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Manual de liderazgo. Ser líder no es fácil… pero no imposible (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4

Y ¿Qué decir del hombre que renunció a su empleo recién abierta una pequeña iglesia de provincia para dedicarse al pastorado a tiempo completo pero que, una vez inicia su trabajo, encuentra que pasan las semanas y nadie llega al templo?

¿Y el joven que comenzó a dirigir el grupo de alabanza de la congregación para encontrarse, a vuelta de poco tiempo, que las personas a su cargo no quieren atender sus instrucciones y cada quien quiere hacer las cosas a su manera?

¿Usted ha enfrentado una situación similar o probablemente aproximada? Si es así, ¡Bienvenido! …este material fue diseñado para analizar junto a usted y con detenimiento -porque el afán no es concluir el curso a la mayor brevedad sino asimilar el mayor volumen de conocimientos posible"las pautas de vida que rodearon a líderes de carne y hueso, que enfrentaron frustraciones, que tropezaron con el fracaso, que en ocasiones se rindieron a las dificultades y que finalmente vencieron, sobreponiéndose a toda adversidad para navegar en las aguas -unas veces turbulentas y otras quietas"del liderazgo

Caminaremos a lo largo de las siguientes páginas para apreciar de cerca –tal como si asistiéramos a una buena cinta cinematográfica–, a los hombres de la Biblia que cambiaron el curso de la historia

Ellos fueron líderes triunfadores… sin embargo también se equivocaron y fracasaron… En ocasiones cayeron bajo el peso del desánimo y en otras, se alentaron y levantaron su mirada dispuestos a seguir aun cuando todo a su alrededor decía que era imposible…

Capítulo 1

Un líder no le teme a lo desconocido…

El sol comenzó a brillar en lo alto y poco a poco, como si despertaran de un prolongado sueño, las nubes fueron abriendo paso a un cielo azul y limpio que servía como telón de fondo a la inmensa estructura de madera que se levantaba en mitad del amplio terreno.

Otra jornada…"murmuró quedamente Noé mientras se apuraba una bebida caliente para comenzar el día. A un costado, sobre la mesa, el martillo y, en el suelo, desperdigados unos y apilados otros, estaban enormes tablones que iban dando forma al Arca.

Uno de los curiosos sonrió. Otro meneó la cabeza y un tercero dijo con ironía:–Está loco… definitivamente loco–.

Noé no prestó atención a sus comentarios. Estaba acostumbrado a las voces contrarias, a las frases burlonas y a las críticas que comenzaron el día en el que recibió instrucciones de Dios para construir la estructura.

No se parece en nada a Lamec, su padre. Él sí que era sensato. Tenía puestos los pies sobre la tierra. Noé en cambio es un soñador… "prosiguió comentando el hombre mientras se alejaba con una expresión de burla en su rostro.

Tras él, la armazón: inmensa, desafiante, inverosímil. Semejaba una casa. Una primera ojeada permitía establecer al espectador que se encontraba frente a una construcción de 130 metros de largo por 20 metros de ancho y 13 metros de alto. Las tablas y listones se entretejían hasta configurar lo que parecían tres pisos. Arriba, en el techo, una enorme ventana que servía para iluminar la estancia.

Noé se dispuso a reemprender la labor, mientras que sus hijos Sem, Cam y Jafet le ayudaban untando de brea las tablas. Sin duda aquella era una nave que rompía todos los esquemas de la época, y lucía muy extraña en un territorio en el que ni siquiera caían lluvias. Sin embargo Noé se empecinaba a advertir que pronto vendría un enorme diluvio que arrasaría con aquellos que no escucharan el mensaje de Dios.

Mientras clavaba unas tablillas, recordó como si devolviera las páginas amarillentas de un álbum viejo, las imágenes que se sucedieron con una rapidez sorprendente y que quedaron grabadas para siempre en su memoria.

El líder toma fuerza en medio de la competencia

Samuel Padilla es un pequeño empresario peruano residente en la ciudad de Trujillo. Por espacio de cuatro años recibió formación básica sobre cómo planear, estructurar y poner en marcha una empresa. Los libros que leyó durante su formación académica fueron apasionantes. Siempre pensó que sería fabuloso terminar la colegiatura para iniciar su propio negocio.

Sin embargo después de los alegres momentos que experimentó en la graduación y el posterior ejercicio profesional, le llevaron a comprender que existe una enorme brecha entre la teoría y la práctica. Una cosa es el cúmulo de enseñanzas que recibimos en las aulas universitarias o colegiales, y otra bien distinta la realidad que enfrentamos. El primer gran obstáculo fue determinar qué producto elaborar; el segundo conseguir el crédito necesario, y el tercero, incursionar en el mercado. Lo intentó varias veces. Si lograba superar una dificultad se topaba con otra y así sucesivamente hasta que se vio navegando en las aguas turbulentas de la desesperación.

Samuel dirige hoy su propia factoría. Es pequeña pero rentable. El produce utensilios de cocina de plástico. Son económicos y atrayentes al público. Tienen buena demanda entre las amas de casa. Comenzar no fue fácil. Lo intentó con varios elementos: tablas para picar alimentos, electrodomésticos importados que compraba en Lima y revendía en su ciudad y adornos elaborados con cerámicas. En sus primeros intentos fracasó porque el mercado estaba saturado. Fue entonces cuando entendió que siguiendo el curso de los demás, jamás llegaría a ningún lado.

Martha Lucía Ramírez vivió sometida por muchos años a las drogas. Hasta el nacimiento de su segundo hijo y la ruptura de tres relaciones que inicialmente creyó, serían estables, le llevó a reorientar sus pasos.

Una primera gestión, tras estabilizar su familia, fue la de ayudar a los necesitados. Y lo hace en su modesta vivienda, al oriente de Santiago de Cali, que ha convertido en albergue de tránsito de las familias que salieron huyendo de sus fincas y parcelas como consecuencia de la violencia que azota a Colombia.

Recientemente las autoridades caleñas le otorgaron un premio que se suma a otros reconocimientos de organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos humanos. Todos reconocen su liderazgo y el esfuerzo que le ha costado luchar para sacar adelante su sueños con todas las circunstancias en contra.

El líder nada contra la corriente

Líderes en circunstancias y países distintos. Sin embargo convergen en un principio que experimentó Noé: los líderes nadan contra la corriente.

Observe lo que dice la Biblia acerca de nuestro personaje: "Noé, hombre justo, era perfecto entre los hombres de su tiempo; caminó Noé con Dios. Y engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet"(Génesis 6:9, 10).

¿Se da cuenta? Era una persona como usted o como yo. Si lo encontráramos en alguno de nuestros pueblos y ciudades, seguramente lo confundiríamos entre la multitud de hombres y mujeres que van de un lado para otro, presurosos, afanados por llegar a tiempo a la oficina o quizá, ocupar los primeros lugares en la larga fila de quienes esperan el autobús.

El pasaje Escritural no nos dice que era más alto, más bajo o quizá más robusto que cualquiera otro. En absoluto. Es más, nos advierten que era padre de familia. Tenía sobre sus hombros la responsabilidad de una esposa y tres hijos. ¡Nada fácil!.

Hasta allí todo marcha bien. Sin duda lo invitaríamos a tomar un buen café tinto si lo halláramos alguna vez. Pero… –el inevitable pero– Noé era además de un ciudadano como los que vemos en medio nuestro, alguien que reunía tres principios que rompían todos los esquemas: Primero, "…era justo", es decir, alguien centrado con principios y valores; segundo, era "perfecto entre los hombres de su tiempo". En otras palabras, así media ciudad estuviese tras él en procura de encontrarle alguna falla, se llevarían tremendo chasco porque era "perfecto", sin una conducta inclinada a errar, engañar, poner trampas a los demás o tomar ventaja de ellos en cualquier trato o negocio que concretara.

Hay un tercer aspecto que no podemos pasar por alto: "…caminó Noé con Dios". ¿Se da cuenta? Estamos hablando de un líder… de un auténtico líder… alguien que, aunque a primera vista luciera similar a todos, marcaba la diferencia no solo por su manera de pensar sino por las actitudes que diferían del común de las gentes. Noé fue un líder que impactó a su generación. Tenía algo diferente…

Pero ¿cuál era el medio en el que se desenvolvía? "La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra"(Génesis 6.11, 12).

