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La negociación en la toma de la Embajada Japonesa en Perú (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

El secuestro que nos ocupa es un caso relevante en el campo multidisciplinario de las Relaciones Internacionales, específicamente para el análisis de teorías de negociación de naturaleza tanto integrativa como distributiva en las diversas fases de la crisis. Se hará especial énfasis en la teoría de la mediación, dado por la presencia y las acciones llevadas a cabo por la Comisión de Garantes, quien fue el "tercer actor" y actuó como mediador.

En principio se realizará un acercamiento a la teoría del conflicto para ubicar al lector en la situación de crisis de la Toma de la Embajada y caracterizarla. Para ello se describirá cómo fueron las relaciones del Gobierno peruano del ex presidente Alberto Fujimori, con la guerrilla (particularmente con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), el contexto político-social en el que se desenvolvió el secuestro y cuáles fueron los elementos que produjeron el estallido del conflicto.

Luego se realizará una revisión descriptiva de los hechos ocurridos durante el tiempo en que duró el secuestro (casi cuatro meses) y de las conductas asumidas por cada uno de los actores participantes en el proceso.

Posteriormente, el análisis se centrará en las tácticas y estrategias de las partes enmarcadas dentro del conflicto. Así se describirán los mecanismos de presión y hostigamiento, amenazas, advertencias y sanciones utilizadas por los personajes.

Luego, en el III Capítulo: Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto, se analizará el proceso de Negociación llevado a cabo, se describirán y relacionarán los tipos de Negociación Distributiva e Integrativa. Se explicará porqué este tipo de negociación es de índole internacional y se tocará la polémica referente a si es pertinente o no negociar con la guerrilla. Se mencionará además los factores que influyeron en la negociación y las tácticas y estrategias utilizadas en este proceso. Finalmente en este capítulo, se detectarán los errores cometidos en el proceso.

La Mediación será tratada de manera independiente. Se vinculará a ese proceso con el de la Negociación Integrativa. Se describirá el papel jugado por cada uno de los integrantes de la Comisión de Garantes, con las limitaciones que implican el hecho de que los encuentros se hicieron en privado. Los errores de los actores de la mediación también serán identificados en este capítulo.

El Desenlace será el último capítulo, en el que se presentarán las veces en que el ex presidente, Alberto Fujimori, dejó entrever la posibilidad de una salida violenta al conflicto. Además, se reseñará la Operación Chavín de Huantar con la que el Gobierno peruano dio fin al secuestro.

La narrativa de los hechos acontecidos es un resumen de las reseñas de las distintas agencias internacionales que fueron citadas por los diarios venezolanos: El Nacional y El Universal, y del corresponsal de El País (diario de Madrid, España), Aznarez J.J.; así como también los trabajos especiales de las revistas peruanas: Caretas, Quehacer y Descifrando Entuertos y el trabajo de grado de Dietrich, L. (2002, julio) Percepciones erróneas y terrorismo. El caso de la crisis de los rehenes en Lima, Perú. Dado que los artículos no difieren en cuando a la crónica de lo acontecido, sólo se citarán las declaraciones textuales de los actores del conflicto. De igual forma, es preciso aclarar que los titulares de los cargos que se mencionan tienen que ver con las personalidades que los ocupaba para el momento que se relata.

CAPÍTULO I

El conflicto

Existen muchas definiciones de conflicto, pero la más amplia de las revisadas es la de Ovejero (2004) quien lo conceptualiza como "una situación en la que unos actores o bien persiguen metas diferentes, defienden valores contradictorios, tienen intereses opuestos o distintos, o bien persiguen simultánea y competitivamente la misma meta" (p. 15). El conflicto como fenómeno social tiene un enorme potencial de crecimiento para las partes involucradas. Los grandes cambios sociales y personales por lo general son iniciados por una situación de conflicto. Este fenómeno, por otra parte, puede ser también devastadoramente destructivo e, incluso, autodestructivo. En el caso que nos ocupa, lamentablemente, las partes no pudieron superar la etapa distributiva de su negociación.

Basados en la clasificación de los conflictos que hace Castellano (2004 pp. 155-157), el caso objeto de este estudio, se encuentra dentro de los conflictos llamados "reales", con enfrentamiento en cuanto a los fines, medios, valores e intereses. También es no institucionalizado, ya que las reglas de convivencia de la guerrilla en territorio peruano, no existen, y los comportamientos del actor subversivo, se presentan de manera imprevisible y discontinua. Es además violento y primario, es decir de cara a cara. Según el origen del conflicto que nos atañe, este se sitúa en uno producido por el deseo readquirir valores o poder, que genera a su vez los conflictos políticos.

Dentro de la tipología del conflicto hecha por Morton Deutsch (citado por Álvarez, 2003, p. 58), podemos ubicar el conflicto objeto de estudio como un conflicto manifiesto, el cual es abierto y explícito. Ya que el enfrentamiento entre el grupo guerrillero Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y el Gobierno de Perú, liderado por su Presidente para el momento de la toma, Alberto Fujimori; era evidente y explícito demostrado por los intereses discordantes entre ambos actores. Según el desarrollo constructivo o destructivo del conflicto, el caso que nos atañe se ubica en la categoría de ganancia para uno y pérdida para el otro: ganar-perder.

Fronjosa (2005) señala que en situaciones competitivas el ser humano tiende a perder el control y a llegar a conductas destructivas. Este es el caso del grupo guerrillero en cuestión que desde su conformación hasta el hecho que aquí se estudia, sus acciones siempre fueron de tipo destructivo, como se ilustrará más adelante. El mismo hecho de que el MRTA sea un grupo guerrillero, ubica el conflicto objeto de estudio en uno de tipo "genuino", como lo señala el autor citado: "las partes están explícita e in-equivocadamente en desacuerdo" (p.8 y p. 79).

El secuestro y toma de rehenes, es un tipo de delito que en la actualidad y en América Latina, como lo acota Buroz Arismendi (1998), tiene una modalidad sui generis derivada de procesos de confrontación política y social. Esta particularidad recae en que se produce contra personeros diplomáticos, funcionarios de agencias internacionales radicados fuera de sus países, etc. Por ello, el Estado donde estas víctimas ejercen su representación, debe especial protección y es responsable de su seguridad. Buroz Arismendi advierte entonces que este hecho delictivo puede conllevar a complejas situaciones de tipo internacional. El autor también explica que la finalidad de estos secuestros está dirigida a ejercer presión sobre las autoridades para obligarlas a conceder libertad a presos políticos de la lucha contra la insurrección.

Por otra parte, Buroz Arismendi considera que la toma de rehenes exige una respuesta del gobierno atacado. Haciendo referencia en el caso particular de la Embajada Japonesa, el autor formula la disyuntiva existente en cuanto a qué decisión tomar ante este delito "¿Debe emplearse la fuerza o debe iniciarse negociación con los terroristas en futuras crisis de rehenes?"(ob. cit. p 45).

En un conflicto típicamente se identifican cinco fases: latencia, escalada, estancamiento desescalada y re-conciliación. Sin embargo, no todos los conflictos siguen el ciclo completo, particularmente en el caso que nos ocupa, no se desarrolla mas allá del estancamiento, ya que el desenlace se produce de manera violenta, por parte de uno de los actores del conflicto: el gobierno peruano.

A fin de revisar en detalle la caracterización conceptual que se acaba de realizar, se procede a reseñar una descripción del conflicto permanente existente en Perú, para luego concentrarse en el enfrentamiento del MRTA con el Gobierno y finalmente, ceñirnos al problema central que es la Toma de la Embajada Japonesa.

Antecedentes / Conflicto latente

La violencia peruana no sólo deviene de su historia contemporánea, sino desde tiempos de la conquista. Rodríguez Rabanal (1995) en su libro: La violencia de las horas, hace un resumen histórico que comienza con la llegada de los españoles a Perú. Explica que en ese momento se rompió con todo el sistema social jerárquico característico del imperio incaico. Agrega que una de las consecuencias representativas de las manifestaciones de arbitrariedad y crueldad que produjeron los europeos fue la reducción de la población indígena peruana (p. 11).

Rodríguez Rabanal continúa describiendo la estructura institucional, económica y social del Perú; hasta llegar a explicar lo concerniente a las acciones de la guerrilla en este país:

Desde 1980, el Perú es sacudido por acciones subversivas, que paulatinamente fueron extendiéndose a casi la totalidad del territorio y que hasta finales de 1993 habían cobrado cerca de 30.000 víctimas. De acuerdo a estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Perú exhibía, hasta 1991, las cifras más altas de desaparecidos en el mundo. Tanto las víctimas como los victimarios pertenecen mayoritariamente a los estratos más pobres de la población. (p. 12)

Expertos del WOLA (Washington Office of Latin America)[2] señalaron que para el momento del hecho que nos ocupa, la desesperación económica en la que vivían 13 millones de peruanos había generado un clima que permitió la supervivencia de grupos como el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso (SL), pese a las severas acciones dirigidas por Fujimori en su contra. Lo extenso del conflicto entre los dos grupos subversivos con las instituciones del Estado peruano, tiene relación con lo afirmado por Monsalve (2005) cuando describe un tipo de conflicto en el que la animosidad y respectiva tensión entre las partes puede llegar a convertirlo en un "modo de vivir" hasta en valor de la cultura. "Se acepta la contradicción entre actores como parte de su esencia y termina por confesarse como algo normal entre ellos" (p. 31).

