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Manual de liderazgo. Ser líder no es fácil… pero no imposible (página 4)


Partes: 1, 2, 3, 4

Dios es quien pelea la batalla

Hace poco tiempo recibí la carta de una pareja pastoral. Fueron asignados a un territorio dominado por el tradicionalismo religioso. Llevaban varios meses predicando sin que se produzca ninguna conversión a Cristo.

"No sabemos qué hacer"decía la comunicación–. Hemos invertido buena parte de nuestro tiempo evangelizando, distribuyendo tratados, haciendo cultos callejeros. Estamos desesperados. ¿Considera que lo más apropiado es regresar a nuestra ciudad? Podríamos trabajar vendiendo algo y así restablecer nuestra vida secular".

¿Cuál sería su respuesta? Pues le compartiré cuál fue la mía: "Quédense en el mismo lugar. Dios los llamó, Dios responderá. El hará prosperar Su obra. No luchen en sus fuerzas, luchen en las fuerzas del Señor".

Dios es quien pelea con nosotros, tal como lo prometió a Moisés: "…y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto".

Es probable que como líder considere que ya hizo mucho y no puede más. Ha pensado en renunciar. ¿Es aconsejable? En absoluto. Cumpla lo que Dios le llamó a hacer, y si las luchas son enormes, deje que Él pelee por usted. Dios finalmente cumplirá aquello que se propuso: "Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor".

¡El enemigo se opone!

Por supuesto que Satanás y sus huestes salen al paso tratando de impedir que cumplamos la misión. Es algo apenas previsible. No es nada nuevo, por el contrario, ha sido así desde la misma creación del Universo.

Cuando Dios confió a Moisés el poder para demostrar a Quién representaba, el diablo quiso imitar todo. Y lo hizo a través de los hechiceros al servicio de Faraón: "Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos."(Éxodo 7:10-12. Nueva Versión Internacional).

¿Acaso le ha ocurrido que al interior mismo de la congregación hay quienes se levantaron en su contra y pusieron en tela de juicio el liderazgo que desarrolla? ¿Enfrentó en algún momento los aires de la división en la iglesia?¿Fue blanco de ataques injustificados? Sin duda que responderá afirmativamente a uno de los tres interrogantes sino es que dice si a todos.

Satanás es astuto. Es el artífice de muchas doctrinas de error que arrastran a hombres y mujeres, alejándolos de la Salvación de Cristo. Pero lo grave es que engaña incluso a quienes están en el Camino correcto.

Al diablo hay que confrontarlo en las fuerzas de Dios. Y una estrategia eficaz es orar al Padre pidiendo su intervención, y declarando rotas las estratagemas satánicas que se levantan en contra. No olvide que usted tiene la autoridad que le confirió el Señor Jesucristo, y es necesario ejercerla…

Nunca lo olvide: el poder es de Dios, no suyo

Despierta preocupación que decena de líderes cristianos son humildes en tanto comienzan su labor. Pero una vez Dios los utiliza como instrumentos con poder y autoridad, olvidan que el poder proviene del Altísimo y no es fruto de méritos propios.

¿Recuerda las plagas con las que el Señor asoló a los egipcios? Personalmente siempre me han parecido algo extraordinario que rompió toda lógica y demuestra en Quién hemos creído.

Recordémoslas de nuevo. Son nueve plagas: de la sangre (Éxodo 7:14-25), de las ranas (Éxodo 8:1-15), de los piojos (Éxodo 8:16-19), de las moscas (Éxodo 8:20-32), de la muerte del ganado (Éxodo 9:1-7), de las úlceras a personas y bestias (Éxodo 9:8-12), del granizo (Éxodo 9:13-35), de las langostas (Éxodo 10:1-20) y de las tinieblas (Éxodo 10:21-29).

El colofón de todo fue el anuncio sobre la muerte de los primogénitos (Éxodo 11:1-10) que tuvo cumplimiento unos cuantos versículos más adelante (Éxodo 12:29-35).

El poder fue enorme. Pero era de Dios. Moisés lo entendió así y no se llenó de vanagloria. No vaya a ocurrir en su vida que confunda cuál es la fuente de poder.

Quienes incurren en este desliz, rápidamente caen. Terminan frustrados. Sus vidas se vuelven un caos y en el colmo de su descaro, echan la culpa a Dios. ¡Tremendo error! Son los orgullosos quienes desconocen el obrar divino y

Capítulo 15

Un viaje a lo desconocido

Ocurrió con Abraham. Dios le dijo: —Vete de tu tierra y de tu parentela a la tierra que te mostraré.

Igual con Moisés: —Sacarás a mi pueblo de Egipto y los llevarás a la tierra que te mostraré.

Dos escenas diferentes en espacios de tiempo absolutamente distintos, pero con un elemento común: el Señor les asignó una misión aunque no les entregó el itinerario completo del viaje. Algo así como un Rally, ¿los ha visto? Los competidores encuentran, en cada objetivo cumplido, una nueva pista que los conducirá a la meta.

Ese hecho determinada que debieron aprender a desarrollar confianza en el Creador. Esa confianza iba acompañada de varios elementos: el primero, reconocer su imposibilidad humana de poder cumplir la tarea a menos que acudieran a las fuerzas de Dios. Este es sin duda uno de los aspectos de mayor trascendencia en la vida de todos aquellos que sirven al Rey de reyes y Señor de señores.

El segundo aspecto radica en vivir el presente sin afanarse por los compromisos que vendrían mañana. En muchas ocasiones deseamos desarrollar la tarea pastoral en un solo día, nos agotamos sin razón y terminamos rendidos a la desesperanza. Cumpla su labor hoy. Si tiene forma, adelante algo de mañana, pero si solamente cumplió lo dispuesto para este día, ¡Gloria a Dios!.

Un tercer elemento interesante lo representa asumir que, si estamos en el centro de la voluntad de Dios, las cosas saldrán bien.

Por último, asumir el hecho de que Dios dará una salida cuando, en cumplimiento de la misión, encontramos grandes obstáculos a nuestro paso.

En conjunto estos principios deben conducirnos a uno que sintetiza estas enseñanzas que se desprenden de liderazgo en la "Escuela de Dios": quien ocupa una posición relevante en el servicio de la obra, debe estar preparado para hacer ajustes a los planes.

Generalmente tenemos una visión de las cosas y sobre cómo podrían terminar. Eso forma parte del empeño equivocado de tener todo bajo nuestro control. Cuando algo se sale de las manos, entramos en crisis. De ahí que, cuando encontremos inconsistencias con aquello que esperábamos que ocurriera, antes que salir corriendo presa de la angustia, es necesario prepararnos para introducir modificaciones a los planes iniciales. Esta pauta de vida tiene aplicación en la vida secular pero también en el desenvolvimiento eclesial.