Es evidente que todo en derredor era un caos. Y él junto con su familia se encontraban en el ojo del huracán.

Para Noé hablar de recobrar principios y valores en el quehacer cotidiano, significaba tanto como nadar contra la corriente. Era avanzar contra una enorme ola o quizá, intentar escalar cuando el viento está en contra y golpea nuestro rostro despiadadamente. ¡No era fácil!. ¡Que enorme diferencia entre las palabras motivadoras que podía recibir cada día, y la horda de enemigos, libertinos y criticones que debía enfrentar!.

Si viviera en nuestros días, seguramente estaría abrumado -como nos ocurre a usted y a mi"cuando encendemos la televisión para encontrarnos con una enorme carga de pornografía en programas que se transmiten en franjas de audiencia supuestamente familiar; abriría el diario para hallar un sumario de muertes y violencia; transitaría las calles para toparse con la víctima de un atraco o quizá de una violación que no puede hacer mucho porque las autoridades son lentas y pareciera que amparan la delincuencia y la impunidad; trabajaría en una empresa en la que robar y poner trampas está a la orden del día, o voltearía la mirada a un lugar a otro para hallarse -a boca de jarro"con el hecho de que los matrimonios se desmoronan ante el avance incontenible de la promiscuidad y el adulterio

Es probable que me diga: "Un momento, yo no soy religioso, quiero hechos prácticos ¿Qué relación tiene Noé con mi vida?". De acuerdo. Usted y yo nos movemos en circunstancias similares a las de este hombre de la antigüedad porque, como en su tiempo, había deslealtad, se engañaba a los patrones o a su vez los patrones engañaban a los empleados; los políticos eran mañosos y aspiraban cargos de relevancia para taparse en dinero y popularidad; las separaciones matrimoniales eran frecuentes y además, quien no se comportara de acuerdo con el parámetro común, era mirado como un espécimen raro.

Ese es el panorama que tenemos enfrente y que sin duda no difería mucho del que enfrentaba Noé. A él como a nosotros le tocó "Nadar contra la corriente". Quizá lo aprendió a fuerza de fracasos y de intentarlo nuevamente, pero su liderazgo se fortaleció enfrentando una concatenación de adversidades. Muchos en su lugar, quizá habrían renunciado. Pero él, como líder, tenía claro que es teniendo el viento en contra que los que vuelan en cometas llegan más alto…

El líder no se sujeta a los parámetros comunes

Lo normal y aceptable en la sociedad de su tiempo para Noé, y para nosotros hoy, sería ajustarse a los principios vigentes. Así él y nosotros ahora, quedaríamos bien con todos. Sin embargo la Biblia insiste en un hecho: "Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová" (Génesis 6:8).

Ese hecho marcó la diferencia. En apariencia algo intrascendente, pero en la práctica, algo de suma importancia. Sin duda rompió todos los esquemas. Esa determinación le permitió avanzar. De lo contrario, sujeto a lo que todos pensaban y hacían, sin duda nunca habría llegado a ninguna parte. Habría encontrado personas negativas a su paso, a quienes consideran que nada se puede hacer diferente porque ellos no pudieron hacerlo y quienes miran mal a los que tan solo se atreven a pensar diferente.

¿Usted imagina qué pasaría con nuestra sociedad si un buen grupo de personas, al igual que Noé, hallaran gracia ante Dios? Sencillamente que comenzaríamos a cambiar el mundo. Los conductores respetarían las normas de tránsito; los vendedores retornarían el vuelto correcto a sus clientes; quienes acuden a solicitar un servicio respetarían la fila sin tratar de colarse por encima de quienes llevan rato esperando; el médico ejercería a cabalidad su profesión mientras que el periodista se ceñiría a los hechos y no a la especulación… definitivamente el mundo sería diferente…

La obediencia, un principio que identifica al líder

¿Ilógico? Definitivamente si. Todo en la misión que Dios encomendó a Noé parecía ilógico. No comprendía bien cuál era el propósito, sin embargo actuó en obediencia. "E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová" (Génesis 7:5).

Esa disposición de sujetarse a las pautas trazadas por dios la apreciamos en la preparación y posterior embarque de todo el género animal así como de su propia familia (versículos 9 y 16). No discutió, no argumentó, no contradijo. Tenía claro que nuestro amado Creador no improvisa cuando nos manda a hacer algo.

Un hombre o mujer que se hayan matriculado en la "Escuela de Dios" para potencializar sus capacidades como líder en aras lograr crecimiento permanente y sostenido, asume la obediencia como un principio ineludible.

Cuando seguimos las instrucciones al pie de la letra, Aquél que nos llamó a servirle en Su obra nos irá mostrando la ruta a seguir. Algo diametralmente opuesto ocurre cuando obramos a nuestra manera. Generalmente tropezamos una y otra vez porque estamos moviéndonos en nuestras fuerzas y no en las de Aquél que nos envió a cumplir la misión.

La satisfacción del deber cumplido

¿Ha sentido alguna vez la satisfacción de concluir cabal y exitosamente con su trabajo? Esa misma sensación fue la que embargó a Noé cuando terminó el diluvio, la tierra se secó y todo retornó a la aparente normalidad ¡Había cumplido la misión!

El desenvolvimiento de este patriarca que aprendió lecciones de liderazgo en la práctica y no en el instituto bíblico o quizá en una escuela de formación superior, contrasta con personas que hoy día comienzan una tarea y no la concluyen. Se especializan en hacer las cosas "a medias".

Nunca terminan aquello que empiezan. El entusiasmo con el que emprenden las labores se agota poco tiempo después de iniciar la jornada y permiten que los embargue la pereza o el desánimo.

Tales personas difícilmente llegan a ninguna parte. Los hallamos en todas partes: en la iglesia pero también en el trabajo, la universidad o en el sector que habitamos. Con su inconsistencia no hacen otra cosa que pagar la colegiatura para ser fracasados.

¿Acaso Dios quiere esa actitud derrotista para nosotros. En absoluto. El nos creó para ser triunfadores. Pero en cierta medida, lograrlo sólo es posible cuando caminamos conforme a la voluntad de El, trazada en la Palabra, y aplicamos esos principios que –si bien es cierto– en ocasiones no entendemos, nos llevarán a puerto seguro.

En el relato leemos que "Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo:"Fructificad multiplicaos y llenad la tierra"(Génesis 9:1). A través de este visionario el Señor había cumplido su tarea de sanear el mundo. Cuando cesó la voz del Creador, Noé dio vuelta y se encaminó a su tienda donde le esperaban su esposa y sus ojos. Sonrió con satisfacción y razonó que había valido la pena todo el esfuerzo. Sentado en una silla mientras caía la tarde, volvió a sonreír y pensó en todo lo que había aprendido en la "Escuela de Dios". Sin proponérselo, había marcado toda una generación con su liderazgo…

Capítulo 2

El llamamiento y la renuncia en la vida del líder

El líder ante un momento crucial

La noche cayó con una sorprendente rapidez. Su esposa se encontraba unos metros más allá. Dormía. El no podía conciliar el sueño.

Hacía calor. Sudaba. Hubiera querido beberse otro vaso con agua fría, pero asumió que lo mejor era salir por un rato de la estancia y dejarse arrullar por la brisa que"cerca de la medianoche"golpeaba con fuerza sobre el caserío.

¿A dónde vas?"preguntó la mujer.

Afuera, no tardo"respondió él mientras cruzaba el umbral de la puerta.

El cielo lucía hermoso, tachonado de estrellas que se perdían en el infinito. Alrededor, las gentes dormían. Estaban ajenos a su realidad. El no hacía otra cosa que pensar. La vida le había sonreído. Tenía el reconocimiento de sus coterráneos, gozaba de solidez económica, de un hogar apacible, de una familia que le amaba y de vastas extensiones de tierra que se perdían en el horizonte.

Definitivamente la vida me ha sonreído…"musitó al recordar con satisfacción los años pasados, con la misma sensación de bienestar de quien vuelve atrás las páginas de un viejo álbum en el que guarda fotografías de momentos agradables.

Estaba ensimismado en sus pensamientos cuando escuchó la voz apacible de Dios, como la había escuchado otras tantas veces: "Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra"(Génesis 12:1-3).

