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Francisco, El Viajero (Novela) (página 12)

Enviado por Mauricio Uribe


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—Francisco, ella no me había contado sobre ti. No le digas nada, entre nosotros queda todo en cero, ¿te parece?

—Lo que tú quieras…

—Chao. Cuídate, latino.

Nos despedimos llorando.

NO ME bañé, tenía olor a mujer, me espanté en el taxis: olor a Dariell, olor a Carolus, llegué; y, sin pensarlo, a la ducha, ni siquiera prendí el calefactor. Mariela dormía. Estaba cansadísimo, dormí en el sofá, No quise, obvio, no quise tentar a Mariela, por precaución, ya no podía más. Me dormí, desperté muy tarde, Mariela me miraba, "¿qué haces aquí?", Mariela comenzó a sospechar. Los Nevado me pidieron dinero, eran adictos a la zona roja, me negué y, en la cocina, los golee, "¡nunca más me vuelvan a pedir dinero o los mato!", se calmaron los ánimos, "¡trabajen!", se consiguieron trabajo de barrenderos, ya lo había dicho, creo. Como estoy en el infierno, no recuerdo muy bien.

Mollendo no estaba, Mariela tampoco. Los Nevado se marcharon murmurando. Me quedé recostado en la cama, descansé. Carolus y Dariell no serían mía esta noche, le tocaba a Mariela, Oh, qué vida de amor en París.

Tomé el libro de Pepe Casa de Castro y leí un poema, pero tocaron a la puerta, abrí, qué sorpresa me llevé, una colorina hermosísima de ojos verdes, tremenda mujeraza y… ¡Pepe Casa de Castro…!

—¡Pepe!, ¿qué haces en Francia?

—Estoy de vacaciones y te encontré, esta es mi prima (Pepe había resucitado en Barcelona y Betsabé de regreso a Europa).

"…Betsabé se sorprendió. Dio un beso en los labios a Francisco, Pepe no se disgustó, en casa pelearon, "no soy tu prima, soy tu mujer".

—Te traigo libros de mi padre, los cinco, para que sepas de él.

—¿Cómo me hallaste?

—Por Dariell, le conozco.

¿Sabrá de mí y de Dariell y de… Carolus?

—¿Qué sabes de Dariell?

—Nada, qué es buena estudiante, me dio tu dirección.

Qué extraño, nunca le he dado mi dirección.

—No puedo quedarme, ¡toma!, nos vernos, léelos en público, son muy hermosos. ¡Cuídate!

Betsabé le entregó su tarjeta con su número de teléfono sin que Pepe Casa de Castro se diera cuenta; al oído le dijo "eres un "David"". El que narra es Mollendo, ya que yo soy dios pero un dios pagano. Francisco comprendió, la llamó y…"

AMISTAD DE FRANCISCO CON PEPE CASA DE CASTRO

BETSABÉ TOCÓ la puerta de mi casa, nadie había.

—¿Me invitas a pasar?

Qué exquisita mujer.

No quiero narrar lo acaecido pero en furor, Betsabé gritó:

—¡Por la "vagina"!, ¡por la "vagina"!

Quedé sorprendido.

La mujer se echó a llorar.

—Estoy enamorada, eres un "David".

INFIERNO

—¿Y QUÉ hiciste?

—Me besó todo el cuerpo y ella me besó todo el cuerpo, quería quedar embarazada, todo el verano "fornicamos", me drogué con cocaína, ¡Mariela, Carolus, Dariell, Betsabé!, muchas mujeres para un solo hombre.

—Cuéntame sobre los libros del Padre de Pepe Casa de Castro, mejor.

—Te cuento que, su padre no fue santo, cada libro es para una amante…

—¿Y la madre? —interrumpió Uribe.

—Tiempos antiguos, ella nunca supo.

—Su padre fue torturado por Franco.

Uribe quedó sorprendido.

—Háblame del padre.

—Yo, yo, yo no recuerdo mucho pero…

—…Casa de Castro, tú tienes qué confesar, ¿eres republicano?, o ¿sólo un poema?, te vamos a degollar… Tienes que confesar, te vamos a degollar.

—Soy poeta.

—¿Qué libros has escrito?

—¡Cinco!, ¡cinco!

—Di los títulos y no te matamos.

—No los recuerdo ahora pero, tuve cinco amantes y cinco libro, por favor, tengo familia.

—¿Amas a Franco?

—Sí.

—¿Eres republicano?

—También.

—Te vamos a torturar.

—¿Tortura?, pero si soy poeta.

Yo recuerdo a mi padre, me contó que le torturaron, le llevaban a un paredón y plum, disparaban balas de salva. Mi madre murió muchas veces y, el recuerdo es difuso…

—…No me maten.

—Te vamos a torturar.

Me tomaron de las axilas y me llevaron a una habitación, me sacaron las uñas con pinzas. Grité y pedí clemencia hasta el desmayo.

La vida tiene su inclemencia, la vida tiene su interfaz, la vida tiene su desliz, la vida tiene su antifaz, yo creo en Dios, pero, ¡vi ángeles!, "no te mueras que tendrás que tener un hijo, le llamarás Pepe", los ángeles se esfumaron, la vida era para mí traumática, traumatizante, también me electrificaron los "testículos" y grité improperios en contra de Franco en dictador español.

—¡Viva la patria libre! —dije, en estado de éxtasis.

—Maten a ese hijo de perra.

Me enterraron un cuchillo y me dieron por muerto pero en un bosque.

No morí, pero, quedé mal herido. Muy mal. Unos hombres contemplaron todo, me llevaron a una cabaña y me curaron, me quedé allí un año.

Había una mujer muy hermosa, la hice mía, ya estaba casado, idilio para un torturado le escribí "Abejas del Honor", poemario erótico, yo tenía cuarenta años, ella veinte y era virgen. La dejé embarazada, tuve que huir a Madrid.

Mi mujer se sorprendió.

—Marido mío, ¿no te han matado?, ¿no eres un espectro?

Pensé en la veinteañera, en la hija del hombre que me había salvado la vida.

VIDA

"Tengo unos ojos para observaros,

Vos tenéis los "pezones" más bellos

Del crepúsculo. Mía sois; Y, de voluptuosidad,

Sois abeja de veinte años.

La vida tiene su redil; Y mi redil es amaros.

Yo comprendo vuestra vocación:

Y vuestra vocación es amar a un desconocido.

Os entregáis en misticismo,

Os entregáis en recóndito amar,

La vida tiene sus sentidos y, en mi vida, no hay amor.

Vida y diligencia, amores escondidos:

Dadme una flor y yo os daré mis talentos.

Os amo con todo mi corazón".

—…Ella se entregaba en desnudez en mi habitación por la noches, era tan campesina y olía a… Me guardaré el secreto, olía a "sexo…" ¿Dónde estaba?, no lo recuerdo, en una cabaña perdida en el bosque. Ella se llamaba Carme Gloria Riquelme. Bella entre las bella, cabello trigueño, ojos cafés. Duró nuestro idilio un año; Vida de santos en penitencia…

—Los libros de mi padre son: "Crepusculario", "Abeja del Honor", "Sabiduría de las Rosas", "Sentido del Tórax", "Ombligo Amado", "Sexo es Palabra divina".

—Hermosos títulos, lee un texto, ¿los tienes?

—Sí, aquí los tengo.

Leí apasionadamente, leí con la convicción de que estar en el Infierno no era tan malo, había libros de mi padre por allí, sentí pavor:

Del libro: "Sabiduría de las Rosas".

HONOR DE AMOR

"Yo os amo con tal bondad

Que admiro el oxígeno

De vuestra piel.

Yo denuncio el amor

Y, este amor, es oxígeno

De vuestro corazón.

Amar es divino

Y, de este amor,

Es el letargo de los sentidos.

Yo amo a Azucena;

Y mientras mi mujer duerme:

Yo amo a azucena…"

—¿Azucena? —dijo Uribe—, el padre fue "fornicio".

—Yo no quiero hablar de su padre, ¿qué piensas del texto?

—Es bello, me agrada, ¿de qué libro?

—De "Sabiduría de las Rosas".

—Bien, mira, su contexto no es la genitalidad, sino, el adulterio, que es condenado por Dios. Azucena es concubina y, el nombre, es bello, es un poema erótico sin heroicidad; sin embargo, la literatura que expresa este poema es de arbitrio "sexual", ya que el hablante lírico es de cuernos, es de adúltero: Mientras duerme la madre, el padre se refolla, es un poema muy hermoso, me agrada, bien construido, yo supongo que el padre fue bohemio, porque, tener cinco mujeres para cinco libros, eso creo yo, que cada libro significa un amor del padre, es un buen poeta y editó o ¿se auto editó?

—No, lo editaron pero en Buenos Aires, Argentina, ganó varios premios literarios, fue famoso, tuvo concubinas; y, es verdad, creo que cada libro es para un adulterio.

—¿Qué nombre tuvo el padre?

—Pepe Casa de Castro Herrera.

—Ah, ¿llevas su nombre?

—Sí.

—El poemario es místico y de su plasticidad, hay heroísmo: ¿la madre los leyó?

