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La Renta Básica Universal y el hombre olvidado (página 2)

Enviado por Ricardo Lomoro


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El mundo, dicen, está “sentado sobre una bomba de tiempo, social y económica”. El mundo está plagado de desempleo juvenil.

Los números son duros. En algunos países del mundo árabe hasta el 90% de los jóvenes en edades comprendidas entre los 16 y 24 años está desempleado. En EEUU el desempleo juvenil llega a 23%, en España al casi 50% y en el Reino Unido al 22%.

En todo el mundo hay 200 millones de desempleados. 75 millones tienen edades entre los 16 y 24 años, y cada año cerca de 40 millones de jóvenes están listos para entrar al mercado laboral.

Los líderes empresariales reunidos en el Foro Económico Mundial saben que las cifras son importantes: los jóvenes que estuvieron desempleados por mucho tiempo ganaran menos dinero durante toda su vida. Tendrán menos probabilidades de ser empleados. No tendrán las habilidades que las empresas necesitan. Es más probable que tengan problemas de salud a largo plazo. Y la situación puede degenerar en descontento social.

Hay un término para eso: la generación perdida. O como dice un profesor de una escuela de negocios “El desempleo es una porquería. El desempleo juvenil es peor aún. Los jóvenes perdieron la línea de visión hacia el futuro”.

Cifras duras

•200 millones de desempleados a nivel mundial

•75 millones con edades entre 16 y 24 años.

•90% de los jóvenes en países árabes no tienen trabajo.

•23% desempleo juvenil en EEUU.

•22% en Reino Unido

•50% en España

•Cada año 40 millones de jóvenes ingresan al mercado laboral.

A los jefes les preocupan estas cosas, hasta a los de corazón más frío, porque todo lo mencionado arriba cuesta dinero. Indirectamente, porque hay un menor demanda para sus productos y servicios; directamente, en costos de entrenamiento y de salud, e impuestos más altos.

Los organizadores del Foro Económico Mundial de Davos intentaron demostrar que su inmensa red -una combinación única de grandes empresas, gobiernos, activistas sociales y organizaciones no gubernamentales- puede hacer un esfuerzo para identificar qué causa el desempleo juvenil y si puede existir alguna solución rápida para atacar el problema, pero quienes hablaron señalaron que el problema desafía las soluciones simples.

Claro que todo desempleo tiene una cosa en común: la falta de demanda de trabajadores. Pero cada país, cada región tiene problemas diferentes. La automatización reemplaza muchos trabajos rutinarios, no sólo en los países desarrollados. Hay problemas estructurales, por ejemplo cuando es muy burocratizado contratar a alguien. También puede achacársele alguna culpa al sistema educativo, que falla en darles a los jóvenes las destrezas que se necesitan para trabajos en economías avanzadas.

Además están las destrezas vitales o la falta de ellas. Algunos jóvenes no conocen lo básico, desde vincularse con compañeros de trabajo hasta tener las habilidades empresariales fundamentales. También hay problemas culturales. Algunos países gradúan grandes cantidades de mujeres en la educación universitaria, sólo para negarles las oportunidades de trabajo, con lo que desperdician sus talentos.

¿Qué hacer?

Es un tema que se presenta una y otra vez: negocios, universidades y escuelas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, no logran comunicarse sobre qué es lo que necesitan y qué es lo que pueden lograr.

“El sector privado podría ser un elemento de cambio”, afirmó un participante, un activista de izquierda que trabaja en una campaña educativa. “Las universidades son simplemente muy lentas”, dice un industrial, “Si les digo que necesito graduados con diferentes destrezas, les toma dos o más años cambiar sus cursos. Para ese entonces la tecnología estará cambiando de nuevo”. Pero de todos modos, otro empresario advirtió que “una buena educación ya no te garantiza una buena vida”.

Sean del mundo árabe, de América del Norte o de América Latina o Asia, muchos ejecutivos lamentaron la falta de impulso empresarial y de destrezas básicas de negocios y la necesidad de una cultura donde el fracaso no sea celebrado. Un hombre que está a cargo de una empresa con varios cientos de miles de empleados en todo el mundo se quejaba de que “vivimos en un mundo en el que la creación de la riqueza no va paralela a la creación de trabajo. Esa otrora cercana conexión está rota”.

Mientras algunos sugieren la creación de grandes programas, con una inversión de US$ 50.000 millones en los próximos diez años para adiestrar gente en todo el mundo, otros proponen pasos más pequeños con mayor garantía de éxito…

El paradigma de Jeremy (la teoría de los “prosumidores”)

Jeremy Rifkin (autor desde El fin del trabajo hasta La sociedad de coste marginal cero) señala que ha aparecido un nuevo paradigma económico nuevo, el procomún colaborativo, “que es el primer sistema que ha arraigado desde la llegada del capitalismo y del comunismo”. Este nuevo modelo y el capitalismo tradicional pueden coexistir y actuar conjuntamente, pero terminarán compitiendo entre sí en una lucha que “será prolongada y muy reñida, y que definirá el siglo XXI. Esta economía del compartir está creciendo al lado del capitalismo, que seguirá existiendo de aquí a 35 años, pero que ya no será el único árbitro de la economía”.

Hasta ahora sólo hemos visto una parte del procomún colaborativo, la que visualizamos a través de Google, Facebook o Twitter, pero eso es sólo el principio. “Ahora compartimos música, ya estamos comenzando a hacerlo con el coche y la vivienda a través de páginas como Airbnb; dentro de poco el conocimiento mismo podrá concretarse fácilmente a través de las impresoras 3D. “Hoy vemos cómo muchos jóvenes comparten canciones, vídeos o informaciones a través de páginas especializadas, blogs y redes sociales, y esa tendencia irá a más, porque estamos dejando de ser productores o consumidores para convertirnos en prosumidores, personas que producen y consumen al mismo tiempo, y porque cada vez lo hacemos con menor coste”.

Esa sociedad de coste marginal cero (coste marginal: el incremento del coste total que supone la producción adicional de una unidad de un determinado bien) “ha devastado industrias del siglo XX como periódicos, discográficas o editoriales porque de pronto cientos de millones de personas pueden producir sus conocimientos sin pasar por ellos”. La industria, afirma Rifkin, pensaba que su carta más poderosa era ese cortafuegos en qué consistía el paso del mundo virtual al físico, “pero con la internet de las cosas vamos a ver cómo, en veinte años, cientos de millones de personas producirán su propia energía a través de las renovables y cómo con esa energía podrán imprimir sus productos en sus impresoras 3D”. Ese paso al mundo físico ya se ha dado y es inevitable.

“Está ocurriendo en Alemania, donde millones de particulares con pequeños negocios, y con cooperativas, que ponen sus recursos en común y que consiguen préstamos de los bancos con bajos intereses, han comprado sus paneles solares y sus molinos de viento, y una vez que los hayan pagado del todo llegas a coste marginal cero, porque ni el sol ni el viento te mandan la factura a final de mes. Acaba de presentarse en Chicago el primer coche impreso, realizado a través de 3D, salvo el chasis, y esta será la constante. Las impresoras 3D serán tan baratas que cada niño tendrá una para poderse hacer sus propios juguetes”.

Un modelo factible

Este es el mundo que nos dibuja Rifkin: gente compartiendo sus conocimientos, que tiene instrumentos a mano para llevar sus ideas a cabo y en la que pequeños productores cooperarán de continuo. Son “personas que se oponen a los acotamientos en todas sus formas, y que quieren establecer una cultura transparente no jerárquica y colaborativa” y Rifkin los llama “los nuevos comuneros”. Eso es lo que en teoría nos espera. Es cierto que, hasta ahora, el procomún colaborativo no es más que un medio para que los contenidos que producen muchos los aproveche exclusivamente un monopolio (Google, Facebook, Twitter…) o un oligopolio (los contenidos culturales gratis han servido para que las operadoras que facilitan el acceso a la red ganen mucho dinero) y que el nuevo terreno de juego ha supuesto la traslación de los monopolios de un lado a otro (en la música y en la cultura en general, el problema ya no está en la producción, que es barata, sino en la producción y en la visibilidad. Salen muchas cosas pero todas son invisibles), pero eso no desanima a Rifkin, que cree que este modelo es factible.

Los cambios de paradigma ocurren cuando hay nuevas tecnología de la comunicación, nuevas fuentes de energía y nuevas formas de transporte. El siglo XX tuvo el teléfono, el petróleo y los coches. Hoy está internet, la energía renovable y el GPS. La tarea hoy es construir las infraestructuras para esa nueva economía y para eso “hay que moverse desde la economía fósil del siglo XX a la energía renovable del XXI”.

El mayor beneficiado de este tipo de cambio no será un país concreto, asegura Rifkin, sino la humanidad misma. “Estamos llegando a la sexta extinción a causa del cambio climático. Vamos tan rápido que de aquí a final de siglo van a desaparecer el 70% de las formas de vida de nuestro planeta si seguimos así. Por eso, la sociedad de coste marginal cero es lo mejor que nos puede pasar para resolver los problemas del cambio climático: reduciremos el uso de los naturales, compartiremos coches y ropa y podríamos eliminar hasta el 80% de los vehículos de las zonas de mayor densidad de población, porque gracias al acceso no nos hará falta ser propietarios”.

¿Hay lugar para la esperanza?: Mike, el pollo que vivió un año y medio sin cabeza

El 10 de septiembre de 1945, Lloyd Olsen y su mujer Clara estaban matando pollos en su granja de Fruita, en Colorado, Estados Unidos. Olsen decapitaba a las aves y su mujer las limpiaba. Pero uno de los 40 o 50 animales que se sometieron al hacha de Olsen no se comportó como el resto,

“Llegaron hasta el final y se dieron cuenta de que uno todavía seguía vivo y andaba caminando”, dice el bisnieto de la pareja, Troy Waters, también agricultor de Fruita. El pollo corría y corría sin parar. (BBCMundo – 9/9/15)

Lo dejaron por la noche en una vieja caja de manzanas y, cuando Lloyd Olsen se despertó a la mañana siguiente y fue a ver qué había pasado. “La maldita cosa seguía viva”, dice Waters.

Mike se hizo famoso… y salió de gira por Estados Unidos.

Descripción: Pollo Mike

Mike, el pollo que vivió un año y medio sin cabeza (BBCMundo – 9/9/15)

 

¿Pero cómo hizo para vivir por tanto tiempo?

