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La red latino iberoamericana y caribeña de trabajadores sociales. Un espacio para producir conocimientos (página 3)

Enviado por C�sar Barrantes


Partes: 1, 2, 3

Hemos puesto en escena una aproximación descriptiva y cualitativa a la sistematización de una experiencia telemática. Un proceso relacional inédito y pletórico de potencialidades más reales que virtuales, que se realiza en el ámbito del trabajo social de nuestra América Latinoiberoindoafrocaribeña.

El proceso seguido nos da cuenta de que la heterogénea cosmogonía expresada por las representaciones sociales de los cuarenta cooperantes de la Red, gracias a los cuales pudimos construir esta comunicación, se encuentra mediada por un dispositivo agonal el cual, a la vez que le da unidad, tensiona las relaciones de todos sus componentes.

Esta agonalidad va desde las representaciones sociales inscritas en la realidad misma de la fundamentación epistémica, la visión y la misión de RELATS hasta la realidad que expresan las representaciones sociales que los cooperantes han construido sobre sí mismos en tanto y en cuanto trabajadores sociales y trabajadoras sociales, sobre la heterogénea práctica social que denominamos trabajo social, sobre las especificidades de éste, sobre sus relaciones con otros actores de la ciencia social, y, fundamentalmente, sobre RELATS.

El material descrito deja abierto varios temas de discusión prácticoepistémica que no hacen más que replantear y profundizar las preguntas generadoras del presente trabajo: la especificidad o inespecificiad, la identidad y la diferencia, la definición e indefinición, la abstracción y la concreción, el arte y la artesanía, la diversidad y heterogeneidad, la comparatividad y la competitividad, las capacidades y los retos del trabajo social en estos tiempos de globalización cuya condición epocal es la posmodernidad.

Asimismo, la tensión entre producción, consumo y difusión de conocimientos, informaciones y datos y la distancia existente entre los trabajadores sociales y trabajadoras sociales que ejercen –muchas veces sin pretensiones de epistemologización- dos prácticas para las cuales no acabamos de construir espacios de encuentro fronético: la del “ejercicio directo” y la de la academia, lo cual plantea la no-resolutividad de la “cientificidad” y la “tecnicidad” de los procesos de enseñanzaaprendizaje y la práctica de la competitividad misma de trabajadores sociales y trabajadoras sociales en el futuro que necesitamos reinventar en el aquí y ahora de nuestra América Latinoiberoindoafrocaribeña.

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ANEXO

LA RED LATIONOAMERICANA DE TRABAJADORES SOCIALES, LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN Y EL TRABAJO SOCIAL.

UNA RELACIÓN PARA SER PENSADA.

Una Entrevista para el Colectivo Virtual de Trabajo Social de Chile

César A. Barrantes A. –

1. ¿DESDE UNA PERSPECTIVA GENERAL, CÓMO ASUMES EL DIÁLOGO ENTRE LA PRÁCTICA DEL TRABAJO SOCIAL Y EL USO DE LAS NTI?.

Bueno, primero que todo, debo decir que se trata de un diálogo que está por hacerse como está lo que, desde que era estudiante, denomino El Trabajo-Social-Por-Hacerse y que deberá construirse sobre bases epistémicas distintas a las que hasta hoy -e ineluctablemente por un tiempo que espero no llegue más allá del 2010, por poner una fecha meta imaginaria- imperan en este campo de poderes que llamamos ambiguamente Asistencia y/o Trabajo Social.

Yo, particularmente, prefiero utilizar los conceptos polisémicos de telemática, masmediática o simplemente mediática, para pensar epistémicamente el uso de las redes y los impactos sociotécnicos de la combinatoria de los medios de comunicación y la informática, característicos de las cibersociedades del capitalismo posindustrial o posmoderno, llamadas también sociedades de conocimiento, sociedades de información y -en ámbitos educacionales como la capacitación para la reinserción laboral-, sociedades de aprendizaje.

Estas son categorías comprehensivas que pueden ser pensadas epistémicamente desde cada una de las disciplinas académicas y, particularmente desde lo que denomino El-Trabajo-Social-Por-Hacerse.

El término nuevas tecnologías de información (NTI), son constructos meramente instrumentales y tácticos, creados por las grandes corporaciones de la informática precisamente con fines de posicionamiento de los nichos del mercado internacionalizado y de la mente de los consumidores, todo lo cual está implicado en los procesos mediante los cuales los gobiernos del tercer mundo formulan políticas de comunicación e información, muchas veces reducidas al ámbito documental y los derechos de autor.

