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Francisco, El Viajero (Novela) (página 5)

Enviado por Mauricio Uribe


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Camino. Una muchacha de trece años me habla, es trigueña y muy hermosa, su voz es cadenciosa, es vecina, en un departamento vive, son condominios de pobres, yo vivo en una casa de autoconstrucción.

—¿Quieres que te lo "chupe "por quinientos pesos?

—No tengo dinero.

—Pídele a tu madre.

Me embriago de tristeza: la realidad es histérica en la medida de que hay vida en avenida Dorsal que se pudre, todo lo maravilloso de la vida colapsa en esta niña que vive de la prostitución.

—Te lo "chupo" por cien pesos.

Un pan cuesta cien pesos.

No acepto y, alejándome, pienso en mi vida de pirata. Fui castigado pero hubo amor, ahora una niña de trece años me exige gastar dinero en "sexo" y el "sexo" es divino, ya que, yo aún amo a Mariela y siempre habré de amarle, no habrá otra mujer para mí, ya que Mariela es única.

No quiero pensar, la muchacha es bellísima. Un taxista se detiene, la muchacha sube al carro, el taxista marcha y, por allí, escondidos, practican alevosía, el pueblo de Chile sufre prostitución institucional.

Hay tanta pobreza en mi país y no hay ángeles piratas, hay delincuencia desatada, sólo delincuentes hay por las calles y taxistas degenerados.

Hay que protestar por una vida civilizada, conocí Europa y bogué, tengo bellos recuerdo pero, extraño a Mariela, nos fuimos al cerro San Cristóbal, quise "penetrarla" en Chile, terminó aquella tarde conmigo, la obligué a bajar del sendero, quise violentarla, es que, llevábamos diez años de noviazgo, pensé que ya se había decidido, pero, casarse virgen era su estigma, rodó rudamente y gritó:

—¡Nada quiero contigo!

Fueron sus últimas palabras que escuché.

Mariela me amó y yo le lastimé, le contemplé y no tuve oportunidad, había desgracia en nosotros, yo vivía en población Victoria, no quise vivir con mi madre pero terminaría mis días con ella: en población Victoria me contaron que durante la lucha por la democracia en las calles se reunían miles de personas en la población y que en las concentraciones había más de un millón, todos gritando: "¡No!", al Dictador. La población Victoria fue escenario de enfrentamientos y de actos político culturales, el pueblo se manifestaba de manera totalitaria, esto sucedía mientras yo erraba camino por América.

Narraré conversaciones que sostuve con una pobladora:

"—¿Fue violento?

—¿Qué cosa?

—¿Las manifestaciones?

—Había muchísima gente, miles por las calles, hasta los delincuentes desafiaban al Dictador, había esperanza por doquier, muchísimos políticos vinieron y se realizaron actos culturales, los jóvenes realizaron pinturas en las paredes de las casas con grafiti; escenas políticas indicando "¡No!" al Dictador. Había esperanza pero también pobreza; Cómo es ahora, ¿no te das cuenta?

—Me agrada conversar sobre aquellos temas… ¿Y qué sucedió con la democracia?

—Yo no sé, llegaron los presidentes democráticos y también llegó la corrupción… A mí me da vergüenza ser chilena, ya soy mayor, tengo más de cincuenta, pero si tú quieres saber la verdadera historia de población Victoria, vive entre nosotros, la realidad de la pobreza… Los políticos han robado y continuarán robando. Los trabajadores luchan y los salarios son de miseria, el Dictador sigue gobernando a pesar de que ya no está… Chile es un infierno y población Victoria fue escenario de una lucha democrática bellísima".

Tuve que lustrar botas y, en el lustrar de botas, los ángeles tuvieron compasión.

—¿Quieres un dólar de cien años?

Sostuve la mirada.

—No, no, yo lustro botas.

Un ángel intervino:

—Tiene miedo de morir.

—Es un dólar, nada más.

—¿De cien años?

—Sí, es mío, yo te lo obsequio.

—Quiero verlo, pero no acepto el regalo.

—Te contaré la historia si tú deseas. Aquí está el dólar.

—Oh. ¡Cien años!

—Sí… Navegábamos por el Mar Caribe cuando descubrimos un barco mercante de bandera norteamericana. Atacamos, a nuestro modo, alimentos, frazadas, trigo, había que expropiar, ya que Dios así lo desea, después repartimos todo, allá en Colón. Este dólar es mío: un gringo me disparó en el rostro, no pude evitar la herida, le arranqué el corazón con mis propias manos; le robé un dólar nada más pero, un ángel doctor tuvo que curarme, quedé con un ojo en tinta.

El otro ángel rió.

—Yo también he tenido desgracias —dijo—, con un hacha me intentaron cercenar una pierna, tuve que escapar.

Los ángeles festejaron, yo tuve miedo.

—¿Y pueden morir?

—De un cañonazo, sí, pero también de un pistoletazo.

—¿Cuándo tiempo llevan guerreando?

—Trescientos años.

—¿Y el barco es de aquella época?

—No, no, lo compramos; es nuevo.

—¿Con dinero del petróleo?

—Sí.

—Somos ángeles, no ladrones —el pirata rió.

—Pero son…

—¿Qué?

—No, nada.

—Ten cuidado con tu lengua.

—No hablaré absolutamente nada.

—No temas, somos hijos de Dios.

—Ya terminé con las botas. Bajaré y descansaré.

—Acompaña a Nevado Ampato, está preparando el almuerzo.

—¿Comen?

—No, pero somos piratas.

Nevado Ampato pelaba papas. Tuve muchos hijos, ya no recuerdo cuántos, estoy trabajando con navaja, fui conductor de tren, soy viudo, estoy pensando, ¿qué hago?, tengo setenta años y un solo ojo… La vida es bella, ya soy viejo y estoy embarcado en un barco pirata, tal vez nos hundamos y todos, incluidos los ángeles, marchemos de este mundo, no tengo miedo de morir, pero ahogado no deseo, quiero morir de viejo, soy bastante alto, un metro noventa, lucharé hasta el fin, con esta navaja de cortar papas… Sí, yo lucharé por Mariela si el capitán pirata ángel nos lleva a Nueva York… No quiero luchar, quiero pelar papas… Oh, qué espanto, ¡tres años como piratas!, nunca conoceremos Madrid.

—Nevado.

—Oh, Francisco, gracias por acompañarme.

—Estoy cansado de tanto lustrar botas. Es sacrificado ser pirata.

—Los ángeles me dan la gran vida y nosotros, trabajando. Yo no sé por qué me han ordenado pelar papas, hay papas, qué raro, ellos son ángeles y los ángeles sólo beben ambrosía.

—A lo mejor no son ángeles, sólo piratas.

—No pueden comer, se mueren, ¿para qué las querrán?

—¿Cuántas te mandaron pelar?

—No, no, estas no más.

—Estas son para nosotros.

—¿Estás seguro?

—Claro.

—¿Tú serás el cocinero?

—No creo, estoy como tú, embarcado nada más.

—Yo lustro zapatos.

—A mí me dejaron en esta bodega. El resto de los compañeros también están aquí.

—¿Dónde?

—Por allí.

—No los busques, déjalos trabajar. ¿Sabes algo de Mariela?

—Es camarera, eso es todo.

—Estamos en problemas, ¿no?

—Parece.

—¿A ti se te ocurrió?

—Es que, es la única manera de llegar a Europa.

—Pero, son tres años; si es que, llegamos vivos.

—¡Llegaremos!, ¡llegaremos!

—¿Tú crees?

—¡Son ángeles!, son inmortales.

—Pero ¿si se hunde el buque?

No quise responder.

—¡Francisco!, despierta, ¿estás cansado?

—Mucho, voy a dormir.

—Por allí hay un rincón. Yo ya terminé de pelar papas, ahora las voy a cocinar, yo creo que es para nosotros, como dices tú, comeremos puré, comeremos todos los días ¿papas?, nos vamos a volver locos con estos ángeles.

—Sí, sí, eso está claro… Nevado, me voy a dormir.

—Cuídate, Francisco, cuídate…

Mollendo Describe a Nevado Ampato:

"Yo vivía en un tren. Vivir de este modo es maravilloso; la alegría del viaje, desde el mar Pacífico, hasta el interior, llevando gentes, hay que vivir felices. Yo me alegraba del tren y el tren se alegraba de mí. En la locomotora yo, en la inmensidad del vivir. Hay que tener esperanza, hay que vivir feliz.

El tren vagabundea.

El tren nos reconsolida en el espacio.

El tren nos sojuzga.

El tren nos subyuga.

El tren es pálido al atardecer.

El tren amanece con brío.

El tren es mi pan de cada día.

Yo emigraba y me comportaba como un buen maquinista: todo engrasado, todo en su lugar. A las seis en punto de la mañana, los pasajeros en sus asientos y yo, con la maquinaria a todo vapor. El tren fue mi vida y ahora mi vida es un barco pirata. ¿Cómo comprender la realidad? ¿Los ángeles son piratas? ¿Los ángeles serán inmortales? Espero que sí".

Mollendo Ya No Describe a Nevado Ampato.

MARIELA DANZANDO

EN CUBIERTA, el hado de las olas es maravilloso. Hay que tener paciencia, la vida nos somete a sus consecuencias. Hay veracidad en el mundo. Es temprano aún. Mariela trabaja de camarera, sirve vasos con ambrosía, el capitán está contento, habla con Mariela:

—¿Eres danzarina?

—Sí.

—¿Rezas a Dios?

