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La Renta Básica Universal y el hombre olvidado (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


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El banco móvil de CaixaBank, ImaginBank, anunciaba a principios de febrero (2017) el lanzamiento del primer chatbot (robot capaz de simular una conversación con una persona) del sector financiero en España. Casi en paralelo, la consultora Wunderman auguraba que estos chatbot basados en inteligencia artificial se convertirán para 2020 en la principal fuente de obtención de información sobre los consumidores y operarán más del 85% de los centros de atención al cliente. Por su parte, Bank of America, segundo banco por activos de EE UU, ha desvelado que ha abierto tres centros financieros completamente automatizados, donde no hay humanos. Y, por si fuera poco, hace días un informe de Reform, un think tank británico, calculaba en unos 250.000 los puestos de trabajo en la función pública que podrían ser sustituidos por la automatización y la robotización a lo largo de los próximos 15 años en Reino Unido. ¿Casualidad? No.

“La automatización, la robótica, la inteligencia artificial son una de las grandes tendencias tecnológicas; una de las que más repercusión va a tener en el corto y medio plazo en todas las industrias”, dice Ricardo Cruz-Estadao, socio director de Avasant para España y Portugal. La consultora estadounidense publicó en febrero de 2017 un informe que revela que el mercado mundial de automatización robótica, valorado en 480,4 millones de dólares en 2015, crecerá una media del 62% anual hasta 2020, cuando alcanzará los 5.324,4 millones.

La razón de este empuje, según muestra el informe, son los beneficios que aporta la automatización inteligente de procesos (RPA). Entre otros, un ahorro de costes de entre el 20% y el 50%, llegando hasta el 100% en los casos donde su aplicación pueda automatizar completamente un proceso. “También contribuirá a reducir drásticamente errores y tiempos de procesamiento, incrementando el nivel de precisión, y facilitará operaciones de alta disponibilidad, con alta capacidad y escalabilidad y con procesos de mejora continua, todo gracias al uso intensivo de técnicas analíticas y de autoaprendizaje”, dice el directivo.

La propia Avasant está haciendo pruebas con robots para reducir el tiempo que dedican sus consultores a recopilar información para que no dediquen tantas horas a esa tarea, “que cuesta muchísimo”, y se dediquen mucho más a asesorar. “También hay un banco americano que ha logrado hacer con 85 robots tareas en 13 procesos de negocio (y manejando alrededor de 1,5 millones de transacciones) para las que ahora precisaba a unas 230 personas. Y una teleco global ha conseguido ahorros de 3,5 millones de dólares en dos años utilizado 100 robots en sus operaciones de backoffice”, cuenta Cruz-Estadao.

El informe de Avasant muestra que no hay industria que escape al impacto de los algoritmos de machine learning y la inteligencia artificial, aunque revela que las tasas de adopción serán más altas en los sectores que trabajan con los consumidores en primera línea y tienen niveles de transaccionalidad muy elevados. Así, el estudio señala al sector financiero y de seguros, al de telecos, retail y salud como los que antes aplicarán estos avances, “pues muchas de sus actividades transaccionales pueden realizarse por software robótico”. Aun así, dejan claro que hasta los Gobiernos y las universidades están explorando estas tecnologías.

“La automatización de procesos siempre se ha vinculado a tareas muy repetitivas y donde la labor humana no aporta un alto valor añadido, pero esto está cambiando. Ahora, con los avances en inteligencia artificial, se están empezando a automatizar hasta los trabajos de cuello blanco. Muchas de las profesiones consideradas hoy como cualificadas se transformarán en obsoletas”, señala Cruz-Estadao, que pone el ejemplo de los robo advisors, los robots que están empezando a sustituir a los asesores financieros de carne y hueso.

El estudio también muestra un fuerte vínculo entre el coste de la mano de obra y la adopción de estas tecnologías. Así, los países en desarrollo con salarios más bajos no están siendo los primeros en adoptar el RPA mientras que EEUU, Reino Unido, Alemania y otros países europeos han tomado la iniciativa. “Según la OCDE, la automatización permitirá sustituir un 12% de los empleados españoles en los próximos años”, recuerda el directivo, que defiende que no hay que tener una visión catastrofista: “Es cierto que estas nuevas tecnologías provocarán la pérdida de muchos empleos, pero también darán lugar a nuevas profesiones y nuevas oportunidades”.

Por lo pronto, ya están surgiendo proveedores de soluciones RPA que generan empleo. Entre ellos, destacan Nice (Israel), Blueprism y Ulpath (Reino Unido), Automation Anywher y Automic (EEUU) y Exilant (India).

“Primero fueron trabajadores como los cajeros de supermercados o los obreros de las cadenas de montaje los que vieron como la automatización les quitaban puestos de trabajo. Pero el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial cada vez amenazan más profesiones, incluyendo muchas de las típicamente consideradas “de cuello blanco”. De hecho, según un estudio de la Universidad de Oxford, en países como Estados Unidos esta tendencia ya amenaza a aproximadamente el 47% de toda la fuerza laboral”… ¿Está tu profesión en peligro de extinción? (BBCMundo – 12/2/17)

 

Y, aplicando la metodología desarrollada por Carl Benedikt Frey y Michael Osborne, del Programa Oxford Martin sobre Tecnología y Empleo, el Banco Mundial estimó que el porcentaje es todavía mayor en países como Argentina (65%), India (69%) y China (77%).

Pero, más allá de eso, ¿es tu profesión una de las que está en mayor riesgo?

Las ocupaciones menos “computarizables”

 

Para saberlo, un buen punto de partida es identificar a aquellos trabajos que no son tan fácilmente replicables por las máquinas. Y, según Frey y Osborne, la originalidad y la inteligencia social son las dos facultades humanas más difíciles de automatizar.

 

 

 

Fuente: Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, El futuro del empleo: ¿qué tan susceptibles son nuestros trabajos a la computarización?

 

Por ello no debe sorprender que las profesiones menos amenazadas por la computarización sean aquellas que demandan una combinación de estas habilidades.

 

“La mayoría de los puestos administrativos, negocios y finanzas en los que abundan las tareas generalistas que requieren inteligencia social están por lo general confinados a la categoría de bajo riesgo", explican los investigadores en su reporte original "El futuro del empleo”. “Y lo mismo ocurre con la mayoría de ocupaciones en el sector salud, educación, el arte y los medios de comunicación”, se lee en el informe.

 

Con ocupaciones como terapeutas ocupacionales, doctores, cirujanos, nutricionistas, dentistas, podiatras y psicólogos, el sector salud domina la lista de aquellas con un factor de riesgo de nada más el 1% o menos. Esto ciertamente parece lógico en un contexto en el que los avances tecnológicos también están extendiendo la esperanza de vida. Los científicos e ingenieros también parecen bastante protegidos por los altos niveles de inteligencia creativa requeridos para sus tareas.

 

Lo que sorprende son datos arrojados en el análisis de países como Reino Unido, en los cuales ocupaciones de la clase media clasificaron como de riesgo “medio” de extinción de aquí a 2025. Se trata de profesionales como jueces y magistrados (40%), economistas (43%), historiadores (44%), programadores (48%), pilotos comerciales (55%) y asesores financieros (58% de riesgo).

Las más amenazadas

 

Los investigadores de Oxford anticipan que la mayor parte de las personas que trabajan en transporte y logística eventualmente serán remplazadas por la tecnología. Y lo mismo pasará con los empleados dedicados a trabajos de apoyo administrativo y la mano de obra productiva del sector manufacturero.

 

 

 

Otro dato sorprendente es que numerosos trabajadores “de cuello blanco” también están amenazados. Efectivamente, según Frey y Osborne, “un porcentaje sustancial de los empleos en servicios, ventas y construcción exhibe altas probabilidades de computarización”. Para explicar esto, los investigadores hacen notar que el mercado de los robots domésticos ya está creciendo un 20% anualmente.

“En la medida en que la ventaja comparativa de la movilidad y desteridad humana se vaya reduciendo, el ritmo de sustitución de mano de obra en las ocupaciones de servicio irá creciendo”, afirman en el informe. Y también destacan que muchas de las tareas vinculadas a ventas -como las que desarrollan cajeros, dependientes y vendedores telefónicos- que en realidad no requieren de niveles elevados de inteligencia social.

