Globalización y alternativas: la crisis Argentina y el desarrollo del sistema mundial
Enviado por Julio Gambina
Seminario Internacional sobre Globalización – Panel: Economía y Finanzas
- I. Introducción
- II. Dinámica social global en la resistencia y la posibilidad de resignificación del socialismo
- 1. El aporte de la lucha argentina a la resistencia global
- 2. Agresiones y reestructuración del capital
- 3. Los frentes en la reestructuración global
- 1. Descripción de la crisis y sus características, de ciclo corto, medio y largo
- 2. Algunos datos que afirman nuestros comentarios son
- 3. Ruptura del consenso
- 4. Construcción de alternativa
¿Cuáles son las tendencias principales de las contradicciones que expresa la situación actual al comienzo del siglo XXI?
Una de ellas se pone de manifiesto con la emergencia de un nuevo sujeto social en la resistencia a las políticas hegemónicas en escala global. Ello es visible en una lucha que se extiende desde la insurgencia zapatista en 1994 a las manifestaciones callejeras que recorren las principales ciudades del planeta entre 1999 y 2002. Junto a la constitución del sujeto emerge un programa global en confrontación con los ejes principales de la acumulación de capitales en el ámbito global, entre otros, el endeudamiento externo, el libre movimiento de capitales, o los paraísos fiscales. (1)
La otra se vincula a la ofensiva norteamericana para afirmar la hegemonía capitalista mundial, agudizada luego de los acontecimientos de setiembre de 2001. Ello se expresa en fenómenos de legitimación del programa de la derecha (conservadores) hacia adentro de la sociedad norteamericana y especialmente dirigido a la comunidad mundial en disputa con los dos socios del trilateralismo: europeos y japoneses.(2)
En el marco de esa lucha de clases global actúan los procesos nacionales, con especificidades propias, pero con una subordinación o entrelazamiento con las tendencias antes definidas. Son aspectos que atraviesan la crisis Argentina a fines del 2001 y comienzos del 2002 (3). Insisto en el tema desde la reivindicación de la Economía Política, entendida como disciplina social que estudia las tendencias contradictorias entre hegemonía y contra hegemonía en un proceso que persisto en remitir a la histórica categoría "lucha de clases", aunque esta involucre en el presente un conjunto de intereses y sectores sociales que no pueden, ni deben reducirse a una abstracción, sostenida por Carlos Marx para explicar la esencia de la explotación. La categoría incluye en nuestros días, no sólo la subsunción del trabajo en el capital, sino también la de la naturaleza y la sociedad, como sugirió Negri. (4)
El tema atrae nuestro interés, no solo en la calidad de ciudadano argentino, sino en las particulares condiciones que se expresan las contradicciones referidas en el continente latinoamericano y el Caribe, como en la disputa de los pueblos del Sur. Es que, además, debe señalarse el interés que se concentró en Argentina en el Foro Económico Mundial, FEM, reunido este año en Nueva York y en su réplica, el Foro Social Mundial, FSM, reincidente en Porto Alegre a comienzo del 2002. Es que la crisis argentina y su desenlace incide en la afirmación de una o de otra de las tendencias mencionadas al comienzo en el ámbito mundial.
Son razones suficientes para la concentración en la crisis argentina por parte del FMI, en tanto órgano de acción global supeditado al accionar hegemónico de EEUU, y en todo caso, asociado al poder trilateral. No solo confluyen las distintas oficinas y burocracias del poder global sobre Argentina, sino que también, las políticas allí consideradas expresan las formas de recreación del ciclo global de negocios y las hegemonías correspondientes, no solo en Argentina.
No es un dato menor, que la crisis en Argentina muestra una nueva forma de tratamiento a las crisis globales, ya que en caso asiático (97), ruso (98) o de Brasil (99) y aún en Turquía (01) la asistencia norteamericana y del FMI respondió a una lógica orientada por la administración demócrata en el gobierno de EEUU y asumida de ese modo en el FMI.
Con el caso Argentino se inaugura una nueva era, comandada por los conservadores, que desde 1998 ejercían la oposición en el Senado norteamericano con la Comisión Meltzer, presidida por Allan Meltzer, Charles Calomiris y otros economistas, los que han ejercido una importante influencia en la definición de políticas económicas a sugerir por EEUU y el FMI ante las crisis, siendo la Argentina el caso modelo.
No resulta menor, para un enfoque de Economía Política, considerar la crisis de los regímenes políticos y las respuestas en discusión entre las clases dominantes y los pueblos, ya que no solo se trata de oferta y demanda, de tendencias al consumo, la inversión o el comercio internacional. Es una cuestión política y social, y si se quiere, cultural.
El curso que asuma la resolución de la crisis en la Argentina influirá en las tendencias contradictorias ya señaladas hacia adentro del propio país y en la región, especialmente en la expectativa de recambio presidencial en Brasil.
La transitoria caída de Chávez en Venezuela por 48 hs., y las primeras medidas que fueron anunciadas durante el golpe cívico militar, expresaron la subordinación a la estrategia norteamericana que empujaban un desenlace favorable a las condiciones impuestas por el área de dominación del dólar, entre las que se destaca el ALCA.
Es evidente que la situación sigue abierta por imperio del protagonismo popular en la lucha. Lo imponderable en la situación venezolana devino del accionar popular en la resistencia, y no de tal o cual propuesta académica o incluso de política económica o monetaria.
En el caso de la situación argentina se incorpora al análisis de su realidad "económica" la dimensión "social", es decir, de Economía Política, tal como nuevos elementos de articulación organizada de sujetos en el movimiento de los trabajadores y otras capas y clases subalternas.
La misma conclusión puede adelantarse para el caso venezolano, dando cuenta de la concurrencia de las dos tendencias que sugerimos, el protagonismo popular insertado en dimensión global contra el orden capitalista del sistema-mundo y la participación norteamericana para afirmar un rumbo de dominación continental y con proyección mundial.