—Sí.

Danza entonces.

—No tengo música.

—Nosotros te cantamos.

Mariela danzó mientras yo dormía.

En el espacio, los pies diminutos de Mariela, en cubierta, al tiempo que los ángeles cantaban. Mariela fue feliz y los ángeles se admiraron de su destreza, danzar y peregrinar, danzar y estar en alta mar. Había esperanza en Mariela y también deseo de perpetuarse en el danzar…

Mariela fue feliz, me contó más tarde. Con todas sus fuerzas danzó.

Danzar era bello para los ángeles. Danzar era tremendo para ángeles piratas que castigaban los besos. ¿Qué hacer?, se preguntó Mariela. No tuvo alternativas. Mariela pensó en mí y también cantó:

—Yo amo a Francisco.

Y mi amor es de Dios…

La frase culminó con un llanto y este llanto en una acrobacia deslumbrante. Los ángeles aplaudieron. A Mariela le dieron la tarde libre. Fue en mi búsqueda. Me halló durmiendo. Me despertó.

—Francisco, abrázame…

ESTOY PELANDO papas.

La vida es grata: un cuchillo y seré capaz de cercenar el cuello de un teniente americano, también quiero participar de los combates, quiero luchar. Hay que tener esperanza. ¿Cómo serán las batallas? ¿Muy sangrientas? Robar petróleo, yo soy peruano y lucho por El Perú.

Voy a enlistarme como cabo raso, ya no quiero ser cocinero, voy a luchar, eso haré.

Francisco está durmiendo. Hablaré con Mollendo, pero, ¿qué le digo?, tengo miedo de morir, soy conductor de tren, no asesino, quiero regresar a Panamá, podríamos habernos embarcado en otro lanchón, no en un buque de guerra de ángeles, estamos perdidos, los norteamericanos tienen bombas nucleares, habré de morir sin conocer Madrid, quiero regresar a Perú, ay, de mí.

—¿Qué te sucede? —preguntó Mollendo.

—Estoy temblado de pánico, supe que estos no son ángeles, sólo son piratas.

—Son ángeles.

—¿Estás seguro?

—Sí.

Mollendo vuelve a sus labores. Me quedo pensando en la vida, en las papas y en Francisco que se ha quedado dormido, no le despertaré, espero que lo asesinen los ángeles.

NEVADO AMPATO SIRVE LA CENA

ESTAMOS SENTADOS, Mariela y yo en casino, hay muchos ángeles, Nevado Solimana, Nevado Coropuna y Mollendo, conversan. No hay ensaladas para comer, sólo puré de papas. Hay hambre a bordo. Los ángeles festejan, beben ambrosía. Nevado Ampato habla:

—Ahora me siento yo a comer, estoy hambriento. Primera vez que cocino, espero que les agrade la comida, yo vibro con ustedes y usted ¿vibran con las papas?, hay que vivir la vida nada más.

—A mí no me gustan las papas —miente Nevado Solimana—, me gustan las patatas.

Nevado Solimana tiene el pelo blanco, es terco, le traga la comida y se repite un plato: la ritualidad de comer es blasfemia, los ángeles no le reprenden, es su primer día de viaje, la vida es abismal, un teniente murmura:

—Este marino sí que tiene hambre…

Nevado Solimana tiene los ojos azules, bastante obtuso: no hay disculpas en él, la vida es aciaga mientras hay mentiras en el corazón. Solimana quiere beber vino pero no hay vino para beber, sólo agua. Nevado Ampato le sirve agua, Solimana da las gracias, Mariela está contenta, conversamos:

—Es difícil estar contigo con tanto ángel custodiándome, no podremos estar esta noche —susurró—, ya que, creo, que han sospechado.

No respondo, me mantengo en silencio.

—El domingo entonces, cuando todos estén rezando.

—No creo que recen estos ángeles, son piratas.

—Um. Mañana.

—Bueno. Cuidado, que ahí viene un ángel.

—Mariela —dijo el ángel—, ¿podrías darme un autógrafo en esta servilleta?

—Sí —se sorprendió Mariela.

—Me encanta tu danza. ¿Más tarde puedes?

—Sí, sí, yo danzo en cubierta.

—Gracias.

Hay vida peregrina y, el peregrinar, es vivir es plenitud: la vida es de esmero y, en cada detalle, hay solemnidad, yo conversé con Mariela y Mariela fue testigo de mí. Escuchémosle:

—La danza habré de practicarla, ojalá, aquí en el buque, me inspira el mar y las olas, voy a danzar con toda mi fuerza y a saltar y a brillar con luz divina, quiero que el capitán ángel se sorprenda, quiero que, el capitán pirata, sea feliz y, por intermedio de esa felicidad, nos deje dormir juntos, ¿qué crees tú?

—No, no creo que nos dejen dormir juntos.

—Hay que intentarlo.

—No, no, yo me escapo y…

—Cuidado, que ahí viene otro ángel.

Las cosas de Dios nos provocan esperanza y estar con ángeles es bello, la libertad es total en este barco pirata pero, la moralidad, estricta, así fue nuestra vida, como te estoy contando, Uribe.

—El capitán te llama, ¿terminaste tu comida?

—Sí, sí.

Hay que tener paciencia, la vida es una sumatoria de esperanzas y desesperanzas: pero hay que vivir la vida en la totalidad del ser, la vida es gigantes en ebullición y la vida es temeraria, ¡vividla…!

Mariela fue llevada del brazo, el ángel le habló dulcemente, me sentí reconfortado, los Nevado hablaban en peruano, apenas comprendí lo que conversaban, hablé con Mollendo:

—¿Dime?, ¿eres un puerto?

—Sí.

LA VIRTUD de Mariela es bellísima, danzó sobre la cubierta del buque de manera atónita, sus pies se deslizaban sobre el buque al tiempo que los ángeles cantaban, maravillosa virtud de amar, Mariela giraba en sí y, en cada giro, había esperanza en el porvenir: Mariela y su danza, el aire del Caribe era tibio, el cielo inmenso estaba despejado, había que danzar para que los ángeles piratas nos dieran sustento y nos ayudaran a emigrar a Europa, una reconquista pero al revés.

Mariela no se cansó, estaba poseída por su magnetismo, me sorprendí de su habilidad.

El capitán habló:

—Comer papas es muy poco para Mariela, que le sirvan…

—No hay más comida, capitán —interrumpió el teniente.

—Bueno, ya, dadle aplausos.

Todos los ángeles aplaudieron.

Mollendo intentó hablar conmigo pero los aplausos eran demasiados, no había caos, había jolgorio. Mariela se sintió avergonzada.

—Déjenla, que descanse en su camarote.

Mariela se fue a descansar.

El capitán me dirigió la palabra:

—Tienes una hermosa novia.

No respondí.

Había que callar ya que yo quería amar a Mariela, de modo total, pero Mariela se resistía. Habíamos pasado una noche de amor a ciegas e intentaríamos continuar amándonos a escondidas. Eso. A escondidas, qué agradable. Los ángeles eran piratas pero nosotros enamorados.

La noche llegó entonces y no se divisó barco mercante gringo. Los piratas preparaban las armas: ¿habría conflicto al amanecer?

Me dormí pensando en Mariela, me dormí profundamente.

CORO DE ÁNGELES

—DORMIR en Dios y en hüwa[48]que significa…

Yo escuché las palabras y aprendí. Ahora estoy en población Victoria y la delincuencia es atroz, hay una vecina muy anciana que me cuenta de las marchas multitudinarias en contra del Dictador pero, ahora hay democracia, y la pobreza continúa. Yo no comprendo la actuar de la política, la vida es fragmentaria pero la pobreza no es fragmentaria, la pobreza es atroz.

En población Victoria hay grafiti desde los tiempos de la revolución democrática; sin embargo, los pobladores ya están aburridos; la delincuencia no da ambages y hay que soportar asesinatos por las calles, yo sólo estuve un par de días y de allí me dirigí a casa de mi Madre en la comuna de Recoleta.

Escuchemos a los ángeles:

—La vibración del mar…

—La vida del mar a nosotros nos encanta…

—¡Viva la vida!

El coro de ángeles cantó de amanecida y fue bello.

UN BUQUE norteamericano fue atacado por los ángeles, no hubo resistencia, saquearon el buque: los ángeles abordaron el buque armado, no mataron a nadie pero, oh, espanto, robaron el petróleo al tiempo que cantaban a Dios. Me sentí sobrecogido.

El buque se acercó a nosotros, no sé qué treta habrá realizado el capitán, de madrugada en barcazas ascendieron y los capturaron, a todos les amarraron las manos, obligaron al buque a entregar absolutamente todo, el petróleo fue bombeado y los ángeles festejaron, el capitán habló:

—Vosotros sois gringos, nosotros ángeles.

Desde cubierta observé atónito.

Tuvimos que regresar a Colón y obsequiar los enseres y vender el petróleo, no pudimos bajar a tierra, fue una experiencia extraña, no pude escaparme a la covacha de Mariela, ella temblaba de miedo, hablamos:

—Estos ángeles están locos, realmente son piratas, yo pensé que bromeaban.

—Yo también.

Tuvimos pánico de perder la vida.

Nos embarcamos nuevamente; Y por el Caribe bogamos…

La vida no frecuenta la vida, la vida es… Me escapé al camarote de Mariela, y, de amanecida, nos amamos, sólo tocándonos por su puesto y besándonos, no hubo sospechas, todo fue tranquilo, había paz por doquier; De pronto, una ola tremenda nos azotó, caí desnudo de la cama, Mariela rió suavemente, nos amamos en el piso, hablamos en murmuración:

—Soy toda tuya, quiero que me tomes, pero tengo temor de quedar embarazada, ¿puedes esperar hasta que nos casemos?

