- Resumen
- La discriminación estructural de la educación
- El derecho a la educación
- Campos de discriminación en el sistema escolarizado
- Factores que fomentan estructuralmente la exclusión
- Globalización, subdesarrollo, exclusión social y educación
- La escuela salvadoreña exclusión y equidad
- Las divisorias de aprendizaje: instituciones públicas y privadas
- Escolaridad, ambiente cultural y exclusión social en El Salvador
- El déficit en la educación media
- Educación, sociedad informacional global y brecha digital
- El caso de la Educación Superior
- Algunas recomendaciones puntuales
- A modo de conclusión
- Referencias Bibliográfícas
En El Salvador el fenómeno de la exclusión educativa y social dista mucho de ser solucionada; por el contrario, ésta tiende a extenderse y profundizarse, de acuerdo con estadísticas responsables y recientes. En el campo educativo presenta características muy marcadas que, asimismo, repercuten y son resultado de la estructura socioeconómica del país.
Por ello, como fenómeno estructural, en el campo de la educación básica, media y superior, se requiere efectuar cambios que posibiliten una mayor inclusión, ante todo ante la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación e información que, tal como está la situación del país, tienden a aumentar la brecha digital con el consiguiente aumento de las desigualdades sociales.
Por lo anterior, se hace necesario analizar las causas que generan la exclusión social y educativa como una sola dimensión estructural, buscando ante todo, identificar aquellos elementos, factores económicos y políticos que pudieran impedir alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio hacia el año 2015, además del freno que ello supone para insertarse en una economía globalizada que requiere contendientes competitivos en todos los ámbitos.
La discriminación estructural de la educación.
En nuestro país, con 1,801.245 alumnos matriculados desde la parvularia hasta el nivel medio para el año 2004, en lo referente al sector público y privado, de acuerdo con datos del Ministerio de Educación (MINED, 2005), la educación nunca ha estado exenta del fenómeno de la discriminación; por el contrario, en la perspectiva de implementar un modelo cultural y educacional homogéneo, al estilo de un pensamiento único, se ha transmitido históricamente un esquema de significaciones y representaciones simbólicas que corresponden a la cultura de los grupos hegemónicos de la sociedad, a través del cual se ejerce el poder social y político.
De esa forma se ha desconocido el carácter multisocial en lo referente a clase, género–sexo, edad y geografía que conforman la sociedad. Este desconocimiento ha estado cargado, en forma notoria, por la descalificación , invisibilización y desvalorización de toda manifestación cultural que se aleja de manera orgánica del núcleo homogenizador, en el cual se han engendrado todo tipo de prejuicios que han derivado en discriminaciones instaladas profundamente en el ser nacional los habitantes del país.
Se puede afirmar entonces, que la educación ha jugado históricamente un rol significativo en la reproducción de las discriminaciones en El Salvador cuando ha desarrollado un sistema que no favorece la igualdad de oportunidades de acceso, permanencia y continuidad en la oferta educacional.; cuando no ha sido capaz de diversificar los canales o vías de progreso educacional para estudiantes con intereses y aptitudes diferentes, sin mediar razones de clase social, medios económicos, sexo o pertenencia religiosa; cuando apenas implementa políticas, como el programa social "Oportunidades" que impulsa el gobierno de Elías A. Saca, tendientes a favorecer, negando la ortodox! ia neoliberal desde la perspectiva del asistencialismo y el subsidio ( unos 15 dólares mensuales) a grupos familiares en situación de mayor precariedad, vulnerabilidad física y marginación.
De igual forma, el mecanismo de la reproducción está directamente relacionado con la calidad de los aprendizajes ya que el acceso y la permanencia en el sistema educacional no es garantía suficiente para producir aprendizajes significativos, ni asegura que los mayores niveles de educación incrementen los niveles de productividad y se vean acompañados de mayores ingresos, que al decir de los especialistas de organismos financieros multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM), constituye un indicador claro de equidad. Por lo tanto, no hay certeza alguna que la permanencia en el sistema asegure el desarrollo de habilidades intelectuales, sociales y ciudadanas compatibl! es con la vida moderna y con los requerimientos de un desarrollo sustentable.
Pareciera, entonces, que el mecanismo capaz de desarticular el proceso de la reproducción- educación se alcanza plenamente, cuando se combinan mejoras en la calidad de los insumos y los procesos de educación, y se orientan a elevar de modo significativo sus resultados en término de crecimiento personal, intelectual y social.
En ese sentido, la calidad de la educación se ve altamente afectada, en especial en las escuelas que se ubican en los sectores marginales y rurales, cuando hay carencias de materiales didácticos, cuando el tipo de conocimientos impartidos es poco pertinente, cuando las metodologías de enseñanza son memorísticas y rutinarias, cuando las condiciones laborales, salariales y académicas de los profesores son adversas, cuando existe una escasa valoración del trabajo docente y la consecuente baja en la autoestima de los maestros, cuando existe una desvinculación entre los saberes que la escuela comunica y su medio local e internacional.
En la Constitución de El Salvador, decretada en 1983, se lee en la Sección Tercera, artículo 53, que:
"el derecho a la educación y la cultura es inherente a la persona humana…"
Asimismo, el artículo 58 refiere que:
"Ningún establecimiento de educación podrá negarse admitir alumnos por motivos de la naturaleza de la unión de sus progenitores o guardadores, ni por diferencias sociales, religiosos, raciales o políticas".
Dichos artículos y otros son claros al prestar atención a la exclusión educativa en cualquiera de sus formas, pero obviamente una cuestión es el espíritu de la carta magna y otra la práctica cotidiana que se vive en el país.
En el mismo orden, es importante hacer notar que en muchas declaraciones internacionales una de las áreas que ha merecido especial atención ha sido la discriminación que se ejerce en el plano de la educación. Para el caso, cabe recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el artículo 26, consagra a la educación como un derecho y estipula que ésta debe ser gratuita al menos en lo concerniente a la educación parvularia y básica.
Asimismo, la Convención relativa a la lucha contra las Discriminaciones en la esfera de la enseñanza (1960) fue uno de los primeros instrumentos internacionales aprobados por Naciones Unidas referidos a erradicación de la discriminación.
En dicha Convención se entiende por discriminación toda distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en la raza, el color el sexo, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otro origen nacional o social, la posición económica o el nacimiento, que tenga por finalidad o por efecto destruir o alterar la igualdad de trato en la esfera de la enseñanza.
En este sentido, se considera un acto discriminatorio en el plano educacional cuando se excluye por diversas razones y formas a una persona o a un grupo del acceso a los diversos grados y tipos de enseñanza; cuando se limita a una persona o un grupo a un nivel inferior de educación por razones ajenas a su capacidad; cuando se instituyen o mantienen sistemas de establecimientos de enseñanza separados para personas o grupos (artículo 1°).
