La negociación en la toma de la Embajada Japonesa en Perú (página 3)
Enviado por Miroslaba Jackeline Suárez González
El 04 de marzo se suscita un impasse entre Japón y Perú, debido a que el primer ministro japonés, Hashimoto, confirmó a políticos de su país que el Gobierno peruano había excavado túneles hacia la Residencia. El 18 de ese mismo mes, se produjo la visita del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de Japón, Masahiko Komura. El Gobierno japonés instó a Fujimori a que acelere el proceso de solución pacífica. Al siguiente día, se produjo un segundo impasse suscitado porque la agencia de noticias japonesa, Kyodo News, informó que Alberto Fujimori estaba dispuesto a llegar a un compromiso sobre la liberación de los terroristas encarcelados. Esto fue condenado por Fujimori quien sostuvo que "tal vez, para otros países la posición peruana puede no tener mayor significación y pretenden buscar soluciones que no tengan en cuenta esto". Agregó que:
Los peruanos, hemos sufrido durante quince años la violencia terrorista que ha causado 25 mil muertos por el MRTA y el Sendero Luminoso, con pérdidas materiales equivalentes a la deuda externa. No podemos retroceder. Lo siento mucho, pero esta es una posición firme, aunque parezca dura" (Dietrich, 2002, p 47). Repito en forma contundente y definitiva que la posición de mi gobierno sigue siendo la misma. No hay liberación de presos del MRTA; no habrá una sola liberación, y cualquier afirmación en sentido contrario es falsa. Si alguien o alguna entidad tiene alguna sugerencia que permita una solución rápida sin arriesgar la seguridad del país –es decir, sin liberar a los presos del MRTA-, yo le ruego encarecida y públicamente que me la alcance al despacho presidencial, pero, repito, bajo las condiciones de mantener la seguridad del país. (Cronología, 1997, p. 49).
El 21 de marzo, Fujimori se reunión con Terada con quien analizó la situación y las alternativas de solución a la crisis de los rehenes.
Tal fue la importancia de Japón en las negociaciones que se llevaron a cabo entre el MRTA y el Gobierno que se aseguró en los medios periodísticos que la actitud de Cerpa Cartolini cambió de una flexibilización que supuestamente había asumido, a un endurecimiento y retroceso a su posición inicial de liberar a todos los miembros del MRTA. Este cambio radical se produjo luego que una cadena de televisión nipona, TBS (Presión del gobierno japonés favorece posición de rebeldes frente a Fujimori, 1997, El Nacional, p. A2), aseguró que el primer ministro, Ryutaro Hashimoto solicitó al mandatario peruano que aceptara excarcelar a los emerretistas presos a cambio de los rehenes.
El 06 de abril de 1997 el presidente del Congreso de Perú para el momento de la Toma, Víctor Way Rojas, analizó en Tokio la crisis de los rehenes con el primer ministro nipón, también para ese entonces, Ryutaro Hashimoto. El 15 de ese mismo mes, representantes del Gobierno japonés: Shumichi Sato y Katsuyuki Tanaka, se reunieron con el Monseñor Juan Luis Cipriani. Al siguiente día, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba del entonces, Roberto Robaima, llegó a Tokio para tratar con las autoridades japonesas la crisis de los rehenes en Lima.
Al final de la crisis, Ryutaro Hashimoto, expresó sus agradecimientos al Gobierno peruano al haber dado fin a la crisis. No obstante agregó que "esperábamos que se hallara una solución que evitara el recursos de las armas (.) el Gobierno peruano no nos advirtió antes de dar el asalto" (Cronología, 1997, p. 57).
El 09 de mayo, el primer ministro de Japón, Ryutaro Hashimoto, visitó Perú para agradecer al Gobierno peruano la liberación de los rehenes y además se disculpó por la forma como su Gobierno intervino en la crisis "me doy cuenta de muchos puntos problemáticos y como Jefe de Gobierno me disculpo" (El premier nipón viajó a Lima para agradecer rescate de los rehenes, 1997, El Nacional, p. A.2). Además de eso Hashimoto condecoró a los dos comandos que murieron en la Retoma, entregó una placa al grupo de los 140 comandos de las fuerzas armadas que participaron en la acción, depositó ofrendas florales en las tumbas del magistrado Carlos Giusti y de los dos comandos y visitó junto con Fujimori a Francisco Tudela en el hospital. Igualmente, expresó que en Japón se formó un Fondo de Solidaridad para apoyar a los deudos de los dos militares caídos durante el rescate de los cautivos. El gobierno de Japón también destituyó a su embajador en Lima por las fallas de seguridad que permitieron la Toma de su residencia en la capital peruana.
Otro frente de negociación fue el establecido entre los rehenes con los tomistas. A comienzos de la crisis se empezó a especular sobre un posible "Síndrome de Estocolmo"[7] producido entre los rehenes y el grupo captor, tal como lo apunta Aznarez (1996, El País). Un hecho registrado fue el de un empresario que se acercó a "El Árabe" y le dijo "ya me gustaría tener en mi empresa personas tan resueltas como usted, con su gran capacidad de liderazgo". También se conoció de una "mesa redonda que se produjo entre guerrilleros y rehenes el 21 de diciembre y de los autógrafos que algunos de los rehenes le pidieron a Cerpa Cartolini a quien además le recomendaron descansar.
Al momento de la retoma, uno de los emerretistas tuvo tiempo de llegar hasta un cuarto de los rehenes y los apuntó con una metralleta, pero no disparó. "Las relaciones de afectividad establecidas durante el prolongado cautiverio parecen haber sido determinantes" (Revelan los rehenes: Algunos rebeldes fueron abatidos pese a haberse rendido, 1997, El Nacional, p. A2). Se reseñan las palabras del entonces ministro peruano de Agricultura, Rodolfo Muñante, "Creo que ese muchacho estaba muy cerca de nosotros y entonces decidió no disparar" (ob. cit.).
Sin embargo, otros observadores no opinan lo mismo. Murakami (citado por (Dietrich, 2002, p. 47), uno de los 72 rehenes, relató que entre marzo y abril de 1997 la situación se tornó peor. Era bastante alta la posibilidad de una rebelión interna liderada por los rehenes peruanos. Los rehenes japoneses por su parte, expresaban desconfianza hacia el Embajador Aoki porque esperaban que éste desempeñara un papel más activo. A mediados de marzo, uno de los rehenes, el Vice-Almirante AP Luis Giampietri, lanzó una piedra por la ventana con un mensaje mediante el cual exigía al Gobierno que hiciera llegar armas a manos de los rehenes. Según Murakami, la rebelión estaba prevista para el 25 de abril y se hubiese producido de no haberse dado la incursión militar.
El 13 de marzo, el propio Cerpa Cartolini, le ofreció disculpas y garantías al entonces embajador boliviano en Lima, Jorge Gumucio quien fue encañonado por un emerretista al que increpó por lanzar consignas ofensivas contra Bolivia. Por su parte, el padre jesuita y uno de los rehenes Juan Julio Wicht, señaló que durante el rescate que los secuestradores solían entrar a los cuartos donde los mantenían retenidos, apuntándolos con armas automáticas y advirtiendo que serían asesinados si el ejército peruano los atacaba. Uno de los rehenes, el secretario general de la Presidencia de Perú, Ricardo Kamiya, narró a Caretas (Palabra de rehén, 1997) que el emerretista encargado de asesinar al canciller Tudela si se producía una intervención militar, no dudó en hacerlo, pero su tarea fue impedida por uno de los comandos que resultó muerto en su función de salvaguardar la vida del Ministro de Relaciones Exteriores. Kamiya también señaló que dos veces por semana los secuestradores ensayaban la manera cómo ultimarían a los rehenes si se producía una incursión militar.
Otros rostros de la negociación lo representaron los países que tenían emerretistas presos y rehenes en la Residencia. Es el caso de Uruguay, Guatemala y Bolivia, los cuales fueron ya tratados en el apartado de Negociación internacional de este mismo capítulo.
Cuba y República Dominicana, los países que aceptaron servir como asilo, representan otra arista de negociación[8]
Los medios de comunicación también representaron un frente de negociación, siendo el caso de que el 26 de marzo el diario peruano Expreso reafirmó mediante un editorial, su posición ante una posible excarcelación de presos del MRTA ".el presidente Fujimori debe saber que parte importante de la ciudadanía –y Expreso con ella- considera que aceptarla equivale a claudicar, y que se derivarían males incontables para el país de semejante acto de capitulación." (Cronología, 1997, p. 51) Esta posición fue criticada por el Monseñor Cipriani quien señaló que:
"algunos medios periodísticos, que, ajenos a la dimensión humana, y estamos ante un problema humano, no político, hablan de claudicaciones (.) Nosotros procuramos avanzar, pero déjenme que les diga: me parece que a veces hay alguien que todo lo que procuramos construir, lo rompe. Cuando ya se piensa en un mejoramiento de las condiciones, aparecen declaraciones de periodistas, quienes se rasgan las vestiduras. (.) todo mi agradecimiento a la comunidad internacional, todos mis respetos al Presidente de la República, pero no puedo decir todos mis respetos a determinada información." (Palabras de Cipriani citadas por Cronología. ob. cit. p. 51.)