—Sí, sí, no te preocupes —le dije—, yo también te amo.

—¿No tienes miedo de morir?

—Un poco.

—Podríamos escapar de este buque.

—¿Y cómo?

—Nadando —dijo Mariela.

—Es imposible, es un buque de piratas.

—Sí, son tres años y sólo llevamos semanas.

—Hay que tener paciencia, es la única solución.

—Cuídate y márchate, fue exquisito estar contigo.

Me marché con el sabor a Mariela.

El buque pirata era espantoso, la disciplina era tremenda. El ataque fue duro, el capitán ángel combatió duró, con sus alas enigmáticas, duplicó la realidad y los marineros gringos, en éxtasis cayeron, el abordaje fue tremendo, en lanchones, no dispararon balas, sólo atacaron y sobrevolaron con sus alas el buque petrolero, la vida era simbólica, los sobrevivientes fueron la tripulación, que, en sueños calló, ya que un ángel es armamento de Dios.

Describiré a continuación lo acaecido:

—¡Al ataque!

El ángel capitán abordó el buque petrolero y con espada en mano amenazó, con sus alas batió, el buque estaba armado hasta los dientes, hubo balazos y ángeles heridos, pero nadie resultó muerto.

—¡Al ataque!

Mollendo calló herido, ya que también atacó, pero desde la cubierta del buque pirata.

—¡Al ataque! —grito Mollendo. Un proyectil le rozó el hombro, fue curado por un ángel.

—¡Viva la revolución! —gritó Mollendo.

El buque petrolero fu asaltado en tres horas, todos los comestibles fueron llevados al barco nuestro y la marinería apresada, helicópteros yanquis intentaron el rescate, pero, desde cubierta, paralizaron los sonares, la batalla fue desigual, ya que piratas con trescientos años de experiencia es mucho, la realidad fue creciente y la "creciente de la realidad" fue Mollendo que gritando, aulló de éxtasis:

—¡Viva El Perú!, ¡Viva yo!

La vida fue parsimoniosa más tarde, Mariela estaba nerviosísima y recostada en su camarote, no quise visitarla, Nevado Ampato habló conmigo, le escuché atentamente:

—Tengo miedo de morir, estos ángeles están locos, están atacando con toda la artillería, pero es a navaja, no hay cañones, bueno hay cañones, pero no están disparando, sólo atacando, ¿cómo lo hacen?

—Lo ignoro, lo ignoro, yo también estoy nervioso —dije.

—¡Cuidado!, una bomba.

—No, no, es alguien que ha caído al mar.

—No son barriles de petróleo.

—¿Tú crees?

—No, no sé, estoy nervioso.

—¿Y Mariela?

—Está en su camarote.

—¡Anda! y hazle el amor.

—Ja.

Ampato se arrodilló y rezó.

La escaramuza duró poco, los marinos perdieron el control, el buque insignia gringo fue humillado, no hubo muertos, sólo Mollendo herido. No le vi en la enfermería. Si recordara cada detalle, esta historia sería inabarcable.

La vida es trémula, dos instantes de segundo, estoy narrando en aquel tiempo. Septiembre del dos mil uno, once, "¿Uribe es tu nombre?" "Sí". "¿Qué enfermedad tienes?" "Crisis de pánico". La versatilidad del tiempo es inmarcesible: los costes de la vida son tremendos, en Colombia nos atacó un destacamento de soldados, a mí me golpearon duro con las culatas y enfermé gravemente, el capitán ángel me sanó pero, él me indicó que la sanación duraría diez años y diez años duró. Ahora estoy en un psiquiátrico, contemplando los estallidos de dos aviones en Nueva York. ¡Pobres gentes!

La vida es fragmentaria, ¡Bin Laden!, es la bestia maldita del Apocalipsis de San Juan.

Ángel Uno: Dios habita el cosmos y el cosmos es Dios y cantando estamos el Avemaría mientras los ángeles atacan los buques yanquis.

Ángel Dos: Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo del Padre y como Nazarenos nos permite los desmanes en el Mar Caribe; Nosotros cantamos mientras el capitán pirata expropia víveres y petróleo; ¡Viva Dios…!

Ángel Tres: La libertad de vivir está en Dios y Dios es nuestra fuerza: ¡Vivan los piratas ángeles del Caribe!, ¡Viva Colón…!

Los ángeles han cantado al tiempo que hordas de piratas atacaban. Esto me impresionó muchísimo, y, en éxtasis, contemplé el despliegue militar de Dios. ¡Viva el Padre!

POR EL Caribe, devuelta de Colón, bogamos por varios días, me escapé al camarote de Mariela, nos besamos desesperadamente, nos cobijamos mutuamente: nos desnudamos, tuve la intención de "penetrarla" pero ella calló:

—Sólo tocarnos —dijo.

Fue impresionante el amor a escondidas. Nos quejamos con suavidad.

El barco bogaba y la calma ya había llegado a nosotros, el buque era invisible a los radares, eso lo supimos por Mollendo. Me despedí de Mariela. Me quedé despierto toda la noche, pensando en mi novia:

Si yo pudiera amarla en plenitud; deseo que se convierta en mi mujer, estar allí, desnudo y no poder "penetrarla", es triste para mí, pero es la decisión de Mariela, yo no comprendo, llevamos mucho tiempo de novios, me agradaría amar, me agradaría compenetrarme con el amor; sin embargo, nada hay de bello en el amar; hay calma en mí pero calma de tempestad, yo… yo… estoy muy triste, quiero amar. Sus caderas son tremendas, contemplo su desnudez y su "vulva" me ordena la "penetración", no insisto ahora ya, Mariela es terca…

Estoy en casa de mi madre, recordando. He dejado el tratamiento y estoy enloqueciendo, no quiero alimentarme, sólo como sandías, pienso que mis venas se hincharán y moriré, ya no sé nada de Mariela, tampoco recuerdo mi edad, mi madre es mayor, adulta ya, vivo en pobreza, estoy en el patio; con piedras estoy rompiendo botellas de vidrio, estoy toda la mañana apuntando, no recuerdo mucho, sólo fragmentos, estoy acabado, me llevarán de urgencia nuevamente al manicomio, no sé en qué año estoy, ha pasado mucho tiempo, de ésta no salgo, estoy condenado de por vida; ¡Mariela!, si lo pienso bien; Mi Mariela no me abandonó, fue la enfermedad que nos separó. No quiero que me vea derrotado, Recoleta es un asco.

Apunto, tres piedrazos y la botella de cerveza que estalla. Mi madre está asustada, está llamando por teléfono en casa de una vecina, pronto llegará la ambulancia, y, con ella, el fin de estas memorias.

He/amado/con/ fuerza/ y/ he/ vivido/ torrencialmente. Yo soy hwnza[49]en toda la extensión.

La vida es breve, y de su brevedad, hay catarsis: estoy pensando en las botellas quebradas y en lo objetos podridos que hay en el patio de mi casa, Mariela Natalia Ruiz vive en un mansión y ahora ella danza en el Barrio Brasil, ella ¿será feliz?, ¿cómo enfermo soy yo?, yo di la vida por ella, pero ella continuó su camino; de este modo es preferible, no quiero que me observe cómo estoy; derrumbado y enfermo; esquizofrénico; ¡pobre de mí!, la vida me maltrata; ¡cuidadme, Padre Celestial!, bogué por tres años en un barco de piratas ángeles y no ataqué, sólo contemplé y lustré zapatos y amé con intensidad; El amor es sublime y a Mariela aún amo. Yo soy feliz a piedrazos en contra de las botellas de cerveza; a piedrazo limpio en contra de la porquería humana; ¡Viva Dios!

Hwüaén[50]en xzwa[51]y alocución de Cristo que vive en paz.

La/ vibración/ de/ Dios/ es/ infinita.

Hay expresión en mí: Uribe escuchó mi narración y se sintió conmovido, la vida tiene sus complicaciones, y la complicación, no es Dios, es humana: vivir la vida es satisfacernos en la complicidad del amor; Yo amé y amo aún a Mariela pero, ignoro si ella todavía me ama: su libertad culmina en mí y por un error yo la perdí; Mariela es sencillez de espíritu, en el Cerro San Cristóbal la perdí.

Yo la busqué desde los dieciséis años y la perdí, durante diez años vagamos por América y por Europa y fue dura la experiencia, fuimos novios nada más, nos juramos casamientos pero por una torpeza mía todo culminó: "Adiós, Mariela, adiós, vida…"

PROEZA DEL PIRATA ÁNGEL CAPITÁN

HAY QUE vivir y satisfacer a Dios: el capitán asaltó y, con valentía, inmovilizó a un teniente, no quiso golpearle ya que un ángel no golpea, reza. La vida es satisfacción, y, en esta satisfacción, hay engaño también. De un zarpazo, el teniente, intentó asesinar al capitán ángel pero el pirata de Dios esquivo el golpe, fue atroz la lucha. Los norteamericanos están preparados para luchar. Hay que vivir la vida y no sentenciarse, hay que suplicar a Dios y Dios habrá de bendecir: ¡Cumplid con el Padre Celestial!, y habréis de hallar paz… Si fuisteis pecadores, ya no habrá pecado; si fuisteis degenerados ya no habrá degeneramiento: Cumplid con Dios, eso es todo.