Paul Krugman, publica una nota titulada "El error de los Estados Unidos" (5). En el remite al clima en América Latina en los 90, favorable a las reformas económicas y a la instalación de regímenes democráticos, para concluir, que el caso argentino es demostrativo de los "fracasos notables" en materia económica y que el apoyo norteamericano al golpe venezolano expresa el alineamiento de EEUU "con un grupo de conspiradores singularmente incompetentes", para terminar interrogándose en cómo EEUU pudo arrojar por la borda el clima "democrático" construido en la región en los 90.
Creo que el problema con Krugman y otros analistas es que siempre omiten la imprevisibilidad del accionar político de los sujetos resistentes y eso está más allá del accionar de algún gobierno o incluso de algún personaje en la conducción de los Estados. Además, la experiencia de Argentina y de Venezuela incorpora al protagonismo popular como un elemento a considerar a la hora de definir las tendencias del desarrollo social.
II Dinámica social global en la resistencia y la posibilidad de resignificación del socialismo
El siglo XXI ha comenzado con una inusitada dinámica social, donde el escenario mundial se modifica en forma permanente e impide sacar conclusiones fáciles sobre el rumbo de los acontecimientos sociales, es decir, sobre quién ejerce la ofensiva en la lucha de clases contemporánea.
En efecto, últimamente se verifican distintos momentos de una lucha global por establecer un determinado orden mundial. No sólo es válida la afirmación en la disputa por la hegemonía en la conducción del proceso de reestructuración capitalista entre EEUU, Europa y Japón, sino también por la presencia de sujetos populares en lucha por un orden alternativo, que sigo denominando genéricamente Socialismo, aunque en el seno del movimiento de resistencia a la globalización neoliberal se incluyan propuestas que limitan el alcance de las luchas a mejoras dentro del capitalismo.
No dudo que el Primer FSM en enero de 2001 en Porto Alegre potenció el programa y la articulación del movimiento de resistencia a la globalización neoliberal o capitalista. En efecto, el máximo nivel de protagonismo se alcanzó a pocos meses de su realización, en el mes de Julio, cuando en Génova, Italia, se realizó una protesta contra la reunión del G8. Allí, 300.000 manifestantes se pronunciaron en las calles dejando una señal de organicidad que involucraba a nuevos y viejos actores sociales, en una coordinación creciente de un actor global que empezaba a ser efectivo en la disputa de la agenda de debate, hasta entonces unilateralizada desde los organismos multilaterales asociados al poder transnacional.
La respuesta del poder fue la represión, con el saldo de un manifestante muerto. La represión instalaba un salto de calidad con relación a las anteriores protestas y daba cuenta de un conflicto abierto en la escena mundial. Se instalaba mundialmente una tendencia que ya existía en algunos países por judicializar el conflicto social. Represión directa y enjuiciamiento como formas de entorpecer la dinámica social resistente.
Hasta aquí llega el momento de expansión simple del movimiento global de resistencia. La fase virtuosa y expansiva del movimiento. Antes hubo represión, pero es partir de la Batalla de Génova que se toma conciencia de la violencia en ambos polos de la confrontación. Fue el anticipo del horror potenciado desde setiembre.
En efecto, los atentados del 11 de setiembre en EEUU y la replica bélica sobre Afganistán modificaron la escena de lucha global e impactó sobre algunos ámbitos del movimiento de resistencia. Algunos en la derecha se permitieron identificar al movimiento de resistencia global con el terrorismo. Lanzaron así una ofensiva para frenar la corriente de simpatía que se generaba en todo el mundo para la construcción de un orden mundial alternativo. Otros, dentro del propio movimiento, se interrogaron sobre los alcances posibles de las protestas globales, de su capacidad de continuar la confrontación de la ofensiva neoliberal y por qué medios. El impacto de la represión en Génova y el accionar bélico propagandístico norteamericano se hacía sentir en una parte del movimiento.
El Segundo encuentro del FSM en enero de 2002 receptó la nueva situación. Si bien multiplicó por tres la cantidad de participantes y de organizaciones, en su seno se expresó el debate suscitado en el movimiento global. Se analizó dicho impacto, fundamentando un programa de transformaciones económicas, sociales y culturales ante las regresivas consecuencias de las políticas en curso en buena parte del mundo.
1. El aporte de la lucha argentina a la resistencia global
Sin embargo, el desenlace de la crisis en la Argentina, con la pueblada de diciembre de 2001 y el estado deliberativo y de lucha subsistente en el pueblo argentino, le dieron un sentido especial a las discusiones en el encuentro de Porto Alegre y se proyecta actualmente en torno de la situación mundial.
No es un dato menor que Argentina, uno de los mejores alumnos del modelo neoliberal y del Consenso de Washington, haya encontrado un límite a su impune expansión en las movilizaciones populares. Es más, no se teme tanto al contagio económico de la crisis, como al político. El efecto dominó actúa más en las subjetividades de sujetos en lucha que en las esferas de los alicaídos negocios en la región latinoamericana y caribeña, fuertemente impactados por la recesión de EEUU.
El capitalismo globalizado gestó la Argentina de la deuda externa y la pobreza, de la riqueza concentrada y de la miseria extendida. Fue un laboratorio de aplicación de la ortodoxia del ajuste y la reestructuración regresiva y hoy, tanto en los organismos internacionales como en los gobiernos de los países con fuertes inversiones en Argentina, se encuentran a la búsqueda de políticas que nuevamente den sustento al modelo de acumulación de ganancias, riqueza y poder. Y al mismo tiempo, se cuidan para que la oleada de resistencia no se extienda y se articule con otras formas que ésta asume en la región. Ello incluye a la lucha guerrillera en Colombia, el proceso electoral próximo en Brasil, la imprevisibilidad de los acontecimientos en Venezuela, o la capacidad de sobrevivencia y desarrollo de la revolución cubana.
Son todos procesos en pleno desarrollo y en momentos que EEUU requiere homogeneizar la política exterior de los países en el continente en torno del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), a considerarse en la próxima cumbre de Presidentes en abril del 2003 en Buenos Aires. Precisamente es en la ciudad capital de la Argentina donde los acontecimientos han dado lugar a nuevas formas organizativas de los vecinos, tales como las Asambleas populares, que alientan las protestas de las cacerolas y los "escarches" que se proyectaron mundialmente, bajo la forma de acción solidaria con la lucha del pueblo argentino.
