que permitan mantener las identidades de sus grupos en el mundo global.

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Autor:

Alfonso J. Aparicio Mena

Doctor en Antropología (Universidad de Salamanca).

P. Dr. En Medicina Tradicional China (Oxford Int. University).

Partes: 1, 2, 3, 4
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