El diario en cuestión respondió señalando que había recibido de parte de Cipriani una amonestación. Apuntó que no era un asunto de perdón, porque entonces tendrían que perdonar cada vez con mayor frecuencia "todos somos rehenes en este momento. No podemos condenarnos a serlo para siempre cediendo hoy al chantaje terrorista" (Opinión del diario Expreso, citada por Cronología. Ob. cit. p. 52.). Cipriani volvió a responder señalando, entre otras cosas, que no se debía añadir problemas extras a esa situación difícil.
Factores que influyen en la negociación
Bercovith, autor citado por Ovejero (ob. cit. pp. 163-164), divide en cuatro grupos, los factores que influyen en la negociación: rol, situacional, interactivos y personales. El primero tiene que ver con el rol, los cargos o posiciones que condicionan las opciones disponibles a los negociadores. Según su rol, las partes pueden recibir presiones de terceros a los que les deben lealtad, compromiso y responsabilidad. En este sentido, Fujimori, como Presidente de Perú, tenía el compromiso y la responsabilidad con todos y cada uno de los familiares de los rehenes de resolver la crisis manteniendo la integridad de ellos. Tenía un compromiso con los gobiernos de los países que tenían rehenes en la Embajada, que finalmente fueron quedando sólo japoneses. En especial tenía compromiso con Japón por ser la Embajada de ese país en Lima donde se produjo el suceso. Tenía también compromisos y responsabilidades con el pueblo y con las instituciones del Estado peruano. Por su parte, Néstor Cerpa Cartolini, como líder de la toma, por su rol tenía compromisos con los emerretistas en prisión, especialmente con su esposa, además del compromiso que tenía con los 13 guerrilleros que participaron en el secuestro guiados por él.
Otro de los factores que influyeron en las negociaciones, tiene que ver con lo situacional. Aquí ubicamos el espacio físico donde se produjo la crisis motivo de la negociación, la Embajada Japonesa en Perú. Un sitio cerrado, que impedía la movilidad de los captores, junto con sus rehenes. Igualmente, dentro de lo situacional se encuentra la implicación de terceros, como lo representa la Comisión de Garantes, tema que se desarrollará en el IV Capítulo: Intermediación, en lo que respecta a mediación. Lo situacional tiene que ver también con la violencia como elemento histórico en la sociedad peruana y la presencia para el momento del secuestro, de dos grupos guerrilleros, temas que fueron tratado en el Capítulo I: El Conflicto.
Los factores interactivos tienen que ver, entre otras cosas, con las relaciones de poder entre las partes. En este particular, Álvarez explica que "resolver una disputa sobre la base del poder implica que una parte tiene la capacidad de imponerle los "costos", en toda la extensión de esta palabra (económicos, políticos, entre otros), a la otra o amenazar con hacerlo" (2003, p. 98). Señala además que el poder es una cuestión de percepciones, sin embargo aquí se tratará de manera de los indicadores objetivos de ostentación del poder.
Por su parte, Fronjosa conceptualiza que un elemento de poder es aquel "que permita: desarrollar la capacidad o habilidad para llevar algo a cabo, o ejercer algún grado de control sobre eventos, situaciones o acciones de los demás" (2005, p. 141). El autor enumera aquellos elementos que siendo fuentes de poder, no son tan obvios como la simple "fuerza bruta", de los cuales se utilizarán los que aplican al caso que nos compete (p. 146):
1. Información: el manejo de la información estuvo en manos de los emerretistas durante el proceso del Conflicto latente y en la Escalada del Conflicto, ya que para diseñar y llevar a cabo la Toma requirieron información referente al momento y sitio específico donde se llevaría a cabo. Sin embargo durante el proceso de estancamiento del conflicto, el grupo irregular sólo disponía de la información que le suministraban los miembros de la Comisión de Garantes. Pasó entonces el poder a manos de Fujimori, quien basado en tecnología y en la misma información que suministraba el grupo captor a través de sus declaraciones, logró conocer todos los detalles de las actividades dentro de la Embajada y también los intereses y el MAAN del MRTA.
2. Uso del tiempo. Este recurso de poder fue excelentemente usado por Fujimori, quien al comienzo del secuestro se inhibió a pronunciarse, hasta tanto no poseer la totalidad de la información requerida, evitando así precipitaciones que pudiesen evidenciar descontrol de la situación. Posteriormente, el ex mandatario peruano usó el tiempo que se llevó las conversaciones con la Comisión de Garantes para cavar el túnel que lo llevaría a realizar la Retoma de la Embajada, Operación Chavín de Huantar, y así producir el desenlace del conflicto.
3. Reconocer necesidades. El ex Mandatario peruano pudo haber reconocido las necesidades de aceptación que tenía el MRTA ante la opinión pública, lo que pudo haber sido utilizado para proponerle al grupo captor, y que éste aceptara, una vía negociada y mediada por la Comisión de Garantes. Esta vía implicaba dilatar cualquier decisión de Fujimori, lo cual, además de ser plenamente justificado, le proporcionaba tiempo e información para llevar a cabo la Retoma.
4. Capacidad de generar opciones. Este elemento fue utilizado por el Gobierno peruano quien planteaba alternativas de solución al conflicto. Específicamente Fujimori planteó en diversas oportunidades:
No se han planteado soluciones de fuerza y por tanto no se rehuye el diálogo lo cual se demuestra con el nombramiento del Ministro Palermo como interlocutor del Gobierno.
El Gobierno no elude su responsabilidad en la búsqueda de una salida con la más clara disposición para actuar con sentido humanitario.
El Gobierno procura que se supere el problema por la vía pacífica a través de una salida que no vulnere los derechos humanos de rehenes ni de captores.
El Presidente hace una propuesta para descartar la posibilidad del uso de la fuerza. (Extractos del discurso de Alberto Fujimori que hace el autor Ormachea, 1997, p. 8).
5. Experiencia / experticia. Este recurso de poder no parece haber sido utilizado con eficacia por el MRTA, pues aunque habiendo realizado otros actos calificados como de terrorismo (ya tratados en el Capítulo I: El Conflicto: Movimiento Revolucionario Túpac Amaru) y a pesar de que la Toma fue un éxito al momento de detonar el conflicto, esta victoria no prosperó y no consiguió el objetivo central de su solicitud. Peor aún, la Retoma por parte del Gobierno peruano terminó con los irregulares. Fujimori por su parte, sí utilizó su experiencia y experticia en el trato con los terroristas al momento de eliminarlos y utilizar la liberación de los rehenes como un punto a su favor para retomar popularidad.
6. Capacidad de "inversión". Invertir fue lo que hizo Fujimori en la Operación Chavín de Huantar. Ello se demostró en la tecnología y número de efectivos utilizados.
7. Capacidad de alianzas y asociaciones. El hecho de ser Jefe de Estado, le proporcionaba a Fujimori alianzas con homólogos de Japón, Cuba y República Dominicana; para encontrarle fin al conflicto. Por parte del grupo irregular, nunca se conocieron sus alianzas con otros grupos guerrilleros.
8. Cuestionar lo establecido (procedimientos, normas, "status", autoridad, . . .). En este caso el poder lo tenía Fujimori quien aunque estableció la creación y miembros de la Comisión de Garantes, cuestionó y negó la posibilidad de aceptar los miembros propuestos por el MRTA.
Agrega Fronjosa que existen varios medios de ejercer el poder (2005, pp. 147-148), de los cuales, nuevamente se desarrollará los que son pertinentes para el estudio:
1. Imponer (sólo asequible a una contraparte fuerte). Un medio utilizado por el MRTA cuando impuso sus condiciones para liberar a los secuestrados. Su fortaleza residía en la disposición que tenía de los rehenes. También fue utilizado por el ex Presidente peruano, cuando estableció sus condiciones de negociación y se negó a liberar a los emerretistas presos. Su fortaleza se desprendía de su posición de Jefe de Estado.
2. Amenazar. Tratado en el Capítulo II: El Detonador – Escalada del Conflicto: Tácticas y Estrategias de las partes. Transformación de tácticas blandas a tácticas duras, fue un medio de poder utilizado por el grupo irregular.
Retomando a Bercovith (el autor citado por Ovejero) en cuanto a los grupos de factores que influyen en la negociación, el cuarto grupo tiene que ver con los de carácter personal, que es donde ubicamos las características individuales de los actores, tales como actitudes, expectativas, conductas, etc.
Tácticas y estrategias de la negociación
Álvarez desarrolla tres estrategias básicas para tratar el conflicto (2003, pp. 78-82): ganar-perder, perder-perder y ganar-ganar. Para el caso que nos ocupa se tratará las dos primeras, ya que son las que aplican, en virtud de que en ninguno de los casos se intentó establecer una relación duradera entre las partes que llevaría a una relación ganar–ganar. Advierte la autora que las dos estrategias escogidas suponen el hecho de que al menos una de las partes no alcance su objetivo y que es muy frecuente el número de conflictos que se encuentran en esta situación.
