—Qué hermoso poema, yo no me llamo Mollendo, nací en Mollendo, que es un puerto. Todos tenemos problemas, yo tengo que confesar que soy bipolar pero ya tengo mi edad, tengo más de sesenta, yo maté a mi madre de un escobazo, estuve preso, yo creo en Dios, yo amo a Dios, pero maté a mi madre.
Mollendo lloró tristemente.
…
DOMINGO PRIMERO
Poesía Religiosa
—A MÍ me agrada San Juan de la Cruz, ¿le conoces? —me preguntó Pepe.
—Sí —dije, pensando en los poetas que cantan a Dios.
—La poesía religiosa está determinada por el misticismo, por el canto que se desarrolla en aras de Dios, de Cristo y de la Virgen María. Hay místicos en todas las culturas y en todos los países; sin embargo, el misticismo bien entendido tiene que darse en el mundo del cristianismo, ya que, Cristo es el "Hijo" de Dios. Los Salmos, por ejemplo, son cantos místicos de gran belleza.
Pepe Casa de Castro buscó en un cuadernillo un lápiz y escribió unas palabras, yo mantuve silencio, Pepe era muy culto, estábamos en mi habitación, era un día caluroso, Mariela se había levantado temprano, los Nevado conversaban en la salita de las cervezas y Mollendo preparaba huevos. Escuché un ruido, era Mariela que cantaba:
"—Habré de amarte, en esta soledad, habré de besarte en esta armonía de los corazones…
—¿De dónde escuchaste la canción? —interrumpió Nevado Solimana.
—La acabo de inventar".
—Estoy escribiendo un poema —dijo Pepe.
La soledad de la habitación era bella en esta penumbra de cobijarnos y de bendecirnos, la habitación alumbraba al sol y a la vida. ¿De qué modo un hombre encuentra belleza en los cantos místicos? Pepe Casa de Castro escribió durante treinta minutos, estaba concentradísimo, su expresión era de crisis mística, de amor pero de tristeza. Yo le contemplé y, al mismo tiempo, estuve en silencio sin mover un músculo.
—Aquí terminé el poema.
La sonoridad de sus palabras era de belleza.
—¿Quieres que te lo lea?
—Bueno.
—Es verso libre.
Mariela canturreaba y los Nevado celebraban el canto, la vida era rítmica; Y, en su ritmo, nada había, sólo aspecto de un hombre que canta a Dios:
—"Estoy alegre de estar triste.
Mi vida no tiene fin; Y de su alegría,
Yo encuentro cantos amorosos.
Hay vida en mí; Sin embargo,
La vida se ha sumergido en la vida misma;
Yo vivo porque amo, pero, mi amar es a Dios.
Hay dulzura en mi casa y en las mariposas,
Hay dulzura en el despertar.
Yo contemplo la vida y contemplo
El despertar.
La vida tiene un destino; Y, este destino,
Es Dios.
Yo amo la vida; y la vida me ama;
Estoy equivocado, sin embargo;
La vida es dura.
Estoy errado;
La vida tiene esperanza".
Hubo un silencio. No supe contenerme. Lloré de tristeza. Mariela había acallado su voz, Mollendo cocinaba huevos, era tarde, el poema había calado profundo en mí. ¿Qué pensar? La vida tiene su virtud; Y, de la virtud, nace el amor. Yo fui feliz.
—Hermoso poema. ¿Has editado libros?
Pepe Casa de Castro contuvo la mirada.
—No he podido becarme, no tengo muchos poemas, barriendo las calles de Madrid no se puede. Tengo familia, tengo algunos poemas nada más. Aquí te los traje mecanografiados, tengo una máquina muy antigua, era de mi padre.
—¿Tu padre era escritor?
—Sí. Un místico. Tengo sus poemas. Él editó, cinco libros. Si quieres, el próximo domingo vienes a la pieza en donde vivimos pero, no habrá silencio, hay niños.
—No, yo estoy un poco enfermo.
—No puedo sacar los libros de la casa, son una reliquia. Traeré uno mecanografiado.
—No, no, puedes romper el libro.
—Tienes razón. ¿De qué habló tu padre?
—De Dios.
—Es tarde, ¿quieres almorzar?
—¡Tarde!
—Sí, llevamos muchas horas conversando. Mañana, en el trabajo, yo no escribo, yo lustro zapatos.
—Qué risa me das. Me espera mi familia. Tengo que partir entonces. Cuídate, nos vemos.
—¿Por qué nos almuerzas? Avisa.
—No tengo cómo avisar.
—Por carta.
—No, no, me marcho, llego más rápido que el cartero.
—¿Te irás caminando?
—No, en taxis, ¿tienes dinero que me prestes?, es que, estoy mirando la hora, son las tres y que dé en llegar a la una, tengo que almorzar con mi mujer, con Cecilia, y llevar a las niñas al parque, mañana te devuelvo el dinero, mi mujer encontró trabajo lavando…
Pepe Casa de Castro mantuvo silencio.
No quise preguntar.
Lavando ropa en una artesa… porque tiene que cuidar a las niñas y no hay dinero para un jardín infantil… Somos muy pobres pero educados…
Mariela preparó pescado.
—Pepe, quédate.
—No, no puedo.
—Hay un plato para ti servido, son mariscos.
—Bueno, pero sólo los marisco, es que, estoy apurado.
—Léenos un poema —dijo Mollendo con expresión de felicidad.
—Ya, pero, comeré.
—¡Come! —gimió Nevado Coropuna.
Pepe Casa de Castro comió y leyó un poema y se marchó.
Mariela se sintió angustiada, el poema era muy hermoso, cándido y melancólico, ¿de qué sirve la poesía?, ¿de qué sirve la danza?, yo no comprendo. ¿De qué sirve la metafísica?, ¿de qué sirve la esperanza?, ¿de qué sirve el "sexo"?
La incomprensión es absoluta.
Nevado Coropuna quedó perplejo, ex policía, delincuente:
—Qué bello, ¿no?, ¿podrías danzar y él cantar poemas o vender libros?
—No, la poesía no se vende.
—El día sábado se podría intentar. ¿Por qué no ayudamos? ¿Tiene familia?
—Mujer y tres niñas enfermas —dije, abatido.
—Ayudémosle —dijo, Mollendo—, tenemos dinero. Imprimámosle un libro para que lo venda los días sábado. Mariela no danza los sábados pero podría, yo digo por la mujer y por las niñas. ¿De qué están enfermas?
—No recuerdo, pero son de pecho.
—Ah, qué lástima.
—Obsequiémosle el dinero. La poesía que muera, la gente es estúpida, no ama a sus poetas. ¿Qué te pareció el poema, Mollendo?
—Yo soy ateo, no creo en Dios.
—¿Qué? —dije.
—No, no, estoy bromeando. En los trenes —dijo Mollendo—, hay ángeles por doquier. Ángeles vestidos de mendicantes que cantan la destrucción del imperio incaico, ángeles que venden sus mercancías, ángeles que buscan refugio por las noches, ángeles de vida, ángeles pordioseros. Yo también fui pordiosero… Habrá que pagar el importe. ¿Cuándo marchamos a París?
—Nunca —dije—, es demasiado costoso.
—¿Y cómo regresaremos a nuestras patrias?, ¿cómo regresaremos a América?
—Nadando respondió Mollendo.
—Comamos mejor, hay pescado.
—¿Quién lava los platos? —preguntó Mariela.
—Yo —dijo Nevado Solimana, con mirada de rata.
—Tengo tanta tristeza. ¿Te aprendiste el poema de memoria?
—Sí —me indicó—, pero no lo quiero recitar.
Mariela me miró enquistada.
—Hazlo por favor—dijo.
—Traigan la comida —dije—, y canto el poema.
Mariela estuvo de acuerdo.
—Repetiré el poema —dije— con voz cantada.
—No, espera, comamos.
—Es que, no tengo tanta memoria.
—Ya, léelo.
—Es que, no lo tengo escrito, me quedó en la memoria.
—¿Tan buena memoria tienes?
—Tengo pésima memoria. Mejor olvidémoslos del asunto, el pescado tiene espinas como la poesía de Pepe. Las espinas matan y los poetas mueren. A nadie le importa. Un poeta menos, un poeta que muere en la indigencia.
—No podemos darle nuestro dinero, se ofendería, es doctor de la Complutense
—Qué los españoles le ayuden.
—Es mi amigo, me está dando clases de literatura religiosa y yo le pago, pero ¿darle un obsequio?
—Yo quiero que me enseñe —dijo Mollendo.
—Pero si no sabes leer —dijo Mariela.
—Tan pobres están.
—Las niñas están enfermas, viven en la calle.
—¿Cómo?
—Sí.
—No, dijo que se iba a casa.
—Viven en una pieza pero no tiene dinero. Yo le di la mitad de mi salario.
—¿Qué?
—¿Cómo pagaremos el arriendo del departamento? —dijo Mariela, abatida.
—Del ahorro.
—No podemos, ¿en qué mundo vives? —dijo Solimana—, si es una broma lo del banco. No tenemos cuenta bancaria, sin tu dinero nos vamos a la calle.
—¿Qué has hecho? —dijo Mariela—, tenemos que pagar el departamento. Somos extranjeros. Nos meterán presos otra vez por vagabundos. Estoy cansada de Madrid, tenemos que marchar a París; Conocer Europa; somos "mochileros…" ¿Qué has hecho?, nos iremos todos a la calles. Tendrás que lustrar zapatos todos los días, es época de calor, tendremos que dormir en los parques, no podremos acariciarnos…
—No hablen de intimidades. ¿Qué le prometiste?