Respecto a este último punto, la Convención estima como no constitutiva de discriminación la creación o mantenimiento de sistemas de enseñanza separados por sexo, siempre que esos sistemas o establecimientos ofrezcan facilidades equivalentes, o por motivos religiosos o lingüísticos conforme a los deseos de los padres o tutores legales de los alumnos de la misma manera o la creación o mantenimiento de enseñanza privada, siempre que la finalidad de esos establecimientos no sea la de lograr la exclusión de cualquier grupo.
Campos de discriminación en el sistema escolarizado.
La complejidad social y cultural que la educación reviste ha inducido a que sean variados los espacios y modalidades en que la discriminación se manifiesta. Sólo de manera esquemática, haremos referencia a continuación de aquellos que han sido objeto de estudios y análisis sistemáticos:
Segregación escolar:
La segregación es considerada discriminatoria cuando se crean escuelas diferentes con el fin de separar a alumnos por razones raciales, étnicas, lingüísticas, de clases sociales, de religión, de género u otras razones, argumentándose que es inconveniente y no deseable social y educacionalmente que estos grupos se eduquen en una escuela única. En nuestro país aún persisten instituciones, públicas y privadas que claramente excluyen alumnos por razones de genero sexo o condición económica. Subyace en esta postura, explícita o implícitamente, un sentimiento de superioridad de un grupo sobre el otro, aunque no se admita públicamente.
Para el caso, en algunas instituciones públicas incluso se discriminan alumnos por el tipo de unión de los progenitores o porque algunas alumnas son madres solteras. Asimismo es frecuente que en ciertas instituciones privadas no se admita alumnos debido a factores religiosos, principalmente en las católicas o evangélicas.
Currículo:
El currículo de forma consciente o inconsciente ha contribuido ha generar estereotipos y prejuicios, sexistas, religiosos, étnicos, de clase social etc. El sólo hecho de negar la existencia del saber cotidiano, el saber de la identidad cultural propia, el saber popular, el saber de la socialización, esta reflejando esta actitud preenjuiciada. Estos saberes no tienen cabida o muy poco contenido y análisis en la escuela, están relegados y por lo tanto excluidos. Subyacente a esta racionalidad no hay intención de elevar la experiencia cotidiana al nivel del saber abstracto y universal.
La actitud preenjuiciada y discriminante del currículo de la escuela salvadoreña puede observarse, también, por ejemplo, en los programas y textos de estudios, en especial los de Ciencias Sociales del nivel medio, los cuales, de manera sistemática, desconocen el aporte histórico realizado por grupos minoritarios a la economía, a la cultura, la sociedad y las luchas libertarias de los países, incluyendo el conflicto armado en el país en las décadas de los ochenta-noventa. Es así, por ejemplo, que los textos y programas desarrollan la discriminación al hacerles creer al alumnado que las raíces culturales solamente están conectadas con España, colocando a los indígenas como salvajes y primitivos.
La existencia de prejuicios, estereotipos y actitudes negativas por parte de profesores respecto a grupos marginales es un ámbito que se ha estudiado desde el punto de vista de la discriminación. El uso de las metodologías etnográficas, las entrevistas en profundidad, y los grupos focales, los estudios de casos, han permitido constatar la existencia de manifestaciones discriminatorias en la relación que establecen algunos profesores con sus estudiantes, máxime cuando estos provienen de estratos socio económicamente bajos.
Recordemos que la denominada "profecía auto cumplida" hace referencia al hecho que los alumnos rinden de la manera que los profesores esperan que éstos rindan.
Las investigaciones indican que existen rasgos discriminatorios respecto a las expectativas académicas que se espera que los estudiantes de diversos grupos alcancen. Algunos estudios internacionales muestran, por ejemplo, que las expectativas con respecto al rendimiento de estudiantes de sectores pobres, de alumnas, de estudiantes de color, de niños campesinos, etc., son mucho más bajas que las que se levantan en relación con alumnos/as de sectores medios o altos, con alumnos varones, con estudiantes urbanos ante los rurales, aún cuando sus coeficientes intelectuales son similares. !
En tal sentido, de manera reiterada se ha criticado a los profesores por emplear los mismos métodos de enseñanza con todos los estudiantes, sin considerar sus orígenes culturales, lingüísticos, estilos de vida, de género-sexo y de nivel social, sus ritmos de aprendizajes personales, etc.
Tests y pruebas:
La relación entre las pruebas y la discriminación ha estado presente desde que se crearon los primeros test de inteligencia. Más aún, creemos no equivocarnos al sostener que todo el sistema de tests y pruebas escolares ha servido, en muchas ocasiones, para seleccionar y segregar estudiantes y apoyar argumentos altamente discriminatorios.
En El Salvador, la experiencia en la aplicación de la Prueba de Aptitudes y Aprendizajes para estudiantes de Educación Media, conocida como PAES, por ejemplo, muestra con claridad, que las instituciones públicas y gratuitas a las que concurren la mayoría de los estudiantes de los sectores pobres han incrementado levemente sus promedios.
Por supuesto que, en muchas ocasiones, los propósitos manifiestos de las pruebas de rendimiento están reñidos con la forma que los resultados de estas pruebas son usados.
Si bien se administran, en teoría, para darle a los profesores y a las escuelas mayor información sobre las necesidades y vacíos de aprendizaje de los estudiantes, en los hechos son empleados para los procesos de selección en las universidades y en ciertas carreras como los profesorados, donde se les exige haber aprobado con ciertos estándares para poder ser admitido, violentando con ello principios constitucionales y la Convención Universal de los Derechos del Niño.
Infraestructura física y material:
Un aspecto que ha sido poco estudiado, pero que tiene relación directa con grados importantes de inequidad y de discriminación sobre los cuales se sustenta el sistema educativo es el de la estructura física, de recursos materiales y equipamiento tecnológico y didáctico de los 6,121 establecimientos educativos existentes en el país, incluyendo los privados.
Las diferencias que existen al respecto entre escuelas públicas a la que asisten estudiantes de sectores pobres urbanos o rurales y las privadas a la que concurren alumnos /as de sectores medios y acomodados es en nuestro país abismal en lo referente a equipamiento e infraestructura, incluyendo en estos los espacios recreativos y deportivos. Por supuesto que el proyecto de Centros de Recursos de Aprendizajes (CRA) implementado actualmente por el Ministerio de Educación en unos 200 centros de educación media ha disminimuido esas diferencias en cuanto a equipamiento tecnológico, pero la problemática sigue siendo alta, fundamentalmente en el área rural.
Disciplina escolar:
En todos los establecimientos educacionales existe un cuerpo de normas tendiente a regular la convivencia social. En nuestro medio la lógica que sustenta la normativa, es preferentemente la de homogeneizar al alumnado. En esta perspectiva disciplinar significa, en muchos casos, uniformar, evitar las diferencias, impedir las desviaciones de la norma, colocar a todos los estudiantes en un mismo camino.
En las reglamentaciones se especifican, con distinto nivel de detalle, las normas relativas a la presentación personal, En esta subyacen, por lo general, concepciones estereotipadas de lo que es lo masculino y lo femenino y en ocasiones se limitan el desarrollo y la expresión de la identidades propias, personales y culturales de los/las jóvenes.