Ahora ¡Lo difícil!

Si las plagas que trajo Dios sobre Egipto desataron animadversión sobre Aarón y Moisés, mucho más el anuncio que haría días después. El Señor le mandó a alertar al monarca sobre la muerte de los primogénitos, no solo de los egipcios sino también de sus animales (Éxodo 12:29). Le debería advertir que producto de la manifestación divina, ellos le pedirían a los israelitas que se fueran cuanto antes de su territorio (vv.31-33).

¿Cumpliría usted con agrado una tarea así? Sin duda que lo pensaría dos veces; sin embargo a los hombres que Dios utiliza no les corresponde cuestionar sino obedecer.

Además, el Señor dispuso poner gracia sobre los moradores de aquél país para que dieran a los hebreos joyas y objetos de valor, lo que sin duda ni siquiera pasó por la imaginación de Moisés apenas recibió la encomienda (vv.35, 36).

Cierto día hablaba con un evangelista internacional. Su mayor sorpresa"según me explicó"era la forma como Dios lo llevaba a nuevas alturas en la tarea evangelizadora. ¿Cuál fue el secreto? Lo resumió en tres principios: obedecer a Dios, desarrollar confianza en Él y esperar instrucciones sobre el nuevo paso que debía de dar.

Cuando caminamos tomados de la mano del Creador, Él nos llevará por camino seguro. No es fácil que comprendamos lo que está ocurriendo, pero si confiamos, la paz embargará nuestro corazón.

Es similar a cuando usted viaja en avión. No cuestiona los pasos que dio el piloto al momento de emprender el carreteo de la aeronave en la pista, la carrera de impulsión y mucho menos el decolaje. Usted espera que todo transcurra dentro de los límites previsibles. Igual con Dios, él obrará para bien nuestro y el de quienes nos rodean.

¿Y ahora qué?

Dejar Egipto implicaba volver la página de un amargo capítulo en el que los israelitas estuvieron 430 años en cautividad. La salida de Rameses aquella noche, la emprendieron seiscientas mil personas que emprendían camino a la libertad (Éxodo 12:37, 38).

Ahora, ¿por qué no hicieron un tránsito rápido entre territorio egipcio y la Tierra Prometida? Porque el pueblo hebreo no estaba preparado para enfrentar los filisteos y las muchas dificultades que se iban a desprender de atravesar sus propiedades. Lo más probable es que se hubiesen desalentado (Éxodo 13:17, 18).

La pregunta natural es, ¿Adónde vamos? Usted seguramente la haría. Yo mismo me he formulado este interrogante una y mil veces cuando, andando en los caminos de Dios, he encontrado a mi paso situaciones que están por fuera de mi comprensión. Es algo que nos ha ocurrido a todos.

En la vida secular y eclesial se conjugan este tipo de períodos de incertidumbre; cuando nos asalten, es necesario ir a Dios en oración para que nos enseñe el sendero a seguir. De algo que no podemos dudar en absoluto, es que nos enseñará el sendero más apropiado.

En el caso de los israelitas, el Señor que tiene todo cuidadosamente calculado y quien responde a nuestro clamor en procura de ayuda, les guió durante el día con una nube y en la noche, a través de una columna de fuego. De esta manera, además de emprender jornadas permanentes, tenían asegurado el hecho de que irían en el camino indicado, aquél que estaba en los planes del Altísimo.

¿Sigo adelante, me detengo o me regreso?

Imagina por un instante que va en su auto conduciendo a través de una autopista desconocida. A oscurecido y le urge llegar al poblado mas próximo. E pronto falla el sistema de luces. Y usted, en medio del camino, deja que llegue a su mente y a su corazón una pregunta que paraliza: "¿Y ahora qué hago, ¿Sigo adelante, me detengo o me regreso?"

La inquietud llegó a los israelitas cuando iniciaron el trasegar por el desierto. Dios de antemano sabía que el sendero que seguían llevaría a que el Faraón y sus ejércitos consideraran que estaban atrapados (Éxodo 14:1-4). Sin embargo no era así; todo formaba parte de los planes infinitos de nuestro amado Dios.

Es probable que en su existencia ocurran hechos que no se explica. Si tiene la certeza de estar caminando de la mano del Señor, es evidente que por medio de esas circunstancias, aprenderá algo nuevo que le servirá en su vida personal y ministerio (Romanos 8:28).

Dios mismo lo tenía definido así. "Lo hago así para glorificarme en lo que haga el faraón y a todos sus ejércitos, y para que los egipcios sepan que yo soy Jehová. Ellos acamparon donde Jehová les había dicho"(Exodo 14:4. Versión La Biblia al Día, paráfrasis).

La reacción de Faraón fue para su perdición y la de sus súbditos. Igual para quienes pelean contra un hijo de Dios, se estrellan contra un enorme muro. En todo instante el Señor es nuestro ayudador.

"Toda la caballería del faraón, caballos, carros y conductores, fue usada en la persecución. El ejército egipcio divisó al pueblo de Israel acampado en la costa, cerca de Pihahirot, frente a Baalcefón"(Exodo 14:9. Versión La Biblia al Día, paráfrasis).

Obviamente el que surgieran inconvenientes, desencadenó incertidumbre y temor entre los israelitas. Es probable que ante la inminencia de peligros o problemas a usted también lo asalte la ansiedad. Contrario a lo que muchos piensan, antes que un pecado es una reacción normal, previsible. Negarse a esas emociones genera un estado de desaliento cada vez mayor.

Cuando vengan situaciones así a su existencia, reconozca que está atravesando por un momento complejo, pero inmediatamente vuelva su mirada al Creador en procura de ayuda, la cual sin duda vendrá.

"…y se atemorizaron en gran manera, y clamaron a Jehová pidiendo ayuda"(v. 10 b).

No olvide que ante emociones que nos afectan y nos llevan a la desestabilización, es importante retomar el control depositando toda nuestra confianza en Dios. Observe que hemos utilizado varias veces la palabra confianza. Es esencial que la manifestemos en nuestra vida cuando se trata de la intervención divina. Un principio que usted debe asumir es depositar su confianza en el Todopoderoso cuando surgen obstáculos en el camino.

Asumir las responsabilidades

Algo curioso que enfrentan los líderes en el plano secular o eclesial, es que cuando algo se sale de su presupuesto mental, buscan inmediatamente a quién echarle la culpa. Y los que llevan la peor parte, en buena parte de los casos, son aquellos que están ejerciendo el liderazgo.

Moisés no fue la excepción. El pueblo se volvió en su contra. Le dijeron: "¿Nos has traído para morir en el desierto por que no había suficientes tumbas en Egipto?¿Por qué nos hiciste subir de Egipto?"(Éxodo 14:11. Versión La Biblia al Día, paráfrasis).