Ahora bien, más allá de su dimensión técnica, el advenimiento de la sociedad masmediática representa, en efecto, un desafío político y, por ende, cultural y constituye, por este hecho, una preocupación esencial para gobiernos y académicos pensantes (es decir, los que piensan desde los lugares donde "duelen los zapatos", es decir, desde nuestras propias historias locales) de los diversos países del tercer mundo o del Sur (que es la ubicación que se les da a estos países en el pensamiento único, tanto de derecha como de izquierda).

Por ser las NTI un término denotativo, instrumental y operativo (como la táctica en relación con la estrategia y ambas en relación con la política), nos hace correr el gran riesgo de quedar atrapados en su particularidad disfrazada de universalidad y totalidad y perder la posibilidad de que el Sur y la sociedad masmediática puedan ser pensados epistémica y éticogeopolíticamente desde la diferencia colonial, desde la colonialidad del poder y desde una geopolítica latinoamericana y tercermundista de producción de conocimientos.

Llegado de manera esquemática al punto de la instrumentalidad, no puedo dejar de relacionarla con la que caracteriza el pensamiento reflejo, lineal, binario y trinario, marxista y no marxista burocráticamente organizado, que muchos de nosotros hemos asumido como normal después de treinta y cinco años de "Reconceptualización", "Rerreconceptualización", y actualmente, desde los imaginarios de la "Posrreconcecptualización" y "Transrreconceptualización".

Para este tipo de racionalidad (muy occidental, eurocéntrica y moderna por cierto) no es posible ningún diálogo si no, por un lado, la imposición y manipulación que no delega ni genera poder para los de abajo, y, por otro, el rechazo dogmático -que no es sino la aceptación y reificación vista al revés- del encanto que producen las soluciones tecnológicas que nos vienen de arriba.

Esta es la razón por la cual me parece que a muchos de nosotros las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales (que aún tenemos mucho de colonizadores y misioneros, lo cual no es criticable por sí, sino porque lo somos de manera vergonzante) nos cuesta mucho relacionarnos con los mundos de vida de "nuestros" clientes y pacientes, que si no están estructurados según nuestra mentalidad nos sentimos infelices y, por lo tanto, compulsados a ayudarlos (léase catequizarlos, adoctrinarlos, ideologizarlos) para que se "organicen" y se integren a la razón occidental, aunque no logren crear sus propios poderes.

Por eso muchos de nosotros seguimos todavía dividiendo el mundo que es de todo el mundo entre teoría y práctica, entre lo divino y lo profano, entre cibercivilización y ciberbarbarie (pobres, indígenas, negros…mediatizados por blancos y criollos tan globalizados y mundializados como aquéllos).

Por eso nos cuesta mucho trabajar interdisciplinariamente y, mucho más, transdisciplinarmente. Por ejemplo, el concepto de RED es un tema que a muchos nos produce una especie de alergia epistemológica, primero, porque no estamos educados para pensarlo epistémicamente y, segundo, porque a muchos de nosotros nos confronta con nuestra propia subalternidad, con la colonialidad de nuestro ser. Y no sabemos cómo manejar esta situación que algunos queremos superar pero sin salirnos del mundo del que somos productores y producto. Queremos superarla pero siguiendo los Métodos y Filosofías prestablecidas que sólo nos hacen ser buenos consumidores del denominado boom editorial.

Para finalizar, quiero decir que El Trabajo-Social-Por-Hacerse es un reto que requiere un saber distinto: ya no se trata de preguntarnos qué-pensamos, sino, cómo-pensamos, cómo problematizamos, cómo-preguntamos las preguntas que queremos y necesitamos preguntar desde el lugar donde más nos duelen nuestras Américas Latinas. Sólo así, me parece, tiene sentido crítico hablar de diálogo ya no entre el Trabajo Social abstracto, sino, entre las trabajadoras sociales y los trabajadores sociales entre sí, con otros constructores de pensamiento lógicosocial, y con los tecnólogos de la industria masmediática o multimedia.

Es el gran reto que nos está esperando desde hace varias décadas, para poder ingresar al siglo XXI en mejores condiciones que las actuales.

2) ¿QUÉ TE MOTIVÓ A CREAR RELATS Y CUÁL ES SU UTILIDAD?