De tal manera que las escuelas pasan más tiempo controlando y sancionando a los que se desvían de la norma que tratando de dialogar y comprender el por qué los estudiantes elaboran diferentes y variados mecanismos para afirmar sus identidades, incluyendo en ello las modas que exhiben los grupos juveniles que por diversas razones simpatizan con las pandillas juveniles conocidas como la "mara salvatrucha" o la "mara 18".
Factores que fomentan estructuralmente la exclusión:
1. Datos sobre situación socioeconómica hasta 2004.
De acuerdo con la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC, 2004), el país presenta los siguientes índices:
Población total del país 6,756.786.
Población residiendo fuera del país 2.5 millones.
Tasa de desempleo en la PEA de entre 15 a 29 años 10.7 %.
Hogares en pobreza extrema 12.6 %.
Hogares en pobreza relativa 22.0 %.
Desempleo a escala nacional 6.8 %.
Tasa de subempleo 34.6 %.
2. Datos sobre la exclusión social en El Salvador:
De acuerdo con la CEPAL (Citado en FMLN, 2004), en comparación con los restantes países de América Latina:
En cuanto al gasto publico social y como porcentaje del PIB El Salvador ocupa el último ligar con un 4.2 %.
Ocupa el penúltimo lugar en cuanto al gasto social como porcentaje del gasto publico total con 30.9, muy lejos del lugar ocupado por Uruguay con el 75%.
El gasto social per cápita de 82 dólares, se encuentra entre uno de los más rezagados del continente, junto con Honduras y Nicaragua, y muy lejos al correspondiente a Argentina de 1650 dólares por habitante.
En cuanto a proyección sobre el cumplimiento de la Meta del Milenio en materia de hambre, se concluye que el país no cumplirá las metas.
3. Datos sobre la exclusión en el ámbito educativo:
De acuerdo con el Barómetro de la Internacional de la Educación, "La educación es un derecho humano" (2004), en El Salvador algunas cifras refieren que:
El analfabetismo ronda el 20.8 %.
La matricula bruta de preescolares es de 51.4 %.
La matricula bruta de primaria asciende al 81 %.
El porcentaje del PIB destinado a la educación es del 2.86 %.
El Porcentaje de los gastos del gobierno destinados a educación es de un 16.8 %
Los datos anteriores son elocuentes. Pudieran colocarse muchos otros, pero estos son suficientes para los fines de estas reflexiones. En conclusión, es evidente que vivimos en un país dramáticamente desigual. Con una desigualdad que parece pronunciarse cada vez más tanto en comparación con otros países, como al interior del nuestro.
Es justamente la combinación de pobreza y desigualdad lo que constituye uno de los principales rasgos sociales del país donde las cifras dicen que un alto porcentaje vive en condición de pobreza. Para dar cuenta de las consecuencias de esta dinámica social ,que también es propia de la región centroamericana, los analistas han venido utilizando, desde hace un tiempo , el concepto de "exclusión social" que alude a una situación de pobreza y desigualdad y que se presenta como un estado tendencialmente permanente para la mayoría de la población latinoamericana, la misma que aparece como "población sobrante" (F. Hinckelammert, 1996) con respecto a la capacidad de empleo o de absorción de mano de obra por parte del aparato productivo formal. Manuel Carretón (2000: 24-47) lo expresa de la siguiente manera:
"Hoy cuando se hace alusión a la exclusión, se hace referencia al sector a veces mayoritario, a veces a la mitad, a veces a un tercio de la población, constituido por personas que se quedan prácticamente afuera de la sociedad, sólo sobreviviendo y reproduciéndose. Los que están "afuera" tienen como característica que no están necesariamente en una relación de explotación o de necesidad con los que están adentro[…]"El actual modelo socio-económico de desarrollo, a base de fuerzas transnacionales que operan en mercados globalizados aunque fragmentarios, y que es intrínsecamente desintegrativo a nivel nacional interno[….] redefine las formas de exclusión, sin eliminar las antiguas: la exclusión hoy día es estar al margen, sobrar, como ocurre a nivel internacional, donde los país! es del cuarto mundo, más que ser explotados, parecen sobrar para el resto de la comunidad mundial"
Se trata, así pues, de un estado permanente de imposibilidad, para las grandes mayorías nacionales, de disfrutar de los beneficios de la modernización a los cuales se accedería a través de la capacidad de consumo que se obtendría por la vía de la integración en el mercado laboral.
Esto se hace cada vez más limitado en razón de la propia lógica de desarrollo del modelo económico y social vigente que se desenvuelve generando informalidad, o economía subterránea, es decir empleo precario y no empleo estable, el cual asciende aproximadamente a un 30 % en el país, sin contar con un 50.2 % de los subempleados en el sector informal de la economía que recibe el equivalente al salario mínimo.
Manuel Castells (1998: 174.), por su parte, analizando el punto desde la perspectiva de la sociedad de la información y la nueva división internacional del trabajo producto de su dinámica lo afirma de la manera siguiente:
"La que denomino la nueva división internacional del trabajo se construye en torno a cuatro posiciones diferentes en la economía informacional/global: los productores de alto valor, basados en el trabajo informacional; los productores de gran volumen, basados en trabajo de bajo costo; los productores de materias primas, basados en los recursos naturales’; y los productores redundantes, reducidos al trabajo devaluado"
Como es obvio en esta última categoría de "productores redundantes" se encuentra una parte importante, por no decir la mayoría de la población de nuestro país, incluyendo un alto porcentaje de niños y adolescentes que no asisten o asisten irregularmente a sus centros escolares. Es justamente desde esa situación como los grupos familiares populares parecen percibir su situación de exclusión social como una pobreza sin horizonte.
Esta percepción afecta seriamente la subjetividad de los sujetos, dificulta su sociabilidad y se constituye en caldo de cultivo para respuestas socialmente indeseables: violencia juvenil, delincuencia, prostitución, embarazos precoces, fanatismo religioso, maras, etc. De lo que estamos hablando es pues de lo que podría denominarse como una "exclusi! ón integral" socio-económica, política y cultural.
Por otro lado, desde el punto de vista político, como se sabe, la población en general no accede a espacios de participación que le permitan incidir en los procesos de conducción de la cosa pública. Es más, el manejo de sus organizaciones dentro de la sociedad civil no siempre le permite hacerse visible y conseguir hacer valer sus puntos de vista e intereses.
Desde el punto de vista cultural, sus saberes y cosmovisión son considerados solamente como productos de la ignorancia, y, en general, se encuentra o es colocada también en desventaja con respecto al disfrute de los beneficios de los bienes educativos, culturales y tecnológicos como veremos más adelante.
Hoy en día algunos/as estudiosos/as utilizan el concepto de "expulsión social", y no sólo de exclusión, para dar cuenta analíticamente de una situación como la que hemos caracterizado brevemente y producto de la cual los sujetos, nos referimos a las grandes mayorías nacionales, son estructuralmente excluidos, se invisibilizan o son socialmente invisibilizados.