La autora enumera además las características comunes de estas dos estrategias, que tienen que ver en principio con que se establece una clara distinción entre "nosotros y ellos", más que una orientación de "todos frente al problema". Se personaliza así el conflicto, adjudicándose culpas y responsabilidades en lugar de despersonalizarlos por medio de un análisis objetivo de los hechos, los procedimientos y los problemas. En este caso el alto nivel de conflicto existente tratado en el Capítulo II: El Detonador – Escalada del Conflicto, colocaba a los actores como enemigos, y éstos a su vez, personalizaban los puntos de confrontación.
Igualmente, las energías se dirigen hacia la otra parte en una atmósfera, al menos al principio, de victoria total o de derrota total. Si se le hubiese otorgado las peticiones al MRTA la victoria para éste hubiese sido total. Igual que fue la victoria total para la salida optada por Fujimori.
Y finalmente, cada una de las partes ve el problema desde su propio punto de vista, orientadas hacia el conflicto al recalcar el desacuerdo inmediato, marcando el acento hacia el pasado: por un lado causales y causantes, sobre todo hilvanando razonamientos encadenados a la búsqueda de la "verdad de cada parte", teniendo como finalidad el llegar a una solución. En contradicción de lo que se debería buscar: una definición de metas, valores o motivos que deban alcanzarse junto con la solución, orientándose así hacia una relación al destacar el efecto a largo plazo de sus diferencias y la forma en que éstas se resuelven.
Por las características propias del conflicto que nos ocupa y de los actores participantes en él, es evidente que cada uno buscaba el máximo beneficio para sí resaltando las acciones negativas realizadas por la contraparte antes del secuestro. Aunque, como se señaló en el Capítulo I: El Conflicto: Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, al comienzo del Gobierno de Fujimori él planteó un diálogo con la guerrilla, esto nunca se produjo, y para el momento del secuestro ninguno de los dos actores tenía intención de establecer una relación de diálogo post Toma.
Errores en la negociación
La revista Caretas (Memorándum. 1997) publicó un memorándum que el especialista Roger Fisher le escribe al ministro para entonces, Domingo Palermo, mediante el cual esgrime unas propuestas con el fin de colaborar con la salida pacífica de la crisis. Fisher inicia con un diagnóstico identificando cuatro obstáculos a la solución pacífica de la situación de rehenes. Empieza por identificar una mala comunicación la cual impide identificar los intereses de las partes. Seguidamente advierte lo desventajoso y poco prudente que podría tornarse el escenario si se realizan concesiones, dado por lo complejo de la situación en la que están en riesgo la vida de rehenes. En lugar de ello propone producir una propuesta que ambas partes puedan aceptar.
El tercer obstáculo que identifica es el de las amenazas y explica que estas lo que lograrían es endurecer las posiciones. Y finalmente, señala la necesidad de la intervención de un mediador y opina que la Comisión de Garantes no tiene definido claramente su conformación y rol. Comprende que el Gobierno peruano no puede, ni debe delegar en un tercero la decisión de liberar prisioneros que pueden cometer más actos de violencia en el futuro, o el riesgo de premiar la captura de rehenes. Pero, plantea que resulta "más fácil para cada parte aceptar una recomendación de un tercer imparcial que actúe como mediador, que ceder a las pretensiones de la otra".
Sin embargo, luego de transcurridos los hechos y de conocer el final de la crisis, se detecta que los errores en la negociación se encuentran en el MRTA, puesto que se asume que el otro bando, el liderado por Fujimori, no utilizó la negociación con el sincero interés de lograr la liberación de los rehenes de manera pacífica, sino al contrario, como una estrategia para ganar tiempo y finalmente llevar a cabo la acción violenta.
Al contrario actuó el grupo emerretista, que aunque hizo público lo que parecía ser su MAAN cuando uno de los asaltantes señaló que "Estamos dispuestos a morir junto con los rehenes si el gobierno no libera a nuestros camaradas" (Los terroristas peruanos que mantienen 200 rehenes piden la mediación de España, 1996, El País), luego se evidenció que su única alternativa era el acuerdo negociado.
Pruebas de que el MRTA intentaba accionar su MAAN podrían demostrarlo las informaciones según las cuales el 18 de marzo de 1997 el Ministerio de Defensa informó en un comunicado oficial, que el Ejército Peruano había capturado a seis mandos y 32 miembros del MRTA, pertenecientes al llamado Frente Guerrillero "Juan Santos Atahualpa", lo que podría ratificar que el grupo estaba accionando su alternativa al acuerdo negociado. Al día siguiente también se difundió una información según la cual se había realizado una movilización de 60 emerretistas de la selva hacia Lima con la finalidad de responder a cualquier intento oficial de rescatar militarmente a los rehenes. Igualmente se difundió el 23 de marzo de 1997, que un embarque de armas destinado al MRTA habría sido detectado por fuerzas antisubversivas entrando por la frontera con el Ecuador. Esta movilización de armas estaría siendo apoyada por narcotraficantes en abierta alianza con el MRTA. Sin embargo, la salida violenta optada por Fujimori, no tuvo retaliación por parte de miembros del MRTA fuera de la Residencia, lo que genera dudas acerca de la verdadera existencia del MAAN del grupo guerrillero.
Según explica Fronjosa existen diversos factores de la naturaleza humana que afecta negativa o positivamente las negociaciones (2005, p. 60-124). Es el caso de la aversión a la incertidumbre y al riesgo. La incertidumbre se produce por carencia de información. Esto ocurrió en el momento de la Escalada del Conflicto tratada anteriormente, para el actor Alberto Fujimori, puesto que el elemento sorpresa con el que contó la Toma, produjo una alta incertidumbre en cuanto a cuál era el grupo guerrillero que la protagonizaba; Sendero Luminoso o Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, al número de guerrilleros que participaron, armamento con el que contaban, cuáles eran sus solicitudes y cuáles eran alternativas a un acuerdo negociado (MAAN) del grupo captor.
Al transcurrir las semanas, la incertidumbre pasó al MRTA, dada la situación de claustro en la que se encontraban, ya que no poseían ningún tipo de comunicación con sus compañeros, al margen de las declaraciones de Isaac Velazco desde Hamburgo. Los guerrilleros entonces desconocían las alternativas a un acuerdo negociado (MAAN) de Fujimori. Este último logró disipar su incertidumbre ya referida a través de modernos equipos que le proporcionaban información acerca de cada uno de los movimientos de los 14 guerrilleros y del armamento que poseían dentro de la Embajada, como se pudo conocer al momento de la Retoma. Igualmente, el Gobierno peruano pudo saber cuáles era los intereses, el MAAN y el punto de resistencia del MRTA, a través de los encuentros que se produjeron mediados por la Comisión de Garantes, las visitas que se realizaron al interior de la Embajada, las mismas declaraciones de Néstor Cerpa Cartolini, así como la conducta asumida por los guerrilleros.
El riesgo, provocado por la incertidumbre, estuvo siempre presente entre los dos actores principales: el Gobierno peruano y el MRTA. En el Gobierno peruano el riesgo consistía en la vida de los rehenes, evidentemente. Pero además existía el riesgo de al ceder en su posición, ser observado como vulnerable ante la opinión pública y derrotado en su política antisubversiva.
Para el MRTA el riesgo residía en su propia supervivencia física y también la supervivencia del MRTA porque como grupo guerrillero ya estaba debilitado cuando sus máximos líderes estaban en prisión y se agravó la situación con el secuestro, ya que en este participaban los últimos líderes en libertad como: Néstor Fortunato Cerpa Cartolini (Alias "Evaristo"), Rolly Rojas Fernández (alias "El Árabe"), Eduardo Nicolás Cruz Sánchez (a quien llamaban "Tito") y Salvador, quien aún no ha sido identificado. Se conoció que el resto de los integrantes eran jóvenes sin preparación académica, ni en combate; que provenían de zonas rurales semi-analfabetas, siendo así fáciles de dirigir y persuadir.
Tal como lo señala Fronjosa "nuestras percepciones están habitualmente cargadas de subjetivismo. Nuestro sesgo personal son elementos de distorsión de la realidad (.) La distorsión de las acciones se produce cuando tomamos decisiones en base a ideas preconcebidas" (ob. cit. p.57-58). Agrega el autor que los conceptos frecuentemente afectados por el subjetivismo son la equidad y la justicia. Ello lo podemos constatar cuando el 22 de diciembre los emerretistas liberaron a 225 rehenes y Cerpa Cartolini expresó que lo hacía "demostrando un comportamiento diferente al gobierno (.) como un gesto nuestro por las fiestas de Navidad" (Dietrich, 2002, p. 28). Con ello se pretendía demostrar su concepto subjetivo de justicia y equidad, distorsionando su propia realidad como líder de una acción calificada como terrorista.