Bueno, poniéndolo en esos términos el motivo es un viejo deseo de crear alternativas al quehacer de los trabajadores sociales y de las trabajadoras sociales, para mí algo imposible de emprender dentro de las estructuras de poder de la profesión y dentro de la relación que estas estructuras mantienen con las otras disciplinas, interdisciplinas y transdisciplinas sociales, básicas, naturales y multimedias.

Pero, fundamentalmente, mi motivación inmediata está plasmada en una pregunta que me fue suscitada en el XVI Congreso de ALAETS, celebrado en Santiago en noviembre de 1998 (ver mi intervención en el foro de cierre que aparece en la web de Surá de Costa Rica, Sersocial de Brasil y Ts-Red de España, titulado "Notas sobre participación social, trabajo social y globalización").

Es la siguiente, aunque un poco larga:

¿Cómo es posible para los trabajadores sociales y trabajadoras sociales pensantes de nuestra América seguir condenando la globalización y la mundialización, denunciando la interdependencia hegemónica de los Estados Unidos y los países imperiales; asimismo, rechazando la hiperdependencia de los países del Sur al mismo tiempo que seguimos silenciando la queja carmática de que existe una distancia expansiva entre nuestras capacidades y habilidades posrreconceptualizadas y la ausencia de una organización o comunidad científicopolítica inclusiva, democrática, participativa y solidaria, continentalmente pensada, nacional y localmente historizada y surhemisféricamente dimensionada?

Fue así como encontré eco en un grupo de colegas amigos como Jorge Luis Lazarte de Argentina, Pedro Fanega de Venezuela, Marcos Chinchilla de Costa Rica y Mario Quiroz de Chile, Evaristo Colmán y Adelaide Consoni de Brasil, y Daniel Torres de España; hicimos una primera ronda de ideas sobre las cuales redacté la propuesta que finalmente constituye la fundamentación del acta virtual de constitución de RELATS. Esta se realizó el 6 de julio de 1999, y en un mes ya alcanzamos a los 150 miembros mayoritariamente colegas, pero también sicólogos y sociólogos de 16 países latinoamericanos y del Caribe así como de Estados Unidos, España y Portugal.

3) ¿CÓMO EVALÚAS LA RECEPCIÓN DE LOS COLEGAS?

La recepción ha sido más que entusiasta. Ha sido esperanzadora porque no ha significado un simple atractivo de interés utilitario, sino, de cristalización de un deseo de comunicación, como diría Freire, dialógica y fraterna. La gente se ha incorporado a RELATS como si fuera una promesa que estaba pendiente y que ahora se va constituyendo en un Encuentro de personas en acción, de mucha sensibilidad y deseos de apropiarse del futuro.

4) ¿QUÉ PLANES HAY A FUTURO?

Bueno, planes están por hacerse. Por ahorita la urgencia es la de dotar a la red de una segunda web. La que tenemos sólo nos sirve básicamente para que los interesados se suscriban y se desuscriban, para archivar los mensajes que quedan ordenados por semanas, elegir las opciones que les ofrece el mayordomo y solicitar ayudas electrónicas. Pero ya estamos negociando con la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela, la creación de una web que ofrecerá una diversidad de servicios y ligas con otras redes, webs y listas electrónicas. Ya tenemos conversado con un par de colegas que se han ofrecido a prestar servicios de asistencia técnica especializada a los usuarios que lo soliciten. Asimismo, diseñar foros y seminarios virtuales sobre determinados temas.

Próximamente aprobaremos una agenda temática y de actividades respecto de la cual ya se han asomado algunas propuestas que tienen que ser afinadas en los próximos días.

23 de agosto de 1999.

César A. Barrantes A.

Costarricense por nacimiento, nicaragüense por afectos familiares y venezolano por opción, realizó estudios de licenciatura en Trabajo Social (UCR), de maestría en Planificación del Desarrollo Social y doctorado en Estudios del Desarrollo (CENDES-Universidad Central de Venezuela). Fue profesor investigador asociado de la Universidad de Costa Rica y actualmente es Consultor Social de organismos privados y públicos, Profesor invitado de la Maestría en Intervención Social de la Universidad del Zulia y Profesor investigador de grado y posgrado de la Universidad Central de Venezuela. Autor y coautor de cuatro libros. Autor de más de setenta artículos e informes técnicos, de los cuales una treintena ha sido publicada en revistas académicas indexadas de Costa Rica, Venezuela y España. Actualmente realiza como investigación un "Análisis sociopolítico de las Organizaciones Civiles de Desarrollo Social en la Venezuela de fin de Siglo", con el apoyo financiero de la Universidad Central de Venezuela, 1999-2000.