Schiappa-Pietra (1997) afirma que para el momento del secuestro seguían latentes en Perú muchos de los factores que sirvieron como causas o catalizadores del conflicto entre el Gobierno y los movimientos guerrilleros:

"La pobreza; la marginación; el narcotráfico; el racismo; el vacío institucional; la carencia de canales de integración de la juventud a la civilidad y de mecanismos de integración social horizontal; la falta de solidaridad, de tolerancia, de conciencia de la diversidad; la cultura de conflicto polarizante; etc." (p. 20)

Es así como a comienzos del primer gobierno de Alberto Fujimori el escenario estaba caracterizado con una intensa campaña de atentados de Sendero Luminoso (maoístas) y, en menor medida, del MRTA (guevaristas). En Lima, la explosión de una autobomba el 26 de julio de 1992 en la calle Tarata, en el distrito de Miraflores, sería la acción más sangrienta que marcaría este período (Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo, 2006).

Aunque ello estaba circunscrito en lo que constituye la etapa inicial de un conflicto genuino, la fase de un conflicto latente, en esta etapa el conflicto se ubica en un plano emocional en que cada una de las partes tiene sus propios intereses a los que les asigna un valor subjetivo. Alguna o ambas partes percibe que ha sido perjudicada, agraviada o de alguna forma dañada por la otra (que en el hecho que nos atañe, la otra parte evidentemente está consciente de esta percepción).

Al producirse la "migración del plano emocional al plano conductual" -de la que nos habla Fronjosa (2005, pp. 104-113) que se da cuando la parte "agraviada" altera la relación de apreciación entre los intereses que valora y los elementos que le molestan-, se produce la manifestación externa, que viene a ser el elemento desencadenante, con lo cual el conflicto que se hace manifiesto, en nuestro caso: la toma de la Embajada Japonesa que por el MRTA fue definida como "Operación Oscar Torre Condesú", en honor de un emerretista muerto en combate.

Disparadores del conflicto

Los Disparadores del conflicto, de los que nos habla Castellano (2004), en nuestro caso de estudio los podemos ubicar en la política antisubversiva llevada a cabo por Alberto Fujimori, y básicamente el encarcelamiento de los máximos dirigentes del MRTA que fue el hecho que originó la crisis de la Embajada. En este sentido, Fujimori activó actos de violencia relacionados con la represión estatal y violaciones a los derechos humanos:

En Diciembre 1991, ocurrió la masacre de los Barrios Altos, en que fueron asesinadas 15 personas; y en Julio de 1992 tuvo lugar el asesinato de 9 alumnos y un profesor de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), ambas acciones llevadas a cabo por el "Grupo Colina", escuadrón de la muerte que funcionó durante estos años. (.) En julio de 1992 se logró la captura de Víctor Polay Campos, líder del MRTA. El 12 de Septiembre la Dirección Nacional contra el Terrorismo (DINCOTE) (.) logró capturar pacíficamente a Abimael Guzmán, jefe del grupo terrorista Sendero Luminoso. (Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo. Wikimedia, 2006)

Según datos de la Federación Internacional de los Derechos Humanos (Aprodeh, 1998), los alimentos y la asistencia médica para los guerrilleros encarcelados eran escasos, la tortura de los detenidos especialmente en las primeras etapas de la prisión se había convertido en una norma. Al menos 10.000 personas fueron detenidas desde 1994 bajo el cargo de terrorismo, de las cuales 3.400 fueron arrestadas por fuerzas militares y 6.400 por policías.

Dietrich (2002) explica que a diferencia de los gobiernos peruanos anteriores de Fernando Belaúnde Terry (1980-85) y Alan García (1985-90), que combatieron la subversión con aviones, tanques y emboscadas, Alberto Fujimori planteó la necesidad de crear un servicio de inteligencia que socavara el terrorismo desde sus bases. Es así como creó el Servicio Nacional de Inteligencia (SIN), comandado por Vladimiro Montesinos. Además, se autorizaron facultades especiales para las fuerzas anti-terroristas, bajo el resguardo de las "políticas de pacificación", que incluyeron las leyes de los Jueces Sin Rostro, la Ley del Terrorista Arrepentido y el Régimen de "las cárceles tumba" para los condenados por terrorismo.

La mayoría de los juicios tomaban sólo unos minutos, la sentencia mínima era de treinta años y el porcentaje de condenados era de un alarmante 97%. El enjuiciamiento de civiles en tribunales militares terminó en forma definitiva con el derecho al proceso y las garantías de protección para quienes fueron acusados bajo las nuevas leyes contra el terrorismo. El número de personas acusadas y condenadas erróneamente bajo estas leyes ha sido estimado en varios centenares". Otra de estas políticas de pacificación permitió otorgar amnistía a "terroristas arrepentidos", con la condición de que éstos se rindieran y entregaran información a las fuerzas de seguridad. (p. 17)

Fujimori procedió a militarizar las operaciones de su política antisubversiva. Los militares también participaron en la reorganización del sistema carcelario y bajo su control se construyeron nuevas cárceles para albergar a quienes habían sido encontrados culpables y condenados por actividades terroristas. En su mayor parte, las cárceles están localizadas en el altiplano, donde los prisioneros permanecen en pequeñas celdas sin luz y sin ventanas, expuestos a temperaturas bajo cero[3]

Dietrich (2002) informa que las modificaciones legales más controvertidas fueron promulgadas mediante decreto después del autogolpe de 1992, como por ejemplo las diversas amnistías para los militares acusados de asesinato y tortura. El ex mandatario Fujimori justificó sus acciones y restricciones a la libertad de prensa como necesarias para alcanzar una democracia "real" en el largo plazo.

Elementos del conflicto

Las partes /Los actores

Las partes del conflicto latente a las que se refiere este caso, tienen que ver con el Gobierno peruano y con el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru.

Gobierno peruano

El mandatario de Perú para el momento de la Toma de la Embajada Japonesa, era Alberto Kenya Fujimori Fujimori, quien ocupó la Presidencia del Perú desde 28 de julio de 1990 hasta 17 de noviembre de 2000. A Fujimori se le acredita haber logrado restaurar la estabilidad macroeconómica de Perú y restaurar la paz y seguridad interna después del colapso durante los últimos años de la presidencia de Alan García a finales de la década de los 80" (Alberto Fujimori. Lucha contra el terrorismo, Wikimedia, 2006). Sin embargo, ha sido criticado por su particular estilo de gobierno, siendo calificado como autoritario por sus detractores, en especial después del llamado Autogolpe de 1992, cuando disolvió el Congreso y el Poder Judicial, y luego estableció un parlamento que obedecía sus órdenes y un sistema "tribunales sin rostro".

De muchas formas, Fujimori parece haber adoptado un estilo híbrido de autoritarismo pragmático. Después de su reconstrucción, el Congreso ha aprobado unas 500 leyes, aproximadamente 90% de ellas fueron planteadas por el mismo Fujimori. Algunas son llamadas "leyes sorpresa" por la forma en que el Presidente, empleando a sus aliados en el Congreso y utilizando una cláusula que permite la aprobación de proyectos de ley "urgentes" sin que sean revisados por un comité las impone para que sean sancionadas en un sólo día (.) La tasa de aprobación de Fujimori que incluso había alcanzado 75%, había caído a 40% durante los últimos meses, no por las violaciones a los derechos humanos, sino porque los pobres aún no sienten el impacto del torrente de inversiones extranjeras. (Fainarus, 1997, El Nacional, p. A2)

Aunque hay una vasta bibliografía acerca del mandato de Fujimori, lo anteriormente reseñado ilustra las condiciones políticas, sociales y económicas de Perú durante su gobierno.

Muchos observadores aseguraron que la Toma puso en "jaque" al Gobierno de Fujimori, que al cierre de 1996 presentaba un balance dominado por un enfriamiento en lo económico y un retroceso en el campo político y social (Gobierno de Fujimori en Jaque, 1996, El Universal, p. 2). Los éxitos obtenidos por el proceso de privatización, la reestructuración de la deuda, la reducción en el déficit de la balanza comercial, la inflación controlada, su lucha contra el narcotráfico, etc; no lograron aumentar su popularidad, que luego de haber llegado a 70% en enero de 1996, bajó en noviembre de ese mismo año a 50% debido a sus pretensiones de reelección (ob. cit.).