Esta distorsión de la realidad pudo calar en el MRTA al momento de justificar el secuestro de rehenes, siendo este un delito calificado como acto de terrorismo. El MRTA explicaba que su acción era en respuesta a las erradas políticas económicas y sociales llevadas a cabo por el ex presidente Fujimori. Se estima que esta motivación del MRTA de querer parecer la "guerrilla buena" en comparación con Sendero Luminoso[9]y al justificar su acción, fue detectada por Alberto Fujimori, quien habría medido el alcance de las acciones del MRTA con respecto a los rehenes. Herir o dar muerte a uno de los rehenes hubiese desmejorado aún más la imagen del MRTA ante la opinión pública, tema que siempre fue cuidado por el grupo guerrillero; así lo habría observado Fujimori. De esta manera, "entender las acciones y motivaciones de la contraparte sirven para: explicar y anticipar sus posiciones y actuar en consecuencia, sobre todo en negociaciones competitivas" (Fronjosa, p. 106), y ello es lo que se aprecia que fue lo que hizo Fujimori.
Fronjosa además agrega que "la distorsión de las acciones que afectan el proceso de toma de decisiones se deben a prejuicios o su variante conocida como los anclajes" (p. 107). El autor conceptualiza los prejuicios y anclajes como "modos de pensar predeterminados, independientes de la naturaleza de las cosas, los hechos y las personas que deben ser juzgados o evaluados en un momento dado." (p. 108). Más adelante, Fronjosa enumera tres manifestaciones más frecuentes de los anclajes: el apegamiento, lo obvio y el marco de referencia o encuadre. Así tenemos que en este caso de estudio el MRTA pudo haberse anclado en lo obvio que le parecía el hecho de lograr su objetivo mediante la Toma, sin verificar todas las opciones que podría tener a su alcance.
El anclaje del MRTA produjo contradicciones en sus planteamientos. Una de sus contradicciones se pueden observar en cuanto a su posición de salir o no de Perú, cuando el 15 de enero Cerpa Cartolini se mostró abierto a emigrar al exterior, respondiendo a una propuesta del Gobierno. Cerpa señaló a la cadena televisiva británica WTN y a la agencia AFP: "no creo que fuera lo más adecuado estar diciendo tal o cual país. Esas son cosas que se tratarían en las conversaciones" (Túpac Amaru está dispuesto a ir al exilio, 1997, El Universal, p. 8).
Igualmente hubo contradicciones en el MRTA en cuando al número de emerretistas presos que exigían su liberación. Cerpa Cartolini, en las declaraciones citadas anteriormente, admitió que "es negociable" su demanda de exigir la excarcelación del total de sus compañeros en presión. Ello lo podemos observar cuando el 21 de abril, Isaac Velazco remitió por correo electrónico al diario La República la lista de treinta presos emerretistas en mal estado de salud, cuya liberación demandaría Néstor Cerpa. Sin embargo, Cerpa desmintió esta información. Antes, en una entrevista que realizó Rally Bowen (Dietrich, 2002, p. 44) a Cerpa Cartolini el mismo día del secuestro, cuando el guerrillero expresó su exigencia de liberación de sus compañeros presos. Sin embargo, durante la misma entrevista habló acerca de la necesidad de mejorar "la irracional política carcelaria que, en la práctica, busca el aniquilamiento de los presos" (ob. cit). Estos señalamientos pueden ser interpretados como un reconocimiento de parte del propio Cerpa Cartolini de la imposibilidad de éxito de su exigencia, pero además demuestran el inicio de las luego reiteradas incoherencias del líder guerrillero.
El 17 de marzo, el MRTA propuso al gobierno de Fujimori, la excarcelación de veinte Túpacmarus de alto rango en los primeros tres meses, y en los tres siguientes meses la liberación de cuarenta de bajo rango. Propuesta que fue rechazada por Fujimori. Posteriormente, la Comisión de Garantes propuso la excarcelación e indulto de 31 emerretistas lo que no fue aceptado por Néstor Cerpa Cartolini, afirmando que no se podía conformar con la liberación de emerretistas "no famosos" y propuso una lista con 10 nombres, y pidió a la Comisión de Garantes que trate de liberar por lo menos a cinco de ellos. Sin embargo, al día siguiente exigió nuevamente la liberación de los 371 emerretistas. El 23 de ese mismo mes un diario japonés afirmó que Néstor Cerpa Cartolini, había aceptado la salida a Cuba en una reciente entrevista con la Comisión de los Garantes. Otro medio de comunicación japonés informó que los emerretistas estaban dispuestos a aceptar la oferta del gobierno de liberar a menos prisioneros que los demandados originalmente. Los garantes estaban esperando que los dos lados se pusieran de acuerdo en liberar entre 15 y 20 prisioneros. Todo ello nos demuestran el vaivén de las decisiones y discursos del líder guerrillero.
Las consecuencias y los anclajes en los procesos de negociación son: el exceso de confianza y las expectativas. Afirma Fronjosa que el exceso de confianza, a su vez, conduce a superficialidad, es decir a decisiones irreflexivas y sin análisis, que pudo haber dado lugar a las rutinas. Este fue el error más determinante del MRTA, ya que su exceso de confianza por el poder de tener en sus manos al grupo de rehenes, le hizo pensar que iba a influir sobre Fujimori quien iba a declinar a favor del grupo captor. Subestimaron así la personalidad de Fujimori, descrita en el Capítulo II: El detonador – Escalada del Conflicto: Alberto Kenia Fujimori Fujimori, quien basaba el éxito de su gobierno en la política antiterrorista que había llevado a cabo. Esta confianza del grupo irregular hizo que estableciera rutinas de actividades descuidando así su seguridad permitiendo además que ingresaran personas y objetos, que tenían micrófonos que permitieron el ingreso de las fuerzas del Estado y realizaran la Operación Chavín de Huantar.
La intransigencia, como otra consecuencia de los anclajes, tiene que ver con cerrarse a cualquier tipo de planteamiento, como se caracterizó la actitud asumida por el comando captor durante los 126 días que duró el secuestro cuando se negó a las propuestas ofertadas por el Gobierno peruano, el japonés y la Comisión de Garantes.
Bazerman y Neale (1993, pp. 25-105) enumeran algunos errores que son determinantes en los resultados de las negociaciones de los cuales se tomarán los que se observan aplicabilidad en el caso de estudio. El primer error es la "Escalada irracional del compromiso", definida como la continuación de una línea de acción elegida previamente, a pesar de que racionalmente sea poco recomendable. Ello tiene que ver con la misma acción de la Toma y posteriormente, con la alta demanda establecida por el MRTA: liberación de sus compañeros en prisión. Se explica que nadie quiere admitir el fracaso que se plasmaría en un detrimento en la autodefinición positiva de la acción determinada. La coherencia tiene que ver con mantener el compromiso que se fijó e interrumpirlo sería un reconocimiento de haber estado en un error. Ello explica las discusiones que se suscitaron durante los últimos días del secuestro entre Néstor Cerpa Cartolini, Rolli Rojas "El Árabe", Tito, y Salvador, cuando los tres últimos le pedían al primero que flexibilizara la posición al evaluar negativamente las posibilidades de éxito, a esas alturas del secuestro.
En cuanto al "Mito del pastel entero" se refiere a que las personas les cuesta mucho encontrar trueques que sean mutuamente beneficiosos y desvaloricen cualquier concesión sólo porque quien la ofrece es la contraparte. Es así como la conducta de Fujimori de negarse a ceder ante las exigencias del MRTA, le impedían ver los beneficios de esta acción. El ex Presidente también descalificó las acciones de ceder del MRTA (que tenían que ver con las liberaciones paulatinas de los rehenes), les restaba valor, aludiendo a razones de tipo logísticas del MRTA en lugar de una acción de ceder que buscaba la colaboración.
En cuanto a la "Accesibilidad de la información", este error tiene que ver con el hecho de que frecuentemente los negociadores evalúan la información y las opciones prestando atención a ciertos hechos y desestimando otros. Pudo darse cuando los emerretistas le prestaron mayor interés a las opiniones y posiciones asumidas por el Gobierno japonés, creyendo entonces que ello sería una garantía de que Fujimori, sintiéndose presionado, aceptaría las exigencias de excarcelación de los presos del MRTA.
Buskirk (Citado por Ovejero, 2004, pp. 187-193) menciona varios consejos que pueden ser llevados a tácticas de negociación y los divide en tres grupos: tácticas operativas, tácticas interpersonales y tácticas persuasivas y negociadoras. Aquí se hará mención a las tácticas aplicables al caso que nos interesa y particularmente a las que no fueron usadas por el MRTA incurriendo así, en sus errores en la negociación.