 

Los profesores de Oxford, que en total analizaron las posibilidades de más de 700 ocupaciones, reconocen sin embargo las dificultades de predecir el futuro. “El alcance y el ritmo de la computarización dependerá de numerosos otros factores”, subrayan. Pero su estudio sugiere unas tendencias que quizás vale la pena tener en tomar en cuenta a la hora de decidir tu próximo paso.

– Los salarios en el mundo: último Global Wage Report 2016/17 de la Organización Internacional del Trabajo (Fedea – 15/2/17)

1. Desde el momento inicial de la crisis, los salarios reales cayeron en Alemania y no recuperaron su nivel pre-crisis hasta tres años después (Gráfico 1). En España los grajos no nos avisaron y los salarios estuvieron por encima de su nivel pre-crisis hasta el año 2012 (Gráfico 2).

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Gráfico 1. Índice de salario real para algunos países desarrollados. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

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Gráfico 2. Índice de salario real para algunos países europeos. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

 

2. El crecimiento de los salarios en China recuerda mucho las líneas trazadas con escuadra y cartabón en las escuelas de Mao (Gráfico 3). En cambio, los salarios en México han estado cayendo sostenidamente desde el año 2006.

 

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Gráfico 3. Índice de salario real para algunos países emergentes. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

 

3. En media, la productividad aparente del trabajo ha crecido más rápidamente que los salarios en los países desarrollados (Gráfico 4). Sin embargo, en los dos años posteriores al inicio de la crisis, las rentas del capital sufrieron más en términos relativos que los salarios, para recuperarse luego rápidamente. Esta tendencia apuntaría a un aumento en la desigualdad por un cambio en la distribución de la renta del trabajo hacia el capital. El Gráfico 5 indica que esto no es así en todas las grandes áreas. Pregunta: “¿Qué impulsa realmente la reducción en la participación de las rentas del trabajo?

 

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Gráfico 4. Tendencia en el salario y la productividad del trabajo. Media ponderada para 36 economías. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

 

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Gráfico 5. Cambio en la participación del trabajo y desigualdad del ingreso, 1995-2012. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

 

4. Más sobre la misma idea: en términos globales la desigualdad de la renta intra-país ha aumentado en los últimos veinte años (Gráfico 6). Sin embargo, este aumento en la desigualdad de la renta ha sido compatible con una reducción de la desigualdad de los salarios en muchos países, incluida España (Gráfico 7).

 

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Gráfico 6. Evolución de la desigualdad en renta entre 1995 y 2012. Función construida a partir de 71 países. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

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Gráfico 7. Evolución de la desigualdad en salarios. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

5. Los trabajadores mejor pagados en Europa, aquéllos en el percentil superior de la distribución, son los que más han ajustado su salario a la baja desde el año 2002 (Gráfico 8). Pese a ello, en el año 2010 el salario-hora en España del uno por cien de los asalariados mejor pagados era, aproximadamente, 13 veces superior al percibido por los trabajadores del percentil más bajo. Esta cifra se puede comparar con las 10 veces de Noruega, las 22 veces de Francia, o las 32 veces del Reino Unido. En los países emergentes, la ratio entre el último y el primer percentil es incluso mayor. Bajo la amenaza que suponen los populismos para la estabilidad democrática y económica, mejorar la información sobre las causas que subyacen a estas grandes diferencias y, en su caso, la corrección de las deficiencias en los mecanismos de fijación de los salarios de determinados colectivos resulta imperativo.

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Gráfico 8. Salario por hora en Europa por deciles. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

6. Cuando buceamos dentro de las características del uno por cien de los asalariados más ricos en Europa encontramos, por ejemplo, que casi el 70 por cien tiene estudios universitarios o de postgrado, un 40 por cien son consejeros o directivos de grandes corporaciones (Gráfico 9), y sólo un 20 por cien son mujeres. Utilizando un modelo log lineal para explicar el salario en función de la experiencia, la antigüedad y el nivel de educación, se obtiene un residuo medio en el percentil de los asalariados muy ricos de 1,5, muy superior al resto de percentiles. Esta cifra significa que el salario-hora observado en este colectivo es 4,5 veces superior al predicho por las características observadas.

 

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Gráfico 9. Descomposición de los deciles de salarios por categorías ocupacionales. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

7.     La brecha salarial por género entre el colectivo de consejeros y directivos de grandes empresas alcanza la cuota más elevada, con una diferencia del 50%.

 

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Gráfico 10. Brecha salarial por género entre categorías ocupacionales. Fuente: ILO. Global Wage Report 2016/2017

 

“La Unión Europea ha abierto el gran debate político de las próximas décadas: ¿cómo legislar la relación entre humanos y robots?, ¿pagarán las máquinas nuestras pensiones?”… Robots que cotizan y pagan multas de tráfico: Europa esboza ya leyes para las máquinas (El Confidencial – 18/2/17)

Rachel contempla sus limpios y delicados dedos, sus uñas cuidadosamente pintadas. “Son las manos de una auténtica granjera”, reflexiona, “perfectas para el trabajo”. Está sola, en su sala de control, rodeada de pantallas holográficas en tres dimensiones con gráficos y estadísticas, manejando una explotación situada a decenas de kilómetros de su oficina. Al otro lado de sus pantallas viven cientos de vacas a las que un enjambre acompasado de robots ordeñan, alimentan e incluso inseminan con una selección de esperma escogido entre tubos de ensayo.

Rachel, que estudió “agricultura de precisión”, posee además cientos de cerdos y varias hectáreas de cultivo. Los animales se han acostumbrado a relacionarse con las máquinas, que son capaces de aprender de sus propios errores y adaptar su actividad a las emociones de los seres vivos. Los clientes, cada vez más preocupados por el bienestar del ganado del que se alimentan, pueden consultar por internet incluso las constantes vitales. Las asociaciones de consumidores exigen más y ahora proponen nuevas leyes para tener acceso, 24 horas al día, a las cámaras que graban cada esquina de la finca.

Las aves de campiña sobrevuelan el cultivo y esto es motivo de alegría para Rachel. Estuvieron a punto de extinguirse cuando se introdujeron los drones que se ocupan de sembrar y recolectar, pero están de vuelta gracias a una nueva generación de sensores. El mayor peligro ahora para el ganado y los animales son los virus y enfermedades humanas, además de los accidentes causados por turistas y domingueros que ocasionalmente aparecen por la finca. Para evitarlo, todo está debidamente vallado y aislado.

La imagen no proviene de una novela futurista, sino de uno de los tres escenarios ficticios que el Parlamento Europeo plantea en un informe que sirvió para documentar a sus eurodiputados esta semana. El objetivo era hacerles reflexionar sobre un tema con el que no están familiarizados y sobre el que estaban llamados a pronunciarse.

Finalmente, el hemiciclo aprobó el jueves una resolución en la que se urge a la Comisión Europea a ir adaptando la legislación a un mundo donde las máquinas ganarán protagonismo hasta convertirse en el centro de gravedad del proceso productivo. “Es un llamado para la creación inmediata de un instrumento legislativo para gobernar la robótica y la inteligencia artificial y anticipar los desarrollos científicos a medio plazo para atender a las grandes cuestiones éticas que enfrenta la humanidad”, resume la jerga técnica del prólogo.

“Tardamos dos años en hacer el informe y se concibió, en parte, como reacción al gran temor de la población sobre la posibilidad de que los robots se puedan convertir en un peligro para nuestra seguridad y/o nos acaben quitando el trabajo”, explica la ponente principal, la socialista luxemburguesa Mady Delvaux. “Lo primero ha sido lanzar el debate, que nos acostumbremos a pensar en un futuro que cada vez está más cerca”, reflexiona.

“Tras pasar 24 meses escuchando y leyendo a los científicos, ya no le queda la menor duda de que fue un acierto poner esto en marcha. Los robots y la inteligencia artificial van a estar presentes en todos los ámbitos de la vida. Y los legisladores no podemos dejar los asuntos morales y éticos en manos de científicos y empresas. Estamos obligados a pensar en los seres humanos, en su bienestar”.