Es evidente que la lucha del pueblo argentino es un aporte a la protesta global y con ese espíritu, miles de argentinos relataron sus experiencias a otros movimientos sociales y políticos, para alentar la dinámica social en resistencia y contribuir con un grano de arena en hacer realidad el lema del FSM: otro mundo es posible.
Si luego de Génova y de los acontecimientos desencadenados en setiembre se podía contemplar un impasse en el movimiento global, las luchas argentinas recrearon el imaginario de la resistencia neoliberal o anticapitalista, más allá de las intencionalidades concretas de los resistentes en las calles de la Argentina.
Eso explica porqué creció de manera notable el interés por la situación argentina y se reflejó en los múltiples debates que sobre el tema se produjeron en el Foro Social Mundial de Porto Alegre último, tanto con especialistas, dirigentes sociales y políticos argentinos invitados a pronunciar conferencias en el exterior, como en publicaciones y análisis que permiten sistematizar los elementos de un acontecer que colocó a la Argentina en la escena global.
Si el movimiento global de resistencia recorría un camino ascendente, la represión en Génova y los atentados en EEUU pretendieron cambiar la hegemonía de esa disputa en la que empezaba a considerarse la iniciativa popular y la emergencia de nuevos sujetos en la lucha. La reacción del gobierno norteamericano y sus socios en el poder mundial se materializó en la agresión bélica en Afganistán. Era un mensaje claro para el disciplinamiento global y al mismo tiempo para desarrollar una acción psicológica contra el movimiento de resistencia. Algunos identificaron a los terroristas con los movimientos de resistencia global. En rigor, no solo contra el movimiento, sino que también se identificó a organizaciones de actuación nacional, pero cuyo accionar en la disputa por el poder incide en la modificación de la correlación de fuerzas que actúa en el balance de las tendencias principales.
2. Agresiones y reestructuración del capital
Lo que se verifica es que la ocasión fue propicia para hacer avanzar la reestructuración del capitalismo. Se trata de iniciativas políticas para resolver la crisis a favor del capital concentrado y el interés imperialista. En el caso afgano, primero se trataba de derrocar un gobierno imposible de controlar y más con la presencia soviética a fines de los 80 y ahora, desalojar a viejos socios sospechados de su vinculación con los ejecutores de los atentados. Los costos humanos de ayer y de hoy se subordinan a la estrategia de la acumulación de poder global de EEUU.
Es un hecho que la situación verifica la existencia de presupuestos estatales para financiar el terror en territorios lejanos y que terminan, con otros presupuestos privados obtenidos en los mercados globalizados del dinero generando el terror en nuevos espacios vulnerables (EEUU).
Así, la trama del capital global enlaza a los Estados capitalistas con fracciones privadas que no subordinan su estrategia de acumulación a ningún mandato civilizatorio. En la era de las privatizaciones y el dominio del mercado, reaparece visible la figura del Estado para evidenciar su cambio de función, en este caso en el financiamiento y organización de la insurgencia sistémica y la guerra de exterminio sobre los pueblos.
Todo un accionar para desminar los espacios (mercados) y favorecer la circulación del capital. Poco importa ya el destino de los líderes que motivaron la intervención bélica si el resultado obtenido favorece la estrategia general. Nótese la recuperación económica de EEUU en el 4to. trimestre de 2001, del orden de 1.7 del GDP (Gross domestic product. Cuadro 1) (6) y la legitimación interior y exterior de George W. Bush en el liderazgo del capitalismo.
Buena parte de ese crecimiento de 1.7 se debe a consumo y crecimiento de inversión pública de 10.2, donde el gobierno federal incorpora 11.4 y los estados locales 9.6 y en este marco el gasto de defensa federal alcanza un crecimiento de 9 puntos en el trimestre posterior a los atentados. Esos datos son contrarrestados por indicadores menores relativos al consumo privado de 6.1 y negativos para la inversión privada (-23.5) y el saldo del comercio exterior de bienes y servicios (-10.9) puntos porcentuales.
El ataque sobre Afganistán es uno más de los encabezados por EEUU, en una era que venía signada por el "fin de la historia" y la "ausencia de acontecimientos", según anunciaban los filósofos de moda. De Irak a Afganistán y pasando por Kosovo y otros espacios del acontecer bélico, transcurre una década donde la guerra, la militarización y el exterminio de población lo tiñe todo. Ni fin de la historia, ni ausencia de acontecimientos, el ciclo de la vida fluye y la lucha entre proyectos sigue definiendo el curso de los sucesos.
Antes se llamaba "lucha de clases" y ahora, a algunos les cuesta sostener viejas categorías que siguen explicando la realidad. Claro que ahora las clases confrontan desde experiencias históricas diferenciadas, donde la manipulación del consenso y el uso del potencial militar ocupan un lugar central en la instalación de un nuevo orden mundial que sustituya al del antiguo mundo bipolar.
Los trabajadores, a su vez, en tanto categoría sintetizadora de una de las partes antagónicas, sufren mutaciones, que a la vez que se extienden cuantitativamente entre la población global se ve deteriorada su capacidad de organización y estructuración socio política para el desarrollo de una alternativa civilizatoria, superadora del capitalismo.
La existencia de víctimas conmueve y afecta la sensibilidad social y son desconsideradas por los responsables de la materialización del terror, que hay que decir, va más allá de los sucesos del 11 de septiembre y de la respuesta bélica que involucra a un conjunto de países. Las imágenes (de los atentados y de la agresión bélica sobre Afganistán) fueron reproducidas incesantemente, y operan sobre el imaginario social, modulando como nunca el consenso a los valores hegemónicos del capitalismo en su etapa actual de desarrollo transnacional. La propaganda en torno de que valores defender escamotearon la condena masiva de las muertes afganas, del mismo modo que se ningunean los muertos por represalias de diciembre en Argentina y los cientos de represaliados cotidianamente en el sur del mundo.