En este particular dentro de las tácticas operativas tenemos la primera: "Nunca, pero nunca, hiera a un rey", y está relacionada con el hecho de no hacer daño a una persona que ocupe una posición desde la que pueda tomar represalias, ya que si tiene los medios para devolver la ofensa, la tendencia es a que los utilice. Es así como se puede observar que el MRTA no tomó en consideración este hecho, ya que no parece haberse percatado del golpe que representaba para el Jefe de Estado peruano, una acción de esta magnitud llevada a cabo por un grupo guerrillero que él creía haber destruido. Evidentemente, "el rey", que para el caso que nos ocupa es Fujimori, hizo mano de todos los medios de los que disponía para devolver el agravio.
Por otra parte, el MRTA sobrevaloró la influencia que podía tener para el Gobierno peruano que entre los rehenes estuvieran militares y policías. Pero, paradójicamente, los secuestradores subestimaron la capacidad profesional y experiencia de este tipo de rehenes en la creación de condiciones múltiples de desestabilización de planes y acciones terroristas, entre los cuales figura la acción determinante para el desenlace de la crisis que constituyó la operación de una red de comunicación electrónica, que permitió la incursión militar el 22 de abril.
"Evite la batalla" es otra táctica mencionada por Buskirk, y está referida a las heridas y las bajas que se producen. Podemos observar cómo en pleno proceso de negociación, Fujimori realizó actos intimidatorios frente a la Embajada Japonesa, lo que llevó a que los secuestradores correspondieran, y se forzara así a iniciar las discusiones mediados por la Comisión de Garantes, como ocurrió el 28 de enero, como se reseñará en el Capítulo IV: La Intermediación.
Dentro de las tácticas enumeradas por Buskirk, está la de "Conocer los límites del adversario", es decir el punto más allá del cual no pasará el oponente. Se prevé así hasta dónde se puede presionar al adversario antes de que este interrumpa el proceso de negociación. Se evidencia que ello nunca lo tuvo claro el MRTA, que presionó al Gobierno peruano, descuidando la probabilidad de que éste interrumpiera el proceso de negociación y optara, como lo hizo, por la vía violenta. Mientras que Fujimori, demostró haber previsto los límites del MRTA, cuando éste último no cumplió con sus amenazas de asesinar a los rehenes, o cuando cedió liberando a grupos numerosos de secuestrados. De esta manera, el ex Presidente conocía que el grupo captor no iba a poner fin a la vida de ninguno de los rehenes, lo que lo llevó a presionarlos negándoles concesiones, alargando las negociaciones, declarando y creando confusiones en torno a las decisiones de los emerretistas y finalmente irrumpiendo en la Embajada y dando fin al secuestro.
Los emerretistas se encontraban en la misma situación de cautiverio que sus rehenes. No disponían de comunicación externa a la Residencia, más allá de las conversaciones llevadas a cabo con el Gobierno y la Comisión de Garantes, así como también el ingreso al sitio de miembros de la Cruz Roja Internacional. Pero la comunicación con sus compañeros, libres o en prisión, era totalmente nula.
De hecho, entre el grupo que llevó a cabo la Toma se produjo enfrentamientos y sucedió que el 25 de marzo de 1997 se conoció que dos de los líderes conocidos como Eduardo Nicolás Cruz (Tito) y Salvador, habían empezado a cuestionar la actitud de Néstor Cerpa Cartolini. También se supo que antes de tomar la Residencia, Néstor Cerpa le aseguró a su comando, que la operación no duraría más de 15 días. Por lo que cuando la Toma se fue extendiendo en el tiempo, varios emerretistas decayeron y algunos incluso acusaron a su líder de haberlos engañado, sospechando que siempre supo que la acción se prolongaría.
Yusuke Murakami, autor citado por Dietrich (2002, p. 46), piensa que los cuatro líderes emerretistas tenían distintas perspectivas en torno a cómo poner punto final a la crisis. Cerpa Cartolini era relativamente flexible y ya estaba dispuesto a salir de la Embajada. Los otros dos integrantes de la cúpula del mando terrorista, Tito y Salvador eran intransigentes en torno a la demanda de liberar a los presos y se oponían a abandonar la Residencia. Rolly Rojas, el Árabe, estaba de acuerdo con ir a Cuba, pero pensaba que era todavía prematuro salir de la Embajada. Este último dudaba cada vez más de la sinceridad de Cerpa Cartolini, quien le parecía estar exclusivamente preocupado por la liberación de su esposa.
IV CAPÍTULO
Intermediación
Luego de hacer un acercamiento teórico a las definiciones de las terceras partes en una negociación, se ha comprobado que no son pocos los autores que equiparan los diferentes roles de los intermediarios con el del mediador.
Como propuesta dentro de la negociación establecida entre el Gobierno peruano y el MRTA, está la intervención de un tercero. Apunta Hopmann que "el papel de una tercera parte es especialmente importante cuando las negociaciones han llegado a un bloqueo y las dos partes necesitan ayuda para resolver sus diferencias" (1990, p. 61).
La toma contó desde sus inicios con diversos actores que se ofrecieron para funcionar como terceros y otros que lo hicieron de manera informal y circunstancial. Jorge Santisteva, defensor del Pueblo en Perú para el momento de la crisis, fue el primero en ofrecerse como interlocutor. Los rehenes liberados durante los primeros días de la crisis funcionaron como voceros de las exigencias del MRTA. El 18 de diciembre se libera al primer grupo conformado por el embajador de Grecia, Alkiviades Karokis; de Alemania, Eribert Woeckel; y el de Canadá, Anthony Vincent. Este último señaló "hemos sido liberados por el comando (del MRTA) para servir de contacto y puente con el Gobierno peruano a fin de buscar una solución negociadora y sin derramamiento de sangre" (Diplomáticos negocian liberación de rehenes. 1996 El Nacional. Cuerpo A. p. 2). Posteriormente, el 20 de diciembre de 1996, Vincent dio a conocer un comunicado mediante el cual informa que dieron por concluida su misión de negociar con el Gobierno peruano, luego que éste se negó a reconocerles como intermediarios debido a que la iniciativa surgió de los tupamaros.
Esa misma fecha fueron liberados los diplomáticos de Brasil, Luis Carlos Coutinho; y de Egipto, Sami Tewfik. Igualmente fueron puestos en libertad Alejandro Toledo y el parlamentario Raúl Díaz Canseco. Este último leyó los comunicados del MRTA con nuevas exigencias. Las figuras puestas en libertad manifestaron formar parte de una comisión que se comprometió a trabajar desde afuera, por lograr una salida pacífica.
De esta manera pareciera que hubo una concientización entre el MRTA y el Gobierno peruano de la necesidad de un tercero para resolver la crisis. Y es así como el 15 de enero de 1997, Domingo Palermo dio a conocer la propuesta del gobierno de crear una Comisión de Garantes. Ese mismo día, el MRTA aceptó la Comisión de Garantes, pero planteó la incorporación de dos representantes extranjeros, uno de Guatemala y otro de algún país europeo, lo que fue rechazado por Fujimori como ya se reseñó en el Capítulo II: El Detonador – Escalada del Conflicto: Transformación de tácticas blandas a tácticas duras.
Pretendiendo visualizar las diferencias entre los roles de los intermediarios, se presenta el siguiente cuadro elaborado por Pinto (2003) p. 38:
FACILITADORES | BUENOS OFICIANTES | CONCILIADORES | MEDIADORES | |
| Se reúnen por separado con las partes. Procuran mantener la comunicación entre las partes con miras a propiciar una negociación. |
| Se reúnen por separado o conjuntamente con las partes. Pueden elaborar propuestas sobre aspectos sustantivos, salvo que se adopte un modelo "transformador" de mediación.
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No todos los miembros de la Comisión de Garantes cumplieron el mismo rol. Michel Minnig, representante de la Cruz Roja Internacional, jugó el papel que él mismo define como "intermediador neutral"[10]. Explicó que durante el conflicto procuró aportar asistencia y protección a lo rehenes detenidos. Señaló además que durante las primeras semanas desempeñó el papel de intermediario entre el Gobierno peruano y el comando del MRTA, lo cual les permitió intercambiarse mensajes.
Minnig también aclaró que su papel en la Comisión de Garantes estaba exclusivamente limitado a cuestiones humanitarias y a la organización de los aspectos logísticos que permitieran las reuniones entre las partes. También explicó que cuando la Comisión de Garantes empezó a desempeñar un papel de mediador reuniéndose por separado con las partes, la CICR "prácticamente cesó en participar en sus trabajos: su presencia sólo fue solicitada por las partes en otras dos ocasiones, cuando se discutían cuestiones humanitarias".
Basándose en el criterio de la relación existente previamente entre las partes en conflicto y los mediadores (intermediadotes en nuestro caso), Kressel, Pruitt y Carnevale (autores citados por Ovejero, Ob. cit. p. 233), dividen las intermediaciones en dos: contractual, cuando quienes van a dirigir la mediación son personas desconocidas por las partes, y habitualmente suelen ser profesionales o personas reconocidas. En este caso serían Michael Minnig, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Perú; y Anthony Vincent, embajador de Canadá en Lima. Ciertamente estos dos actores no representaban a uno u otro bando, pero sí estaban involucrados en tanto que ambos habían sido rehenes, por lo que tenían un compromiso con los secuestrados.