—La mitad de mi salario por clases de misticismo poético.
—Habrá que marcharnos hoy, hablar con la arrendataria y no pagar. Conseguir dos piezas, una para Mariela y Francisco, nosotros dormiremos en el suelo.
—No tenemos cuenta bancaria, no podemos, yo tengo el dinero, ¡aquí!, los ves, es poco, para comer o para comprar ropa.
—¿Cómo?, ¿no había cuenta bancaria?
—Estamos arrendando un departamento. Tú trabajas de barrendero y de lustrabotas, Mariela de danzarina, Mollendo la protege, nosotros ganamos una miseria. No tenemos dinero para ahorrar.
—Me confundí, me confundí, perdónenme, tuve piedad.
—¿Sabes dónde vive?
—No.
—Esperen —dijo Mariela—, no podemos marcharnos del departamento, yo tengo un poco de dinero, la idea no es mala, creo en Dios a morir, Pepe… ¿Cuál es su apellido?
—Casa de Castro —dijo Nevado Coropuna.
—Yo tengo dinero —me fue muy bien danzando, tengo dinero ahorrado, con Mollendo les teníamos una sorpresa, realmente queríamos abrir una cuenta de ahorro, podemos quedarnos en el departamento, tenemos dinero, la cuenta bancaria existe, lo que me dan ustedes yo lo deposito…
—¿Qué? —dijo Nevado Solimana.
—Sí, sí, no sean tontos, ¿están drogados?
—No, un poco borrachos.
—Tenemos cuenta bancaria y bastante dinero.
Respiré tranquilo.
—Voy a la habitación.
Mariela volvió rauda.
—Aquí tengo dinero, aquí está la cuenta bancaria. Tendríamos que quedarnos unos dos o tres años en Madrid y ayudar a Pepe Casa de Castro, yo tengo la cuenta bancaria, no es mentira, ¡ven!, aquí está, lo que me dan para el arriendo, yo lo guardo, ¿están borrachos?
—No, no, no sé lo que sucede, fue el poema, me puse muy triste —dijo Nevado Ampato.
—Verdad que tenemos cuenta bancaria.
—Oh, qué extraño —dijo Mariela—, nos embriagamos con el poema, es un poeta fenomenal, hay que publicarlo y vender los libros… ¡Tú!, este, tú, Mollendo, los vendes y yo danzo, Pepe Casa de Castro ganará mucho dinero. No es una ofensa, nosotros le publicamos y le damos la mitad, negocios son negocios, Pero; estaremos en Madrid tres años, hay que conocer… ¿Qué les parece?
—Tres años es mucho. Tengo que volver al Perú —dijo Mollendo—, quiero volver ya.
—Qué.
Se armó una tremenda discusión.
—No discutan, no discutan, llevamos mucho tiempo.
—¿Cuánto?
—¿Mucho?, ¿cómo se te ocurre?, y yo todavía virgen, me tengo que casar…
—¡Cásate! y déjate de tonteras —dijo Nevado Coropuna.
—No quiero, no podría danzar.
—Yo cuido al niño —dije.
—¿Qué niño?
—El que tendremos.
—Yo nunca tendré niños contigo, yo no me caso.
Sentí mucho temor de perder a Mariela.
Mollendo lloró de tristeza, los Nevado también.
—Mariela, eres muy dura.
—Eso no se hace, Mariela, ¿por qué actúas de esa manera?
—No, no, me quiero casar pero virgen, en Roma, ¿ya?
—¿En Roma?
—Sí, sí, en Roma; allí podré… ¿Quieres casarte conmigo?
Mariela me indicó con el dedo.
—¿En Roma?, sí, en Roma, claro.
—Casémonos entonces en Romas.
Mollendo destapó una botella de vino, los Nevado se embriagaron con cerveza, hubo escándalo pero no llegó la policía.
En Roma me golpearon tanto, que perdí la conciencia.
…
BARRIENDO LAS CALLES
LO CREPUSCULAR de Madrid enciende el corazón abigarrado de Pepe Casa de Castro; él no utiliza maquinaria, está en un parque recogiendo hojas y regando. Yo estoy con mi escobillón y, desde lejos le miro. Es singular su manera de caminar, es más bajo que yo, pero más macizo. Quiero que llegue la hora de colación. Los Nevado están construyendo casas, hacen mezcla, en unas máquinas, también barren, son peones, trabajan duro; la faena es de tiempos medievales. Un ángel de aspecto terrible es el ingeniero:
—Decidme, ¿vosotros sois hispanoamericanos?
Los Nevado se asustan.
—Somos peruanos.
—Ah, de la tierra de César Vallejo, de la tierra de Mario Vargas Llosa… César está en el Purgatorio y Vargas ganará en Nobel de literatura y si no se arrepiente de sus pecados, su espíritu, humanizado, será en condenación…
—¿Dónde?, ¿en el Infierno?
—Eso, es secreto de los "Ángeles de Fuego".
—¿Qué son los "Ángeles de Fuego".
—Son ángeles omniscientes que saben y condenan nuestros pecados… Sólo miran y condenan.
—A mí no creo que me condenen, soy ateo —dijo Nevado Coropuna—, yo fui ex policía…
—Y corrupto —interviene— Nevado Solimana—. Yo era…
—¡A callar!, "sudacas…" Aquí se trabaja…
Estoy con el escobillón, barriendo, ya estoy cansado, recuerdo a Mariela pero es pecado ¿recordar?, allí en el Amazonas; allí sí que fue mía. ¿Qué habrá sucedido?, ¿la naturaleza? Yo no sé… Fue ¿lo exótico?, Mariela completamente mía; ¡Mariela y el "sexo"!, estoy ardiendo, llegaré a casa y le quitaré las "bragas" y le besaré el cuerpo; ¡Mariela!, estoy excitadísimo, quiero tener "sexo" pero sólo me deja acariciarla… Me agrada besarle los pies, comenzar de a poco, liberarme, le beso los dedos, después el "culito", me excito al máximo, podríamos repetir lo del Amazonas, pero Mariela olvidó, ella dice que es virgen pero sólo de la "vagina", ella es mía y lo fue, estoy excitado, no sé qué hacer… Tengo que terminar de trabajar, le besaré el "culito" y los pies, qué rico.
Terminé mi trabajo muy cansado, Pepe Casa de Castro se acercó a mí: Estoy divagando, no hay tiempo ni porvenir.
—Gracias por tus buenas palabras.
—Queremos editar un libro tuyo y venderlo.
—¡Qué!, pero, si yo soy… barrendero, escribo nada más, mi padre era poeta, yo no.
—A mí me parece que escribes muy bien.
—No, no, no puedo.
El silencio de los mercaderes me ofusca.
—¿Es tu decisión?
—Sí —dijo tajante.
…
LAS CALLES danzan en calle Mayor con la Iglesia de San Nicolás, danzan en calle Sacramento al ritmo de calle del Cordón; en plaza del Conde de Miranda descansamos: calle de Segovia, calle de Bailén, calle del Rollo, calle de Morería, calle del Toro, calle Villa, Iglesia del Sacramento, Iglesia de San Pedro Real.
Hay otros como Pepe Casa de Castro barriendo las calles, es de madrugada, estoy cansado de la barrer, quiero tomar té, no puedo, no ha llegado mi turno de descanso. ¡Quiero té!
Diviso a Pepe con su escobillón.
—¡Hola! —le grito.
Pepe me saluda.
—Estoy postulando a un cargo de profesor, espero que me vaya bien, este domingo iré a tu casa y te llevaré veinte poemas, lo he pensado, son de buena calidad, si quieres, los editamos, conozco una imprenta, Cecilia está de acuerdo, están en derecho de autor, no es mucho el dinero, yo no lo tengo, la enfermedad de mis hijas es costosa, la cubre la Corona española; sin embargo, no he podido ganar una beca. Probemos suerte, un concurso literario es difícil, aquí en Madrid lo que prima, es la poética de lo salvaje, editemos; ustedes vendan y me entregan el diez por ciento de mi derecho de autor, estoy ya seguro, sería hermoso para mí, el trabajo de profesor es una postulación, Cecilia está lavando ropa ajena, no tenemos lavadora, a mano como en la Edad Media, yo…
Mis palabras interrumpieron a Pepe Casa de Castro.
—No te preocupes, yo también soy pobre.
Le conversé sobre avenida Dorsal y tuvo miedo.
—¿Este domingo?
—Sí.
La infinitud de las calles de Madrid con su espesor de espejismos, la infinitud de las Iglesias: las campanas y la gente estudiando.
Llegó el supervisor, conversamos.
—Chileno —me dijo—, ¿estás de turno hasta tarde?
—Estoy haciendo horas extras.
—Bien me parece —ya habían descubierto mi esquizofrenia, fue un giro de tiempo—, te vamos a dar un premio por tus esfuerzos.
—¿Un premio?
—Sí.
—¿Quieres el turno de noche?
—No, no, yo…
No pude hablar.
—Tienes que tomar un mes de noche y de madrugada, no tenemos gente capacitada, es sólo por un mes; de lo contrario…
Adiós departamento, adiós libro de poemas…
—Bueno acepto. ¿Desde cuándo?
—Desde hoy.
Pensé en Mariela y en las caricias de Mariela.