La agresión sobre Afganistán se trató de una acción bélica e ideológico propagandística que retoma el impulso de una iniciativa económica en tiempos recesivos, pero también política, suturando grietas para favorecer la hegemonía norteamericana en todo el mundo. Lo simbólico puesto al servicio de la producción del sistema de explotación y dominación. La producción de plusvalor se extiende desde su lugar esencial, la fábrica o el ámbito de la producción material, a la generación de símbolos para naturalizar y eternizar un régimen de vida. No en vano la reproducción de imágenes se detiene en las torres y escamotea al pentágono, sede de la concentración de voluntades agresivas y complot en cualquier parte que sea funcional a los intereses del Estado hegemónico del capitalismo.
¿Por qué sugerimos que estos acontecimientos operan sobre la reestructuración capitalista, más allá de quien haya estado detrás de su perpetración, aún no dilucidada? Era un dato de la realidad la crisis japonesa durante los 90, la lenta evolución de la economía europea en los últimos años, y la desaceleración de EEUU (ver cuadro anterior) desde segundo semestre del 2000 para considerársele, técnicamente, como una recesión durante el 3er. Trimestre del 2001, en oportunidad de los atentados. Parecía detenerse la locomotora que lubricó dos períodos exitosos en lo económico de la administración demócrata.
La tendencia recesiva de las economías capitalistas más desarrolladas es previa a los acontecimientos y éstos permitieron, que al ponerla en evidencia, se justificaran las cesantías masivas resueltas en los sectores directamente involucrados por el accionar del terrorismo, tales como las empresas aéreas, las de seguros, el turismo y las finanzas. La decisión de reducir personal era previa y la oportunidad fue aprovechada a favor del ciclo de valorización del capital en territorio norteamericano.
Al mismo tiempo, se legitiman los argumentos para sostener presupuestos de "defensa" y alentar al lobby económico vinculado al complejo militar industrial y tal como en muchas otras ocasiones, al petróleo, sector donde, casualmente, define su fortuna el presidente norteamericano.
La dinámica guerrerista estimula la circulación mercantil de armamentos, incluido el contrabando y los negocios financieros a ello vinculado, tal como el lavado de dinero y el delito económico global en toda su magnitud. Pero también al sector de tecnología avanzada, que en el último año venía en baja y se expresaba en la caída del índice NASDAQ. Es sabido que la invasión terrestre en Afganistán se desarrolló después de las acciones bélicas teledirigidas y en ambos casos, la guerra "virtual" o convencional incluye tecnología de avanzada.
3. Los frentes en la reestructuración global
Son varios los frentes de actividad en la reestructuración global y entre ellos vale destacar el objetivo continental. Inmediatamente después de los atentados, la OEA avanzó en su mandato por acelerar los acuerdos que hagan cumplir el calendario del ALCA. Es sabido que la cumbre presidencial de Québec en abril de 2001 había encontrado el obstáculo de Venezuela para suscribir un acuerdo legitimador de las "democracias representativas" existentes en América Latina.
Tras varios intentos frustrados desde entonces, el organismo que excluye a Cuba obtuvo luego de los atentados, las condiciones necesarias para la suscripción de una de las cláusulas para avanzar en el acuerdo comercial demandado por EEUU y al que se asocian la mayoría de los gobiernos en la región y los capitales más concentrados.
En el Parlamento norteamericano también se favoreció la ocasión política para aprobar la capacidad negociadora del poder ejecutivo de EEUU con los países del continente. Tema necesario para materializar en el 2005 los inicios del acuerdo arancelario que define el ALCA.
Queda claro que los núcleos más concentrados del poder global intentan acelerar el aprovechamiento de la crisis para aumentar su poder reordenando la economía mundial para establecer nuevos avances en sus posiciones de poder. El desarrollo de nuevas formas de resistencia aún es insuficiente para enfrentar con éxito la embestida. Su éxito supone encontrar caminos que permitan un tránsito común en pos de objetivos liberadores, que además de tener capacidad para enfrentar al poder globalizado en los marcos de la resistencia vayan creando nuevos atributos (acuerdos, organizaciones, objetivos) que le permitan volver a tomar la ofensiva en pos de una sociedad de seres humanos verdaderamente libres, en el sentido que daba Marx a éste término.
El poder global puede avanzar por la ausencia de una alternativa. Anticipar las condiciones de funcionamiento en una nueva sociedad es parte esencial de la creación de esa Alternativa.
Ese camino redefine la perspectiva del socialismo, es decir del anticapitalismo y el antiimperialismo. La derrota de las experiencias socialistas surgidas del modelo soviético alejaron del imaginario popular global la posibilidad de pensar una organización económica de la sociedad sin explotación.
Algunos países, tributarios de esa tradición redefinieron su organización estatal, territorial y social en clara orientación definida por el paradigma de época del capital, tal el caso de Rusia y otros países integrantes de la URSS. En otros casos, desde el poder del Estado se empujaron modificaciones estructurales que integran desarrollos autocentrados hacia el mercado mundial, como ocurre con China y su incorporación a la OMC o la apertura de sus mercados al capital transnacional. En el caso de Cuba, las transformaciones encuentran el límite del bloqueo norteamericano.
Queda claro para Rusia la ausencia de un proyecto alternativo, aunque sí la vocación por reinsertarse en la disputa por el poder global, situación que se pretende desde ciertas esferas de la circulación económica, particularmente en el tráfico de armas, pero también desde las alianzas políticas que obstaculizan la capacidad hegemónica de EEUU o de sus socios en la tríada. Hacia allí apuntan los acuerdos ruso-chinos, pero también la inclusión en el G8 (G7 + Rusia).
Sin embargo, el mantenimiento de la denominación socialista en el proyecto Chino, identifica con esa nominación la expansión más importante de un país en los últimos años y que involucra a un quinto de la humanidad. La regulación estatal del proceso de acumulación constituye un claro obstáculo a las pretensiones del capital transnacional, y no solo en las pretensiones de ganar el inmenso mercado chino, sino en la disputa por mercados que se abre con la incorporación de China a la OMC. Debe recordarse la competitividad ganada por la producción china en varios rubros y que la libre circulación de los mismos confrontará el discurso hegemónico del libre cambio con el proteccionismo imperante desde las políticas económicas.