Las palabras quedaron resonando en su cabeza. No podía asimilarlas fácilmente. Dios le acababa de plantear dos asuntos que no estaban dentro de su presupuesto mental: el primero, cumplir una misión que iba más allá de toda previsión; el segundo, renunciar prácticamente a todo…

El líder toma decisiones trascendentales

Llegar a la cima no se logra de la noche a la mañana. No es tan sencillo como cerrar y abrir los ojos. ¡Ojalá todo fuera tan fácil! Sin embargo se necesita mucho más que eso. Escalar la montaña implica que todo líder debe aprender: Primero, a fijarse una meta. Significa determinar a dónde queremos llegar, así inicialmente no tengamos claridad respecto de cuáles son las etapas necesarias para lograr ese objetivo.

Aquí ya estamos configurando la misión, es decir aquello que bien nos fue asignado o simplemente, lo que queremos lograr.

Segundo, volver nuestros esfuerzos hacia la conquista de ese propósito. Esta fase implica determinación y constancia. Y el tercero, ajustar todo cuando pensamos y hacemos para llegar a la meta propuesta.

Defina una meta en su vida

Todos los seres humanos tenemos un propósito en la existencia. No somos producto del azar ni tampoco un accidente del cosmos.

Bajo este convencimiento es fundamental que nos fijemos una meta. Sólo quienes lo hacen llegan a algún lado, de lo contrario, agotará sus fuerzas dando tumbos de un lugar a otro.

En el caso de Abraham, Dios le puso de presente su misión: "Vete… a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande…"

Dios le instruyó respecto al propósito al que estaba llamado, aunque no le mostró inmediatamente todo el itinerario a seguir. Le iría señalando paso a paso cuál era el camino.

Dios nos llama con un propósito

Dios no improvisa. Todo lo tiene cuidadosamente calculado. Sabe dónde estamos y a dónde podemos llegar si permanecemos en el centro mismo de su voluntad. El tiene un plan para cada uno de nosotros. El dijo: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestro caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos"(Isaías 55:8, 9).

Si llega a experimentar el llamado divino, sin duda hay un propósito en esa convocatoria. ¿Recuerda el encuentro que tuvo el Señor Jesús con cuatro de sus primeros discípulos?

Llamamiento de Pedro y Andrés

"Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón llamado pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo. Venid en pos de mi, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron"(Mateo 4:18-20).

Llamamiento de Jacobo y Juan

"Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes, y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron"(Mateo 4:21, 22).

En el caso de Abraham el llamamiento era para ser el gestor de una gran nación. Por el contrario, en el caso de Pedro, Andrés, Juan y Jacobo, la convocatoria era para ser pescadores de hombres.

En uno y otro caso, había un propósito.

Dios no llama a nuestra puerta por importunar únicamente. Hay detrás una misión por cumplir.

En su vida…

Quizá su vida ha sido tocada por la voz apacible de Dios. Siente que lo llama. Es una misión compleja. Es probable que piense que no es capaz de cumplir la encomienda. "Es demasiado para mi", razona una y otra vez. Sin embargo se equivoca. Dios conoce sus potencialidades. El ve en usted un líder mientras que alrededor tal vez lo ven como alguien común y corriente.

Deje a un lado el temor. Dios sabe lo que hace. Recuerde que El no improvisa. No se preocupe de cómo se irán dando las cosas o tal vez los costos que implican avanzan hacia la meta, con ayuda de Dios. Adelante, sólo llegan al final quienes emprenden el camino.

¿Le hace falta algo? Si, a decir verdad apenas hemos dado el primer paso al concluir en la necesidad de pedir a Dios que nos muestre cuál es nuestra misión en la vida. Ahora, el segundo principio que vamos a asimilar es…

El líder asume la necesidad de renunciar

Es frecuente que hallemos en el camino a decenas de hombres y de mujeres que, aunque tuvieron el llamamiento a grandes metas y, sin embargo, ¡Jamás llegaron ningún lado!¿Cuál fue la razón? Les faltó aprender qué significa el término "Renuncia".

¿Es fácil? Por supuesto que no. Recuerde que Abraham tenía una familia, una identidad cultural y una solidez económica grande a costo de esfuerzo. Mucho pero mucho esfuerzo. Pero Dios lo llamaba a una misión específica y eso implica renunciar prácticamente a todo, pagar el precio y aprender a depender del Señor.

En las Escrituras leemos que "…se fue Abraham como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abraham de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abraham a Saraii su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán; y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron"(Génesis 12: 4, 5).

Sin duda pudo transcurrir mucho tiempo entre el llamamiento de Dios y el instante en que tomó la determinación de seguirle. Es probable que haya enfrentado la duda, la incertidumbre y el temor. Pero al tomar la decisión, nada lo detuvo.

Algo similar ocurrió con los discípulos. En el caso de Simón y Andrés "Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron"(Mateo 4:20). Y con Juan y Jacobo, los hijos de Zebedeo pasó algo similar: "Y ellos, dejando al instante la barca, y a su padre, le siguieron"(Mateo 4:22).

El ser llamados y la decisión de renunciar juegan un papel transcendente en la vida del líder cristiano. Ore a Dios y pida su dirección.

Ahora quizá me diga: "Eso está bien para quien es cristiano que aspira servir en la obra de Dios. ¿Y qué de mi vida? Recién estoy asistiendo a la iglesia y tengo centrada mi mirada en la vida secular y no en la religiosa?¿Hay algo para mi?".

Por supuesto que si. En la vida de los hombres de Dios que marcaron generaciones enteras vemos que tenían definidas metas claras en la vida, volcaron sus esfuerzos para alcanzarlas y, con ayuda de Dios, no se dejaron amilanar por las adversidades.

En la Biblia leemos: "Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará"(Salmo 37:5).

Con ayuda de Dios no hay proyecto que conciba en su mente y en su corazón que no pueda llegar a realizarse. ¡Hoy es el día para comenzar!

Capítulo 3

El camino de un líder se construye paso a paso

La transparencia debe identificar al líder

Imagine por un instante al más grande líder social y político de cualquier país latinoamericano. Es respetado por todos, aparece en los diarios cada día y no existe noticiero de televisión que no registre al menos una noticia acerca de su desplazamiento a barrios marginales para estrechar la mano de las gentes desfavorecidas, proponer soluciones a sus problemas e identificarse con su realidad de pobreza y desesperanza.

Alrededor, sus inmediatos colaboradores lo idolatran. Los seguidores consideran que no hay ni habrá en los próximos años nadie que pueda igualar su carisma, esbozar una sonrisa confiada cuando todo alrededor amenaza con derrumbarse, y tener ideas claras acerca de cuál debe ser el destino de la nación.

Alguien afirma con optimismo en la voz:–Será el próximo Presidente de la República. Tiene las capacidades para serlo...".

Así las cosas, todos coinciden en asegurar que el destino de su patria tendrá perspectivas mucho más sólidas en manos de aquél que, progresivamente y en un hecho que nadie puede ignorar, ha ido escalando peldaños hacia el éxito.

Un día cualquiera todos despiertan sorprendidos con los titulares de los diarios revelando que aquél a quien todos consideraban ejemplar en sus actuaciones, incurrió en acciones dolosas destinando hacia sus arcas personales los recursos que se habían destinado inicialmente a trabajo social.

¿En quién creer?"comentó un periodista de televisión al referirse al incidente que ponía en tela de juicio a un líder nacional.

Transparencia, una característica

La transparencia debe identificar las acciones de quienes ostentan posiciones de liderazgo en la vida secular o eclesial. Desconocer este principio, además de acarrearnos múltiples problemas, desencadenará la pérdida de credibilidad. Y eso sí es muy grave.

¿Se ha preguntado por qué muchas de las sillas permanecen vacías en nuestras iglesias?

Hay múltiples respuestas para este interrogante. El cambio de los tiempos, es una; la concepción errada de que las personas llegarán al templo si tenemos una programación variada y atrayente y que no necesitamos ir a las calles en su búsqueda, es otra; pero hay una tercera razón: muchos no encuentran en el cristiano un verdadero ejemplo y alguien que asume liderazgo en el lugar en el que se desenvuelve.

Han descubierto que tales creyentes viven a Cristo "a-medias-tintas". Dicen una cosa y hacen otra totalmente diferente, que riñe con las enseñanzas que proclaman. Carecen de transparencia.