[1] Esta denominación, no pretende en este trabajo ser más que una hipercondensación de las diversas representaciones sociales (ideológico-simbólicas) que sobre la supuestamente única y homogénea identidad latinoamericana, han venido construyendo los actores globales, panamericanos, pannacionales, multilaterales y trasnacionales desde los cuales se emiten discursos diferenciales de legitimación que procuran institucionalizar una diversidad de planes (políticas, programas, proyectos) políticos, cada uno absolutizando diferencialmente alguna identidad particular como si fuera total, así sea iberoaméricana, indoamericana, caribeñolatinoamericana, latinoamericana, hispanoamericana, afroamericana… Sin pretender aportar a la amplia literatura existente sobre este tema ni, mucho menos, solucionar el problema de las identidades de la América que no es el Norte geográfico pero sí es el Sur que se está construyendo epistemológicamente, con la condensación ofrecida queremos simplemente señalar la complejidad de la construcción de identidades de las configuraciones sociales poscoloniales, algunas de cuyas características más relevantes en estos tiempos de globalización, son el mestizaje, la multiculturalidad, la hibridación cultural, la colonialidad del poder y el poder colonial. Sobre estos temas –hoy geopolíticamente problematizados desde lugares que los centros de poder pudieran juzgar como fuera de lugar- hay una abundante literatura en inglés, francés y castellano -muy poco conocida por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales-, la cual enriquece a la ciencia social moderna centroeuropea y potencia la producción de conocimientos alternativos a las epistemologías hegemónico-dominantes. Dados los límites de esta comunicación, sólo me permito recomendar la lectura de Quijano y Wallerstein (1992), Wallerstein y Balibar (1998), Klor de Alva (1992), Quijano (1997), Rivera y Barragán (1997), Lander (1997, 1998,), Mignolo (1999, 1998, 1997, 1995), Dussel (1998, 1995), Mato (1994, 1995) Jácome (coorda., 1993), García Canclini (coord., 1996), Varios (1998), Guadarrama y Pereliguin (1998).

[2] Utilizo el plural no por un prurito impersonal u objetivista ni, mucho menos, como argumento ad hominem no comprometido con la experiencia que estamos poniendo en escena. Al contrario, utilizamos dicho plural con sentido intersubjetivo, interhumano, identificatorio de una experiencia colectiva de la cual el autor es arte y parte en tanto y en cuanto presidente fundador de RELATS. La experiencia de éste es el fundamen­to epistémico de la presente comunicación.

[3] Si bien este concepto tiene su uso genérico en algunas disciplinas como la sociología y el trabajo social al menos en Costa Rica de cuya Universidad de Costa Rica fui docente hasta 1989. En Venezuela, a partir de 1993 realizamos diversas discusiones docente-estudiantiles y realizamos algunas sistematizaciones de experiencias de diversos centros de práctica profesional integradas, basadas en las representaciones sociales de los sectores populares. Entendemos por éstas las ideas, pensamientos, imágenes, concepciones, visiones y nociones de los agentes-actores-sujetos sociales acerca de sus relaciones consigo mismos, los otros y la realidad socialmente construida. Con Mato (2000), quien desde hace muchos años también lo utiliza de manera genérica aunque referido a ámbitos muy distintos a los nuestros, decimos que la “idea ha sido objeto de variados tratamientos y formulaciones por diversos autores, en cualquier caso es conveniente señalar que tres hitos bibliográficos salientes en su genealogía han sido la formulación de Durkheim sobre la idea de representaciones colectivas (1968 [1912]), la de Althusser (1967 [1965]), y la de Moscovici (1979 [1961]) sobre representaciones sociales”.