El experimento cubano muestra singularidades, ya que más allá de una similar apertura al capital externo y a la circulación de divisas en el mercado local, en el imaginario popular mundial subsiste la imagen de un proyecto alternativo, que la presencia de su máximo líder recrea en cada foro internacional en que participa, tal como ocurrió recientemente en Monterrey, donde Fidel Castro enrrostró en pocos minutos el carácter depredador del capitalismo en estos días.
Es cierto que hoy, la imagen del socialismo no se identifica con un fenómeno nacional. La tesis que sustento es que existen importantes procesos nacionales de movimientos populares que se autoidentifican con el socialismo, aunque así no lo expresen claramente, pero incluyen programas reivindicativos que se oponen a la propiedad privada y reclaman formas autónomas de organización económica del pueblo.
Son movimientos populares que al tiempo que continúan la tradición de reclamarle al Estado, intentan por medios propios la satisfacción de necesidades sociales, como la vivienda, la alimentación, la educación o la salud. Es un proceso de resolución de la crisis del empleo, abordando el trabajo desde una concepción alternativa. Ya no se busca la resolución del ingreso dinerario por vía del trabajo asalariado contratado con un patrón o empresa capitalista, sino que se resuelve en la materialización de experiencias que pueden vinculase formal o informalmente con el mercado legalizado por el Estado capitalista.
Es decir, lucha contra el Estado y demandando de éste, y al mismo tiempo, reorganización de la vida cotidiana en el margen del mercado formal y a veces al margen, con aliento a desarrollo de formas de intercambio mercantil y en otras oportunidades en el marco de economías de subsistencia.
La emergencia del movimiento de resistencia a la globalización capitalista actúa en este marco de resignificación de la categoría socialismo, tanto de los países que se asumen en su construcción, como de los movimientos que luchan contra el capitalismo para afirmar un proyecto de poder popular que anticipe el socialismo. Es cierto que no todo el movimiento incluye el proyecto socialista como propósito a lograr, pero la radicalidad de los sujetos en la resistencia y la articulación de viejos y nuevos sujetos, supone la búsqueda de una alternativa al capitalismo, es decir a la ganancia y a la explotación.
Sigo pensando, más allá de las disputas políticas y culturales, que ese es el camino de la construcción socialista desde la experiencia resistente en curso. Es más, constituye el desafío de pensar y actuar una agenda diferenciada de la lógica del capital. Significa contestar a la ofensiva del capital más allá de su territorio conceptual, de signos y símbolos. Se trata no solo de contestar, sino de crear un nuevo imaginario desde nuevas prácticas sociales y económicas, las que se encuentran en la cooperación de trabajadores en todas partes del mundo contra una patronal articulada por las sociedades de acciones transnacionales.
Claro que pensando la categoría trabajadores en sentido integral, es decir, incluyendo a los informales, desempleados e inactivos, cuentapropistas o autónomos, formas que asume el proletariado al comienzo del siglo XXI. Es decir, con una concepción amplia de la lucha de clases, trascendiendo la abstracción de la lucha clase contra clase de la exposición necesaria de Marx para explicar la explotación en El Capital.
El horizonte de la construcción del socialismo asocia prácticas diversas que puede incluir a países, movimientos y partidos en el marco de una dinámica social extendida de la resistencia global al capitalismo.
III. Manifestaciones de la lucha de clases global en el caso argentino
1. Descripción de la crisis y sus características, de ciclo corto, medio y largo.
Si algo queda claro es la situación de crisis integral que vive la Argentina. Es crisis económica, política, social. Es una crisis integral que involucra la construcción de alternativa. Los efectos de esa crisis se descargan con crudeza sobre el conjunto de los sectores populares, principalmente los trabajadores. Tenemos que reconocer que existen elementos de continuidad, de profundización y de ruptura con la crisis que viene de arrastre.
Es que los datos confirman la continuidad y profundización de la recesión, el ajuste, el desempleo, el deterioro del salario y la calidad de vida de la mayoría de la población. Pero, el elemento de ruptura es la participación popular que está impugnado el régimen político integralmente y habilita la posibilidad de articular el fragmentado espacio popular para intervenir políticamente en la construcción de una propuesta alternativa popular.
2. Algunos datos que afirman nuestros comentarios son:
a) brusca caída de las reservas internacionales (Gráfico I), que de 35.000 millones de dólares en febrero de 2001 se reducen a menos de 15.000 millones en menos de un año y se agudiza con la corrida al dólar de importadores, banqueros e incluso ahorristas que llevaron la cotización a $2,80 (comienzos de abril) por dólar y un BCRA que dilapida reservas para favorecer negocios especulativos de banqueros. Desde la devaluación de la moneda a cambio fijo y luego con la flotación del tipo de cambio, el BCRA liquidó reservas internacionales para impedir que el precio de la divisa creciera exageradamente. La realidad es que los continuos retiros de depósitos del sistema financiero, agudizado por amparos judiciales, llevó a los bancos a demandar redescuentos del BCRA, los que se obtenían por emisión, impactando doblemente en el crecimiento de la inflación y la pérdida de divisas en poder del Estado. A fines de abril (23/4/00) se produjo la renuncia del Ministro de Economía y se desconocía el curso futuro de la política monetaria y cambiaria.
b) continua reducción del stock de depósitos bancarios, que de 82.000 millones existentes antes del corralito en noviembre de 2001 (Gráfico II), se han reducido a 67.000 millones de pesos a mediados de enero de 2002. Luego, durante el primer cuatrimestre y pese a las restricciones para retirar dinero de los bancos, no más de $1.200 por cuentas, salvo que correspondan a sueldos o jubilaciones, el monto de depósitos cayó a unos $63.000 millones de pesos, o sea, unos 21.000 millones de dólares al cambio de $3 por cada dólar. A fines de abril, con la renuncia del Ministro de Economía se produjo una crisis política y el establecimiento de un feriado bancario que generó enorme incertidumbre. Son cifras que reflejan la fuga de recursos de los bancos y la presión de su sector más concentrado, los transnacionales, para lograr una redimensión del sistema financiero que facilite el circuito de negocios propios, y en ese sentido recrean la propuesta de eliminar la banca oficial y concentrar aún más el mercado bancario. Eso significará un achicamiento del personal (cesantías) y una disminución del servicio a descargarse sobre los sectores más pequeños de la economía.