Algunos autores hablan de una triada de poder para calificar el gobierno de Alberto Fujimori en Perú. El mismo estaría conformado por Alberto Fujimori, ex presidente; Vladimiro Montesinos, su asesor y líder del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) y de Nicolás Bari Hermosa, presidente del Comando Conjunto y Comandante del Ejército para el momento del secuestro. Javier Diez Canseco[4]a través de una entrevista telefónica realizada en junio de 1997, señaló que "en Perú gobierna una triada en la que Fujimori negocia y comparte intereses con Nicolás Bari Hermosa y Vladimiro Montesinos. Existen evidencias de que cada uno tiene su peso propio e imponen y deciden cosas con el Presidente". El mismo Fujimori en una entrevista que le realizara El Espectador de Uruguay, señaló que en la retoma de la Embajada, "hubo una participación de los comandos, pero la combinación de la trilogía, la dirección de los mandos militares, inteligencia e ingeniería fue lo que permitió el éxito" (Banarbe, El Espectador, 1999).

Movimiento Revolucionario Túpac Amaru

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru nace en 1982, integrado por un grupo de políticos disidentes apristas, comunistas y militares del grupo de Velasco (Juan Francisco Velasco Alvarado quien gobernó en 1968 – 1974) y liderado por: Víctor Polay Campos, un sucesor del fundador del Apra (Alianza Popular Revolucionaria Americana), Víctor Raúl Haya de la Torre. Es un grupo armado de carácter urbano y orientación marxista-leninista y como ellos mismos lo señalan, sus objetivos son liberar a Perú de la influencia "imperialista" (Solidaridad y consternación mundial: Líder rebelde con manos llenas de sangre, 1996, El Universal, p. 6).

Un artículo del diario limeño El País, señala que:

En el momento de su fundación, el MRTA fue estructurado en dos ramas: un brazo armado dirigido por el triunvirato Polay Campos, Néstor Cerpa Cartolini y el ideólogo Miguel Rincón Rincón; y una organización legal encabezada por Walter Palacios y Cecilia Oviedo, que se encuentran en la actualidad en Europa. (.) El MRTA, activo en los años ochenta, comenzó su declive a partir de mayo de 1992, tras la captura, por segunda vez, con condena a cadena perpetua, de su líder y fundador Víctor Polay Campos, "comandante Ronaldo". (Resurge una guerrilla en el ocaso, El País, 1996)

Degregori señala que el MRTA apareció en el escenario peruano como un intervalo entre Sendero Luminoso y la Izquierda Unida (IU) que según acota el autor era la izquierda legal más grande de América del Sur en esos tiempos. Pero "sin la disciplina ni la ferocidad de uno, ni la base social del otro, trató de diferenciarse de ambos presentándose como la "guerrilla buena", repartiendo víveres en los barrios pobres de Lima o bailando con los habitantes de los pueblos en los cuales incursionaban" (Degregori, 1996).

El MRTA se concentró en ataques a embajadas de países occidentales, el robo de bancos, el secuestro de ejecutivos corporativos, la colocación de bombas en restaurantes estadounidenses de comidas rápidas y el ataque a unidades del Ejército (Solidaridad y consternación mundial. Líder rebelde con manos llenas de sangre, ob. cit.). Pero la operación que se cataloga como la más espectacular hasta el momento de la Toma de la Embajada Japonesa, fue la realizada en julio de 1990 cuando el movimiento guerrillero logró la fuga de su fundador Víctor Polay Campos, y otros 50 presos que huyeron de la cárcel limeña de Canto Grande tras excavar un túnel de 200 metros (Dietrich, 2002, p. 28).

Como lo informa Romero (1996, p. 18) en el artículo titulado: Tres crónicas de un secuestro. Conversación con Cerpa Cartolini, publicado en Economía Hoy, el MRTA había hecho dos propuestas políticas. La primera de ellas se produjo al inicio del gobierno de Alan García cuando dicho movimiento dispuso una tregua de un año. Y el segundo intento fue cuando Fujimori fue elegido Presidente de la República. Cerpa recordó que Fujimori en una conferencia de prensa del 28 de julio de 1990, admitió que Víctor Polay Campos le había planteado un diálogo. Sin embargo, precisó que luego del shock del 8 de agosto de 1990 ya no había condiciones para dialogar, por lo que no se insistió. Sobre el Acuerdo de Paz, Cerpa indicaba que este proceso tenía diversas etapas, que ellos estaban dispuestos a transitar por todas y que si se daban las condiciones se podía llegar al final: deponer las armas e integrarse a la sociedad.

CAPÍTULO II

El detonador – escalada del conflicto

La escalada del conflicto, conceptualizada por Mitchell (Autor citado por: Ormachea, 1997, p. 11), como el proceso mutuamente destructivo al incrementar los niveles de coerción o violencia en las amenazas o acciones dirigidas entre los mismos actores involucrados, aparece en nuestro caso de estudio al momento en que el MRTA toma la Residencia del Embajador Japonés. Siguiendo a Álvarez (2003), tenemos que los cambios que se produjeron para que se diera la "escalada", están referidos al paso de tácticas ligeras a tácticas pesadas; ubicadas éstas en la política antiterrorista llevada a cabo por el ex presidente Fujimori, la cual fue descrita en el Capítulo I: El Conflicto: Disparadores del Conflicto.

Los elementos del conflicto

El Problema / Los hechos

El siguiente texto narra los hechos acontecidos desde los primeros días del secuestro hasta el inicio de los encuentros de las partes, mediados por la Comisión de Garantes, dado que es el período que se perfila como la escalada del conflicto. Inclusive, durante el desenvolvimiento de las negociaciones, período que es catalogado como estancamiento, se produjeron "pequeñas escaladas" del conflicto que es preciso identificar.

El relato es un compendio de las reseñas de las distintas agencias internacionales que fueron citadas por los diarios venezolanos: El Nacional y El Universal, y el diario madrileño El País, así como también de los trabajos especiales de las revistas peruanas: Caretas, Quehacer y Descifrando Entuertos.

A las 8:00 de la noche del martes 17 de diciembre de 1996 se produjo una explosión en la parte trasera de la Residencia del embajador de Japón en Perú, Morisiha Aoiki, mientras se celebraba una recepción en homenaje al onomástico del emperador japonés, Akihito, a la que habían sido invitadas unas 1.500 personas, muchas de las cuales ya se habían retirado del lugar.

Los rebeldes (12 hombres y dos mujeres) y unidades de la policía entablaron un prolongado tiroteo en medio de sucesivas explosiones. Las autoridades reforzaron sus posiciones fuera de la Residencia e informaron que varias personas resultaron heridas durante el tiroteo. A dos horas de producirse el asalto uno de los insurgentes, quien se presentó como el "Comandante Huerta", informó a través de una emisora local que el grupo pertenecía al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Además permitió hablar al Embajador Japonés, quien sólo señaló que los rehenes estaban ilesos. Luego de la medianoche, el MRTA entregó un comunicado exigiendo la excarcelación de los militantes presos a cambio de la libertad de los rehenes.

Fujimori convocó a su gabinete para una reunión de emergencia mientras continuaba el intercambio de disparos entre policías y terroristas. Es a la 1:00 a.m., del siguiente día cuando cesaron los disparos y fue la Cruz Roja Internacional quien estableció los primeros contactos con el grupo. Al mediodía los emerretistas amenazaron con ejecutar a los rehenes comenzando por el canciller peruano para el momento, Francisco Tudela, si no se apersonaba el presidente Fujimori a la Residencia del Embajador japonés. Los emerretistas agregaron en su comunicado que rechazaban la política de Perú con respecto a la violación de los derechos humanos y los planes económicos.

A la 1:00 p.m, fueron liberados cuatro rehenes más, dos peruanos y dos japoneses, por presentar problemas de salud. Poco después el gobierno peruano aceptó dialogar con los emerretistas, designando como representante al ministro de Educación del momento, Domingo Palermo.

En un segundo ultimátum, el líder de la toma, esta vez haciéndose llamar, comandante "Evaristo" volvió a amenazar con matar rehenes si Fujimori no negociaba personalmente. Cartolini expresó sus exigencias. Estas estaban basadas en: liberación de sus compañeros presos del MRTA, compromiso de cambiar el rumbo de la política económica por un modelo que buscara el bienestar de las grandes mayorías, el pago de un impuesto de guerra y el traslado del comando que ingresó a la Residencia junto con todos los compañeros presos del MRTA hacia la selva central. Como garantía debían ir parte de las personalidades capturadas que luego serían liberados.

Las partes / Los actores

Cabe aquí la acotación hecha por Castellano, cuando señala que los conflictos en los cuales los contendientes sienten que sólo participan como representantes de colectividades, que no luchan para sí, sino únicamente por sus ideas del grupo que representan, "probablemente sean más radicales y despiadados que otros, cuya animadversión se mueve por razones personales" (2004, p. 158). En este sentido, tenemos que los dos actores del conflicto objeto de estudio, representaban (o aspiraban a representar en el caso del MRTA), a la población peruana o parte de ella, dado por lo cual las acciones llevadas a cabo por ambos bandos eran de tipo radical e implicaban el uso de la violencia de la contraparte.