Un líder consciente de su compromiso, no renuncia ni vuelve atrás. "Pero Moisés le dijo al pueblo: No teman, quédense donde están y observen la forma maravillosa en que Jehová los salvará en este día. Los egipcios que ven, no los volverán a ver nunca mas. Jehová peleará por ustedes y no tendrán que levantar un solo dedo"(Exodo 14:13, 14. Versión La Biblia al Día, paráfrasis). Sobre esta base, la tarea de los israelitas era confiar en Dios y avanzar.

Dios dará la salida

Cuando vengan problemas, tenga la certeza de que Dios responderá ofreciendo una salida. Incluso, aquella que usted menos imagina. Si está caminando en el centro mismo de la voluntad del Señor, Él le mostrará qué camino seguir para salir del laberinto.

"Jehová le dijo a Moisés:–Deja de orar y dile al pueblo que marchen. Extiende tu vara sobre las aguas, y el mar abrirá un sendero delante de ti, y todo el pueblo de Israel podrá cruzarlo como en tierra seca. Yo he engrandecido el corazón de los egipcios, y ellos los seguirán, y verán como honro mi nombre derrotando al faraón, con todos sus ejércitos, sus carros y sus caballos. Todo Egipto sabrá que yo soy Jehová"(Exodo 14:15, 18. Versión La Biblia al Día, paráfrasis).

Todo cuanto hace nuestro amado Creador es perfecto. Absolutamente nada escapa a su control. Y tal como lo prometió, lo cumplió. Su ángel acompañó a los israelitas (v. 19) y empañó con densa oscuridad la distancia que separaba a los egipcios del pueblo de Dios.

Y en el momento oportuno, ni antes ni después, Él abrió el mar Rojo (v. 21) de tal manera que "¡El pueblo de Israel caminó a través del mar por tierra seca!"(v. 22). Cuando terminaron su tránsito, Dios ordenó a Moisés extender su vara sobre la inmensa masa de agua detenida a lado y lado. "Moisés lo hizo así y el mar regresó a su posición normal bajo la luz de la mañana. Los egipcios trataron de huir, pero Jehová los hizo ahogarse en el mar. El agua cubrió el sendero, los caballos y sus jinetes. Y todo el ejército del faraón que perseguía a Israel a través del mar pereció"(versículos 27, 28).

Dios cumplió en los hebreos su plan. Ellos se dispusieron, y aquello que prometió, ocurrió.

Usted inició como líder una tarea a la que no debe renuncia hasta tanto se lleve a cabo. Jamás olvide que si Aquél que todo lo puede, le llamó, Él le conducirá al pleno cumplimiento del cometido. Hay tres palabras que deberá recordar nuevamente como principios de un liderazgo eficaz: confianza en Dios, espera en Dios y perseverancia con ayuda de Dios… ¿Está dispuesto a proseguir?

Capítulo 16

Un líder frente a las murmuraciones

¿Renunciar?¡Jamás!

Una de las grandes invenciones de la humanidad fue el microscopio. Quizá usted tenga una opinión diferente y considere que la televisión, la radio o tal vez la aeronavegación representaron avances históricos de trascendencia para toda la humanidad. Sin embargo me reafirmo: considero un paso agigantado la articulación del microscopio. Ha permitido a los científicos apreciar en una dimensión mayor partículas diminutas que escapan a la visibilidad.

Ahora, vamos a la vida práctica. Hay personas que asumieron en su vida un microscopio espiritual. ¿Por qué razón? Porque los problemas, por diminutos y triviales que sean, los agigantan a proporciones descomunales. A partir de insignificancias desatan verdaderas tormentas que nada le envidiarían al diluvio universal.

Los israelitas en su salida de Egipto y, posteriormente, durante el tránsito por el desierto, tenían su propio visor. Con él agrandaban las dificultades y, automáticamente, generaban rechazo al obrar de Dios. No habían aprendido a confiar en el Señor y ante el más mínimo inconveniente, desencadenaban un huracán que sacaba a flote su condición de hombres y mujeres acostumbrados a la esclavitud, que no querían superar esa situación.

Un pueblo así fue al que debió guiar Moisés. ¿Qué hubiera hecho usted en su caso? Probablemente habría renunciado.

¿Y si algo sale mal?

¿Cómo identificamos que tenemos un microscopio espiritual en nuestras vidas? Sencillo: cuando no aceptamos que algún hecho, por mínimo que sea, marque una diferencia entre aquello que esperábamos y lo que ocurre realmente. No olvide que los seres humanos concebimos las cosas conforme creemos que deben ser, y si no acontecen como aspirábamos, nos asalta el desánimo, la desesperación y el íntimo deseo de no seguir luchando.

Moisés, un líder que se forjó con el paso del tiempo y quien compartió las expectativas que nos asaltan a usted y a mi en diferentes períodos de la existencia, sacó al pueblo del territorio próximo al mar Rojo y cuando, después de tres días de camino, atravesaban el desierto de Shur, se encontró con enormes dificultades cuando no se halló agua dulce para beber.

"Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en ellas aguas, y las aguas se endulzaron, y allí los probó…"(Éxodo 15:24, 25).

La solución: no doblegarse ante la desesperación. En su desempeño ministerial o de liderazgo, tampoco la salida a la encrucijada es volver atrás ni salir corriendo. Un verdadero líder enfrenta los malos momentos, no con temor sino con la firme convicción de que podrán superarse. Esa certeza motivó a Moisés a implorar la respuesta divina para encontrar una alternativa.

Ahora, algo más que aprendemos es que los problemas no son para siempre. "Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas"(Éxodo 15:27).

Guiar al pueblo a cosas mejores

Los líderes tienen la característica de ser motivados por una visión. No conozco la primera persona que vuelque sus esfuerzos a trabajar y trabajar sin que medie un propósito o un objetivo claro. Quien lidera, generalmente sabe a dónde quiere llegar.

Consideremos un ejemplo sencillo. Alguien establece una empresa para la comercialización de productos domésticos. Ha estudiado el terreno y conoce que la mercancía tendrá salida; sin embargo quienes trabajan a su lado, están solamente interesados en el sustento, en lo que ven. Aunque les advierte que vendrán tiempos mejores, sus inmediatos colaboradores no se inquietan más que por aquello que ven y que palpan.

Etapas así la han enfrentado todos aquellos que lideran. No es algo nuevo, por el contrario, se trata de una actitud muy frecuente.

Dos meses después de salir de la cautividad, cuando se encontraban entre Elim y Sinaí y a pocos días de haber superado el impase de las aguas amargas, surgió otro inconveniente:

"Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud"(Éxodo 16:1-3).