A este respecto Silvia Duschatzky y Cristina Corea (2004:18) en un interesante ensayo sobre el fenómeno de las pandillas juveniles urbanas (maras en nuestro caso) comentan:
"La exclusión nos habla de un estado […] en el que se encuentra un sujeto. La idea de expulsión social, en cambio, refiere la relación entre ese estado de exclusión y lo que lo hizo posible […] La expulsión social, entonces, más que denominar un estado cristalizado por fuera, nombra un modo de constitución de lo social. El nuevo orden mundial necesita de los integrados y de los expulsados. Estos ya no serían una disfunción de la globalización, una falla, sino un modo constitutivo de lo social".
En todo caso, con el concepto de exclusión social -o de expulsión social según parezca más o menos pertinente- se pretende dar cuenta de problemas viejos y nuevos, así como de maneras nuevas de fusionar expresiones o fenómenos presentes desde hace años en la sociedad salvadoreña como son la pobreza y la desigualdad social, entre otras.
Sin embargo, la novedad del fenómeno, como se indicó antes, está vinculada con la tendencia a la permanencia o profundización de la situación de pobreza y desigualdad, y/o a la prescindencia de amplios sectores poblacionales que aparecen como "innecesarios" e "invisibles" o invisibilizados desde el punto de vista de su integración a la dinámica social dominante. Ellos constituirían más bien un problema con el que habría que cargar.
En definitiva, continuamos con lo que parece típico en la región centroamericana y que algunos llaman el triángulo latinoamericano, compuesto por la combinación de "Democracia, Pobreza y Desigualdad" como rasgo especifico de la democracia latinoamericana y que conduce a Sonia Fleury (2004 : 66) a reflexionar de la manera siguiente:
"La posibilidad de convivencia de un principio igualitario, que es la esencia de la democracia, con la desigualdad y la exclusión, plantea una interrogante en los siguientes términos: ¿cuánta ciudadanía precisa una democracia?".
Ciudadanía en este caso hace referencia a la inclusión plena de las personas y los colectivos sociales en una comunidad política determinada en el sentido del disfrute razonable de los derechos civiles, políticos, sociales y culturales.
Desde este punto de vista, la exclusión se constituye en un elemento que torpedea las posibilidades de gobernabilidad democrática. Es en parte, por ello, que en el Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2004), se insiste en la necesidad de una democracia de ciudadanos y ciudadanas que supere la sola dimensión electoral y atienda seriamente a las fundamentales dimensiones sociales.
La exclusión es, pues, en este sentido, una reducción-negación de la ciudadanía (Villamán, M, 2004) y un obstáculo para la gobernabilidad en la medida en que, entre otras cosas, tiende a socavar la sociabilidad y la convivencialidad. Cuando se habla de "sociabilidad", se la entiende, entre otras cosas, como la tendencia y las destrezas de individuos y sectores sociales para mantenerse vinculados socialmente.
Es decir, la disposición a reconocer como legítimo, como adecuado y conveniente el ordenamiento socio-cultural vigente, y por su vía, a asumir la validez de la vida en sociedad y su normativa como parte de la condición humana.
Esta percepción genera entonces en las personas y los colectivos sociales una tendencia al cumplimiento de la normativa social y a la búsqueda de las alternativas de bienestar al interior de ese específico ordenamiento social.
Ahora bien, como se desprende de lo que venimos planteando, una condición fundamental para la sociabilidad es que los sujetos perciban, para decirlo con Max Weber, que su acción o comportamiento "sociable" tiene sentido. Es decir, que con él se alcanzan determinados fines u objetivos significativos y deseados. Si esto no ocurre, consecuentemente, se tienden a debilitar las condiciones para la sociabilidad y los sujetos pasan a condiciones cercanas a la "anomia social".
Esto se ve reforzado en El Salvador en la medida en que los "procesos de exclusión social" que se han mencionado anteriormente, vienen acompañados de fuertes procesos de inclusión simbólica de la población -sobre todo de la juvenil- en el horizonte y los modelos de vida de la "modernidad" exportada desde Estados Unidos fundamentalmente, a través de los medios de comunicación masivos.
Así, el consumo de producciones simbólicas, por la mediación de los medios de comunicación masiva, asociados al estilo de vida moderno y al éxito consigue moldear "el deseo" de los ciudadanos y ciudadanas, sobre todo de los y las más jóvenes, según esos determinados modelos que se convierten en el horizonte o imaginario de realización personal y social, en la forma histórica que esa realización deberá adoptar. Elevado, entonces, el éxito –medido fundamentalmente en capacidad de consumo- al rango de partero y portero de la felicidad, se convierte éste en el horizonte al cual se ordenan todos los esfuerzos y las voluntades.
De esta manera, "los procesos modernizadores (obviamente excluyentes) dan pie a una dinámica contradictoria de "generación e incumplimiento de deseos y expectativas", es decir, a procesos simultáneos de "inclusión simbólica y exclusión social" que es fuente de frustración para los sectores empobrecidos, y en particular para los más jóvenes, estudiante o no" (Villamán, 1993: 5) en la medida en que sus deseos, sus imaginarios socialmente aprendidos son, al mismo tiempo, socialmente o materialmente imposibilitados y negados.
Esta contradicción se convierte en una situación propicia para la incubación de respuestas que se colocan por fuera de la sociabilidad, es decir, socialmente indeseadas, tal y como se planteó anteriormente y que en el caso de nuestro país tienen su máxima expresión en las pandillas juveniles conocidas como maras.
En este pozo beben alegremente y sin saciarse el narcotráfico, la delincuencia común, el fundamentalismo religioso (expresado en iglesias o congregaciones exclusivas), la violencia, la prostitución, la corrupción política, entre otras posibles respuestas sociales, sin descartar, como pregonan algunos funcionarios de la administración del presidente Bush, probables vínculos con organizaciones terroristas internacionales que pudieran operar en la región y el país, como de hecho se dio recientemente con el anticastrista Luis Posada Carriles, que utilizaba el territorio salvadoreño como base de operaciones para acciones claramente terroristas.
Globalización, subdesarrollo, exclusión social y educación.
La globalización alude, entre otras cosas, a un modelo económico extendido a prácticamente todas las economías del planeta como factor determinante de las mismas y al decir de Manuel Castells "con la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria" (Castells, 1998).
Así, una confianza excesiva en la lógica del mercado y en la conveniencia de un Estado empequeñecido y debilitado, como es nuestro caso, habría dado como resultado la ausencia de instrumentos para la concreción de la responsabilidad y solidaridad sociales y, en consecuencia, habría conducido, como parece ser el caso según se ha visto anteriormente, a la ampliación de la pobreza y a la profundización de la desigualdad. Ulrich Beck (1998: 16), lo plantea con claridad refiriéndose a la lógica neoliberal con respecto a la concepción del Estado:
"La retórica de los representantes económicos más importantes en contra de la política social estatal y de sus valores dejan poco que desear en cuanto a claridad. Pretenden, en definitiva, desmantelar el aparato y las tareas estatales con vistas a la realización de la utopía del anarquismo mercantil del Estado mínimo…"
Sin ergo, una diversidad de autores, ubicados en diferentes corrientes de pensamiento, postulan puntos de vista disímiles y en ocasiones encontrados con respecto a los posibles vínculos entre globalización, desigualdad y exclusión social. Dichos autores consideran, con otros muchos más, a la globalización como un dato del nuevo mundo que se está gestando en este inicio de milenio.