Fronjosa, por su parte, explica que el conflicto se verbaliza a través de: posiciones inamovibles y argumentos que las justifiquen (2005, p. 9). De esta manera se explicará las posiciones y argumentos de los dos actores principales: Gobierno peruano / Presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori y Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) / Néstor Fortunato Cerpa Cartolini.

Presidente Alberto Kenya Fujimori Fujimori

Resulta difícil conseguir un perfil de Alberto Kenia Fujimori Fujimori que lo defina de manera imparcial. Por consiguiente, se tomará datos expresados por el neuropsiquiatra Edmundo Beteta Pacheco quien fue consultado por la revista Gente para un artículo titulado El Chino y el Cholo, a propósito de las elecciones presidenciales en Perú del año 2000.

Beteta Pacheco, al ubicar el ancestro asiático de Fujimori relaciona su personalidad con la "seguridad y frialdad en la toma de decisiones". Agrega el especialista, que Fujimori se ha presentado como "un trabajador laborioso, creativo, pragmático". Añade que en su caso, "el poder se recicla, pero a veces se recicla demasiado y, entonces, el poder se manifiesta como una omnipotencia".

En conclusión, el neuropsiquiatra define la personalidad y conducta de Fujimori como "pragmático, seguro, coherente y con gran dominio de sus impulsos y reacciones de distinta naturaleza".

Néstor Fortunato Cerpa Cartolini

El comandante "Evaristo", es decir Néstor Fortunato Cerpa Cartolini o comandante "Remigio", como también se hacía llamar, era el jefe del Comando que atacó la Residencia del Embajador japonés. En un artículo publicado en la revista Caretas, titulado: "Experto en Toma de Locales . y También en Secuestros" (1996), se explica que Cerpa se hacía también llamar "Comandante Huerta", en homenaje a Huerta Loayza, compañero de lucha muerto durante la toma de una fábrica textil en la que trabajaban ambos. Ello ocurrió en 1979 antes de fundar el MRTA como parte de su faceta de dirigente sindical.

Según un perfil psicólogo de los servicios de seguridad peruanos (Citado por Dietrich, 2002 p. 44), era más "listo que intelectual". Su experiencia en materia de asaltos, secuestros, tiroteos y emboscadas era considerable, característica que se había perfeccionado durante su estadía con la guerrilla colombiana.

Según el perfil psíquico elaborado por la policía antiterrorista peruana que fue publicado por el diario El Universal, se señala que Cerpa es "rígido y testarudo, pero al mismo tiempo es una persona encantadora y carismática" [5]En el mismo artículo, se difunde parte del diagnóstico hecho por Psiquiatras de la Dirección Contra el Terrorismo (Dincote) acerca de la personalidad del cabecilla del MRTA, en el que se indica que "el autodominio es un elemento crucial de su personalidad". Señala el informe que el líder guerrillero estaba disfrutando su momento en el escenario mundial en virtud del poder, la manipulación y el control que él está experimentando de esta situación.

Este es un sujeto narcisista y vanidoso, quiere ser respetado, además considera las emociones como un acto de debilidad y no está en peligro de una caída emocional (.) Es una persona difícil para negociar, pero al mismo tiempo considera que la violencia no es necesariamente la solución que él prefiere para resolver problemas y en esa medida podría aceptar una alternativa pacífica a la crisis de los rehenes" (ob.cit).

Aunque se hace imposible conocer con exactitud el proceso de planificación llevado a cabo a lo interno del MRTA, existen algunas afirmaciones e indicios que demuestran el trabajo realizado pre-Toma. Según Alejandro Toledo (presidente de Perú 2001-2006 y uno de los rehenes) "El operativo estaba extraordinariamente planificado. Después me enteré, por Cerpa que habían preparado la toma durante ocho meses" (Dietrich, 2002 p. 24). El mismo MRTA difundió un video que detallaba como habían planeado el asalto, recurriendo a maquetas y a una falsa ambulancia donde se ocultó la tropa subversiva para llegar a la residencia diplomática.

El MRTA mantenía una página Web oficial y su publicación online llamada "Voz Rebelde". Ambas eran actualizadas desde Alemania. Isaac Velazco, quien era el representante oficial del MRTA en Europa, puso a disposición de la comunidad internacional los comunicados del MRTA. Desde Hamburgo publicó artículos, divulgó información acerca de las acciones del MRTA y dio conferencias en diversas universidades alemanas, como lo informa Dietrich (p. 25). Todo ello demuestra la articulación y estructura organizativa del MRTA.

En cuanto al armamento que poseían los emerretistas, los rehenes señalaron que tenían modernos radios, equipados con micrófonos en la solapa, armas de fuego sofisticadas y artefactos explosivos. Los periódicos también informaron sobre la existencia de "francotiradores" del movimiento terrorista que portaban fusiles AKM y MG-3 y que se apostaron en la parte superior del inmueble.

Tácticas y estrategias de las partes

Transformación de tácticas blandas a tácticas duras

Las estrategias de confrontación y resolución se implementan a través de tácticas, tal como lo afirman Pruitt y Rubin: "Una estrategia constituye un conjunto de objetivos o fines macroscópicos, mientras que las tácticas son los medios relativamente microscópicos para el logro de los fines" (Autores citados por Ormachea (1997, p. 6).

Es pertinente reseñar textualmente una cita tomada del libro de Ovejero, en cuanto a la caracterización de las tácticas:

"(.) por sí mismas, las tácticas son amorales; no son ni buenas, ni malas. Son simplemente una conducta humana. Que una táctica dada sea correcta o no en una situación depende de muchos factores. No hay tácticas perfectas y, en una situación cualquiera, no existe ninguna que sea la más conveniente. Muchas pueden dar resultado, una mejor que otras; y muchas distintas pueden fallar, algunas con más seguridad que las restantes.

El que utilicemos una u otra táctica depende sobre todo de los factores relativos a la situación en que debe utilizarse: ¿cuáles son los riesgos a que se expone? ¿cuál será probablemente la reacción de terceras partes? ¿cómo influye el factor tiempo? ¿cuál es el modo tradicional de manejar la situación? ¿hasta qué punto es explosivo o sensible el asunto? ¿qué calidad tiene su información?. Pero depende también de sus propias características personales y de las del adversario (la personalidad, el poder, las aptitudes y los conocimientos, los recursos, la motivación para conseguir lo que se pretende, los aliados, los intereses, la vulnerabilidad a las represalias, los valores, etc.)" (Cita textual de Buskirk tomada de Ovejero, 2004, pp. 207-208)

Durante los 126 días que duró el secuestro, se produjeron diversas situaciones que reforzaban los fundamentos del conflicto, bien sea por declaraciones o por acciones de los dos bandos. Alzate Heredia (Autor citado por Dietrich, 2002, p. 21), explica que una de las características de la transformación en la escalada de un conflicto, se refiere a la evolución del uso de tácticas blandas a tácticas duras que puede ocurrir de diversas maneras. Cita como ejemplo los casos de cambio de promesas a amenazas, entre otros escenarios.

Un hecho permanente en la postura del ex presidente, Alberto Fujimori, lo conforma el hecho de negación del movimiento irregular y de desconocer sus propuestas. El 7 de enero de 1997, Fujimori manifestó que la toma de rehenes perpetrada por el MRTA era "un hecho aislado y que no perturbaría la recuperación de la economía del país". Agregó que estaba procurando que "las imágenes que se transmiten al exterior sean las correctas, que no se vaya a transmitir que en el Perú se vive una situación de terrorismo, cosa que no es cierta" (Fujimori amenaza con usar la fuerza si MRTA atenta contra los rehenes, 1997, El Nacional, p. A2).

Según Roger Fisher en declaraciones a la revista peruana Caretas, en un artículo titulado "Cómo negociar falta mediador" (1997), fue un error argumentar que el MRTA era "una fuerza minúscula y no merece que se negocie con ella un acuerdo integral de paz". El especialista sostuvo que lo importante no es el presunto tamaño del MRTA, sino la importancia de la cuestión que está en juego. Esa es la clave para decidir si se negociaba o no con terroristas. La importancia de la vida de los rehenes era lo que debía prevalecer, y así ocurrió, al momento de que el Gobierno peruano inició y mantuvo las conversaciones con el grupo guerrillero.

El ex Mandatario desconoció en diversas oportunidades las propuestas de su contrincante, el MRTA. Uno de estos casos es ilustrado cuando a pesar de que el MRTA aceptó los integrantes de la Comisión de Garantes que el Gobierno escogió, éste negó todas las propuestas que hizo el grupo irregular. La primera de ellas se produjo cuando los emerretistas pidieron la mediación de Jorge Santistevan y del sacerdote belga Hubert Lanssiers (eran dos de los tres integrantes de una comisión especial del gobierno encargada de revisar los casos de personas condenadas por terrorismo sin pruebas suficientes que había permitido liberar a muchos inocentes). Luego, el 15 de enero planteó la incorporación de dos representantes extranjeros, uno de Guatemala y otro de algún país europeo. El gobierno rechazó esta contrapropuesta, alegando la necesidad de "evitar que se haga una analogía con una realidad (la guatemalteca) totalmente distinta a la peruana". Agregó que el gobierno peruano no piensa ofrecerles el acceso a la lucha política legítima, aceptándolos como una partido político, "un partido no se forma tomando rehenes" (Dietrich, 2002 p. 38).