La otra intermediación es: emergente, que se produce cuando el mediador y las partes en disputa han mantenido relaciones personales antes del proceso de negociación, que en la Comisión lo representó Juan Luis Cipriani, obispo de Ayacucho, quien era considerado muy cercano a la política de Perú y personalmente a Fujimori. El 25 de diciembre de 1996, cuando ingresó por primera vez a la Embajada la prensa calificó este hecho como una designación que se hiciera a Cipriani como enviado especial del Gobierno peruano en las negociaciones con el MRTA.
En este sentido, Hopmann (1990) explica (refiriéndose a los mediadores, para lo cual ya se ha aclarado que las definiciones de algunos actores confunden este papel con otro más amplio y abarcador que es el de intermediador) que aunque el mediador neutral tiene muchas ventajas, ya que las dos partes pueden confiar en su imparcialidad, "hay casos donde un mediador parcial tiene sus ventajas; por ejemplo, si una de las partes tiene que hacer concesiones importantes para llegar a un acuerdo" (p. 62). Ello tiene que ver con la presencia del Monseñor Juan Luis Cipriani, quien representaba una suerte de paralelismo con la función desempeñada por el ministro Domingo Palermo, como representante del Gobierno en las negociaciones.
Hopmann enumera cinco papeles diferentes que puede asumir un mediador (intermediador para nuestros fines) en una negociación (ob. cit. p. 60-67), los cuales son difíciles de aplicar a nuestro caso, ya que los encuentros fueron en privado y sólo se conocen las declaraciones de los voceros de la Comisión de Garantes, así como sus acciones públicas. Es por ello, que se relacionan sólo los que nos acercan al tipo de papel que asumió la Comisión de Garantes:
El papel de facilitar el proceso: esta clase de mediador [intermediador] trata de crear las condiciones adecuadas para llegar a un acuerdo. El mediador se encarga ante todo de la "atmósfera" de la negociación. Lo que incluye las características físicas del lugar de reunión, el horario, el programa, y un buen ambiente para trabajar. Este tipo de mediador también ayuda en la mejoría de la comunicación entre las partes; (.) De esta manera ayuda a separar cuestiones negociables de cuestiones no negociables. Si existe un espacio de negociación, puede inclusive ayudar a clarificar sus dimensiones y encontrar una solución justa. Si no existe, puede sugerir maneras de crear tal espacio y si esto no se puede lograr, tratar de terminar las negociaciones con el mínimo de resentimientos.
Este mediador tiene poca influencia sobre las partes y sobre la sustancia del acuerdo, su papel se limita a tratar de mejorar el proceso para que las partes lleguen a un acuerdo y enfrenten sus problemas de la manera más amable posible. (ob. cit. p. 63).
En un inicio, cuando la Comisión de Garantes aún no asumía el papel de mediador, realizó tareas en este ámbito. De hecho, Francis Amar, delegado general para las Américas de la Cruz Roja Internacional, señaló el 16 de enero al Expreso que el papel del Comité Internacional de la Cruz Roja sería el de un "intermediador neutral y facilitador de posibles soluciones" (Entrevista reseñada en: Diálogo entre Gobierno peruano y los guerrilleros se empatana. 1997, El Universal, Cuerpo 1, p. 8). Agregó que la Cruz Roja Internacional no garantizaba "la resolución de la crisis, ni la aplicación de acuerdos políticos". Explicó además que estudiaba varias propuestas acerca del lugar de la reunión y que la institución prefería intervenir en el establecimiento de un lugar neutral, "algo en lo que tenemos más experiencia". Al siguiente día, el para entonces ministro Palermo, informó de nuevas condiciones para las conversaciones con el MRTA y precisó que Cerpa Cartolini se trasladaría a la sede del encuentro en un vehículo proporcionado por la Cruz Roja.
Esta posición prosiguió con el resto de los miembros de la Comisión, por lo menos en la primera reunión llevada a cabo el 11 de febrero, en la cual se fijaron las condiciones generales para futuras reuniones, se definieron aspectos logísticos y organizativos para los encuentros y se establecieron agendas tentativas para eventuales negociaciones de fondo. En la tercera reunión llevada a cabo el 15 de febrero de 1997, también se plasman las funciones que lleva a cabo este tipo de mediador, puesto que la Comisión de Garantes dio a conocer los resultados de donde se derivó que elaborarían una propuesta para facilitar la continuación de las conversaciones preliminares.
Mediación
Aún con la aceptación entre las partes de permitir la Comisión de Garantes, esta se inició de manera formal el 28 de enero, un día después que los emerretistas dispararan contra un carro de combate policial, ya que un efectivo policial les hizo un gesto obsceno al momento de desfilar un carro antiminas. Este hecho provocó la presión internacional y doméstica al Gobierno peruano a quien le exigían que agotara la vía del diálogo. El 29 de enero se reunieron por primera vez los integrantes de la Comisión de Garantes: Michel Minnig, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Perú; Juan Luis Cipriani, obispo de Ayacucho; y Anthony Vincent, embajador de Canadá en Lima. Teresuke Terada, fungió como Observador de Japón en dicha Comisión de Garantes.
Hay una crítica desarrollada por Schiappa-Pietra con la cual se tiene total afinidad, esta tiene relación con el nombre: Comisión de Garantes. El autor señala que en el caso de la crisis de los rehenes no había nada que garantizar mientras la negociación no produjera resultados tangibles (1997, p. 23). Agrega que en lugar de ello, los representantes de Canadá, Japón, el Vaticano y el Comité Internacional de la Cruz Roja; cumplieron un papel de mediadores; y es así como se tratará el tema de este grupo de terceros neutrales.
En la primera quincena de enero de 1997 la revista peruana Caretas publicó una entrevista que le hiciera al especialista en solución de conflictos, Roger Fisher, titulada: Cómo negociar falta mediador. El especialista entre sus apreciaciones en torno al secuestro en Perú, señaló lo indispensable de la presencia de un mediador, "quien pudiera discutir lo que es aceptable o inaceptable con flexibilidad, sin llegar a confrontaciones". Agregó que la Cruz Roja sería ideal, pero que sus estatutos le prohibían ingresar en el terreno de lo político. Posteriormente, el 26 de enero el periódico El Nacional publicó unas declaraciones de Raúl González, experto peruano en violencia política, quien recomendó que "frente a la situación de estancamiento entre las partes, es necesario una mediación" (Gobierno asegura que despliegue policial es para preparar diálogo con rebeldes, 1997, El Nacional, p. A2).
Estando por sentado que lo que buscaba el tercero en esta situación era resolver el conflicto, Ury (2000, p. 153) plantea cuatro roles que pueden jugar las terceras partes. Este papel responde a porqué se produce la escalada del conflicto. De darse el caso de que la escalada se produce por conflicto de intereses, el rol que debe jugar el tercero es el de mediador. Si por el contrario lo que se plantea son derechos en disputa, debe intervenir un árbitro. Diferente es la situación cuando sobre lo que hay que trabajar es en cuanto a desigualdades de poder entre las partes, para lo cual debe estar un equilibrador. Si finalmente lo que se persigue es mantener la relación, lo ideal es lo que Ury cataloga como el curador.
En el caso que nos atañe es el mediador el papel que jugó la Comisión de Garantes, en tanto que lo que había sobre la mesa eran intereses enfrentados. Conociendo que los derechos de los rehenes estaban siendo limitados este no era el centro de la negociación por parte del MRTA. Así como tampoco se discutía el poder que cada parte tenía en el conflicto y, como ya se ha expresado, mantener una buena relación entre las partes confrontadas no era el interés de ambas.
Sin embargo, basándonos en las palabras del propio Minnig, cuando se habla del rol de mediador que la Comisión empezó a cumplir en determinadas fases del conflicto, se debe incluir en esta labor sólo a Cipriani y Vincent, puesto que el representante de la Cruz Roja Internacional cumplió un papel exclusivo de intermediación, antes definido, y Terada fungió como Observador.
Mediación enmarcada dentro de la Negociación Integrativa
Los autores Fisher, Ury y Patton (1985) son los que tratan con mayor acentuación la negociación colaborativa, descrita en el Capítulo III: Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto. Señalan que este estilo de negociación es el que posibilita el proceso de mediación. De hecho, luego de revisado el proceso de negociación llevado a cabo durante el conflicto del secuestro, se reitera que la negociación entre el MRTA y el Gobierno peruano fue tratada de tipo competitivo, mientras que el enfoque que le dio la Comisión de Garantes fue de tipo colaborativo.
Señala Álvarez que como uno de los métodos de solución de problemas, la mediación es una forma de intervención conducida por un tercero neutral y cuya labor es facilitar la comunicación entre las partes estableciendo un clima de trabajo en colaboración que les permita llegar a un punto óptimo de negociación (2003, p. 96). Agrega que la mediación es el método más oportuno, por cuanto las partes conservan el poder negociador y de resolución, aún con la participación de un tercero (ob. cit. p. 125).