—No, no, su madre no sabía leer. Ella se llamaba Margarita Herrera. Ella era campesina.

—¿Y el padre?

—Obrero.

—¿Comunista?, supongo.

—No, no muy creyente.

—Te voy a leer otro poema.

—Tenemos tiempo, no te preocupes.

Leí con intensidad pero llegaron unos ángeles y nos dieron de palos. ¿Qué hacer entonces?, ¿de qué manera buscar la realidad? Los ángeles eran duros con nuestros pensamientos, los ángeles nos motejaban: "A luchar por no la crucifixión". Ser crucificado era terrible, en la cárcel yo olía nauseabundamente, no tenía malos pensamientos pero pensaba en Dariell, en Mariela y en Carolus y en Betsabé, ¿qué habrá pasado con ella? Tantas mujeres que tuve. Pero sólo a Dariell amé y a Mariela.

Dariell se quitó la vida a los veinte años y Mariela me abandonó, yo realmente no recuerdo el modo de mi fenecimiento; Sin embargo, creo que fue un "cogoteo" en avenida Dorsal a la salida de mi casa por unos "pastabaseros" descompensados.

Los ángeles golpearon duro, Uribe clamó compasión:

—¡Hablamos de literatura!, sólo eso…

—Vosotros no debéis hablar, debéis pensar en Dios…

Los ángeles se marcharon, yo quedé con chichones, Uribe con el rostro descompuesto.

—Lee un poema mejor, pero uno de Pepe Casa de Castro:

SONETO DE AMOR

"Yo doy la vida por Dios

Y mi Dios da la vida

Por los pobres. Doy mi

Fe por amar al desamparado

¿Habrá castigo para el

Desarmado que "fornica"?

Yo habré de amar siempre

A mi familia. Tengo hijos.

Busco a Dios con desesperación;

Sin embargo, fallo en mi búsqueda.

La vida es dura para mí. Yo amo

A Dios; Y nuestro Padre me ama.

Yo doy testimonio de fe, de amor

Y de esperanza en los pobres. ¿Amar…?"

—¿Por qué estás en el Infierno?

—No quiero contar nada…

Llegan unos Arcángeles, nos llevan a una crucifixión, ¡oh, qué espanto, es Carolus!, "¡Sálvame, Francisco!" La encadenan y la crucifica, el dolor es intensísimo, "por ésta perdiste la razón", me toman de las axilas y me clavan", oh que espanto, Carolus está crucificada y yo también, "lee los libros del padre", Uribe nada habla, "Carolus, Carolus, ¡háblame!", Carolus ha perdido el sentido de la realidad.

Me sorprendo, en la celda ayuna mujer hermosísima, "¿eres un ángel?", "no, soy Dariell", "yo soy Uribe". Conversamos. Me habla de Francisco, está embriagada, le han condenado a una cárcel, han pasado muchos años y la vida tiene sus bemoles, me habla, recuerda y yo pierdo la conciencia, ya no le escucho, ella está enamorada de Francisco y Francisco está enamoro de…

—…Íbamos al bar Gentleman de estrilo inglés en pleno París, yo invitaba y por lo general él con dinero de Carolus, yo no fui mala, yo quería casarme, pero él me violó, allí, en medio de la galantería yo le insistía, "¿casémonos, casémonos?", pero yo tenía quince años, él llevaba tres mes en París y ya tenía dos amantes, la ciudad, ¿qué hacer en París, tres meses y Carolus le alimentaba y yo me enamoré fieramente, todos los días me amaba, Carolus jamás supo hasta que, me quité la vida, ¿ahora yo no sé dónde estoy?, ¿quién eres?

—Soy chileno y estamos en el Infierno.

—No quiero estar en el infierno, quiero estar en el Paraíso, ¿por qué estaré en el Infierno?

—Por tu mal comportamiento.

—Fuimos al Student bar en la calle Moufferlard; Y por allí vimos a Mariela con un tal Mollendo, medio miedo, me escondí, Francisco se escondió, corrimos a mi habitación y ex éxtasis fui suya pero no totalmente suya, éramos dichosos, ¿por qué me habrá abandonado?, no tuve otro hombre, sólo él… ¿Estoy en el Infierno?, ¿no?

—Sí, sí, estás en una cárcel… ¿Tú eres Dariell?

—Sí.

—Cuídate, que te pueden crucificar…

—…Carolus, perdóname…

Carolus no respondió…

MARIELA, HOY es lunes, es temprano, te invito a un bar de copas, me agradaría, en el barrio St. Michel, sé que me he portado mal; Sin embargo yo te amo, tomemos un taxis, almorzamos después o vamos a una cafetería, tomamos un café y… te vas a danzar con Mollendo, y yo a lustrar zapatos, estoy muy enamorado, te amo, quiero regresar a Chile y casarnos, formar familia, tener hijos, ¿te parece?

—No, no puedo, el sábado.

El sábado tengo que "acostarme" con Dariell…

—Bueno, el sábado.

Mariela me besó.

"Mollendo describe a Mariela".

Yo me fui a la Heladería Berthillon, esperé a Carolus, llegó, nos fuimos a un motel parejero y tuvimos "sexo" del mejor éxtasis que una hembra de quince años pueda concebir pero por…

Ya era experto.

—…Con Mariela fuimos a la Iglesia Sainte-Chapelle, Mariela danzó mágicamente, había ángeles por doquier, yo ya les identificaba, tenían la expresión triste y la ambivalencia en los rasgos, donaban dinero y batían las alas.

Mariela era danzarina y su pie izquierdo revoloteaba por los aires mientras el derecho tocaba tierra, su ritmo desgarrador y su esencia era volátil.

Mariela era danzarina experta, llevábamos reunidos mucho dinero, estábamos felices. Más dinero de lo común, los ángeles llevaban buen caudal, yo me di cuenta ya que soy un Puerto humano pero Mariela danzó con más fuerza, danzó hasta morir danzando, qué manera de bailar, con el pandero al rito de mágico acontecer.

Mariela era bella, tan bella como un atardecer.

Un señor francés murmuró:

—¿Eres española? —habló en francés.

Yo traduje.

—Ella es chilena, yo peruano.

—¿Hermosa?, ¿no?

—Sí.

Nos fuimos a la Iglesia Saint Sulpice, cerca de la calle Rennes, en el sexto distrito de la ciudad. Mariela ni siquiera bebió agua, había mucha gente, Mariela danzó y sus pies flotaban en los aires, cómo no admirarla, cómo no amarla, tenía en la piel el don mágico de la danzarina experta: su cuerpo era elástico y su sencillez de eucalipto, Mariela era bellísima, de cabello corto y de ojos almendrados y cafés.

—¡Eres linda! —gritó un norteamericano.

Mariela no se desconcentró.

—¡Eres bellísima!

—Es criolla, ¿no?

—No, es chilena.

—¿Qué es Chile?

—Un país sudamericano.

—Ah, sí qué es bella… Me enamoré… ¿Tienes dinero, padre?, yo no tengo.

—No, no tengo.

—Qué vergüenza. ¿Le pediré el teléfono?

—¡Tengo novio! —gritó Mariela, que entendía inglés.

Llegamos a casa, los Nevados aún permanecían en la zona roja, Francisco estaba duchándose, traíamos mucha hambre, cocinamos pescado. Yo cociné.

—Mariela —dije—, me voy más tarde a mi habitación, hoy has danzado muy bien, te felicito.

—Gracias, Mollendo… ¿Comamos?

—Bueno.

—Almorzamos.

Francisco nos saludó… Qué hermosa está Mariela y yo sin fuerzas para "fornicar", ¿qué haré?, sólo dormir…

—¡VIVA FRANCO!, pero bien muerto —gritó Pepe Casa de Castro Herrera.

Le clavaron un cuchillo.

Después de un año llegó a casa, la campesina murió en el parto, también el hijo.

—Margarita.

—Pepe.

—¿Estás vivo?

—Sí.

—¿No eres un fantasma acaso?

—¡Ven! Y te demostraré lo contrario.

Margarita quedó embarazada, nació Pepe de Castro, el poeta místico, doctor de la Complutense, que ha trabajado de barrendero que tuvo a una canadiense y a "otras" como concubinas.

—Qué rico es tenerte entre mis brazos, Pepe.

Margarita había ya tenido varios amantes, pero Pepe nunca lo supo, contraria a la mitología de Penélope. Margarita la cornuda y la "gorrera".

—¿Me amas, Margarita?

—Sí, sí, fui viuda y…

—¿Habrías sido viuda para siempre?

—Yo te honré y te habré de honrar—mintió Margarita.

Tuvo tres amantes: Juan, Jorge, Joaquín, todos con jota, no quedó embarazada pero, esa misma semana tuvo "sexo" con los tres, la duda me asalta, Pepe Casa de Castro, el poeta místico ¿será hijo de Pepe Casa de Castro Herrera?

—Yo te amo y siempre te amaré, eres mi adoración, mi poeta, ¿cuántos poemas me has escrito?, ¿qué te sucedió?, sabemos que Franco te mandó asesinar, no podrás salir de casa, cámbiate el nombre, un alias…

—Macho dominante —intervino Pepe el padre.

—No hay problemas, nos quedaremos en Madrid, ¿sigues trabajando de obrera?