No es frecuente que la Unión Europea incluya relatos de ficción en sus materiales de trabajo, ni tampoco que sus resoluciones empiecen citando a Frankenstein, al gólem de Praga o las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov. Muchos de los pasajes del informe son familiares para cualquier amante de la ciencia ficción. Los autores se preguntan cosas como si sigue siendo humano en su totalidad alguien que ha incorporado implantes cibernéticos para alterar sus capacidades motrices y psíquicas; si sería necesario regular las relaciones emocionales entre seres humanos y máquinas; o si los robots tienen que ser considerados personas jurídicas.

Se parte en todo el texto de una premisa que la comunidad científica ya no discute: que la inteligencia artificial protagonizará la próxima gran revolución tecnológica, destruyendo a su paso millones de puestos de trabajo y creando otros nuevos, aunque quizá no suficientes. Y se plantean dos mundos posibles y contrapuestos: uno distópico en el que el capital consigue controlar el factor productivo definitivo (el trabajo), el desempleo se dispara en un entorno envejecido y las desigualdades se acentúan. Y otro, utópico, en el que robots que producen la misma energía que consumen hacen los trabajos más pesados, sucios y repetitivos, cuidan de nuestros ancianos y nuestros hijos, pagan nuestras pensiones, producen nuestros alimentos, mientras las personas disfrutamos de una renta básica, con jornadas laborales mucho más creativas, cortas y placenteras.

En el relato de Rachel tiende más hacia la segunda versión, la utópica, aunque solo toca por encima la parte más polémica del debate. Porque si una sola granjera de precisión es capaz de manejar por sí misma una explotación de estas características, ¿cuántos puestos de trabajo generará el sector agrícola?, ¿dónde trabajarán los demás?, ¿qué ingresos tendrán las personas que consuman sus productos?, ¿con qué dinero pagarán la leche de sus vacas y el jamón de sus cerdos?

Delvaux cree que los políticos tendrán que ir acostumbrándose a discutir sobre el impacto de la robótica en la fiscalidad y el Estado de bienestar. Un debate que será acalorado y que ya cobró protagonismo durante la votación de las enmiendas al texto.

El eurodiputado del PSOE Sergio Gutiérrez comparte aspiraciones con el grupo de socialistas centroeuropeos que han trasladado el debate desde el mundo de la ciencia ficción al de la política. “Es evidente que habrá que reinventar la fiscalidad. Lo que nosotros proponemos no es que los robots paguen impuestos en sentido estricto, sino que a las empresas cuyos beneficios tengan relación directa y probada con la actividad robótica se les grave con un porcentaje un poco más alto sobre sus beneficios. A la hora de desarrollar sus estados contables, las empresas tendrán que explicar el peso de la robótica y la maquinaria”, resume.

En una primera fase, ese nuevo impuesto serviría para una “reconversión digital” similar a la reconversión industrial que se vivió hace casi medio siglo. “Lo primero es gestionar esa transición para compensar a los trabajadores que se quedan fuera. Introduciendo por ejemplo rentas mínimas, ayudas sociales para los que pierden sus puestos de trabajo de manera definitiva. Algunos sectores, como el transporte, van a verse golpeados muy pronto. Muchos podrán reinventarse y acceder a nuevos trabajos. Otros, por su edad, por su formación o por su localización geográfica, lo tendrán más complicado”, dice.

En una segunda fase, los socialistas plantean crear una renta mínima universal ante la posibilidad de que esta nueva revolución tecnológica destruya muchos más trabajos de los que va a generar, una tesis compartida en muchos pronósticos. “Los beneficios de la era digital son tales que compensará cualquier tipo de impuesto. Los costes de producción en muchos casos van a tender hacia cero. Las empresas tienen que ser conscientes de que hay que mantener un Estado de bienestar. Aunque solo sea porque es algo que la mayoría de los ciudadanos y los partidos políticos europeos desean mantener”, dice.

Las enmiendas presentadas por el Partido Popular Europeo y el bloque liberal dejaron estas recomendaciones fuera del informe aprobado esta semana, postergando un debate que antes o después se convertirá en el centro de la pugna política. En palabras de Delvaux, “la coalición derechista formada por ALDE, PPE y ECR rehusó incluir en el texto las posibles consecuencias negativas de la robótica en el mercado laboral”.

La diputada checa Dita Charanzova, del Grupo de Liberales por Europa, detalla el otro punto de vista. “No estamos de acuerdo con que debamos tratar con un régimen fiscal distinto a los robots. Son un producto más y no tiene sentido que las empresas paguen más impuestos por ellos. Como otras tecnologías, son simplemente un producto. Y, como hemos visto en el pasado, las ventajas de una revolución tecnológica superan a los riesgos”.

En su opinión, desaparecerán viejos trabajos y aparecerán otros nuevos, como ha pasado siempre. “De lo que tenemos que preocuparnos es de formar a la gente para que pueda competir mejor en el mercado laboral del futuro. Y de las normas concretas y realistas para regular los vacíos legales sobre seguridad y responsabilidad civil en casos como los accidentes con drones o coches autónomos. El resto es ciencia ficción”. El propio informe calcula que antes de 2020 Europa demandará 850.000 nuevos trabajos cualificados relacionados con la nueva revolución tecnológica.

Charanzova dice que poner trabas y regulaciones a la robótica frenará su desarrollo en Europa y dará ventaja competitiva a las potencias asiáticas y a Estados Unidos. “Veo más riesgo en que haya mano de obra barata en China a que haya robots. Nosotros lo vemos con optimismo. Los robots nos dan valor añadido e incluso servirán para recuperar industrias que se marcharon a otros continentes por la mano de obra barata”. Con la robótica, incide, podríamos incluso reindustrializar nuestros países. “No comparto la visión catastrofista que se plantea el informe”, dice.

Aunque el debate a medio plazo es apasionante, ya hay urgencias legislativas que atender. Gutiérrez recuerda que “con la promoción del 5G, que se pretende implantar ya en 2020-2022, el futuro que pinta el informe está a la vuelta de la esquina. Y hay una necesidad de regular estas nuevas circunstancias. Empezando por la responsabilidad civil de los robots, por ejemplo, con vehículos autónomos. Si se produce un accidente que cuesta vidas humanas, ¿quién es el responsable?, ¿el robot?, ¿el fabricante?, ¿el propietario? ¿Y quién paga el seguro? ¿Tendremos que crear fondos de compensación para accidentes con máquinas? ¿Hay que crear un instituto europeo de robótica”, se pregunta.

En asuntos como la responsabilidad civil, la seguridad o la necesidad de un código ético aplicado a la robótica, no hay discrepancias significativas entre grupos políticos. “Asegurar la privacidad de los usuarios y la seguridad ante ataques cibernéticos es algo vital. No solo con los robots, sino con el internet de las cosas. Cuando nuestra casa entera esté conectada a internet, las nubes almacenarán una cantidad de datos sobre nuestra vida que hay que regular y proteger. En caso de accidente con un coche autónomo es necesario que tener claras las responsabilidades”, dice Charanzova.

Ramón López de Mantaras, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, cree que es “muy positivo” que los políticos empiecen a introducir la robótica en sus agendas. “Entre la clase política española hay generalmente un analfabetismo científico y tecnológico. Tienen grandes carencias y la robótica suena como algo de largo plazo de lo que no hay que preocuparse. En algunos países de Europa y en EEUU hay mucho más interés por estos temas. Me alegra que la Unión Europea introduzca un debate que es muy necesario, aunque algunas de las cosas que plantea (este informe de la UE) son escenarios a muy largo plazo todavía”.

Mantaras es de los que creen que la revolución de la robótica desencadenará una destrucción de puestos de trabajo como no se había visto antes. “Es verdad que las nuevas tecnologías disruptivas, como la informática, han acabado con unos puestos de trabajo pero han creado otros. Pero en el caso de la robótica y la inteligencia artificial, no está nada claro que vayan a crear más puestos de los que destruyen”. El científico destaca que los robots cada vez son “más especializados y más intelectuales” y se irán encargando de trabajos cada vez más evolucionados.