Lo que más sorprende a Tom Smulders, experto en pollos del Centro para el Comportamiento y la Evolución de la Universidad de Newcastle es que no se haya muerto desangrado. El hecho de que pudo continuar funcionando sin cabeza, es para él más sencillo de explicar.

Para un humano, perder la cabeza significa una pérdida casi total del cerebro. Para un pollo, es diferente. “Te sorprendería cuán poco cerebro hay en el frente de la cabeza de un pollo”, explica Smulders.

Génesis 3:19 (La Santa Biblia)

“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás”.

Se ha hablado mucho sobre el uso de la regulación macroprudencial para gestionar el riesgo sistémico y reducir los efectos secundarios negativos a la economía real pero, ¿cómo hacer operativa la política macroprudencial? ¿Cuál ha sido la experiencia de este tipo de políticas? ¿Cuáles son sus limitaciones y consecuencias no deseadas? ¿La política macroprudencial sólo se ocupa del saneamiento de las crisis que puedan surgir o también se puede utilizar en tiempos de bonanza, cuando se toman riesgos?

“Macroprudencial ha sido una de las principales palabras de moda que ha salido de la crisis financiera mundial, pero significa diferentes cosas para diferentes personas. Para algunos, la política macroprudencial se trata de la gestión del ciclo económico, para otros se trata de frenar a la inestabilidad financiera inherente a los mercados y las instituciones financieras. Para algunos escépticos, es simplemente un término vacío porque la economía política de los booms es tal que las autoridades del país siempre tendrán dificultades para suavizarlos, ya que los auges traen beneficios sustanciales para la sociedad antes de que se agoten”… Riesgo Sistémico, Crisis, y el Regulación Macroprudencial (Fedea – 4/9/15)

Para controlar este riesgo sistémico que puede poner en peligro la estabilidad social con fuertes efectos reales negativos para la economía, regulación y supervisión tendrán que ser más macroprudenciales, en lo relativo a sí mismos y respecto a la estabilidad del sistema social en su conjunto y su relación con la economía en general.

La crisis del sistema financiero ha comportado el nacimiento de una nueva clase social: el “Precariado”. Una tipología que se define por la inconsistencia y debilidad de los mecanismos  que garantizan su subsistencia. El precario vive, gracias a las políticas de austeridad y al desmantelamiento del estado del bienestar, a un paso de la exclusión social y el abismo de la pobreza.

Una de las soluciones que proponen algunos académicos y analistas, ante el paro de larga duración o el fin del trabajo, para amplios sectores de la población, es la “Renta Básica Universal”.

“La Renta Básica es un ingreso pagado por el estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva”.

¿Qué es la Renta Básica Universal? (te ganarás el pan “sin” el sudor de tu frente)

“La pobreza no es natural, es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”. Nelson Mandela

Una RBU no debería reemplazar el estado de bienestar sino completarlo y transformarlo desde uno de compensación, a uno de emancipación

La Renta Básica Incondicional se define por los cuatro criterios siguientes: universal, individual, incondicional y suficiente para garantizar una existencia digna y la participación en la sociedad.

•Universal: En principio cada persona, independientemente de la edad, ascendencia, lugar de residencia, profesión, etc. tendrá derecho a recibir esta asignación.

•Individual: Cada mujer, cada hombre, cada niño tiene derecho a una Renta Básica de forma individual, y no en base a un hogar o núcleo familiar. La RBI es independiente de sus circunstancias: estado civil, convivencia del hogar, ingresos o propiedad de otros miembros del hogar o de la familia.

•Incondicional: Se considera la Renta Básica como un derecho humano que no podrá depender de condiciones previas, ya sea la obligación de aceptar un empleo remunerado, participar en servicios a la comunidad, o comportarse acuerdo a los roles de género tradicionales. Tampoco será objeto de ingresos, ahorros o límites de propiedad.

•Suficiente: La cantidad debe prever un nivel de vida digno, que cumpla con los estándares culturales y sociales de la sociedad del país en cuestión. Debe evitar la pobreza material y ofrecer la oportunidad de participar en la sociedad. Esto significa que la renta neta debe como mínimo, situarse por encima de la línea de la pobreza de cada país.

Motivaciones

Después de 200 años de capitalismo queda demostrado que es incapaz de satisfacer todas las necesidades del ser humano. El principal problema de futuro pasa ser el acceso al dinero a través del trabajo. “Es el momento de desligar el empleo de una vida digna para todas las personas. Porque es justo y es posible”, sostienen los defensores de la RBU.

Se sabe que no habrá empleo en el futuro para todas las personas. El rápido cambio tecnológico ha estado destruyendo trabajos a un ritmo mayor del que lo ha creado, pero casi nadie es consciente.

El incremento de la igualdad entre las personas trae consigo grandes progresos sociales como menor criminalidad, violencia, abuso de drogas, así como mejoras en la salud física y mental de los individuos, mayor educación y por tanto, una sociedad sana y en perpetua evolución.

Los cientos de ayudas y subsidios del Estado son lentos e ineficaces. La RBU sustituiría la mayoría de ellas, gracias a su incondicionalidad, reduciendo al mínimo la pesada carga burocrática destinada a controlar minuciosamente las condiciones de los subsidios actuales.

Incluso las ONG’s más eficientes destinan una cantidad enorme de tiempo y dinero a la captación de recursos y administración. Una transferencia directa de renta elimina intermediarios y se asegura de llegar a quien más lo necesita.

Dejarían de ser necesarios los Bancos de Alimentos y otras organizaciones destinadas a paliar la falta de recursos básicos. El voluntariado podría entonces concentrarse en actividades educativas sobre igualdad, democracia y cooperación que cohesionen y empoderen a la ciudadanía.

Efectos

Sus partidarios afirman que:

– Mejoraría la situación de las personas con un nivel adquisitivo bajo.

– Se evitaría, o al menos dificultaría, la desvalorización de nuestra capacidad de trabajo.

– Nadie se vería obligado a aceptar condiciones deplorables porque no estaría obligado por la necesidad.

– Los trabajos desagradables serían mejor pagados.

– Los trabajadores estarían en mejores condiciones para negociar los contratos de trabajo.

– No habría que “vigilar” que los parados trabajasen ilegalmente, como pasa con la ayuda por desempleo.

– Como no se perdería la RB al encontrar trabajo, sería menos probable que se trabajase de forma ilegal; así, no se gastaría dinero en investigar el fraude.

– El autoempleo sería menos arriesgado y mayores sus posibilidades de aumentar.

– Los sueldos mayores, que también recibirían la renta universal, estarían más gravados por impuestos directos; como resultado, el estado recuperaría el dinero que reciben dichos grandes sueldos.

Sus detractores afirman que:

– Generaría inflación creciente en la economía hasta anular el valor real del dinero obtenido a través de la renta básica

– Trabajaría mucha menos gente.

– Dañaría el prestigio social de la educación y el esfuerzo, con consecuencias muy nocivas para la movilidad social.

– Erosionaría los valores cívicos y debilitaría las instituciones democráticas, ya que muchas personas que normalmente serían perfectamente capaces de ganarse la vida por sus propios medios pasarían a ser dependientes del Estado.

– Los trabajos desagradables o poco remunerados, lejos de desaparecer, pasarían a ser realizados por personas que no posean la ciudadanía o que no sean elegibles para recibir el subsidio por cualquier otro motivo.

– Si poseer la ciudadanía no fuera un requisito para percibir la renta básica universal, atraería a inmigrantes que tratarían de conseguirla sin contribuir con ninguna actividad productiva.

– Supondría un gasto considerable con el que podrían financiarse programas de demostrada eficacia a la hora de promover la igualdad de oportunidades, como la educación pública.

– Se destinarían recursos que pudieran generar más empleos y atraer inversiones.

Conclusiones del experimento Mincome

– El pueblo donde todo el mundo recibe una paga (El Confidencial – 8/2/15)

(Por Héctor Barnés)

Un importante experimento social realizado en una localidad agrícola de Canadá nos muestra los efectos que puede tener implantar una renta mínima universal

A comienzos de los años setenta, la discusión entre los partidarios y los detractores del Estado de Bienestar se encontraba en su punto álgido. Habían pasado ya más de dos décadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial y los países occidentales habían desarrollado sistemas de protección y servicios públicos para sus ciudadanos que costaban una gran cantidad de dinero a los Estados. La pregunta que muchos se hacían era la siguiente: ¿De verdad resulta rentable el dinero invertido por las administraciones públicas?

La respuesta que algunos dieron a dicha pregunta era la creación de una renta básica universal, hoy en día asociada a proyectos de izquierdas como Podemos, pero que en su día fue defendida por economistas liberales como Milton Friedman como una forma de recortar el Estado de Bienestar. La lógica es palmaria: para un liberal que defiende la libertad del individuo frente a la del Estado, es preferible que sea el ciudadano quien gestione sus recursos en lugar de las administraciones públicas.

Con el objetivo de averiguar si realmente un pago mínimo mensual mejoraría la vida de los ciudadanos o, como aseguraban los detractores de la medida, impulsaría a la población a la ociosidad, se llevó a cabo el experimento Mincome en la localidad canadiense de Dauphin (Manitoba). Se trataba de una comunidad agrícola que, entre 1974 y 1979, vivió el sueño de la renta básica universal y dio lugar a miles de páginas de bibliografía, que nos descubren qué ocurre cuando uno cobra por respirar.

Una sociedad menos injusta, personas más felices

Durante décadas, la mayor parte de los datos obtenidos del producto Mincome durmieron en un almacén de Winnipeg sin que nadie se interesase por ellos, hasta que fueron redescubiertos por la socióloga Evelyn Forget, que publicó en el año 2011 el estudio definitivo sobre el experimento canadiense. En este, cada familia recibía una renta mínima mensual, salvo aquellas que ingresaban más de 13.000 dólares y tenían dos hijos o menos; las personas que trabajaban veían reducido este dinero en medio dólar por cada dólar ganado, una medida que tenía como objetivo premiar la búsqueda de empleo. La cantidad era altamente variable, de unos testimoniales 100 dólares mensuales a unos 5.800 anuales para los que carecían de otros ingresos.