—Sí.

—Con eso nos basta por un tiempo.

Se amaron toda la noche pero Margarita continuó frecuentando sus "J". De este modo es la vida, de un modo que no me agrada pero, esto que te cuento, Carolus, es secreto, ay, qué duelen estas espinas.

—Resiste, Francisco, resiste —Carolus habló y Carolus se enamoró nuevamente de mí.

MARIELA DESHONRADA

CAMINÉ POR avenida Dorsal, el basural en calle José Miguel Carrera era espeluznante, mi casa es como un castillo, muy hermosa, había una ciclo vía, pero la utilizaban las personas, caminé hacia la cordillera de la costa, pensando en París, en Dariell y en Carolus y en la loca de Betsabé, que al parecer me violó, no lo sé, no tengo la menor idea, sólo sé que quedó embarazada y al hijo le colocó Francisco y mi apellido, este me lo dijo Pepe Casa de Castro en una carta. ¿Qué sucedió? No tengo la menor idea.

—…Eres un "David", eres un "David" —gritó, desnudándose. Qué mujer tan bella. Yo no sé, olvidé todo…

Caminé por avenida Dorsal, un taxista habló con una niña llamada Pamela de trece años. Escuché la conversación.

—No tengo dinero, me ha ido mal, por un papel "confort".

El "confort" es la marca de un papel higiénico.

La niña acepto.

—Pero sólo una "chupada".

La niña se subió al taxis; Y bueno; Hay un alcalde comunista, hoy es martes 25 de junio del 2013, tengo que asistir regularmente al médico, no tendré hembra, estoy muy mal en Chile, debí casarme con Dariell, ya supe la noticia, no entiendo a Mariela, ¿"sexo" con su psiquiatra? Estoy desconcertado: por el basural, por la niña de trece años, por el taxista y por… por el mundo…

Yo no quise deshonrar a Mariela, quería amarla pero en París las "niñas" son bellísimas y muy cultas, ¿qué hacer?, ¿cómo padecer?

La vida tiene sus malas costumbres, yo amé intensamente y ahora camino por un desastre de país.

En París no lustré zapatos, Carolus me mantuvo, ahora en Chile me muero de hambre, no pude terminar psicología, estoy muy loco, estudio pedagogía, estoy por terminar pero los "paros" eternos de los estudiantes, por una educación más digna, por la gratuidad en la educación, yo pedí una beca y cómo soy muy pobre me la concedieron pero también pedí un crédito fiscal que tendré que pagar. Asco es Chile y peor el Perú.

¿Qué será de Mollendo?, me preguntó, ¿habrá intimado con Mariela?

¡Estoy deshonrándola!, ¡Estoy deshonrándola…!

—¡TÚ ERES Dariell?

Ella no haba calla: Yo tuve novias y psicosis ya que padecí de epilepsia. Imaginaba cosas, como una dama "catalana" que era mi novia y que viajaba en avión y ese avión era bombardeado por potencias Occidentales, que como mi apellido es vasco, yo tenía juramento con el pueblo vasco; y, en los aires, cambiaba la estructura del jet y los convertía en un jet de combate que se camuflaba como una nube y que viajaba a la velocidad de la luz y que cobraba un diez por ciento; Imaginé muchas cosas; las quiero callar porque me traen tristeza.

La mujer no habla, ¿qué será de ella?

—¿Te quitaste la vida?

—Sí, a los veinte años, estaba enamorada de Francisco.

—Esto es el Infierno, una cárcel, ten mucho cuidado, que si te portas mal te crucifican.

—Entiendo. Tienes el rostro descompuesto.

—Son los golpes, me han dado duro.

—¿Golpean los ángeles?

—Sí.

—Yo soy Dariell y soy francesa, ¿o era?

—Eras francesa. Yo soy Uribe y era chileno.

—¿Conociste a Francisco?

—Sí, lo conocí.

Las vida tiene sus cuitas y esta niña era bellísima, Dariell, qué nombre tan bello, yo tuve novias y estas novias, no todas fueron mías, esperé por muchos años a una catalana pero… ¡No quiero hablar!, ¡no quiero hablar!

—¿Conociste a Mariela?

—Sí, sí, la conocía.

—Francisco terminó con ella.

—¿Francisco?

—Sí. Bueno Mariela…

—¿Qué? —la voz era intempestiva.

—Chi, no grites, que vendrán los ángeles y te crucificarán a la piedra ardiente, ¡mira!, tengo tremendos orificios en las manos, ¡mira!

—No, no me muestres el horror del padecimiento, yo sólo amé, yo sólo amé.

—Contempla. Mete las manos.

Así lo hizo Dariell hasta conformarse.

—¿Así que eres chileno?

—Lo fui.

—¿Cuéntame cómo es Chile?

—No, no.

—¿Cuéntame por favor?

—Recoleta es un basural.

—¿Qué es Recoleta?

—Una comuna, allí vivía Francisco.

IGLESIA DE SAINT-GERMAIN-DES-PRES

Mendigos

AY DE mí, había allí gente triste, Mariela danzó con alegría; Y de esta alegría, nacieron flores. Yo me sorprendí por los mendigos; dimos todo nuestro dinero a aquellos más necesitados. Danzar para Mariela era traumático entonces, danzar y vestir de tul. ¿Qué significaba todo aquello? ¿La sabiduría? No tengo remordimientos, pero en aquella Iglesia vi pobreza.

—Mollendo —dijo Mariela—, marchémonos…

Caminamos por París.

—Busquemos a Francisco, ¿qué te parece?

—¿A Francisco? —yo sabía de las andanzas de Francisco.

—Bueno —dije.

Francisco ayudaba a estudiar a Carolus y Dariell le esperaba para amar.

—¡Mira!, allí está Francisco.

—No, no es él.

—Ah, verdad, ¿dónde estará? —preguntó Mariela.

…En un burdel… pensé…

Se esfumaba la realidad; Y la realidad era Saint-Germain-des-Pres, en la totalidad de su ser.

—Llueve intensamente.

—Es febrero.

—En Chile, febrero es mes de calor intenso. ¿Te acostumbras, Mollendo? ¿A otro clima? ¿A otra gente?

Mariela conversó sobre variados temas.

—¡Vámonos a casa!, llueve demasiado.

—Mañana saldrá el sol, creo.

—¿Tienes paraguas?

—Sí.

Desde el Infierno recuerdo lo que me contó Mollendo: Mariela caminando bajo la lluvia intensísima, Mariela cobijada de mí ya que yo no era su Quijote, Mariela en casa sirviéndose un té, Mariela viviendo la vida bella de Francia y yo contigo, Carolus. La vida era de eternidad, éramos jóvenes, perdóname, Carolus, yo te amé pero —Dariell fue mi pasión, la violé "rectalmente"; Y te das cuenta, ahora, estamos clavados en cruz. Hay que tener mucho cuidado, vienen los ángeles y te desclavan y te dan de cadenazos hasta que te desmayas, tienes el rostro desfigurado, Carolus, ¿y yo?, ¿yo?, que era un "David" según Betsabé, la mujer de Pepe Casa de Castro, se me entregó; Yo no lo pude evitar: Se me entregó, ¿y?, qué hacer?, pero no recuerdo mucho de aquello, Betsabé me secuestró, me llevó a un hotel parejero y me violó, ¡oh!, yo no gocé, fue violación, ¿dónde estará Betsabé?

Mariela se sentía deprimida, llegué temprano a casa, completamente mojado, llegué en taxis, mentí:

—Fui a un hotel, no recuerdo el nombre y mira.

La cantidad de dinero era impresionante, tú medabas demasiado. Carolus, ¿qué hiciste de mí? Ahora estoy en cruz en el Infierno. Yo, yo, que lustré zapatos hasta que llegué a París.

La vida es dura; Y, la dureza, es vida eterna. Yo estaba loco.

Hüghüa[103]en la víspera de la locura de amar. LLgühág[104]¡Carolus amada!, tienes el rostro desfigurado, tienes el alma podrida, ¿qué sucedió, si nos amamos a morir…?

Yo/te/amé/y/mía/fuiste/en/París.

La desigualdad es atroz, Dariell también está en el Infierno pero en una cárcel, estás con un tal Uribe. ¿Se podrá tener "sexo" allí? Uribe tiene el rostro desfigurado de tanto que le que han golpeado.

—¿Por qué estoy en el Infierno?

—Porque te gustaba el "sexo anal". Está prohibido por Dios.

—Lo ignoraba, lo ignoraba, quiero salir, quiero llegar al Paraíso, ¿podré?

—No, jamás.

—¡Oh!, no…

Mariela se sintió tranquila, yo era fiel y trabajador, Mariela era mayorcita pero aparentaba dieciséis, Mariela tenía el rostro bello pero las francesas sí que eran bellísimas, dulces, "fornicias", yo realmente estaba enamorado de Dariell, ella sí, que era bella y muy estudiosa, llegaba a su habitación, y, sin pensar, la desnudaba y besaba todo su cuerpo, absolutamente todo, Carolus jamás lo imaginó, Carolus y Dariell eran íntimas amigas.

—…Perdóname, Carolus…

—¡Sácame!, sácame de aquí.