La gente buscaba algo por qué protestar. ¿Ha visto creyentes así o tal vez compañeros de trabajo quienes a todo le encuentran problema? Se convierten en hombres y mujeres expertos en ver lo malo antes que lo bueno. "Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo, y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no"(versículo 4).

El Señor salió al paso con una solución. Si Él le llamó a servirle, no le dejará solo. Usted tiene Su divino respaldo. Este es un principio que debió aprender Moisés en la práctica. Justo cuando estaba más inquieto, el Señor respondía. Era tanto como si le dijese: "Esfuérzate y sé valiente, estoy contigo".

"Dijo también Moisés: Jehová os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque Jehová a oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová"(versículo 8).

Dios cumplió su promesa. Por segunda vez respondía a las murmuraciones del pueblo.

¿Cuándo aprenderán?

Hay un término muy en boga en Latinoamérica que nuevamente les recuerdo. Dice: "Recibe palo porque bogas y palo porque no bogas". Se refiere a los que polemizan y generan problemas porque sí y porque no. No tardan mucho en encontrar falencias, aunque todo luzca perfecto en apariencia.

"Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jheová, y acamparon en Refidin; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo?¿Por qué tentáis a Jehová?"(Éxodo 17:1, 2).

Les asaltó la sed y, ¿hacia quién volcaron su frustración? Hacia Moisés. Un líder, en buena parte de las ocasiones, lleva consigo el peso del pueblo al que está guiando. Lo más complejo es que siempre recibe críticas y pocas veces una voz de estímulo por la labor que realiza. ¿Vale la pena que renunciemos? En absoluto. Usted y yo fuimos llamados a vencer, no a dejarnos vencer.

El patriarca actuó como ya se estaba acostumbrado a obrar: "Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán"(versículo 4).

Aprendiendo a delegar

Hasta aquí hemos apreciado a un líder inmerso en problemas, no porque los haya buscado sino porque el pueblo al que guiaba, era rebelde. Pero las dificultades le llevaron a un aprendizaje progresivo, lo que capacitó para que actuara con excelencia.

En particular un incidente, fruto de la visita de su suegro Jetro, le enseñó una valiosa lección. Al apreciar que todo el trabajo recaía en Moisés, el anciano le recomendó delegar. Un principio que deben asumir quienes ejercen liderazgo, bien en el plano eclesial o secular.

"Viendo el suelo de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo?¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces"(Éxodo 18:13-17).

Fue en ese momento en que experimentó la delegación. Y dio resultado porque, hombres previamente seleccionados, comenzaron a ayudarle en sus tareas. Ese es un principio fundamental de trabajo en equipo. Ya pasó la época en que el líder hacía todo, desde abrir el templo, recoger las ofrendas, predicar, y terminar la jornada con labores de aseo.

La ingratitud contraataca

Pasados ya tres problemas complejos, surgió uno más: los israelitas se cansaron de comer el maná. "Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento. Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne…"(Números 11:1, 4).

La situación generó en Moisés una crisis, hasta tal punto que fue a Dios con amargura. Le dijo: "No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des la muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal"(versículos 14, 15).

¿Le han asaltado etapas de desesperación? Es probable que sí. Todos las hemos enfrentado. Pese a ello, es menester seguir adelante. Para lograrlo, buscamos en Dios la fortaleza y damos un nuevo paso, y luego otro más, y otro… pronto habremos recorrido un largo trecho.

Ahora, Dios respondió enviando codornices a los israelitas, pero pagaron su codicia con la muerte, como leemos entre los versículos 31 y 34.

¿Enemigos? Hasta en la propia familia

Me gusta utilizar refranes que identifican nuestra cultura latinoamericana. De paso vale la pena resaltar que son frases cortas que encierran una enorme sabiduría. Uno de ellos reza: "No hay cuña que más apriete que la del mismo palo". Indica de manera directa, que los más cercanos son en ocasiones quienes mayores problemas nos causan.

¿Ha enfrentado una situación así como líder? Sin duda. Moisés también vivió una situación así.

"María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová?¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová"(Números 12:1, 2).

¿Cómo debió sentirse nuestro protagonista? Sin duda abrumado. Pero no estaba solo, como usted y yo tampoco lo estamos. Si Dios nos escogió para alguna tarea de liderazgo, es porque conoce quiénes somos, nuestras capacidades y lo lejos que podemos llegar si caminamos tomados de Su mano.

Producto de su rebeldía, María acarreó las consecuencias. Se vio cara a cara con la desgracia: vino sobre su cuerpo la lepra. Pese a ello, la nobleza y disposición de perdón que asistía a Moisés, intercedió a su favor: "Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora"(versículo 13).

Momentos difíciles hemos atravesado todos. Usted y yo no somos ni los únicos ni los últimos, como repetiré hasta la saciedad. ¿Cuál es el secreto para sobreponernos con éxito? Confiar en Dios cuando arrecia la tormenta. ¡Venceremos! No olvide que fuimos llamados a vencer y no a la derrota…

Capítulo 17

Sembrando para el hoy y la eternidad

Charles soñó un gran sueño y lo emprendió: trabajó por muchos años con el propósito de ser un próspero empresario y salir de las penurias bajo las cuales creció. El anhelo que acariciaba desde niño era superar la crisis permanente que llevó a sus padres, y por ende, a toda la familia, a malvivir con unos cuantos pesos.

A los cincuenta y dos años cuando había terminado de pagar un préstamo grande que contrató con la banca para adquirir maquinaria, y para tranquilidad de todos había saldado la hipoteca que tenía sobre la casa, sufrió un infarto.

El mal momento llegó cuando menos lo esperaba. Si alguien, en el momento en que agonizaba, le hubiese preguntado qué era lo que tenía en mente en aquella etapa de su existencia, habría recibido como respuesta la esperanza que le embargaba de disfrutar una buena vejez. Sin embargo partió a la eternidad.

Trabajó por años para morir cuando estaba a las puertas de disfrutar de todo su esfuerzo"murmuró la esposa al compartir la desolación que le embargaba el sorpresivo deceso.

¿Injusto? Tal vez. Es el primer pensamiento que viene a nosotros cuando revisamos el devenir de alguien que lucha por un ideal, una meta o un propósito para irse a la eternidad antes de llegar a disfrutar del trabajo realizado.

También podríamos pensar que fue injusto lo que ocurrió con Moisés. Después que partieron de los pozos de Ben Jacam a Moserá, falleció Aarón, el hermano que luchó a brazo partido para ayudarle a coronar el objetivo de entrar en la tierra prometida (Deuteronomio 10:6). El vacío debió ser enorme.

Tras mucho trasegar, y cuando habían agotado la mayoría de las jornadas que les separaba del anhelado territorio, se reunió con los israelitas. Les recordó de qué manera había obrado el Señor en sus vidas, las leyes y observancias a tener en cuenta, y las instrucciones impartidas con el mismo amor de un padre hacia los hijos que partirán a un viaje muy largo, a los cuales tal vez no volverá a ver.