Las conclusiones de Forget, expuestas en el artículo llamado “El pueblo donde no existía la pobreza”, fueron altamente positivas. En primer lugar, fue capaz de desmentir la principal preocupación de los detractores de la medida, puesto que la motivación para buscar y rendir del principal trabajador de la familia no declinaba. Sin embargo, sí hubo un pequeño descenso en la ocupación de los adolescentes y las madres de niños pequeños, seguramente porque los primeros se veían librados de la necesidad de apoyar económicamente a sus familias y las segundas podían dedicarse a cuidar de sus hijos.

Este es uno de los puntos más discutibles de la investigación, puesto que los participantes eran conscientes de que estaban participando en un estudio con fecha límite. Según los críticos del trabajo de Forget, parte del pueblo aprovechó la oportunidad de dedicarse a criar a sus hijos o dedicarse a otras labores conscientes de que dicha situación no duraría para siempre, algo que pudo haber condicionado el estudio. Sin embargo, la investigación también mostró que los ciudadanos elegían con mayor libertad el trabajo que podían llevar a cabo.

Además, se pusieron de manifiesto otra serie de efectos positivos para los habitantes del pueblo. Las visitas al médico se redujeron en un 8,5%, la salud mental de los ciudadanos mejoró y un mayor número de adolescentes terminó sus estudios. No sólo eso, sino que también descendió la violencia doméstica y el número de accidentes de coche, así como las hospitalizaciones psiquiátricas. Los efectos, por lo tanto, no sólo no perjudicaron al mercado laboral, sino que permitieron a sus habitantes vivir más felices, tanto a aquellos que recibían la paga como al resto, un efecto indirecto y sorprendente de dicha renta.

Un pequeño gasto para el Estado, un gran cambio psicológico

Hay que conocer las particularidades del pueblo para comprender de qué manera la introducción de estos ingresos mínimos influía en su bienestar mental. Dauphin era una ciudad de unos pocos miles de habitantes que vivía de la agricultura, y en la que la mayor parte de sus habitantes estaban autoempleados. Por esa misma razón, en el pasado habían convivido con una acuciante incertidumbre, que la renta había hecho desaparecer.

“Mincome ofrecía estabilidad y predictibilidad; las familias sabían que iban a contar con algún apoyo, con independencia de lo que le ocurriese a los precios de la agricultura o el tiempo”, explica Forget en su estudio. “Sabían que una enfermedad repentina, una incapacidad o un evento económico imprevisto no sería económicamente devastador”. El efecto más claro fue la desaparición de esa incertidumbre inmovilizadora que causa el miedo a perderlo todo y que hace estragos entre las clases más desfavorecidas. Además, gracias a la renta básica, y como algunos habían previsto, los costes del Estado de bienestar podían reducirse, lo que compensaba la inversión. La educación y la salud se encontraban en manos del ciudadano.

Aunque hoy algunos lo tachen de delirio radical, la realidad es que han sido los conservadores quienes, en países como Estados Unidos, más han apoyado esta medida. Por ejemplo, alguien poco sospechoso de izquierdista como Richard Nixon intentó sacar adelante el Plan de Asistencia Familiar en el año 1969, por el cual las familias americanas recibirían 2.500 millones de dólares. Sin embargo, fue tirado abajo en el senado por los demócratas.

Para finales de los años setenta, la economía global entró en crisis y el proyecto empezó a resultar demasiado caro para las arcas canadienses, lo que llegó al Gobierno a cancelarlo y a seguir almacenando los documentos durante décadas, hasta que en el año 2005 fueron redescubiertos por Forget. Un hallazgo que puede cambiar para siempre la forma en que gestionamos los recursos económicos del Estado.

Anuncio del nuevo gobierno

– Finlandia, ¿primer país europeo en aplicar la Renta Básica Universal? (Diagonal Global – 9/7/15)

(Por Susana Moliner Delgado)

El gobierno finlandés anuncia que apuesta por la renta básica universal, convirtiéndose en el primer país europeo en hacerlo. Sin embargo, conviene tomar con cautela este compromiso, dada la vaguedad del anuncio.

El pasado mes de junio, el gobierno finlandés de centro derecha presentó su proyecto piloto de renta básica. Dicha medida figuraba en el programa del nuevo gobierno dirigido por el primer ministro Juha Sipilä, que tomo posesión el mes pasado.

Los detalles de la aplicación de esta medida no se han hecho todavía públicos. De hecho, el anuncio gubernamental realizado el 16 de junio consiste en cinco palabras: “implementar una renta básica experimental”.

Sin embargo, el gobierno ha explicitado que todas las personas tendrán derecho a percibir una cantidad periódica que cubra las necesidades vitales sin que por ello deban realizar contraprestación alguna  Los ciudadanos que deseen tener un estándar de vida más alto complementarán esta renta con un empleo asalariado o una iniciativa empresarial.

El primer ministro Sipilä considera que la renta básica es un instrumento crucial para luchar contra la pobreza. “Si alguien pierde su empleo, el sistema tiene que asegurarle un salario mínimo para satisfacer sus necesidades fundamentales”, ha declarado.

La introducción de esta renta básica eliminaría todas las prestaciones sociales existentes, incluidas las pensiones. Por lo que el servicio público puede verse significativamente reducido, lo que permitiría, según el gobierno finlandés, hacer un ahorro sustancial. La experiencia comenzaría en las regiones con altas tasas de desempleo.

Todos los socios de la coalición del país nórdico parecen estar completamente conquistados por el proyecto. Sin embargo, existen divergencias de opinión respecto a la cuantía de dicho ingreso.

Según la Alianza de la Izquierda tendría que fijarse en 620 euros al mes; los verdes son más minimalistas, con una cantidad de 440 euros.

En cuanto a los liberales, que son los más generosos, han evocado un rango de 850 a 1.000 euros por mes, tal y como ha mencionado el diputado Björn Wahlroos. Según David J. Cord, columnista del Helsinki Times, la renta básica tendría que ascender a 1.166 euros para asegurar ese objetivo declarado de acabar con la pobreza.

Según los últimos sondeos, el 79% de la población finlandesa apoya esta renta básica universal. Por otro lado, también se ha observado una resistencia por parte de los funcionarios que ven amenazados sus empleos.

 

 

Una medida con muchos interrogantes

El anuncio del nuevo Ejecutivo finlandés ha suscitado también dudas por su escasa concreción, por el carácter condicionado o no de la prestación y por lo que supondría de desaparición de todas las restantes ayudas y subsidios.

“Este prematuro entusiasmo ha de ser disminuido por el realismo”, opina Otto Lehto, responsable de la red BIEN, un grupo de discusión sobre la renta básica universal incondicionada, quien apuesta por la cautela al valorar el anuncio.

“No está del todo claro que se entienda el término en el mismo sentido, muchos políticos lo que apoyan es una renta básica condicionada, evaluable y no universal. Luego también hay elementos del gobierno, incluidos ministros poderosos, que se oponen claramente a la renta básica y harán lo que puedan por abortar este proyecto experimental”, añade.

En su opinión, además, no está nada claro que la coalición de gobierno que forma el Centre Party, True Finns y el National Coalition Party compartan la misma propuesta sobre la renta básica. El primer partido parece más volcado con la idea, sus dos socios muestran reticencias, afirma Lehto. “Aunque el Centre Party ha conseguido incluir el proyecto de renta básica en la agenda del gobierno, ésta no figura muy arriba en la lista de prioridades de los otros dos partidos de la coalición”, asegura.

Efectos y consecuencias de la “paguita”

– Utrecht dará 1000 € al mes a sus ciudadanos a partir de 2016: la renta básica a prueba (El Confidencial – 12/7/15)

(Por Héctor Barnés)

A partir de enero, algunos habitantes de la localidad holandesa recibirán entre 900 y 1.300 euros al mes para comprobar si de verdad sirve para algo o si por el contrario es perjudicial

Hace algo más de un año, la promesa de que Podemos implantaría una renta básica universal si llegase al poder reabrió el debate sobre esta paga que, no obstante, se remonta a muchas décadas atrás, cuando liberales como Milton Friedman lo consideraron una alternativa a la protección estatal del Estado de Bienestar. Ahora, la ciudad holandesa de Utrecht se propone llevar a cabo un experimento que resuelva las grandes preguntas sobre dicha renta, sobre todo si, como sus detractores afirman, percibir un dinero fijo garantizado provoca que sus beneficiarios se despreocupen por la búsqueda de trabajo.

El programa, que ha sido diseñado conjuntamente por el ayuntamiento de la ciudad y su universidad, se implantará a partir de enero del próximo año y examinará de qué manera cada una de las distintas rentas afecta a la vida de los que las perciben. Los 300 participantes recibirán un cheque anual con una paga de entre 900 y 1.300 euros por familia, dependiendo de su número de miembros. De todos ellos, 50 recibirán la paga completa sin que esta dependa de ningún otro factor como tener trabajo u otros ingresos. Los tres grupos restantes estarán sujetos a reglamentaciones diferentes y más exigentes. Además, existe un grupo de control que percibirá los mismos beneficios y estará sujeto a las mismas condiciones que cualquier otro ciudadano de la ciudad, como perder el derecho a percibir la paga si no encuentran trabajo.

Como recuerda un artículo publicado en The Independent, Utrecht es una de las ciudades más peculiares de Europa en cuanto a su fuerza de trabajo, ya que tiene la mayor proporción de empleados a tiempo parcial (un 46,1%) de todo el continente. Una buena razón para ir un paso más allá y averiguar si una renta básica garantizada permite una búsqueda de empleo más libre y la flexibilización del mercado laboral, como defienden sus partidarios. En España, el porcentaje de trabajadores a tiempo parcial representó el 16,25% durante el primer trimestre del año.

Toma el dinero y… ¿corre?

Este experimento intenta averiguar a través de una aplicación temporal y limitada las posibles implicaciones a largo plazo de este tipo de renta. Como ha explicado a DeStad Utrecht Victor Everhardt, concejal de Empleo del ayuntamiento, sus datos muestran que menos del 1,5% de los beneficiarios de sus programas ha hecho mal uso del mismo, “pero antes de que todos entremos en un debate honrado sobre si tendríamos que adoptar o no la renta básica, debemos examinar primero si funciona de verdad”. Nienke Horst, una de las directoras del proyecto, explicaba a Quartz que “hay gente que dice que no van a intentar buscar trabajo, pero ya lo averiguaremos”.