c) importante caída de la recaudación tributaria y previsional que puede estimarse para todo 2002, si continua la situación de fuerte evasión actual, del orden de los 10.000 millones con relación a guarismos de fines de la década del 90, sobre una recaudación prevista para el 2002 de 39.000 millones por ingresos tributarios y previsionales. Como consecuencia de esta baja de ingresos fiscales es el ajuste incluido en el Presupuesto aprobado por el Parlamento y sobre todo los vetos introducidos por el Poder Ejecutivo y que afectan directamente los ingresos de los trabajadores estatales y de los jubilados, de la salud y de la educación pública. En este sentido apuntan las presiones del FMI y los organismos multilaterales de crédito y los gobiernos de los principales países capitalistas, especialmente EEUU. La presión se ejerce sobre las provincias argentinas y particularmente sobre la planta de personal, estimándose cesantías cercanas a los 350.000 empleados públicos provinciales, sobre una dotación actual cercana al millón de agentes.
d) reaparición del problema inflacionario con impacto regresivo en los sectores más postergados. La inflación del primer trimestre alcanzó el 9.7% contra un 15% presupuestado para todo el año y que probablemente se supere a fines de abril, ya que la estimación para el primer cuatrimestre es de más del 20% de inflación de precios. La proyección anual se acerca a 50 ó 60% en un pronóstico optimista. El peligro de la hiperinflación se cierne con la cotización del dólar que a fines de abril rondaba los $3 por dólar y que pueden disparar una escalada de precios que impacta sobre los sectores de menores ingresos. La devaluación ha pegado fuerte entre los trabajadores y si en diciembre con un salario promedio de 600 pesos se adquirían 600 dólares, con un cambio a 3 solo se pueden comprar 200 dólares, dando competitividad a la patronal exportadora y deteriorando la capacidad adquisitiva de los trabajadores.
e) el desempleo viene creciendo en ritmos alarmante y más si se le adiciona el subempleo hasta alcanzar en el último registro de octubre 2001 el 18,1% de desempleo y el 11% de subempleo, superando entre ambos el 20% de la población económicamente activa (Gráfico III) y ha sido proyectado el desempleo por el Ministerio de Economía en una cifra que supera el 22% a marzo del 2002 y en aumento. En materia salarial puede observarse un deterioro en términos absolutos, tal como puede observarse desde 1984 en adelante (Gráfico IV). Si se compara los ingresos de la población por deciles, podemos observar (Cuadro 2) que entre mayo de 1994 y octubre de 2000 la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre pasó de 19 veces a 25,6 veces y si se toma la relación entre el 20% de la cúspide de ingresos y los de 20% de menores ingresos, la diferencia pasa de 10,7 a 12,2. Los hogares bajo la línea de pobreza alcanzan a mayo de 2001 al 41% de la población (Cuadro 3) y se estima actualmente en 50%.
Cómo se mueve el poder, tanto estatal gubernamental como la cúpula empresaria. La recreación del ciclo de negocios y la estrategia EEUU con el ALCA y el dólar.
Todas las expectativas gubernamentales se centran en la "ayuda" financiera externa, particularmente de los desembolsos del FMI. Esos recursos liberarían fondos frescos de otros organismos financieros internacionales y reabrirían el mercado internacional de capitales para la Argentina. De ese modo retornaría el crédito foráneo y la reactivación tan esperada podría hacerse sentir en las cuentas de la economía local. Digo en las cuentas, ya que difícilmente pueda notarse en la actividad económica de millones de habitantes empobrecidos, desempleados e informales, que es la situación de la mayor parte de la población. Serían dineros utilizables para relanzar una rueda de negocios de la cúpula empresaria transnacional (local e internacional), a la vez que un mecanismo político tendiente a diluir la protesta social y normalizar el ciclo político del capitalismo local.
Para que ello sea posible, el gobierno de EEUU (hegemónico en el FMI) exige un fuerte ajuste fiscal, consolidar la seguridad jurídica de las inversiones externas y un claro alineamiento del gobierno con las políticas norteamericanas. Por eso el voto contra Cuba y la intromisión en el conflicto colombiano junto a Pastrana y la asistencia militar de Washington. Son decisiones que se asocian a la voluntad de favorecer el ALCA, proyecto comercial estratégico de EEUU en su disputa por la hegemonía capitalista global. Es clave para la administración republicana adherir al socio argentino a su estrategia. No es admisible el mantenimiento del proyecto socialista en Cuba, ni el intento diferenciado de Venezuela, la insurgencia colombiana, o la potencia de un obrero metalúrgico presidiendo Brasil. Ahogar la protesta en nuestro país es clave en ese contexto.
Desde el norte se reclama disciplina y subordinación a una estrategia global, la que se viene consolidando desde setiembre de 2001. Los atentados y la guerra de agresión fueron funcionales a la legitimación del liderazgo capitalista de Bush. Desde esa ofensiva y de la complicidad de los ocupantes de los poderes del Estado argentino: Ejecutivo, Legislativo y Judicial es que puede entenderse la lógica de la subordinación. Son cómplices de una estrategia de enriquecimiento expresada en la concentración y centralización de capitales, la que se renueva con devaluación y pesificación, igual que antes con convertibilidad, o más atrás todavía con hiperinflación. Es la complicidad con un proyecto global comandado desde Washington y que requiere la homogeneidad política en el territorio americano. Y como sabemos, detrás del FMI está Bush.
En muy poco tiempo, de ser el modelo ideal para traccionar a los países dependientes tras el neoliberalismo, Argentina pasó a ser ejemplo de los errores a evitar. La crisis Argentina lleva mucho tiempo en el análisis de los estudiosos y quizá uno de los datos que reflejan esa situación sean los casi 4 años de recesión (mediados de 1998 a 2002), más del 22% de desempleo (más de tres millones de personas) y cerca de un 50% de pobres, lo que es un verdadero desatino para un país con ventajas comparativas en la producción de alimentos y de escasa población en relación a su territorio. En los primeros tres meses del año hubo más de 170.000 personas que han perdido el trabajo y ha crecido la cantidad de trabajadores que sufren suspensiones. En ambos casos, los números son mucho más elevados que durante la crisis del Tequila (1995) y de la devaluación del real (principios de 1999). Los datos del INDEC refieren que en enero y febrero la producción industrial cayó 15,9 %, la construcción 42,8%, el consumo de servicios públicos 14,1% y el PBI retrocedió un 11% en el primer trimestre de 2002.