Una situación así es contraproducente en una sociedad en la que se han perdido valores y principios. No olvide que en medio de tanta desesperanza las gentes buscan algo en lo cual confiar. Ese hecho lleva a otro de suma importancia: creyentes que adolecen de transparencia, antes que estimular la proclamación del evangelio generan un peligroso revés.

¿Tiene problemas con sus actitudes?¿Le falta transparencia en todo cuanto hace?¿Piensa que quizá, ahora mismo, ha perdido terreno en las labores porque dejó de ser claro y coherente entre lo que piensa y lo que hace?

Lo invito para que revisemos un pasaje en la vida de Abraham. "Hubo entonces hambre en la tierra; y descendió Abraham a Egipto para vivir allí, porque era mucha el hambre en la tierra. Y aconteció que cuando estaba próximo a entrar en Egipto, dijo a Saraii, su mujer:"Se que eres mujer de hermoso aspecto; en cuanto te vean los egipcios, dirán: "Es su mujer". Entonces me matarán a mi, y a ti te dejarán con vida. Di, pues, que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya; así, gracias a ti, salvaré mi vida"(Génesis 12:10-13).

¿De qué manera incurrió Abraham en falta de transparencia en sus actuaciones? Primero, mintió para lograr sus propósitos. Jamás un líder debe ampararse en las estratagemas y engaños para escalar peldaños hacia el éxito, o bien, para obtener beneficios personales.

Un segundo aspecto fue la utilización de otras personas"en este caso de su esposa Saraii–, para lograr su objetivo. ¿Ha visto a su alrededor líderes utilitaristas? Sin duda que si; pero paralelamente se identificará conmigo en el hecho de que, quienes obran de esta manera, despiertan una extraña sensación de engaño.

Es importante que se tome el tiempo suficiente para evaluar hasta qué punto sus ejecutorias han defraudado a quienes le rodean.

había recibido promesas grandiosas de parte de Dios, pero si bien es cierto abandonó su tierra y su parentela tal como le ordenó el Señor (Génesis 12:1-3), caminó durante la primera etapa del trayecto tomado de la mano del Creador pero cuando llegaron los problemas, como la escasez de alimentos en la tierra, tomó el control de la situación en sus propias fuerzas.

Determinación y perseverancia

La vida de como líder fluctuaba entre períodos de victoria y etapas de declive.

Pareciera que unas veces confiaba en el poder de Dios, y en otras, obraba conforme a sus propias capacidades y raciocinio. Quien obra igual que él, no avanzará con la solidez y rapidez que se pudiera esperar. La ambivalencia en sus actuaciones lleva a que el paso con que se desplaza sea lento y en muchas ocasiones, poblado de incertidumbre.

En la carta del Señor Jesús a la iglesia que se reunía en Laodicea, advierte: "Escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: "El amén, el testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca"(Apocalipsis 3:14-16).

¿Puede captar el mensaje? En la vida del cristiano se necesita tomar la determinación de vivir a Cristo a plenitud, sujeto a los principios trazados por las Escrituras y, segundo, perseverancia para permanecer en el camino, firmes por encima de la adversidad. No hay lugar para los reveses como aquellos que dan un paso y retroceden dos por que no tienen sólidos fundamentos de fe.

En la voluntad de Dios, todo saldrá bien…

Cuando estamos caminando en la realización de una misión, bien sea para Dios o en el camino secular, es probable que nos toque tomar decisiones. Algunas altamente satisfactorias, porque conocemos de antemano qué consecuencias pueden desatar. En otras oportunidades, decisiones que adoptamos en fe, solo confiados en que si vamos de la mano de Dios, El nos guiará por la senda indicada.

Cuando desarrollamos esa plena confianza en nuestro amado Señor, generalmente no albergamos temores de que algo pueda salir mal.

Tras regresar de Egipto con su esposa Sarai y su sobrino Lot, trayendo consigo sus posesiones, decidieron encaminarse al Neguev y luego hacia Bet-el que representaba, a los ojos de cualquier buen negociante o ganadero, una tierra promisoria.

Todo iba bien hasta el momento… pero… y surge el inevitable pero que no desearíamos que apareciera enfrente nuestro cuando todo va "viento en popa". Sin embargo en nuestra condición de líderes debemos estar preparados para enfrentar circunstancias inesperadas. En el día a día es previsible que emerjan dificultades. Es algo que no debe ni sorprendernos ni llenarnos de angustia.

"Y la tierra no era suficiente para que habitases juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de y los pastores del ganado de Lot…"(Génesis 13: 6, 7).

El panorama no era nada halagador. Ameritaba de una actitud calmada. Ninguna decisión debemos tomarla acalorados, con la mente nublada por pensamientos derrotistas o tal vez de venganza. Obrar así no traerá buenos resultados ni en nuestro desenvolvimiento personal, ni en la iglesia y menos en nuestras labores en el plano secular.

La propuesta de fue separarse para no agravar las cosas. Le dijo a su sobrino: "¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mi. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tu a la derecha, yo iré a la izquierda. Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y Gomorra"(versículos 9, 10).

Al patriarca le correspondió un territorio que no era halagüeño mientras que su sobrino Lot, que no era ajeno a las ventajas que se derivaban de poder escoger, tomó para sí las mejores vegas…

La pregunta que nos hacemos: ¿Por qué permitió que tomaran aparente ventaja sobre él? Porque la fe de , al menos en ese período de su vida, estaba cifrada en Dios. Este siervo tenía claro que con el Señor, con su divina ayuda, nada podría salir mal como lo señala el salmista: "Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón"(Salmo 37:4).

Esa confianza en el Creador, que es la misma que estamos llamados a desarrollar usted y yo, se vio reflejada en un pleno respaldo de Aquél que todo lo puede: "Y Jehová dijo a , después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente, y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré"(Génesis 13:15-17).

Si de algo tenemos que asegurarnos es de que caminemos por la senda que nos trazó el Señor. Al movernos en el centro mismo de Su voluntad, tenemos asegurada la victoria. Apartarnos de ese camino para hacer las cosas a nuestra manera, traerá problemas.

Siempre he imaginado a Dios como un padre que advierte a su hijo pequeño -que somos usted y yo cuando estamos creciendo espiritualmente y en la fe"sobre los peligros de jugar con fuego.

"Es peligroso", advierte con calma. Pero su hijo, queriendo conocer el por qué, mete sus manos -por ejemplo"en la llama de una veladora. ¿Las consecuencias? Se quema. Aunque el incidente no pase a mayores, paga las consecuencias de hacer las cosas a su manera. Igual quienes dejan de lado las pautas marcadas por Dios y quieren resolver problemas, dificultades y circunstancias inesperadas conforme a sus propias capacidades.

Como habrá podido apreciar hasta el momento, -a quien Dios le cambiaría el nombre por el de Abraham"es presentado como uno de los grandes héroes de la fe: "Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y jacob, coherederos de la misma promesa…"(Hebreos 11: 8, 9).

De acuerdo con el pasaje que hallamos en el Nuevo Testamento, refiriéndose a su desenvolvimiento como hombre de Dios, tenía claro cuál era el curso a seguir. Pero no nos menciona que tuvo errores. Visto desde esta perspectiva, comprendemos que el camino del líder se construye paso a paso. Es probable que en algunos casos hayan problemas, tal vez errores, pero si la mirada está puesta en el Supremo Hacedor, lograremos llegar a la meta…

Capítulo 4

El líder aprende a esperar su tiempo

El reloj de Dios no es el nuestro

Si nos espera unos minutos más le tramitamos la entrada al Perú"dijo el agente de inmigración en la frontera del Ecuador y Perú. Hacía un sol insoportable y a lo lejos se adivinaba el inicio del desierto de Tumbes, esa magnífica extensión de arena que muere en las márgenes del mar Pacífico.

Saúl miró el reloj, miró al funcionario, nos miró a nosotros, hizo un gesto de desagrado y siguió leyendo el diario. En los titulares anunciaban un nuevo triunfo del corredor de autos colombiano Juan Pablo Montoya. Sobre una margen del diario anunciaban nuevos esfuerzos de Venezuela por conquistar el mercado petrolero internacional.

Una nueva mirada al reloj de pared. Habían transcurrido veinte minutos. Unos ojos inquisitivos que recorren a los presentes, el gesto de desagrado que había hecho anteriormente y la disposición de seguir leyendo.