—¿Un mes?
—Sí, un mes.
Pepe Casa de Castro habló, lenta pero lentamente, muy educado el hombre, con un léxico de doctor de la Complutense:
—Yo también podría trabajar extra, lo necesito.
El supervisor pensó en las calles de Madrid.
—De noche no se pueden recoger hojas ni regar el pasto. ¿Sabes manejar?
—No.
—Pero, podrías a aprender.
—¿Se necesita un curso?
—Claro. Si quieres, el chileno te puede ayudar.
—No, no puedo, es peligroso, esta máquina es "chúcara".
—¿Qué es "chúcaro"? —preguntó el supervisor.
—Es como un caballo salvaje.
—Bueno barre desde la madrugada hasta el anochecer, doce horas, más no puedo menos, ¿quieres?
—Sí, acepto.
—Entonces, vale…
Nos quedamos observándonos.
El supervisor se marchó.
—Tenemos trabajo extra —dijo Pepe.
—No podré dormir.
—Es un mes, no es mucho, en la Complutense, tampoco dormía.
—Pero tú eres estudioso, yo tengo novia.
—¿Se casarán?
—Sí, en Chile, pero, yo no sé cómo. Mariela vive en Vitacura.
—¿Qué es Vitacura?
—Es un barrio donde vive la gente millonaria de Santiago de Chile.
—Oh, qué espanto. ¿No has terminado los estudios?
—Yo soy muy pobre, donde vivo trafican droga, hay "prostitución", ¡Mariela es virgen y llevamos mucho tiempo de novio! Pepe Casa de Castro se impresionó.
—Yo estuve de novio tres años y no sufrí.
—¿La tocaste?
—No, nada, soy religioso.
—Yo no soy religioso, soy un salvaje.
—No digas eso, eres muy gentil.
—¿Gentil?, sí, sí, soy gentil… Bueno, ¿tienes hambre?
—Tomé café.
—Yo tengo té con galletas, ¿quieres?
—No, no, tengo que recoger hojas y regar. Este domingo en tu casa. Te llevo los textos. ¿No has cambiado de opinión?
—Con las horas extras tenemos, ¿crees tú?
—Sí, sí, hay dinero. ¿Cuántos ejemplares?, ¿unos mil?
—Sí, mil.
Pepe Casa de Castro me leyó un poema, los pájaros danzaron como danzan las calles a un ritmo desenfrenado, ¡poemas en Madrid!, la vida misma en la capital, la vida de España, la vida de la cuna de la civilización cristiana; yo vivía en avenida Dorsal, yendo por la pudrición de Santiago de Chile, por las poblaciones periféricas, donde la gente muere a los quince años.
¡Avenida Dorsal!, pudrición y callampería.
¡Avenida de las "prostitutas"!, y del papel higiénico por quinientos pesos.
¡Avenida de los drogadictos!, y de los escopetazos con pistolas hechizas.
¡Avenida Dorsal!, y la podredumbre.
¡"Prostitución" y salvajismo!, allí vivía yo, allí vive mi madre, esperando, esperando por mí…
Pepe Casa de Castro leyó un poema, su sabiduría es de silencio de Dios, no pude contener las lágrimas pero en silencio. La vida es pasajera, la vida es peregrina. Pepe de Castro escribía muy bien:
"Barrer las calles en égloga,
Estar en Madrid y coger raíces en los parques.
Yo vivo la vida y la vida es breve:
Hay que amar las calles de Madrid
Para amarlas.
Habré de amar España
Para bendecir a Dios.
¿Qué es la vida?,
Yo me pregunto en desolación…
Barrer, barrer, barrer…
Yo estoy sentado en una plaza
Especulando
Sobre Dios".
Pepe Casa de Castro escribió este texto pensando en su trabajo, poeta honrado que vive su pobreza, yo le ayudé con el pan nuestro de cada día. Yo era un extranjero.
—¡Pepe! —grité—, tu poema es bello.
—No, no es un poema —me respondió—, es una improvisación.
…
MARIELA VENDIENDO LIBROS
LA LUZ es áspera, Mollendo pensó en Perú. Hay bastante gente congregada, Mariela ha danzado ya, piden el estipendio, que es limosna. Mariela tiene una voz muy suave y culta:
—También vendo libros de un poeta doctor de la Complutense.
La gente se alegra y compra los textos.
Mariela leyó un poema:
"Ay de amor
En Dios,
Que canta versos de amores de rosas.
Ay de vida,
Que se proyecta en el amor.
Hay tanto sigilo en el mundo
Y tanta sabiduría en Dios.
Amadle y seréis perpetuos".
Mariela tomó el texto, indicó el precio.
—¿Cómo se llama el libro?
—"CREPÚSCULO" y el autor, Pepe Casa de Castro.
Vender libro excitó a Mariela, vendieron diez en un solo día, les fue bastante bien, los libros de poesía cuesta venderlos, sacaron cien nada más, la idea originaria eran mil, pero con cien bastó.
—Mariela, hay que marcharnos ya —dijo Mollendo.
—¿Es tarde?
—Sí.
—Una última danza.
—No, no, mañana.
Mariela acató las órdenes. Se marcharon. Mariela llegó al departamento y se bañó. Nevado Coropuna había preparado arroz con pescado. Ha cambiado este Coropuna, ya no "feca" en la calle, ya no es delincuente, ya no roba.
—¿Vendieron algo?
—Diez libros.
—¿Cuánto?
—Diez.
—Tan poco.
—Bueno, no sé, tal vez mañana se vendan más —dijo Mollendo.
—Hay que tener fe —murmuró Mariela —. Me ducho y cenamos. ¿Nevado?, ¿comiste?
—No, no.
—Ah.
La ducha estaba tibia, se quitó las "bragas", que estaban sudadas, las guardó en una bolsa, Mariela es una señorita que vivía con hombres, se quitó la pollera ajustada de color castaña, que estaba sudada también, las calcetas, olfateó las zapatillas, polvos talcos tuvo que echarle por seguridad, se sacó los sostenes, su cuerpo era completamente bello; delgadísimo, cuerpo de señorita danzarina de ballet.
El agua humedeció su cuerpo; cabello corto, champús, bálsamo, jabón; olor a limpieza.
Mariela estuvo tranquila, se secó con toalla, se sacó las hawaianas por protección a los "hongos". Ducha compartida, extrema precaución.
Mariela cantó durante una hora, la comida se enfrió, había horno y cocina, Mollendo se impacientó, tocó la puerta varias veces con insistencia, Mollendo también quería bañarse.
—Son diez minutos, nada más.
Mariela perdió la noción del tiempo.
El agua espumeó en el cuerpo de Mariela.
—Perdón, no me di cuenta.
Mariela se disculpó.
Fue a su cuarto, Francisco no estaba, trabajaba de noche, lo extrañaba, ya no se veían, había que ganar dinero para ayudar a Pepe Casa de Castro y para reunir dinero y para pagar el departamento.
¡Ganar dinero a costo de morir joven!, como en Chile; ¡explotadores también los madrileños!
—Mollendo.
—¿Dime, Mariela?
—Comamos.
—¿Tienes hambre?
—No.
—Esperemos a los Nevado, pronto llegarán.
—Báñate, Mollendo, báñate.
—Eso haré. Estaba calentando el pescado.
—¿Qué piensas tú?, ¿cenamos?
—Sí, cenemos.
Se vendieron diez libros pero también hubo alegría por el pescado.
Llegué tarde, todos dormían.
Me acomodé cómo pude, no me bañé. Apestaba, sentí vergüenza, me levanté y me duché.
Mariela dormía desnuda, bajé por su cuerpo y besé su "himen", no despertó inmediatamente, ardía, no le pregunté por los libros, le practiqué "sexo oral" durante una hora, Mariela gritó de emoción… Yo no sé cómo se contiene… Es virgen todavía… ¡No puedo!, ¡no puedo!, quiero "penetrarla", ¡ardo…!
—Ahora me toca a mí.
Tocó mi cuerpo y descansé.
—¿Cuántos libros se vendieron?
—Todos.
—Ah, qué alegría.
—Abrázame, qué tengo frío.
…
POBLACIÓN LA VICTORIA
Crepúsculo
ME QUEDÉ con un libro de Pepe Casa de Castro, volví a población La Victoria. Había un encuentro literario, me habían declarado esquizofrenia, pero, no importaba, había vivido diez años recorriendo América y Europa, diez años de noviazgo. Mariela terminó conmigo y tuve mucho pánico, cómo no amarla si ella fue mi primera mujer y la única. ¡Mariela!, cómo no amarte.
Los vándalos se tomaban las calles de noche; Y, de día, de cuando en cuando, se realizaban actividades culturales pero de protesta. Allanaban los carabineros, los artistas eran apresados, luchábamos por la libertad del pueblo mapuche.
Yo no participaba de las protestas, la droga se vendía en las calles, las muchachas eran hermosas pero nunca como Mariela, no vi "prostitutas" como en avenida Dorsal; vi droga y "pacos" con carros lanza agua; vi enfrentamientos y allanamientos; vi gente presa porque, unos poetas leían poemas alusivos a la libertad del pueblo originario.
Yo también pude leer pero un solo poema, "no es mío", dije", es de un español". A nadie le gustó la idea; pero leí.
"De día estoy vivo,
Y de noche, la luz no alumbra:
¿Qué es lo que sucede conmigo?,
¿Qué busco a Dios por todas partes?