La hora final

"Aquel mismo día el Señor dijo a Moisés: "Sube al momento Abarim, al monte Nebo, situado en Moab, frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que doy en herencia a los israelitas. En este monte al cual subes, serás reunido a los tuyos, como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue reunido a los suyos. Porque pecaste contra mí en medio de Israel, ante las aguas de la rencilla de Cades, en el desierto de Zin; porque no manifestasteis mi santidad ante los israelitas. Por eso solo verás la tierra desde lejos, pero no entrarás en ella, en esa tierra que doy a los israelitas"(Deuteronomio 32:48-52).

Este pasaje es uno de los más emotivos que encontramos en las Escrituras. Puedo asegurarle que si hubiese tenido el privilegio de estar en ese lugar, habría dejado escapar muchas lágrimas. No es para menos; lo que ocurría era conmovedor.

Moisés sufrió con el pueblo hebreo la sed, el calor, la angustia, la desolación, y ahora, cuando creían que todo había terminado, encuentra que la tierra por la que tanto se esforzó, sólo podría verla de lejos.

Recuerdo ahora los esfuerzos de un pastor que trabajó arduamente por dar solidez a una denominación cristiana en Santiago de Cali. Luchó contra una y mil adversidades. Entregó todo de sí. Sacrifico tiempo y lo que más amaba: su familia.

Cuando la congregación estaba en el punto más alto, el volumen de asistentes crecía y tenía muchos planes en mente, recibió instrucciones de los superiores para abandonar la ciudad e irse a otro país a plantar una iglesia. ¡Debía comenzar desde cero!.

¿Cuáles son sus expectativas?

Cuando servimos en la obra del Señor Jesucristo, debemos hacerlo con entrega total. Por supuesto, todos los obreros y líderes guardamos una carga de expectativas. Pero fijarnos en aquello que esperamos y que, posiblemente, no llegue a ocurrir, nos anticipará una frustración que no vale la pena.

Imagine los hombres que construyeron la Torre Eyfel. Ahora, por un instante trasládese a la escena. ¿Qué ve?¿Hombres preocupados porque un terremoto podría echar por tierra su obra? En absoluto. Tenían todo el deseo del mundo por ver concluida la estructura de hierro. Era su principal motivación.

Ahora traslade esta figura a su propia existencia. ¿Cuáles son sus principales motivaciones para todo cuanto hace? Sume un segundo interrogante, ¿qué ocurre si no se materializa aquello que esperaba?

Nuestra mirada debe estar puesta al frente, nunca atrás ni con nostalgia en un presente que se va.

La satisfacción del deber cumplido

Nuestro principal objetivo debe ser cumplir con aquello que nos hemos propuesto, poniendo todo el esfuerzo, así no alcancemos a ver los resultados.

Cuando leemos el capítulo 11 de la carta universal a los Hebreos, anota algo sumamente interesante al referirse a los hombres de fe: "Y todos éstos, aunque aprobados por el buen testimonio de su fe, no recibieron el cumplimiento de la promesa…"(Hebreos 11:39).

¿Puede apreciarlo? Creían y avanzaban, sin que su entusiasmo menguara, aún cuando era probable que no viesen materializado aquello por lo que estaban dispuestos a ofrendar su existencia.

Moisés llegó al final de sus días y de su misión con la frente en alto. "Entonces Moisés subió de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbra de Pisga, que está frente a Jericó. Y el Señor le mostró toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés… Y allí Moisés siervo del Señor, murió en la tierra de Moab, conforme lo había dispuesto el Señor"(Deuteronomio 34:1-5).

Usted debe sentar las bases, ser pionero, atender el llamamiento de Dios y la misión, tal como la recibió. Probablemente no recibirá la gloria ni los honores, tal vez le corresponderán a su sucesor, como ocurrió con Moisés. Pese a ello, no debe desanimarse.

Recuerde que usted y yo estamos dejando las huellas que otros seguirán, hasta alcanzar aquello que ha ocupado nuestros esfuerzos, sueños y esperanzas… ¡Adelante, termine bien la carrera que emprendió en la obra de proclamación del Evangelio!

El apóstol Pablo, en una de sus últimas cartas a los creyentes, escribió: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto, sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús… prosigo a la meta, al premio al que Dios me ha llamado desde el cielo en Cristo Jesús…"(Filipenses 3:12, 14).

Quiera Dios que tras haber cumplido nuestras asignaturas en la "Escuela de Dios" y entendido que ser líder es fácil pero tampoco imposible, cumplamos fielmente nuestra tarea…

Capítulo 18

El líder se sobrepone a la adversidad

¿Qué impide salir adelante?

Apolinar Salcedo vio muchos atardeceres en su pequeño pueblo hasta que un accidente, a los siete años de edad, le dejó ciego. Un amigo con quien compartía juegos disparó un arma, y el proyectil impactó el rostro del muchacho.

¿Sus orígenes? Una familia sumidad en una precariedad económica considerable. Sin la capacidad de ver, enfrentando carencias económicas y confinado en un pueblo en el que difícilmente podría acceder a los avances tecnológicos ¿Cuál podría ser su futuro? Para muchos el fracaso. Sin embargo lo que para la gran mayoría de personas significaba una situación desesperada, se constituyó para Apolinar en el principal reto para vencer.

No solo concluyó sus estudios básicos y secundarios sujeto a la penumbra, sino que además se empeñó en ir a la universidad. Cursó la carrera de derecho, sobresalió como abogado, y por si fuera poca la trayectoria, llegó a ser elegido Concejal en Santiago de Cali, reelegido varias veces y por último, aspiró y ganó por amplia votación, la posición de alcalde de la ciudad.

Apolinar Salcedo llegó a ser uno de los pocos alcaldes en Latinoamérica, sino el único, pese a su condición de invidente…

¿Pudo vencerlo la adversidad? En absoluto. ¿Por qué razón? Porque tenía claro que la única salida era sobreponerse a todo cuando amenazaba con impedirle desarrollar las potencialidades de liderazgo que Dios había sembrado en su vida…

El líder cumple una misión específica

¿Qué identifica a un líder? En esencia dos elementos: el primero, saber de dónde viene, y el segundo, saber a dónde va. Quien no sabe ni de dónde viene ni para dónde va, jamás llegará a ninguna parte.

¿Se ha preguntado por qué su vida pareciera que atraviesa por un período de estancamiento que amenaza convertirse en un mal crónico? Porque en pocas ocasiones o tal vez ninguna, se ha tomado el trabajo de evaluar su vida y, tras descubrir dónde se encuentra, decidirse a trazar metas fijas que le permitan avanzar hacia objetivos concretos.