–¡Esto es el colmo¡–vociferó:–Llevo dos horas esperando una autorización y todavía no me resuelven nada–. Estaba visiblemente desencajado por la rabia.

–Si espera unos minutos más…"le insistió. Pero el hombre salió tras recoger airadamente sus documentos. Minutos después, realmente muy pocos, llegó quien debía firmarlos. Sonrió al conocer la situación y dijo:

Si hubiera esperado tan solo un poco…"

¿Es usted impaciente?

La impaciencia es uno de los problemas que enfrentan líderes, bien sea que estén al servicio de la iglesia o que se desenvuelven secularmente en alguna empresa o institución.

Su anhelo es lograr todo inmediatamente, sin esfuerzo. Parecería que esperan encontrar la lámpara de Aladino que, con solo frotarla, traiga del país de la fantasía un genio que cumpla todos sus deseos. Sin embargo no es así. La realidad es bien diferente.

¿Se ha desalentado alguna vez porque una promesa que recibió de Dios no se cumple inmediatamente?¿Ha sentido que Dios se olvidó de su promesa y que le dejó de lado para ocuparse de los planes para otro creyente? Si ha experimentado una situación así, seguramente comprenderá el desasosiego de . Dios le había prometido: "…alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre"(Génesis 13:14, 15).

Lo más probable es que, cada mañana al despertar, el patriarca se acercaba al calendario para corroborar la fecha y mentalmente hacía cuentas del tiempo transcurrido desde que Dios le hablara.

Saraii, su mujer, no evidenciaba síntomas de embarazo. Y todo alrededor seguía tal cual. Nada parecía ocurrir.

De seguro esa promesa es imposible de cumplirse en mi vida"pensó una y otra vez. Todos en derredor recibían noticias sobre la proximidad de la visita de la cigüeña y él, en cambio, sentía el desaliento que produce esperar un anuncio del Señor que pasa el tiempo y no se materializa.

Esteban, el primer mártir de la era cristiana, explicó al respecto: "Y no le dio herencia en ella, ni aún para asentar un pie; pero le prometió que se la daría en posesión, y a su descendencia después de él, cuando él aún no tenía hijo"( Hechos 7:5).

Es fácil creer cuando todo apunta a que aquello en lo que hemos cifrado nuestras esperanzas, está a las puertas de concretarse. En condiciones así es fácil creer. Lo complejo es asimilar en nuestra existencia la definición que hiciera el autor sagrado en torno a la fe: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera; la convicción de lo que no se ve"(Hebreos 11:1).

Un empresario de Santiago de Cali con el que hablé hace poco tiempo después de dictar una conferencia, me refirió como, desde niño y cuando sus padres vivían inmersos en la inopia, se preparó para ser gerente de una compañía.

Nunca se desanimó aunque el paso de los años y el intenso estudio para lograr la superación intelectual y académica, hacían pensar que estaba muy lejos de sus sueños. Sin embargo depositó su confianza en la convicción de que, si Dios iba delante suyo, nada impediría que hiciera realidad sus más caras aspiraciones.

Lo logró cuando rayaba los cuarenta y cinco años. Hoy es propietario de una compañía transportadora. Está convencido de que guardar la fe en el poder divino que le ayudaría a salir adelante, fue su más grande secreto.

En todas las circunstancias y cuando hemos recibido una promesa de Dios, es necesario entender que nuestro reloj es bien diferente del que tiene en uso nuestro amado Señor.

José Alberto, un abogado a quien conozco hace un buen tiempo y de quien fui compañero en la empresa para la que laborábamos, recibió una promesa en cierto servicio religioso en el que ministraba un evangelista invitado.

El Señor te llamará a servirle en su obra"le dijo el pastor en momentos en que oraba por mi amigo.

Salió del lugar inundado de gozo. No podía creerlo. Días después me anunció que renunciaría a su cargo en la entidad estatal a la que estábamos vinculados:

Dios me llama a la obra y no puedo desatender su llamado"me dijo al tiempo que buscaba echar por tierra las recomendaciones de que buscara a Dios en oración y Su santa confirmación antes de proceder.

De nada valieron los consejos de amigos y conocidos. José Alberto renuncio a su ocupación secular.

Un mes después estaba ministrando en una ciudad vecina. Las cosas no funcionaron. La pequeña iglesita de la que fue encargado, pronto enfrentó un revés, de esos períodos que son apenas naturales cuando se comienza una misión evangelística en un lugar. No tenía para sostenerse ni tampoco a su familia. El dinero escaseó. Se sintió solo. Me dijo un día que el Señor lo había abandonado.

La pregunta -apenas natural–que surgió en aquella conversación:–¿Dios te falló, José Alberto, o no supiste esperar en el tiempo que El tiene para materializar sus promesas?…

atravesaba una situación similar. Se desesperaba por el paso inexorable del tiempo sin que nada ocurriera. En lugar de prepararse en Dios para ser un buen padre, tal como el empresario de la historia inicial se preparó para dirigir su propio negocio, esperaba que todo ocurriera inmediatamente.

Años después y en un nuevo contacto con el Creador, le hizo el reclamo:"Dijo también : Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa"(Génesis 15:3).

El texto debe llevarlo a reflexionar en las siguientes preguntas. ¿Ha sentido desesperación al ver que transcurren los días y nada ocurre?¿Piensa que Dios se olvidó de usted y de la promesa que le hizo?¿Piensa que las circunstancias demuestran que la promesa jamás será realidad?

Contrario a lo que usted pueda razonar, nuestro amado Hacedor no solo tiene presente aquello que prometió, sino que permanece firme en lo dicho, tal como advierten las Escrituras: "Dios no es hombre, para que mienta, no hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?"(Números 23:19).

Dios conoce las inquietudes de un líder

Con frecuencia y en medio de las crisis que generalmente se desencadenan entre quienes ejercen algún tipo de liderazgo, es probable que se sienta solo. Considera que nadie lo entiende, que la situación que enfrenta constituye un callejón sin salida, que nadie ha experimentado una situación similar. Pero no es así. Dios conoce las circunstancias que atravesamos. Es consciente de nuestro sufrimiento, de las dudas que nos asaltan o quizá de la incertidumbre que nos embarga cuando esperamos una promesa y nada ocurre.

Dios le reafirmó su anuncio inicial: "Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia"(Génesis 15:4-6).

El grado de incertidumbre era tal, que en el versículo ocho podemos leer que le pidió una prueba a Dios de que, cuanto le decía, tendría su cumplimiento. Aún en su existencia persistía la duda.

Es probable que igual ocurra con su vida. Por alguna razón desea que esa promesa divina que recibió de labios de un ministro del Señor se cumpla inmediatamente. Eventualmente alberga sombras de duda.

En su existencia está primando la razón que le dice imposible, y se mezcla con las emociones que le llevan a sentirse desesperanzado. Dejó de lado la fe, quizá junto a su Biblia allí en la mesita de noche. Si es así, queremos animarlo a que siga adelante, a que no se desanime, a que crea en las promesas de Aquél que todo lo puede.

Dios no necesita que le ayudemos

¿Ha visto un líder cristiano que después de recibir una promesa de Dios, y preso de la impaciencia, trata de ayudar al Creador para ver cumplida Su palabra?

Si no lo ha visto, le presento a uno de ellos: . "Saraii mujer de no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Saraii a : Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió el ruego de Saraii. Y Saraii mujer de tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado en la tierra de Canaan, y la dio por su mujer a su marido"(Génesis 16:1-3).

¿Qué consecuencias desataron esta disposición tomada a la ligera y sin medir lo que podía ocurrir? La sierva miró con desprecio a Sarai.

Igual que esta mujer y el propio , que por aquél entonces tenía ochenta y seis años, con frecuencia nos granjeamos problemas que de haber sido pacientes y sensatos nos hubiésemos evitado.

Adelantarse a los planes de Dios sin esperar en Su promesa, le trajo problemas familiares al patriarca (versículo 9). Cuatro años después, Dios le habló de nuevo (Génesis 17:1), sin embargo debieron pasar otros diez años antes que la promesa se hiciera realidad (Génesis 17:17).