Posteriormente, el 21 de febrero de 1997, arribaron a Lima representantes de Las Madres de la Plaza de Mayo, quienes señalaron que su propósito era mediar y no intervenir, y obedecían a una solicitud que le hiciera el representante del MRTA en Alemania, Isaac Velazco. Sin embargo, y aunque Cerpa Cartolini había expresado su aval, la labor de la entidad humanitaria fue impedida por la Policía Nacional peruana.

Un caso de paso de tácticas blandas a tácticas duras, lo representa el hecho de que el 30 de enero, luego que se habían realizado las primeras reuniones, Fujimori señaló en una entrevista que:

Todavía no están dadas las condiciones para sentarnos a dialogar y mucho menos a negociar porque el gobierno no va a aceptar la liberación de los presos, como reclaman, y es por eso que ellos tienen que comprender que ni uno sólo de los presos va a salir de la prisión como consecuencia del diálogo. No vamos a ceder a las demandas terroristas y los ofrecimientos por parte del gobierno pueden ir disminuyendo progresivamente. Al principio podríamos haber aceptado algunas demandas, pero ahora estamos convencidos de que vamos a aceptar mucho menos. (Dietrich, 2002 p. 38-39)

Fujimori usó la táctica de sembrar dudas en los secuestradores y en la opinión pública cuando aseguraba que los emerretistas habían aceptado eliminar de sus demandas la liberación de sus compañeros en prisión y asilarse en República Dominicana y/o Cuba. En una entrevista concedida al Washington Post durante una gira que el ex mandatario realizó en los días de la Toma, intentó generar nuevas dudas en torno a la posición del MRTA. Fujimori informó que existía un progreso en las conversaciones sostenidas en privado con el comando emerretista, ya que el MRTA acordó "implícitamente" no insistir en la excarcelación de sus compañeros en prisión y trabajar de acuerdo a una solución que esté "de acuerdo con la ley peruana. Los convencimos de que no pueden obligar a la liberación de los prisioneros del MRTA. Tomó bastante tiempo, pero fuimos muy pacientes" (Fujimori y rebeldes pelean con palabras, 1997, El Universal, p. 6.). Añadió que el comando guerrillero había acordado omitir tal demanda de una agenda conjunta para el diálogo que había estado conversado en los contactos privados.

Estos señalamientos fueron luego negados por el MRTA. "Nosotros no hemos venido hasta acá (a tomar la casa del diplomático japonés) para hablar de asilos o de un viaje al exterior si el gobierno cree que esa es la solución, entonces está lejos de la realidad y del problema principal de nuestras demandas" (MRTA reitera exigencia de liberación de rebeldes, 1997, El Nacional. p. A2).

Las tácticas de confrontación planteadas por estos autores y que fueron utilizadas por los dos bandos estudiados son: mecanismos de presión y de hostigamiento, amenazas, advertencias, sanciones y represalias.

Mecanismos de presión y de hostigamiento

Los mecanismos de presión y de hostigamiento tienen que ver entre otras variables con menoscabar la concentración y tranquilidad de la otra parte. Estos se produjeron frecuentemente cuando unidades especiales de seguridad del Estado peruano llevaron a cabo movimientos intimidatorios contra la Residencia del Embajador Japonés, utilizando para ello diversos instrumentos de ataque como: tanques, sobrevuelo de helicópteros, simulacros de rescate, vehículos brindados, ametralladoras, desfiles militares-policiales, difusión de música criolla de contenido patriótico mediante megáfono, etc. Estos actos fueron respondidos de la misma manera por el grupo secuestrador, que usó también herramientas como disparos de ametralladoras, difusión del himno guerrillero a través de megáfonos, etc[6]

Fujimori también ordenó el corte de comunicaciones y de electricidad y suspendió las visitas de familiares y de la Cruz Roja Internacional a los guerrilleros presos

Amenazas

La amenaza es definida por Hopmann (1990, p. 21) como una de las tácticas de negociación que pueden ser empleadas para manipular las posiciones de los negociadores. El autor explica que al igual que las promesas, las amenazas llevan inherentemente recompensas y castigos. Las recompensas y castigos son definidas como elementos con los cuales una de las partes puede incrementar o reducir los beneficios de un acuerdo para la otra parte. Es así como una amenaza incrementa el costo de un no acuerdo.

Los emerretistas plantearon su amenaza desde el principio: el 18 de diciembre, a pocas horas de la toma, los emerretistas amenazaron con ejecutar a los rehenes, comenzando por Tudela, si no se presentaba Alberto Fujimori a la Residencia (El Misterio de Evaristo, 1997, El Nacional. p. A3). La vida de los rehenes era entonces, el costo que debía tener para Fujimori el hecho de no negociar personalmente.

Hopmann (ob. cit. p. 21) y Schelling (1964 p. 57) señalan, cada uno por separado, que el éxito de una amenaza depende de varias consideraciones:

  • La capacidad real del actor que la emplee para implementar el castigo, independientemente de que la contraparte considere o no que esta amenaza la puede afectar adversamente. En este punto, el grupo irregular tenía una capacidad real, dado por las características mismas de su organización, los instrumentos con los que contaban y por la situación propia del secuestro.

  • La evaluación que hace la contraparte del actor amenazante de las probabilidades de que este último lleve a cabo la amenaza. Aquí es donde se produce la duda, ya que debido al tiempo que duró la Toma, y al no verse la amenaza cumplida, la parte amenazada, Alberto Fujimori, pudo evaluar pocas probabilidades de que la organización guerrillera llevara a cabo su amenaza. De aquí también se deriva una de las causantes de la debilidad del MRTA enfocada a que nunca se observó la certeza de cumplir con su amenaza.

  • Lo visible que sea para la parte amenazada la incapacidad de la parte que amenaza para evadirse racionalmente de su compromiso, una vez que ha fracasado su objetivo. En el caso que nos compete, nunca se hizo visible la incapacidad que tenía el MRTA para evadirse racionalmente de su amenaza, una vez que le fueron negados progresivamente los objetivos de la toma. Al contrario, lo que sí hizo el MRTA fue liberar paulatinamente a los rehenes, por causas de índole humanitario, quedándose al final con sólo 72 secuestrados.

  • La credibilidad de la amenaza se debilita si la parte amenazada conoce las alternativas con la que cuenta la parte amenazante. Ello se hizo evidente en el hecho de que las alternativas de las que disponía el MRTA (asilo de los secuestradores, reducción de la lista de guerrilleros presos que se pretendía liberar, mejoras en las condiciones carcelarias) fueron conocidas por la parte amenazada, el Gobierno peruano.

Schelling agrega que "es la amenaza y no su cumplimiento, lo que da lugar a la obtención del fin propuesto, y el cumplimiento no es necesario si tiene éxito la amenaza" (p. 51). Agrega que cuando mayor sea la certeza de que la amenaza será cumplida, menor es la probabilidad de que llegue realmente a cumplirse. El autor advierte que es necesario definir cuidadosamente la amenaza, tanto el acto contra el cual se amenaza, como la reacción con la que se amenaza. "La dificultad surge del hecho de que una vez que se ha producido el acto contra el cual se amenaza, desaparece el incentivo para realizar la reacción con la que se amenaza" (p. 56).

Advertencias

La Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado (MAAN), definida por Fisher, Ury y Patton (1985, p. 113 -123) como aquel mejor curso de acción con el que cuenta una de las partes para satisfacer sus intereses, sin el consentimiento de la contraparte, fue claramente identificada por el ex presidente Alberto Fujimori, al señalar la posibilidad del uso de la fuerza para salir de la crisis. De esta manera tenemos que mientras el MRTA hacía uso de la amenaza como estrategia, el Gobierno peruano frecuentemente usó la advertencia para señalar que de recrudecerse la posición del grupo captor, él utilizaría su MAAN, es decir, salida militar-policial a la crisis. La advertencia es calificada por Ury como "una manera objetiva de presentar las consecuencias de no llegar a un acuerdo, de modo que las hace ver como producto de la situación misma" (1993 p. 131).

Las advertencias de Fujimori se produjeron frecuentemente, como es el caso del 08 de enero de 1997 cuando declaró a la cadena noticiosa CNN que sólo si los guerrilleros dañaban la integridad física de alguno de los rehenes consideraría ordenar una acción militar. "Continuaremos agotando todos los medios para la solución pacífica sin derramamientos de sangre. Pero si ocurre algún atentado contra la integridad física de algunos de los rehenes, entonces el escenario cambia, la lógica cambia y en ese caso no se descartaría el uso de la fuerza por parte del Estado" (Fujimori amenaza con usar la fuerza si MRTA atenta contra los rehenes. 1997, El Nacional, p. A2).