Mariela me reprendió:

—Estás todo mojado, dúchate, yo te daré masajes. Tuvimos "sexo" a nuestro modo.

Mollendo durmió; Y tarde pero muy tarde los Nevado llegaron, venían cansados, el vicio de la zona roja los tenía estúpidos. Quería casarse con las "zorras" pero el casamiento entre Nevado y "zorra" estaba prohibido, sólo era "sexo" en París.

Acaricié los pies de Mariela y los basé, eran unos pies tiernos, subí por su cuerpo, ¡allí!, en su feminidad, me quedé contemplando su rostro compungido. "Te necesito, hazlo más seguido", tres hembras y una que me violaba, ¿qué hacer?, me drogué con cocaína, Betsabé la consiguió, creo que la "penetré""vaginalmente", pero sólo es una creencia. Cuando los "Ángeles de Fuego" me interrogaron y me condenaron al Infierno, ¡Carolus!, yo indiqué que era casto.

—…Cómo qué casto, degenerado, al Infierno por hipócrita…

Lloré y lloré.

—Yo jamás pude olvidarte, ese fue mi pecado.

Mariela perdió la noción del tiempo.

—¿Quieres "sexo" real?

La giré y la "penetré".

No pudo resistir. Olvidó todo, porque llevábamos toda la noche "fornicando".

Llovía intensamente, éramos jóvenes. Me levanté de madrugada. Betsabé me esperaba en casa de Pepe Casa de Castro. Allí mismo consumamos nuestro amor pero por…

No recuerdo si fue "vaginal", estaba demasiado loco.

Quiero comer sandías, estoy perdiendo el juicio, no me den más cocaína, son demasiadas mujeres, ¡basta!

Betsabé es huhu[105]en ghwkqu[106]y, como una bestia arremete, mientras el novio duerme en su propio departamento.

—¿Quieres que te grave?

—Eres un "David". Ya tuve uno latino, pero no tan "fornicio" como tú. Y soy canadiense y poeta, quieres que te murmure un poema, y más tarde tú podrías "penetrarme" por aquí…

La canadiense te "masturbó" en mi presencia.

—¿Acabaste?

—Sí, pero quiero más…

HUELES A "ESPERMA"

"Yo doy mi feminidad

Por oler tu "sexo".

Yo soy hembra

Y quiero gozar.

Ábreme las carnes

Que padezco

Como padece la luna.

Tú eres un cometa:

Arremete mi "clítoris"

Y rompe mi "himen".

Tengo trece años

Y ya no quiero ser casta.

Dadme vida y yo te daré

"Semen" en mi ropa…"

—Es ardiente tu poema. ¿A qué hora se despierta, Pepe?

—A las once de la mañana.

—Son las nueve, me tengo que marchar.

—Espérate, quiero hacerte algo especial.

—Ya verás que quedarás cansado. Ya no ames a Dariell, ni a Carolus ni a Mariela. Arranquémonos a Canadá.

—Lo voy a pensar, ¿te parece?

—¿Me estás grabando?

—Sí, es pornografía. Después me "masturbo" cuando no estés. Es que, tengo un amante, un brasileño. Es un "David", pero tú eres más bello… Se está despertando, Pepe, márchate.

—¿Cuándo te vas, mañana…?

—Ah, ya —dije, agotadísimo.

—¿No habrás quedado embarazada?

—No hubo coito, sólo "sexo", dame un beso y adiós…

Nunca más la volví a ver.

—…¡Desgraciado! —gritó Carolus.

—Allí vienen los ángeles, callada.

—¿Qué sucede?

—Estamos conversando.

—No digan improperios, vosotros se amaron, estarán en cruz un millar de años.

—Señor, yo no quise pecar, era laica.

—Ya ves, existe Dios.

—¿Me pueden sacar de la cruz?

—Por supuesto, gánate esa venia.

—¿Y Dariell?

—En una cárcel con Uribe.

—¿Y Mariela?

—En el Paraíso.

—¿Y la canadiense?

El ángel no quiso responder.

PEPE DESPERTÓ y Betsabé estaba en la ducha, le dolía todo el cuerpo, se durmió profundamente. Pepe se sorprendió. No imaginó que su amigo Francisco había estado en su departamento toda la noche "fornicando". Pepe había abandonado la cocaína pero, tuvo serios problemas, quería retomar las clases y no continuar de barrendero. El viaje a París lo había costeado la "pornografía" (pero Pepe ignoraba esto).

—Hay que marchar.

—Sí, pero voy a dormir, no pude en toda la noche, tuve mucho miedo.

—¿Miedo de qué?

—Miedo de que me abandones como abandonaste a Cecilia Torres.

—¿A Cecilia? ¡No!, ¡no!, yo estoy enamorado de ti; te fuiste a Canadá y volviste y me engañaste, pero, ya todo ¿culminó?

—Sí.

Betsabé no alcanzó a conversar, se durmió profundamente, olía a Francisco.

—¿Qué olor tan extraño? Olor a Hombre… Betsabé, Betsabé, ¿dónde estuviste?

Betsabé no respondió.

La vida tiene sus sentencias, la vida tiene sus incógnitas, la vida tiene sus caricias en los labios, la vida tienes sus despechos: Betsabé tenía a su "David" brasileño y a su Francisco, que le había hecho gozar al máximo en una despedida de amantes con cocaína. Betsabé dormía profundamente: soñó en orgías perpetuas con ángeles que la golpeaban y ella acababa, "sexo" era su mente", "sexo", nada más que "sexo".

Betsabé despertó. Las maletas estaban preparadas.

—¿Dónde estuviste? —le preguntó Pepe.

—Por allí.

…¿Se habrá acostado con otro hombre?

Pepe no quiso indagar. Pepe con Betsabé volvieron a Madrid. Pepe Casa de Castro a volvió a leer sus poemas en la plaza Tirso de Molina, ya que el trabajo de barrendero era demasiado oneroso.

—Vamos, qué es tarde.

Betsabé ardía.

—Espérate.

Betsabé hizo de las suya y Pepe gozó en París. Betsabé era ninfómana. Colorina, ojos verdes, bellísima, pero…

POBLACIÓN LA VICTORIA

Viejos

ALLÍ, HAY podredumbre, viejos que cuentan historias: protestas, sacrificios humanos, no hay libertad, asesinatos, desaparecidos. Los viejos no tienen dientes, las casas son bellas pero con olor a pobreza. La libertad no existe, sólo la pobreza. Hay que parir hijos para escapar a la delincuencia. Vivir es la vida; Y, la vida, es vivir.

—Allí viene el demente —dijo un viejo. Me sentí pésimo.

Conversaron entre sí.

—¿Qué haces en población La Victoria?

No supe que responder.

La vida es inoperante: un viejo cartonero, muy bien vestido, alimenta a su familia, conversan:

—Tengo tanto sueño, me agradaría un café.

La vida tiene su limitancia, su infinito ardor.

—Yo tengo "choca", pero es té.

—Convídame.

Los viejos se enamoran de la vida; Y la vida, se enamora de los viejos. Cuentan historias sobre las "protestas nacionales", "los "pacos" mataban personas como los "milicos"; miles de personas en las calles; nosotros éramos jóvenes, luchábamos; a mí me mataron a una sobrina; el balazo le destrozó la cabeza, estaba en su casa, ni siquiera participaba de las protestas, ¿cómo se llamaba mi sobrina?, no lo recuerdo", viejos inmundos de pies a cabeza.

—Francisco, te contaremos historias, ven, asiento y conversación.

Me senté.

—¿Qué sucede, Francisco, con tu rostro?, estás magro.

—Es que, he perdido a mi novia.

—Yo tengo una hija, te la presento.

—¿Cómo es?

—Morenita, de ojos negros y gordita.

Me la presentaron.

—Ella es Betsabé.

Enloquecí de rabia.

—Betsabé González, tres hijos, sin marido.

Le saludé.

Ella me besó los labios.

Dulce fiambre de las estaciones otoñales. Tengo que escapar, volver a París, pero, ¿cómo? Mariela me abandonó definitivamente, ¡Mariela!, qué bello nombre…

Wsaquó[107]como si nada fuera perfecto…

La vida es locura, once de septiembre del dos mil uno, dos instantes de narración, hospital psiquiátrico, contemplando la destrucción de las Torres Gemelas.

—…Soy Betsabé González, bésame…

Nos amamos mientras los viejos ríen.

—Estoy con la menstruación, ¿no te importa?

Huyo de los viejos que ríen como locos. Betsabé González es paranoica.

La virtud del amor, es la virtud del viejo que ama, la virtud de las posibilidades de que cambien con el ser, la vida es enigma que nos asombra, yo estoy asombrado de los viejos, nada les importa, ellos fueron apaleados durante la dictadura, "¿te acuerdas cuando sólo había té de almuerzo?", la vida es un descollar de las emociones, la vida tiene su singularidad de vivir, la vida no es etérea, la vida es un sesgo del mal nacer, yo vivo, yo amo, esta es la incógnita, ¿quién habrá de amarme?

—Mi enamorado se marchó —murmuró Betsabé González.