—¿Te rindes?

El ángel capitán no quiere golpear.

—¡No!, no me rindo.

El capitán paraliza con un beso en la mejilla.

—¡Nooo!

¿No hay complicaciones acaso en el amor?

—Tened cuidado conmigo, que soy un ángel.

El teniente pirata luchó encarnizadamente, el comandante del buque petrolero dio la orden de matanza, sin embargo, los ángeles eran cantidad innumerable y bregaron por Dios, no por el dólar. Los piratas son santos y salvos por la eternidad.

—¡Maten a todos estos "sudacas"! —gritó el jefe de los gringos.

—¡"Sudacas" todos! —remearon los ángeles.

—No somos "sudacas" —dijo el capitán pirata—, somos ángeles.

La vida es incierta y hay belleza en el vivir, la vida tiene sus enormes alas como insignias, la vida está colmada de insatisfacción, ya que, los hombres, no buscan al Padre Celestial, los hombres intentan satisfacer sus propias necesidades: Mariela enfrentó el abordaje con temor, yo también; el capitán ángel gritó fuertemente:

—¡Estados Unidos de América es rico, Colón es pobre! ¡Viva nuestro Padre Celestial!

Los marineros fueron apresados.

—¡Todos ustedes son pecadores!, den limosna a los pobres.

—¡Damos limosna!, damos —gimoteo un marinero.

—¡Vos! —gritó el capitán ángel—, ¡venid!, dejadle libre.

El marinero se prosternó.

—Nosotros somos ángeles, tomad, este crucifico es para vos.

El marinero calló en éxtasis.

La libertad es total para el hombre, la libertad es sinónimo de vida, la libertad es liberalidad con Dios, la libertad es América. ¿Qué es lo que sucede con la riqueza?, ¿qué es lo que, Nuestro Dios, desea para el mundo? Hay que vivir la vida y consagrarnos: ¡vivir y no morir!

A veces, la vida, nos sesga la razón y en aquel impase, la vida se torna solemne y vital; pero, la vitalidad no tiene que perjudicarnos, la vitalidad es zozobra de los sentidos, la vitalidad es total, la vitalidad es Dios; ¿Qué es lo que nos sucede sin la presencia del Padre Celestial?, ¿qué es lo que sucede?; Sólo hallamos desconsuelo; esta es la verdad; desconsuelo y amargura; nada más.

El capitán ángel fue feroz pero ardiente. Leamos sus pensamientos: Yo estuve en el Paraíso al nacer; y mi nacer, no fue simbólico. Luché por nuestro Padre. Había, por ejemplo, que lavar las túnicas y yo lavaba también las sandalias; Me esforcé al máximo para que nuestro Padre se fijara en mí… Un día Yahvé descendió de su atrio y le contemplé: de fuego total el amor al ritmo de las alas; sus ojos eran calipsos y de un metro noventa, Yo apenas tenía un millón de años y eran un ángel novato… El Padre Celestial nos bendijo y me llamó a su presencia:

—¿Seréis como "Satanás", que asesinó a mi "Primogénito"?

—¿Qué "Primogénito"?

El Padre Celestial no respondió y lloró.

—Venid —me dijo—, seguidme.

Yo vivía en el Paraíso.

Las puertas del Reino de Dios son tremendas, hay dos arcángeles gigantescos.

—Dejadle pasar.

El Reino es inconmensurable.

—No puedo creer lo que observo —dije.

—¿Queréis ayudarme en una tarea ardua?

—Sí, sí, Padre, todo soy de vos…

De este modo bajé a la tierra.

La vastedad del hombre es inmarcesible y la vastedad de Dios es inconmensurable. Hay vida en mí y en mi vida hay recuerdos.

Mariela me buscó.

—¿Terminó la batalla?

—Sí.

—Tengo miedo.

—No podemos evitarlo, son tres años, Dios nos puede castigar si huimos.

—¿Estás seguro?

—Yo creo.

—¡Recemos!, recemos…

La vida no era simbólica, la vida nos postergaba en la totalidad del ser, había que vivir y, en esa vida, había ángeles piratas que atacaban buques petroleros. Dios había decidido de esta manera de alterar el flujo monetario en Colón. Tanta pobreza había allí, que Dios hubo de intervenir.

—Padrenuestro, que estás en los Cielos…

Rezar es permanencia, y, en la vitalidad de la vida, hay liturgia. Rezar es vivir y la vida es totalidad. Yo rezo, yo existo, yo soy vehemente, yo tengo eternidad, hay que vivir, hay que rezar, la vida es de Dios y Dios habita Colón. ¡Viva nuestro Padre Celestial! Estoy en casa de mi madre, rompiendo botellas de cerveza a piedrazos, soy feliz y también tengo amargura, la vida no se contempla a sí misma de modo figurativo, la vida es contemplación de manera corrosiva: hay un futuro que no existe, ya que las ambivalencias son nefastas, ¡vulgaridad!, ¡insinceridad!, hay tanto caos en el mundo… Rompo una botella de cerveza, vacía, sin contenido; Y feliz soy de vivir recordando las proezas de los ángeles piratas… Pero, yo quiero recordar a Mariela, no en el cerro San Cristóbal, toda rasmillada por la caída vertiginosa, la quiero recordar desnuda en el camarote de nuestros encuentros; Allí, la quiero recordar.

—LA VIRTUD del amor, Uribe, es la virtud de Mariela.

Once de septiembre del dos mil uno.

Yo he vivido en dos continentes y mi recuerdo es feroz como el capitán ángel atacando a los yanquis.

Yo estoy complicado: la vastedad del hombre es la insinceridad de la vida. ¿De qué modo somos?

Dentro de los aviones van víctimas y terroristas islámicos. La vulgaridad del "acto" es atroz. Bin Laden está condenado al Infierno y del Infierno son sus palabras; Todos sus seguidos, lo mismo: ¡al Infierno!

La vida tiene sus matices y yo no comprendo la vastedad, estoy alegre de vivir en Dios y ese Dios es tremendo, ya que, Nuestro Padre Celestial es bondadoso.

Hay una dama que aúlla. Se están incinerando su cuerpo pero no alcanza a morir: los ángeles que llevan los cuerpos al intermedio de Dios, no pueden ayudarla, ya que el estallido de los aviones es indescriptible: la dama en cuestión se ha dado cuenta de que, chocarán y aúlla y su dolor es físico.

—¡No habrán de matarme jamás…!

Todas estas personas que han muerto en el atentado son llevadas al Paraíso ya que son víctimas de Satanás.

¡Víctimas todas del Islam terrorista! Yo no tengo la culpa, yo no asevero nada que mi comprensión no abrogue por la paz.

Estoy observando el televisor y el tiempo está paralizado: dos instantes de segundo de narración.

La vida es exterioridad,

La vida es inmisericorde,

La vida es integridad,

La vida es puritanismo,

La vida es temeridad,

La vida es taumaturgia,

La vida es solemnidad,

La vida es intrincada vitral de Dios,

La vida es continuidad,

La vida es simbolismo,

La vida es duplicidad,

La vida es entregarse a Dios,

La vida es cristianismo absoluto:

La vida es Cristo y el camino a la Verdad es Dios.

DE VUELTA de Colón, estábamos más felices, no pudimos descender del barco. En alta mar fuimos "amor".

MARIELA ME desnudó y yo, tuve lealtad por ella, la felicidad fue absoluta: la vida era tierna y, de la ternura, había soles de mar. Las aguas nos rodeaban y, en la espesura de la noche, fuimos felices. ¿Qué hacer?, sólo amarnos.

La disyuntiva era total: ¿amar?, ¿disolvernos en la lluvia?, ¿besarnos a la intemperie?, la vida era sofisticada, la vida nos encarecía de amor. ¿Qué hacer?, ¿de qué modo vivir?, había esperanza, es cierto; Y la vida, era torbellino: besarnos en la madrugada, entregados al amor.

—¿Me amas?

—Te adoro. Yo cambiaría el curso del Mar Caribe —dije—, por enamorarte, soy absolutamente tuyo, soy como un poeta que no escribe poemas, soy tuyo, absolutamente leal, no hay mujer más bella que tú, yo estoy…

—Ya, ya —intervino Mariela—, dame un beso.

—Escúchame, estoy ardiendo, quiero expresar mi ardor.

—Dime entonces.

—Yo estudié pedagogía y yo sé que tú eres millonaria, al volver a Chile, quiero que nos casemos, ¿aceptas?

Mariela me miró distraída.

—Acepto, pero con una condición…

—¿Cuál?

—No tener hijos.

—Yo quiero tener hijos.

—Es que, yo quiero ser danzarina toda la vida y si tenemos hijos seremos muy pobres, mis padres no aceptarán nuestro noviazgo, a ti no te quieren porque eres de Recoleta, yo soy de Vitacura, del barrio acomodado de Santiago de Chile, yo vivía en la riqueza, ¿qué harás tú?, el sueldo de un profesor es de miseria, no quiero hijos, ¡abrázame por favor y hazme el amor!

—¿Quieres que te "penetre"?

—No, no, sólo hazme el amor…, cómo tu sabes…

La vida era tormentosa y en cada tormenta había esperanza: dar vida era conciliar los sueños, pero, dar vida en la pobreza era entregarse a la desesperanza.

—¿Me amas?

—Sí.

La frugalidad de la vida era total, la esperanza era vital, la conciencia del hombre era entregarse a la vida misma, la expectativa del universo era Mariela y en Mariela fue la vida.