El 23 de enero, Fujimori visitó La Paz, Bolivia, para plantear a su entonces homólogo boliviano, el ex presidente Gonzalo Sánchez de Losada, una lucha en forma conjunta contra el terrorismo con el fin de evitar "efectos larvarios en Bolivia". Dijo que "no nos queda más remedio que, vista la intransigencia de los secuestradores, embarcarnos en una operación policial, o lo que sea" (Dietrich, 2002, p. 38). Igual lo advirtió el 31 de enero, cuando en una entrevista reiteró que era posible una salida militar a la crisis, si es que se pone en peligro la vida de alguno de los 72 rehenes (Nieto y Mendoza, 1997. p. 41).

Sanciones

La sanción sugiere aquella medida de castigo en respuesta a una decisión de la contraparte. En el caso que nos ocupa, los dos bandos confrontados hicieron uso de este recurso.

Dentro de las sanciones tenemos las decisiones de los bandos a no participar en la Mesa de Negociación, como respuesta a la actitud asumida por la contraparte. Ello ocurrió el 12 de enero, cuando Domingo Palermo, ministro de Educación para el momento del secuestro, y representante del Gobierno ante la Comisión de Garantes, informó que la reunión que tenía prevista con el líder del MRTA se frustró, debido a que el MRTA la condicionó a que el gobierno lleve una propuesta de liberación de los emerretistas presos en las cárceles del país: "en caso contrario era preferible no realizar tal reunión, puesto que no habría posibilidad alguna de conversar", abría dicho Néstor Cerpa Cartolini (Dietrich, 2002 p. 37). Seguidamente, el 22 de enero, Fujimori advirtió por medio de declaración a la prensa que no permitiría conversaciones con el MRTA si es que es grupo no desistía de su exigencia de liberar a sus militantes presos (Nieto y Mendoza, 1997. pp. 39-40). El 6 de marzo de 1997, luego de que se produjera la novena reunión con la Comisión de Garantes, Cerpa Cartolini anunció la suspensión de las conversaciones, al señalar que las fuerzas del orden estaban cavando un túnel para ingresar violentamente en la Residencia (Cronología, 1997 p. 45).

El 20 de abril, luego de la negativa del Gobierno peruano de liberar a 21 emerretistas presos, Néstor Cerpa Cartolini anunció que los 72 secuestrados "recibirán, a partir de ahora, atención médica sólo una vez por semana" (Cronología, p. 56.) y reiteró su exigencia de liberar a los emerretistas presos, desmintiendo la supuesta reducción a una lista de 30 presos, publicada por el diario República lo que fue el pretexto bajo el cual Fujimori ordenó la incursión militar.

CAPÍTULO III

Negociación / Estancamiento del conflicto o punto muerto

Hopmann advierte que aunque la negociación ha sido tratada en algunos textos académicos desde hace siglos, su análisis sistemático data sólo de los años 70". El autor cita a Fred Charles Ikle, quien en una de las primeras obras escritas sobre el tema conceptualiza la negociación como "un proceso mediante el cual se presentan propuestas específicas en un interés común donde intereses conflictivos están presentes" (1990, p. 8.).

Aunque uno de los actores del conflicto, el ex presidente Alberto Fujimori, optó por la salida violenta, se produjo un proceso de negociación entre el Gobierno peruano y el comando emerretista que Tomó la Embajada. Desde un comienzo se designó como "mediador oficial" al jefe local de la Cruz Roja Internacional, Michel Minnig. También se designó a Domingo Palermo, entonces ministro de Educación como el interlocutor por el Gobierno. El primer encuentro de negociación se produjo el 28 de diciembre, cuando luego de tres horas y media de conversación entre Palermo, el obispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani y rebeldes; dan como resultado la liberación de 20 rehenes reduciendo así a 83 el número de personas secuestradas por el MRTA.

El 16 de enero, el Gobierno peruano informó que los próximos encuentros estaban condicionados en torno a tres puntos: nombrar una comisión de garantes formada por delegados de la Cruz Roja, el Vaticano y los interlocutores; la segunda designar una sede neutral para negociar; y la tercera aprobar una agenda de negociación y un calendario de trabajo con participación de los garantes e interlocutores. Al siguiente día y ante la aceptación del MRTA, Palermo dio a conocer nuevas condiciones en las que prevalecía la posición de no liberar a ningún preso del MRTA. También estableció que las conversaciones sólo tratarían la eventual salida de los guerrilleros con el debido sustento legal de los captores y la liberación de todos los rehenes con total respeto a la integridad física de cada uno de ellos.

En medio de los encuentros que se produjeron entre estos dos actores, hubo enfrentamientos y escaramuzas del conflicto ya citados en el II Capítulo: El Detonador – Escalada del Conflicto: Tácticas y estrategias de las partes: Transformación de Tácticas blandas a tácticas duras, por lo cual no serán mencionados en este apartado.

Fronjosa (2005, p. 45) señala que las personas o las instituciones negocian por una o ambas de dos finalidades: satisfacer necesidades, intereses u objetivos y/o resolver conflictos. Esta última finalidad es el caso que nos ocupa. La negociación en situaciones de crisis, que es donde se circunscribe la del presente trabajo, se caracteriza por hacer uso de la negociación para coaccionar a la otra parte para que se comporte de una forma dictada (tal como lo afirma Donohue, autor citado por: Ormachea, 1997, p. 5). El MRTA usa la vida de los rehenes como una ficha de presión en la negociación para lograr su objetivo. Uno de los mayores retos de los negociadores de la parte coaccionada es dar un giro diametral hacia una relación mínima de cooperación y de eventual solución que pueda eliminar el daño potencial de los rehenes.

Además Fronjosa enumera tres niveles de negociación que se diferencian por su grado (2005, pp. 51-54). Así tenemos que un primer nivel es el de complejidad que depende de la cantidad de tópicos que se tratan, la interrelación entre los temas y el número de actores. En este sentido, la negociación que se llevó a cabo para la liberación de los rehenes fue altamente compleja por el número de actores: los 72 rehenes; los gobiernos de: Perú, Japón, Canadá, Cuba, República Dominicana y Bolivia; y las instituciones involucradas como la Cruz Roja Internacional; el Vaticano; etc.

Un segundo nivel relacionado con el anterior es el de Estructuración y ello tiene que ver con la forma como se llevó a cabo el proceso, mediado por una Comisión de Garantes. El último nivel de negociación que explica Fronjosa es el de impacto que depende de la intensidad de los intereses o necesidades en juego. Ello está íntimamente relacionado con el peso que tiene la vida de 72 personas; así como también la presencia de la guerrilla en Perú, la política antisubversiva llevada a cabo por Fujimori, y las condiciones de las cárceles peruanas.

El proceso de negociación que se estableció entre el Gobierno peruano y el MRTA estuvo enmarcado por una parte, en que cada uno buscó maximizar el valor obtenido en un acuerdo individual y por otra, en que la relación entre ellos no era importante, por la improbabilidad de futuras negociaciones. Es por ello que los encuentros y desencuentros establecidos entre estos dos actores se estudiarán bajo la óptica de la negociación distributiva. Caso contrario ocurre con el enfoque que le dio la Comisión de Garantes al mismo proceso, que se circunscribe al marco de la negociación integrativa como se demostrará más adelante.

Hopmann (1990) señala que la negociación distributiva, para la cual también utiliza el nombre de regateo, dominó la teoría de la negociación desde los años 60" y fines y de los 70", con la publicación de La Estrategia del Conflicto de Thomas Schelling. Pero en los 80" el interés en la teoría se dirigió a la solución integrativa en las negociaciones internacionales.

El autor, basándose en los trabajos de Walton y MaKersie, diferencia la negociación distributiva de la integrativa. La negociación distributiva es aquella caracterizada por "el proceso que busca dividir un producto determinado entre dos partes en presencia de un conflicto fundamental de objetivos" (ob. cit. p. 15). Mientras que la negociación integrativa es la que se plantea "alcanzar metas que no crearán un conflicto directo con los objetivos fundamentales del otro, facilitando por ende su integración". Concluye Hopmann señalando que "la negociación integrativa busca expandir los beneficios, mientras que la distributiva, únicamente dividir los beneficios existentes".

La negociación distributiva posee unas características propias, enunciadas por Fronjosa, algunas de las cuales son fácilmente aplicables al caso que nos ocupa:

  • Las partes tratan de maximizar su beneficio. Las exigencias del MRTA llevaban a maximizar su beneficio como grupo guerrillero al liberar a sus miembros y principalmente a sus líderes. Fujimori, por su parte, observaba la crisis como una oportunidad para retomar la popularidad perdida si lograba poner fin al conflicto, liberando a los rehenes y destruyendo al MRTA.

  • Relación tipo "ganar – perder". (un juego de suma cero: lo que uno gana lo pierde el otro). Al ganar el MRTA, el Gobierno perdía legitimidad y viceversa, si la ganancia la tenía Fujimori, el MRTA perdía su liderazgo como grupo guerrillero.

  • Son ineficientes. Tal como se dio en la Toma en la cual la negociación no logró su objetivo.