Un viejo rió sin dentadura, gritó como un enajenado:

—¡Francisco!, aquí tienes novia…

La barbaridad del nacer, la barbaridad de población La Victoria, la barbaridad de los conceptos, la barbaridad del vivir. ¿Qué es la muerte?, ¿qué es la ignominia de los sentidos? Recuerdo la mansión donde vivió Mariela, el padre nos sirvió pastelillos y café, ¡Vitacura!, decencia, población La Victoria, lucha descarnada por el vivir.

— ¡Francisco!, ¡te amo…!

Las dificultades eran de asombro, había lozanía en Betsabé González pero, yo tenía perspectivas, quería estudiar, ¿qué hacer con mi vida?, vagabundeaba, buscaba experiencias, no quería regresar a mi casa, pero tuve que regresar a mi castillo, población La Victoria significaba la lucha descarnada por sobrevivir, avenida Dorsal, el pudridero, y la ignorancia.

— ¡Te amo, Francisco!, ¡te amo…! —gritó Betsabé al marcharse de Francia.

DARIELL NO se humilló, Carolus me mantenía y Mariela era mi novia. Con Dariell recorríamos las calles de París tomados de la mano, Dariell estaba enamorada, yo también, pero, ¿de las tres?, ¿a quién amaba más? Invité a Dariell a recorrer la rivera del Sena, fue bello aquello; ¡El Sena y Dariell! Con tan sólo quince años.

— ¿Me amas? —preguntó Dariell, al tiempo, que su fisonomía se esfumaba entre los pastizales y entre las barcazas.

—Sí, te amo.

—Cuando sea mayor, ¿serás mío?

—Tienes que terminar la carrera —dije—, ya hablas castellano muy bien.

—Es que, te amo —Dariell me besó.

—No puedo estar mucho contigo, hoy es domingo, habrá comida familiar.

— ¡Bésame!, ¡bésame entonces!

Nos fuimos a su habitación y nos amamos. Esto que te cuento, Carolus, no es para mortificarte, yo también te amé…

Mariela me amonestó.

—Llegas tarde.

No me había bañado, olía a Dariell. Estaban el Nevado. Mollendo había cocinado.

—Disculpa. Mucho trabajo.

— ¿A qué hueles?

Los Nevados se miraron entre sí.

—A pétalos, estuve cerca de un jardín.

—Ah, qué lindo.

—Me baño y almorzamos.

Los Nevado hablaban de la zona roja pero Mariela los hizo callar.

—Hoy es domingo y es día de Dios.

Mariela era muy tierna. ¿Qué será de ella?

Mollendo cocinó pastel de papas, ensalada, yo me duché, qué olor tan magnífico de Dariell, me excité al máximo, haría el amor con Mariela.

— ¿Quieres más pastel? —me preguntó Mariela. Los Nevados se habían retirado de la mesa. Mollendo también.

—Te quiero comer a ti.

Mariela se sonrojó.

—No podemos, no estamos casados; ¿o sí, porque dormimos juntos?; pero yo quiero ante Dios; pero… —Mariela se turbó—, pero si quieres nos besamos…

Qué magnífica opulencia de todos los sentidos, cómo no amarte, Mariela.

La vida era trémula, la vida era de sensación táctil, la vida era de comernos los unos a los otros.

Recordé a Dariell y mi excitamiento fue atroz.

—Eres tan bella…

—De pronto traes olor a mujer —me indicó Mariela.

—Es por el lustrado de zapatos —mentí.

—Ah —Mariela también tenía su secreto.

…Betsabé, no quiero por favor, puedes quedar embarazada, Pepe es mi amigo, ¡no quiero!, me estás violando…

—…Es que eres, exquisito…

Olor a Mariela, olor a Dariell, olor a Carolus, olor a Betsabé, la canadiense, olor a mujer, olor a hijos que pronto vendrían al nacer.

No tuve hijos, ¿o sí?; Ahora estoy clavado conversando, con Carolus…

—LA ZONA roja es estupenda, Mollendo, es carísima pero, Mariela te podría dar dinero, nosotros te llevamos, todos los días, yo ya tengo mujer, tiene trece años y es mía, de nadie más.

—La mía tiene quince.

—Y la mía, dieciséis.

Mollendo pensó pero se abstuvo.

—No, yo no, yo estoy enamorado de Mariela.

Los Nevados temblaron. Escuché la conversación. ¡Carolus!, despierta…

—…Es que, hiede, ¿dónde estamos?

—En el Infierno…

…Hay vida en mí, pienso, Carolus era bella, ahora está clavada, podríamos enamorarnos de nuevo y ascender al Paraíso, "Carolus, yo te amé, ¡Carolus!", "no soporto el dolor, no lo soporto", wüóp[108]en whühy[109]

—…¡Carolus!, ¿aún tienes los ojos azules y eres rubia?, no te veo.

—Sí, sí, tengo aspecto de quince año, ¡desclávame, Francisco!, para que me hagamos el amor como Dios manda…

—¿Por allí? No quiero pronunciar palabra alguna que deshonre a Dios… Vienen los ángeles y te masacran…

—¡Sí, sí, ahora podremos, no tengo inconveniente, fui infeliz, te amé pero, fuiste deshonesto! ¿Por qué Dariell?, era mi mejor amiga, te acostabas conmigo y con Dariell y con Mariela; y ¿con Betsabé?; es mucho, ¿no?

—Ahora estamos clavados en el Infierno, por no casarnos.

—Casarme contigo, imposible, yo era aristócrata, era millonaria, te ayudé, pero Dariell, ¿acostarte con Dariell?, eso no te lo perdono.

—Tienes que perdonar, podemos salir de aquí, podemos vivir juntos en un cárcel, podríamos amarnos si los ángeles lo permiten, ¿dónde estuviste antes?

—Es que, yo morí muy longeva.

—¿Cuándo?

—No lo recuerdo, más de cien… ¿Nos pueden llevar a una cárcel?

—Sí, sí, sólo hay que portarse bien. No increpes, ¿te duele mucho?

—Me duele todo el cuerpo… ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

—Un par de horas nada más…

—Yo te amé, Francisco; Y me entregué; pero, lo de Dariell fue terrible. Se quitó la vida por amor. ¡Por tu amor! Debiste casarte con ella.

—Es que, en Francia me golpearon los policías, estuve preso, esto es secreto, me gritaron "sudaca", no le digas a Dariell, podemos salir de la crucifixión, podemos…

—¿Quién te gritó "sudaca"?

—Un policía.

—¿Por eso escapaste de Francia?

—Yo amé a Dariell y te amé a ti, pero tú estabas de novia… ¿Te agradó ser mía?

—Yo te amé toda la vida, y te sigo amando.

—Eso, con el amor que nos tuvimos podemos salir de aquí.

—Yo fui esquizofrénico.

—¿Qué?

Carolus se desmayó.

Los ángeles tuvieron piedad. Nos desclavaron.

En un cárcel Carolus y en otra cárcel yo.

—Si se aman, búsquense…

La cárcel olía a fragancia.

—¡Carolus!, ¡Carolus, despierta!

—¿Qué sucede?

—Ya no estamos clavados —dije.

—¿Dónde estás?

—Junto a ti.

—La puerta está abierta, ¡ven!

—No, no, ven tú, aquí hay dos literas, podríamos conversar.

—¡Carolus te amo! Déjame bañarme, hay una ducha, me lavaré el rostro, tengo las máculas de Cristo.

—Yo también, Francisco, yo también… ¿Me prestas tu ducha?

—Ven y báñate. Aquí permaneceremos por siempre…

Carolus se desnudó, yo la contemplé.

—¿Estoy hermosa?

—Sí. Pero no tengo lívido.

—Yo tampoco —respondió Carolus—. ¡Ámame, Francisco, ámame…!

…Los viejos destentados de población La Victoria, esta Betsabé González, "pastabasera", sin dientes, tres hijos, esta Betsabé se enamoró de mí y quiso violarme, es gorda y muy fea, pero, el marido que murió asesinado por militares quiere rehacer su vida, los viejos ríen, ¡huyo!, ¡huyo!, de población La Victoria…

—No te escapes, Francisco, tengo experiencia "sexual", serás feliz en la "cama…"

Los viejos ríen, les agradan las bromas.

DARIELL ENAMORADA

Caminantes

ERA FELIZ con Dariell, más que con Mariela, Dariell estudiaba mucho, yo iba a su habitación después de estar con Carolus. "Sexo" en París. Vivíamos muy bien, en una residencia para estudiantes.

Caminábamos con Dariell por las calles pero yo ya… Estoy medio loco, estoy perdiendo la cordura, veo ángeles por doquier, no quiero ver ángeles, quiero ver personas…

Hkwz[110]como un farol sin luz.

Yo/deseo/paz/y/amor.

La luz es deleznable, y opaca la luna, la luz es de Dios y yo quiero vivir en Dios pero, ¿qué me sucede? Hay demasiadas bellas damas, yo no soy un "David" como gritó Betsabé, la canadiense. Soy francisco.

—¿Me amas? —habíamos concluido el acto del amor.

—Mariela, yo quiero casarme contigo —mentí. ¿Por qué no abandonarla y quedarme con Dariell? Ella era guapa pero, menor de edad.