“Hasta ahora se han perdido trabajos de un tipo repetitivo, pero ahora van a desaparecer también los puestos cualificados. En consecuencia, veo muy lógico redistribuir toda la riqueza que se va a generar en las próximas décadas mediante impuestos a las máquinas y los robots. No me cabe ninguna duda de que tendrán que cotizar a la seguridad social para pagar una renta mínima, básica y universal, para todos los ciudadanos. No es una utopía de cuatro iluminados, sino algo muy real”, sostiene.

El científico valora de manera muy positiva la creación de un código ético para regular lo que se puede desarrollar en robótica. “Lo más claro a mi juicio sería prohibir las armas autónomas, igual que se ha prohibido el uso de armas químicas. Esto habría que regularlo ya porque tiene mucho peligro. La cuestión central es la autonomía. Hay situaciones críticas en las que no es posible sacar al ser humano del proceso de decisión. Otro ejemplo son los robots que compran y venden en bolsa, algo que ya está ocurriendo. Las finanzas están en manos de una competición entre modelos de “software”, que toman decisiones cien por cien autónomas que afectan a millones de personas. Debería regularse, e incluso prohibirse”, considera.

El futuro que imagina Mantaras se parece mucho al de la granja de Rachel. “Viviremos en un mundo de personas trabajando con máquinas, en equipo”. En hospitales, en asilos, en restaurantes, bancos, administraciones públicas, en redes de transporte, supermercados…, unas pocas personas trabajarán con muchas máquinas. “Si lo sabemos gestionar”, concluye, “saldremos ganando”.

“Mientras algunos todavía muestran escepticismo sobre la posibilidad de que exista vida inteligente en nuestro planeta, los más osados se atreven a hablar de inteligencia artificial (IA), una versión ortopédica de la humana. Los ordenadores ya nos han dado una paliza en matemáticas, ajedrez y traducción, y preparan un nuevo asalto para convertirnos en copilotos eternos de nuestros coches. En un futuro más lejano y difuso, quizá sustituyan a soldados y, por desgracia para el que escribe, periodistas. Para intentar que el desarrollo de estas tecnologías beneficie al mundo en lugar de destruirlo, más de 2.000 expertos han firmado 23 pautas a tener en cuenta durante los próximos años”… Los 23 mandamientos para evitar que la inteligencia artificial nos domine (El Confidencial – 2/2/17)

Los 23 principios de Asilomar reciben este nombre por el lugar de California (EEUU) en el que tuvo lugar a finales de enero una conferencia organizada por el “Future of Life Institute” con el objetivo de dar a luz a la lista de recomendaciones. Han sido apoyados por más de 1.200 figuras relacionadas con la innovación tecnológica y científica como Stephen Hawking y Elon Musk, junto a más de 800 investigadores especializados en inteligencia artificial. Uno de los firmantes es el director del Instituto de Investigación de Inteligencia Artificial del CSIC, Ramón López de Mantaras, pionero de este campo en España.

“No soy de los que cree que a corto o medio plazo vaya a haber superinteligencias, pero no hay que esperar a ese momento para reaccionar. Además, el estado actual de la IA ya nos plantea una serie de problemas en cuanto a ética”, explica López de Mantaras. El investigador se refiere a las cuestiones de seguridad, privacidad e incluso pérdida de puestos de trabajo que despiertan tecnologías como los drones y los coches autónomos.

López destaca el punto 18 entre el resto: el ser humano debe desistir en la creación de armas autónomas. “El día en que las guerras se luchen entre máquinas será mucho más fácil que se produzcan, ya que hoy son las pérdidas humanas las que frenan a los países. Esto es terrible porque cada conflicto produce bajas civiles y efectos colaterales. Y aunque sean robots no creo que peleen en medio del desierto”. Por esa razón, el investigador dice que él votó por cambiar el “should” (debería) de esta pauta por un más rotundo “must” (debe).

Otro problema importante es la cautela a la hora de dar autonomía absoluta a las máquinas (punto 16): “Hay que pensárselo no una vez sino varias”. López asegura que no le convence que una máquina decida sin intervención humana alguna. Pone el ejemplo de un consejo financiero o médico sugerido por una IA: “A un experto humano se le preguntaría por qué, lo mismo debería pasar con los ordenadores. Si no son capaces de dar explicaciones son cajas negras”. Esta transparencia (punto 8), inexistente en los sistemas actuales, debe ser implementada.

La lista incluye temas actuales, como la responsabilidad de los creadores de sistemas de IA sobre su uso (punto 9). Si el coche autónomo falla, ¿de quién es la culpa del accidente? “El día que sean cien por cien autónomos no podremos hablar de fallo humano a menos que sea de los desarrolladores del “software”, a lo mejor deberán llevar cajas negras como los aviones para investigar las causas”. También otros más a largo plazo, como la inclusión de valores humanos (punto 11): “Dependen de las personas y las culturas, ¿cuáles pones? Habría que hacer una lista aprobada a nivel internacional por algún organismo”.

Más utópica parece la redistribución de la riqueza y beneficios generados por los sistemas de IA (puntos 14 y 15). “No debe suponer una ganancia sólo para algunas personas y empresas, sino para toda la sociedad”, defiende López de Mantaras. El investigador defiende que, si la automatización quita puestos de trabajo humanos pero aumenta la productividad y riqueza del país, habría que redistribuir estas ganancias: “Si los robots cotizaran en la Seguridad Social se podría establecer una renta básica universal para todo el mundo”.

López de Mantaras es consciente de que la lista puede parecer un brindis al sol, y que empresas y gobiernos dificultarán muchos de los 23 mandamientos. “Son principios de buenas intenciones. Es bueno que el tema esté encima de la mesa”.

Los principios de Asilomar

1) Meta de la investigación: el objetivo de la investigación de la IA no debería ser crear inteligencia sin dirigir, sino inteligencia beneficiosa.

2) Financiación de la investigación: la inversión en IA debería ir acompañada de fondos para investigar en asegurar su uso beneficioso, incluyendo cuestiones espinosas sobre ciencias de la computación, economía, legislación, ética y estudios sociales.

3) Enlace entre ciencia y política: debería haber un intercambio constructivo y sano entre los investigadores de IA y los legisladores.

4) Cultura de la investigación: una cultura de cooperación, confianza y transparencia debería ser fomentada entre los investigadores y desarrolladores de IA.

5) Evitar las carreras: los equipos que estén desarrollando sistemas de IA deberían cooperar activamente para evitar chapuzas en los estándares de seguridad.

6) Seguridad: los sistemas de IA deberían ser seguros a lo largo de su vida operativa, y verificables donde sea aplicable y posible.

7) Transparencia en los fallos: si un sistema de IA causa daño debería ser posible determinar por qué.

8) Transparencia judicial: cualquier intervención de un sistema autónomo en una decisión debería ir acompañada de una explicación satisfactoria y auditable por parte de una autoridad humana competente.

9) Responsabilidad: los diseñadores y desarrolladores de sistemas avanzados de IA son depositarios de las implicaciones morales de su uso, mal uso y acciones, con la responsabilidad y oportunidad de dar forma a dichas implicaciones.

10) Alineación de valores: los sistemas de IA altamente autónomos deberían ser diseñados para que sus metas y comportamientos puedan alinearse con los valores humanos a lo largo de sus operaciones.

11) Valores humanos: los sistemas de IA deberían ser diseñados y operados para que sean compatibles con los ideales de dignidad humana, derechos, libertades y diversidad cultural.

12) Privacidad personal: la gente debería tener el derecho de acceder, gestionar y controlar los datos que generan, dando a los sistemas de IA el poder de analizar y utilizar esa información.

13) Libertad y privacidad: la aplicación de la IA a los datos personales no puede restringir de forma poco razonable la libertad, real o sentida, de las personas.

14) Beneficio compartido: las tecnologías de IA deberían beneficiar y fortalecer a tanta gente como sea posible.

15) Prosperidad compartida: la prosperidad económica creada por la IA debería ser compartida ampliamente, para el beneficio de toda la Humanidad.

16) Control humano: los seres humanos deberían escoger cómo y si delegan decisiones a los sistemas de IA para completar objetivos escogidos previamente.

17) Sin subversión: el poder conferido por el control de sistemas de IA altamente avanzados debería respetar y mejorar, más que subvertir, los procesos sociales y cívicos de los que depende la salud de la sociedad.