Paralelamente hubo un aumento de la conflictividad laboral, especialmente por la cantidad de huelgas y movilizaciones en las administraciones provinciales y en el sector educativo. Esto se agravará, pues la misión del FMI exige el despido de 350.000 empleados públicos en las provincias.
El caso de la principal región del país, la Zona Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, es paradigmático. Desde octubre de 2001 casi seis millones de personas (49,8%) viven bajo la línea de pobreza. La caída en la capacidad de compra por el aumento de los precios de una canasta básica (en octubre, $420 y hoy 600 para una familia tipo) con salarios congelados se suma a los despidos y suspensiones. Un estudio estima que el 80% del aumento de la pobreza se debe al aumento de precios, en especial de los alimentos, y un 20% al incremento de la desocupación, que habría afectado a 300.000 familias que carecerían ahora de todo ingreso. En el resto del país la situación es peor, pues los aumentos de precios son superiores a los registrados en la zona metropolitana. (7)
Sin embargo, el dato nuevo de la crisis argentina no viene de la mano de los indicadores negativos de la economía, sino de la irrupción del sujeto pueblo en las calles, que viene de arrastre, pero haciéndose muy visible el 19 y 20 de diciembre de 2001. Se trata de un movimiento que tuvo proyección internacional y que en la historia política local marca la inflexión de un periodo que abarca los últimos veinticinco años.
3.1 Pueblada y ruptura de la parálisis
Es un hecho histórico que una pueblada volteara al gobierno constitucional y tiene una fuerte repercusión sobre la realidad local y global; obligó nada menos que a la renuncia de un gobierno constitucional. La experiencia anterior indica que para desalojar gobiernos constitucionales hacían falta los militares, o por lo menos un golpe económico del gran capital. Siempre se producía una combinación de esos factores: militares y poder económico, o mejor dicho aún, los primeros al servicio de los segundos. En esta oportunidad no, el pueblo movilizado provocó el retiro del gobierno constitucional.
Es cierto que la pueblada tiene un serio límite por la ausencia de alternativa política, pero ello no le quita mérito. Los gobiernos constituidos a posteriori (8) lo hicieron legalmente, al amparo de la Constitucion Nacional, pero con cada vez menor legitimidad. El régimen político está jaqueado por el pueblo, amenaza al régimen político, cuestiona a la Corte Suprema de Justicia y al Parlamento. Ya nada puede pensarse desde el poder y desde el gobierno sin sopesar la respuesta popular. El pueblo va perdiendo el miedo. La designación de Duhalde por parte del Parlamento, nuevo acuerdo bipartidista entre la UCR y el PJ que dio continuidad al régimen cuestionado, no cambió las cosas.
Sin embargo, uno de los mayores méritos de la pueblada incide en la escena global, ya que para muchos luchadores en el planeta, los acontecimientos son vistos como una de las batallas que se libran en diferentes territorios contra el orden neoliberal, o si se quiere, contra el orden capitalista.
Inmediatamente después de la renuncia del gobierno de De la Rúa, muchos analistas se interrogaban sobre el futuro inmediato. Sobre la capacidad de acción del nuevo gobierno (Rodríguez Saá) que asumía con la impronta de un discurso populista y con la intencionalidad de legitimar funcionarios indeseables, oportunamente acusados por corrupción. La inmediata respuesta de la movilización popular se llevó al gobierno y su proyecto anti constitucional de elecciones anticipadas. En el clima político de fines de diciembre, ya no había lugar para la impunidad de las palabras y los actos. El pueblo empezaba a decidir con sus actos de resistencia.
La voz del pueblo habló por boca de las cacerolas y se llevó el gobierno de De la Rúa. Luego, a menos de una semana de asumidos, arrastraba al nuevo gobierno y hoy continúa amenazando al conjunto del régimen político. Es que se cuestiona también a la Corte Suprema de Justicia y al Parlamento.
Los protagonistas supérstites del régimen político empiezan a reconocer que el pueblo argentino empieza a salir de la parálisis que le fuera impuesta por los miedos al terrorismo de Estado, a la hiper inflación y a la hiper desocupación. Que ese pueblo desafió el Estado de Sitio declarado en sus últimas horas por el gobierno de De la Rúa. Qué se enfrenta a la represión policial del gobierno anterior y de los que sucedieron, pese a las muertes, heridos y detenidos. Y que hoy desafía la legitimidad de un poder político precario de los gobernantes, el que ha surgido de un acuerdo del bipartidismo, entre el PJ y la UCR.
Nadie puede atribuirse la conducción de la protesta, cada quién donde puede y en la medida que pude protagonizar los acontecimientos, y según haya sido la conducta previa y durante las movilizaciones populares. No se puede entender la protesta actual sin la diversidad convergente de modalidades de resistencia que hoy intentan articularse.
Lo más visible es el caceroleo, que se atribuye a capas medias urbanas y a una masa de actitud previa silenciosa, cuyo antecedente inmediato anterior fue el llamado voto bronca en las elecciones de octubre de 2001, principalmente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La modalidad se expresó principalmente en la ciudad capital de la Argentina y se ha extendido a otras latitudes hacia dentro del país y también en otras partes del mundo, primero de argentinos residentes en el exterior y ahora en un movimiento internacional de solidaridad que coloca a la resistencia más allá de las demandas políticas y económicas locales para trascender como parte de una lucha global.
Pero también hubo saqueos durante la gesta popular del 19 y 20 de diciembre, incluso antes, no una semana después. Hay quiénes sostienen que éstos fueron inducidos por punteros del PJ de la provincia de Buenos Aires en el intento de acelerar el desgaste del gobierno de De la Rúa. Desde ese razonamiento se pretende objetar un movimiento de miles de personas que actuaron para satisfacer necesidades y afectaron el corazón del régimen capitalista: la propiedad privada.