Este principio es válido en todo cuanto hagamos a nivel secular y eclesial. Pero si nos orientamos un poco más hacia el reino de los cielos, el interrogante podría derivar hacia un aspecto clave: ¿Para qué utiliza Dios los líderes? Para que cumplan tareas específicas, aun cuando en ocasiones el Señor no revele todo el plan de una vez sino progresivamente.

Nada impide que desarrolle su liderazgo

¿Quién puede asumir un papel protagónico en el liderazgo? Toda persona, sin importar su condición económica, social, condiciones físicas o nivel académico, que toma conciencia de las enormes potencialidades que Dios colocó en su vida y las pone al servicio de Dios y de la humanidad.

Hay un incidente que ilustra este aspecto que deseo enfatizar. Salí con un camarógrafo de televisión a realizar algunas entrevistas con la gente. Llevaba dos años con su cámara. Leyó superficialmente el Manual de Instrucciones pero, como era poco amigo de la lectura, a mitad de camino decidió aprender los aspectos más relevantes de la operación de aquél aparato, mediante la práctica.

Pues bien, en aquella ocasión mientras él dialogaba con otro camarógrafo, éste le explicó las posibilidades que tenía con la tecnología.

Por ejemplo estos dos fichas ¿las ves? Si las oprimes, aunque esté algo oscuro el recinto donde realices la grabación, dimensionará la luz y la imagen tendrá mejor resolución…"

Mi amigo se quedó mirándolo, luego a la cámara:

¡Jamás imaginé que se pudiera hacer!"le dijo.

¿La razón? Nunca antes había utilizado esas características del equipo. No significara que no pudiera hacerlo sino que no las había utilizado. ¿Me comprende? Dios le dotó de enormes potencialidades para ser un líder, entonces ¿quién pone los límites? Usted y yo. Nosotros y nadie más que nosotros edificamos esas enormes barreras. Y nos corresponde -a usted y a mi–, derribarlas…

Dios necesita de su liderazgo

La Biblia nos refiere una situación de crisis por la que atravesaba el pueblo de Israel. Tras la muerte de un caudillo, caían de nuevo en la idolatría. A partir de entonces iniciaban un proceso de clamor que concluía con el envío"por parte de Dios"de un líder. Cuando éste partía a la presencia del Señor, se reiniciaba el ciclo: pecado – arrepentimiento – ayuda divina – pecado – arrepentimiento – ayuda divina etc.

En circunstancias así, tal como puede ocurrir hoy, el Señor llamaba a alguien específico a cumplir una misión específica, como podemos estudiarlo en el libro de Jueces. " Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová, y sirvieron a los baales y a Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos; y dejaron a Jehová, y no le sirvieron. Y se encendió la ira de Jehová contra Israel, y los entregó en mano de los filisteos, y en mano de los hijos de Amón; los cuales oprimieron y quebrantaron a los hijos de Israel en aquel tiempo dieciocho años, a todos los hijos de Israel que estaban al otro lado del Jordán en la tierra del amorreo, que está en Galaad."(Jueces 10:6-8)

La persona convocada a liberar al pueblo de Dios fue alguien que, como en el relato que sirve de abrebocas a este capítulo, nació con todas las probabilidades en contra y de quien fácilmente podríamos pensar, llegaría a ser un derrotado y jamás un triunfador…

Un líder se caracteriza por ser "esforzado y valeroso"

El hombre escogido por Dios para desarrollar sus potencialidades de liderazgo, fue Jefté. Sin embargo una rápida mirada a su hoja de vida, nos revelaría que no gozaba de las mejores condiciones para llegar a ostentar la posición de un vencedor: "Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad. Pero la mujer de Galaad le dio hijos, los cuales, cuando crecieron, echaron fuera a Jefté, diciéndole: No heredarás en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer."(Jueces 11:1, 2).

Repasemos de nuevo todo lo que rodeaba a este hombre: primero, era hijo de una mujer de mala reputación y nació al interior, no de un hogar establecido, sino como consecuencia de una aventura en la que no primó el amor sino la pasión y el deseo. Segundo, su padre no le brindó el apoyo; en otras palabras, jamás gozó de la seguridad que se deriva de una relación afectiva padre-hijo. Tercero, enfrentaba el odio de sus hermanos. Nadie le quería.

¿Considera que alguien así podría llegar a una posición de liderazgo? Vamos, responda con el corazón y con algo de lógica. ¿Verdad que no? ¿Por qué? Porque en nuestro razonamiento podríamos aducir una situación traumática que le conducía a experimentar la derrota y la predisposición al fracaso.

Sin embargo cuando alguien está rodeado de dos características como las que apreciamos en Jefté, es decir, que era "esforzado y valeroso". ¿Sabe qué significa eso? Que alguien con esos atributos, sigue adelante aunque todo vaya en contra, y además, no le teme a los retos. Esa es la descripción más gráfica de alguien "esforzado y valeroso".

¿Cómo se llega a ser "esforzado y valeroso"? En primera instancia y desde mi perspectiva como cristiano, dependiendo de Dios y buscando que nos ayude y fortalezca en el proceso de crecimiento espiritual y personal, y segundo, al comprender que nacimos para vencer, porque esas potencialidades las sembró el Señor en nosotros y nada nos debe detener en el proceso de alcanzar grandes metas.

¿Qué ocurrió con Jefté? La Biblia describe que:" Huyó, pues, Jefté de sus hermanos, y habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres ociosos, los cuales salían con él."(Jueces 11:3).

¿Se da cuenta? Incluso, en el proceso de caída, llegó a ser un pandillero. Sin embargo, aún en su condición, no perdía los dos elementos claves en s existencia: "esforzado y valeroso".

El tiempo de sobresalir, llegará

Un líder, bien en el plano secular o en el eclesial, no busca auto promocionarse para que todos reconozcan en su vida el liderazgo. Ser líder es algo que se evidencia, no un rótulo para publicitar una condición personal.

¿Qué hacer si nadie reconoce nuestro liderazgo en el trabajo, la universidad o quizá la iglesia? En esencia dos cosas. La primera, no desesperarse. La segunda, seguir desarrollando las condiciones de liderazgo sin mayor espaviento, a la espera del momento oportuno.

Ese "día indicado, a la hora más recomendable y en el lugar más apropiado" llegó a la vida de Jefté con el paso de los años: "Aconteció andando el tiempo, que los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel. Y cuando los hijos de Amón hicieron guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron a traer a Jefté de la tierra de Tob; y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe, para que peleemos contra los hijos de Amón. Jefté respondió a los ancianos de Galaad: ¿No me aborrecisteis vosotros, y me echasteis de la casa de mi padre? ¿Por qué, pues, venís ahora a mí cuando estáis en aflicción?"(Jueces 11:6-8).