[4] Si bien utilizamos estos términos de manera genérica e inclusiva, la distinción entre uno y otros es contextual y relacional. Vgr., el(la) actor(a) se refiere a personas físicas o jurídicas que también pueden desempeñar papeles de agentes o sujetos, cuya clasificación no pre­­sume la existencia de tipos puros, si no, sólo una diversidad de características que pueden ser com­partidas por uno o varios de aquéllos(as), en uno o varios momentos y variar su combinatoria, de a­cuerdo con los cambios del movimiento social y de los campos de fuerzas, de poderes y contrapoderes. No obstante teniendo en cuenta la anterior relativización, para efectos didácticos, entendemos lo siguiente: 1) Los agentes sirven de simple correa de tras­misión ideológica, tec­no­lógica y e­co­­nómica de proyectos que, sin ser propios, son asumidos y mo­torizados como tales, determinados por la ley de la oferta y la demanda que es propia de los cir­­cui­tos de producción y acumulación, re­pro­ducción, legitimación e in­s­ti­tu­cio­na­li­za­­ci­ón domi­nan­­tes. 2) Los ac­tores representan, a veces creativamente, papeles sociales que son a­su­mi­dos con relativa independencia de los guiones posibles, deseables y necesarios dentro de es­ce­na­­rios sociales que no in­­tentan modificar más allá de lo verosímil. 3) Los sujetos es­tán su­je­tados(as), como los anteriores, a relaciones de po­der y cons­tru­yen altos gra­dos de con­cien­cia histórico-po­lí­ti­ca y variables de libertad, lo cual les permite, a partir de sus in­serciones di­fe­ren­cia­les en los niveles de re­a­li­dad que les co­ncierne, asumir los retos que pueden con­­ducirlos(las) a po­tenciar y direccionar pro­cesos (pro­yectos) tendencialmente trans­for­madores. A diferencia de a­gen­tes (término muy utilizado por los economistas) y actores (muy utilizado por sociólogos políticos y politólogos), los(las) sujetos (categoría utilizada básicamente por sicólogos, analistas, filósofos, epistemólogos, educadores y trabajadores sociales con matices diferenciales) no ocupan po­si­cio­nes prestablecidadas de una vez y para siempre, sino que son constituyentes en cada periodo his­tó­rico cons­truyendo posicionalidades, es decir, posiciones di­ná­­micas e inestables, siempre en re­la­ci­ón con los o­tros (Lacan, 1984; Foucault, 19­78; Jensen, 19­86; Brauntein, 1986; Zemelman, 19­95­:­11-28; Lanz, 1997).

[5] La fronesis se refiere a un tipo singular de razonamiento práctico, conducente a la toma de decisiones colectivas con base en el diálogo y la deliberación fraterna entre sujetos de prácticas sociales diferenciales. Como ideal comunicativo, supone, por un lado, el trabajo grupal y colectivo multilateralmente implicante en la construcción de dispositivos institucionales superiores, a partir de la crítica a los modos monológicos centroperiféricos impositivos, burocrática y antidemocráticamente organizados; y, por otro lado, la necesaria transformación de las condiciones materiales tangibles e intangibles (sociales, políticas, económicas, culturales, morales, espirituales, religiosas…) de vida en sociedad que permitan el autodesarrollo de comunidades dialógicas, solidarias, intercomunicativas y potenciadoras de unidades y diversidades, de identidades y diferencias, de orden y desorden (cambio); asimismo, de ciudadanías globales y locales .

[6] Themata: “Término acuñado por Gerhard Holton (1983). Como complemento del análisis contingente de los hechos y de las teorías, Holton propone elaborar un análisis ‘thematico’ de la ciencia. Se trataría de examinar la dimensión de los presupuestos fundamentales, las nociones, los términos, los juicios metodológicos y las decisiones que no derivan, ni tampoco son reductibles, ya sea a la observación, ya sea al razonamiento analítico formal. La problemática de los ‘themata’ no es privativa de la ciencia experimental moderna. Posee antecedentes ejemplificadores en la Teogonía de Hesiodo y en el Gé­nesis bíblico. La continuidad que existe entre la cosmogonía y la cosmología evolucionista actual es una continuidad ‘themática’ y no de contenido o de método. Así como existe una ruptura paradigmática entre ambas perspectivas, exis­te una no menos fuerte continuidad ‘themática’. Prolongando la analogía sostenemos que la com­po­si­c­i­ón­/complementación entre las categorías de la modernidad/posmodernidad es otra de estas alternancias metaepistemológicas que exhiben continuidad o ruptura según se privilegie una lectura themática o paradigmática” (Piscitelli 1988:69, cita No. 1).