Horst se muestra optimista a tal respecto, ya que reconoce que su hipótesis es que “más gente será un poco más feliz mientras sigue buscando trabajo”. Si el experimento de un año de duración funciona, es posible que la ciudad holandesa de algo más de 300.000 habitantes se convierta en la primera de toda Europa donde se implante este programa que fue finalmente descartado por Podemos.

No se trata de la primera vez que se realiza un experimento de este tipo. Como ya contamos en un artículo previo, el proyecto Mincome, llevado a cabo en Dauphin, una localidad agrícola de Canadá, proporcionó entre 1974 y 1979 una renta a sus habitantes, aunque no fue hasta hace apenas unos años que la socióloga Evelyn Forget examinó los resultados. Esta llegó a la conclusión de que no sólo la violencia doméstica, los accidentes automovilísticos y las hospitalizaciones psiquiátricas habían descendido, sino que esta renta no perjudicaba la búsqueda de empleo de los ciudadanos, que disfrutaban de una mayor libertad a la hora de elegir un trabajo u otro.

Sin embargo, el experimento planteado en Utrecht es muy diferente al de Dauphin, como explica la propia Forget. “Lo que pierdes al limitar el programa a los actuales beneficiarios de las ayudas es la posibilidad de hacer la vida mejor para los trabajadores pobres, la gente que obtiene sueldos bajos por trabajos que a veces se cuelan entre las grietas del sistema existente”, ha explicado en Quartz. En el experimento llevado a cabo en Canadá, todos los ciudadanos recibieron la paga independientemente de su situación laboral. “Cuando tienes un programa con más libertad, la gente tiene el poder de aceptar la responsabilidad por sus propias decisiones y, creo, los resultados serán beneficiosos”. Este proyecto puede extenderse pronto a otras localidades como Nijmegen, Wageningen, Tilburgo y Groningen, que se encuentran en conversaciones con el ayuntamiento de Utrecht y que están esperando permisos de La Haya para poner en marcha sus propios programas de renta básica.

Sobre la viabilidad económica de una renta básica universal (that is the question)

La propuesta de creación de una renta básica universal (RBU) no es novedosa. De hecho, desde 1986 existe una red europea, la Basic Income Earth Network (BIEN), que tiene como objetivo fundamental impulsar el debate y el análisis sobre esta propuesta (España cuenta con la denominada Red Renta Básica (RRB), como sección oficial de la BIEN).

Las principales características de la renta básica universal, que la distingue de otras prestaciones ya existentes en la mayoría de los países europeos, son que los destinatarios son los individuos y no los hogares o familias y el derecho a su percepción no exige ningún tipo de requisito más allá de la ciudadanía, es decir es independiente de la existencia de otras fuentes de renta y no requiere una contraprestación laboral o que el individuo se encuentre en búsqueda activa de trabajo.

El Dividendo del Fondo Permanente (PFD) de Alaska financiado por una fracción de los ingresos estatales derivados del petróleo y que reparte una renta anual variable (en su historia ha variado desde 331 dólares en 1984 hasta 2.069 dólares en 2009) a todos los individuos que lleven al menos un año de residencia sería un buen ejemplo de RBU.

La primera cuestión que plantea la propuesta de renta básica es su viabilidad financiera.

Según Abraham Zacuto (Fedea – 19/1/15): “Una estimación sobre su coste potencial en el caso español puede efectuarse sobre la base de las cifras de población más recientes, que cifran el número de habitantes en España en 46,508 millones de personas a finales de 2013. Si se decidiera fijar la renta básica en el denominado umbral de la pobreza, que se iguala habitualmente al 60% de la mediana de la renta de los individuos de un país, la cuantía a percibir por cada individuo, asumiendo que todos los ciudadanos cobraran la misma cuantía con independencia de su edad o renta, sería de alrededor de 8.114 euros anuales (cuantía estimada a partir de la información proporcionada por la Encuesta de Condiciones de Vida correspondiente a 2013 de Eurostat). El coste para las arcas públicas de un programa de estas características habría sido, por tanto, de 377.365 millones de euros anuales en 2013 (cerca del 36% del PIB de ese año). Si se optara por restringir la percepción de la renta básica a los mayores de edad (la población mayor de 18 años en España se situó a principios de 2014 en alrededor de 38,159 millones de personas), como en ocasiones se defiende, el coste alcanzaría los 309.297 millones anuales, alrededor del 30% del PIB en el caso español.

La propuesta parece sugerir, que la renta básica sustituiría a las prestaciones condicionadas actuales que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. En el caso español es posible calcular la magnitud de estos “ahorros”, al menos de forma aproximada. De acuerdo con la información disponible sobre beneficiarios y cuantías medias de las distintas prestaciones existentes, el establecimiento de una renta básica equivalente al umbral de la pobreza permitiría reducir en alrededor de un 9% del PIB el gasto en prestaciones sociales actuales. El coste neto de la introducción de la renta básica sería, por tanto, de alrededor del 21% del PIB al año, bajo el supuesto de que solo se aplicara a los mayores de edad.

Obviamente, el sector público debería recaudar de los agentes económicos una cantidad equivalente al coste neto estimado. En el caso español, su financiación requeriría aumentar los ingresos públicos anuales de las Administraciones Públicas en más de un 55% en relación con los recaudados en el año 2013. En concreto, los ingresos públicos se situaron en 2013 en 393.468 millones de euros (37,5% del PIB) y financiar la renta básica exigiría recaudar 220.328 millones de euros adicionales (21 puntos porcentuales de PIB). Las distorsiones que un incremento de la presión fiscal de esa magnitud produciría son difíciles de estimar pero necesariamente serían muy elevadas. Es más, la reacción esperada de los agentes, tanto en términos de deslocalización de empresas como de desincentivos a la participación laboral asociada a unos tipos marginales impositivos extremadamente elevados o de incremento del fraude fiscal y la economía sumergida, harían probablemente imposible recaudar esas cuantías. Como referencia, los sucesivos incrementos del IVA durante la crisis, que han situado el tipo general de este impuesto en el 21% desde el 16% vigente en 2007, habrían generado un incremento de recaudación, de acuerdo con las estimaciones de la Agencia Tributaria, de alrededor del 2% del PIB, sin tener en cuenta la reacción de los agentes, lo que representa solo una décima parte de lo que se requeriría para financiar la renta básica.

Una propuesta de estas características tendría, además, un efecto muy importante en la composición de los flujos migratorios. Es razonable pensar que nuestro país se convertiría en más atractivo para los inmigrantes de baja cualificación, que tendrían derecho también a la renta básica, salvo que se limitara su pago a la población de nacionalidad española…

Pero, sin duda, algunos de los efectos más negativos de la propuesta se derivarían de los incentivos negativos que generaría a la participación laboral. En la medida que su percepción no incorpora ninguna condicionalidad, ni de búsqueda de trabajo ni de participación en actividades formativas, los efectos sobre la participación laboral pueden ser especialmente negativos para aquellos colectivos que probablemente se pretende proteger, que es el de las rentas más bajas. La percepción de un subsidio incondicional genera un efecto renta que permite a cualquier individuo consumir lo mismo trabajando menos, con lo que hay un evidente desincentivo a trabajar…

Finalmente, es importante subrayar que una medida de estas características situaría el peso del gasto público en la economía española en niveles cercanos al 65% del PIB, dado que el gasto público sobre PIB se situó en España en el 44,3% del PIB en 2013. Esta es una magnitud que no se observa en ninguna economía desarrollada o en vías de desarrollo, con la excepción de Libia, país en el que esa ratio alcanzó un 70% en 2013. Es un nivel que se sitúa 15 puntos de PIB por encima del promedio del área del euro y 25 puntos de PIB más elevado que el observado en la media de los países del G20. Francia, país europeo en el que esta ratio alcanzó un nivel más elevado en 2013, presentó también en ese año una ratio significativamente más baja, del 57% del PIB. El nivel de redistribución de la renta asociado a ese nivel de gasto público y de los impuestos necesarios para financiarlo no tendría parangón en las economías mundiales lo que como no puede ser de otra forma llevaría asociadas consecuencias económicas de calado”…

“La verdad de la milanesa” (ceteris paribus)

“Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible” (como decía Rafael “El Gallo”, que según los entendidos ha sido quizá el torero más genial de todos los tiempos).

Habrá que buscar otras alternativas, que sean viables financieramente, que se otorguen únicamente a la parte desprotegida de la sociedad, que no desalienten la búsqueda de trabajo, que se concedan a cambio de algún tipo de prestación social sustitutoria, que no afecten a otros servicios públicos (sanidad, educación, pensiones…), que solo se concedan a los nacionales de cada país… y “siguen las rebajas”.

Mientras esperamos que los “robots” nos coman la merienda, algo habrá que hacer con la ingente masa de desocupados (¿50%, 70%, u 80% -según quien haga el cálculo- de la población activa?) que se vaya generando durante el proceso de reemplazo (de los hombres por las máquinas).

Supuestamente, ganarán el pan “sin” el sudor de su frente… ¿y qué más? ¿Se quedarán conformes en su nuevo status de “precariado”? ¿Estarán todos dispuestos a ser “prosumidores”? ¿Se dedicarán todos al ocio y las redes sociales? ¿Formarán la legión de los beneficiarios del “tittytainment”?

En realidad, no me interesa debatir, por “inabarcable” (para mi humilde condición de simple comentarista de sucesos económicos), si terminaremos todos “evaporados” por los “dark pools”, los “hedge funds” los “black holes”, la “artificial inteligence”, la “ciclogénesis tecnológica explosiva”,  el “vórtice polar informático extremo”, el “tsunami de la estulticia heredada” o por el “terremoto de la sinrazón autogenerada”.

Como cristiano, estoy en disposición de aceptar que cualquiera de ellas pueda ser la forma que adopte el “Fin del Mundo” y llegue el “Día del juicio final”. Aunque, si es por elegir, preferiría que nos destruya un asteroide y no que lo hagan las relaciones de producción.

Nos dicen las Escrituras, que vendrá el día en que estaremos de pie ante Dios para ser juzgados. También nos enseñan que todos seremos valorados según nuestras obras.

“Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante de Dios; y los libros fueron abiertos; y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida. Y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras…

Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el infierno entregaron los muertos que había en ellos; y cada uno fue juzgado según sus obras”…  (Apocalipsis).