Es cierto que algunos afectados fueron pequeños propietarios y que los grandes tuvieron especial custodia de la policía, pero buena parte de las acciones fueron realizadas por organizaciones que remiten al territorio y les sirve para afianzar iniciativas colectivas que potencian la identidad organizativa de tipo territorial.
La existencia de maniobras políticas desestabilizadoras entre partidos políticos que disputan el gobierno y el hecho de existir una cantidad de "provocadores" dispuestos a cobrar algún dinero por generar hechos desestabilizadores, tal el caso de los saqueos a comercios, no niegan el hecho sustancial de la desesperación de millones de personas que viviendo bajo la línea de pobreza sobrepasan cualquier táctica provocativa con tal de satisfacer necesidades básicas en forma inmediata.
El cuadro se completa con "escraches", movilizaciones y convocatorias orgánicas de partidos de izquierda, para acompañar y/o protagonizar los sucesos, y también de organizaciones sindicales, sociales, de derechos humanos, etc. Más aún, de una masa juvenil muy aguerrida, acostumbrada a confrontar cotidianamente contra la prepotencia policial en los barrios, estadios deportivos, o lugares de concentración popular, y que ahora lo hace en la escena pública donde transcurre la política, en las principales calles y plazas.
3.2 Las formas de la pueblada
Son formas asumidas por la pueblada, el cacerolazo, los saqueos, escraches y movilizaciones. Remito a un conjunto diverso de iniciativas e individuos y organizaciones que constituyen de hecho un sujeto social activo que enfrenta al gobierno y al poder, aún por razones muy distintas. Alguien puede salir contra el "corralito" bancario (restricciones para operar en los bancos desde el 1/12/01), por que con o sin razón, visualiza esas disposiciones restrictivas al funcionamiento de la banca como una necesidad de los banqueros y de ningún modo como un fenómeno de modernización derivado de la bancarización (argumentos de Cavallo-De la Rúa).
Mucho podrán explicar sobre los beneficios de operar con múltiples instrumentos bancarios, pero culturalmente el veredicto del pueblo está sancionando la disposición de los banqueros, del anterior y del presente gobierno. Los jubilados no quieren colas en la calle en un verano caliente y tampoco la aceptarían si el tiempo fuera el tórrido invierno. Son reivindicaciones de sectores que operan en los bancos, quizá la minoría, pero siente que la afecta el límite a la extracción de fondos, la cola para hacer trámites y la mala atención, con independencia de la buena disposición que pudieran tener los trabajadores bancarios. La ausencia o demora en el clearing y la contribución al deterioro de la normal cadena de pagos de un amplio sector informal de la economía que interactúa con sectores formalizados o incluso de algunos que operan en las dos franjas, ora formal, ora informalmente. Es en su conjunto caldo de cultivo para la bronca. Es cierto que algunos abonan el apoliticismo y desde su protesta reclaman contra todos los partidos, incluso la izquierda y así, pedían que no hubiera banderas identificatorias en los días de la pueblada e inmediatos siguientes.
Otros salen porque hace rato que salen. Son parte del activo social que viene protagonizando la resistencia. Vienen de cortes de calles y de rutas, o de acompañar a la Madres de la Plaza de Mayo en las rondas de los jueves, o en las convocatorias diversas de las distintas organizaciones de derechos humanos. Son los participantes de la Consulta Popular por el Seguro de Empleo y Formación, de las caravanas para su difusión y de las múltiples marchas que se han sucedido en los tiempos previos, del silencio, por la resistencia o por el trabajo, contra la represión policial o por causas diversas. Son piqueteros o huelguistas, con las cosas claras o no. Militantes de la resistencia en definitiva. Son los que abonaron un clima social durante años y que muchas veces, esas iniciativas populares de movilización y protesta fueron sindicadas de inútiles. Algunas voces, principalmente de los medios de comunicación, se preguntaban sobre el sentido de paros, piquetes y marchas, "si al final todo sigue igual". Los hechos actuales son demostración de la potencia del pueblo movilizado.
La realidad demuestra que no todo sigue igual, que el fogón alimentado por años se ha transformado en una fogata y que puede constituirse en hoguera y arrastrar la miseria acumulada por años del régimen político. En todo caso, es una apuesta a la constitución de un sujeto popular que pueda conducir el proceso social argentino por caminos alternativos, que en mi pensamiento y objetivos resumo en el socialismo, aunque esa sea una categoría a rellenar por el propio movimiento popular en la construcción de la nueva sociedad. Pero pensarlo es ya una forma de trabajar para su materialización, o en todo caso, ese es el sentido de la participación de los individuos y organizaciones que luchan por el socialismo.
Hay quién salió por primera vez y solo se animó a batir palmas, o hacer sonar una cacerola y otro, en general joven, que se le animó en las barbas de la brutal policía represora. Uno y otro hicieron su experiencia. Ambos produjeron adrenalina en la superación del miedo y del prejuicio. "No te metas" era la consigna previa. Ahora trocada en una convocatoria aluvional al protagonismo. No es lo mismo una que otra, pero el resultado es la satisfacción.
Estas puebladas no son una más, hay masacres que lo demuestran: 31 muertos entre el 19 y 20 de diciembre, la de Floresta (barrio de la ciudad de Buenos Aires) por el custodio ex policía y los gases y palos recibidos, son clara demostración de que algo nuevo está ocurriendo. El pueblo se está constituyendo como sujeto que decide en la escena política. La protesta en la calle define las renuncias de funcionarios públicos y de equipos enteros. El pueblo no sabrá que cosas son las que hay que hacer, pero sabe que es lo que no quiere que le hagan. En el medio y desde la práctica se construye el "qué hacer". Asambleas, movilizaciones y piqueteros muestran una práctica que fue ganando consenso social, al punto que en barrios de clases medias urbanas de la Capital Federal, junto al caceroleo se desarrollaron cortes de calles, con quema de gomas, maderas, cartones, en un intento de reproducir la escenografía del piquete.
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