Yo estoy confundido y adoro
Las estrellas. La infinitud es
Reina de lo celestial.
Arriba, hay estrella;
Abajo, cordilleras.
Yo amo a Dios con toda mi fuerza;
Y no me explico la razón
De tanta violencia.
No hay que desmayar,
Hay que ser puro y contemplar
El holocausto del amanecer"
Este poema leí pero no fui bien recibido. Me marché, supe por las noticias lo acaecido por la noche. El acto cultural culminó en balazos.
¿Por qué?, me pregunto.
…
—¿TIENES QUINIENTOS pesos? —me preguntó un delincuente. Estaba en casa de mi madre, regando un árbol.
—¿Quinientos pesos?
—No, no, no tengo nada, no trabajo, yo…
No alcancé a dirigirle la palabra, con una cuchilla me apuntó, me robó la manguera, qué desastre, no quise llamar a carabineros, ¿por una manguera?, mi madre es mayor y viuda.
Es peligroso.
¿Qué será de nosotros?, ¿de qué modo viviremos?, estoy trabajando de profesor y estudiando psicología, yo necesito trabajar para poder superarme, me agrada el jazz, descubrí por casualidad que Uribe trabaja en la biblioteca de Pedro Donoso 670, lo he visitado en varias oportunidades, conversamos, año 2013, ya tengo mi edad.
Por quinientos pesos perdí la manguera.
—Hola.
—¿Cómo estás, Francisco? —dijo Uribe.
—Me han robado la manguera y me vine a conversar contigo, traigo un libro de poesía de un español, tal vez te agraden los textos, no te lo puedo prestar, ¿no hay nadie en la biblioteca?
—No, ya no viene nadie, la destruyeron la gente de la UDI. Contrataron a una bibliotecaria, de esas que estudian en la universidad, teníamos pocos libros, como diez mil, los regaló, la DIBAM presionó a la alcaldesa para que hubiera un profesional y esta "mata" bibliotecas echó todo a la calle, me quedaron cuatro mil libros, no hay nada, ahora hay un alcalde comunista, quieren hacer un proyecto, de una híperbiblioteca, pero yo tengo miedo de perder mi trabajo, yo soy epiléptico y tengo crisis, he tenido visiones, hablo con Dios, estoy bastante loco;¡tú, sabes!; no sé si te conté, me escapé tres veces del manicomio, eran tantas las inyecciones, no recuerdo el año, que me inyectaban en los muslos, ahora ya llevo dos licencias médicas y estamos en mayo, el doctor me indicó, yo no sé, que la epilepsia se las debo a mis padres, de tanto maltrato infantil, de los golpes que recibí en la infancia, me golpeaban duro, que yo recuerde no me caían en la cabeza, pero tal vez retumbaban, yo no tengo rencor, las crisis de pánico que comenzaron en el 2001, también son crisis epilépticas, no puedo andar solo en las micros, tengo agorafobia, voy a perder el trabajo, al menos soy funcionario municipal, pero yo sólo sé de libros, en septiembre cumplo veinte años, en este país no respetan la trayectoria de un bibliotecario, yo denuncié la destrucción de la biblioteca, hablé con un diputado, con Patrio Halles, defendí y me defendí, pero ya estoy cansado, tomo demasiados medicamentos, me quedo dormido en el trabajo, ya no doy más, estaba vez estuve agonizando; Francisco, he agonizado varias veces, no podía moverme, estaba paralizado, en el psiquiátrico se portaron bien, se podía descansar, pero el año pasado fue horrendo, yo no quiero hablarte, léeme un poema.
—¿Y tienes pareja?
—No, no tengo, sólo hijos y un nieto, fui adúltero.
—¿Cómo es eso que habas con Dios?
—Dios me conversa y yo le escucho.
—¿Te escapaste del psiquiátrico?
—Sí, tres veces, estoy fichado por delincuente, le pegué a mi ex mujer, fue horrible… Léeme el poema mejor.
—No, no, no puedo, es que yo soy esquizofrénico. De tanto golpe en Medellín me dio.
—¿Por qué la gente se golpeará?
—Lo ignoro… Uribe, tengo pena, por ti y por mí.
—¿Qué te sucede, Francisco?
—Tengo una tristeza tremenda, me quiero morir.
—No, no, espera, yo también, me he querido quitar la vida pero no lo hagas, yo perdí un amigo, ¿recuerdas?, nosotros nos conocimos en el manicomio el 2001, estábamos muy mal.
—Sí. Muy mal… Escúchame, Uribe, ¿tú estás sólo?, ¿cierto?
—Es que, yo tuve mujer y le puse los cuernos, después tuve otra y le puse los cuernos, yo perdí la virginidad a los dieciocho años con Alejandra Fuentes Adasme, le escribí una novela llama "El Paraíso Perdido de Alejandra", ganó un premio, yo quería escribirle una apología pero, el libro salió extraño, la mando al Infierno, yo escribo poesía, novelas y cuentos e inventos canciones, improviso jazz, ¿qué piensas del jazz?
—Escucha el poema y hablamos de jazz.
—Bueno.
—"La vida del espíritu es vivir:
La virtud del amor es virtud de amar.
Yo amo a Dios porque Dios es luz.
La virtud del amor es la virtud del ser:
La virtud del amor es amar a Cristo.
Amar a Dios es beneficio de la virtud
Del amor. Yo adoro el crucifijo;
Y del amor, hay virtud en la adoración
De la esperanza. Rosas hay; Sin embargo,
El amor no culmina con la vida;
La esperanza es parte de la vida;
Y la vida no culmina con la vida".
¿Te agrada?, es un hermoso poema, el libro de se llama "Crepúsculo" y el autor, "Pepe Casa de Castro". Es doctor de la Complutense.
—Es de Madrid.
—Sí.
—Préstame el libro.
—No, no puedo.
—Yo conocí a un Pepe Casa de Castro, becario de la Fundación Neruda, fuimos muy amigos. Era bajito y de pelo negro y su mujer era cocinera, no, no cocinera, de alta cocina ¿con tres hijas enfermas?
Francisco quedó perplejo.
—¿Conoces a Pepe Casa de Castro?
—No sé, conocí a uno en la Fundación Neruda, yo fui becario. Yo tengo un poema de él, un soneto, lo tengo guardado en el escritorio, espera, te lo leo, es un soneto de amor.
Uribe busca en un cajón un librillo.
—En la Fundación hay que leer un texto. Espero que te guste, a mí me agrada:
"Ruleta del amor:
Yo estoy enamorado.
La virtud del amor
Es la virtud de los gladiolos.
Yo vivo con virtud el amor
Y el amor es un pan
Humedecido en lágrimas.
Yo amo con virtud
Y de esta virtud nacen flores
Silvestres. Unos ojos amarillos
Y un cabello dorado.
Mi doncella está enamorada
De su poeta. Yo amo el sol
Y el sol me alumbra en amor".
Es un soneto muy hermoso, ¿no?
—Sí, un soneto.
—¿Cómo se escribe un soneto?
—Bueno, con dificultad, ya que, las estrofas deben de estar medidas, hay sonetos métricos, pero este soneto a mí me agrada, son diez poemas que tengo pero los otros se extraviaron, ¿tú crees?, que tú amigo, tu Pepe, sea mi Pepe Casa de Castro.
—Sí, yo creo que sí.
—Qué extraño, ¿no?
—Hay cosas extrañas en la vida, como el robo de una manguera.
—Chile es un país de ladrones.
—¿Has viajado fuera del país?
—Sí, sí, estuve en Panamá.
—Yo también estuve en Panamá —dije sonriendo.
…
LA SITUACIÓN es difícil, en avenida Dorsal hay una ciclo vía, hoy he caminado y he contemplado el basural, tuve novia pero la perdí. La vida es complejísima, yo quisiera amar y tener familia pero soy pobre y estoy estudiando, conversamos con Uribe sobre jazz:
—Me agrada escucharlo —dijo—, me acomoda la música de los jazzistas, es un perder la conciencia, es contenernos y alojar la mente en un vertedero de melodías, es sagrado el jazz, me agrada, no tengo una gran colección pero, he conseguido a algunos, escribo escuchando jazz. No hay silencio, el jazz rompe la monotonía de la vida, el jazz es…
No recuerdo sus palabras, yo estoy estudiando psicología, extraño a Mariela, ¿qué será de ella? Por las calles de Santiago voy caminando pensando en Mariela, por las avenidas espantosas de Recoleta voy pensando en Mariela, ella, la más hermosa, ella, la virginal. ¿Se casará algún día?, ¿tendrá hijos?, yo no sé. Me duele, porque yo la amo todavía. Mariela, de dulce mirada, Mariela, la que contuvo mis caricias, yo la amé y la amo todavía pero ella me abandonó, destrozó mi vida, ¡Mariela, cómo no amarte!
Desaparece la realidad, yo trabajo de día de profesor primario, estoy juntando dinero, por las noches estudio, me cuesta, ya que trabajar y estudiar es algo difícil de emprender.
¡Psicología!
Tengo tratamiento médico, me he curado pero me costó. Divagué. ¿Qué será de mí? Me agradaría cambiarme de barrio, pero tengo que terminar de estudiar, tengo que ayudar a mi madre, el barrio es asqueroso, delincuencial, avenida Dorsal donde las niñas de trece años se prostituyen por papel higiénico o por quinientos pesos.