Lo que sí me importa discutir, es el “mientras tanto”. ¿Qué hacemos con la gente económicamente “sobrante”, hasta el día que la “inteligencia artificial” ponga el “The end” en esta peli surrealista?…

Descripción: Hombre feliz con carretilla llena de dinero.

 

Por supuesto que hay críticas fuertes de quienes piensan que la RBU no es una buena idea.

– (Febrero 2017) Summ cuique tribuere (recorriendo la hemeroteca de cabotaje)

 

Descripción: Imagen de 'Tiempos modernos', de Charles Chaplin, un icono de la Revolución Industrial

 

– ¿Una renta básica europea? (El Mundo – 28/9/14)

(Por Carlos Fresneda)

“¿Debería el Estado facilitar una paga mínima incondicional a cada ciudadano?”. Ésa será la pregunta a la que podrán responder en un par de años los suizos en un referéndum del que poco se ha hablado hasta ahora. Y ésa es también la cuestión de fondo que se están plateando ya en varios países europeos donde la Renta Básica ha pasado de ser “una utopía del ayer a una propuesta para el futuro inmediato”.

Le tomamos la palabra a Stanislas Jourdan uno de los participantes en la primera cumbre de Renta Básica Incondicional Europa (UBIE) que se ha celebrado este fin de semana en Atenas, al rebufo de la iniciativa ciudadana que logró reunir más de 300.000 firmas en 28 países hace apenas nueve meses.

En las cercanías del Partenón, en el Centro Cultural Melina Mercouri, ha resonado estos días la iniciativa de consulta popular ya en marcha en Suiza (Bernard Kundig) y también la incipiente propuesta en Grecia, encabezada por el eurodiputado del Partido Verde Nikos Chrysogelos.

A la llamada ateniense acudió el profesor de la Universidad de Londres Guy Standing, cofundador de BIEN (Basic Income Earth Network) y autor de libro-bandera de los tiempos que corren: “El Precariado: una nueva clase social”. Sostiene Standing que el “precariado” es esa nueva mayoría silenciosa golpeada por el desempleo, la incertidumbre laboral y el desmantelamiento del estado del bienestar. Asegura el académico británico que las políticas de austeridad han creado un callejón sin salida para millones de ciudadanos europeos, jóvenes y no tan jóvenes, condenados a vivir en precariedad.

En este contexto de desigualdad creciente y situaciones de exclusión social cada vez más patentes en los países europeos, se hace urgente y necesario pensar en otra forma de compartir y redistribuir los ingresos, que cada vez llegarán más del capital y de los mercados financieros. Y es ahí donde entra en juego la renta básica: un ingreso pagado incondicionalmente por el Estado como “derecho de ciudadanía”.

“La renta básica es ante todo una cuestión de dignidad y libertad”, intervino desde Barcelona el economista Lluís Torrens, invitado en la lejanía a la conferencia de Atenas. “Principalmente, la dignidad de los que están con mayor riesgo de exclusión social, que en España son los jóvenes y los mayores de 50 o 55 años, y también la mujeres y los mayores, que han sido golpeados duramente por la crisis. Y libertad, porque nadie se puede considerar libre si las condiciones materiales de sus existencia dependen de un mercado laboral que ha caído en manos del capitalismo neoliberal”.

Según Torrens, profesor asociado de la Escuela Superior de Negocios Internacionales (Universitat Pompeu Fabra) y miembro de la Red de Renta Básica, las pensiones y los subsidios “condicionales” del Estado han logrado contener temporalmente la revuelta social, “pero ese colchón está desapareciendo progresivamente, y lo que es peor, la pobreza se extenderá de las familias desempleadas a sus parientes jubilados”.

Datos preocupantes sobre España

Frente a los indicadores que hablan de la paulatina recuperación de la economía española, y pese a los problemas técnicos (su conferencia tuvo que al final ser leída “in situ” por un voluntario), Torrens puso datos preocupantes sobre la mesa: “España se ha convertido en el segundo país más desigual de Europa después de Letonia. Casi el 30% de la población está en riesgo de pobreza o de exclusión social. Según Intermon Oxfam, España podría tener 20 millones de pobres en el 2015”.

Es precisamente en países como España y Grecia, duramente atacados por la crisis y el desempleo, donde el economista catalán ve más posibilidades a una iniciativa como la Renta Básica (RB). El propio Lluís Torrens, junto con Daniel Raventós y Jordi Arcarons ha demostrado la viabilidad de la RB en dos estudios para Cataluña y Guipúzcoa. A nivel estatal, asegura, la financiación de una renta básica universal (de 650 euros por cabeza) costaría menos de 50.000 millones de euros, o el 5% del Producto Interior Bruto.

“Existen grandes errores de cálculo entre los detractores e incluso entre los defensores de la renta básica”, advierte Torrens. “Tampoco mucha gente entiende que una renta básica combinada con un tipo único sobre la renta es más progresivo que el actual sistema de tarifas marginales crecientes del IRPF”.

En cualquier caso, la RB ha saltado a la agenda política de la mano de partidos como Podemos. “En el programa de dos candidatos alternativos a la secretaría general del PSOE ya estaba también incluida una propuesta, aunque no estoy seguro de que el PSOE quiera aceptarla mientras los grandes sindicatos no estén a favor”, admite Torrens. “Ahora bien, si la izquierda alternativa avanza, podría haber un debate y empujar a los grandes partidos a mover ficha”.

“La RB es perfectamente viable y además es mucho más racional y efectiva que el actual sistema de ayudas condicionadas”, sostiene Torrens. “Las ayudas actuales pueden provocar la trampa de la pobreza: los beneficiarios prefieren seguir disfrutando de ellas que ponerse a trabajar, porque entonces pierden la ayuda y luego les cuesta mucho tiempo recuperarla… Y no es cierto que la RB fomente el parasitismo, más bien lo contrario: hay estudios que demuestran que sirve para empoderar a los trabajadores, para ayudar a emanciparse a los jóvenes y a las mujeres, para evitar la exclusión social y financiera”.

“Con variantes más o menos disimuladas, la RB es ya una realidad en los países nórdicos, donde nadie se queda sin lo básico para sobrevivir”, afirma Torrens, que insiste en la necesidad de una revisión a fondo del tiempo de trabajo para hincar el diente al grave problema del desempleo: “Paradójicamente, en España se trabajan muchas más horas que en los países con bajo paro. Si los españoles se repartieran las horas de trabajo de una manera similar a Holanda o Alemania, nuestro paro sería similar al suyo”.

“La Renta Básica permitiría avanzar al mismo tiempo hacia un mejor reparto del trabajo”, concluye el profesor de Universitat Pompeu Fabra. “Lograríamos crear empleo sin incrementar costes, y las rentas más bajas y medias saldrían ganando (la reducción del salario total se vería sobrecompensada con la RB). No es la cuadratura del círculo, porque habría problemas para su aplicación, pero creo realmente que se le parece… La Renta Básica sería un colchón de seguridad y podría contribuir a producir un verdadero cambio en las relaciones laborales en nuestro país”.

– 6 ventajas de la Renta Básica frente a la Renta Mínima (Economistas sin fronteras – 20/1/15)

(Por Juan A. Gimeno)  

Los sistemas de rentas mínimas que intentan paliar las situaciones más angustiosas de necesidad son complejos, heterogéneos y escasamente eficaces.

Con los datos de 2010, sería viable una renta básica de 4.755,80 euros anuales (396,32 euros mensuales). Obsérvese que para una familia de dos adultos y dos menores, la renta básica supondría 12.365,18 euros al año.

La desigualdad y los índices de pobreza vienen creciendo de forma alarmante, y muy especialmente en nuestro país por las políticas aplicadas bajo el pretexto del control del déficit presupuestario.

La mayor parte de las prestaciones actuales implican el reconocimiento público de situaciones de marginación.

Los sistemas de rentas mínimas que intentan paliar las situaciones más angustiosas de necesidad son complejos, heterogéneos y escasamente eficaces. Buena parte de los posibles beneficiarios no acceden a las ayudas, los costes administrativos de gestión son muy altos, tanto para la administración pública correspondiente como para el propio sujeto beneficiario, sometido a farragosos controles y trámites administrativos. Es sangrante el importante retraso que se sufre desde el momento en que se inician los trámites de solicitud y el efectivo disfrute de la prestación, con el consiguiente efecto de desprotección temporal.

El hecho de que las prestaciones estén condicionadas al cumplimiento de determinadas circunstancias y que sean habitualmente incompatibles con la obtención de empleo u otros ingresos, suponen un desincentivo al empleo y un estímulo a la economía sumergida (trampa de la pobreza). La mayor parte de las prestaciones implican el reconocimiento público de situaciones de marginación, con lo que ello supone de estigmatización social.

La propuesta de una renta básica viene a ser una respuesta adecuada a todos estos inconvenientes, que se convierten así en sus grandes ventajas:

1. Es una medida directa y eficaz contra la pobreza.

2. Es de muy sencilla aplicación y gestión, por lo que es relativamente fácil asegurar el acceso universal y la equidad en su recepción.

3. Se reducen drásticamente los costes de gestión relacionados, con lo que ello implica de ahorro de recursos para las administraciones y para los ciudadanos.

4. La prestación es previa y automática, por lo que se evitan retrasos indebidos en su disfrute.

5. La compatibilidad explícita con cualquier otro ingreso permite obviar la trampa de la pobreza, así como eliminar incentivos al fraude y las barreras para aceptar ofertas de empleo.

6. Desaparece cualquier atisbo de estigmatización social o vergüenza. Es un derecho universal por el mero hecho de ser ciudadano y miembro de una colectividad.

La renta básica sería percibida por todo ciudadano mayor de edad con residencia permanente. Los menores de edad tendrían derecho, en su caso, a una prestación menor.

Dos grandes críticas se hacen a la propuesta de renta básica: el desincentivo al trabajo y su inviabilidad financiera.

Pero la renta básica elimina la trampa de la pobreza pues los ciudadanos saben que los posibles nuevos ingresos de un trabajo no hacen perder el subsidio que perciben. Ello hace más atractivo todo nuevo ingreso puesto que es adicional y no alternativo. No cabe esperar un efecto grave sobre la oferta de trabajo. Quizás se avanzaría hacia un mejor reparto del trabajo existente por cuanto que una pequeña parte de los trabajadores podrían desear horarios más reducidos.