Cuando se produjo la circunstancia propicia, este caudillo israelita fue quien puso las condiciones. Los papeles se invirtieron. "Jefté entonces dijo a los ancianos de Galaad: Si me hacéis volver para que pelee contra los hijos de Amón, y Jehová los entregare delante de mí, ¿seré yo vuestro caudillo? Y los ancianos de Galaad respondieron a Jefté: Jehová sea testigo entre nosotros, si no hiciéremos como tú dices."(versículos 9, 10).

Y, ¿cómo saber que tendremos éxito?

Ah, la pregunta que generalmente se formula quien asume una enorme responsabilidad. Si hablamos del empleado que debe comprometerse en una tarea grande, piense en que por fin todos sabrán no solo que usted sabe, sino que además puede. Este constituye el primer paso para nuevas posiciones.

Cuando se trata de un compromiso eclesiástico, debe involucrar a Dios. Igual debiera ser en el primer caso, pero hay quienes progresivamente aprenden a desarrollar su liderazgo y luego se afianzan en el Señor. Pero sin duda, El debe ocupar el primer lugar en cuanto hagamos. El constituye la garantía de que tendremos éxito.

En la vida de Jefté se evidenció este principio infalible: "…y Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpa." (versículo 11 b).

Al poner sus planes y proyectos en manos del Creador, leemos que: "Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón. Y Jefté hizo voto a Jehová, diciendo: Si entregares a los amonitas en mis manos, cualquiera que saliere de las puertas de mi casa a recibirme, cuando regrese victorioso de los amonitas, será de Jehová, y lo ofreceré en holocausto. Y fue Jefté hacia los hijos de Amón para pelear contra ellos; y Jehová los entregó en su mano. Y desde Aroer hasta llegar a Minit, veinte ciudades, y hasta la vega de las viñas, los derrotó con muy grande estrago. Así fueron sometidos los amonitas por los hijos de Israel. "(versículos 29-33).

En nuestro amado Dios tenemos la plena garantía de vencer. El desarrolla las potencialidades en nuestra existencia y nos hace líderes que ponen un punto muy alto en la historia de la humanidad.

¿Está dispuesto a asumir este compromiso? No olvide que asidos de la mano del Creador, podemos llegar a ser los líderes que la sociedad necesita…

Capítulo 19

Llega el final…

Cuando cursaba la formación teológica en el Seminario Bíblico de la Alianza Cristiana y Misionera, en Santiago de Cali, fui seleccionado por mi profesora de misiones, la puertoriqueña Maritza Cumba para que acompañara un grupo de estudiantes asignados a un remoto lugar del Pacífico colombiano, hasta el cual no entraban ni la señal de la radio ni de la televisión, y en donde las noticias de lo que estaba ocurriendo en el país, se recibían tres o cuatro semanas después del acontecimiento.

La experiencia sonaba extraordinaria. Por fin teníamos la oportunidad de poner en práctica todo cuanto habíamos aprendido en las largas aulas y pupitres de la institución. Sin duda estábamos rebosantes de gozo.

A nuestra memoria venían las historias que referían el desenvolvimiento de los Moravos, Guillermo Carey y Juan Wesley cuando emprendieron la proclamación del evangelio sin medir distancias ni dificultades.

Pero llegó el momento de la prueba. Cuando nos dejaron a un consiervo y a mi en el caserío miserable cuyos límites estaban representados por un mar tranquilo que se perdía en el infinito, sentimos temor.

Ver alejarse la lancha que nos había traído y con cuyo conductor pactamos vernos días después, nos causó angustia. Por un instante nos asaltó la duda de que no regreSarai jamás.

Cabe decir que comprobamos que existía una enorme brecha entre la teoría y la práctica. El primer día, por ejemplo, descubrí que no sabía predicar aún cuando apenas estoy aprendiendo, para ser sincero. Los principios de exégesis, homilética y hermenéutica se confundieron con el mismo enredo que producen un buen número de anzuelos guardados en una bolsa plástica. No sabía por dónde comenzar.

Cuando llegó la hora de enseñanzar a los niños, durante la escuela vacacional que realizábamos en la mañana o en la tarde, comprobé que no sabía ni un solo coro infantil. ¡Había olvidado aprenderlos en el seminario!.

Cierta noche, después de celebrar el tercer servicio religioso de la semana, llegó una familia con una mujer gravemente enferma. Temían que no paSarai de aquél día. "Venimos a pedirle que ore por ella", me dijeron. Un sudor frío me recorrió todo el cuerpo. El pastor que me acompañaba no hacía sino mirar al suelo. "Ora tú por ella", le dije. "No, Fernando, hazlo tu. Tienes más experiencia que yo", respondió eludiendo el enorme compromisos. Varios pares de ojos estaban puestos sobre nosotros. Esperaban que oráramos y llevaramos al plano práctico las múltiples enseñanzas sobre un Dios de milagros, el Dios al que creíamos.

Le impusimos las manos y oramos por aquella mujer. Aunque exteriormente mostrábamos tranquilidad, dentro nos embargaba la angustia. "Obra un milagro, Dios mío", le decía mentalmente al Señor. Me preocupaba que no ocurriera nada y quedara por tierra nuestro testimonio. "Ayúdanos, Señor", insistía. ¡Dios respondió con el milagro de la sanidad!

Ver su respaldo implicó que reconociéramos nuestra imposibilidad y debilidad frente a la enorme tarea que teníamos delante.

La ocasión nos permitió entender -al pastor que me acompañaba y a mí–que los problemas que enfrentamos durante la formación, constituyen elementos esenciales del aprendizaje. Es así como se forman los líderes auténticos, aunque nosotros apenas estamos experimentando el proceso de crecimiento y ¡nos falta mucho todavía!

Leonardo Ríos, un evangelista amigo, suele repetir que las cinco "piedras lisas de arroyo" que utilizó David cuando iba a pelear con el gigante Goliat (1 Samuel 17:40), eran lisas no por accidente sino después de muchos años de haberse golpeado con otras por la fuerza de la corriente, hasta que perdieron las asperezas y llegaron a ser del tamaño necesario para colocar en una honda, y además, sin mayores protuberancias.

Así somos usted y yo cuando anhelamos servir en el liderazgo secular y para la obra del Señor Jesucristo. No será de la noche a la mañana ni en un abrir y cerrar de ojos que estaremos preparados. Deberá mediar primero el "trato especial" que nos libra de las esperezas con las cuales no podemos servirle adecuadamente.

¿Estás dispuesto para experimentar el trato especial de Dios?

Nuestro amado Dios tuvo un trato personal con Noé, Abraham, Jacob, José y todos aquellos que a lo largo de la historia de la humanidad, han servido como instrumentos para que se cumpla la voluntad del Creador y que, en nuestro tiempo, contribuyen a la extensión del reino de Dios.