"La mediación es un procedimiento de la negociación asistida en el cual las partes se reúnen ante un tercero neutral que interviene de forma activa para resolver el conflicto. En esta intervención, el mediador no sólo ayudará a mejorar la comunicación entre las partes, sino que las ayudará a efectuar el análisis del conflicto, las conducirá en la discusión y, por último, les podrá proponer soluciones al problema o posibles acuerdos." (Cita textual de Martí, tomada de Ovejero Bernal, 2004, p. 230).
Ovejero también cita a Greenhalgh cuando señala que la intervención de terceras partes tiende a aumentar las conductas normativas y socialmente aceptadas por cuanto más poderosa, digna de confianza y neutral sea esa tercera parte, mayores restricciones se auto-impondrán los negociadores en la utilización de tácticas competitivas (ob. cit. p. 166). Continúa el autor esta vez tomando las consideraciones de Touzard, quien asegura que la mera presencia del mediador en la situación de negociación suele resultar beneficiosa para las partes, para agradar o presentar una buena imagen de sí mismos, intentarán emplear un lenguaje más cortés, sin insultos, ni descalificaciones personales. Ello se hizo visible cuando el 03 de marzo de 1996, Cerpa manifestó que el intercambio había permitido al MRTA decir directamente "al gobierno que es lo que nosotros pensamos de su política económica, de su política antisubversiva con toda transparencia y escuchar también qué es lo que ellos dicen de nosotros en un mareo de cordialidad" (Túpac Amaru rechaza salida de Perú. 1997, El Universal, p. 8.).
Por su parte, Álvarez señala que "La mediación constituye un procedimiento de resolución de disputas flexible y no vinculante, en el cual un tercero neutral –el mediador- facilita las negociaciones entre las partes para ayudarlas a llegar a un acuerdo" (2003, p. 135).
Según el grado de estructuración de la mediación, Bercovith (citado por Ovejero, 2004, pp. 233-234) distingue dos tipos de mediación: la informal y la formal. En el caso que nos ocupa, la mediación se circunscribe en lo formal que es descrita como más estructurada y donde el mediador actúa como representante de un organismo oficial, ya que los mediadores representaron a determinados organismos oficiales: la Cruz Roja Internacional, el Gobierno de Canadá y el Vaticano.
Álvarez, por su parte, describe tres modelos de mediación y señala que cada cual está nutrido por raíces teóricas multidisciplinarias y que son los más seguidos por los mediadores en su rol profesional al realizar sus intervenciones como terceros, regulando el conflicto y asistiendo en una disputa. Hace referencia a los modelos: Harvard, narrativo y transformativo (2003, pp. 126-135). Acota que los mediadores experimentados construyen su propio modelo, combinando estos tres y adaptándolos al caso particular que atienden. Sin embargo, para el caso en estudio se analizará el modelo Harvard, ya que es el que más se adecua a la acción llevada a cabo por la Comisión de Garantes. El modelo de la Universidad de Harvard considera la mediación como negociación colaborativa facilitada (tema tratado en el Capítulo III: Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto).
Méndez cita a Moore especificando cuándo se hace necesaria la intervención de un mediador:
Las emociones de las partes son intensas e impiden una solución.
La comunicación entre las partes es pobre en calidad o cantidad y el diálogo no puede ser mejorado por las partes sin la intervención externa.
Las percepciones falsas o los estereotipos impiden intercambios productivos.
Se repiten comportamientos negativos que colocan barreras al diálogo.
Existen aspectos múltiples en la controversia y las partes están en desacuerdo sobre la forma y la combinación en que deberían ser revisados.
Existe percepción de intereses y valores conflictivos que las partes tienen dificultades en reconciliar.
Las partes no tienen un procedimiento de negociación, están utilizando uno errado o no están utilizando los procedimientos con el mejor tino.
No existe una estructura apropiada para las negociaciones. (1997).
Así observamos como las emociones del MRTA y el gobierno peruano impedían una solución sin la intervención de un tercero, tal como fue descrito en el Capítulo II: El Detonador – Escalada del Conflicto: Tácticas y estrategias entre las partes: transformación de tácticas blandas a tácticas duras, cuando se detalló la poca y conflictiva comunicación entre las partes, sus percepciones, los puntos de vistas completamente disímiles, procedimientos de negociación errados; todo lo cual redundó en formalizar la conformación de la Comisión de Garantes.
Mediadores
Ovejero (2004, pp. 225 y 232), citando a diversos autores, aporta una definición acerca del papel del mediador y señala que éste asume un importante nivel de compromiso, pero no tiene el control sobre el resultado final. Agrega que el mediador adopta una posición activa en la búsqueda de información sobre las preferencias, los aspectos que son de mayor o menor interés para las partes y los términos en los que estarían a realizar los intercambios. Tiene, además la posibilidad de intervenir en las discusiones, haciendo sugerencias y recomendaciones, aunque carece de poder de imponer juicios y tomar decisiones vinculantes. Finalmente, el que hace el papel de mediador, dirige y controla el proceso de negociación.
"(.) el mediador no es un juez, ni un árbitro que va a decidir en qué tiene razón o en que está equivocado cada uno. En realidad, el mediador es alguien que interviene cuando no son posibles los intercambios a causa de un bloqueo, o han llegado a ser totalmente infructuosos debido a la obstinación. Él retoma y reformula los argumentos antagónicos y evalúa las posibilidades de aproximación. Por tanto, es más que un intérprete en el sentido amplio del término, porque no se contenta con volver a transcribir lo que cada uno dice; actúa con la idea del acercamiento. El mediador sólo puede funcionar como tal, intentando una sinergia a partir de posiciones muy alejadas, en la medida en que sea aceptado por las dos partes. El mediador es, por tanto, un especialista de la negociación que interviene en la forma y la evolución de la misma, dándole una orientación positiva al sentido de la negociación." (Lebel, autor citado por Ovejero, ob. cit. p. 240)
Susskind y Madigans (autores citados por Ovejero, ob. cit., p. 233) proponen dos tipos de mediación según el papel desempeñado por el mediador. La primera sería la mediación activa, en la que el mediador es una persona que interviene enérgicamente y actúa siempre que lo considere necesario. La mediación pasiva se produce cuando el mediador se limita a intentar que las partes continúen en la mesa de negociación, impidiendo que se detenga el proceso, pero manteniéndose distante, dejando que los negociadores elaboren ellos solos sus discusiones, sin realizar casi ninguna actividad.
En virtud de las acciones llevadas a cabo por la Comisión de Garantes, ya en el papel de mediadores, se confirma que ésta asumió una posición de mediación activa en virtud de que a partir la primera reunión asumió un rol de director del debate en cuanto a la discusión del procedimiento. Posteriormente el proceso llevó a las partes y a los terceros a discutir no sólo temas preliminares, sino aquellos sustantivos. Ante la falta de avances en las conversaciones, las partes le concedieron a la Comisión la potestad de ayudar en el proceso de elaboración de la agenda. Los garantes entonces ejercieron sus funciones formulando preguntas, clarificando posiciones y examinando los planteamientos de las partes entre otras facultades (Comunicado de la 8ta, reunión del 3-3-97). Finalmente, el 12 de marzo, los Garantes anunciaron la Etapa de Reflexión mediante la cual sus miembros y el Observador japonés buscarían facilitar, a través de encuentros por separado, alternativas que hagan viable una solución" (Comunicados y Pronunciamientos, 1997, p. 64).
Álvarez señala que ". el mediador reafirma el poder respecto al procedimiento, mientras deniega el poder en relación al contenido" (2003, p. 135). Y agrega la autora citando a Haynes John, "el mediador tiene poder, lo quiera o no. Puede limitar su poder al limitar la utilización del mismo." (ob. cit.) Álvarez además aclara que el mediador no es neutral en cuanto al procedimiento que debe dirigir, tomando en consideración inclusive, el equilibrio de poder entre las partes. Hace especial hincapié en la información que maneje cada parte.
Hopmann (1990) acerca una distinción de los mediadores que tiene que ver con sus niveles de poder. Señala que "un mediador poderoso puede usar sus recursos para promover un acuerdo, prometiendo o amenazando para inducir a las partes a llegar a un acuerdo" (ob cit. p. 63). Como ocurrió el 21 de marzo, cuando la Comisión de Garantes hizo un llamado para lograr una salida pacífica a la crisis expresando que:
Nuestro límite está llegado a un posible punto final. No queremos decir con esto que no vamos a continuar hasta lograr esta solución pacífica, porque tenemos un compromiso real con los 72 rehenes, con sus familiares, con el Perú y con el mundo entero. La Comunidad Internacional está esperando con urgencia una solución pacífica y pronta.
No podemos seguir contemplando un planteamiento lento, sin confianza en los garantes, que no permita avanzar más rápidamente, porque simplemente no se toma en serio la responsabilidad que hemos asumido. Los Garantes estamos trabajando con el máximo esfuerzo. Se está movilizando toda la comunidad internacional para lograr una solución pacífica y pronta con la colaboración del gobierno de Japón, de Canadá, de Cuba, la responsabilidad de la Santa Sede, que es una responsabilidad muy grande. Los garantes tenemos un límite, no somos negociadores.