Me da vergüenza ser chileno, es un asco el barrio, pero, ¿qué hacer?, la gente es muy cochina, es la gente, son los perros callejeros.
Me agrada la lectura pero no hay biblioteca, estoy muy sorprendido por lo que me contó Uribe, la "mata" bibliotecas, espero que no quede cesante, sería horrible para él.
Voy a ir al teatro, hay un Centro Cultural muy bueno, es una Corporación que depende del Municipio, mañana sábado dan teatro, Jadue es el alcalde, es comunista, ¿será ateo? Ganó por poco. Yo no sé mucho de política. Estudió. Tuve que mentir, yo no tomo café ni me emborracho; como es universidad privada, me hicieron un cuestionario, postulé y quedé, tendré dos profesiones, habría podido mantener a Mariela, ella dando clases de danza, yo enseñando en un colegio o preparando jóvenes o trabajando en algún centro de rehabilitación. Es dura la vida en Chile, yo conocí Europa y tengo hermosos recuerdos.
…—Estoy contento —dijo Uribe—, has venido a visitarme.
—¿Te agrada?
—Sí, hablemos de jazz.
—No, no, a mí me está gustando la trova.
—Yo toco la guitarra; improviso.
—Parece que me constante.
—¿Contarte? No sé, no me acuerdo.
—¿Qué tipo de trova tocas?
—Jazz trova fusión.
—¿Tocas con otras personas?
—No, sólo. Me agrada inventar notas musicales.
—¿Inventar notas musicales? ¿Innovas?
—Sí. Es que, todavía recuerdo que mi padre me golpeaba en la infancia, mi madre gritaba, mi hermana también, pero todos han olvidado, yo no, me daba con puños cerrados y con patadas, yo escondía mi rostro —dijo Uribe muy tristemente—, también me quebró un diente, yo ya era adulto; de improviso, parece que te conté… Bueno, yo estaba observando el cemento de la habitación de mi casa, estaban construyendo, yo estaba tocando suavemente con los pies, mi padre gritó por la ventana y me golpeó el rostro, yo iba a defenderme y retrocedí para matarlo pero me caí, había escombros, lo agarré a garabatos, me escondieron en una habitación, mi madre; le insulté hasta que me cansé, yo ya usaba lentes… Cuando tenía como quince años, hablé con unos amigos, el "Quick" y el "Piñén", les dije "Quiero matar a mi padre" y me eché a llorar, ellos eran karatekas, estábamos sentados en una acera en calle doctor Sótero del Río, muy cerca de calle Becerra, donde vivía mi primera novia, Carmen Gloria Riquelme, nos escribíamos cartas de amor, fue un noviazgo hermosísimo… Por allí también tuve una pelea, dos veces la misma noche, con el Isaura, el "Esclavo Blanco…" Yo cuando niño, a los diez años, no tuve para comer, mi padre nos abandonó por otra mujer, una tal Roxana, mi madre fue una estúpida, hasta el día de hoy lo respeta, mi madre ve televisión todo el día, trabaja un poco, ya se jubiló pero no recibe jubilación, vive de lo que mi padre le da, pero cuando yo tenía diez años, anduve con zapatos de suela pero rotos, me entraba el agua, íbamos a una escuela numera, la 108, una indecencia, yo mis primeros años los estudié en el San Ignacio de Alonso de Ovalle, un colegio para niños ricos, después no tuve para comer, sólo tomaba té y mi hermana comía, ella era porra, se escapaba de clases, yo tenía que llevarla, mi madre se encontró un trabajo, de secretaria, en los tiempos de la dictadura de Pinochet, ganaba quinientos pesos, una miseria, yo también trabajé, de ayudante de profesor de natación, me compré unos patines de cuatro ruedas que todavía conservo. He sufrido mucho en mi vida, por eso me dedico a tocar jazz.
—¿Cuántos hijos tienes?
—Cuatro y un nieto.
La irrealidad golpeaba la realidad; Y, la saturación de la realidad, era la pobreza.
—¿Cuánto tiempo llevas trabajando en la biblioteca?
—Veinte años.
Qué tiempo de morir. Yo no acepto conclusiones erráticas: la vida tiene sus aspectos amorfos, la realidad está saturada de irrealidad.
Contemplé a Uribe con su tristeza, no le admiré, le tuve piedad.
—Uribe, préstame un libro.
—Ya no tengo libros, sólo cuatro mil. ¿Qué quieres?
—Dime tú.
—No hay nada interesante, se los robaron todos. Tengo… Ni siquiera hay uno mío…
—¿Tienes libros publicados? —interrumpí.
—Sí.
"Ángelus: Fwyh[80]en yapo[81]Hay que contemplar la vida; y yo contemplo la vida de Uribe en una atardecer en otoño. Hay vida en la muerte; y muerte en la vida. Yo sospecho que morir ya no tiene sus consecuencias, se continúa sepultado para siempre, yo quiero ser cremado, los cuerpos tienen que ser cremados, pero cuesta horrorosamente ser cremado en Chile, venden cementerios a la gente viva, ¿por qué en Recoleta venderán cementerios? Yo no comprendo, tocan las puertas de las casas y en los supermercados ofreciendo cementerios.
—Un nicho para tus hijos.
Me parece espantoso morir. Los gusanos te comen mientras (si moriste viejo) se reparten las sobras. La vida tiene su miseria y morir es una de ellas. ¿Por qué morir? La mutilación es tremenda, hay que morir tranquilos, no hay que desesperar, yo desespero, ya que morir me putrefacta el alma: ¡Morir!, hay que morir, ¡todos…!
Me parece que la vida no tiene sentido…"
—El jazz no es música —dijo Uribe—, es tristeza.
Me pareció extraña la aseveración.
—A Dios le agrada el jazz.
—¿Eres cristiano?
—Soy ateo, pero hablo con Dios.
Me dio miedo.
—¿Ateo?
—Hay corrupción y fealdad a mi alrededor, ¿dónde está Dios?
Mantuve discreto silencio.
—Yo creo en Dios, yo en Panamá…
No quise hablar de ángeles.
—Dios ha muerto para mí, me traicionó. Los niños no deben de ser golpeado, los niños no, menos por sus padres, ¡los niños no deben de ser golpeado! A mí me causaron enfermedad, a otros la muerte, los niños son sagrados. Los niños deben de estudiar y tener comida para alimentarse, los niños no deben de abortarse, se les llama fetos, pero son niños, ¿por qué habrá madres que asesinan a sus hijos? ¡Madres que asesinan! Yo, yo…
Uribe no quiso hablar.
—El jazz tiene sus particularidades, pero no es la tristeza como dije, es la alegría de vivir, los negros…
El jazz, yo escuché tocar jazz en Francia. No quise contar mis experiencias, Uribe estaba en su trabajo.
—Me despido.
—Cuídate…
Contemplar la luna en degradé. El Centro Cultural estaba deteriorado, con los vidrios quebrados, sólo ancianas asistían, "Casa del Lector" le había colocado la UDI, nadie leía allí, se practicaban talleres: de danza, de todo tipo, de manualidades, de lectura del tarot, de auto gestión, los profesores cobraban su estipendio y los alumnos pagaban; pero de "lectura", nada. Qué extraño, me dije, era mayo del 2013 y un alcalde comunista, un tal Jadue, aún mantenía el mierdal de palomas en el Centro Cultural. Neruda habría muerto de espanto.
La vida tiene sus matices, Uribe era municipal, trabajaba con Anilla Rivillo que dormía durante las horas de trabajo y se robaba el dinero del sociaje: se cobraba dos mil pesos, estaba señora trabajaba los cinco día de la semana, era comerciante de una "Feria Persa" que se instala en avenida Zapadores, comuna de Recoleta, vende comida de animales, tiene un hijo enfermo, jubilado, tendrá unos cincuenta años, se ha puesto dentadura, esta señora, en la biblioteca, trabaja en el computador central, todo el día laboral "juega" en la computadoras juegos estúpidos infantiles, llega tarde y "marca" temprano, lleva en taxis mientras Uribe caminando, Anita gana una miseria pero, supongo que en el "Persa, gana el doble de dinero, tiene casa propia, que ya está por pagar, vive en avenida Zapadores donde los muertos viven.
—Hay que vivir la vida —dije, emocionado—, podríamos tocar la guitarra.
—No, yo sólo toco para mí.
Recordé a Mollendo y a Mariela danzando y vendiendo libros en Madrid, los poemas de Pepe Casa de Castro eran místicos. ¿Pepe de Casa de Castro en Chile? Qué extraño. Yo no supe. Postuló a la Fundación Neruda y ganó; de este modo se vivida la vida: postulando.
Hay personas que tienen mucho dinero, como los padres de Mariela. ¿Qué será de ella?
"La vida es vivir en Dios;
Pero, este Dios es atrabiliario
Con las consecuencias que conlleva
El celibato.
Yo amo a Dios con todo mi corazón
Y le deseo paz y discernimiento
En la bondad de su corazón.
Padrenuestro, mostradme
El camino.
Yo deseo esperanza y bienestar.
La vida tiene sus perjuicios
Y yo estoy por la vida
Que busca amar a Dios:
El semblante de la esperanza
Es Cristo; Y, de su naturaleza divina,
Los clavos que le crucificaron.
Yo amo a Dios y a mis hijos".
Pepe Casa de Castro escribía bastante bien.
—Es insólito —dijo Mariela en Madrid—, vendimos todos los libros, sólo murmuré: "me voy a desnudar"; y se vendieron los libros. ¿Qué hago ahora?, estoy en descrédito.