Convertirse en un vaso útil amerita que nos dispongamos de corazón a experimentar el obrar de nuestro Supremo Hacedor. Siempre estaremos librando una enconada lucha entre lo que deseamos hacer, y lo que verdaderamente ocurre, es decir aquello que está en la voluntad divina.

Al respecto el apóstol Pablo escribió: "Por esto, amados hermanos, les ruego que se entreguen de cuerpo entero a Dios, como sacrificio vivo y santo; éste es el único sacrificio que Él puede aceptar. Teniendo en cuenta lo que Él ha hecho por nosotros, ¿será demasiado pedir? No imiten la conducta ni las costumbres de este mundo; sean personas nuevas, diferentes, de novedosa frescura en cuanto a conducta y pensamiento. Así aprenderan por experiencia la satisfacción que se disfruta al seguir al Señor"(Romanos 12:1, 2 La Biblia al Día, paráfrasis – SBI).

¿Comprende el alcance del texto? Allí, en pocas palabras, está marcado el proceso de un cristiano que se somete a Dios, atraviesa el sendero del "trato de Dios" hasta que, caminando conforme a la voluntad del Padre, se convierte en un instrumento útil en sus manos. Es tanto como ser las "piedras lisas de arroyo" que sirvieron a David para derrotar a Goliat.

Cumplir la tarea, nuestra satisfacción

Cuando escribió su misiva a los cristianos de Filipos, conocida como una de las "cartas del cautiverio", el apóstol Pablo dejó sentada la satisfacción de haber puesto todo de si mismo para cumplir el propósito divino: "Con todo esto no quiero decir que sea perfecto. Todavía no lo he aprendido todo, pero continúo esforzándome para ver si llego a ser un día lo que Cristo, al salvarme, quieso fue fuera. No, hermanos, todavía no soy el que debe ser, pero eso sí, olvifando el pasado y con la mirada fija en lo que está por delante, me esfuerzo hasta lo último para llegar a la meta y recibir el premio que Fios nos llama a recibir en el cielo en virtud de lo que Jesucristo hizo por nosotros."(Filipenses 3:12-14. La Biblia al Día, paráfrasis – SBI).

Nuestro mayor propósito debe ser, primero, someternos al trato de Dios, y segundo, avanzar conforme a su tiempo y circunstancias, en el proceso de crecimiento personal y espiritual. De esta manera alcanzaremos el nivel de liderazgo secular y eclesial que ha estado en la mente del Señor para nosotros desde antes de la creación del mundo.

Burlas y críticas, jamás faltarán…

Quien ejerce el liderazgo tanto secular como eclesial, debe estar preparado para las burlas y críticas. Quienes están alrededor no comparten la visión"como es apenas previsible"y ese hecho no debe llevarnos a que les desechemos. Por el contrario, con diferencias de opinión y aún con persecuciones en contra nuestra, siguen siendo el prójimo.

Este fenómeno lo encontramos gráficamente ilustrado cuando el Señor escogió a Saúl como rey de Israel. Una vez lo ungió Samuel para ocupar tan privilegiado cargo de gobierno "…Saúl regresó a su casa en Gabaa se unió a él un grupo de hombres de guerra cuyos corazones Dios había tocado para que fueran compañeros suyos. Sin embargo, hubo algunos malvados que dijeron:–¿Cómo puede este hombre salvarnos?–. Y lo despreciaron y se negaron a ofrecerle presentes"(1 Samuel 10:26, 27. La Biblia al Día, paráfrasis. SBI).

¿Acaso esta actitud de algunos de sus congéneres desanimó a Saúl? En absoluto. Él tenía claro que su misión provenía del Señor, de Aquél que hizo el universo, y no de los hombres.

El apóstol Pablo, quien desarrolló un extraordinario ministerio entre los gentiles, también fue objeto de burlas, críticas y persecución. Había quienes se empecinaban en desconocer que tenía una misión que Dios le había encomendado. Al respecto, él no ponía su mirada en las voces contrarias sino que avanzaba. Así acostumbró saludar a los cristianos de varias ciudades, como el que observamos en su carta a los creyentes de Galacia: "Remitentes: Pablo el apóstol (no de los hombres ni por los hombres, pues quien me llamó al apostolado fue Jesucristo mismo y Dios el Padre que lo resucitó de los muertos) y los demás cristianos que están conmigo. Destinatario: las iglesias de Galacia"(Gálatas 1:1. La Biblia al Día, paráfrasis. SBI).

¿No tiene credenciales para predicar?¿Acaso puede detenerle esa circunstancia? En absoluto. No estoy desestimando la formación teológica, pero creo que por esperar hasta graduarnos, muchos dejamos de aprovechar valioso tiempo para testimoniarle al mundo nuestra fe en Jesucristo y además, de compartir las Buenas Nuevas.

Vamos adelante, el Señor Jesucristo nos acompaña

Si tenemos conciencia de que quien nos llamó a servirle fue el propio Señor Jesucristo y que no estamos en la obra del reino de Dios por voluntad del hombre, debemos avanzar firmes, sin prestar oído a quienes buscan desanimarnos.

Al despedirse de sus seguidores, el Maestro les instó: "He recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por lo tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer los mandamientos que les he dado. De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo"(Mateo 28:18-20. La Biblia al Día, paráfrasis. SBI).

Usted que nos acompañó a lo largo de estas páginas, tiene enfrente un enorme reto: desarrollar sus potencialidades para el liderazgo secular y eclesial. Esas potencialidades fueron depositadas en su ser cuando Dios lo creó. Pero debe ponerlas en práctica. No puedo asegurarle que será fácil, porque conforme dé nuevos pasos, irá aprendiendo cosas que jamás imaginó que existieran o que fueran posibles pero que son parte esencial del proceso de trato del Creador con usted.

En la medida que avance, muchas cosas irán quedando claras en su mente y en su corazón.

Al terminar de escribir este material, me asiste una enorme emoción: la de descubrir que cada día nuestro amado Dios levanta líderes en toda América, el Caribe, Africa, Europa, Asia y lejano oriente.

Cada hombre y mujer que se levantan para compartir las Buenas Nuevas de Salvación, están librando millares de almas de pasar a la eternidad alejados del Creador.

Mi mayor oración es que pueda llegar con estas páginas a todos aquellos que están por tomar conciencia de sus potencialidades para ponerlas al servicio de Aquél que hizo los cielos y la tierra y que amó tanto al mundo, que dio a su Hijo para hacernos nuevas criaturas para gozarnos en Su presencia por siempre…

¡Adelante, ni un paso atrás! Siga caminando, asido de la mano del Señor Jesucristo y recuerde siempre que "Ser líder no es fácil, pero tampoco imposible".

 

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