—Quiero "penetrarte…"

—No, no, no lo hagas, quedaré embarazada.

—Estoy ardiendo.

—Yo te ayudo… pero, calla, que los ángeles nos pueden escuchar.

—Qué escuchen.

—No, no, calla…

El silencio nos habitó, la vida era tormentosa, la vida era confortable, la vida era vital.

—Yo te amo —dijo Mariela—, pero nos podemos casar pero no tener hijos, ¿te parece?

Tuve tristeza.

—Bien, cómo tú quieras…

—Te amo…

—Yo también.

Vivir en paz era vivir sorteando caminos, vivir en la inclemencia de la vida era vivir en descampado, había que vivir, había que complacer a Dios; Y a Dios s ele complace con rezos. Yo no recé aquella noche, yo culminé mi "acto" humano; Mariela se esmeró, y, preferiblemente, ella fue mía de modo singular: yo la amaba y ella a mí.

—Me tengo que marchar.

—Cuídate, qué no te pillen los ángeles.

—No, no, me cuido.

Buscar amor era buscar padecimiento.

La cubierta del barco pirata estaba vacía, los ángeles descansaban, había fulgor, había búsqueda espiritual, había longevidad.

Un pirata, en su cuarto, oraba a Dios. Mollendo describe, yo me dormí profundamente.

—Padre, dame la sabiduría, yo te necesito, Padre, hemos luchados encarnizadamente por sacar a la gente de Colón de la pobreza, Padre, tengo deseos de regresar a tu Reino, Padre, bendíceme y dame fuerzas para socorrer a los pobres de Colón, hay vida en mí y mis deseos son servirte, dime, ¿cómo poder ayudar a las gentes pobres de este mundo…?

El ángel lloró.

—¡Padre…!, ¡decidme…!

Había tanta esperanza en Dios: la vida era trémula y, de la liviandad de la gente, la esperanza ya no era tal; la esperanza era tugurio; infecto tugurio. Las gentes vivían pésimamente, la explotación en el planeta tierra era de petroleros, de farmacéuticas, de ferroviarios, de espurios comandante del aire: vivir la vida era nuestra felicidad; ¡vivir, eso es todo!; Nuestro colmo era la felicidad.

No tuve compasión de mí, desperté de madrugada. Mollendo estaba rezando:

—¡Mollendo!, ¿qué haces?

—No, nada…

—Pero, estás en mi cuarto…

—Es que, me sentí solo.

—¿Solo?

—Sí.

Conversamos.

—¿Me comprendes?

—No, no, tu conciencia está bastante insana, ¿cómo lograr vivir llevando a cuestas el asesinato de tu madre?

—Yo no fui, fue la enfermedad.

—¿Qué tienes?

—Soy bipolar.

—Oh, qué espanto… No me cuentes más por favor… Ya sé… Ya sé… asesinaste a tu madre pero eres Mollendo, ¡sálvate!

—El capitán ángel me curó…

Yo callé; también estaba enfermo.

—Tranquilo, tu madre está con Dios, ¿recemos?

—Ya.

La vida era de tibieza, la vida era de abstinencia, la vida era de sinceridad: vivir en nostalgia de nuestro Padre Redentor, vivir en armonía.

La luz del amanecer nos catapultó a la realidad; un ángel nos habló:

—Vosotros rezáis por una madre muerta, rezad también por los pobres, vuestra madre duerme el sueño de Dios, vos no sois culpable, la bipolaridad es una enfermedad congénita terrible, vos la padecéis desde niño y vos no sois culpable de la muerte de vuestra madre, ella murió, y de su muerte, hay una lección: Dios está presente en todo lugar pero en la enfermedad no. Vuestra madre murió porque vos estabais enfermo, vos no sois asesino, vos sois Mollendo…

El ángel musito palabras y rezó con nosotros.

—Cuidaos del engaño, tranquilidad…

El ángel era bellísimo, de unas alas transparentes de color bermellón, vestía de buqué, con espada de pirata al cinto y con pistola del siglo diecinueve. El ángel era bizarro y de mirada carismática: con ansiedad rezó y con ansiedad luchaba. Yo le vi durante tres años atacar barcos mercantes y petroleros, pero estos últimos en demasía, los marineros gringos le temían y, por acto divino, los yanquis, olvidaban absolutamente todo: llegaban a puerto sin las mercancías, llegaban a puerto; sin embargo: la expropiación ya se había cumplido, los ángeles atacaban duramente en bandada y a Colón llevaban lo expropiado: Colón vivía en una pobreza atroz; El capitán ángel, con toda su fuerza de hijo del Altísimo, bregaba por conducir las hordas de piratas por el Caribe pero sus actos de valentía no lograban estabilizar los estómagos de los panameños, el pirata quería atacar Nueva York pero Nueva York lamentablemente fue atacado por Satanás. Hoy es once de septiembre del dos mil uno y, Bin Laden, es Satanás. Lo aseguro y lo atestiguo, yo, que estoy en el psiquiátrico.

La vida era trémula e invencible.

Mariela me besó impacientemente hasta que estallé, rezando, a Ruiz: ella era mi Dios, mi ancla al mundo, acogedora "cópula" en un barco de ángeles. Mi Mariela, mis Torres Gemelas, mis tres segundos de narración, dos instantes de segundo en las que, no contemplo a Dios; le vivencio en el absoluto: ¡Dios es vida!, ¡Dios es fuego de entrañas!

—¡Ya, ya, ya!, ¡acabé!

Mariela me miró contrariada.

—Yo no…

—EL ATAQUE fue —Nevado Ampato intentó comprender.

—¿Qué dices? —pregunto Nevado Coropuna.

—¿Si? —interviene Nevado Solimana.

—El ataque… —continuó Ampato— Los marineros yanquis, creo yo, que no comprendieron nada, ni siquiera se defendieron, el ataque duró poco, yo no les vi defenderse, se arrodillaban, fue una masacre, nadie murió al parecer, pero, fue una masacre…

—Me parece raro —dijo Coropuna—, los ángeles visten de pirata; sin embargo, paralizan con sus ojos, eso creo yo…

—El ataque fue atroz pero los marineros no se defendieron.

—No, no, no. ¿Qué extraño?, ¿cómo habrán atacado?

—¿Con sus rezos?

—Sí.

—Yo no me di cuenta, de pronto estuvieron allí, abordo.

—El ataque fue tremendo —dijo Solimana—, estoy admirado. Francisco tuvo miedo ¿no?

—Por Mariela, ¿supongo?

—Habrá que conversar con él.

—Es chileno, es cobarde.

—Los chilenos no son cobardes, son muy valientes.

—En fin —dijo Ampato—, el ataque fue atroz…

—Yo vi a un teniente —dijo Solimana—, caer de bruces, no se desangró la nariz, no creo que haya pensado, gritó en inglés, pero no comprendí, gritó, le vi levitar al tiempo que un ángel le atravesaba el corazón con espada y a balazos pero no murió, pero yo le vi agonizar, le observé durante todo el tiempo que duró la batalla, como a los veinte minutos se arrodilló, vomitó sangre y, oh, le vi nuevamente levitar, no murió, se desmayó, gritó siete veces hasta que el capitán ángel lo desnucó pero tampoco murió, no comprendo, los combates son reales, estos son piratas sanguinarios, pero los atacados mueren pero reviven, es raro, nos robamos todo, yo escuché a los gringo gritar: ¡Viva América!, todos estaban vivos pero yo vi morir a todos.

—¿Estás seguro?

—Lo prometo.

Solimana calló.

—Estás completamente loco, ¿lo sabías?, son piratas pero ángeles, son hijos de Dios.

—Ya lo sé, ya lo sé, pero son sanguinarios.

—Bueno, continuemos pelando papas.

—¡Patas!, ¡patas!

Población Victoria

LOS VÍTORES de las protestas, la algarabía de la gente, hay que vivir la felicidad, yo estoy en población Victoria, la gente me está contando lo acaecido: mucha gente, lienzos con el distintivo de la "oposición" al Dictador, un millón de personas congregadas, bregando: esta cosas me cuentan al tiempo que yo enloquezco… En el Mar Caribe no enfermé, ya que, el capitán ángel, me curó; sin embargo, estoy recordando en casa de mi madre, mientras estamos esperando la ambulancia que me llevará por segunda vez al manicomio… En población Victoria la gentes lucharon y el triunfo fue definitivo: la pobreza es atroz y la delincuencia también pero, en aquellos tiempos, la política era lo determinante: ¡Luchar!

Yo/ vivo/ como/ reo. Wuha[52]y zpüa[53]en ghu[54]

Yo he vivido a cabalidad y en población Victoria supe de…

Estoy lanzando piedras y rompiendo botellas.

LA VIDA, en población Victoria, es de carestía, drogadicción, pobreza, no hay ángeles ya que todos fueron asesinados por la dictadura. Hay vida en mí, ahora estoy recordando. Estoy en casa de mi madre. Mariela fue mi enamorada, no pudimos concretar el amor, ella volvió con sus padres pero se independizó, dicta clases de danza en el Barrio Brasil. Ella aún sigue siendo hermosa, ya nada sé de ella, me abandonó definitivamente después de diez años de noviazgo. Tengo tanta pena y me siento, quebrando botellas, extraño. Vivo, eso es todo.

"Dolor de parir en mi propia humanidad.

Dolor de los cuerpos que, separados, mueren.

Dolor de las transmutaciones, dolor de Dios.

Ay de nosotros, vivimos para morir.