18) Carrera armamentística: debería ser evitada cualquier carrera armamentística de armas autónomas letales.

19) Capacidad de precaución: al no haber consenso, deberíamos evitar las asunciones sobre los límites superiores de las futuras capacidades de la IA.

20) Importancia: la IA avanzada podría representar un profundo cambio en la historia de la vida en la Tierra, y debería ser planificada y gestionada con el cuidado y los recursos adecuados.

21) Riesgos: los riesgos asociados a los sistemas de IA, especialmente los catastróficos o existenciales, deben estar sujetos a planificación y esfuerzos de mitigación equiparables a su impacto esperado.

22) Automejora recursiva: los sistemas de IA diseñados para automejorarse recursivamente o autorreplicarse de una forma que pudiera llevar al rápido incremento en su calidad o cantidad deben estar sujetos a unas estrictas medidas de control y seguridad.

23) Bien común: la superinteligencia debería ser desarrollada sólo en servicio de unos ideales éticos ampliamente compartidos y para beneficio de toda la Humanidad, más que para un Estado u organización.

“El fundador de Microsoft defiende que los robots deberían compensar fiscalmente los puestos de trabajo que reemplazan. Gates propone que esa recaudación se destine a los colectivos más vulnerables y a la creación de puestos de trabajo de carácter social”… Bill Gates: los robots deberían pagar impuestos (Expansión –18/2/17)

¿Deben los robots pagar impuestos? ¿En concepto de qué, si no reciben a cambio servicios de salud, educación, pensiones…? Gravar fiscalmente el desarrollo tecnológico para frenar la destrucción de empleo, ¿será beneficioso o perjudicial para la sociedad a largo plazo? Este debate está ahora sobre la mesa, ante la rapidez con la que evoluciona el mundo digital.

El propio Parlamento Europeo estudia una propuesta, conocida como Informe sobre Personas Electrónicas, que pretende que las máquinas inteligentes paguen impuestos y coticen a la Seguridad Social. Esta idea, que cuenta tanto con apoyos incondicionales como con detractores, propone “la creación de un estatuto jurídico específico para los robots, para que al menos los que sean autónomos y más sofisticados tengan la condición de personas electrónicas, con derechos y obligaciones específicas”.

Y hace aproximadamente un año, un grupo de 400 científicos, académicos y otros expertos, entre ellos Stephen Hawking y Elon Musk (fundador de PayPal y Tesla), firmaron una carta en la que reclamaban un desarrollo tecnológico “responsable”, y proponían estudiar si la implantación de una renta universal (de algún tipo) podría contribuir a una transición menos dolorosa hacia la aclamada “era del conocimiento”.

Ambas propuestas barajan, en definitiva, elevar la recaudación de impuestos de los países para garantizar un nivel de prosperidad mínimo para toda la sociedad.

Ahora, es Bill Gates, cofundador y expresidente de Microsoft, y el hombre más rico del mundo, el que aboga por gravar a los robots. En su opinión, los gobiernos deberían cobrar un tributo a las empresas que los compran. Desde su punto de vista, estos ingresos podrían destinarse a la creación de empleo en otras áreas donde la empatía y la sensibilidad humana es más difícil de sustituir por una máquina, como por ejemplo el cuidado de niños y ancianos.

En una entrevista con Quarz, Gates señala que los gobiernos deben ser quienes supervisen y recauden estos impuestos, pues son éstos quienes tienen en su mano redirigir fondos a los colectivos más vulnerables de la sociedad.

Gates insiste en que, en los próximos años, muchos puestos de trabajo desaparecerán a causa de la automatización. La OCDE calcula que el 9% de las profesiones desaparecerán en los próximos años (en España, el 12%). Otras investigaciones en EEUU elevan la cifra hasta el 47%. El problema, según este empresario, es la rapidez con la que está teniendo lugar este cambio.

“Si usted adopta una máquina que es capaz de realizar las tareas que antes hacía un trabajador, y a través de la financiación y formación correctas poner a esa persona a hacer otras cosas, entonces usted irá un paso por delante. Pero ese empleado pagaba impuestos a los que no puede renunciar, porque ésa es precisamente una de las maneras de financiar esa formación”, señala el fundador de Microsoft.

“Existen muchas maneras de gravar ese extra en productividad. Es hora de empezar a hablar de cómo hacerlo y medirlo. Parte del tributo puede proceder de los beneficios generados por el incremento de eficiencia alcanzado. Otra parte puede venir directamente de algún tipo de impuesto sobre los robots”, propone.

Gates urge a las autoridades a diseñar “programas de transición” cuando antes, especialmente para los colectivos más vulnerables. “Es realmente malo que la gente en general sienta más miedo que entusiasmo con respecto a la innovación”. En este sentido, concluye Gates, “los impuestos son sin duda una mejor manera de manejar el desarrollo tecnológico que la prohibición de algunos elementos del mismo”.

¿Cómo será la vida cuando los robots sustituyan a una buena parte de los trabajadores?

El temor ante el veloz desarrollo de la inteligencia artificial y la mejora en las funcionalidades de los robots ha ocupado el estudio y la observación de economistas, políticos y expertos en tecnología.

No les hablo de ciencia ficción: un estudio del Foro Económico Mundial augura que se destruirán siete millones de empleos en los 15 países más desarrollados en los próximos cinco años. En España, la OCDE estima que el 12% de los puestos de trabajo son susceptibles de automatizarse. El futuro ya ha llegado y desde algunas instituciones ya se trabaja en los próximos escenarios que crearán los androides dentro de las sociedades desarrolladas.

En este punto ha surgido la propuesta de la eurodiputada de Luxemburgo Mady Delvaux, quien ha presentado un informe teniendo en cuenta desde soluciones económicas hasta las implicaciones éticas y en materia de responsabilidad civil que conllevará la integración masiva de los robots en los puestos de trabajo. Una de las sugerencias más sobresalientes consiste en la imposición de una tasa a estas máquinas, que equivalga a una cotización que nutra la Seguridad Social y garantice el mantenimiento del Estado del bienestar. Es decir, que las empresas aporten una cotización por robot destinada a pagar nuestras pensiones.

Pese a que algunos economistas no tardaron en tachar esta propuesta de disparate, auténticos visionarios como Bill Gates se han mostrado alineados con el razonamiento de la luxemburguesa. El fundador de Microsoft concibe que las máquinas puedan sustituir a gran parte de los trabajadores en 2030, por lo que este es el momento de aportar ideas y soluciones para enfrentarse al nuevo desafío laboral.

Lejos de todo pesimismo, Gates no cree que el pago de un impuesto por los robots desincentive la innovación tecnológica. En cambio, considera que la automatización de muchos trabajos arduos y de gran coste para la salud dejará a más empleados disponibles para tareas de mayor exigencia de empatía y humanidad, como los cuidados a personas mayores o la educación.

Otro de los grandes cerebros de la innovación tecnológica actual, Elon Musk, director de Tesla y Space X no se ha pronunciado al respecto de la idoneidad de un gravamen para los robots, aunque sí ha apostado por la fusión de los humanos con las máquinas como única solución. Musk argumenta que esta integración entre el pensamiento humano y el digital resultará imprescindible para que los primeros sigan siendo relevantes ante el incuestionable triunfo de la inteligencia artificial en el futuro próximo.

En cualquier caso, estos líderes de la innovación mundial coinciden en que la cuestión no puede esperar mucho más tiempo. Las autoridades políticas y científicas de los países desarrollados tienen que estar preparadas antes de que los robots les saluden, interrogantes, desde el otro lado de la mesa.

“McKinsey ha avisado del tipo de puestos que peligran -transporte, hostelería, fábricas y trabajos administrativos- y de que el tamaño del mercado robotizado a nivel mundial podría suponer 16 billones de dólares de ahorro en sueldos y salarios”… España robotizada: una tasa de paro del 57% (Vozpópuli – 28/2/17)

Si un robot sustituye a un trabajador con un sueldo de 50.000 dólares, ¿por qué no debería la empresa contribuyente pagar impuestos parecidos a Hacienda?