—¿Desnudarte?
—Sí.
Recuerdos, sólo recuerdos…
…
ALFREDO VERA
Vida
SE DILUYE la mente: la muerte tiene sus aspectos de deformidad. Alfredo vivió en avenida La Serena, cerca ce avenida Dorsal, tenía muy mal oído; Y, al morir, los ángeles le llevaron al "Intermedio de Dios"; Allí le dieron cuerpo a la luz de Alfredo. Se enfrentó a los tres "Ángeles de Fuego" y ellos, preguntaron y Alfredo tuvo que responder:
—¿De qué manera te suicidaste? —el ángel es omnisciente y vibra con las mentiras para castigar con el Purgatorio Atroz o con el Infierno.
—Me quieté la vida con un revólver —dijo Alfredo, adolorido y confundido, con el rostro demacrado, de unos veinte años de aspecto, de cabello negro, de mirada silenciosa.
Huelen a perfume los ángeles, le interrogan:
—¿Tú fuiste feliz en la tierra?, ¿no es cierto?, ¿entonces por qué?, ¿por qué te quitaste la vida?
Alfredo responde y calla.
Alfredo era contemplativo, le agradaba observar las calles y participar en la Iglesia, tuvo un cumpleaños muy hermoso, Alfredo intentaré contar los detalles:
—Vinieron unos amigos y mi maestro literario, me disfracé y leí poesía, mi maestro se sorprendió, yo estuve feliz, amaba la vida, no comprendo por qué me quieté la vida, fue una estupidez. Tenía muchos amigos, siempre iba al taller literario y leía mis textos, Uribe era duro, no recuerdo mucho, mi hermana era estudiosa, yo amaba la vida —dijo Alfredo en presencia de los ángeles—, mi cumpleaños me lo celebró mi madre, hubo fiesta, mis amigos vinieron, yo no sé, a Uribe nunca le habían celebrado un cumpleaños, vino, y estuvo feliz, Uribe pensó: "Alfredo lee poesía, yo soy poeta pero él tiene amigos que le escuchan, no es normal, Alfredo no es poeta, no escribe poemas, escribe versos, nada más, no puedo enseñarle, ¡escribe versos!, es mi amigo, es un gran cumpleaños con gente sencilla, yo soy arribista, pero vine al cumpleaños, qué felicidad".
La vida tiene sus defectos: la luna emerge, hasta tarde Alfredo toca el piano, intentando aprender en la universidad, en el Conservatorio de la universidad de Chile, Alfredo vive la vida y es feliz, conversó con Uribe:
—Voy a dar la prueba de Aptitud Académica, quiero ser músico.
—No estudies para músico, estudia para profesor primario, a ti te gustan los niños, sabes enseñar, estudia en el pedagógico, serás feliz, hazme caso, yo soy fuerte, yo no estudié, no terminé mis estudios, para dedicarme a la poesía, me equivoqué, ahora tengo una trabajo mediocre, con gente mediocre, pero tengo hijos, al menos tengo una casa, me estoy muriendo de hambre, mi gente se está muriendo de hambre, porque no estudié. Tú sabes, la directora de cultura me odia, yo no la entiendo, tengo dos talleres literarios, también tuve un taller para niños, y sigo muriéndome de hambre, los poetas estamos muertos, ya no existimos en esta sociedad.
Alfredo pensó: Uribe no tiene la razón, yo seré músico, me agrada la música, seré músico, me agrada cantar, aprenderé, es verdad que ahora soy desafinado, pero aprenderé, llegaré a la universidad y seré músico.
Los ángeles de fuego tiemblan:
—¿Qué te sucedió entonces?
Alfredo no quiso responder.
La vida de Alfredo no fue hermosa, no tuvo padre.
—Tengo un secreto, mi padre es empresario del trasporte, me juntaba con él, mi madre no supo, me tenía prohibido, me daba dinero, poco, pero me sirvió para comprarme leche, me agradaba trotar, quiero aprender a escribir poesía, me agrada Jorge Tellier, es una gran poeta. Estoy aprendiendo a escribir pero llevo años en el taller, no quiero que me condenen, ¿dónde estoy?
—Estás en un lugar remoto y estamos juzgándote…
—Yo nunca toqué una mujer, soy célibe, quiero ir a Paraíso.
—Pero si te suicidaste —dijo un ángel—, irás al Purgatorio.
—No por favor, al Purgatorio no.
—Tienes que ir, ya que pecaste.
—¿Y Uribe?
—El será condenado en vida. Hasta los cincuenta y tres tendrá condena de Infierno y el resto de su vida, condena de Purgatorio.
—¿Por qué?, ¿qué ha hecho?
—Muchas cosas.
Alfredo tiembla de pavor, con una maza le golpean los ángeles, le desnucan, le llevan a una cárcel: Así es el Purgatorio. Ahora está leyendo poesía, su espíritu está inquieto, ¿cuánto tiempo habrá pasado ya del mazazo?, ¿una eternidad?, son cien años o ¿mil? Condenado de por vida al Purgatorio.
…Llegan los ángeles, todos están muerto, Uribe, yo, Pepe Casa de Castro, los Nevado, Mollendo, mi adorada Ruiz, ¡todos!, yo no sé, yo cometí pecado; cuando los "Ángeles de Fuego" me preguntaron sobre el "sexo sodomítico"; no supe que responder; fue el Amazonas, yo no sabía que era pecado, yo nunca tuve "sexo", yo soy esquizofrénico.
—Tendrás cárcel de por vida por practicar "sexo" por el "ano"; ¡degenerado…!
—Al Purgatorio Atroz…
Aquí estoy ahora, redactando estas memorias.
"El Purgatorio Atroz es un lugar donde te crucifican con amarras durante seis horas, el resto te golpean, hay miles de millones de seres infernales, no es tanta la maldad como para que te manden al Infierno, pero, del Purgatorio Atroz no hay escapatoria.
Tengo las espaldas echas pedazos. Todos los días me golpean, con cadenas, tengo que saberme la Biblia de memoria para que culmine el martirio, llevo mil años o cien mil y ya me la aprendí, ahora me falta en Nuevo Testamento. Me demoraré unos cien años.
—¡Tengo esquizofrenia! —grito, pero, no hay compasión. Quiero escapar al Purgatorio y vivir en una cárcel, me han dado una posibilidad, pero no la comprendo:
—¿Conociste a un tal Alfredo Vera?
—¡No!, ¡no!, ¡no, sólo a Ezequiel… y los diez mandamientos, yo no cometí "sodomía", yo amaba a Mariela, nunca hubo "sexo", fue una droga en el Amazonas… Mariela no recordó nada, yo la violé, yo la violé, ¡déjenme de golpear!, morí casto…
No hay compasión para los que cometen "sodomía".
—Por favor —clamo—, yo no sabía.
—Llevadle ante Jesús.
Un hombre vestido de toga y de barba, muy alto me contempla:
—¿Eres culpable de degeneramiento?
—Sí, pero lo ignoraba, yo era muy pobre.
—¿Sabes cuánto tiempo llevas aquí?
—Cien años.
—¿Estás arrepentido?
—Sí, yo quería casarme, tener hijos, pero en el Amazonas enloquecimos, es la selva, fue la selva la culpable.
—Te absuelvo.
—¿Qué?
—¿Recuerdas a Alfredo?
—Sí, claro.
—Le harás compañía. Continúa rezando.
—Gracias, gracias…"
Alfredo me habló con tranquilidad:
—Tú eres Francisco.
No quise responder.
…
DOMINGO SEGUNDO
Poemario
—Hola, Pepe dijo Mariela—, vendimos todos tus libros.
—¿Qué?
Mollendo río, la luz de la mañana era tenue, las cosas adquirían consistencia en la medida de Madrid y de la Corona de España. La vida era atonal, y los puntitos luminosos en el rostro de Mariela, se confundían con la vida de mi vida contemplando a Pepe Casa de Castro, que, infinitamente, sorprendido, se rascaba la mollera:
—¿Vendieron todos los libros?
—Sí —dije—, aquí tienes el dinero, para que arriendes el departamento.
—No, no, compraré medicamentos. Me ofrecieron un trabajo en un colegio, ya no barreré más las calles, mi mujer ya está trabajando en un gran hotel, todo marchará bien, estaremos un tiempo, allí donde vivimos y después una casita, estoy escribiendo crítica literaria, no podré venir más, me vengo a despedir; podremos ser amigos como siempre, pero, ya no habrá clases, gracias por apoyar mi arte, mi padre era poeta, yo sólo escribo versos, voy a postular una beca en verano, pero…
Mollendo interrumpió la conversación:
—Aquí hay un poema que quiero leer, es muy hermosos, es tuyo, Pepe.
—No, por favor.
—No, yo lo leo —dije—, pásamelo.
—Ya. Toma. Este es, se llama, "Amanecer".
Tomé el texto y leí:
—"La vida tiene un periplo;
Y este periplo es Dios.
Yo debo de vivir en correspondencia;
Y de esta correspondencia es Dios
Las joyas son divinas;
Y de esta divinidad;
Es Dios…
¡Compartid conmigo!,
La experiencia divina
De despertar a Dios.
Ay de mí, que enamorado estoy
De María, la madre del Mesías.
Yo pretendo amar a Dios;
Ya que Dios es amor.
Yo pretendo amar;
Y de este amar
Es Dios
Que nos conduce a la vida.