Dios cumple sus promesas, como leemos en las Escrituras: "Visitó Jehová a Sarai, como había dicho, e hizo Jehová con Sarai como había hablado. Y Sarai concibió y dio a Abraham un hijo en su veje, en el tiempo que Dios le había dicho. Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nación, que le dio a luz Sarai, Isaac"(Génesis 21:1-3).

Dios nunca llega tarde. El llega en el momento oportuno. En ocasiones con más rapidez de lo previsto, en otras cuando pensamos que nada ocurrirá. En todas las circunstancias es necesario aprender a esperar en Sus promesas. El cumplirá. Jamás olvide que el reloj y el calendario del Señor son diferentes de los nuestros. No se desespere, confíe. Dios cumplirá…

Capítulo 5

El líder crece en medio de las pruebas

Las diversas formas de una prueba

Las tardes cálidas y llenas de placidez en familia constituían algo que nunca previó Abraham. Sarai, su esposa, junto a las siervas atendiendo los quehaceres domésticos. Los negocios atravesando su mejor período y, en la mayoría de los casos, con una tendencia a crecer. Y en el inmenso solar, su hijo con otros chicos de su edad. ¿Qué más le podía pedir a Dios?.

Estaba orgulloso de cuanto había acontecido en su existencia. Ocasionalmente cuando veía morir la tarde y la brisa bañaba con frescura aquél territorio, solía recordar los años de espera. Al comienzo se desesperaba pensando que jamás se materializarían en su existencia las promesas divinas. Vino luego un período que podía llamar de resignación, y por último, -por cosas paradójicas de la vida"el reverdecer de la fe tras cada nuevo encuentro con Dios quien le reafirmaba las promesas.

¿Pruebas?¿Momentos difíciles? Esos dos conceptos sonaban lejanos. Si en algún momento los experimentó, ahora no podía describir con precisión lo que desencadenaban. Eran difusos. Se desdibujaban en el tiempo y morían en sus recuerdos, como las sombras alargadas y deformes que proyecta el sol sobre casas, árboles y objetos cuando está por ocultarse en el poniente.

Sin embargo lo imprevisto tocó a sus puertas. "Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tu tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré"(Génesis 22: 1, 2).

Las dificultades que amenazan nuestra confianza asoman cuando menos las esperamos. En el caso de Abraham llegaron en momentos en los cuales razonaba que el curso de su vida había tomado rumbo fijo. Es más, dentro de sus perspectivas, tenía infinidad de planes con el muchacho que corría desprevenidamente junto con sus amigos. El momento no era fácil, por el contrario, era uno de los más difíciles de su larga vida.

¿Acaso está atravesando por un período similar al de Abraham? Puede que no halla sido conminado a sacrificar a uno de sus hijos, pero sí enfrente pérdidas que considera irreparables.

En situaciones así es natural que nos preguntemos: ¿Por qué me ocurre esta situación a mi?¿Acaso no hay quienes haciendo el mal… viven muy bien?¿No mira Dios mi entrega y dedicación a servirle?

Pero supongamos que la situación se presenta desde el plano secular. De pronto se encuentra, a boca de jarro, con sinnúmero de problemas. ¿A quién culpar? A las circunstancias, podría ser. También a que hayamos sembrado semillas que germinaron en dificultades.

Cualquiera sea la razón, quedan dos pasos a seguir, a la luz del razonamiento humano: el primero, no pensar que somos los únicos en el mundo en enfrentar un tropiezo o quizá, que ha llegado el fin del mundo por lo que pudiera ocurrirnos; el segundo, pensar con calma antes de tomar cualquier determinación.

Hay un tercer paso que le sugiero asumir. Es buscar a Dios. El nos ayuda a encontrar la salida al laberinto. Con su ayuda, nada podrá robarnos la capacidad de pensar con tranquilidad y abrirnos paso, con una adecuada orientación, hacia el final de la encrucijada.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican renuncia…

Cuando volvemos las páginas de las Escrituras leemos que nada ocurre por azar cuando estamos en el centro mismo del Plan de Dios. El apóstol Pablo escribió: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados"(Romanos 8:28). A partir de este principio bíblico entendemos que nuestro amado Hacedor tiene un propósito con las pruebas.

Con frecuencia suelo recordar un viaje que hice a Barichara, un pueblo del norte de Colombia, en el que hábiles artesanos trabajan la piedra.

A partir de un trozo de roca, conciben figuras que se convierten en adornos. Camino de aquella población me detuve en uno de los talleres donde literalmente labran la superficie rocosa. Primero utilizan pesados martillos con cinceles que, bajo el impacto, arrancan trozos grandes. A medida que pasan las horas y va tomando forma, utiliza otros buriles más pequeños. En la fase final del trabajo son diminutos.

Igual ocurre cuando el Señor trata la vida de alguien. Puede que los primeros impactos luzcan demasiado duros. En la medida que crecemos espiritualmente –a partir de las pruebas– todo es más llevadero.

Al analizar la vida de Abraham aprendemos un elemento de particular significación. A través de la traumática experiencia que representaba decidir el sacrificio de su hijo, comprendió que una prueba implica renuncia. "… tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas… y ofrécelo allí en holocausto".

Dar muerte al chico era tanto con borrar de un solo trazo todo lo que había sembrado, la ilusión de tener descendencia, el sueño de ver cómo se levantaba una nueva generación.

Renunciar a muchas cosas es complejo para nosotros. Quizá se nos pide volver la espalda a algo o alguien en quien hemos depositado nuestras esperanzas. ¿Recuerda al joven rico? Su historia la leemos en el evangelio de Lucas, capítulo 18, versículos del 18 al 30. ¿Cuándo se produjo su crisis? Cuando debió renunciar a las riquezas que, en su razonamiento humano, representaban todo para su existencia.

¿Acaso se le ha dificultado renunciar a algo? Es probable que se trate del punto en el que debe ser tratado por Dios. Con su ayuda, podrá vencer. Sin El, es probable que siga sujeto a sus debilidades.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican obediencia…

Una cosa es decir que amamos a Dios y estamos dispuestos a seguir sus caminos, y otra bien distinta es llevar esas palabras a la práctica. Esa dura realidad la comprobó Abraham en su existencia. Pensar en sacrificar a Isaac era bien distinto a llevar esa misión hasta sus últimas consecuencias. Hacerlo ameritaba sumisión total al Creador. En esencia, obligaba asumir una posición de obediencia.

"Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo"(versículo 3).

Sin duda fueron días de profunda agonía. Por su mente debieron pasar muchos pensamientos. Tal vez desilusión, incredulidad o la incertidumbre al razonar que probablemente había equivocado el llamamiento y era un susurro y no la voz de Dios que creía haber escuchado.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican confianza…

Cuando aprendemos a conocer a Dios, asumimos que sus instrucciones y caminos evidencian perfección. Nada es al azar. No cabe la improvisación. Conocer al Señor es posible cuando pasamos tiempo en Su presencia mediante la oración, el estudio sistemático de las Escrituras y una búsqueda sincera de conocer Su volunta.

Hay sin embargo un tercer principio que asimilamos conforme le conocemos. Es la confianza. Es tanto como caminar por la cuerda floja sabiendo que nada saldrá mal y no caeremos en el vacío.

En el caso de Abraham, caminar al lugar del sacrificio, demostraba confianza. "Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos"(versículo 4).

Los pensamientos es probable que le llevaran a razonar en la inconveniencia de obedecer. Sin embargo, una vez tomó la decisión y dominado por una profunda confianza en el Creador, no hubo nada que lo detuviera. "Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; más ¿dónde está el carnero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos"(versículo 8).

Confiar es viable cuando todo está a favor, pero bien difícil cuando nadamos contra la corriente.

Es natural que en circunstancias así nos agobien los temores o la incertidumbre. Pero si nuestra confianza es plena, podemos afincarnos en la certeza de que la misericordia de Dios no tiene límites. También de que no permitirá que nada malo nos ocurra: "Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto…".

¿Su vida ha desarrollado tal confianza en Dios?¿Está de tal manera convencido en el obrar perfecto del Señor que no teme dar pasos en dirección al camino que El le señala? Vale la pena que, en nuestro proceso de formación en el liderazgo, respondamos a estos dos interrogantes y que, si encontramos falencias, procedamos a aplicar correctivos con ayuda de Aquél que todo lo puede.