McKinsey ha avisado del tipo de puestos que peligran -transporte, hostelería, fábricas y trabajos administrativos- y de que el tamaño del mercado robotizado a nivel mundial podría ser 16 billones de dólares de ahorro en sueldos y salarios. 16.000.000.000.000. 16 millones de millones. No muy lejos del PIB o la deuda de EEUU, o el 22% del PIB mundial, según las últimas cifras del Banco Mundial. La consultora sitúa a la mayoría de los empleos automatizables en el segmento salarial de menos de 20 dólares la hora, que de paso es dónde se concentra el grueso de la fuerza laboral en EEUU.

Otra información muestra la relación por países, tanto en la cantidad de empleados que serán afectados como en el ahorro que supondrá para las empresas. Entre el 41% (Kuwait, Sudáfrica) y el 54% (Tailandia) o el 56% (Japón) de los puestos en cada país podrían estar en peligro. En términos absolutos, las tres principales naciones afectadas serán China, India y EEUU, que se enfrentan a un desafío de 395, 235 y 60 millones de empleados, respectivamente, o un potencial ahorro de 3,6, 1,1 y 2,3 billones de dólares en cada país. España está entre los países analizados.

En España, según McKinsey, peligran nada menos que 8,7 millones de puestos de trabajo, con un potencial ahorro de 217.200 millones de euros en sueldos y salarios, o alrededor de la quinta parte del PIB. Hay un desglose por sectores. El que peor parado sale aquí es el sector manufacturero, con un 64% de los puestos -1,5 millones-susceptibles de ser robotizados. Luego el 64% del transporte y el 62% de la hostelería -1,3 millones de puestos en total- y el 50%, u otros 1,1 millones de empleados del comercio; 954,000 puestos administrativos o funcionarios, 833.000 en agricultura, bosques y pesca, y otro millón más entre la construcción y la sanidad.

Según la última Encuesta de Población Activa, hay 18,5 millones de ocupados en España. En el peor momento de la larga crisis económica de la última década, en el primer trimestre de 2014, se llegó a bajar a los 16,95 millones. Restando los 8,7 millones de McKinsey de los 18,5 millones de ocupados actuales del INE nos dejaría con 9,8 millones de ocupados y 12,9 millones de parados: una tasa de paro del 57%.

Para la empresa, un robot no pide días libres, no se pone enfermo, no se queda embarazada, no hace huelga, no exige más pasta y no se queja si el jefe no está contento con la calidad de la pieza. Y salvo periodos de mantenimiento, puede trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana, todo el año. Si un robot rinde así el triple o el quíntuple o más que un ser humano, ¿por qué se lo va a pensar dos veces el empresario? Lo que está diciendo Gates es que esa posibilidad tecnológica está a la vuelta de la esquina y cuando ocurra va a suponer una redistribución de riqueza absolutamente histórica por todo el planeta. Si los gobiernos no legislan, si no le ponen coto, toda esa riqueza irá a parar a las cuentas de las empresas dueñas de los robots y de los procesos de automatización.

A nivel macroeconómico, las consecuencias serían mayores, tanto para la demanda -un 57% de paro no sería muy ventajoso para el comercio- como para la recaudación (IRPF, Seguridad Social) y por ende la deuda y el déficit (¿quién pagaría todas las prestaciones llegados a ese mundo?), en un entorno demográfico español pesimista a largo plazo en un mundo que estará llegando a los 9.000 millones de habitantes: se habrá triplicado en menos de un siglo. Cuando el hombre más rico del planeta se ofrece voluntario a pagar más impuestos, deberían sonar todas las alarmas. Tal engendro no se solucionará con más abrazos para el abuelo y escuchar mejor al vecino.

De dónde vengo… (lo que la crisis nos dejó: el paro de larga duración)

El gráfico 1 muestra las tasas de paro de larga duración (PLD) de la mayoría de los países miembros de la OCDE en 2007 y 2015. Se observa un aumento pronunciado, de 3,5 puntos porcentuales (pp) o más, en cuatro de los países rescatados, España, Grecia, Irlanda y Portugal, y en Italia; lo que es muy alto comparado con el promedio de 1,6 pp en la UE y de 0,7 pp entre los países de la OCDE. Por el contrario, hubo un aumento relativamente modesto en la mayoría de los países anglosajones. Y en Alemania y en algunos otros países la tasa de PLD ha caído. Al mismo tiempo, la incidencia del PLD también varía enormemente entre diferentes grupos de trabajadores.

 

Gráfico 1 Tasa de paro de larga duración en los países de la OCDE, 2007 y 2015 (proporción de la población activa, %)

 

Descripción: figure_1_a

 

Fuente: OECD.Stat (Estadísticas Anuales de Fuerza de Trabajo).

 

El PLD provoca un considerable estrés mental y material en las personas afectadas y sus familiares, y hay abundante evidencia de que la probabilidad de encontrar empleo de los parados tiende a caer con la duración del mismo. Por tanto, muchos parados de larga duración pueden encontrarse pronto en el margen del mercado de trabajo, con escasas opciones de volver a trabajar. A nivel agregado esta situación puede traducirse en bajas tasas de crecimiento y alto paro estructural.

Fuente: Fedea 15/11/16

 

… y a dónde voy (lo que la robotización nos puede dejar: el paro eterno)

Sin entrar en cuestiones morales, éticas, jurídicas, distribución del ingreso, incremento de demanda, aprovechamiento del recurso humano, formación, o creatividad… me voy a centrar en dos aspectos que creo pueden “sonar” muy bien a las mentes liberales (por la suerte que les trae -a los ricos y poderosos- y porque permitiría alcanzar su “paradigma” de privatización y desregulación de la economía.

La Renta Básica reducirá la criminalidad (al menos la de baja intensidad). Al permitir vivir por encima del umbral de la pobreza se evita la delincuencia de “necesidad” y de “reacción” social.

Una gran parte de la inseguridad ciudadana está vinculada a robos domiciliarios, robo en los cajeros automáticos, tirones, atropellos, o raptos exprés. Ese tipo de violencia cotidiana es la principal causa de alarma social y percepción de criminalidad.

La Renta Básica permitirá reducir (o eliminar) los principales servicios del estado de bienestar: educación, sanidad, desempleo, renta de subsistencia, prestaciones sociales, pensiones…

Al otorgar a la población unos ingresos mínimos garantizados (suficientes) ya no queda justificativo (de equidad), para que el estado se haga cargo de las prestaciones sociales para los sectores de menores recursos.

Todos los que reciban la Renta Básica estarán en condiciones (y posibilidades) de contratar privadamente la educación de sus hijos, el servicio de salud familiar, podrán decidir sus planes de pensiones privados o el ahorro voluntario para la vejez.

Finalmente, mirado del lado de la “seguridad personal” (supervivencia) de los “ricos y poderosos”, la Renta Básica es una “póliza” que cubre una gran parte los riesgos robo, hurto, violencia, violación, raptos, reacción social, huelgas y sabotajes. Hasta por razones de “egoísmo personal” deberían estar de acuerdo con un ingreso garantizado que permita resolver la situación de degradación de las condiciones de vida y de trabajo de una parte importante de la población (evitando mayores envidias y resentimientos).

Mirado desde el lado del “dogma” liberal de la “privatización y la desregularización” de la economía, la Renta Básica, permitiría reducir el aparato del estado, los servicios sociales, la burocracia, los reglamentos, prestaciones y controles públicos. Dejaría en manos de los ciudadanos la decisión y contrataciones de la educación, sanidad, pensiones. Ya no serían necesarias las prestaciones por desempleo, el sistema público de educación, sanidad y pensiones (o en su caso, competirían con los privados).

Todo ello a cambio, tal vez, que los robots paguen impuestos y cargas sociales (como propone Bill Gates y otros) y/o de un dividendo básico universal (DBU), financiado con los rendimientos de todo el capital (como propone Yanis Varoufakis y otros).