Espero vivir en correspondencia;
Y de esta correspondencia;
Vivir en Dios.
Amar a Dios
Significa vivir".
—Qué hermoso poema —dijo Nevado Solimana.
—Tengo que marchar, gracias, ¿Mariela?
—Sí, me llamo Mariela Natalia Ruiz.
—¿Qué hermoso apellido?, ¡cuídense!, y gracias.
La afectividad es de castizos, y de castizos, es Madrid. Yo quise ayudar y Mariela ayudó, ahora no podrá danzar, tendrá que buscar trabajo de camarera. ¿Qué haremos?, no se puede desnudar, la llevarían presa por segunda vez. En Madrid nos dieron una oportunidad, como vagabundos llegamos, ahora todos tenemos trabajo, ¿qué hacer?, Mariela vendió los libros pero, prometió desnudarse, qué risa.
—Mariela, ¿qué harás?
—Trabajar de camarera.
—Mollendo, Mariela no puede trabajar de camarera, el sueño de Mariela es danzar, cámbiense a un parque o a otra catedral, no te permito que trabajes de camarera, soy tu novio, nos casaremos en Santiago de Chile, no en Roma; no quiero que trabajes de camarera, por favor.
—¿Busca un parque?
—No, ya sé, una Iglesia pequeña donde vayan muchos turistas.
—¿Y cómo la buscamos? —pregunté con la mirada triste.
—Ayudamos a un español —dijo Nevado Coropuna—, Dios nos guiará.
—Hay una Iglesia por aquí cerca.
—Sí, yo también la he visto.
Mariela meditó al respecto, se sentó en una silla, mascó un pan integral, tomó leche descremada, la vida era crepuscular, la vida era simbólica, la vida era infinitud, la vida era enamorarme de Ruiz, la vida era un anillo matrimonial, la vida era casarme con Mariela, la ida era tener "sexo", pero, yo era casto, excepto allá en el Amazonas, pero, yo no sé, quizás en el Amazonas todo fue sueño, ¡lo ignoro!, perdí la conciencia, ¡Dios!, Mariela no recuerda absolutamente nada, ¡Dios!, estoy perdido, amo a Mariela, quiero tener familia.
¿Qué hacer?
—Busquemos una catedral y pidamos permiso para danzar.
—No, no —dijo Mariela—, danzaremos en un parque, donde se toma el autobús.
—No se puede, Mariela —dije yo—, en una catedral con extranjeros.
Mollendo pensó:
No conocemos Madrid, hay que pedir ayuda a Pepe Casa de Castro, ¿podríamos danzar en hoteles?, ¿en el hotel en donde trabaja su mujer?, ¿en una cadena de hoteles?, Mariela danza muy bien, danzar donde venden café, en los restoranes, ¡allí danzaremos!
Mollendo habló y todos quedamos de acuerdo, menos Nevado Ampato.
—Yo fui conductor de trenes.
Ampato estuvo hablando durante una hora.
Wyüiop[82]como qwrtz[83]en el ombligo de Dios… Yo doy testimonio de fe; sin embargo, estoy en Madrid recorriendo las calles; estoy con un escobillón, un instante de narración: Estoy en un psiquiátrico con Uribe, contemplo un avión que estalla, puede presentir la gente que muere, hay ángeles, pero no son pirata, qué desgracia, una mujer se crema, instantáneamente muere pero piensa en su vida, los ángeles la llevan al Paraíso, es beata, el resto, al purgatorio, tengo miedo por mí, la "sodomía" es pecado y yo la practiqué en la Amazonía, pero, a mí nada me sucederá ya que estoy loco. Los terroristas islámicos son llevados al Infierno; encadenado son a la piedra candente, un segundo impacto y otro avión, "¡no!", grito, Uribe tiembla, los doctores nos clavan calmantes, Uribe cae desmayado, yo sufro un colapso, me iré al pudridero por degenerado, yo amé a Mariela, Mariela es casta, no sé nada de ella, terminó el noviazgo, diez años en viaje, diez años de "mochilero", yo tengo esquizofrenia, hablo con ángeles, hablo con Dios.
—Wqrp[84]wqxz[85]qyph[86]wna[87]h[88]
Yo sé hablar ángelus pero ignoro su explicación. Un instante de narración, nada acontece, la vida no acontece, estallan las Torres Gemelas y la destrucción y la mortandad es terrible, la gente muere cremada, la pero muerte, Mahoma, ¿qué será de Mahoma?, ¿qué asesinó?, los que asesinan se van al Infierno, los árabes son una tribu, Israel es el la Nación de Dios, Israel es la Nación que traicionó a Cristo y le asesinaron; Pedro le traicionó, después se arrepintió, ¿qué será de nosotros que asesinamos a Dios?
—Padrenuestro, qué estás en los Cielos…
Yo escucho rezar a los enfermeros.
Nadie llora en el psiquiátrico, escucho gritos de victoria:
—¡Malditos yanquis, que se pudran!
Los adeptos terroristas de Mahoma están en el Infierno por asesinos. No tengo temor de morir, ya que estoy en un psiquiátrico, yo vivo en Chile, estoy completamente loco.
—Ay de mí, que me sucede, me siento mal…
…Contemplé a Alfredo Vera, han pasado cien años, ¿qué hacer?, nadie sale del purgatorio atroz. Yo no quise hablar había dos camas, un ángel me golpeó con una maza, "¿qué piensas de Mahoma?", "¿está en el Infierno, está el Infierno?", "te perdono esta vez", ignorancia es lo que tengo, "¿Mahoma es un Profeta o no?", Alfredo me miró con extrañeza, en su rostro había tristeza, "te suicidaste", preguntó, "no, no, me mataron unos terroristas, qué se yo, no sé, me quité la vida también, no pude soportarla soledad, no recuerdo, ¿tú sabes?", "¿de dónde vienes?", "¿del Purgatorio Atroz"?, "yo soy Alfredo, yo te conocí en vida", "sí, yo también a ti". Conversamos durante horas sobre religión.
—¿Qué piensas del catolicismo?
—Me agrada —respondió Alfredo—, yo era católico.
—¿Mahoma está en el Infierno?
—No sé, yo creo, es un "falso" Profeta.
—¿Falso?
—No, no sé. Llevo más de cien años leyendo poesía.
—Préstame un libro, que ya se me olvidó leer, me sé la Biblia de memoria y el Nuevo Testamento.
—Yo también. Háblame de los Salmos, léeme un Salmo, el 92.
—No, no, estoy muy cansado, el mazazo me dolió, yo creo que Mahoma está en el Infierno.
—Sí, yo creo lo mismo.
—O en el Paraíso teniendo "sexo" pero del duro…
—No digas estupideces, recítame un Salvo pero el 92.
—Bueno.
Recité el Salmo de memoria, Alfredo se durmió.
La vida tiene su propio destino, la vida es bella, Mariela fue mía, ahora lo recuerdo, mía en el Amazonas, Mariela me abandonó, ahora tengo una oportunidad, nadie se salva del Purgatorio Atroz, absolutamente nadie, ¿qué será de mí?, estoy acongojado, la vida tiene sus bemoles, el mazazo me dolió, viene un ángel y me golpea, pierdo el conocimiento:
—¿Mahoma está en el Infierno por asesino…?
…
Sentencia de Dios
MARIELA DANZÓ en un restaurante llamado Abacería de Villa en calle Segovia. Yo le acompañé, era domingo. La danza fue de estremecimiento, la música estupenda, un pie, ligero como el aire, una mano y el vientre movilizados en los aires: ay de mí, qué belleza de mujer danzando al ritmo del compás de la música. Mariela era virgen o, eso, creía. Al culminar la danza, las personas dieron su dinero y yo hablé:
—Hay un español, un madrileño, doctor de la Complutense, que es poeta religioso, yo tengo un libro de él, quisiera leer un texto, es muy hermoso, a mí me agrada, yo me llamo Francisco y soy chileno.
Unas personas se miraron extrañadas. Hubo confusión.
—Me agrada la poesía —dijo un parroquiano.
—Lee —dijo el camarero.
—"Lo abismal es sedoso como una nube:
Amar a Dios es bendecir al cónyuge.
Yo amo las nubes que se precipitan;
Y, de este amor, hay esperanza en Dios.
Yo deseo que las nubes busquen la noche
Nupcial. Deseo paz para los hombres:
Hay bestias que cargan nuestros pecados;
Pero yo, no concibo el pecado.
Yo estoy casado ante la mirada de Dios;
Y habré de respetar a mi mujer.
Hay noches en que desearía convertirme
En pez; Y amar a Dios y buscar refugio
En Dios. ¿De qué modo se vive la vida
De un santo en Madrid?;
¿Combatiendo?, ¿muriendo?
La vida no se consume a sí misma:
La vida es vida en la plenitud
De la palabra vida. Ay de mí,
Yo me sostengo, contemplando la luna.
—Es muy hermoso el poema, es…
—¿Es de un poeta de la Complutense?
—Sí.
—Yo estudié allí, ¿cómo se llama?
—Poeta.
Todos rieron.
Nos marchamos.
—…Esto te cuento, Alfredo, porque tenemos que convivir. ¿Tú eras poetas?, según lo que me han indicado los ángeles, yo estuve con un poeta y ya te he contado como conocí a Uribe en el psiquiátrico, ya llevamos cien años conversando, yo estuve en el Purgatorio Atroz, fui golpeado y crucificado pero no quiero hablar sobre el tema, ¿qué le habrá sucedido a Mariela?, ¿sabes?