  • Resultados poco satisfactorios. Si se liberaba a los emerretistas presos, el Gobierno se iba a sentir insatisfecho con los resultados, aunque ello hubiese generado la liberación de los rehenes.

  • Definición más pronta. (se acostumbra a saber pronto si habrá o no acuerdo). Desde un comienzo de las negociaciones hubo evidencia de que no habría acuerdo, como se detallará más adelante.

Tal como lo afirma Fronjosa (2005, pp. 40-41), debido a los intereses que involucran las negociaciones internacionales y la responsabilidad exigida a quienes las llevan a cabo, estas presentan condiciones de "intensa presión". Por esta misma presión que caracteriza a este tipo de negociaciones, las mismas presentan "un alto contenido competitivo (Distributivo)". Agrega el autor que los procesos de negociación tienden a ser, en principio, de tipo competitivo dando luego origen a la llamada negociación distributiva. El autor entonces equipara la negociación competitiva a la distributiva antes descrita por Hopmann.

Por su parte, Álvarez (2003, pp. 117-119) cita Carlos a Aldao Zapiola señalando que los modelos de la negociación responden a la interrogante de cómo negocian las partes. Agrega que en el lenguaje metafórico el enfoque competitivo la negociación es guerra, mientras que para el enfoque cooperativo la negociación es solucionar problemas para lograr ganancias mutuas.

Ovejero (2004) explica que en toda negociación existen dos tipos de discusiones en torno a cuál es la negociación más eficaz: la negociación por principios o la negociación por posiciones. Agrega que existen dos formas básicas de posicionarse basadas en las relaciones entre las partes: las negociaciones competitivas, cuando cada negociador se posiciona de una forma dura e intransigente; y las negociaciones cooperativas o colaborativas, en las que cada negociador se posiciona de una forma flexible y condescendiente buscando que ambas partes salgan ganando.

Este autor define la negociación competitiva como aquella en que (ob. cit. p. 138):

  • Los participantes son adversarios. Es evidente la adversidad existente entre un grupo guerrillero con el gobierno del país donde opera este grupo irregular.

  • El objetivo es la victoria. El secuestro perpetrado por el MRTA llevaba como finalidad la victoria traducida en la liberación de sus compañeros.

  • Se desconfía del otro. Dado por la misma rivalidad existente entre las partes: por la situación de irregularidad del MRTA, por el acto delictivo que representa el secuestro y por las anteriores promesas incumplidas del ex mandatario peruano de sentarse a hablar con la guerrilla; la desconfianza es un elemento persistente en el caso que nos ocupa.

  • Se insiste en la posición. La posición del MRTA era la liberación de los emerretistas presos, a cambio de la liberación de los rehenes que era la posición del Gobierno peruano.

  • Se contrarrestan argumentos. Los argumentos que utilizó el grupo captor para justificar su acción, fueron todos rebatidos por la contraparte, el ex presidente Fujimori. Y viceversa, cuando Fujimori señalaba que los guerrilleros habían aterrorizado a Perú durante una década, los emerretistas respondían que la mayoría de los peruanos son pobres y estaban abandonados por el Gobierno.

  • Se amenaza. En capítulos anteriores se identificó las veces que el MRTA usó la amenaza como táctica de conflicto.

  • No se piensa en los intereses del otro. Los intereses de cada uno estaban bien definidos, aún los latentes que se encontraban en el mantenimiento del poder de cada una de las partes, en sus respectivos ámbitos de acción.

  • Se exigen ganancias para llegar a un acuerdo y se intenta sacar los mejores beneficios. Ninguna de las partes estableció disminuir su ganancia, beneficiando a la contraparte. La ganancia del Gobierno era la liberación de todos los rehenes y la destrucción del grupo guerrillero, mientras que la del MRTA era la liberación de sus compañeros y lograr una victoria ante Fujimori.

  • Se establecen en términos de confrontación. Nunca hubo colaboración entre las partes para llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas.

Si partimos de que la negociación competitiva está estrechamente ligada con la distributiva, la contraparte: la negociación cooperativa o colaborativa, se debe equiparar entonces a la negociación integrativa. La negociación integrativa, por su parte, es un proceso en el cual: en base a diferencias en la percepción de "valor", se identifican intereses divergentes que permiten agregar valor al proceso para lo cual hay que desagregar las situaciones (pasar de las posiciones a los intereses) y ejercitar la creatividad para generar alternativas de mutuo beneficio. Álvarez señala que el enfoque de la Teoría de la Negociación Colaborativa propone "sustituir posiciones por intereses y el esquema ganar-perder por el de ganar-ganar" (2003, p.122). Este fue el enfoque que le dio la Comisión de Garantes como se detallará en el Capítulo IV: Intermediación.

Álvarez trata las etapas de la negociación colaborativa y las divide en dos (p. 122):

  • Ampliación del campo de la negociación. Comprende dos pasos

  • Lograr pasar de las posiciones a los intereses reales de las partes. Fue lo que hizo la Comisión de Garantes, al identificar que los intereses del MRTA podían estar en mejorar las condiciones de las cárceles donde estaban presos sus compañeros. Igualmente, el Gobierno peruano y el japonés pudieron identificar, de manera incorrecta, que los intereses del MRTA eran los de salir librados de la Toma y de las consecuencias negativas que le acarrearía la acción del secuestro, y por ello se les ofrecía salir del país a un gobierno "amigo" como podía ser el de Cuba.

  • Una vez que los intereses emergen y se han analizado exhaustivamente, hay una serie de métodos para generar opciones. La Comisión de Garantes también actuó en este sentido al buscar una alternativa como era el acondicionamiento de las cárceles donde estaban presos los emerretistas. Así como también la propuesta de reducir la lista de guerrilleros presos que pudiesen ser liberados.

  • Fijar los límites del campo que se ha abierto. Abarca también dos pasos

  • Encontrar estándares o criterios objetivos, independientes de la voluntad de los individuos a fin de poner límites externos al campo de la negociación. Se desconoce si la Comisión de Garantes hizo ver a cada una de las partes los límites externos al campo de la negociación.

  • Encontrar la "Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado (MAAN) obliga a cada uno a reflexionar que haría cada uno y su contraparte en el supuesto de no llegar a un acuerdo. Aunque el 10 de marzo, Cerpa dio a conocer su MANN cuando advirtió por medio de la cadena británica WTN que estaba "dispuesto a afrontar igualmente usa salida pacífica, como militar" (Nieto y Mendoza, 1997, pp. 42-43) el mismo careció de importancia, ya que no se llevó a cabo en los momentos en que pudo accionarse. El MAAN del gobierno peruano sí fue llevado a cabo, y tiene que ver con la salida violenta por la que optó Fujimori.

Negociación Internacional

La negociación que se llevó a cabo para la liberación de los rehenes en la Embajada de Perú, se circunscribe dentro de una negociación internacional por diversos hechos que se suscitaron durante la Toma y por los actores participantes en la misma. El grupo guerrillero escoge la Embajada de Japón, según como ellos mismos lo indicaron al inicio del secuestro como "una medida extrema contra la inherencia continua del gobierno de Japón en la política peruana y su respaldo a la violación de los derechos humanos en Perú" (Los terroristas peruanos que mantienen 200 rehenes piden la mediación de España. El País, 1996). Los rehenes en principio eran de distintas nacionalidades y al final, los 72 restantes, eran específicamente peruanos y japoneses, por lo que Japón constituía un elemento determinante para las negociaciones y toma de decisiones que se llevaron a cabo. Ello se ve reforzado por las posiciones asumidas por el Gobierno japonés que no sólo envió un representante, Teresuke Terada, a que participara en la Comisión de Garantes como Observador, sino que además hizo gestiones para una salida pacífica a la crisis y siempre mantuvo una posición activa, que en algunas momentos discrepaba de la posición del Gobierno peruano. Particularmente, el día 28 de enero de 1997, Japón reaccionó inmediatamente cuando se suscitaron los hechos de intimidación de la policía peruana frente a la Embajada, y Ryutaro Hashimoto, primer ministro japonés en ese entonces, realizó una llamada a Fujimori, luego de la cual Palermo leyó un comunicado en el que el Gobierno peruano reconoce que la "residencia tomada goza, por la Convención de Viena, del privilegio funcional de la inviolabilidad" (El Show de las Armas. 1997, Caretas) Agregó que Fujimori "está estudiando la posibilidad de una coordinación más estrecha, a efectos de ultimar detalles para concordar posiciones respecto a la mencionada salida pacífica del problema" (ob. cit.).