La inclemencia del mar es parte de mi corazón.

La inclemencia de la vida es mi desolación.

Yo estoy enamorado de Mariela y Mariela ya no es.

La vida tiene sus aspectos dolorosos:

¿Amar?, ¿conmovernos?, ¿morir?

Yo he sufrido en demasía y he sufrido por amor.

Me basta con declarar amor universal a Mariela

Ya que ella es mi musa. ¡Ella!, la única.

¡Ella!, la danzarina que rompió mi corazón.

Yo le amo y estoy feliz de haberla amado".

LAS ESCARAMUZAS con los carabineros, los rallados en las murallas: tanta pobreza y tanta matanza de pobladores. Yo no soporté y tuve que huir a casa de mi madre en avenida Dorsal. La aventura de vivir entre metrallas y lumazos de "pacos" infectos.

Tuve una novia, que fue asesinada. Ella cantaba; bueno, no fue una novia; ella era bellísima, pero, sin embargo, aún no olvidaba a Mariela.

Esta novia, de mis entrañas, murió asesinada. Ella estaba en su antejardín y, pidiendo un chaleco, ya que, era invierno, una bala le desangró: había una protesta a pleno sol.

Mi novia murió; y, con ella, el canto…

¡Población Victoria!, al sur de Santiago.

¡Población Victoria!, allí supe el significado de la palabra "muerte".

¡Población Victoria!, humillación y sabiduría.

Un puente de amor nos une: un millar de combatientes con sus pancartas, gritando "viva Chile mierda".

Yo no estoy seguro de la realidad: la vida es sinceridad, participo de las protestas, pero, el entierro de mi novia es secreto, nada se sabe, sólo la madre y la abuela; ¡pobre de mí!, ni siquiera pude despedirme, ya que, estoy en el psiquiátrico: ¡estoy recordando…! ¡Estoy recordando! Once de septiembre del 2001. Mi amigo Alfredo Vera se ha suicidado y, en Nueva York, las Torres Gemelas han sucumbido al terrorismo de Mahoma.

Yo vivo la vida de Dios, pero, el recuerdo de población Victoria es tórrido: allí, los pinochetistas, eran los militares; Y, estos, asesinaban a los pobladores con metrallas, durante las tardes, mientras las gentes gritaban consignas de libertad. ¿Qué vida es la nuestra? ¿Qué similitud es la vida?; En casa de mi novia, cantando canciones. ¡Cantar es bello!, ella apenas tenía quince años. Ya ni recuerdo su nombre, recuerdo a Mariela, ¡ella!, la danzarina; ¡Mariela…!

Esta novia no fue mía, fue un noviazgo de miradas, yo ya estaba loco, en Medellín me golpearon demasiado y la demencia fue entonces… ¡Once de septiembre!, estoy encerrado y completamente trastornado. Estoy con camisa de fuerza, recordando el atroz desamparo en población Victoria.

Recuerdo a una anciana comprando una bolsita de té por cincuenta pesos o diez pesos, ya no recuerdo mucho: ¡Una bolsita de té…!

La vida es dura y los recuerdos confusos…

En la muerte de mi novia, no hubo enjuiciamiento; los jueces eran corruptos. La patrulla militar asesinó y al poder central nada le importó. ¡Asesinar!, ¡eso!

Población Victoria: la tristeza…

MAR CARIBE

BOGAR. TUVE pánico, el candor de los ángeles, los Nevado pelando papas y Mollendo especulando sobre el porvenir.

Un teniente ángel me dirige la palabra:

—Francisco, ¿crees en Dios?

Yo ya no soy escéptico.

—Sí, sí.

—¿Te agradó el combate?

—Tuve miedo.

—Ahora hay que vender el petróleo. ¿Eres bueno para las matemáticas?

—No.

—¿Y Mariela?

—Ella sí.

—Quizás podría ayudarnos.

—¿Cómo?

—Sacando cálculos. Hay que vender el petróleo y ayudar a los pobres de Colón. Allí hay demasiada pobreza. Hay que comprar huevos, la gente tiene hambre, los huevos son buenos para alimentarse. El Colón hay hambre y sus gentes viven en la atroz desigualdad social. Nosotros somos ángeles y no podemos vender lo expropiado, pero, Mariela podría, es un pecado, sin embargo, pecar por los pobres es pecado que Dios perdona. No creo que acepte, entregaremos el petróleo a "Colón"; él sabrá repartirlo entre las personas. "Colón" no es solamente un puerto o un poblado, es un ángel. ¡"Colón…"!, amigo…

—¿Colón?, pero si Colón es una podredumbre.

El ángel tiene tristeza.

—Sí, es muy cierto, hay mucha pobreza.

—Mariela no creo que pueda.

—Pregúntale.

—No, no. Queremos llegar a Europa y, en este barco, podremos, ustedes lo prometieron.

—Sí.

El ángel piensa. El ángel decide.

—Europa está muy lejos y Colón nos necesita.

—Pero, ¿es un ángel?

—No, no, estoy bromeando. Allí son todas gentes de color, hay que ayudar. Tenemos contactos, no te preocupes. Intenté pero no se pudo. Yo sólo soy teniente y ángel, no matemático. Es poco el petróleo, la lucha fue dura, pero es poco el petróleo.

LA VIDA se sumerge en la lentitud: hay veracidad en las palabras, hay candor. Un lanchón huye a Colón con el petróleo, es gente de Panamá.

Mariela tiene pánico, ha servido toda la tarde de camarera, está cansadísima, nuestra vida es de "novios" pero, ya no hay tiempo ni siquiera de abrazarnos, tampoco podemos, hay prohibición: el "sexo" es para los cónyuges, no para los menores de edad. ¿Cuánto tendrá Mariela?; Tenía dieciséis; ahora…

La vastedad de la vida, la incongruencia del existir, hay vida y ha optimismo… Estoy en wawhu[55]y wha[56]es eterna. Estoy pensando en Mariela; Yo, a ella, le amo, quiero casarme con ella, quiero besarla, quiero "desposarla", quiero "penetrarla"; pero, ella lo impide. En la selva nos sucedió algo extraño, hubo "sexo" pero Mariela lo olvidó. ¿Qué hacer?, ¿callar? Tuvimos una conversación.

—¿Te agradó por el "culito"?

Mariela me dio un tremendo golpe de karate.

—"Degenerado…"

Sólo nos hemos besado el cuerpo; Y, en la vastedad de la vida, un beso en su "intimidad", es un beso que enloquece. Yo estoy loco de amor, tocarle, sentir su "aroma", es tan dulce, tan extrañamente loquísima, yo sé que me ama, pero se rehúsa, "cuando estemos casado", dice. Ahora ni siquiera podemos besarnos, los ángeles nos pesquisan, quiero llegar pronto a Madrid para poder casarme con Mariela, yo estoy completamente enamorado, todavía recuerdo su "culito", creo que es pecado, pero, en la selva, nada es pecado, todo es amor.

—No me golpees, fue un acto de "lujuria…" ¡Mariela!, no te enojes conmigo.

—¿Me violaste?

—No, no…

No pude mentir y le conté. Mariela se arrodilló; Y, rezando, sangró por los ojos.

¿Qué es lo que sucede?

¿Por qué Mariela llora?

Ella fue mía; pero, olvidó…

Un teniente me aferra de las manos, tiene una alas bellísimas y está vestido con armamento modernísimo, su boca es áspera, y su voz, contorneándose, me pregona santidad, el teniente me pide disculpas: los Nevado necesitan de mi presencia: Mollendo tiene fiebre, tendré que ayudar en los quehaceres de cocina, "hay que tener fuerzas", dice el teniente, "habrá que atacar Nueva York. Hay demasiados pobres en Colón". Obedezco.

Los Nevado pelan papas.

Hay un sol que quema; Y, arder, es tan fácil. No hay tregua para la carne, no hay posibilidades para el amor.

Un sol de infinitud, de Caribe, de América.

Un sol, que, restregándonos la piel, nos abrasa.

¡Sol de Panamá!

¡Sol de Colón!

¡Invierno en Madrid!

—Nevado Ampato.

—¿Dime?

—¿Dónde hay cuchillo?

—Aquí, en la locomotora.

Hay que pelar papas, los ángeles tienen hambre.

—Yo, de niño, vivía en los vagones —dijo Ampato con el único ojo azul y sus trece hijos pero sólo le sobrevivieron siete, viudo, obeso—, yo de niño, me trepaba y, el carbón, respiraba. Me convertí en conductor. Me agradó la vida de vivir en un tren pero, terminé de pordiosero, tengo setenta años y ahora… ¡ahora somos piratas para ángeles! ¿Tendremos castigo de Dios o premio en el Paraíso? Yo lo ignoro, ¿qué piensas, Francisco, hay vida después de pelar papas?

Una sensación de abstinencia se produjo en mi mente, Nevado Ampato, de un metro noventa, peruano, adquiría fisonomía de vidente. Yo no supe responder, los ángeles no comen "patatas", comen ambrosía. ¿Qué extraño?, ¿no?

—Estas patatas son para nosotros, los ángeles son inmortales, estas papas son para los lanchones que doña Adelaida contrata para revender después por centavos de dólar al pueblo de Colón. Gente toda muy pobre, gente de origen africano, gente que vive en la miseria más atroz. Gente de Colón, ¡cómo no olvidar la podredumbre de las estructuras sociales! Todo podrido, todo infecto por la miseria.

—¡Doña Adelaida!

—Sí.

Hay verdad en el Caribe y hay verdad en este buque de ángeles.