Una transformación que de acuerdo a C! astells (1998) se caracteriza por "desarrollo y subdesarrollo económicos simultáneos y la exclusión e inclusión sociales…Pues la globalización puede generar nuevas oportunidades de desarrollo, pero también nuevas vulnerabilidades" La globalización generarían una cosa y la otra, al mismo tiempo y como parte de un mismo proceso. Esto es evidente, por ejemplo, en muchas cláusulas del TLC con Estados Unidos que entrará en vigencia en enero de 2006.
Conviene en este punto traer a colación la indicación de Judith Sutz (2003: 96) respecto al impacto de las transformaciones tecnológicas en América Latina al interior de los procesos de globalización, y que pone de relieve otro de los aspectos, fundamentales en este caso, en que se estaría manifestando su carácter excluyente.
En su opinión los procesos actuales se orientan a consolidar una tendencia a la concentración de las capacidades de producción de conocimiento y de innovación en el mundo desarrollado, mientras se debilitarían esas capacidades en los llamados países en desarrollo.
"Dicho de otro modo, las consecuencias científico-tecnológicas y de innovación de los procesos de ajuste vividos por América Latina parecen proveer indicios para caracterizar la globalización como un proceso crecientemente dual de organización de la producción mundial, donde las actividades de ingeniería se concentran en los países desarrollados, mientras que la producción con baja participación de actividades locales intensivas en conocimiento caracteriza a los países subdesarrollados" (Sutz, 2003).
Así las cosas, la globalización sería un proceso ya inevitable pero ambiguo, en el que se producen una diversidad de oportunidades, de inclusiones y exclusiones y, con respecto al cual consecuentemente, lo importante consistiría en que cada país ubique sus posibilidades para generar desarrollo en vez de subdesarrollo, aprovechamiento de oportunidades en vez de exclusión social.
Y esto, en el marco de la llamada sociedad del conocimiento o de la era de la información que se pretende alcanzar a partir del Plan Nacional de Educación 2021 entre otras iniciativas gubernamentales.
Cuando se habla de sociedad de la información o informacional, como bien indica M. Castells (1997:47), el término "informacional" viene a caracterizar "una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas".
Dicho de otra manera, la existencia de mayor o menor desigualdad social estaría, según esta perspectiva, en relación inversa con la capacidad de un país para gestionar su integración en el proceso de globalización de manera inclusiva o incluyente para sus respectivas poblaciones por la vía de su inserción en el modelo informacional. Sería esta inserción, pues, desde este punto de vista, el principal factor para poder convertir en oportunidad el proceso de globalización para los países de América Latina.
Más que discutir sobre la conveniencia o no de integrarnos ha dicho proceso (de globalización), debemos reflexionar acerca de las capacidades y condiciones internas que se deben impulsar para adaptarse a ese cambio y para orientarlo en un sentido favorable a un desarrollo más equitativo. Y estas condiciones internas tienen que ver, como se ha indicado antes y vale la pena insistir, con la capacidad de manejo social de los elementos del modelo informacional.
Para ello, es el capital humano el que deviene obviamente fundamental, y éste, como se sabe, se construye socialmente a través de la implementación de procesos educativos formales y no formales orientados en esa dirección, y capac! es de conformar las capacidades para articular información y conocimiento.
De lo que se trata, a un plazo razonable, es de acceder a la sociedad de la información, pero con el objetivo de transformar esta información en conocimiento y aplicarlo a la vida productiva y social en general. Esto es justamente lo que caracteriza la llamada sociedad del conocimiento que pretende impulsar, como ya lo mencionamos, el Plan 2021.
Tal y como afirma Marín "… (En la actualidad) se da una tendencia a hablar de la "economía basada en el conocimiento". Se ha acuñado esta expresión para describir la proclividad de los países de economía avanzada hacia una gran dependencia del conocimiento, la información y altos niveles de instrucción. De esta manera se confirma la expresión de que la información es poder, pero sólo para los que tienen la capacidad de convertirla en conocimiento y, por lo tanto, en información organizada" (Marín, 2000: 146).
Como resulta obvio, en este contexto, la educación se convierte en un bien público de altísimo valor pues de ella depende en mucho las posibilidades de desarrollo de las personas y los países.
Tal como indican Ocampo y Martín (2004: 199) "En escenarios caracterizados por crecientes niveles de innovación y conocimiento, la educación prefigura el destino de las personas y sociedades […]. "En términos sociales, los cambios generados por la globalización y los nuevos patrones productivos obligan a formar recursos humanos capaces de participar en los nuevos modos de producir, trabajar y competir.
La educación es, pues, tanto un requisito para que las personas puedan acceder a los beneficios del progreso como para que la economías estén en condiciones de garantizar un desarrollo sostenido y sostenible mediante una competitividad basada en el uso intensivo del conocimiento."
La escuela salvadoreña exclusión y equidad.
Se ha insistido en las páginas anteriores en el hecho de que la sociedad a la que pretendemos arribar es la del conocimiento y la era de la información, para indicar como rasgo fundamental de la misma la incidencia expansiva del conocimiento que, a través del recurso de las tecnologías de la información (TICs), se convertirá en el principal y más formidable factor productivo del país.
Así las cosas, al caracterizar la exclusión social en la región latinoamericana, la dimensión educativa, como se ha indicado, resulta efectivamente un factor cada vez más relevante por cuanto, el incremento de las desigualdades se liga cada vez más a diferencias en el acceso al conocimiento, a su generación, manejo y control.
Semejante proceso altera gran parte de los datos de los problemas que deben enfrentar quienes aspiran a colaborar en la construcción de sociedades más libres, igualitarias y solidarias. Las diferencias de acceso a la educación, y por su vía en la distribución de este tipo de conocimiento, se constituye en un factor condicionante esencial en la reproducción de la desigualdad.
Las divisorias de aprendizaje: instituciones públicas y privadas.
Para indicar las diferencias de acceso a la educación y a la educación de calidad por parte de los diferentes sectores sociales, se habla por parte de muchos autores y organismos internacionales de las divisorias de aprendizaje
El concepto hace referencia justamente a las diferencias de oportunidades de aprendizaje de los diferentes sectores sociales y, en consecuencia, a la reproducción de las desigualdades y la exclusión al constatar que, como regla general, los sectores con más años de estudio disponen de ventajas cualitativas; las escuelas por las que pasaron quienes llegan a la universidad suelen estar mejor dotadas de recursos humanos y materiales que aquellas cuyos alumnos apenas si completan la enseñanza elemental.