[7] De manera muy operacional, con este complejo terminológico, queremos representar el momento a través del cual un actor individual y/o colectivo que es arte y parte de la trama social, pone en marcha acciones de promoción, organización, innovación y gerencia estratégica y operativamente planificada de procesos –llá­mense éstos planes de políticas, programas, proyectos u operaciones-, con el afán de facilitar la decodifi­cación y explicación de los mundos de vida, la traducción, comprensión y resolución de carencias y reali­zación de aspiraciones, así sean éstas imaginarias, simbólicas, reales o masmediáticas individuales, grupa­les, colectivas y ecosistémicas. A través de estos procesos, los sujetos sociales construyen sentido, es de­cir, significado, intencionalidad y direccionalidad a sus mundos de vida y, a partir de éstos, al movimiento de la sociedad. Al mismo tiempo, resignifican y agregan valor a sus relaciones cotidianas consigo mis­mos y con otros actores; con la sociedad y la naturaleza, pero, fundamentalmente, con las diversas ins­tan­cias formales e informales del estado, el sistema político, la nación, el mercado y la sociedad civil (RE­LA­TIS, 1999).

[8] Mi agradecimiento a Jorge Luis Lazarte de Argentina, Pedro Fanega y Luz Ma­­ría Martínez, de Venezuela; Marcos Chinchilla, de Costa Rica; Mario Quiroz, de Chile, Ade­lai­de Consoni y Evaristo Colmán, de Brasil y a Daniel Torres, de España, quienes se hicieron eco de nues­tras preocupaciones y alentaron con su en­tusiasmo e ideas, la creación de RELATS.

[9] Al contrario de otras prác­ti­cas en donde la acción y la reflexión se caracterizan por las in­no­va­cio­nes sociotécnicas, en el trabajo so­cial la dis­cu­si­ón pareciera centrarse más en las de­nun­cias y condenas (vgr., la demonización de toda glo­ba­li­za­ción, en especial de la que es con­fundida con la modernización excluyente, la furia neo­li­be­­ral, la interde­pen­den­cia hege­mó­ni­ca de los países imperiales y la hiperdependencia del ter­cer mundo) que en los fines, los cuales, por lo general, continúan siendo confundidos con los me­dios y con las de­nomi­na­das nuevas instrumentalidades del trabajo social. Entiendo por estas, las concepciones instrumen­talistas del trabajo social que persisten en postular a éste como tecnología social dependiente de las in­no­vaciones producidas por los científicos sociales; asimismo, las que pos­­tu­lan –al menos en Venezuela- co­mo nue­vo de­creto ya no reconceptualizador, sino, posrreconceptualizador, que el tra­ba­ja­dor so­cial es, por defi­ni­ción propia, el gerente social por exc­e­len­cia. Todas ellas rei­­te­radas en diversos con­gresos y semi­narios lati­no­a­me­ricanos e internacionales de tra­ba­jo so­cial (Ver Barrantes, 1998).

[10] Para ello es necesario partir -ya no de problemas ajustados a métodos apriorísticos y dogmatizantes, rele­van­tes sólo en función de la di­vi­si­ón artificial de la ciencia social en disciplinas o compartimentos estancos- si no, de los que sea­mos capaces de reinventar a partir de nuestras prácticas sociopro­fe­sio­nales y cuya so­la pro­ble­ma­tización y sistematización nos podría colocar en con­di­cio­nes de superar el déficit que tenemos los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales, de sistemas de co­municación, información y producción de conocimientos que nos permitan compartir y alimentar de manera pluriversa las expe­rien­cias que des­ple­gamos cotidianamente en nuestras vidas profesionales. Esto tiene como exigencia pen­sar, fun­da­men­tar y relanzar epistémi­ca­men­­te el oficio que tanto nos duele (Ver Barrantes, 1999).

[11] Utilizo este término, de sentido positivo y proactivo, y no el de organizaciones no gubernamentales por considerar que con éste se definen a las organizaciones de la sociedad civil por lo que no son: no estatales, no gubernamentales, no burocráticas, no corruptibles, no lucrativas, etc. Para una crítica ver Barrantes (1998, 1999a, 1999b).

[12] El lector interesado en pensar a los autores en perspectiva histórica, ver Harnecker (2000).

 

 

 

 

Autor:

César A. Barrantes A.

Profesor investigador de grado y posgrado de la Universidad Central de Venezuela, profesor invitado de la Ma­es­trí­a en Intervención Social de la Universidad del Zulia. Consultor social, analista de política social, planificador social. Presidente de la “Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales”:

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