—Necesito un cuchillo, pelaré papas. Mollendo está enfermo.

—Sí, sí, tiene fiebre.

—Tranquilos —dijo Nevado Coropuna—, pronto habremos de almorzar.

Coropuna es bizco, fue delincuente, ex policía.

—Yo tengo el pelo negro como estas patatas, hay que pelarlas y cocerlas, habrá cocimiento, habrá festejos y guerra entre hermanos… Chileno, no me simpatizas… Habrá guerra entre hermanos.

Nevado Ampato niega con la nariz.

—La vida es dura —murmuró Nevado Solimana—, la vida es un ángel.

—¿Un ángel? —pregunto yo.

—Sí. Un ángel vestido de teniente, guerreando y atacando buques petroleros. ¿Qué ganamos nosotros? La libertad. Habremos de marchar a Europa para regresar más tarde a América, es un viaje; Y desde que conocí a la Condesa, soy feliz. Ella nos da amor, no te preocupes, sabemos que es tu novia, pero, ella, ella, es tan dulce, tan encantadoramente chilena, con sus ojos almendrados y su cuerpecillo de bailarina, ¡la Condesa!, ¡Mariela Ruiz!, ¡Mariela Natalia Ruiz!, ¡La Condesa…!

—Mollendo está enfermo.

—¿Sabes algo de Mariela?

—Nada.

Mollendo describe a Francisco

ES DELGADÍSIMO y, desesperadamente, ama a Mariela. Jamás conocerá el amor, sólo las caricias. Morirá virgen. Está demente. En Medellín le golpearon tanto que le provocaron "locura". Un ángel custodio le curó algo para que pueda trotar por Europa y pelar papas en este buque de ángeles.

Francisco es frágil, tiene los ojos miel, pelo trigueño, a los veinte años abandonó Chile, pero habrá de regresar, vivirá en población Victoria lo más cruento que un hombre puede vivir, más tarde volverá a avenida Dorsal donde las niñas como Mariela, de sólo trece años o menos, se prostituyen por un papel higiénico, avenida Dorsal en comuna de Recoleta.

Francisco es tierno, es profesor o estudiante de pedagogía en castellano, quiere estudiar psicología pero, en siquiátricos habrá de deambular. Francisco es un santo y huele a espigas.

¡Francisco!, ¿cuándo tiempo llevas en el trópico?

—…¡Tres años!, ¡tres!

Yo estoy pelando papas, "dos instantes de segundo: estoy en el manicomio conversando con Uribe, el estallido de las Torres Gemelas, la destrucción total".

Mariela, yo te amo, pero, los ángeles nos han prohibido besarnos, los ángeles son duros, "nada de besos o hay castigo", no hay que arriesgarse, nos hemos arriesgado, pero, ahora estoy con los Nevado porque Mollendo está con fiebre. ¿Cuándo atacaremos otro buque? ¿Moriremos intentando llegar a Madrid? Los ángeles son eternos, pero Mariela es Condesa y yo, estudiante de pedagogía. Mariela es danzarina, necesitamos cruzar el Atlántico y la única manera es…

Tengo pensamiento extraños, como futuristas…

¡Dos instantes de segundo!

¡Dos instantes…!

MOLLENDO DESCRIBE A MARIELA SUS SENTIMIENTOS:

RUIZ ES alegre, Ruiz es tremendamente sentimental. Ha tenido emociones encontradas: los norteamericanos han sufrido horror. La virtud del amar es en Mariela, la virtud de la chilena de clase acomodada que todo ha abandonado en aras de un sueño: Abandonar estatus, abandonar estudios, abandonar padres, abandonar patria. Yo soy Mollendo y estoy…

Mariela de mi corazón.

Mariela de mi estoicismo.

Mariela de mis verdades.

Yo habré de amarle con devastación de peruano que ha perdido batallas pero que ha ganado guerras con piratas ángeles: ¡Verdad incuestionable!, ¡verdad irresoluta!

Hay vida en Mariela, hay sensibilidad.

Habrá de servir ambrosía a los ángeles, hay un sol que quema, Mariela tiene deseos de danzar pero, el trabajo se lo impide. Mariela habla:

—Nada más de ambrosía, hace mucho calor.

Los ángeles no se inmutan.

—Voy a danzar.

Los pensamientos de Mariela son puros, ella es menuda pero bellísima, es casta, ha olvidado absolutamente todo lo relativo al "sexo prohibitivo", la selva Amazónica le corrompió el alma, ¡selva degenerada!

Mariela danza.

Mariela ríe.

Mariela es feliz.

Estoy danzando y, en este danzar, los ángeles sonríen. Soy feliz al cabo de un tiempo que no se concibe; la felicidad es abismante en mi manera de festejar; los ángeles cantan y yo danzo, los ángeles tocan sus instrumentos y yo…

La duplicidad de mi pie izquierdo, entre olas; la duplicidad de mi lóbulo izquierdo: me aferro al ritmo, y, la felicidad, es danzar: ¡Estoy danzando! ¡Estoy danzando…!

—¿Les agrada? —pregunta Mariela.

La respuesta es positiva.

—Soy feliz entonces.

Francisco pela "patatas" con los Nevado. No contempla la plasticidad de su novia, su "erotismo" es angelical.

¿Habremos de encontrar a danzarina tan pura?

¿Habremos de festejar a Mariela entre ángeles?

Siempre habrá respuestas para preguntas ignotas.

Mariela danza durante una hora, está cansadísima, hay que pelar papas porque los ángeles son misteriosos.

—Ya, Mariela, ¿has culminado? —la pregunta del teniente ángel es feroz. La impertinencia de su modular asusta a la danzarina, el sol ha declinado, una llovizna cubre los cuerpos —Si no ha culminado, ¡culmina!, tenemos hambre —los ángeles rezan, pero son ángeles piratas…

Mariela no responde, su cuerpo está transpirado, el sudor es arte.

Estos ángeles son unas bravatas…

—No he terminado, seguiré danzando hasta que la luna llegue a su cenit. Hay que danzar, hay que festejar a Dios, hay que pelar papas para los ¿tiburones? ¿Son ángeles? Llevadnos a Madrid y el trato está cumplido, ¡asesinos!, no son ángeles, son piratas.

Un silencio de espasmo recorre cubierta. Tengo miedo.

—Somos ángeles —susurra un sargento—, le debemos la vida a Dios.

—¡Danza!, ¡danza…! Si festejas a Dios, danza… pero no peques…

La incredulidad es atroz, Mariela contorsiona el cuerpo; Y, en éxtasis, hasta que, la luna en su cenita está, ella se conmueve; festejar el amor es total.

Hay que vivir la vida y para vivir la vida hay que pelar papas.

—¡Viva Dios! —gritan los ángeles.

El teniente piensa (pero cómo es ángel, yo no comprendo su pensar).

La sabiduría de los ángeles es tenue, Mariela conversa con un cabo, los ángeles están preocupados, querubines y serafines han contemplado el danzar, ¡aplauden a Mariela!, convertirse en piratas, convertirse en malhechores es de trúhanes, no de seguidores del Padre; los ángeles ¿serán fustigados? Dos arcángeles descienden: ¡Uriel y Miguel!, son tremendos.

Uriel habla:

—Vosotros sois testigo, aplacad la sed de "patatas…" Dios os permite vivir —Uriel es altísimo, un metro noventa, cabello cortísimo, espada de fuego que a la espalda, espada que destruye civilizaciones—, vosotros contempláis el prodigio de Dios, sed cautos.

Miguel Arcángel habla también:

—Deberéis seguir al Padre —Miguel Arcángel mide dos metros treinta y con dos espadas me atemoriza—, vosotros sois pecadores, todas las "patatas", habrán de ser llevadas a ciudad de Colón, ya que, allí, la pobreza es indescriptible… ¡Uriel!, ayudadme, estos ángeles "piratas", serán castigados por tres siglos… Hay humanos trabajando y sin estipendio, denles de comer, necesitáis provisiones. Huevos, cereales, pescados, pan… Este es un buque sagrado, no un buque de "prostitución…" ¡Vos!, ¿cómo os llamáis…?

—Mariela…

—¿Y vos?

—Francisco.

—Sed prudentes en el actuar, ya que, Dios castiga duramente el pecado.

—Queremos casarnos, queremos casarnos.

—Comprendo… ¿Y vuestros padres les apoyan?

—Yo soy muy pobre —dijo Francisco—, y ella, Mariela, que es mi novia desde bastante tiempo, es acomodada, sus padres no permitirán el enlace, yo, yo, pido excusas, yo, yo, he pecado pero, mis intenciones no fueron tales, ¡la selva!, eso, permitidme vivir, somos demasiado jóvenes para morir…

—Nadie morirá —interviene Uriel—¸ aquí hay castigo para los ángeles… Vosotros tenéis hambre, ¡comed!, aquí les traemos pan…

Nos hartamos de las bendiciones de Dios.

Mariela es feliz.

Mariela sonríe.

Mariela es concomitante a la especie humana.

—Qué rico, qué rico, teníamos hambre —dijo Nevado Ampato.

—Gracias…

La comunidad habrá de ser fértil en amor, la comunidad es Dios… Nevado Ampato sonríe, no ha comido pan por semanas, ahora hay que ultimar detalles y a Madrid viajar. Pero, ¿cuándo? Las intenciones son vastas y el acertijo de la vida es dual.

—¡Vos!

—¿Yo?

—Danzáis muy bien —Miguel Arcángel sonríe.