Efectivamente, los sectores sociales más empobrecidos permanecen en lo que algunos han llamado un "apartheid educativo"¨. Esta designación es otra manera de afirmar sencillamente que existe un acceso desigual a la educación (que no es lo mismo que simple cobertura educativa) por parte de los diferentes sectores sociales que determina oportunidades desiguales de inserción, cada vez más profundas, en el mercado laboral.
Simplemente, los grupos educativamente mejor dotados, que son generalmente los sectores socialmente privilegiados, obtienen mejores oportunidades de colocación. Es conocido el hecho de que, en general, el subsistema educativo público y privado pobre, al cual acceden los alumnos procedentes de familias de bajos ingresos, exhibe menor calidad educativa que aquel sector privilegiado del subsistema privado al cual acceden las familias de altos ingresos.
Escolaridad, ambiente cultural y exclusión social en El Salvador.
Los datos anteriores permiten afirmar que, en un contexto como el que se ha presentado, en el cual la educación aparece como recurso fundamental – aunque evidentemente no exclusivo – indiscutible para posibilitar la ruptura del círculo de la pobreza y revertir la tendencia a la profundización de la desigualdad, la situación educativa no parece ser, por el momento, demasiado promisoria, aunque las pretensiones del Plan 2021 aportan propuestas con visión de largo plazo, que indudablemente son válidas si se obtienen los recursos financieros y el empoderamieneto de los actores sociales para lograr los objetivos del milenio hacia el año 2015.
Tal como lo plantea J. Sutz (2003): "Estudios de la CEPAL indican que para tener buenas posibilidades de escapar al círculo de la pobreza a través de empleos de calidad mínima son necesarios entre 10 y 12 años de educación formal", aunque el Plan 2021 sólo lo extiende a los once años. La situación y las perspectivas salvadoreñas es la siguiente:
Cuadro No.1
El presente y las metas para el año 2021 en Educación Media (Segundo de bachillerato general) y superior no universitaria.
Resultados de Proceso e impacto | Año 2004 | Año 2021 | |||
Tasa neta de escolaridad | 27.1 % | 90.0% | |||
Sobreedad | 28.6 % | 8.0 % | |||
Porcentaje de estudiantes con puntaje intermedio en logro de conocimientos (PAES): | |||||
Matemáticas: | 52.2% | 80.0% | |||
Lenguaje : | 59.5% | 90.2% | |||
Porcentaje de la matrícula en la educación superior tecnológica. | 21.8% | 50.0% | |||
Fuente: Ministerio de Educación. San Salvador, 2005.
Estos datos conducen el análisis a la consideración del ambiente cultural de las familias como condicionante del proceso de enseñanza-aprendizaje y la calidad del mismo. A este respecto, se constata en varios estudios internacionales que padres con mayores niveles de escolaridad tienden a propiciar mayores niveles de escolaridad en los hijos y a dotarlos de mejores condiciones para un mejor desempeño escolar, lo que a su vez repercutirá en la permanencia y acceso a niveles educativos superiores.
Según los datos disponibles, válidos para Latinoamérica, sólo el 20% de los estudiantes que proceden de hogares con padres que no completaron la primaria finalizan ese mismo nivel escolar, mientras el 60% de los hijos de padres que han cursado por lo menos 10 años de estudio finaliza ese ciclo.
Y, como ya hemos indicado, en general, las familias en condición de pobreza o indigencia tienden a ser conformadas por padres con menos de nueve años de escolaridad, con diferencias entre los departamentos o regiones de cada país. (Pérez Cruz, 2003:110).
Elemento importante de este clima cultural lo constituye la estabilidad del núcleo familiar. Según los datos disponibles del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad: en zonas urbanas alrededor de un 70% de los jóvenes entre 20 y 24 años que viven con sus padres ha completado al menos 9 años de estudio. Como bien se ha señalado, esto apunta a la relevancia de la familia como factor o unidad de desarrollo, que implica los elementos de apoyo integral y solidaridad.
A pesar de lo anterior, o quizás en razón de ello, Reimers (2003), sin embargo, da cuenta de haber encontrado en los jóvenes procedentes de hogares pobres y sus familias una gran esperanza con respecto a la escuela y una gran disposición a aprender que se expresa en resultados significativamente positivos cuando existen buenos maestros y maestras, y otras condiciones que parecen asegurar una calidad educativa aceptable.
A este respecto reporta Reimers (2003):
"Esta buena enseñanza estaría asociada, tanto a la calidad de los maestros y maestras como a la disponibilidad de recursos pedagógicos, la cultura de la escuela, el énfasis de la dirección del centro en el aprendizaje de los chicos/as, las expectativas de la dirección y docentes sobre las capacidades de los estudiantes, entre otras. Sin embargo, los estudiantes cuyos padres tienen más bajos niveles educativos, tienden a estar concentrados en centros en donde no existen todos los elementos de este sistema simple. Como resultado enseñar bien es más difícil y menos frecuente. Esta es la explicación del alto fracaso e! ducativo de los hijos de los pobres."
Estos hallazgos que presenta Reimers, y que pueden ser confirmados por la práctica y experiencia educativa de muchos/as educadores, es importante por cuanto, sin descuidar los factores sociales extraescolares para explicar las dificultades de la eficacia de la educación, señala también factores específicamente pedagógicos o educativos que contribuyen al problema, y, por esta vía, abre una puerta importante para el compromiso con la transformación educativa.
En este sentido, tal como ha señalado una buena parte de los educadores y las instituciones dedicadas a la investigación de la educación, la atención sostenida al maestro y la maestra, en lo salarial y profesional, es el camino adecuado para el mejoramiento de estas condiciones educativas. !
El déficit en la educación media.
En el caso de la educación secundaria las dificultades en el acceso son importantes y, si se entiende que la aspiración debía ser la de arribar a por lo menos a 11 grados de escolaridad, como lo plantea el Plan Nacional de Educación 2021, para colocarse en condiciones de poder romper el círculo de la pobreza en una sociedad que es cada vez más demandante con respecto al conocimiento, como se ha planteado anteriormente, las consecuencias de la merma en el desarrollo de este nivel educativo se puede colocar en la perspectiva correcta.
Según algunos estudiosos, la educación secundaria ha sido el "nivel olvidado" de l educación en América Latina. Y efectivamente, en años recientes los organismos multilaterales (FMI, BM), como suele ocurrir, privilegiaron por un buen tiempo la educación básica y financiaron la inversión en ella, mientras el financiamiento en otros niveles educativos era considerado como "poco rentable" lo que se manifestó en un descuido de otros niveles educativos, el medio en particular.
Sin embargo, y como era previsible, las necesidades que impone la irrupción de la sociedad del conocimiento y de la información para las posibilidades de inserción en el mercado laboral demandan destrezas que se construyen a través del acceso a los niveles educativos superiores al básico. Dicho de otra manera, la educación básica, que es sin duda fundamental e imprescindible por razones obvias, es cada vez más insuficiente para responder a las nuevas características del mercado de trabajo y, en consecuencia, para romper el círculo de la pobreza.