¿Vamos a estar pagando con nuestro trabajo a los vagos? Sabiendo que ese supuesto afectaría a una pequeña minoría, la primera reflexión es que en situaciones de pleno empleo quizás pudiera discutirse; pero existiendo altos índices de desempleo, posibilitar una “selección natural” de los parados supondría previsiblemente un incremento de la productividad. Por otra parte, probablemente gastamos más en intentar dejar fuera de subsidios al vago (con dudoso éxito) que lo que nos costaría pagarles directamente una renta básica.

Un comentario común entre los críticos es que resulta rechazable entregar un subsidio de igual cuantía al pobre que al millonario. Ya en el IRPF existe un mínimo personal y familiar que implica de hecho una reducción para todos. De hecho, la situación actual implica que se entrega un subsidio de mayor cuantía al millonario que al pobre.

Los números de la Renta Básica

En todo caso, para hacer viable financieramente la propuesta, a partir de un cierto nivel de renta y de forma progresiva se reduciría la cuantía percibida en concepto de renta básica hasta llegar a anularse para los ciudadanos situados en el extremo superior de la escala de ingresos, a través de un recargo en el IRPF.

Si consideramos que:

§ la renta básica absorbería la casi totalidad de las prestaciones asistenciales actuales y la parte correspondiente de las contributivas.

§ se suprimirían deducciones y prestaciones familiares actualmente existentes.

§ habría un pequeño ahorro de gestión.

§ el aumento de renta que supondría para los niveles inferiores de renta propiciaría un relanzamiento del consumo y de la recaudación tributaria… estimamos que deberíamos recuperar en el IRPF poco más del 40% del programa. O lo que es lo mismo, que se autofinanciaría el 60% del coste total (v. cuadro).

 

Descripción: http://www.elsalmoncontracorriente.es/IMG/png/renta_basica.png

 

Ello permitiría una renta básica de 4.755,80 euros anuales (396,32 euros mensuales). Obsérvese que para una familia de dos adultos y dos menores, la renta básica supondría 12.365,18 euros al año, 1.030,43 al mes. Y la mayoría de las rentas mínimas actuales suponen, para situaciones familiares, importes menores al citado.

En todo caso, la propuesta de una renta básica es viable y conveniente por lo que supondría de simplificación, automatismo, reducción de la pobreza y la economía sumergida, y mejora en la equidad de nuestro sistema de protección social.

– Finlandia, Suiza y Utrecht inician el camino (El Salmón Contracorriente – 19/7/15)

(Por Juan Gimeno – Economistas sin fronteras) 

Europa pierde el miedo a la renta básica para la ciudadanía

El viejo continente parece poco a poco romper el tabú de la renta básica y ya son varias las administraciones locales y nacionales, las que comienzan a apostar por una figura económica que fuera de las fronteras europeas ya ha registrado experiencias de éxito en la reducción de la pobreza y las desigualdades.

¿Qué tienen en común dos países como Suiza y Finlandia? ¿Y estos dos con la ciudad holandesa de Utrecht? Seguramente, más de lo que se podría pensar. Un ejemplo de ello son las noticias que se han conocido en las últimas semanas en relación con la implantación de una renta básica para sus ciudadanos.

En Suiza, un comité popular ha conseguido más de las 100.000 firmas necesarias para convocar el referendo con el que los suizos decidirán si se aprueba o no que cada ciudadano cobre una renta de 2.500 francos suizos al mes de forma incondicional y con independencia de que trabajen o no.

La ciudad de Utrecht va a poner en marcha, a finales de verano, un experimento para determinar si la sociedad puede funcionar introduciendo una renta básica universal.

El pasado 16 de junio, el gobierno finlandés de centro derecha ratificó formalmente su compromiso, que figuraba en su programa electoral, de “implementar una renta básica experimental”.

Aunque en los dos últimos casos está presente el carácter “experimental” de la medida económica, la coincidencia de las tres noticias demuestra que se está perdiendo el miedo a plantear en serio la implantación de esa figura.

En el caso de la ciudad holandesa, la cuarta más poblada de los Países Bajos con más de 330.000 habitantes, el experimento consistirá en el seguimiento de tres grupos: uno de control, que no tendrá cambio respecto a las normas actuales; otro con una renta básica sin requisitos y un tercero en el que sí se controlará esa renta.

Según las autoridades utrechtenses, menos del 1,5% abusan de los servicios sociales y debe estudiarse si no funcionará mejor un sistema basado en la confianza. En la actualidad, reconocen, los posibles beneficiarios se enfrentan a un bosque de sistemas de control y de normas burocráticas de dudoso resultado.

El gobierno de Finlandia recién elegido promete que todas las personas tendrán derecho a percibir una cantidad periódica que cubra las necesidades vitales sin que por ello deban realizar contraprestación alguna. Según los sondeos, el 79% de la población finlandesa apoya esta renta básica universal.

Es obvio que no cabe caer en la euforia. En el caso suizo se trata de una propuesta que no es fácil que resulte vencedora cuando se someta a votación. El carácter conservador y de coalición del gobierno finlandés aconseja ser precavidos hasta ver en qué acaba la propuesta y ver si no supone un detrimento del estado de bienestar. Y el experimento holandés puede quedar en un simple estudio universitario más, que venga a añadirse a las experiencias exitosas anteriores, sin que por ello los políticos se atrevan a dar el paso decisivo.

La renta básica en el resto del mundo

Entre 1974 y 1979, el pueblo canadiense de Dauphin experimentó la renta básica universal. Cada familia recibía una renta mínima mensual. La cantidad variaba entre unos casi simbólicos 100 dólares mensuales a unos 5.800 anuales para los que carecían de otros ingresos.

Se constató que la motivación para buscar y rendir del principal trabajador de la familia no disminuía. Las investigaciones también mostraron que los ciudadanos elegían con mayor libertad el trabajo que podían llevar a cabo. Sí hubo un pequeño descenso en la ocupación de los adolescentes y las madres de niños pequeños. Los primeros se veían liberados de la necesidad de apoyar económicamente a sus familias con lo que un mayor número de adolescentes terminó sus estudios. Entre otros efectos, se constató que se redujeron las visitas al médico, la salud mental de los ciudadanos mejoró y descendieron la violencia doméstica, los accidentes de coche y las hospitalizaciones psiquiátricas.

Por lo tanto, la medida no sólo no perjudicó el mercado laboral, sino que incrementó notoriamente el bienestar general de la población.

Conocemos también un experimento de puesta en marcha de una renta básica en la región Otjivero-Omitara de Namibia. En julio de 2007 se entregó una renta básica mensual de 100 dólares namibios a cada residente menor de 60 años. A finales de 2008, algunos de los resultados observados fueron los siguientes:

La pobreza se redujo del 76% al 16%.

La población (mayor de 15 años) involucrada en actividades económicas pasó del 44% al 55%, sobre todo por el inicio de pequeños negocios gracias al subsidio recibido.

La malnutrición infantil descendió del 42% al 10%.

Las tasas de absentismo escolar pasaron del 40% a prácticamente cero.

La delincuencia se redujo en tasas del orden del 42%, de acuerdo con datos de la policía local.

Se redujo la deuda media de los hogares en un 36%.

En Alaska, existe desde hace años un fondo procedente del capital que genera la explotación de minerales y petróleo en el Estado. Toda persona que reside legalmente en el estado durante un mínimo de 6 meses recibe un ingreso en función del rendimiento del fondo, del orden de los 2.000 euros anuales. Ninguna autoridad ha cuestionado sus virtudes, ni siquiera la conservadora gobernadora Sarah Palin. Nadie habla de efectos perversos de tal renta y Alaska es el segundo estado con menor desigualdad en los Estados Unidos, solo superado por Utah.

La renta básica supera los inconvenientes de los programas tradicionales de rentas mínimas: porque es incondicionada y automática, sin necesidad de solicitud ni aprobación previa; se recibe antes incluso de que aparezca la necesidad, evitando los retrasos de los sistemas vigentes que llegan a una media de doce meses; exige una gestión mínima frente al actual laberinto burocrático; es compatible con otros ingresos, por lo que elimina la trampa de la pobreza y los posibles incentivos a la economía sumergida; evita la estigmatización de la pobreza; y puede graduarse fácilmente, a posteriori, en función del nivel de renta (lo que permite también garantizar su viabilidad financiera).

Las noticias reseñadas al inicio parecen mostrar que el avance hacia la implantación de una renta básica es consistente. Con las ventajas descritas y las experiencias de aplicación disponibles tan favorables, la pregunta es ¿por qué no abandonamos los experimentos para pasar ya a su puesta en marcha? ¿Aparecerán políticos valientes, con capacidad de liderazgo para atreverse definitivamente a hacerlo?

– Unos 40 municipios holandeses planean experimentar con renta básica universal (La Vanguardia1/8/15)

(Por María López Fontanals)

Unos 40 municipios holandeses examinan la viabilidad de proyectos piloto que investiguen sobre la renta básica universal y ofrezcan soluciones alternativas al actual sistema de subsidios sociales, reflejando un creciente interés en Holanda por este tipo de ingreso ciudadano.

Se trata de una popularidad que además ha alcanzado niveles internacionales desde que medios como el británico “The Independent” se hicieran eco de los planes de la ciudad de Utrecht en poner en marcha un proyecto piloto basado en esta renta básica universal.

El concejal de Trabajo de Utrecht y uno de los responsables de que se lleve a cabo el proyecto, Victor Everhardt, explicó a Efe que la ciudad está “todavía trabajando en el diseño de nuestro plan” y “probablemente no empezaremos hasta el próximo año”.

Utrecht tiene ya definido “el esquema básico del experimento”, que “durará un año”, y al que invitarán a participar “a todas las personas con prestación social en Utrecht” y para el que necesitan “al menos 250 personas para llevarlo a cabo”, indicó.

Estas personas, que serán elegidas al azar entre los solicitantes, “se dividirán en cinco grupos”.

Uno que estaría “controlado”, siguiendo las normas actuales, “otros tres que se administrarán con normas más flexibles” y “uno que se establecerá sin reglas ni ningún requerimiento y que será el “más parecido a la renta básica universal””, concretó el técnico.

Para Everhardt, la idea de este experimento “surge de la voluntad de simplificar las normas y los requisitos actuales en materia de bienestar”, porque “muchas no contribuyen a nuestro objetivo común de ayudar a la gente a encontrar trabajo”, entre otros.