Los mandatarios de las diferentes naciones y representantes de diversas organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA), Unión Europea (UE), el Grupo de los países más industrializados (G-7), el Vaticano, Amnistía Internacional, el Movimiento de Países No Alineados, la Unión Parlamentaria Internacional, el Parlamento Latinoamericano, la Comunidad Andina (CAN), el Grupo de Río, entre otras manifestaron su apoyo al Gobierno peruano. De hecho, las primeras declaraciones de Fujimori en torno a la crisis tienen que ver con una comunicación que le escribe a su homólogo Bill Clinton, el presidente de Estados Unidos para ese entonces, en virtud de que hasta el día 23 de diciembre de 1996 se encontraban como rehenes una gran cantidad de ciudadanos estadounidenses. Posteriormente, el 25 de diciembre, el presidente ruso del momento, Boris Yeltsin, propuso al G-7 conformar una fuerza multinacional para resolver el secuestro, y también le ofreció a su homólogo peruano enviar una unidad antiterrorista espacial para liberar a los rehenes.

Perú y Uruguay tuvieron un impasse el 24 de diciembre de 1996 producido por la liberación de dos emerretistas, Luis Alberto Samaniego y Sonia Gora Rivera, llevadas a cabo por el Poder Judicial de este último país en respuesta a una exigencia que hecha por el MRTA. Esto permitió la liberación del embajador de Uruguay en Perú, Tabaré Bocalandro Yapeyú. También se dio la liberación del embajador de Guatemala, José María Argueta, y según el comunicado del MRTA, ello se produjo en "reconocimiento al proceso de paz" llevado a cabo en su país.

Se temía que se repitiera el mismo efecto en el caso particular de Bolivia, país donde también habían emerretistas presos que podían ser canjeados por Jorge Gumucio, Embajador de Bolivia en Perú y uno de los 72 rehenes. Entre los militantes del MRTA presos en Bolivia se encontraban Juan Carlos Caballero, considerado el tercer hombre del grupo; Martín Cerna Ponte; Justino Soto Vargas y Elizabeth Ochoa Mamani. Aunque Bolivia al comienzo de la crisis asumió una posición de total apoyo al Gobierno peruano, esta situación cambió cuando el 8 de abril de 1997 se produjo una confusión derivada de las declaraciones del entonces ministro de Comunicación Social de ese país, Mauricio Antezama, quien señaló que estaban en estudio todas las opciones incluso el canje de rehenes por la liberación de emerretistas presos. Esto fue negado al siguiente día por el Gobierno boliviano.

Por otra parte, una de las alternativas por las que optó Fujimori, fue la de solicitar asilo a Gobiernos extranjeros, como fue el caso de los Gobiernos de Cuba y República Dominicana. Igual gestión hizo el Primer Ministro japonés Hashimoto. Es preciso acotar que Cuba dio respuestas favorables, sin embargo, el MRTA no las aceptó.

Las instituciones que representaban los integrantes de la Comisión de Garantes que se conformó para ayudar a resolver el conflicto, eran de orden internacional. El Vaticano aprobó la integración del Obispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani. La Cruz Roja Internacional estaba representada por el jefe de la delegación del Comité Internacional, Michael Minnig. El Gobierno canadiense, por su parte, estaba representado por Anthony Vincent, embajador de este país en Lima.

Particularmente, Canadá participó como país anfitrión en la reunión que sostuvieron Alberto Fujimori y Ryutaro Hashimoto. De hecho, en la revista peruana Caretas se llegó a especular acerca de la real agenda del canciller canadiense durante una visita que realizó a Cuba una semana antes de la reunión entre los mandatarios, dado por las muy buenas relaciones diplomáticas entre las dos naciones (Lo que se trae bajo la manga. Bromas aparte, 1997, Caretas).

El MRTA también le añadía elementos internacionales, no sólo por tener activistas presos en distintos países latinoamericanos, como ya se señaló en el Capítulo I: El Conflicto: Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, sino que además mantuvieron un corresponsal internacional que participaba en el secuestro desde Hamburgo, Isaac Velazco, ratificando las posiciones del Comando captor mediante entrevistas concedidas a medios de comunicación internacionales y a través de comunicados.

Los medios de comunicación, como forjadores de opinión pública, también le dieron esta relevancia internacional en el sentido de que los primeros días del secuestro ocupó la noticia de primera página, y tanto agencias internacionales, como medios de comunicación de muchos países y de importante relevancia informativa mantuvieron a sus corresponsales en el lugar de los acontecimientos.

Negociar o no, con la guerrilla

La toma de la Embajada Japonesa, al ser un hecho calificado como terrorismo, crea la polémica si se debe o no llevar a cabo una negociación teniendo implicaciones de tipo morales y políticas, tal como lo afirma Omarchea (1997. p. 6). El autor cita a su vez a Hughes en cuanto a los argumentos en contra y a favor de este tipo de negociación. Con respecto a los argumentos en contra se concluye que el Estado no puede negociar con terroristas (término usado por Fujimori para calificar al grupo guerrillero MRTA), ya que esto equivaldría a someterse a sus exigencias y les daría legitimidad y por ende, fortaleza. Además, está el hecho de que de llevar a cabo una negociación, ésta sería identificada como un precedente para futuras acciones de este estilo. Por otra parte, al negociar y finalizar otorgando impunidad a actos terroristas, se atentaría contra el contrato social, que establece el Estado con los habitantes de la nación donde opere.

Por otra parte, el mismo autor expone las razones a favor de una negociación con los protagonistas del secuestro. En principio, el hecho de negociar no implica obligatoriamente someterse a las exigencias de los guerrilleros. Segundo, y lo más importante, la opción de no negociar, implicaba el uso de la fuera, poniendo en riesgo la vida de los rehenes, hecho que finalmente ocurrió. Finalmente, Omarchea citando a Hughes explica que se podrían llegar a ciertos acuerdos que no implicaran un cambio sustantivo en la correlación de fuerzas entre las partes.

Otros frentes de negociación

Por producirse la crisis en la Residencia del embajador Japonés, Morisiha Aoiki, este país asiático tuvo gran influencia en las negociaciones llevadas a cabo entre el MRTA y el Gobierno peruano, tal como se mencionó en el apartado Negociación Internacional, ubicado en este mismo capítulo. Desde un comienzo la posición de Japón inclinada hacia una salida pacífica, se hizo notar a través de declaraciones y decisiones llevadas a cabo como la designación de un Observador en la mesa de negociación y diligencias ante el Gobierno cubano para una salida de la crisis. Una hipótesis expuesta en el diario El Universal (Tokio inconforme con estrategia de Lima. 1996, Cuerpo 1, p. 8) expresaba que Tokio negociaría directamente con los guerrilleros a fin de que esos puedan salir de Perú, protegidos por la impunidad diplomática japonesa, a cambio de que fuesen liberados con vida todos los rehenes. Agrega el artículo que el historial de Japón en situaciones de rehenes es de negociar.

Inicialmente, el 20 de diciembre de 1996, el portavoz del Gobierno japonés, Seiroku Kajiyama, dijo que Japón y Perú discrepaban totalmente sobre el modo de solucionar la crisis. Posteriormente, el 30 de ese mismo mes, el Gobierno japonés tuvo que negar que hubiese efectuado pago de cupos por la liberación de sus ciudadanos secuestrados. Luego, el 04 de enero de 1997, el primer ministro japonés, Ryutaro Hashimoto, confesó sentirse pesimista pues consideraba que las conversaciones para la solución de la crisis, se encontraban estancadas. El mismo portavoz del MRTA, Isaac Velazco, incitó a una mayor participación del Gobierno japonés, cuando el 29 de enero de 1997, manifestó que este país debía usar su influencia y poder económico para que Fujimori respetara su territorio.

Luego, Fujimori y Hashimoto, se reunieron el 01 de febrero, en Toronto, Canadá, y suscribieron un documento en el que se comprometieron a estrechar esfuerzos para llegar a una solución a la crisis. Esta reunión se produjo luego que se realizaran enfrentamientos entre funcionarios policiales peruanos y el comando captor. En el encuentro, Fujimori informó de tres escenarios posibles, dos de los cuales implicaban violencia, y Hashimoto se inclinó por la salida pacífica, pero tuvo que respaldar al Mandatario peruano en el rechazo a la demanda de la liberación de los emerretistas presos.

La presencia de Teresuke Terada en la Comisión de Garantes desempeñándose como Observador, iba más allá según un artículo de Caretas "Será el guardián de que cualquier paso que superara la vía pacífica por contingencias como una balacera, una muerte súbita o un incidente mayúsculo, tendría que ser sometido "previamente" a la aceptación del alto mando japonés" (Lo que se trae bajo la manga. ob. cit.).

En esta reunión Hashimoto también ofreció a Fujimori negociar con un tercer país para que aceptara asilar al comando emerretista. Seguidamente y por acciones llevadas a cabo por el entonces secretario de Estado de Asuntos Exteriores de Japón, Masahiko Komura, durante la segunda quincena del mes de marzo de 1997, el presidente cubano, Fidel Castro, confirmó su posición de cooperar en la búsqueda de una solución pacífica a la crisis. Komura también visitó Santo Domingo, República Dominicana, para entregarle al presidente de ese entonces, Leonel Fernández, una carta del gobierno japonés con la petición oficial de asilo para miembros del Comando del MRTA. Aparentemente, el gobierno dominicano había aceptado por razones de humanidad, acoger a una parte de los integrantes del comando.

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