Como bien señala Wolf (2000:163):
"En los países desarrollados, el impacto de los cambios de mercado también han significado que la educación secundaria sea casi universal. Esto significa que quienes no están inclinados por las actividades universitarias deben poseer los conocimientos fundamentales de matemáticas, comunicaciones, lenguaje, resolución de problemas, etc., necesarios para desempeñarse en el mercado laboral. En consecuencia, un desafío fundamental en los países en desarrollo es proporcionar aptitudes de orden superior en un contexto apropiado para quienes no muestran una inclinación universitaria."
El descuido de la educación secundaria ha producido consecuencias que tienden, consecuentemente, a profundizar los niveles de desigualdad y exclusión en razón de que tanto el acceso a ella, la equidad y la calidad se han visto limitados, sobre todo en la educación media pública.
Como se puede inferir, el panorama de la educación media plantea serios desafíos en El Salvador, en orden a convertirse en un factor de construcción de la llamada competitividad y la creación de condiciones para aprovechar y construir oportunidades sociales que permitan abortar la reproducción de la pobreza y la desigualdad.
Educación, sociedad informacional global y brecha digital.
Por otra parte, desde el punto de vista de la "sociedad de la información", que como se sabe, funciona como red, el acceso diferenciado significa, entre otras cosas, que un sector de la niñez y jóvenes de nuestras sociedades se encuentran vinculados a "la red", tanto en las escuelas como en sus hogares, mientras que otros, la mayoría, apenas sabe que existe, o no tiene acceso a ella. De esta manera, los y las jóvenes más empobrecidos son excluidos y desconectados de las oportunidades sociales.
Por esta vía nos encontramos y se suma a la problemática de la exclusión un nuevo factor: la llamada "brecha digital" como una de las manifestaciones más específicas de la exclusión social en la etapa actual de la sociedad informacional-global. La brecha en cuestión, según varios organismos, es mayor al interior de cada uno de los países de la región centroamericana, con respecto a los países más desarrollados.
Aparentemente la región latinoamericana se encuentra en un importante proceso de expansión que la coloca a este respecto en una buena posición en relación a las otras regiones del mundo y de la cual El Salvador ocupa el lugar número 53 en el ranking mundial de competitividad, de acuerdo con el "Reporte global de competitividad 2004-2005" publicado por el INCAE para el World Economic Forum.
Cuadro No.2
Estado de la "Brecha digital" y conectividad en El Salvador.
Posesión y uso y de tecnologías por cada 100 habitantes. | Porcentaje o costo hasta 2003. |
Acceso a Internet en los hogares. | 3.0% |
Posesión de computadora personal. | 5.4 % |
Costo de llamada telef. A EE.UU. | 1.23 de dólar los 3 minutos. |
Líneas telef. fijas por 100 habitantes | 9.3 |
Costo de llamada local (en promedio) | 0.15 de dólar el minuto. |
Situación en el sector educativo escolarizado | |
No. De estudiantes por PC. (público) | 82.8 |
No. De estudiantes por PC. (privado) | 104.01 |
Centros públicos sin Internet | 91.8 % ( de 5511 centros) |
Centros con Internet pero que no lo ocupan para fines educativos. | 3.52 % |
Centros con Internet que lo ocupan para fines educativos. | 5.78 % |
Fuente: Informe sobre Desarrollo Humano 2004. PNUD, San Salvador.
El problema es, de nuevo, el acceso segmentado o socialmente estratificado que reproduce, profundiza y amplía las asimetrías sociales ya existentes. Así lo indican Ocampo y Martín (2004) en su interesante trabajo sobre América Latina en la era global.
Otra fuente de preocupación es la enorme brecha digital interna, tanto social como productiva, que existe en la región y que en muchos aspectos es más amenazante que la brecha internacional. En efecto, aunque los costos de los servicios han tendido a bajar relativamente, siguen impidiendo el acceso a gran parte de la población.
La baja conectividad telefónica existente en los estratos de menores ingresos y la estructura de costos del servicio son factores que obstaculizan la participación activa en el Internet, tanto de los hogares pobres como de las pequeñas empresas. Los costos de adquirir equipos de computación (que rondan entre 600 y 1000 dólares, dependiendo de ciertas características en cuanto a calidad y programas) también son elevados para los hogares de menores recursos o las empresas más pequeñas y las microempresas". !
Consecuentemente, hay que insistir, al plantearse caminos para la construcción de alternativas a la pobreza y la desigualdad o la exclusión social, en que si de lo que se trata es de acceso al conocimiento, a la información y a las tecnologías de la información que permiten el acceso a la red, la educación constituye inevitablemente uno de los principales factores que coadyuvarían a posibilitar la reducción de la vulnerabilidad de los países de la región centroamericana frente al proceso de globalización que, para unos sí y para otros no, es considerado como un elemento asociado a la dinámica de producción de la exclusión social.
El caso de la Educación Superior.
La Educación Superior, es un subsistema en el cual debería generarse una parte importante de las capacidades humanas e institucionales necesarias para la inserción socialmente exitosa al interior de la era informacional/global en la sociedad del conocimiento. Desde el punto de vista del interés de esta investigación, es decir, sobre la cuestión de la exclusión social, el tema de la Educación Superior es relevante porque, como bien señala Reimers(2000):
"Dado que es el acceso a los niveles superiores de educación el que califica para los empleos más productivos y mejor remunerados, la legitimidad misma de la democracia descansa en que el acceso a los mejores empleos este abierto a aquellos con las competencias necesarias y que las oportunidades de adquirir estas competencias necesarias estén abiertas a todos los chicos y no sólo a aquellos cuyos padres ocupen en la estructura social las posiciones de mayor privilegio o estatus."
Por otra parte, sin embargo, se asiste a la proliferación de instituciones de Educación Superior (26 universidades privadas en el país) que en muchos casos son académicamente deficitarios, como producto de la masificación de la demanda de acceso a este nivel educativo, y otros factores específicos del país, que han contribuido al deterioro de la educación superior , a la vez que se han beneficiado del mismo, generando serias distorsiones en perjuicio de la calidad educativa.
Tal como señala Sutz (2003), "En América Latina la masificación de la educación superior ha sido acompañada por un deterioro de su calidad, lo que ubica en el nivel de postgrado, mucho más restringido, la adquisición de capacidades que hasta hace algunas décadas podían obtenerse normalmente en el grado" .
Para fines ilustrativos, resulta importante saber que sólo en la Universidad de El Salvador, durante el año 2004 se registró aproximadamente una deserción del 16 %.
Asimismo el porcentaje de reprobados en todas las asignaturas ronda el entre el 23 al 39 %, según el consolidado de las distintas facultades. Estos datos son preocupantes pues de alguna manera reflejan procesos de exclusión, ya sea por deficiencias de formación subyacentes o por problemas económicos.
También es importante conocer las preferencias de la población salvadoreña para realizar estudios superiores, de la cual la tasa bruta de matrícula para el período 2000-2001 reportada por la UNESCO para el país, fue del 18%, similar a la registrada por Paraguay, Costa Rica y Brasil, pero por debajo de la de Bolivia, Uruguay y Chile, que son los países de la región latinoamericana que reportan las tasas más altas de matrícula en ese nivel educativo (entre 36% y 38%).