El flujo de la vida, el flujo de la "maternidad", el flujo de las vísperas de la solicitud de amarse, las vísperas del dolor de parir, yo amé a Mariela con todo mi ardor pero… vosotros ya sabéis…

Me incorporé, era bastante temprano.

—Salgamos a caminar.

—No, no estoy muy cansado.

Pensé en Dariell. Fui a su habitación, con desliz de hombre que tiene tres mujeres.

—…¡Eres un "David"!, ¡eres un "David!" —gritó Betsabé, la desdentada en población La Victoria.

Toqué la puerta. Abrí, Carolus estudiaba, Dariell se sorprendió.

—¿Qué haces, Francisco? —preguntó Carolus.

—Te buscaba —mentí.

—Entra —dijo Dariell, sonrojada. Carolus no se dio cuenta.

…Este hombre mío, entra a las doce de la noche, pensó Dariell, si Carolus se entera, me mata.

Le amo con intensidad, le adoro, es un "macho" dominante, un latino…

—No quiero interrumpir.

—No interrumpes —dijo Dariell—, estamos estudiando filosofía, ayudo a Carolus.

—¿Puedo?

—Sí, siéntate.

Me había duchado por precaución. Dariell era celosa.

Recordé avenida Dorsal y su delincuencia.

—¿Te agrada la filosofía? —preguntó Dariell, para tranquilizarse.

—Mucho, quiero estudiar psicología.

Carolus se nubló.

—No puedo estudiar más. Acompáñame, Francisco.

Dariell se echó a llorar.

—¿Qué sucede? —preguntó Carolus.

—No, nada, me emocioné por la filosofía decadentista.

—Quiero aprender un poco con Dariell, es tarde, acuéstate.

—Bueno, cuídalo. ¿Tienes dinero?

—Sí.

—Mañana a las ocho, en la universidad.

—Allí estaré.

Nos desnudamos raudos y…

—…Betsabé González fue tomada presa, intento de asesinato.

Los viejos ya no rieron. Una más en "cana".

—Salgamos a caminar.

—No, no —dije, tienes que dormir.

—¿Tienes cocaína?

Dariell era muy hermosa para convertirse en drogadicta.

—No tengo —mentí—, Betsabé, la poeta canadiense me había inoculado estupefacientes por un año.

—"Métemelo" por todas partes si quieres.

El "sexo" fue estremecedor.

—Pero, no por la "vagina" que puedo quedar embarazada.

La droga sí que es trivial, la tuve que abandonar, a Dariell y a Carolus. Abandoné París después de una paliza policial.

—Drogadicto infecto, "sudaca".

Salimos a caminar. Hasta las tres de la madrugada. Nos abrazamos; Y, allí, en la plaza de la Sorbona, nos desnudamos.

—Toma, aquí tienes droga, para que tengas fuerzas.

No quiero relatar por pudor, pero Dariell era devoradora.

La amé intensamente, la amé, más que a Mariela, más que a Carolus, más que a Betsabé, que me violó (nada recuerdo de aquello), me violó, eso.

A Dariell le fue estupendo en la prueba y a Carolus también, era lunes, me "comí a Carolus y Carolus me dio dinero", "¿te acuerdas?", "no, no me acuerdo, sufrí mucho en mi matrimonio", ¿a qué edad falleciste?, "a los cuarenta y cinco, creo, unos delincuentes me asesinaron?", "lo lamento, habríamos sido felices, ¿a quién amaste más?, "a las tres, hubo otra", "¿otra?", "una tal Betsabé, una poeta canadiense, ¿no te acuerdas? Me sé un poema de memoria pero es un tanto erótico", "deja bañarme y me los cantas", "es que, yo no sé cantar, es un soneto un tanto subido de tono, le pediré permiso a los ángeles, ¿ya?", "¿podremos hacer el amor", "no creo, sólo conversar, yo te cuento mi vida, y tú me cuentas tu vida", "no, Francisco, no quiero contarte mi vida, fue un fiasco", ¿tuviste hijos?", "era estéril", "oh, qué pérdida de tiempo", "me volviste estéril tú, yo te amé, yo te amé y sufrí horror, Dariell era mi confidente, ¡ven!, dame, un abrazo", "báñate primero, apestas", "bueno".

…Caminantes con Dariell: la invité a un café, Jess"Café, cerca de Louvre, nos besamos, "¿me amas, Dariell?", "estoy loca por ti", "pero yo soy latino", "no importa, no importa, seré doctora en filosofía y viviremos juntos, ya estamos casados, sólo falta el civil".

Oh, qué terrible, ¿casarme?, pero, si yo quiero casarme con Mariela.

Dariell de mi corazón, ¿dónde estás?

Dariell conversa con Uribe.

—¿Así que fuiste escritor?

—Sí. ¿Y por qué tienes el rostro desfigurado?

—Por los golpes de los ángeles.

—Aquí ayuna ducha. ¡Desnúdate!

—No, no, me pueden crucificar.

—Yo no miro —dijo Dariell.

Uribe se duchó.

—Ahora sí que tienes el rostro hermoso. ¿Eras poeta?

—Escritor, ¡escritor!, poeta, novelista, cuentista y trovador…

—Dame un beso, tengo ganas de hacer el amor. Soy casta.

—¡Qué!

No describiremos el deseo; ya que Uribe se enamoró y Dariell también.

Llegaron unos ángeles.

—¿Vosotros os amáis?

—Sí.

—Salid del infierno e id al Paraíso. Vos sois un poeta y un poeta debe de residir con Dios.

—Gracias.

—Dariell, ¿lo aceptáis como marido?

—¿A quién?

—¿A Uribe?

—Sí, lo acepto.

—Id, id, y sed felices…

MOLLENDO HABLA CON UN CURA

Amor a Mariela

—ME QUIERO confesar. Soy peruano y adoro a una "niña". Es pecado yo sé.

—Entonces no pequéis.

—¿Qué hago?

—Sed prudente.

—¿Qué edad tenéis?

—Más de cincuenta y siete.

—¿Y la "niña"?

—Un poco más de dieciséis.

—Es pecado, hijo, es pecado…

—Me voy a santificar, padre, lo prometo.

—Id con Dios…

…Tan hermosa que es, con su figura plástica pero es de Francisco pero Francisco tiene a Dariell y a Carolus. No puedo contarle nada a Mariela, moriría de tristeza, ¿qué hago?, estoy enamorado, tenemos que marcharnos de París, pero sólo llevamos tres meses. Oh, qué espanto…

—Mariela, hoy no dancemos, estoy cansado.

—Iré sola, no te preocupes.

—En fin…

Mariela danzó estupendamente en la Iglesia San Eustaquio.

Yo amo a Mariela, Y, en los pensamientos, se difumina mi alma: Yo soy un puerto peruano que está "mochileando" con Francisco y con tres Nevado. La vida es agresiva para un peruano en el exilio. La vida es un sufrir cuando el amor nos golpea el pecho. Francisco es "gorrero" y Mariela inocente. ¿Qué hacer?, Francisco me mata si hablo. Los Nevado gastan todo el dinero en la zona roja. El dinero de Francisco y el dinero de Mariela costean el hospedaje y la comida. ¿Qué hacer?, estoy enamorado…

La vida en Perú es bella pero esta chilena me tiene el mate destrozado, estoy enfermando de amor, moriré, tengo que declararme, pero sí sabe Francisco me mata, el curita ya me previno, pero, estoy enamorado, oh, qué espanto, ¡Mariela!, ¡Mariela!, mi amor es puro.

—Mariela, ya no podré acompañarte más.

—¿Por qué?

—Me enamoré de ti —digo.

Mariela se desmaya.

Llega Francisco.

—¿Qué sucede? —pregunta Francisco.

—Estoy enamorado de Mariela.

—Estúpido.

Francisco me destapa las narices.

—¡Disculpa!, ¡disculpa…!

—Mariela, ¿estás bien?

—Sí, sí, ¿tendrás que acompañarme tú ahora?

—Sí, yo te acompañaré…

—Pero, los sábados descansa, los sábados serán míos.

—Bueno, bueno, patea a Mollendo, intentó violarme, lo eché de la casa, no sé qué habrá de suceder con él, lo eché a patadas.

—Gracias, te amo, llévame a la cama, que quiero dormir…

— ¡Peruanos infectos!

—Echaré también al Nevado.

—Sí, échalos.

Peruanos, raza de malditos…

MOLLENDO COMIENDO BASURA

Los Nevado en la Cárcel

— ¿NO TIENEN dinero para pagar?, llamen a la policía.

La zona roja es…

MOLLENDO COME en los basurales. Son deportados los peruanos. Sólo quedo yo y Mariela en París.

LOS PERUANOS se refugian en su embajada.

MARIELA DANZÓ en las Iglesias y visité a Carolus y a Dariell los sábados, "entiende, Dariell, no puedo más, tenemos que vivir, no quiero que Mariela sufra".

La danza era perfecta, de simbolismo, de amargura por los amigos peruanos, de vida imperfecta, de solidaridad, "¿cuánto has ganado?", "no sé".

Carolus me ayudó pero a escondidas. El amor era de adolescentes, el amor participaba de todo encuentro carnal, besos, sólo besos con Mariela y con Dariell pero "sexo" con Carolus.