Varoufakis propone que una parte fija de las ofertas públicas iniciales (OPI) de venta de acciones vaya a un fideicomiso público que, a su vez, genere una corriente de ingresos a partir de la cual se paguen los DBU. En los hechos, la sociedad se convierte en accionista en cada corporación, y los dividendos se distribuyen uniformemente a todos los ciudadanos. En la medida en que la automatización mejore la productividad y la rentabilidad empresarial, la sociedad en su conjunto comenzará a compartir los beneficios. No habrá necesidad de ningún nuevo impuesto, de ninguna complicación en el código tributario. A medida que se perciban mayores ganancias y las mismas se redistribuyan automáticamente a través de los ingresos aumentados por los DBU, se tendrían más fondos disponibles para ser usados en la Renta Básica…

Los europeos y los estadounidenses sienten un estancamiento en la economía y la política occidental. Están frustrados con la situación inmutable y ven el orden establecido como corrupto, paralizado y sin contacto con la realidad. Está claro para todo el mundo que estamos asistiendo al auge de fuerzas radicales en la izquierda y la derecha en todo el mundo. Populistas de ambos signos, que comparten un desdén por la globalización, se sienten fuertes, seguros de que el futuro va a favor suyo.

La máquina y el hombre: Hay que implantar la RB, primero condicionada y luego, universal. Si no lo hacen por “justicia y equidad” (con los pobres y los expulsados del sistema de producción), háganlo, al menos, por “seguridad” (supervivencia), de los ricos y poderosos. No todos llegarán a ser Michelángelo, Mozart o Dostoyevski,  pero vale la pena intentarlo. A ver si logran hacer funcionar la “máquina de pensar” que alimenta el “paradigma” liberal. Hay que evitar “amplificar” el malestar social.

Coda (no comment): Cuando tenía terminado el Paper (3/3/17), me “tropiezo” con los siguientes artículos (suele ocurrir, cuando uno lee 12 periódicos por día…), que pueden servir como “post data”. A partir de estas dos versiones distintas sobre el incierto porvenir del capitalismo actual, podrán ustedes dar o quitar razones para el optimismo o el pesimismo.

La guerra que está por llegar (y que no digan que no les avisé)

(Nota: la foto que ilustra el artículo ya fue utilizada por mí, en un Paper anterior para destacar el choque entre la pobreza y la riqueza. “Mira tú por donde”…)

 

Descripción: Foto de Qué aterroriza a los ricos después de los papeles de Panamá

No se puede dormir tranquilo cuando millones de personas te odian. (iStock)

 

– Esto es lo que aterroriza a los ricos después de la publicación de los papeles de Panamá (El Confidencial – 3/3/17)

El “Wealth Report” de este año abre una ventana a las ansiedades de los poderosos: la brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor y esto puede tener consecuencias

(Por Héctor Barnés)

A comienzos de abril de 2016, diversos medios internacionales entre los que se encontraba El Confidencial publicaron los “Papeles de Panamá”, una investigación que puso al descubierto la evasión fiscal realizada a través del despacho panameño Mossack Fonseca. Es posible que la revelación no haya provocado el desmantelamiento de los paraísos fiscales del mundo uno a uno, pero sus efectos se están dejando notar, al menos en las pesadillas del porcentaje más privilegiado de la población.

Lo desvela uno de los capítulos de la edición de 2017 de “The Wealth Report”, el informe anual que aborda los hábitos, inversiones, miedos y perspectivas de los más ricos y que es editado por la consultora Knight Frank. Si el año pasado ya anunciaba que la desigualdad económica era un grave problema para el capitalismo, este año traduce esa sensación a una amenaza muy tangible para los súper ricos, aquellos que tienen un patrimonio superior a los 30 millones de dólares (algo más de 28 millones de euros).

“A medida que la desigualdad aumenta, los muros se hacen cada vez más altos y las personas muy ricas son el objetivo”, explica en el informe Ian Bremmer, el fundador y presidente de Eurasia Group al editor Andrew Shirley. Su compañía publica anualmente un informe con los riesgos geopolíticos para la economía global (este año Trump, China y la débil Merkel se encuentran en los primeros puestos), por lo que conoce bien la tramoya global. Y se está fraguando una hipotética guerra entre la población empobrecida y las élites adineradas.

Uno de los hitos fue, precisamente, la publicación de los “Papeles de Panamá”, que puso de relieve cómo los privilegiados no solo disponen de muchos más recursos que el resto de la sociedad, sino también que harán todo lo posible por no pagar impuestos que beneficien al Estado de Bienestar. “Los Papeles de Panamá no hablaban de la clase media, sino de los ricos”, explica Bremmer. “Ahora su mayor preocupación no es su dinero, sino su seguridad personal”.

La supervivencia a través de la igualdad

Ocurría en los pasados informes de Knight Frank y vuelve a reaparecer este año: si el capitalismo en general y los más ricos del mundo en particular quieren sobrevivir, deben empezar a solucionar el problema de la creciente desigualdad económica. Hace apenas dos meses, un informe de Oxfam Intermón presentado en el Foro Económico Mundial desvelaba que los ocho hombres más ricos del mundo acumulan tanto capital como la mitad más pobre de la población global; en España, tres personas (Amancio Ortega, fundador de Inditex, su hija Sandra y Juan Roig, primer accionista de Mercadona) amasan riqueza equivalente al 30% más pobre de España.

“A medida que, por ejemplo, el riesgo de ser secuestrados se dispara, necesitarán empezar a pensar cómo quieren vivir sus vidas, cómo interactúan con el resto del mundo, y cómo se sienten consigo mismos como seres humanos”, añade el autor de “Superpower” y “Every Nation for Itself”. “¿Qué clase de futuro quieren para sus hijos? ¿En qué sociedad quieren vivir? Necesitan pensar más sobre ello. Debería ser su principal preocupación”. En los últimos años, diversas familias de multimillonarios han sido objeto de secuestros con rescate en países como Rusia, México o Brasil. Aunque no se trate de una amenaza común, sí ha dado lugar a un nuevo miedo en las capas superiores de la sociedad.

El consultor promueve un pacto más o menos justo: ceder parte de la riqueza a cambio de una seguridad personal que cada día se encuentra más en entredicho, y que obliga a que los multimillonarios destinen gran cantidad de recursos a este concepto. Aunque probablemente la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca beneficie a las élites estadounidenses (“cuando tienes un multimillonario liderando el país, es probable que los ricos salgan ganando”), la mayor parte de países no disponen de los recursos necesarios para hacer frente a estos problemas debido a la pérdida de poder de los distintos gobiernos.

El problema es que, como asegura el propio Brenner, no es posible solucionar la situación; tan solo suavizarla. Algunas fórmulas funcionarán, otras no; pero las que salgan adelante no lo harán a nivel nacional, señala el consultor, sino tan solo a una escala municipal o local. En términos generales, la desigualdad económica en países como EEUU aumentará, en parte porque no sabemos cómo medirla. “El pleno empleo, por ejemplo, ya no es una métrica útil porque habrá mucha gente empleada en la “gig economy” en la que el trabajo se realizará por demanda”, explica.

El movimiento del Capitalismo Inclusivo

No es la primera vez que las élites ven las barbas del vecino cortar, y no, no nos referimos a viejas revoluciones. En el informe del pasado año, Lady Lynn Forester De Rothschild (de los Rothschild de toda la vida) explicaba en qué consistía la Coalición del Capitalismo Inclusivo, comisionada por el Ayuntamiento de Londres y que tiene como objetivo “restaurar la confianza” en dicho sistema económico.

“Una sociedad dividida no puede mantenerse y no importa si formas parte del 1% o del 0,0001%”, explicaba en “The Wealth Report”. “Si la sociedad que te rodea se derrumba, lo vas a pasar mal”. Todos los indicadores señalan a una creciente desconfianza por parte de la sociedad hacia los políticos y las empresas, que ha dado lugar a movimientos como Occupy Wall Street en EEUU, pero también a otros de corte más populista. “Que los negocios no gocen de la confianza de la sociedad, muchas veces con razón, no es bueno para el capitalismo”, añadía Rothschild.

Resulta sintomático que la descendiente de una de las familias más poderosas de los últimos siglos adopte en consonancia con otros discursos populares: “No creo que el capitalismo practicado de la manera adecuada tenga que disculparse”, aclara. “El capitalismo de amiguetes está fatal, porque subsidia a los ricos mientras devoramos a la clase media: los gobiernos no deberían existir para proteger a los ricos”. Las guerras del futuro no solo se librarán en el panorama internacional sino también, como si de una novela de J.G. Ballard se tratase, entre los estratos de una misma sociedad. Los más ricos están buscando soluciones para agotar todas las vías antes de que su seguridad se ponga a prueba, aunque quizá sea demasiado tarde.