En la Escuela de Dios, las pruebas implican convicción…

Hay un cuarto elemento que cabe revitalizar cuando estamos creciendo espiritualmente en la Escuela de Dios. Se trata de la convicción en cuanto hacemos. Es la certidumbre inamovible de que el Creador llegaría que motivó a Abraham a seguir hasta las últimas consecuencias, tal como leemos en las Escrituras:

"Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque yo conozco que temas a Dios, por cuanto no rehusaste tu hijo, tu único. Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un cordero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo"(versículo 13).

Algunas veces, cuando clamamos a Dios en procura de un milagro, quizá sintamos que no escucha las oración, que nos olvidó o tal vez, que nunca responderá. Pero en la medida en que vamos creciendo en Su conocimiento, aprendemos que El siempre llega en el momento oportuno.

La desesperación nos embarga cuando olvidamos que Su reloj es distinto al nuestro. Pero una vez asimilamos este principio, la confianza trae paz a nuestro corazón.

Tras la prueba llega la bendición

Si estamos en el centro mismo de la voluntad de Dios, las pruebas nos ayudan a crecer y tras experimentarlas y salir airosos, recibimos la bendición, tal como podemos apreciarlo en el texto:

"Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mi mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz"(versículos 15-17).

Es probable que ahora mismo atraviese por una situación que considera sin solución. Sin embargo es tiempo de permanecer en Dios, asidos de su mano, en la certeza de que responderá con poder y no le dejará solo en medio del desierto.

Una vez termina la tormenta viene la calma. Y cuando las pruebas concluyen, es evidente que llega la bendición de Dios. En tal principio debemos esperar.

Jamás olvide que ahora que está creciendo en su formación de líder en la Escuela de Dios, no está solo. El Señor siempre estará a su lado…

Capítulo 6

El mundo quiere condicionar al líder

¿La familia del líder debe ser perfecta?

Por alguna extraña razón quienes asisten a las iglesias tienen la errada concepción de que los hijos del pastor o del líder, son los "niños-perfectos-que-nunca-fallan". El estereotipo del chico o chica que han construido en sus mentes visten impecablemente, saludan a todos con un "Buenos días" al tiempo que muestran su mejor sonrisa; responden siempre "Si, señor. No, señor"; conocen al dedillo todos los coros y, por si fuera poco, cuando llegan a casa, suben a sus cuartos a tener interminables jornadas de oración.

¿Le ha ocurrido que alguien comente delante suyo: "Tan lindo el niño. De seguro será tan buen predicador como el papá"? Pues si a usted nunca le ocurrió, o felicito. A mi me pasó muchas veces y quien más sufría con aquellas palabras era yo. Lejos de ser los hijos perfectos que ellos creían, mis hijos eran adolescentes como cualquiera otro y tenían sus mismos gustos…

¿Un ejemplo? Le pondré no uno sino varios. Para comenzar, a ellos les gustaba la música y no propiamente los temas espirituales de Marcos Witt, Marco Barrientos, Gonzalo Alvarado, Jesús Adrián Romero, Danilo Montero o Ingrid Rosario . ¡Por supuesto que no! Eran cantautores de melodías de salsa, propias de una ciudad carnavalesca como Santiago de Cali, en donde resido con mi familia. Ah, y les fascinaba oír los temas a todo volumen.

Nadie decía nada, pero por lo bajo comentaban: "Tan mundanos los hijos del pastor".

¿Afiches? Sí, de todas las clases, desde muñecos de Disney hasta las últimas imágenes de Los Simpson. Había de todos los tamaños y ocupaban todos los espacios de sus habitaciones. Cierto día que invite a unos líderes a mi casa, murmuraron: "En esta casa hay que hacer unas cuantas liberaciones para que salgan todos los espíritus que atraen esas imágenes", descalificando así las aficiones de mis hijos, y de paso, satanizando toda caricatura que les pareciera sospechosa.

¿Impecables? En cuanto a vestir si, pero no en su cabello que preferían dejarlo crecer. Encontraban uno y mil pretextos para no recortárselo. ¿Y en el culto? Igual que los otros chicos de su edad: amaban la alabanza con ritmo, no entendían qué decían los coros de adoración, y se dormían cuando el sermón del pastor pasaba de los diez minutos, así quien estuviera en el púlpito fuera yo.

Fue un período de por lo menos cuatro años que resultó traumático para mi esposa y para mi. No imaginan cuántas personas se acercaron a pedirnos explicación por el comportamiento de nuestros hijos. Concebían que los adolescentes de los demás fueran terribles, menos los desatinos -por pequeños que fueran"provenientes de los "hijos del pastor".

En casos así lo peor que podemos hacer es tratar de condicionar a nuestros niños, adolescentes o jóvenes a actuar de determinada manera. ¿Dejarlos hacer cuanto quieran? No, en lo absoluto, pero no caer en la trampa en que caímos quienes quisimos "alienar" a nuestra familia para que pensara, actuara, se riera e incluso vistiera como nosotros.

Un comportamiento así sólo traerá rebeldía en los hijos y antes que encontrar respuestas en la iglesia de Jesucristo, recibirán con aversión todo cuanto tenga un tinte eclesial.

No somos perfectos

Cuando volvemos las páginas de la Biblia nos encontramos con Isaac, el hijo de Abraham, quien si estuviera en nuestro tiempo, podría decirnos: "Entiendo lo que sienten cuando todos alrededor pretenden que su familia sea perfecta".

Este hombre de Dios que marcó el sendero de toda una generación en Israel, enfrentó contrariedades por las actuaciones de sus hijos, Jacob y Esaú.

En las Escrituras leemos:"Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca"(Génesis 26:34, 35).

Sin duda los chicos de Isaac no eran los santurrones del barrio. Jacob era tramposo, como veremos más adelante, mientras que Esaú, como cualquier chico de la modernidad, buscaba llevarle la contraria a sus padres en todo.

Curiosamente muchos de los pastores y líderes con los que he hablado sobre el particular, coinciden conmigo en que las congregaciones llegan a ser demasiado duras en su juzgamiento y olvidan que nuestras familias experimentan los mismos altibajos que otra. La diferencia estriba en que, en medio de la crisis, buscamos la ayuda del Señor Jesús para que nos ayude a resolver las dificultades.

Pero si de problemas se trata…

Un líder se forja en medio de las dificultades. Cuando atraviesa períodos difíciles, aflora su capacidad para sobreponerse. Buena parte puede fundamentarse en la experiencia y, otro buen porcentaje, en lo que aprende cuando está inmerso en superar los obstáculos.

Isaac, por ejemplo, tuvo que luchar con una niñez traumática. Cuando apreciamos las imágenes descoloridas de los tiempos idos, podemos apreciar que bien pudo convertirse en un rebelde o tal vez en un hombre incrédulo a raíz de los momentos difíciles que tuvo; pero dejó atrás todo aquello que amenazaba con afectar su presente y su mañana. Volvamos atrás en su historia.

En primera instancia su padre era un hombre entrado en años cuando él nació. Tenía cien calendarios encima (Génesis 2315). No era el tipo de progenitor con el que juegas al fútbol los domingos en la tarde, o con quien vas de pesca un día feriado. Es probable incluso que le atormentara la risa de los niños y que saliera furibundo, a la puerta de la tienda, cuando los chicos amenazaban con armar una gresca.

Al llegar a la adolescencia, cuando las imágenes quedan grabadas con una impronta imborrable para siempre, Dios le ordenó a su padre que lo sacrificara, tal como lo relata el capítulo 22 del libro del Génesis.

El muchacho percibió la situación. "Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, hijo mío. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; más ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban justos"(Génesis 22:7, 8).

Sin duda no era ningún traído de los cabellos; por el contrario, era bastante acucioso y entendió que él iba a ser la víctima.

Circunstancias como esa pueden llevar a un jovencito a pensar que su padre es inmisericorde, por encima de las costumbres culturales y religiosas que prevalecieran en la época, o bien a razonar que Dios era injusto porque iba a recibir honra con su vida que apenas comenzaba.

Desde esa perspectiva, valoramos que Isaac no permitió que lo embargaran el resentimiento ni los malos recuerdos. Por el contrario, en su juventud y como podemos leer en los capítulos desde el 23 hasta el 26 del libro del Génesis, reconoció al Señor en todos sus caminos…

¿Un líder vive del pasado?