En Utrecht creen que “las normas y regulaciones en materia de bienestar actuales deben y pueden simplificarse” y ahora se trata de investigar “cuál es la combinación que mejor funciona”, añadió.

Pero es más, en toda Holanda otras “40 poblaciones están poniendo en marcha experimentos vinculados a la renta básica”, señaló en declaraciones a Efe el econometrista holandés especializado en renta básica, Sjir Hoeijmakers.

La cifra es aproximada porque cada una se encuentra en un estadio diferente y algunas “son tan incipientes que no podemos saber hasta dónde llegarán”, afirmó.

Este joven experto, que finalizó sus estudios el año pasado, ha terminado dedicándose a tiempo completo a la renta básica universal desde que concluyera con éxito su propia campaña de micromecenazgo a través de la que cobrará 1.000 euros mensuales durante dos años.

“Creo que ahora es el momento para dedicarse a investigar, escribir o crear sinergias alrededor de la renta básica en Holanda porque están teniendo lugar muchas iniciativas muy interesantes”, comentó el experto.

Iniciativas que, según Hoeijmakers, “son muy diversas e interesantes” porque “en algunos casos son ciudadanos corrientes quienes las están poniendo en marcha o políticos”, y a veces incluso “académicos o técnicos de los servicios sociales”.

Además, “están despolitizadas” porque “incluyen miembros de todos los partidos políticos en Holanda”, concreta.

De entre los proyectos pilotos, “ocho son bastante prometedores y están en proceso de concretarse”, explicó este joven de 24 años.

Entre ellas, Utrecht, Tilburg, Wageningen y Groningen ya están trabajando en un plan más concreto, recalcó, y algunos ya se han puesto en marcha.

Existe otro segundo grupo que incluye las poblaciones de Nijmegen, Maastricht, Amsterdam y Geldrop-Mierlo que están investigando para ver qué experimento llevar a cabo, especificó.

En general, todos son experimentos alrededor de la renta básica, pero no todos experimentan al mismo nivel y, según Hoeijmakers, “existen dos direcciones claras”.

Por un lado están “los experimentos que trabajan en exigir menos condiciones para acceder a la prestación social” y por otro lado “aquellos dirigidos a eliminar la denominada trampa de la pobreza”

Esta última tendencia en la que encontramos iniciativas como la de MIES en Groningen o la de “Ons basis inkomen” (nuestra renta básica en español) a nivel de país, “es en realidad la que más se acerca a la renta básica universal que consiste en la asignación de una cantidad monetaria incondicional para toda la población”, puntualizó Hoeijmakers.

Ambas iniciativas, siguiendo el modelo iniciado por Michael Bohmeyer en Berlín “promocionan campañas de financiación colectiva para ofrecer rentas básicas a personas sin condiciones” con el objetivo o bien de “permitir a la gente que sus prestaciones duren más tiempo” o simplemente puedan “ganar dinero extra”, indicó.

Aunque para este experto holandés “la renta básica universal es un sistema de redistribución de la riqueza más equitativo que el actual”, independientemente del nivel de pureza de las iniciativas, “el reto ahora es trabajar con estos experimentos, que nos muestren los fallos y aquello que realmente funciona para hacernos las preguntas correctas y crear debate y sentar las bases”.

– ¿Cuánto debemos temer a los robots? (El Confidencial – 6/9/15)

Numerosos trabajos pueden desaparecer en el futuro. El remedio está en aumentar la formación y apostar por una renta complementaria que ayude a quienes perciben los salarios más bajos

(Por Luis Garicano)

¿Recuerdan la leyenda del inventor del ajedrez? El rey, encantado con el invento, ofreció al inventor una recompensa. El inventor le pidió cobrar 1 granito de trigo por el primer cuadrado, 2 por el segundo, 4 por el tercero, y así sucesivamente. El rey, con escasa habilidad aritmética, dijo sí. Desgraciadamente para él, la suma de granitos es fácil de calcular aritméticamente, pero inimaginable para nuestras mentes. El resultado del cálculo es aproximadamente 1.8 con 19 ceros detrás. Escríbanlo: el número de granitos tiene 19 ceros. Hagan un poco de aritmética mental y se convencerán. Los granitos de la casilla 10 son 1.024, y los de la 11 son 2.048: en cada casilla hay más granos que en la suma de todas las casillas anteriores. Multiplicar por 1.000 lleva diez casillas, luego en 60 habremos multiplicado por 1.000 6 veces, y esto tiene 18 ceros. Wikipedia nos informa de que este número de granitos es la producción global de trigo de… ¡21.000 años!

Pues bien, la progresión de las tecnologías de la información que utilizamos para leer nuestro WhatsApp o El Confidencial es como la de los granitos de trigo en el tablero. La ley que ha guiado esta evolución, la Ley de Moore, formulada por el co-fundador de Intel (el fabricante de microchips) en 1965, dice que el número de transistores en un circuito integrado se dobla cada 20 meses, y como consecuencia, la capacidad de los ordenadores se dobla cada 18 meses. Es decir, como los granitos de arroz del cuento, entre hoy y el 6 marzo del 2017, la capacidad de los ordenadores crecerá lo mismo que desde 1941 hasta hoy. Los ejemplos de esta progresión son muchos: el ordenador del Cohete Apollo que llegó a la luna (el Apollo Guidance Computer) tenía 64 kbytes de memoria, que es menos de lo que tiene el tostador de su casa.

Y esta progresión explosiva de las tecnologías de la información determinará la respuesta a la pregunta clave para el destino de la economía, y de nuestras vidas laborales, en las próximas décadas: ¿cómo cambiarán los robots el empleo? Hay una cosa segura, espero, tras nuestro pequeño ejercicio de aritmética: los ordenadores y la automatización avanzarán mucho. ¿Pero cuánto? ¿A qué empleos afectarán?

Empecemos por lo más sencillo. El principio clave es fácil de entender: las ocupaciones más en peligro son aquellas que consisten en tareas rutinarias, es decir, tareas que pueden ser descritas por procedimientos definidos por unos pasos concretos, predecibles, y que por tanto pueden ser descritas por un algoritmo. Por ejemplo, casi todas las tareas en la cadena de montaje de una fábrica de coches son procedimientos rutinarios (“torcer la tuerca A y meter el tornillo B; luego apretar”) que ahora hacen robots. O las tareas de muchos empleados en banca o en seguros, que se dedicaban a rellenar papeles a bolígrafo, copiarlos y archivarlos.

Los trabajos que, por el contrario, mejor resisten a esta evolución de la tecnología de la información son de dos tipos: los trabajos manuales del sector servicios y los trabajos intelectuales más abstractos. Los primeros, “manuales en servicios”, como cuidar un bebé, hacer las camas del hotel, cuidar un jardín, proteger la seguridad de un banco, han visto enormes crecimientos recientes de demanda, con incrementos tanto del número de empleados como de su sueldo. También los segundos, cognitivos abstractos, como escribir un programa de ordenador o imaginar el guion de una serie de televisión, han visto estos aumentos de demanda, con aún mayores crecimientos de sueldos y empleos.

La consecuencia de estos cambios es la “polarización” del mercado de trabajo, su concentración en los extremos alto y bajo: la tecnología ocasiona la destrucción de muchos de los empleos “de clase media” que proporcionaban a enormes segmentos de la población una existencia tranquila, productiva, y bien remunerada, sin mayores cambios pero también sin mayor inseguridad. En su lugar vemos más empleos con baja remuneración (el empleo manual en servicios) y más empleos con elevados salarios (el empleo abstracto cognitivo).

El problema al aplicar esta sencilla hipótesis es que, dada la progresión geométrica con la que comenzábamos, el número de tareas que los ordenadores son capaces de hacer se expande continuamente. En cierto modo lo que hoy consideramos que no es nada rutinario (escribir un artículo en el periódico) mañana puede ser rutinario y hecho por el ordenador. En un reciente libro, los economistas Brynjolffson y McAfee ilustran este problema con un ejemplo fabuloso. En 2004, dos economistas ilustres habían usado la conducción como ejemplo de tarea difícilmente rutinizable. Escribían: “Girar a la izquierda con tráfico requiere tantos factores que es difícil imaginar que se puedan descubrir las reglas que imiten el comportamiento de un conductor”. Pues bien: en 2010, solo 6 años después de que a estos economistas les pareciera imposible que los robots pudieran conducir, Google anunciaba un coche que se conducía sólo. Mirando hacia adelante parece claro que ocupaciones que parecían imposibles de reemplazar, como conductor de camiones o buses, pueden no existir en 30 años. Lo mismo puede suceder con los radiólogos (los Rayos X los puede diagnosticar un buen sistema experto), los traductores (Google translate ya es un buen punto de partida) o, por qué no, los periodistas.

Por otro lado, no cabe asustarse en exceso: la preocupación por lo que el progreso tecnológico puede hacer al empleo ha existido desde hace mucho tiempo. La mecanización de la agricultura expulsó a millones del campo, que encontraron trabajo en la industria. Luego los robots desplazaron a los trabajadores de la industria, que encontraron empleo en el sector servicios, en empleos que hace 40 años eran en muchos casos inimaginables, desde profesores de zumba en el gimnasio a “coaches de mindfulness”. Lo más probable es que esto siga sucediendo, es decir que la economía dinámicamente genere nuevos empleos y nuevas necesidades a medida que hay exceso de trabajadores en algunos segmentos. Además, muchos empleos simplemente nunca se automatizarán: bomberos, fisioterapeutas, ortodoncistas.

¿Qué debemos hacer ante esta evolución del trabajo? Dos medidas me parecen necesarias: tenemos que incrementar la formación, para asegurar que los trabajadores pueden adaptarse a los cambios que vengan. Pero la formación que ahora adquieren nuestros estudiantes debe cambiar. Se trata, más que de enseñar conocimientos concretos que se harán deprisa obsoletos, de enseñar a los estudiantes a aprender. Deben aprender a aprender.