—Eres un buen amate, ¿no te puedes duchar?

—No, sólo me lavo.

Marchaba al cuarto de al lado, a tres metros, ¡los sábados!, de Dariell e intensamente la besaba, cómo no amarte Dariell…

…Estoy loca por Francisco, yo le amo, yo le adoro, ¿qué hacer? Estoy volviéndome loca de amor. Quiero, quiero, pero me estremezco, necesito llegar virgen al matrimonio, mis padres me matan si quedo embarazada, ¿qué hago?, Mariela me lo quiere quitar y Carolus es mi amiga, la mejor, pero ya no tanto, se "come" a Francisco y Francisco me ama, ya no soporto, ya no soporto, ¿qué hacer?, quiero más pero tengo que contenerme, ayúdame, Padre mío, ayúdame a no ceder…

Yo vivo y estoy sola, ¿qué hará Francisco con Carolus?, es un secreto, ¿qué hará?, yo creo que la viola, Carolus no quiere hablar, dice que es casta pero…

Yo no quiero pensar, mi Francisco es latino y los latinos son ladinos. Oh, qué espanto, qué estoy haciendo, ¿enamorarme de un "sudaca"?, no, me mato si Francisco se escapa de entre mis brazos, ¡te amo, Francisco!, y no me importa compartir tu cuerpo de "David".

¿Eres mío? Sí, babearme el "sexo" hasta perder la conciencia, pero no me violes, no, por favor, no me violes, ay, ay, que duele por atrás…

Este desgraciado es muy ardiente, cinco veces ya van por el…

Quiero callar, no quiero irme al Infierno.

Yo lo amo, eso es todo…

Lo deseo, pero quiero casarme por el civil de blanco, no de negro, ni quiero quedar embarazada, tengo quince años. Soy Dariell, la hembra de…

—… ¿Dancemos en la plaza de la Sorbona?

Pienso en Dariell, en Carolus no. Yo amo a Dariell pero Carolus me da "sexo" descarnado por el…

—No, no.

—Sí, sí.

En fin, Mariela es terca. Llevamos cinco años de vagabundear.

Han llegado peruanos del consulado, los Nevado piden perdón, Mollendo también.

— ¿Aceptas, Mariela?

—No, no.

—Démosle una oportunidad.

—Nada de zona roja y que Mollendo se santifique.

—Mollendo te escribió una carta.

—No, rómpela.

—La voy a leer más tarde. Si los aceptas, yo podré volver a mi trabajo, quiero conocer Roma y Berlín y volver a casa con dinero para culminar mis estudios y convertirme en profesor y también en psicólogo. Necesitamos a Mollendo. El Cónsul le ha buscado trabajo al Nevado en el consulado, de carteros.

— ¿De carteros?

—Sí.

—Pero ellos quieren vivir con nosotros.

—Bueno, acepto, lee, la carta.

"Yo me enamoré de ti, pero no quiero intimar, eres como una hija, yo cuidaré de tu honra, hable con un curita; y el pecado me ronda, te cuidaré, ¡lo juro!, te cuidaré con mi vida.

Mollendo Tapia".

— ¿Tapia?

— ¿Qué extraño? ¿Está el cartero allí?

—Sí.

—Hazlo pasar.

La vida es continuar la amistad a pesar de las fronteras y del idioma: Francisco, que soy yo, actúo mal, ya que tengo tres mujeres, Y, creo, creo sinceramente que la poeta canadiense me violó: ¿seré padre de alguna criatura? ¡Oh, qué espanto!, perdí la virginidad. ¿Qué dirá de mí Pepe Casa de Castro que me entregó los textos de su padre? No le pude advertir, tengo que ir a Roma, yo soy común, ¿qué tendré que Dariell se enamoró?, ¿qué tendré que Carolus me da de Comer?, ¿qué tendré que Mariela no me abandona?, las tres hembras no me permiten la penetración "vaginal" (pero Betsabé, la poeta canadiense: ¡ella!, ella me dio cocaína y me ¿violó? Me ardía mi "sexo" y olía a madreperlas. Oh, qué espanto, seré juzgado, pero, pero, yo, yo, yo soy ateo, ¿y los piratas ángeles? ¿Qué?, ¿existirá Dios? De existir estoy "frito", ¿me iré al Infierno? Yo no quería acostarme con Betsabé, ella, insistió, ella gritó con vehemencia "métemelo por el "ano" y por la "vagina". Me inyectó estupefacientes y fui suyo durante toda una noche mientras Pepe Casa de Castro dormía en la habitación contigua. Yo perdí la noción del tiempo. Me tengo que santificar. Yo…Whyüóp[111]como si fuera un condenado a morir en cárcel de Dios… Disculpen las groserías. Estos recuerdos son de viaje, no de pornografía…)

—Condesa.

Mariela le miró con recelo.

—Necesitamos de su ayuda.

—Qué se vengan pero que se porten bien. Nada de zona roja y a reunir dinero, que en dos años partiremos a Berlín y más tarde a Roma y en avión a casa. ¿Le parece? ¿Usted es peruano?, ¿cierto?, yo soy millonaria, y no me agrada la zona roja.

—Le prometemos que…

—No me prometa nada y que vuelvan. Y no soy Condesa. Me llamo Mariela Natalia Ruiz de Avemaría. Y me enamoré de Francisco a los dieciséis años. Soy danzarina. Necesitamos dinero. ¿Entiende?

El cartero acató las palabras de mi enamorada.

— ¿Me amas?

El cartero se turbó.

— ¿Amarla?, ¡Chile!, de perfectas curvas. Soy poeta.

—Usted es muy buen mozo pero yo tengo macho y mi macho me defiende. Que Mollendo Tapia tenga cuidado, porque de lo contrario, habrá sangre

—Sí, entendemos, pero, ellos…

—No me importa nada —interrumpió Mariela—, que se porten bien.

El cartero se marchó.

—Marchemos, quiero danzar toda la tarde.

— ¿Dónde?

—En la Sorbona.

Tal cual fue…

Divisé a Dariell, que lloraba.

—DARIELL, ABRE la puerta —murmuré. No me había "acostado" con Carolus que estudiaba. Dariell estaba enojadísima.

Dariell abrió, le expliqué el asunto, "yo soy chileno y Mariela es virgen como tú", "yo ya no soy tan virgen, me has violado cinco veces", "¿quieres que te viole hoy?", "¿has estado con Carolus?, entra, nos duchamos y me violas", quieto en la oscuridad, Dariell fue mía, la quietud prolonga los espasmos, a Dariell le obsequié un crucifijo con la estrella de David (¿Otro?). "Toma, para siempre me recuerdes", "no, no, no puedo aceptarlo", "es tuyo, yo te amo pero…", ¿Mariela?, ¿no?, "no puedo abandonarla, moriría, la pueden violar los peruanos, yo la protejo, mira, yo tengo que volver a Chile, me quiero casar con Mariela, pero ya estoy casado contigo, vendré todos los veranos", es muy poco para mí, te quiero en…", "no puedo, no puedo, Mariela es…" Dariell lloró, "me duele, ya no quiero que me violes más, quiero quedar embarazada y que…", "¿cómo?, si no soy francés", " me van a echar del país", "no, no, Francisco, quiero ser tuya, pero me duele, no me violes más… ¿violas a Carolus", "a ella le gusta, ya se acostumbró", "ahora podré venir a visitarte todos los días, pero no estudies con Carolus, la necesito, me da dinero; Y de este modo, yo puedo, por las noches estar contigo", ¿te drogas?", "sí, sí me drogo…", "me violaron", "¿quién te violó?", "una canadiense y ahora soy adicto al "sexo"".

Dariell lloró amargamente.

—¿Vamos a un café?

—No, quiero ir a una Iglesia, ten cuidado, que no nos descubra Carolus.

Fuimos a la Iglesia de St. Pierre de Montmartre.

Nos cobijó la sombra de la oscuridad. Dariell se arrodilló, yo la contemplé.

—Padre, perdona mis pecados, yo estoy enamorada pero sólo tengo quince años. Pero, yo sé que estoy equivocada, no quiero más "sexo" por allí, tú sabes, yo sé que es pecado, yo ya no quiero ser sodomita, quiero mantenerme pura hasta mi mayoría de edad y casarme con Francisco pero él tiene novia y un amante que es mi mejor amiga, Padre, ¿qué hago?

Una sombra se inmovilizó, era un ángel.

—No peques más, hija.

Dariell se desmayó, yo caí de bruces y grite:

—Creo en Dios, creo en Dios…

—…Carolus, ¿te acuerdas?, nunca más volvimos a pecar, sólo besos pero tú insististe tanto que volvimos a pecar, tú no creías en el pecado y ¡mira!, tienes las máculas del Infierno.

—Son las máculas de Cristo y esta cárcel huele a amor. Ahora te tengo para toda la vida. ¡Bésame!

Nos fusionamos en un beso místico.

—Te tienes que comportar, de lo contrario, crucifixión.

—¡Bañémonos!, ¡bañémonos!, me encanta ducharme…

—Preguntémosle a un ángel.

—No hay nadie.