Les pido a ambas partes que, por favor no es el momento de las amenazas, ni de maltratar a familiares. No es el momento de agraviar a unos y a otros. Es el momento de tener hombría de tener calma (.) La valentía no se demuestran con fusiles, ni amenazas, sino con un espíritu firme que sabe respetar a la otra parte y que sabe comprender que el Perú y el mundo esperan una solución pacífica. (.) Las amenazas no sirven para nada, las amenazas son entre animales. Entre personas se conversa (.) Cuando hay una negociación tiene que haber algún tipo de acuerdo, no puede haber simplemente vencedores y derrotados porque es una situación sumamente compleja.
Perdonen si les hablo en este tono, pero creo que realmente es el momento que los garantes digamos: ¿hasta dónde vamos a llegar en nuestro papel de garantes, cuando estamos haciendo una labor que excede a nuestras obligaciones? Las partes tienen que interesarse más en lograr un acuerdo.[11]
Al siguiente día, Cipriani pidió a la comunidad internacional ayudar al gobierno del Perú para proponer "alternativas válidas que hagan posible una solución políticamente aceptable" (Cita tomada de Nieto, y Mendoza, 1997, p. 49).
El autor aclara que un mediador débil requiere una reputación lo suficientemente reconocida para que las partes en conflicto lo tomen seriamente. Apunta que la reputación puede basarse en la moral, posición política o establecida al haber mediado con éxito en el pasado.
En este punto es importante resaltar que aún con la reputación que tiene la Cruz Roja Internacional al fungir como facilitador en situaciones de conflictos internacionales, esta institución tuvo enfrentamientos con el Gobierno peruano, que comenzaron cuando el 24 de enero de 1997 suspendió temporalmente el ingreso a la Embajada en protesta porque las autoridades no respetaban su área de trabajo, cuando se suscitaron maniobras de cuerpos de seguridad estatales que generaron alta tensión, los cuales fueron antes cubiertos en el Capítulo II El Detonador – Escalada del Conflicto: Tácticas y estrategias de las partes Transformación de tácticas blandas a tácticas duras: Artimañas. En ese momento tanto Fujimori como Palermo cuestionaron la labor de la institución humanitaria.
Ya se ha hablado (en el Capítulo III Negociación / Estancamiento del Conflicto o Punto Muerto: Otros frentes de negociación) de la presencia de Teresuke Terada en la mesa de negociación y que su presencia iba más allá de la de un simple Observador y sería más bien la participación de Japón en las decisiones que se tomaran. Terada, quien para el momento del secuestro era embajador de Japón en México, fue previamente Director del Departamento de América Latina en la Cancillería nipona a principios de la década de los 90".
La reputación del embajador de Canadá en Lima, Anthony Vincent, es ampliamente reconocida como diplomático de carrera y además se conoció que durante cuatro años dirigió el Departamento Contra el Terrorismo Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Canadá, lo que lo hacía conocedor de los actores que negociaban.
Dentro de la clasificación que hace Hopmann (1990) a la cual ya se hizo referencia se encuentra la de proveedor:
El mediador como proveedor de facilidades para la convergencia y el compromiso: el papel de este mediador es especialmente adecuado en negociaciones que tienen lugar dentro del marco tradicional del regateo/negociación. (.) El papel de este mediador es facilitar la flexibilidad mutua y simultánea. Este mediador puede empezar por una clarificación de los intereses de las dos partes y de los límites de un acuerdo aceptable (sus MAANes). (.) ". puede arreglar un acuerdo informal para que las dos partes concedan simultáneamente o al menos asegurar que se responderá favorablemente e inmediatamente a una concesión." (Hopmann Ob. cit. p. 64).
El de formulador: el que ayuda a las partes a crear soluciones nuevas a sus problemas. (.) Se pueden identificar maneras de agregar cuestiones, o de crear paquetes de "tradeoffs"; o pueden tomar la ruta inversa y buscar desagregación o fraccionamientos de las partes en conflicto. (.) Después de escuchar por separado a las partes, el mediador redacta el texto del acuerdo y lo somete a cada una de ellas para su crítica. (Hopmann, Ob. cit. p. 65).
En el quinto encuentro que se realizó el 24 de febrero de 1997, se circunscribe lo que fue la acción de la Comisión de Garantes tanto en su papel de proveedor como el de formulador. Esta reunión contó con la presencia de Cerpa Cartolini, lo que indicaba que ya comenzaban considerarse asuntos concretos y quizás definitivos. Monseñor Cipriani señaló que "se empezaron a tratar algunos temas sustanciales respecto a los cuales se requiere un análisis profundo" (Cronología. 1997, p. 44). Cipriani, además propuso la excarcelación de 55 emerretistas. La Comisión de Garantes consideró que esta cifra, más 14 emerretistas, equivaldría a grosso modus, a los 72 rehenes. El gobierno peruano, por su parte, reveló su disposición de indultar una parte de los presos emerretistas, sin precisar el rango de éstos.
En esta función de escuchar por separado a las partes, se encuentra la decisión de la Comisión de Garantes cuando el 12 de marzo decidió abrir una etapa de encuentros por separado para buscar alternativas viables. En esta Etapa de Reflexión se realizaron unas diez reuniones. La Comisión de Garantes, creó además una comisión ad hoc para verificar la situación de los presos por terrorismo. Dicha comisión especial visitó entre el 21 y el 31 de marzo los penales: Chorrillos (Lima), Base Naval El Callao (Cerec), Miguel Castro Castro (Lima), Yanamayo (Puno), Pisci (Lambayeque), Huamanqaqa (Junín) y Huacariz (Cajamarca).
A finales de marzo, la Comisión de Garantes discutió con el gobierno y el comando emerretista una propuesta de cinco puntos que permitirían salir del estancamiento en que se encontraban las negociaciones. La propuesta resumía las exigencias de los rebeldes y contraponía algunas observaciones hechas por el Gobierno y consistían en[12]
1. Pago de un impuesto de guerra de "algunos millones de dólares", al cual contribuirían exclusivamente empresas japonesas cuyos funcionarios eran rehenes. Se aseguraba que el dinero ya habría sido depositado en una cuenta de algún paraíso financiero de fácil acceso desde Cuba.
2. Repartición de un porcentaje de este dinero en forma de víveres en las zonas más pobres de Lima y provincias.
3. El asilo de los 14 Túpacamarus que participan en el asalto de la Residencia. Un grupo viajaría a Cuba y otro a República Dominicana. No lo harían en el avión presidencial, ni en ninguna otra nave que pertenezca al Ejército peruano. Probablemente viajarían en Cubana de Aviación.
Con Cerpa y los demás secuestradores iban a viajar un grupo de 20 rehenes, entre ellos el ex canciller Francisco Tudela; el embajador japonés, Morisiha Aoiki; el congresista Gilberto Siuda y dos generales de la policía. Así como también viajaría la Comisión de Garantes.
4. Una amnistía del gobierno a los miembros del comando secuestrador, para evitar futuros procesos judiciales o solicitudes de extradición.
5. Mejoras en las condiciones carcelarias de los detenidos del MRTA, mayores visitas y la garantía de la visita permanente del Comité Internacional de la Cruz Roja. Para cumplir con esta exigencia una subcomisión estaría visitando las cárceles para comprobar las denuncias de detención "infrahumanas".
6. Excarcelación según una lista de 17 emerretistas prestos que habría dado Cerpa, quien supuestamente habría aceptado abandonar su posición original de liberar a todos los prisioneros. En esta lista figurarían aquellos emerretistas no vinculados directamente a delitos de sangre, como la esposa del cabecilla Nancy Gilvonio. La excarcelación se realizaría a través de una Comisión ah hoc de indultos que presidía el entonces Defensor del Pueblo, Jorge Santistevan, o mediante un mecanismo de revisión de condenas.
El 1 de abril de 1997 Cipriani informó que los rehenes serían liberados en tres etapas y que los subversivos partirían a Cuba en esa primera semana de abril. Explicaba que una vez que ambas partes llegasen a un acuerdo final la mitad de los rehenes quedarían en libertad. Al mismo tiempo, la mitad de los subversivos que permanecían en la Residencia, partirían a Cuba.
En la segunda fase los restantes rehenes, excepto tres o cuatro, quedarían libres en la sede diplomática o en el aeropuerto de Lima, una vez que se confirmara la llegada a la isla del primer contingente de emerretistas. Los demás subversivos viajarían entonces a Cuba con los dos garantes (Juan Luis Cipriani, Anthony Vincent), el Observador japonés, Terusuke Terada, y con el resto de los rehenes, que serían puestos en libertad en el aeropuerto de Cuba. Además, Cipriani afirmaba que el MRTA comprendía que el presidente Fujimori no aceptaría la exigencia de excarcelación de los miembros del MRTA planteada por el comando que ocupó la Embajada.
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