Pero la educación no es suficiente en un mundo con el rápido cambio tecnológico que experimentamos. Muchos se encuentran en callejones sin salida con bajos salarios, en empleos de servicios que no generan los ingresos suficientes para salir adelante. Aquí mi opinión es que la sociedad debe complementar estos bajos ingresos, que serán cada vez más frecuentes, para que alcancen un salario digno que haga que el trabajo pague suficiente para vivir la vida que uno desea. Las dos alternativas posibles que hay parecen crear nuevos problemas: primero, introducir en vez de un complemento salarial un salario mínimo más alto parece de todo punto contraproducente, porque acelerará la tendencia de sustituir trabajadores por máquinas que se quiere combatir. En segundo lugar, introducir una renta mínima básica para todos es una medida aparentemente satisfactoria, pero puede crear una enorme “subclase” marginada en las afueras del mercado de trabajo. Nuestra solución garantiza la participación laboral de los trabajadores y la dignidad que eso conlleva para ellos.

Por tanto mejorar la Educación para facilitar a los jóvenes, y no tan jóvenes, el acceso a los nuevos empleos e introducir una medida de complemento de las rentas para los empleos que crecerán de servicios manuales, tales como el cuidado de niños y ancianos, de protección, etc. son dos ejes clave que responden a los retos de este cambio tecnológico.

– Alaska: el experimento de la renta básica que sí que funciona (El Economista – 7/9/15)

(Por Fernando Puente)

El debate sobre la oportunidad de implantar una renta básica universal como método no sólo de reducir la desigualdad, sino también de garantizar un crecimiento económico sólido, tiene incontables defensores y detractores en todo el mundo, pero apenas ejemplos prácticos de su puesta en uso.

Investigadores estadounidenses recuerdan sin embargo que basta con mirar al círculo polar ártico, sin salir de las fronteras de la Unión, para encontrar el mayor experimento realizado jamás con algo parecido a un sueldo público a cambio de nada: Alaska.

Este remoto Estado instituyó en 1976 un fondo de inversión destinado a que las compañías petrolíferas dejasen en su territorio parte de los beneficios obtenidos por la extracción del mineral líquido, como manera de compensar a sus habitantes en dos conceptos: por llevarse para siempre un recurso no renovable, y por hacerse con un material que era propiedad, pro indiviso, de los alaskeños.

Objetivo: una renta perpetua

El argumento para instituir el fondo estaba lejos de pensar en la renta básica, aunque su propósito era crear un mecanismo de justicia con ánimo de perdurar en el tiempo, transformando los ingresos extraordinarios del boom petrolífero en una renta perpetua.

Tras registrar una inversión inicial de 735.000 dólares un año después de su creación, el Fondo Permanente de Alaska es ya un gigante cuyos activos se valoraban este verano en cerca 54.000 millones.

Y no deja de engordar: cada año, al menos el 25% de los ingresos que recibe Alaska en casi cualquier concepto por parte de las compañías petrolíferas se debe destinar, por Ley, al Fondo.

Pero el dinero no se queda quieto, y sus gestores se dedican a invertir miles de millones de dólares en todo tipo de proyectos a nivel mundial, con el objetivo de obtener rentabilidad 100% pública.

Pago anual

El mecanismo funciona así: cada ejercicio, el fondo hace recuento de los ingresos que obtiene con sus inversiones. Tras compensar la inflación y pagar sus facturas, transfiere sus beneficios al Estado.

El Legislativo -que en años especialmente boyantes decide reinvertir parte de las ganancias y devolverlas al fondo- divide la renta entre el número de habitantes conforme a una fórmula prestablecida… y la reparte.

No importa el número de hijos. Da lo mismo si el ciudadano tiene un sueldo abultado o está en paro. Es indiferente si se nació en Alaska o se es casi un recién llegado. Con sólo demostrar la residencia ininterrumpida durante un año, el alaskeño tiene derecho a cobrar su parte alícuota en el dividendo anual, y ni siquiera tiene que hacer nada para ello: basta con que se siente a esperar a que el Estado ingrese el dinero en su cuenta corriente.

En 2014 el fondo aportó a Alaska ingresos por valor de 6.800 millones de dólares, que permitieron repartir un cheque de 1.884 dólares a cada residente. Claro que la cantidad varía en función del año, en función no sólo del rendimiento del fondo, sino también de los ingresos petrolíferos.

En la última década el cheque más pequeño fue el de 2005 (846 dólares), y el más abultado se pagó paradójicamente en 2008. Entonces gobernaba el Estado la ultraliberal Sarah Pallin, que se encargó de añadir a los 2.069 dólares que correspondían conforme a la fórmula matemática oportuna a cada alaskeño, una inédita paga “extra” de 1.200 dólares.

Un experimento que funciona

Este peculiar fondo no sólo es motivo de alegría para cada uno de los residentes del estado, sino que también se utiliza como ejemplo por algunos de los académicos partidarios de la renta básica universal, aunque todavía sin demasiado éxito.

El premio Nobel de economía Vernon Smith definió en su día el programa de Alaska como “un modelo que los gobiernos de todo el mundo harían bien en imitar”, y estudios más recientes demuestran que ha servido para reducir la desigualdad.

Así, Alaska no es sólo uno de los estados más ricos en términos de renta per cápita de todo EEUU, algo poco sorprendente si se tienen en cuenta sus fabulosos ingresos y su reducida población. También es el segundo de todo el país en el que la desigualdad de renta es menor, según confirma en Motherboard Scott Goldsmith, profesor de la Universidad de Alaska.

El coeficiente de Gini en el estado es de 0,422, mientras que el del conjunto de EEUU es de 0,469. En los distritos más boyantes, la desigualdad sin embargo se dispara: 0,532 en la capital de la Unión; 0,499 en Nueva York; 0,471 en California.

La evolución de los últimos años parece apuntar a un papel crucial del Fondo en la reducción de la desigualdad, y de hecho entre 1980 y 2000 Alaska invirtió la tendencia general de Estados Unidos.

Mientras en otros territorios el 20% de la población más rica incrementó sus rentas mucho más rápido que el 20% más pobre, durante ese mismo periodo en Alaska ocurrió lo contrario: el 20% con menos ingresos vio cómo su renta se incrementaba a un ritmo del 25%, frente al 10% en que crecieron las rentas de la quinta parte de la población más rica.

Sin ser milagroso -hay otros factores que parecen haber influido también en el resultado-, el fondo parece haber atacado la desigualdad especialmente en las zonas rurales con menor actividad económica, al crear algo parecido a un suelo: una renta individual que es además universal, incondicional, regular y líquida.

A falta de un par de características para ser la renta básica perfecta, pues la cantidad fluctúa de año en año y es además proporcionalmente pequeña respecto a los ingresos totales anuales, y a pesar de que el caso de Alaska es proporcionalmente singular (muchos ingresos, poca población) y difícilmente extrapolable por lo que respecta al origen del dinero destinado al reparto, parece que no haya mejor ejemplo en el planeta para evaluar los efectos de una renta básica universal aplicada a gran escala, más allá de los modelos teóricos elaborados -con mayor o menor acierto- en los despachos de los economistas.

– “Las élites saben que la renta básica es necesaria porque no hay trabajo para todos” (El Confidencial – 30/9/15)

El libro afirma que hay razones poderosas para defender un ingreso mínimo, pero también para que los dirigentes y empresarios prefieran que no se plantee seriamente dicha posibilidad

(Por Héctor Barnés)

Aunque fue la ahora abandonada propuesta de Podemos lo que la ha vuelto a introducir en el panorama político español, el debate sobre la renta básica universal se remonta a décadas atrás, cuando no siglos. Ya el revolucionario estadounidense Thomas Paine señalaba, por ejemplo, que todo ciudadano debía percibir una renta como compensación por la explotación privada de los recursos naturales, que pertenecen a todos. Hoy en día, esta renta se entiende como un ingreso garantizado e incondicional no sujeto a condicionantes de trabajo ni de nivel de renta, lo que lo distingue de otras rentas de inserción y subsidios por desempleo.

Hay multitud de razones para defender dicha propuesta, de la erradicación de la pobreza al fin de la estigmatización del subsidiado, que debe cumplir unos requisitos determinados para recibirla, pasando por el fortalecimiento de la posición del trabajador en la negociación con su empresa. Cive Pérez, escritor y miembro del Observatorio de Renta Básica de Ciudadanía de Attac Madrid, sugiere en “Renta básica universal. La peor de las soluciones (a excepción de las demás)” (Clave Intelectual) una más: el mercado laboral no va a producir empleo, por lo que de algo tendrá que vivir toda esa creciente masa de ciudadanos que no tengan acceso a un puesto digno.

“Se suele defender la renta básica desde el punto de vista de la libertad personal, pero hay otro cambio radical en el sistema que conocen las élites dirigentes, pero no más abajo”, explica a El Confidencial. “Nos encaminamos hacia la sociedad 80/20, cuyo funcionamiento estaría garantizado por un 20% de la población, compuesto por trabajadores cualificados, y el resto serían desempleados o tendrían empleos de bajísima cualificación. Es obvio que las cúpulas dirigentes lo saben y que tarde o temprano deberán implantar un sistema de rentas garantizadas mucho más amplio”.

Basta con echar un vistazo al panorama español para comprobar cómo este sistema ya está aquí. En 2005, antes de la crisis, el 19,9% de la población vivía con ingresos por debajo del umbral de pobreza relativa. Actualmente, casi 13 millones de españoles se encuentran en riesgo de exclusión, 730.000 hogares no tienen ingresos y 2,5 millones de trabajadores son pobres a pesar de tener un sueldo, uno de los puntos más importantes de la argumentación de Pérez: “Desde el siglo XIX se dice que el virtuoso tiene ganas de trabajar y el vago no, y que no había nada mejor que el trabajo para salir de la pobreza. La paradoja es que hoy uno trabaja para ser pobre, para no poder emanciparse y no poder llegar a final de mes. Además de triste es del género tonto”.

Pros y contras de la renta básica

Pérez desmonta una por una todas las reservas que se han manifestado en contra de la renta básica universal, también conocida de manera despectiva como “paguita”. Por una parte, la de que proporcionar un dinero garantizado empujaría a la población a la holgazanería. “La gente mira dentro de sí y se pregunta “¿recibir dinero me convertiría en un vago? En absoluto””. Una buena comparación es con aquellos que han ganado un pequeño premio en la Lotería, equivalente a una renta mínima para toda la vida. “Seguirían trabajando, pero con ese dinero, podrían permitirse algún capricho”. Pérez recuerda que en España ya hay 9 millones de pensionistas que tienen su propia renta “garantizada”, y que ello no provoca que se limiten a sentarse viendo la vida pasar.

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