—Sí, ellos andan por allí…

—Yo me voy a duchar, me encantó, ahora huelo a pétalos, ¡ven!, seremos marido y mujer, pidámosle a un ángel que nos case. ¿Te parece?

—¿Quieres casarte conmigo?

—Sí… Yo sufrí mucho sin ti. Y cuando supe lo de Dariell, lo de su muerte, y lo de ti con Dariell, casi me vuelvo loca. Sufrí en mi matrimonio. No quiero hablar de aquello, sufrí horrores. ¿Por qué te dejé escarpar?, yo no sé…

—¿Por qué eras millonaria? —interrumpí.

Carolus se bañó. Contemplé su figura. Era tan bella.

Un ángel de improviso llegó.

—¿Queremos casarnos? —grite.

—No hay problema. Se casarán en mil años más.

—Oh.

Carolus se desmayó. La auxilié.

—¿Mil años?

—Sí.

—Cuídense, que los podemos crucificar…

—…Llegaron los peruano, Mariela…

—¿Tapia?

—Sí, Tapia.

Nos dimos un abrazo y todo solucionado.

DARIELL Y CAROLUS

Pensamientos

—YO TE estimo como amiga, te ayudo con tus "tareas", soy la primera del curso, ¿podrías prestarme a Francisco para no aburrirme?, lo encuentro feo, pero simpático, yo sé que es tu novio, yo los vi… No me mientas, son amantes, ¿no vayas a quedar embarazada?, tú estás estudiando, tus padres te matan y Francisco se va a la cárcel, ¿no creo que te quieras casar con él?

—No, Dariell, te equivocas, no somos amantes —mintió Carolus.

—Yo sé que son amantes.

—No, no te lo prometo.

—¿Me lo prestas entonces?

—Sí, claro, pero no le des besos, tiene novia.

Dariell pensó: Tiene tres novias…

—¿Me lo prestas?, ¿sí o no?

Carolus tembló.

—Si, por supuesto. ¿Qué harás con él?

—Como no es tu novio, me lo voy a "comer".

Carolus se mordió la lengua.

—¿Puedes quedar embarazada?, ¿ten cuidado?

—No, no, si yo no lo quiero para quedar embarazada, lo quiero para que me de besos, lo encuentro muy lindo, no, no, es broma, le voy a enseñar filosofía.

Carolus respiró tranquila.

—¿Estás segura de que no son novios?

—Sí, sí, no somos novios.

La conversación culminó en un abrazo.

DARIELL AMA A FRANCISCO

Cartas de Amor

DARIELL ME escribió una carta: ella está muy enamorada, yo también lo estaba, las cartas eran bellas, no eran románticos, eras místicas, eran de una belleza increíble, no pude soportarlo, ¿qué hacer?, era la pregunta.

"Yo soy un pajarillo, que cantan "Francisco, y de amar, yo habré de conquistarte, porque mi amor es de santidad, es de pureza.

Yo podría contarte muchas cosas de mi vida: yo era pura, lo soy todavía, sin novio anterior: ¿Conoces a Descartes?, el "Discurso del Método". Yo te habré de enamorar; de este modo, guarda en tu corazón esta carta, ya que yo te amo, con desesperación.

Tuya, Dariell".

El amor era tremendo en Dariell, quemé la carta en la plaza de la Sorbona: me importó pero el dolor fue tremendo, yo estaba prendado de Dariell como de Carolus, eran bellísimas quinceañeras, parisinas, pero, yo era "sudaca", un vagabundo sin destino. La vida era vivir en paz, la vida era trémula, la vida era sesgarme, la vida era… Fui en busca de mis pensamientos y hallé hkwh[112]en hüóñ[113]como si nada hubiera en esta tierra… Sentimiento de vida, las/cartas/de/lucidez/cartas/de/amor/cartas/de/sensualidad/cartas/de/fraternidad/cartas/un/millón/de/cartas.

La agronometría y la desintegración de la materia en post de la rivalidad de Dios con…¡No quiero nombrar!, ¡no quiero nombrar! Es mucha la desilusión.

Apuesto mi vida por arder. Cartas, cien cartas de amar.

"El amor que yo te profeso es de doncella, yo quiero ser por el civil tuya y que adquieras la nacionalidad francesa. Tú ya sabes, yo no soy millonaria, pero yo te enseñó francés a puros besos como tú me has enseñado castellano a puros lengüetazos.

Soy tuya…"

Las cartas eran de una belleza, como ya dije, de estudiante de filosofía, cien cartas me envió y cien cartas quemé.

Un día me dijo:

—Muéstrame las cartas, quiero leerlas…

Quedé estupefacto.

—No puedo, son mías —mentí.

La vida era trémula, leyendo cartas, ¿qué más?, ¿amar?, ¿contenerme?

Di un beso tierno a Dariell y me despedía, la última carta no la quemé en la Sorbona, la eché al Sena. Contemplé como se hundía.

"¿Me amas?, yo te amo. ¿Me adoras?, yo te adoro.

Yo contemplo la luna; y, de la contemplación, busco tus huellas dactilares. La filosofía eres tú con tu fuerza amatoria.

Yo te deseo pero seré pura hasta el civil.

Tuya. Dariell".

ME LLEVARON al Purgatorio con Carolus. Nos sentimos tranquilos. Había paz. Una ducha había, Carolus se bañó, yo cerré los ojos. Vino un ángel y nos casó. Pude abrir los ojos. Nos recostábamos en literas distintas, no había lívido, pero sí deseos de estar juntos.

—¿Por qué te casaste?

—Me violaron. Me convertí en anorgásmica.

Me sorprendí.

—Nunca fui feliz.

La vida era para mí, de felicidad, la vida era de trémula felicidad, la vida era de certidumbre, la vida es de sencillez, la vida era de incertidumbre, la vida era de amor: ¿qué es lo que nos sucedía?, ¿Qué amor brotaba de nuestros pechos?, estábamos heridos pero las yagas cicatrizaban raudamente. ¿Qué hacer? La certidumbre era la felicidad. Yo, el pecador, Carolus, la violada. El impacto fue tremendo. Vino un ángel. Estábamos bañados.

—Tómense de las manos y recen el Padrenuestro.

—Padre…

—Soy un ángel.

—Fui infeliz en la vida, quiero casarme con Francisco.

—Qué Dios los bendiga.

—¿Podremos ascender al Paraíso? —preguntó Carolus.

—Así es…

La búsqueda de la verdad, la búsqueda del amor, la búsqueda de la esperanza. Yo quiero amar a Carolus en la eternidad.

MARIELA DESAYUNANDO

Mollendo Arrepentido

—ESTOY MUY intranquila, es tarde, y Francisco no llega. Siempre trae mucho dinero, es trabajador. Mañana no saldremos a danzar, mañana es domingo, estoy cansada, me quedaré en el departamento, espero intimidad, tú, que estás castigado, busca refugio en una Iglesia y llévate al Nevado. Ellos ya han pecado mucho. ¿Son carteros?, ¿no?

Me quedé callado.

—Mañana quiero festejar, no sé, soy joven, no estoy cansada por supuesto, pero, festejar es bueno, quiero que ustedes se marchen por unas horas, lleguen después de las diez de la noche pero no ebrios, ¿dónde están el Nevado?

—Están trabajando.

— ¿Tan tarde?

—Sí—respondí.

La vida era vivir la vida; Y, de esta vida, era El Perú nuestro escape. Vivir en el Perú, regresar: ¿qué era la vida?, El Perú. Quise volver pero, amaba a Mariela con todo mi corazón. ¿Amarla?, sí, ¡amarla!

— ¿Qué te sucede, Mollendo?, ¿sigues enamorado de mí?

—No, no, ya no —mentí descaradamente.

— ¡Francisco!, hola…

— ¡Mariela!, ¡abrázame!, cómo te he extrañado.

—Yo también.

—Mañana vamos a estar solos.

…Dios, tenía que juntarme con Dariell…

— ¿Qué sucede mañana?

—Quiero celebrar.

Mariela se acercó a Francisco.

—¿Ducharnos?, ¿te gusta la idea…?

…Oh, Dariell, ¿qué sucederá con ella…?

DUCHÁNDOSE

Besos, Besos, Besos

—¡VAMOS A la ducha!, te deseo enjabonar, yo sé que París nos ha enamorado; Pero París es la ciudad del amor. ¡Vamos a la ducha!, que te quiero contar un secreto. La vida es ardua, tengo el cuerpo modelado para que… ¡Oh!, no sé cómo hablar, quiero "sexo" pero de verdad. ¿No quieres ser padre?, ahora sí que me entrego, pero en la ducha.

—Mariela, por favor, no podemos, estás loca…

Mariela me tomó de la mano y me llevó a la ducha.

—Yo quiero quedar embarazada, no me importa, pero en la ducha.

Nos besamos alocadamente, nos acariciamos, Mollendo no estaba, tampoco los Nevado, ¿qué extraño?, en la ducha no pude contenerme, lloré, lloré y…

—¡Oh!, ¿qué te sucedió?

—No sé, vamos a la cama, vamos a la cama…

—¡En la ducha!, ¡en la ducha! —interrumpió Mariela.

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