—Diez mil azotes para el teniente ángel —Uriel grita.

El teniente se arrodilla; Y, rezando y cantando, recibe lo suyo.

—No temáis, no temáis, sólo son flores…

Llueve alondras y jazmines en el Mar Caribe.

Uriel: Estos piratas son fenómenos pero hay que castigarlos, Dios decide; la amplitud de pensamiento es del Padre y el Hijo es prudencia. Los piratas deben de atacar la ponzoña del "capitalismo" inhumano. Colón es demasiado pobre, hay que proteger a sus gentes, ¡Colón!, qué hermoso nombre.

Miguel: Me agrada la vida y me agrada la llovizna… Me agrada Dios y me agrada esta niña, que ha pecado horrendamente, sin embargo, nada recuerda, ¡qué curioso!, pecadora sin recuerdo, ¿qué pensará Dios de todo aquello?; Hay que marchar… Colón nos depara una sorpresa…

ALFREDO VERA EN EL PURGATORIO

Once de septiembre del 2001, estoy en un manicomio, Uribe me acompaña, las Torres Gemelas han sido destruidas por el terrorismo internacional, Alfredo se ha quitado la vida de un balazo, escuchemos su pensar:

¿Estoy en el Purgatorio…? Las llamaradas de fuego son de roca ardiente. ¿Me quité la vida? ¿Los suicidas van a parar al Purgatorio? Pues bien: ¿dónde estoy?

Un ángel golpea a una persona. ¿Me habré disparado en la cabeza un balazo o estaré soñando? ¡Once de septiembre del 2001!, Parque…

¡Olvido!

Ha llovido intensamente en mi mente, yo no comprendo, la roca quema, esto no es el Infierno, un ángel habló: "esto es el Purgatorio".

Hace tanto calor, intento tranquilizarme, pero estoy llorando, me arrodillo, y la roca quema, arden mis pies, estoy desnudo. ¿Qué será de mí? La situación es complejísima, la vida es para vivirla, no para morir, ¿por qué?, es la pregunta, ¿de qué modo morimos?, ¿de un balazo?

Un ángel se acerca, me habla en tono suave:

—Alfredo Vera, venid…

Me crucifican a la piedra y me clavan. Doy alaridos de dolor.

—La vida es para vivirla —dijo el ángel—, no para matarse…

Me desmayo.

Tengo un sueño horrendo: Satanás apuntado con un revólver en mi cabeza, Satanás denotando el percutor, Satanás riendo, Satanás asesinándome. ¿Qué hacer?, ¿detener la bala? ¡No quiero morir! ¡No quiero morir…!

El Infierno del alma, recuerdo a Uribe y le desprecio.

"—¿Quiero ser como tú?

—Jamás lo serás…"

Me asesiné, eso es todo. Espero que Uribe haya sufrido, esta es mi venganza, pienso en el sueño: ¡Amo a Satanás! ¡Apiádate de mí Baudelaire…!

Despierto y un ángel me da de latigazos.

—Uribe está vivo y ha llorado horriblemente tu muerte, Uribe está enfermo, Uribe era tu amigo, Uribe te enseñó poesía, eran condiscípulos… ¡Toma, desgraciado!, ¿no eras acaso religiosos?, ¿no asistías a una Iglesia?, te quitaste la vida y ahora tus amigos están muerto de terror, ¡toma!, para que aprendas…

¡Látigos!, ¡látigos!, laceran mi piel…

URIEL: LA vida, a veces, es de devastación: hubo un tiempo en que, había seres espirituales como yo, soy el último de una estirpe, yo soy el Arcángel del Señor. Satanás asesinó a mis hermanos y yo habré de llevarle a la crucifixión en la piedra ardiente y le habré de descuartizar, pero en el Infierno de los degenerados y sicópatas. Esto habrá de acaecer en mil años más. Hoy es martes 12 de marzo del 2013. Tengo poder; sin embargo, hay un "secreto" que Dios no puede revelar, hay tres mil quinientos Arcángeles de Dios preparándose para el asesinato de los demonios que acechan la tierra. La batalla será dura pero ganaremos. ¡Mil años y, esta "Basura", ya no fornicará más!

Adiós a…

Miguel: Tened cuidado, Uriel, que Satanás es omnisciente y puede atacaros mientras dormís.

Uriel: Mi espada de fuego y mis Arcángeles me protegen. ¿Y a vos?

Miguel: Lo mismo. Duermo con mis guadañas desenvainadas. Dos horas, eso es todo, pero hay que dormir.

Uriel: La devastación fue horrenda, ochenta millones de seres espirituales fueron decapitados por los "fecas" de "Satanás". La "Duplicidad" de Dios fue crucificada; Y, durante cien años humanos, la "Duplicidad" fue torturada; Y de tanto golpe sobre su nariz, se le destrozaron las yemas de las manos y durante diez años agonizó desangrándose. La "Duplicidad" se exterminó, fue quien dio el grito de alerta; Se cerraron las puertas del Atrio o del Castillo de Dios y los ciento cincuenta Arcángel salvaron la vida y yo…

…¡Miguel!, protege a la "Duplicidad", que ha renacido y está en la tierra pero ahora solamente es "persona", ya no es "Duplicidad", protegedle, que Satanás intentarás asesinarle…

Miguel: Está en el manicomio, es tarde ya…

Uriel: Oh, Maestro, oh, "Hijo de…"

Miguel: Satanás es culpable de las atrocidades, Satanás asesinó a Vera; Alfredo era casto; Satanás asesina, Satanás descuartiza, Satanás es "feca ardiente", ¡Te habremos de crucificar!, asco de ángel…

Los Arcángel tiemblan de furia pero se contienen.

ALFREDO VERA: Yo vivía en calle… Ya no recuerdo el nombre, pero cerca de avenida Dorsal, ah, ¡calle La Serena! Una feria había por allí con sus feriantes, con sus verduras, con su vitalidad de pueblo. Mi madre trabajaba de oficinista y mi hermana era estudiante destacada de una universidad, creo que la universidad Católica de Chile, no recuerdo muy bien, son muchos años en la cruz.

Los ángeles me castigan y los látigos me conmueven el "alma". ¿Estoy muerto? No sangro, es verdad.

Yo estudié en el Conservatorio de la Universidad de Chile pero no pude resistir el ritmo, era desafinado para cantar…

Me agradaba la feria de los feriantes pero dejan todo sucio, llegaban los hombres del aseo y lavaban las calles, el hedor era horrendo. Calle La Serena, a pasos de avenida Dorsal.

Una tarde, hace muchos años, me acerqué a biblioteca del distrito y hallé a un joven. Conversamos. Era escritor. Le propuse hacer un taller literario, él tenía un taller de "abuelas", le agradó la idea pero tuvo terror, organizamos el taller y el éxito fue entonces. Uribe era mi amigo. Pero Raquel Barros, la Directora y destacada folclorista, nos hizo la vida imposible, era amiga de poetas pero enemiga de Uribe. ¿El motivo?, lo ignoro… Aquí hay una lápida con su hombre, ella está viva, hoy martes doce de marzo del 2013, es muy longeva: "Aquí yace Raquel Barros Aldunate, católica acérrima, condenada a la pudrición del Infierno…"

Si Uribe supiera, temblaría de terror…

La vida tiene sus matices, yo no dañé a nadie y llevo una década encadenado a la piedra ardiente del Purgatorio. Yo ignoro cómo será el infierno; sin embargo, de pronto tengo un terror pánico, los ángeles me amenazan:

—Si no confiesas, te irás al Infierno…

¿Confesar, qué? Me quité la vida, era depresivo, no pude soportar la vida. ¡Condenad al mundo!, ¡no a mí!

La vida tiene sus bemoles: Estoy esperando a Raquel Barros Aldunate para preguntarle sobre Uribe.

¿Qué habrá de sucederle a la pobre folclorista? Yo lo ignoro…

Hay un ángel por allí y le pregunto:

—¿Y doña Raquel?

El ángel calla; y a latigazos, me rompe la piel, sangro después de una década, ¡sangro!

Estoy vivo al fin, ¡estoy vivo!, he resucitado…

—Os iréis al Infierno, no pequéis más…

La vitalidad de las circunstancias. Yo escribía poemas, admiro a los poeta; ahora, clavado a la piedra ardiente del "Purgatorio Atroz", he, de memoria, compuesto un soneto. Lo transcribiré para los ángeles; ¡lo cantaré más bien…!

"Estoy amando a Dios en la constelación de Venus. Pero, el espíritu

De Dios no es Venus; es María, la Madre de Dios. Yo aspiro

Galaxias y soles que giran en mis costados y en mi crucifixión;

Yo amo a Dios; Y, de su amor, hay pastizales para hombres libres.

La verdadera amistad es "amar" a Dios; Y, nuestro Pastor es

Cristo en la veracidad del amar. Yo habré de morir crucificado,

Habré de quitarme la vida; Y, pecando, rodaré al Infierno:

¡Ya no puedo más, Padre mío!, ¡Dadme la absolución!

Los ángeles quitan las cadenas; Y, al Purgatorio de los condenados

Me llevan. Allí, hay cárceles y "Biblias" y ángeles y serafines.

Yo estoy tan feliz, que anhelo la vida eterna del Paraíso:

¡Soy hombre nuevo! ¡He renacido de las cenizas! Soy libre al fin…

Este canto es para los ángeles y para Dios… En éxtasis estoy;

Y, liberándome, muero de la carne al "espíritu…""

MARIELA ME besa suavemente la frente.

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