¿Quién debe pagar la Renta Básica? ¿Warren Buffet, Silicon Valley o Robocop?

– Donde los robots pagan impuestos (Vozpópuli – 3/3/17)

 

Descripción: Fotograma de la película "Blade Runner" (1982) - Youtube

Fotograma de la película "Blade Runner" (1982) – Youtube

 

(Por Manuel Alejandro Hidalgo)

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de… pagar impuestos”. ¿Se imaginan? ¿Imaginan que el replicante Roy Batty terminara su escena culmen afirmando que debe pagar sus impuestos? ¿Se imaginan a un programador insertando en el sistema operativo de un droide de protocolo que pagar impuestos es bueno y deseable?

Ciertamente he caricaturizado un debate que sin embargo, y a pesar de lo extraño del mismo, tiene a grandes defensores entre gentes influyentes. Algunos consideran que la propuesta es original. Otros, por el contrario, aberrante. Para una minoría, simplemente imposible. Cuando menos sí debemos reconocer que es acorde con los nuevos tiempos. Sin embargo, en mi humilde opinión y que cambia conforme voy conociendo más datos y evidencias, es que tal posibilidad simplemente no sería útil. En este post voy a explicarles por qué creo que no es una gran idea gravar con nuevos impuestos a los robots. Y al menos tengo dos razones para ello.

Desde hace al menos tres décadas el peso que las rentas salariales representan sobre el total del VAB no ha parado de caer. En el siguiente gráfico les muestro la evolución (hasta 2007 ya que es la base de datos que hasta este momento tengo codificada en mis ficheros, aunque nos sirva igualmente). La tendencia decreciente es clara en las principales economías. Desde la Gran Recesión los datos nos indican que no solo se mantiene esta tendencia decreciente sino que incluso se ha acelerado en algunos países. Como ya he comentado en otras ocasiones, existen varias posibles explicaciones para esta evolución y que han ganado cierta reputación en la academia: cambio tecnológico, peso de las rentas inmobiliarias o mayor peso de las amortizaciones en el conjunto de las rentas.

 

Descripción: http://images.vozpopuli.com/2017/03/02/la_economia_explicada/Grafico_1004309946_6194809_667x485.jpg

 

Fuente: EU-Klems y elaboración propia

 

Esta tendencia tiene consecuencias a tener en cuenta. En primer lugar, el menor peso de las remuneraciones de los trabajadores está en el epicentro del aumento de la desigualdad. En segundo lugar, es obvio el efecto sobre los ingresos fiscales, especialmente en aquellos países donde un importante porcentaje de estos ingresos se originan en la renta de los trabajadores. Si el peso de estas rentas mantiene en el futuro el derrotero seguido en las últimas décadas, será imperativo transferir parte de la carga impositiva desde el trabajo al capital. Sería justo pues, según este razonamiento, que el factor “beneficiado” por el cambio tecnológico deba pagar más impuestos. Como la robotización intensificará dicha transferencia, son estos los que deberán ser tratados como sujetos pasivos de los impuestos.

Pero este supuesto razonamiento parte de la base de que la transferencia de peso en la renta total va desde los trabajadores hacia el capital. Sin embargo, no parece que esto sea tan evidente. En un reciente trabajo, un alumno de la Universidad de Chicago, Simcha Barkai, nos enseña una realidad muy diferente. Lo que este estudiante ha encontrado es que, para los Estados Unidos, el menor peso de las rentas salariales no ha sido transferido a las rentas del capital. Al parecer, el destino de esa porción de tarta ha sido en realidad las rentas empresariales, es decir, el excedente bruto empresarial (EBE).

El valor añadido bruto, es decir, la renta (riqueza) generada en un año se distribuye por las fuerzas del mercado entre los diferentes factores de producción que participan en ella: trabajadores, capital y factor empresarial. Mientras es fácil identificar las rentas del trabajo, aunque últimamente no lo es tanto, separar las del capital con el EBE es más complejo. Sin embargo, esta es la principal aportación del trabajo de Barkai: identificar las rentas del capital frente al resto para los Estados Unidos desde los años ochenta. Y lo que este economista encuentra es que, por los motivos que en esta misma columna exponíamos la semana pasada, las corporaciones han elevado su poder de mercado en las últimas décadas consiguiendo apropiarse de una mayor parte de la renta total. De hecho, y contrariamente a lo que se creía, no solo los trabajadores han perdido peso en el VAB, sino que también lo ha hecho el capital.

Si uno lo piensa con tranquilidad tiene sentido. El precio del capital, su coste, se ha visto reducido en las últimas décadas gracias al cambio tecnológico. Por este motivo, los “propietarios” del capital no obtienen necesariamente una mayor rentabilidad por el uso del mismo, por lo que su renta no ha aumentado particularmente durante estos últimos años. En consecuencia, si los trabajadores ya no poseen el trozo de tarta de antaño y este no ha sido absorbido por el capital, solo nos queda un tercero en discordia: el EBE.

Para España se observa además un aumento del EBE durante los últimos 16 años. Así, según los datos de la Contabilidad Anual del INE, si en 1999 el EBE representaba en nuestro país el 29 % del VAB descontados impuestos netos, en 2015 este peso era del 37,3 %. Cierto es que gran parte de esta renta se dedica a la amortización. Mientras en 1999 el 12 % del VAB se usaba para amortizar el capital disponible, en 2015 es el 16 % del mismo el necesario para contabilizar la depreciación del capital. Aun así, el peso del Excedente neto en el valor añadido neto pasó del 16,4 % al 20,4 %.

De ser cierto, este razonamiento nos lleva inexorablemente a propuestas de política económica (y fiscal) que no deben ser necesariamente la imposición del capital. Es por esta razón pragmática por la que creo que no tiene mucho sentido discutir sobre la imposición de robots: no obtendríamos los recursos deseados.

Se podría argumentar, sin embargo, que aun así obtendríamos unos ingresos deseables por bajos que fueran. Sin embargo, la eficiencia de estos impuestos es posiblemente muy limitada. Podríamos argumentar que los robots son una gran amenaza para el empleo y el bienestar de los trabajadores. Pero como también se ha explicado más de una vez, el cambio tecnológico, como el comercio, a pesar de crear ganadores y perdedores, tiene un efecto final global positivo, canalizado principalmente por el aumento de la productividad.

También es cierto que este aumento de la productividad pueda no estar repartiéndose equitativamente, por lo que el crecimiento está siendo menos inclusivo que en otras ocasiones. Pero no es menos cierto que la solución no es gravar (dificultar) el cambio tecnológico y por ello el crecimiento económico, sino corregir mediante transferencias sus efectos.

Así pues, quizás la mejor estrategia fiscal futura, a largo plazo, sea racionalizar los impuestos como el de sociedades para elevar su capacidad recaudatoria, así como el de hacer más protagonista impuestos finalistas, de uso de la renta, como son el consumo. Es cierto que cualquier diseño fiscal a largo plazo debe adelantarse pues al cambio tecnológico, solo así estaremos libres de sufrir ciertas sorpresas, pero estos cambios deben ser, ante todo razonables y razonados. Exigir a los robots que coticen a la seguridad social parece más propio de una película de Mel Brooks que de una obra maestra de la ciencia ficción.

¿Viejas preguntas, nuevas respuestas?

 

Descripción: brazo-robot-dreams.jpg

 

“Cuando los hechos cambian, cambio de opinión. ¿Usted qué hace, señor?” Se dice que ésta es la manera en que Keynes respondió a las críticas de que había cambiado su posición respecto de las políticas para responder a la Gran Depresión. El pragmatismo de este tipo ya no es tan común: las opiniones políticas suelen caracterizarse por una considerable inercia. Con demasiada frecuencia, las perspectivas de hoy siguen moldeadas por los hechos de ayer.

A partir de estos hechos “relevantes”… que cada uno se suicide como le dé la gana.

 

 

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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