Aquí cabe una pregunta: Usted como líder, ¿vive del pasado? Aspiro que no. Si tiene una carga enorme de recuerdos dolorosos de su infancia, adolescencia y etapa juvenil, es necesario que vuelva la mirada al Señor Jesús y le pida que trate con esas heridas del alma.

Un líder que obra gobernado por la rabia, el odio y la tristeza, no desarrollará a plenitud su ministerio y de paso corre el riesgo de contaminar a las personas que tiene a cargo. No, no le estoy hablando de contagio físico como si se tratara de un virus, sino de sembrar semillas negativas en aquellos a quienes estamos formando en la vida cristiana o secular.

En la Biblia leemos que Jesús es nuestro "Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos." (Hebreos 4:14-16. Nueva Versión Internacional).

Nuestro amado Salvador comprende las crisis por las que atravesamos, muchas de ellas fruto de un pasado traumático, y es El y nadie más que El quien puede ayudarnos a borrar esos recuerdos que nos roban la tranquilidad.

Para un líder no todo es color de rosa

Tener una solidez económica como la que heredaba Isaac (Génesis 24:35) y un padre que se preocupaba de asuntos tan personales como conseguirle esposa (Génesis capítulo 24), no aseguran un liderazgo sólido, próspero y promisorio.

Ser líder no es una condición que se hereda. Por el contrario y a diferencia de lo que opinan muchos, un líder no nace, se hace.

Este hecho reviste especial significación porque la otra cara de la moneda indica claramente que el hecho de ser hijo de alguien que jamás abanderó ninguna campaña, no determina que sea imposible el que desarrollemos un liderazgo. Es algo personal y no generacional.

En momentos difíciles, el líder deposita su confianza en Dios

En el trasegar hacia el crecimiento personal y como líder de una generación, Isaac se encontró con una realidad a la que no solo no podía escapar, sino que además era humanamente imposible de resolver. Su hermosa y joven esposa Rebeca era estéril. Algo traumático para un padre que anhelaba llevar sus hijos al caer la tarde de un sábado cualquiera a los juegos mecánicos o quizá a ver una buena película.

En su caso podría ser la pérdida de empleo; las dificultades para plantar una congregación; los tropiezos en las relaciones con las personas que están a cargo; dificultades financieros que impiden la concreción de sus sueños… en fin, las posibilidades son infinitas.

¿Qué hizo Isaac? Tomó la decisión que debe acompañar a quienes tropiezan con un enorme obstáculo en su camino: volvió su mirada a Dios y depositó en El la confianza plena de que obraría un milagro.

"Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer"(Génesis 25:21).

Fruto del clamor, vino la bendición. Rebeca concibió gemelos: Esaú y Jacob.

Se trata de una característica que debemos dimensionar en su verdadera proporción: si estamos sirviendo a Dios en la obra, por insignificante que parezca nuestro papel en el servicio, es al Señor a quien debemos ocurrir tan pronto advertimos que surge un problema.

Lograrlo amerita que mantengamos una estrecha relación con el Padre mediante la oración. Se supone que si somos sus siervos, de El debemos recibir instrucciones y a El es necesario que acudamos en los momentos difíciles.

Ese diálogo permanente con el Dueño de la obra, llevó a que Dios le pusiera en alerta cuando Isaac proyectaba ir a Gerar frente a la hambruna que golpeaba su país. "Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré"(Génesis 26:2).

Como consecuencia de esa relación con Aquél que todo lo puede, el Todopoderoso le reafirmó siete promesas:

1.- Prometió apoyarlo y estar con él (Génesis 26:3).

2.- Prometió bendecirlo en sus caminos (Génesis 26:3).

3.- Prometió bendecir su descendencia (Génesis 26:3).

4.- Prometió confirmar todas las buenas noticias que había compartido a su padre Abraham (Génesis 26:3).

5.- Prometió multiplicar su descendencia (Génesis 26:4).

6.- Prometió otorgarle la tierra que anunció a Abraham (Génesis 26:4).

7.- Prometió que en él, Isaac, sería bendita toda la tierra que ocupara (Génesis 26:5).

El líder no se detiene ante los obstáculos

¿Le ha ocurrido que justo cuando piensa que todo marcha bien, afloran cualquier cantidad de obstáculos? Situaciones así tienden a quitarnos la tranquilidad y hay quienes experimentan desánimo.

En Isaac se vio reflejada esa situación. Cuando iba tras el sendero que marcó su padre, en dirección a Gerar (Génesis 26:17), encontró múltiples problemas en la tierra que aspiraba encontrar prosperidad a su ocupación como ganadero.

Si bien es cierto reabrió los pozos que construyó Abraham (Génesis 26:18), halló oposición entre quienes habitaban aquel territorio y reclamaban la propiedad de dichas cisternas (Génesis 26:19-21).

Pese a ello, Isaac no se dio por vencido. Asumió un principio que debe primar en todo líder: la perseverancia. Las Escrituras nos muestran que finalmente abrió un pozo sobre el que nadie hizo reclamos (Génesis 26:22). De no haber persistido, lo más seguro es que habría renunciado a sus metas y sin duda, tendría que enfrentar por años la frustración.

Tome un tiempo para revisar su vida. Usted fue llamado a vencer. El Señor Jesús ganó para usted la victoria en la cruz. No puede detenerse. Eso sería una verdadera locura. Es hora de que reemprenda el camino… Sin duda vencerá…

Capítulo 7

El líder vivencia la relación entre el decir y el hacer

Nos venden imágenes irreales

Con frecuencia me sorprenden los anuncios de televisión y de la radio promocionando, a tiempo y a destiempo, algún tipo de producto. Conciben unos comerciales de película que nos transportan a situaciones propias del mundo ilimitado de la fantasía y casi, en cuestión de segundos, nos convierten en los protagonistas de tramas inverosímiles, generalmente con finales felices…

Enciende la tele y aparece una promoción. El presentador, con una sonrisa amplia, anuncia que si compra tal o cual aparato, con la más alta tecnología disponible en el mercado, adelgazará diez kilos por mes. "Es una oferta", advierte, para anotar a continuación que la decisión de seguir con sobrepeso o tener un cuerpo perfecto, sea hombre o mujer, está en sus manos. Venden la idea de que ser gordito es una desgracia.

En otro canal, una mujer rejuvenecida anuncia que está disponible, por unos cuantos dólares, la fuente de la eterna juventud. Es una crema que reduce progresivamente todas las arrugas hasta hacerlas desaparecer. "Se verá joven nuevamente", anuncia.

Seguimos pasando de un canal al otro y de pronto las imágenes son diferentes. En un auto último modelo, acompañado por dos chicas, un hombre que comparte su secreto con los televidentes. Era pobre hasta que adquirió el manual en el que se encuentran todos los números ganadores de la lotería. De la noche a la mañana su suerte cambió. Ahora es millonario, las mujeres le siguen y todo parece sonreír a su alrededor. El espectador guarda la sensación de que ser pobre antes que una condición, es lo peor que puede ocurrirle a un ser humano.

La lista sería interminable. La sociedad nos condiciona a pensar y a actuar de determinada forma. Y en el caso del liderazgo, nos presenta la imagen errada de que todos aquellos que marcaron un hito en la historia de la humanidad, fueron siempre hombres y mujeres con principios y valores que determinaron su éxito futuro. Ninguno -en apariencia"cometió fallas.

En caso de tratarse de servidores de Dios, fueron perfectos desde el mismo momento de su concepción. Nos presentan un concepto equivocado en el que todos aquellos que ejercen liderazgo, jamás se equivocan, no tienen fallas, evidencian las mejores relaciones interpersonales y, además, todo cuanto hacen sale bien.

Es tanto como vender un producto de la tele. Hay marketing de por medio. Una estrategia bien concebida para presentar unas características inigualables que crean necesidad y además, ofrecen una perspectiva muy novelesca de quien puede ocupar una posición relevante.

¿Un líder tramposo?

Ahora le formulo un interrogante ¿Qué pensar de un líder que buena parte de su vida se caracterizó por ser un tramposo?¿Cómo depositarle nuestra confianza cuando de antemano sabríamos que deseaba sacar ventaja?¿Qué lo llevó a convertirse en pieza clave para el cumplimiento de los planes de Dios?

Partes: 1, 2, 3, 4
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