Entonces, resulta crucial destacar el porcentaje de matricula nacional y el de los que logran graduarse, el cual asciende en general a un 9 % del total de la matricula, evidenciando con ello lo altamente excluyente del sistema de educación superior salvadoreño, donde incluso en ciertas carreras, como se puede apreciar en el siguiente cuadro, predominan uno u otro sexo, ante todo por cuestiones culturales o por posibilidades económicas.
Efectivamente, estudiar ciertas carreras y el acceso a nivel de postgrado resulta más restringido para la población de menor ingreso que ahora ve de nuevo alejada la posibilidad de una calificación que le permita igualdad de oportunidades con los otros sectores sociales que pueden cursar algunas profesiones de mayor plusvalía y pagar centros educativos supuestamente de mucha mayor calidad educativa.
El acceso a los centros educativos de más calidad (habría que analizar que se entiende por calidad educativa) les está vedado a los jóvenes de los hogares pobres, en razón de sus altos costos. Como es lógico suponer, el mercado, vía los empleadores, también discrimina tomando en cuenta la procedencia educativa que, en general, coincide con la procedencia social por las razones ya indicadas.
Lo anterior tiene un doble efecto:
En la desigualdad y la exclusión, por las razones analizadas.
En la capacidad competitiva-sistémica-país que se ve afectada por encontrarse los países de la región, o una parte de ellos, formando capital humano de un nivel inferior a sus supuestos equivalentes globales.
El rezago en el desarrollo del nivel terciario de la educación y el bajo nivel de inversión en Investigación para el Desarrollo, conocido internacionalmente y abreviado 1+D, (en la UES apenas se presupuestan anualmente 590 mil dólares para dicho rubro) explican en gran parte porqué la vía de la transformación tecnológica parece responder más a lo que algunos llaman "los caminos sobre-impuestos". Estos caminos son aquellos que se recorren cuando el acceso al conocimiento y a la tecnología se da a través de la importación de productos terminados, con escasas condiciones y/o oportunidades para el ejercicio de la propia creatividad.
Si bien, y como suele ocurrir con los fenómenos sociales, la anterior no es la única causa que explica la existencia de este tipo de camino; sin embargo, el factor indicado, es decir el rezago en el desarrollo del sector educativo terciario, siempre está presente como un elemento relevante.
Ello tiene que ver con la escasa atención prestada al desarrollo de capacidades propias vinculadas al conocimiento; a la generación de conocimiento, a la formación de alto nivel extendida, (tanto gente capacitada como de duración a lo largo de toda la vida), a la apertura sistemática ! de espacios donde el conocimiento adquirido pueda ser ejercitado en la búsqueda de solución a los problemas, al seguimiento del conocimiento generado en todas partes. Sutz (2003) remata estas reflexiones recordando con Manuel Castells que:
"La educación, la información, la ciencia y la tecnología constituyen las fuentes fundamentales de creación de valor en la economía basada en Internet".
Finalmente, hay que indicar que existen condiciones que el nivel de escolaridad no parece estar en capacidad de resolver, por ejemplo, la cuestión de la procedencia social y su relación con las posibilidades y las condiciones de inserción en el mercado laboral, es decir, la discriminación en la selección para los puestos de trabajo en razón de la extracción social. Según Pérez Cruz (2003):
¨…el incremento del promedio de años de escolaridad de los jóvenes no necesariamente iguala las oportunidades. Y esto porque en Latinoamérica, los jóvenes que provienen de familias humildes perciben ingresos que son inferiores entre un 30 y un 40%, a los jóvenes del mismo nivel educacional provenientes de hogares cuyos padres tienen ingresos mayores. Esta aseveración plantea otra arista a tomar en consideración en la discusión y en la acción orientada a la construcción de sociedades incluyentes".
Algunas recomendaciones puntuales:
Cinco líneas de análisis e investigación, entre otras, pudieran a nuestro juicio contribuir en la búsqueda de las alternativas de respuesta a las consideraciones planteadas a lo largo de estas reflexiones. Deberían ser investigaciones orientadas a aportar productos o propuestas específicas capaces de orientar la acción educativa hacia la construcción de condiciones que, desde la educación, favorezcan la equidad y la inclusión.
Las líneas son las siguientes:
Construir instrumentos para mejorar la calidad educativa en sectores populares urbanos y rurales.
Crear nuevas opciones para la formación de maestros y directores de instituciones educativas, asegurando el seguimiento con herramientas de reinformación constante
Educación en valores: hacia la construcción de una ciudadanía solidaria y democrática.
Masificar el recurso de la tecnología: escuela y sociedad del conocimiento y de la información.
La escuela como unidad de desarrollo: una nueva relación escuela-comunidad, sociedad civil.
Si el empleo de calidad y justamente retribuido es el mecanismo de inclusión por excelencia, al lado de las otras políticas públicas económicas, sociales, de salud, etc. orientadas al bienestar social, el camino para construir capacidades que opten por o generen empleos de calidad es la formación y la capacitación del capital humano.
Y, como hemos analizado, no se trata sólo de formación en el nivel básico de la educación, ello resulta ya insuficiente para pensar en un país con capacidad de inserción conveniente en el mundo global. Se impone al país un esfuerzo que combine la ampliación de la atención a los niveles básicos con la atención decidida a los niveles medio y superior como espacios de creación de capacidades humanas que estén a la altura de lo que demandará la sociedad de la información y del conocimiento.
Es lo anterior lo que permitiría una integración conveniente del país en un mundo globalizado e interconectado, de manera que podamos aprovechar las capacidades para la generación de verdaderas oportunidades al mejorar las condiciones que construyen la competitividad sistémica como país.
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Ponencia presentada por el autor el 14 de julio de 2005, en representación del Dpto. de Periodismo de la Universidad de El Salvador, en el Primer Encuentro Regional Centroamericano de FELAFACS realizado en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de San Salvador, El Salvador C. A.
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Datos del autor:
Julio César Grande
Profesor normalista. Con experiencia docente en la Educación Básica, Media y Superior del país. Titulado como Trabajador Social y Licenciado en Periodismo por la Universidad de El Salvador. Posee estudios de Periodismo en la Universidad de la Habana, Cuba. Es Master en Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Como investigador es autor de los libros: "Fundamentos de Periodismo Económico" (1999),"La Influencia de la Televisión" (1999), del Ensayo etnográfico "San Juan Nonualco: Adonde el Diablo Nunca Baila "(1993), el "Diccionario Moderno de la Cultura, Comunicación e Información" (2003)," Bases Teóricas para Entrar al Periodismo Cultural" (2004) y el "Mini-Manual de Redacción Periodística" (2004). Asimismo ha finalizado la investigación: "El Consumo Cultural en el Gran San Salvador" (! inédito), patrocinado por la Universidad de El Salvador y el libro "Análisis y Perspectivas de la Educación salvadoreña en el Siglo XXI".