—Está en el Paraíso, murió virgen.
Los ángeles son inmortales y la vida que Dios nos entrega es una vida para vivirla en espiritualidad, hay que tener fe, ya que Dios existe y la vida después de la muerte es vida de veracidad, no hay que perder la fe, yo escribo este testimonio desde el Purgatorio.
Alfredo está aquí y está leyendo un poema, yo aprendí de memoria los "Textos" Sagrados y esta escritura es una conversación con Alfredo Vera; Alfredo se quietó la vida, yo morí asesinado.
Vivir la vida es bello.
—¿Cómo es que vivieron en Madrid?
—Yo viví de obrero limpiando las calles, un año, en una maquinita muy moderna, después estuve otro año, en los parques, recogiendo las hojas y también barriendo, estuvimos dos años, pero no recuerdo bien el tiempo, tal vez tres años, nos devolvimos en avión, yo terminé mis estudios y toda la vida viví con mi madre en avenida Dorsal.
—¿Y cómo es Madrid?
—Ya te lo he contado.
—¡Vienen los ángeles! —dijo Alfredo.
—¿Qué hacéis conversando?
El ángel tiene un látigo, nos rompen las togas de tanto golpe, "nos es hora de conversar", gritan, "es hora de estudiar", "¿y El Corán?", preguntó yo, el ángel no responde, golpea con más fuerza.
Tengo tristeza por Alfredo; se desangra, cinco días nos dejan de este modo, sin consuelo espiritual.
—¡Ángeles! —grito yo—, ¿Y El Corán?
—Es un libro sacro, ¿ya?
Tengo un terrible dolor de estómago, Uribe poetizó El Corán, tuvo una novia árabe, en el Infierno debe de yacer, clavado a la piedra ardiente, "¡Uribe!", grito, "¿dónde estás?"
—El Corán —lloro—, El Corán…
…
NEVADO COROPUNA trabajó de obrero, es duro su oficio, llega tremendamente cansado, Nevado Coropuna se ha superado así mismo, pelo negro, 1.57 centímetros de estatura, ex policía, delincuente, ojos azules: su oficio es mezclar el cemento y barrer la suciedad; gana bastante. Nevado Coropuna habló:
—Jefe, en Perú yo…
Nevado mantuvo una retórica lata.
Hora de comer:
Nevado Ampato: La vida tiene su desilusión, soy viudo, tuve siete hijos, era pordiosero, ahora obrero de la construcción, ¡qué vida la nuestra!, vivimos para morir y el gusano nos devora, tengo un poco más de setenta, tuve siete hijos pero ¿trece?, no recuerdo, ahora hay que picar la piedra para construir edificios en Madrid o casas para gente rica, ¿qué será de mí?, qué vivo de la indigencia, estamos recolectando dinero para largarnos a Francia, este viaje es mi último viaje, tendré que volver al Perú y convertirme en pordiosero nuevamente; En Perú no hay trabajo, menos para un viejo, pero, no aparento los setenta y tantos, me veo estupendo, necesito mujer, ya estoy cansado de ser viudo, ¿qué será de mí?, ¿qué será de nuestras vidas?
El entramado es de edificio que se construye, hay obreros descansando, hay maquinaria y un jefe madrileño.
Nevado Solimana: Yo era mentiroso, pero, mi vida me ha convertido en un redomado obrero, estamos ganando dinero y la vida continúa: Estoy cansado de trabajar, quiero vagabundear, conocer París, también necesito mujer, ¿qué hacer?, hay que trabajar duro, yo tengo el pelo blanco y los ojos azules, no parezco peruano pero lo soy, ¡viva El Perú…! Hay tanta tristeza en mi alma, que la vida se consume, mi vida es de vagabundear, soy vagabundo, me agrada el trabajo pero para reunirlo y viajar a Francia, ¿qué haremos si nos despiden?, pedir limosna, supongo, hemos traído comida envasada, es rica, pescado con arroz, Mollendo la preparó, ¿qué será de mi gente?, hay que vivir la vida, yo también pienso lo mismo, ¡vivir!, y no sufrir para que las cosas no sucedan mal, yo soy el más joven, todos dicen que soy obtuso pero realmente soy mentiroso, yo soy europeo pero no, yo soy pordiosero pero ahora trabajo en la construcción, somos ilegales, pero en Madrid nos han dado trabajo, salario mínimo, pero cómo no comemos… ¡qué importa!, la vida hay que vivirla, soy demasiado joven como para estar en Perú aburriéndome con las cholas, quiero vivir, estar en Francia y conocer la zona roja. Sí. La zona roja me atrae. Juntaré mucho dinero, ¿vamos a la zona roja?
Los Nevado ríen de emoción, hay que esperar un poco; Y en este esperar, reunir dinero. Mariela es muy bella pero es la mujer de Francisco. Se la comerían a besos pero son "amigos". ¿Qué hacer?, piensan ellos, ¡zona roja!, juntar dinero y vivir la vida espléndidamente.
Mollendo es quien redacta esta obra de teatro…
Nevado Coropuna: Yo jamás iría a la zona roja de París, quiero encontrar hembra y vagabundear con ella, ¿zona roja?, ¿y si encuentro una "mujerzuela"? y ¿se enamora de mí? Ya ni recuerdo, hace tanto tiempo, tuve mujer, pero, cuando era policía, sí, vayamos a París pero, en secreto, nos largamos con el dinero a la zona roja, estoy de acuerdo, estoy de acuerdo, vamos.
La vida tiene sus bemoles, el jefe escucha la conversación, entristece, ya que es muy cristiano, el jefe es ingeniero, es madrileño, más de un metro setenta, ingeniero civil, Sánchez es su apellido, Español, ha viajado por América, estuvo en Chile dando una conferencia en la Universidad de Arquitectura de Valparaíso, tiene tristeza, un obrero puede superarse y convertirse en ingeniero, piensa él, Sánchez es de extracción popular, su padre era carpintero.
Nevado Ampato: Yo conducía trenes; de cuando en cuando, me agarraba a besos con las pasajeras que querían conocer la locomotora, de allí me nacieron muchos hijos, creo que trece o ¿siete?, ya ni recuerdo. La vida tiene sus ansias de vivir, yo ya tengo setenta y algo, la zona roja me parece bien, pero, ¿cuándo?, ¿en dos años más?, llevamos muchos años de vagabundear: Para "follarnos" unas parisinas en la zona roja necesitamos de mucho dinero y a escondidas, sin que sepa Mariela ni Francisco ni Mollendo, ¿qué hacer?, ya sé, abrir una cuenta de banco en…
Nevado Ampato ríe de la ocurrencia, un banco para los que aman la zona roja de París, un banco para los "cachondos", un banco para amar.
El jefe ríe de la ocurrencia de los Nevado, quiere intervenir pero se contiene, Sánchez cree en Dios pero los Nevado, al parecer, no.
La vida es dura, la vida es costumbre de vivir, la vida es sacra, la vida es ¿incertidumbre?, la vida es costumbre, la vida tiene sus aspectos de la vida misma como el comer y el amar y el tener una familia; la vida posee sus pergaminos; Y, en cada realidad, la vida, se consagra a la vida misma: ¡Todos poseemos una vida!; Y esta vida es sagrada. ¿Qué hacer para vivir en comunión con lo sagrado?; La vida es sacra, lo repito (contemplando a Mariela mientras danza, soy Mollendo).
Sánchez: Yo les puedo guardar el dinero.
…
PLAZA TIRSO de Molina, barriendo las calles, yo estoy enamorado de Mariela y de Madrid, me casaré, estoy muy contento, he decido recitar los poemas en algún parque o plaza de Madrid, a viva voz, los domingos, Mariela me acompañará, tal vez la conquiste, y me permita "penetrarla", no quiero dañarla pero la amo, quiero casarme con ella por el civil y vestidos de blanco, sí, eso quiero.
Calle Magdalena, calle Lavapiés, calle Espada, calle Juanelo, Calle Olivar.
La vida es versátil, estoy con mi escobillón barriendo las calles. Estoy contento, recitaré poemas de Pepe Casa de Castro, le haré famoso, buscaremos un parque, ¡allí puede ser!, el plaza Tirso de Molina, ¡Allí!, ¡allí!
Soy tan feliz amando a Mariela, yo contemplo la vida y mi felicidad de amar a Mariela; le compraré un anillo de bodas, con una inscripción: "Francisco te ama". Mariela ¿será mía? Yo le amo, ya no es una niña, hemos viajado mucho, la vida es bellísima en Madrid, la vida de vivir en paz. Tenemos dinero, conoceremos París, más tarde Berlín y Roma y, allí, comprando un pasaje de avión, volveremos a Latinoamérica; Perú para Mollendo y los Nevado; Chile para Mariela y su enamorado, estoy tranquilo, puedo vivir en paz, la vida es hermosa barriendo las calles de Madrid.
Calle Ministriles, Calle Jesús y María, me salté una calle: Lavapiés, calle Amparo, Calle San Carlos, calle Encomienda, calle Dos hermanas, calle Abades, calle San Carlos.
Estoy recorriendo la ciudad y soy feliz recorriendo las calles y barriendo las calles de Madrid.
Ser feliz significa vivir y vivir es barrer las calles de España.
—¡Pepe Casa de Castro!
—Francisco —dijo el catedrático.
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